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el dltimo ayllu inka Homenaje a Oscar Niifiez del Prado ya la expedicion cientifica de la UNSAAC a la nacién Q’ero en 1955 INSTITUTO. NACIONAL i DE CULTURA IN DIRECCION REGIONAL DE CUSCO UNIVERSIDAD. NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS — FONDO EDITORIAL DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES. SDNY NOM OM a piMeeY AL TERM CLE inka, publicacién en homenaje a Oscar Niiiez del Prado y a la expedicion cientifica de la UNSAAC a la nacién Q’ero en, arte de una coleccion enn la realidad sociocultural CoCedTe rN TUNACOncCeoMU LMR e OD Ent 10) entre la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el Instituto Nacional de Cultura del Cusco, Q ero, el ultimo ayllu inka EDITORES: Jorge Flores Ochoa Juan Nunez del Prado Béjar Manuel Castillo Parfan Pen to Luis Barreda Murillo John Cohen Florentino Champi Ceasa Mario Escobar Moscoso Jorge Flores Ochoa Peter Getzels Efram Morote Best Juan Nunez del Prado Béjar Juan Ossio Acuna ANA INTNecnen NOAA ord Gail BR. Silverman-Proust David Ugarte Vega Centeno Steven 5. Webster SSC) IMAGES Américo Yabar Zeballos PREPARACION DE TEXTOS: Marina Supa: Miranda Q’ERO, el Gltimo ayllu inka 7 Homenaje a Oscar Niifiez del Prado y a la expedicion cientifica de la UNSAAC ala nacién Q’ero en 1955 Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales *e UNMSM Instituto Nacional de Cultura + Direccién Regional de Cultura de Cusco UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR f DE SAN MARCOS QERO, el tltimo ayllu inka Segunda edici6n Lima, diciembre de 2005 © Fondo Editorial de ia Facultad de Ciencias Sociales / Unidad de Post-Grado Ciudad Universitaria, Av. Venezuela s/n * Teléfono: 619-7000 Anexo: 4003 e-mail: postcs@unmsm.edu.pe web: Attp://www.sociales.unmsm.edu.pe © Instituto Nacional de Cuttura Direccién Regional de Cultura de Cusco Caile San Bemardo s/n, Cusco Telefax: (51) (84) 23-5329 Cuidado de la edici6n: Radl Huerta Bayes ISBN: 9972-2670-6-7 Hecho ef dep6sito legal en la Biblioteca Nacional del Pera: 2005-9058 Impreso en Pert Printed in Peru /\ /\ Dr. Oscar Nijiez del Prado. Foro: Luis BARREDA MURILLO. Dr. Oscar Nafiez del Prado. Director en Q'ero, 1955. é Foro: Luts BARREDA MuRILLO aaa {INDICE Allector Prélogo David Ugarte Vega Centeno Presentaci6n Juan Niiez del Prado Béjar éPor qué Q’ero? Jorge A. Flores Ochoa EL PASADO 1. Arqueologia de Hatun Q’ero Ayllo Luis Barreda Murillo EL MEDIO 2. Reconocimiento geografico de Q’ero Mario Escobar Moscoso AMBIENTE Y SUBSISTENCIA 3. Unacultura como respuesta de adaptacién al medio andino Oscar Niviez del Prado Castro 4. Una comunidad quechua indigena en la explotacién de multiples zonas ecol6gicas Steven S. Webster 5. Elmaiz q’erocomo solucién a algunos problemas de alimentacién de la ceja de selva Oscar Niinez del Prado Castro 6. Elpastoreo enq’ero Steven S. Webster TECNOLOGIA 7. Lavivienda inca actual Oscar Niitiez del Prado Castro 8. Elkhipumoderno Oscar Nitiez del Prado Castro ORGANIZACION SOCIAL 9. Elhombrey la familia, su matrimonio y organizacin polftico-social en q’ero Oscar Nisez del Prado Castro UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN maerne 11 13 17 29 39 57 77 103 123 129 159 169 199 ARrAzAOoOern RELIGION E IDEOLOGIA 10. Ritos del ganado Steven S. Webster 11. Losqerode Cusco Juan M. Ossio A. 12. Lospaqoenq’ero _ Washington Rozas Alvarez 13. Siguiendo las huellas de los Q’eros en e] mistico mundo de los andes Américo Yabar Zeballos 14, Unnuevo mito de fundaci6n del Imperio Efratn Morote Best 15. Losciegos: vision de la identidad del runa en Jaideologia de Inkarri-Qollarri Peter Getzels 16. Unmito de origen colonial, una profeciay un proyecto nacional Juan V. Nunez del Prado Béjar CULTURA EXPRESIVA 17. Motivos textiles en Q’ero Gail P Silverman-Proust 18. Misica de la sierra del Pert John Cohen 19. Tradicin y modernizacién en la miisica de las dos principales festividades de Q’eros: Qoyllur Rit’i (con Corpus Christi) y Carnaval Holly Wissler CAMBIOS 20. Los q’eros. Ultimos descendientes de los incas Jorge A. Flores Ochoa 21. Posibilidades de un etnodesarrollo en las comunidades de la «Nacién Q’ero» Florentino Champi Ccasa 22. Publicaciones sobre Q’ero 23, Bibliografia 233 245 265 277 287 311 335 349 363 375 421 427 441 445 AL LECTOR En agosto de 1955 un grupo de profesores de la Facultad de Letras, hoy dia Ciencias Sociales, de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, realizé un viaje de investiga- ci6n a la regién Q’ero. El animador y director fue el Dr. Oscar Nufiez del Prado Castro, entonces profesor de Etnologia y Arqueologia en la Seccién de Historia y Antropologfa de la re- ferida Facultad de Letras. La importancia de esa investigacién para el desarrollo y formaci6n, con personalidad propia, de la antropologia cusque- fia, es tema que todavia esta por hacer. No se puede dejar de mencionar que sus implicancias en la antropologfa, como en la arqueologia, son nitidas. Al cumplirse cincuenta afios de ese trabajo de campo, que era una prdactica investigatoria inédita en el pais, motiva la reedicion del libro Q’e7o el ziltimo ayllu inka, publicado en 1983 en Homenaje a Oscar Niifiez del Prado. La publicacién de 1983 fue hecha gracias al generoso apor- te del etnomusicélogo John Cohen, al que se afiadieron los de Edwar Dwyer, Patricia J. Lyon, Thomas Muller, John V. Murra, John H. Rowe y Steven S. Webster. En esa €poca recién se comenzaba a utilizar el sistema offset con laminas de cartén en trabajos de imprenta. La edicién no tuvo la presentacién que se deseaba. La decisién fue si se tenia un libro con defectos de edicién o no tener nada. Se opté por la primera alternativa. La presente publicacién se debe a la decisién del director re- gional del Instituto Nacional de Cultura, Cusco, antropélogo David Ugarte Vega Centeno, por hallar en proceso un proyec- to institucional con la nacién Q’ero. Sea también oportunidad para rendir homenaje a los doc- tores Mario Escobar Moscoso, Luis Barreda Murillo, Demetrio Roca Wallparimachi y al periodista Demetrio Tapac Yupanqui, miembros del equipo de investigacion de 1955. Un recuerdo emocionado para Oscar Niiiez del Prado Castro, Efrain Morote ll Best, Manuel Chavez Ballon y Josafat Roel Pineda, que en- cuentran descanso en el seno de la Pachamama, también al fotégrafo Malcom Burke, que acompaiié a los profesores de la universidad cusquena. Varios investigadores han seguido la senda abierta por la antropologfa de la Universidad Nacional del Cusco, con traba- jos que han incrementado el conocimiento de la cultura de esta region. A todos nuestra felicitacion y reconocimiento. En esta edicién se han aftadido otros articulos que enri- quecen el libro. Son los de Luis Barreda Murillo sobre Arqueo- logia; Oscar Ntifiez del Prado Castro sobre el maiz y los quipu; Juan Ossio, la Semana Santa; Holly Wissler y John Cohen de la misica; Jorge Flores Ochoa del uso del Cusco por los q’ero y de David Ugarte Vega Centeno el proyecto q'ero. El trabajo de Efrain Morote Best se publica en forma completa. También se ha reordenado la presentaci6n de los artfculos y su agrupa- cién tematica. Por diltimo una aclaraci6n de la manera de escribir el nom- bre de la regién, la comunidad y sus habitantes. Luis Yabar Palacios escribié qeros, en la que posiblemente sea la prime- ra publicacién sobre esta regién y su cultura. Fue en 1922, en el nimero 38 de la Revista Universitaria de la Universidad Nacional del Cusco. Escribe qeros, con «s» final. Las publica- ciones posteriores escriben Q’ero. John Cohen comentando la mtsica andina, en articulo que se incluye en este volumen, escribe Q’eros. En el trabajo de Holly Wissler, escrito para este libro, figura de igual manera. Asf lo hace también Pierre Allard en «Misica del Pera (Paucartambo, Indios Q’eros)» (Holzman, 1986). En este volumen, el principio general ha sido respetar la escritura de las palabras runa simi —quechua- tal como lo hacen los autores. Qosqo, abril del 2005 Los editores PROLOGO Por primera vez en el desarrollo histérico institucional del INC- Cusco, se tomé6 la decisién de superar el sesgo de atender casi exclusivamente las funciones de proteccién del patrimonio cul- tural material en desmedro del correspondiente a la preserva- ci6n del patrimonio cultural intangible y la promoci6n y difusién de la Cultura Viva. En la presente gestién nos hemos propues- to caminar, con paso firme, sobre esos dos pies. Ambos aspec- tos constituyen las dos columnas que sostienen nuestra politica de gesti6n institucional. Dentro de este tiltimo y vastisimo cam- po de accién, se empezo a abordar con el rigor y respeto que se merece el tema indfgena. Como parte de ello hemos empezado a tratar, por ejemplo, la primera experiencia de un proyecto de etnodesarrollo con los pueblos q’eros. ¢Y por qué un proyecto como éste para los q’ero? Porque son el testimonio mas genuino, la expresién més auténtica de las raices del devenir hist6rico de los quechuas peruanos, lo cual ha merecido mucha atencién de la antropologia a lo largo de las tiltimas décadas. El abordar este tema también va ligado a la reflexién co- tidiana que tenemos desde el espacio institucional acerca de la gestion del santuario histérico de Machu Picchu y la red de caminos inca. Este fcono de nuestra cultura, como es de conocimiento ptblico, constituye un gran atractivo y destino turfstico mundial, lo cual a su vez atrae muchos intereses de caracter econémico casi siempre en conflicto con la sacralidad del mismo. Precisamente este hecho pone en evidencia, ante los miles de turistas que Io visitan, el desencuentro histéri- co, valga la redundancia, entre el indio histérico y el indio actual. Al ver esta maravilla, los visitantes se quedan exta- siados. Un considerable nimero de ellos Ilegan a este desti- no recorriendo el camino inca, asistidos por los eufemistica- mente liamados porteadores que no son sino indios comune- ros de Willog, Patakancha y otras comunidades, quienes en 13 realidad son los verdaderos herederos de los incas creado- res y constructores de Machu Picchu y todas las demaés ma- ravillas que conocemos. Asi estos herederos hoy estén de parias y cargadores, situaci6n que en el fondo grafica una africanizaci6n de los quechuas. Los q’ero, qué duda cabe, son parte de los pueblos herede- ros de los incas, por ello son también protagonistas, desde el lado més injusto, del desencuentro referido anteriormente y que es menester superar. Al reeditar el libro Q’ero, el ziltimo ayllu inka queremos empezar esa tarea y sumarnos al home- naje a la primera expedici6n antropolégica en el 50 aniversa- rio de su realizacién. Nuestro mejor homenaje es empezar a discutir un plan de etnodesarrollo con los q’ero, partiendo por dar respuesta a la interrogante: éson pueblos en aislamiento voluntario 0 son los olvidados, los condenados de la tierra que superviven como pueden? Los q’eros ya se encuentran viviendo en los pueblos jéve- nes de la ciudad del Cusco. En los tltimos afios hay un cierto despoblamiento o migracién forzada de sus comunidades, la pobreza los expulsa 0 en determinados meses bajan de sus comunidades para «hacer pagos a la tierra» sobre todo en el mes de agosto, adivinan mediante la coca a cambio de una propina de cincuenta céntimos o un sol, desvirtuando asf su cultura. Entonces ante esta situacién nos preguntamos: émés que mantener a estas comunidades q’eros como museos vi- vientes, como actualmente muchos las quieren asi, no seria mejor incluirlos y hacerlos participes de un proceso de etnodesarrollo? Hasta ahora ellos no tienen carretera de ac- ceso por Paucartambo, 4rea geografica donde se configura su espacio vital. Algunas comunidades tienen hasta cierta parte un enlace carretero por el lado colindante de la provincia de Quispicanchi, sin que Ilegue plenamente hasta ellas. Para responder en parte a la anterior interrogante nos pro- pusimos construir una carretera que partiendo de la comunidad de Kallacancha Ilegue hasta Hatun Q’ero. Esta via esta en ple- no proceso de construccién. Con esto buscamos contribuir al surgimiento del nuevo Q’ero que acceda armoniosamente a la modernidad, a la lengua integradora del castellano mediante la 14 educacién bilingiie intercultural (que no existe en la actuali- dad), pero que al mismo tiempo se mantiene orgulloso de sus profundas raices culturales, dentro de ellas su idioma y religio- sidad. La carretera también facilitaré la promocién del turismo vivencial y el denominado turismo mistico, los cuales si se cui- da que sean gestionados por los propios q’eros, podria consti- tuirse en una fuente digna de ingresos econémicos. Mediante el proyecto queremos también promover la for- maci6n de centros artesanales en la comunidad para propi- ciar la produccién y venta de la artesania auténtica q’ero. En la actualidad, mediante el sistema imitativo se produce en cantidad cierta «artesania» para el turismo, con ello se aten- ta contra su autenticidad. Con este proyecto acariciamos la utopia de instalar una radioemisora q’ero, que salga al aire desde las montafias del ande en su auténtico idioma y que constituya un puente cultural que coadyuve a construir so- ciedades en una relaci6n horizontal, intercultural, que se respeten mutuamente. El proyecto-proceso de etnodesarrollo, conducido por un equipo de antropélogos, ya lleva dos afios de realizacién, no sin muchas dificultades. Se esta construyendo y creciendo en una relacién sostenida. Se van construyendo locales para las escuelas bilingiies, centros multiuso. Con esto también se abre en la agenda del desarrollo regional el tratamiento de la cues- tién indigena. Complementariamente el INC-Cusco asumié conjuntamente con las Federaciones Campesinas-Indigenas de la Regién la responsabilidad de organizacién del II Encuen- tro de los Pueblos Quechuas de América, que se realizé del 2 al 5 de agosto del 2005 y en el que los q’eros hicieron escu- char su voz. Uno de los grandes acuerdos de este evento fue el de llevar a cabo el Primer Congreso Extraordinario de los Pueblos Quechuas de América en agosto del 2006 en Ollan- taytambo, Capital Mundial de la Indianidad. Por todo eso la reedicién de este libro es la expresién y la afirmacién del compromiso de la institucién con lo expresado y fundamentalmente con la reivindicacién de la cultura tawantinsuyana y de sus expresiones que se mantienen vivas. Davin UGARTE VEGA CENTENO Director Regional de Cultura INC-Cusco 15 PRESENTACION La presente antologia es el resultado de la iniciativa y el es- fuerzo de Jorge Flores Ochoa, a cuya invitacién me ha sido posible participar en su edicién. Quiero expresarle mi reco- nocimiento por la oportunidad de contribuir en un acto que para mi, reviste un profundo contenido emocional. El propésito de este volumen es el de rendir homenaje a los cuarenta afios de ininterrumpida labor profesional de Oscar Niifiez del Prado Castro. Creo que el tema elegido es e] mas adecuado para el caso, puesto que existe una profunda ligazén emocional entre Oscar y el pueblo q’ero. Quiero hacer una breve semblanza del hombre a quien va dirigido este homenaje. La tarea no resulta facil, teniendo en cuenta que Oscar es mi padre, mi maestro universitario, y que estoy ligado a él por treintinueve afios de profunda amis- tad y camaraderfa ininterrumpidas. Pese a lo considerable de su produccién intelectual y activi- dad académica como profesor universitario, lo fundamental de su obra se ha dado en el terreno de la accién social, en términos de ciencia social aplicada, a la que ha dedicado gran parte de su tiempo y energfa. En este sentido, la conviccién que ha guiado su vida, puede resumirse en el siguiente aforismmo suyo recogi- do en el aula universitaria: «Si la ciencia del hombre no sirve para mejorar las condiciones de vida del hombre concreto, ino sirve para nada! Pero, mal se puede mejorar lo que no se ha comprendido previamente». Esta frase puede explicar por qué para él, la ciencia social no ha sido un fin en sf mismo, sino un medio que debe ser puesto al servicio del hombre y del mejora- miento sisteméatico de la sociedad en que vive. Por ello el hom- bre andino no se ha reducido a sus ojos a la condicién simple de objeto de curiosidad cientifica, siempre lo ha visto como a un semejante en condiciones adversas; un 4lter ego valido digno de respeto y admiracién y solidaridad o un hermano a cuyo ser- vicio y atencién se puede consagrar la vida. 17 Para dar concrecién a las afirmaciones anteriores, quiero relatar algunas facetas poco difundidas de la accion de Oscar Niifiez del Prado, en las que gracias a su caracter apasionado y tenaz supo movilizar todos los recursos a su alcance, sacri- ficando muchas veces descanso, posicién, tranquilidad y ven- taja personal en pro del logro de los prop6sitos a los que ha consagrado su labor. En 1952 se incorporé como experto peruano en la Mision Indigenista Andina (Andean Indian Mission) de las Naciones Unidas. Luego de un afio de trabajo con este equipo, con el que se realiz6 un estudio en el Ecuador, Pert y Bolivia, sostie- ne que la tnica medida que hacia viable la solucién del enton- ces llamado «problema indigena» era la realizacién de una profunda Reforma Agraria en el area Andina, la idea de Refor- ma Agraria era considerada en aquella €poca poco menos que una herejia y su planteamiento fue la causa fundamental para que su contrato de trabajo en la ONU no fuera renovado. En 1949, durante una fiesta en Paucartambo, observé la pre- sencia de unos hombres, que pese a compartir la humilde po- breza de los dem4s campesinos, guardaban una compostura de dignidad inusual. Se relacioné con ellos y vino a saber que eran los habitantes de la entonces Hacienda Q’ero. De allf para ade- lante hacer una expedicién a Q’ero se convirtié en un propésito firme. Este propésito se plasm6 en 1955 gracias al auspicio de Dn. Pedro Beltran director del diario La Prensa de Lima. La expedicién tuvo ribetes épicos, puesto que la oficialidad de en- tonces vio con sospecha y desconfianza su realizacién y trat6 de impedirla con todos los medios a su alcance, amenaz6 a sus integrantes incluso con la subrogaci6n de sus puestos en la Universidad del Cusco y dio ademés instrucciones a la policia para que frustrara la expedicién de hecho. La oficialidad fue burlada y los expedicionarios realizaron sus objetivos, la visita a Q’ero estaba destinada a dejar una profunda huella en los que en ella participaron. Q’ero presentaba una paradoja impactante, por un lado, era un pueblo consciente como pocos de su prosa- pia andina, y custodio de invalorables testimonios de supervi- yencia cultural de nuestra vieja civilizacién; pero, al mismo tiem- po, era también muestra viva y lacerante de un sistema social arcaico e inhumano, en el que el hombre del Ande, desposeido 18 de su tierra y disminuido en su estatuto politico, quedaba ente- ramente a merced de la explotacién del hacendado feudal. El Ultimo parrafo puede parecer una dramatizacién exagerada des- pués de treinta afios, una revolucién social, la dacién de tres leyes de reforma agraria y la puesta en marcha de multiplici- dad de programas de promoci6n y de reivindicaci6n campesi- na, sin embargo, era una realidad tremante y generalizada en 1955; en aquel afio, los q’ero como muchos otros campesinos, estaban todavia obligados a la realizacién de la mita, institucién colonial abolida por Bolivar en 1824; por ella grupos de q’ero eran alquilados por el patrén a otros hacendados del Cusco, ellos recibian solamente veinte centavos de sol para su subsistencia diaria, mientras el patr6n cobraba del otro hacendado el salario legal; los q’ero ademds estaban obligados a realizar otros servi- cios personales que en total abarcaban entre ciento ochenta a doscientos cincuenta dias de trabajo personal en exclusivo be- neficio del hacendado. Es as{ como los participantes de la expedici6n, en espe- cial Efrain Morote, Mario Escobar y Oscar Nuifiez del Prado, empezaron a pensar que era impostergable realizar alguna accién concreta en favor de los q’ero. La idea fue tomando forma en el propésito de realizar un programa de promocién que implicaba previamente la expropiacién de la hacienda. Oscar inicié las gestiones a través del Instituto Indigenis- ta Peruano, donde encontré el apasionado apoyo de su enton- ces director Don Manuel Velasco Nijfiez, asimismo, cont6 con el respaldo de Mario C. Vasquez Varela que se encontraba trabajando en un programa de antropologia aplicada en la ha- cienda Vicos en Ancash. El proyecto de accién para Q’ero, conté otra vez con la simpatia de Dn. Pedro Beltran, quien a través del diario La Prensa cre6 una corriente de opinién fa- vorable en la capital; paralelamente, en las gestiones de ex- propiacién de la hacienda, se iniciaron tratos entre el Instituto Indigenista Peruano y la Universidad Nacional del Cusco para llevar a cabo en forma conjunta un programa de aplicacién an- tropolégica en Q’ero. Estas gestiones contaron dentro de la Universidad con el decidido e invalorable apoyo del maestro cusquefio Dr. Sergio Quevedo Aragén cuya diligencia al fren- te de un comité de la Universidad consiguié en 1958 la sus- 19 cripcién de un convenio entre la Universidad del Cusco y el Instituto. Por su parte el hacendado habia movilizado sus propias influencias para obstaculizar la expropiacién de la hacienda. En aquel entonces la expropiacién de una hacienda a favor de los indfgenas que la trabajaban se consideraba entre los ha- cendados cusquefios como un ejemplo pernicioso que de ser plasmado, podria ser seguido por otros grupos de campesi- nos, poniendo en peligro una situaci6n de privilegio a la que no estaban dispuestos a renunciar. El convenio entre el Instituto y la Universidad habia ya sido sancionado y consideraba términos precisos para la ini- ciacién del programa; sin la previa expropiacién de la hacien- da no habfa manera de iniciarlo en Q’ero; asimismo, la no ini- ciacion del programa implicaria su cancelaci6n y la consecuente pérdida de una oportunidad de accién. Frente a esta disyunti- va se decidié que debfa buscarse un lugar alternativo para la realizacién del programa dentro del departamento de Cusco. Es asf como en 1959 se dio inicié al Programa de Antropologia Aplicada, que durante diez afios se realiz6 en Kuyo Chico, co- munidad pobre y postergada, que si bien pudo mantener su estatus legal de comunidad libre, habia sido desposefda vio- lentamente de la mayor parte de sus tierras por hacendados vecinos. La apertura del programa abrié a Oscar un nuevo frente de batalla, en el que tuvo que confrontar todos los mecanis- mos de poder que en aquel entonces se ejercitaba contra los campesinos: yo lo recuerdo realizando, junto a sus colabora- dores, interminables gestiones y trdmites a diversos nive- les para, contrarrestar los sistemas de trabajo gratuito que las autoridades mestizas habfan instituido sobre los campe- sinos de las comunidades; batallando con la administracién de los hospitales, para que recibieran indigenas enfermos a quienes discriminativamente se les cerraba las puertas de tales servicios por su sola condicién social; impidiendo exacciones de todo tipo al mismo tiempo que se instrufa a los campesinos en el conocimiento de sus derechos ciudadanos, se los organizaba y orientaba para la solucién de sus no po- cos ni faciles conflictos internos, se mejoraban sus servicios 20 de salud y educacidn y se les abria el acceso a nuevas activi- dades de cardcter econdémico. Pese a la inusitada actividad y consagracién que requirié el programa de Kuyo Chico, los problemas de Q’ero no queda- ron olvidados, se consiguié 1a expropiacién de la hacienda el afio de 1963. La expropiacién planteaba a los q’ero el proble- ma de una nueva relacién con el mundo exterior que antes se habfa realizado a través del hacendado. Oscar asumié la res- ponsabilidad de asesorarlos y respaldarlos dedicando todo el tiempo necesario para acompajfiarlos en los largos tramites y gestiones que ahora debian empezar a realizar. Se consiguié la fundacién y reconocimiento oficial de una escuela en Q’ero, la organizaci6n de la actividad econémica colectiva, la apertu- ra y conduccién de una cuenta bancaria donde los q’ero acu- mulaban el dinero, fruto de su esfuerzo comunitario para cu- brir el precio de la hacienda. Como ahora conocemos, el sistema de la hacienda feudal en el sur del Pert revestia cierta ambigiiedad; es cierto que some- tia al colono a un sistema de explotacién exorbitante en manos del «patrén», sin embargo, la exclusividad que éste reivindica- ba sobre el «derecho» de explotar a «sus» indios, provefa para- ddjicamente de un cierto sistema de proteccién del cam- pesino, frente a Ja voracidad y codicia de «cholos» y «mesti- zos» del exterior, que se crefan todos con derecho a exaccionarlos. Es asf que Ja expropiacién de la hacienda fue seguida de una verdadera invasién de gente que querfan aprovecharse de los q’ero, cada uno a su manera y estilo, ya se tratase de rescatistas, enganchadores, burdcratas estatales y otros buscadores de lucro y clientelaje. Ello dio lugar a una ininte- rrumpida serie de acciones en defensa permanente de los derechos de los q’ero y abrié para ellos la perentoria necesi- dad de frecuentes viajes a la ciudad del Cusco, para la realiza- cién de sus reclamos, quejas oficiales y demas tramites. Con tal motivo ta casa de Oscar se convirtié en el hospedaje obli- gado y consejeria en la ciudad, condicién que atin tiene en la actualidad. Paralelamente se Ilevaba el programa de Kuyo Chico en el que se habia conseguido, para 1965, que los campesinos reivin- 21 dicaran legalmente la tierra que los hacendados del lugar les habfan arrebatado afios atras. Este hecho resulta sumamente ilustrativo, si se tiene en cuenta que era la primera vez en la historia republicana del Peri que un juicio por tierra entre ha- cendados mestizos y campesinos indigenas era ganado por es- tos Giltimos. La toma de posesién de la tierra demor6 atin tres afios mas, pero cuando se produjo en 1968, yo lo recuerdo como una de las escenas de mayor contenido humane que haya pre- senciado en mi vida. El significado material de tal reivindica- cién puede carecer de importancia frente al valor simbélico del mismo. Eran hombres cuyos derechos habfan sido conculcados sisteméticamente durante tanto tiempo y a tal punto, que sim- plemente crefan que carecian de ellos, al recibirse las noticias de las sucesivas sentencias favorables habfan recibido con es- cepticismo y frialdad; sin embargo, cuando se plasmaron efecti- vamente su jabilo se manifesté abiertamente. Su camino al ple- no ejercicio de su ciudadania y derecho estaba apenas iniciado, es probable que sufrieran adn muchos reveses y vejaciones, pero no podrian volver a ser reducidos al estado de vasallaje en que anteriormente habfan vivido. Creo que el valor y significado que tuvo para los Kuyo la reivindicaci6n de sus tierras es estrictamente comparable al que debié tener la expropiacién para los hombres de Q’ero. Tuve conciencia de ello cuando en 1979 otras inquietudes me llevaron all4, mi estadia precedié en pocos dias a una visita que Oscar realizarfa a Q’ero. En primer lugar se nos recibié con extraordinaria solicitud y hospitalidad, era evidente que estas muestras obedecfan a la gratitud que los q’ero profesa- ban a Oscar, lo que quedé evidenciado el dfa que él llegé, ya que fue objeto de una apotedsica recepcién por hombres y mujeres de la comunidad con muestras de carifio profundo expresado con flores, abrazos y en varios casos con el llanto. Unos dias antes yo habia tenido una entrevista con Don Andrés Espinoza, hombre que ostentaba el rango de «Kuraq Akulleq> maxima dignidad en la jerarquia de los especialistas religiosos andinos y que era miembro de una comunidad veci- na llamada Totorani, yo fui recomendado por un «Altu Mesayoq» de grado inferior, sin embargo, Andrés me trat6 con displicencia y practicamente se neg6 a recibirme formalmen- 22 te. Cuando dias después fui a visitarlo con Oscar, su actitud cambié totalmente, Andrés lo recibié con un abrazo llamandolo hermano y cuando Oscar le manifesté que yo estaba interesa- do en entrevistarlo y conversar con él, accedié a ello subra- yando que slo lo hacfa por la consideracién que tenfa por Oscar y porque ya era hijo suyo. Estas muestras de consideracién y afecto expresadas por los q’ero, 24 afios después del contacto inicial que con ellos tuvo Oscar, revelan la importancia y significaci6n que para ellos habfa tenido la expropiacién de la hacienda y el respaldo con- tinuo que de él habfan recibido. Como ya dijera antes, esta consagracién al servicio del hombre andino concreto es el legado y desaffo que concorda- mos en reconocer a Oscar Niifiez del Prado, todos los que nos preciamos de ser sus discipulos, algunos discrepaban de su orientacién teérica 0 métodos de accién, pero todos los que tuvimos oportunidad de tener nuestras primeras experien- cias profesionales en el programa de Kuyo Chico 0 que hemos conocido de cerca esta su labor, no pondremos en duda su va- lor humano y la sinceridad de la entrega y abnegacién que é1 ha sabido poner en ella. Estas consideraciones son las que nos llevan a concluir sin temor a equivocarnos que Oscar Nitfiez del Prado est in- cluido dentro del reducido pero selecto ntimero de hombres que en la década del cuarenta asumieron la responsabilidad de abrir la senda pionera de la Antropologia en el Pert y darle a esta profesién la respetabilidad y predicamento que actual- mente goza; es més, forma parte del grupo més reducido atin, que tempranamente pudo intuir que el porvenir de esta cien- cia esté en la contribucién que pueda prestar a la orientacién y guia sistemdtica de los procesos de transformaci6n social. Cusco, abril 1984 JuaN NUNEZ DEL PRADO BEJAR 23 Dr. Efrain Morote Best en Cero, 1955. FoTO: Luis BARREDA MuaILLO Dr. Efrain Morote Best con un Q'ero, 1955. FoTo: Luis BaRREDA MURILLO Dr. Manuel Chavez Ballon Dr. Manuel Chavez Ballon y ‘en Macho Q’ero, 1955. Demetrio Tupac Yupanqui. FoTO: Luis BARREDA MURILLO FoTO: Luis BARRERA MURILLO Campesino con Unko Inka Q’ero, 1955. Foro: Luis BARREDA Muri V Nazario Samata. Q’ero, 1955. roto: Luis BARREDA MURILLO éPOR QUE Q’ERO? Jorge A. Flores Ochoa Nunca he investigado etnologia en Q'ero. Tal vez esto me ayuda a valorar mds la importancia de la expedicién de los profesores de la Universidad del Cusco, que la dio a conocer al mundo cien- tifico. Es una de las tantas razones que me animaron a sugerir a Juan Nifiez del Prado que habia necesidad de reunir en un volu- men antolégico las publicaciones sobre Q’ero. El acogié la idea, que no pudo ser cristalizada de inmediato. Por una de esas con- vergencias 0 coincidencias que pueden ser atribuidas a la casua- lidad, hablé del proyecto a John Cohen, especializado en antropo- logia visual, a quien conoci en la década del sesenta, justo cuan- do regresaba de su primer viaje a Q’ero. Le gusté la idea y sin titubear ofrecié auspiciar la edicién. Juan Nifiez del Prado no acept6 ser el tinico responsable de la antologia, a su insistencia convine en aparecer como coautor. Este gesto tiene para mf mu- chos significados, que por ahora los mantengo en reserva. Hasta el momento esté por escribirse la historia de la an- tropologia peruana. En especial la que tome en cuenta el aporte de las universidades no limefias, asf como de los investigado- res que por vocacién decidieron quedarse lejos de Lima. Esto se puede entender cuando se conocen las desventajas que significa esta decisién en un pafs tan centralizado y centralis- ta como el Pert. En varios restimenes de la historia de la antropologia pe- ruana, se ve cémo no se toma en cuenta lo que ha sucedido en las provincias durante mds de medio siglo de desarrollo de las ciencias antropolégicas (Aramburti, 1978), o al menos las re- ferencias son muy rdpidas, sobre aspectos generales de la situaci6n universitaria o de las actividades parciales que rea- liza algiin investigador a quien ya no se puede ignorar (Millo- nes, 1976; Marzal, 1981). La antropologfa cusqueiia difiere en su desarrollo de la lime- fia, a mds que tiene una tradicién mds antigua, que arranca en el siglo pasado. El positivismo del xix es el antecesor de la actual 29 antropologia. Incluso el primer departamento de Antropologia creado en la universidad peruana fue el del Cusco; que también otorgé el primer titulo profesional de antropdlogo. En 1900 Fortunato L. Herrera escribié la tesis Ensayo etnografico acer- ca de una rama de la raza quechua (Qeshua) y Manuel Bue- no en 1903 presents la titulada Etnografia de los indigenas de Colquepata (Villanueva, 1963: 142-144). No hay por qué negar que la antropologia cusquefia tuvo fuerte acento indigenista, que atin conserva y exhiben los an- tropélogos més licidos de la actualidad, los que han logrado un espacio propio en la comunidad cientifica nacional e internacio- nal y merecen el reconocimiento de sus colegas, y de los espe- cialistas en los Andes Centrales. Decimos indigenista en su sentido pristino y nitido, el que conlleva a una actitud de com- promiso, defensa de lo andino; impregnado de un fuerte senti- do contestatario y denuncia de los sistemas de explotacién. Lejos del peyorativo que se le ha querido adjudicar estos Ultimos afios. Es la antropologia que tomé del indigenismo su espiritu alta- mente revolucionario del momento, puesto que era la btisqueda del cambio inspirado en lo andino, del Tawantinsuyo como mo- delo para construir la sociedad del futuro, de los simbolos andinos como referencias ideolégicas y de accién. Esta caracteristica ha sido valorada y apreciada con clari- dad por otros estudiosos, que no por simple casualidad son historiadores. Estos se han mostrado mas atentos al desarro- llo del pensamiento cientifico «tierra adentro», més alla de las fronteras limefas. Su propio interés diacr6nico, de ver los pro- cesos antes que los lugares o los personajes, ha hecho que perciban lo que sucedié en el pasado inmediato, apreciando mejor que los antropélogos que historian su propia disciplina desde el balcén limefio. Macera (1968; 1978) y Tamayo, uno de los mejores historiadores del Cusco, lo han entendido asi y reconocemos su valioso aporte. Una de las primeras aproximaciones a la historia de la an- tropologia, en que se incluyen a las provincias, es el reciente articulo de Osterling y Martinez (1983). Es un gran paso, aun- que consideran aportes individuales faltan las contribuciones institucionales, especialmente de la universidad. Sabemos que Gabriel Escobar, otro de los distinguidos antropélogos cusquefios, 30 planea escribir la historia de la antropologia en el Cusco, que estamos seguros ser4 valioso aporte a la historia de las ideas cientificas, que es una veta sobre la que Tamayo Herrera ha hecho la mejor contribucion (1980). Para colaborar, en parte, con esta historia todavia no escrita de la antropologfa cusqueiia, en especial de la etnologia, nos detendremos un poco en el sig- nificado que tiene para ella la expedici6n a la regi6n de los q’ero. Como sucede con hechos similares, estuvo rodeado de al- gunas circunstancias que le confieren caracteristicas espe- ciales. Se debieron al momento en que se realiz6; a la actitud de las autoridades universitarias y para nuestro propésito, de los efectos que provocé y atin sigue teniendo en la conforma- cién de la antropologia en el Cusco. El encuentro de Oscar Ntifiez del Prado Castro con un qero, insinud el proyecto de estudiar esa comunidad. Una lejana re- ferencia bibliografica (Yabar Palacios, 1922), contribuia a crear interés. Uno de los primeros logros, que a estas alturas lo con- sideramos sin antecedentes, fue que Niiiez del Prado intere- sara y convenciera a uno de los representantes mas caracteri- zados de la vieja y mds rancia oligarquia peruana, para que con el respaldo de su influyente diario financiara la expedicion. Pe- dro Beltran Espantoso, director de La Prensa de Lima colaboré econdémicamente con el proyecto. Destacé a un periodista para que cubriera la informacién. Contra lo que se podria suponer, los obstaculos vinieron de las autoridades universitarias. No apo- yaron al proyecto y lo que es peor, trataron de impedirlo. Al no lograrlo decidieron castigar a los investigadores. A su vuelta recibieron la siguiente comunicaci6n oficial: Universidad Nacional del Cuzco. 10 de Agosto de 1955.- Rectorado.-Sefior Dr. -+» Of. N21812.- En la fecha se ha dictado la Resolucién Rectoral siguiente: «A 10 de Agosto de 1955.- Considerando que por acuerdo de 23 de julio de 1955, del Consejo Universitario, se desestim6 la licencia solicitada por los catedraticos Drs. Oscar Néifiez del Prado, Manuel Chavez Ballon, Efrain Morote Best, Mario Escobar Moscoso, y ayudantes sefiores: Demetrio Roca Huallparimachi y Luis Barreda Murillo, habiéndoseles comunicado oportunamente en forma verbal y por nota.- Que los men- cionados sefiores Catedraticos y Ayudantes, no se han reincorporado 31 asus labores docentes a partir del 8 del mes en curso; SE RESUEL- VE:.- Autorizar a la Tesorerfa de la Universidad, para que se abstenga de abonar los haberes que les corresponde a los mencionados sefiores Catedraticos y Ayudantes, a partir del 8 del mes en curso. Reg. ‘Transcribase y al archivo.- Firmado.- Luis Felipe Paredes.- Rector.- Angel Salcedo Chavez.- Secretario general».- Lo que transcribo a Ud. para su conocimiento y fines consiguientes.- Dios guarde a Ud.- Un gello; Universidad Nacional del Cuzco.- Luis Felipe Paredes.- Rector.- Recuérdese que los profesores utilizaron sus vacaciones de medio aio. Por tanto no tenfan obligaciones lectivas. Buen comienzo para una investigacién que en cualquier otra uni- versidad del mundo hubiera sido considerada actividad priori- taria. Las autoridades universitarias no estuvieron a la altura de las circunstancias, cedieron y se doblegaron a las presio- nes del poder politico ilegitimo del momento. A pesar de todo, la expedicién decidié correr el riesgo y seguir el impulso cientifico, antes que la facil de la sumisi6n. Desobedeciendo a la autoridad universitaria y burlando el cerco policial, partieron entrada la noche del 24 de julio de 1955. El grupo estaba organizado de la siguiente manera: — Oscar Niifiez del Prado, como jefe y antropdlogo social; — Mario Escobar Moscoso, como gedgrafo; — Efrain Morote Best, como folclorista; - Josafat Roel Pineda, como etnomusicdlogo; — Manuel Chavez Ballén, como arquedlogo; — Luis Barreda Murillo, como ayudante de arqueologia; — Demetrio Roca, como ayudante. de folclore; — Malcom Burke, como fotografo; — Demetrio Tépac Yupanqui, redactor de La Prensa. A medio camino se les incorporé un nuevo integrante. Era un miembro de la Policia de Investigaciones, enviado por la autoridad politica del Cusco, para que vigilara a profesores universitarios ocupados en la peligrosa tarea de la investiga- cién cientifica. Después de tres décadas, el incidente adquiere caracte- risticas anecdéticas, pero refleja el tipo de obstaculos que te- nia ~y tienen aGin- que vencer quienes tienen realmente la inquietud de la investigaci6n. Entendiéndosela como vocacién por la b&isqueda de la verdad, el acrecentamiento del conoci- 32 miento y quehacer permanente de la vida académica del pro- fesor universitario. Concepcion diferente a la de los burécra- tas de ayer y hoy. Es una de las tantas experiencias vividas por profesores que muestran que la sumisi6n o la intolerancia de todo tipo -que sensiblemente no ha desaparecido, si no que se ha fortalecido, adquirido formas nuevas de presién— son las mayores vallas que se deben salvar para poder acercarse al conocimiento del mundo sociocultural de nuestros Andes. Varios aspectos de la actividad investigatoria que son ob- vios y «cosa sabida» hoy en dfa, entonces eran verdaderos apor- tes del trabajo en Q’ero. No se tenfan precedentes en la activi- dad antropol6gica peruana y cusquefia. Fue una de las primeras oportunidades en que la investigacién se realiz6 en equipo, de manera interdisciplinaria. Esta practica es recomendada hoy por todos los que opinan, sugieren o tratan de recetar cémo debe hacerse la investigacién. En Q’ero participaron antropélo- gos sociales, arquedlogos, gedégrafos, folcloristas y musicélogos. Tomando otros aspectos concretos, podemos resaltar que fue Efrain Morote Best quien hallé en Q’ero la primera ver- sién del mito Inkari. Con ella surgié toda una tematica de la etnologfa andina, referida a la religién, al simbolismo, la ideo- logia, de la concepcién renovada del mundo, incluso con po- tencialidades de nuevos y embrionarios movimientos nacio- nalistas. Recuérdese que el gobierno militar del general Ve- lasco Alvarado, tomé a Inkari como sfmbolo, que trat6 de utili- zar para dirigir e identificar su movimiento social y politico. No es el momento ni la oportunidad, para revisar si acert6, si no demostrar la importancia de este mito para el andlisis de la organizaciOn social y de su posibilidad en la polftica activa. En Q’ero se encontré el primer caso registrado etnogrfica- mente del proceso adaptativo que utiliza de manera simultanea diversos pisos ecolégicos. Este acceso organizado a nivel co- munal ayuda a comprender los antiguos macrosistemas pre- invasi6n espafiola, que muy bien los ha explicado John V. Murra utilizando tacticas etnohist6ricas. Se contribuy6 también de manera efectiva la comprensién de un sistema de produccién y distribucién que abarcaba comunidades, sefiorfos, reinos y por Ultimo estados complejos como el inca. Conociendo estas ex- presiones de nuestra regién, tiene mds sentido referirse a lo 33 andino como un proceso adaptativo auténomo, evolutivo de de- sarrollo endégeno propio de esta parte del mundo. En Q’ero también se insinuaron o definieron otros temas, que ahora son identificatorios de los estudios andinistas. Por ejemplo, las sugerencias que hubo descendencia paralela ha servido para que los etnohistoriadores consideren que era la de 1a sociedad inca, llegandose incluso a postulados sobre la organizacion dual de la oposicion complementaria de princi- pios masculinos y femeninos. Se comprobé que el interés central o foco cultural a una comunidad andina de agricultores, podia ser el pastoreo de alpacas y llamas. La actividad ganadera podia condicionar la estructura social, en especial de! parentesco, el liderazgo, asi como el ritual, las actividades econémicas, el prestigio y el rango; la residencia y los movimientos espaciales entre los diferentes pisos altitudinales, para cumplir con las diferentes labores productivas. Se debe resaltar que el estudio de Q’ero comenz6 con in- terés estrictamente cientifico, basico, de conocer la realidad de una comunidad, que hasta entonces parecia detenida en el tiempo. Se hallaron propias de las referencias de una cr6nica del siglo xvi. Pero, no se debe olvidar que fue el inicio de los trabajos de antropologia aplicada en el Cusco. Es conveniente resaltarlo, sobre todo ahora que se pretende aparentar origi- nalidad, indicando que la investigaci6n no debe estar desliga- da del beneficio de las comunidades estudiadas 0 que la pro- yecci6n social debe ser parte del quehacer investigatorio, aun- que lo que se haga no sea sino un incipiente desarrollo comu- nal, con mucho del asistencialismo propio de los afios sesenta. Q’ero era una comunidad cautiva. Estaba cercada y some- tida al férreo y brutal control de la hacienda. Habia condicio- nes de trabajo serviles, que excedian limites inimaginables de abuso, crueldad y explotacién. El interés cientifico se con- virtié pronto en la accién y el compromiso. Asi inicié Oscar Nuiiez del Prado lo que después seria su principal quehacer en la antropologia. Comenz6 una campafia tenaz, valiéndose de todos los recursos disponibles, desde el uso de la prensa hasta la gestion parlamentaria, el alegato cientifico o el en- frentamiento personal. No olvidemos que estamos hablando a 34 de 1955 y afios siguientes, cuando proponer la expropiacién de una hacienda en beneficio de sus colonos resultaba subver- sivo, disociador y franca afrenta a los derechos de los «sefio- res hacendados». A pesar de todo la campafia logré éxito. Se transfirié la hacienda a los q’ero, que comenzaron a pagar sin la colaboracién de misiones o programas de asistencia, que ahora abundan hasta para lo superfluo. La propiedad de 1a hacienda requiri6 la creacién de formas nuevas de organizacién y produccién para articularse con el sistema de mercado de la sociedad mayor dominante. Los q’ero comenzaron a ser productores no simples siervos de un inhu- mano sistema de hacienda. Los cambios prosiguen, encontran- do a los q’ero siempre capaces de manejar la situaci6n por si mismos, sin tutelas. Hallan en su larga tradici6n mecanismos que les permiten enfrentar el mundo cambiante con el cual estan ligados. Es demostracién de lo que se puede lograr cuan- do se deja que sean los mismos campesinos indigenas los que decidan sobre la forma de-organizarse, buscando a lo mucho proteccion legal. La experiencia de Q’ero se tradujo en el inicio de la antro- pologia aplicada en el Cusco. Se cre6é una metodologia de tra- bajo y accién. En ese entonces recibié criticas severas. En la actualidad se est4n retomando sus ideas originarias, modifi- cando s6lo las denominaciones y terminologfa, aunque siguien- do los lineamientos que se comenzaron a delinear en Q’ero. Se trata que la investigacién se revierta a la comunidad estu- diada y que sea en su beneficio. Por supuesto que los propug- nadores de esta novedad, tratan de exhibirla como creacién propia, queriendo ignorar u olvidar cuidadosamente la fuente donde bebieron estas ideas. Se debe recordar que Oscar Nufiez del Prado tuvo a su cargo la cdtedra de Antropologia Social Aplicada en la Universidad del Cusco durante mds de quince afios, ejerciendo poderosa influencia en los egresados de An- tropologia. No importa por tanto si se recuerda o no dénde tomaron sus alumnos las ideas que ahora practican. Lo intere- sante es ver que siguen los lineamientos surgidos en la ac- ci6n a favor de los q’ero. En estos momentos de angustia, en que las mentes mds licidas del pafs aseguran que carecemos de un proyecto na- 35 cional, se impone la exigencia de elaborar uno propio, que pueda responder al reto de nuestra época. Se vuelve la vista a las informaciones de estudios como el de Q’ero, que mues- tran lo mds profundo de nuestra realidad. Se busca en ella la inspiracion que pueda dar lugar al proyecto nacional que bus- camos, que pueda guiar la accién que haga realidad el cambio de las naciones andinas, Q’ero ha impreso huella en Ia historia de la antropologia cusquefia y peruana. El hito es importante por que desde enton- ces son todavia limitados los aportes significativos que se han hecho al conocimiento cientifico del hombre y la cultura andina. Esto confirma nuestra idea que la investigacién, ayer y hoy, es més bien obra personal, quehacer cotidiano, que exige dosis de inspiraci6n creadora con mucho de sacrificio y vocacién. Por lo tan apretadamente indicado, esta antologfa tiene diversos propésitos. Resaltar algunos har4 percibir la impor- tancia de la investigacion en Q’ero para la etnologia andina, asi como del papel de Oscar Niifiez del Prado en la historia de la antropologfa cusquefia y peruana. No se justifican mas olvi- dos del rol de la «Escuela Cusquefia de Antropologia», que renovadamente sigue produciendo sazonados frutos. Es en homenaje de esa labor cientifica de Oscar, que presentamos esta colecci6n de articulos sobre Ja nacién de los q’ero, Sentimos no incluir la mayor parte de lo que se ha escrito sobre las quechuas de Q’ero. Creemos que se ha reunido lo representativo. Hemos recibido colaboraciones que han per- mitido incluir trabajos inéditos. Agradezco a los autores, por- que su generosidad ha permitido que usemos sus trabajos, muchos lo han hecho por el afecto que sienten por Oscar Niiiez del Prado. Al avanzar la edicién tuvimos dificultades financie- ras. Las resolvimos con otra muestra de fa solidaridad que nos dieron el Dr. John V. Murra y Steven S. Webster, gracias a cuyo aporte se ha podido concluir esta antologfa. Thomas Miller autor de las fotos del texto, autoriz6 a Oscar Ntifiez del Prado el uso de sus vistas, que ayudan a conocer mas a los Q’ero. Le agradecemos su gentileza y apreciamos el respaldo que nos han dado tantas personas. Su participacién ha convertido esta antologia en un verdadero ayni andino. Sera por algo. Mayo de 1984 36 EL PASADO ARQUEOLOGIA DE HATUN Q’ERO AYLLO Luis Barreda Murillo Antecedentes Integrando el equipo de investigadores de la Expedicién a Q’ero, se encontraba el doctor Manuel Chavez Ballon y el autor de esta nota en su condicién de Asistente de Arqueologia. Luego de recoger las informaciones de los campesinos de Q’ero, sobre la ubicacién de testimonios arqueoldégicos de la zona, emprendimos viajes a dichos lugares y encontramos, que en la cima de pequefios monticulos y laderas de los ce- rros, habian sido escogidos para construir sus viviendas los antepasados de los q’ero que ellos denominan «Macho Wasikuna», asf como también ubicamos la antigua Q’ero Llaqta, que a la fecha est4 abandonada y los campesinos q’ero, guar- dan respeto, y la llaman «Macho Q’ero». En todos los sitios arqueolégicos observamos la presencia de recintos, de planta rectangular y circular y canchas cons- truidos con piedras canteadas, calizas y areniscas, unidas con mortero de barro. Los patrones constructivos son muy simila- res y consisten en muros de 1.80 m de alto, de doble fila de piedras, que alcanzan el ancho de cuarenta centimetros, con relleno de embone entre las dos filas de piedras, estilo de paramentos que sirvieron para la construccién de recintos para vivienda, y qolqas. Mientras que los muros de las canchas, son de 1.60 m. La longitud de los recintos rectangulares varia entre siete y nueve metros de largo por cuatro o cinco metros de ancho. Medidas hechas por la parte exterior. En cuanto al estado de conservacién de estos sitios ar- queolégicos se encuentran en completo abandono, y con el tiempo las plantas silvestres han crecido cubriendo gran par- te de los muros y, por otro lado, al encontrarse sin techo, las aguas pluviales, contribuyeron a su destruccién. Raras veces se observa la presencia de astiales 0 mojinetes en las construcciones, y los techos habrian sido construidos con palos cortados de los arboles de keufia, que crecen en la zona. Y 39 en algunos casos posiblemente utilizaron madera transportada de la yunka, que se encuentra a dos 0 tres dias de camino de los centros poblados de Puna. El piso y el entorno de los recintos se encuentra totalmente cubiertos por la vegetacién nativa de puna, y se debe a ello que no es posible encontrar en ja super- ficie fragmentos de cerdmica, y los pocos que rescatamos iden- tifican la ocupacién del asentamiento de los inka posiblemente en su proceso de expansion y conquista de nuevas tierras, que se encuentran en camino hacia la Yunka. Fue una tarea ardua la documentacién fotografica de algu- nos restos de edificios, debido a la necesidad de quitar la es- pesa hierba, tallos y raices de vegetacién silvestre. Ubicacién Hatun Q’ero Ayllo se ubica dentro de los limites del departa- mento del Cusco, y hacia el lado oriental de la capital de la provincia de Paucartambo, aproximadamente a 70 kilémetros de este lugar y el tinico medio de comunicaci6n es un ramal del Qapaq Nan que se construy6 en la época inka, para conquistar el 4rea, que formé parte del Antisuyo, y que posiblemente tuvo gran importancia en la época inka, por la raz6n fundamental, de la existencia de terrenos propicios para el cultivo de la coca. En este territorio paucartambino y en las cercanias de pi- cos nevados y laderas de empinados cerros, a la altura de 3,600 msnm se encuentra el ayllo Hatun Q’ero, que constitu- ye a mi juicio, una de las areas de resistencia y defensa de la cultura andina, que conjuntamente con los ayllos de pastores de camélidos y agricultores de productos basicos para su ali- mentacién como, papas y maiz, ocupan estos territorios, ge- neralmente Iamados de los Q’ero, los ayllos: de Kallakancha, Cusipata, Markachea, Qollpacucho, Qachupata, Mollomarka, Kiko, Hapo, Totorani y Chuwachuwa. Ocupa un lugar privilegiado, de zona territorial que co- rresponde a los tres pisos ecolégicos, como Puna, Qeshwa y Yunka. Montados en nuestros briosos corceles los integrantes de la Expedici6n Cientifica a Hatun Q’ero Ayllo, arribamos en horas de la tarde a la Ilaqta de Hatun Q’ero Ayllo, donde se encuen- 40 tra un conjunto de recintos rectangulares y circulares, con techo de paja construidos con materiales del lugar, piedras y el ichu de los cerros. A este lugar los Q’ero denominan Ilagta. La existencia de tierras para el pastoreo de llamas y alpacas, asf como para el desarrollo de la agricultura de gra- mineas y tubérculos andinos, como también la proximidad y a las excelentes tierras para el cultivo de coca, algodén y otros productos propios de este nivel de piso de Yunka, habria des- pertado gran interés a los gobernantes inka, que decidieron poblar esta 4rea y construir un ramal troncal del Qapaq Nan, que cuenta con una infraestructura de puentes, graderias, caminos y tambos, que se encuentran en pleno uso, por los habitantes q’ero quechuahablantes. El centro poblado, actual, mds cercano a la zona de los q’ero, es la capital de la provincia de Paucartambo, donde con mucha frecuencia visitan los campesinos q'ero asi como también ahora los vemos caminar por las calles principales y alrededores del Cusco, donde inclusive han comprado una casa cerca de San Sebastidn, que les sirve como albergue temporal. Muchos de estos campesinos se ofrecen a familias cusquefias para realizar ceremonias de ofrendas a la Pacha Mama, o pago a la tierra, por cuyos servicios son remunerados. Y desde que se introdujo un centro de educacién primaria, muchos de sus hijos hablan tam- bién castellano y su idioma nativo que es el quechua. Homenaje postumo Dentro del campo de nuestro interés, el estudio etnoarqueo- légico de los testimonios, prehispdnicos de la zona, y al no encontrar documentos escritos, nos vimos en la necesidad de poner en funcionamientos los métodos y técnicas de la Antro- pologia, y aplicar toda la experiencia adquirida en la aplica- cién de la observaci6n participante en nuestros trabajos de campo, a cargo de los distinguidos maestros de la etnoarqueo- logia, que precisamente en el campo significé para el autor un gran privilegio, investigar junto a ellos, y que hoy desgracia- damente, algunos de ellos dejaron de existir, y este trabajo sea como un homenaje al antropélogo Dr. Oscar Nitfiez del Prado, el arquedlogo Dr. Manuel Chavez Ballén, el especialis- 41

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