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Mons. Carlos Talavera Ramirez LIBRO 1 Y ACTITUDES CRISTIANAS BASICAS Mons. Carlos Talavera Ramirez INDICE 1 X@ LO. c © ae 5 COMO USAR ESTE FOLLETO 6... e cece eee eee teen e eee 7 1, Elamor de Dios a cada ser humano ......- 00. eee an 2. Larealidad del pecaco 19 3. LasalvaciOn est en Jess 2.6... eee eee ees 27 A, LaCONVENSION 20. eee ete ete een ee 35 5. bavidade fe... cece eee ee cece nee e nee 45 6. El Sefiorlo de Jestis 55 7. Ei Don del Espiritu 63 8. La Comunidad Cristiana «2.6.6.0... cece eee eee 73 9. tavidaen la Verdad . 2... ice cece cece teens 83 410. Vencer el Mal Moral... 0... 0s ce cere tere 93 41. Lavidareconciliada 0.0.0.6... cece eee ee eee eee 103 12. La Esperanza Cristiana ........- 026s c reer erence 113 13. Uso de los bienes materiales .........- 002 sere eee 193 44, ElamoraDios 2.0.00... cece eee eee ee eres 133 45. Elamor al pr6jimo ... 2... cece eee eee eee ees 141 PROLOGO Muy querido hermano miembro de la Didcesis de Coat- zacoalcos: He pensado por mucho tiempo en el modo mas eficaz de llegar hasta ti, a quien no veo contfnuamente, para entregar- te, de manera sistematica, constante y sélida, la ensefianza que Dios quiere que todos los hombres conozcamos para al- canzar nuestra salvaci6n y nuestra plena realizaci6n huma- na. Mi interés no es tanto que conozcas unas ideas, como verdades abstractas. La vida cristiana es, ante todo, vida, que necesita de ideas; pero que no consiste en las ideas, sino en la relacién personal que Jesucristo pide que establezcamos libremente con El. Hay muchas personas que conocen las ideas cristianas, pero que no viven lo que esas ideas contie- nen; y, para ser hombre sano, es necesario vivir francamente conforme a la verdad que se conoce. . He encontrado, con la intervencién de Dios y la coope- racién de algunos hermanos, esta manera de llegar a ti y con gran gusto me he puesto a escribir este curso con el cual quiero que recorramos juntos, tu grupo y yo, el Catecismo de la Iglesia Catélica, que nos ha entregado el Papa Juan Pa- blo Il en 1992. Podremos, de esta manera, dialogar por va- tios afios y, aunque no nos veamos, podremos vivir juntos la vida misma de Jesucristo, en el Espiritu Santo, en alabanza al Padre. Este curso no quiere ser un libro mds que hay que leer ‘para ver qué dice’. Es mds bien un manual que gufa en el camino por el que encontraremos al Sefior; no est4 hecho para caminar aislada o individualmente, sino para acercar- nos en comunidad al encuentro del Sefior Jestis. Sabemos que Jestis nos quiere unidos a El como los miembros de un cuerpo a su cabeza; por eso en este caminar hacia el Padre es necesario que vayamos haciendo la Iglesia, ese ser vivo donde se adquiere y acttia la vida de Dios. Por eso te ruego 5 que, ademas de responder a Dios personalmente, te unas continuamente a los dem4s miembros del grupo para que tu caminar sea provechoso. Vas a aprender las buenas ideas que Dios nos ha revela- do y que los Apéstoles y los Obispos, sus sucesores, junto con el Papa, nos ensefian; pero mas importante es que vivas lo que en cada leccién te pido que hagas. El cumplimiento fiel de las ‘tareas’ para cada dfa, es lo que te va a permitir dar pasos en este camino. Y los comentarios que hagan los miembros del grupo acerca de las experiencias que vayan teniendo al cumplir esas tareas, fortalecerd la fe de cada uno y ayudaré a formar la comunidad cristiana que Dios quiere para tf en tu vida. . Con grande gusto te ofrezco, pues, este curso. Quiero ca- minar contigo y con tu grupo por el Camino, que es el Sefior Jesus, guiados por el Espiritu Santo, at encuentro de nuestro buen Padre Dios, + Carlos Talavera Obispo de Coatzacoalcos COMO USAR ESTE FOLLETO 1. GENERALIDADES Este folleto est4 hecho para leerlo y comentarlo en un grupo; una persona al que llamamos monitor, ayuda a los participantes a seguir el método y a asistirlos en su trabajo. E! folleto ha sido redactado para estar al alcance de todo mundo y, en cuanto sea posible, sea comprendido sin nece- sidad de maestro; pero habr4 ciertamente algunas palabras que necesiten explicaci6n. Puede, desde luego, ser lefdo en particular, pero no obtend:4 el fruto para el cual fue disefia- do. Su lectura, estudio y comentarios, hechos en grupo ha- cen crecer a las personas, propician el crecimiento de las comunidades, estimulan el compromiso personal y comuni- tario, ayudan a vivir la fe y a vivir en la Iglesia. Es un camino de discernimiento, de oracién, de reflexién y de comunién que suscita el encuentro con el Sefior, con uno mismo v con los demés; favorece los espacios de silen- cio para estar atentos a la escucha del Sefior; lleva a la con- versién, a hacer compromisos personales evaluables. 2. PASOS DEL METODO 1. REVISION DEL TRABAJO PERSONAL (Testimonio de cada persona,excepto la primera sesién). 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA. (Ideas co- munmente aceptadas por la gente). 3.» DOCTRINA Y CONTENIDO DEL TEMA. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS. (Lectura de la Sagrada Escritura) 5.- SILENCIO Y REFLEXION. (Oracién personal) 6.- CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LO QUE NOS PIDE EL SENOR. 7.» ORACION COMUNITARIA. (Oracién realizada esponté- neamente por los integrantes del grupo) 8.- RESUMEN. 9.- CANTO. 10.- TRABAJO PERSONAL.(Lectura y aplicacién de la Pala- bra para cada dfa de la semana) 11.- MEMORIZA (Frase de la Escritura para aprender de me- moria) 12.- REPITE FRECUENTEMENTE (Frase de la Escritura que nos ayude a recordar el tema) 3. “CUALIDADES Y FUNCIONES DEL MONITOR” Todo grupo est4 presidido por un MONITOR. El monitor acompafia al grupo a lo largo de todos los pasos del méto- do.Es un acompafiante, un testigo de Cristo, no un maestro. Busca con sus acompafiados al Sefior y por eso no suple en ningdGn momento al acompafiado. Necesita “estar Ileno de los mismos sentimientos que Cristo Jestis” (Fil 2,5): —Lleno de la Caridad Pastoral de Cristo (amor que ayuda a que el hombre fo encuentre libremente) y de celo aposté- lico (amor ardiente que no para hasta oue el acompaiiado encuentre a Cristo). —Capaz de descubrir y realizar la voluntad de Dios en su vida y en su grupo. —Capaz de iluminar con el Evangelio los vacios, valores y antivalores, las disposiciones de los acompatiados y del grupo. —Capaz de dar vida con sus aportes. —Capaz de ayudar a relacionarse con Cristo mediante su oracién por cada uno de sus acompafiados. La oracién por ellos puede mas que sus reflexiones. 4. CARACTERISTICAS DEL MONITOR x Jestis “siendo de condici6n divina, no retuvo Svidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojé de sf misma, to- mando condicién de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre, y se hu- millé a sf mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Flp 2,68). n EI despojo de si mismo. No ensefia lo que sabe, sino que acompajfia a otros a que aprendan del Sefior lo que E| les ensene: « El servicio a los otros, la atencién a sus necesidades, a sus temores, a sus debilidades y traumas. = Promotor de la persona humana que ayuda a desarrollar la conciencia, la responsabilidad, fa libertad y la creatividad en su respuesta y encuentro con Jestis, Es un servidor de la unidad: Con un fuerte sentido de Igle- ™ sia que, como cuerpo vivo, exige la unidad. No hay vida donde no hay unidad y lo que estando vivo se divide muere. « Ayuda a sus acompafiados a liberarse de los condiciona- mientos que puedan desviarlos, hacerlos inactivos, egois- tas, timidos, etc. para ponerse al servicio de los demés. Para ello busca, y ayuda a discernir los valores existentes en cada uno de sus acompafiados y los estimula para su desarrollo. x El Monitor es, por tanto, un verdadero agente de evangeli- zacién. 5. ALGUNAS RECOMENDACIONES PRACTICAS Atender a cada uno de los asistentes personalmente. Nunca dejarlo a solo su suerte, sino cuidarlo para que Ilegue a formar una comunidad con los dems asistentes. Hacer inscripcién de cada uno, siempre tomar lista de asistencia y nunca dejar de informarse por qué no asistié al- guien y de invitarlo a la siguiente reunién. No pasar a otra leccién mientras no esté asimilada y vivi- da una leccién, en cada uno de sus puntos. No pasar a otra lecci6n si no se ha cumplido la tarea de la anterior y no se han revisado los efectos de haber vivido esa saree 0 los obstAculos o dificultades posibles para cum- plirla. Siempre leer en la Biblia las citas que se den. Pero, prefe- rentemente, leer también los lugares paralelos (citados en las notas) y las citas que traigan las mismas notas. Este ejercicio Nos ensefia a usar fa Biblia y a darnos cuenta de cémo usdn- dola asf es como aprendemos lo que la palabra de Dios nos dice acerca de cada uno de los temas. 10 1. EL AMOR DE DIOS A CADA SER HUMANO OBJETIVO: Valoraremos y apreciaremos las muestras de amor que hemos recibido de Dios, y abriremos nuestros Corazones pata agrade- cer y tener confianza en ef amor de Dios que es personal y gratuito, incondicional, fel e infinito. 1.- ORACION PARA INICIAR EL CURSO SENOR DE LA MISERICORDIA QUE HICISTE EL UNIVERSO CON TU PALABRA Y CON TU SABIDURIA FORMASTE AL HOMBRE PARA QUE DOMINASE SOBRE LOS SERES POR Ti [CREADOS, ADMINISTRASE EL MUNDO CON SANTIDAD Y JUSTICIA Y JUZGASE CON RECTITUD DE ESPIRITU, DAME LA SABIDURIA QUE SE ASIENTA JUNTO ATU , [TRONO, Y NO ME EXCLUYAS DEL NUMERO DE TUS HIJOS. QUE SOY UN SIERVO TUYO, HIJO DE TU SIERVA, UN HOMBRE DEBIL Y DE VIDA EFIMERA POCO APTO PARA ENTENDER LA JUSTICIA Y LAS LEYES. PUES, AUNQUE UNO SEA PERFECTO ENTRE LOS HIJOS [DE LOS HOMBRES, SI LE FALTA LA SABIDURIA QUE DE Ti PROCEDE, EN NADA SERA TENIDO. (Sb 9,1-6) 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. li Piensa en algtin hecho, alegre o triste, en el que hayas experimentado el amor que Dios te tiene; coméntalo al gru- po. 2Se manifiesta el amor de Dios en toda tu vida? Sf - No, sCémo? éReconoces, en toda tu vida, a Dios como Padre bueno y providente que espera que confies en El? Si - No, sPor qué? 3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA. LECTURA PARTICIPADA ¥ CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UNO DE LOS PARRAFOS: Y AL FINAL HAREMOS —CO- METARIOS L- Dios quiere tener una relacion estrecha con cada uno de nosotros y darnos una felicidad superabundante A Hay que dejar las ideas falsas acerca del Catolicismo —La religidn catélica no consiste sélo en mandamientos y Preceptos que tenemos que cumplir para ser buenos. —Tampoco consiste sélo en ir a Misa y hacer algunas préc- ticas piadosas, como recibir la ceniza, celebrar la Navi- dad y el Viernes Santo. —Tampoco es una religién que se reduzca a solo amar al prdéjimo. —Tener fe no consiste sélo en pensar que Dios existe, aun- que no se tenga verdadera relacién con Elo no se haya te- nido experiencia de su accién en nosotros. B La verdad es que Dios nos ama — “El hombre es la Gnica creatura a la que Dios ama por sf misma”. (Conc Vat.ll). Ta has venido a la existencia por- que Dios ha querido que participaras de lo que fl es, «Hechura suya somos» (Ef.2,10). «Con amor eterno te he n amado» (jr.31,3). «Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocfa, y antes que nacieses, te tenfa consagrado: yo profeta de las naciones te constitut» (Jer.1,5) Dios te creé para hacerte participar de la felicidad que es El. —Dios no ama como aman los hombres: nosotros amamos si los otros son buenos con nosotros. Dios te ama no por- que seas bueno, sino porque El es amor (Is. 43,1-5). Tus pecados ne impiden que Fl te ame. (Is. 49, 15). Nunca de- jar4 de amarte (1s.54,10). —El amor consiste en darse a sf mismo para que la persona amada logre su verdadero bien. Amar no es consentir, ni ‘apapachar’, ni pasar por alto sus fallas. Se ama a una per- sona cuando se le ayuda a que vaya siendo todo to que esta llamada a ser. Quien no deja a otros desarrollarse, o no favorece o estorba su desarrollo no ama. El mundo y el demonio, con sus engafios, no nos dejan desarrollarnos ni llegar a plenitud. Sélo Dios nos hace desarrollammos plena- mente. —El quiere tener con cada uno de nosotros una relacién personal profunda. Dios no debe ser para nosotros algo lejano, o algo imaginario. El es un ser personal que enta- bla relaciones personales reales y mas profundas que cual- quier ser humano: El est4 en lo mas profundo de nuestro ser y nos habla a fa conciencia, que es lo més profundo de nuestro ser, ‘el lugar de Dios’ en cada uno de nosotros. —fl quiere darnos una vida nueva, mejor que la que actual- mente vivimos (In 3,16-17). Nuestra vida actual no es la vida plenamente humana. La vida humana auténtica slo la podemos vivir con El, Ilenos de EI. —Para datos esa vida ha enviado a su Hijo a esta tierra (Cfr. 1Cor 2,7-16; Ef 3,9-12). Al hacerse hombre se uni6 a la humanidad entera, y, en cierto sentido, se unié a cada uno de nosotros. Unidos a Et empezamos a vivir una vida nueva; no la vida de gente solitaria y aislada en el mundo, sino la vida de unién a Jestis, el Hombre que es plena- mente hombre. Dios ha puesto todo lo necesario para que tengas esa vida nueva, sdlo espera que td también lo quie- ras y le digas: ‘s/, Padre, quiero esa vida nueva’. 13 C Experimentamos la vida nueva como resultado del auténtico Catolicismo La vida nueva consiste en varias cosas entre las cuales es- tan las siguientes: —Tener la experiencia de Dios, de hacer alianza con El y de ser capaz de vivir, con Jests, la vida misma de Dios; eso es el cristianismo. —Gozar de la verdadera libertad que se realiza haciendo siempre el bien sin forzarnos para hacerlo. La gran mayo- tia de los hombres no sabe lo que es la libertad; muchos cristianos tampoco la conocen bien. —Vivir la paz y ef gozo; son dos aspiraciones fundamenta- les del ser humano; pero si no las logra, facilmente se des- via por el camino de las alegrias exteriores que dejan vacio el interior del hombre y no le proporcionan el gozo verdadero. —Tener mejores relaciones con los demas en plena salud interior; resolver los problemas relacionales a la iuz de lo que Dios quiere y no con los convencionalismos falsos, que aparentan la solucién, pero que dejan que el proble- ma subsista por debajo de las apariencias. —Experimentar la vida en comunién, cosa que el mundo lesconoce. Il. Dios quiere para ti la vida nueva y una mejor relacién con El 1.- Si has sido un ‘catélico ordinario’, que a veces vas a misa, que crees en Dios, que a veces te confiesas y co- mulgas, que no conoces mucho tu religién; este curso ser para ti fuente de una nueva experiencia que siem- pre has querido tener pero que no has logrado gozar. 2.- Si eres un ‘catdlico a tu manera’, que vas a la iglesia “cuando te nace’, que ie hablas a Dios de vez en cuan- do, 0 cuando sientes necesidad, que llevas una vida me- dio desordenada, pero tienes cuidado de no causar mucho mal a los demds, o procuras no meterte en mu- 4 chos problemas; ten por seguro que Dios te esté Ilaman- do a algo més serio. £1 quiere que descubras el fondo de lo que es ser catélico y que te des cuenta de que es la manera de llegar a ser hombre pleno. 3. Si has sido un ‘buen catédlico’, cumplido siempre, o ‘casi siempre’, si haces tus oraciones, te confiesas y comulgas, ‘no haces mal a nadie’, cuidas a tu familia y te preocu- pas de que conozcan la doctrina y reciban los Sacra- mentos; Dios quiere darte la experiencia m&s profunda de la vida en Cristo. 4.- Si te consideras entre ‘los mejores catélicos’ con buena conducta y bastantes conocimientos, si has hecho aposto- lado durante tod tu vida y has ayudado a otros a encontrar a Cristo; ten por seguro que a Dios no lo agotarés nunca y que ahora quiere darte algo nuevo, darte un mayor co- nocimiento de El, un trato mds hondo con El y te llama a una nueva intimidad con El. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS. Salmo 103 (102). 5,- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINU- TOS PARA ACOGER EN NUES- TRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 6.- COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEAOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: 15 1.- sDescubrimos en nuestra vida el amor que Dios nos tie- ne? Sf - No, 3Por qué? 2.- ;Descubrimos cémo Dios ama a los demés integrantes del grupo? ;Cémo? 3.- sCudles versiculos del Salmo te llegron mas adentro? éPor qué? 4.- (Qué te dice el Sefior sobre su amor? 7.- ORACION COMUNITARIA HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACION COMUNITARIA. ALABANDO Y_ DANDO GRA- CIAS AL SENOR QUE ES AMOR QUE JAMAS DEJA DE AMARNOS. 8.- RESUMEN EI rostro de Dios que Cristo jestis y la Iglesia nos mues- tran es el de un Padre lleno de amor y de perd6n para cada uno de los seres humanos, a quienes cre6 por amor y para el amor. El hombre creado por Dios encuentra la felicidad yel sentido de su vida en Ia libertad, en la santidad de vida yen el amor. Destinado por Dios para vivir en relacién con Fl como hijo y con los demas hombres como hermano, el hombre es hecho participe del amor sin Kmites de Dios el cual ha de compartir con todos los seres humanos. 9.- CANTO 10.- LEE, MEDITA Y ACTOA Dios te llama: «Me buscaréis y me encontraréis cuando me solicitéis de todo corazén; me dejaré encontrar de voso- tros» (Jr 29,13). Ora cada dia, busca al Sefior. Dia Jn 10,10;Rm.5,5 Déjate amar por El. Sal 103 “Dios es Amor”, Dia2 Lo 11,27-28 Escucha la Palabra de Dios. Ef 1,3-10 “E| Plan amoroso de Dios”. 16 Dia3 jn 6 Ef 3,14-20 Dia 4 Lc 15,20-24 Mt 6,25-34 Dia Rm 15,1-2 Jn 13,1-35 Dia6é Ap 3,19; Ga.6,1 Le 15, 11 Dia7 Le 1,39-45 Jn 19,25 11.- MEMORIZA Vive la vida de Dios que Ef ha puesto en tf. La Grandeza del amor de Cristo, Recibe el perdén de Dios y de los demas. La Divina Providencia. Recibe la ayuda de Dios y de los der mas. El Sentido de la Vida. Acepta la corteci6n de Dios y de tus hermanos. El Hijo Prédigo. Déjate amar y servir por Marfa. La herencia de Cristo en la Cruz. “Como la ternura de un padre para con sus hijos, asi de tierno es el Sefior para los que le temen” (Sal 103 {104}, 13). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “Dad gracias a Dios porque es bueno, Porque es eterno su amor” (Sal 106 {105}, 1). 7 2. LA REALIDAD DEL PECADO OBJETIVO: Reconoceremos que somos pecadores y veremos la importancia de hacer la dect- si6n radical de renunciar al pecado. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMCS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1.- El ser humano obra a veces mal, 3Por qué no obra siem- pre el bien? 2.~ j£l mal que hacemos nos perjudica sélo a nosotros? 3.- sCudles situaciones de maldad o pecado ves en la reali- dad social que te rodea? 4.- ;Cudles son las consecuencias de ese pecado? 3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL FI- NAL HAREMOS COMENTA- RIOS. 19 I. El mundo esta sumido en la maldad Dios hizo bueno el mundo. Af hombre lo creé en ‘la rec- titud del amor divino’, que es el estado de justicia: lo hizo bueno, lo hizo dependiente de El, con la dependencia que, en su intimidad tiene la persona que ama hacia la persona amada. Quiere que el hombre sea asf. Sin embargo, el mundo esta Heno de maldad y todos su- frimos por eso. San Juan nos dice:“ef mundo entero yace en el poder del Maligno” (1)n.5,19). La situaci6n del mundo, aunque cambia constantemente, siempre manifiesta el mal y la perversion, el desorden y la destruccién. En la vida indivi- dual de cada persona, nuestras aspiraciones al bien se encuentran siempre ensombrecidas y, frecuentemente destrufdas por nuestra inclinacién al mal. Ii. Esta situaci6n sélo se entiende admitiendo la realidad del pecado «La inmensa miseria que oprime a los hombres y su incli- naci6n al mal y a la muerte no son comprensibles sin su co- nexi6n con el pecado de Adan y con el hecho de que nos ha transmitido un pecado con que todos nacemos afectados y que es ‘muerte del alma’» (CIC 403). A El pecado «El pecado es una falta contra la raz6n, la verdad, la con- ciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el préjimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra Ia so- lidaridad humana. Ha sido definido como «una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna» (San Agustin). «E/ pecado es una ofensa a Dios; “Contra ti, contra tf solo he pecado, lo malo a tus ojos comet” (Sal.51.6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de EI nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobe- diencia, una rebelién contra Dios por el deseo de hacerse ‘como dioses’, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn.3,5). El pecado es asf “amor a sf hasta el des- 20 ptecio de Dios” (San Agustin). Por esta exaltacién orgullosa de sf, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jestis que realiza la salvacién (Cfr.Flp.2,6-9)» (CIC 1849 y 1850). B El «pecado original» Fue cometido por Adan y Eva y es el estado en que nace el hombre. Es la muerte que satands busca dar a todos los humanos conduciendo al hombre a querer otra cosa distinta de lo que Dios habia planeado; induce al hombre a pretender ser ‘como Dios’ pero sin Dios. Este pecado destruy6 el orden del mundo; nos fue transmitido de manera misteriosa a to- dos los hombres. Todos nacemos con el pecado de origen. Al ser bautizados nos es quitado; pero nos quedan las con- secuencias: la ignoracia, la inclinacién al pecado o concu- piscencia, la debilidad y la muerte. C El pecado personal El pecado personal, el que cada persona comete, es igualmente rebeldia, independencia ante Dios, rechazo de su voluntad, es e! eno» a Dios y a lo que El ha querido y pla- neado para el hombre. El pecado no es una falla, un error, un defecto: estas cosas no rompen la armonfa del mundo jorque no son voluntarias ni imputables; el pecado, en cam- io, sf lo es. Nosotros contribuimos eficazmente al mal del mundo con nuestros propios pecados personales. Satands impulsa el pecado apoyado en nuestra concupis- cencia y en nuestra debilidad. El ‘mentiroso y homicida des- de el principio’ (In.8,44), actué por envidia y con engafio para causar al hombre su desgracia y su muerte; y esto lo si- gue haciendo; intenta asociar al hombre a su propia rebelién contra Dios. No debemos ignorar la realidad del maligno y de su obra.«Por ef pecado de fos primeros padres, el diablo adquirié un ciérté dominio sobre. el hombre, aunque éste peimanezca libre. E! pecado original entrafa ‘la servidumbre- bajo éf poder del que posefa el imperio de la muerte, es de- cir, del diablo’ (Conc. de Trento)» (CIC 407). 21 D El pecado social «Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en su conjunto una condicién pecadora, que puede ser desig- nada con la expresién de San Juan: «el pecado del mundo» (n.1,29). Mediante esta expresi6n se significa también Ia in- fluencia negativa que ejercen sobre las personas las situacio- nes comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de los pecados de los hombres» (CIC 409), E «lgnorar que el hombre posee una naturaleza herida, in- clinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educacié6n, de la politica, de la accién social y de las cos- tumbres» (CIC 407). HI. Admitir que soy pecador es el principio de la salud «Si decimos: ‘no tenemos pecado’ nos engafiamos y la verdad no estd en nosotros» (1Jn. 1, 8). Un gran numero de catélicos dicen que no cometen “pecados grandes”, sino sdlo ‘pecaditos’ y no est&n muy dispuestos a aceptar que son pecadores. Creen que somos pecadores séto cuando come- temos pecados; la realidad, en cambio, es la contraria: po- demos cometer y de hecho cometemos pecados porque somos pecadores, Decir: “no soy pecador” o “no soy tan pecador” es como creer: «no soy como los demas hombres»; y eso es fariseis- mo. De nuestro coraz6n puede salir lo peor, y si no ha sali- do atin es porque Dios nos ha librado de ello; pero no por €s0 somos mejores. Si no admites que eres pecador no por eso eres mejor; en cambio el admitir tu pecado te pone frente a la misericordia de Dios que te salva. Dios sdlo se deja encontrar por los pe- cadores; envié a su Hijo para salvarlos; pero no puede hacer nada por los que se creen justos. Fllos, sin decirlo, ‘no nece- sitan al Salvador’, consideran que se salvan solos; en cambio los santos se reconocen los més grandes pecadores, 22 t IV. La vida del hombre se nos presenta como una lucha EI hombre tiene que luchar por alcanzar su verdadera fe- licidad, que es Dios mismo, aunque El se nos da por pura gracia; la felicidad no es un simple regalo del que el hombre pueda gozar sin esfuerzo. Et pecado y su acicate, la concu- piscencia, siempre lo acechar4n para esclavizarlo y quitarle la verdadera felicidad. El pecado y la concupiscencia no pueden ser destruidos por el hombre: son superiores a él. San Pablo dice: «Bien sé yo que nada bueno habita en mf, es decir, en mi care (el hombre al natural, sin Dios); en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el re- alizrlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro ef mal que no quiero. Y, si hago fo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mf» (Rm.7,18-20). El hombre no ha perdido la libertad frente al pecado; aunque por si solo no pueda contra él, es libre para recha- zarlo. Para vencerlo necesita el auxilio de Dios. «No lo abandonaste al poder de la muerte», dice la Liturgia de la Eucaristia. «A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durard hasta el dltimo dfa se- gun dice el Sefior. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr fa unidad en sf mismo (G.S.37,2)» (CIC 409). Jesus vivid esa lucha, fue tentado; nos dié ejemplo, di- ciendo siempre «no» al pecado y «sf» a Dios, su Padre. Cada tentaci6n es una ocasién de acercamiento a Dios. V. Renuncia al Pecado Tienes fa tibertad para renunciar al pecado. No somos es- clavos del pecado, tu libertad no est4 sujeta al pecado. «Para ser libres nos libert6é Cristo. Mantenéos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de Ia esclavitud» 23 (Ga.5,1). Dios te pide tu rechazo al pecado. Con tu decisién y con tu cofianza en El, su poder te libera del pecado. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PIE PARA. ESCUCHAR LA PALABRA DE DICS. 1 Jn 3,8. 5.- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA. DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS: SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO IN- TERIOR LA PALABRA DE DiOs. 6.- COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SENOR CONTESTAREMOS. VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: 1.- 3£n qué formas se manifiesta el pecado en el mundo? 2.- sQué consecuencias ves que tenga el pecado personal para quien lo comete ? 3.- sQué consecuencias tiene el pecado para los demds y para la sociedad? 7.- ORACIGN COMUNITARIA HAREMOS _ENTRE TODOS UNA ORACIGN COMUNITARIA ALABANDO_ Y DANDO GRA- CIAS AL SENOR QUE NO NOS HA DEJADO EN LA MUERTE DEL PECADO. 24 8.- RESUMEN La realidad del pecado se extiende a todos los 4mbitos de la vida humana, personal y social. El hombre desde el principio de Ia historia se encuentra enfermo con una enfer- medad crénica y mortal, que adquiri6 en un acto libre al negarse a responder al Plan de Dios, y cayé en una situacién de desgracia, de condenacién, no querida por su Creador. Buscando salvarse a sf mismo, termina experimentando el vacio de Dios que produce frustracién, divisi6n e incapacidad de responder al sentido de la existencia con libertad y res- ponsabilidad. 9.- CANTO 10.- LEE, MEDITA Y ACTOA Con tu pecado has ofendido a Dios, no sélo has cometi- do un “error” o “has fallado”. Pide sincera y confiadamente perdén por tus pecados, Acércate al Sacramento de la recon- ciliacton y confiésate. Descubre diariamente en el periddico los pecados que dafian a la comunidad. Dia Le 15,11-31 Pardbola del padre amoroso y del hijo prédigo. Le 19,1-10 La salvacién de Zaqueo, Dia2 Gn 3,1-19 El primer pecado. 1Jn 1,6-10 Caminar en ta tuz. Dfa3 Rm7,14-25 La lucha interior del hombre. Rm 6,20-23 Los frutos del pecado y los de la justicia Dia4 Rm 3,23-31 Cémo nos llega el perdén del pecado, Jn 8,31-47 I pecado siempre es falsedad. Dia5 Lc 23,33-43 Jesds perdona al buen ladrén. Le 18,9-14 El fariseo y el publicano. Dia6 Sal 50 1 Jn 3,3-10 Dia7 Le 1,26-39 Ef 1,3-10 11.- MEMORIZA: Pon tu pecado ante Dios. La Misericordia de Dios, Marfa flena de gracia, limpia de pecado, Dios nos eligié para ser santos e inmaculados, “Asi fueran vuestros pecados como la grana, cual nieve blanquearan. Y asf fueran rojos como el carmesé, cual la lana quedardn” (Is 1,13). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “Donde abundé el pecado sobreabund6 Ia gracia” (Rm 5,20). 26 3. LA SALVACION ESTA EN JESUS OBJETIVO: Descubriremos Ja necesidad y el valor vi- tal que tiene nuestra Fe * en Jesucristo, *en el poder sanador de sus Nagas * y en su Resurreccién que nos libra de todo pecado. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1. La genie que cree en Jestis ypara qué acude ordinaria- mente a El? 2.- sSiente la gente que el pecado los hace esclavos y quiere liberarse de él? 3.- Cuando piensas en la salvacién que Jestis nos da, 3qué te imaginas? 3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN. VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL FINAL. HAREMOS COMENTARIOS. 27 I. El hombre siempre ha querido librarse del mal En esa busqueda el hombre ha inventado y experimenta- do muchos caminos para lograrlo; pero todos han sido inefi- caces y muchos de ellos son tan perversos, que lejos de salvarlo del mal, lo han hundido en él, A. Por la adivinacién el hombre ha querido tener poder para dominar las fuerzas naturales, la historia y los mismos hom- bres, pensando que con ello puede liberarse del mal. Por eso acude a la adivinacién, a los horéscopos, la astrologfa, la quiromancia, la interpretaci6n de presagios y de suertes, los fenémenos de visidn, el recurso a “mediums”. B. La magia. Hay muchas personas que se dedican a ‘expul- sar el mal de los hombres’, mediante ‘limpias’ y otras ‘artes mégicas’. Con esto quieren poner a su servicio ’fuerzas ocul- tas’ y tener poder sobrenatural sobre el préjimo. Ninguna de ellas da la verdadera salvacién que necesita el hombre. Mas atin, algunas sumen al hombre en una esclavitud peor, por- que causan verdaderos maleficios y esclavitudes al demo- nio. C. Con frecuencia el hombre pretende encontrar en la cien- cia y en Ia falsa ciencia la respuesta plena a sus males y pre- tende liberarse de ellos con los nuevos descubrimientos. Han puesto especial interés en algunas ciencias del hombre: la psicologfa, la parapsicologfa, la psiquiatria. Otros confian més en la sociologfa. Pero quienes piensan encontrar en las ciencias la salvacién plena del hombre hacen un mal servi- cio a la verdadera ciencia. Esta tiene su campo de estudio dentro del mundo natural y si se saliera de él dejarfa de ser ciencia. Algunos han inventado engafios que no son ciencia y pretenden dar al hombre la salvacién: la malamente Ilama- da metaffsica, la dianética, el control mental, etc. Da tristeza encontrar personas que, si por su instruccién deberfan tener mejores criterios, sin embargo dan fe a esas falsedades. D. Las ideologfas sociales 0 politicas. Han crefdo algunos que el cambio de politica o una nueva forma de organizar la vida social serfan el establecimiento de una nueva humani- dad. Han pensado también que la humanidad dejarfa de pa- 28 decer el mal con una mejor reparticién de la riqueza. Pero, aunque esos cambios siempre serdén necesarios para vivir mejor, nunca podrén dar la verdadera salvacién del hombre. E. Con estas iniciativas el hombre quiere, de alguna manera, suptantar a Dios y hacer ta salvacién sin Dios. En el fondo es el mismo viejo pecado, de indepedencia ante Dios, que ad- quiere una nueva forma: “yo me salvo del mal que me hice”. F. La peor forma de falsa salvacién, que incluso tiene apa- riencia de verdad, es la de negarse a aceptar el don gratui- to de Dios y querer “hacer algo por la propia salvacién”: estamos muy acostumbrados a ver que ‘todo cuesta’, que ‘nada es gratis’. «El hombre esconde en su coraz6n una até- vica tendencia, que es la de ‘pagar a Dios un rescate’. Pero «nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate» (Sal 49,8). Querer pagar a Dios su rescate, mediante los propios méritos es otra forma de la eterna tentaci6n de independizarse y ser aut6énomo ante Dios. Atin més, no sélo auténomo, sino in- cluso acreedor de Dios, pues «a uno que hace su trabajo, el salario no Ie vale como gratificacién, sino como algo debi- do» (Rm 4,4). Ahora bien, «sQuién le ha prestado (a Dios) para que El le devuelva?» (Rm 11,35) (R.Cantalamesa. La vida en el Sefiorfo de Cristo, p. 64). Il. Jesus es la salvacién del hombre: nos salvamos uniéndonos a Jests A. «No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos» (Hch 4,12). EI Padre ha enviado a Jesucristo sélo por amor a los hom- bres. El nos revela, nos descubre, con sus palabras y sus ac- ciones quién y cémo es el Padre y cual es Su voluntad. «El tiempo se ha cumplido y el Reina de Dios est4 cerca; con- vertios y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). El Reino de Dios es fa salvacién, es la justificacién del hombre, que la iniciativa de Dios quiere regalar al hombre. «Ef Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10). «E! Hijo de Dios se manifesté para deshacer las obras del diablo» (1Jn 3, 8). «fests iba a morir por la na- 29 ci6n, y no sélo por la nacién, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos» (In 11, 52). B. Muriendo Jestis dié muerte al poder del pecado; resucit6 y con su poder destruy6 nuestra muerte. En adelante sélo quedan como esclavos del pecado y de la muerte quienes li- bremente se ponen bajo su yugo; pero todos los que quieren ser liberados lo logran creyendo en Jestis y en su poder. C. Al resucitar a la vida nueva, Jestis destruy6 para siempre el poder que sobre el hombre tenfan la muerte y el pecado, EI poder de fa Resurreccién de Jestis supera cualquier poder humano y diabélico. El Sefior-de-la-Muerte ha quedado ven- cido; no puede nada en contra del hombre. El pecado y el diablo sdlo tienen poder sobre el hombre que elige pertenecer- le _a ellos. Nuestra unién a Cristo es unién a Cristo resucitado: «Fuimos con él sepultados por el bautismo en la muerte, a tin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre fos muertos por medio de Ia gloria del Padre, asf también noso- tros vivamos una vida nueva» (Rm 6,4). “ Ill. Es necesario que el hombre, para salvarse, acepte a Jesis A. «La obra de Dios es que credis en quien El ha enviado» (in 6,29). La salvacién se hace creyendo en el poder de Je- sis: es lo nico que nos salva y nada nos cuesta, San Bernar- do dice: «Por mi parte lo que no puedo obtener por mi mismo, me lo apropio (jrobo!) con confianza del costado traspasado del Sefior, porque estd fleno de misericordia. Si las misericordias del Sefior son muchas (Sal 119,156), también yo tendré méritos en abundancia. ;Qué hay, entonces, de mi jus- ticia?. |Oh, Sefior!, recordaré sélo tu justicia. Pues esa es tam- bién la mia, siendo td para mi la justicia de parte de Dios». B. Jesds mismo es nuestra salvacién:«...Cristo Jestis, al cual hizo Dios para nosotros sabidurfa de origen divino, justicia, santificacion y redenci6n, afin de que, como dice la Escritu- ra: El que se glorfe, glorfese en el Sefior» (1Cor 1,30). Ast como el pecado fue la independencia de Dios, asf la salva- ci6n tiene que ser la relacién de aceptacién y dependencia frente a Jestis. . 30 C. ;$é audaz!. Ponte totalmente en las manos de Jestis, entré- gale todos tus pecados y toda tu pecaminosidad; deja que Dios te libere de tus pecados y te dé su justicia; «7G me cu- rards, me dards la vida. Entonces mi amargura se trocard én biénéstar, pues td preservaste mi alma de la fosa de la nada, “porque te echaste.a la espalda todos mis pecadosy (Is 38,16- 17). El lugar apropiado para nuestros pecados es Jestis, no nuestra pequefia y débil conciencia. «Por medio de la fe no- sotros enaltecemos la lucha de Cristo, admiramos su victo- ria, honramos su trofeo que es la cruz, y a él, valeroso, mostramos amor vehemente e inefable; hacemos nuestras aquellas heridas y aquella muerte» (S. Juan Crisdstomo). IV, La prdctica de la fe en Cristo libera del pecado A. La salvacién que Cristo nos da es para ser vivida en un continuo “hoy”: «Dice él: En el tiempo favorable te escuché y en el dfa de salvacién te ayudé. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el dfa de salvaci6n» (2Cor 6,2). La fe es para ejercitarse durante esta vida; después no hay tiempo para la fe. Nuestra fe es necesaria para la salvacién. B. La vida del cristiano es una vida de fe. En el Evangelio «se revela Ia justicia de Dios, {la salvacién) de fe en fe, como dice la Escritura: El justo vivird por la fe» (Rm 1,17). Cada momento de la vida es un. momento propicio para la salva- Gidn en el que hay que ejercitar la fe. Cada momento se nos @a-para: dar ui’ paso en la fe. De fe en‘fe, de acto de fe en acto de fe, se hace la vida del que est4 siendo salvado, hasta llegar al finatde-su vida a la salvaci6n plena. : C. La prdctica de la fe se hace dando pasos en la fe. Dar un paso en la fe significa: 1.- Estar en una circunstancia concreta y en ella buscar la Salvacién que Dios quiere hacer. (Toda circunstancia es buena ocasién para ejercitar la fe. En toda circunstancia necesitamos la salvacién de Dios). 2.- Reconocer que uno no es capaz de hacer la salvacién necesaria para esa circunstancia. (En cualquier circuns- tancia somos incapaces de hacer la salvacién por nues- tras propias fuerzas). 31 3.- Pedir en esa circunstancia, con la confianza mds grande que podamos, la salvacién que Dios quiere dar gratuita- mente. 4.- Aceptar agradecidos esa salvacién que Dios da, aunque no se vea ni se sienta. Dios siempre escucha nuestra ora- cién y nos da la salvaci6n que E! ansfa darnos. 5.- Poner en acto la salvaci6n que Dios nos ha dado. La gra- cia que Dios nos da debe ponerse a obrar para que la salvaci6n se manifieste en nuestra vida. 6.- Conocer a Dios en esa salvacién y alabarlo por su don. A Dios lo conocemos cuando experimentamos la salva- cién misericordiosa que nos concede lleno de amor. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS. Mc 4,35-41 y Le 4,18-19. 5.- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS SILENCIO DU- RANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 6.- COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEfIOR CONESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES: PREGUNTAS: 1.- 3A qué nos exponemos cuando vivimos sin recurrir a Je- sts? 2.- 3En qué ocasiones y con qué frecuencia buscas la salva- cién de Jestis? 3.- 3Qué te dice la Palabra de Dios que acabamos de leer? 7.- ORACION COMUNITARIA HAREMOS [ENTRE TODOS . UNA ORACION COMUNITARIA ALABANDO_Y DANDO GRA- CIAS AL SENOR QUE NOS HA RESCATADO DEL PECADO. 8.- RESUMEN Jestis, el enviado del Padre, nos descubre el rostro miseri- cordioso de Dios. El es la expresi6n de su amor a los hom- bres; vino a flenar fos vacfos del corazén humano con la Salvacién de Dios y al mismo tiempo a poner fin al reinado del pecado. . _ Jestis salva a todos los hombres por su muerte de cruz y destruye el poder de la muerte por su resurrecci6n. La Salvaci6n es un don de Dios, Jestis pagé el precio por nuestra Redenci6n con su propia Sangre. Pero al hombre le corresponde acep- lar y apropiarse del don de Dios mediante !a acogida perso- nal de jestis por la fe. 9.- CANTO 10.- LEE, MEDITA Y ACTOA Diai Lc 19,1-3 Ten el deseo de conocer a Jestis. Mt 1,21-23 ta misién de Jests. Dia2 Lc 4,18-19 Acepta la liberacién que Jesus te ofrece. Mc 1,40-45 La curacién de un leproso. Dia3 Mc 4,35-41 Pon tu cenfianza en Jestis, no quedards defraudado, Jn 6,39-40 La voluntad de Dios. Dia4 Jn14,6 Escucha lo que te dice Jestis. Ef 2,4-8 La Salvacién que da Jestis. Dia5 Jn 15,1-7 Jn 6,54-57 Dia6 Col 2,12-15 Hb 9,14 Dia7 Jn 19,25-27 Le 2, 33-35 11.- MEMORIZA: Unete a Jestis, es una exigencia. Cémo adquirir la vida eterna. Aprépiate de lo que Jestis ha hecho por ti. El valor de la Redencién en Cristo. Unete a Marfa junto a la cruz de Jests. El sufrimiento de la Madre. “He venido para que tengan vida y la tengan en abun- dancia” (Jn 10,10). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “Sé en quien tengo puesta mi fe” (2Tim 1, 12). 34 4. LA CONVERSION OBJETIVO: Obtendremos una nocién de la Conver- sién, la viviremos, confesando nuestros pecados ante un Sacerdote y recibiendo de él ef perd6n sacramental. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1.- Qué hace la gente para librarse del pecado? 2.- sConoces a alguien que haya mejorado completamente su vida? 3.- 3El ser humano es capaz de cambiar y superarse? Si - No, 3Cémo? 3,- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL FI- NAL HAREMOS COMENTA- RICS. 35 I, Varias reacciones ante la realidad del pecado en nuestras vidas Hay muchas reacciones equivocadas frente al propio pe- cado, casi todas ellas proceden de una buena intencién, pero no son como Dios las quiere y pide. —Las excusas y el descargar la culpa en otros. Esta es la re- accién de quienes quisieran presentarse ante Dios siem- pre ‘con la frente alta’, con la conciencia limpia y tranquila; pero como su realidad es otra, manejan excusas ante Dios, cuJpan a otros. Es la reaccién de nuestros pri- meros padres. —La reprobacién de si mismo y los sentimientos de culpa. El que ha pecado siente disgusto de no haber Ilegado a lo que debia llegar; se detesta a sf mismo por no ser confor- me al deber que tenia que cumplir o al modelo que se ha- bia propuesto. Admira a los que cumplen y alcanzan lo que se han propuesto y hacen todo lo que Dios les pide. En el fondo piensa: “ellos s{ estan cerca de Dios, ellos si son queridos por Dios”. Siente miedo ante Dios, pide per- d6n angustiado y propone hacer mds esfuerzos para llegar a la normalidad de los que ‘son gratos a Dios’. EI confiar totalmente en sus propias fuerzas. Esta reac- cién es la de la gente que dice: pequé, pido perdén y no volveré a pecar. Pero ésta no es la solucién que Dios quiere: no estar cometiendo pecados, no siempre significa estar bien ante Dios; puede haber un grave alejamiento de Dios detrds de la seguridad que da el no tener pecado. El alejamiento de esas personas consiste en tener puesta la confianza en la propia conducta y no en la misericordia de Dios. —El tener una falsa o mal entendida confianza en Dios. Esta es la reacci6n de Jos que consideran que los pecados no tienen tanta importancia, que Dios no se fija, o que en Gl- timo caso El es tan bueno y quiere tanto a sus hijos, que todo lo perdona; y hasta ponen el ejemplo del hijo prédi- go. Pero en esta interpretaci6n hay una gran falsedad: La pardbola nos dice que el padre perdona y acoge amoro- 36 samente a su hijo arrepentido que llega reconociéndose indigno de ser su_ hijo; no a un hijo cinico que se hubiera presentado diciendo “ya despilfarré todo lo que me diste, pero como eres tan bueno, ya regresé para no pasar penas por all&”. —El fatalismo. Esta actitud es del que ha cafdo y se da cuen- ta de que poco o nada puede contra el pecado y se resi; na a convivir con el pecado. Es el que dice a los dem: “As{ soy, agudntenme como soy”. Cuando mejor reaccio- na piensa que a pesar de todos sus esfuerzos, sélo podra mejorar muy poco; pero est4é convencio de que nada puede contra el pecado y que nada podré librarlo de él. En el fondo de todas esas reacciones hay estas ideas falsas: = Dios sdélo acepta a los que se portan bien, a los que cum- plen su ley, a los que le dan gusto con su buena conducta. a Agradar a Dios sélo depende de nuestros esfuerzos por cumplir sus mandamientos, Asi la vida del pecador se re- duce a reconocer su pecado, pedir perdén, aceptar el cas- tigo y seguir adelante haciendo esfuerzos por ‘contentar’ a Dios con sus obras La salvacion es sdlo obra de la gracia y de la misericordia de Dios, un derecho de todo hijo de Dios; nada tiene que hacer el hombre para recibir la salvaci6n. Por el simple he- cho de ser hijo de Dios tengo derecho a que me perdone todo lo que haga. 2A Dios le agradan las obras, no nuestros buenos deseos: “obras son amores y no buenas razones”. Si no tienes fuerzas para agradar a Dios debes resignarte a seguir asf toda la vida y esperar que al fin de tu vida ‘Dios te agarre confesado’. Ademis, a la realidad del pecado se pretende dar estas falsas soluciones: A. Decir que el pecado es un invento de los curas, que no existe, Igualmente, el mundo quiere ignorar el pecado prac- ticando la permisividad. La permisividad consiste en permi- tirse realizar algunas acciones que no son un pecado muy grave, pero van quitando progresivamente importancia a! pe- cado y acallan y embotan la conciencia. Todo esto impide 37 que en el corazén del hombre se abra la bella flor de la con- version. B. La falsa humildad, de quienes se abajan, se vituperan, 0 falsa y exageradamente se dicen a sf mismos indignos, aun- que lo que buscan es que se les dé un aprecio que no han sentido. En el fondo se trata de un orgullo enmascarado, Es una expresi6n de un vago sentimiento de culpa que encade- na al coraz6n y lo paraliza, lo hace esquivar el momento de la verdad que permite conocer el propio pecado. IL Lo que Dios pide de nosotros es la Conversion Las reacciones anteriores no son evangélicas; son mds bien naturales, y algunas hasta Paganas. La Palabra de Dios, en cambio, nos ensefia que: —Dios envi6é a su Hijo para buscar a los pecadores, no a los justos. ;Dios busca pecadores! —lLa voluntad de Dios es que creamos en Jesucristo que vino a salvamnos del pecado con su muerte y con su resu- treccién. —AI pecador le pide que se convierta y ame mucho, A. Convertirse es ante todo reconocerse pecador que ha ofendido a Dios. Los que se creen justos no pueden facil- mente convertirse. Por eso Jesucristo nos dice; «los publica- nos y fas rameras Ilegan antes que vosotros al Reino de Dios» (Mt. 21, 31). Ellos no tienen dificultad en admitir que son pecadores porque sus pecados son evidentes. B. Convertirse es cambiar la direcci6n de nuestra vida hacia Dios, aparténdola de la direccién que pide el pecado. Cada pecado marca una direccién: busca cosas y personas, que no son Dios, como si fueran mds importantes que Dios. «La penitencia interior es una reorientaci6n radical de toda la vida, un retorno, una conversion a Dios con todo nuestro coraz6n, una ruptura con el pecado, una aversién del mal, com repugnancia hacia las malas acciones que hemos come- tido. Al mismo tiempo comprende el deseo y la resolucién de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divi- na y la conflanza en la ayuda de su gracia. Esta conversion 38 del corazén va acompafiada de dolor y tristeza saludables que los Padres lamaron ‘animi cruciatus’ (afliccién del espi- ritu), “compunctio cordis” (arrepentimiento del coraz6n). Con- vertirse es corregir esta direccién de nuestra vida y de cada uno de nuestros actos» (CIC 1431). Una palabra hermosa de los antiguos mexicanos, yolme- lahualiztli, significa la “accién de enderezar los corazones” y asf expresa bien lo que es la conversi6n. C. Convertirse es poner nuestra pecaminosidad ante Dios, con sinceridad y sencillez, sabiendo que nuestra situacién no es motivo para que Ef nos rechace; por el contrario, nos busca con amor para que, si lo aceptamos, EI nos cambie el corazon, del cual sale todo pecado. Dice un poeta: Yo contigo, Sefior, herido y ciego; td conmigo, Sefior, enfebrecido, el aire quieto, el coraz6n en fuego. Y en didlogo sediento y torturado se encontrarén en un solo latido, cara a cara, tu amor y mi pecado. No hay experiencia mds dulce en la vida que el encuentro con la misericordia de Dios; y la misericordia de Dios la en- contramos cuando nos presentamos ante £1 como pecadores. D. «La conversién es una lucha con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Sefior no cesa de Ilamamos» (CIC 1426). «Es el movimiento de un ‘corazén contrito’ (Sal. 51, 19), atrafdo y movido por la gracia (Cfr.Jn. 6,44; 12, 32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha ama- do pringero (Cfr. Jn.4,10)» (CIC 1428). E. La contricién, la compuncién del coraz6n y la aflicci6n de espfritu nada tienen que ver con un malsano complejo de culpa. Contricién signfica literalmente ‘la accién de hacer pedazos’ y se refiere a deshacer todo lo que en el coraz6n 39 cubre la imagen de Dios que hay en nosotros; compuncién, slenitica, también literalmente, hacer una puncién para que salga el mal, no para destruir. La afliccién del corazén es el dolor amoroso de quien ha ofendido a quien le ama. . Ill. Las consecuencias de la Conversién A. Se rompe el dique del pecado y Dios irrumpe con fa vio- lencia de su amor sobre nosotros. «La ira de Dios se encien- de contra toda iniquidads (Cfr. Rm 1,18). Cuando el pecado esclaviza al hombre, la Unica creatura sobre la tierra a la que Dios ama por sf misma, El no puede menos de encolerizarse. Pero la ira de Dios se convierte en «fuego devoradors: «Yahvé, tu Dios, es un fuego devorador, un Dios celoso» (Dt 4,24), el fuego del amor de Dios que quiere rescatar al que ama. B. Se experimenta la misericordia de Dios que anda tras el Pecador con el amor de quien ha sido abandonado: «tanto amé Dios al mundo que dié a su Hijo Unico, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para conde- nar al mundo, sino para que el mundo se salve por El» (Jn 3,16-17). El conocimiento de Dios no se logra por la com- prensién de ideas hermosas, sino principalmente por la ex- periencia de su misericordia. C. Se vive la renovacién del hombre interior «La primera obra de la gracia del Esptritu Santo es la conversion, que obra la justificacién segun el anuncio de Jess al cormienzo del Evangelio: “Convertios porque el Reino de los cielos est& cerca” (Mt 4,17). Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo asf el perdén y la Justicia de lo alto. “La justificacién entrafia, por tanto, ef pedia de los pecados, la santificacién y la renovacién del jombre interior” (C. de Trento)» (CIC 1989). D. Se nos concede la alegfa de obedecer la voluntad de Dios. «La justificacién es, al mismo tiempo, acogida de la justicia de Dios por la fe en Jesucristo. (a justicia designa aqut la rectitud del amor divino. Con Ia justificacion son di- fundidas en nuestros corazones la fe, la esperanza y fa cari- dad, y nos es concedida la obediencia a la voluntad divina» (CIC 1991). 40 La misericordia es “coraz6n-para-la-miseria” y esto es propio de Dios. La Gnica manera como Dios puede encon- trarse con el hombre, que es pecador, es la misericordia. Esta es la experiencia mds profunda de realizacién humana, es la experiencia que todos necesitamos y que Dios quiere que todos los hombres tengamos y que, una vez que la he- mos experimentado, queremos experimentar siempre. 4. ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOs. Le 15,11-32. 5.- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS SILENCIO DU- RANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 6.- COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEMOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: 1.- 3Cémo recibi6 el padre a su hijo que habfa vivido mal? 2.- Qué actitudes personales nos impiden llegar a la verda- dera conversi6n? 7.- ORACION COMUNITARIA HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACION COMUNITARIA ALA- BANDO Y DANDO GRACIAS AL SENOR QUE NOS LLAMA AL ENCUENTRO FELIZ CON EL. 41 8.- RESUMEN El hombre en busca de la felicidad elige soluciones que lo han Ilevado a torcer su corazén, desfigurar su rostro y condenarse a sf mismo. Los sentimientos de culpabilidad y el conformismo con su propio pecado desfiguran el sentido de su vida y lo incapacitan para conocer la voluntad de Dios. Pero Dios no abandona la obra de sus manos, sino que se acerca al hombre para hacerle la invitacién gozosa de la conversién; ésta es obra de Dios, abarca un proceso que se inicia con la entrada de Dios en la vida del hombre y dura toda la vida. La conversién es una re-orientacion de la vida, dirigir el camino de nuestra vida rumbo a Dios; implica el dolor de haber ofendido a quien nos ama como nadie mas en el mundo. La conversién es la experiencia mds gozosa que puede tener ef pecador y que Dios quiere darnos a todos. 9.- CANTO 10.- LEE, MEDITA Y ACTOA Dia1 £z 33,10-11 Dios no quiere el mal para el pecador. Ez 36, 24- 28 Dios nos limpia; nos toca aceptar la salvaci6n. Dia2 Is 1,1620 Dios nos purifica del mal que hayamos hecho. Le 5,29-32 Jesus no se avergiienza de estar con pecadores. Dia3 Mc 1,15; Lc.3,2-6 Jestis y Juan Bautista predicaron la conversi6n. Mc 10,46-52 Dios te da la conversién como da la vista al ciego. Dia4 ji 2,13-14 La conversi6n consiste en volver el coraz6n a Dios. * az Heh 2,37- 41 Dia5 Os 2,422 St 4, 4-10 Dia6 Lc 19,1-10 In 1,8-2,2 Dia7 1)n3,1-10 Ap 3,14-22 11.- MEMORIZA Pedro responde a los de ‘corazén compungido’. Dios: un esposo que perdona a su esposa infiel. La verdadera humildad de pecador ante Dios. La visita de Jestis a Zaqueo le trae la salvaci6n. EI perd6n es para los que se confiesan pecadores. La presencia de Dios nos aleja del pecado. Seriedad y felicidad de la conversién. ‘Nenid a mi los que estdis fatigados y sobrecargados y Yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mi que soy manso y humilde de coraz6n” (Mt 1,28-29). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE “Haznos volver a ti, Sefior, y volveremos” (Lam 6, 27). 4B 5. LA VIDA DE LA FE OBJETIVO: Viviremos la Fe que nos mueve a Compro- melernos, que nos permite conocer el amor y la misericordia de Dios y nos salva. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUN- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVI- MOS AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1.- 2A cual persona, durante tu infancia, le tenfas mucha fe y por qué? 2.- Comenta algtin momento de tu vida en que hayas senti- do que perdfas la fe en las personas. 3.- ;3£n algun momento de tu vida has sentido que tuviste mucha fe en Dios? s;Cudndo? 3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL Fl- NAL HAREMOMS COMENTA- RIOS. 1. Las falsas maneras de entender y vivir la fe A. La fe entendida como creencia. Hay personas que acep- tan todo lo que les propone la Iglesia como verdades de fe; 45 tienen la idea de que ‘basta con aceptar esas verdades para salvarse’. Aceptan esas verdades como cosas teéricas que poco tienen que ver con la vida, no les significa ningdn com- promiso. De la misma manera hacen los que creen que hay “basura espacial” (restos de satélites que giran en el espacio), que no han visto jams, pero que tampoco les preocupa por- que saben que no les caer4 en la cabeza. B. La fe entendida como accién. Abundan las magnificas personas que verdaderamente aceptan la vida de Dios. Ellas quieren vivir la vida de Dios; pero ante todo piensan que esta consiste en hacer obras, no que las obras vienen de la fe. Consiguientemente, para ellas la fe no puede ser la vida misma, es sdlo una luz. C. La fe entendida como ideologia. Otros aceptan Ia Palabra de Dios, pero la interpretan a su modo y de manera que apoye sus preferencias en la vida. Asf encontramos a gentes de tendencias politicas de derechas y a otras de izquierdas que aceptan la fe porque piensan que apoya sus preferencias politicas; otros pretenden encontrar en la fe la justificacién de sus ideas 0 teorfas econémicas y sociales preferidas, o simplemente sus gustos egofstas. También en este grupo se encuentran las personas que quieren que la fe les ayude a conservar costumbres que han tenido, que son buenas; pero que son sélo modos culturales © estilos de vida, no son parte de la fe. Es el caso del uso del velo de las mujeres en los templos, el uso del latin en las misas. D. La fe como obediencia a la Jerarquia. Para otros la fe consiste en obedecer ciegamente a la Jerarqufa de la Iglesia. Buscan una especie de seguridad que les permita tener la paz y la seguridad de ‘estar en lo correcto’; y, como tienen la seguridad de que la Jerarquia ensefia la verdad, encuentran la paz en la ensefianza de la Jerarqufa y no se preocupan de mas. Les basta con aceptar las ensefianzas, aunque no las entiendan ni las practiquen, y creen Que con eso ‘se salvaran’. II. La fe que salva EI Papa Pablo VI hizo una distincién importante entre la fe objetiva y la fe subjetiva. La fe objetiva son las verdades 46 de la fe. La fe subjetiva es la fe con la que cada persona aco- ge esas verdades de la fe. Las verdades de la fe, por si solas, no salvan. Puede uno afirmar que son verdad sin que esa verdad Ilegue a hacerse parte de la vida. En cambio una fe que hace viva y real cada una de las verdades de la fe es la que efectivamente mueve a la persona, le hace tener una relacién y un compromiso real con Dios en quien cree; esta fe le pone cerca y presente a Dios, le hace percibir la realidad de su amor, de su miseri- cordia y de su ternura, le permite conocer su voluntad y le da la verdadera seguridad en su relacién con El. En esta fe estd la salvaciOn. Para vivir esta fe se nos da la vida presente; esta fe nos la regala Dios con el bautismo y nos pide que la ejercitemos cada dfa. Abraham tenfa 75 afios cuando Dios le prometié que de él harfa una nacién grande. Pero no tenfa hijos y su esposa era estéril y anciana. Unos afios después, le prometié que tendria un hijo y que lo harfa padre de una multitud incon- table como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Du- rante 25 afios Abraham nunca dudé de la promesa de Dios y sigui6 esperando hasta que Ileg6 el momento en que su hijo nacié, «Creyé Abraham en Dios y le fue reputado como jus- ticia» (Gn 15,6). Esa fe en que Dios le habrfa de cumplir su promesa fue lo que Io hizo justo y nuestro padre en la fe. La fe que salva hace que nos apropiemos la salvaci6n que da Jests (ver Mt 9,22). La salvaci6n ya la hizo Jestis con su muerte y su Resurreccién; pero cada uno de nosotros ne- cesita hacerla propia, aplicarla a su vida. El que le cree a Dios cree también la ‘verdad’ de la salvacién, cree también que necesita salvacién; pero no se conforma con ‘saber que hay salvacién y que la necesita’, sino que busca obtenerla, alcanzarla y hacerla real en su propia vida. El que le cree a Dios no puede quedarse cargande, du- rante toda la vida, la esclavitud de un pecado que lo domina y no puede vencer; tampoco podré quedarse tranquilo en la mediocridad de una vida que no produce frutos de santidad; de igual manera, no se quedar4 inactivo ante las necesida- des de los hombres en el mundo con el pretexto de que esas cosas superan su propia capacidad. La fe nos lleva a realizar 47 lo que nos es imposible. «Todo es posible para el que cree» nos dice Jestis (Mt 9,23). «La fe es la garantfa de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. Por ella fueron alabados nuestros mayores» (Hb 11,1). La fe aplica la salvaci6n a la propia vida en cada circunstancia. La fe nos permite caminar y re- alizar cosas impensables para fas fuerzas y posibilidades que el hombre tiene dejado a sus propias fuerzas. Las obras que més han beneficiado al hombre han sido hechas por la fe en Dios: la Encarnacion, la Iglesia, el Sacerdocio. Para el cristiano todo es posible: «En esto estd la confian- za que tenemos en El: en que si le pedimos algo segdn su voluntad, nos escucha. Y si sabemas que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido» (1Jn 5,14-15). «Fijaos en aquel (Jess) que soporté tal contradiccién de parte de los pecadores, para que no desfallezcais faltos de 4nimo. No habéis resistido to- davfa hasta llegar a la sangre en vuestra lucha contra el pe- cado» (Hb 11,23-12,1-4). Actitud cristiana bdsica es confiar siempre en Dios en to- das las circunstancias de la vida. El cristiano esta siempre lleno de 4nimo y de la fuerza de Dios para librarse del peca- do y para realizar todas las obras que Dios quiere realizar, aunque parezcan diffciles. Si Dios lo quiere es posible, con su poder y nuestra decisién. Ill. Cémo aplicar la salvaci6n a la propia vida segan la fe A. La fe nose nos da como se nos regala una cosa ya ter- minada y perfecta, sino que, como las facultades humanas, © como las herramientas, la fe es para ursarse. Ast como la inteligencia y la voluntad se desarrollan usAndolas, también la fe crece con el ejercicio. Y asf como las facultades se ejer- citan en cosas pequefias, paso a paso y no puede darse un paso superior sin haberse dado el paso inferior, asi la fe ne- cesita que el hombre vaya ejercitando |a fe, paso a paso, hasta que Ilegue a su madurez. San Pablo les dice a los Romanos que «el Evangelio es una fuerza de Dios para la salvacién de todo el que cree ... Porque en él se revela Ia justicia de Dios de fe en fe, como dice Ia Escritura: ef justo vivird por la fe» (Rm 1,16-17). La salvacién se nos da “de fe en fe”, dando pasos en la fe; la vida del justo se hace dando pasos en la fe. Por la fe Dios quiere de nosotros especialmente dos co- sas: que nos liberemos del pecado y que realicemos obras en favor de la humanidad, aunque parezcan dificiles o im- posibles. La fe que Dios quiere que vivamos (Hb 11), es la que aplica la salvaci6n a la propia vida, es la que nos relaciona con el verdadero Dios, es la fe que salva, la que hace justos (es decir santos) y la que realiza maravillas que superan las capacidades de los hombres. Por nuestra fe Dios quiere realizar mucho bien a la hu- manidad; tenemos que ser los canales por los que Ileguen esas gracias a los hombres. Una actitud cristiana basica, ne- cesaria para que el hombre pueda ser llamado cristiano, es la de vivir siempre confiado en Dios y dispuesto a realizar todo lo que El quiere, sin importar lo imposible que pueda ser para nuestras fuerzas humanas. B. Dar un paso en la fe es aplicar, en una circunstancia dada, la salvacién de Dios Para dar un paso en la fe haz lo que sigue: 1) Toma conciencia de fa circunstancia en que estds. Cada circunstancia es un momento en que Dios quiere darie la salvaci6n. Con mucha frecuencia {a salvacién no coincide con nuestros buenos pensamientos, ni con nuestros gustos, ni con lo que consideramos que es bueno para nosotros: «No son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni mis cami- nos vuestros caminos» (Is 55, 8). Trata-en cada circunstancia de descubrir la salvaci6n que Dios quiere hacer. Vive bus- cando la salvacién que Dios quiere para tf, para los demas y para la sociedad. 2) En esa circunstancia reconoce que no eres capaz de realizar la salvaci6n que te es necesaria. La salvaci6n no es dar solucién a un problema, es mds bien hacer a Dios pre- sente en esa circunstancia, dejar que Dios acttie en nuestra 49 persona y en la de fos dem&s en ese momento. Eso siempre sera una obra divina. Nosotros podemos, sin ayuda de Dios, resolver un problema, dar un cambio a {as cosas, pero no dar fa salvaci6n, ni cambiar los corazones. 3) Pide enseguida, con plena confianza, ta salvacién que has visto que Dios quiere dar a todos gratuitamente. Ora confiadamente, absolutamente seguro de que has pedido a Dios lo que es Su voluntad. Pero esta confianza te debe lle- var a estar plenamente seguro de que Dios te da lo que le has pedido. «Todo cuanto piddis en la oracién, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis» (Mc 11,24). No dudar de Dios es la sana relacién con Dios; dudar de Dios es ofender- lo, al modo como ofendemos a los demas cuando no les da- mos confianza. 4) Una vez que has pedido la salvacién con plena con- fianza, acepta esa salvacién con fe y con agradecimiento. La salvacién no se siente ni se oye, se cree. No tienes que ‘sentir’ la gracia, la fuerza, la salyaci6n, para estar seguro de que has recibido jo que has pedido. La salvaci6n siempre es gracia y es para ponerse en practica, no es necesariamente algo sensible. La tenemos cuando la hemos pedido con fe. Dios es bueno, nos oye y quiere salvarnos, No dudes nunca de Dios, duda mas bien de tu falta de fe, ~~ 5) Recibida la gracia de la salvacién para esa circunstan- cia que est4s viviendo, ponla en acto para apropiarte de he- cho de esa salvacién que Dios te est4 dando. La fe siempre es “operante”. La fe no consiste en las obras, pero siempre realiza obras, las obras de la fe, que proceden de la fe. Cuando con las obras que no son de la fe pretendemos ha- cer ‘nuestra salvaci6n por nuestra cuenta’. Esas obras echan fuera a Dios y no se distinguen en nada de fas acciones de Jos que no creen en Dios. 6) Termina tu acto de fe con el conocimiente de Dios. A Dios s6lo lo conocerds por {a fe; conocer a Dios es tener tra- to con El. Las ideas acerca de Dios y las ensefianzas doctri- nales sdlo te ayudan a saber acerca de Dios y te ayudan a encontrar el camino para tratar a Dios; te ayudan a acercarte a Dios, pero el trato con Dios td lo tienes que hacer. Las obras de salvacién que &t realiza en tu vida son las que te 50 ponen en contacto con Dios y te permiten “tratarlo”. 'Cono- cer’, en la Sagrada Escritura equivale a ‘experimentar’; «Yo te conocfa sélo de ofdas, mas ahora te han visto mis ojos», dijo Job lb 42,3) después de haber experimentado la accién de Dios en su vida. jSon tan preciosos los momentos en que descubrimos a Dios y conocemos cémo nos ha tratado en cada circunstancia! Vivir dando continuamente pasos en la fe es el modo de vivir del cristiano. Asf, esta vida en la tierra se convierte en un camino que nos va llevando a Dios, que da sentido a todo lo que hacemos, que le da grandeza a cada una de nuestras acciones, atin a las més pequefias y menos impor- tantes. Vale la pena que cambies de vida y que estés conti- nuamente dando pasos en la fe. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE Dios. Hb 11,1-40, 5.- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINU- TOS PARA ACOGER EN NUES- TRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 6,- COMPARAR NUESTRA RELIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEAOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS. 1.- »C5mo podemos aumentar nuestra fe? 2.- Creyentes son los hombres y mujeres que tienen fe. ;Como deben vivir los creyentes? 51 7 3. ;Qué te dice el Sefior en Jas citas bfblicas? 4.- ;Cudles manifestaciones de Dios vas descubriendo en tu vida? 7.- ORACION COMUNITARIA HAREMOS _ENTRE TODOS UNA ORACION COMUNITARIA ALABANDO Y DANDO GRA- CIAS AL SENOR QUE NOS TRANSFORMA CON EL DON DE LA FE. 8.- RESUMEN Las falsas concepciones y las reducciones de la te han llevado a muchos a privarse de la experiencia de Dios y a la pérdida del sentido de ta existencia misma. La fe es el don de Dios por el que los cristianos nos apropiamos de los fru- tos de la Redencién de Cristo. Por la fe realizamos tas obras que Dios nos ha asignado y paulatinamente nos vamos Ilenando de {a salvacién de Dios, La fe verdadera es el Poder y la Vida de Dios que actia en el coraz6n de los cristianos y se maifiesta con actos con- cretos que corresponden al pensar y sentir de Jos hijos de Dios. 9.- CANTO 10.- APLICACION PERSONAL Dia1 1 Jn 5,14-15 Dios quiere que le pidas segtin su voluntad. Jn 6, 28. 29 Descubre la voluntad de Dios. Dfa2 Jn 4,46-53 Jests quiere que creas lo que El te ice. Jn 5,39-47 Jestis pide nuestra fe para salvarnos, Dia3 Lc 18, 35-43 El ciego de Jericé. Mc 16, 16-18 Las manifestaciones de la fe. 52 Dia4 Le 19,1-10 Mt 9,18-26 Dia5 2 Cor 4,7-18 Ef 2, 8-10 Dia6 Hch 2,37-42 jn 15,15 Dia7 ic1,45 Jn 2, 1-12 11.- MEMORIZA: Créele a Jestis como hizo Zaqueo, Que Dios te haga escuchar: “tu fe te ha salvado”. La salvacién de Dios no coincide con nuestros gustos. Las obras de la fe que Dios quiere que produzcamos. Celebra_y vive tu fe con alegria. Ja gratuita elecci6n divina. Marfa, la Mujer de fe, modelo de todo creyente. Marfa cree en su Hijo. “La voluntad del Padre es que todo aquel que ve a Jestis y crea en £ tenga vida eterna” (in. 6, 40). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “La obra de Dios es que credis en quien él ha enviado” Un 6, 29). 6. EL SENORIO DE JESUS OBJETIVO: Nos decidirenos a _entregarnos total y sin- ceramente en todos y cada uno de los mo- mentos de nuestra vida al Sefior Jesucristo, para vivir con alegria y gozo nuestra deci- sién de hacer su voluntad. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1.- ;Qué significa la frase: “Es todo un sefior o es toda una sefiora’? 2.- sQuién es Jestis para tl? 3.- 3Has reconocido alguna vez que Jestis es el Sefior de tu vida? Coméntalo. 3- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA JNO DE NOSOTROS LEERA EN _VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL FINAL HAREMOS COMENTARIOS. I. El hombre existe para entregarse 1.- El hombre, con su voluntad, se adhiere a ‘algo’ o a al- guien’. La voluntad del hombre no est4 hecha para ver, 55 bd 2. sino para amar,para adherirse y hacerse uno con lo que la inteligencia le presenta como bueno. Con la voluntad el hombre se va haciendo conforme aquello a lo que se une: si se adhiere al bien se hace bueno, si al mal se hace malo. Si se adhiere a Dios se diviniza. Sabiendo esto, el demonio engafié al hombre presentdndole como bueno lo que era falso. Cuando el hombre concce la Verdad que es Jestis y decide adherirse a El, realiza ple- namente su ser humano. El hombre adherido al error es esclavo del mal; si, en cambio se adhiere al bien se hace ‘siervo’ de Dios. No hay término medio entre estas dos opciones, porque no hay término medio entre el bien y el mal.Los que no quieren depender de nadie, ni entregarse a nadie, sino existir por sf mismos y para sf mismos, se adhieren y se entregan a lo que desea su corazén, es decir a sf mis- mos. Pero el hombre est4 dotado de voluntad para entre- garse libremente, no para encerrarse en sf mismo. IL Qué significa la palabra “Sefior” La palabra castellana ‘sefior’ traduce la palabra latina «dominus», que designa a la persona que es duefio y tie- ne ‘dominio’ principalmente sobre tierras o cosas. Los sefiores feudales y los hacendados son una forma tipica del sefiorfo, Hay actualmente una aversi6n a estos ’se- flores’, Y Jestis no es de ellos. Otra palabra muy semejante a la anterior es la palabra castellana «amoy, que tiene casi el mismo signficado, pero indica més bien al que es cabeza de la casa, la per- sona que tiene uno o varios criados. Pero también tiene un nuevo significado; México y Chile dicen “nuestro Amo” cuando hablan de Jestis Sacramentado. Es importante entender la palabra SENOR como la en- tiende la Biblia. «En la traduccién griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre inet fable (que no se puede pronunciar) con el cual Dios se reveld a Moisés. (Cfr. Ex 3,14), es traducido por “Kyrios” [’Sefior’]. Sefior se convierte desde entonces en el nombre més habitual para designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en este sentido fuerte el titulo © “Sefior” para el Padre, pero lo emplea también, y aqui est4 la novedad, para Jestis reconociéndolo como Dios (Cfr. 1Cor 2,8)» (Catecismo de la Iglesia Catélica N® 446). Ill. Jesiis es “El Sefior” 1.- Independientemente de que lo aceptemos, Jestis es El Se- 2. fior porque Dios lo ha hecho Sefior: «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Sefior y Cristo a este festis a quien vosotras habéis cruci- ficado» (Hch.2,36). «Todo fue creado por El y para El, EI existe con anterioridad a todo, todo tiene en El su con- sistencia» (Col 1,16-18). Pero su Sefiorfo no es al estilo de los “sefiores” de este mundo. Jess nos ensefia lo que significa ser Sefior: «Vosotros me llamiis ‘el Maestro’ y ‘el Senior’, y decis bien, porque lo soy. Pues si yo, el Sefior y el Maestro, os he lavado Ios pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros» (jn 13, 13-14). Jesds se incliné ante Pedro para lavarle los pies; Pedro no quiso dejar que se los lavara; Jess no le exigid que se dejara lavar, s6lo le manifesté la realidad: «Si no te lavo no tienes parte conmigo». No lo amenaza, slo fe hace ver un hecho. El sefiorio de Jests es para el servicio de! hombre. «él hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescaté por muchos» (Mt 20, 28). Jestis es Sefor de los que permiten que El les lave fos pies. La autoridad ‘del Sefior’ es para servirnos, para que logremos nuestro bien, Toda la voluntad del Sefior para nosotros es hacernos ’tener parte con El’. La voluntad del Sefior manda siempre lo mejor para el hombre, aun- que éste no lo alcance a ver asf; «Porque ésta es la vo- luntad de Dios: yuestra santificacién» (1 Tes 4,3). la vida humana se hace cristiana slo cuando gira en tor- no al Sefiorio de Jesus y se consagra totalmente y con alegria a su servicio. Sentirse y vivir como siervo de Jests, no sola- mente llamarse asi, es nuestra mayor alegria. Siervo de Dios ha sido ef titulo predilecto de Maria, de los Apéstoles y de 1 37 todos fos Santos. Por eso San Pablo también lleno de gozo exclama:«al nombre de Jestis toda rodilla se doble en los cielos, en Ja tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesds es SENOR para gloria de Dios Padre» (Flp. 2,10-11). Si, por nuestra decisién, £] Hega a ser nuestro Se- fior, habremos logrado lo mejor para nosotros. 3.- La Iglesia ora con profundo convencimiento: «Sefior, Dios nuestro, concédenos alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegria esta en ser fiel a TI, autor de todo bien» (Oracién Colecta de la Domini- ca 33 del Tiempo Ordinario), IV. Cémo constituir a Jesiis SENOR de toda nuestra vida Desde luego que esto signfica, en primer lugar, no vivir entregados al pecado. El cristiano debe haber renuncia- do canscientemente a tode lo que es pecado; su volun- tad no est4 ya ‘vendida al poder del pecado’ (Cfr. Rm 7,14). Pero no basta esto; también es necesario tener todo el ser vuelto hacia Cristo: «como fos ojos de Jos siervos en Ia mano de sus amos, como los ojos de la sierva en Ja mano de su sefiora, asi nuestros ojos en Yahvéh nuestro Dios» (Sal 123 (122), 2), Actitud cristiana fundamental para hacer a Jests Se- fior de nuestra vida, es buscar siempre fa voluntad del Sefior antes de hacer cualquier cosa. \2.- Hay algunas actitudes generalizadas entre los cristianos que nos impiden hacer a Jests Sefior de nuestras vidas. Nos hemos acostumbrado a sentirnos tranquilos con s6lo no hacer lo que prohiben los mandamientos. No violar fos mandamientos es el principio de la vida (cf. Mc 12, 34), pero no debemos reducir la vida cristiana al cum- plimiento de preceptos que nos prohiben hacer algo. (Se conforma con eso la gente que se cree buena y dice: “yo no mato, no roba, no cometo adulterio; jqué mds tengo que hacer?”), Pero Dios no es un Dios de prohibiciones, sino que busca que seamos amigos suyos y tengamos su isa vida. No nos quiere cerca de{ reino, sino dentro je él. 58 1. 4. Tampoco Dios nos pone en el mundo para que ac- tuemos a nuestro buen entender y al final nos tome cuentas. Dios quiere algo m4s que el cumplimiento de sus leyes y la realizacién de nuestras tareas: quiere nues- tro coraz6n. A un amigo no le pedimos cuentas de sus actos, le pedimos su amistad. Hay también personas que se proponen hacer ‘algo bueno’, por su cuenta, sin preguntarse si es algo que Dios quiere, y le piden a Dios ‘que los ayude’. Estas per- sonas invierten los papeles: ellos se constituyen a sf mis- mos en administradores de la vida divina a los hombres y en constructores de la Iglesia; planean lo que creen que se debe hacer y toman a Dios como su ayudante. Lo contrario serfa lo correcto: Dios tiene sus planes y noso- tros estamos para hacer Su voluntad. Esto nos deja ver que no todo lo bueno es voluntad de Dios, ni Dios esté para hacer nuestra voluntad. En todo esto es necesario el discernimiento, Cuando el cristiano camina decidido por el sendero de hacer la voluntad de Dios aprende a discernir. El autor de la Car- ta a los Hebreos les decfa a éstos: son adultos «aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal» (Hb 5,14). Y San Pablo decfa: «nosotros no dejamos de ... pedir que Ile- guéis al pieno conocimiento de su voluntad con toda sa- bidurfa e inteligencia espiritual para que vivdis de una manera digna del Sefior, agradandole en todo, fructifi- cando en toda obra buena y creciendo en el conoci- miento de Dios» (Col 1,9-10). El Sefiorfo de Jesucristo en tu vida se realiza asf: todo lo que hagas hazlo porque es Su voluntad i no por otro motivo, Esto es lo mismo que ponerlo a E! por encima de todo lo creado. Cuando aceptamos libremente a Jestis como Sefior de nuestra existencia personal llegamos a tener la experiencia de San Pablo: «/o que era para mf una gananacia (las cosas materiales y la estima de los otros) lo he juzgado como pérdida a causa de Cristo, y més atin juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo, mi Sefior, por quien perdf 59 todas las cosas y las tengo como basura, para ganar a Cristo y ser hallado en El» (Fp 3,8-10). Vivir bajo el Se- fiorfo de Jestis nos hace experimentar la felicidad de proclamar una verdad fundamental de la vida cristiana: {Soy tuyo Sefior! Por eso en la cuarta andfora de la misa bedimos “que no vivamos ya para nosotros mismas, sino para El que por nosotros murié y resucit6”. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE D10S NOS PONEMOS DE PIE PARA RSCUCHAR LA PALABRA DE DIOS. Hch 2,36-37. 5. SILENCIO ¥ REFLEKION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDEMOS SILENCIO DU- RANTE ALGUNOS MINUTOS PARA RECOGER EN NUESTRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 6.- COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SENOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES ~ PREGUNTAS: 1.- sPueda en verdad decir con Santo Tomés: “Sefior mio y Dios mio”? (in 20,28}. 2.- sQuiero decidir ahora que todos mis actos deberdn ser regidos por el gusto de servir a Dios en mis semejantes? 3.- sQuiero reconocerlo voluntaria y gozosamente como mi Sefior? 60 7.- ORACION COMUNITARIA. HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACION COMUNITARIA ALABANDO Y DANDO GACIAS AL SENOR QUE CONSTITUYS A JESUS SENOR Y CRISTO (Heh 2,36). 8.- RESUMEN Dios ha constituido a Jestis Sefior y Mesfas; lo ha sentado a su derecha y ha querido poner todo bajo sus pies. Su sefio- rfo y autoridad son para servir a la realizaci6n de los hom- bres, no para imponerse como lo hacen los sefiores de este mundo. El Sefiorfo de Cristo acaba con los fdolos en nuestra vida y nos capacita para el servicio a los demas. Hacer la Voluntad de Dios es la delicia del cristiano. El hombre se realiza en la medida en que pueda decir a Dios, con libertad y alegrfa “Sefior mfo y Dios mio”. El Se- fiorfo de Jestis consiste en entregarse total y radicalmente a la voluntad de Dios que salva en Cristo; todo toma entonces sentido en la vida. 9.- CANTO 10.- LEE, MEDITA Y ACTOA Dia1 Hb 1,1-10 Jestis es Sefior, que nos manifiesta | a Dios, Sefior. Hb 12,1-13 EI Sefior nos corrige con amor de Padre. Dia2 Col 1,3.20 Jestis es el Sefior, el primero de toda la créacién. Heh 2,36-37 Jestis a sido constitufdo Sefior y Cristo por el Padre. Dia3 Col 2,6-15 En Cristo reside toda la plenitud de la divinidad. 61 Hb 3,1-19 Dia4 Mt16,13-17 Hb 10,1-18 Dia5 Jn 13,1-16 St 4,13-5,6 Dia6 Flip 2,5-11 Mc 10, 45 Dia7 Jn 2,13-17 Ef 1,15-23 11.- MEMORIZA: No endurecer el coraz6n ante la voz del Sefior. Pedro reconoce a Jestis como Cristo, el Hijo de Dios. Nuestro Sefior se sacrifica con fruto por nosotros. El sentido del Sefiorfo de Cristo. Reconocer al Seftor, nos hace sefiores del mundo. Cémo vivié Jestis su Sefiorfo. Jestis, El Sefior, vino a servir. Deja que el Sefior te sirva. Aprende de la que quiso llamarse Esclava del Sefior, El poder del Sefior Jestis es para salvarnos. “Dios ha constituido Sefior y Cristo a JesGs a quien voso- tros habéis crucificado” (Hch. 2, 36). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “Sehor mio y Dios mio” (jn. 20, 28). 7. EL DON DEL ESPIiRITU OBJETIVO: Despertaremos fa Fe en el don del Espfritu Santo y nos dispondremos a experiemen- tar la libertad que da el Espiritu. Viviremos nuestra debilidad lena de poder del Espf- ritu. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS ‘AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMCS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS, 1.- ;Quién piensa la gente que es el Espfritu Santo? 2.- Recuerda algtin momento de tu vida en que hayas invo- cado el Espfritu Santo. 3.- 3En qué momento de tu vida ests seguro que ef Espiritu Santo te ilumin6é? 3,- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL Fl NAL HAREMOS COMENTA- RIOS. 1. La diferencia entre el hombre ‘en el Espiritu’ y el hombre ‘sin el Espiritu’ A. Muchos catélicos actian como si no hubieran sido bauti- zados y como si no fueran ‘templos vivos del Espiritu’. Su vida esté entregada al placer, al dinero, a los vicios. Parece que para ellos no ha existido la Redencién; ellos podrfan de- cir: “no hemos ofdo decir siquiera que exista el Espiritu Santo” (Hch 19,2). Ellos viven, al decir de San Pablo, “en la carne”, es decir, al natural; no viven “en el Espiritu”, no viven guia- dos por el Espfritu. (Cfr. Rri 85-10; Ga 6,8). Personas de otras religiones cristianas atacan a los catélicos porque viven ‘en la carne’. Y tienen raz6n, porque «los que son de Cristo han crucificado la cane con sus pasiones y sus apetencias» (Ga 5,24), Y todavia mas, «la carne (el impulso del hombre que no ha recibido la redencién o no se la ha apropiado) tie- ne apetencias contrarias al espiritu y el espfritu contrarias a la carne, como que son entre sf antagénicos, de manera que no hacéis lo que quisierais» (G4 5,16-17); y “las tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a Ia ley de Dios, ni siquiera pueden” (Rm 8,7). B. El hombre ha sido creado para ser Henado del Espiritu Santo. Quien no ha tenido esta experiencia adn no sabe lo que significa ser plenamente ‘hombre’. Una dimensi6n im- portante,del ser humano es la experiencia de la verdadera |i- bertad; ésta no consiste en hacer lo que a uno se le antoja, sino en querer y hacer el bien sin tener que ser presionado para ello. Y, puesto que «donde estd el Espfritu del Sefior, allf estd la libertad» (2 Co 3,17), al hombre ‘sin el espfritu’ le falta la dimensién de la libertad y, por tanto no es un hom- bre en plenitud, ya que le falta la experiencia de Ia libertad verdadera. C. El cristiano que vive haciendo esfuerzos por ‘portarse bien y asf ser agradable a Dios’ no ha conocido lo que es el cristianismo, la Nueva Alianza. Los que viven asf no pasan de ser mediocres discipulos de !a Antigua Alianza; atin no conocen la auténtica felicidad de la Buena Noticia (eso sig- nifica la palabra ’Evangelio’). Portarse bien y cumplir la ley no justifica a nadie (Cfr. G4 3,1-14). Lo Gnico que nos hace 64 apradables a Dios es recibir por la fe Y con agradecimiento el don del Espiritu Santo que £1 da Bratuitamente, sin mere- cimientos. Como consecuencia de haber recibido el Espritu y de ser décil a El, el cristiano es Capaz de portarse bien y acer el bien, Esto es el signo de que una persona vive ya la Nueva Alianza (es decir, ya es cristiano). Hacer consistir la vida cristiana en los esfuerzos por cumplir la ley que nos es dificil cumplir cabalmente, es una esclavi- tud; pero, ademés, una esclavitud que lleva consigo un maldicién: “Maldito todo el que no se mantenga en B prdc- tica de todos los preceptos escritos en el libro de fa ley” (Dt 27,26). El cristiano que trata de agradar a Dios sélo ’siendo bueno! y cumpliendo todos los mandamientos, se acerca a Cristo, pero no ha comprendido lo que es ser cristiano. La Stacia, lo gratuito que Dios nos da, es lo que nos hace gratos a Dios, Hl. El Don del Espiritu es la Nueva Alianza, el cristianismo, el Evangelio El hombre ‘al natural’ es el hombre nacido en el pecado, “vendido al poder del pecado” (Rm. 6), del cual es normal que salga el pecado. El pecado ha producido en el hombre un desorden: la voluntad. ya no obedece a la raz6n, ni la ra- ZOn es guiada por la fe; los instintos y los sentimientos se apoderan indebidamente de la direccion de la vida humana; la ceguera propia del pecador se deja guiar por lo que le dictan las cosas que estén de moda, o Por sus pasiones 0 por sus gustos. La Antigua Alianza fue hecha por Dios, por medio de Moisés, en el Sinai, con Israel, el pueblo elegido. En esa Alianza hubo estos cuatro elementos: los pactantes (Dios y el Pueblo), /a f6rmula de la Alianza (Yo seré tu Dios, té se- ras mi Pueblo”), ef compromiso (La Ley), ef sello que garan- tizaba la Alianza (la sangre de animales que era rociada sobre el altar —signo de Dios— y sobre el Pueblo); pero esa Antigua Alianza no daba Ia justificacion (la santidad de vida); sélo sefialaba cémo debe vivir el hombre. Por SO ex- lama Dios por boca de Jeremias: «Pondré mi ley en su interior Y sobre sus corazones |2 escribirés Or 31,31ss). La Antigua 65 Ley vino a demostrarle al hombre que no puede ser plena- mente hombre por s/ solo, por sus propias fuerzas; ensefié la necesidad total que el hombre tiene de Dios para ser hombre. En la Nueva Alianza los pactantes son Dios y el Nuevo Pueblo; la formula es la misma: “Yo seré tu Dios, tu sera mi Pueblo”; el compromiso es también la misma ley, pero en el interior; la garantia de la Alianza es la sangre, pero ya no la de animales, sino la Sangre de la Alianza Nueva y Eterna, la de Jestis crucificado. La ley en el exterior es la ley que s6lo nos dice lo que hay que hacer o lo que hay que evitar, pero no nos da la fuerza para hacerlo o evitarlo. Un ejemplo de esta ley son los letreros de transito, que s6lo dicen lo que hay que hacer ono hacer; pero no nos dan la voluntad para hacerlo o evi- tarlo. La experiencia de la mayoria de los cristianos es que sabemos cuil es el bien, pero no tenemos fuerza para reali- zarlo; sabemos lo que es el mal, y éste, en cambio, sf nos atrae y esta a nuestro alcance. Qué es La Ley en el Interior? La Ley en el interior es el mismo Espiritu Santo que hace que el bien nos atraiga y nos da posibilidad y fuerza para realizarlo. La Nueva Alianza es el mismo Espfritu Santo dentro de nosotros como fuente de nues- tras acciones buenas. La vida cristiana, por tanto, es una vida lena del Espfritu Santo que nos impulsa a hacer todo lo bueno. Ill. La accién del Espiritu Santo en el coraz6n del creyente A. El Espiritu Santo es dado por Jesucristo, de parte del Pa- dre, a todog los que le obedecen (Cf. Hch.5,32). El Espiritu Santo es ‘la Promesa del Padre’ (Hch.1,4), es el gran regalo del Padre a todos y a cada uno de los hombres: «La Promesa es pata vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que estan lejos, para cuantos Hame el Sefior Dios nuestro» (Hch 2,39). . B. El espiritu Santo viene y, con gran amabilidad y gran verdad, descubre nuestros pecados ante nuestros propios ojos; pero lo hace no para echdrnoslos en cara, sino para darnos el re- galo de la conversion. 66 C. «El Espiritu de la Verdad» ‘nos guia hasta la verdad com- pleta’ (In.16,13). La presencia del Espiritu Santo en nosotros nos hace ver y experimentar la verdad de Dios, la verdad de Cristo y la verdad de! hombre; Con el Espiritu Santo nos man- tenemos siempre en la verdad _(Jn.8,32).Cuando Jesus nos prometié el Espiritu Santo dijo: £1 «recibird de fo mio y os lo anunciaré a vosotros. Todo Io que tiene e! Padre es mio. Por eso he dicho: Recibiré de fo mio y os to anunciard a voso- tros» (Jn.16,14-15). D. El Espfritu Santo nos hace conocer a Jestis, no sélo nos habla de El; nos presenta a Jestis y nos ensefia cémo tratar- lo. El Espfritu Santo también pone en nosotros la verdadera oraci6n: Sdlo El nos hace decir «Jestis» y s6lo El nos hace llamarlo “Sefior’. El pone en nuestro coraz6n y nuestros la- bios la oracién que agrada a Dios (Cfr. Rm 8,26-27). E. £1 nos hace saber y estar ciertos de que somos hijos de Dios y con ello nos libra del temor. «En efecto, todos fos que son guiados por el Espiritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espfritu de esclavos para recaer en el te- mor; antes bien recibisteis un espfritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ;Abb4, Padre!» (Rm 8,14-15). F. El Espfritu que es ef Amor del Padre y de! Hijo, nos da el verdadero amor, la caridad, que es Dios mismo: «E/ amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Es- pfritu Santo que nos ha sido dado» (Rm.5,5 y nota de la Bi- blia de Jerusalén), Este amor nos da la experiencia del amor que Dios nos tiene, nos hace amar a Dios con su propio amor y amar a los demas con ese mismo amor. G. «Doride esté el Espiritu del Sefior, alli esta la libertad» (2 Cor 3,17). Cristo, asf como nos vino a libertar de la escla- vitud del pecado, también nos liberta de la esclavitud de la Ley: «Para ser libres nos libert6 Cristo» (GA 5,1), El Espiritu Santo dentro de nosotros es nuestra libertad. Por El llegamos a la experiencia de querer el bien y hacerlo sin forzarnos a nosotros mismos, ni ser forzados por otros. }Quién entre no- sotros puede por sus solas propias fuerzas dar amor a quien le est4 golpeando, asaltando o matando a un familiar? No es verdad que, al menos, tenemos que acordarnos que Dios nos manda amar a nuestros enemigos? Pues quien asi proce- 67 de no es libre. Quien ama s6lo porque esté mandado amar no es libre; sélo es libre quien ama porque amar es un bien. El que no necesita recordar el mandamiento de Dios para amar a quien le hace el mal, ese es libre. Y esto es obra del Espiritu Santo. El Papa Juan Pablo II escribié en su primera Enciclica, la Redemptor Hominis estas palabras: “Esta stiplica al Espfritu, dirigida precisamente a obtener el Espiritu, es la respuesta a todos «los materialismos» de nuestra época” (RH 18). Es el Espiritu Santo el que dard a las sociedades y al mundo lo que necesitan para ser lo que estan llamadas a ser. IV. El cristiano pide, con toda la Iglesia, el Espiritu Santo, lo recibe, lo escucha y lo obedece A. El dfa de Pentecostés, después del discurso de Pedro y de los otros once apéstoles a la multitud que se reuni para ver qué pasaba, la gente les preguntaba: «Qué hemos de hacer, hermanos? Pedro les contesté: Convertfos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisién de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espiritu Santo» (Hch 2,37-38). A cada paso hay que convertirse, creer y recibir gratuitamente el don del Espiritu Santo. B. Jestis nos anima a pedir con plena confianza el Espiritu Santo: «Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, jcudnto mds el Padre del cielo dard el Espfritu Santo a los que se fo pidan!» (Lc 11, 13). C. Hemos recibido ya el Espiritu Santo por los Sacramentos de Iniciaci6n; pero necesitamos reavivar su presencia en nosotros pidiéndolo con fe, recibiendo los Sacramentos de la Reconci- liacién y de la Eucaristfa, y viviendo en docilidad al Espiritu. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE Dies. Heh. 1,48. 5,- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFOR- ME.GUARDAREMOS SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINU- TOS PARA ACOGER EN NUES- TRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 6.- COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEAOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: 1.- 2Estamos conscientes de que el Espiritu Santo nos libera de la esclavitud del pecado? ;Cémo? 2.+ Si los elementos de la Antigua y de la Nueva Alianza son los mismos jcudles son las grandes diferencias? 3.- El don del Espfritu Santo es la Nueva Alianza? 7.- ORACION COMUNITARIA HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACION COMUNITARIA ALABANDO Y DANDO GRA- CIAS AL SENOR QUE NOS DIO EL ESPIRITU DE HiJOSs. 8.- RESUMEN Dios ha querido dar al hombre su mismo Espfritu. Con fl, el hombre deja de ser un hombre ‘al natural’, “en la carne”, empieza a vivir en el Espfritu. Dios cre6 al hombre para fenatlo de su Espfritu; el hombre que no ha conocido esta experiencia no ha sabido atin para qué existe en la tierra. El Don del Espiritu es gratuito; el hombre no tiene que pagar nada por recibirlo. Lo que tiene que hacer es realizar lo que-dijo San Pedro el dfa de Pentecostés a los que se acercaron a ver qué pasaba: convertirse, creer y recibir el Es- pfritu Santo (Cfr. Hch 2,38) 69 El Don del Espiritu es la Nueva Alianza, es la vida cristia- na, sin este Don no se conoce realmente el cristianismo, Es también la experiencia de la verdadera libertad, porque es tener ‘La Ley en el Interior’. La acci6n del Espiritu en el cora- z6n del creyente nos santifica porque construye en nosotros la caridad que es la plenitud de la Ley. Por esto el cristiano con toda la Iglesia, pide continuamente la venida del Espiritu Santo, Hay que reuntrse con los demds a pedir Espiritu Santo. 9.- CANTO 10,- LEE, MEDITA Y ACTGA Haz lo posible por comulgar todos los dias. Allf Jestis te renovard el don del Espiritu. Dial Jr 31,31-34 La Nueva Alianza que Dios quiere para todo hombre. * Di frecuentemente al Sefior: “Tid eres mi Dios, yo soy de tu Pueblo”. Dia2 jl 3,1-5 Dios quiere hacer presente su Espiritu en tu vida. * En unién con otros, pide Espfritu Santo. Dia3 Ez 37,1-14 Aunque seas como huesos secos, Dios quiere darte vida. * Pide Espiritu Santo y goza de la nueva vida que El te dard. Dia4 Ez 47,1-13 El agua del Espiritu es para sanarte y hacerte dar frutos, Jn 4,10 Pide Espfritu Santo, Jestis quiere darte de ese agua. Dia5 jn 16,7-11 Es mucho lo que el Espiritu quiere hacer en tu vida. Rm 8,14-15 Pide al Espfritu que te descubra tu pecado para que sanes, conffes en 70 el poder de Jesuis y vivas sin temores. Dia 6 Hch 1,4-8 Busca con ahinco el don del Espfritu. Le 11,9-13 Pide con confianza, en uni6n con otros, el Espfritu Santo. Dia7 Jn 4,1-30 La Samaritana pide a Jess esa agua. Rm 8,26-27 Confiado, deja que el Espfritu é Santo gufe tu oracién. 11,- MEMORIZA: “«Si alguno tiene sed, venga a mi, y beba el que crea en mi»” (in 7,37-38). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “Ven Espiritu Santo”. 1 8. LA COMUNIDAD CRISTIANA OBJETIVO: Reconoceremos que formamos fa iglesia y que en ella vivimos la comuni6n que es la vida de Dios. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS. AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABALAREMOS —_VOLUNTA- RIAMENTE DE NUESTRAS EX- PERIENCIAS. 1.- sCémo describes a una persona egofsta? 2.- Las personas que quieren hacre todo solas, sin pedir ayu- da, ni querer cooperar con otros, slogran salir adelante? 3.» sHas tenido experiencia de que sélo con la ayuda de los dems, (de tu famitia, o tus amigos) has solucionado un problema grave? Coméntalo con el grupo. 4.- Te sientes parte de tu comunidad parroquial? sEst4s unido a las familias que la integran, al Parroco, a los nifios y a los jOvenes, etc., que forman la comunidad? Sf, No. sPor qué? 3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA, CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL FNAL HAREMOS COMENTARIOS. 73 I. La falsedad del aislamiento individualista 1.- Para muchos catélicos, debido a las ideologias que rigie- ron por mucho tiempo nuestro pais, la religién y la fe son “asuntos privados”. Segtin esta manera de enteder las cosas, cada uno puede, creer en Dios si asf lo quiere, cuando quiera y como quiera. Por eso hay gente para la que ‘lo Gnico importante es «estar bien con Dios’, pero como ellos se lo figuran, sin escuchar a Dios que le dice cémo se estd bien con El. 2.- Otros piensan que basta con “ser cat6licos a su manera”, Es decir, viven la religi6n a su medida, a su gusto, con- veniencia y comodidad, Asf, cada uno se va haciendo sus propias prdacticas religiosas, sus propias oraciones, sus propias lecturas, su propia moral, su propia doctrina, y consiguientemente, su propia iglesia, su propio ‘dios’. El Dios que les pide ciertas practicas todos los domingos y la confesi6n de sus pecados les resulta incémodo; y el Dios que les hace ver que ciertas acciones son inmora- les les trastorna la vida. Su dios no es para dialogar, sino para traer la buena suerte y para que todo le salga bien. 3.- En este tiempo de cambio a la democracia, hay quienes llegan a pensar que la religién debe acomodarse a lo que piense la mayoria. La religi6n que se opone a lo que la mayorfa juzga bueno debe ser sustitufda por una que esté “mds ail dia con las corrientes actuales de pen- samiento”. Los criterios de la televisi6n, el radio y las re- vistas nos van haciendo sentir que no es tan malo aquello que se nos ensefiaba que era malo, que hay que pensar ‘modemamente’ y no ‘a la antigua’, ‘como la Igle- sia Cat6lica’. Aceptar a Jess sin confesar que es Dios, no creer en la presencia real de Jestis en la Eucaristia, aceptar la pornograffa, el aborto, la eutanasia, la indife- rencia ante las diversas religiones, todo debe evolucio- nar conforme ‘avanza’ la humanidad. Entre los catélicos que buscan sinceramente la santidad también hay muchos influenciados por el individualis- mo. Creen que su entrega a Dios es un asunto “priva- do”, que en su ‘unién con Dios’ nada tienen que ver los Dg 74 5. deméasy algunos hasta piensan que los demés les son un estorbo para llegar a Dios (alguien dijo: “siempre que me acerqué a los hombres regresé menos hombre”). Estos criterios individualistas han hecho surgir, a lo largo de la historia de la Iglesia, las herejfas y las sectas. Asf también ahora se proponen doctrinas sin sentido [como la “Nueva Era”] que llaman la atencién a los que no tie- nen una fe sélida en Jesucristo, y que destruyen la fe que el Sefior nos ha dado en la Revelacién -y como don per- sonal. IL La fe y la religién son “personales”, no 1.- La palabra “Personal” implica la libertad y la responsabi- lidad con que cada uno debe vivir la fe; no significa que tengamos que encerrarnos en nuestros cuartos pata ser cristianos. La libertad de conciencia, que es uno de los primeros derechos del hombre, no consiste en hacer lo que a uno le venga en gana, sino en buscar libre y res- ponsablemente la verdad y seguirla. 2.- Por otra parte, Dios no es del tamafia de nuestros gustos, ni éstos son la medida de nuestro ser. La verdad de la religién, la verdad que es Dios y la verdad del hombre existen por sf mismas, no porque asf nos gusten o asf las aprobemos; nosotros podemos aceptarlas o rechazarlas, pero no acomodarlas a nuestro antojo. 3.- El Demonio tiene interés en que vivamos aislados. El ais- lamiento individualista nos hace vulnerables a todas las ideas falsas, nos deja sin fuerza para oponernos al poder de los medios de comunicacién que transmiten valores falsos, nos impide conocer toda la verdad y defendernos de la falsedad. En cambio, crecemos como personas Cuan- do nos unimos a los otros; nuestro desarrollo humano est4 ligado a nuestra unién con los demas. La gente ais- lada no llega a ser plenamente persona. La religién y la fe se experimentan a fondo cuando se vive en compania de otros; necesitamos ser acompa- fiados por otras personas para vivir la fe. La religi6n y la 5 3. 4. 76 fe son asuntos “personales”, no “privados”; son también “responsabilidades”, no “cuestiones de gustos”. III. La vida de fe se vive “en Iglesia” «Jesds iba a morir... para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos® (Jn.11,52). Dios salva a los hombres uniéndolos a El mismo, El hombre se pierde cuando est4 separado de Dios; pero se salva uniéndose a Dias; el hombre -ha sido hecho para estar siempre uni- do a Dios. . Jesds pidié a su Padre que le diera el regalo de la unidad de los que le creen: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como noso- tros» (Jn 17,11). «No ruego sdlo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerén en mf, para que tados sean uno. Como td, Padre, en mi y yo en tf, que ellos sean también uno en nosotros, para que ef mundo crea que tu me has enviado» in 17,20- 21). El cristiano forma parte del cuerpo vivo gue es la Iglesia, el Cuerpo de Cristo; no se es cristiano sdlo por ‘aceptar’ una doctrina como si fuera una idea. El que cree a Cristo se adhiere_a £l por la fe, por el Bautismo, forma una sola cosa con El y participa de su vida. Esta unidad se llama comunién, Esta comunién es la vida de la Santfsima Tri- nidad y se realiza en nosotros en todos los aspectos de nuestra vida, hasta en los mds sencillos, en la vida fami- liar, educativa, laboral, econédmica y politica (Cfr. Pue- bla 215). Son cuatro las caracteristicas de la comunidad cristiana, mencionadas en los Hechos de los Apéstoles: «Acudfan asiduamente a la ensefianza de los Apéstoles, a la co- munién, a la fraccién del pan y a las oraciones» (Hch 2,42). La ensefianza de los Apéstoles hace permanecer en la fe que Dios nos ha revelado; la comunién es la misma unién con Dios, y la consiguiente uniédn con los hermanos; la fraccién del pan es la Eucaristia que, siendo un mismo pan, nos hace un mismo cuerpo; las oracio- nes son fa expresién confiada de los hijos de Dios que se dirigen a su Padre para alabarlo, bendecirlo, darle gra- cias y presentarle sus peticiones. 5.- La experiencia de la comunidad cristiana se realiza en grupos que la Iglesia llama “comunidades eclesiales de base”, en ellas se vive y se comparte la fe, se da culto a Dios y se ejercita el amor que es la caridad. Pero estas comunidades no son completas en si mis- mas, necesitan estar integradas en otras mds amplias; los cristianos pertenecen a varios grupos distintos que viven la comunién y que juntos forman una comunidad mas grande que se llama Parroquia, que es una comunidad de comunidades. . . La Parroquia es comunidad de fe; es orgdnica porque une las comunidades eclesiales de base en la unidad, coma Jos 6rganos de un cuerpo; en ella se vive la fe, se _ celebra el culto y se practica el verdadero amor. Las Parro- quias, a su vez, estin también unidas en la comunidad que se llama Didcesis (0 Iglesia Particular). El parroco, que representa al Obispo Diocesano, es el vinculo jerérquico visible que une a la comunidad parroquial con toda la Didcesis o Iglesia Particular. Y, finalmente, cada Iglesia Diocesana, a su vez, estd en la Gnica Iglesia Universal, que es la gran comunidad en la que somos reunidos en uno los hijos de Dios que habfamos estado dispersos. Es asi como la Iglesia est4 formada como un solo cuerpo en el que Cristo es la Cabeza y en el que todos partici- pamos de ia misma vida de Dios. 6.- Para crecer personalmente en la vida de Dios necesita- mos ser, estar, convivir y crecer con los demas; no po- demos crecer solos y apartados: la vida de Cristo no puede ser plena en un hombre solo: ninguno abarca a Cristo, en cambio El nos abarca a todos. La plenitud de Cristo no puede estar en un solo ser humano, sino en to- dos unidos en El. La Iglesia fue hecha por Dios para reu- nir a todos los hombres. El Espiritu Santo, Espfritu de la Unidad, es el autor de nuestra unidad en Cristo y nos hace un solo Cuerpo, una sola Iglesia. La Iglesia es co- munién. 1 IV. Cémo vivir la comunidad La comunidad es un don querido y decretado por el Pa- dre, es ganado por ef Hijo hecho hombre por su muerte en la cruz y es dado por el Espfritu Santo. El hombre no puede hacer la unidad; sdlo le toca recibirla agradecida- mente, cuidarla y conservarla. 2.- La medida de nuestra unidad la da nuestra docilidad al Espiritu Santo. La vida comunitaria empieza a existir en- tre los miembros de lds grupos: * cuando son ‘asiduos a las ensefianzas de los Apéstoles’ (y las de sus sucesores que son los obispos) y de los que han recibido el ministerio de ensefiar; * cuando empiezan a cuidar la fe de sus hermanos, cuan- do les ayudan a responder a lo que Dios les pideya liberarse de lo que les estorbe para vivir la fe: * cuando se unen todos con constancia para alabar a Dios, darle gracias y pedirle lo que es conforme a su voluntad. * cuando comparten con los hermanos sus propios bie- nes espirituales y materiales. 3.- La comunidad cristiana est4 formada por Pecadores en vias de transformacién. Por eso es costosa la conviven- cia con los demés; pero es la manera de vivir en esta tierra fa vida divina. En la comunidad flegamos a reconocer pecados que no crefamos tener; recibimos el tesoro de la correccién fraterna; nos damos cuenta de la urgencia de perdonar y de ser perdonados, aprendemos a “lavar los pies” de los demas y a dejar que nos los laven, y ayudamos con la oracién a tos demas. 4.- La comunidad es diversificada y organica. Es diversifica- 78 da porque todos somos distintos: Dios no hace hombres idénticos, ni cristianos sin forma o personalidad propia. A cada uno le da dones (carismas) diferentes para bien de todos. Y la comunidad es orgdnica, como todo cuerpo vivo, porque todos los miembros estén unidos entre st, con funciones diversas, para la edificacién de la unidad, 4,- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE. DIOS. 1Cor 12,4-31. 5.- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS —_SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINU- TOS PARA ACOGER EN NUES- TRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 6.-COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEAOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: 1.- ;Cudles versfculos de los que acabamos de leer, quieres comentar? 2.+ ;Por qué todos somos importantes en la comunidad cris- tianay 3.- sQué nos pide el Sefior para que vivamos en comunién? 7.. ORACION COMUNITARIA HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACION COMUNITARIA ALABANDO Y DANDO GRA- CIAS AL SENOR QUE NOS LLAMA A LA EXPERIENCIA DE LA VIDA COMUNITARIA. 8.- RESUMEN Dios no ha querido que el hombre esté solo. £1 ma! nos separa y, aislados, nos vence. La vida de Dios es més gran- 79 de que los estrechfsimos limites de cada hombre aislado. £1 no puede darnos su vida en plenitud si estamos aislados o si somos ‘individualistas’. Dios necesita darnos la unidad que No poseemos y que es suya. Para damos esta unidad fue necesario que el Hijo de Dios se hiciera hombre y que El, Jestis, Predicara, padeciera, mu- riera, resucitara, ascendiera al cielo, recibiera el Espfritu, nos lo diera y asf el Espfritu Santo fuera el autor de nuestra uni- dad. La Iglesia es el instrumento que Dios ha querido utilizar para darnos, dentro de ella, su propia unidad. La Iglesia es “una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espfritu Santo” (Vaticanoll, Constitucién Lumen Gentium 4). La unidad que nos mantiene en la verdad tiene cuatro ca- racteristicas: 1) Escuchar las ensefianzas de los Apéstoles y de sus Su- cesores; 2) Vivir la comuni6n, nuestra unién con Dios y con los demés en la vida de la Trinidad; 3) Celebrar y comer la Eucaristfa; 4) Hacer oracién comunitaria. , Esta vida comunitaria tiene varios niveles:'el de la Fami- lia, la Comunidad Eclesial de Base, la Parroquia, la Diécesis y la Iglesia Universal; y en todos deben darse las cuatro ca. racteristicas sefialadas. 9.- CANTO 10.- LEE, MEDITA Y ACTOA Dial Jn. 17,20-23 Jestis pidié a su Padre: ‘Que ellos Sean uno en nosotros’. Un. 1,4-7 Lo que Dios nos da por medio de esa comuni6n, Dia2 Jn 15,1-6 La unidad que Dios nos ofrece con Cristo. Jn 15,7-17 Las consecuencias de esa unidad con Cristo. Dia 3 Hch 2,42-47 Lo que Dios hizo con los primeros tres mil convertidos. Hch 4,32-35 Lo que Dios hace en la comunidad cristiana. Dia4 1Jn1,1-3 La comuni6n que nos da la predicacién de los Apéstoles. Tfn 1,5-7 La importancia de la Palabra de nuestros Pastores. Dia5 Jn 6,52-57 El que come a Cristo en la Eucaristia permanece en El. 1Co 12,12-30 El misterio del Cuerpo de Cristo. Dia6 1Jn 3,11-18 El amor a los hermanos manifiesta que estamos en Dios. Wn 4,7-14 En qué consiste el amor y cémo se llega a su plenitud. Dia7 Heh 1,12-14 Marfa vivi6é la comunidad de la Primitiva Iglesia. Jn 19,25-27 Acoge a tus hermanos, con Marfa, en ‘tu casa’. 11.- MEMORIZA: La Iglesia es “un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo”. (Concilig Vaticano Il. Constituci6n Dogméatica sobre la Iglesia, Luz de los pueblos, 4). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “Jess iba a morir para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Jn 11,52). 81 EN LAS SIGUIENTES SIETE LECCIONES VIVIREMOS LAS BASES DE LA VIDA CRISTIANA. ‘9. LA VIDA EN LA VERDAD OBJETIVO: En esta lecci6n decidiremos “ser de la Ver- dad” (in. 8, 47), adquirir un amor definido a la Verdad y lograr el apego a ella en cada circunstancia de fa vida. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1.- gRecuerdas alguna ocasién en que una mentira te perju- dicé mucho 0 perjudicé a alguien? Coméntalo. 2.- Hablanos de situaciones falsas en las que claramente se miente: en fa familia, en la comunidad, en la politica, en el trabajo. 3.- sConoces alguna persona que vive la verdad como con- ducta normal de su vida? 3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL FI- NAL HAREMOS COMENTA- RIOS. 83 I. El mundo esta puesto en la falsedad 1.- Vivimos una cultura de la falsedad que nos lleva a no dar importancia a la mentira. Mas atin, en muchas ocasiones fa gente piensa que es de mis calidad la persona que més habiimente sabe mentir, engafiar u ocultar la ver- dad. En politica, con frecuencia se promete y no se cum- ple, se dice que no se va a hacer algo que sf se va a ha- cer, se dan cifras falsas, no se dan informes veridicos. En la mente de muchas personas la dignidad de la vida po- licita ha sido denigrada hasta significar 1o mismo que 1a habilidad para mentir. En la vida econémica todos tratan de aprovecharse de quien tiene buena fe; se promete realizar un trabajo en determinada fecha y no se cumple, se promete usar tal material y se pone otro de menor calidad; se da la apariencia de trabajar cuando en realidad no se trabaja; se engafia por sistema, como modo normal de vivir. Los fraudes, los abusos de confianza, el soborno, ta mordida y todo tipo de corrupcién parecen ser el modo ‘ordina- tio’ de vivir la economia. 2.- La gente aprende muy pronto a vivir la falsedad: en casa los nifios, que naturalmente viven, hacen y dicen la ver- dad, aprenden a vivir la doblez que es la mentira. En la escuela se ensefia a vivir la falsedad cuando a los alum- nos ‘se les pasa de afio’ atin cuando maestro y alumno tienen conciencia de que éste no sabe lo que debiera sa- ber; asf se ensefia a los alumnos a mentir a la ley. 3.- Unido a la falsedad est4 ordinariamente el miedo. Mu- chos no dicen ni hacen la verdad porque tienen miedo: miedo a que fos regafien, miedo al castigo, miedo a la represién, miedo a perder ciertos bienes pequefios o al- gunos ‘privilegios’, o miedo a perder el salario, o a per- der la vida. 4.- Otros se esconden para hacer lo malo y engafian ocul- tando su malicia: «Todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras» (Jn 3,19). Quien hace el mal no sabe dar la cara y responsabilizarse del mal que ha hecho. .- La falsedad y el engafio, juntamente con el miedo, son los cimientos de la corrupcién, La corrupcién necesita esconderse, y lo hace hasta que alguien fa pone de ma- nifiesto. La corrupcién cuando Ilega a ser el modo ordi- nario de vida social es la degeneraci6n de la sociedad. La sociedad es sana s6lo cuando hay mutua confianza. En una sociedad corrupta nadie puede tener confianza en otros; no es posible la convivencia; la acitud que se ge- nera ante los demds es desconfianza. Y si la vida social no es posible, tampoco es posible el crecimiento personal. Il. La Verdad es Jestis La necesidad de la yerdad nace de la experiencia del contacto con Dios. £1 ha guiado y cuidado a su pueblo con verdad; es el Dios fiel a la Alianza y a sus promesas: «Tus palabras son verdad» (2 Sam 7,28). Estas son irre- vocables, permanecen para siempre y en ellas se puede confiar. La verdad es la cualidad de lo que es estable y firme, lo sélido y seguro, lo que es irrompible, lo digno de confianza, el firme apoyo. La verdad de Dios no es una idea, es la fidelidad inconmovible con la que trata a los hombres. En el Nuevo Testamento tiene cumplimiento pleno la Verdad de Dios: £1 ha cumplido su palabra en jestis: EI es la Verdad del Padre, la fidelidad del Padre a su Alian- za con los hombres. Jestis nos revelé: «Yo soy el Cami- no, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mf» (In 14,6). Jestis es la Verdad y ésta va unida a la Vida. Al mismo tiempo es el Camino que hay que recorrer para llegar al Padre. «Hacer la verdad» y «caminar en la ver- dad» es vivir unido al Padre en Jestis; es lo mismo que vivir la justicia y el amor para con Dios y para con los otros seres humanos. .- Jestis nos ha enviado, de parte del Padre, al «Espfritu de Verdads; El «nos guiard hasta la verdad completa» (n 16,13). La Verdad completa es Jestis, Hijo de Dios, he- cho hombre, Salvador y Redentor de todos los hombres, 85 unido a todos los que son suyos, a todo su Cuerpo, que es la Iglesia. E] Espfritu Santo nos ha sido comunicado para darnos testimonio de Jestis, para hacernos compren- der en la fe la verdad de Cristo. La Verdad nos hace libres: «Si os mantenéis en mi Pala- bra, seréis verdaderamente mis discfpulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hard libres». (In 831-32), La li- bertad auténtica est4 unida a la verdad. La libertad es para ‘hacer la verdad’, el libertinaje hace la falsedad. Quien sigue la Palabra de Jestis aprende la Verdad, llega a conocerla poniendo en prdctica esa Palabra. Al Sefior Jestis se le conoce “manteniéndose en su Palabra”. Y este conocimiento da la verdadera libertad. Esta libertad es profundisima, no es puramente exterior; por eso nadie nos la puede quitar y por eso los verdaderamente libres hacen todo lo que Dios les pide sin temer en ningdn momento alguna amenaza; «Si el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres» (Jn 8,36). La falsedad, que es la negaci6n de la Verdad, niega a Dios, es contraria al ser de Dios, La falsedad lleva al hombre a hacerse fdolos, sustitutos de Dios; pero sobre todo, la falsedad es propia de un ser que lleva el nom- bre de «el diablo», “Este era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8,44). La falsedad mata; en cambio la Verdad, Cristo, siempre es Vida y da Vida. El diablo maté a la humanidad engafian- do a Eva cuando le dijo: “De ninguna manera moriréis. £s que Dios sabe muy bien que el dfa en que comiéreis de él (el fruto), se os abrirén los ojos y seréis como dio- ses, conocedores del bien y def mal” (Gn 3, 5). Toda mentira es un “no” a la verdad, al bien, al ser del hom- bre, al ser de las cosas y, peor atin, es un “no” a Dios. 5.- Los que ensefian “otro evangelio”, los que no confiesan que Jests es Hijo de Dios que vino en la carne, han vuelto la espalda a la verdad; ellos son ‘los doctores de mentira’ (1Tim 6,5). La verdad es la sana doctrina, opuesta alas fbulas’ (1Tim 1,4). El objeto del mensaje evangé- 40 86 lico no es un conjunto de ideas, es la Verdad, es la per- sona misma de Cristo. Por esto es necesario que cada persona mantenga siempre atenta su mente y su coraz6n antes de abrirlos para aceptar cualquier cosa que le di- gan. Cuando la mentira entra al hombre, le hace dafio, lo debilita y puede Ilgar a causar 1a separacién de Dios, que es la muerte espiritual. Es necesario vivir vigilantes techazando Ja mentira y el error. Ill. «Ser de la Verdad» 1.- La verdad es la base de la vida moral. S6lo conociendo la verdad de Dios, del hombre y de la naturaleza, puede el ser humano relacionarse debidamente con todo lo que le rodea y portarse debidamente. La conducta del hom- bre, para ser verdaderamente humana, debe guiatse por la verdad de las cosas, la verdad del mismo hombre y la verdad de Dios. La falsedad deforma al hombre, hace apa- recer las cosas como no son, abaja y trata de destruir a Dios. Por eso todo cristiano tiene que vivir en una es- tricta disciplina de la verdad. No existen ‘pequefias mentiras’ como si fueran sin importancia; todas apartan de la Verdad. 2.- La verdad es fidelidad a la Alianza: los “hombres de ver- dad” est4n “aliados a Dios”, le son leales, viven con Ely para El, son de coraz6n {ntegro (2R 20,3). De la misma manera que Dios es fiel a la Alianza y por eso es plena- mente ‘confiable’, asf también el cristiano tiene que ser un hombre ‘plenamente confiable’. 3.- El cristiano no se deja llevar por todo lo que oye o le Ila- ma la atenci6n; vigila con energfa para no dejar al error entrar en su mente ni en su corazén,. La lucha por la ver- dad es una lucha real y continua. Parece que en el mun- do todo contribuye a la difusi6n de la Talsedad y del error, de manera incesante e incisiva. Preservar nuestro interior de la falsedad es conservar la salud, del mismo modo que impedimos que por nuestra boca entre algun veneno.Los que se esfuerzan por vivir la verdad se ha- cen capaces de dar luz al mundo: un cristiano que viva en la falsedad no puede iluminar al mundo. La discipli- 87 4. na que nos impone la verdad tiene que ser la manera propia de vivir del cristiano; esta disciplina se vive en el discernimiento, sabiendo distinguir entre lo verdadero y lo falso. «Ser de la Verdad». Ante la autoridad romana Jesis dijo: «Todo el que es de la verdad escucha mi voze (Jn 18,17). Igualmente habfa dicho: «Vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10,26-27), Ser de la Verdad es ‘sintonizar’ con Jests, y, como El y con | «ser de Dios» (Jn 8,47), «ser de arriba» (Jn 8,23). La afi- nidad espiritual con la Verdad es la base para vivir la vida divina. El cristiano, al igual que su Maestro, tiene enemistad absoluta con la falsedad y el engafio, con el encubri- miento y el miedo. «El que es de Ia verdad viene a la luz» (In 3,21) dijo Jests, Asf el cristiano, imitando a Je- stis, no puede reproducir las obras del maligno diciendo, haciendo 0 caminando por la falsedad y el engafio. Para el cristiano la Verdad le llama en primer lugar a mante- nerse en la verdad: esto quiere decir estar siempre en una actitud de buscar la verdad y de apegarse a ella, El cristiano debe estar cierto de que lo que piensa es ver- dad, lo que entra a su inteligencia, a su imaginacién, a sus ofdos, a sus ojos, es la verdad. Dejar entrar en sf mismo la falsedad es echar fuera a Jestis y envenenarse a s{ mismo. No estar cierto de si lo que dejamos entrar en nosotros es verdad, es, por lo menos, acercase al pe- cado, Pero vivir la verdad también significa que lo que dice y hace el cristiano debe ser verdad. En muchas oca- siones vivir la verdad costar4 esfuerzos, desprecios, amenazas, pérdidas econédmicas o de prestigio y a algu- nos les costard,quizd, la vida. Pero mas vale la pena su- frir por la verdad, “que hace libres”, que vivir en la esclavitud de la falsedad. Caminar en la verdad es cami- nar hacia el Padre por “el Camino” tnico que es Jestis. La vida humana es un caminar; hay muchos caminos hacia muchas direcciones; pero s6lo una es la direcci6n corecta; a cada paso encontramos las desviaciones que propone la falsedad; pero sdlo hay un Camino al Padre, es la Verdad. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS Jn 8, 31-45. 5.- SILENCIO Y REFLEXION NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE Dios. DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFCRME. GUARDAREMOS SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINU- TOS PARA ACOGER EN NUES- TRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 6.-COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEAOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: 1.- sPor qué es importante vivir en la verdad? 2.- sQué te pide la Palabra de Dios acerca de la Verdad? 3.- sQué quieres comentar con tu grupo? 7.-ORACION COMUNITARIA HAREMOS _ENTRE TODUS UNA ORACION COMUNITARIA ALABANDO Y DANDO GRA- CIAS AL SENOR QUE NOS LLAMA A SER VERDAD COMO EL ES VERDAD (Cir. Hch 2, 36). 8.- RESUMEN El hombre fue creado para vivir en la verdad. Todo lo que en él no es verdad es algo afiadido, no es suyo. La Re- velacién nos da la Verdad, que es la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas. Dios es Fiel. Jestis es la Verdad que saca a los hombres de la falsedad y del engafio, los hace participar del don del Espiritu de Ver- dad y los conduce hacia la Verdad plena. Vivir en la Verdad significa vivir en Dios y para los dems. E| Espiritu de la Ver- dad conduce a os hijos de Dios, les revela ef rostro de Cris- to y los trasforma en colaboradores de la Verdad. 9.- CANTO 10,- LEE, MEDITA Y ACTOA Dial Ap 3,14-22; Cristo es el Testigo Fiel y Veraz. Vn 2,18-27 La mentira no procede de la verdad, Dia2 Jn 831-45 Quienes viven la falsedad no soportan la Verdad. Jn 10,1-8 Quiénes escuchan fa voz de la Verdad. Dia3 Jn 18,37-38 Qué significa conocer la Verdad. Jn 8,41-47 El que es de Dios escucha la Verdad y la cree. Dia4 1 Jn1,5-10 La verdad de nosotros mismos y de Dios, Rm 1,18-32 Los que aprisionan la verdad con la injusticia. Dia5 Jn 7,14-24 El que busca la gloria de Dios es veraz. Mt 12,31-37 “De la abundancia del corazén habla la boca”. Dia6 Jn 14,1-10 Jestis es la Verdad y la Vida. 3)n 1-15 Cémo se vive en la Verdad. Dia7 Lc3,1-18 Juan Bautista, Testigo de la Verdad, Le 4,1-13 La falsedad se vence con la Verdad. 11.- MEMORIZA: “Si os mantenéis en Mi palabra conoceréis la verdad y Mi verdad os hard libres” (Jn 8, 31- 32). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “Tus palabras, Sefior, son la verdad” (2Sam 7, 28). 91 10. VENCER EL MAL MORAL OB;ETIVO: Comprenderemos que hay que luchar seria- mente para vencer el mal y buscar el bien. 1.» REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMOS EL TRABAJO DURAN- TE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMCS AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1.- ;Conoces a alguien que hace el mal a propésito? Comen- ta cémo son sus actitudes, sin decir su nombre. 2.- sQuién crees que es el diablo? 3.- 3Por qué est4 mal tener como Gnicos vatores el poder, la riqueza, el placer y el éxito? 4.- ;Cémo podemos vencer el mal en nosotros? 3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL FINAL HAREMOS COMENTARIOS. 1. Las falsas ideas acerca del mal moral y de sus fuentes 1.- Hay quienes creen que el mal que hay en cada ser huma- no, se vence con la sola fuerza de la voluntad; piensan 93 que el mal que hay en el mundo existe sélo porque no hay voluntad de detener el avance del mal. El mal se vence, dicen, con la sola decisi6n de ser buenos. 2.- Otros creen que el hombre es bueno de por sf, que el mal esta sélo en el ambiente corrompido que nos rodea y que contagia a las personas individuales. Creen que, cambiados esos ambientes, destrufdas esas ‘estructuras malas’ se sanearfa e! ambiente y el mal se arrancaria para siempre de la vida del hombre. 3.- Otros no creen que-exista el demonio, creen que es una pura invencién para explicar el mal que todos Ilevamos dentro, pero creen que el mal es cosa que se explica en el coraz6n del hombre. 4.- Muchos no alcanzan a ver cémo el mundo pueda tener algo erréneo o equivocado en sus ideas y valores que contradiga la fe. A veces el mundo est tan dentro de los catélicos que éstos no ven la incompatibilidad de él con el Reino de Dios. 5.- Cuando se habla de “la carne” muchos creen que se trata dei cuerpo humano, 0, mds especialmente, de los de- seos sexuales. Otros creen que se trata de emociones que acompajian la satisfacci6n de los sentidos. Il. La lucha que debe hacer el hombre La Palabra de Dios y la Tradici6n de Ia Iglesia nos han ensefiado siempre que “Dios creé al hombre para la inco- rruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza, mas, por envidia del diablo, entré la muerte en el mundo y la ex- perimentan fos que le pertenecen” (Sb 2,24); en nuestra vida el mal se hos presenta a cada momento en tres formas prin- cipales, interrelacionadas entre si: el demonio, el mundo y la carne. El demonio ha sido el instigador del mal en !a vida del hombre; el mundo es el ambiente que el hombre cons- truye aceptando el engafio del diablo, la carne es la presen- cia del mal que el hombre Ileva dentro de sf mismo. 94 A.EL DEMONIO “EI Mamado ‘diablo’ (dia-bolos significa ‘el que se atravie- sa’ en los planes de Dios), satands, “el seductor del mundo entero” (Ap 12,9), “homicida esde el principio, mentiroso y padre de la mentira” (In 8,44), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya defi- nitiva derrota, la creaci6n entera seré “liberada del pecado y de la muerte”. Su accién entre los hombres es a través de la tentacién —que cuando es ‘fuerte se puede llamar opre- sién—; més intensamente lo hace por la obsesién —que es una manera persistente y enfermiza de tentacién— y, en los casos més fuertes, con la posesi6n. El mismo Jestis, que “se manifest6 para deshacer las obras del diablo” (1Jn 3,8), “fue Hevado por el Espfritu al de- sierto para ser tentado por el diablo” (Mt 4,1). Las tentacio- nes que puso a Jestis fueron tres: buscar alimento fuera de la voluntad de Dios, tentar a Dios para su propia satisfaccién y renegar de Dios para seguir los talsos dioses que procuran el poder de este mundo (Cfr. Nota de la Biblia de Jerusalén al versiculo citado). Al responder al demonio con la Palabra de Dios, Jess lo vence y “el diablo lo deja” (Mt 4,14). Con esto Jests abre el camino de la salvacién, no el camino de la confianza en sf mismo y de la facilidad, sino el de obedien- cia a Dios y de la abnegacién. El demonio es un ser espiritual que pecéd rebeldndose contra Dios. Conserva su naturaleza angélica y, por tanto, el poder correspondiente a su naturaleza. Con su influencia ne- fasta se atrevié incluso a tratar de apartar a Jestis de su misién. La peor obra que ha hecho es la de seducir por la mentira al hombre e inducirlo a desobedecer a Dios. Acta en el mun- do por odio contra Dios y su Reino; su accién causa graves dafios espirituales y también, indirectamente, dajios fisicos en cada hombre y en la sociedad. Misteriosamente Dios permite esta acci6n del demonio; pero no deja de dirigir la vida del hombre y del mundo con fuerza y dulzura: “noso- tros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” (Rm 8, 28). 95 Pero, si no debemos vivir como si no existiera el diablo, tampoco debemos temerle como si su poder contra nosotros fuera infinito, El no es mas que una creatura, no puede im- pedir la edificacién del Reino de Dios, Ha sido vencido por Jesus y s6lo tiene poder sobre aquéllos que libremente le abren la puerta de su interior, Las personas que ceden al pecado est4n més Propensas a quedar, de alguna manera, bajo el influjo del demonio. Esto es mds frecuente entre los que adquieren vicios pecamino- sos 0 adicciones de cualquier tipo. Desde luego que quienes realizan cultos saténicos y quienes hacen brujerfas y malefi- cios se ponen bajo el poder del demonio (Ver Catecismo de fa Iglesia Cat6lica 2116 y 2117). B. EL MUNDO En la Sagrada Escritura ‘el mundo’ significa varias cosas; por eso hay que estar atentos para saber qué sentido tiene la palabra ‘mundo’ en cada pasaje . En primer lugar, en la Bil- bia ‘mundo’ significa a todos los hombres, Asf, San Juan dice: “De tal manera amé Dios al mundo que dié a su Hijo Unico” (Jn 3,16). Por eso también nosotros estamos llamados a amar al mundo, es decir, a todos los hombres, Pero ‘mundo’ también significa toda la maldad que hay en el hombre después del pecado de origen. En este sentido nos dice el mismo San Juan: “No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo el amor del Pa- dre no esté en él” (1Jn2,15). Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres dan al mundo una condicién pecadora, que puede Ilamarse “el pecado del mundo” (jn 1,29). Este nombre designa tam- bién la influencia negativa que ejercen sobre las personas las situaciones comunitarias y las estructuras sociales produ- cidas por los pecados de los hombres. «Esta situacion dra- matica del mundo que “todo entero yace en poder del maligno” (1Jn 5,19; Cfr.1Pe 5,8) hace de la vida del hombre un combate» (Cfr. Catecismo Iglesia Catélica 408-409), El ‘mundo’ entonceés aparece como el ambiente en el que vive el hombre, el conjunto de relaciones, de ideas y de va- lores que contradicen el Reino de Dios. San Juan dice: "Si al- 96 guien ama al mundo, el amor del Padre no esté en él, Puesto que todo lo que hay en el mundo —Ja concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas— no viene del Padie, sino del mundo” (1Jn 2,15-16). Las relaciones mundanas se ba- san en la desconfianza, en la competencia egofsta que trata de destrufr al otro, en la ambicién y la envidia, en el rencor y los celos, en fa explotacién y el temor, en apegos puramente emocionales entre hombres y mujeres, en la voluntad de do- minio y extorsi6n, o en la rebelién y la insubordinacién —si se trata de la autoridad en la familia, el trabajo o los asuntos publicos- o bien en resentimientos, odios y rencores en casi todos los campos, Las ideas del mundo son _lograr independencia total para cada uno, realizarse a sf mismo independiente de los demas y de Dios; libertad absoluta para el bien y para el mal; ma- nipular y utilizar al hombre en toda su conducta, hacer del hombre sélo una maquina de trabajo, medirlo sélo por su ‘productividad’ econémica. El mundo no cree que exista una verdad absoluta a la que podamos referirnos todos, cree que la verdad siempre es relativa; que no hay una verdad absoluta , sino que ‘cada uno tiene su verdad’. Los valores que gufan al ‘mundo’ son el dinero, el placer, el poder, e! dominio, el prestigio, la fama, el quedar bien, el “squé dirdn?’ Para el mundo es bueno Jo que hace posible alcanzar esos falsos valores. El mundo lucha por lograr esos falsos bienes que no hacen mds humana la vida, sino que, por el contrario, hacen sufrir al mundo, como nos muestra la experiencia diaria. C. LA CARNE “El término ‘la carne’ designa al hombre en su condicién de debilidad y de mortalidad (Cfr. Gn 6,3; Sal 56,5; Is 40,6)” (Cat. igl. Cat. 900); es el mismo hombre, pero en la condicién en la que qued6 después del pecado de origen. No es la naturaleza humana tal como fue creada por Dios, sino la naturaleza después del pecado del primer hombre. El drama de este hombre debilitado, que somos cada uno Ge nosotros, es descrito por San Pablo asf: “Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual, mas yo soy de came, vendido 97 al poder del pecado. Realmente mi proceder no lo compren- do; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que abo- rrezco. Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la ley en que es buena; en realidad no soy yo quien obra, sino ef pecado que habita en mf; pues bien 'sé yo que nada bueno habita en mf, es decir, en mi carne” (Rm 7,14-25). “En el hombre, porque es un ser compuesto-de espiritu y cuerpo, existe cierta tensién y se desarrolla una lucha de tendencias entre el ‘espfritu’ y la ‘carne’. Pero, en realidad, esta lucha pertenece a la herencia del pecado. Es una conse- cuencia del pecado que nos confirma su existencia. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual” (Cat. Igl. Cat. 2516). El cuerpo no es malo, con el alma espiritual constituye la naturaleza del hombre y, juntos alma y cuerpo, hacen a la persona. La ‘carne’ y ‘el espfritu’ se ralleren més bien a las disposiciones estables, las virtudes y los vicios, moralmente buenas o malas, que son fruto de la sumisiéna la acci6n sal- vifica del Espfritu Santo (las virtudes,) o bien fruto de la resis- tencia a esa accién divina (los vicios). Por ello San Pablo escribe: “Si vivimos segun el Espiritu, obremos también se- gtin el Espfritu’ (Ga 5,25. cfr. Cat. Igl. Cat. 2516). Ill. Cémo vencer al mal Vencer al demonio. Resistimos al diablo cuando ejercita- mos la fe en lo que el poder de Dios nos revela con su Pala- bra; cuando a las tentaciones respondemos con la Palabra de Dios, que es la verdad. Ser “firmes en la fe” es lo que Dios nos pide para vencer al demonio. Participamos de la victoria de Jestis sobre el demonio, no ciertamente por nues- tras propias fuerzas, sino haciendo nuestro, por la fe, el po- der de Cristo . El demonio “huye” de quien cree y afirma vigorosamente su fe en “toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). Para ayudarnos a vivir la fe y asf vencer al demonio, Dios nos pide vigilar y orar y nos da la compaiifa de los demas hermanos, en {a vida comunitaria de la Iglesia. Vencer al mundo. “Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo y lo que ha conseguide Ia victoria sobre el mundo es nuestra fe” (1)n 5,4). El hombre por sf solo no puede ven- 98 cer al mundo, como vemos en la prdctica; pero el ejercicio de la fe nos hace triunfar del mal ambiente mundano. Por eso es importante que estemos dentro de un ambiente en que nos sea posible fortalecer la fe. La comunidad de la Igle- sia es lo que Dios nos da como ‘ambiente’ opuesto al mundo. En ella es posible aprender, practicar y reforzar relaciones abijertamente cristianas, sanas, estables, basadas en el autén- tico y verdadero amor de unos a otros; en ella nos sentimos alentados a buscar los valores que verdaderamente constru- yen al hombre y a conducirnos por la Palabra que Dios nos ha dado. . En la Iglesia, es decir, en ese cuerpo que formamos todos Jos pecadores que buscamos ser transformados por la acci6n salvadora de Jesucristo, es donde los hombres podemos ayu- darnos a vivir la fe, experimentar una nueva manera de vivir y donde, por la accién de la gracia, nos vamos haciendo hom- bres nuevos. Asi es como la Iglesia es “luz del mundo”. Los cristianos que viven una vida nueva iluminan al mundo, no con su luz propia, sino con la de Cristo que vive en ellos y los hace: uno solo. La Iglesia se opone al mundo “que estd todo entero puesto en la maldad”, pero es enviada al mundo a dar la Buena Nueva de la salvaci6n. Vencer la carne, San Pablo nos da ensefianzas muy claras: “Si vivis segan el Espfritu, no daréis satisfacciOn a fas apte- tencias de la carne. Pues la came tiene apetencias contrarias al espiritu y el espiritu contrarias a la carne” (G4 5,10-17). También nos dice:“Hermanos mios, no somos deudores de la came para vivir segtin Ia carne, pues, si vivls segtin la car- ne, moriréis. Pero si_ con el Espfritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis” (Rm 8,12-13). La docilidad al Espiritu Santo es el verdadero remedio para ‘el mal que habita en nosotros’, en nuestra carne. E| pone en nosotros la Palabra de Dios que vence al maligno, nos une a todos en la Iglesia y, como no basta con que que- ramos el bien, sino que es necesario que recibamos fa gracia de Dios para hacerlo, gufa a los que le son déciles. La lucha que el hombre tiene que realizar en su existen- cia se hace a base de fe, en docilidad al Espiritu Santo, y en unién con los demas cristianos en fa Iglesia. 9 4,- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS. St 4,7 y 1P 5,8. 5.- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINU- TOS PARA ACOGER EN NUESTRO INTERIOR LA PALA- BRA DE DIOS. 6.- COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEAOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE A LAS SIGUIENTES: PREGUNTAS: 1.- yCual de las citas biblicas te tocé6 mds personalmente y por qué? 2.- xC6mo debemos combatir el mal? 3.- s;Cémo se est4 alerta y en oracién para ne caer en tentaci6n? 7.- ORACION COMUNITARIA HAREMOS _ENTRE TODOS UNA ORACION COMUNITARIA ALABANDO_Y DANDO GRA- CIAS AL SENOR QUE NO NOS HA DEJADO LUCHAR CON NUESTRAS SOLAS FUERZAS, QUE SON DEBILES 3.- RESUMEN La ‘carne’ y el ‘espiritu’ son los dos impulsos que encon- tramos dentro de nosotros para realizar nuestra vida diaria. 100 La ‘carne’ esta constituida por los impulsos del hombre que no ha querido recibir la redenci6n; el ‘espiritu’’ es la accion de Dios que nos gufa para producir buenos frutos en nuestra vida. Los cristianos para vencer al mal debemos estar siem- pre “firmes en la fe”, porque con ella estamos Ilamados a participar de la victoria de Jests. La Comunidad de la Iglesia es lo que Dios nos da como “ambiente” opuesto al mundo, porque en ella aprendemos a practicar y reforzar las relaciones sanas, estables, basadas en el auténtico amor de unos por otros. El mal se vence viviendo segtn el Espirirtu, en la docili- dad al Espfritu Santo. . 9.- CANTO 10.- LEE, MEDITA Y ACTOA Dia1 Ap 12,7-12 Batalla de los Angeles. Jn 8,39-59 EI diablo, padre de los que no creen a Jesus. Dia2 Ef 6,10-18 La lucha del cristiano. Ef 5,8-21 Andar como hijos de la luz. Dia 3 Jn 17,9-18 Jestis ora por sus discipulos que est4n en el mundo. G4 5,16-26 Las obras de la carne y el fruto del espfritu. Dia 4 Rm 7 La lucha interior. Rm 8,1-13 La vida en el Espfritu. Dia5 1Tes 5,16-24 La alegrfa del cristiano. 1Cor 13 Himno a la caridad. Dia6é Mt 4,1-13 Jestis vence las tentaciones de! maligno. Mt 18,21-35 El perdén de las ofensas. Dia7 Gol 3,1-17 Preceptos de la vida cristiana. Heh 2,42-47 y 4,32-35 La comunidad cristiana. 101 11.- MEMORIZA: “La palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno” (7/n 2, 14). 12.- REPITE FRECUENTEMENTE; “Jesis iba a morir para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Jn 11, 52). 102 11. LA VIDA RECONCILIADA OBJETIVO: Descubriremos la importancia que tiene la Reconciliaci6n para vivir cristianamente y para ayudar a otros a vivirla. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO-CUM- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO. 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1.- Comenta si alguna vez has hecho las paces con alguién con quien estuvieras enojado. ;Cémo lo hiciste? 2.- ;Qué piensas de quienes dicen: “yo perdono pero no ol- vido"? 3,- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PA- RRAFO Y AL FINAL HAREMOS COMENTARIOS. I. La necesidad de la Reconciliacion E} pecado siempre causa rupturas, separaciones, males morales y materiales. Los pecados son ofensas que dafian y destruyen las relaciones; con frecuencia producen traumas que duran muchos afios, y hasta toda la vida. Ademas, en 103 muchas ocasiones, los pecados causan perjuicios setios ala salud de los otros, o destruyen la vida, o privan a los duefios de sus bienes, 0 perjudican la fama de los ofendidos. Hay pecados que destruyen familias, pueblos y naciones. Pero, sobre todo, el pecado rompe y destruye la relacién con Dios. Como los hombres normalmente no ven esa rup- tura con Dios, no piensan en la importancia tan grande de esta ruptura. Todo pecado, pone a Dios a un lado, separa de Dios y, peor atin, desprecia a Dios, Cuando el hombre quie- re o hace algo sin Dios, s6lo logra separarse de Dios y de los demas. El pecado, ademés, es un acto suicida porque aleja de Dios dador de vida. Cuando el hombre rompe con Dios pro- duce dentro de sf un desequilibrio que le causa conflictos internos. El que peca destruye la vida divina que ha recibido, dafia su psicologia, vive en remordimientos, tristeza e inse- guridad. Rompe asi la armonia y el equilibrio interior, pierde la paz, en muchos casos dafia su salud fisica y empieza a sentir que los demés lo reprueban o lo condenan.Ese dese- quilibrio interno Io lleva a dafiar sus relacones con los de- mas hombres y con la naturaleza. El que peca, ademas de dafiar su propia persona, perjudica a su familia, su barrio, su trabajo, su economfa, su vida social y politica, todo como consecuencia de su pecado, Por eso es posible hablar del pecado social; y en este sentido podemos también decir que todo pecado es social, porque afecta a todos los demés. iCudnta gente ha sido herida por nuestras palabras, por Nuestra injusticia, por nuestro desprecio o falta de atencién y cuidado! |Cudntas personas llevan en su corazon un dafio psicolégico causado por el mal humor de un padre de fami- lia o por la impaciencia de un esposo, o por el robo de una cantidad pequefia, a quien sélo tenia eso para comer ese dia! sCémo reparar todo el dafio que causamos, con la mul- titud de ofensas, desprecios, injusticias, manipuleos, que ha- cemos a los demds como consecuencia de la separaci6n de Dios que causa nuestro pecado? Hay muchos cristianos que reconocen sus pecados y pi- den perd6n a Dios y creen que eso es lo tinico que Dios les 104 pide después de su pecado: pedirle perdén; pero no piensan en todo el dafio que han causado a su alrededor. Hay un lazo estrcho entre la conversién y la reconcilia- cién; no se puede separar una de la otra ni hablar de una callando la otra. El que quiere volver'a la amistad y a la unién con Dios tiene también que repararar los dafios que ha cau- sado. La verdadera conversién se realiza corrigiendo la propia vida y reparando los dafios que hemos causado. A quien robé no le basta con pedir a Dios perdén; tiene también que devolver lo robado; el que ofendié o injurié con su palabra con sus gestos debe pedir perd6n; quien hablé mal de otro debe restituir la buena fama; quien dafié o contaminé la na- turaleza debe restaurarla. Dicho de otra manera, hasta donde nos sea posible tenemos que detener el mal que causamos y repararlo. Somos responsables de nuestro pecado y de sus consecuencias. La reparacién de las ofensas tiene que ser una verdadera medicina y un verdadero remedio del pecado. El misterio del pecado, que es el “misterio de fa iniqui- dad”, necesita que la libertad del hombre lo aceple. Pero cuando el hombre acepta cometer el pecado, dentro de su decisién actuan las fuerzas del mal,las del “misterio de ini- quidad”. Adan y Eva, siguiendo el engajio del diablo, querfan vivir sin Dios y ser como dioses, y terminaron separandose y acusdndose mutuamente; heredaron a sus hijos el pecado y su consecuencia divisiva;ellos iniciaron los asesinatos en el mundo y la desconfianza mutua entre los hombres, y no- sotros seguimos separéndonos y odidndonos.Los hombres que quisieron construir la torre de Babel buscaban una me- jor unién entre ellos, querfan una transformacién social, querian ser ms fuertes; pero no tuvieron presente a Dios, querfan ese bien pero sin Dios, También el resultado de Ba- bel fue una nueva separaci6n de los hombres. El pecado, que siempre excluye a Dios de las propias acciones, es cau- sa de la destruccién del hombre. Il. Qué es la Reconciliacién La reconciliacién es la recuperacién de fa paz de los “hombres con Dios y de los hombres entre si, La reconcilia- 105 cién es el primer fruto de la redenci6n. La reconciliaci6n es obra divina, es contraria al pecado. Este divide, aquella une. La unién con Dios es la verdadera paz que el hombre nece- sita para vivir humanamente. Si el pecado dafié y dafia a todos los hombres y al uni- verso entero, la reconciliaci6n, como la redencién, se ex- tiende y alcanza a todo el universo. Toda la creacién esté también comprometida en esta obra de la reconciliacién. “Arrepentfos, pues, y convertfos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Sefior venga el tiempo de la consolacién y envie al Cristo que os habja sido destinado, a Jestis, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de Ia res- tauracion universal” (Hch 3,19-20), cuando todas las crea- turas se encuentren de nuevo con Cristo, el primogénito de los muertos resucitados (Cfr. Col 1,18). La redencién que hizo Jess muriendo en la Cruz produ- jo el fruto de reconciliarnos con Dios y entre nosotros. Al ‘misterio de iniquidad”, Dios ha respondido con el “miste- rio de la piedad”. El nos redne en la iglesia a todos los que aceptamos estos dones de la redencién y de la reconciliaci6n. La Iglesia es el lugar de nuestra reconciliacién con Dios y con los hombres. La Iglesia esté formada por todos los pecadores que han sido alcanzados por el “misterio de la piedad’” y que estén en proceso de ser liberados totalmente del pecado. La Iglesia esta llamada a ser el “mundo reconciliado” y, a la vez, “siem- pre reconciliadora”. Es como un signo que realiza “la fntima unién del hombre con Dios y la unidad de todo el género humano”, el lugar que irradia la unién de los hombres con Dios y que les da unidad entre ellos. La Iglesia _es, por tanto, presencia de Dios que nos reconcilia consigo en Cristo (2Cor 5,19), La Iglesia realiza su obra de reconciliacién por medio de los Sacramentos, en especial por el Bautismo, fa Penitencia y la Eucaristfa. Esta es fa actualizacin del sacrifi- cio redentor de Cristo y signo eficaz de la unidad del pueblo de Dios. Todo el que entra a la Iglesia debe, en primer lugar, re- cordar las palabras de Jess: “Si, pues, al presentar tu ofren- da en el altar te acuerdas entonces que un hermano tuyo 106 tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allf, delante del altar, y vete primero a reconcillarte con tu hermano; luego vuelves y presentards tu ofrenda” (Mt 5,23-24). En seguida, basado en estas palabras, debe tomar parte activa en el esfuerzo comin de hacer plena reconciliacién para que en todos y entre to- dos sea restablecida la paz, que es “la nodriza del amor yla madre de la unidad”. La Iglesia es el lugar donde se dan a conocer los discfpulos del Sefior: “En esto conocerdn todos que sois discfpulos mfos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13,35). El cristiano, que ha recibido el “misterio de la piedad”, deshace el mal que ha causado pidiendo perd6n y también perdonando, Por eso también tendré que recordar esta otra palabra de Jestis: “Cuando os pongdis de pie para orar, per- donad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que esté en los cielos, os perdone vuestras ofensas” (Mc 11,25). Nuestra reconcitiacién nos viene del sacrificio de Cristo, que murié voluntariamente por nosotros.en la cruz. Asf también el sufrimiento y la cruz_ tienen que ser el modo como la Iglesia y cada cristiano realicen la reconcilia- cién en el mundo, La Cruz es para los cristianos la inspiradora de sus relaciones mutuas. Que todas nuestras relaciones Ile- ven el sello de nuestra renuncia personal. Esto hard que todas nuesiras relaciones sean abiertas y mutuamente enriquece- doras; en ellas cada uno podrd desarrollar a plenitud su pro- pia personalidad. Ill. gCémo se hacen la Reconciliacién y la Reparacién? EI principio de la reconciliaci6n es el reconocimiento del propio pecado y, llegando al fondo de la propia personali- dad, reconocerse pecador, siempre capaz de pecar e inclina- do al pecado. Esta fue la experiencia de David que, después de “haber hecho el mal a los ojos del Sefior”, cuando el Pro- feta Nat4n lo regafié de parte de Dios exclam6: “mi delito yo lo reconozco, mi pecado sin cesar est4 ante mi; contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos cometi” (Sal 51{50},5-6). Y Jestis pone en labios del hijo prédigo estas pa- labras: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti” (Lc 15,18). El 107 hombre no puede separarse del mal si no llega al conocimien- to de si mismo. Sélo cuando el hombre reconoce su realidad es cuando restablece la amistad con Dios, que siempre est4 basada en la verdad. Dios mantiene relaciones de Padre con los pecadores que se reconocen tales, no con los que se creen justos. El reconocimietno del propio pecado es la proclamacién de la verdad que nos libera y nos da felicidad. No debe ver- se, por tanto, como algo triste y enojoso. Esta idea falsa im- pide que Dios manifieste su amor al pecador. Convertirse no es denigrarse a sf mismo, es un encuentro con la verdad, con Dios-amor y con la Iglesia. Es también la vuelta al orden interior del coraz6n que se dice a sf mismo la verdad entera. El desorden interior es el ambiente propio del pecado. Toda falsedad crea division interior y junto con ésta va la angustia y la enfermedad espiritual y psicoldgica. Enseguida es necesario arrepentirse y manifestar ese arre- pentimiento mediante el regreso al Padre. No se regresa al Padre ni hay reconciliacién sélo en abstracto, si no se hace con hechos concretos. La reconciliacién debe valorar las consecuencias del pe- cado en la vida familiar, ambiental, profesional y social, y reparar los dafios causados. Todo pecado, atin el mds secre- to, fntimo e individual, es un pecado que dajia, no sélo al que lo comete, sino a toda fa Iglesia y a la humanidad. Hay una solidaridad humana misteriosa e imperceptible, que hace que el pecado de cada uno repercuta de alguna manera en los demas. Asf como la solidariad que Ilamamos ‘comunién de los santos’ hace que ‘toda alma que sube eleva al mundo’, as{ el pecdo, debido a la solidaridad humana, dajia a la Igle- sia, la abaja y perjudica al mundo entero. Igualmente es ne- cesario reparar las consecuencias de los pecados sobre todo los cometidos contra el préjimo, las injusticias, los cometi- dos contra la dignidad de las personas, contra sus derechos especialmente el derecho a la vida, contra su libertad. La re- conciliaci6n pide reparacién concreta de los dafios que cau- san nuestros pecados. Al “misterio de iniquidad” que esta presente en el peca- do y que invade al hombre, Dios opone con claridad y fir- 108 meza su “misterio de la piedad” que es la misericordia de Dios para el hombre y la correspondencia del cristiano hacia Dios. La piedad es una fuerza que se enfrenta al pecado. La piedad es absolutamente necesaria para el cristiano: si no vive el misterio de la piedad, facilmente vivird el misterio de la iniquidad. El cristiano que acoge el misterio de la piedad, saca de él Ja fuerza necesaria para vivir conforme al Evange- lio. Asf el cristiano abre su coraz6n a la conversion y a la re- conciliacién, como valores concretos que conquistar en fa vida diaria. Cada cristiano es invitado por la verdad divina a leer con realismo su conciencia y a confesar que fue engen- drado en el pecado. La reconciliacién, sin embargo, no es sélo fo que hay que hacer después de haber pecado, sino un modo de vida. La vida del cristiano ha de ser una vida reconciliada. La vida reconciliada continuamente se encuentra con el amor de Dios que, ante nuestro pecado, no se aleja, sino que se acerca al pecador con més generosidad y ternura. Vida re- conciliada es vivir en ese amor misericordioso que llevd al Verbo encarnado a la muerte; es estar siempre en compaiifa de quien acept6 pagar con Su Sangre nuestro rescate, es por tanto vivir con la conviccién siempre presente y cada vez més clara de que “el Seiior es rico en misericordia”. 4.- ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS NOS PONEMOS DE PiE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS. Le 15, 11-32. 5.- SILENCIO Y REFLEXION DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINU- TOS PARA ACOGER EN NUES- TRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS. 109 6.- COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL SEAOR CONTESTAREMOS VOLUNTA- RIAMENTE LA SIGUIENTE PREGUNTA: 3Crees tener alguna semejanza con el Padre del Hijo Pré- digo? 7.- ORACION COMUNITARIA HAREMOS _ENTRE TODOS UNA ORACION COMUNITARIA. ALABANDO Y DANDO GRA- CIAS AL SENOR CUE NOS LLAMA A LA EXPERIENCIA DE LA VIDA RECONCILIADA, 8.- RESUMEN Nuestros pecados causan ruptura del hombre con Dios, con los hombres y con la naturaleza, ademds de los males que hacen al mismo pecador. La reconciliacién debe repa- rar, en lo posible, todo ef mal que hemos causado con el pe- cado. Todos debemos reconciliarnos, ya que hemos dafiado nuestro interior y nuestro ambiente. Cuando los‘-hombres nos decidimos a vivir la reconcilia- ci6n recuperarjos la paz con Dios y entre unos y otros. La Iglesia es el lugar donde se logra la unin de los hom- bres con Dios y la que nos da unidad entre nosotros. En ella Cristo nos reconcilia consigo; ella es sacramento de la unién de los hombres con Dios y de ios hombres entre sf. No sélo hay que acogerse a la misericordia de Dios, hay que vivir la vida reconciliada que _nos permite vivir en com- pafifa de Jesds el cual acepté dar su vida para rescatarnos del poder del pecado. 9.- CANTO 110 10.- LEE, MEDITA Y ACTOA Dia1 Rm5,6-11 2Cor 5,17-6,2 Dia2 Ef 2,11-22 Col 1,13-23 Dia3 Le 15,11-32 Mt 5,21-26 Dia4 Le19,1-10 Le 7,36-50 Dia5 Jn 21,15-19 2Cor 7,8-13 Dia 6. 1Pe 4,1-11 Le 12,57-59 Dia7 Hb 12,5-13 27m 2,14-26 11.- MEMORIZA: Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de fests. En Cristo Dios reconcilié al mundo consigo. Jestis hizo la reconciliacién de los hombres entre sf. Nos reconcilié para hacernos santos e inmaculados. Pardbola del padre misericordioso y del hijo prédigo. Reconciliarse con el hermano para acercarse a Dios. Zaqueo repara os dafios que ha causado, Dios perdona muchos pecados a quien ama mucho. Jestis pide a Pedro una triple confesién, La tristeza segiin Dios lleva a la salvaci6n, El amor cubre una multitud de pecados. Reconcfliate pronto con tu hermano. Recibir la correcci6n. Preséntate ante Dios como hombre probado. “En nombre de Cristo os suplicamos: ;Reconciliaos con Dios!” (2 Cor 5,20). 11 12.- REPITE FRECUENTEMENTE: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros per- donamos” (Cir. Mt 6,12). 112 . 12. LA ESPEKANZA CRISTIANA OBJETIVO: Conoceremos y avivaremos la Esperanza Cristiana para sostener nuestra vida y lu- cha diarias. 1.- REVISION DEL TRABAJO PERSONAL EXPONDREMOS COMO CUM- PLIMOS EL TRABAJO PERSO- NAL DURANTE LA SEMANA Y QUE EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO, 2.- PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA HABLAREMOS VOLUNTARIA- MENTE DE NUESTRAS EXPE- RIENCIAS. 1.- Si en alguna ocasién te has encontrado sin esperanza 3cémo te has sentido? 2.- sQué es lo que esperas de tu vida? 3.- sPara que sirve a la gente la Virtud de la Esperanza? 3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA LECTURA PARTICIPADA Y CO- MENTADA. CADA UNO DE NOSOTROS LEERA EN VOZ ALTA UN PARRAFO Y AL Fl- NAL HAREMOS COMENTA- RIOS, I. Lo que no es la Esperanza La vida del hombre es contradictoria: por una parte lleva dentro de sf un intenso y fortisimo afan de felicidad; pero 113 por otra parte sus luchas parecen no llegar al éxito que busca, el mundo no llega a cambiar gran cosa a pesar de tantos esfuer- zos y luchas, la muerte lo asecha, pareciera que el hombre nunca alcanzaré lo que su corazén desea con grande ardor. Ante esta condicién suya el hombre sigue ordinariamente uno de dos caminos: el de la desesperanza, o el del esfuerzo. Por una parte estan los que viven en la resignacion, que no esperan nada ni creen que puedan cambiar las cosas; piensan que ‘asf es /a vida’. Si algo o alguien viene de fuera a cambiar las cosas, seré bienvenido; pero si no viene, lo mejor que se puede hacer es aguantarse hasta que Segue la muerte, Asi piensan los que no estdn satisfechos con la sociedad en que viven; a lo largo de su vida han visto que poco lo- gran sus esfuerzos por hacer mejor la sociedad: se inventan nuevos sistemas de organizarla y todos ellos tienen algtin defecto que echa a perder la convivencia humana; por eso han dejado toda esperanza de cambio y simplemente ‘a- guantan a la sociedad como es’. Asf también sienten quienes saben que tienen mal cardcter oun vicio que los domina y, como no sienten que puedan cambiarse a sf mismos, sobre todo algunos que han hecho esfuerzos por cambiar y no lo han logrado, han perdido la esperanza de cambiar y por eso viven ‘soportandose a sf mismos’ y pidiendo a los demas que ‘los acepten como son’, En el otro lado, estén los hombres que sienten que pue- den esforzarse por ser mejores, que pueden luchar para me- jorar el mundo. Por eso buscan con su inteligencia y con su voluntad nuevas formas de hacer las cosas. Y van logrando comprenderse a si mismos un poco mejor, van mejorando las técnicas o maneras de hacer las cosas. E! hombre, dicen, no puede quedarse ‘aguardando’ a que le lleguen tiempos mejores, lo que no haga por si mismo no lo haré nadie por 6|. Asf luchan toda la vida, viven en una presi6n interior que poco se parece a la felicidad y, al final de la vida, no logran ver llegar la verdadera felicidad a la tierra. Los esfuerzos por hacer més llevadera la convivencia de los hombres en el mundo, los adelantos técnicos para au- mentar la produccién de bienes y servicios necesarios para 114 el hombre, y otros esfuerzos humanos més, han sido sinceros y han querido mejorar la vida del hombre. Sin embargo, no logran dar con la clave del cambio total, ni con la felicidad perfecta. Entra etonces la tentacién de decir: sDénde estd el mal de la vida humana? ;Dénde tenemos que buscar la fuente de la felicidad? jVale la pena tanto esfuerzo que lejos de producir felicidad, en la mayorfa de los casos, produce frustracién? Il. La Esperanza Cristiana Para el cristiano la condici6n humana aparece de modo diverso, en primer lugar porque no se encierra en el tiempo. Asf come las aves hermosas encerradas en una jaula muchas veces enferman y mueren, asf el hombre, si no se pone en el ambiente para el cual est4 hecho, no llega a entenderse plenamente a sf mismo. El cristiano en esta tierra afirma con fuerza que Dios ha creado al hombre para la felicidad y que ésta no se encuen- tra plena en este tiempo ni en esta tierra. El cristiano se en- tiende a sf mismo dentro del ambiente de la eternidad y sabe que su condicidn actual, imperfecta, no es su situacién defi- nitiva, sino el carnino para llegar a la condici6én de plenitud y de felicidad para la que fue creado. S6lo cuando el hom- bre sea liberado del pecado, que es la fuente de los males que padece, alcanzaré la felicidad para la que fue creado. En segundo lugar, el cristiano piensa en su felicidad de manera diversa de quien no tiene esperanza cristiana. Este busca la felicidad sdlo en lo que se puede ver, oir, sentir, oler, gustar y tocar en este mundo; 0 encuentra su felicidad en lo pasajero. Un gozo especial, que para muchos es el nico que vale la pena, es el que se logra mediante los es- fuerzos personales, el desarrollo de los conocimientos, el aumento del propio poder. Para el cristiano, en cambio, su felicidad, la que espera, es la comunién plena con Dios, la participacién en la vida divina incorruptible. En esta comu- ni6én encontraré también un mundo diverso al actual, libre de la rafz del mal que es el pecado. Esa comuni6n con Dios es lo Gnico que deveras podrd satisfacer plenamente los de- seos del hombre. 5 Estas’ ideas las tiene el cristiano porque cree en lo que Dios le ha revelado, Mientras mds crece y madura el hom- bre en la fe, mds descubre y se maravilla del panorama in- menso de eternidad y de felicidad que le est4 prometido y que tiene derecho a esperar; “Porque nuestra salvaci6n es en esperanza; y Una esperanza que se ve, no es esperanza, pues écémo es posible esperar una cosa que se ve?” (Rm 8,24), La esperanza cristiana no consiste en aguardar pasiva- mente a que Ilegue, sin nuestra intervenci6n, lo que se nos ha prometido; es una certeza profunda, basada en la fideli- dad de Dios, de que lograremos la felicidad que nos tiene prometida y que esperamos. Esta esperanza nos pone delan- te de algo que se nos da y que, a la vez, vamos ya haciendo con nuestro esfuerzo, vamos forjando con la presencia de Dios en nosotros. El que aguarda pasivamentese parece al que espera el auto- bis: no tiene nada que hacer sino quedarse plantado aguar- dando la llegada de lo que aguarda. La esperanza cristiana, en cambio, se parece mas a la sefiora que ‘espera’ un bebé: ciertamente ella no puede hacer al bebé, pero tiene que poner su parte, alimentarse, cuidarse, etc. Ella lleva a su hijo en las entrafias pero no lo conoce atin porque no ha nacido; asi también el cristiano tiene ya la vida eterna, la comunién con Dios, pero atin no Ja disfruta en plenitud, porque atin la espera. La esperanza cristiana no nace de la confianza en lo que el hombre pueda hacer por sf mismo. El cristiano sabe que no depende sélo de él vencer al pecado, sino que ese poder est4 en Jesucristo, que vencié al pecado con su muerte y de quien tienen que venir “nuevos cielos y nueva tierra en los que habite la justicia” (2Pe.3,13) y en fa cooperacién que éf mismo dé a Jesucristo que lo salva. Precisamente porque est4 cierto de que las promesas son ya suyas, por eso mismo pone en practica lo necesario para apropidrselas; la certeza de recibir tas promesas de Dios le impulsa a ser esforzado en el logro de las mismas; “Poned el mayor empefio en afianzar vuestra vocaci6n y vuestra eleccién. Obrando asi nunca cae- reis, Pues asf se os dard amplia entrada en el Reino eterno de nuestro Seftor y Salvador Jesucristo” (2Pe 1,10-11). 116 EI que deveras espera las promesas de Dios sigue el conse- jo de San Pedro: “Poned el mayor empefio en afiadir a vues- tra fe la virtud, a fa virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la tenacidad, a la tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fratemno la ca- ridad” (1Pe 1,5-7). Qué alegrfa la del cristiano que no lucha para ver si acaso logra algo, sino que lo hace con la certeza de fograr el triunfo. Por eso San Pablo escribe gustoso: “;No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? jCorred de manera que Io consigdis!. Los atletas se privan de todo; y eso jpor una corona corrupti- ble!, nosotros, en cambio, por una incorruptible. Asi pues, yo corro, no como a Ia ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacfo, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que habiendo proclamado a los de- més, resulte yo mismo descalificado.” (1Cor 9,24-27). Es la fe, por tanto, la que sostiene y nutre la esperanza. El que no cree tampoco espera. El que tiene certeza de que para él es la vida eterna con Dios, vive ya desde ahora la certeza de lo que va a recibir, como el caminante que goza por adelantado su llegada a la meta y la felicidad del en- Cuentro con las personas que va a visitar. Por eso la persona madura en la fe orienta sus pensamientos y sus deseos hacia la realizaci6n del reino en la vida eterna. El cristiano que espera no se fija tanto en los sufrimientos que tenga que padecer como en lo que va ciertamente a re- cibir. La Iglesia en esta tierra tiene como compaiiera insepa- rable esta virtud de la esperanza, que la acompajia en todas las persecuciones y en todos los consuelos que Dios le da. La esperanza no nos libra de los sufrimientos; “Los sufrimien- tos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros” (Rm 8,18). Tampoco la esperanza cristiana nos asegura que en esta tierra lograremos nuestros deseos y tendremos éxito en nues- tras actividades. Dios“no perdoné ni a su propio Hijo” (Rm 8,32). Permite la prueba, el sufrimiento, la enfermedad, el cansancid, la lucha y la desolacién;“no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis cami- nos” (Is 55 ,8). Pero la garantia de la victoria final permane- 117

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