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Navidad con turkey

María Tenorio

El 70% de las decisiones de compra se toma en el lugar de la venta. Ese lema, que leí hace unos
días en el cine, se me vino a la cabeza el lunes 21 de diciembre, en el súper frente al frízer de los
pavos, cuando me debatía entre cuál comprar para la cena navideña. La balanza se inclinaba
hacia un bola-de-mantequilla (butterball turkey) de 14 libras, producido en Estados Unidos. El
pecho-ancho nativo que yo buscaba estaba demasiado crecido, en tamaño --el menor pesaba 26
libras-- y en precio: la diferencia entre el gringo y el criollo era, nada más y nada menos, de 50
dólares.

Antes de meter el butterball en la carreta y dirigirme hacia la caja hice dos consultas para
confirmar mi decisión de compra. La primera, con mi madre, quien me dijo que los chumpes
gringos no agarraban sabor, pero que ni modo. Y la segunda, con las dependientas, quienes
confirmaron las abismales diferencias en precios y medidas, y agregaron que los "americanos"
estaban en oferta. Vino, pues, el gringo a nuestra mesa.

Salí cargando aquellas 14 libras, muy pensativa. Así ocurren los cambios culturales, la
transculturación, me dije recordando mis clases con Abril Trigo. Para aceptar productos o
prácticas culturales de otros pueblos más poderosos, nadie nos pone la pistola, no hay coerción.
Simplemente alguna ventaja le vemos a esa novedad y, aunque a veces con resistencias, la
aceptamos, nos la apropiamos, la procesamos, la consumimos a nuestro modo.

Así, el hecho de haber comprado el butterball no implica prepararlo con el terrible stuffing o
relleno de pan, ni comerlo con gravy o recaudo, ni acompañarlo con mermelada de frambuesa. El
de esta navidad será un pavo transculturado, chele y gringo, pero con salsa criolla, preparada con
tomates, chiles y cebollas, diluida con vino blanco, y aderezada con el famoso "relajo" de
especies, aceitunas, alcaparras y ciruelas pasas.

¿Cómo llegaron los bolas-de-mantequilla al frízer del supermercado?, me pregunté. No me cabe


duda de que un agente transculturante, comprador de pavos al por mayor, tomó decisiones que
afectaron la mía. Si sigo la máxima de mi abuelilta (piensa mal y acertarás), diría que esos
chumpes les sobraron a los gringos para San Guivis y deben haber ofrecido un megalote
--respecto del tamañito de nuestro mercado-- a un precio sin competencia. El comprador se dejo
seducir por el precio, como yo. La industria nacional de los pecho-ancho, muy bien, gracias. A
estas alturas, el gringo ya está cocinado.

Ilustración: Fotomontaje con pavo de "Dama con armiño", Leonardo da Vinci


(FreakingNews.com)

23 diciembre 2009
Publicado en talpajocote.blogspot.com

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