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Barba Azul PDF
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Barba azul
Autor: Charles Perrault
Barba Azul, para conocerlas, las llev con su madre y tres o cuatro de
sus mejores amigas, y algunos jvenes de la comarca, a una de sus
casas de campo, donde permanecieron ocho das completos. El tiempo
se les iba en paseos, caceras, pesca, bailes, festines, meriendas y
cenas; nadie dorma y se pasaban la noche entre bromas y
diversiones. En fin, todo march tan bien que la menor de las jvenes
empez a encontrar que el dueo de casa ya no tena la barba tan azul
y que era un hombre muy correcto.
-He aqu -le dijo- las llaves de los dos guardamuebles, stas son las de
la vajilla de oro y plata que no se ocupa todos los das, aqu estn las
de los estuches donde guardo mis pedreras, y sta es la llave maestra
de todos los aposentos. En cuanto a esta llavecita, es la del gabinete al
fondo de la galera de mi departamento: abrid todo, id a todos lados,
pero os prohibo entrar a este pequeo gabinete, y os lo prohbo de tal
manera que si llegis a abrirlo, todo lo podis esperar de mi clera.
-Y por qu -le dijo- la llave del gabinete no est con las dems?
-Tengo que haberla dejado -contest ella- all arriba sobre mi mesa.
-No lo sabis -repuso Barba Azul- pero yo s muy bien. Habis tratado
de entrar al gabinete! Pues bien, seora, entraris y ocuparis vuestro
lugar junto a las damas que all habis visto.
-Puesto que voy a morir -respondi ella mirndolo con los ojos
baados de lgrimas-, dadme un poco de tiempo para rezarle a Dios.
Y la hermana responda:
-Veo -respondi ella- a dos jinetes que vienen hacia ac, pero estn
muy lejos todava... Alabado sea Dios! -exclam un instante despus-,
son mis hermanos; les estoy haciendo seas tanto como puedo para
que se den prisa.
Barba Azul se puso a gritar tan fuerte que toda la casa temblaba. La
pobre mujer baj y se arroj a sus pies, deshecha en lgrimas y
enloquecida.
Luego, agarrndola del pelo con una mano, y levantando la otra con el
cuchillo se dispuso a cortarle la cabeza. La infeliz mujer, volvindose
hacia l y mirndolo con ojos desfallecidos, le rog que le concediera
un momento para recogerse.
En ese mismo instante golpearon tan fuerte a la puerta que Barba Azul
se detuvo bruscamente; al abrirse la puerta entraron dos jinetes que,
espada en mano, corrieron derecho hacia Barba Azul.
FIN
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