Está en la página 1de 11
_ LA CALLE COMO ESPACIO URBANO. TEORIA Y UTOPIA EN JACA A FINALES DEL XIX (1882) Domingo J. Bsa ConpE A lo largo del siglo X1X los te6ricos plantean el disefio de una nueva ciu- dad que asuma las necesidades que se van generando después de la Revolucién Industrial, al mismo tiempo que intentan hacer frente a los graves problemas de saturacién y de enfermedad existentes. Esta realidad genética para la cen- turia (que ya fue denunciada por Federico Engels cuando habla de que “las calles, incluso las mejores, son estrechas y tortuosas”)' provocard que se pro- duzca una politica intervencionista por parte de los poderes piblicos; sobre todo después de las graves secuelas producidas por las revoluciones burguesas 0 por epidemias como las del célera de 1830 0 1869, affo este tiltimo en el que el alcalde ejerciente de Jaca esté ocupado en lograr unas minimas condiciones higiénicas que salven a la poblacién del peligro de la epidemia®. Este nuevo modelo de ciudad, denominado por algunos autores como “ciudad posliberal”, se caracterizar4 por controlar las iniciativas privadas, por trazar el espacio de competencia piblica (redes viales e instalaciones) y por delimitar la propiedad privada inmobiliaria. Es en este momento cuando se define ese lugar de encuentro que es la fachada, sobre la cual recaen dos niveles de control: el privado en cuanto que es el cierre de ta propiedad privada y el puiblico en cuanto que con ellas deli- mitamos el espacio piblico —la calle— y construimos la imagen de la ciudad, Por ello, a lo largo del siglo van sucediéndose las medidas para lograr mejorar esa imagen de la ciudad, para lograr controlar més los mecanismos de su crea- 1. La situacién de la clase obrera en Inglaterra, Buenos Aires, 1946. 2. Bl alcalde ejerciente es Gervasio Diez y las medidas que toma, en agosto de 1869, s¢ plasman en un bando en el que, entre otras disposiciones, ordena “que se limpien las calles, patios, corrales y cuadras dos dias a la semana...”", Archivo Municipal de Jaca (AMJ), caja 371 3. Leonardo BENEVOLO, Disefio de la ciudad, El arte y la ciudad contempordnea, tomo 5, Barcelona, 1982, pp. 35 y ss. 131 LA CALLE COMO ESPACIO URBANO. TEORIA Y UTOPIA EN JACA A FINALES DEL XIX (1882) cién 0 reforma, puesto que ello contribuye a convertirla en elemento de pres- tigio para el poder piblico. La transformacién de Paris a partir de 1853, en el gobierno de Napo- Je6n III, pone sobre el tapete la necesidad de reordenar el trazado vial para facilitar la creciente circulacién (tanto de tropas anti-motin como de vehiculos 0 personas). La propuesta de Ildefonso Cerd4 para Barcelona (1859) enfatiza la necesidad de buscar espacios urbanos con buenas condiciones de vida entre las que la salubridad del ambiente serd fundamental, ya que la provocaré la dis- ponibilidad natural de aire, agua y luz solar, potenciadas cuando caigan las murallas que Cerd4 considera inttiles. Por iltimo Fernindez de los Rios (1868) disefia un nuevo urbanismo para Madrid en el que la calle recta y orde- nada juega un papel clave‘. Al mismo tiempo que se estn viviendo todas estas experiencias, la legislacién va otorgando al municipio mayor capacidad en el control de los espacios urbanos*. Con todo este conjunto normativo® lo que se pretende es conciliar los intereses colectivos con los particulares y dar forma a las nuevas exigencias urbanas de la época. A partir de la segunda mitad del siglo XIX estos intentos normativos de los concejos iran creciendo, incentivados por Jas circulares de los gobernado- res provinciales, y todos los alcaldes soffardn con dotar a su ciudad de una “Jey escrita”, Esto mismo ha ocurrido en la ciudad de Jaca, pues, en el invierno de 1882, el alcalde José Sanchez Cruzat recibe el texto que ha encargado para acometer la redaccién de las Ordenanzas de Policfa Urbana y Rural para el Régimen de la Ciudad de Jaca. Los autores forman parte de una Comisién de concejales que ha estado presidida por el entonces teniente alcalde Pedro Pérez Belfo, un experimentado jacetano que estar4 en las tareas del gobierno muni- 4, Para ta reforma paris se pueden consultar las Mémoires del Barén de Haussman, Paris, 1890-1893, 3 vols Para la obra de Ildefonso CRD, véase Teoria General de la Urbaniza- cién, Reforma y Ensanche de Barcelona, edicién facsimilar, 2 tomos, Barcelona, 1968. Para la obra de FERNANDEZ DE Los Rios, véase Estudios en la emigracién. El Futuro Madrid, paseos mentales por la capital de Espata, tal cual es y tal cual debe dejarla trasformada la revolucién, Madrid, 1868; hay reediciGn de Boner Corea (Barcelona, 1975) 5, En plena Guerra dela Independencia, acontecimiento que canvinté los espacios urbai ‘en espacios en ruina, la Constitucién de 1812 ya reconoce (articulo 321) la capacidad del municipio ‘en materias de “Policia de salubridad y comodidad”. La Ley de Ayuntamientos de 1841 (art. 43) vol- via a incidir en el tema concediende capacidad para deliberar la formaciGn de Ordenanzas munici- ‘pales y la Ley Municipal te 1845 (art. 81) ampliaba el marco a la capacidad de decisién de los ayun- tamientos, que podrian formar Reglamentos de Policia Urbana y Rural 6, Para estos aspectos se puede ver el capitulo V (“Teorfa y utopia en el urbanismo de la segunda mitad del siglo XIX, Las bases para el urbanismo de la Zaragoza del Sexenio") de mi iné- dita Tesis doctoral Zaragoza, 1868-1874. Urbanismo y Sociedad, leida en 1x Universidad de ‘Zaragoza en 1991. Para aspectos generales sobre las Ordenanzas Municipales conviene ver el tra- bajo de Martin Bassois Coma, Génesis y evolucidn del Derecho urbanistico espanol (1812-1956), Madrid, 1973, pp. 75-97 132 Domingo BUESA CONDE cipal durante treinta y tres afios, y compuesta ademds por Julién Requera, Mariano Pueyo Sénchez y José Marfa Encina, que actiia como secretario de la misma por serlo del Ayuntamiento’, BI dia 20 de abril de 1882 la Comisién finaliza sus trabajos, tres dias antes de que se inicie la publicacién del semanario El Pirineo Aragonés y en una ciudad —de unos cinco mil habitantes'— que vive un momento de expan- sién en los tltimos momentos del reinado de Alfonso XII. Unos meses des- pués, en Ia sesién ordinaria del 19 de junio, el Ayuntamiento Constitucional —presidido por José Sénchez Cruzat—aprueba las ordenanzas y las ratifica el Gobierno de la provincia el 7 de noviembre de 1882, con lo cual ya estén lis- tas para darse a la imprenta’. Con estas ordenanzas, segtin los autores del proyecto, se viene a cubrir un vacfo de normativa local con la que hacer frente a los problemas variados que se plantean en las relaciones entre el concejo y los ciudadanos", La razén se formula aclarando escuetamente que “tiempo hace que viene noténdose en esta ciudad la falta de unas Ordenanzas municipales que hagan conocer al vecindario sus dere- chos y obligaciones que tiene que cumplir”. El gestor concejil se mueve en la tesis de que lo importante para lograr el desarrollo de los pueblos es asegurar “al vecin- dario, al capital, al comercio y a la industria s6lidas garantfas” a través de “asegu- tar el orden ptiblico” y de procurar “montar una buena policia urbana’. 7. Ei presidente es Pedro Pérez Belio, un activo jacetano que intervendré en la fundacién dela sociedad anénima que construiré el Canal de riego del Aragén, en octubre de 1882, tarea en ia ‘que participa también Mariano Pueyo Sanchez, que obtendrs la concesiGn del canal. Pedro Pérez Ilegé a ser alcalde de la ciudad en tres ocasiones (1854, 1861 y 1867). Véase Domingo J. BUESA, Jaca. Dos mil aiios de Historia (Zaragoza, 1982), pp. 427-428 y 432-434, José Marfa Encina tomé posesiGn de su cargo como secretario del Ayuntamiento de Jaca el dia 23 de junio de 1869 (AMS, caja 92) y era hombre avezado en servicios municipales puesto que habia recibido —por Real Orden de 18 de agosto de 1855— las gracias por los servicios prestados durante el tiempo en que la ciu- dad de Huesca estuvo invadida por ei célera morbo, Sabemos que muete en 1894 por el acuerdo tomado en la sesiGn de 29 de octubre de 1894. 8. Estas datos son del Padrén de 1880. Existe también un Padrén de 1882. AMJ, caja 468. 9. AMI, caja 95. Ordenanzas municipales de Policta urbana y rural para el régimen de ‘a ciudad de Jaca, Jaca, 1882. Esta publicacién, de 80 péginas, se edit6 en la Imprenta de Rufino ‘Abad, cuyos talletes estaban situados en la calle Mayor, n.° 31. Abad, luego alcalde de Jaca, fue maestro de ceremonias de la Logia Pirenaica Central 74 (véase FERRER BENIMEL1, La masoneria en Aragén, tomo Il, Zaragoza, 1979, pp. 14-17) 10, En el afo 1882 el Ayuntamiento de Zaragoza publicé sus Reglamentos para el régimen de la seccién de obreros, destinada a la conservacién y limpieza del pavimento de las calles y pla- 2zas de la ciudad, y de la Compaiita de Bomberos... y en 1874 se habia publicado el Bando general de Buen Gobierno, el interesante Reglamento del Cuerpo de Vigilantes Nocturnos de la ciudad de Zaragoza y el Reglanento de los Alcaldes de Barrio. 11, Angel FERNANDEZ DE Los RIOS expresaba asf esta corriente de opini6n, generalizada tras fos sucesos de la Revolucién de 1868, en sus citados Estudios en la emigracién. El Futuro Madrid... pp. 105 y ss. En la misma linea se sitda el Bando de Buen Gobierno publicado en Zaragoza en 1868 y el Bando General de Buen Gobierno publicado el 9 de jatio de 1874 en la ‘misma ciudad, en el que se habla de la necesidad de que los pueblos cuftos posean “un cuerpo de legislacién local”, Véase mi citada Tesis doctoral, tomo I, ff. 49-951 133 A CALLE COMO ESPACIO URBANO. TEORIA Y UTOPIA EN JACA A FINALES DBL XIX (1882) No obstante, permanecen muchos aspectos sin solucién, lo que sera claro indicio de la falta de entendimiento por el concejo de lo que es y signifi- ca el mercado del suelo en este momento, un mercado que en la ciudad pire- naica parece tan inexistente como la concepcién, por parte de las familias bur- guesas que controlan el poder, del planteamiento del sofar como bien rentable y objeto de especulacién, Como telén de fortdo, la defensa del concepto de la propiedad privada, nico aspecto que les preocupa cuando hablan de la Policia Rural (arts. 47 a 68). En relacién con esta filosofia estén las claves que 1a Comisién ha con- siderado fundamentales para la redaccién de esta normativa: remediar las fal- tas de limpieza o salubridad y atender a la seguridad de las personas, aspectos que dicen son el camino de “conocer a primer golpe de vista el estado de cul- tura de una poblacién”. Junto a ellas, habrfa una tercera cuestién basica que nos habla de plantear “la represién de los actos que ofenden la moral pablica”” y un claro intento por definir un espacio urbano, la calle, que formado por las fachadas de los edificios privados es totalmente de dominio pablico hasta en Ia propia concepcién de la frontera de la casa e incluso de la fachada. Al plantearnos 1a calle como espacio bien reglamentado desde las Ordenanzas municipales, hay que valorar el abanico de valores que encierra este lugar de encuentro y comunicacién. En primer lugar la calle esta do- tada de un valor arquitect6nico, como imagen de la sociedad que vive en ella, que la convierte en una escenograffa de la propia ciudad. En segundo lugar es un lugar de trénsito en su calidad de via ptiblica y por tanto un itinerario en el que debe atenderse e] orden piblico, En tercer lugar es un espacio en el que se puede y debe controlar a higiene de Ia ciudad. De todo ello hablan estas primeras Ordenanzas de Jaca, publicadas a finales del si- glo X5X y que no son més que la plasmacién escrita y promulgada de los principios de 1a policfa urbana’ imperantes en el momento y de los que hace gala este documento concejil”. 12, En 1847 MesonERo ROMANOS hizo las Ordenanzas de Policta Urbana y Rural para la villa de Madrid y su término (Madrid, 1847) y en 1872 (Barcelona, 1872) el arquitecto Modesto Fossas publicé su Tratado de Policia y obras publicas urbanas en el concepto de su legislacién antigua y moderna. 13, Estas Ordenantzas Municipales se ordenan en nueve titulos que hablan de la autoridad municipal de Jaca y de la divisién de Jaca en cuatro cuarteles o barrios (San Pedro-Ciudadela, San ‘Nicolés, Las Monjas, El Carmen y Afueras, que engloba “el agregado pueblo de Asieso y todos los edificios que se hallan fuera de las murallas”), de las construcciones, de la Policfa Rural, de los, Mercados, ferias y puestos piiblicos, del Orden Publico, de la Seguridad personal, de los Cementerios y de las Sanciones penales que se impondran siempre que no se cumpla la normativa yy que caerén —de acuerdo con la Ley— sobre los responsables legales de los infractores. Sobre la organizacién del Ayuntamiento explica el texto que hay cuatro comisiones permanente: la prime- 1, lade Presupuestos, arbitrios, cuentas y pola sanitaria; le segunda, Ia de Establecimientos pb cos de instruccién, beneficencia y pOsitos; la teroera, la de Obras piiblicas y policia urbana, y la cuarta, lade Servidumbres publicas, caminos y policia rural. 134 Domingo BUESA CONDE El concejo jacetano entendfa que la calle y la plaza eran “sitio piblico’ y que cualquier obra que “termine o salga” a elas debe contar con el permiso del Ayuntamiento para poderla ejecutar, ya sea “construccién, reparacién 0 mejora”*, Este permiso —que se tipifica como “licencia” (art. 9)— se deberd solicitar presentando un disefio “en papel tela, comprendiendo en él la facha- da de la nueva obra que haya de construirse” (art. 10), y ser archivado en la Secretarfa municipal. Aunque la materialidad de los articulos est préctica- mente copiada del Bando zaragozano de 1874, muchos aspectos no le intere- saron al comité redactor y los ignor6". Por ello no se explica quién puede firmar los planos y en estas Ordenanzas no se recogen las polémicas profesionales tan en boga en el momento, puesto que se habla de que se actuara “bajo la direccién del albait encargado de la obra” (art. 22) y se mencionan las obligaciones de “los maes- tros albaitiles encargados de las obras” (art. 15). A pesar de que la persona que aparece responsable de esta rea en el concejo es “el maestro albafil del Ayuntamiento”, a quien compete denunciar los edificios en ruina (art. 38), es siempre la Comisi6n quien inspecciona los trabajos de construccién (art. 32). Por el contrario, sf se hacen eco de las preocupaciones por atender el omato piiblico de las fachadas. Se explica que se podrén poner —por el Ayuntamiento— “las condiciones que estime convenientes para mejorar el omato paiblico” (art. 11) ¢ incluso entender que “no se permitiran adomos extra- vagantes, ni los que no estén en armonta con el destino y cardcter del edificio”, aunque se reconoce que “todo propietario es frbitro de adoptar para la fachada de su edificio el tipo de arquitectura que estime por conveniente, mientras que el proyecto no sea un conjunto caprichoso sin relacién ni cardcter” (art. 28)". Aparte de la influencia francesa, a través del uso de los repertorios gra- ficos, y de la imitacién de “todo lo que se hace en las poblaciones més popu- losas””, los maestros de obras usaban todavia unos modelos muy basicos —de tadicién dieciochesca— que eran copiados a la hora de levantar casas de habi- taci6n, A estas obras muy sencillas atiende especialmente la Ordenanza cuan- do, fiel a la idea de regularizacién de huecos, da normas sobre la necesidad de 14, Ordenanzas, titulo I, art. 8. En adelante citaremos por el ariculo y siempre entre parén- tesis al terminar la cita en el propio text. 15, Véase el tomo II, capitulo V, pp. 904 a 1.155 de mi Tesis doctoral. Hay una gran canti- dad de puntos en comtin, incluidas frases textuales que se copian del Bando zaragozano de 1874, 16, Es muy interesante el debate ideol6gico y los andlisis que se hacen sobre la desorienta- da arquitectura del momento, ejemplo de lo cual se puede ver en el discurso de Juan DE Dios DE LA Rapa y DELGADO (Madrid, 1882) sobre los eclécticos Caracteres de a Arquitectura Contemporénea. 17. Domingo INzA escribe esto al hablar de “La arquitecturay la sociedad”, articulo publi- ccado en la revista B! Eco de los Arquitectos, | (1870), pég. 68. De César DALY tenemos el difundi do repertorio grifico que fue tan del gusto de la burguesia del momento: L’Architecture privée au XIX siécle, sous Napoleon III (1864-1872), que contribuy6 especialmente a la entrada de los mode- los franceses. 13s TA CALLE COMO ESPACIO URBANO. TEORIA Y UTOPIA EN JACA A FINALES DEL XIX (1882) alinear vanos y dice: “las lineas superiores e inferiores de los distintas huecos quedardn siempre a un mismo nivel” (art. 11). O cuando habla de que “los ale- ros de los tejados y repisas de los balcones habrén de construirse necesaria- mente de madera, piedra o hierro, sujetindose en cuanto al ancho a las dimen- siones que se fijen” (art. 26). E incluso cuando, incorporando las corrientes higienistas del momento, dice que “la distribucién del interior del edificio debers ser tal que las habitaciones tengan la luz, ventilaci6n y eapacidad indis- pensables para la salud” (art. 11)". Ahora bien, nada se habla de alturas en la edificacién, planteando las mediciones con arreglo a la anchura de las calles; no se especifica nada sobre la existencia de una gama de colores —en otros concejos depositados en Secretarfa— para pintar las fachadas, ademas de que no se detecta fa habitual preocupacién por alinear las fachadas, salvo en el excepcional interés por hacer desaparecer las construcciones “con vuelo a la calle y sobresaliendo de la parte baja de la fachada del edificio” (art. 29), no por razones de ordenacién urbana sino por “desdecir del ornato péblico”, Las lagunas son amplias y al legislador no le interesa més que procurar que los andamios (arts. 21 y 22) no provoquen accidentes sobre los ciudada- nos, a los cuales no se les puede importunar descargando materiales de cons- truccién en las aceras (art, 30) u ocupandolas con la preceptiva cerca o valla, “que estorbando Io menos posible, ponga a cubierto la seguridad de los tran- setintes” (art. 18). Por el contrario sf que se pronuncian sobre el no manteni- miento de “los arcos 0 puentes que van de una a otra parte de la calle, los cua- les irén desapareciendo conforme se vayan construyendo de nuevo los edifi- cios a que pertenezcan, indemmizdndose entonces al propietario la cantidad que corresponda” (art. 29). No pasan desapercibidos para las Ordenanzas los problemas derivados de las casas en ruinas cuyos propietarios no fueran conocidos. En este caso (art. 46) se derribard y el solar se adjudicara a los propietarios colindantes “como terreno sobrante de J2 vfa publica” 0 se subastard guardando un afio el importe para Jos que reclamen su derecho, por no violentar Ja integridad y derechos de la propiedad privada. En segundo lugar se indies que la calle es un espacio para el transito y por tanto escenario propio de incidencias que tienen que estar previstas para garantizar la seguridad de) ciudadano. La calle es protegida como un Ambito de comunicacidn entré las casas, verdadero espacio vital de acuerdo con las tesis tan en boga que indicaban cémo “cuanto mas tiempo pase el hombre en 18. Mariano BELMAS definié el debate higienista como absolutamente necesario, pues la higiene en la vivienda es un “probleme social de primer orden”. Véanse las Actas del II Congreso Nacional de Arguitectos, Barcelona, 1889, pég. 137. Domingo BUESA CONDE su casa, entre su familia, mas morales resultarin los pueblos”. Y el estado fisico de las calles es tema de honda preocupacién en la prensa y en el conjunto de la sociedad, aunque en el seno del concejo preocupe mas sobre el papel que en la realidad. En mayo de 1881 tenemos una tipica denuncia de la prensa que nos habla c6mo —en muchas calles— hay falta de losas y eso produce “un hoyo capaz de hacer dar un traspié de dia a cualquiera y con doble motivo en las noches de luna en que el alumbrado se suprime”™. El guardian de la calle es el sereno (arts, 187 a 203), sobre el que se dice que “el cargo de sereno, por su indole especial es importantfsimo” (art. 202) y de quien se reglamenta todo: su edad (entre 20 y 50 aitos), su uniforme (pito, farol encendido y armamento), su jorada, iniciada en la puerta de la casa del alcalde (en verano a [as once y en invierno a las diez), y sus competencias: anunciar las horas, impedir los ruidos, atropellos, ataques a las cosas y perso- nas, encender y limpiar los faroles del alumbrado piblico, anunciar el fuego" © buscar medicinas... No pueden “descansar més de un cuarto en cada hora” y su labor también cubre horario diurno, pues, “durante el dia y fuera de las horas de descanso, utilizardn las insignias que se determinen y tendran la obli- gacién de la limpieza y conservacién de los paseos y de velar por el cumpli- miento de las Ordenanzas Municipales y Bandos de policfa y buen gobierno, denunciando las infracciones que observen” (art. 200). El cometido fundamental del sereno es mantener el orden piblico en ef barrio de su competencia, hacer posible la tranguilidad publica, que leva a prohibir “asonadas 0 reuniones tumultuosas en la via publica” (art. 227), gri- tos y “voces subversivas” (art, 229), serenatas sin permiso de la autoridad y cencerradas (art. 232). Igualmente se limitan mucho las manifestaciones callé- jeras de las fiestas populares y se ordena (art. 206) que “el péblico guardara en todos los sitios de general concurrencia la debida compostura, y se prohfbe dar gritos descompasados, cantar canciones contrarias al orden puiblico, a la moral y buenas costumbres 0 hacer cualesquiera otras manifestaciones que puedan turbar la tranquilidad del vecindario”, En este campo de gestionar la tranquilidad en el paisaje urbano se con- trola todo rigidamente por una elite burguesa, que llega a prohibir que los dementes (art. 304) vayan por las calles “sin la debida seguridad y vigilancia” © que sdlo puedan mendigar los pobres autorizados por el concejo jaqués. 19, Lo explica asi, incidiendo en que la casa ejerce una accién eminentemente moralizado- ra, Enrique Maria RePUuLLés en su discurso La casa habitacin moderna desde el punto de vista aritstico, Madrid, 1898, pag, 8. 20, Eco del Pirineo Central, n.°7, faca, 29 de mayo de 1881. El editorial se titula “Policfa xy Omato”. 21. El Eco del Pivineo Central, n? 47, Jaca, 5 de marzo de 1882, explica que saben cémio Ja Junta directiva de la Sociedad de Seguros contra incendios, establecide en fa ciudad de Jaca, se est dedicando a organizar una “brigada de bomberos” y redactar sus estatutos. 137 A CALLE COMO ESPACIO URBANO. TEORIA ¥ UTOPIA EN JACA A FINALES DEL XIX (1882) ‘También se prohibe estacionarse en la via puiblica y se ejerce amplio control —a través de la licencia concedida por la autoridad municipal— sobre “los titi- reteros, volatineros, gimnastas, prestidigitadores, misicos ambulantes y demas andlogos” (art. 182). Y ademés de todos estos asuntos se atiende a la seguridad en las aceras y en la calzada, puesto que desde 1869 se estén construyendo aceras en las calles més notables*. En las aceras no se deja poner sillas a los vecinos (art. 252), ni bancos de artesanos (art. 255) ni “juegos de pelota, de bolos y de cualquier otra clase que embarace la libre circulacién” (art. 257), ni letreros salientes (art. 258), ni toldos por debajo de los dos metros (art. 253)... Por las calzadas de las calles se obliga a ir a los criados y a todos los que leven cajas y cargas (art. 250), ademas de a las caballerfas (art. 277), a los carros y carruajes, que deben dejar “a su paso libres las aceras, toman- do bien la vuelta de las esquinas para no causar en ellas desperfecto alguno” (art. 270)". Este es el momento clave en el paso de la locomocién ecuestre a la roda- da, en el ajuste de lo que seré el tréfico urbano. Las calle, consideradas ya como vias de comunicacién, son objeto de un debate general sobre la conve- niencia o no de dejarles circulacién, debate que no ha lugar en Jaca puesto que no se plantean los ediles este problema, méxime cuando el plano medieval lle- varfa a prohibir la circulacién por la mayor parte de sus viales. No se colocan pilones ni se cierran calles y con ello esta muy de acuerdo el sector del comer- cio jacetano, el de mas peso en esta ciudad. Tampoco se limitan las edades de los conductores, limite que en 1866 estaba en 16 afios (segiin las Ordenanzas municipales de Lérida) y tampoco se resuelve el orden de preeminencia al encontrarse dos carruajes en una calle. Especial connotaci6n tiene la regulacién y prohibicisn del tréfico por las calles jacetanas con ocasiGn de la Semana Santa (art. 220) 0 de las procesiones del Corpus y de Santa Orosia, ocasiones en las que los propietarios deben tener “barridas y regadas con una hora de anticipacién’” sus aceras (art. 222), ademas de adornados sus balcones y ventanas “con tapices 0 en la forma més esmera- da posible” (art. 225). Si se iluminan en ocasiones especiales las fachadas, 22. AMJ, caja 880, Se estén poniendo desde 1869 aceras en las calles Damas, Zocotin y Sol, se concluyen algunos tramos de la calle Mayor y se terminé et Coso, ademds de algunos paseos que se arreglan (AMI, caja 84). Véase Domingo BUESA, Jaca. Dos mil afos de Historia, pig. 399. 23. El Bando de Buen Gobierno (Zaragoza, 1868) ya planteaba en su pégina 7 estas limi- taciones de transito para las aceras¢ incluso pata fijar en ellas puestos de venta, pues “eran contra- rias al omato piiblico, a la moral y a la salubridad del vecindario”, En Jaca cuando se pronuncian por Ia idea de dejar expeditas las aceras no entran, curiosamente, en el debate de si se consideran aceras las que estin completamente enlosadas 0 asfaltadas, un debate habitual en otras ciudades como Zaragoza (AMZ, 83/9/950, mayo de 1868). 138 Domingo BUESA CONDE como en las fiestas del frfo diciembre de 1881", habitualmente deben estar- lo los patios (art. 237) y las escaleras para mayor seguridad y para comple- mentar el efecto benéfico que genera el alumbrado piiblico, que nadie puede tocar (art. 239), La limpieza de las calles nos lleva a la tercera modalidad de control de las mismas: su higiene. La ciudad, en el contradictorio discurso médico sobre las epidemias, se configura siempre como el principal escenario de Ja enfer- medad y la muerte, Para unos el tejido urbano ser4 vehiculo de contagio; para otros, el origen de la epidemia. Mantener limpias y barridas las calles “en la parte correspondiente a las fronteras de sus respectivas casas” (art. 69) es el punto de partida. Luego estén las prohibiciones de arrojar aguas, basuras, ceni- zas, cortezas 0 desperdicios de frutas “ni de dia ni de noche” (art. 70), lo que entra en contacto con la doctrina teldirica de Pettenkofer segtin la cual el ori- gen del célera, el tifus o la disenterfa estaria en la contaminacién del suelo por materias orgénicas en descomposicién™. También sefiala 1a prohibicién de sacudir alfombras por el dia (art. 74), la de tender vestidos, “ropa sucia 0 lava- da u otros objetos cuya vista cause repugnancia” (art. 83) y la de mantener en las ventanas “macetas, cajas de flores o yerbas, céntaros ni otra cosa que pueda caer y dafiar a los transetintes” (art. 282). En un nivel més amplio estaran las medidas de control sobre los des- perdicios que pueden generar algunos comercios poco controlados (art. 124) 0 actividades como “esquilar, herrar y sangrar caballerias en las calles, plazas, paseos y demés sitios piblicos” (art. 73)", que contribuyen a la presencia de malos olores habitualmente denunciados por la prensa local, como hace el semanario La Montafia, que —en mayo de 1896— seguir denunciando eémo, “dentro y fuera de la ciudad, olores poco gratos acusan Ja falta de toda politi- ca sanitaria”, grave problema si se apuesta como hace este periédico —el 4 de julio de 1896— por la meta de “Jaca, estacién veraniega”. En el afio en el que se aprobaban las Ordenanzas municipales los pro- blemas de falta de higiene eran patentes en las calles, en los gatos muertos 24. eo del Pirineo Central. Periédico de Noticias y de Intereses morales y materiales, 12 34, Jaca, 4 de diciembre de 1881, editorial. Sefala que “Es de advertr que en los tres dias, 1os edificios pablicos estardn vestidos de gala y por la noche profusamente iluminados. A la entrada de 1a plaza de toros ostentard sus hermosas proporciones wn arco monumental dedicado al gobierno de 'S. M. Excitamos el gusto del vecindario para que, imitando este digno ejemplo, se esmeren en deco- rar dfa y noche las fachadas de sus casas”. 25, Véase, de Luis Urttaca, “El pensamiento higienista y la ciudad: fa obra de P. F Monlau (1808-1871)”, en Urbanixmo e Historia Urbana en el Munio Hispano, 1 (Madrid, 1985), pg. 401. La doctrina telirica la introduce definitivamente en Espafta P. HAUSER en su obra Madrid bajo el punto de vista médico-social, | (Madrid, 1902), pig. 179. 26. Se esté siguiendo parte del texto del citado Bando zaragozano, arts. 12 y 13, aunque no se recogen aspectos como la concesién de que los particulares dejen animales muertos s6lo por la noche para ser recogidos. 139 A CALLE COMO ESPACIO URBANO. TEORIA Y¥ UTOPIA BN JACA A FINALES DEL XIX (1882) abandonados en la calle Zocotin”, en las “charcas de aguas corrompidas en el matadero” o en “los objetos repugnantes” que arrojaban los convalecientes del Hospital, todo ello sin contar con el carro de basura “y un cubo de orina” que pasaba velozmente por la plaza del Mercado salpicando las frutas y verduras que allf estaba autorizado vender*. Ademés, si el afio anterior una sequfa de dos meses terminé con una tromba de agua, el viernes 20 de mayo, en 1882 contintia la grave sequia (a pesar de que nevé el dfa 2 de febrero), causa por la que se agotan las fuentes (Mora, Torrijos, Marchén y Abés) y los pozos. El 5 de marzo la prensa cuenta que “hace ya varios veranos que en esta ciudad, a pesar de hallarse situada en el coraz6n del Pirineo, no puede encontrarse nieve ni hielo para un remedio”®. Poco después, en abril, la procesién del Santo Entierro “hubo de seguir una carrera limitada a causa de [as encapotadas nubes que cubrian nuestro horizonte™” y la Iluvia lleg6 la semana del 9 al 16 de abril. No obstante, estas alarmantes situaciones hacian necesario e] acometer la obra de la traida de aguas a Jaca, tema ya estudiado en 1854" y retomado por el ingeniero zaragozano Miguel Geliner en 1868. A partir de este momento, la década de 1880, todos se ponen a trabajar en esta idea de Jaca como espacio turfstico y se apresuran sus gobernantes a integrarla en el disefio del sistema viario universal por medio de carreteras a Francia y del ferrocarril de Canfranc®, a incorporarla a Ja modernidad con acciones como el abastecimiento de agua potable corriente —iniciada en 21. Eco del Pirineo Central, n? 32, Jaca, 20 de noviembre de 1881 28. Domingo BueSa, Jaca. Dos mil afios de Historia, pig. 427. Hay un trabajo con varia- das noticias de este tipo escrito por Tomés BUESA, “Cinco mil semanas atrés", en el nimero 5.000 de El Pirineo Aragonés, Jaca, 1992. 29, Para la sequia de 1881 véase Eco del Pirineo Central, n° 6, Jaca, 22 de mayo de 1881. Hay una carta de un habitante de Yebra de Basa, escrita el 22 de septiembre de 1881, en la que se habla de la grave sequia y se dice —después de refer las romerias convocadas— que “Quiera Dios que en ella podamos darle gracias por el beneficio de la tan deseads lluvia, y que preparindose bien la siembra, ienga este pobre pais tan olvidado, sin vias de comunicacién, sin nada, en fin, que pueda hacerle creer que forma parte de la Europa y que vive en el iltimo tercio del siglo xix, un pedazo de pan que llevar ala boca y que este se lo dé la madre tierra, ya que la industria en él no se cono- ce”. Véanse también los mimeros 43, Jaca, 5 de febrero de 1882, y 47, Jaca, 5 de marzo de 1882. En enero como orientacién podemos saber que han nacido 21 nifios y han muerto 5 personas (Eco del Pirineo Central, n° 44); os nacidos en febrero son 14 y los muertos 12 (Eco del Pirineo Central, 1° 47), mientras en marzo mueren 15 y nacen 12 (Eco del Pirineo Central, n° 51), 30. Eco del Pirineo Central, n.° 52, Jaca, 9 de abril de 1882. Para la Ilavia, véase el n° 53. 31. Eco del Pirineo Central, 2 5, Jaca, 15 de mayo de 1881. El editorial se titula “Cuestién palpitante” y se dedica a hablar de “la construccién de la acequia o canal derivado del rio Aragén, para la conduccién de aguas a esta ciudad y sus términos” 32, Véase BUESA, ob. cit, pag. 444. Véase, para la carretera a Francia por Jaca, afios 1835 2.1855, A.M. Zaragoza, 7/5/20, La atencién que se prodiga a los viales de comunicacién es gran- de; el 6 de junio de 1881 se han subastado también las obras de reparacién de la carretera de Biescas, ‘a Panticosa, por valor de 33.831 pesetas y 21 céntimos (véase Eco del Pirineo Central, n.°6, Jaca, 22 de mayo de 1881), 140 Domingo BUESA CONDE 1882—, la organizacién de sociedades eléctricas en 1892, la cteacin de un alcantarillado que, en 1925, el obispo Frutos Valiente pedir que se concluya definitivamente 0 la ampliaciGn del cementerio en 1882. Y sobre todo a rom- per ef cierre de sus murallas (diciembre de 1914), abriendo el espacio interior al fendmeno tan de moda del ensanche urbano, justificando la decisién er los graves riesgos de desprendimientos de piedras de tas almenas denunciados en la prensa de 1896” Ese era el inicio de una nueva época cuyos cimientos se echaron en las Ordenanzas de 1882, el mismo afio en el que la prensa jacetana apaesta por la educacién de la mujer” y el concejal Séachez esta empefiado en dotar de un profesor, a cargo def municipio, para “que ensefie la asignatura de miisica a todos los nifios pobres que quieran dedicarse”™ a ella. Y el mismo afio en el que un anénimo jacetano escribe una poesia titulada “Chirigoteo” dedicada a criticar una actuacién urbanistica del concejo: Nos fha hecho un andén hermoso el ilustre Ayuntamiento. 2Quieren ustedes detalles? Pues es un andén soberbio, que se extiende majestuoso desde ¢] Portal de San Pedro hasta e] Salén Variedades, y es su principal objeto cevitar alas sefioras las molestias del invierno. Por eso me gusta a mi que haya en los ayuntamientos ‘gente joven y animosa que defienda al bello sexo de caidas en el barra o algiin desliz en el hielo. 33, Para 1a muralla y su ineficacia, véanse Domingo Buesa, Jaca. Dos mil aos de Historia, pig. 435, y el semanario La Mfontafa, n° 17, Jaca, 5 de septiembre de 1896, Para las socie- dades de traida de aguas véanse las pp. 427-428; para las sociedades elécricas, véanse pag. 429, y especialmente las pp. 446-448 para todo lo relativo al Ensanche de la ciudad proyectado por ¢ arquitecto provincial Francisco Lamolla en 1917, en el que se definen plenamente Jos principios de ‘control de la construccidn y el trazado urbano, la higiene y las nuevas necesidades circulatorias. 34, Pocos meses después, en EI Pirineo Aragonés, n.* 16, Jaca, 6 de agosto de 1882, se ceseribe que “la mujeres tefractaria a la libertad como el pajaro lo es ala prisiOn... Creo pues... que su verdadero centro, su misién, es el cuidado de su casa, esposo ¢ hijos, en redor de los que tends seguramente la felicidad que en vano buscaré por otra parte”. Esta idea responde al concepto de Io beneficiosa que es la institucién familiar y su espacio vital, la casa, como medio de control de la sociedad y de su seguridad, ca! como vimos. 35, Eco del Pirineo Central, n° $3, Jaca, 16 de abril de 1882. 141

También podría gustarte