Está en la página 1de 23
Pensares uehacere REVISTA DE POL{TICAS DE LA FILOSOF[A Nuestro norte es el Sur Joaquin Torres: Garcia NN —— Pensar es servir José Marti O inventamos 0 erramos Simén Rodriguez ees PREAMBULOS PARA UNA MIRADA A LOS AFRODESCENDIENTES ENTRE LOS INDIGENAS Ana Matias Rendon Resumen En este trabajo se ensaya las formas del reconacimiento de la presencia afrodescendiente y el legado africano én relacién con los indigenas en México, dividido en varias aproximaciones al tema: los affodescendientes como pueblo, la herencia cultural africana y las interacciones individuales. Los preémbulos estin basados en tres elementos: ja interpretacin de las concepciones indigenas, la idea de nacién mestiza y su influencia en el conocimiento indigena a través del lenguaje espajiol. Palabras claves indigenas, reconccimiento, africanos, afrodescendientes, legado africano, Abstract This paper analyzes the forms of recognition of the Afrodescendant presence and African legacy, in relation to the Indigenous in México. It is divided into different three approaches to the subject: Afrodescendants as 2 people, the Aftican cultural heritage and the individual interactions. The Preambles are based on of three elements: the interpretation of indigenous conceptions, th a of mestizo nation and its influence in indigenous knowledge through the Spanish language. Keywords: indigenous, recognition, Africans, Afrodescendants, African heritage. Preaémbulo ‘orazones diferentes brotan de las selvas, montafias, desiertos, valles y costas, flo- reciendo como las ramas del Arbol Sagrado; sin embargo, todos han sido homologados en la palabra “indigenas”. Hace siglos, llegaron personas de lugares inimaginables, desde entonces han surgido nuevas configuraciones que se han ido enraizando. En el caético mar de identidades nacio- nales, algunos personajes han tenido mayor relevancia, es el caso de los “mestizos”, cuyo NUMERO 3, NOvisIAA E9OCA, INVIERNO, NOWIENERE 2016 Protagonismo no ha sido fortuito, se han mezclado varios hechos que lo han permitido, ocultando a otros seres. Los llamados “indi- genas', por su parte, los han visto como su antagonico; si bien hay un tanto de prejuicio y descuido para tratarlos como si fueran parte de un mismo colectivo perjudicial, este vinculo especial se ha prolongado. Asi, mientras estos grupos han estado ocupados en sus querellas, una tercera raiz se ha fortalecido para hacerse notar: uno lo ha negado, el otro lo ha mirado de forma dife- rente. Por razones oficiales los indigenas han QueleRsares 78 Li INVENCION DEL SABER aprendido también a mirar a estos terceros de acuerdo con la visién de un sistema dominante que se comparte a través del lenguaje espa- fol, pero dentro de sus propias concepciones el paradigma es otro. Nombrar a un otro sin observar su ros- tro es el riesgo de una categorizacién en la que el otro parece ausente o lo hemos ausentado. Los indigenas han exigido de los no-indigenas, la “igualdad”; sin embargo, tras la lucha visibilizada de los afrodescendientes, cabria cuestionarse cémo los han mirado los indigenas. El reconocimiento es la postura politica de los pueblos originarios, hora este mismo movimiento ofrece la posibilidad de analizar la mirada a otros grupos sociales. Los africanos y los afrodescendientes también fueron homo- logados casi al mismo tiempo que los indios: ellos también venian de culturas diferentes. Ellos son otros no-indigenas, con quienes se ha tenido una vinculacién especial; por ello, en el quehacer reflexivo no se pueden excluir Del mundo “mestizo” y “occidental” con el propio indigena se ha mostrado la fusién de los elementos religiosos, el uso de las tec nologias, la adopcién de formas de gobierno, entre muchos otros aspectos. Puede que atin se debata sobre las maneras, pero estan ahi los hombres que lo han hecho posible; es decir, son vistos, como también a partir de esta relacién con ellos se han aprendido sus miradas sobre los indigenas y otras perso- nas. Por ende, nace la pregunta del presente texto: écémo los indigenas han mirado a los afrodescendientes? Preambulo 1 En las lenguas originarias no se dice "hombres blancos” u “hombres negros”, existen otras diferenciaciones. El cambio en la designacién de las personas se dio con la llegada de los europeos y la implantacién de un nuevo orden, por medio de una clasificacién de los grupos humanos en la jerarquia social, econémica y politica basada en el origen étnico de las personas; por consiguiente, “blanco” y “negro” son categorizaciones que operan en la lengua espafiola, no en las lenguas amerindias; no obstante, estan presentes en la forma en que los indigenas perciben a los otros. Los "mestizos" y los “blancos” también han sido homogeneizados como los ‘otros’, los “ellos”, los extrafios, los que vienen de lejos, los que engafian, los que explotan, los que insultan, los que nombran “indio/indfgena”: indio, como una forma de insulto; indigena, lamanera amistosa. La distinciGn de este ellos no parte del color de piel, hay indigenas mes- tizos que se aculturaron, los que dejaron sus valores culturales para adoptar los de ellos. Esto tiene gran relevancia, pues una forma de resistir, ademés de la confrontacién bélica, ha sido la lengua, la vestimenta y las costumbres, por lo que se ha visto como negativo adoptar lo mestizo. La diferenciacién esta relacionada con el lenguaje, las costumbres y la atribucién que se hace sobre esos otros, en la idea de que ellos no cesan en su avanzada por la sujecién y eliminacién; algo que recoge el escritor maya Jorge Miguel Cocom Pech en su libro Muk'uit’an in Nool (Los secretos del abuelo), una experiencia repetida en otros grupos in- digenas: “cuando los blancos atacaban a los mayas, los exterminaban sin miramientos. Lo mismo mataban a mujeres y a ancianos que a nifios”+ Natalio Hernandez sefiala, en su libro In tlatoli, in ohtli (La palabra, el camino), que las + Cocom Pech, Jorge Miguel, Muk“ult’an in Noo! / Secretos del abuelo, p. 27. ANA MATTIAS RENDON PREAMBULOS PARA UNA MIRADA A LOS AFRODESCENDIENTES ENTRE LOS INDIGENAS 7 categorizaciones coloniales hicieron surgir una conciencia colectiva para defender “nuestra verdadera identidad”, y la demarcacién en el lenguaje para indicar “nosotros” (entiéndase el nombre de origen étnico) y ellos-otros que son los que engajian y explotan. Los otomies del Valle del Mezquital se llaman hiiahfiu; el otro, el mestizo, nbeeje. “Los mixtecos se reafirman como fuusavi; los otros, los extrafios, les llaman to’o; los yaquis se reconocen como yoreme, los otros son yoris; los zapotecos, binizé, y los otros, los mestizos, los ladinos, los fuerefios, du"? Esta diferenciacién ha permitido ver a los otros, pero sobre todo a un tipo de otro no- indigena. En varios relatos-ensefianzas se aprende que el mestizo es como el zorro, el perro 0 el coyote: “En el caso de los nahuas, se considera coyote al mestizo por su audacia, Por su capacidad de mimesis, de engafio, de hurto. Incluso, cuando uno de los miembros de la comunidad se viste y se comporta de ma- nera distinta a los patrones culturales propios, también se le denomina coyote; précticamente se vuelve un extrafio porque ha caido en los malos atributos del coyote’.* EI concepto de “ladino”, utilizado por los Peninsulares, es un asunto sugerente en la comprensién del prejuicio a lo mestizo, re- cogido por varios grupos Indigenas con una entonacién negativa para referirse a quien habla espafiol y tiene las costumbres propias de la lengua. Puede entenderse, aunque es Cf; Hernandez, Natalio, In tlatoli, in ohtli / La pa- labra, el camino. Memoria y destino de los pueblos indigenas, pp. 42-45, Natalio Hernandez es escritor @ investigador nahuatl, # Ibid, p. 44. 4 Ibid, p. 47. cuestionable, por qué se ha homogeneizado a los otros bajo una misma categoria. Olivia Gall, al respecto, rescata lo siguiente: Alo largo de la historia de Chiapas, el concepto ha tenido acepciones distintas: por ejemplo, no ha significado lo mismo para los sancristobal- enses que para los indigenas. Como lo explica George Collier (1995), para los indigenas de los Altos la palabra “ladino” siempre ha tenido y sigue teniendo una connotacién peyorativa en este sentido: es el término que se aplica en ge- eral a quienes viven de acuerdo con patrones cuiturales de la sociedad occidental, y significa “habil, “Mafioso” o “ladrén’.® Tal connotacién negativa puede ser cues- tionada, pero la distancia existente en los Ambitos econémicos, sociales y culturales entre los indigenas y los mestizos mantiene estas ideas. Una parte de la poblacién no se ha mezclado biolégicamente con los no- indigenas, denunciando otra forma de lucha con la que se ha intentado conservar la iden- tidad colectiva, aunque en algunos aspectos culturales se haya mestizado, adoptando por fuerza 0 voluntad propia nuevas costumbres, Por lo cual, Hernandez expresa: “No siempre el coyote es malo. A veces establece el puente Cultural, comunica las dos realidades sociales, conoce los caminos y los peligros, las cosas buenas y malas’.° Es dificil, en ocasiones, diferenciar entre el indio ladino y el mestizo, Pero ello muestra la animadversin enraizada: “Los indigenas de Chiapas llaman caxtién al extrafio y también al que los engafia, al que ° Gall, Olivia, “Guerra interétnica y racismo en la historia de Chiapas. Ladinos e indios, miedos y odios’, p. 65. ® Hernandez, Natalio, op. cit, p. 47. Quergns! ree. 80 La INVENCION DEL SABER los explota. Seguramente la palabra proviene de la deformaci6n de caxtilan para referirse al castellano: persona venida de Castilla”.” La categoria indigena del otro surge de las relaciones especificas de lucha, del desprecio mutuo de una historia de siglos, lo cual no significa que antes de la llegada de los espario- les no existieran calificativos negativos contra aquellos que no pertenecfan a su sociedad (los mexicas llamaban “chichimecas” a los grupos del norte, cuyo nomadismo era mal visto), e incluso en la actualidad (la lucha milenaria de zapotecos y mixes es prueba de ello). El punto es que la nocién de una carga peyorativa a lo que no es indigena y relacionado con lo occi- dental es una manifestacin generalizada en Jos pueblos y que no se aplica a otro-indigena: “Esta misma realidad y esta misma imagen de caxtidn se presenta en las diferentes regiones de México: el que despoja, el que explota, el que engafia, el que atraca, recibe diferentes nombres: chabochi, para los tarahumaras; yori, para los yaquis; coyoti, para los nahuas; turix, para los purépechas, nbeeje, para los hfiéhfiu; pero la actitud es la misma”? Hay una diferencia clara en las lenguas indigenas del Otro (del extrafio) y de! Otro-Indigena de diferente lengua. En la lengua ayuuk (mixe) se refleja un nosotros incluyente de la misma etnia y un no- sotros excluyente, éste tiene la caracteristica de diferenciar al que no es mixe, sin negarle la palabra, por lo que se dice “nosotros” inclu- yente, 6ts (para nosotros los mixes); nosotros excluyente, étom (cuando alguno de noso- tros no es mixe). Del mismo modo, la confi- guracién de la alteridad del extrafio, desde la lengua, conforma una manera especifica de ? Ibid, p. 48. * Idem. ‘he la representacién mental. Los mixes se llaman ayuuk ja‘ay; para sefialar a la gente que es de ‘otro pueblo indigena, jai'bichay ja’ay, y a la “gente de la ciudad” les dicen dgats(ai). En San Gabriel Chilac, Tehuacan, Puebla ~informacién proporcionada por Rocio Mufioz Peralta~ se emplea amo de nika (no es de aqui) para incluir, mayormente, a los que no son del pueblo y tampoco de la ciudad, esto no implica inferioridad del otro; serranome- Serrano denota la inferioridad de otros pueblos de la sierra respecto al suyo. A los que son de la ciudad se les dice xinolame 0 xinolas, que en traduccién seria como catrina, es decir, la sefiora rica que no tiene nada que ver con un indigena, y la palabra tiene un sen- tido muy despectivo.? Silvia Lopez Lépez me proporcioné la siguiente informacién: *vu'un tsotsilunkutik es ‘somos tsotsiles’; tsotsiletik es ‘os tsotsiles’, ahora bien, expresamos li jkaxla~ netike para decir a los mestizos que viven de la ciudad y tienen dinero; lij-alimanetike, esto es para decir los espafioles, gringos o que sean de otros lugares sélo que sean giieros y rubios”.2° Al mencionar a los otros se hace referen- cia a un conjunto de imagenes mentales que manifiesta el rechazo a los que vinieron ce lejos y sus descendientes. El otro se entiende con diferentes sustantivos: los extranjeros, los blancos, los mestizos, los ladinos, los fuere- ° Rocio Mufioz Peralta es licenciada en Filosofia, cuyos origenes maternos se encuentran en el né- huati de! pueblo de San Gabriel Chilac, Tehuacin, Puebla, © Silvia Lopez L6pez es tsotsil, de La Venta, muni- ipio de San Juan Chamula, Chiapas, es licenciada en Gestién y Autodesarrollo Indigena. Notese la particula tik [particula nosétrica] cuando hace refe- rencia a si mismos: “vu'un tsotsilunkutik es somos tsotsiles; tsotsiletik es los tsotsiles” ANA Matias RENDON, PREAMBUILOS PARA UNA MIRADA A LOS AFRODESCENDIENTES ENTRE LOS INDIGENAS 81 fios, los citadinos, los extrafios. Es un otro que no es parte de la comunidad, En 1998, Natalio Hernandez indicé: “Los juicios y prejuicios de uno y otro lado apenas empiezan a aflorar mas abiertamente”.! A casi dos décadas de distancia, todavia falta por tratar los prejuicios generados de un mal encuentro. En consecuencia, se puede hacer un ras- treo de los otros, los extrafios, los blancos, los de la ciudad, los mestizos, los que llegaron para apoderarse de la tierra y contra quienes se ha luchado; sin embargo, queda pendiente la configuracién de quienes fueron sustrafdos de su lugar de origen y que de diferentes mo- dos se han vinculado con grupos indigenas. Algunos africanos y afrodescendientes se mezclaron de forma individual, optando por la lengua y las costumbres indigenas, unién- dose al mundo de los pueblos originarios; otros, de forma colectiva, han vivido muy cerca de los poblados indigenas. Eilos hablan espafiol, son ladinos, pero éson asemejados a los otros (blancos, mestizos, extrafios)? Los afrodescendientes, a saber, tienen costumbres cercanas a los indigenas (religiosidad vincu- lada a los espiritus naturales o culto a los antepasados, entre otros aspectos), ademas estan condicionados econémica y socialmente como los indios, éentonces? Bobby Vaughn en su estudio de la Costa Chica menciona que los afrodescendientes, cuando emplean los términos “negro” y “mo- reno” al dirigirse a los indigenas, no estan categorizando del mismo modo que en Occi- dente: “Aunque los términos negro y moreno se refieren principalmente al color de la piel, No se utilizan para referirse a los indigenas. Las maneras en que son vistos los indigenas + Hernandez, Natalio, op. cit., p. 49. Por los negros demuestran que existen dife- rencias percibidas entre los de ascendencia africana que no toman en cuenta el color de la piel”."° Esto mismo se aplica a la inversa, los indigenas no clasifican por “negro” o "more- no”; hacer referencia a las personas bajo estas categorias es propiamente occidental; hay en funcionamiento otras dinamicas de distincién. Asi, el color de la piel no es determinante, pues la construcci6n indigena se configura por otros contextos. Este tercero, que no es slo ladino, pero tampoco indio, se ha conformado de diferente manera, en la que intervienen las formas propias indigenas y la dominante (de los europeos y mestizos), Preambulo 2 El proceso de diferenciacién, que desembocé en las formas actuales, se dio durante la colonizacién. Antes, cada uno de los tres grupos que dieron origen a las identidades nacionales ~y esto puede ser un reduccionis- mo que ayuda a una comprensién general, aunque tomando en cuenta que dentro de cada uno, la generalizacion fue la diversidad y que incluso hubo més de estos “tres” se miraba con otros prejuicios. En las huestes militares, como el caso de la tropa de Hernan Cortés, llegaron afri- canos que no fueron esclavos. Maria Elisa Velazquez y Gabriela Iturralde Nieto sefialan que “Hubo muchos casos de ‘conquistadores negros’ en América, quienes, tras las empre- sas de colonizacién, ocuparon oficios como ” Bobby Vaughn, “Los negros, los indigenas y la diéspora. Una perspectiva etnogréfica de la Costa Chica’, en Vinson, Ben y Vaughn, Bobby, Afrom co. El pulso de la poblacién negra en México: una historia recordads, olvidade y vuelta a recordar, pp. 79-80. Quest res res 82 La IVENCION DEL SABER pregoneros, porteros e incluso llegaron a ser poseedores de encomiendas”,”? y ni qué decir de las osamentas encontradas en los lugares de sacrificio. Igualmente, en algunos cédices se representaron a personajes afri- canos, Juan Garrido en el Cédice Azcatitlén, © las milicias de negros y mulatos durante la Colonia muestran que también tuvieron un lugar privilegiado. Si bien hubo este tipo de casos, la esclavitud fue el trato general para los africanos, lo que conllevé las diferencias y la ambigiiedad para su acercamiento: “El desorden, la corrupcién y los abusos por supuesto estuvieron vigentes en el comercio y explotacin de esclavos, especialmente en este periodo”.* Y si a esto le sumamos los cambios de identidad en el plano legal, la compra de los titulos de limpieza de sangre © las situaciones irregulares de las mujeres esclavizadas, el asunto se enturbia mas: “Bernal Diaz del Castillo comenta que muchos conquistadores, para no pagar el quinto real, conservaban a las esclavas como naborias, es decir, como servidumbre sujeta, diciendo que habian venido de paz. Ello atestigua la facilidad para manipular la condicién juridica entre esclavas o naborias, situacién que se vivid a lo largo del periodo virreinal’.*> La conjetura de este trabajo sobre la forma enla que se van a relacionar los indigenas con los africanos es la complicidad, en un cierto punto, la semejanza del modo en que se trata a otro grupo indigena, con sus confrontacio- nes, insultos, amistades y alianzas. Como se ® Velazquez, Maria Elisa e Iturralde Nieto, Gabriela, Afrodescendientes en México, p. 60. # Idem. '5 Velasquez, Maria Elisa, “Debates histéricos con- tempordneos: africanos y afrodescendientes en México y Centroamérica”. Disponible en . ha mencionado, la representacién mental de los otros (los extrafios, los que explotan) ha sido negativa, respondiendo al contexto de lucha que se ha prolongado hasta nuestros dias, pero en el caso de los afrodescendientes funcionaré otra ldgica, La complicidad surge del modo en que se ‘organizaba la Colonia. Esto no significa que entre estos grupos no hubiera tensiones, pues existen documentos de las querellas, sino que més bien se trata de establecer las lineas de encuentro que permitieron las formas en que se reconocen en la actualidad. Al disminuir la poblacién indigena (en las guerras de con- quista, epidemias, suicidios) se argumentd su debilidad de disposicién para justificar la explotacién con la esclavitud de los africanos, de esto siguié que su empleo se versificara en las zonas rurales y urbanas. Las casas de las ciudades se dividian en dos partes, frente y posterior; en esta segunda es en donde se organizaba el trabajo y la vida de los africanos e indios; los terrenos eran sumamente amplios, por lo que las casas de unos y otros quedaban muy distanciadas."* Asi, la ausencia de los amos y las noches po- dian encubrir ciertas actividades. Los africanos intentaron recrear algunas de sus costumbres y cultura, para lo cual los indios los ayudaron y escondieron, llegando en algunos casos a quejas judiciales contra los indfgenas”” para que se evitara este tipo de actividades. En gran medida, no se puede olvidar el miedo a + Cfr Alfredo Feria Cuevas y América Malbran Porto, “Arqueologia histérica: una reflexién sobre contextos negros en la Ciudad de México", en Emiliano Gallaga Murrieta (coord), La palabra “afinidades” me la sugitié el escritor Lorenzo Hernéndez Ocampo (mixteco) para referirse a que las personas se unen en un cierto grupo y no en otro: “Tal vez s6lo se trata de eso, de afinidades, y node mas explicaciones; nos sentimos més afines (cercanos) a unos que a otros”, me lo dijo en una conversaci6n sobre la relacién entre mixtecos y afrodescendientes de la Costa Chica. nales, culto a los antepasados, interpreta- cién de los cocos y caracoles.* Del mismo modo, los indios pudieron sentirse mas cer- canos a los negros que a los europeos: “De ahi que muchos de estos rituales se desa- rrollaran en los Palenques, en muchos casos tenemos noticia de que los indigenas apoyan y esconden las actividades de los negros, por el cual no debe sorprendernos que no los denuncien”2 Qué tan extrafio seria el intercambio cultural entre indigenas y africanos? Hay una linea de encuentro, después (0 en conjunto) de los espafioles, entre africanos e indigenas que se dio bajo el techo de las experiencias conjuntas. Si no se viera el adjetivo de “afri- cano” o “indigena” en una generalidad como “culto a los antepasados”, ése sabria a cual de los dos se hace referencia? Las distinciones es- tan en las prdcticas individuales y especificas que se requierenanalizar con més detalle: Las religiones afroamericanas poseen en gene- ral algunos elementos en comiin, en particular los siguientes: la creencia en la existencia de un ser creador inaccesible; la creencia en inter- mediarios entre el creador y el hombre, cuyos favores se pueden granjear con ofrendas para obtener proteccién; ef culto a los ancestros, y el uso de métodos y técnicas de adivinacién y comunicacién con seres de! mundo espiritual, con los que se negocia para lograr un camino de vida menos adverso.# ” Cf A. Feria C. y A. Malbran P, op. cit., p. 63. ® Ibid., pp. 64-65. ® Nahayelli Judrez Huet, “Redes transnacionales y re~ africanizacién de la santerfa en la Ciudad de México”, en Elisabeth Cunin (coord.), Mestizaje y diferencia, Lo “negro” en América Central y el Caribe, México, Instituto Nacional de Antropologia e Historia / Cen- tro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos / Universidad Nacional Auténoma de México / Insti- Quéigh ves. Beet forenare aes 84 La IWVENCION DEL SABER Algunas semejanzas podrian ser producto de la casualidad, aunque también se trata de analizar cémo estas culturas se influenciaron mutuamente. Existen estudios sobre la cultura africana e indigena del periodo antecolonial que darian luz sobre las diferencias, sdlo ha- bria que dejar un vacfo, ya que éstas fueron realizadas en el tiempo poscolonial, y evitar la “casualidad” para zanjar la cuestién o pre- tender que las similitudes se debe a la vision “animista” de sus practicas, 0 favorecer a quienes piensan que estas lineas de encuentro son justificables, como la comparacién que ha asemejado la “sabiduria indigena” con la “sabiduria griega”. No hay que descartar un paralelismo ni de influencia, pues la distincién con otras casualidades radica aqui en que los africanos estuvieron en contacto directo con los indigenas 0 los indigenas con los africa- nos, por lo que la cotidianidad rompié con las barreras, cuando en un acto de admiraci6n 0 respeto los indigenas adhirieron nuevas practicas de los africanos. Si bien se ha generalizado la idea de una colonia que regia sobre todo el territorio de lo que hoy llamamos México, también hay que puntualizar que la colonizacién no fue completa, es decir, habia rasgos coloniales en los que vivian las comunidades con dife- rentes grados de asimilacién. Las resistencias y luchas se sucedieron durante el periodo colonial, del mismo modo que se dan en la vida del Estado; por consiguiente, los pueblos apartados no se sometieron cabalmente a las disposiciones. Gran parte de los estudios sobre los indigenas se hace en relacién con su vida en las ciudades y como trabajadores tut de Recherche pour le Développement, 2011, pp. 226-266 apud Velézquez, Maria Elisa e Iturralde Nieto, Gabriela, op. cit., p. 33. en las encomiendas; sin embargo, al pasar a las formas de vida registradas en las zonas Turales se ven las confrontaciones con el orden establecido, lo cual no debié escapar a los afri- ‘canos, por lo que no fue casual su huida a las profundidades de los territorios, en donde se asentaron cerca de las comunidades. La fuga de esclavos era uno de los problemas mas graves que enfrentaba la Colonia: “La huida era el método de resistencia mas practicado”* Es cierto que una gran parte eran capturados, también que otros conseguian su cometido, asi, quienes lo conseguian se refugiaban en tierras “deshabitadas”, bosques, selvas y montafias: “Los fugitivos podian ser acogidos por tribus indias no sometidas y los esclavos inteligentes podian encontrar europeos dis- puestos a aprovechar su talento sin tener en cuenta su condicién de fugitivos”.?> Las uniones de los africanos con los indios fue més comin de lo que se permite creer. Por un lado, la fuga dio origen a que fueran aceptados en algunas comunidades; por otro, formar sus propias comunas. Diferentes situaciones generadas del contexto social ofre- cieron dichas posibilidades, no sélo la fuga. La desproporcién entre hombres y mujeres: era mayor la cantidad de varones traidos. En la ciudad, se quedaban la mayor parte de las mujeres para el servicio doméstico; en algunos casos, los esclavos podian casarse con ellas; pero, en otras, los duefios se quedaban con las mujeres, con lo cual evitaban que sus empleados contrajeran matrimonio entre si; en el caso de los esclavos rurales, tuvieron més dificultades para encontrar pareja, ya > Cf. Phillips, W. D. Jr, La esclavitud desde la epoca romana hasta los inicios de! comercio transatléntico, p. 316. 2% Idem. ANA MATIAS RENDON PREAMBULOS PARA UNA MIRADA A LOS AFRODESCENDIENTES ENTRE LOS IND{GENAS 85 que la mayoria eran hombres. De esto se desprende que en ambos casos optaron por el amancebamiento con indigenas: “Esta circunstancias combinadas hicieron que mu- chos negros buscaran relaciones personales con amerindias que iban desde la aventura ocasional hasta el matrimonio legal’.* Una parte de estas uniones debié quedarse en las ciudades, mientras que las rurales pudieron adaptarse con mayor facilidad a la comunidad indigena. Incluso una de las dificultades de las, autoridades coloniales fue determinar quién era indio, pues, a veces, cuando se tenia la sospecha de que alguien era mulato, por el color de piel, éste resultaba indio, pues ha- blaba la lengua, vestia conforme a la usanza y era reconocido por la comunidad como parte de ella. Nétese en el siguiente relato cémo se dieron estas interrelaciones: Las relaciones entre africanos e indigenas fue- ron muy frecuentes en la provincia de Chiapa. Silvia Soriano nos relata el proceso seguido contra Nicolas de Santiago, quien era un zambo libre. Trabajaba en la finca cacaotera de Ixta~ comitén, llamada Nuestra Sefiora del Rosario y estaba acusado de hechiceria y supersticién, Los padres de este mulato fueron una india del pueblo zoque llamado Nicapa y un mulato libre. Ademas, Nicolés habia trabajado en las haciendas ganaderas de Chiapa de los indios, ahi se casé con una indigena y tuvo tres hijos, Enviudé y se trastadé a Jiquipilas donde tra- bajé como caporal de una estancia de ganado llamada Macullapa. Se volvié a casar con una mulata libre y tuvieron seis hijos. Este caso refleja que la comunicacién, a partir del trabajo Gel afrodescendiente y el indigena, tuvo reper- * Ibid., p. 311. cusiones en el fuerte mestizaje que se generé en la provincia de Chiapa” Otra razén fue el estatus colonial de los indios, pues al negarse su esclavitud, los negros y sus descendientes podian acceder a un me- jor estatus y sacar provecho al casarse con mujeres indigenas: “En los comienzos del periodo colonial, se podia defender ante los tribunales que el matrimonio de un esclavo con una amerindia libre le daba derecho a obtener la libertad’ y también sus hijos. Aunque esta legislacién cambié: “[en los si- glos] XVI y XVII un esclavo no quedaba libre al contraer matrimonio con una persona que lo fuera”.® La restricci6n se debié a los riesgos que conllevaban dichas uniones; a pesar de ello, se continuaron dando, una muestra es la gran gama de clasificaciones que se dieron en la Nueva Espafia, llegando a mas de cuarenta, lo cual se evidencia que siguié siendo una practica comtin. Para comprender los modos de relacionarse hay que remitirse a estas ldgicas de desplazamiento y convivencia, que no siempre fueron afortunadas: “Desde las Ultimas décadas del siglo XVI y durante todo el XVII, las quejas de los pueblos indios eran motivadas por las vejaciones y abusos que éstos sufrian a manos de negros y mulatos”.>° Las luchas entre los pueblos, indigenas contra indigenas, e indigenas contra negros, ha sido una constante en la historia, lo que evidencia el contacto entre estos grupos que fue des- pues invisibilizado: » Pefia Vicente, Juan Pablo, “Relaciones entre aftica- nos e indigenas en Chiapas y Guatemala’, p. 174, © Phillips, W. D. Jt., op. cit., p. 311. ® Cf. Camba Ludlow, Ursula, Imaginarios ambiguos, realidades contradictorias, p. 54. ® Ibid, p. 65. ensares Qué res Fran etc Fas 86 La IWVENCION DEL SABER La historia de las personas africanas en México se remonta al periodo virreinal, cuando en mercados, plazas, iglesias, talleres de trabajo, procesiones, fandangos 0 cocinas convivieron mujeres y hombres nahuas, otomies o mayas con espafioles de varias regiones, pero también, y de manera importante, con mandingos y wo- lofs de Africa occidental y bantdes del centro de ese continente. Lenguas, costumbres, creencias y formas de vestir, curar 0 cocinar de distintos grupos se intercambiaron desde el siglo XVI, cuando, junto con lo [sic] espafioles, comen- zaron a arribar, de manera forzada, personas africanas a nuestro pais. La “desaparicién” de los africanos y descen- dientes de la historia oficial de México esté emparentada con el proceso de la identidad nacional y de la discriminacién basada en el estigma de la negritud, De las jerarquias de la &poca colonial venia un problema arraigado en la conciencia colectiva asentado en la idea de la limpieza de sangre. Peter Wade aclara que significaba no tener “sangre infectada” de ju- dio o moro,” a esta diferenciacién se sumaban el comportamiento, el lugar de residencia, el idioma, la cultura y, por supuesto, la religion, por lo que se requeria declarar que se era un cristiano de bien y razén. La negritud comenzé a diferenciar a los hombres y mujeres que serian esclavos, una mancha dificil de limpiar, aunque en ocasiones se compraran las constancias que “borraban” las huellas de un pasado de ignominia, la sospecha siempre recaia. Con ello, una idea se fue gestando: un indigena, al mezclarse con la sangre europea, con el paso de las genera- ciones, se perdia; mientras que en el caso de * Velézquez, Maria Elisa e Iturralde Nieto, Gabriela, op. cit, p. 11. » Cf Wade, Peter, "Raza, ciencia, sociedad”, p. 38. la sangre negra, ésta volvia. Asi lo indigena se borra y lo negro persiste: En efecto, la sangre indigena desaparece con la mezcla, Porque no constituye una imperfeccién o una mécula que perdura, cosa que sucede con la sangre negra’ Con el tiempo, los hombres designados como “negros” fueron considerados un pe- ligro para el desarrollo de la nacién y de la raza mestiza nacional: "Ademés de la llegada forzosa de personas provenientes de Africa durante el periodo colonial, otros grupos arribaron a México en los siglos XIX y XX. Por ejemplo, personas originarias de Santo Domingo, Haiti, arribaron a Yucatan a princi- pios del siglo XIX; mascogos a Coahuila en el mismo siglo y trabajadores caribefios al comenzar el siglo Xx".* Con la entrada en los siglos posteriores de més personas afrodescendientes se siguieron dando los contactos con la poblacién indigena, como fue el caso de la parte norte del pais; algunos afroestadounidenses llegaron bajo el régimen de la segregacion surefia: “En ese contexto, los lideres seminoles entraron en contacto con el Gobierno mexicano, Junto con los indigenas kikapties, seminoles y mascogos llegaron a territorio nacional en 1850, estable- cieron un tratado con el Gobierno y recibieron tierras y refugio a cambio de establecer pues- tos de defensa en la frontera’.®> La presencia de una gran cantidad de africanos y descendientes (mezclados o no), permite comprender que en el proceso de identificacién y reconocimiento de su legado esta empafiado por un proceso ideoldgico y 3 Camba Ludlow, Ursula, op. cit., p. 197. % Velézquez, Maria Elisa e Iturralde Nieto, Gabriela, op. cit, p. 18, ® Ibid, p. 30. ANA MATIAs RENDON PREAMBULOS PARA UNA MIRADA A LOS AFRODESCENDIENTES ENTRE LOS INDIGENAS 87 cotidiano, cuya complejidad también atrapa las visiones indigenas, ya de por si desdefia~ das: “Gonzalo Aguirre Beltran fue el primero en destacar la importancia de la cantidad dela poblacién africana y afrodescendiente. A partir de la revisi6n y el andlisis de cifras en distintos documentos de la época colonial, demostré que, al menos en los siglos XVI y XVII, la poblacién africana fue el segundo grupo mas importante en la Nueva Espafia’.* Las poblaciones indigenas y africanas eran mayoritarias, en este orden, para 1646, segiin censos de la época, los mestizos se ‘vuelven el segundo sector y, conforme pasa el tiempo, fueron disminuyendo aquellos que se consideraban negros, mulatos, pardos, lobos y dems clasificaciones. Por un lado, declararse “mestizo” era mejor en una sociedad jerér- quica; por otro, después de la Independencia de México se prohibieron dichas diferencias, asegurandose que “todos éramos mestizos”. Los registros y las diferencias entre los grupos fueron desapareciendo gradualmente y se legisié en pro de la igualdad ciudadana: “La independencia abolié la esclavitud y promulgé la igualdad de todos los mexicanos, sin distin- ones. Sin embargo, paradéjicamente el nuevo proyecto de nacién menosprecié la participacién de las personas afticanas en la historia y el pre- sente de la nueva nacién mexicana’.” Vera Tiesler Blos y Pilar Zabala Aguirre indican que en Campeche, a finales de la época colonial, una tercera parte de la po- blacién era de ascendencia africana: “Aun hoy dia la descendencia africana se conserva en la fisonomia de la poblacién urbana’. En * Ibid, p. 34. » Ibid, p. 86. * Tiesler Blos, Vera y Zabala Aguirre, Pilar, “La pres- cencia africana en Yucatan durante los primeros dos la Costa Chica, el intercambio cultural entre mixtecos y afrodescendientes siempre ha es- tado presente, al igual que en otras regiones como Veracruz, en donde se han compartido algunos ritos y espacios; de acuerdo con Velazquez e Iturralde, Las practicas culturales que caracterizan a esta regién son resultado del intercambio y la convivencia histérica entre diversos grupos. Se comparten lugares sagrados, como cerros de pedimento de agua, santos y fiestas de ma- yordomia; al mismo tiempo, algunas de esas costumbres se consideran propias de uno u otro grupo, es decir, algunas més indigenas y otras mas propias de las comunidades afro- descendientes.**° Los autores también sefialan sobre la herencia africana a los indigenas: “Otras expresiones culturales de posible herencia africana son las tradiciones orales, los rituales de la ‘sombra’ y el ‘tono’, la medicina tradicional, as{ como las casas conocidas como 'redondos’, que Gonzalo Aguirre Beltran registré en la década de 1950, y que hoy estén préicticamente en desuso”.** Ambos grupos han recibido un legado mutuo en sus précticas que complejizan el andlisis de diferenciacién. No sélo en el resto de la poblacién de México 0, mejor dicho, no sdlo los “mestizos” tienen herencia espafiola e indigena; los in- digenas por obligacién han asumido parte de la cultura europea como la lengua espafiola siglos de la Colonia: llegada, asimitacién y muerte de tuna poblacién negroide en la Ciudad de Campeche”, en Emiliano Gallaga Murrieta (coord.), del siguiente modo: “Los negros y mulatos fueron muy temidos por la poblacién indige- a, ya que muchas veces abusaban de las mujeres, ademés de que en la economia de la region eran mejor tratados que los indigenas. Este malestar fue generalizandose a toda la poblacion’.* Ademés, rescata la respuesta de las autoridades de Ciudad Real a la Cédula de 1804: “Argumentaban que, al contrario de la poblacién negra, los indios son mas trata- bles, tiles y serbiles que los negros, y en tal grado humildes... los indios de rodillas agra- decen la correcci6n... no asi los negros que lexos de humillarse abrigan en el seno de su coraz6n, y fomentan el rencor hasta vengarse aun en las personas de sus mismos amos”.*” Las mejoras en el trato a los negros sobre los indios, permite a la autora concluir que: Como se puede apreciar el indigena quedaba en la escala social muy por debajo del negro, ‘aunque hubiera habido pronunciamientos en favor de la poblacién indigena, Para finalizar podemos decir que después de consumada la Independencia, los negros y los mulatos se mestizaron totalmente, dejando en el olvido a esta poblacién que fue un actor més en la historia de Chiapas.* Para esta circunstancia hay otra explicacion. Las configuraciones sobre la fuerza y rebeldia del negro y la debilidad del indio surgen de situaciones concretas. En la época colonial, la debilidad del indio y la fuerza del negro fueron = Ximénez, Fray Francisco, op. cit., p. 297 apud Valle Prieto, Ma. Eugenia del, op. cit., p. 39. 5° Valle Prieto, Ma. Eugenia del, op. cit., p. 42. ® Ibid., p. 43. 5° Ibid., p. 44. imagenes constantes, no sélo para justificar la esclavitud, sino para determinar la situacién legal de los sujetos. Posiblemente, la postura de Bartolomé de las Casas surge dentro del contexto especifico de su tiempo. El indio sumiso, bueno y bajo la tutela de los hombres de razén, se convertird con el paso del tiempo en la simbologia de la nacién mexicana. Pablo Escalante y Antonio Rubial sefialan que “La imagen de un indio naturalmente sumiso, silencioso y servicial es un mito que los espa- fioles fabricaron para explicar el recelo de los indios y eludir asi su responsabilidad’.®? En la época novohispana, al negro se le acusaba de altivo, asi lo registra Ursula Camba: “En este sentido, los calificativos aplicados a negros y mulatos no hacen refe- rencia a cierta cortedad de entendimiento, 0 al cardcter torpe y simple que a veces se le atribuye a los indios sino, por el contrario, a la altivez y fuerza que los caracteriza, que no deben ser desdefiadas”“’ Esta oposicién nos muestra cémo se va conformando la imagen del “indio” y del “negro”, al mismo tiempo que se expresaba un modelo de comportamiento, con implicaciones profundas en los involucra- dos: “De hecho, los sermones de los religiosos tendian a insistir en la condicién miserable, necesitada y desprotegida de los indios, mas no hacfan alusiones a un carécter vulnerable 0 fragil de los africanos’.* Por la misma época de Las Casas, Gonzalo Gémez de Cervantes define al indio como © Escalante, Pablo y Rubial, Antonio, “EI ambito civil, el orden y las personas”, en Pilar Gonzalbo Aizpuru (coord.), Historia de la vida cotidiana en México. Mesoamerica y los dmbitos indigenas de la Nueva Espaiia, Tomo I, p. 431. © Camba Ludlow, Ursula, op. cit., p. 60. © Ibid, p. 61. ANA MATIAS RENDON PREAMBULOS PARA UNA MIRADA A LOS AFRODESCENDIENTES ENTRE LOS INDIGENAS 93 “gente miserable, desnuda y pobre, que no puede tolerar el trabajo de las minas”,? y propone el empleo de mas negros. No obs- tante, Camba aclara: “Es necesario destacar que el término ‘miserable’ tenfa una conno- tacién juridica que suponia ciertos privilegios y se remonta a la Edad Media. Fue aplicado a huérfanos (menores de edad), ancianos y viudas que cumplian ciertas caracteristicas: inspiran compasi6n, precisan una especial protecci6n”.® La condicién de miserable aplicada a los indios para ser protegido tiene el propésito de justificar la tutela de sus personas. Puede entenderse que la imagen del indio sumiso y bueno haya sido retomada en los discursos de la Nueva Espafia, pero que en la cotidianidad jugara en contra de los individues, pues si se revelaban eran apuntados como barbaros a los que habia que exterminar. Caso semejante sucedié con el negro, a quien se le consideraba fuerte, porque habia que justificar la esclavi- tud, pero el que también, al ser una posesién de trabajo, estaba sujeto al tratamiento que cada duefio juzgase correcto. La forma de ver este episodio, o cualquier otro, en relacién con una categoria generaliza- dora como identificador de un grupo social es oscura. Si bien el antecedente colonial permite creer que las diferenciaciones raciales produje- ron los efectos de las confrontaciones o el trato desigual entre negros e indios, los documentos ofrecen una visién de la vida cotidiana que no fue tan rigida, Por su parte, Marisol Ceh Moo, escritora maya, en su libro T’ambilék men tunk‘ulilo‘ob (El llamado de los tunk‘ules), recoge en su ® Ibid, p. 63. © Castafieda, “la condicién de miserable”, en Anuario de Estudios..., p. 246 apud idem. novela sobre la Guerra de Castas del siglo XIX la relacién de apoyo mutuo entre los negros y los indigenas en tan importante momento. Estas interacciones cotidianas nos muestran las cercanfas, en ocasiones positivas, negati- vas 0 ambiguas, pero sobre todo cercanas, con intercambios culturales e, incluso, biolégicos dados en las comunidades indigenas, En lo que respecta al exterminio o des- aparicién de los afrodescendientes, no hay que olvidar: “La negacién y el silencio sobre la importancia y participacion de las personas africanas y afrodescendientes estuvieron vinculados al desarrollo de las ideas racistas, en auge en el siglo XIX, que enaltecieron al “mestizo’ como resultado sdlo de la unién de ‘indios y espafioles”. En el siglo XX, la idea de nacién mestiza se enaltecié y, aunque en el siglo XXI se ha luchado por la reivindicacién de los afrodescendientes, algunas posturas del pasado contindan. Preaémbulo final Al articular el reconocimiento de la presencia y el legado de los africanos y afrodescen- dientes en relacién con los indigenas deben considerarse tres elementos imprescindibles: las concepciones epistemolégicas indigenas; el proceso de la nacién mestiza y su influencia en el conocimiento indigena a través de la lengua espafiola, y la propia voz afrodescendiente. De este modo, se presentan tres aspectos que se desprenden del andlisis sobre la mirada hacia los afrodescendientes: uno, hacia las comu- nidades de afrodescendientes; dos, el legado africano absorbido por medio de una adopcién libre de costumbres, creencias y cultura por © Velazquez, Maria Elisa e Iturralde Nieto, Gabriela, op. cit., p. 89. ensares Ques Tes tn Foros 94 La INVENCION DEL SABER afinidad; y tres, el que personas africanas y afrodescendientes se hayan integrado a las comunidades indigenas. Dado que en México los afrodescendientes han estado presentes a lo largo de los siglos desde el colonialismo, el proceso de la defini- cién de la identidad nacional trajo consigo la discriminacién: “Una preocupacién central de los politicos e intelectuales del siglo XIX y la primera mitad del XX fue definir la identidad de los ‘mexicanos’ en el nuevo proceso de cons- truccin de la nacién. La poblacién en México se caracterizaba por ser en su mayoria indigena y resultado del mestizaje ocurrido durante la época colonial” En conjunto, la filosofia politica y el planteamiento biologista, surgido desde el siglo XVIII y prolongandose al XIX, establecieron las ideas racistas que jerarquizaban a los grupos humanos sobre el argumento de las capacidades intelectuales y evolutivas, colocando al “fenotipo negro” como una raza inferior e indeseable: “En la creaci6n y difusin de esta ideologia se omite la evidencia histérica de la presencia y contribucién de las personas africanas y afro- descendientes en la composicién demogréfica y formacin del pais”. Al tiempo se exaltaba la imagen del indio muerto, es decir, al indio del pasado, para dar sustento glorioso a la historia mexicana, condenando a los indios vivos que, al igual que los afrodescendientes, eran un obstaculo para el progreso. Asi, el indigena fue desplazado y el negro, negado; aunque en el siglo XX el indi- * genismo incorporé a los pueblos indigenas al proyecto nacional, fue sélo en el discurso y no en la realidad.® Los afrodescendientes mexi- % Ibid, p. 92. ® Ibid., p. 93. © Cfr. Gall, Olivia, “Identidades, colonizacién, mestizofilia y racismo: algunas reflexiones”, pp. 341-342. FY canos son ocultados y se impide la entrada de los negros al pais bajo cualquier pretexto. Pablo Yankelevich muestra dicha regulacién: “En efecto, en la Ley de Migracién de 1926, la primera legislacién de la posrevolucién en esa materia, quedaron plasmadas las primeras preocupaciones por seleccionar las corrientes migratorias, con la argumentacién de que tal seleccién serviria para prevenir el peligro de una descomposicién social, cultural y politica, asi como de una degeneracién racial de la poblacién mexicana”.® Esta nueva legislacién de la migracion es sélo una manifestacién del racismo que se coculté en contra de los negros: “A medida que se acrecentaron los conflictos con ciertas colectividades de extranjeros, esas facultades discrecionales permitieron instrumentar una serie de adiciones a la legislacién migratoria. Aparecieron entonces las primeras disposi- ciones para limitar el ingreso de trabajadores de origen sirio, libanés, armenio, palestino, Arabe y turco para proceder de inmediato a prohibir la inmigracién de negros y chinos’. Si bien la discriminacion se dio a diferentes sectores poblacionales, lo que debe resaltarse es que los negros ya se veian excluidos y la fuerza de la implementacién de la identidad nacional funcionaba a costa de sus propios ciudadanos: Estos documentos ponen en evidencia la pre- ocupacién del Estado mexicano por evitar la presencia de personas “negras”, sobre todo en la primera etapa del periodo posrevalucionario, Escondida detras de la obligacién de proteccién de las fuentes de empleo para los mexicanos, la argumentacién gubernamental considera a ® Yankelevich, Pablo, "Nacién y extranjeria en el México revolucionario", p. 18, ® Ibid., p. 19. ‘ANA MATIAS RENDON PREAMBULOS PARA LINA MIRADA A LOS AFRODESCENDIENTES ENTRE LOS INDIGENAS 95 los “negros” como parte de una “raza” inepta para el trabajo, incapaz de convertirse en verdaderos ciudadanos facilmente adaptables a las caracteristicas del mestizaje nacional Y cuyo contacto con los indigenas resultaria nocivo para la incorporacién de estos Liltimos al proyecto nacional.” La invisibilidad de los afrodescendientes se desprende del proceso de la identidad na- cional y la discriminacién. La escuela fue uno de los mecanismos por los que se difundieron los conocimientos de esta ideologia, si se con- sidera que los indigenas también estudian bajo este modelo, se comprende una parte de por qué se negaria el legado africano dentro de las propias comunidades: “Quedaron apenas algunas referencias, en los libros de texto gratuitos, de su llegada como esclavos en el pasado colonial. En espacios culturales como el teatro, el cine y los comics se fortalecié la idea de que las personas afrodescendientes en México eran extranjeras, construyendo estereotipos racistas que, cuando no las ridiculizaban, las convertian en un peligro para el pais”.”* Desde la época colonial “el ‘negro’ ha sido asociado con el salvajismo, luego con la rebeldia, la poca disposicién al trabajo, también con la proclividad al relajamiento, la vagancia y hasta con el crimen’”? El color de Piel fue lo mas distintivo de los africanos; por ende, su cuerpo fue depositario de valores especificos, de una negritud que designaba una carga valorativa negativa. Asi como el “indio” es una categoria que, conforme a las ” Velazquez, Maria Elisa e Iturralde Nieto, Gabriela, 0p. cit., p. 94. * Ibid, p. 95. ” Ibid., p. 104. circunstancias particulares de la Colonia, es un paradigma que limité la visi6n sobre los individuos, “lo negro” nos obliga a observar a partir de un sentido construido por una pos- tura racista que no reconoce a las personas con su propio rostro. Ahora bien, si esta mirada se adquiere con la cultura y sociedad nacionalista a los indi- genas, éde qué modo esta permeando en las relaciones con los afrodescendientes? Existe la idea generalizada de que no hay tal cercania entre indigenas y afrodescendientes: “Hist6- ricamente, parece que no hubo mezcla entre los negros y los demas grupos, y también parece que esto se relaciona con los patrones generales de asentamiento en la region, pues os negros habitan en las costas y los indigenas viven al pie de la sierra’? Pero, como se ha expuesto, esto no es del todo cierto, sino que més bien han surgido relaciones especiales entre estos grupos. Bobby Vaughn indica que los negros de la Costa Chica llaman a los mixtecos “indios”, de forma negativa, y que de parte de los indige- nas también hay otro tanto: "Muchos indi- genas de la Costa Chica tienen la piel oscura como muchos morenos y algunos negros, aunque nunca se les llama indigenas (mix- tecos en este caso), morenos 0 negros, sino comunmente indios 0, con mas frecuencia, con el término més peyorativo de indito”,”* Cabe aclarar que la forma peyorativa de la palabra “indio” usada por los afrodescendien- tes es utilizada por el resto de la poblacién mexicana con tono similar, y que al surgir en la vida de la lengua espafiola, el indigena también la emplea para insultar a otro indi- gena, pues tiende a separarse del sentido 7 Vaughn, Bobby, op. cit., p. 83. 7 Ibid., p. 80. Pensares Quehacéres 96 La INVENCION DEL SABER construido, en la medida que se autodefine dentro de su lengua materna. Las distinciones entre “negros” e “indi- genas’, como categorias raciales, culturales y sociales provienen de occidente; por tanto, ver a las personas bajo estos modelos y con el contenido especifico negativo se difunde por la lengua espafiola. En el caso de los afrodes- cendientes su lengua es el espafiol, pero no puede descartarse que, debido a su cercania con las comunidades, no hayan adoptado las formas en que los indigenas se ven entre ellos © que simplemente estén reproduciendo las formas conocidas. En el mismo estudio se percibe la ambi- gliedad de la mirada del negro hacia el indio; en algunos casos, de admiracién y respeto. El autor recoge la siguiente anécdota: “Mira el indio —me dijo un collantefio negro—, ya se estan civilizando y estudian. Mira que los maestros ya son indios”.’> Si bien el comenta- rio tiene una carga ideoldgica fuerte, basado en el modelo civilizatorio, se trata de resaltar la forma admirativa del afrodescendiente; y viceversa, los indigenas también tienen opi- niones positivas sobre los negros. El mixteco Lorenzo Hernandez Ocampo los describe: “son cultos, nobles, sociables y solidarios”.”° Para los indigenas, al no discriminar por el color de piel, ser negro o moreno no tiene mayor trascendencia en las formas de relacio- narse, incluso debe sefialarse que tampoco la tiene ser una persona de piel blanca; es decir, * Ibid., p. 84. 7§ Lorenzo Hernandez Ocampo es mixteco, poeta y traductor. Me contestd con las palabras que aqui cito cuando le pregunté por la relacién de los mix- tecos y los afrodescendientes de la Costa Chica y su impresién sobre ellos. ha habido casos en los que se han aceptado in- dividuos de diferentes apariencias fisicas para ser parte de la comunidad. Las construcciones sociales de los individuos se han hecho a partir de contextos sociohistoricos concretos; las categorias no se basan en valores negativos adscritos a la persona en si, sino en lo que hace la persona. En resumen, los preémbulos para mirar a los afrodescendientes a partir de los tres puntos propuestos (la colectiva, como pue- blos; el legado, adopcién por afinidad, y la presencia individual en las comunidades) se desprenden de un conjunto de contextos especificos que vincularon a las diferentes culturas y que se comprenden en “indigenas” y “afrodescendientes”, La forma en la que se han relacionado los pueblos indigenas con los pueblos afrodes- cendientes no resulta ni peor ni mejor que la que tienen los indigenas con otros grupos indigenas. Los mixtecos tendrén el mismo trato (mas o menos) con los afrodescendientes que los zapotecos y mixes u otros pueblos que al ser de la misma region étnica se pelean o se ayudan. Los indigenas han configurado a los pueblos afrodescendientes de forma semejante a la que se dan a s{ mismos, y no como ocurre en el caso de los otros (citadinos, mestizos, blancos, los extrafios). Es necesario resaltar que no se intenta decir que los grupos afrodescendientes son indigenas, sino que los indigenas los perciben como semejantes, aun cuando hablen espafiol, puesto que hay pueblos indigenas que han adoptado la cultura occidental. Mas si el reconocimiento de las comuni- dades afrodescendientes se ha manifestado como semejante, ha faltado el reconocimiento individual y a su legado. Existe una afinidad entre estas culturas, pero no hay una dis- tincién clara para separar lo que es africano ANA MATIAS RENDON PREAMBULOS PARA UNA MIRADA A LOS AFRODESCENDIENTES ENTRE LOS INDIGENAS 97 de lo que es indio. Es posible encontrar el problema en el modo particular de vida de los pueblos originarios que se ha manifestado desde antes de la llegada de los europeos. Cada grupo, al estar en cercana convivencia © al ser invadido por otros pueblos, adoptaba las creencias y nuevos Sefiores, adaptandolos a su cultura; por ello, allende la obligacién de practicar el catolicismo, los pueblos han asimilado las creencias haciéndolas suyas. Esto, como cualquier visién, tiene sus propias implicaciones, una de ellas es que quiza no se esté apreciando el legado como lo piden los afrodescendientes. Otra tentativa se en- cuentra en relacién con el reconocimiento de la persona africana. El reconocimiento individual, de la inser- cién de los africanos y afrodescendientes a las comunidades atin requiere ser trabajado. Este impedimento, a su vez, se divide en tres aspectos: el primero es que, debido a que en las comunidades no se discrimina por el color de piel, tanto una persona negra como blanca son asumidos como indigenas (entiéndase del grupo étnico especifico) si ésta se integra a la vida comunitaria, respeta las leyes, cumple con las obligaciones, sigue la religiosidad y no vuelve al mundo de los extrafios, El segundo punto se debe al proceso de la identidad na- ional que negé el legado africano, nublando la mirada sobre la fusién individual de los afro en los pueblos y la adopcién sobre sus costumbres, afirmando, en cierto modo, que en las comunidades no hay presencia africana. El tercero se desprende del discurso de la defensa a lo “originario”, que nace en contra de lo mestizo. Por consiguiente, se da una mezcla en el que se reafirma la ausencia africana en las comunidades, por defender la posicién origi- natia y por la influencia de la ideologfa de la identidad nacional que niega la presencia afro y rematado por el daltonismo social: “EI hecho de ser negro en México est indisolublemente vinculado al sentido de ser indigena y también mestizo”.” Hay que distinguir: una cosa es lo que parece (0 se ha creido a fuerza de repetirio) y ota las posibilidades reales de los acerca- mientos, manifestadas en los rasgos fisicos y culturales que se intentan disimular, pero que expresan “Aqui hubo alguien de presencia africana”, Este problema no es sdlo un asunto historiogréfico sobre hacer tal o cual historia de los afrodescendientes o de los indigenas, sino de desentrafiar los sentidos y cémo se relacionan los involucrados en torno a esto. Finalmente, de lo que se trata es de escu- char la palabra y ver el rostro de los afrodes- cendientes; no basta con reconocerlos como otra comunidad, sino reconocer su legado y Su presencia dentro de la comunidad. Bibliografia Aguirre Beltran, Gonzalo, La poblacién negra en México, México, SRA-CEHAM, 1981. Camba Ludlow, Ursula, Imaginarios ambiguos, realidades contradictorias, México, El Colegio de México, 2008, Castellanos Guerrero, Alicia, "Para hacer naci discursos racistas en el México decimonénico”, en Gémez Izquierdo, José Jorge (coord.), Los caminos del racismo en México, México, Plaza y Valdés/BUAP/ICSyH, pp. 89-115. Ceh Moo, Marisol, Tambilék men tunk'ulilo‘ob / El llamado de los tunk’ules, México, Conaculta, 2011 Cocom Pech, Jorge Miguel, Muk‘ult’an in Noo! / Secretos del abuelo, México, UNAM, 2001. Gall, Olivia, “Guerra interétnica y racismo en la historia de Chiapas. Ladinos e indios, miedos ” Vinson, Ben y Bobby Vaughn, op. cit., p. 76. Pensares Quehacéres 98 LA INVENCION DEL SABER y dios”, en Olivia Gall, Chiapas, sociedad, economia, interculturalidad y politica, México, CEIICH-UNAM, 2001, pp. 57-93. Gall, Olivia, “Identidades, colonizacién, mestizofilia y racismo: algunas reflexiones’, en Rodriguez Zepeda, Jesis y Teresa Gonzalez Luna Corvera (coords.), Hacia una razén antisdiscriminatoria, Estudios analiticos y normativos sobre la igual- dad de trato, México, Segob/Conapred, 2014, pp. 315-348. Gallaga Murrieta, Emiliano (coord.), éDénde estén? Investigaciones sobre afroamericanos, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, UNICACH, 2009, Gonzalbo Aizpuru, Pilar (coord.), Historia de la vida cotidiana en México. Mesoamerica y los mbites indigenas de la Nueva Espafia. Tomo 1, México: El Colegio de México/Fondo de Cultura Econémica, 2004. Hernandez, Natalio, In tlatoli, in ohiii [la palabra, e! camino]. Memoria y destino de los pueblos indigenas, México, Plaza y Valdés, 1998. Pefia Vicente, Juan Pablo, "Relaciones entre africa~ nos e indigenas en Chiapas y Guatemala’, en Estudios de Cultura Maya, vol. XXXIV, 2008, pp. 167-180. Pérez Vejo, Tomas, Nacién, identidad nacional y otros mitos nacionalistas, Madrid, Ediciones Nobel, 1999. Phillips, William D. Jr, La esclavitud desde la época romana hasta los inicios del comercio transatlén- tico, México, Siglo XT Editores, 1989. la Torres, Victor David, “La tercera raiz del mestizaje y algunas rebeliones que antece- dieron al movimiento de independencia en México. Yanga, primer pueblo libre de América’, México, junio de 2010. Disponible en . Sanchez, Evelyne, “Nacionalismo y racismo en el México decimonénico. Nuevos enfoques, nuevos resultados”, Nuevo Mundo, 2007. Disponible en . Staples, Anne, Historia de la vida cotidiana en México. Bienes y vivencias. El siglo XIX. Tomo TV, México, El Colegio de México, CFE, 2005, pp. 307-331, Valle Prieto, Ma. Eugenia del, "Negros e indios en la sublevacién de los tzeltales, 1712, en Chico- ‘mostoc. Boletin del Seminario de Estudios para a Descolonizacién de México, nism. 7, Coordina- cién de Humanidades, UNAM, pp. 29-47. Velasquez, Maria Elisa, “Debates histdricos con- temporaneos: africanos y afrodescendientes en México y Centroamérica’, en Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, Disponible en . Velazquez, Maria Elisa e Iturralde Nieto, Gabriela, Afrodescendientes en México. Una historia de silencio y discriminacién, México, Conaculta/ Conapred/INAH, 2012. Vinson, Ben y Bobby Vaughn, Afroméxico. EI pulso de la poblacién negra en México: una historia recordads, olvidada y vuelta a recordar, México, CIDE-FCE, 2004. Yankelevich, Pablo, *Nacién y extranjerfa en el Mé- xico revolucionario”, Cuicuilco, vol. 14, niim. 31, mayo-agosto, 2004, pp. 1-29. ANA MATIAS RENDON

También podría gustarte