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BOCIOLOGIS Jean Baudrillard 40- Busts D-FOO - C. d.sxissy, Cultura y Simulacro La precesién de los simulacros El efecto Beaubourg = A la sombra de las mayorias silenciosas El fin de lo social ninalf ros = Numancia, 117-121 Barcelona BIBLIOTECA SAN JOAQUIN |. LA PRECESION DE LOS SIMULACROS | “Ttalocrginl: LA PRECESSION DES SIMULACRES L’ EFFET BEAUBOURG A LOMBRE DES MAJORITES SILENCIEUSES, ‘Traduecién: Antoni Vices y Pedro Rovira © 1978 by Jean Bauder © 1978 by Editions Galize © 1978 by Eaitions Uopie © de a version calls 1978 by Editorial Kaitos, S.A. Primera edn septiembre 1978 (Quins edi: octsbre 1998 ISBN: 84-7245.298.0 Dep. Legal: B42. 808/1998 Impresign y encuademaci: Entice, Case, 118-120, 08013 Bareslona Tk dren a No pei po pai ‘mia stein pv prs lio ropa pe Si ha padido parecernos la més bella alego- ia do In Girlacion oquela abula de Borges on ‘ue los cartégratos del Imperio trazan un mapa tan detallado que llega a recubrie con toda exac. titud el terrtorio (eunque el ocaso del Impero contempla el paulatino desgarro de este, mepe ‘qe acaba convertido en una ruina despedazada uyos glrones se esparcen. por los. desiertos “hetless metafisica la de esta abstraccion err. nade, donde fe del orgullo caracteristlco, del Imperio y @ la vez pudriéndose como una carrofia, rogresando al polvo de la tierra, pues no os Faro que las Imitaclones lleguen con el tiempo 2 confundirse con el original) pero ésta es una fabuta caduce para nosotros y no guarda més que 1 encanto discreto de los slmulaeros de segun. do onion. Hoy en dia, la abstraccion ya no es la del mapa, Ta: do doble, la del espelo o la del con- epee. La simulacion no eorresponde a un ter torte, @ una referencia, @ una sustancia, sino gue es la generacion por los modelos de sige feal sin-origen ni realldad> To hiparreal- EP Tar torio ye-no precede al mapa le sabrevive, En adolonte soré el mapa el que. preceda al tr 9 La precesién de los simulacros torio —PRECESION DE LOS SIMULACROS— y cl que lo engendre, y si fuera preciso retomar la fébula, hoy serian los girones del territorio Joe que se pudririan lentamente sobre la super- fioie del mapa. Son los vestigios de lo res los del mapa, los que todavia subsisten e cidos por nce desiertos que ya no son los del Imperio, sino nuestro desierto, El propio desier- to de lo real. De hecho, incluso invertida, la metéfora es inutilizable. Lo tnico que quiz subsiste es el ‘concepte de Imperio, pues los actuales simul ros, con el mismo Imperialismo de aquellos ca ‘tégrafos, intentan hacer coincidir lo real, todo lo real, con sus modelos de simulactén. Pero no se trata ya ni de mapa ni de territorio. Ha cam biado algo més: se esfumé Ia diferencia sobera- nna entre uno y otro que producia el encanto de la abstraccién, Es la diferencia la que produce simulténeamente la poesfa del mapa y el em- brujo del territorio, Ia magia del concepto y el hechizo de lo real. El aspecto imaginarlo de le representacién —que culmina y a la vez se hun- de en el proyecto descabellado de los cartégra- fos— de un mapa y un territorio idealmente su- perpuestas, es barrido por la simulacién —cuya foperacién es nuclear y genética, en modo algu- no especular y discursiva. La metafisica entera desaparece. No més espejo del ser y de las apa- riencias, de lo real y de su concepto. No més coineidencia imaginarla: la verdadera dimension 10 La precesién de los simutacros do Ia simulacién es la minlaturizacién_ genética Lo real 8 producldo a partir de oélulas_mi turizadas, do matrices y de mamorias, de mode- ga-de encargo—y 6 partir de ahi puede ser re- producido un nimero indefinido de veces. Nlo-n0 ee entidad racional_al no_ponerse a prucba.en ‘r6ee50 alguno, ideal o negativo. Ya n ‘que algo operative que ni siquiera es real puesto usifiada imaginarlo fo envueive, Es un hiperreal, el producto de una sintesis irradiante de mode combinatorios en un hipsrespacio sin akiids- En este paso a un espacio cuya curvatura ya no es la de lo real. ni la de la verdad, la era de la simulacién se abre, pues, con la liquidacién de todos los referentes —peor an: con su re- surreceién artificial en los sistemas de signos, ‘material més dictil que el sentido, en tanto que se ofrece a todos los sistemas de equivalencies, a todas las oposiciones binarias, a toda el alge or_su doble operatives ms wdole reproductiva, programétice, im pecable, que ofrece todos los signos de lo resl y, fen cortocircuito, todas sus peripecias. Lo real ‘no tendré nunca més ocasién de producirse —tal 8 la funcin vital del modelo en un sistema de muerte, 0, mejor, de resurreccién anticipada que " La precesién de Ios simulacros no concede posiiided alguna ni al fensmeno tmatne dele enor, Hipereal en adelante, al tbrige da To imaginara, y do toda dltinlén en- tra b real'y fo imaginarlo, no dando lugar mis tue a la rocurencia orbital de modelos ¥ a la enevacion simulada de diferencia //-. isimular_25-finglc-no tener lo que. se tiene. si i tonor To aus. no a0 tone Fomite a una presencia, To‘o6-&ina ausencia Baran Suowtenres"mde-complcada, puesto que Simul nee fing: quel que fnge una ener. tnodad puede eereliamente terse en cama y Racer cfeor que est enferm, Aquol que simula Une enfermedad. eparenta tener algunos aino- tas do ella (utr). As, puos, fing dts. [ar dojnIntato el principlo de realidad: hay tna dlferenca clara, elo que enmascarads, Por Su" parte Ta simulacion welve a cvestonar Ia Stforonea de lo svordaderos y do 10 sfalaos, de iovaraals y de lavatmaginslor. cl que studs zeett'o bo cetd enforme, cantando con que 08. {emia svordaderoessintomas? Objetivamente, nose le puede tear l como enformo nl como to-sfara! Ll palolodlacysle wotlcioa(o da: tionon ab frente a una verdad de ta onfermedad ineneontrablo en lo sucesivo. 12 La precesién de los simulacros Pues si cualquier sintoma puede ser «produ- cido y no se recibe ya como un hecho natural, toda enfermedad puede considerarse simulable y simulada y la medicina pierde entonces su s tido al no saber tratar mas que las enfermedades segdn sus causas objetivas. La psicosomitica evoluciona de manera turbia en Jos confines del principio de enfermedad. En ‘cuanto al psicoandlisis, remite el sintoma desde el orden orgénico al orden inconsclente: una vez més éste es considerado més «verdadero» que el otro, Pero, zpor qué habria de detenerse el imulacro en las puertas del Inconsciente? {Por U6 el «trabajo» del Inconeciente no podria ser ‘sproducido» de la misma manera que no impor- ta qué sintoma de la medicina eldsica? Asi lo son ya los suefios. Claro esta, el médico alienista pretende que sexiste para cada forma de alienacién mental un ‘orden particular en Ia sucesién de sintomas que el simulador ignora y cuya ausencla no puede engatiar al médico lienistas, Lo anterior (que data de 1865), para salvar a toda costa un prin- ciplo de verdad, y escapar asi a la problemética que la simulacién plantea —a saber: qu La precesién de los simulecros dad, la referencia, ja causa objetiva, han dejado 4e-existir_definitivamente. Z0Ue-puede hacer la modicina con lo que fluctia en los limites de la enfermedad 0 de Ia selud, con la reproduccton de la enfermedad en el seno de un discurso que ya no es verdadero ni falso? Zué puede hacer £1 psicoandlisis con la repeticin del discurso de! inconsciente dentro de un discurso de. simula- tién que jamés podré ser desenmascarado al ha- ber delado de ser falso? {Qué puede hacer el elército con los simula- dores? Tradicionalmente, los desenmascara los castiga en base a patrones fijos, y preclaros, de deteccién, Hoy por hoy, puede reformar al mejor de los simuladores como si de un homo- Sexual, un cardiaco 0 un loco averdaderos» se tratare. Incluso la psicologia militar retroce ante las claridades cartesianas y se resiste alle~ Yar a cabo la distinci6n entre lo verdadero y 10 also, entre el sintoma «producidos y ol sintoma autentico: «Si interpreta tan bien el papel de loco es que lo esté.» ¥ no ¢ equlvoca: an este sentido, todos os locos simulan, y esta indistin- cidn constituye la peor de las subversiones. Pre- Cisamente contra ella se ha armado la razén cldsica con todas sus categorias, pero las ha d bordado y el principio de verdad he quedado de nuevo cubierto por las aguas. Mas allé-de la medicina y del ojército, cam 0s predilectos de la simulactén, el asunto remi fe a la religién y al simulacro de la divinidad: 14 La precesién de los simulacros =Prohibi que hubiera imégenes en los templos porque la divinidad que anima la naturaleza no puede ser representada.» Precisamente ai puede serlo, pero, zqué va a ser do ella si so la divul- ‘ga en Ioonds, si se la disgrega en simulacros? {“Continuard siendo la instancia suprema que ‘3610 se encarna en las Imégenes como represen- tacién de una teologfa visible? ,O se volatilizard quiz4 en los simulacros, los cuales, por su cuen- ta, despliegan su fasto y su poder de fascina- ‘én, sustituyendo el aparato visible de los ico- ‘908 a la Idea pura e intoligible de Dios? Justa- mente es esto lo que atemorizaba a los icono- clastas, cuya querella milenaria es todavia la nuestra de hoy.’ Debido en gran parte a que pro- ‘sontian Ia todopoderosidad de los simulacros, la facultad que poseen de borrar a Dios de la con- clencia de los hombres; la verdad que permiten centrever, destructora y anonadante, de que en el fondo Dios no ha sido nunca, que slo ha existi- do su simulacro, en definitiva, que el mismo Dios nunca ha sido otra cosa que su propio simul cro, ahf estaba el gérmen de su furla destruc- tora de imagenes. Si hubleran podide creer que 6stas no hacfan otra cosa que ocultar o enmas- carar la Idea platénica de Dios, no hubiera exis- tido motivo para destruirlas, pues se puede vi- vir de la idea de una verdad modificada, pero su dosesporacién metafisica nacia de la sospecha de que las imagenes no oculteban absolutamente 15 La precesian de los simulacros nada, en suma, que no eran en modo alguno imé- genes, sino simulacros perfectos, de una fasci- acién intrinseca eternamente deslumbradore. Por eso era necesarlo a toda costa exorcisar la muerte del referente divino. Esté claro, pues, que los inconoclastas, a los que se ha acusado de despreciar y de negar las imagenes, eran quienes les atribuien su valor exacto, al contrario de los Iconélatras que, no percibiendo més que sus reflejos, se contenta- ban con venerar un Dios esculpido. Inversamen- te, también puede decirse que los icondlatras fueron los espiritus més modernos, los més aven- tureros, ya que tras la fe en un Dios posado en el espejo de las imagenes, estaban representan- do la muerte de este Dios y su desaparicién en Ja poifania de sus representaciones (no ignora- ban quizé quo éstas ya no representaban nada, ‘que eran puro juego, aunque juego peligroso, pues es muy arriesgado desenmascarar unas imagenes que disimulan el vacio que hay tras al fundar eu po: litica sobre la desaparicién virtual de Dios y la manipulacién mundana y espectacular de las conciencias —dessparicién de Dios en la opifa. ria del poder—, fin de la trascendencia sirvien- do ya sélo como coartada para una estrategla liberada de signos y de influencias. Tras el ba- rroco de las Imagenes se oculta la eminencia aris de la politica 16 La precesién de los simutacros Asi pues, Io que ha estado en juego desde jampre ha sido el poder mortifero de las imé- genes, de lo real, asesinas de su pro- plo modelo, del mismo modo que los iconos de Bizancio podian serlo de la identidad divina, ‘A este poder exterminador se opone el de las representaciones como poder dialéctice, media- clon visible e Inteligible de lo Real. Toda la fe y la buena fe occidentales se han comprometido fen esta apuesta de la representacién: que un signo pueda remitir a la profundided del sentido, {que un signo pueda cambiarse por sentido y que cualquier cosa sirva como garantia de este cam- bio —Dios, claro esté. Pero iy si Dios mismo puede ser simulado, es decir reducdo a los sig- ‘nos que dan fe de éI? Entonces, todo el sistema queda flotando convertido en un gigantesco si- mulacro —no en algo irreal, sino en simulacro, 3 decir, no pudiendo trocarse por lo real pero déndose a cambio de sf mismo dentro de un clr cuito ininterrumpide donde la referencia no exi te. Al contrario que la utopia, a simulacion par- te dol principio de equivalencia. de la noaaelon radical del sigho como valor, parte del signo como reversion y 16n de toda réferen- cla, Mientras que Ta representacién intenta ab: ‘Serber la simulacién Interpreténdola como falsa representacté vel La precesién de los simutacros edificio de la. representacién toméndolo como Tas fast sucesivae de la imagen serian és- | reflejo de una realidad profunda —enmascara y desnaturaliza una realidad profunda — enmascara la ausencia de realidad pro- funda — no tiene nade que ver con ningtin tipo de realidad, es ya su propio y puro simula- En el primer caso, Ia imagen es una buena apariencla y la representacién pertenece al or- den del sacramento, En el segundo, es una mala apariencia y e9 del orden de lo maléfico. En el tercero, juoga a ser una spariencia y pertenece al orden del sortlegio. En el cuarto,-ya-no. co- rresponde al orden de la apariencia, sinoal de Ia-simulaoién.—, = El momento’ crucial so da en la transicién desde unos signos que disimulan algo @ unos slgnas que disimulan que no hay nada. Los p tmeros remiten a una teologia de la verdad y del Secreto (de la cual forma parte ain la Ideoloata) Los segundos inauguran la era de tos simulacros v-de la simulaciénfen Ta que ya no hay un Dios ‘Que reconozea a los suyos, ni Julclo Final que ‘spare lo falso de lo verdadero, lo real do su re- 18 La precesién de los simulacros surreccién ertificial, pues todo ha muerto y ha resultado de antemano. Cuando Io real ya no es lo que era, la nos- talgia cobra, todo su sentido. Pujanza de los mi- to9 del origen y de los signos de realidad. Pujan- za do la vordad, la objetivided y la autenticidad ‘sogundas. Escaleda de lo verdadero, de lo vivi- do, resurreccién do Io figurativo alli donde el ob- Jeto y la sustancia han desaparecido, Produecion fenloquecida de Io real y lo referenclal, paralela y superior al enloquecimiento de la produccion ‘material: asf aparece la simulacién en la fase que nos concierne —una estrategia de lo real, de neo-real y de hiperreal, doblando por doquier una estrategia do disuesién, 19

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