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1. Los cements @ 1. El objeto de la ética 1. El estudio de Ia ética se considera muy co- rrientemente dedicado a las cuestiones: «¢Qué tipo de acciones deben realizar los hombres?» y «¢Qué tipo de acciones deben evitar los hom- bres?» Es decir, se concibe como algo que trata de la conducta humana y que decide qué es vir- tuoso y qué es vicioso entre los tipos de conducta entre los cuales, en la practica, la gente tiene que escoger. Debido a esta concepcién del ambito de li ética, a veces se la considera como el estudio Practica, al que pueden oponerse todos los demés 2m. ioréticos; 4 veces se habla de lo bueno y jer de reinos independigntes, per oe ra primero a la ética y el segundo 4 10 ee 1, Los elementos de la é1, it Esta concepcién, sin embargo, es 7 defectuoss. En primer lugar, pase an hecho de que el fin de la ética es, por s{ mismo, Proposiciones verdaderas acerca de Ia conducta virtuosa y viciosa; y que precisamente tales proposiciones forman parte de la verdad tanto como las proposiciones verdaderas sobre el ‘xigeno o la tabla de multiplicar. El objetivo no es la prictica sino las proposiciones sobre la prac. tica; y las proposiciones sobre la préctica no son mds pricticas que gaseosas las proposiciones so- bre los gases. De la misma manera, se podria mantener que la botinica es vegetal; 0 la zoolo- gia, animal. Por ello, el estudio de la ética no es algo extrafio a la ciencia y coordinado con ella: ¢s, simplemente, una de las ciencias. '2. En segundo lugar, la concepcién que aho- a examinamos limita indebidamente el émbito de la ética. Cuando se nos dice que debemos reali- zar 0 evitar acciones de determinados tipos —como, por ejemplo, que debemos decir la ver- dad 0 que no debemos robar—, siempre podemos cexigir legitimamente una razdn para ello; y esta razén se referiré siempre no solamente a las ac- ciones mismas sino también a la bondad o maldad de las consecuencias que probablemente pueden derivarse de tales acciones. Se nos diré que la veracidad engendra la confianza mutua, afianza la amistad, facilita 1a realizacién de los negocios y de ahi que incremente la riqueza de 1a sociedad que la ejercita, etc. Si preguntamos por qué debe- ‘mos perseguir el aumento de la confianza mutua Ensayos filossticos una de la que no pueda dudar, queda satis- fecha. De ahi que, cuando pregunta por qué, ten- gm cortientemente un derecho Iégico a esperar una respuesta; y que Ilegue a pensar que una creencia para la que no se puede dar una razén m9 es una creencia razonable. Pero en esto se equivoca, como pronto descubriria si su habito de preguntar por qué fuera mas persistente. ‘Tarea del filésofo es pedir razones mientras se Pe exigirlas, y tomar nota de Proposiciones que dan las iltimas razones que ok. . Dado que una proposicién puiones ser probada por medio de otras pro- todas, lee 'peatd claro que no es posible probar Proposiciones, pues las pruebas sol empezar dando algo por supuest0- oc las consecuencias no tienen més Sus premisas, las cosas probadas 7° Hi! Acces 1. Los elementos de la ética b son més ciertas que las cosas aceptadas simple mente porque son obvias y que, por tanto, se han convertido en Ia base de nuestras pruebas. Asi,.en el caso de la ética, debemos preguntar por qué tales y cudles acciones deben ser realiza das, y continuar nuestra investigacién hacia atrés fen busca de razones hasta que lleguemos al tipo de proposicién cuya prueba es imposible porque ¢¢3 tan sencilla o tan obvia que no puede hallarse nada més fundamental de lo cual deducirla 3. Sin embargo, cuando preguntamos las ra- zones de las acciones que recomiendan los mora- listas, estas razones son, usualmente, que las consecuencias de las acciones son plausiblemente buenas; 0, si no enteramente buenas, al menos las mejores posibles en las circunstancias dadas. jones acerca de la con- ducta presupongan la decisién acerca de qué co- sas distintas de la conducta son buenas y cudles ‘malas. Se llama buena conducta a aquélla que ¢s un medio para otras cosas que son buenas por sf mismas; de ah{ que sea necesario el estudio de Io que es bueno por si mismo antes de que po- damos decidir sobre las reglas de 1a conducta. Y el estudio de lo que es bueno 0 malo por sf mismo debe incluirse en la ética, que de este modo deja de ocuparse solamente de la conducts humana. | El primer paso en Ia ética, por consiguiente, es dejar muy claro qué entendemos por bueno y malo. Solamente a partir de aqui podemos vol- ver ala conducta, y afirmar que la conducta justa “ Ensayos filossicos se refiere a la produccién de bienes cia de males. En ésta, como en todas las jn vorcianss filoséficas, pi remos, tras un ang. preliminar de datos complejos, a construi, objetos complejos a partir de sus constituyentes més simples, partiendo de ideas que podemos comprender aunque no definir, y de premises que podemos conocer aunque no probar. El apa. rente dogmatismo de este procedimiento es ilu. sorio, pues tales premisas son similares a las que el razonamiento comiin asume inconscientemente y porque hay menos dogmatismo real en creer en ellas tras un examen critico que en emplearlas implicitamente sin examen. Y 4 la evita. 2. El significado de bien y mal 4. Bien y mal, en el sentido en que se en tienden aqui estas palabras (que es, me parece, su sentido corriente), son ideas que todo el mun- do, 0 casi todo el mundo, posee. Estas ideas aps: rentemente figuran entre las que forman los cons: Tituyentes més simples de nuestras ideas més complejas, y consiguientemente no son suscepti- bles de ser analizadas 0 construidas a partir de otras ideas més simples. Cuando alguien presu ta: «Qué entiende usted por Bien?», la ree puesta puede consistir, no ya en una 2 Verbal como la que puede darse si se presun'®” «2Qué entiende usted por Pentdgono?», sinv es ‘una caracterizacién tal que sugiera la idea apro- piada a la mente del interrogador. Esta caract® ee 1, Los elementos de la éica 6 contener en si misma, tbente la contendrt, a idea de bem, Io alee jue pueda ser un defecto en una definicién, carece peligro cuando nuestro propésito es estimular Ja imaginacién para que se suscite la idea que se desea. De esta manera se suele ensefiar a los ni fios Jos nombres de los colores: se les muestra, por ejemplo, un libro rojo, y se les dice que 6 rojo; para evitar que piensen que rojo significa libro, se les muestra también una flor roja, una bola roja, etc., y de todas estas cosas se dice que son rojas. De este modo se lleva a sus mentes la idea de rojez, aunque es imposible analizar la ro- jez o hallar constituyentes que la compongan. En el caso de bien, el proceso es mis dificil, tanto porque la bondad no es perceptible por los sentidos, como la rojez, cuanto porque hay menos acuerdo acerca de las cosas que son buenas que acerca de las cosas que son rojas. Tal vez sea esta Ta razén que ha incitado a algunos a pensar que Ia nocién de bien podta ser analizada a partir de alguna otra, como placer u objeto de deseo. Una segunda raz6n, probablemente més poderosa, es la confusién corriente que hace que la gente crea que no puede comprender una idea a menos que pueda definitla, olvidando que las ideas se defi- hen por otras ideas, que a su vez han de ser com- prendidas si la definicién ha de tener algin sen- fido. Cuando las gentes empiezan 2 filosofar, parece como si se propusieran olvidar todo lo que ee familiar y cortiente; de otro modo su trato con Ia rojez 0 con cualquier otro color les mos- Ensayos filosdficos traria que una ide puede ser inteligible , en el sentido de andliais, ses int 0 que entendemos por bien y mal, podemos decir que un objeto es bueno cuando por si mismo debe existir, y malo cuando por si mismo debe no existir. Si esté en nuestro que algo exista o no exista, debemos Gebe en lugar de bueno como nocién indefinids ‘iltima; de hecho, lo bueno es mucho més amplio que lo que debemos tratar de producir. No hay Mizén para dudar que algunas de las tragedies i i no perdidas de Esquilo eran buenas, Per Tey et tido a tal ; 4 miento de los bienes se limita a las ¢ Gmentado 0 que podemos im i i 1. as elementos de la ética ” ‘unque Ia conducta humana no pueda referirse « ellos. De este modo, la nocidn de bien es mucho més amplia y més fundamental que cualquier otra nocién relacionada con la conducta; empleamos ln nocién de bien para explicar qué es la conducta justa, pero no podemos emplear la nocién de con- docta justa para explicar lo que es el bien. 6. Ampliamente plausible es la opinién se- la cual bueno significa lo mismo que deseado, modo que cuando decimos que algo es bueno queremos decir que es deseado. Asi, es bueno lo que 0 bien esperamos conseguir 0 bien tememos a Pero también se admite comiinmente que malos deseos; y cuando la gente habla de malos deseos, parece que se refiere a deseos de Jo que es malo. Por ejemplo, cuando un hombre desea el dolor ce otro, es obvio que lo que desea no es bueno, sino malo. Pero el pattidario de la opinién de que bueno significa deseado diré que nada es bueno o malo en s{ mismo, sino que puede ser bueno para una persona y tal vez malo para otra. Tal cosa puede ocurrir, sostendré, en todos los casos de conflicto de deseos; si yo de- seo tu sufrimicnto, entonces tu sufrimiento es bueno para mi, aunque sea malo para ti. Sin em- argo, el sentido de-bueno y malo que la ética sita no es personal, como el que acabamos de + 8 Ensayos filosificos gomprender que hay un sentido impersonal. Y este sentido, si algo es bueno, debe existir por sf mismo, no en razén de sus consecuencias ni de quiém pueda disfrutar de ellas. No es posible ad. mitir que una cosa debe existir por si misma para mi y no para otro; lo contrario significaria sim. plemente que uno de los dos se equivoca, dado A F | i r 3 E | 3 B 5 i 3 5 § ‘impersonal. 1.¢ de placer, como significado real de bueno. Iinea de razonamiento no probaré que las que son buenas no son las mismas 4! son deseadas; pero si demostrard que; aticra, esto no se podria probar recurrien* f nificado de Ia palabra «bueno». Hasta #40) Pee tener una importancia puramente 1ogice. en realidad no es asi, Mucl \do thas teorfas pero aqu{ bueno y malo son nuevamente i til |. Hay otra linea de razonamiento, més su més instructiva, mediante lo que podem refutar a quienes dicen que bueno significa 4¢ seado © proponen cualquier otra idea, P- ia sta la cosas we Jas que si asi ocu { oc al sig fa éricas 1, Los elementos de Ia ética » se han basado en la presuposicién de que - — incase 1, Los elementos de Ia ética a prueba de que ninguna es realmente una defini cién; no hay dos definiciones incompabice de la palabra «pentdgono». Ninguna de las propo siciones anteriormente citadas es realmente una definicién; todas han de ser entendidas como afirmaciones substanciales acerca de las cosas que son buenas. Y todas son, en mi opinién, erréneas, tanto material como formalmente; con todo, no trataré aqui de refutarlas una a una. 8. Es importante comprender que cuando de- imos que algo es bueno en sf mismo, y no i te como un medio, atribuimos al ob- jeto una propiedad que puede tener 0 no, con ‘entera independencia de nuestra opinién sobre la euestiin, de nuestros deseos 0 de los de otras personas. Muchos hombres se inclinan a pensar, con Hamlet, que «nada hay bueno o malo, sino ‘que tal lo hace nuestro pensamiento». Se supone que las preferencias éticas son cuestién de gus- tos; y que si X piensa que A es bueno e Y piensa que es malo, entonces podemos decir que A es bueno para X y malo para Y. Esta opinién se hace plausible por la divergencia de opinién acer, carde lo que es bueno y malo, y por la dificultad de hallar argumentos para persuadir a la gente que disiente de nosotros en tal punto, Pero la dificultad de descubrir la verdad no demuestra que no haya una verdad que descubrir. Si X dice Gue A es bueno e Y dice que A es malo, uno de Tos dos ha de estar equivocado, aunque sea impo- sible saber quién es. Si no fuera asf, no habri dlivergencia de opinién entre ambos. Si, al air a Ensayos filo oxsbicon mar que A es bueno, X quiere sim, mar que A tiene una determinada mca A por ejemplo, la de agradar su gusto de ales modo; y si Y, al decir que A no es bueno, qui simplemente negar que A tenga tuna relacign ax mejante con él, entonces no puede haber tema de discusin entre ellos. Si X dijera: «Me estoy comiendo una empanada de pichén», seria absur do que Y respondiera: «Es falso: yo no como nada». Pero no seria mds absurda que una disputa ‘acerca de lo que es bueno si, cuando decimos que ‘A es bueno, queremos simplemente afirmar una relacién de A para con nosotros. Cuando los cris tianos afirman que Dios es bueno, no quicren decir simplemente que 1a contemplacién de Dios suscite en ellos ciertas emociones: pod que esa contemplacién no suscita tal emocia en Ibs demonios, que creen y tiemblan, sino que la ca rencia de tales emociones es una de las cosas que hacen malos a los demonios. De hecho, considers mos algunos gustos mejores que otros, pero con Ello no queremos afirmar simplemente que dete ‘ninados gustos son los nuestros y otros son Tos de Jos demas. Ni siquiera consideramos siempre du nuestros gustos sean los mejores: podemos Pre ferit el Bridge a la poesia, pero pensar que trejor preferit 1a poesia al bridge. Y cuando ‘ etianos afirman que un mundo creado PO! “2 Dies bueno ha de ser un mundo bueno, no de. grado, pues ¢ utiliza yu agra 1, Los elementos de la érice Bb m4 do. ¥ tampoco quieren decir simplemente sea del Serado de Dios, pues lo mismo ocurrisia si Dice serubiera sido bueno. Asi, bueno y malo som i dlidades que-pertenecen a los objetos indepen- SKentemente de nuestras opiniones, de la misma i de fnanera que cuadrado y redondo; y cuando dos Giicren acerca de si algo cs bueno, sols- Prente una-de ellas puede estar en lo cierto, por may dificil que pueda ser saber cuil de ellas es 9. Debe subrayarse una consecuencia muy importante de la indefinibilidad de bueno, y es ique el conocimiento de las cosas que existen, han Giistido 0 existirén no puede arrojar ninguna luz Sobre la cuestién de qué cosas son buenas. En la medida en que la ldgica lo permita, puede haber ‘cién general que diga que «todo Jo que existe es bueno», o «todo lo que existe es malo», o «lo que existiera serd mejor (o peor) que Jo que existe». Pero semejantes proposiciones ge- nerales no pueden ser probadas considerando el significado de «bueno», y tampoco se pede lle- gar empfricamente, a partir de la experiencia, @ tales proposiciones generales, dado que no cono- cemos el conjunto de todo lo que existe, ni de lo que ha existido o existiré. Por consiguiente, no podemos llegar a una proposicién general seme- jante, a menos que se tratara de una proposicién evidente por si misma o que derivara de alguna proposicién de este género, la cual (para justificar "su consecuencia) habria de tener el mismo cardcter de generalidad. Pero de hecho no hay, en lo que he podido descubrir hasta aqui, una proposici sf. acerca de la bondad © mal existe, ha existido o existing que del hecho de que el mundo I La creencia de que el mundo en su con es bueno, sin embargo, ha estado amplia difundida. Ha sido defendida bien porque como parte de la religién revelada, se ha supues to que el mundo ha sido creado por un Dios bue no y omnipotente, bien icas, se consideraba I > posible demostrar que \a suma total de objetos existentes habia de ser us bien. No nos ocuparemos aqui de razonamiento; trataremos breve poner premisa ética ‘el mundo es bue- de la primera lines ‘La creencia de que, sin presu alguna, podemos demostrar cualquier otra nocién de bien, implica que la nocién de de definicién. Si cuando decimos (por ejemplo) que tres mas simples, entonees oes trando que el objeto feareeerence que es modo una conclusién que imp! bien aunque no la impli Pero si bien es una nociéi infe Ja nocién de bien, nuestr I6gicamente la ci ‘bueno, obtenien in simple, nO © P 1. Los clementos de la ética 2B no puede cootenera Se trata de un ewe sds ‘al de los compuestos en la quimica. Combinando Hementos 0 compuestos podemos obtener un nuevo compuesto, pero ninguna operacién qui- mica proporcionar un elemento que no se halle presente al principio. Asi, si «bien» es sim- ple, ninguna proposicién que no contenga esta (én puede tener consecuencias que la con- De hecho, quienes han tratado de demostrar que el mundo en su conjunto es bueno general- mente han adoptado la opinién de que el mal ‘eonsiste en Ia ausencia de algo, y de que nada ppositivo es un mal. Corrientemente han apoyado ‘esta opinidn definiendo bueno como una palabra que significa lo mismo que real. Spinoza dice *: «Por realidad y perfeccién entiendo lo mismo»; de ahi se sigue, con muchos menos apuros que Jos que han pasado los metafisicos para demos- trarlo, que lo real es perfecto. En Abt Vogler figura esta opinién: «El mal es nulo, es nada, es ilencio que envuelve sonido.» Cuando se dice que todo mal es limitacién, ‘est implicada la misma doctrina; lo que se quie- re decir es que el mal no consiste nunca en la ‘existencia de algo que pueda ser llamado «malo», sino solamente en la inexistencia de algo. De ahi que toda cosa que pueda existir tenga que ser buena; y la suma total de la existencia, puesto que existe en sumo grado, lo mejor de todo. -Y esta opinién se presenta como derivada del sig- nificado de mal. més absurda que la contraria. eTLNo podemos, Ee tanto, inferir resultado alguno acerca de lo que es bueno 0 malo 4 part de un estudio de las cosas que existen. Ea época actual, es preciso enfrentar esta conclusion principalmente a la ética evolucionista- La expre: sién «supervivencia de Jos més aptos” Ne haber suscitado la creencia de que quien’ fo el viven son los mds aptos en sentido ético, ¥ viot curso de la evolucién prueba que él HPO Pris, se es mejor que el mds antiguo. Sobre ¢s “a mite crea facilmente un culto a la fuerza; Y sentir admiracién alguna por la evolucién; como cuestin de hecho, nuestra preferencia por el ‘europeo frente al negro es totalmente indepen- diente de las mayores proezas europeas con la ametralladora Maxim. ~ En general, el hecho de que algo sea inevita- ble no prueba que no sea un mal; y el hecho Ensayos flossfc, algo sea imposible no prueba que no En la prictica, es sin duda medic et darse por lo inevitable; pero también es false fn teoria, dejar que el mundo real dicte nua’, bien y del mal. Es evidene qe cosas buenas y cosas sna que sabemos demasiado poco del universo para tener derecho a opinar acerca de a, prepondera el bien o el mal, © acerca de si en el futuro aumentard uno u otro. Optimismo y 5 3 i & na; lo que sabemos del mundo tiende a sugerir que el bien y el mal estén claramente equilibra dos, pero también es posible, naturalmente, que Jo que no conocemos sea mucho mejor 0 mucho peor que lo que conocemos. Consiguientemente tuna completa suspensién del juicio sobre esta cuestién es la tinica actitud racional posible 3. Justo e injusto 12. Las ideas de conducta justa ¢ injusta fi guran, como hemos visto, entre aquéllas de las que generalmente se supone que s¢ ocupa la ét ca. Esta opinién, que es indebidamente estrecha, se ve propiciada por el uso tinico de la palabre bueno tanto para el tipo de conducta que © justa como para el tipo de cosas que debe tir en virtud de su valor intrinseco. Este uso de la palabra bueno introduce mucha sién, y tiende enormemente a oscurecct in exis: doble conft Ja dis: puesto en la seccién II. La palabra «justo» es muy ambigua, y no re- sulta nada fécil discernir los diversos significados que sugiere alguno de los otros significa- Este es el resultado normal de Ia falta precisién del lenguaje; pero en la medida en oJ las paradojas son simplemente verbales, no més que a objeciones verbales. ‘Al enjuiciar la conducta, encontramos desde el principio dos métodos ampliamente divergen- tes; uno de cellos es propugnado por moralistas y el segundo por otros, mientras que quienes carecen de teoria ética ponen en précti- ca ambos. Uno de estos métodos, el propugnado por-los utilitaristas, enjuicia la rectitud (right- nness)»de una accién por Ia bondad 0 maldad de sus consecuencias. El otro método, propug- ‘nado por los intuicionistas, 12 enjuicia en funcién de-la aprobacién 0 desaprobacién del sentido moral 0 conciencia. Creo que es necesario com- binar ambas teorfas para conseguir una explica- cién completa de Io justo y de lo injusto. Hay, creo, un sentido en el que un hombre se com- porta justamente cuando hace lo que probable- mente produzca las mejores consecuencias; y a To que entendemos por dictados del Sek moral? Si estos dictados han de propor- Gonar una definicién de la conducta justa, no fodemos decir que consisten en enjuiciar que realizar. gue un hombre debe apruebe, y abstenerse : desapruebe; también pa- sece innegable que hay emociones que pueden as 0 reprobatorias. Asi, hay dhe gander que esa tora, sex 0 no adecusd . verdad. tain mbate, 8 totalmente evidente que hay significados de conducta justa; y que, #U"- Be usta una emocion de aptobacién, existe un juicio de aprobacién, que puede ser no. Sin duda, podemos mantener | 1, Los elementos de la ética 1 un hombre que ha realizado una accién que ee consciencia aprobaba puede haberse equivo Sedo, y que en cierto sentido su conciencia no Geberia haber aprobado su accién. Sin embargo, esto seria imy si sdlo estuviera implicada ina emocién. Equivocarse implica un juicio; y por tanto tenemos que admitir que existe un Juicio de aprobacién. Si no ocurriera asi, no se- tia posible razonar con un hombre acerca de lo {que es justo; todo lo que aprobara seria necesa- Hamente justo para él, y no podria haber argu- mento alguno contra su aprobacién. En la préc- tiea, sostenemos que cuando un hombre aprucba ‘deverminado acto y otro lo desaprueba, uno de Jos dos se equivoca, lo cual no podria ocurrir a aa ‘con una mera emocién. Sia un hombre le gustan Jas ostras y a otro no, no podemos decir que Juno de los dos se equivoca. Existe, por tanto, un juicio de aprobacién’, y éste ha de consistir en enjuiciar si un acto es, fen un nuevo sentido, justo. El juicio de aproba- cién no es simplemente el juicio de que expe- rimentamos la emocién de aprobacién, pues entonces quien desaprobara la accién no podria sostener que nuestro juicio de aprobacién es err6- neo. Para dar un significado al juicio de aproba- cién, es necesario admitir que justo tiene un sen- tido’ distinto del de aprobado. En este sentido, cuando aprobamos un acto juzgamos que es justo, y podemos estar equivocados al juzgarlo asi. Este nuevo sentido es objetivo, en el sentido de que no depende de las opiniones y sentimientos del Ensayos hlosifices on som os dictados de onciencia justamente en Seaside objetivo. alguien hace lo que su sociencia aprucha, realiza que cree que es ob- no necesariamente lo que icone, alin Meio distin del sentido moral o que es objetivamente justo. 14. Al definir la rectitud (Rightness) objetiva es como se hacen relevantes las consecuencias de a accidn. Es verdad que algunos moralistas nic {gn la relevancia de las consecuencias, pero creo See esto hay que atribuirlo a la confusién con aoe As, 4 cull es j tenga que decidir cudl es la educacién justa, ren qué politica 0 educa- puedan tener mejores resultados. Cuando suestién es demasiado complicada y no puc: siguiendo alguna sencilla, «no burtarés» 0 «no eae es eviden- no puede Ilegarse a una decisién si no €s torpando en consideracién las consecuencias. an incluso cuando puede conseguirse la de- n mediante un precepto simple, tal como no por as 22 hurtar, el precepto solo se justifica idign mocemsecvencias, Cabe admitir que ¥? como el Decélogo diffcilmente puede set sin excepciones, si es que 1a bonda il [ if 1. Los elementos de la ética ” maldad de las consecuencias es lo que deter- mina la rectitud (rightness) o injusticia (wrong. ness) de las acciones; en un mundo tan comple- jo, ¢ dificil que la obediencia al Decélogo produzca siempre mejores consecuencias que la desobediencia. Pero resulta sospechoso que las eontravenciones a los Diez Mandamientos que la gente todavia considera obligatorio obedecer ten- gan, de hecho, malas consecuencias en la inmen- ‘sa mayoria de los casos; y que no se considera- flan injustas en un caso en que fuera plenamente seguro que sus consecuencias serfan buenas. Este timo hecho queda oculto por una adicién, dada por supuesta, de tonos morales a las palabras ‘Asi, por ejemplo, «no matards» seria un precepto importante si fuera interpretado, como lo inter- ce Tolst6i, como equivalente a «no quitarés vida humana». Pero no se interpreta asi; por el contrario, a determinado tipo de privacién de Ja vida humana se le llama «homicidio justifica- ble». Asf, «asesinato» viene a significar . Si se hubiera enunciado de esta forma desde el Sinai, hubiera sido tan estéril como el relato de Hamlet del mensaje del fantasma: «No es un villano que habita en toda Dinamarca, sino un pillo redomado». En realidad, la gente suele ha- cer una determinada clasificacién de los homici- dios, y decide que determinados tipos son justi- ficables y otros injustificables. Pero hay muchos casos dudosos: el tiranicidio, la pena capital o Ensayos filossicos en la guerra, en defensa propia, o en de ajena, por ejemplo. Y si se busca uns dc . se la busca generalmente considerando sj ‘eansecuencias de las acciones pertencciente, cases son en conjunto buenas o mala, modo, la importancia de preceptos como ez Mandamientos reside en el hecho de sionan reglas simples, cuya obedien. tiene en casi todos los casos mejores conse cuencias que la desobediencia; la justificacién de las reglas no es totalmente independiente de las raTith* r eR Ty i | 15. En el lenguaje comin se presupone usual mente el cddigo de reglas morales recibido, y solamente se califica de inmoral a una acciée cuando infringe una de estas reglas. Se considers permisible lo que no las infringe, de modo que en muchas ocasiones de la vida no nos encon ‘tramos ante una sola accién caracterizada como a tinica justa posible. Si alguien emprende uns accién que, aunque no sea contraria al cSdigo recibido, vaya a tener probablemente malas con: que sea objetivamente injusto sin hacet 1o 4° para él es subjetivamente injusto, es decit, 4° 4, que su conciencia desaprueba. Un acto (hab tor, en general; volveré sobre este punto en SB ¢s inmoral cuando lo desaprueba la conciee im un hombre; pero solamente se le consi 1, Los elementos de la ética ‘malas consecuencias. Ahora bien: en el len- guaje corriente se supone que el oédigo moral sual es admitido por la conciencia de todo hom- bre, de modo que cuando alguien Jo infringe su sccién no es solamente insensata sino inmoral; por otra parte, cuando el cédigo calla, conside- ramos una accién desgraciada como objetiva pero ‘no subjetivamente injusta; es decir, insensata pero no inmoral. La aceptacién de un eédigo mo- ral tiene Ia gran ventaja de que, en la medida en que sus son obj ss, tiende -armonizar la rectitud objetiva y subjetiva. Tien- ‘as cubrir as{ todos los casos frecuentes, dejan- solamente al juicio individual del agente los més raros. De ahi que cuando se hacen usuales muevos tipos de casos, el cédigo moral empiece pronto a tratar de ellos; ast, cada profesién tie- ne su propio cédigo relativo a los casos comunes dentro de la profesién, pero no fuera de ella. Sin ‘embargo, el cédigo moral nunca es Ia iiltima ins- tancia; se basa en una estimacién de las conse- cuencias probables y es esencialmente un método para dirigir el juicio de los hombres a Ia aproba- Gién de lo que es objetivamente justo y a la des- aprobacién de lo que es objetivamente injusto. Y cuando se acepta un cédigo plenamente co- recto, las excepciones son mucho més raras que fen otro caso; porque una de las consecuencias de la admisién de excepciones es debilitar el cé- digo, y esta consecuencia es generalmente Jo su- Ei acto mis afortunado, entonces, seri el que produzca el mayor exceso de bien sobre el mal, exceso de mal sobre el bien (pues sinuaciones en las que cualquier acto ‘consecuencias que sean en conjunto mantener que el acto siempre el tinico objetiva- sentido de que un hombre mantener que debe hacerlo. ccurrir que el acto que de hecho sex el mas afortunado sea segin todas spariencias, de acuerdo con los datos de que isponemos, menos afortunado que algin ott0. Semejante caso seré objetivamente injusto, al de Ba? Seatido, ix contra la evidenci bien real resultante de actuar asf. Sin hombres que han he- FEEEELL: ipfael & ay i i I 1. Los elementos de la ética x cho tanto dafio que hubiera sido afortunado para el mundo que sus nifieras los hubieran matado en su infancia. Pero si sus nifieras hubieran co. metido tal accién no habrian actuado de un modo objetivamente justo, habida cuenta de que lo més probable cra que dicha accién no hubiera produ ido los mejores efectos. De ahi que parezca que debemos tener en cuenta la probabilidad al en juiciar la justicia obj consideramos, enton- es, que podemos afirmar que el acto objetiva- mente justo es el que probablemente seré el més afortunado. Lo definiré como el acto més pru- dente. El acto mas prudente, entonces, es el que, cuan- do se toman en consideracién todos los datos disponibles, nos proporciona en comparacién la mayor expectativa de bien o la menor expecta- tiva de mal. Naturalmente, existe una dificultad relativa a lo que han de considerarse datos dispo- nibles; pero, en general, podemos distinguir, en un determinado estado del saber, entre las cosas susceptibles de ser previstas y las cosas imprevi- sibles. Supongo que debe tomarse en considera- cién el cuerpo general del conocimiento normal, de hecho el tipo de consideracién que la gente ‘espera cuando solicita consejo médico 0 juridico. No hay duda de que esto nos Ileva més cerca de lo que es objetivamente justo, de lo que estaba- mos cuando considerébamos el acto realmente ‘mds afortunado. En primer lugar, justifica la ine- vitable limitacién a las consecuencias no muy Iejanas que casi siempre es necesaria si ha de con- Ensayos filoséficos seguirse una decisién prictica. Pues la_posbi FES error al calcular las consecuencias leja on que su contribucién al bien o ‘muy pequefia, aunque su con fnibocign al bien al mal real serd fécilmente Mucho mayor que la de las consecuencias. més préximas. Y parece evidente que lo que es casi PRposible de conocer resulta irrelevante al juzgar iit es la conducta justa. Si, como es posible, un Sclismo hubiera de destruir la vida en nuestro planeta el préximo fin de semana, muchos actos otro tiles resultarian trabajo perdido preparacién del Nautical Almanac iho préximo; sin embargo, puesto que no perar semejante cataclismo, est fh rectitad 0 injusticia de los actos ha ‘estimada independientemente de cllo Sin embargo, una objecién aparente salts Sf misma frente a la definicién anterior ‘pocos actos tienen impostancia suficiente como para justificar una consideracién tan elabo, ieele ¥ cmbledons como Ta que ne soqulere Po eH ab z 2 tbles. Seria tomar sobre bases puramente razov tia cull 4s benefi- tioso, la cuestion es a la vex dificil y caret, importancia, y no vale Ia pena perder ¢ Secisio- con ella. Pero aunque es cierto que las Joptarse nes carentes de importancia no deben adoP' 5 1. Los elementos de Ia ética 9 con excesivo cuidado, existe un peligro de con fosidn si este punto se considera como una obje- cdén a nuestra definicién de justicia objetiva; pues el acto que en el caso supuesto es objetiva Prente erréneo ¢s el acto de deliberacién, no el cto decidido como resultado de Ia deliberacién. Y Ia deliberacién queda condenada por nuestra definicién, pues es muy dificil que no exista un modo mis beneficioso de emplear el tiempo que debatir aspectos triviales de la conducta. Asi, fsunque el acto ms prudente es el que, tras una investigacién completa, parece que probablemen- te dard los resultados més afortunados, Ja inves- tipo completa requerida para saber cudl es ‘acto mas prudente sdlo es prudente en el caso de decisiones muy importantes. Se trata solamen- te de un modo complicado de decit que un hom- bre prudente no perderé el tiempo en detalles sin importancia. De este modo puede responder- se a esta objecién aparente. 18. La definicién del acto objetivamente jus- to precisa un elemento més: simplemente, que ha de ser posible. Entre los actos cuyas conse- cuencias deben tenerse en cuenta no hay que incluir los que son imposibles de realizar 0 impo- sibles de pensar por el agente. Esta tiltima con- dicién introduce dificultades relacionadas con el determinismo, que serdn discutidas en la sec- cién IV. Prescindiendo de-estas dificultades, po- demos decir que el acto objetivamente justo es el gue, entre todos los actos posibles, tendré | probablemente las mejores consecuencias. -o Ensayos filosstico, 19. Debemos volver a considerar ahora | titud subjetiva para distinguir la conduce “i mente errdnea de la conducta inmoral rable. Necesitamos aqui un nuevo sentido debe, que no es nada ficil de definir. En tido objetivo, se debe hacer lo que es cay mente justo. Pero en el sentido subjetivo, que 2, el que hemos de examinar ahora, a veces sc dele hhacer Jo que ¢s objetivamente injusto. Por ciem plo, vimos que con frecuencia ¢s objetivamente justo conceder a una cuestién de conducta sin importancia menos consideracién de la que seria necesaria para formar un juicio de confianza acer ca de lo que es objetivamente justo. Ahora bien parece claro que si hemos dado a una cuestién semejante la cantidad y clase de consideraciéo que es objetivamente justa, y hacemos entonces Jo que nos parece objetivamente justo, nuestra accidn es, en cierto sentido, subjetivamente juss e set objetivamente injusta. Sin SPT pdl Gece pecado, e incluso podria ser altamente virtuoss a pesar de su injusticia objetiva. Examinaremos a continuacién estas nociones de lo pecaminoso y lo virtuoso. ae 20. La primera sugerencia que naturalmentt se presenta es que un acto es subjetivamel” justo cuando el agente juzga que €s oct te justo, y subjetivamente injusto cuando lo ilo objetivamente injusto. No quiero decit co” que un acto sea subjetivamente justo CU tet agente juzgue que es el que probablemente 1, Los elementos de Ia ética a dré mejores resultados entre todos los posibles; pues el agente puede no aceptar la anterior acep Pian de Ia rectitud objetiva. Quiero decir sim plemente que se trata de un acto que ha mere fido el juicio de aprobacién. Se puede juzgar que up acto es justo sin juzgar que sus consecuencias serdn probablemente las mejores posibles; sola mente afirmo que cuando se juzga con verdad que un acto ¢s justo, entonces sus consecuencias probablemente serén’las mejores posibles. Pero el juicio acerca de lo que es objetivamente justo puede ser erréneo, no solamente por una inco- recta estimacin de Jas consecuencias probables, © por no haberse pensado en un acto que habia de ser tenido en cuenta, sino también por una incorrecta teorfa acerca de lo que constituye la justicia objetiva. Dicho de otro modo, mi defini- iéa de Ia justicia objetiva no se debe entender como un anilisis del significado de la palabra, sino como una caracteristica que de hecho tienen todas las acciones objetivamente justas y no las Consideraremos, pues, la idea de que un acto €s moral cuando el agente lo aprueba, ¢ inmoral cuando lo desaprueba; al usar moral se signi- fica subjetivamente justo, y al usat inmoral se significa subjetivamente injusto. Esta idea, por Supuesto, necesita muchas modificaciones. En pri- mer lugar, frecuentemente solemos considerar in- moral el aprobar determinadas cosas y desapro. bar otras, a menos que circunstanci especiales excusen esa aprobacién o desaprobacién. En se. = Ensayos losctico, gundo lugar, los actos no meditado. . no hay juicio ni de a ni deg ciéa, son a menudo morales 0. inmon ier estas razones, puede considerarse que la viene” cidn sugerida es inapropiada. fini. 21. La doctrina segiin la cual un acto nunca es inmoral cuando el agente lo considera juna tiene el inconveniente (0 la ventaja) de que ex cusa casi todos los actos que corrientemente se condenarfan. Muy pocas personas hacen delibe radamente lo que en un momento determinado consideran injusto; generalmente razonan prime ro para s{ hasta llegar a una creencia segin la cual el acto en cuestin es justo. Deciden que es obligacién suya dar tal o cual leccién, que sus derechos han sido vulnerados tan gravemente que no vengarse seria una incitacién a la injusticia, que sin una entrega moderada al placer el caric- ter no puede desarrollarse, etc. Pero no por ello dejamos de censurarles por sus acciones. Natu- ralmente, puede argiiirse que una creencia pro- Gucida por un auto-engafio no es una creencia auténtica, y que la gente que sas para si siempre sabe que la verdad es dis tinta. Hasta cierto punto, esto es indudablemen- te verdadero; pero no creo que lo sea siemprt Hay, sin embargo, otros casos de juicio ed” cado acerca de lo que es justo, en Ios que ¢! Wir cio es ciertamente auténtico y en los que # Pet de todo condenamos al agente. Hay también Tr sos de atolondramiento, en los que Ia Petter toma en cuenta las consecuencias que ¢! #¢t° ) €n los gue inventa tales excu- Fr Hate eI ERRNO & 1, Los elementos de Ia ética “0 dri para ella pero omite considerar las que ten Grd para los demés. En estos casos, el agente fangard correcta y honestamente a partir de todos Jos datos que recuerde; pero serfa mejor perso- na si recordara més datos. Muchas de las accio- fnes que corrientemente se condenan como egois- tas caen probablemente bajo este rétulo. De abt que debamos admitir que un acto puede ser in- thoral incluso aunque el agente juzgue muy autén- ticamente que es justo. [Los actos irreflexivos, por otra parte, en los que no hay juicio acerca de si son justos injus- tos, con frecuencia se alaban o condenan. Los ac- ws de generosidad, por ejemplo, son més admi- rados cuando son impulsivos que cuando resul- tan de Ia reflexién. No puedo encontrar ejemplo de un acto que sea mas condenable cuan- do es impulsivo que cuando es deliberado; pero no hay duda de que se condenan muchos actos impulsivos, por ejemplo cuando provienen de un impulso de malicia o de crueldad. 22. En todos estos casos en los que falta la reflexién, asi como en los de reflexién inapropia- da, puede decirse que la condena no recae pro- piamente sobre el acto, sino més bien sobre el carécter revelado por el acto; 0, si se trata de varios actos, sobre los actos de deliberacién pre- vios a través de los cuales se ha producido el carfcter que ha tenido como resultado el acto presente. Los casos de auto-engafio serfan enton- ces dejados a un lado sobre Ja base de que quien se engafia a sf mismo nunca cree realmente lo moral debe ser definido como un acto que el agente Ce juzgado justo si hubiera conside Cuestin es deci 4 con el objetivo de descubrir lo que es jun y no para demostrar que determinada actuacién, €s justa. Si un acto carece de importancia y al mismo tiempo no es claramente menos justo que alguna alternativa obvia, no lo consideraremos moral ni inmoral, pues en tal caso no merece una consideracién cuidadosa. El grado de cuidado que merece una decisién depende de su importancia y de su dificultad; en el caso de un oa propugna una nueva politica, por ejemplo, ees pueden ser necesanos afios de delibera- cién para poder excusarle de 1a acusacién de lige- reza. Pero en el caso de actos menos importa generalmente es justo decidir, incluso, eel Posterior reflexién puede mostrar que la desist) actual es errénea. Hay, por tanto, un cierto #ra°° de reflexién apropiado para los diversos al mismo tiempo, algunos actos justos sone oa res cuando proceden de un impulso (on ‘Con de tal género que la reflexién los aprobaria). °°. 0 siguientemente, decir que un a pre RRR Eo 1. Los elementos de Ia ética ” moral cuando se trata de un acto que el agente juzgaria justo tras cl grado apropiado de refle xidn sincera, 0, en el caso de los actos que son mejores si son irreflexivos, tras el grado y tipo de reflexién necesaria para formar una primera opi. nin. Un acto es inmoral cuando el agente lo juzgaria injusto tras el grado de reflexin apro- No es moral ni inmoral cuando carece de importancia y cuando un pequeiio grado de re. flexién no basta para mostrar si es justo 0 in. 23. Podemos resumir ahora nuestro examen sobre lo justo y lo injusto, Cuando un hombre ‘ ta: «¢Qué debo hacer?», se pregunta cua cx La condacia jest en sentido obictive Ne pregunta: «¢Qué deberia hacer una persona que sostuviera mis opiniones acerca de lo que debe hacer una persona? »; pues sus opiniones acerca de lo que debe hacer una persona constituirén su respuesta a la cucstién «2Qué debo hacer?» Pero el observador, que cree que el hombre ha respondido equivocadamente a esta cuestién, pue- de, sin embargo, sostener que, al actuar segiin su respuesta, actuaba justamente en un segundo sen- tido, subjetivo. Llamamos accién moral a este segundo tipo de accién justa. Afirmamos que tuna accién es moral cuando el agente Ia juzgaria justa tras un grado apropiado de reflexién since- ra, 0 tras un pequefio grado de reflexién en el caso de acciones que son mejores cuando son irreflexivas; el grado de reflexién-apropiado de- pende de la dificultad y la importancia de la ~ E ASAYOS. Flosétcog decisién. Y afirmamos que una accié cuando, entre todas las acciones ‘positles’ /M!# que probablemente tendré mejores Justo tiene muchos otros significados Parece que éstos son los que se necesitan pore responder a las preguntas: «¢Qué debo hacer? y «ZQué actos son inmorales?» ibles, es |g resultados, » Pero me 4. Determinismo y moral 24. La importancia para la ética de la cues tidn de la libertad de la voluntad es un tema sobre el que se ha suscitado casi tanta diversidad de opiniones como sobre el de la libertad de ls voluntad misma. Los partidarios de la libertad de la voluntad ban afirmado que su ‘ezacin ién del mérito y rito; ro ecg Seas ba. Se han argiiido, en el otro bando, que « me nos que podamos prever, siquiera a eer . las consecuencias de nuestras acciones, eae sible saber qué camino debemos emprencs determinadas circunstancias; y qu sible predecir en cierto grado las los demés hombres, la previsién ¥: la accién racional se oes . las siguientes lineas, no me propos sent brumadoras, y me comer esti Breve indicacién de fas misma ad de 8 9 que me ocupo no ¢s la - 1. Los elementos de la érica ” Juntad misma, sino la cuestiGn de saber cémo la moral se ve afectada por el determinismo presu puesto, si es que lo es de alguna manera ‘Al examinar esta cuestién, como en la mayo- ria de los problemas de la ética, el moralista que earece de formacién filoséfica equivoca, a mi jui- cio, el camino y se ve envuelto en complicaciones innecesarias al suponer que, respecto de la con- ducta, lo justo y Jo injusto son las concepciones Glrimas de la ética, en vez de lo bueno y lo malo; y ello tanto para los efectos de la conducta como para otras cuestiones. Los términos bueno y malo se san tanto para el tipo de conducta que es Justa o injusta como para el tipo de efectos que coperarve de fa conducts justa ¢ injure, respectivamente. Hablamos de un buen cuadro, de una buena comida, etc., y también de una buena accién. Pero hay una gran diferencia entre estos dos significados de bueno. Hablando de ‘manera aproximativa, una buena accién es aqué- lla cuyos efectos son buenos en el otro sentido. Manejar dos significados para una sola palabra produce confusién, y por ello hemos acordado en la seccién anterior emplear accién justa en vez de accién buena. Para decidir si una accién es justaves necesario, como hemos Visto, considerar sus probables “efectos. Silos efectos probables en conjunto, mejores que los de cualquier tra accién posible bajo las’ cireunstancias dadas, entonces la accién €s\ji#itai"Las cosas buenas son | “tosas que, por”sf mismas & independientemente { “de’sus efectos, debemos desear ver en existencia: creme NR ST

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