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Anailoga de quin sufri demasiados infortunios.

Hace dos aos, l no se quera a s mismo. Hoy, este balcn, la luz de las cinco de la tar
de y un rollo Kodak,
lo aman con la intensidad que se ama a quin la vida le ha negado todo. Era poco p
robable que tanta sencillez
fuese tan bella, pero me cuentan, que los balcones de Madrid nunca aprendieron a
mentir, an en Otoo.

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