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El oficio de escritor nro cree coset Ana Ayuso OULD CoM Leama ee RM ee Ue CMe em Pe eneT | cee LCM oe amie MeL | ia ae em a meme Mee Uae MARTIN GAITE FAULKNER RULFO HIGHSMITH COCTEAU BERNHARD PROUS parecen ser ideas germinales no lo son; crecen ni permanecen en la mente, P. mundo esta lleno de ideas germinal realmente imposible quedarse sin idea que éstas se encuentran en todas partes. Patricia Highs 70 El Oficio Capitulo 4 Escribir Amo mi trabajo con un amor frenético y perverso, como ama el asceta el cilicio que le arafia el vientre. Gustave FLAUBERT Sobre los trabajos del escritor bablan estas lineas, sobre los placeres y los afanes que supone este duro oficio, Para unos necesidad, para otros placer, para muchos la tinica forma de entender el mundo, Veamsos lo que cada uno dice sobre su woftcto». [...| cuando escribo historias me siento como quien esta en su patria, en calles que _conoce desde la infancia y entre paredes y iirboles que son suyos. Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas 0 cosas que recuer- do de mi vida, pero siempre historias, cosas donde la cultura no tiene nada que ver, sino 73 solamente la memoria y la fantasia. Este es n oficio y lo haré hasta la muerte. Natalia Ginzbus Me gusta decir. Diré mejor: me g palabrear. Las palabras son para mi cuerpo tocables, sirenas visibles, sensualidades inco poradas. Tal vez porque la sensualidad real tiene para mi interés de ninguna especie siquiera material o de ensuefio-, se me h transmutado el deseo hacia aquello que e en mi ritmos verbales, o los escucha de otre Me estremezco si dicen bien. Tal pagina Fialho, tal pagina de Chautebriand, ha ct hormiguear a mi vida en mis venas, me hs rabiar trémulamente quieto de un place inaccesible que estoy teniendo. Tal P incluso de Vieira, en su fria perfeccién” ingenieria sintactica, me hace temblar cot una rama al viento, en un delirio pasivo cosa movida. , Como todos los grandes enamorados, gusta la delicia de la pérdida de mi misma, la que el gozo dela entrega se sufre comp mente. Y asi muchas veces escribo sin quer 74 pensar, en un devaneo exterior, dejando que las palabras me hagan fiestas, nifio pequefio en su regazo. Fernando Pessoa [...] Soy un artesano, necesito trabajar con las manos. Me gustaria tallar mis novelas en madera. Mis personajes... me gustarian que fueran mas densos, mas tridimensionales. Y me gustaria hacer un hombre tal que todos los otros, al mirarlo, encontraran en él sus pro- pios problemas. George Simenon Se supone que escribir es algo terrible, agOnico, un espantoso ejercicio, una terrible ocupacion, Pero a mi, fijense ustedes, las historias me han guiado por la vida. Ellas gritan, yo voy detras. Ellas echan a correr y me muerden los tobillos, yo respondo escribiendo todo lo que me pasa durante la mordida. Cuando termi- no, la idea me suelta y se va. 75 dor nuestro. El lujo est en lo que se pie! Asi es la vida que he tenido, Borracho ya cargo de una bicicleta, como una vez dijo un informe policial irlandés. Borracho de vida y sin conocer el rumbo siguiente. Pero antes de amanecer uno ya esta en marcha. z¥ el viaj Exactamente la mitad terror, la mitad juibilo. Ray Bradb Mi vida esta clarisima. Me resulta tota mente claro que tengo que hacer mi trabaj todo lo que estorba ese trabajo, lo elimino, todo lo que lo favorece me interesa. O sea, que, por una vez, las cosas son muy faciles. Thomas Bernhara Escribir es un acto de amor. Si no lo es s6lo es escritura. Consiste en obedecer mecanismo de las plantas y los drboles y er proyectar esperma a gran distancia en de Esto fecunda; aquello cae a un lado. Jean Cocte 76 ‘Todo lo que escribo es imprecise, con mucho fuego subterraneo, pero como los bul- bos, cuando estin en tierra, sélo tengo som- bras de flores que necesito cuidar y mantener para otra primavera. D. H. Lawrence El oficio o arte de escribir es el torpe intento de encontrar simbolos para lo inex- presable. En soledad absoluta, un escritor intenta explicar lo inexplicable. Y a veces, si tiene mucha suerte y el] momento es el ade- cuado, una pequefia porcién de lo que intenta_ hacer se escurre hacia la realizacién, pero nv mucho. Y si es un escritor con suficiente dis- cernimiento como para saber que.es imposi- ble hacerlo, entonces.no es un escritor, John Steinbeck [...] Escribir es para mi lo que la fuerza de la gravedad es para la bailarina en el escena- rio; una energia desatada y a la vez equilibra- 77 da, que fluye y que reposa, en el tiempo el espacio. Y siempre esta también la posi dad de crecer, no he llegado todavia a mi nota mas aguda, de modo que hasta ahora no he tenido que detenerme. El hecho de escribii posee, para mi, todas las caracteristicas del trabajo mds noble. Amo hasta sus momentos mas penosos: la revisién, la correccion de pruebas. Por eso, seguiria escribiendo aung desapareciese el sistema editorial, Hay entre los marinos aquellos que des- cubren nuevos mundos, que afiaden tierras y estrellas a las estrellas: estos son los maestros, los eternamente espléndidos. Luego estan los que vomitan el terror desde la borda de sus navios, los que capturan, enriquecen y engor- dan. Algunos zarpan en pos del oro y la sedi bajo otros cielos, otros sélo pretenden atra= par en sus redes salmones para los gourmets y bacalao para los pobres. Yo soy el oscuro y paciente pescador de perlas que se zamb hasta las profundidades y emerge con |: manos vacias y la cara azul. Cierta atracciér 78 fatal me conduce hacia los abismos del pen- samiento, hasta el fondo de unas simas inte- riores que, para los fuertes, jamas se agotan. Me pasaré la vida mirando el océano del arte en el que otros navegan o combaten, y a veces me divertiré yendo a buscar al fondo del mar conchas verdes o amarillas que los demas desprecian. De modo que las guarda- ré para mi y cubriré con ellas las paredes de mi choza. Gustave Flaubert Se vive para escribir. La escritura es una de las experiencias mds intensas que conoz- co. La més intensa, pienso a veces, Es una experiencia con la pasién y por tanto tiene la misma estructura de la vida. No son muy dife- rentes la vida y la literatura. Uno se enfrenta a las mismas cuestiones, las contradicciones son mas bien practicas. Hace falta cierto ais- lamiento para escribir y a veces es dificil conseguirlo. La fantasia de la isla desierta o de la torre de marfil son ilusiones bastante legitimas que tienen, diria yo, todos los escritores. La disciplina, ciertos horarios de 79 trabajo, son formas de elaborar y resolver es: contradiccién. Ricardo Pig lic [...] Nacf para escribir. La palabra es mi dominio sobre el mundo. Tuve desde la infs n- cia varias vocaciones que me llamaban ardien- temente. Una de las vocaciones era escribir, no sé por qué, fue ésta la que segui. Tal vei porque para las otras vocaciones necesitaria It largo aprendizaje, mientras que para escribi el aprendizaje es la propia vida viviéndose en nosotros y nuestro alrededor, Es que no s estudiar. Y, para escribir, el tinico estudio es _jestamente escribir. Me adiestré desde los sie. te afios para tener un dia la lengua en mi poder. Y no obstante, cada vez que voy a esc1 i- bir, es como si fuera la primera vez, Cada libre mio es un estreno penoso y feliz.Esa capaci dad de renovarme toda, a medida que el tiem- po pasa, es lo que yo amo vivir y escribir. Clarice Lispectos Cuando el trabajo no marcha bien, no hay _ vida mas miserable que la de un escritor. Pero cuando marcha bien, cuando la iluminacién ha puesto en foco una obra de modo que ésta crece limpidamente y fluye, no existe felicidad romparable. . Carson McCullers 81 Capitulo 5 El proceso creativo Quiero vigilar y ver cémo aparece la idem Quiero observar mis propios proceso ViRGINIA WOOLF Casi todos Jos escritores bablan en algun om mento del proceso creativo, de ese momento en 4 que se elabora la materia de la ficcién, ese momen- to que estd entre ef consciente y el inconsciente, instante en que cruzamos el espejo. Algunos lo des criben como una especie de trance en el que bay g situarse para librar a la mente del corsé de I TazOn, O1FOS coma UN Mecanismo que se crea yi dentro del escritor a medida que se forma como tal Pero en todos hay referencias a lo sumergido, ‘i algo que crece en la oscuridad mientras se come, se suena 0 se trabaja, que mana cotidianamente y cas sin llegar a nuestra percepcién consciente, y que luego bay que canalizar en forma de palabras bas. ta el papel. Kafka lo compara con un rio del qui solo puede recoger muy pequenias cantidades de «agua», para Hemingway es un pozo que se va 82 llenando mientras uno vive: sélo bay que «dejarse estar». Steinbeck lo compara con el semen de un hombre durante el acto amoroso. No bay —ni pre- tende haber— en estos textos una explicacién logica, para explicarlo casi todos los autores recurren a imagenes, metdforas 0 comsparaciones; se escapa a la razdn y por eso los eseritores piden ayuda al len- guaje poético para expresarlo. Y esas metdforas, esas Imdgenes, siempre nos bablan de algo liquido, que mana en una gruta oscura a la que la concien- cia no tiene acceso y luego fluye, se desliza, corre el peligro stempre de perderse antes de ser atrapado en palabras. Un escritor puede compararse con un pozo -dice Hemingway-. Hay muchas clases de pozos, como las hay de escritores. Lo importante es que haya buena agua en el pozo, y es mejor sacar de él una cantidad regular en lugar de dejarlo seco y esperar que vuelva a Ilenarse [...] El pozo es donde esta el «jugo» de uno. Nadie sabe de qué esta hecho, y uno mismo menos. Uno sélo sabe si lo tiene o si tiene que esperar a que vuelva. 83 Ray Bradbury utiliza también la metdfora de «sacar agua del pozo» para describir el acto del proceso creative: [...] Entré en la creatividad a tientas, ciego como cualquier nifio que aprende a ver y andar. Aprendi a dejar que mis sentidos y mi pasado me dijeran todo aquello que de alg modo era verdad. Asi pues, me converti en un chico que corria a sacar un cubo de clara agua de Iluvia del barril que habia junto a la casa. Y, por supuesto, cuanta mas agua se saca mas entra. El flujo no cesaba nunca. [...] Para Jobn Steinbeck el «fluja» del que hablan Hemingway y Bradbury se convierte en el (flujo d uno mismo, en semen luchando por salir: Me parece sentir a los jugos creatives lan- zandosc hacia la salida, como el semen se acu mula proveniente de los cuatro cuartos de 1 hombre y lucha por encontrar su camino hacia la vesicula. Espero que salga algo her- moso y verdadero, pero esto ya lo sé (y se puede aplicar la misma analogia al coito), [...) 84 Me parece que los diferentes organismos deben tener sus maneras diferentes de sim- bolizar con sonidos y gestos la alegria de la recreacién: la reproducci6n. Y, si esto es asi, los hombres también deben tener su manera propia: algunos rien, algunos construyen, al- gunos destruyen, y otros creativamente se autodestruyen. No hay explicacién para esto. Mi alegria tienen dos salidas: una hermosa carga de amor hacia el cuerpo increiblemente deseado de la mujer y su ternura y, segundo (por lo general ambos), el papel y el lapiz o la pluma. Y resulta interesante pensar lo que son el papel y el lapiz y las enredadas pala- bras. No son mas que el gatillo de la alegria, el grito de la belleza, la carcajada de la brisa pura de creacién. Y, muy a menudo, las pala- bras no se equiparan con el sentimiento, excepto en intensidad. Asi, un hombre lleno de alegria desbordante puede escribir con fuerza y vehemencia acerca de una escena triste: de la muerte de la belleza o de la des- truccién de una hermosa ciudad, y sélo tiene efectividad para probar qué grande era su sentimiento, 85 Allen Ginsberg abunda asi en la idea de Stei beck: 4 [..] Fl sentimiento es como un impulso q surge del interior... exactamente como Ie lugar del fondo del estémago y asciende hacia ¢ pecho, y luego sale por la boca y los ofdos, y § transforma en canturreo o en gemido o en sus: piro. Y si lo pones en palabras observando a dedor, y viendo e intentando describir lo que t esta haciendo suspirar (y suspirar en palabras) simplemente, articulas lo que sientes [...]. [...] podria decir que (al escribir) -expli Ernesto Sdbato— sucede lo mismo que cuande uno se enamora. De pronto uno _necesit: escribir. Uno se enamora y no sabe por qué. Ese «flujo» del que hablan los eseritores pa nacer en una parte oscura e inalcanzable de noso tros, no se puede forzar o elaborar; crece sin darno cuenta mientras charlamos, mientras miramos | caminamtos, 4 86 Ast lo explica Thovtas Bernhard: [..-.] No hay que hacer nada, sdlo hace falta abrir los oidos, los ojos y andar. No se necesi- ta reflexionar. Entonces, cuando vuelvas a casa, eso estara en lo que escribas... si uno se hace independiente o es independiente. Si esta tenso y es idiota o se esfuerza por algo, nunea surgira nada. Si uno vive su vida, no tendra que hacer nada para ello, todo le ven- dra por si mismo y se reflejara en lo que haga. Kso no se aprende. Hace mucho que aprendi que yo no veo de manera directa -dice Ray Bradbury-, que el que sobre todo se «embebe» es mi incons- ciente y pasaran aiios antes de que aflore cual- quier impresién. Marcel Proust descubrié, durante la elaboracién de En busea del tiempo perdido, cudntas cosas habia acumulado su mente a lo largo de la vida ‘para cuando Hlego el momento de ponerse a escribir: Yo sentia aglomerarse en mi, capaces de ser utilizadas para esto, multitud de verdades relativas.a las pasiones, a los. caracteres, a las 87 costumbres. Su percepcién me causaba al gria, pero me parecia recordar que, mas una vez, la habia descubierto en el dolor, ot €n goces muy mediocres. Entonces surgié € mi una nueva luz, menos resplandeciente sin duda que la que me habia hecho percibir qu la obra de arte era el tinico medio de recobra el Tiempo Perdido, y comprendi que todo €sos materiales de la obra literaria eran m vida pasada; comprendf que vinieron a mi e los placeres frivolos, en la pereza, en la tern ra, en el dolor, almacenados por mi sin que adivinase su destino, ni su supervivencia, los alimentos que nutriran a la planta. Lo mis: mo que el grano podria yo morir cuando |, planta se desarrollara, y resultaba que hal vivido para ella sin saberlo, sin que me pa ciera que mi vida debia entrar nunca en co tacto con los libros que yo hubiera queri escribir y para los cuales, cuando en ot tiempo me sentaba a la mesa, no encontraby tema, De suerte que hasta aquel dia toda vida habria podido y no hubiera podido res mirse en este titulo: una vocacién. 88 No creo que nadie pueda elaborar un esti- lo de forma consciente -afirma Lawrence Durrell [...] es algo como: «:Suefia usted conscientemente?». No sabemos gran cosa acerca de estos procesos. Creo que escribir lo hace erecer a uno y uno hace crecer lo que escribe, y finalmente se obtiene una amalga- ma de todo lo que se ha robado y un nuevo tipo de personalidad que es el de uno, enton- ces uno puede pagar esa deuda con unos pocos intereses, que es la tnica cosa honora- ble que puede hacer un escritor... por lo menos un escritor que es un ladrén como yo. Para Robert Musil, |...) el pensamiento no consiste en que veamos claramente alguna cosa que se desarrollara en nosotros, sino en que un desarrollo interno acceda a esas zonas claras [...]. Ese acceso a las «zonas claras» de las que babla Musil es sin duda el instante mismo de escribir. | Para Kafka ese instante estaba leno de impoten- tia, porque silo podia Hegar a recoger una pocas fotas de agua de esa «corriente» interna: 89 escribe, pero, como para Kafka, tampoco puede ser Lo seguro es que todo cuanto he inv «controlada». por adelantado, palabra por palabra, e inclu: por casualidad, pero en palabras expresiy sobre el escritorio, al intentar dejarlo fp escrito, resulta seco, equivocado, inmé i temeroso, un obstaculo para todo, pero a todo fragmentario, a pesar de que no ha olvidado nada de la invencién debe en gran parte a que sé buenas cuando estoy lib Las dimensiones de una obra de arte rara vez son comprendidas por el autor antes de terminar de escribirla. Fs como un suefio que florece. Las ideas crecen, germinan lentamente; y miles de ilu- tninaciones se producen, dia a dia, a medida que una obra progresa. Una semilla crece en a escritura del mismo modo que lo hace en la naturaleza. La semilla de una idea se desarro- \la por obra del trabajo y del inconsciente, y por la misma lucha que se produce entre ambos. [-..] Para mi, esas iluminaciones son la gracia del trabajo. Toda mi obra se gesté de esta manera. Hay al mismo tiempo peligro y belle- ya en que un artista deba depender de tales iluminaciones. Después de meses de confu- sidn y labor, cuando la idea por fin ha comen- yado a florecer, es una confabulacién divina. Siempre proviene del inconsciente y no puede fer controlada. que | resulta que la invencidn acude en tal can que he de renunciar a ella y que tomo a ci al azar, entresacando a pufiados de aqui corriente, de modo que en el momento d redacci6n esta adquisicién no resulta ser ni: en comparacién con la cantidad en la e vivia, incapaz de aportar dicha cantidad. ¥ consiguiente, resulta mala y obstaculizado puesto que atrae de forma initil. En palabras de Carson McCullers, el pro ( no es una corriente rdpida y fugaz, sino una plat la que crece poco a poco, germina a medida que’ 91 f'n cuanto se despierta, me sacude. No le importa nada que yo duerma. «Arriba —me lice— que voy a dictar>. ¥ no es facil seguirle. Lo que dice no estd expresado en palabras. En Opio cuento una libertad que me tomé duran- te Los hijos terribles. Halagado por el andar de mi pluma me crei con libertad de inventar yo. ‘Todo se interrumpié. Preciso fue que espera- sc el buen placer. _ Clarice Lispector marca la diferencia entre vida externa y la interna, de donde nace el mat rial para la escritura: [...] Como si yo buscara no aprovechar_ vida inmediata, pero si la mds profunda, que me da dos modos de ser: en vida, obsery mucho, soy activa en las observaciones, ten sentido del ridiculo, del buen humor, de ironia, y tomo partido. Escribiendo, teng observaciones por asi decirlo, pasivas, interiores que se escriben al mismo tie: que son sentidas, casi sin lo que se denomin proceso. [...] Jean Cocteau En cuanto surgen dificultades me retiro, ahi esta el gran secreto de la creatividad. A las ideas hay que tratarlas como a los gatos: hacer que ellas nos sigan. Si usted intenta acercarse un gato y levantarlo el animal no lo dejara. ‘Tienen que decirle: «Bueno, vete al diablo». Entonces el gato se diré: «Un momento, éste no se parece a la mayoria de los humanos». Y luego, por curiosidad, se pondra a seguirlo: «Vaya, a ti qué te pasa gno me quieres?». Pues bien, con las ideas ocurre lo mismo |...] Une dice: «Al diablo, no hace falta que me deprima. No hace falta que me preocupe. No hace falta que empuje. La ideas me segui- ¥, gcmo recoger ese material de la corriente Jean Cocteau y Ray Bradbury hablan de exe « a «las otras Virginias»: Nota: desesperacién ante lo malo que es el libro; no alcanzo a comprender como fui capaz de escribir semejantes paginas, y con 103 tanta excitacién; esto fue ayer: hoy vuelve a parecerme bueno. Escribo esta nota para advertir a otras Virginias que escriben otro libros que asi es la cosa, ahora arriba, ahoi abajo. ¥ sdlo Dios sabe la verdad. Marguerite Duras también Io refleja de e forma en su obra: Es lo desconocido de si, de su cabeza, su cuerpo. Escribir no es ni siquiera una re xién, es una especie de facultad que se poset otra persona que aparece y avanza, invisib dotada de pensamiento, de célera, y que | veces, por propio quehacer, esta en peligro d perder la vida. cuarto a la casa de la vida», tener mds posibilia l des que siendo sola uno: Cuando yo era chico tenia la esperar -contra todo lo que pudiera esperarse- de § varias personas. Ser una sola persona | 104 parecia muy poco. A medida que uno vive, se afianza el mismo maniatico, el mismo nimio personaje. Esto se comprueba en los viejos, que tienen manias a la vista. No creo que haya riesgo de perder la identidad en la obra. La obra refuerza la identidad, la refleja, se parece inevitablemente al autor, porque el ego siem- pre esta ahi. Ojalé que hubiera mas diversidad Para Ernesto Sdbato Ja literatura es también, como para Bioy, poder vivir otras vidas paralelas a las de uno mismo: [...] Si la vida es libertad dentro de una situacién, la vida de un personaje novelistico es doblemente libre, pues permite al autor vivir misteriosamente otros destinos, quiza el hecho fundamental que incita a escribir ficcio- nes. En ellas, como en los suefios, el hombre puede vivir otras vidas y realizar ansiedades infinitamente frenadas por su inconsciencia. No es raro, en tales circunstancias, que si él es tompasivo en su vida normal aparezcan en sus fieciones individuos despiadados y hasta sadi- (0s; y si es un espiritu religioso, se manifiesten 105 feroces ateos. Creo que en este fendmeno resi de el valor catartico de la novela o el teatro. q De la misma idea nacen estos pensamientos d fa escritora Carson McCullers: i [...] Me transformo en los personajes sobri los cuales escribo. Estoy tan inmersa en ello que sus motivos son los mios. Cuando escribt acerca de un ladrén me vuelvo ladrén; cua escribo sobre el capitin Penderton, me vu varén y homosexual; cuando escribo sobre ui sordomudo, ensordezeo mientras dura la hi: toria. Vargas Llosa califica esta dualidad de «pre cia extranjera>: [...] Un novelista es un hombre con w estatuto social igual a los otros hombres, qu padece las mismas miserias y que goza de k mismas alegrias que otros hombres, y a la ve hay en él como otro hombre, siempre fri siempre alerta, que acumula estas experienc friamente, las selecciona, desecha alguna 106 almacena otras en la intimidad de su concien- cia, y mas tarde se sirve de ellas, las devuelve al mundo en forma de ficciones. [...] Si la vocacién del novelista llega a ser una necesidad tan imprescindible, una necesidad de caracter vital, entonces se diria que ese rebelde es también un esclavo, que ese hombre que se halla en desacuerdo, en pugna con la realidad, esta frente a su propia insatisfaccion, es decir, frente a su propia vocacién, en situacién de servidumbre, de esclavitud. Es como si esa vocacién nacida de una manera un tanto leve, y que luego se fue acrecentando, inoculara en él una presencia extranjera que lo fuera inva- diendo, colonizando, tiranizando. 107 Capitulo 7 cuando no se la Rama, y no estd cuando se la nece- site, Algunos escritores ni siquiera la han visto, y casi todos, en general, coinciden en que a esos felices momentos de iluminacin solo se llega a través del trabajo duro y cotidiano: La inspiracion ‘Todas las visitaciones que tuve en lav ty Hegaron, se sentaron y no dijeron n di CLarIce LisPE No me siento a esperar la iluminacién, -confiesa Toni Morrison— ni requiero de ningu- na claridad mental particular para escribir, pero con mi cuarto libro a cuestas ya puedo darme cuenta de cuando una idea es verdade- ra, y puedo reconocer la justa medida de su manifestacién. A la musa se ia solia representar, en los li del Romanticismo, como a una diosa ligeri ropa que llega en la noche portando un candil iluminar al poeta. La inspiracién es como el um cornio de Jos escritores, algunos dicen haberla tr tado y otros no la conocen de nada. Pero la ins ction, la musa, el arrebato, el quid divinum, es el mundo desde que el hombre existe. Antes ten mas que ver con los dioses, abora, alejados con estamos de brumas misticas, de nuevo cartesia la musa duerme mas cerca de los libros de sicolog que de los altares divinos. En cualquier caso, la inspiracion parece momento excepcional en el que se abren las puer de nuestra percepcién, un instante de lucidex g rioso, un estado particular de la mente que no alcanza por voluntad propia. Dura poco, vi Para Torrente Bailester la musa no es, desde luego, esa antigua diosa vestida con velos, su expli- cacién es bastante mds prosaica: [...] no creo que haya un angel que venga a sembrarle a uno una idea, ni ninguna musa que le cante a uno al oido. Es més bien un problema sicolégico que est4 poco estudiado, pero que me interesa bastante. Hay un esti- mulo interno o externo que de pronto pone n juego todo un sistema de imagenes. Estas 108 109 imagenes estan dentro del creador organiza: das, y el estimulo las despierta. Esto pued suceder de dos maneras: a menor escala, suce de cuando surge un detalle de algo que se est escribiendo y que ya estd consolidado en ur conjunto significative. A mayor escala pued tratarse de una visién global del conjunto: de pronto uno puede ver una obra completa y k que le falta son los detalles. Siempre es wi estimulo externo o interno, absolutaments imprevisible, el que pone en juego los sist mas de imagenes y éste estimulo es lo que Casi a la misma conclusién Hega Ray Brac bury: Lo que para los demds es el inco para el escritor se convierte en La Musa. & dos nombres de lo mismo. Pero independie temente de cémo lo Ilamemos, alli esta el @ tro del individuo que fingimos encomiai que alzamos altares y de boca para afuer sonjeamos en nuestra sociedad demo Porque sélo en la totalidad de su propia exy riencia, que archiva y olvida, es cada hi 110 realmente distinto de todos los demas. Pues nadie asiste en su vida a los mismos aconteci- mientos en el mismo orden. Uno ve la muerte antes que otro, o conoce el amor mas tempra- no. Cuando dos hombres ven el mismo acci- dente, cada uno archiva diferentes referen- cias, en otro lugar de su alfabeto tnico. En el mundo no hay cien elementos, hay dos billo- nes. Cada uno dejara una marca diferente en espectroscopios y balanzas. Para Garcia Marquez, la inspiracion Hega después de una dura batalla: [La inspiracién] Es una palabra despresti- giada por los romanticos. Yo no la concibo divino, sino como una reconciliacién con el tema a fuerza de tenacidad y dominio. Cuan- do se quiere escribir algo, se establece una especie de tensién reciproca entre uno y el tema, de modo que uno atiza al tema y el tema lo atiza a uno. Hay un momento en que todos los obsticulos se derrumban, todos los con- flictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas {jue no habia sonado, y, entonces, no hay en la lil vida nada mejor que escribir. Esto es lo que yo llamaria inspiracién. No debe hablarse de inspiracién, sino de espiracién —explica Jean Cocteau-, Porque ese 4 hélito viene de una zona del hombre a la que William Faulkner es mucho meds tajante a I el hombre no puede descender. hora de enfrentarse con la inspiracién: Yo no sé nada sobre la inspiracién, porqu no sé lo que es eso. La he oido mencionar pero nunca la he visto. Que la musa te pille trabajando, parece ser el mensaje de Forge Luis Borges: [...] uno tiene que ejercer el habito de escri- bir para ser digno de esa visita ocasional o eventual de la musa, porque si una persona no escribe nunca, y se siente inspirada, puede ser indigna de su inspiracién o puede no saber ¢Como no creer en la inspiracién? —ve pi gunta Bioy Casares— Si pensamos en nuest libros descubriremos inmediatamente qu unos son frutos de la inspiracién y otros de habito, Lo que digo de los libros puede ap! carse también a la vida. el habito de versificar, y puede versificar lo que no sélo es versificacién, sino poesia genuina. Pero, de dinde procede la inspiracién? Quizds por su dedicacién a la poesia Robert Graves y WH. Auden parecen conocerla mds de oerca: La inspiracién proviene de la tierra y tierra tiene un pasado, una historia, asi ca un futuro; la inspiracién no proviene del cit frio e inmutable —concluye Joseph Conrad-. |...] La Musa es una nifia de altos espiritus q la que no agrada ser seducida de forma bru- 112 113 cumplir con ella. Pero si todos los dias escribe, _ \ si esté continuamente versificando, eso yale da — tal ni toscamente. Y tampoco le gustan devociones esclavizadas; entonces miente, WH. Ande Por lo general, la Musa es una person: cuyo padre abandoné a su madre cuando ell; era joven y para la cual, por lo tanto, el encan- to patriarcal ha sido roto, es una persona que odia el patriarcado. Puede llegar a ser muy inteligente, pero emocionalmente su evolu- ci6n se detiene a la edad de catorce o qui afios. [...] En cierta manera resulta embara so para un poeta famoso escribir poem una nifia. Robert Kafka para aliviarle del insomnio en las noche invernales de Praga: Me gustaria poder explicar esa sensaciér de felicidad que me invade de tiempo en tiem: Po, como ocurre en estos momentos. Se trati 114 de algo efervescente que me lena por entero con un suave y agradable cosquilleo, y que me persuade de que tengo capacidades, de cuya inexistencia puedo convencerme en cualquier instante y con toda seguridad, incluso ahora. Hemingway es el tinico que parece saber cémo Hamarla; sélo bay que dejar el anzuelo preparado. [...] si uno se detuvo cuando sabia lo que iba a suceder a continuaci6n es posible seguir adelante. Mientras se pueda empezar, no hay problema, El jugo vendra. Ernest Hemingway 115 Capitulo 8 Mi interés en la forma podria ser... un indi- cio de segunda categoria. Asi que hay que en- frentarse a estas cosas. En realidad no importa que uno sea de primera, de segunda o de terce- ra categoria, pero si es de vital importancia que las aguas encuentren su propio nivel y que uno haga lo que pueda con las facultades que le han sido dadas. Es ocioso empefiarse en lograr cosas que estan mis all4 de nuestro al- cance, del mismo modo que es completamen- te inmoral ser negligente con las cualidades que uno posee. Yo no estoy interesado funda- mentalmente en el artista. Lo uso para tratar de ser un hombre feliz, lo cual es mucho més dificil para mi. El arte me resulta facil. La vida es lo que resulta mas dificil. El don Desearia con todo mi corazén que el 7 Se dice del don, del talento, de ieee ay los dioses o de ee of 2a. Muchos escritores —com E iin tanzpoco lo han visto, Unos, pale ae Casares, cuentan que fueron un absolute desa como escritores en sus inicios, y gue, con el ti aprendieron el oficio a fuerza de boras de carpi ria, Orres, sin embargo, parecen haber nacido esa capacidad, como se nace com los ojos marrones verdes; es ef caso de Lawrence Durrell, que cuent cimeo la composicion de sus libros brota de é tdneamente (aungue Durrell considera el an don de ssegunda categoria»), En coslgwicr pocos escritores confiesan poseerlo, al contrario, Id morris lo anabiciona: el autor de El cuarteto d ejandria no se siente, desde luego, tocado por las «dioses»: Lawrence Durrell Lo mismo opina de sf misma Simone de Beau- voir: Sin embargo, no me consideraba una fil6- sofa; sabia muy bien que mi desenvoltura para entrar en un texto procedia precisamente de 116 M7 mi falta de inventiva. En ese terreno los espl ritus verdaderamente creadores son tan pood que €s ocioso preguntarme por qué no traté ¢ ser uno de ellos: mas bien habria que explica cémo ciertos individuos son capaces de lle cabo ese delirio concertado que es un sistem yde dénde les viene la terquedad que da a sus premisas el valor de claves universales [...]. Para Faulkner las carencias pueden suplirse unas a otras: Un escritor necesita tres cosas: experien- cia, observacion € imaginaci6n. Dos cuales- - quiera de ellas, y a veces una, puede suplir la falta de las otras [...].- Estar dotado es perderse —dice Jean Cocteau si no se ve claro a tiempo para rectificar las pendientes y no descenderlas todas. Vencer un don seré el estudio que ha de hacer todo el que jo compruebe en su persona. Y el estudio es delicado, si por malaventura, se advierte un poco tarde. Me he pasado la vida, y sigo pasin- domela, contrarrestando una suerte desgracia- da. ;Qué malas partidas me ha jugado! Y qué complicado es ver claro, porque los dones se casan con la primera forma con que tropiezan y que corra el riesgo de ser la buena. La mia era la mala. Mi salvacion fue extraviarme tan decididamente que no me podia caber la menor duda. Pero formarse no es cémodo; reformarse, menos todavia. Augusto Monterroso tampoco \ parece 7 dichosa con el don que le ban concedido los dioses;, tronia y la economia verbal: q Lo cierto es que el escritor de brevedade: nada anhela mds en el mundo que escri interminablemente largos textos, largos tes tos en que la imaginaci6n no tenga que traba: jar, en que hechos, cosas, animales y hombres se crucen, se busquen o se huyan, vivan. ’ vivan, se amen o derramen libremente

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