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Considera, alma perdida, Si a llorar Cristo te enseña

que en aqueste paso fuerte y no aprendes la lección,


dieron sentencia de muerte o no tienes corazón,
al redentor de la vida. o será de bronce o peña.

Advierte lo que le cuesta, Considera cuán tirano


ingrato, a tu Creador, serás con Jesús rendido
pues, por ser tu redentor si en tres veces que ha caído
cayó con la cruz a cuestas. no le das ni aún la mano.

El que a los cielos creó A la misma honestidad


y a la tierra le dio el ser los verdugos desnudaron
que por su amor quiso caer y las llagas renovaron
al tercer paso que dio. con inhumana crueldad.

Considera cuál sería En medio de dos ladrones


en tan recíproco amor, en la cruz lo enarbolaron
la pena del Salvador y el cuerpo descoyuntaron
y el martirio de María. al clavarlo los sayones.

Perdió la ira y el compás Aquí murió el Redentor;


cuando dispuso, severa, Jesús, ¿cómo puede ser
que algo menos padeciera que tanto amor llegó a ver
porque padeciera más. y que viva el pecador?

El que luz al mundo dio Los clavos, qué compasión,


con semblante sereno y espinas que le quitaron,
por estar de sangre lleno segunda vez traspasaron
en un lienzo imprimió. de María el Corazón.

Tus culpas fueron la causa Llegó al ocaso la luz;


y el peso que le rindió, entra, cristiano, sin tasa
si segunda vez cayó, y en el sepulcro repasa
en tu llanto no hagas pausa. los misterios de la cruz.

El músico Eleuterio Díaz, que fue conocido popularmente como "Elu el tamborilero”,
nació en Gernika en torno a 1830. Entre 1850 y 1858 fue tamborilero del ayuntamiento de Deusto,
donde también desempeñó los oficios de alguacil y alcaide de la cárcel de la localidad. En la
festividad de Santa Cecilia de 1857 participó en la basílica de Santiago de Bilbao, formando parte
de un coro de 30 voces, donde interpretaron una misa cantada con gran orquesta, dirigida por
Nicolás Ledesma. Tras la marcha del tamborilero de Gernika, Lino Ugarte, que había obtenido la
plaza de txistulari de Donostia en 1858, Eleuterio regresa a Gernika y ocupa las plazas vacantes de
txistulari y de director de la banda municipal. También actuaba como organista de la parroquia de
Santo Tomás de Arratzu. En 1860 instituyó el “Vía-Crucis” del Viernes Santo que se iniciaba en la
iglesia de San Juan y concluía en la de Santa María, siendo él mismo el autor de la música (la
presente partitura). “Elu” debió establecer una academia de música donde enseñaba txistu a los
niños, del estilo de las que hemos conocido en la segunda mitad del siglo XX, pues en la velada
que se celebró en el Teatro Liceo de la villa foral, en 1877 para celebrar la festividad de Santa
Cecilia, y donde también se rindió un homenaje al recientemente fallecido organista José María
Echeberria, se presentó apoyado en su hijo Valentín Díaz Ajuria, también músico, rodeado de “sus
niños flautistas” (= txistularis). Debió morir pocos años después.

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