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scriben: Enrique Anderson Imbert, Antonio Cornejo Polar, José Pedro ee ts Pernéindez Retamar, Margo Glantz, Domingo Miliani, José Miguel Oviedo, Satil Sosnowski. La critica literaria, hoy ENRIQUE ANDERSON IMBERT (Argentina) {Como podria definirse la “critica literaria”? —Hace veinticuatro siglos los griegos llamaban “‘kritikés” al ‘“‘juez de literatura” (del verbo “krino”, “‘juzgo”). Lo traigo a colacién porque hoy yo diria lo mismo. Creo que la misién especifica que debe cumplir la critica es la de juzgar el valor estético de una obra en todas las fases de su realizacién. El critico lee, examina, toma posicién frente al texto y enuncia un juicio, afirmativo 0 negativo. Hay muchas disciplinas que estudian la literatura —Filosofia, Historia, Psicologia, Sociologia, Lin- gilistica, Pedagogia, Erudicién, etc.— pero sdlo la Critica se especializa en formular juicios de valor, Aquellas disciplinas contestan, cada cual a su manera, a la pregunta: ;qué es esta obra? La Critica, ademas de contestar a esa pregunta, contesta también a esta otra: qué vale tal obra? Nos dice si una obra es literatura 0 no, y la califica. Yo definiria asi la critica literaria: es la comprensién sistematica de todo lo que entra en el proceso de la expresién escrita y el enjuiciamiento de un texto particular. Lo que el critico tiene que decirnos lo puede decir en muy pocas palabras: “esto vale, esto no vale’’. Si para decirlo escribe muchas paginas es porque esta explorando, exponiendo y explicando su método; y para ello se incorpora los frutos de todas las investigaciones posibles en todas las ramas de la literatura. Fijémonos, sin embargo, en que esas pocas palabras que el critico tiene que decirnos —“esto vale, esto no vale”— son irremplazables. —jCual es su funcién? —Creo que la funcién de la critica es responder a este cuestionario: écual fue la intencién del escritor?, glogré expresarla?, ;valia la pena escribir lo que escribié, si se tiene en cuenta el nivel artistico de su tiempo?, 4qué significado permanente tiene su obra en la historia de la literatura? Es un cuestionario que, escalén por escalén, permite subir hasta ese punto donde la vista es mas panoramica y, por lo tanto, el jui- cio es mas comprensivo. Imaginemos un caso cualquiera. Por una confi- La critica literaria, hoy 7 dencia nos enteramos de que la intencién de un novelista joven de nues- tros dias ha sido escribir una novela cientifica a la manera de la “‘science fiction” de H. G. Wells. Si. Esa fue su intencién. Pero éconsiguié reali- zarla? Supongamos que todavia queda la posibilidad de que su es- fuerzo haya sido superfluo, ;Valia la pena dar un salto para atras y regresar a situaciones, problemas y soluciones de hace mas de cincuenta afios? Supongamos que si valia la pena porque la nueva novela, a pesar de sus viejas formas, resulta ser de veras interesante. El critico todavia no se da por satisfecho. Ahora se pregunta: en qué consiste su valor? Esa novela es una ingeniosa parodia de Wells? ,Es un modo de replan- tear el tema en los términos de la Fisica de hoy, desconocida por Wells? iEs un ejercicio para reescribir a Wells con un estilo no wellsiano? iEs un experimento que asegura a la novela un lugar de excepcién en la historia literaria? Las respuestas que el critico dé a ese cuestionario deben partir de la vigilancia directa de la obra analizada, no de especu- laciones psicolégicas, histéricas 0 morales. —iHay relacién entre el ejercicio critico y la ideologia? —Depende de cémo se defina el concepto de ideologia. Para Karl Marx una ideologia defiende los intereses econdmicos de determinada clase disfrazdndolos con una retérica seudo-intelectual. Para Karl Mann- heim la ideologia es una ficcién con clausuras justificadoras del orden social o aperturas utépicas hacia un orden social nuevo. Para otro Karl —el argentino Carlos Cossio— la ideologia implica un compromiso, no con la verdad, sino con una posicién existencial. Como quiera que sea, el ejercicio de la critica tal como lo entiendo no tiene nada que ver con Ja ideologia. Los criticos literarios que me interesan no llevan mascaras ideolégicas: juzgan desde filosofias y concepciones del mundo a las que han Ilegado con personal esfuerzo después de mucho indagar y meditar. Los criticos mas estimables no estan sujetos a intereses de clase. Podran sentir afinidad con la clase en cuyo seno nacieron; podran llevar en sus almas las improntas de esa clase; y, si asi lo quieren, en la lucha poli- tica podran sacar la cara por su clase. Pero, mas que miembros de una clase social 0 econémica, los criticos literarios se enorgullecen de una herencia cultural comun. Y esta formacién educacional es lo bastante enérgica para atenuar en ellos las diferencias de cuna, riqueza y profesién. Ven a la sociedad como fluida y, con mas libertad que los “activistas”, constituyen un grupo que aumenta con el ingreso de todos Jos hombres de inteligencia cultivada, no importa de qué estrato social provengan, Un buen critico juzga una obra con su propia conciencia, no con una impersonal conciencia de clase. Y puesto que juzga una obra de arte, su criterio es estético. —iEs la critica de importancia secundaria frente a la ficcién o a la poesia? —Un poema, una novela son creaciones: el poeta, el novelista las agregan a la realidad. El critico no agrega nada al valor de esas creacio- nes: se limita a describirlas, a juzgarlas. En este sentido, su importan- 8 La critica literaria, hoy “ja es secundaria. Sin el critico, la obra seguiria existiendo; en cambio, sin la obra, el critico quedaria desocupado. Esto, en lo que se refiere a la relacién de dependencia del estudioso con respecto al objeto estudiado. Fuera de esa relacién, los términos del problema cambian. Ante todo, el hecho de que el critico cumpla una tarea secundaria no le quita méri- tos. En el proceso del conocimiento la intuicién es primaria y el concepto es secundario. Quiero decir: primero intuimos; después, con las institu- ciones, formamos conceptos. Y nadie se atreveria (yo, por lo menos, no) a decir que el conocimiento intuitivo del artista vale mas que el conoci- miento conceptual del cientifico. Volviendo a la critica literaria, no olvi- demos que hay malos poetas y novelistas y, al contrario, excelentes cri- ticos. Sdlo que un critico excelente no perdera el tiempo con un mal poema o una mala novela. —iExiste una critica literaria latinoamericana organica? ;Cuales serian sus caracteristicas y obras principales, en el caso positivo? —Si, existe. Mejor dicho, existen unos criticos excelentes, bien for- mados en filologia y literatura comparada, que saben analizar los textos con rigor. Estoy pensando en contribuciones tan importantes como la de Raimundo Lida sobre los cuentos de Rubén Dario. —ijConsidera usted que en América Latina la critica debe seguir modelos europeos y norteamericanos, como el formalismo, el estructu- ralismo, la semidtica, etc., o bien esa actitud seria de algtin modo colo- nialismo cultural? —i‘Colonialismo cultural”? Este término me suena a politica. He oido que algunos marxistas motejan a Rubén Dario de “colonial” porque leia a Verlaine, pero ellos leen a Marx, que tampoco era muy latino- americano. Todos los criticos latinoamericanos que conozco escriben, no en lenguas indigenas pre-colombinas, sino en castellano 0 portugués. Es- tas lenguas, originadas en antiguos imperios, jlos convierte acaso en coloniales? Nuestra América no es una colonia sometida politicamente a ningan imperio: es una provincia auténoma dentro de la cultura uni- versal. Europa también es una provincia; los Estados Unidos, otra... Hay provincias que trabajan bien en ciertas direcciones: seguir libre- mente los mejores modelos de los vecinos es lo que siempre se ha hecho, en todas partes, en todas las épocas. Roma fue un imperio que coloniz6 a Grecia, Sin embargo, la colonia conquistada helenizé al imperio que la habia conquistado. No soy regionalista, no soy nacionalista; no tengo FeeumlenteT contra los que saben mas que yo, hablen la lengua que ablen. —{Cuiles son, en su criterio, las tendencias u orientaciones actuales de la critica y cuales sus riesgos principales? —La critica literaria, en la actualidad, sigue todas las direcciones posibles. Hay una critica externa que prefiere estudiar la génesis de una obra © las reacciones del piiblico lector. Los criticos de esta tendencia explican los antecedentes de un fenémeno literario y lo hacen con los métodos histérico, sociolégico o psicolégico; y cuando representan el La critica literaria, hoy 9 punto de vista del publico, sus métodos suelen ser impresionistas, dog- maticos o revisionistas. Otra tendencia es la critica interna. Esta critica aisla el poema, la novela o el drama de sus circunstancias y analiza esos objetos auténomos en sus elementos constructivos. O sea, el tema, la forma y el estilo. Todas las tendencias, todos los métodos son buenos si el critico es bueno. Nada nos impide, por otra parte, que los integre- mos. E] riesgo mayor que veo es el del fanatismo: el fanatismo, por ejemplo, de los que niegan la intuicién personal de un escritor, sean fa- naticos del marxismo, el psicoandlisis o la semidtica. ANTONIO CORNEJO POLAR (Pera) Las lineas que siguen no son una respuesta especifica al cuestionario de Texto Critico. Estimulado por él, alentado por su amplitud, expongo algunas ideas sobre la critica literaria y en especial sobre la critica lite- raria latinoamericana, que es la que interesa y preocupa con mayor ur- gencia. Un punto de partida valido es reconocer que la critica vive en térmi- nos universales una crisis de legitimidad, de raiz finalmente social y epistemolégica, tanto porque su funcién ha dejado de ser un presupuesto obvio, cuanto (y tal vez sobre todo) porque se cuestiona la validez mis- ma del conocimiento que produce. Algunos de los caminos de salida que se han intentado, probablemente los mas visibles y “exitosos”, han ter- minado por ahondar el problema: aludo a las varias modalidades del inmanentismo y me refiero concretamente a su decisién, expresa 0 taci- ta, de ajustar el objeto de la critica a las posibilidades de sus métodos —lo que podria interpretarse como una muestra tardia de las ilusiones del tecnologismo. Hay que reconocer que la critica inmanente ha logrado un buen nivel de formalizacién y ha establecido un cierto espacio de objetividad que el impresionismo, el historicismo o la estilistica estaban lejos de alcan- zar; sin embargo, y para ver los dos lados de la moneda, hay que reco- nocer también que el costo de este avance ha sido excesivo y que ha supuesto una grave tergiversaci6n en el desarrollo de la critica. De hecho el imperio de los métodos del inmanentismo implica una arbitraria limi- tacién del hecho literario a sus dimensiones posibles de conocimiento bajo los términos y condiciones de esa metodologia, de suerte que quedan iluminados ciertos aspectos textuales, a veces los menos interesantes, y se eluden reiteradamente, una y otra vez, aquellos factores que determi- nan que la literatura sea materia de pasién y de estudio. Se olvida que la literatura es signo y que inevitablemente remite a categorias que la exceden: al hombre, la sociedad, la historia; se olvida, 10 La critica literaria, hoy al mismo tiempo, que la literatura es produccion social, parte integrante de una realidad y de una historia nunca neutrales, y tal vez por eso se omite toda referencia contextual y todo discernimiento de valores. Fa- lazmente eficiente, entrampada en la busqueda de su “coherencia inte- rior”, cada dia mas esotérica y atomizada, la critica inmanente supone en definitiva la renuncia a entender la literatura como actividad concre- ta de hombres concretos. Aunque se puede discutir la conveniencia de emplear sus métodos dentro de otro proyecto critico, como instrumentos dispuestos en orden a alcanzar un objetivo distinto, es poco probable que asi se alcance algo mas que un eclecticismo a fin de cuentas insatis- factorio. Es interesante observar, complementariamente, las correlaciones de la critica inmanente con una poética definible en términos histéricos: la poética que afirma la radical autonomia de la literatura, su enclaustra- miento dentro del ambito de un lenguaje que se dice a si mismo, cuya primera vigencia se produjo en el simbolismo y en algunos sectores de la vanguardia (y ahora se extrapola, en Latinoamérica sobre todo, como principio de la “novela de lenguaje”). Lo que tuvo una especifica raz6n de ser en la dialéctica de un proceso histérico concreto, el de la literatura occidental de fines del siglo pasado y primeras décadas del presente, re- sulta ahora universalizado y pretende cambiar su estatuto: del de una poética determinada al de una teoria general de la literatura. Es sinto- matica esta correlacién. Tal vez exprese un curioso anacronismo de la critica inmanente, cuidadosamente recubierto por los gestos de un actua- lismo casi siempre beligerante y polémico. Frente a este panorama parece necesario reafirmar el caracter tran- sitivo de la critica, con respecto a la creacién literaria, y la ininteligibi- lidad de ésta como categoria aut6noma, desligada del proceso histérico de la cultura (que es —ahora resulta necesario recaer en la evidencia— un proceso social concreto). No se trata de sociologizar el conocimiento de la literatura, y menos si por este camino la literatura termina siendo poco mas que una fuente de comprobaciones para tesis ya establecidas en la explicacién de un horizonte mas vasto, pero si de evitar una abs- traccion ilegitima, La necesidad de evitar esta abstraccién es imperiosa en Latinoamérica, no sdlo porque todo purismo deviene aqui, ante una realidad cada dia mas hostil al hombre, en gratuidad culpable, sino, tam- bién, porque la literatura latinoamericana parece definirse justamente Por la peculiaridad de su insercién en una sociedad igualmente peculiar, distinta, al menos si el término de comparacién es la literatura y la so- ciedad occidentales. Al sefalar lo anterior no estoy pensando sdlo en la consistente tradi- cin realista de la literatura latinoamericana, ni en su también consis- tente vocacién de servicio politico, aspectos ambos que ahora suelen condenarse como “defectos” a partir de la extrapolacién de un concepto de literatura que en el mejor de los casos no corresponde al objeto que se juzga; estoy pensando, mas bien, en la conflictividad implicita en una La critica literaria, hoy 11 literatura producida por sociedades internamente heterogéneas, multi- nacionales incluso dentro de los limites de cada pais, sefialadas todavia por un proceso de conquista y una dominacién colonial y neocolonial que s6lo una vez, en Cuba, se ha podido romper de manera definitiva. Una literatura producida por sociedades de esta manera constituidas no pue- de dejar de reflejar y/o reproducir los multiples niveles de un conflicto que impregna la totalidad de su estructura y dinamica. Es indispensable esclarecer, entonces, el modo especifico de la articu- lacién de esta literatura con esta sociedad, lo que importa definir en términos histéricos el funcionamiento de la instituci6n literaria, los mo- dos de produccién que emplea, el sistema de comunicacién en el que se inscribe, Mientras no sepamos como funciona socialmente la literatura latinoamericana sera practicamente imposible comprender con rigor el sentido de su desarrollo histérico y hasta sus manifestaciones textuales coneretas. La indefinicién en este campo ha llevado, por ejemplo, para sefalar sdlo el caso de mas bulto, a privilegiar en términos absolutos la literatura “culta” y a remitir hacia el folclore la literatura de los estra- tos mas deprimidos de la sociedad latinoamericana. Se cancela asi un riquisimo horizonte de creacién y en algunos casos se asume como tinico espacio lingiiistico el de las lenguas “‘modernas”, prescindiendo por com- pleto de las literaturas en lenguas “nativas” 0 considerandolas sdélo a la manera de estrato arqueolégico, como si efectivamente hubieran dejado de producirse a partir de la conquista. Algo similar sucede en los Ultimos afios en los estudios sobre la novela latinoamericana. Se ha hecho frecuente detectar en la novela regional sobre todo ciertos elementos no novelescos que suelen ser des- critos como propios de] mito, la epopeya, la historia, los relatos folcl6- ricos, el testimonio, la denuncia social, etc. A partir de un cierto concepto de novela, con frecuencia del de “novela de lenguaje’”, se establece la defectividad de estas formas heterogéneas y se postula la necesidad de liberar a la nueva novela de esas impurezas. No se sospecha siquiera que tal heterogeneidad, al margen de producir un sesgo peculiar en la cons- titucion del género, representa la formalizacién del conflicto basico de una literatura que quiere revelar la indole de un universo agrario, semi- feudal, con recursos y desde perspectivas que inevitablemente estan sefia- lados por su procedencia citadina y burguesa. La tensién que subyace en este proyecto, que naturalmente incluye en primera linea un conflicto entre culturas distintas, segtin se hace evidente en el indigenismo, deter- mina la apertura de la forma novela para dar cabida a otras formas que provienen no de la instancia productiva sino, mas bien, del mundo refe- rido. Este hecho especificamente literario, pues consiste en la modifica- cin de la estructura del género, incluso en sus aspectos formales, resulta inexplicable al margen de su peculiar correlato social; 0 sea, al margen de la heterogeneidad bdsica de la sociedad y cultura latinoamericanas. A partir de aqui es por lo menos dificil insistir en los habituales enjui- ciamientos acerca de las formas no novelescas y en los requerimientos 12 La critica literaria, hoy de una novela que se cifia a las virtualidades del género, especialmente si esas virtualidades estan concebidas en términos de un contexto dis- tinto como es el europeo o norteamericano. De lo anterior creo que se desprende la urgencia de constituir una critica que consulte constantemente la peculiaridad de su objeto, una cri- tica con signo latinoamericano, Esta de mas aclarar que este proyecto nada tiene que ver con cualquier beligerante aislacionismo, siempre em- pobrecedor, pues resulta obvio que su desarrollo requiere el conocimien- to y la asimilacién discriminada del ejercicio critico propio de otros ambitos. También es obvio que esta critica, asi entendida, tiene que cuidar el rigor cientifico de sus formulaciones y desarrollar cuidadosa- mente una metodologia coherente y eficaz. Quisiera enfatizar finalmente que la critica literaria latinoamericana deberia considerarse a si misma como parte integrante del proceso de liberacién de nuestros pueblos, no slo porque de alguna manera es tam- bién critica ideolégica y esclarecimiento de realidad, en cuanto define Ja indole de las imagenes del mundo que la literatura propone a los lec- tores y en cuanto determina las caracteristicas de un proceso de produc- cién que reproduce la estructura de los procesos sociales, sino, también, porque al proponerse un desarrollo en consulta con los requerimientos especificos de su objeto esta cumpliendo, en el orden que le corresponde, una importante tarea de descolonizaci6n. Incluso si se le resume en sus lineas fundamentales (adecuacién a la peculiaridad de la literatura latinoamericana, rigor cientifico y metodo- légico, integracién al proceso de liberacién social), la critica literaria latinoamericana aparece como una vasta y compleja empresa que exige, cada vez mas urgentemente, formas de trabajo colectivo e interdiscipli- nario. El cumplimiento de sus objetivos requiere una dificil transforma- cién de los habitos del trabajo critico, todavia muy ligados al individua- lismo académico, y es posible que esta transformacién sea la condicién necesaria para solventar eficazmente el proyecto de una critica de verdad latinoamericana. JOSE PEDRO DIAZ (Uruguay) A pesar de que tantos hacemos critica y que ésta constituye un sector institucionalizado de la cultura, no resulta facil definir la critica literaria sin incurrir en generalizaciones excesivas 0, al menos, y es lo mas impor- tante, en la definicién de una critica. Pienso que la motivacién de la critica radica en la necesidad de una conceptualizacién de nuestra experiencia: sentimos la necesidad de ha- cerla como intento de penetracién, de esclarecimiento, de racionalizacién La critica literaria, hoy 1B —en el mejor sentido del término—, en definitiva de adhesin al fruto de Ja labor creadora. Aunque también, en ocasiones, es la critica tarea que se realiza como racionalizacién de un rechazo o de una incomprensién, ya que, como su campo de trabajo no ofrece nitidas normas de verificacién (como las que rigen las ciencias fisico-matematicas), a veces adopta alternativamente, y hasta simultaneamente, con irresponsable soltura, criterios diferentes y aun, en algunos casos, tedricamente inconciliables, y viste asi, en el puzzle de un comentario formalmente informado pero en el fondo inco- herente, las necesidades secundarias de la politica literaria, las ambicio- nes, los amores y los rencores. De todos modos, y se quiera 0 no, la vieja afirmacién de que hay en todo critico un creador frustrado —con lo que se intenta a veces expli- car como resentimiento la acrimonia de algunos comentarios— no deja de tener algtin valor, ya que en definitiva las diferentes operaciones cri- ticas constituyen un esfuerzo practico de acercamiento a los niveles de Ja creacién: implican la bisqueda de una familiaridad con el aire de la altura que puede realizarse, de ese modo, eludiendo lo que es mas arries- gado en la tarea creadora, eludiendo, sobre todo, la hora, o las horas del desamparo fundamental, ese lanzarse a un agua profunda sin salva- vidas que constituye el acto creador. El critico se lanza a un agua rela- tivamente somera y con el salvavidas puesto. El trabaja apoyado en un andamiaje de ideas recibidas (aunque no sean vulgares), de presupuestos aceptados que, coherentes o no, consti- tuyen un mundo estable, precisamente ese mundo que la creacién, de alguna manera cuestiona y, por lo tanto, a menudo tiende a resquebrajar. Con ello no quiere decirse que la tarea critica no sea importante. Pero si que no puede dejar de ser una tarea secundaria, siquiera en el sentido de que no es en primera instancia motivadora sino motivada, y Ja motiva la creacién. El “primer mévil” es cosa del creador, y el critico es e] segundo, siquiera porque viene después. Ademas, el creador se lanza a buscar, pero lo que busca le es, antes de hallarlo, desconocido. Tiene acaso en su pensamiento la prefiguracién de la forma de un gato, y, con eso, se encierra en un cuarto oscuro bus- cando asir un gato negro. El eritico, en cambio, trabaja en un espacio iluminado, y delante de él esta la obra para ser contemplada, La observa, la mide, la ausculta, la compara: establece relaciones, aspira a comprenderla y a establecer ade- cuados parametros para situarla y dar raz6n de ella. Busca decir de ella cosas verdaderas que ademas importen, Puede llegar a veces a alcanzar, es cierto, niveles de penetracién admirables, verdaderamente creadores. Son a veces los mismos creadores los que realizan esta critica; son Bau- delaire comentando Victor Hugo 0 Balzac, o Proust comentando Nerval. Pero aun sin alcanzar los mas altos niveles, y simplemente en el pa- pel de segundo mévil, es obvio que la tarea que a la critica corresponde importa. 14 La critica literaria, hoy El campo de la critica constituye una parte sustancial de la red de integracién de una cultura; es la zona de las anastomosis, del entrelaza- miento nutricio; la zona en la que el cuerpo de la cultura se cohesiona y que por ello contribuye —o puede contribuir— de manera decisiva, a determinar la configuracion espiritual de una época. Tal actividad parece ser tanto mas necesaria cuanto mas cambiante —y cuanto mas critica, por consiguiente— es una época. En este sentido puede comprobarse, creo, que la sociedad misma reacciona ante las crisis secretando espontaneamente una mayor actividad critica, del mismo mo- do que los organismos vivos secretan peptonas 0 enzimas ante la nece- sidad de asimilar o incorporarse nuevas sustancias y adaptarse a situa- ciones nuevas. Asi como el siglo XVIII preparé, mediante una intensa actividad critica, los grandes cambios que en su final ocurrieron, asi también nues- tro tiempo parece ser preparador o elaborador de cambios y reestructu- raciones, Es evidente, al menos, que el pluralismo dominante, la diversificacién de rutas y el experimentalismo que caracteriza nuestro tiempo, acerca significativamente la tarea critica y la tarea creadora y revela una infil- tracién de las fuerzas de cambio que penetran profundamente nuestra cultura. En cuanto al otro planteo de la encuesta, no me parece adecuado pensar en una critica literaria latinoamericana: no advierto cémo podria situarla. Las diferentes corrientes criticas no tuvieron como centro pro- pulsor, por lo que sé, Latinoamérica. Alemania, Inglaterra, Francia, aun Espana, fueron areas desde donde se impulsaron lineas criticas. No veo una situaci6n similar para lo latinoamericano, Otra cosa ocurriria si esta encuesta se refiriera a la creacién novelesca 0 a la creacién poética. En estos campos la voz latinoamericana es claramente perceptible; pero no atin en la critica. En todo caso podria pensarse que algunas zonas de Latinoamérica, porque tienen una formacién cosmopolita y mantienen un nexo cultural relativamente fuerte con aquellos centros culturales y, a la vez, porque sienten de modo mas imperioso los desequilibrios actuales del desarrollo, podrian generar una critica que integrara de manera eficaz diversas orientaciones tedricas a la luz de aquellas tensiones sociales. Sin embargo, tampoco creo que América Latina deba seguir una linea critica determinada. Lo que importa —para quienes trabajan en la critica, sean latinoamericanos o no— es la determinacién de un cami- no critico adecuado, y éste no dependera de la zona en que la critica se realice sino del estado de nuestros conocimientos sobre el hombre, su situacién concreta y su tarea de creacién inmaterial; y esto de modo suficientemente general, de modo que pueda comprender las diferentes variantes que en el mundo se den. Con ello digo que entiendo como una forma de colonialismo cultural pvlenes una critica latinoamericana que quiera distinguirse por latino- ericana. La critica literaria, hoy 15 Los problemas de nuestro mundo son los problemas de nuestro mun- do todo, y la captacién critica de un tema debe poder dar razén no sdlo de un hecho literario en la cultura de un pais colonial sino, también, y simultaneamente, de todos los otros ocurridos en tierras de desarrollo ono. Lo que deseamos es un compas que pueda medir tanto el tamafio del abacaxi brasilefio como el de las amapolas francesas. Si es critica y aspira a la racionalizacion, aspira a distinguir y com- prender de manera no regional y si tedrica. Asi como la fisica no tiene nacionalidad, ,por qué ha de tenerla la teoria critica? En cuanto a las tendencias u orientaciones actuales de Ia critica, no cabe, en una comunicacién de pocas paginas, ni su enumeracién, ni, des- de luego, su discusién. Lo que si puede indicarse, siquiera grosso modo, es la importancia relativa que atribuimos a algunas de esas orientaciones, mencionando las que nos parecen de mayor significaci6n. A) En primer término debe indicarse la necesidad de desarrollar un sector basico de la investigacién, que consiste en el analisis de las relaciones que vinculan la situacién del hombre concreto y los productos de su creacién inmaterial. Los trabajos de Lukacs, Goldmann y otros, serdn sin duda prose- guidos —y acaso rectificados— mediante el desarrollo de la “practica tedrica” a que se refiere Athusser, Esto proporcionara un afinamiento en la consideraci6n de las relaciones entre la situacién histérica, la es- tructura social y la creacion literaria. Se trata quiza del sector mas promisorio de la investigacién y, ala vez, de un sector indispensable, sin cuyo aporte toda critica carecera de Ja necesaria “terrenalidad”. B) En segundo lugar es evidente que los ecos que produjeron por un lado los desarrollos actuales de los fundamentos proporcionados por De Saussure y por otro las aplicaciones de los criterios actualizados de Propp y de Jakobson, orientan hacia el estudio de estructuras basicas de la obra literaria que, mas alld —o mejor, mas aca— de los excesos formalistas a que pueden haber dado lugar, permiten asir mas concre- tamente las particularidades de lo literario. Discutir ejemplos concretos seria ocasién no de una nota, ni de un ensayo siquiera, sino de un curso. Pero es evidente ya que en ese campo se ofrecen modos adecuados de captacién de particularidades de] hecho literario en una ancha gama que va desde el andlisis de los detalles de un texto hasta el estudio de sus grandes estructuras. Un buen ejemplo de aportes concretos en ese sentido lo ofrece Ia obra de Genette (particu- larmente Figures III). C) Pienso, por ultimo, que no todo se agota en un estudio socio- econémico ni en un anilisis estructural, aun cuando ambos pueden ser conjugados adecuadamente. También cabe estudiar, como sector complementario, otro que, si por 16 La critica literaria, hoy un lado puede conectarse con el estudio de las estructuras, por otro esta vinculado ya con la situacién hist6rica —y es, en este aspecto variable—, ya con la indole biolégica del hombre —y resulta, por lo tanto, en este aspecto, permanente. Me refiero aqui al estudio de las formas dominantes de la imagina- cién, Las observaciones de Bachelard aportan, para este estudio, mate- riales significativos. Si por un lado la validez mas o menos permanente de algunas conformaciones imaginarias —que corrobora, por ejemplo, la historia de las religiones— lleva a vincularlas de manera estrecha con la conformacién propia del hombre —como resultaria de los estudios de Durand, por ejemplo—, por otro lado la variacién de ciertos conte- nidos oniricos —tales como los estudié J, Bousquet— muestra su depen- dencia de las circunstancias histéricas. Es éste un campo ciertamente propicio para que el trabajo se disgre- gue en la vaguedad y en la imprecisién, pero este peligro no debe inhi- birnos de tenerlo presente para incorporar de él lo que sea posible. Al llegar a estas Ultimas lineas advierto que incurri, en definitiva, en por lo menos una de las limitaciones previstas al comienzo: intenté la definicién de wna critica, la que yo promoveria. Pero pienso también que sera precisamente el entrecruzamiento de limitaciones y entusiasmos diferentes lo que puede ofrecer algin interés en esta encuesta. ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR (Cuba) La Habana, agosto 30 de 1976 “ANO DEL XX ANIVERSARIO DEL GRANMA” Estimado amigo Jorge: Me pides un ensayo sobre “La critica literaria, hoy”, que se publicara en Texto Critico, y me dices que prefieren “la forma de ensayo y no de respuestas @ preguntas concretas”. Quiza el ensayo, ese “centauro de los géneros” que dijo Reyes, tolere también la forma de una carta, asi que te ruego que consideres a ésta como el ensayo que me pides, . De entrada, tengo algunas dificultades para escribirlo, que van desde mi gran escasez de tiempo, hasta el hecho de que, como sabes, hace poco he publicado un libro en que intento precisamente responder, entre otras, a las interrogantes que me planteas.* Asi que corro el riesgo o de repe- * RF.R.: Para wna teorta de la literatura hispanoamericana tro! La Habana, Casa de | no numere de a Habana, Casa de las Américas, 1976. Véase resefia en este mismo mimero de La critica literaria, hoy 17 tirme o de contradecirme. Voy a tratar de eludir ambos escollos, y al mismo tiempo de satisfacer tu solicitud. Las preguntas 1 y 2, y en cierta forma la 3, no hay duda de que estan estrechamente vinculadas entre si. Definir cualquier cosa suele implicar al menos una referencia a su funci6n; y si esa cosa es un objeto cultural, no se ve como puede no relacionarsele con la ideologia. A mi me sigue pareciendo valida la reiterada definicién de Marti segiin la cual “la cri- tica es el ejercicio del criterio”: aunque yo mismo he llamado “modesta”’ a esta definicion, bien sabemos que tiene mas miga de lo que parece (también la llamé ‘“‘irreprochable”). A veces hay, o pretende haber, un tipo de critica en la que se intenta abolir el criterio: a través de ella, la obra pasaria como la luz, Por otra parte, es menester tomar en consi- deracién de qué tipo de “criterio” se trata. La primera aspiracién me parece francamente insostenible. Ya se sabe que incluso la percepcién humana es historica, lo que quiere decir que supone una actividad cul- tural. El gusto, con mayor raz6n, también. De manera que si el mero hecho de ver o de oir (y atin mas el de gustar), humanamente hablando, implican una vasta red de convenciones, y por tanto de criterios, es evi- dente que ello ocurre en mucha mayor medida en todo lo que aspire a ser llamado critica. Ver (de veras) una vasija griega, un fresco maya o un Klee es un hecho cultural, cargado de connotaciones conceptuales. Criticar tales objetos, lo es en grado mucho mayor. No se equivoca Reyes cuando habla del “‘juicio” como de la “corona de la critica”. Lo que ocu- rre es que ésta, como todas las metaforas, al mismo tiempo que ilumina, puede llevar a extravio a quien lee de modo plano. Esa “corona”, lo es por la jerarquia que ostenta, pero no necesariamente por su ubicacién. El juicio en cuestién no tiene que ser la conclusién explicita de la tarea critica: puede estar, en lo que toca a tal tarea, i medias res, o al prin- cipio, o incluso implicito, pero fungiendo de raiz misma de aquella tarea. Y si esto es asi, si la critica es el ejercicio del criterio, su funcién tiene que estar estrechamente relacionada con este hecho: la critica literaria emite un juicio sobre la obra literaria. Por supuesto, asi como un rey no es s6lo corona, la critica no es slo juicio: el juicio ordena, gobierna, pero a su vez necesita estar sustentado en labores sin las cuales él mismo no se justificaria. Creo que es ya innecesario insistir en que esa critica que implica el criterio se relaciona desde luego vitalmente con la ideo- logia: es parte de ella. A propésito de esto, no quiero embrollarme aqui en la discusion que al cabo se revelé bastante tonta sobre la nocién de ideologia tal como intenté clarificarla Althusser. Después de haberla pre- sentado sdlo como “falsa conciencia” (segtin el modelo de La ideologia alemana), y por tanto como opuesta a la ciencia, en sus recientes Ble- ments @autocritique (Paris, 1974) él mismo ha reconocido estar equivo- cado en este punto, ya que en los clasicos del marxismo ideologia significa sencillamente dos cosas. La voluntad de nitidez conceptual en Althusser, dicho sea entre paréntesis, fue algo que debimos agradecerle. Lastima que muchos de sus distingos acabaran quebrandose “de sotiles”, como 18 La critica literaria, hoy le hubiera podido advertir Maese Pedro. A falta del personaje cervantino, no poco hizo en este sentido Lucien Séve en su Marwisme et théorie de la personnalité (Paris, 1969). Pero ahora veo que me he apartado bas- tante de Ja pregunta. No te olvides, querido Jorge, que después de todo esto es una carta, y en las cartas uno puede tomarse libertades que un ensayo mas envarado no toleraria. Vuelvo pues yo también a mi “canto llano”, para concluir esta cuestién diciéndote que, para mi, la critica no es un género literario, sino un género filos6fico. Naturalmente, un género peculiar, Como todos. La pregunta 4 se las trae. Es evidente que si la critica vive en fun- cién de la ficcién o la poesia, la primera respuesta que se nos ocurre es decir que es secundaria frente a aquellas. Creo que fue también Reyes quien la comparaba a la sombra. Y George Steiner no le ha ahorrado durezas en ese sentido. Solo que habria que volver sobre la premisa: gvive realmente la critica en funciOn de la ficcién o la poesia? Aqui lo conflictivo es la expresién “en funcién de”. ; Vive el pensamiento en fun- cién de aquello de que se ocupa? ;Diriamos que es de importancia secun- daria, por ejemplo, la teoria de la relatividad, en relacién con el hecho de la relatividad? ;O no se trata mas bien de dos hechos: la realidad y la realidad pensada? Naturalmente, nadie que quiera leer un poema, se ira a leer una critica de ese poema; como nadie que quiera ver los astros se ira a leer libros de astronomia. Pero nadie podra saber lo que son los astros, pensarlos y relacionarlos con el resto de la realidad, tan s6lo con salir una noche de luna a mirar el prodigioso cielo estrellado. En cuanto a si existe o no una critica literaria latinoamericana orga- nica, no creo que podamos responder ni con demasiado entusiasmo ni con demasiada desolacién. Existe una critica literaria latinoamericana en Ja medida en que existe un pensamiento latinoamericano, Y existe un pensamiento latinoamericano en la medida en que existe la América Latina. Ahora bien: existe la América Latina? Bueno, esta existiendo, de modo precario y agénico (en el sentido que daba a esta palabra Marti y luego Unamuno: agonia como lucha). La critica latinoamericana digna de ese nombre ha estado siempre vinculada a esa agonia, y todos sabe- mos que sus autores se llaman Bello y Sarmiento, Marti y Rodé, Reyes y Henriquez Urefa, Martinez Estrada y Mariategui. Los mas encrespados de estos hombres eran hombres de abierta pelea; pero atin los mas sere- nos sabian que a andar “en busca de nuestra expresién’’, andabamos sobre todo en busca de una “Patria de la Justicia”. La idea de que nuestra critica deba (0 no) seguir modelos europeos y norteamericanos esta puesta en la pregunta 6 como una mina en un campo que tuviera un letrero inmenso: “Atencién: campo minado”. Es tal la provocacién, que uno esta tentado de entrar en el campo, porque cree que debe haber alguna trampa en ese letrero. Los aportes verda- deramente cientificos, no importa cual sea su lugar de origen, desde luego que son ganancias de la humanidad toda. A nadie se le ocurriria en Oaxaca o en Camagiiey ponerse a decir que la tierra es cuadrada La critica literaria, hoy 19 sdlo para que no lo tilden de colonizado cultural porque eso de que la tierra es redonda es cosa de europeos, Pero el problema no es ese, como ta bien sabes. Ya el viejo Andrés Bello, que no era precisamente un des- melenado, aconsejaba imitar a Europa mas que en sus resultados, en Jos procedimientos que levaron a esos resultados. Lo fundamental para la critica (para el pensamiento) de la América Latina es serlo de veras: ejercer el criterio, asimilar lo que le haga falta del mundo entero (Val decia que el leén estaba hecho de cordero asimilado) y arribar a conclu- siones propias, genuinas, originales: originales no por ser distintas 0 raras, sino por ser fieles a aquello que las ha originado. En este sentido, la fuerza de una critica latinoamericana se pone de manifiesto al ser capaz no sélo de enjuiciar nuestras cosas, sino también las cosas del mundo entero. Cuando uno lee hoy lo que escribid en su época Marti sobre Wilde, Whitman o los pintores impresionistas, se ent llece al ver cOmo aquel hombre estaba a la vanguardia no de la América Latina sino del mundo en su critica. Carpentier me decia hace poco que ha es- tado leyendo las criticas de Zola sobre los impresionistas, y que le dan pena al lado de las paginas deslumbrantes de Marti. He ahi un camino. Ahora que voy llegando al final, debo admitir que desde luego carez- co de suficiente informacion para sefalar las tendencias y orientaciones actuales de la critica y sus riesgos principales, Pero como se supone que estoy obligado a responder, y a fin de hacerlo de la manera mas sinté- tica posible, te diré que, fuera de la critica que se resiste a serlo (lo que debemos concederle, prescindiendo de ella), ha habido en los ultimos afios, como todos sabemos, un renovado interés en los estudios formales, y otro en los abordajes sociolégicos. En ambas vertientes se puede arri- bar a resultados positivos, como de hecho ha ocurrido. Pero la absolu- tizacién de cada una de esas vertientes (lo que en otra ocasién he Ila- mado estructuralismo vulgar y el conocido sociologismo vulgar) sigue provocando escollos a la critica. Tampoco se trata de postular un eclec- ticismo deshuesado. Por lo pronto, quizas convenga aceptar que en varios casos sencillamente nos encontramos ante disciplinas distintas, que se proponen objetivos distintos. No son iguales los acercamientos 0 abor- dajes hechos a una muchacha por su abogado, su médico, su dirigente politico, su profesor y su novio. ;Por qué no pensar que a la literatura Je ocurre otro tanto? Claro, no todos esos acercamientos corresponden en rigor a Ja critica literaria. ;Cual si y cual no? Si te parece bien, vamos a dejar la respuesta para otra carta, Te saluda cordialmente, con los mejores deseos para Texto Critico, tu compafiero y amigo. Roberto Fernandez Retamar 20 La critica literaria, hoy MARGO GLANTZ (México) Estimado Jorge: Trataré de contestar a sus preguntas sintetizandolas al maximo: Hasta hace poco escribir critica literaria o ensefiar literatura eran problemas que no se cuestionaban, se ejercian. Ahora se pone en tela de juicio su mera existencia y las universidades consideran a la literatura como la menos Util de sus disciplinas y la mas apta para sus alumnos mas ineptos, traduciendo un intento por imponer una visi6n cientificista y tecnocratica. La critica literaria que solia incluirse dentro de un gé- nero abierto y “creativo” como el ensayo, autocuestiona sus postulados y pretende insertarse en el campo de la ciencia dentro de los diversos formalismos. Es decir que el concepto mismo de critica literaria esta en crisis y que su definicién, 0 mejor dicho, el objeto mismo de su es- tudio, se cuestiona. Si a este replanteamiento tedrico en si mismo muy complejo, se afiade el problema de critica literaria en Latinoamérica que durante mucho tiempo se ha preocupado por deslindar sus deudas lite- rarias con el mundo “desarrollado”, preguntandose si es o no tributaria en su escritura de las escrituras que le han sido impuestas por el colo- nialismo cultural, los problemas implicitos en las preguntas de su cues- tionario corren el riesgo de convertirse en un problema edipico. Edipico, si; puesto que plantea enigmas y edipico por los complejos que suscita y por su posible destruccién. Colonialismo cultural en un eterno cuestionamiento sobre la legitimidad de una literatura que tro- quela su embotellado de origen y su etiqueta de importaci6on, y cuestio- namiento sobre una critica que se mimetiza a los modos de produccién de sus diversas madres, madrastras, y padres supremos que imponen en la intemporalidad de sus recursos del método cotidiano infancias pro- longadas y orfandades consecutivas. Creo que hay una relacién entre el ejercicio critico y la ideologia, pero no concuerdo con el tipo de critica que intenta reducir el texto a un mero reflejo de una realidad exterior, sin tomar en cuenta su espe- ficidad como texto literario; acepto el concepto de produccion literaria y_no me interesa marginar al escritor pensandolo como un mero reci- piente que las musas o la divinidad utilizan para revelar su palabra y, con todo, e inclinandome a reteorizar sobre metodologias formalistas como punto de partida para manejar los textos, creo que siempre sera necesaria cierta interpretacién personal que colinde con la poesia. Un intento por reducir Ja literatura a una sintaxis o a una semantica uni- versal no me choca por su cardcter idealista, implicito en el concepto de modelo, sino porque niega lo que se ha dado en Jlamar la diferencia. Y en esta diferencia, la del gran texto literario y la diferencia que el cri- tico establece entre esa obra y su propia critica se subraya la validez de su ejercicio. La critica literaria, hoy 21 Si marginar al escritor colocandolo en el museo de los elegidos, idea- lizandolo, me parece un sarcasmo en el peor de los casos, colocar al cri- tico enfrente de las vitrinas que albergan los incunables en actitud de adoracién, me parece un insulto. Si critica y texto son diferentes porque establecen de antemano dos discursos, no veo por qué uno tenga que ser superior al otro. En Ultima instancia, seran, en casos especificos, una producci6n fallida, pero como ejercicios diferentes ambos son legitimos. Pareceria que hay una contradiccién implicita en lo que digo: si el texto critico establece un discurso diferente de] que organiza el texto literario, ya sea éste ficcién o poesia, y si yo me inclino a una critica que colinda con la poesia, estoy estableciendo un sistema de vasos comunicantes entre los dos discursos y no los delimito dentro de sus respectivos cam- pos. Pero si el texto literario es un modo particular de produccién y el texto critico también, en esa particularidad estriba su importancia: am- bos textos son productos de un trabajo, de un trabajo diferente que coincide en su capacidad de transformar lo natural, Son objetos “arti- ficiales” agregados a la realidad. see La critica literaria hispanoamericana dista mucho de ser organica. ;C6- mo podria serlo si se fragmenta en paises diversos y en tradiciones que son a la vez semejantes y disimiles aunque se expresen en un mismo idioma? ;Cémo podria serlo si a una posible estructuracién ideolégica se opone la frecuente irrupcién de golpes de estado y de tiranias endé- micas que dispersan a los autores y desbaratan las publicaciones? ;C6mo podria integrarse si suele vivir en el exilio, aunque éste sea un pais his- panoamericano? Las revistas logran aglutinar pero muchas de las publi- caciones que existen —o existian— en América son desconocidas fuera de su pais de origen y a menudo es necesario consultar bibliotecas ex- tranjeras para encontrar la produccién de nuestra América, al grado que podria decirse que es necesario trasladarse a Washington o a Boston para rastrear las diversas corrientes criticas que en América surgen y que la clasica frase de que Paris es la capital de Latinoamérica puede seguir siendo vigente o cambiando apenas el nombre propio 0 reite- randolo. La década del sesenta fue optimista. Al boom literario se afade un boom critico que pretende desenajenar nuestra produccién literaria y li- berarla de cadenas europeas. A este desencadenamiento literal se super- pone una polémica centenaria respecto a nuestra posible humanidad americana, a nuestro ingreso en el reino de los seres de raz6n, reino al que se entra por una evolucién de las especies mediante la cual Europa se hunde en la decadencia y América se vuelve la hegeliana tierra del futuro. ‘Estamos ya en el futuro y somos’’. A esa polémica que opone siempre con patrén edipico modelos acufiados en Europa contra modelos patentados en América y que para lograrlo primitiviza todas las produc- 29 La critica literaria, hoy ciones anteriores al boom —exceptuando quizés al modernismo— parece suceder (0 coexistir con) una critica que analiza el texto en su especi- ficidad. Esta critica puede manejar modelos formalistas, marxistas 9 no, pero en su forma de manejarlos revela su subordinaci6n o su indepen- dencia. Manejar metodologias no significaba en si ser edipico. Cambiar de en- foque segtin los Ultimos sistemas a la moda y aplicarle a un texto la teo- ria sartreana sdlo porque Sartre acaba de traducirse o elaborar cédigos, paradigmas o sintagmas, si se lee a Barthes, a Greimas o Todorov puede serlo si no se reteorizan sus postulados que pueden ser validos aqui o en Europa. Considerarlo de otro modo equivaldria a asegurar que una teoria s6lo funciona parcialmente segun la capacidad de razén que ten- gan sus habitantes y sdlo refuerza la citada polémica que enfrenta las dos producciones en alternancia de ascenso o decadencia. Decir que la novela mexicana de folletin es apenas copia de la europea porque hay huellas de esos modelos, significa no analizarla profundamente en su es- pecificidad y en su forma de producci6n. Organizarla en lexias o codifi- carla siguiendo al pie de la letra un modelo bartesiano sin determinar la dinamica de ese modelo es sdlo colonialismo cultural y sintoma de esnobismo agudo; organizar el discurso critico y analizar su estructura y su intertextualidad puede conducir a su diferencia y también a la del discurso asi organizado. DOMINGO MILIANI (Venezuela) 1. 4Cémo podria definirse la critica literaria? Como un discurso descriptivo, analitico y valorativo de un texto lite- rario, Debe diferenciarse de la resefia, el publicismo o la promocién del libro literario, asi como de la didactica literaria sobre la obra. Los ale- manes distinguen entre Kritik (resefiismo, publicismo, etc.) y Litera- turwisenschaft (critica literaria cientifica). 2. Su primera y basica funcién es asediar el texto literario, reve- Jarlo y valorarlo, Por supuesto, con referencia a un destinatario del mensaje critico, a un lector del discurso critico. En nuestro caso latino- americano, ese lector es una clase media, indiferente a veces al fenémeno profundo de la literatura. Entonces la funcién de la critica ha de ser la de sacudir al lector, exigirle cooperacién en el asedio del texto, mas que en sumii istrarle un readerdigest de la obra literaria. En lugar de re- producir el argumento, proporcionarle las claves de comprensién y valo- racién, nunca reemplazarle el texto de creacién por el texto de conden- sacién tematica, 3. Pienso que Todorov no esta exento de razén cuando afirma que La critica literaria, hoy 2 en el proceso, en la operacién critica, la descripcién funcional y el ana- lisis del texto se inscriben en el sistema de la obra. La interpretacién forma parte del sistema del critico. En este ultimo aspecto, el critico no puede quedarse en la mera descripcién diversionista, sino en asumir la valoracién que, de hecho, implica una axiologia y ésta, a su vez, se in- serta en un sistema de pensamiento. Es mas justo hablar de sistema de pensamiento, que de ideologia, palabra resbaladiza que hoy se esta utili- zando como escamoteo, ocultamiento, falacia que cubre con apariencia discursiva una realidad, en este caso, la “realidad” del texto, En la eri- tica vale también la parafrasis del refran popular: “dime como juzgas y_ te diré como piensas”, lo que es igual a “dime cémo piensas y te diré cémo valoras”. 4. Es la critica de importancia secundaria... ete. No creo que sea exacto calificar de secundario al trabajo critico. Diria mas bien que es distinto. Es un discurso con autenticidad y cédigos especificos, si no se limita a ser un discurso parasito del texto creativo. La intencién peyorativa es una caracteristica del discurso critico de los creadores contra los criticos y siento que ya es un viejo fendmeno que debe cortarse. La critica literaria ejercida con honestidad y rigor, anda mas alla del compromiso con el amigo creador o el mecenas editor, en tanto es capaz de revelar, descubrir, hace tomar conciencia de los pro- cesos de cambio operados en el fondo de los textos, incluso contra la opinion ocultadora, ideologizadora del creador de un texto dado. Y si es capaz de descubrir procesos de cambio, puede también anticiparse a los fendmenos del acto creador, sin caer en el papel de pitonisa literaria, o de mala agitadora sin “masas” de lectores. El creador desprecia pero necesita al critico. La literatura esta en constante proceso de valorizacién y depreciacién, puesto que no escapa ala dinamica social y al gusto 0 el consumo, mal que nos pese. La critica realiza operaciones de lectura diferentes segtin su propia dinamica, se- gun su propia evolucién, segtin su propio instrumental analitico de que dispone en una época especifica, en una sociedad especifica, en una co- yuntura especifica de las luchas por la liberacién humana-colectiva. 5. No creo que nadie se plantearia como una actitud colonialista estudiar y aplicar la fisica cuantica o relativista a un fendémeno fisico argentino 0 mexicano. Como tampoco creo que nadie daria la espalda al algebra universal para crear una matematica venezolana. Creo que en América Latina los criticos debemos asimilar la leccién de los nove- listas: incorporar todo Jo valido a su lenguaje especificamente narrativo, para expresar y revelar la realidad de un Continente en el universo de la ficcién. Los criticos estamos obligados moralmente a romper el rezago, el academicismo, la ignorancia de las nuevas corrientes derivadas del inmenso avance de la Lingiiistica y asimilarlas para expresar en discurso propio la urgencia de revelar, revalorar, ordenar, comprender el fend- meno de nuestra literatura, como hecho social expresado en una lengua concreta. 24 La critica literaria, hoy Ahora bien, no creo que se trata de “seguir modelos”, en el sentido de imitar, de adoptar una conducta de sumisién, sino de comportarse como un cientifico del lenguaje que analiza un hecho lingiiistico como es el hecho literario en cuanto texto y extralingilistico, en la medida que el texto es un signo social de estados culturales precisos, donde debe ubicarse para comprenderlo en su integridad. La critica literaria ha aportado métodos diversos en diversas épocas. Esos métodos surgen en un determinado pais, como surgen también los métodogs de las demas ciencias. Luego se universalizan mas 0 menos se- gun su validez, su efectividad; adoptar un rechazo a determinados mé- todos criticos por el hecho de no haber sido “‘autéctonos”, es un com- portamiento parecido al de ciertos demagogos politicos bien sefalados, que hablan de “doctrinas exdticas’’ en funcién de un autoctonismo opor- tunista, escamoteador, servil, ideologizador de las verdaderas intenciones de un sistema represivo, sumiso; represivo ante toda insurgencia de cam- bios sociales, servil, sumiso, a ciertos “sistemas exéticos” también, como el imperialismo. La estilistica alemana tuvo tanta validez como el posi- tivismo francés, sistemas de pensamiento de donde surgieron obras cri- ticas de autores latinoamericanos validas hasta para negar, un histori- cismo poco profundo, por un chauvinismo un tanto parroquiano, las orientaciones y evoluciones de la critica contemporanea. El formalismo ruso y su continuacién en el estructuralismo checo, se extendieron al estructuralismo francés, pero también cimentaron la semidtica marxista de autores tan valiosos como Galvano della Volpe, que no por italiano seria negable o rechazable, pero tampoco por haber puesto juntos a Hjelmslev y a Marx, y también esos métodos revirtieron en un semidlogo dialéctico de la talla y valor de Mukarovski, 0 de los semi6ticos soviéticos como Resnikov, 0 el checo Cervenka, 0 el “‘nodlogo” argentino Luis Jorge Prieto. Distinto y condenable es la irresponsabilidad ideolégica, politica, de quienes en nombre de una metodologia y un oficio —la critica—, dan Ja espalda al compromiso que como hombres de un Continente en sacu- dida estan obligados moralmente a asumir frente a sus pueblos. E] colonialismo cultural es un comportamiento, una actitud, no una metodologia. El estructuralismo, la semiética, la Sociologia de la Lite- ratura, son métodos que bien empleados para el conocimiento cientifico y profundo de una realidad literaria, como parte de una realidad total, se hacen imprescindibles, son utiles, lo mismo en Mosca que en Buenos Aires, en Minessota 0 en México, en Paris 0 en Morelia. Recientemente, la importante revista hingara Acta Literaria, publi- cada por la Academia de Ciencias de Budapest, recogié un conjunto de reflexiones sobre este problema de la critica y la responsabilidad social en Hispanoamérica. Hago mias las opiniones consignadas alli por el cri- tico peruano Alejandro Losada Guido, cuando afirma que: “El orden discursivo y el modo de pertenencia subjetivo a una socie- dad son dos niveles diferentes: uno se refiere a un sistema de conoci- La critica literaria, hoy 25 miento y otro a una relacién cotidiana y responsable con los hombres de una sociedad. El primero es objeto de una eleccién de tipo légico, metodol6gico y reflexivo que tiene sus propias reglas de juego y su pro- pia escala de valores. El segundo depende de la existencia conecreta del individuo que se desarrolla en una sociedad estratificada en clases y con ciertas contradicciones que pugnan por encontrar su resolucién favore- ciendo y perjudicando a unos 0 a otros. “Ante esta situacién de hecho, el individuo ha de optar por un modo u otro de pertenencia a su mundo social que asuma, defienda, consienta pasivamente o impugne las condiciones de hecho en que ha de desenvol- verse su vida cotidiana. Es una eleccién que, activa o pasivamente, ha de ponerse de lado de una de las dos alternativas: ha de aceptar o no las actuales relaciones entre los hombres, “Esta es una decision que tiene que ver con los problemas de la justicia social y del posible desarrollo historico de una sociedad; pero los pro- blemas de ética social no son los mismos que los de la ética cientifica.” * Colonialismo cultural seria admitir que nuestra literatura deba ser analizada y valorada fuera del contexto latinoamericano, por la critica europea o norteamericana, con métodos eficaces y nosotros, como “sub- desarrollados”, continuemos inmersos en una subcritica literaria, 0 en una estéril polémica similar a Ja que impuso una generacién reformista- burguesa por los afios 30, a propésito de la novela reformista social, tan dura y justamente escarnecida por Alejo Carpentier —“Problematica de la actual novela latinoamericana”— y Jorge Enrique Adoum —‘El realismo de la otra realidad’"—. De haber sido mas eficaz esa literatura, la proyecci6n y el impacto alcanzados por la nueva narrativa se habria operado hace cuarenta ajfios, lo mismo que la conciencia de nuestras ma- yorias sociales habria aumentado en idéntica proporcién, en el caso de que, cuarenta afios después, el idéntico analfabetismo, la agravada de- pauperaci6n, el tragico marginalismo social, no los hiciera ajenos a la recepcién del mensaje creativo literario, tanto mas del critico-literario. Concluyo pensando que quiz4 una combinatoria de métodos capaces de valorar el mensaje especificamente literario y el especificamente so- cial de un texto, en una doble lectura clarificadora, seria apropiado en la opcién del critico literario consecuente con una dramaticidad histérica como la nuestra. Pero eso si, a condicién de que tal critico, en lugar de un esfuerzo sencillo, debera hacerlo doble —dos metodologias combina- das— para asimilar y manejar con rigor cientifico, dentro de una inta- chable solvencia literaria y social, los instrumentos indispensables para asumir esa funci6n. No sera necesario, pues, hacer Ja revolucién social con arcos y flechas autdéctonas, contra misiles y otras armas de dominacién moderna; 0 ata- viarse de guayucos autéctonos para preservarse de la contaminacién en 1 “Discursos criticos y proyectos sociales en Hispanoamérica”, En; Acta Lite- aria, Ocademiae Scientiarum Hungarieae, Budapest, 1975; fase. 1-2, tom. XVII, P. La critica literaria, hoy 26 los tiempos de los vuelos espaciales. Si no podemos poner un cohete en la luna —irrisoria pretensién de ciertos tecnologismos contemporaneos— creo que si podemos mejorar nuestro instrumental critico, | al igual que luchando socialmente por una liberacién, intentaremos mejorar progre- sivamente y no empeorar en forma ‘‘autoctonista” las condiciones de vida de nuestras mayorias sociales, sin presumir de malos socidlogos en lugar de ser buenos criticos. Pienso que en América Latina persiste una tendencia marcada al im- presionismo critico —critica a-sistematica, a-metédica—, al panfletismo critico, a Un historicismo (“autéctono”) ya un tanto incempetente, junto a una mescolanza de métodos, a una babelizacién instrumental —esta si colonialista— producida por el facilismo, la improvisaciOn, la actitud “snob”, Y sobre tales lastres —que de hecho son riesgos— hay una bitis- queda afanosa por aplicar con rigor y seriedad las metodologias derivadas de Ja comprensién del hecho literario como realizaci6n artistica a través de la lengua, Esto es, la semidtica, el estructuralismo, la Sociologia de la Literatura y, quizas también, ciertas nuevas estilisticas inmanentistas y regresivas. Estimo que habra de venir una fase de decantaci6n clari- ficadora y, ahora si, una rigurosa investigacién de nuestra literatura, que atin sigue siendo, mas alla de sus dialectalizaciones nacionales, un hecho continental que nos trasciende y nos expresa. Veo con optimismo el surgimiento de nuevos valores en la critica literaria de América La- tina: Noé Jitrik, Antonio Cornejo Polar, Jorge Ruffinelli, Nelson Osorio, Juan Loveluck, en fin, una lista de veinte nombres, por lo menos, en quienes hay bisquedas, reflexiones, cuestionamiento, polémica, diferen- cia. Creo llegada la hora de que se comience a discutir en seminarios, mesas redondas, etc., los problemas y las bisquedas, los escollos y los hallazgos, las posiciones y las defecciones, a nivel internacional. Una manera de clarificacién es este tipo de encuestas. Otra es la reunién periédica de criticos de las mds variadas tendencias y posiciones, con quienes se pueda disentir fraternalmente y lograr, en conjunto una deli- mitacién de las propias dudas que todos confrontamos, una revisién cri- tica o critico-légica de las otras grandes dudas y wacios que hemos heredado de una dispersion sin tradicién, JOSE MIGUEL OVIEDO (Pera) Comenzaré diciendo que el tema —ahora uno de los intereses centrales de muchos criticos, grupos y revistas de investigacion y anilisis teérico— de una nueva critica adecuada a la realidad de América Latina y el de la aportacién de nuevos métodos, mas rigurosos, cientificos y desligados del aparato conceptual de las clases dominantes, me llena de sentimientos La critica literaria, hoy 27 encontrados: si, por un lado, estoy de acuerdo con la exigencia de una yenovacién metodolégica de criterios habitualmente aplicados al conoci- miento de nuestra literatura, que han determinado que zonas enteras y sustantivas de su proceso sigan siendo todavia realidades nebulosas, a propésito de las cuales el didlogo es imposible o difuso, por otro, algunos nuevos ejemplos de esa critica “cientifica” y “desideologizadora” (per- donese el horrible barbarismo) me producen entusiasmo y conviccién escasos y, a veces, mas bien, rechazo por el soterrado dogmatismo que instauran, Mi desconcierto no debe ser tnico, porque hasta los mismos voceros de estos métodos novedosos (0 no tan novedosos, si uno lo piensa bien y recuerda los trabajos de Walter Benjamin y Georg Lukacs, por ejemplo), suelen confesarlo abierta o implicitamente: miultiples teorias, grupos de presion intelectual, centros de poder politico cultural, reclaman simultaneamente su atencién con sus relumbres tedricos 0 sus propuestas concretas de un “nuevo tiempo” para la critica. Diré ahora qué pienso frente a una coyuntura tan compleja. No me cabe la menor duda de que la historia literaria latinoamericana (y la critica relativa a sus principales momentos, tendencias y autores) esta necesitada de una profunda revisién: es imprecisa y frecuentemente ii ica en su cronologia y su terminologia, trabaja con conceptos indiscriminadamente prestados de otras culturas, realidades o disciplinas, es contradictoria y superficial, etc. No sdlo no alcanza sus declaradas finalidades: ella misma es una peticion de principios. Porque otra vez volvemos a lo mismo: no sabemos ni siquiera qué decimos cuando de- cimos “América Latina’’ (término flagrantemente inexacto), no sabemos qué hacer con los casos ya casi proverbiales de culturas como la haitiana, la filipina, etc. Es que no conocemos bien nuestra historia, no digo de las antiguas civilizaciones, sino inclusive la historia de nuestro primer siglo republicano, o la formacién de nuestras naciones modernas, ni tampoco el movimiento de sus sociedades, los juegos y correspondencias de su proceso socioeconémico con el resto del mundo. Recientemente, haciendo un trabajo sobre un autor bien conocido del siglo xrx, descubri que la mejor fuente (mejor dicho: la menos errénea) para establecer la crono- Jogia de la vida cultural y politica en América Latina en su tiempo, era anglosajona; tampoco tenemos, lo que ya es el colmo, la sucinta relacién de los hechos ocurridos, lo que explica por qué no tenemos todavia su andlisis ni su interpretacién. Cuando decimos “América Latina” men- cionamos, pues, una terra incognita que poblamos con nuestros prejui- cios, generalizaciones, deseos y proyecciones personales; sobre ella no podemos fundar nada seguro, y menos una ciencia. Sin querer, he descrito esa particular situacién que se llama “subdesarrollo”’, palabra también prestada del vocabulario sociolégico de la escuela norteamericana, lo que es otro simbolo de nuestra dependencia terminolégica, No sabemos quié- nes somos y cuando encontramos un nombre adecuado, resulta que es un nombre que ofro nos pone. Que no haya una sélida critica literaria en nuestro continente (lo que 28 La critica literaria, hoy no quiere decir que no haya habido o que no existan notables criticos individuales: son cosas distintas) es sdlo una parte, y no la mas grave realmente, del problema: tampoco tenemos una filosofia, una teoria poli- tica, una historia de las ideas. Nuestros aportes a las Ciencias exactas son escasos y discontinuos, y nuestra intervencién en la investigacion tecnolégica casi totalmente subsidiaria de los grandes centros mundiales. Los movimientos y las diversas formas de reaccién contra esta situacién general son perfectamente justificados y compartibles. Las exigencias de principio de los sectores criticos mas conscientes del problema, tam- bién lo son, y entiendo del todo la urgencia de sus demandas que, en gran parte, son iguales a las mias. Cualquiera que haya dedicado algan tiempo al estudio o la ensefianza de la literatura hispanoamericana, habra sen- tido el mismo impulso que yo de no volver a usar ni imponer a nadie el empleo de términos que han adquirido en nuestro contexto significacio- nes tan ambiguas o groseras como “naturalismo”, “regionalismo” o “na- tivismo”. Aun cuando recurrimos a conceptos bien establecidos, como “surrealismo” 0 “barroco”, los desgajamos de su marco original sin pre- guntarnos si seguimos hablando de lo mismo cuando hablamos del surrea- lismo argentino 0 del barroco mexicano. Con esas nomenclaturas no nos comunicamos: nos rodeamos de una tiniebla impenetrable. Cada uno los entiende como le viene en gana, y nadie se siente obligado a explicar los limites precisos de las categorias conceptuales que usa. La tentacién de “‘partir desde cero” para salir del impasse, es frecuentemente irresis- tible. Esa tentacién parece orientar a bastantes criticos latinoamericanos en la direcci6n de tres grandes objetivos a través del ejercicio de su ac- tividad especifica: el desmantelamiento de la ideologia de las clases do- minantes, la lucha contra el imperialismo y la penetracion cultural, la adhesion a la causa liberadora del Tercer Mundo. El espectro de anilisis, investigaciones e interpretaciones que eso supone, revela la singular am- bicién del esfuerzo: puede abarcar desde las nuevas teorfas del Ienguaje hasta el debate de la violencia como tactica politica, desde la lectura de los analisis gramaticales de Chomsky hasta la del Diario del Che, des- de el aprovechamiento de los hallazgos antropolégicos de Lévi-Strauss hasta la negacién de Lévi-Strauss. Aqui comienzan mis perplejidades y discrepancias. Si es cierto que la literatura latinoamericana tiene que reflejar de algtin modo el pensamiento de las elites intelectuales y los sectores sociales que entraban en su circuito, y si es cierto que el estudio de cémo esa ideologia se adapta a distintos modelos artisticos es muy importante, no me parece demasiado razonable ni cientifico intentarlo por inspiracién de la ideologia contraria, la de las clases explotadas. Esta es mucho mas vaga que Ja primera Porque cubre intereses muy diversos: Jos del campesino, los del obrero, los del pequefio empleado o subemplea- do, no son los mismos y muchas veces son contradictorios. Tampoco son necesariamente los mas progresistas: el fendmeno del lider estudiantil de izquierda que defiende mecdnicamente las reivindicaciones de un trabajador cuyo pensamiento es conservador —hecho que revela una do- La critica literaria, hoy 29 ble alienacién—, es conocido en América y Europa. Si hay una ideologia dominante, hay en cambio varias ideologias de los dominados, en intensa pugna, Verlas como una no solo es una abstraccién: es un engafio a esas mismas clases postergadas, ahora en nombre de una teoria sacralizada y de una praxis fanatica. “Por su parte, el tema de la penetracién y la dependencia cultural me parece lleno de omisiones e incoherencias. Claro, el gran culpable que todos sefialan es Estados Unidos y no hay duda que merece esa conde- nacién general: nos ha explotado, nos ha humillado, nos ha invadido, no solo territorialmente, sino mental y moralmente con el entusiasta auxilio de sus sirvientes nativos. El caso de Puerto Rico no es quiza el unico, pero es el mas dramatico y parad6jico: el proceso colonial se cumple su- tilmente y sin gran aparato de fuerza; en vez de napalm, el imperialismo ha usado alli la corrupcién (desde la lingiiistica hasta la crudamente poli- tica), y ahora las food stamps. Pero ;qué papel juegan las otras poten- cias en este contexto? ;Estan al servicio de las clases explotadas, como querrian Jos criticos de la critica, para desencadenar con ellos un proceso general de desalienacién? Si la izquierda intelectual no es capaz de res- ponder esta pregunta con claridad y coraje, no me interesan demasiado sus otros argumentos: sabria que esta partiendo de una concepcién mani- quea, la del Gringo Malo y la de los Camaradas Buenos, fabula en la que no puedo creer, menos cuando me la cuenta un hombre de letras. Los criticos y los investigadores de la cultura han destacado en los Ultimos afios la importancia del estudio y la denuncia de los sistemas de dominaci6n cultural que provienen de los Estados Unidos (Nueva York es la sede de ese infierno particular) y que extiende su mano tenebrosa por todas partes: literatura, arte, television, radio, periodismo, universi- dad, vida diaria, etc. Esa tarea es util y debe continuarse. Pero siempre me he preguntado por qué, después de que se nos ha ensefiado a leer el mensaje imperialista del Pato Donald y se han desmontado los mecanis- mos de la industria cultural que nos induce a comprar tal libro o tal cuadro, por qué nadie se ha interesado en hacer también la lectura desalienadora de la novela antimperialista y de la poesia politica hispa- noamericana, del Libro Rojo de Mao y la propaganda socialista, de la retérica del Partido, el Secretario General y el Caudillo, de los discursos de Fidel y de las criticas al desviacionismo de aqui y de alla, que obnu- bilan a nuestros sectores radicales y a sus apéstoles. ;0 es que acaso hay mas alienacién en la Sonatina que en el Canto a Stalingrado? Los hechos de la historia reciente también estan ante nuestros ojos —la pri- mavera de Praga, los disidentes soviéticos, la crisis de los cohetes en La Habana, la caida de Allende—, pero nos callamos y no sacamos las lecciones que nos brindan. Si vamos a destruir un fantoche para erigir otro, con el pretexto de la ciencia y la causa justa de los pueblos oprimi- dos, la empresa ira del descrédito al fracaso total. El mundo esta divi- dido, pero no del modo como muchos creen o quieren hacer creer, y negarse a verlo asi por razones de “estrategia” en la lucha, es simple 30 La critica literaria, hoy mente una coartada moral para calmar los sobresaltos de la propia con- ciencia. ae Esto ultimo —las paraddjicas particiones del mundo politico— con- duce a la otra cuestién: la del Tercer Mundo y América Latina, que generalmente es una respuesta a la idea de un bloque “occidental” que nos alinea con Estados Unidos y Europa. Tampoco estoy muy seguro de aque- lla alternativa: la pobreza y el atraso de nuestros pueblos se parecen a los del Asia y Africa, pero también a los ghettos de las grandes ciudades como Chicago, San Francisco 0 Londres; las condiciones del Tercer Mun- do se encuentran dentro y fuera de él, lo que prueba la relatividad de la expresién. Si la economia de paises como Ecuador o Guatemala puede compararse con la de Argelia o Tailandia, ;qué realidad comun existe entre esos paises y Yugoslavia, cabeza visible del tercermundismo? Los intereses de Brasil y Bolivia ;no son acaso antagonicos y no reprodu- cen, en pequeno, el esquema de dominador y dominado? Hay también “ricos” y “pobres”, explotadores y explotados, en el difuso cénclave del Tercer Mundo: Arabia Saudita no es un aliado de los pueblos pobres, es un competidor del capitalismo norteamericano. Y fuera de ese bloque las contradicciones se repiten: Israel es una potencia militar periférica, pero no tiene todavia la capacidad nuclear de China, un pueblo de cam- pesinos dirigidos por una teocracia. Culturalmente, el panorama es mas complejo porque nos definimos contra Europa y los valores de Occidente, pero ellos constituyen el nt- cleo de nuestras tradiciones en el pensamiento, las letras y las artes. (No hay que olvidar, sin embargo, que esa misma Europa es también el re- sultado de innumerables contactos con Oriente, Africa y otras culturas “primitivas”.) Preferiria que fuese de otra manera, pero no puedo evitar que la idea que tengo de Ja novela provenga de Cervantes, Balzac, Flau- bert, Proust, Joyce, y no de las narraciones asiaticas o aborigenes ame- ricanas, Para cambiar la historia futura de América Latina, primero hay que reconocer su historia pasada, aunque su realidad no nos guste ni se adapte a nuestras teorias. Espafia, Francia, Estados Unidos: siem- pre hemos estado escribiendo literatura, creando arte, formulando pen- samientos por simpatias o diferencias con una determinada metrépoli, tratando de hallar nuestra identidad en un movimiento apasionado de atracciones y repulsiones que surgen dentro de un marco dado de pro- puestas culturales que nosotros no habiamos configurado. Eso no ha im- pedido que las letras y las artes de América alcanzasen auténtica grande- za. {Por qué? Porque ninguna gran creacién puede ser subdesarrollada * (aunque el artista, el escritor 0 el critico lo sean). Las construcciones de Soto son muy elaboradas y refinadas, pero no lo es menos el lengua- je de las danzas orientales: cada movimiento de la mano teje un simbolo, cada color refiere a un mito, lo visual conduce a un plano magico, Nin- 1 La idea es de Jorge Zal i vidada é aplica s6lo a Ia expresion poética, " "ese ‘anevada y olvidada), aunque él ta La critica literaria, hoy 31 gin gran arte es tampoco “neutral”: propone una imagen del mundo y esa imagen nos dice justamente que el mundo puede ser de otro modo. Hay una ideologia en las obras de la creacion humana, por cierto; pero tal ideologia es siempre la misma: el pensamiento poético de Brecht es materialista dialéctico y el teatro de Beckett refleja el nihilismo burgués; lo que significan ambos no es eso; mas precisamente: esta mds alld de eso, lo excede y lo niega. En cierta medida, la pretensién de fundar una “critica latinoameri- cana” sobre una ‘“‘teoria no ideolégica de la literatura”, es contradictoria. Por un lado, un modo auténomo de pensar nuestros fenomenos literarios no autoriza a postular la idea de una disciplina aplicada exclusiva- mente al conocimiento de ese particular inasible que llamamos “Amé- rica Latina”. Algtin critico se quejaba de que nuestra critica estaba in- festada de esquemas mentales burgueses de origen europeo, diagndéstico en el que no Je faltaba razén, pero proponia una ciencia que se fundase en los suyos —que curiosamente provenian del marxismo y la filosofia alemana del siglo pasado. Por otro lado, si nuestra literatura debe dar la espalda a todo lo que les es ajeno o resulta opuesto a los intereses de las “clases oprimidas”, {estamos dispuestos a aceptar otras “ciencias de la literatura” para otras areas del mundo no europeo? ;Y habra derecho a seguir juzgando al irlandés Joyce y al galés Dylan Thomas con crite- rios ingleses? ;Y qué hacer entonces con la literatura australiana, o con la canadiense (que ademas es bilingiie) ? &No habremos caido en alguna confusién babélica? ;Estamos seguros de no reeditar, por esta via, el viejo nacionalismo (esta vez disfrazado de supra 0 transnacional) que justamente hemos condenado ya por obsoleto y anticientifico? Por tilti- mo, la idea de una teoria no ideolégica es también una ideologia, y me parece singular que algunos defensores no lo admitan: todos saben que se basa en los planteamientos filoséficos de la sociologia centroeuropea, la lingiiistica norteamericana y los numerosos estructuralismos que se propagan principalmente desde Francia. No lo sefialo como un reproche: sencillamente apunto que el enemigo también esta en casa, que el intento a veces se muerde Ja cola y que no es tan facil crear una “ciencia blan- ca”, ;D6nde, pues, poner los limites y sefalar las barreras que nos libren del “colonialismo” sin asfixiarnos en el provincianismo y el dogmatismo? Escribe Anténio Candido a propésito de literatura y subdesarrollo: “So- mos parte de una cultura mas amplia, de la cual participamos como va- riedad cultural. Es que, al contrario de lo que han supuesto a veces candidamente nuestros abuelos, es una ilusién hablar de supresi6n de contactos e influencias. En un momento en que la ley del mundo es la interrelacion y la interaccién, las utopias de la originalidad han perdido su sentido patriético, comprensible en una fase de formulacién nacional reciente, que originaba una vision provinciana y umbilical” (César Fer- nandez Moreno, comp.: América Latina en su literatura, p. 347). Since- Tamente, considero que ese riesgo existe y que es tan grave como el mal que desea combatir. 32 La critica literaria, hoy Tras la militante adhesién de algunos sectores a ciertos postulados de las corrientes indicadas mas arriba, percibo un tono de intransigen- cia que me descorazona y que me inhibe de explorar junto con ellos rutas de acceso comun. El fanatismo nunca es cientifico, y el movimiento de las ideas no tiene por qué repetir la barbarie de nuestra vida politica o los odios de capilla de nuestras pequefias reptblicas (cuando no dictadu- ras) de las letras. Ya he leido varias quejas y propuestas especificas de la critica latinoamericana ‘desideologizante”: el demonio imperialista esta detras no sdlo de las obras de algunos autores famosos, sino también detras de su bibliografia pasiva, como lo demuestra el sospechoso nime- ro de tesis, trabajos y articulos dedicados a la poesia de Octavio Paz, con evidente descuido de la poesia de, digamos, Nicolas Guillén. Mas Arlt y menos Borges, seria uno de sus lemas. Si de lo que se trata es nada mas que de cambiar de sectarismos, la cuestién esta de mas y no hay ninguna alternativa realmente consistente para el estudioso de la lite- ratura latinoamericana. No solo en esa fractura de la objetividad cienti- fica, los criticos mas convencionales y los mas exquisitos discipulos de la nouvelle critique se parecen extraordinariamente; como sefiala Jonathan Culler: “In fact, both the naive traditionalist critique, which asserts the uniqueness of the work of art and the inadmissibility of general theories, and the sophisticated semanalyse of Tel Quel, which attempts to theorize a perpetual self-trascendence, fail in analogous ways. They both imply that the process of interpretation is random and haphazard: the former by omission (in its refusal to countenance general semiotic theories) and the latter by explicit glorification of the aleatory” (Structuralist Poetics, pagina 253). En el centro mismo de las nuevas teorias hay un dilema fundamental que sus distintas facciones todavia no han resuelto: la de escapar a la ley de hierro de la ideologia, pues, como dice el mismo Culler, “both the conventions to be analysed and the notions of understanding lie within” (Ibid., p. 254). Todas sus sutiles construcciones penden de ese delgado hilo, y sobre un equilibrio tan precario como ése, atin no puede estable- cerse una teoria de la cultura ni un modelo de interpretacién operativo para América Latina que no sea, otra vez, recusable. SAUL SOSNOWSKI (Argentina) Toda lectura critica de un texto literario se quiere decodificacién de sus multiples componentes. Decodificacién que se transforma, a su vez, en un nuevo texto que se desplaza a través del objeto estudiado para propo- ner nuevas aperturas para futuros textos. Estos encadenamientos, que suman lecturas criticas, tienden a subrayar que el ejercicio critico no es La critica literaria, hoy 33, visto como actividad subsidiaria ni subordinada a “ficcién” o ‘poesia’. Constituye un discurso diferente cuya meta, en ultima instancia, no se- ria totalmente disimil a los ejercicios en la produccién de otros objetos. La utilizacion del lenguaje en funcién cognitiva, descubridora, desen- mascaradora de los condicionamientos culturales, sociales y politicos bajo los que opera, responde en el trabajo critico a otro plano escritural. Si bien las aproximaciones a las diversas modalidades literarias (“genéri- cas’) podrian ser diferentes, su proyecto final no deberia serlo. En cada variante de las manifestaciones literarias estamos frente a modos de concebir una realidad determinada; realidad que debe ser re-elaborada mediante un instrumental apropiado al/en e] texto critico. En una primera etapa, el trabajo critico consistiria en un analisis de los mecanismos de produccién de la obra: el desplazamiento en el plano de las significaciones, el proceso mediante el cual la escritura se apodera de todo sistema transformandolo en su propio sistema/objeto, En este sentido, la desmembracién del sistema literario llevaria al reconocimien- to de los componentes primarios utilizados en la produccién del cédigo inicial. A partir de alli, se analizarian las alteraciones de esos elementos y su integracién —ya modificada— en el texto literario. Esta lectura critica reordenaria ya en un nuevo texto esos elementos a partir de los cuales fue estructurado el anterior, Dicha lectura estaria basada en plan- teos tedricos elaborados cientificamente que avalarian el analisis de los signos utilizados y su carga ideolégica. De este modo se potenciaria un amplio estudio de la versién de la realidad propugnada en el texto inicial, su relacién directa con el productor del texto y la inscripcién de éste en el marco de la clase que detenta las ideas que fundamentan su visién/ concepcién del mundo. Esta conjuncién exige, pues, la utilizacién de elementos pertenecien- tes a diferentes disciplinas. Descartar los aportes del formalismo, de la lingiiistica, del estructuralismo en sus diversas variantes y direcciones, etcétera, podria llevarnos a recaer en una “critica” subjetivista 0 a come- ter algunos de los errores de la critica sociolégica que responde a una raiz positivista. Creo que los aportes de la semiética, por ejemplo, deben ser usados en la medida en que la elaboracién y la utilizaci6n de sus modelos contribuye a un ajuste metédico en la comprensién y el analisis de Ja obra literaria, Temo que de circunscribirnos a estos aportes, huelga decirlo, valiosos, podemos correr el riesgo de habitar maquetas que ca- recen de historia, de la materialidad que, a mi parecer, justifican el estu- dio de sus propuestas. Correriamos el riesgo —quizis mas peligroso que el que fluye del impresionismo subjetivista que aun pulula en tantas clases universitarias— de que bajo el peso de un aparataje cientifico, ol- videmos el propésito fundamental de su elaboracién. Con, y a partir de, Jos conocimientos que aporta el estudio de Ja estructura literaria, consi- dero imprescindible el estudio del sistema que le da lugar, los mecanismos utilizados para producir esa escritura, su modo de produccién, etc. Es decir, el lugar donde reside la ideologia del texto, donde el sistema lite- 34 La critica literaria, hoy rario se relaciona con los sistemas “extra-literarios” que ha integrado y modificado en su elaboracién textual. No hacerlo podria Mevar a otro tipo de mitificacién de la produccién literaria que, cobijado en un len- guaje de raigambre cientifica, diera lugar a una renovada consideracién de dicho trabajo como misterio reservado a vates y demas brujos. Lo recién indicado constituye una fraccién del trabajo ‘“desmitifica- dor” del critico. La utilizacién de los adelantos propuestos por modelos cientificos, contribuye, en principio, a la elucidacién del campo textual en cuanto tal. La critica académica —y ahora me refiero especialmente a la imperante en las universidades estadounidenses— ignora, por lo ge- neral, la inscripcién del objeto libro en un mercado, Aun mas, tiende a tomar en cuenta este objeto como corporizacién de secretos provenientes de centros magicos (‘‘simplemente” se evita toda consideracién del cir- cuito de produccién del objeto) que, como es de suponer, refuerzan los conceptos con los que se aproximan a él. Esto tiene diversas ramifica- ciones. La seleccién de los libros obedece a criterios que permiten apoyar las ideas (pre)dominantes; los libros que tienden a impugnar, o siquiera a cuestionar abiertamente esos sistemas, son relegados a una margina- lidad que los neutraliza en la funcién académica; aquellos libros cuya de- nuncia de sistemas vigentes es ambigua, 0 que pueden someterse a tal lectura, son observados de modo tal que acaban por reforzar las premisas adoptadas y su posible “positividad” acaba en su apropiacién dentro del campo que habia sido denunciado. No sorprende oir, ya dentro de este marco, a los que ejercen tal seleccién que lo hacen porque “la literatura es la literatura y la politica es la politica”. Se produce asi un juego en el cual el discurso critico queda neutralizado en una retérica que carece de toda apoyatura cientifica, que avala su ejercicio en el subjetivismo que busca “la belleza de las imagenes”, el sentido (superficial) de los adjetivos, la relacién, nuevamente superficial, entre la vida del autor y la manifestacién explicita de ciertos hechos en la obra de ese momento. Neutralizacién. Mas atin, ausencia de toda lectura critica. Los textos son utilizados para glosar nociones reaccionarias a la vez que se ignora Jo que las palabras dicen, Estas no dicen sino aquello que se proyecta sobre ellas; carecen de un espacio propio excepto por el que les es asig- nado para que nuevamente se ubiquen lo mas cémodamente posible (y siempre con un pasito mas atras) alli donde no molesten, ni cuestionen, ni Ileven al lector a desviarse hacia un conocimiento de la realidad —por mas filtrado que éste sea a través de estos textos—, que Ileve a un re- chazo de aquellas doctrinas “arbitrarias” que son impuestas desde la catedra y hasta exigidas, a veces, como “claves de paso”. Es importante sefialar que, frente a los que representan este estado, estan surgiendo profesores y criticos —en el ambiente del que hablo Jas dos actividades son, por lo general, conjuntas— que rechazan de plano estas posturas y que, concientes de fallas “heredadas” se abocan a un estudio realmente critico del discurso literario. La fascinacion que para algunos ejercen los modelos estructuralistas, la semidtica, etc., ha ser- La critica literaria, hoy 35 vido para que se vuelva a enfocar el texto como un objeto que debe ser dilucidado mediante un enfoque cientifico, para que se deje de lado, si- quiera paulatinamente, el impresionismo que atin se presenta como cri- tica. La existencia de nuevos medios de comunicacién e intercambio permite a los que estan dispuestos a recibir otros conocimientos que quiza exijan el abandono total de aproximaciones caducas, un mayor acceso a estas ideas, Al mismo tiempo, el acceso vedado a otras ideas que exigen mas que el regocijo frente a la relacién de un texto con ciertos esquemas de indole cientifica, tiende a veces a frenar la apertura de estos métodos criticos y a promover el uso tecnocratico para reforzar aquellas mismas ideas que antes eran proyectadas desde un subjetivismo impresionista. Todo esto permite subrayar que el prablema de la comunicacién es aqui, como en ambitos de mayor envergadura, un factor fundamental. Concre- tamente: aquellos que dependen de las palabras de ciertos criticos, del nihil obstat de ciertos popes para comenzar a utilizar ciertos autores en sus clases, apoyan las impresiones ya digerida por un aparataje ideolé- gico para reforzar su espiritu de “modernidad”, de “‘renovacién” frente a listas de lectura y a modos de lectura que ellos reconocen como pasa- dos de moda. Lo que cambia, cuando cambia, son ciertos titulos, ciertos giros, ciertas locuciones; la lectura es la misma; la negatividad como resultado permanece inalterable. En el fondo, no hay cambio ni apertura ni lectura critica. En lo apariencial se instala la moda. Moda. Nueva mascara que cubre un cuerpo que es el mismo ajado y caduco cuerpo que encierra toda posible apertura hacia si mismo. Se utilizan palabras de moda para pretender una modernidad que se acaba en su propia enun- ciacién. Se cree estar de moda en/con la seleccién de textos de moda. Estar al dia, pero siempre con aquellos que, pasada la moda, no dejaran un vacio y la necesidad de cuestionamientos que invaliden la mascara y desplieguen la necesidad de un verdadero ejercicio critico. Entonces se siguen ciertas revistas y ciertos criticos y ciertos autores como se sigue Ja vida del artista que tan mona/o aparece en tantas peliculas y sema- narios. Se leen sus cosas como la chismografia que confirma lo que se sentia cierto. Se lee viendo las palabras y los espacios anticipados. Se cometen gestos de lectura. Se gesticula la accién de leer en un acto en el que no se lee ni se critica ni se conoce porque ciertas miradas en si vedan toda posibilidad de lenguaje critico. Estos medios de control de la comunicacién se dan en la selec de obras a ser editadas /traducidascomentadas en los medios de difusién masiva/vastamente y detalladamente “estudiados” desde perspectivas, aparentemente criticas, que subrayan las ideas dominantes de circulos umbilicales que, claro esta, refuerzan otra manifestacién de la depen- dencia. Esta dependencia no surge de manera inmanente de la mera se- leccién de modelos criticos —si ya avanzamos en este proceso— proyve- nientes de paises no-latinoamericanos. Los modelos cientificos en si no son un receptaculo de ideologia. Lo que debe ser examinado es su utilizacién y la proyeccién y extensién de su aplicabilidad y uso. Se debe analizar 36 La critica literaria, hoy si los aportes de la semiologia, digamos, son utilizados como medios ini- ciales para analizar de un modo integral el proceso de la comunicacion en el que se inscribe todo el proceso literario —incluyendo la produce’ mn. grafica, distribucién, etc.— o si son utilizados para escamotear precisa- mente este analisis, para encubrir bajo la caparazén del aparataje y la terminologia cientificista la necesidad de elaborar a fondo toda la pro- duccién textual. Son conocidos los casos en que una misma férmula es “cargada de contenido ideolégico” con el fin de desvirtuar precisamente su valor cientifico y demostrar la validez de las ideas dominantes en ese medio, Como ya lo indicara, frente a estos casos, surgen criticos conscientes de su labor, de la finalidad de su trabajo, de la exigencia de utilizar cons- cientemente el instrumental te6rico a su disposicién. Es dificil hablar de critica literaria latinoamericana organica. Habria que cuestionar, en pri- mer lugar, el significado de “organica” y su relacién geografica con América Latina. No es tan dificil reconocer a los criticos que estan em- barcados en lo que he delineado y que desde diferentes disciplinas y formaciones convergen sobre el] texto latinoamericano. Desde aproxima- ciones fundamentadas en lecturas sociolégicas, antropoldgicas, lingiiis- ticas, semiologicas, arraigadas en formaciones idealistas en vias de cuestionamiento y re-evaluacién o ya afianzadas en aperturas marxistas, estos criticos —facilmente reconocibles y cuyos nombres no menciono para no caer en omisiones involuntarias— estan elaborando su instru- mental tedrico y sus lecturas criticas de modo tal que la critica literaria no se vea a si misma encasillada en compartimentos estancos. Asi, tam- bién, son abandonadas nociones que consideran el texto literario como el misterioso resultado de posiciones milagrosas, para someterlo al es- crutinio que merece el trabajo de un productor. Trabajo que, a su vez, es retomado y cuyas propuestas son elaboradas en un nuevo objeto (el critico), que lo abarca como el inicial abareé lo que le precedia. Texto critico que también se abre a las lecturas igualmente criticas de sus futuros lectores con el fin de elaborar propuestas, afirmar las que per- miten salir de las letras hacia una nueva lectura del sistema en el que esta inscrito y asi contribuir a una “mirada” analitica y critica de ese medio. Se trata, en Ultima instancia, de que la literatura y su critica no se vean encerradas en su agotamiento, sino que el texto critico tanto como el estudiado, sean pasos de un trabajo continuo en el que el hombre elabora su relacién con el medio en el que vive y con los componentes —en este caso, culturales— que traducen otros medios de apropiacién de la realidad. Anilisis, esclarecimiento tedrico de la problematica lite- raria, apertura —palabra que reincide constantemente— a lo que el texto propone como concepto de mundo para conocer ese texto, a su productor, las propuestas de su obra, su inscripcidn en un sistema, ete, Elaboracién, por ende, del espacio en el que el lector critico optara para insertar su escritura y para elegir la escena de su accién sobre la pagina escrita como paso de un proyecto que incluye otras acciones en otros escenarios.

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