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LA PS pe UPA LO) DE GANDY JONES ea Pla td LA MANIPULACION DE CANDY JONES Donald Bain ‘Fascinante y sobrecogedor. Creo que John, Candy y ef autor, Donald Bain, se han estorza- do por revelar a verdad... Admiro su valerie at elatar’ abiertamente” una historia tan inquictante.”” Dela Introduccién, por of Dr. Herbert Spiege! Hermosa e inteligente, Candy Jones fue la mas destacada modelo norteamerica- na de los afios cuarenta y cincuenta. S6lo en un mes, ocupé las portadas de once revistas y fue protagonista de un éxito teatral en Broadway. Después vinieron los tiempos dificiles: en r960, segtin confesién propia, acepté colaborar, por dinero, como correo de la CIA; afirma que sirvié a la Agencia por espacio de doce afios. Esta es la historia de aquellos terribles afios, narrada por la propia Candy, en unas grabaciones —magnetofénicas, mientras se encontraba bajo hipnosis. En 1972, Candy contrajo matrimonio con el presentador radiofénico neoyor- kino Long John Nebel quien, preocupado por los stibitos cambios de humor y por el cada vez mas grave insomnio de Candy, la ayuds a relajarse y la indujo al estado hipnético, el primero en una larga serie de sesiones terapéuticas. Asi, (ilgue 82, * satay) Candy revelé haber sido utilizada como conejillo de Indias en un programa de manipulacién mental de la CIA. Esta aterradora historia fue obtenida gracias a mas de 200 horas de cintas grabadas durante los estados hipnoticos de Candy Jones. Candy relata como un médico de la CIA desdobl6: su mente, consiguiendo dos mujeres distintas sobre las cuales ejer- cer su dominio, en un acto de manipula- cién sin precedente cuyas consecuencias apenas pueden medirse. Refiere que viajé a Vietnam del Sur, donde fue torturada fisicamente; que fue objeto de una demostracién en la central de la Agencia; que estuvo al borde del suicidio durante un intento por obligarla a ca- llar... Gracias a la hipnosis, Nebel pudo lograr que su esposa reanudase su vida, libre de los terribles tormentos que le apri- sionaban el cerebro. Por el secreto que rodea todas las actividades de la CIA, la extraordinaria historia de LA MANIPULACION DE CANDY JONES constituye un enigma aterrador y desconcertante. Sin embar- go, unas revelaciones recientes acerca de los experimentos de (aad de cerebro realizados por la CIA, hacen esta histo- ria innegablemente verosimil. De algo no cabe la menor duda: se trata de un espantoso y conmovedor relato que fascinara al lector en todo momento y que encontrara eco en su cerebro duran- te mucho tiempo después de haber concluido su lectura. Ssbnenbirras RECIO sobre una fto de Candy Jones DONALD BAIN (foto Quig La aterradora y veridica historia de una bellisima modelo brutalmente manipulada por la CIA Una historia de hipnosis, lavado de cerebro y tortura sexual Muy pronto, tema de una superpro- duccién 20th Century Fox “Una auténtica pesadilla... Puede ser el oscuro mito de nuestros dias.” E. G. VALENS, novwlisia FREDERICK S. DICK, miédico especia “Material explosivo... Aunque estaba al corviente de buena parte del tema, me resultaba imposible abandonar su Lectura, la en hipnosis que traté a Candy Jones “Un libro extraordinariamente emotivo e inguietante, La realidad ¢s, en este caso, mucho més fantéstica que la ficcin...” DAVID BROWN, productor cinematogréfico La manipulacion de Candy Jones Donald Bain La manipulacion de Candy Jones G EDICIONES GRIJALBO, S. A. =m BARCELONA- BUENOS AIRES- MEXICO, D. F. Titulo original THE CONTROL OF CANDY JONES ‘Traducido por M> ANTONIA MENINI de la 1. edicién de Playboy Press Book, Chicago, Illinois, 1976 por acuerdo con Scott Meredith Literary Agency, Inc., Nueva York © 1976, DONALD BAIN © 1977, EDICIONES GRIJALBO, S$. A. Deu y Mata, 98, Barcelona, 14 Primera edicién Reservados todos los derechos Privtep In SPAIN Impreso EN EspaNa ISBN 84-253-0900-X (tela) ISBN _84-253-0901-8 (ristica) Depésito legal: B, 28949-1977 Impreso por Flamma, Masia 3, Montcada (Barcelona) Prdlogo . Introduccién 6 ws PRIMERA PARTE 10. 11. 13. 14, 15. oo SS La boda é La noche de bodas j Al dia siguiente . Un recuerdo consciente de la infancia * La primera cita . La chica de Conaver . La organizacién . Emerge el tridngulo. . El despacho de Oakland . La «incubacién» de Arlene Las primeras misiones Oakland. El programa continia Entrenada para odiar Reconocimiento mutuo El ataque SEGUNDA PARTE 16. Las misiones ‘ 17. El regreso a Taiwan . 18. La demostracién . 19. Intentos de dejarlo . 20. EL presente . APENDICE 1 EI perfil de induccién hipnética APENDICE 2 Informe al presidente elaborado por Ja comisién de investigacién de las actividades de la CLA dentro de los Estados Unidos . 269 291 311 331 345 367 375 A Candy Jones... una mujer extraordinaria Todos los hechos relatados en este libro son ciertos. Se han modificado tinicamen- te algunos nombres, localizaciones e iden- tidades. Prélogo He tenido ocasién de Megat a conocer muy bien a Candy Jones y a John Nebel en estos tiltimos afios, tanto como invitado en sus programas radiofénicos como en mi altdad de’ patgalatta’. len ouinveetiicerdenpen dcsen tenant chas de las desconcertantes incdgnitas del pasado de Candy, ambos me rogaton que la examinara, especialmente para averiguar su capacidad de ser hipnotizada. Tras elaborar una detallada historia clinica, la some- timos a un exhaustivo examen utilizando pruebas psicold- gicas corrientes, incluido el Test de Apercepcién Tematica (TAT) y el de Rorschach. Dichas pruebas revelaron que estaba sujeta a periodos episddicos de tensién, aunque sin llegar, a extremos psicdticos o esquizofrénicos. Utilizamos después una medicién clinica de la hipnoti- zabilidad, es decir, el Perfil de Induccién Hipnética (PTH), para establecer la capacidad hipnédtica de Candy. Esta prue- ba ha sido desarrollada y normalizada a lo largo de diez afios en una vasta poblacién de pacientes y parece indicar con precisién el grado hasta el cual un individuo es hip- notizable. Dichas pruebas son importantes porque la hip- nosis es una propensién que los individuos poseen en distintos grados y que se modifica muy poco en una per- 9 sona determinada con el paso del tiempo. La hipnosis no es una cualidad que un hipnotizador proyecta en una per- sona; se trata, por el contrario, de condiciones inherentes al individuo. La respuesta de Candy al perfil de Induccidén Hipnotica revel6 que ésta era una persona extremadamente hipnoti- zable, resultado que confirmaron independientemente otros dos psiquiatras. Su propensidn la sittia en el reducido gru- po de individuos sumamente hipnotizables, correspondien- te a no més del diez por ciento de la poblacién. Esta elevada hipnotizabilidad hace posible regresar a épocas pasadas de su vida y actuar como si se encontrara en el presente. Y es también coherente con su amnesia global; es decir, con el completo 61 5 La primera cinta El matrimonio entre Candy Jones y Long John Nebel se deslizé sin contratiempos a lo largo de los primeros cinco meses de 1973. El programa nocturno de Nebel en la WMCA prosperé hasta convertirse en el primero de los programas nocturnos de Nueva York. Lo cual no consti- tuyé ninguna sorpresa para nadie, teniendo en cuenta el éxito previamente alcanzado por John en las emisoras WOR y WNBC. Se observaba, sin embargo, una diferencia en Ja forma en la que él consideraba su éxito en la nueva emisora. En la WNBC Nebel se habia empezado a ene- mistar con la direccién, especialmente tras la incorpora- cién de un nuevo equipo directivo destinado a elevar la deficiente calidad de algunos programas. Los nuevos jefes deseaban captar el mercado de Ja mtisica rock y empezaron a presionar a Nebel con el fin de que éste modificara su programa de tal forma que se consiguiera atraer al pt- blico adicto a este tipo de musica. Nebel se resistié a hacer- Jo y ello condujo a su partida de WNBC. EI estilo de John Nebel siempre habia sido muy libre. Puesto que disponia cada noche de un periodo de seis horas, a Nebel le gustaba utilizar el estilo esponténeo y casual al que sus numerosos oyentes habjan respondido 63 favorablemente a lo largo de los afios. Lo cual no quiere decir que sus programas resultaran Ientos y aburridos. Muy al contrario, el tipico programa Nebel constitufa una experiencia eléctrica y chispeante. Su habilidad en descu- brir los puntos débiles de los invitados a sus programas ya se habfa convertido en una caracteristica legendaria. En las escuelas radiofénicas de todo el pais se pasaban cintas de los programas de Nebel como parte de los estu- dios de los aspirantes a locutores. Era el maestro indiscu- tible de Ja entrevista polémica, a pesar de que él conside- raba como cl mejor entrevistador radiofénico a Barry Gray, el hombre cuyo programa habia sido el origen del suyo en la WMCA. Los invitados de Nebel representaban una muy variada gama de temas y participaban en el programa sabedores del riesgo que corrian. Nebel era capaz de descubrir la falsa fachada de un personaje antes incluso de empezar a interrogarle, y no era nada insdlito que un invitado aban- donara los estudios presa de la célera a causa de lo que, en su opinién, habia sido un tratamiento dspero e injusto por parte del presentador del programa. A veces, el trata- miento era efectivamente injusto, si bien, desde el punto de vista de Nebel, cualquier cosa que contribuyera al buen &xito del programa estaba justificada. Algunas veces el productor de Nebel se acercaba a un invitado que aguar- daba en la sala de espera firmando documentos de cesién de derechos y le preguntaba con aire indiferente si habia algtin punto de discusién que deseara evitar. Un micré- fono oculto le transmitfa la respuesta a Nebel, que escu- chaba desde otra estancia. En cuanto se encendia la luz roja del estudio, el invitado podfa dar por seguro que aquel tema de discusién prohibido serfa la base de la primera pregunta de Nebel. ‘A lo largo de toda su carrera John Nebel habfa susci- tado controversias. Era aborrecido por muchos oyentes a quienes molestaba su perversa y discordante forma de 64 tratar a ciertos invitados, con los que ellos se identificaban, y a menudo protestaban de este trato Ilamando por telé- fono al programa en los momentos dedicados a recibir Iamadas exteriores. A pesar de lo cual, seguian escuchando como un fiel rebafio para el que la voz de Nebel habia pasado a formar parte integrante de sus familias. Nebel sabia que su publico era muy adicto, razén por la cual prefirié estructurar su acuerdo con la WMCA siguiendo el modelo de Barty Gray: ningdn sucldo, pero el 50 por ciento de todos los ingresos publicitarios que se obtuvie- ran a través del programa. Al cabo de algunos meses, Nebel ya ganaba mds dinero del que jamés hubiera ganado en Ja WNBC o en la WOR y eso que su sueldo en la WNBC era superior a los 100.000 délares anuales. Los patrocinadores tenfan que ser rechazados por falta de tiempo. En conjunto, la base econémica de John Nebel resultaba una situacidén sdlida y satisfactoria para un hombre que en su juventud se habia conformado con ganar un dédlar o dos por las calles de Nueva York vendiendo exprimidores de naranjas a la gente que consegufa congregar a su alrededor. La posicién econémica de Candy no era tan afortunada. Ella era, por confesién propia, una mala mujer de nego- cios. Sus escuelas de maniquies, respetadas instituciones en el sector de la moda, no eran rentables. Nebel le acon- sej6 que clausurara las escuelas y se uniera a él en el pro- grama. Candy accedié y entonces los abogados y contables de Nebel iniciaron el largo proceso de reduccién de sus actividades empresariales. Los cambios de humor de Candy, que tanto habian inquietado a John, seguian produciéndose, si bien jamds con la suficiente regularidad o intensidad como para pro- vocar desavenencias entre ellos. Ambos estaban sumamente ocupados y apenas vefan a sus antiguos amigos. Segin Nebel, la tinica inquietud real de sus vidas en aquellos momentos era el resultado del creciente insomnio de Can- 65 dy. Esta no lograba conciliar el suefio a pesar de lo mucho que le hacia falta. Trabajaba en doble turno: los dias los dedicaba a la miriada de problemas de sus negocios y sus noches formaban parte de la vida de su esposo. Se sentia agotada, pero sus intentos de dormir se traducian simp! mente en unos superficiales y agitados suefios muy ligeros, independientemente de la hora que fuera. El domingo por la mafiana, 3 de junio de 1973, regre- saron a su apartamento una vez terminada su labor en la WMCA. Candy Ilevaba presentando el programa conjunta- mente con su marido desde el mes de mayo y estaba toda- via ocupada en la reduccién progresiva de sus propias actividades empresariales. Aquella mafiana traté de dor- mir pero, segtin Nebel, se limité a dar vueltas en la cama matrimonial de la pequefia alcoba. Tenfa el rostro chupado y las ojeras que Je rodeaban los ojos conferian a éstos una apariencia hundida. Se incorporé en Ia cama al borde de las lagrimas y le hablé a su marido de los efectos que el cansancio estaba ejerciendo en ella. Nebel se ofrecié para ayudarla. —2Cémo? —pregunté Candy. —Te hipnotizaré. —A mi no me pueden hipnotizar, John —dijo ella, soltando una risa forzada. —Bueno, pues déjame probar a mf. Jamas lo he hecho, pero creo que sabré hacerlo. Ser4 simplemente cuestién de relajarte, como en la meditacién. A pesar de que jamds habia tratado de provocar cl estado hipnotico en ninguna persona, Nebel confiaba en poder hacerlo gracias a sus extensas lecturas acerca del tema. Le preocupaba, sin embargo, la puesta en practica de la teoria. Sabfa, como es Iégico, que los médicos amigos suyos que practicaban la hipnosis fruncfan el cefio ante las personas que se entremetian en la ciencia sin disponer de sdlidos conocimientos médicos. Sabia también, no obstan- te, que, a no ser que un hipnotizador utilizara deliberada- 66 mente el estado hipnético para «obrar el mal», tal como su amigo el doctor Herbert Spiegel, psiquiatra y profesor adjunto del College of Physicians and Surgeons de la Uni- versidad de Columbia prefiere decir, pocos perjuicios po- dian derivarse para el sujeto. La situacién del momento era indudablemente propicia para la induccién del estado hipnético. Candy era, y sigue siendo, una persona altamente sugestionable, y buena parte de sus fracasos empresariales cabe atribuirla precisamente a este rasgo de su personalidad. Confiaba grandemente en su marido, requisito éste extraordinariamente itil para cualquier persona que practique la hipnosis. Lo mds impor- tante, sin embargo, era que Nebel no pretendia servirse del estado hipnédtico para manipularla. Sdlo pretendia pro- vocar la relajacién, una de las finalidades més habituales de Ja hipnosis, y especialmente de la autohipnosis, y em- plear posteriormente una técnica de induccién Namada «re- lajacidn progresiva». Existen tantas técnicas de induccién como hipnotizadores (la comunidad cientifica prefiere Ia- mar a los hipnotizadores «operadores», pero a lo largo de este libro se utilizard el término Spiegel se refirié también, sin embargo, a los factores tiempo y dinero que hubieran excluido précticamente Ia utilizacién de un profesional a lo largo de los muchos meses de sesiones hipnéticas con Candy. Se dispone actual- mente de m4s de 200 horas de cintas grabadas durante sus regresiones temporales. «Me imagino que podria conside- rarse algo asf como una compensacién —dice Spiegel—. Para obtener semejante abundancia de material fue nece- sario todo el profundo interés y la paciencia de John que estuvo junto a Candy noche y dia, lo cual hubiera cons- tituido una tarea imposible para un extrafio.> En el transcurso de la reciente fase previa a la publi- cacién de este proyecto, cl editor sugirié la conveniencia de que un psiquiatra imparcial intentara revisar parte del material grabado por John Nebel durante las regresiones de Candy. Se solicits la opinién del doctor Spiegel acerca del valor potencial de semejante experimento. «Hacerlo como es debido en esta fase, exigiria unas cantidades exorbitantes de tiempo y dinero —fue la res- 72 puesta de Spiegel—. Tendria que Ievarse a cabo a lo largo de un prolongado periodo y no se sabe si resultaria o no fructifero. El hecho de realizar una breve regresién de prueba con Candy no demostraria nada. Es probable que cualquier hipnotizador profesional obtuviera el mismo ma- terial, vdlido e invdlido, que ya ha obtenido y grabado John.» Existe, como es Idgico, la cuestién de Ja licitud en relacién con la continuada utilizacién de la hipnosis con Candy por parte de John, sobre todo cuando las sesiones empezaron a producir regresiones temporales. «Permitanme explicatlo del siguiente modo —comenta el doctor Spiegel—. Si alguien realiza una apendicectomia sobre una mesa de cocina y la operacién da resultado, no tiene mds remedio que reconocerse que ésta ha dado resul- tado. A pesar de lo cual, dicha experiencia no debe conver- tirse en modelo de todas las apendicectomias. El] hecho de que John Nebel pudiera recoger y grabar tanta informa- cidn en el transcurso de las regresiones de Candy no cons- tituye y no puede constituir un modelo para aventuras similares con otras personas.» Los comentarios finales de Spiegel a propésito del va- lor de Ja intervencién de un psiquiatra exterior reflejan, hasta cierto punto, su vasta experiencia en calidad de ase- sor de distintos organismos encargados de velar por el cumplimiento de la ley, entre ellos, el FBI. El doctor Spiegel estuvo recientemente en Ann Arbor, Michigan, donde hipnotizé a algunos de los enfermos supervivientes del Hospital de Veteranos de la Administracién de Michi- gan en el que once pacientes habian fallecido como conse- cuencia de colapsos respiratorios. Se sospechaba que algiin miembro del equipo del hospital habfa inyectado a los pacientes Pavulon, variante del curare, la mortffera toxina vegetal sudamericana. Spiegel hipnotizé a un paciente que, bajo estado hipnético, recordé ciertos acontecimientos que habfan ocurrido en la sala y que no habfan sido recordados 73 en el transcurso de anteriores interrogatorios en estado de vela. Basdndose en esta informacién, el FBI pudo am- pliar el alcance de sus investigaciones llegando posterior- mente a la identificacién de dos personas sospechosas, am- bas enfermeras.* «Lo que ocurre —afirma Spiegel— es que la informa- cién obtenida a través de la utilizacién de la hipnosis no es, en si misma, legalmente vélida. De todos modos, sitve para ampliar ulteriormente las reas potenciales en las que sea posible buscar una validez externa. En el caso del Hos- pital de Veteranos de la Administracién de Michigan, ello facilit6 al FBI una mayor cantidad de material con la que poder trabajar. La increible cantidad de material grabado por John Nebel durante los estados hipnéticos de Candy debe considerarse bajo esta misma perspectiva. Las cintas contienen un extenso campo del que pueden extraerse mu- chos indicios con vistas a la prosecucién de las investiga- ciones acerca de su pasado. Me complace muchfsimo que dichas investigaciones estén teniendo lugar.» Le pregunté al doctor Spiegel si le sorprendia que un profano como John Nebel hubiera podido obtener de Candy tal cantidad de material halléndose ésta bajo hip- nosis. «En absoluto —me contesté él—. La mayoria de los estados hipnoticos, sobre todo en las personas con la mis- ma elevada capacidad hipnotica que Candy ha puesto de manifiesto, se producen espontdneamente. Los amantes caen en estado hipnético pero la experiencia no se califica de este modo por Ia ausencia de un tercero que pueda apli- carle dicha etiqueta. Una de las mayores falsedades a propé- sito de la hipnosis es la afirmacién segtin la cual el poder se halla en manos del hipnotizador. Ello no es cierto en absoluto. La capacidad hipnética reside durante toda la * Segrin Ia informacién publicada en el Time del 22 de marzo de 1976. 74 vida en el sujeto. Candy pertenece probablemente a este cinco por ciento de la poblacién en el que se registra una capacidad hipnética extremadamente elevada. En realidad, cuando se tropieza con semejantes pacientes en situaciones terapéuticas, el problema no estriba en provocar el estado hipnédtico sino en ensefiar al paciente cémo evitar caer en estados hipnéticos espontdneos en el transcurso de su vida cotidiana.» Nebel repitié la experiencia al dia siguiente, al regresar ambos de la WMCA, y una vez mas al cabo de unos dias. En el transcurso de este tercer intento descubrié algo més que simple relajacién progresiva. Durante esta tercera se- sién, Candy empezé a hablar con una voz muy extrafia; no con la dspera y cortante voz de la «otra persona», que tanto habia inquietado a Nebel en su noche de bodas y en otras ocasiones posteriores, sino con la de una nifia. Se enzarzé en un didlogo imaginario con una persona a la que no nombré, y Nebel, actuando instintivamente, decidid interpretar el papel verbal de aquella persona. La conversacién duré sdlo unos pocos minutos pero, cuando ésta hubo terminado y Candy ya se encontraba profundamente dormida, Nebel se dirigié al salén, encen- dié un cigarrillo y buscé uno de sus muchos libros sobre la hipnosis. Al Iegar a un capitulo que se referfa a la re- gresién infantil, empezé a leer. No sabia si lo que acababa de ocurtir en el dormitorio era significative o no, pero sabfa que su esposa habia retrocedido por unos momentos en el tiempo. Sentia curiosidad y deseaba averiguar mas cosas al respecto por si volviera a ocurrir. Volvié a ocurrir. La siguiente regresi6n de Candy a su infancia tuvo efecto el 15 de junio de 1973. Para entonces, ya se habia producido toda una serie de regresiones mucho mds draméticas y extrafias que habfan inducido a Nebel a adquirirle 2 su amigo Irving Miller, de la Bryce 75 Audio, un magnetdéfono Sony TC-142. Nebel cligis este aparato porque, aparte de sus multiples aplicaciones, era lo suficientemente pequefio como para poderse acoplar a la cabecera de la cama. Nebel empezé entonces a grabar algunas sesiones hipnéticas seleccionadas, una de las cua- Jes fue precisamente la regresién infantil del dia 15 de junio. Esta se registré aproximadamente hacia las ocho de la mafiana. Habfan terminado el programa y Candy le habia pedido a John que Ja ayudara a telajarse. Todavia no crefa que Nebel la estuviera hipnotizando y preferfa atribuir sus recientes y satisfactorios intentos de conciliar el suefio al simple hecho de «sentirse relajada». Su reaccién es muy corriente: muchas personas se someten a la hipnosis y mds tarde se niegan a creer que han sido hipnotizadas. Estas personas suelen hacer prdcticamente cualquier cosa que les ordene el hipnotizador y, tras ser despertadas, in- sisten en afirmar que lo que han hecho lo han Ilevado a cabo para complacerlo, Incluso en el caso de que sea cierto, ello revela exactamente Io que es la hipnosis: un nivel de acrecentada concentracién y sugestionabilidad. Su mistetio no estriba més que en eso, y aquellos que esperen pruebas extrafias o tangibles de haber sido hipnotizados sufriran siempre una decepcién. Y seguird4n «complaciendo al hipnotizador». Aquel viernes por la mafiana Nebel volvié a inducir en Candy un relajado estado hipnético y, a los pocos mo- mentos, ella empezé a hablar con la misma voz de nifia pequefia que John ya habfa escuchado en la sesién ante- rior. Nebel extendié la mano, puso en marcha el magne- téfono y acercé el micréfono a Candy, preguntdndole: —2eDénde estés ahora? —No sé a dénde ir —contesté ella. —eA dénde quieres ir hoy? —A pescar. 76 —2Dénde crees que vas a ir a pescar? —AI pantano. —2Quién ird contigo? —Tommy. —<¢Quién es Tommy? —Tommy es mi gato —dijo, riéndose—. Hay que vigi- larle porque se come los peces. —

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