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CAPITULO 2 HISTORIA DESDE ABAJO fit Sharpe 3118 de junio de 1815 se libré una batalla cerca del pueblo belga de Warer- “ho, Como sabrd cualquiera que haya estudiada la historia briednica, el resul- tado de esta batalla fue que un ejérciro aliado a las érdenes del duque de Ington, con un apoyo tardio aunque decisivo de las fuerzas prusianas ligidas por Blicher, dertoté al ejércico francés mandado por Napoleén Bonaparte, decidiendo asf la sucrte de Enropa. En los dias que siguieron a la ‘batalla, uno de quienes conuibuyeran a determinar el destino del continen- el soldaco raso William Wheeler, del 51 regimiento de infanteria briedni- eeseribis varias cartas a su mujer: La batalla de tres dias ha concluido. Estoy sano y salvo, que ya +s haseante, Ahora, yen cualquier oportunidad, pondré por escrito fos detalles del gran aconteci- “miento, es decir, lo que me fue dado observar... La mafiana del 18 de junio ama- Recid sobre nosotto: y nos encanitrs calacos de lluvia, crtumecidos y tiritando de © Ifo... FI afto pasado me refiste muchas veocs por furnar en casa, pero debo decir- fe que, sino hubie-a renido una buena Provision de tabaco esa noche, habefa Muerto |. Tie Letters of Privete Whedler 1809-1828, 8, El. Liddell Hare (ed,) (Londres, 1951), pags. 168-172, 40 FORMAS DE HACER HISTORIA Wheeler continuaba ofreciendo a su mujer una descripcién de la batalla de Warerloo desde una posicién peligrosa: la experiencia de soportar ef fuego de la artilleria francesa, la destruccién de un cuerpo de coraceros ene- miyos por una descarga de su regimiento, el especticulo de monrones de cadaveres de guardas britamicos quemados en fas ruiras del castillo de Hou- goumont, el dinera saqueado al cadaver de un oficial de los hiisares france- ses, muerto por los disparos de un miembro del destacamento mandade por Wheelet. Los libros de historia nos dicen que Wellingron gano la batalla de Waterloo. En cierto sentido, William Wheeler y miles como él la ganaron igualmente. Durante las tres décadas pasadas, varios historiadores que trabajaban sobre una yran diversidad de perfodos, paises y tipas de historia se dicron cuenta de la posibilidad de explarar las nuevas perspectivas del pasado que les ofrecfan fuentes como la correspondencia del soldado Wheeler con su esposa y se han sentido atrafdos por La idea de indagar la histotia desde el punto de vista, por as! decitlo, del soldado raso y no del gran comandan- te en jefe. Del Clasicismo en adelante, la historia se ha contemplade tra- dicionalmente como un telato de los hechos de las grandes personalidades. En el siglo XIX se desarrollé cierto interés por una historia social y econé- mica de mayor alcance, pero ¢l principal tema de la historia siguié siendo |e exposicién de la politica de las elites. Hubo, por supuesto, cierto trime- to de individuos descontentos con esta situacién y ya en 1936 Bertolt Brecht, en su poema «Preguntas de un trabajador que lees, declaraba, pro- bablemente de la manera mas directa hasta el dia de hoy, la necesidad de una perspectiva distinta de lo que podcia calificarse de chistoria de las per- sonas principaleso , Pero quizd sea justo decir que una afirmaci6n seria de la posibilidad de converrir en realidad esta opcidn no Hegd hasta 1966, cuando Edward Thompson publicd en The Times Literary Supplemens un articulo sobre «La historia desde abajo» *. A partir de ese momento el con- cepto de historia desde abajo se introdujo-en Ia jerga comin de los histo- Hiadores. En 1985 sc publicé un volumen de ensayos ticulada History fram > Bertalt Brecht, Poems; John Willer y Relph Manheim (eds.) (Londres, £976), pigs. 252-253 BLP Thompson, «History from Belows, The Timer Literary Supslemens, 7 abril 1966, pis 279. 280. Para. un ardlisis del crasforido de las ideas de Thompson, ver Harvey J. Kaye, The dst “Marcia Historiaavan Insroductory malas (Cambridge, 1984) [ec cast: Lar historiadlorer raarsastas Brictnica: un andlisa introductoria, Zarapaza, Prensas Universitarias de Zaragora, 1989] y Harvey J. Kaye y Keith McClelland (eds.), EP Thompuon: Critical Pempectives (Oxford, 1990). Para diversos comdtariag sobre la amplirid del debate que se desarrollaha sobre la naxuraleza ce la bisoriagrafia cn el Timer Literary Supplement de 1966, ver *Review Essays, de Charles Tilly, eo Hisry and ‘Theory 6 (1967). pays. 247-252, HISTORIA DESDE ABAJO. 4 Below *, mientras que en 1989 una nueva edicién de un libro dedicado a _ lg historiografia de las guerras civiles inglesas y sus consecuencias titulaba “un capitulo sobre los tiltimos trebajos dedicados a los radicales de esa época «Historia desde abajo» 5, De este modo, en Ins tilrimas veinte afins, 9 menos, sc ha encontrado una etiqueta para esta perspectiva del pasa- ‘do que nos ofrecen las cartas de William Wheeler. __ Dicha perspectiva ha resultado de inmediato attayente para los historia- "dares ansiosos por ampliar los limites de su disciplina, abrir nuevas éreas de Investigacién y, sobre todo, explorar las experiencias histéricas de las perso- ‘fas cuya existencia tan a menudo se ignora se da por supuesto o se mencio- ‘fa de pasada en la corriente principal de la historia. Atin hoy una gran parte dela historia ensefiada en Gran Bretaha en cursos preuniversitarios y uni- _versidades (y sospecho que también en insticuciones similares de otros pal- _ es) contempla la experiencia de la masa de la poblacién del pasado como algo inaccesible 9 carente de importancia © no consigae considerarla como un problema histérico o, en el mejor de los casos, ve a la gente corriente “como «uno de les problemas que el gobierno ha tenido que afrontar»®, En 1965 Edward Thompson planted vigorosamente el punto de vista opuesto dl prdlogo a una de las principales obras de la historia de Inglaterra: Antento rescatar a la calcetera pobre, al campesino hudita, al rejedor «anticuado» que trabaja con un telar manual, al artesano »utépicos y hasta a los soguido-es ~ burlados de Joanna Southcate del aire de enorme condeicendencia con que lus contempla la pasteridad, Sus oficios y tradiciones pueden haber sido agdnicos. Su _ hostilidad a la nueva industrializacidn fue, tal vee, retrégrada. Sus ideales comu- nitarisras fuecon quiza pura fantasia; sus conspiraciones sediciosas, posiblemente temerarias, Pern ellos vivieron en eses épocas de extrema inquietud social y noso- (ros no’, hompson, por tanto, no slo discernfa el problema general de la recons- etién de la experiencia de un conjunta de personas «cortientes», sino que, ds, comprendia la necesidad de intentar entender a esta gente en el én la medida en que el historiador moderno es capaz de llevar a cabo i “tl experiencia a la luz de la suya propia y de sus reacclones personales. a History frown Below: Studies in Popular Protest and Poputar ledeulogy, Frederick Kantr (ed.) (Oxford, 1984), Se trata dela edicts ingless de una colo-cidn publicada primerarsente en Montreal en 1985. RG Richardson, The Debate on the English Revoltion Revisited (Londres, 1988), cap. X, «The eth Century: “History from Below"», Thompson, «History ftom Belows, pig 279. TEP. Thompson, the Mating of the English Varking Class (Londees, 1965), pigs. 12-12 42° FORMAS DE HACER HISTOR Fl objeto de este ensayo ser explorar, refiriéndome en la medida de lo posible a lo que podria considerarse un conjunto de publicaciones clave, algunas de las posibilidades y problemas inherentes a la escrirura de la histo- ria desde aban. Al haccrlo asi deberé tener en cuenta dos temas diferentes, aunque en grin medida inextricables, E] primero de ellos es el de intreducir al lector en la absoluta diversidad de asuntos expucstos por las obras dedica- das a lo que podria describi historia desde abajo. Esta diversidad abarca desde la rcconstruccién de las experiencias de los pastores del Yirineo en ta Edad Media a las de los ancia- nos que trabajaron en la industria, cuyos recuerdes constituyen la materia prima de la historia oral. El segundo es el de aislar algunas de las.cuestiones referentes 2 pruebas, conceptos ¢ ideologia suscitades por el estudio de la his- toria desde abajo. La idea de abordar la historia de este mado resulta muy atrayente, pero, como suele ocurrir, la complejidad de los problemas que implica el estudio del pasado cumenta con més rapider de lo que podrfa parecer a primera vista. , en términos amplios, como tratamiente de la La perspectiva de escribir ka historia desde abajo, de rescatar las expetiencias pasadas de la mayoria del olvida total por parte de los histariadares © de lo que Thompson denominaba uel aire de enorme condescendencia de la pas- reridads es, pues, muy atractivz, Pero, como ya he insinuado, el intento de estudiar la historia de esta manera implica ciertas dificultades. La primera se refiere a las pruebas. Basta con leer el estudiv de ‘lhompson sobre les aos de formacién de la clase trabajadora inglesa para darse cuenta de que, al mar- gen de las criticas que se puedan plantear a su interpretacién del tema, no hay muchas dudas de que el material en que se basa constituye un cuerpo de fuentes masivamente amplio y rico. Sin embargo, por lo general, cuanto mis atrés se remontan los historiadores en la reconstruccién de la experiencia de las clases bajas, tanto mds se reducind el dmbito de las Fuentes disponibles. Segiin veremos, se ha realizado un trabajo excelente con materiales como los que quedan de perfodos antiguos, pero el problema es bien real: antes de los dltimos afios del siglo Xvi! escasean los diarios, memorias y manifiestes politicos a partir de los cuales poder reconstruit las vidas y aspiraciones de las clases bajas. con la excepcidn de unos pocos perfodos (como las décadas de 1640 y 1650 en Inglaterra). En segundo lngar, existen vatios problemas de conceptualizacién. ;Dénde se ha de situar, exactamente, ese wabajor y qué habria que racer con la historia desde abajo, una ver esetita? Las complicaciones inheremtes a la cuestién de quiénes son aquellos cuya historia se hace desde abajo queda claramente ilustrada en uno de los terre- nos de erecimienta de la historia social de los tiltimos afos: el estudio dela HISTORIA DESDE ABAJO 49 a popular en la Europa de la Edad Moderna, Por lo que yo sé, aparte ‘eonisiderarla una especie de categoria residual. uingiin historiador ha ado dar todavia una definicién que abarque plenamente lo que era cn didad la culeura popular en ese periodo*. La razén fundamental de elle es que sel pueblo», incluso remontinconos al siglo XVI, cra algo mas bien varia~ do, dividido po: la estratificacidn econdmica, la cultura de sus ocupaciones yel sexo. ‘Tales consideraciones invalidan cualquier cocién simplista de lo que podria querer decir «abajo» en la mayoria de circunstancias histéricas”, Igual impoctancia tiene la cuestisn relativa al significado o propdsitos m4 eos de un cratamiento de la historia desde abajo, Quizd, la mejor mane- Jade ilustrar estos problemas sea referirse a la obra de los historiadores que éscriben desde la tradicién marxists o la historia de las clases trabajadoras en n Bretaiia. Come es obvio, fa contribucién de los historiadores marxistas ha sido enorme, tanto aqui como en otros paises; de hecho, cierto fildsofo marxista ha afirmado que cuantos escriben historia desde abajo lo hacen a la sombra de las iceas marxistas de la historia”. Aunque tal pretensién pueda Fun tante exagetada, dcberws tecunocer la deuda de los historiadores s jeas de Marx y los historiadores marxistas y, desde luego, no tengo la intencién de unirme a la tzndencia actualmente en boga de exectar una de las radiciones intelectuales mds ricas del mundo. No obstante, podria marceer que, antes de que otros autores que escribian desde tradiciones dife- fentes sugirieran la amplitud de temas que podria estudiar el historiador ial, los historiadores marxistas habjan rendido a restringir el estudio de la storia desde abajo a los episodios y movimientos en los que las masas emprendian wna actividad politica chierta a se comprometian en terrenos de sarrollo econémico muy conocidos, Aunque habria de ir mas alld de estas itaciones, el punto de partida del ensayo publicado por Thompson en 3) Barry Reay, «Incraducrion: Popular Culture in Early Modern Englands, en Papa “fir Culttere in Seventeenth Century Fngland, B. Reay (ed.) (Londres, 1985), y James Sharpe, «Popu- ar Culeuse in the Farly Modern ‘K'este, en Michael Bentley (ed.), Companion to Historiography {Lon- hes y Nueva York, 1997}, pags. 361-362. ‘Ana manera de acometer cl problema es examinar ha experiencia de distintos sectores de las clases a veces mediame el estudio de casos aislados. Dus obras que recurren a este planteamients y dsuyen imporcanzes conrribucloncs a la historia desde abajo, san: Natalie Zemon Tavis, Society Culture in Early Modern France (Londres, 1975), ¥ David Sahean, Power in she Blood: Popular anid Village Liscourse i Early Modern Germany (Cambridge, 1984). Pile Callinics, The Revolutivnsry ideas af Kart Mame (Londres, 1983), pg. $4, Por otra parte, que sefalar que no hay razén para que un enfoque marxista no genete utia shistoria desde acri- ae autknticamente eicue, ver los camenrarios de Perry Anderson, Lineager of the Absaturier State , 1979), pag. 1 lod. cast.: Klesuade absolnisa, Madrid, Sigho XX1, 2002] 44 PORMAS DE HACER HISTORIA 1966 fue en gran medida este mismo. El trasfondo histérico de esta corrien- te de pensamiento ha sido descrita mds recientemente por Eric Hobsbawm, quien mantenka que la posibilidad de lo que él denomina ehistoria de la gente corriente» no era una auténtica evidencia antes de 1789, poco mas o menos, «La historia de la gence corriente en cuante terreno ¢specifico de estudio», escribia, «comienza con la de los movimientos de masas en el si glo viii... Para el marxista, o mds en general, para el socialista, cl interés por la historia de la gente corriente se desarrollé al crecer el movimiento de los trabajadores», Segin continuaba sefalando, esta tendencia «impuso unas anteojeras bastante eficaces a los historiadores socialistas» '. A algo parecido a esas anteojetas aludia un libro publicado en 1957, que muy bien podria haberse subtitulado ala irrupcién de la elase obrera inglesar: la obra The Uses of Literacy de Richard Hoggart. Al analizar las distintas mancras de abordar el estudio de la clase trabajadora, Hoggart aconsejaba cautela a los lectores de la historia de los movimientos de la clase obrera. La impresién que gran parte de estas obras histéricas dejaban en Hoggarr, como en muchas otras personas, era sque sus aucores exageran el lugar de le activi- dad politica en la vida de los trabajadores y no siempre tienen una idea ade~ cuada de lo que es cortiente en esas vidas» 2, En 1965 Thompson abservaba un cambio de rumbo en los antiguos intereses de los historiadores del mundo obreto por las instituciones trabajadoras y los dirigentes ¢ ideclogia auroriza- dos, aunque tmbién advertia que este proceso tendia a privar de una parce de su cehcrencia a la historia de los trabajadores . Al eseribir a la luz de la posterior expansién de la historia del mundo obrero, Hobsbawm pudo hacer comentarios mds centrados sobre este punto. El problema (segtin daba a entender Hoggart) eta que los historiadores del movimiento obrero, marxis- tas o no, habian estudiada «no cualquier tipo de personas corrientes, sino aquellas que podrian considerarse antepasados de dicho movimiento: no las trabajadores en cuanto tales, sino mas bien Los carrismas, las sindicalistas los milirantes obreros». La historia del movimiento obrero y otros procesos ins- rirucionalizades, declaraba, no deberia «sustivuir a la historia de la gente corrientes 4, Qtra limitacién que la tendencia principal de la historia del mundo obrero impone a la historia desde abajo es la de restringirla a una época. Los ©. B, J. Hobshasm, «History from Below-Somc Reflecrionse, en Hiitury from Below, Krantz (ed.), pag, 15, "Richard Hoggare, The Les uf Literacy: Aqpects of WorkiongsC lust Life wath special Reference to Mubli- tations and Exiertciamenss (Harmondswarts, 1958), pag, 15. * Thompson, «History from Belowe, pig. 280. * Hobsbawm, «Some Reflectionse, pig, 15. HISTORIA DESDE ABAJO. | 45 del primer ensayo de ‘Thompson y de la tlima aportacién de vm podrian quedarse facilmente con la impresién de que (a pesar intenciones de ambos autores) la historia desde abajo sélo pueds se para periodos posteriores a la Revolucién Francesa. Hobsbawn, hemos sefalada, pensaba que el desarrollo de los mavimientos dz finales del siglo xvut fue lo primero que puso sobre aviso a los estu- erca de la posibilidad de escribir historia desde abajo y afirmé a cin que «la Revolucién Francesa, especialmente desde que el jaco- fuera revitalizado por el socialismo y la [ustracién por el marxis- vel banco de pruebas de este tipo de historia». Al preguntarse un poco mas adelante «por qué han surgido modernamente tantas obras de foria sobtc gente corriente a partir del estudio de la Revolucién France- bsbawm citaba la accién de masas del pueblo y ‘os archivos creados avasta y laboriosa buroeracia» que documentaron las acciones de la Pcortiente y posteriormente se dedicaron a clasificar y archivar sus es sen provecho del historiador». Esta dacumentacién resuleé ser un N para posteriores investigaciones y fue también, seguin sefialaba n, sagradablemente legible, a diferencia de los garrapareados critos de los siglos XVI o XVII», n embargo, la historia desde abajo no tiene como tema la historia poli- oderna mds conc tratada por historiadores incapaces de afrontar de la paleografia. De hecho, aunque el concepto de historia desde je fue desarrollado fundasientaliente por historiadares marxistas ingle- escribfan dentro de los limites cronoldgicos tradicionales de la histo- movimiento obrero britinico, el libro que ha recurrido a esta pers- va del pasado y ha producido, quiz4, el impacto mas amplio fue es estudioso francés y tiene come tema tna comun-dad rural pirenai dad Me La obra Mongaition, de Emmanuel Le Roy Ladurie, publi- primera vez en Francia en 1975, disfruté de mayor atencién, mejor ‘tun ntimero de lectores mas amplio que la mayorii de obras de histo- “, Como es natural, s¢ gané algunas critices de la comunidad y la metodologia y traramiento de las fuentes de Le Roy Ladurie han ty igs 16. A pesa: del escepticismo percepeible en torne-a la singularidad de fa contribucién idores de Jc Revalucién Francesa, emé claro que las obras busadas cn este pertode han de manera sustancial en la creacidn del canun de la historia desde abajo, desde estudios como af de Georges Lefebvre, Ler Haysans de Nord (Paris, 1924) y Le grande pever le ttvolutionnaires, Armand Colin, 1988 [ed. cast: Ef gran pdnicn de 1789: la Revalu- J los camperinas, Barcelona, Ediciones Paiukés, 1986), hasta la obra mas reciente de Cobb, eado en castellare como Montuillon, aldea accitana de 1294 a 1324 (Madrid, 981). 46° PORMAS DE HACER HISTORIA suscitado ciertos interrogantes ”. Los historiadores que trabajan desde abajo deben, por supuesto, ser tan rigurosos en sus materias como cualquier otro, pero Monsaillow surge como algo parecido a un hito en ta historiografia escr ta desde esta perspectiva. Como sefialaba su autor, «aunque existen extensos estudios histéricos sobre comunidades campesinas, se dispone de muy poco material que pucda considerarse testimonio directo de los campesinos mis- moose! Le Roy Ladurie resolyid este problema basando su libro en las actas inquisitorialss levantadas por Jacques Fournier, obispo de Poitiers, durante su investigacién de un caso de herejfa entre 1513 y 1325. A pesar de los inconveniences, Montaillou demostré no sélo que la historia desde abajo pod/a resultar arractiva para los lectores en general, sino también que ciertos tipos de actas oficiales podian utilizarse para explorar el mundo intelectual y material de generaciones pasadas. De hecho, los historiadotes econémicos y sociales se han ido acostum- brando progresivamente a servirse de tipos de documemtacién cuya verdade- ra utilidad como prueba histérica reside en el hecho de que sus compilada- res no las registraban para la posteridad de forma deliberada y consciente. Imaginamos que muchos de estos compiladores se habrian sentido sorpren- didos y, quizd, inquietos ante el uso dado por los histariadores recientes a casos judiciales, registros parroquiales, testamentos y compraventas de fincas riisticas regiseradas por ellos. Esta clase de pruebas puede ser un medio apro- piado para indagat acciones ¢ ideas explicitas suposiciones implicicas y para suministrar un fondo cuanritative a las expericucias del pasado. Sogtin s la Edward Thompson: Se pravaba con impuestos a li poblacién, y quienes se apropian de las listas de impuestos por fuegos no son los hiscoriadores de la triburacién sino los de la demografia. Se imponian diesmos a las personas, y los registtos som uiilizados coma prueba por los historiadores de la demografia, Las personas eran aparceros consuctuddinarios 0 enficéutious: sus atriendos se inseribian y presentaban en los registeos del tribunal sefiorial; a escas fuentes fundamentales se dirigen los histo riadores una y ocra vez, buscando no sdlo nuevas prucbas sino un didlogo en el que plantean preguntas nucyas ", © Ver, porejemple, L, E; Boyle, «Monzaillow Revisiteds: Mentaité and Metadologys, ety: Parhonys ta Mediessal Peasants, |. A. Raliis (od.) (Toromo, 1981}, y R- Rosaldo, «From the Door of his Tent: the Ficldworker and the Inquisitor, ex: Writing Calne: the Poetics anc Polite: af Ethnography, J. Clifford y G. Marcus (edls.} (Berkeley, 1986), ™ Le Roy Ladvurie, Montaillaw, pag. vi © E.P. Thompson, The Paversy of Theury and Orber Esvays (Londres, 1978), piles. 219-220 {ed east.: Miseria de da teorta, Barcelona, Critica, 1981]. Para un andlisis mds amplio de los tipes de regis tros en que pociria basarse la historia desde abajo para Inglaterra, ver Alan Macfarlane, Sa-ah Harti- son y Charles landine, Reconstructing Hirtorieal Commranities (Cambridge, 1977}. HISTORIA DESDE ABAJO. | 47 ajo Sugiere csta cita, los materiales son muy variados. En ocasiones, cemo ro, ede con las Fuentes en que se ha basado Monsaillou, permiten al historia- ti acercarse alas palabras del pucblo casi tanto como una grabacién mag- S08 tofdnica de un historiador oral. La historia oral ha sido muy utilizada por co oriadores que intentan examinar la experiencia de la gente comiin, si is: ty por supuesto, no existe un motivo evidente para que el historiador oral tas istre los recuerdos de duquesas, millonarias y abispos, tanto como las ate de casa, mincros y obreros industriales “’, Con todo, el historiadar los |se-encuentra con problemas obvios al tratar con petsonas que o bien jo feron antes de recogerse sus palabras o cuya memoria no se ha transmi- Os sus sucesores, y el tipo de restimonio dirccto que le es posible obtener ly ‘estd al alcance de los historiadores de periodos mas antiguos. Pero, en io, semin he indicado, hay fuentes que permiten a los historiadores de n- $08 periodos aoroximarse a las experiencias de las clases inferiores. le- Te Roy Laduric se sirvié de una de ellas: las actas de Jacques Fournier. o- abra que muestra cémo puede utilizarse este ripo de registros legales Ce. un tipo de historia desde abajo bastante distinta aparecid en 1976, al n- cla obra de Carlo Ginzburg H formaggio ei vermi”', El objetivo de nzburg no era reconstruir la mentalidad y forma de vida de una comuni- tural, sino indagar cl mundo intelectual y espiritual de un individuo, un as O- 0 llamzdo Domenico Scandella (apodado Menocchio), nacido en ra y que vivid en Friuli, en el nordeste italiana, Menocchia se indispuso a- Ja Inquisicidn (fuc Finalmente cjccutado, probablemente cl 1600) y la de zburg ofrece un provechoso ardlisis de los problemas la eptuales y metodaldgicos planteados por [a reconstruccién de la cultura o Jas clases inferiores en el mundo preindustrial, kn concreto, insistiz en si ‘hecho de que una fuente no sea “objetiva” (puestos a ello, rampoco. a ‘ . Lae ; sf $n inventario) no significa que sea inddl.., En resumen: se puede dar zi uso incluso a una documentscién escasa, dispersa y ascura» “4, y en que tudio de los individuos con tal profundidad es tan valioso como tos tra- a de las continuas informaciones suministradas por la abra en desarrollo consenida en ‘the fosrmal of the (rat Hfusary society, aparecidla desde 1372, permive haverse idea del dreas temiricas cubiertas pot los histeriadores orale. ibe cast: BU quese 9 des gusanes, Barcelons, Ediciones Peninsula, KN. Qua obra de Ginzburg: Bae Might batsles: Witchcraft and Agrartan Colts in she Sixteenth sted Seventernih Centteries (Londres, Hed. ial, 1966), muestea eambién céme se han de utilizar las acas inquisitoriales para arrojar Pilap creenciss populares. Elquecay tes guianos s- is 48 FORMAS DE HACER HISTORIA tamientos glébales mas canocidas de la historia social. El problema sigue siendo, por supuesto, el de la tipicidad de dichos individuos, si bien, trata- dos de manera apropiada, clase de estudios de casos puede resultar inmensamente ilustrativa. Sin embargo, en sus esfuerzos por estudiar la historia desde abajo, les his- toriadores se han servide de otres tipos de documentacion oficial o semiofi- cial distintos de una fuente tinica y rica. Un ejemplo de ello nos to propor- dona Barbara A. Hanawalt, que ha hecho un uso amplio de una de las gran- des fuentes relegadas al olvido eu fa historia social de Inglaterra: las encues- tas judiciales de muertes violentas a sospechosas (coroners inquests, para reconstruir la vida familiar campesina en la Kdad Media, Hanawalt man- tiene que estos registros estin libres de la tendenciosidad que se da en las actas de los tribunales reales, eciesidsticos o sefioriales y destaca el hecho de que (volviendo a un tema antetior) los detalles de la vida material y activi- dades familiares registradas en ellas son accesorios para el propésito principal de las mismas actas ¥; por tanto, no es probable que se falseen. Como sucle ocurrir cuando s¢ manejan registros oficiales, su mayor urilidad se manifies ta cuando se emplean para fines en los que jamds soharon sus compiladores. Junto con otra clase de documencacién, Hanawale utilizé las encuestas judi- ciales para trazar un cuadro del entorno material, lz economia doméstica, las craps del ciclo vital, las pauras de educacién infantil y otros aspectos de la vida cotidiana del campesinace medieval. En cierto sentido, su trabajo demuestra una estuategia diversa de la seguida por Le Rey Ladurie y Ginz- burg: pasar por el cedazo un amplio cuerpo docunental, mis que coastruir un estudio de caso basado en una fuente excepcionalmente rica. El resultado final demuestra cémo es posible utilizar otro tipo distinte de documentacién oficial para construir la historia desde abajo. Esta expansidn del émbito cronoligico de la historia desde abaio y ol mavimienco hacia una ampliac.dn del alcance de los intereses histéricos mas alld de las acciones y movimientos politicos de las masas ha Ilewado a buscar modelos diferentes de los suministrados par el marxismo tradicional o el viejo estilo de la historia del trabajo. La necesidad de mantener un didlogo con los estudiosos matxistas ¢s esencial, pero sigue estando claro que la apli- cacin de un concepto marxistz tan bisico incluso como el de clase es de pro- blemériea aplicacién al mundo preindustrial, ya que se hace dificil imaginar una ofientacién netamente marxista en un proceso de difamacién en el © Barbara A. Hanawalt, The Tier shat Bound: Peasants Families se Medienal England (Nueva Yorke y Oxford, £986). Una exposicién mds breve de los objetivos de Hazawalt, en su articule «Seeking the Flesh and Blood of Manorial Fainilicse, Journal of Medieval Hesicry 14 (1988). pags. 33-45. HISTORIA DESDE ABAJO 49) Yorkshire del siglo x1 0 en una cencerrada en el Wiltshire del siglo xv. Por desgracia, la busqueda de un modelo diferente (aunque es cierto que apenas se ha iniciada) ha conseguido por el momento un éxita muy escaso, Muchos historiadores, en especial en la Europa continental, sc han inspirado en la escucla francesa de las Anmater™. No hay duda de que muchas de las diver- sas obras de escritores que trabajan en la tradicién de los Aunales no solo han ahondado nuestro conocimiento del pasado, sino que nos han proporciona- do ademds inmensas perspectivas metodolégicas tendentes a mostrar hasta qué punto se puede hacer un uso intovador de las formas de documenracién canocidas y como es posible formular mucvas cuestiones acerca del pasado, Por otra parte, la forma en que los annalistas han clarificado el concepta de mentalité ha resultado de un valor inestimable para los historiadores que han intentade reconstruir el mundo intelectual de las clases inferiores. Por mi parte, sin embargo, creo poder afirmar que la maxima contribucién del enfo- que de los Annaler ha consistido en mostrar cémo construir el contexto en el que puede escribirse la historia desde abajo. Ast, por ejemplo, el conoci- miento de la tendencia de los precios del grano en una sociedad dada ea un determinado perfodo ayuda a suministrar el trasfondo fundamental para entender la experiencia de log pobtes; sin embargo, no puede reducirse todo aeste tipo de pruebas cuantificadas, Otros han buscado modelos en la sociologia y la antropologia. También aqui, en manos hébiles y sensibles, los beneficios han sido grandes, si bien incluso en tales manos no han desaparecido ciertos problemas, mientras que, tocados por otras, se han producido algunos desastres. Podria aducitse que la -sociologia es de gran importancia para los hiscoriadores de la sociedad indus- tial, en tanto que algunas de sus hipétesis no siempre han resultado dema- siado ditectamente aplicables al tipo de mictoestudio preferido por quienes _practican la historia desde abajo, La antropologfa ha atraido a un grupo de historiadotes que trabajan en temas medievales y de la Edad Moderna, si bien los resultados no han estado tampoco aqui exentos de problemas **, 1 a mejor inteoduccién a la obra de esra escuela es Traian Stoinavitch, French Missorical Mesboet Annales Paradigns (Ithaca y Londres, 19761 que dche lectse junto con la mds reciente de Pecer whe, The French Hirtoricad Revolution: The Anmales Sched! (Oxford, 1991) led. east.» La rev hicién Hagnifica francesa: ta esrwela de Annales (1929-1989), Barcelona, Gedisa, 19941. de cardcter general sole las relaciones inas, en. Peter Burke, Socio ‘iistory (Londres, 1980) fed. cas a ¢ historia, Alianza Edicovial, 1987], ¥ p Abrams, Hibtaricad Saciology (Sheptorr Mallet, 1982), nes clisicas sobre Is importancia de Ins posibles lazns entie historia y antropolog Eeans-Privchard, Anhropalogy and History (Manchester, 1961), y Keich Thomas, «History ndhitopologys, Past and Present 24 (1963}, pigs. 3-24, Para una epinién mis reciente, ver ompson, «Anthropology and Lhe Discipline of Historical Contexts, Midland History 3, n° 1 cra, 1972), pigs. 41-56, 50 PORMAS DE HAC HISTORIA Algunas de las cuestiones han quedado ilustradas en la obra de Alan Macfar- lane sobte las acusaciones de brujeria en Esser en la época de los Tudor y los Fstuardo2”, Macfarlane emprendié la tarea de escribir lo que podria definir- se camo una historia de la brujeria desde abajo. Anteriormente, Hugh Tre- vor-Roper habia acometido [a interpretacién de esta materia desde las perso- nas encumbradas; en su estudio de la brujerfa en la Europa moderna, este autor deckaraba su falta de interés por la omera fe en las brujas: esa creduli- dad clemencal pucblerina que los antropélogos descubren en todo tiempo y lugars2, Macfarlane, en cambio, se sumergié en la emera fe en las brujass y publics un libro que ha constituide un avance decisivo para nuestra com- prensién del tema. Uno de los elementos mas llamativas de su proyecto fue la aplicacién de estudios antropoldgicos al material histérico, El resultado fue tuna profundizacién de nuestra vision de la funcién de Ia brujerla en la socie~ dad rural y de cémo las acusaciones de brujeria tenfan su origen casi siempre en un conjunto de tensiones interpersonales perfectamente perfiladas. Sin embargo, el enfoque antropoldgico no ayudé mucho @ los lectores a enten- der aquellos aspectos mds amplios de la cuestién que se salian del ambito de la comunidad rural: el porqué en 1563 se aptobé en el Parlamento un ¢sta- tuto que permitia perseguir la brujeria maléfica y por qué en 1736 se san- cioné otra legislacidn que hacia imposible la persecucién legal de la misma. El tratamiento microhistérico propiciado por los modelos antropoldgicos puede oscurecer Ficilmente el problema mas general dela situacién del poder ten la sociedad en conjunco y la naturaleza de su actuacién. En cl fondo de nuestro andlisis acecha una cuestidn fundamental: jes la historia desde abajo un enfaque de Ia historia o es un tipa diferenciado de his- toria? El asunto puede explicarse desde ambas direcciones. Em cuanto enfo- que, a historia desde abajo cumple, probablemente, das importantes funcio- nes. La primera es la de servir de correctivo a la historia de las personas rele- vantes, mostrar que la batalla de Waterloo comprometié tanto al soldado Wheeler como al duque de Wellington, o que en el desarrollo econémico de Gran Bretafia, que en 1815 se hallaba en pleno apogeo, intervino lo que Thompson ha llamado «la pobre y sangrante infanterla de la Revalucién Industrial, sin cuyo esfuerzo y capacidad no habria pasado de ser una hipste- > Alan Macfarlane, Witelerafi in Tudor and Stuart England: a Regional and Comparative Study (Londres, 1970), reeditado con tna introducciéa de James Sharpe, Londess, 1999. La obra de Mac- farlane se deberd leer a una con la de Keith Thomas, Religion and the Decline of Magic: Studies i Popular Belief in Stetrensh and Sevenseenth-Centsry England (Londres, 1971), obra de més aleance ‘que tama un buen niimero de ideas de [a antropologa SEL Trevor Roper. The Exropesn Witch-Crase of the Sixarensh and Seventeenth Centuries (Var- mondsworth, 1967), pag; 9 HISTORIA DESDE ABAJO | Sf comprobadar*. La segunda es que, al ofrecer este enfoque diversa, la his- abajo abre.al entendimiento historico la pasibilidad de una sintesis de-una fusién de la historia de la experiencia cotidiana del pueblo con de Ios tipos de historia mas tradicionales. Por otra parte, pedria se que los temas de la historia desde abajo, los problemas de su docu- y; posiblemente la orientacin politica de muchos de quienes la n; hacen de ella un tipo de historia diferente. En cierto sentido es dif- supuesto, trazar una division neta enue un tipo de historia y la mane- bordar la disciplina en general: la historia econdmica, la historia intelec- L la historia politica, la historia militar, etc., son minimamente eficaces indo'se confinan en cajas hermeticamente selladas. Cualquier tipo de histo- licia de la amplirud de pensamiento del historiador que la esccibe. etfa, pues, que la historia desde abajo alcanza su mayor efectiv.dad ose sitta en un contexto, De ese modo, en el primer ntimero de una eacién dedicada en gran parte a este tipo de historia, el editorial colec- History Workshop Journal declaraba: «Nuestro socialismo determina sito interés por la gente corriente del pasado, sus vidas, su trabaja, su lento y su individualidad, asf como por las circunstancias y causas nadoras de su experiencia de clase», y continuaba diciendo: «igualmente, ina la arencién que prestaremos al capitalismo» ®. Segiin nos recuet- sentimicntos, el término shistoria desde abajo implica de hecho jie hay por encima algo a lo que relerirse. Esta hipétesis supone, a su ver, , ente al wine en Cuenta aspectos explicicamente politicos de su encia pasada, la historia de «la gente corriente» no puede divorciarse de eracién mas amplia de la estructura y el poder social, Esta conclu- Heva, por su parte, al problema de cémo se ha de encajar la historia e abajo en las concepciones mds amplias de la historia. Ignerar este al trarar la historia desde abajo o cualquicr otro tipo de hiscoria social acorrer el riesgo de una intensa fragmentacién de la historiografia quiz’, de cierto tipo de anticuarismo de ultima hora. Los peliztas claramente expuestos por ‘Tony Judt en 1979. No hace falta compar- entero la postura de Judt para congeniar con su preocupacién por «la de una idcologfa politica en la mayor parte de la historia social . com) tampoco se dio en la sociologia de la que deriva... la histo- . segtin he insinuado antes, se ha rransfarmado en una especie de es ia cultural retrospectiven', tin e. nce oa, «Hiscory from Belows, pap. 384), otiale, Mistery Workshop Jourmel (1971), pig 3. gy Jude, «A Clown in Regal Purple: Social Elistory and the Historians, History Workdp Four- ——EE 52 PORMAS DE HACER HISTORIA El tipo de historia desde abajo plantea otra cuestidn: la de ampliar Ia audiencia del historiador profesional, la de permitir acceder a la histaria a un grupo de nivel profesional mas extenso que el compuesto por Jos colegas del tmundo académico y sus estudiantes. En su articulo de 1966, Thompson sefialaba que Tawney y otros historiadores de su generacién mantenfan «una relacién participativa desacostumbradamente amplia con wna audiencia siruada fuera del bosque de Academo» y lamentaba, como es légico, que los historiadores mas recientes no se encontraran en semejante situacién™. Esta cuestion ha sido planteada recienremente por David Cannadine, que trataba desde una posicién ideoldgica bastante distinta de la de Thompson. Al observar la expansidn masiva de la historia como disciplina universitaria en la Gran Bretafia de posguerra, Cannadine comentaba que gran parte de esta versién nueva y profesional de la historia britinica fue com- pletamente ajena a un amplio publico profano en la materia, cuando en_oeras Epocas la sutisfaccidn de su curiosidad por el pasado nacional habia sido la fun- Gién primordial de la historia, Un resultada paradéjica de este perlodo de expan- sign sin precedentes fue que un ndmero cada vex mayor de histeriadores acadé- imicos escribieron historias mas y més académicas leidas en realidad por un grupo de personas progresivamente menor. Uno de los principales objetivos de quienes escriben historia desde abajo. sobre todo los que trabajan desde una posicién historiogrifica de cardcter socialista u obrerista, fue incentar remediar esta situacién ampliande su pblico y, si efa posible, proparcionando una versién popular de esa nueva sintesis de nuestra historia nacional cuya desaparicién lamentaba Cannadine, Hasta el momento, sus esfuerzos han renido éxito y la historia de los grandes personajes parece ser Jo que mis agrada al puiblico. El mismo Hobsbawm confesaba su perplejidad ante el gran nimero de lectores de biografias de per- sonalidades politicas ditigentes ”. ‘Aun ast, la idea de extender el acceso al conocimiento de nuestro pasado a través de la historia desde abajo sigue resultando atrayente, No abstante, persiste el peligro de cacr en algo parecido a la fragmentacién del conoci- *! Thompson, «History from Helows, pag. 279. 3 David Cannadine, slfricish History: Past, Present-and Fucuree, Past and drerent | 16 (1987), pag. 177. El escrito de Cannadine provocd unos «Comments de P. R. Cass, William Tamons y Neil Evans, Past anal Present 119 (1988), pig. 71-203. Las opiniones de Lamont, sobre tado las expre- sadas en las pigs. 186-195, implican una nueva manera de abordar Ia historia nacional medianse la historia desde abajo, mientras que Evans, pig. 197, afirma explicitamenre que sla histeria britdnies necesita moldearse desde abajo y Hogar a la comprensién del Estados, Hobsbawm, «Some Reflections, pag. 13, HISTORIA DESDE ABAJO 93 miento histérice y la despolitizacién de la historia que tanto criticé Jude. El inrerés popular por la historia desde abajo, como sabe cualquiera que haya tenido que responder a preguntas sobre estos temas en las asambleas de la Historical Association, queda restringida a menudo a lo que podria calificar- se de una visidn de «sefiores y criados» de la sociedad del pasado y el proble- ma se agudiza por ciettas caracteristicas de lo que en la actualidad nos hemos acostumbrado a describir como historia publica. Ese punto de vista es cons- siente de que las personas actuaban ea el pasado de forma discinta (y, por tanto, alga estrambética) y que ka mayoria de ellas padecia penurias materia- les y soportaba condiciones de escaser, lo que nos permite comparar lo ingra- to del pasado con nuestras condiciones actuales de mayor comodidad. Pera escasean los intentos de llevar las cosas mds alli a abordar los problemas his- Xéricos en un plano muy superior al de Ia anécdota o la experiencia local ais- lida. Incluso quienes poscen una visién mas evolucionada del pasado del pueblo no se han librado de las acusaciones de anticuarismo que los histo- tiadores académicos lanzan con tanta complacencia contra sus hermanos conceptual o ideoldégicamente peor pertrechados. Asi, Roderick Floud, al cri- ticar la postura de un grupo con ideas muy definidas sobre la importancia de lahistoria del pueblo, podia afirmar que «a veces, en efecto, el estilo del His- tory Workshop ha bordeado cl ancicuarismo de izquierdas, la recogida y publi- tacién de episodios efimeros de la vida de la clase trabajadora» Aunque no _ sea posible congeniar con la direccién general del alegato de Floud, no es posible dudar de que ha planteado un problema auréntico. _ Una respuesta posible a estas criticas es, por supuesto, que mientras cier- tvanticuarismo de izquicrdas» no haya permitide constituir un conjunto flido de materiales importantes, incluso mediante la recogida y publicacién -¢pisodios efimeros, no se pueden abrigar demasiadas esperanzas en el ollo de una sintesis madura o una visién mds amplia y razonable. Otra puesta, quizd mds wilida, podefa ser que los estudins de casos aislados u 95 similares pueden conducis, al contextualizarlos, a algo més significati- ¢ el anticuarismo. En circunstancias apropiadas (el ejemplo del estudio de Carlo Ginzburg sobre Domenico Scandella parece suministrar un buen plo), el escritor de la historia desde abajo puede beneficiarse en gran de la utilizacién de lo que los antropélogos calificarian de descrip- densa“. Los historiadores sociales conocerin, sin duda, el problema Floud, »Quantisarive History and People’s Historys, Mivory Workshop 17 (1984), ‘he Interpretacion of Culeures (Nucva York, 19° dan Interpretative Thoory of C sa, 1988), ). cap, I, «Thick Descrip- nares fed. cast.: Interpretacin ee Jas culuras, Barcel 54 PORMAS DE HACER HISTORIA intelectual planteado por tales técnicas: cémo situar un acontecimicnco social en su circunstancia cultural plena de modo que pueda describirse en un plano mds bien analitico que meramente descriptive. Pero, como es abyio, este proceso puede invertirse y, una ve7 lograda una comprensién de la sociedad de la que se trate, el acontecimiento social © individual aislado {pot ejemplo, un molinero friulano conereto pero bien documentado) puede servis para proporcionar un scndeto que lleve a una comprensién mds pro- funda de esa sociedad. El historiador no necesita asumir ¢l concepta semid- tico de cultura defendido por antropélagos come Clifford Geeres para apre- ciar Ja utilidad potencial de esta técnica. Por otra parte, el problema basico abordado por Geertz, el de cdmo entender a personas culturalmente dife- rentes de nasottos y cémo twaducir una realidad social a composiciones aca- démicas en forma de libros, articulos o clases, resulta, sin duda, familiar a quien estudia la historia desde abajo. Esperemos que las péginas anteriores hayan convencido, por lo menos, al lector de que el proyecto de escribir historia desde abajo ha demostrada ser insdlitamente fructifera. Naturalmente, hay problemas y uno de los cuales no podemos dejar de sefalar ef de que «abajo», en este contexto, se concibié en principio en tér- minos de estructura de clase u otra forma afin al de estratificacién soci al, pues es evidente que haciendo historia desde la perspectiva de las mujeres o de los nifios, por ejemplo, procurard una explicacién distinta de lo que impli- cala subordinacidn. Ademiis, la mayoria de los ejemplos a que nos referimos proceden de textos de historiadores del occidente de Europa en su época preindustrial, Pero el concepto de hacer histaria «desde abajo» lo han emplea- do igualmente los historiadores de la revolucién de esclavos de Santo Domingo”, de los movimientos nacionalistas de la India en el siglo xx y de la Revolucién Rusa’. Asi, Sumit Sarkar, en un estudio sobre los movi- mientos nacionalistas de [a India, comentaba que su trabajo formaba parte de los origenes de una participacién hindt en el empleo imaginative a nivel mundial de un amplio abanico de fuentes, junto con cierto recelo o cinismo respecta a movimientos politicos mds claramente triunfances y telativamen- re organizados a nivel buocraticas ¥, una actitud qué compartirdn casi por » Carolyn E. Fick, The making of Haiti: The Saint Dominge Revalurion from Below (Knoxville, ‘Tenn,, 1998). “ Summit Sarkar, «Papulare Movememse and aMiddle Class» Leadership inn Late Colonial India: Per ives and Problems of @ «History from Helrw» (Calewta y Nueva Delhi, 1983). Daniel H. Kaiser (ed), The Workers’ Revolution ix Russia: The View from Below (Cambridge, 1987) © Sarkar, «Popular» Movconents aad «/Midale Class» Leardersbip, pig. 1 HISTORIA DESDE ABAJO 55 completo los autores de historia desde abajo que estudian culturas europeas cronolégicamente mds distances. Por tanto, el concepro de historia desde abajo ha atrafdo la atencién de historiadores que trabajan cn diversas sociedades del pasado, geogrdficamen- te variadas y situadas, ademas, en un Ambito cronolégico que va del siglo XIII al Xx, Estos historiadores proceden de diferentes paises, tradiciones intelec- tuales y posiciones idcoldgicas. Al escribir la historia desde abajo, dichos his- toriadores han buscado ayuda en formas tan variadas como la cuantificacién asistida por ordenador y la teoria antropaldgica y sus hallazgos han apareci- do en formas tan diferentes como el articula técnica académico y el bestseller. Adennis, los estudiosos de otras disciplinas, en particular de la antrapologia *! y de la literatura inglesa ® sc han dedicado abiertamente a analizar «desde abajo» los temas de sus investigaciones, Pero es quizd en historia donde con mayor contundencia se ha adoptado esta perspectiva y ha Ilegado el momen- to de sacar algunas conclusiones generales sobre los trabajos llevados a cabo en este fructifero y embrollado rincén de la vifia de Clio. Esta clara, al menos, que cierto nimero de historiadores han conseguido superar los considerables obsticulos que dificultan la practica de la historia desde abajo. Mds en concreto, algunos estudiosas han reconocido la necesi- dad de dar un salto conceptual a fin de ampliar su comprensién de las clases inferiores en sociedades del pasado y han logrado a continuacién realizar con éxito esa hazafia de gimnasia intelectual. Edward Thompson, Carlo Ginz- burg, Emmanuel Le Roy Ladurie y otros, arrancando de diferentes puntos de partida y apuntando a objetivos histéricos diversas, han sido capaces de demostrar como la imaginacién puede colaborar con la prdctica académica enampliar nuestra vision del pasado. Por otra parte, la obra de estos y otros - historiadores ha mostrado que la imaginacién histérica puede aplicarse no _ silo.a la formacién de nuevas concepciones de los temas de la historia, sino, también, a plantear preguntas nuevas a los documentos y realizar con ellos cosas diferentes. Hace dos 0 tres décadas muchos historiadores habrian nega- ‘do, por razones evidentes, la posibilidad de escribir historia seriamente sobre ‘Giertos asuntos que ahora restiltan familiares: el crimen, la cultura populan la $n popular, la familia campesina. Desde los medievalistas, que intentan struit la vida de las comunidades rurales, hasta los historiadores orales, tegistran y describen la vida de generaciones pasadas del siglo xx, los his- por ejemplo, Gerrit Huizer y Bruce Mannheitn (eds), The Politice of Anshropology: Frome tallow and Sexism toward « View from Bellow (Paris, 1979) y la obra de enfoque mAs resteing)- Uwe Ouzen (ed.), Development frome Belov: Ancheopotogiser and Development Studies (La Haya 5. 1976). ee Robbins, Tie Seruane’s Hand: Fnglics Fiction from Below (Durham y Londres, 19931. 56 FORMAS DE HACER HISTORIA toriadores que trabajan desde abajo han mostrado cémo la utilizacién ima- einativa del material de las fuentes puede iluminar muchas zonas de ta his- toria que, de lo contrario, podrian haberse visto condenadas a permanccer en la oscuridad. Sin embargo, el significado de ta historia desde abajo es de una profundi- dad mayor que la de proporcionar simplemente a los historiadores una opor- tunidad de mostrar su capacidad imaginativa e innovadora, Ofrece también el medio de restituir a ciertos grupos sociales una historia que podria haber- se dado por perdida o de cuya existencia no eran conscientes. Segiin hemos abservado, la localizacién inicial de la historia desde abajo en la historia de la Revolucién Etancesa o del movimiento obrero briténieo causa aqui algu- nos problemas, pero todavia sigue siendo cierto que los trabajas dedicados al estudio de las masas en el sigle XVI o a la clase trabajadora del x1x consticu- yen algunos de los ejemplas mds vigorosos de cémo puede desvelarse la hi toria inesperada de sectores enteros de la poblacién. Los propésitos de la h otia son variados, pero uno de ellos consiste en proparcionar a quienes la escriben o len un sentimiento de identidad, una idea de procedencia: En el nivel superior nox encontrariamos con el papel representado por Ia historia en la formacién de una identidad nacional, al ser parte de la cultura de la naciéa, La historia desde abajo puede desempefiar una funcién importante ch este proceso recordéndonos que nuestra identidad no ha sido formada simplemente por monarcas, primeros ministros y generales. Este aspecto tiene implicaciones ulteriores. Ea un libro dedicado a la histaria de un grupo que, innegablemente, estaba vabajo» (los esclavas negros de Estados Unidos en el perfodo anterior a la guerra civil), Eugene D. Genovese seftalaba que su principal objetivo era indagar «la cuestion de la nacionalidad —de la “iden- tidad”— [que] ha acompahado a la historia afroamericana desde sus inicios coloniales» #, Una vez més, come sucedid, por ejemplo, con la obra de Thompson sobre la clase trabajadora inglesa, es fundamental la utilizacién de la historia para ayudar a ls propia identificacién. Pero deberia advertirse que el libro de Genovese lleva como subtitulo «El mundo que hicieron los escla- vos», Para Genovese, los sexes humanos objeto de su estudio, aunque eran sin duda socialmente inferiores, fueron capaces de constituir un mundo por si mismas: de ese modo fueron derores histéricos, crearon historia, y no un mero «problemas que contribuys a que politicos y soldados blancos se vicran cnvueltos en una guerra civil y que los politicos blancos acabarfan por «resol- vers, La mayaria de quienes han escrito historia desde abajo aceprarfan, €n términos generales, la idea de que uno de los resultados de haber abordado © Eugene D. Genovese, Rall, Jordan, Roll: he World the Slaves Made (Londres, 1975}, pig, > HISTORIA DESDE ABAJO. 57 las cuestiones de ese modo ha sido demostrar que los miembros de las clases inferiores fueron agentes cuyas acciones afectaron al mundo (a veces limita- do) en que vivieron. Volvemos a la afirmacién de Edward ‘Thompson, para quien la gente corriente no era «uno de los problemas que el gobierno ha tenido que afrontars. Pero, lamentablemente, hemos de admitir que, aunque esta concepeién nos ha acompafiado durante dos decenios, la historia desde abajo ha tenido hasta el momento comparativamente pocas repercusiones en la corriente principal de la historia o en la modificacidn de las perspectivas de los histo- riadores que se dejan llevar por dicha corricnte. Contemplando el problema en uno de sus niveles basicos observamos que los manuales introductorios a la historia tienen poco que decir sobre el tema. La mayoria de los estudian- tes que desean descubrir qué ¢s la historia o emo se ha de hacer se dirigen atin, o son dirigidos, a una abra que ha quedado ya bastante anticuada, el libro de E. H. Carr What is History? Alli encontrardn una visién mds bien limitada de lo que deberia ser la respuesta a esta intrigante cuestién. Mis en concreto, descubriran que Carr no tuvo el aliento imaginativo de otros his- toriadores postetiores, par lo que respecta al objeto de la historia, estableci- do por Braudel y otros escritores de la primera teadicién de los Annales ya antes de que Carr escribiera su libro, Asi, su afirmacién de que «el yadeo por César de esa insignificamte corriente del Rubicén es un hecho histérico, mientras que el paso del mismo rio por millones de personas antes o despues no interesa a nadie en absolucon hace pensar que para él no ha existido la his- totia del transporte, las migraciones y la movilidad geografica, De manera similar, sus problemas para aceptar como hecho histérico la muerte a pata- das de un vendedor de pan de jengibre en Staylbridge Wakes en 1850 (sos- pecho que el vendedor en cuestién debié de haber tenido una visién del asuncto mds ajustada) demuestra que no ha considerado la historia del crimen como asunto digno de tratamiento, Si se llega a escribir la obra que susti- tuya a la de Carr como texto basico de introduccién a la historia, es eviden- te que su autor deberd adoptar una perspectiva mds vasta del pasado, a la kuz de la historia desde abajo y del mayor desarrollo de la historia social en los Ultimos tiempos. En efecto, merece la pena sefialar que en una obra reciente muy bien reci- bida, pensada en cierto modo como sustitucién de la de Carr, su autor Richard J. Evans reivindica con firmeza el impacto de la historia desde abajo. Como consecuencia de este enfoque, escribe Evans, spricticamente todo - aquello valioso o importante para la humanidad contemporinea posee en la HEH. Carr, Wihus is History? (Harmondsworth, 1961}, pags. 11, 12, 58 FORMAS DE HACER HISTORIA actualidad una hiscoriografia; es decir, cualquier cosa de importancia para toda clase de genres y no Unicamente para una reducida élite de personas ins- truidas y poderosasy ®, Estas palabras son reconfortantes para quienes se dedican a la historia desde abajo, pero nuestra obseryacién final habra de ser que, por valiosa que pueda ser la historia desde abajo para ayudar a dererminar la identidad de las clases inferiores, deberia salir del gueto (o de Ja aldea rural, la calle de clase trabajadora,

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