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ESTO NO ES UN MITO

por Alejandro Ojeda Abi-Saab


agalma@adinet.com.uy

Apuntes, anotaciones y recortes textuales para un trabajo por-venir:

Hacia 1964 Claude Levi-Strauss publica su primer tomo de una serie de cuatro, bajo el
título de Mitológicas. En el capítulo primero -“Obertura I y II”1 - encontraremos una definición
sobre el mito y un desarrollo de lo que ya desde la década del 50 se viene procesando, con
Claude a la cabeza: una nueva noción de mito, al aplicar sobre los mismos un análisis
estructural. Dicho análisis implica encontrar -no sólo en el mito que se estudie- la existencia
de una lógica de las cualidades sensibles, dotada de leyes, así como también la confrontación
con otros mitos, de la misma tribu y de pueblos vecinos tanto de regiones distantes como
diversas, -“asociaciones, oposiciones, encadenamientos.”-. Comprobándose a partir de ello
que hay un orden que los liga.

En confrontación con otros antropólogos, Levi-Strauss, proclama y demarca:


“Tampoco habrá que sorprenderse si este libro, que reconocemos consagrado a la mitología,
no se priva de tirar de cuentos, leyendas, tradiciones seudo históricas, ni de recurrir mucho a
las ceremonias y ritos. En efecto, rechazamos las opiniones demasiado apresuradas acerca de
lo que es mítico y lo que no lo es, y reivindicamos para nuestro uso toda manifestación de la
actividad mental o social de las poblaciones estudiadas, que permitirá (...) completar el mito
o alumbrarlo, pese a que no constituye, en el sentido que los músicos dan a esta expresión,
un acompañamiento “obligado” de él.”2

Los mitos pertenecen al orden del discurso, en eso interrogan y cuestionan a cómo
pensamos la historia. El análisis estructural “(...) se niega a dejarse encerrar dentro de los
perímetros ya circunscritos por la investigación histórica. Al contrario, demostrando que
mitos de muy diversos orígenes forman objetivamente un grupo, plantea un problema a la
historia y la invita a ponerse a buscar una solución.”

Los criterios de validez -nos dirá- no se ligan a los elementos de la historia, pues los
hechos pueden ser interpretados por distintos autores desde diferentes luces, o tomando unos
y otros no, o haciendo diferentes conexiones que no dejan de ser arbitrarias, siendo la
realidad mucho más compleja. Nos dará una pista de cómo establecer esos criterios de
validez, abordándola desde diferentes lenguajes, es ahí que conecta dos expresiones
diferentes: la música y el mito: “Ya se ve cómo la música se parece al mito, que también
supera la antinomia de un tiempo histórico y consumado y de una estructura permanente.”
Esto permite romper -en cierto plano- con la noción de temporalidad en tanto ésta implica
una idea de sucesión. Rompe con la linealidad causa efecto y con un antes que determina el
después. Desde la termodinámica surgirá -en estas épocas, con Prigogine- el concepto de
irreversibilidad del tiempo3, tomado desde diferentes tiendas para dar cuenta de una no
regresión en el tiempo, definiéndose la dirección del tiempo como una entropía creciente, es
la base del tiempo perdido. Ahora bien, lo cambiante se sostiene de un edificio in cambiado,
por lo tanto el tiempo se enmarca dentro de la relatividad y aquello que le trasciende.

“El análisis mítico no tiene ni puede tener por objeto mostrar cómo piensan tales o
cuales hombres. (...) Así que no pretendemos mostrar cómo piensan los hombres en los mitos,
sino cómo los mitos se piensan en los hombres, sin que ellos lo noten.
Y acaso, como lo hemos sugerido, convenga llegar aún más lejos, prescindiendo de
todo sujeto para considerar que, de cierta manera, los mitos se piensan entre ellos.”

Ahora bien, ¿hacia dónde se dirige Claude con estos planteos? ¿cuál es su objetivo?:
“se trata de separar no tanto lo que hay en los mitos (sin estar asimismo en la conciencia de

1
los hombres) como el sistema de los axiomas y postulados que definen el mejor código
posible, capaz de dar una significación común a elaboraciones inconscientes debidas a
mentalidades, sociedades y culturas elegidas entre las separadas por distancias mayores.”

Evidentemente Claude cuando habla de un código, de sintaxis, está introduciendo en


el terreno de la etnografía un postulado que extrae de otros campos. Aquí los discursos se
cruzan, no sólo el de la lingüística4, pues no porque sí utiliza el término inconsciente, en el
cual se conjugan una temporalidad con una atemporalidad, que no es lo mismo que
eternidad.

También hacia 1964 -las fechas no son meras coincidencias- nos encontramos con un
Lacan que en su lección inaugural del seminario 11 sobre los Fundamentos del Psicoanálisis y
en su agradecimiento a Lévi-Strauss -presente en la misma- dirá: “él, que sabe cuánto estimo
esa prueba de la atención que concede a un trabajo, al mío a lo que en él se elabora en
correspondencia con el suyo.”5 También podemos afirmar lo mismo pero a la inversa, porque
también Lacan le concede atención al trabajo de Lévi-Strauss.

Ese mismo día, Lacan, ante una pregunta y cuestionamiento de Tort sobre el deseo y
el vínculo que él hace del psicoanálisis, entre el deseo de Freud y el deseo de la histérica,
entre otras cosas desliza algo enigmático: “He planteado la siguiente cuestión: el
funcionamiento del Pensamiento salvaje, situado por Lévi-Strauss en la base de la sociedad,
es un inconsciente, pero ¿basta éste para hospedar al inconsciente como tal? Y si es así, ¿aloja
al inconsciente freudiano?” ¿A qué se debe que introduzca dicha cuestión cuando está
argumentando que su planteo del deseo no es un psicologismo? En la clase siguiente
comenzará a desplegar su respuesta:

“el inconsciente está estructurado como un lenguaje, (...) Lo ilustraré con algo que
está materializado en un plano con seguridad científica, con ese campo que explora,
estructura, elabora, Claude Lévi-Strauss”. Es de esto que el habla cuando se refiere a los
mitos.

“Antes de toda experiencia, antes de toda deducción individual, incluso antes que se
inscriban en él las experiencias colectivas que sólo pueden referirse a las necesidades
sociales, algo organiza ese campo, inscribe en él las líneas de fuerza iniciales. Esa es la
función que Claude Lévi-Strauss nos muestra como la verdad de la función totémica, (...).

Desde antes que se establezcan relaciones propiamente humanas, ya están


determinadas ciertas relaciones. Estas están presas en todo lo que la naturaleza puede
ofrecer como soportes, soportes que se disponen en temas de oposición. La naturaleza
proporciona, por decirlo con su palabra -la de Claude- significantes, y estos significantes
organizan de un modo inaugural las relaciones humanas, proporcionan sus estructuras, y las
modelan.

Lo importante, para nosotros, consiste en que vemos aquí el nivel donde -antes de
toda formación del sujeto, de un sujeto que piensa, que se sitúa- eso cuenta, es contado, y
en esa cuenta, el que cuenta ya está en ella. Sólo después el sujeto tiene que reconocerse
allí, reconocerse como contante.” Por ello Claude dirá que los mitos reposan a su vez en
códigos de segundo orden, digamos que son aquellos que nos posibilitarán contarnos en la
serie en un segundo momento y a su vez generar un código de tercer grado. Todo esto está en
la base de lo que Lacan en su nomenclatura escribió con una A mayúscula (Autre en francés)
ese gran Otro que nos antecede y trasciende con su código, con su tesoro y batería de
significantes.

Una pregunta recurrente es qué ha pasado con los mitos. Algunos dirán que ya no
existen -argumentando diferentes razones para ello, entre ellas la ciencia positiva-. A partir
de allí deducen que gran parte de nuestras crisis sociales y culturales se debe a ello, a su
falta. Pero, ¿es pensable la sociedad, la cultura y el hombre mismo sin mitos? ¿Podrían existir?
¿No es algo intrínseco a la condición humana misma? No está en la mano del hombre no
generarlos o acallarlos o desmitificarlos, por ser sujetos del lenguaje.

2
Entre 1961 y comienzos de 1962 se celebra un simposio, en Roma, sobre
desmitificación de la imagen, donde el tema sobre el mito estará sobre el tapete. Umberto
Eco -quien ha sido invitado- se siente preocupado, porque en él participarán eruditos en el
tema, provenientes de distintas disciplinas, e ilustres mitólogos. Su temor se debe a lo que él
llama como su “revelación”. Tal es su angustia que se pregunta: “¿Qué les digo? (...) ¿Qué
harán?, ¿van a expulsarme?”

Su revelación está asociada a ésta afirmación: “Pienso que el problema del mito y de
la imagen no es algo solamente propio de las épocas primitivas y clásicas”.

Pero su revelación le ha sido dada cuando se encuentra ante uno de sus armarios
donde atesora entre doscientos o trescientos ejemplares de los tebeos originales con las
historias en colores de Superman y piensa que: “en el fondo, es un mito de nuestro tiempo,
no expresa una religión, sino una ideología...”. Yo agregaría que no sólo una ideología. El
hecho es que da comienzo a su comunicación poniendo el montón de tebeos sobre la mesa,
generando una rica discusión. Pero un dato no menor de la anécdota -la cual a Eco le da
gracia y es otra revelación- es que en seguida de terminada la misma se acercan a la mesa y
con el pretexto de examinar los comics, se los escamotean. Nadie escapa a los goces de sus
fantasmas.

A partir de aquí se da cuenta que el tema da para mucho más y también en 1964
publicará “Apocalípticos e Integrados”; abocándose allí a delinear la estructura del mito
contemporáneo que tiene sus variantes con respecto al de las épocas primitivas y clásicas.
Aunque igualmente me atrevo a decir que el primero contiene a estos últimos. Hay
evidentemente una estructura narrativa diferente: “El personaje de los comics (...): debe ser
un arquetipo, la suma y compendio de determinadas aspiraciones colectivas, y por tanto debe
inmovilizarse en una fijeza emblemática que lo haga fácilmente reconocible; pero (...), debe
estar sometido a un desarrollo que es característico, como hemos indicado, del personaje de
novela.” En el mito antiguo se narraba lo que ya había sucedido, “El público no pretendía que
se le contara nada nuevo” el desarrollo ya era conocido. En el comic la aventura siempre es
actual, se desarrolla en el momento y está por suceder, aunque el lector sepa que Superman
nunca muere, o que siempre salga vencedor..., en este punto hay una repetición. Igualmente
siempre en la repetición está lo nuevo. Es “El placer de la no-historia”, es el goce del
instante. Si bien la historieta tiene un principio y un fin, no hace historia, no se proyecta.
Superman y los personajes centrales no envejecen, aunque por momentos se pueda jugar con
ello, igualmente se puede revertir con artilugios. Es siempre presente y hay un cambio
incambiado, es una estructura circular, estática.

Los comics son esos mitos contemporáneos, trasladados a la pantalla grande una y
otra vez, donde los prototipos de ciertos superhéroes -que comparten entre sí ciertas
características- insisten, no cesando de no inscribirse. La imagen juega un papel muy
importante, -aunque ya no se trate de un repertorio simbólico institucionalizado, como el de
la iconografía cristiana- pues estas nuevas imágenes también tienen estatuto de mitificación.

“El problema -dirá Eco- que vamos a afrontar requiere una definición preliminar de la
‘mitificación’ como simbolización inconsciente, como identificación del objeto con una
suma de finalidades no siempre racionalizables, como proyección en la imagen de tendencias,
aspiraciones y temores, emergidos particularmente en un individuo, en una comunidad, en
todo un período histórico.”6

Eco también se hace eco del inconsciente plasmado en los mitos de una civilización
pero a su vez del “mito individual del neurótico” lacaniano, al tomar otro comic que lo
representa, el de Charlie Brown. Pero esto quedará para un futuro.

Sólo apuntaré: casi cuarenta años después, en su última novela con el título de un
comic de su infancia -“Novela ilustrada – La misteriosa llama de la reina Loana”-, Eco hace
encontrar a su personaje -quien ha perdido la memoria y va, en busca de recuperarla, a la
casa de su infancia- con un armario repleto de comics diversos; estos nuevamente funcionan
como una revelación.

3
“Lees de pequeño una historia cualquiera, luego haces que crezca en la memoria, la
transformas, la sublimas, y puedes elevar a mito una historia que carece de todo aliciente. En
efecto, lo que había fecundado mi memoria adormecida, evidentemente, no había sido la
historia en sí, sino el título. Una expresión como la misteriosa llama me había hechizado, por
no hablar del nombre dulcísimo de Loana, (...). Había vivido todos lo años de mi infancia -y
quizás también después- cultivando no una imagen sino un sonido. Cuando me olvidé de Loana
‘histórica’, seguí persiguiendo el aura oral de otras llamas misteriosas. ... había reactivado el
nombre de una llama para definir la reverberación de delicias olvidadas.”7

Un gran Eco en la tapa de su novela entrama el encuentro de Claude con Jacques.

Continuará...

1
Todos los capítulos llevan nombres relacionados con la música, pues el autor asocia y hace
analogía entre la estructura del mito y la música
2
Lévi-Strauss, C. Mitológicas : Lo crudo y lo cocido I. Ed. Fondo de Cultura Económica ; 1986
3
Concepto trabajado por Lacan en los Escritos 1 -sobre La carta robada– 1956. ¡Los Escritos
también comienzan con una Obertura!
4
Tomando planteos de su amigo Benveniste, quienes desde el 51 empezaron a reunirse
conjuntamente con Guilbaud –matemático católico- y Lacan para trabajar colectivamente
sobre las estructuras humanas y establecer lazos con la matemática (aplicando figuras
topológicas).
5
Lacan, Jacques. Los Cuatros Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Ed. Seix Barral ;
1977.
6
Eco, Umberto. Apocalípticos e Integrados. Ed. Lumen ; 1968
7
Eco, Umberto. La misteriosa llama de la reina Loana. Ed. Lumen ; 2005

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