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Justicia dogeada a las muje roproductiva, al instrumentalizar sus cuerpos y su eapacidad Cuesta imaginar dos actividades humanas mis disimiles que tener hijos y guerrear. Pero las embarazadas de alquiler indias y el soldado al que Andrew Carnegie pagé para que fuese por él a la guerra civil norteamericana tienen algo en comin, Reflexionar sobre lo bueno y lo malo de ambas situaciones nos pone cara a cara con dos de las preguntas que dividen a unas concepciones de la justicia de otras: zhasta qué punto somos libres cuando elegimos en el libre mercado?; hay ciertas vittucles y bienes superiores que los mercados no hon- tan y el dinero no puede comprar? 5 Lo que cuenta es el motivo. Immanuel Kant Si cree que hay derechos humanos universales, es que usted, segura~ ~ mente, no es utilitarista. Si todos los seres son dignos de respeto, sean quienes sean o vivan donde vivan, estari mal que se les trate como meros instrumentos de la felicidad colectiva. (Recuérdese la historia del nifio desnutrido que languidecta en el sétano por el bien de la ‘ciudad de la felicidad.) Puede que usted defienda los derechos humanos porque respe: tarlos maximizara la utiidad a largo plizo. En tal caso, sin embargo, su raz6n para respetar los derechos no es el respeto hacia la persona que los posee, sino porque asi les ir mejor a todos. Una cosa es que se condene esa situacién en la que tiene que haber un n fia porque reduce la utilidad general; otra, condenarla porque ¢s mo- ralmente mala en si, una injusticia que se comete con el nifio, Si los derechos no se fundamentan en la utilidad, zcuil es su funda- tuna respuesta posible, Las perso~ nas no deberian ser usadas como un simple medio para el bienestar de los demi, porque de exe modo se viola el derecho fisndamental de ser el dueito de uno mismo. Mi vida, mi trabajo y mi persona me perter cen a mi solo, No estina la disposicién de la sociedad en su conjunto. Como hemos visto, sin embargo, la idea de ser ef duenio de uno mismo aplicada de modo coherente tiene consecuencias que solo pueden gustarle a un libertario acérrimo: un mercado sin restriccio- nes y sin red de seguridad para el que caiga; un Estado minimo que prescinde de la mayor parte de las medidas que palian la desigualdad jo que su os mento moral? Los libertarios offe: Rh eceeenemernstececemsnes en Tere juseacia y promueven el bien comiin; y un respeto al consentimiento tan grande que permite affentas a la dignidad humana, por parte de las propias victims, del calibre del canibatismo pactado o de venderse a si mismo como esclavo, Ni siquiera John Locke (1632-1704), el gran teético de tos d rechos de propiedad y del gobierno limitado, proclamaba un dere~ cho ilimitado a ser el duefio de uno mismo. Negaba que podanios disponer de nuestra vida y libertad cuando nos apetezca. Pero la teo- tia de Locke de los derechos inalienables invoca a Dios, lo que plan- tea un proble ha a quienes buscan un firndamento moral de los de- rechos que no descanse en premisas religiosas. EL ARGUMENTO DE KANT A FAVOR DE LOS DERECHOS Immanuel Kane (1724-1804) offece u kernativa de los deberes y los derechos, una de las miis poderosas e influyentes que filésofo alguno haya producido. No se basa en que seamos nues- tros propios duefios 0 en que se diga que nuestras vidas y libertades son un don de Dios. Se basa en que somos setes racionales, merece: dores de dignidad y respeto. concepeidn Kane nacié en Kénigsberg, ciudad de la Prusia Oriental, en 1724, y murié alli casi ochenta a ws después. Procedia de una familia modesta, Su padre era guuarnicionero; era, como la madre, pietista, fe protestante que resaltaba la importancia de la vida religiosa interior ¥ de las buenas obras.! Destae6 en Ia universidad de Kénigsberg, donde ingresé a los dieciséis aiios. Durante un tiempo trabajé como tutor privado, y a los treinea y un afios consigaié su primer trabajo académico como docente sin salario fijo; le pagaban sey ro de alumnos que acudia a sus clases. Fue un profesor popular y laborioso; daba unas veinte clases ala semana, de metafisica, lagica, tica, derecho, geogra- fia y antropologia, En 1781, a los cincuenta y siete aitos, publicd su primer gran libro, la Critica de fa mz6n pura, que ponia en entredicho la teori 122 IMMANUEL KANT “empirista del conocimiento que deriva de David Hume y John Loc~ ke. Cuatro afios mis tarde publicé Findamentacién de la metafisca de as costumbres, la primera de las varias obras que dedicé a la filosofia moral. Cinco afios después de que apareciesen en. 1780 los Principios de la moral y (a egistacin de Bentham, la Fundamentaciin de Kant pro- cedia a una devastadora critica del utiltarismo, Defendia que la mo- ral no consiste en maximizar la felicidad ni en perseguir ningtin otro fin: consiste en respetar a las personas como fines en si mismos. La Fundamentacién de Kant aparecié poco después de la Revo~ = jucién americana (1776) y justo antes de la Revolucién francesa (1789). En consonancia con el espiritu y el impetu moral de esas revoluciones, pone ftertes cimientos a lo que los revolucionarios del siglo xvitt tamaban derechos del hombre, o lo que a principios del si- glo xxt llamamos derechos humanos unive La filosofia de Kant no es pan comido. Pero nio deje que eso le ‘eche para atris. Merece la pena; es enorme la importancia de lo que con ella nos jugamos. La Findamentaci6u aborda una pregunta de {gran calado: zcuil es el principio supremo de la moral? ¥ en la res- puesta aborda otra cucstion capital: gqué es la libertad? Desde que las enuncié, las respuestas de Kant a ambas preguntas santescas, sobre la filosofia moral y politica. Sin embargo, su influencia histérica no es la dinica razén pata prestarles atencién. se alzan, - Por amedrentadora que pueda parecer la filosofia de Kant a primera vista, la verdad es que informa buena parte del pensamiento moral y politico contemporineo, aunque no seamos conscientes de ello. Por lo tanto, intentar entender a Kant no es solo un ejercicio filosstico; es aces una forma de examinar algunas de las premisas fanda~ rmentales implicitas en nuestra vida piblica La importancia que le da Kant a fa dignidad humana informa las ideas actuales acerca de los derechos humanos universales. Mas im- portancia tiene aiin ef que su formulacién de la libertad figure en | muchos de nuestros debates de hoy sobre la justicia, En la introduc cién de este libro he diferenciado tres maneras de abordar la justicia, Una de ellas, la de los utilitaristas, dice que para definir la justicia y determinar qué debe hacerse hay que preguntarse qué maximizard 123 JUSTICKA el bienestar oa felicidad colectiva de la sociedad en su conjunto. Un segundo enfoque liga la justicia ala libertad. Los libertarios pro libre mercado ofiecen in ejemplo de tal enfoque. Dicen que la distribu in justa de la renta y del patrimonio seri aquella, la que sea, que se derive del libre intetcambio de bienes y servicios en un mercado sin restricciones, Regular el mercado es injusto, sostienen, porque viola la libertad de elecci6n del individuo. Un tercer enfoque dice que la Justicia consiste en dar a las pers lo que moralmente se mere~ cen: en asignar los bienes para premiar y promover la virtud. Como veremos cuando examinemos el pensamiento de Aristoteles (en el capitulo 8), el enfoque basado en la virtud liga ta justicia a la vida buena. Kant rechaza el primer enfoque (maximizar el bienestar) y el tercero (promover la virtud). Ninguno de los dos, piensa, respeta la libertad humana. Aboga, pues, y lo hace poderosamente, por el se- gundo, el que liga la justicia y la moral a la libertad. Pero la idea de libertad que propone es exigente, mas exigente que la libertad de ele- gir que ejercemos cuando compramos y vendemos bienes en el mercado Lo que solemos entender por libertad de mercado 0 elec cién del consumidor no es verdadera libertad, sostiene Kant, porque se limita a satisfacer deseos que, para empezar, no hemos elegido nosotros. En uw momento volveremos a esa idea mis elevada de libertad ‘que tenia Kant, Pero antes veamos por qué piensa que los utilitaristas se equivocan al creer que la justicia y la moral consisten en maximi- zar la felicidad. LAS PEGAS DE MAXIMIZAR LA FELICLDAD Kant rechaza el utilitarismo. Al findamentar los derechos en un cileulo de qué producti mas felicidad, sostiene, el utilitarismo vuel- ve vulnerables los derechos. Hay ademtis un problet que se intente derivar los principios morales de los deseos que dé la casualidad que tengamos es una manera equivocada de concebit fs hondo: 124 IMMANUEL KANT Ia moral. Que algo les dé placer a muchos no hace que esté bien. EL | mero hecho de que la mayoria, por grande que sea, esté a favor, por convencidamente que sea, de tal 0 cual ley no la vuelve justa. Kant sostiene que la moral no puede basarse en consideraciones ‘meramente empiricas, como lo son Jos intereses, necesidades, deseos ¥y preferencias que las personas puedan tener en un momento dado. sos factores son variables y contingentes,sefala, ast que dificilmen- te podrian basatse en ellos unos principios morales universales. Pero Ja idea fundamental de Kant es otra: basar los principios morales en. __preferencias y deseos —aunque sea el deseo de ser feliz— malen- tiende qué es la moral. EI principio utilitarista de la felicidad «no contribuye en absoluto al fandamento de la moral, pues hacer que tun hombre sea feliz es completamente diferente a hacerle bueno, y hacerle prudence o astuto en la persecucién de lo que le es ventajo- so es completamente diferente a hacerle virtuoso».” Basar la moral cen intereses y preferencias destruye su dignidad. No nos en: distinguir lo bueno de lo malo, sino esolo a echar Si nuestras necesidades y deseos no valen como fundamentos de la moral, gqué queda? Una pi puesta de Kant. Aunque era cristiano, Kant no basaba fa moral en la autoridad divina, Defendia, por el contrario, que podemos llegar al fia a jor la cuenta.’ idad es Dios, Pero no es esa la res _ principio supremo de la moral por medio del ejercicio de lo que ama «raz6n prictica purav, Para ver emo podemos, segtin Kant, alcanzar la ley moral mediante el uso de la razén, indaguemos ahora la intima conexién, tal y como lo ve Kant, entre nuestra capacidad de razonar y nuestra capacidad de ser libres. Kant sostiene que todas las personas son dignas de respeto, no porque seamos nuestros propios duefios, sino porque somos seres tacionales, capaces de razonar; somos ademis seres auténomos, capa~ ces de actuar y elegir libremente. Kane no quiere decir que siempre logremos actuar racional- mente o que siempre escojamos auténomamente. A veces lo hace- mos y a veces no, Quiere decir solo que somos capaces de razonar y de ser libres, y que esa capacidad es comtin a todos los seres huma- nos como tales, 125 Kant no duda en admitir que la capacidad racional no es la éni- ca que poseemos. Tenemos también la de sentir placer y dolor. Kant Feconoce que, ademis de racionales, somos criaturas sintientes, Por ssintientes» Kant entiende que respondemos a nuestros sentidos, a rnuestras sensaciones, Bentham, pues, tenia razén, pero solo a medias, ‘Tenia razén al observar que nos gusta el placer y nos disgusta el do- lor. Pero se equivocaba al recalear que somos nuestros duieiios sobe anos». Kant sostiene que la razn puede ser soberana, al menos par~ te del tiempo. Cuando la razén gobierna nuestra voluntad, no nos ueve el deseo de buscar el placer y escapar del dolor. Nuestra capacidad de razonar esta ligada a nuestra capacidad de set libres. Combinadas, estas capacidades nos diferencian y ponen aparte de la mera existencia animal, Hacen que no seamos solo me~ tas criaturas con apetitos. 2QUé ES LA LipeReTAD? Para comprender ba filosofia moral de Kant hemos de saber qué en tiende por libertad. Solemos pensar que la libertad es que no haya obsticulos para hacer lo que queremos. Kane diserepa. Su nocién de la libertad es 1 as estricta, mis exigente. Kant razona como sigue: cuando buscamos, como los animales, el placer o la ausencia de dolor, no estamos actuando en realidad li- bremente. Actuamos como esclavos de nuestros apetitos y deseos ePor qué? Porque cuando estamos persiguiendo la satisfaccién de hnuestros deseos, todo lo que hacemos lo hacemtos por un fin que nos viene dado de fuera de nosotros. Voy por aqui pata calmar mi ham- bre, voy por all para templar mi sed Suponga que intento decidir el sabor del helado que voy a pe~ dlr: chocolate, vanilla 0 café con toffee crujiente? Puedo pensar que estoy ejerciendo la libertad de elegir, pero lo que en realidad estoy haciendo ¢s intentar figurarme qué sabor satisfara mejor mis prefe~ rencias, preferencias que yo no escogi. Kant no dice que esté mal ‘que satisfagamos nuestras preferencias. Su idea es que, cuando lo hae 126 cemos, no actuamos fibremente, sino conforme a una deterntinacién {que nos ha sido dada desde fuera. Al fin y al cabo, no escogi mi de~ seo por el café con toffee crujiente en vez de por la vainilla, Lo tengo, implemente. Hace aiios, Sprite se anunciaba con este Lema: «Obedece a tu ~ sede, El anuncio de Sprite llevaba implicita (sin que se percatasen de ello, no cabe duda) una idea kantiana, Cuando cojo una lata de Sprite {0 de Pepsi, o de Coca-Cols),actéio por obediencia, no por mi liber- tad, Respondo a un deseo que no he escogido. Obedezco a mi sed. Son frecuentes las discusiones por el papel que la naturaleza y la crianza desempefian en el moldeo de la conducta, El deseo por be~ ber un Sprite (u otras bebidas azuearadag), zest inserito en los genes 6 lo induce la publicidad? Para Kant, tal debate esta fuera de lugar, Esté mi comportamiento determinado por la biologia 0 por lo so- cial, no seré auténticamente libre, Actuar libremente, segiin Kant, ¢s actuar auténomamente.¥ actuar auténomamente ¢s actuat confor- me a una ley que me doy a mi mismo, no conforme a los dictados de la naturaleza 0 de la convencién social. Una forma de entender lo que Kant quiere decir con «actuar auténomamtenter es contrastar la auitonomia con lo contrario de la autonomia, y para nombrar lo contrario de la autonomia Kant se inventa una palabra: heteronom{a, Cuando acttio heterénomat te,actio conforme a determinaciones dadas fuera de mi, Un ejem- plo: si dejo caer una bola de billar, se precipitara hacia el suelo, En su caida, la bola de billar no actéa con libertad; su movimiento esti gobernado por las leyes de la naturaleza, en este caso la de Ta gra vedad. Supongamos que me caigo (0 me titan) del Empire State Buil- ding. A medida que me precipito hacia el suelo, nadie ditia que estoy actuando libremente; mi movimiento esti gobernado por la ley de la gravedad, como pasaba con a bola de billa: Supongamos ahora que caigo sobre otra persona y la mato. No seté moralmente responsable de esa desafortunada muerte, no nis de lo que lo seria la bola de billarsi cayese desde una gran altura y le diese a alguien en la cabeza, En ninguno de esos casos acti el obje- 127 yusTicia to que cae —yo 0 la bola de billar— con libertad, En ambos casos, el objeto que cae esti gobernado por la ley de la gravedad, Como no hay autonomia, no hay responsabilidad moral Ahi, pues, e 4 el nexo entre la libertad como autonomia y la idea de fa moral que propone Kant, Actuar libremente no consiste en escoger los mejores medios para un fi dado; consiste en clegir el fin mismo por lo que es, eleccién que los seres humanos pueden hhacer,y la bolas de billar (y la mayorfa de los animales) no. PERSONAS ¥ COsAS Son las tres de la madrugada, y tu compaiiero de cuarto en el cole~ gio universitario te pregunta por qué estas levantado tan tarde din dole vueltas a dilemas que tienen que ver con tranvias. —Para escribir un buen trabajo para primero de ética —contestas. —Pero zpor qué quieres escribir un buen trabajo? —pregunta tat compaiiero de cuarto. —Para sacar una buena nota final, —Pero zpor qué quieres obtener una buena nota final? —Para conseguir un ¢rabajo en un banco de inversiéx —Pero zpor qué quieres un trabajo en un banco de inversién? —Para ser algtin dia el director de un fondo de inversiones es- peculativas. —Pero por qué quieres ser director de un fondo de inversiones especulativas? —Para ganar mucho dinero, —Pero gpor qué quieres ginar mucho dincto? Para comer a menudo langosta, que me gusta. Al fin y al cabo, Soy tna criatura sintiente, ;Por eo est en tranvias sin frenos! levantado tan tarde pensando Este es un ejemplo de lo que Kant llama determinacién heteré- noma: hacer algo en pos de otra cosa, que a su ver se desea en pos de 128 otra, y asi sucesivamente. Cuando actuamos heterénomamente, a tuamos en pos de fines dados fuera de nosotros. Somos instrumen- tos, no autores, de lo que perseguimos. La nocién de autonoméa de Kant contrasta radicalmente con esa situacién. Cuando actuamos aut6nomamente, segin una ley que nos damos a nosotros mismos, si hacemos algo, seri por lo que es, como un fin en si mismo. Dejamos de ser instrumentos de fines da- dos fuera de nosotros, Esta capacidad de actuar auténomamente es Jo que confiere a la vida humana su especial dignidad. Establece la diferencia entre las personas ¥ las cosas, Para Kant, respetar la dignidad humana significa tratar a las per- sonas como fines en si mismas, Esta es la razén de que esté mal usar alas personas en pos del bienestar general, como hace el utiitarismo. ‘Tirar al hombre corpulento a las vias para que no pase el tranvia lo usa como a un medio; por lo tanto, no lo respeta como aun fin en si mismo. Un utilitarista esclarecido (como Mill) quiz4 renuncie a empujar al hombre, preocupado por los efectos secundarios que dis~ ‘minuitian la utilidad a largo plazo (a la gente le entraria enseguida miedo a estar en un puente, ete). Pero Kant ma tendria que esa es tuna taz6n equivocada para desistir de tirar al hombre, Sigue tratando a la victima potencial como a un instrumento, un objeto, un mero medio para la felicidad de los der Le deja vivir, no por lo que es, sino pata que otros puedan cruzar un puente sin temor. Se suscita asi la cuestién de qué le da valor moral a una accién, y esa cuestién nos lleva de Ia idea especialmente exigente de libertad que propone Kant a su no menos exigente idea de la moral 2QuE ES MORAL? BUsQUENst 10s MorIVvos, Segéin Kant, el valor moral de una accién no consiste en tas conse~ uencias que se sigan de ella, sino en la intencién con la que se haya realizado. Lo que importa es el motivo, y el motivo debe ser de cier~ to tipo. Lo que importa es hacer lo que se debe porque es lo debido, tno por motivos ulterior. 129 JUSTICIA “Una buena voluntad no es buena por lo que efectia o logras, scribe Kant, Es buena en si mista, prevalezca o no. «ncluso i [...] esa voluntad carece de todo poder para llevar a cabo sus intenciones si aun con el mayor de los esfixerzos no consigue nada |...] incluso entonces seguiria brillando como una gema de por si, como algo que tiene todo su valor en si misino.»* Para que una accién sea moralmente buena, eno basta con que sea conforme a la ley moral, debe ademas haberse hecho por la ley morals ¥ el motivo que confiere valor moral a una accién es el motivo del deber, y Kant entiende por ello que se haga lo que es debido por la razén debida Al decir que solo el motivo del deber confiere valor moral a una accién, Kant no esti diciendo cusles son los deberes concretos que tenemos. No nos esti diciendo todavia qué nos pide el princi- pio supremo de la moralidad. Se limita a observar que, cuando esta~ blecemos el valor moral de una accién, evaluamos los motives por los que ha sido hecha, no las consecuencias que produce.* Si el motivo por el que hai sm10s algo no es el deber, si es el in- terés propio, por ejemplo, nuestra accidn catecer de valor moral, Esto es cierto, mantiene Kant, no solo para el interés propio, sino para todos y cada uno de los intentos de satisfacer nuestras necesida- des, deseos, preferencias y apetitos. Kant contrasta motivos como estos, a los que llama «motivos de inclinaciéne, con el motive del deber, y recalea que solo las acciones tle del deber tienen valor moral, idas a cabo por el motivo El tendero caleulador y la Oficina del Mejor Negocio Kant offece varios ejemplos que expresan la diferencia entre el de- ber y la inclinacién. El primero se refiere a un tendero prucente. Un cliente inexperto, un niiio, digimos, entra en tn colmado para com- prar pan. El tendeto podria cobrarle de mis —cobrarle un precio ‘mis alto que el habitual para el pan— y el nitio no se enterarfa, Pero el tendlero comprende que, si otros descubren que se ha aprovechado 130 IMMANUEL KANT del niio de esa forma, correria la noticia, lo que perjudicaria al ne gocio. Por esta azén,decidde no cobrarle de mis al nifio, Le cobra lo usual. Asi, el tendeto hace lo que se debe, pero por una tazén inde- bida, La dnica razén por la que se ha portado honradamente con el nifto ha sido la de proteger su reputacién, El tendero actéia honrada- mente solo por interés propio; la accién del tendero carece de valor moral” Se puede ver un anilogo moderno del tendero prudente de Kant en la campaita de afiliacién de la Oficina del Mejor Negocio de Nueva York. Para incorporar a nuevos miembros, la Oficina pu- blica a veces un anuncio de pagina completa en el New York Times con este encabezamiento: «La honradez es la mejor politica.¥ la mis provechosa. El texto del anuncio no deja lugar a dudas acerca de los motives a los que apela: La honradez, Es ean importante como cualquier otro activo. Por= {que tin negocio que procede con la verdad por delante, con eranspa~ rencia y asignando a las cosas el valor que realmente tienen, no puede sina ie bien, Esa es ly meta por la que apoyamos a la Oficina det Mejor Negocio. Unete a nosotros.¥ beneficiate con ello, Kant no condenaria a la Oficina del Mejor Negocio; promover la honradez en los negocios es loable, Pero hay una importante diferen- cia moral entre ser honrado por mor de la honradez en si misma y ser hontado por mor de la linea de resultados, La primera es una postura basada en principios, a segunda es una postura prudente, Kant sostie- ne que solo la postura basida en principios concuerda con el motivo jere valor moral a una accién, del deber, el inico motivo que cor © piense en este ejemplo: hace altos, la Universidad de Maryland intents combatir la extendida costumbre de copiar en los eximenes piidiendo a los alumnos que firmasen un compromiso de no hacerlo. esa se les offec Como incentivo, a los que hicieran esa pro a tarjeta de descuento con la que se ahorraban entre un 10 y un 25 por ciento en los establecimientos de la zona." No se sabe curintos estudiantes prometicron que no copiarian por el descuento en fa 131 justicia pizzeria de la esquina. Peto la mayorfa estaremos de acuerdo en que comprar la honradez carece de valor moral. (El descuento pudo lo- ggrar que se copiase menos, o no; a cuestién moral, sin embargo, es si la honradez motivada por las ganas de un descuento 0 una recom- pensa monetaria tiene valor moral. Kant diria que no.) Estos casos conceden verosimilitud a la aseveracién de Kant de que solo el motivo del deber —hacer algo porque esta bien hacerlo, ho porque sca itil o conveniente— confiere valor moral a una ac- ibn, Sin embargo, dos nuevos ejemplos sacan a la luz una compli- cacién de la aseveracién de Kant. Seguir vivo EI primero se refiere al deber, asi lo considera Kant, de preservar la propia vida, Como la mayor parte de las personas tienen una frerte inclinacién a seguir viviendo, rara vez se alude a este deber. La ma- yor parte de las molesi que nos tomamos para preservar la vida carecen, pues, de contenida moral. Abrocharnos el cinturén de se guridad y mantener bajo control el colesterol son actos prudentes, no morales, Kant reconoce que a menudo cuesta saber cules son los moti~ vos por los que alguien actéia como acttia. ¥ reconoce que pueden estar presentes a la vez el motivo del deber y el de la inclinacién. Su idea es que solo el motivo del deber —hacer algo porque esti bien hacerlo, no porque sea titi, placentero 0 conveniente— confiere va- Jor moral a una accién Lo ilustra con el ejemplo del suicidio. Las personas, en su mayoria, siguen vivas porque aman la vida, no porque tengan el deber de hacerlo, Kant offece un ejemplo don- de el motivo del deber se hace visible. Imagina una persona sin espe~ ranzas, misérrima, tan desalentada que no desea seguir viviendo, Si echa mano de toda su voluntad para seguir viviendo, no por inclina~ ci6n sino por deber, su accién tendri valor moral.” Kant no mantiene que solo las personas hundidas en la miseria pueden cumplir con el deber de seguir vivas. Es posible amar la vida 132 TMMANUEL KANT y,sin embargo, seguir viviendo por la tazén debida, a saber, que se tiene la obligacion de seguir viviendo. El desco de seguir viviendo tno socava el valor moral de preservar la propia vida, si do la persona reconozca el deber de preservarla y la preserve ten ypre y cuan~ dolo presente. El miséntropo moral Quizé cuando més arduas resultan las formulaciones de Kant es ‘cuando hay que aplicarlas al deber, tal y como él lo concibe, de ayu- dar a otros. Algunas personas son altruistas, Sienten compasién por fotros y les agrada ayudarles. Pero, segiin Kant, hacer buenas obras porque se disfruta al evar el contento a otros, spor conforme al de- ber y amable que pueda ser, carece de valor moral. Pareceri que esta conclusién desafia a la intuicién, No es bueno, acaso, ser una de esas personas que disfruta ayudando a los demis? Kant dirfa que si Ciertamente, no piensa que haya nada malo en actuar porque se goce llevando el contento a los demas. Pero distingue entre este mo- tivo para ayudar a los demas —hacer buenas obras me agrada— y el motivo del deber.Y mantiene que solo el motivo del deber confiere valor moral a una accién. La compasién del altruista smerece elogio y aliento, pero no una alta estimay."" 2Cuindo, pues, tendri una buena obra valor moral? Kant offece un ejemplo, Imaginemos que nuestro altruista sufte una desgracia que extingue su amor por la humanidad. Se convierte en un misin- tropo que no siente la menor simpatia ni la menor compasion. Pero este coraz6n tan duro se aparta de su indiferencia y viene en ayuda de los seres con los que comparte la condicién humana. Desprovis- to de la inclinacién a ayudar, lo hace ssolo por mor del debers. Aho- ra, por primera ve7, tienen sus actos valor moral." En algunos aspectos, parecera un juicio extraito, Quiere decir Kant que debe valorarse a los misintropos como ejemplos morales? No, no exactamente, Sentir placer al hacer lo que se debe no socava necesariamente sti valor moral. Lo que importa, nos dice Kant, es 133 JUSTICIA que las buenas obras se hagan porque deben hacerse, nos agrade 0 no hacerkas El hérve del certamen ortognifi Pignsese en un incidente que ocurtié hace unos afios en el certamen ortogrifico nacional, celebrado en Washington, A un chico de trece aiios s¢ le pidié que deletrease «ecolalia», palabra que significa sten- dencia a repetit lo que se oyer, No la delecreé bien, pero los jueces no ‘oyeron lo que en realidad dijo, dictaminaron que lo habia hecho bien y le dejaron seguir adelante, Cuando supo que habia deletreado mal 4a palabra, se presemté ante los jueces y se fo cont6.Y le eliminaron. Al da siguiente, los ttulares proclamaban que ese joven tan honrado. tun shéroe del certamen ortogrificox, y su foto slid en el New York Times, sLos jueces me dijeron que era muy ineegror, contd a los pe- Fiodistas. Les dijo también que, en parte, el motivo por el que habia procedido asi a ime pregunté qué que «tio queria sentirse como un gusano»,!? iando lei esa declaracign del héroe del certamen ortognifico iabria pensado Kant. No querer sentirse como un gusano es una inclinacién, claro esti, Por lo tanto, si ese era el moti- cl valor moral de su acto estaba socavado. Pero semejante conclusidn parece dema- vo por el que el chico dijo la verdad, cabe pensar que siado severa. Querria decir que solo las personas sin sentimientos podrian realizar actos moralmente valiosos, No creo que fiteta esto Jo que Kant pensaba, el chico solamente dijo la verdad por no sentirse culpable 0 para que no se pensase mal de él siel error se descubria, que contase la verdad carece de valor moral, Pero si dijo a verdad porque sab que estaba bien hacerlo, su acto es moral con independencia del placer o satisfaccién que le reportase. Mientras hiciese lo que debia por la raz6n debida, que se sintiese bien por haberlo hecho to soca~ va el valor mor de su acto. Lo mismo vale para el altruista de Kant, Si solo ayudaba a otros por el placer que le daba, sus actos carecian de valor moral. Pero si 134 © reconocia como deber ayudar a los que, como é mismo, eran seres hhumanos y lo hacia por cumplir ese deber, el placer que derivase de ello no lo descalificaba moralmente, En la prictica, claro esti, es frecuente que el deber y la inclina- cin coexistan. Cuesta a menudo determinar los motivos por los {que uno mismo acta, no digamos ya los de otros. Kant no lo niega Tampoco piensa que solo un miséntropo duro de corazén pueda realizar actos moralmente valiosos. Lo que pretende con su ejemplo del misintropo es que quede bien claro ef motivo del deber, que se manifieste sin que lo velen la simpatia o la compasién.Y¥ en cuanto vislumbramos el motivo del deber, identificamos el rasgo que les da a nuestras buenas obras su valor moral, a saber: el principio a que se atienen, no las consecuencias. CUAL ES EL PRINCIPIO SUPREMO DE LA MORALIDAD? hh moral consiste en actuar como dicte ef deber, queda por ver qué exige el deber. Para saberlo, segin Kant, hay que saber cuil es el principio supremo de la moral. :Cual es el principio supremo de la moral? El propésito de Kant en la Fundamentaciéu es responder esta pregunta [Nos acercari a la respuesta de Kant el modo en que conecta tres grandes ideas: la moral, la libertad y la razén. Kant las explica por medio de una serie de contrastes o dualistios, Estin expresidos con tun poco de jerga, pero si se percibe cuil es el paralelismo entre los términos que se contrastan, se estar en ef buen canine para enter der la filosofia moral dle Kant, Estos son los contrastes que debemos tener en cuenta: Primer contraste (Ia moral): deber / inctinacién Segundo contraste (a libertad): autonomia / heteronomia Tereer concraste (la raz6n} imperative eategirico / imperative hipotético 135 justicta Hemos examinado ya el primero de estos contrastes, entre el iere valor moral deber y la inclinacién, Solo el motivo del deber con 4 una accién, Veamos si puedo explicar los otros dos. El segundo contraste describe dos formas diferentes de determi- nar mi voluntad: aut jomamente y heterénomamente. Segtin Kant, solo soy libre cuando mi voluntad esta determinada auténomamente, gobernada por una ley que me doy a mi mismo. Ahora bien, pensamos a menudo que la libertad consiste en poder hacer lo que queramos, perseguir nuestros deseos sin que nada nos estorbe. Pero Kant le plan tea una gran dificultad a esta forma de concebit la libertad: si, para empezar, uno no ha elegido sus propios deseos, cmo podremos pen- sar que somos libres cuando hacemos por satisfacerlos? Kant expresa esa dificultad con el contraste entre autonomia y heteroniomi ‘Cuando mi voluntad esti determinada heterénomamente, esti determinada externamente, desde fuera de mi mismo. Peto esto lleva aun arduo problema: si la libertad consiste en algo mis que en se- guir mis deseos e inclinaciones, zedmo es posible la libertad? No estari todo Lo que hago motivado por deseos o inclinaciones deter- minados por influencias ext. La respuesta dista de ser obvia. Kant observa que «no hay nada en la naturaleza que no actite obedeciendo a leyes», como las de la necesidad natural, las de la fisica o Ia de causa y efecto." Eso nos ineluye. Al fin y al cabo, somos seres naturales. Los seres humanos no estamos eximidos de las leyes de la naturaleza, Pero si tenemos la capacidad de ser libres, habremos de poder actuar conforme a algiin otro tipo de ley, tina ley diferente a la de la Fisica. Kant sostiene que toda accién esti gobernada pot leyes de un tipo o de otro.¥ si nuestras acciones estuviesen regidas solo por las leyes de la Fisica, no seriamos diferentes de una bola de billar. Por lo tanto, si tenemos la pac impone, sino conforme a una ley que nos demos a nosotros mismos ores? idad de ser libres, es que hemos de ser ca- 's de actuar, no conforme a una ley que nos es dada 0 que se nos Pero idle dénde procederia una ley asi La respuesta de Kant es de la razén. No somos tinicamente seres sintientes, gobernados por el placer y el dolor que proporcionan los 136 gobierne siempre mi voluntad; dice solo que, en ta medida en que soy capaz de actuar libremente, conforme a la ley que me dé a mi ~ mismo, tendré que ocurrir que la raz6n pueda gobernar mi vo- lanad.) Por supuesto, Kant no fite ef primer fil6sofo que afirmé que los _ seres humanos son capaces de ¢jercitar la razén, Pero su nocién de “_raz6n, como sus concepciones de Ia libertad y la moral, resulta espe~ ‘cialmente exigente. Para los filésofos empiristas, entre ellos los utili- taristas, la raz6n es completamente instrumental, Nos capacita para _ descubrir los medlios para perseguir ciertos fines, fines que la raz6n _ misma no proporciona. Thomas Hobbes llamé a la razén sexplora~ dora de los deseost. David Hume la llamé eesclava de las pasionese : Los utilitaristas consideraban que los seres humanos eran capa- ces de ejercer la raz6n, pero solo fa instrumental. La tarea de la razén, ats los utilitaristan, ao es deter jess, sino caleular cémo se maximiza la utilidad satisficiendo los deseos que resulte que tengamos, Kant niega que la razén tenga ese papel subordinado, Para él, la razén no es una mera esclava de las pasiones. Si la razén no fitese iis que 60, dice Kane, estarfamos mejor con el instinto."* Ia idea de razén de Kant —de la razén prictica, el tipo que interviene en la moral—no es la de una razén instrumental, sino la de la erazin pr cualquier fin empiricos."* jnnat qué fines acrece ka pets per~ tica pura, que legisla a provi haciendo caso omiso de ImPERATIVOS CATEGORIGOS & HIPOTETICOS Pero gcémo puede hacer eso la raz6n? Kant distingue dos maneras, que tiene fa ra ; imperativo, Un tipo de imperativo, quizé el que resulta mas familiar, 6n de manda a la voluntad, dos tipos diferentes de 1x7 justicia el imperativo hipotético. Los imperativos hipotéticos se valen de la razén instrumental: si quieres X, haz Y. Si quieres tener buena re: putacién en los negoci pértate honradamente con tus clientes. Kane contrasta los imperatives hipotéticos, que siempre son condicionales, con un tipo de imperative que es incondicional: el imperativo categérico, «Si el acto es bueno solamente como un me: dig pata otra cosa —escribe Kant—, el imperativo es hipotético. $i se representa el acto como bueno en si mismo, y por lo tanto como necesario para uina voluntad que en si cancuerda con la razén, el imperativo es categérico.»" La denomina de categérico pares quizi un teenicismo, pero no cae lejos del uso normal de la palabra, Por scategéricor Kant por ejemplo, cuando un politico desmiente categéricamente un supuesto escin- dalo, el desmentido no solo es enfitico; ¢s incondicional, sin resqui- cios 0 salvedades. De modo similar, un deber o un derecho categs~ ricos son los que se aplican sean cuales sean las circunstancias. Para Kant, un imperativo categérico manda, en efecto, categdricamente, haciendo aso omiso de, con completa independencia de, cualquier otro propésito. «No le concicene Ia materialidad del acto y de lox resultados que se presume tendri, sino su forma y el principio del que se sigue.¥ lo que es esencialmente bueno en el acto es la dis- posicién mental, sean cuales sean las consecuencias.» Solo un imp rativo categérico, sostiene Kant, podra contar como imperativo moral.” nde sincondicionals. Asi La conexi6n entre los tres contrastes paralelos resulta ahora vis ble. Ser libre, en el sentido de ser auténomo, requiere que se acttie, no a partir de un imperative hipotético, sino de un imperativo cate~ gorico. Se plantea asi una pregunta esencial: gcuil es el imperativo cat gorico y qué nos pide? Kant dice que podemos responder esta pre~ gunta basindonos en fa idea de «una ley prictica que por sf sola ‘mande absolutamente y sin necesidad de otros motivoss."* Podremos responder la pregunta basindonos en la idea de una ley que nos obligue como seres racionales con independencia de nuestros fines particulares. Entonces, gcusl es esa ley? 138 rR IMMANUEL KANT Kant offece varias versiones 0 formulaciones del imperativo ca~ tegorico, que cree equivalentes. Primera version del impevativo categSrico: Universaliza tu maxima ‘Ala primera versién la tama Kant +frmula de la ley aniversale ‘sActia solo conforme a aquella méxima de la que a la vez puedas [querer que se convierta en una ley universab."” Por «mixima» Kant entiende una regla o principio que da la raz6n de tus actos. Lo que esti diciendo es que deberiamos actuar basindonos solo en princi~ pios que se puedan universalizar sin contradicciones. Para ver qué ‘quiere decir Kant con este criterio de naturaleza teconocidamente abstracta, pensemos en una cuestién moral concreta: gpuede estar bien hacer una promesa que se sabe que no se va a poder cumplir? Supongamos que necesito desesperadamente dinero, asi que le pido que me lo preste, Sé perfectamente que no podré devolvérselo pronto. :Seria moralmente permisible que consiguiese el préstamo 8 gue sé que no podeé cumplir? ;Serfa compatible una falsa prome- sa con el imperativo categ6rico? Kant dice que no, que es evidente ‘que no. Para ver que la falsa promesa no se compadece con el prin- cipio categorico, inténtese universalizar la mixima conforme a la cual voy a actuar.”” es la msixima en este caso? Algo por el estilo de Jo siguien- las a una falsa promesa de devolver el dinero enseguida, promesa te: «Cuando alguien necesita desesperadamente dinero, debe pedir que se lo presten y prometer que lo devolvers aunque sepa que no pode! hacerlo». Si se intenta universalizar esta maxima y al mismo tiempo actuar siguiéndola, dice Kant, se descubrit’ una contradic cidn: si todo el mundo hace falsas promesas cuando necesita dinero, nadie creeri esas promesas. De hecho, no habria promesis; universali- zat las falas promesas socavaria la i sas. Pero entonces seria fitil, irracional incluso, intentar sacar dinero con una promesa, Esto ensefia que hacet falsas promesas ¢s malo mo- ralmente y no se compadece con el imperativo categérico. itucion de mantener las prome~ 139 JusTicta No a todos les parece convincente esta versi6n del imperative categérico, La formula de la ley universal guarda cierta semejanza con el bromuro ioral que los adultos emplean para poner en st si~ tio a los nifios que se cuelan en una cola o hablan cuando no les toca: «2¥ si todos hiciesen lo mismo?s. Si todo el mundo mintiese, nadie podria fiarse de la palabra de nadie y todos estariamos peor. Si esto es lo que dice Kant, estaré haciendo, al fin y al cabo, un argu mento basado en las consecuencias: no se rechazaria la falsa promiesa por principio, sino por sus consecuencias potencialmente daiiinas Un pensador de la tala de John Stuart Mill dirigié esa critica a Kant. Pero Mill no entendié bien la idea de Kant, Para Kant, ver si podria universalizar la dxima que rige mi actuacién y seguir obe- deciéndola a la hora de actuar no es una forma de hacer cébalas acerca de las posibles consecuencias. Es una comprobacién de que mi mixima concuerda con el imperativo categérico. Una falsa pro- mesa no esti mal moralmente porque si se recurriese a las falsas promesas a gran escala se socavaria la confianza social (aunque muy bien podria ocurrir tal cosa). Esti mal porque, al hacer la falsa pro- mesa, privilegio mis necesidades y deseos (en este caso, de dinero) sobre las necesidades y deseos de los demas. Comprobar que se pue- de universalizar la maxima guarda relacién con una potente exigen- cia moral: es una forma de comprobar si el acto que voy a realizar pone mis intereses y circunstancias especiales por encima de los in- tereses y citcunstancias de los dems. Sequnila versign del imperative categbrico: Tatar alas personas conte fines La fuerza moral del imperativo categérico queda mis clara en la se- gunda formulacién de Kant: la férmula de la bumanidad como fin. Kant presenta la segunda versi6n del imperative categérico como sigue: no podemos basat la ley moral en ningtin interés, propésito 0 fin particular, porque entonces seria relativa a la persona a cuyos nes se refiriese. «Pero supongamos que hubiera algo cuya existencia tuviese en stun valor absolutos, como un fin en si mnismo. «Enton- 140 IMMANUEL KANT ces, en ese algo, y solo en ese algo, estarfa el findamento de un posi- ble imperativo categorico. 2Qué puede haber que tenga un valor absoluto, como un fin en. si mismo? La respuesta de Kant es: la humanidad, «Digo que el hom- bre, y en general cualquier set racional, existe como un fin en st mismo, no meramente como un medio para el uso arbitrario por festa 0 aquella voluntad.s® Esta es la diferencia fundamental, nos re- cuerda Kant, entre las personas y las cosas, Las personas son seres racionales. No solo tienen un valor relativo, sino que si algo hay que tenga valor absoluto, intrinseco, las personas lo tienen. Es decir, los seres racionales tienen dignidad. Esta forma de razonar conduce a Kant a la segunda formulacién, del imperative categérico: «Acta de manera que trates a la humani~ dad, sea en tu persona o en Ia de cualquier otro, siempre, al mismo tiempo, como un fin, nunca solo como tn medios.* Esta es la for mula de fa humanidad como fin. Pensemos otra vez en las promesas falsas, La segunda fornula~ cién del imperativo categorico nos ayuda a ver, desde un Angulo un poco diferente, por qué esti mal hacerlas. Cuando prometo que le devolveré el dinero que espero que me preste, sabiendo de sobra que no podré hacerlo, le estoy manipulando, Le estoy usando como un medio de mejorar mi solvencia, no le estoy tratando como un fin, digno de respeto. Pensemos ahora en el caso del suicidio, Lo interesante ahi es darse cuenta de que tanto el asesinato como el suicidio no se com- padecen con el principio categérico, y por la misma razén. A menu- do pensamos en el asesinato y en el suicidio como actos radicalmen- te diferentes desde el punto de vista moral, Matar a alguien le quita th vida contra su voluntad, mientras que el suicidio lo elige quien lo comete, Pero la idea de Kant de tratar a Ja humanidad como un fin pone al asesinato y al suicidio a la par. Si cometo un asesinato, le quito la vida a alguien para satisfacer algan interés mio parti (robar un banco, consolidar mi poder politico o dar salida a mi ira). Uso a la victima como un medio y no respeto su humanidad como fin, Por eso viola el asesinato el imperative categérico. ML JusTicia Pata Kant, el suicidio viola el imperativo eateyérico de la misma forma. Si pongo fin a mi vida para escapar de una situacién penosa, ime uso & mi mismo como medio para aliviar mi propio sulrimiento, Pero, como nos recuetda Kant, una persona no s una cosa, «no es algo que se pueda usar simplemente como un medio». No tengo iis derecho a disponer de la humanidad en mi propia persona que cen otto, Para Kant, el sui inal el asesinato, Ambos trata jo esti mal por la misma razén que esti a las personas como cosas y no respe~ ‘an a la humanidad como un fin en si misma. El ejemplo del suicidio saca a relucir un rasgo caracteristico del deber que Kant cree que existe de respetar a nuestros congéneres humanos. Para Kant, el respeto a uno mismo y el respeto a otros, manan del mismo principio, El deber de respetar es un deber que tenemos hacia las personas por tratarse de seres racionales, portado- res de humanidad, No tiene nada que ver con quién sea cada uno particular. Hay una diferencia entre el respeto y otros lazos humanos. El amor, la simpatia, la solidaridad y el compafierismo son sentimientos morales que nos acerean més a unos que a otros, Pero la razén de que debamos respetar la dignidad de las personas no tiene nada que ver con lo que de particular puedan tener. El respeto kantiano no es como el amor. No es como la simpatia, No es como la solidaridad o el comparierismo. Amamtos a nuestro cényuge y a los miembros de hnucstra familia, Sentimos simpatia por personas con las que 10s identificamos. Sentimos solidaridad hacia nuestros amigos y cama radas, Pero el respeto kantianio es un respeto a la humanidad en cutan- (© tal, por la capacidad racional que reside, indiferenciada, en todos. Esto explica por qué violatlo en mi propio caso es tan rechazable como violatlo en otros. Explica ademis por qué el principio kantia~ no del respeto se acomoda a las doctrinas de los derechos humanos uuniversales. Para Kant, la justicia requiere que respetemos los der chos humanos de cualquier persona, viva donde viva o la conoze ‘mos poco o mucho, simplemente porque es un ser hunwano, capaz de servirse de la raz6n y, por lo tanto, digna de respeto, 12 IMMANUEL KANT, Morat ¥ Lipertap | Podemios ahora ver el nexo, tal y como Kant Io concibe, entre la moral y la libertad. Actuar moralmente significa actwar conforme a un deber, por la ley moral. La ley moral consiste en un imperativo - categérico, un principio que requiere que tratemos a las personas con respeto, como fines en si mismas. Solo cuando actiio en con- g6rico actio Tibremente. Pues cordancia con el imperativo : ‘euando acto conforme a un imperativo hipotético actéio para sa~ tisfacer algtin interés 0 fin que me es dado desde fuera de mai mis- mmo. Pero en ese caso no soy realmente libre; mi voluntad no esté determinada por mi, sino por fterzas externas: lo que me impon- gan mis circunstancias o las necesidades y deseos que resulte que ten: puedo cescapar de los dictados de la naturaleza y las citcunstan- cias solo si acttio auténomamente, conforme a una ley que me dé yo mismo. al ley ha de ser incondicional con respecto a mis necesida~ des y deseos particulares. Por lo tanto, las exigentes nociones pro puestas por Kant de libertad y moral estin conectadas. Actuar libre- ate, y actuar moralmente, conforme al mente, es decir, auténoma imperativo categérico, son una y la misma cosa. Esta manera de pensar acerca de la moral y la libertad conduce a Kant a su devastadora critica del utilitarismo, El empeiio en basar |a moral en algin interés 0 deseo particular (como Ia felicidad o la utilidad) estaba condenado a fallar. «Pues lo que asi encontraban nunca era el deber, sino la necesidad de Ia accién conforme a un "interés determinado.» Pero todo principio basado en el interés vesta~ npre condicionado y no podia servi como ba condenado a estar si ley moral en absoluto».” Precuwras PARA KANT La filosofia de Kant es potente y muy atractiva, Sin embargo, puede resultar dificil entenderla, sobre todo al principio. $i ha seguido el 143 susricis hilo hasta aqui, puede que se le hayan ocurrido vi Veamos cuatro especialmente importantes. 6 preguatas. Primera pregunta: El imperative eategérico de Kant nos dice que tratemos a todos con respeto, come a fines en si mismos, gINo es 10 mismo que la rela de ore (apértate con fos demés como quieras que ellos se poten contigo»)? Respuesta: No, La regla de oro depende de hechos continger: tes, de cémo quiera la gente que se la trate. El imperative categorico requiete que nos abstraigamos de esas contingencias y respetemtos a las personas por tratarse de seres racionales, deseen lo que deseen en tuna situacién concreta, ‘Suponga que usted se entera de que su hermano ha muerto en un accidente de coche. Su anciana madre, licada y vive en una residencia, le pide que le dé noticias de ese hermano. Usted no sabe si decirle la verdad o ahorratle la conmo- ion y la angustia que le causaria, ¢Qué debe hacer? La regla de oro conduce a esta pregunta: que tiene una salud de- geGmo te gustaria que te watisen en tuna circunstancia parecida? La respuesta, clato esti, es muy conti gente, Algunos preferirin que se les hurten verdades dolorosas en momentos en que se sientan vulnerables, otros querrin la verdad, Por penosa que sea. Usted podria perfectamente concluir que, sise encontrase en Ia situacién de su madre, preferiria que no le canta- sen la verdad Paca Kant, sin embargo, esa no es la pregunta que hay que hacer. Lo importante no es cémo se sentiria usted (0 sti ircunstancias, sino lo que significa tratar a k ade) en esas las personas como seres racionales, dignos de respeto, Este es un caso en el que la compasi podria apuntar hacia un lado y el respeto kantianio hacia otto. Desde el punto de vista del imperativo categérico, podria argiirse que si Usted, preocupado por los sentimientos dle su madre, le miente, esta- ria usindola como medio para que ella mism, vex de respetarla como ser racional 1a permanezca en paz en IMMANUEL KANT Segunda pregunta: Kiet pare dara entender que responder al deer son una y la misona casa, Pero ged es posible tal lee Como “a? Actuar conforme al deber siqifict tener que obedecer una ley. is ibertad? pede la obediencia a ta ey ser compatible co Ia it fa van de la mano solo en un Respuesta: El deber y la autonomt : ‘cuando soy el autor de la ley que es mi deber ‘aso especial, a saber, aces ignidad en cuanto persona libre no consiste sujeto a la an sino en ser el autor de ses missin ley (- ! y estar subordinado a ella solo por esa razén. Cuando acatamos € imperativo categérico acatamos una ley que hemos elegido nosotros tnismos, «La dignidad del hombre consiste precisamente en esta ca pacidad legisdativa general, aunque con Ia condicion de que él mis- ‘mo esté sujeto al mismo tiempo a esa legislacion, respetat. Mi ENS le autononata consiste ext actuar conforme a una fercera pregunta: Si ee ca que todo ef mundo escagerd ka dey que me doy a ni mise, gqué garam misma ley moral? Si et innperative categsrico es : probable que personas diferentes leques a diferentes imperatives catgrices Kant parece ponsar que todos cincdivemos en ta nisma ley moral, Pero edna pede esta seguro de que personas diferentes no nasomanin difrenter producto de ri mente, gu0 es mente y Megan a leyes morales diversas? Sane do. establecemos la Tey moral, no escogemos = Respuesta: Cuan como usted y como Yo, es sino rales, participes de lo que Kant lama erazén pr ——. esti en nuestra mano determinar la ley Por supuesto, si razonamios conforme a aca personas particulares, sino como seres racto- : ctica pura». Por lo tanto, es erréneo pensar que moral en cuanto individuos. nests intereses, deseosy fies particulates es muy posible que ace Demos quién sabe con curintos principios distintos. Pero esos no se rian principios de la moral, sino de la prudencia aeced In raz6n prictica pura, alcanzaremos las mismas conclusiones: llega~ : tn imps rico Ginico (universal). ePor lo tanto, as leyes morales son na remos a un imperative cal tuna voluntad libre y wna voluntad sujeta a I yy la misma cosa.»"” persenserretssre ror Justicia, Cuarta pregunta: Kant sostine que, si la morales algo mds que caleilar peudentemente, habré de tomar ta forma de ave imperative categor- «8 Pers zedmo podeemos saber que kt moralidad existe aparte del jncgo del poder y de los intereses? ePodremas tener alguna vez la seguridad de que contamos con la capacidad de actuarautéuomamente, con libre albedo? g¥ si us centfcs descubnen (gracias a la toma de imigenes deta actividad cee Sn, por eiemplo,o gracias ata neurcienia cognition) que, afr de events, no tenemes libre albedrio? ¢No quedaria asi refutada la filosofta moral d Kant? Mesfenealie Respuesta: El libre albedrio no es de ese tipo de cosas que la ciencia pueda probar o refutar. Tampoco lo es la moral. Es verdad que los seres humanos habitamos en el reino de la natutaleza. Todo lo que podamos hacer se podri describir desde un punto de vista fisico o biolgico. Cuando levanto la mano pata votar, mia puede explicar hablando de miscutos, neuronas, sinapsis y células. Pero se podri explicar también hablando de ideas y creencias. Kant dice que no podemos evitar entendernos a nosotros mismos con forme a ambos puntos de vista el del reino de la fisica y la biologia y el del sinteligible» rein de la libre capacidad de actuar humana. Para responder esta pregunta de modo mis completo he de decir algo més acerca de esos dos puntos de vista, Son dos posibles formas de entender la naturaleza de la capacidad de actuar humana y de las leyes por las que se rigen nuestros actos. Kant los describe de la for~ ma siguiente: Un ser racional (...] tiene dos puntos de vista desde los que pue- de contemplarse a si mismo y conocer kas leyes [...] de todas sus ac~ ciones. Puede verse primero asi mismo, en cuanto pertenece al mundo sensible, sujeto a las leyes de la naturaleza (heterotomia);y en segundo Jigar, en cuanto pertenece al mundo inceligible, sujeto a leyes que, al ser indepen damentan solo en fa razén.* " 146 IMMANUEL KANT, El contraste entre estas dos perspectivas es homélogo a los tres contrastes de que he hablado ya: Primer contrast (la moral): deber /inetinacién Segundo contraste (la libertad) ‘Tercer contraste (la 1260) autonomia / heteronomia imperativo categorico / Imperative hipotético Cuarto contraste (el punto de visti}: reine de to inteligible / reino de lo sensible En cuanto ser natural, pertenezco al mundo sensible. Mis actos estin determinados por las leyes de la naturaleza y las regularidades de la causa y el efecto. Este es el aspecto de la actuacién humana que 1a fsica a biologia y la neurociencia pueden describir, En cuanto ser racional, habito en un mundo inteligible, Abi, al ser independiente de las leyes de la naturaleza, soy capaz de ser autonome, de actuar conforme a una ley que me doy a mi mismo. Kant sostiene que solo desde este segundo punto de vista (el del reino de lo inteligible) puedo verme a mi mismo como un ser libre, «pues ser independiente de la determinaci6n de las casas del mundo sensible (y esto es lo que la razéun debe atribuirse siempre a si misma) es ser libres.” Sino fuese mis que un ser empfrico, no podria ser libre; cada ‘vez que se ejerciese Ia voluntad serfa bajo el condicionamiento de algdin interés o deseo. Toda eleccidn serfa heterGnoma, regic por la persecucién de algan fin, Mi voluntad nunca podria ser una causa primera, sino solo el efecto de alguna causa anterior, el instrument, de uno u otro impulso o inclinaci En la medida en que nos concibamos a nosotros mismos como seres libres, no podremos concebirnos como seres meramente empi- ricos, «Cuando pensamos en nosotros como seres libres, nos transfe- rimos al mundo inteligible y nos incorporamos a él como miembros suyos, y reconocemos la autonomia de la voluntad junto con st consecuencia, la moral.» ‘Asi que —para volver a la pregunta—, cémo son posibles los imperativos categoricos? Solo lo son porque ela idea de la libertad “7 JUSTICIA me hace miembro de un mundo inteligibles." La idea de que pode mos actuar libremente, ser moralmente responsable de muestros a tos y considerar a otros responsables moralmente de los styos 1e- quiete que nos veamos en esa perspectiva, la del agente, no como meros objetos. Si usted quiere realmente oponerse a esta idea y em- pefiarse en que la libertad humana y la responsabilidad moral son puras ilusiones, las explicaciones de Kant no demostrarin que usted esti equivocado, Sin embargo, resultaria dificil, si no imposible, en tendernos, dar sentido a nuestra vida, sin alguna concepeidn de la libertad y de la moral. cualquier concepcién asi, piensa Kant, tlos compromete a aceptar las dos formas de vernos: como agentes ‘como objetos.¥ una vez se haya captado la fuerza de esta idea, se veri por qué la ciencia no podri nunca probar o refutar la posibili- dad de la libertad. Recuerde que Kant admite que no somos solo seres racionales. No vivimos solo en el mundo inteligible. Si fixésemos solo seres racio~ nales,si no estuvigsemos sometidos a las leyes y necesidades de la na turaleza, todos nuestros actos sconcordarian invariablemente con la autonomia de la voluntads." Como vivimos, simultineamente, on ambas perspectivas —el reino de la necesidad y el reino de la liber= tad—, siempre podri haber una brecha entre lo que hacemos y lo que deberiamos hacer, entre cémo son las cosas y como deberfan ser. Our forma de plantearlo es decir que la moral no es empirica, ‘Guarda las distancias con el mundo. Al mundo, lo juzga. La ciencia no puede, con todo su poder y penetracién, llegar a las cuestiones morales porque opera dentro del reino sensible. «Tan imposible le es a la mis sutil de las filosofias —eseribe Kant— como a la raz6n humana més comin expulsar a la libertad razonando.»” También le es imposible, podria haber aiiadido, a la neurociencia cognitiva, por refinada que sea. La ciencia puede inves~ tigar la naturaleza ¢ inquirir acerca del mundo empirico, pero no puede responder las cuestiones morales o refutar el libre albedtio. La raz6n es que ni fa moral ni la libertad son conceptos empiricos. No podemos probar que existan, pero tampoco podemos dar sentido a nuestra vida moral sin presuponerlas. 148 IMMANUEL KANT SEXO, MENTIRAS ¥ POLITICA Una forma de explorar la filosofia moral de Kant consiste en ver ‘c6mo la aplicaba a algunas cuestiones concretas. Quertia considerar tres aplicaciones: al sexo, a la mentira y a la politica. Los filésofos no son siempre las mejores autoridades en lo que se refiere a la aplica- cién prictica de sus teorias. Pero las aplicaciones que hizo Kant de la suya son interesantes en si mismas y, dems, arrojan algo de luz so bre el conjunto de su filosofia Kant conta las relaciones sexuales informales Las opiniones de Kant sobre la moral sexual son tradicionales y con servadoras. Se opone a todas las pricticas sexuales concebibles, salvo las existentes entre marido y esposa. Lo importante aqui no es taneo si las opiniones de Kant sobre el sexo detivan realmente de su filo- sofia moral como la idea de fondo que reflejan: que no somos nues tros ducitos y no estamos # nuestia propia disposicién. Se opone al n sexual fuera de! matrimo- sexo informal (para él lo es toda rela io), por consentida que sea por ambas partes, ya que degrada a quienes se entregan a él y los convierte en objetos. El sexo informal porque en él solo impera el deseo sexual, no el es rechazable, piens respeto a la humanidad del otro. El deseo que un hombre siente por una mujer no se dirige hacia ella porque sea un ser huimano, sino porque ¢s una mujer; que sea un ser humano no le preocupa al hombre;solo su sexo es el objeto de sus deseos.!" Incluso cuando el sexo informal produce mutua satisfaccion a Jos que asi se relacionan, sada uno deshonra la naturaleza humana del otro, Hacen de la humanidad un instrumento para Ia satisfac~ cién de su lujuria ¢ inclinaciones».® (Por razones a las que volveré en un momento, Kant piensa que el matrimonio eleva el sexo al 49 JUSTIA Ilevarlo mis alld de la gratificacién fisica y ligarlo mana.) Al abordar la cuestién de ala dignidad hu si la prostitucién es moral o inmoral, Kant se pregunta por las condiciones en las que el uso de nuestras facultades sexuales resulta compatible con la moral, Su respuesta, en esta como en otras situaciones, es que rio debemos tratar alos demas —0 a nosotros mismos— meramente como objetos, No estamos a nuestra propia disposicién, En puro contraste con la idea libertatia de que somos nuestros propios dueiios, Kant insiste en que no lo somos. EI requisito moral de que tratemos a las personas como fines en vez de como simples medios timita la manera en que podenios tratarnos a nosotros mismos y a nuestros cuerpos. «El hombre no puede disponer de si misio porque no es una cosa; no es propiedad de sf mismo.» En los debates actuales sobre la moral sexual, quienes se refier al derecho a la autonomia sostienen que los individuos deben set libres de escoger por si mismos el uso que hagan de sus cuerpos. Pero por autonomia Kant no entendia eso, Paradéjicamente, el con- cepto de autonomin le Kant impone ciertos limites a la maneva cut ue nos tratemos a nosottos mismos. Pues, recuerde, set aut6nomo ¢s estar gobernado por tna ley que me doy a mi mismo, el impera~ tivo categorico.Y el imperativo categorico requiere que trate a todas las personas (ineluido yo m m0) con Fespeto, como un fin, no como tin simple medio, Asi, para Kane, actuar auténomamtente requiere ue nos tratemos a nosotros misitios con respeto y que no nos con virtamos a nosotros mismos en objetos. No podemos usar el cuerpo como nos apetezca. En los dias de Kane no habia un mercado de rifiones, pero los ticos se ponian dienes que es compra ales pos. (En El ts plante de dientes, wna feta del caricaturista inglés del siglo xvett ‘Thomas Rowlandson,se ve a un cirujano que le extrac dientes en el gabinete del dentist tun deshollinador mientras unas mujeres adi~ neradas esperan a que se los pongan.) Kant consideraba que se trata- ba de una violacién de la dignidad human a. Una persona sno tiene derecho a vender una pierna, ni siquiera un dientes.” Al hacerlo se 150 eer ees so ENDL [IMMANUEL KANT © rata a si mtisma como a un objeto, un simple medio, un instrumento pata el provecho econémice, A Kant le parecia que la prostitucién era rechazable por las mis- persona saque un beneficio econé: mas razones. «Permitie que - ico de que fa use otro para satisfacer el deseo sexual, hacer de st tuna cosa misma un objeto de demanda, es [..,] hacer de si mi ‘con la que otto satisface su apetito, tal y como calma su hambre con tun filece.» Los seres humanos no «tienen derecho a ofrecerse a si ismos, por un beneficio econdmico, como cosas para que otros los ‘usen a fin de satisfacer sus propensiones sexwales». Hacerlo asi es tratar a la propia persona como una mera cosa, un objeto de uso, «EL principio moral que subyace en esto es el de que el hombre no es propiedad de si mismo y no puede hacer con su cuerpo lo que le venga en gana.»® La oposicidn de Kant a la prostitucion y al sexo informal saca a laluz el contraste existente entre la autonomnia, tal y como él la con cibe —el libre albedrio de un ser racional—, y el consentimiento individual. La ley moral a la que Hegamos mediante el ejercicio de nuestra voluntad requiere que nunca tratemos a la humanidad —en nuestra persona y en la de los demis— como un medio, sino como tun fin en si misma, Aunque este requisito moral se basa en la auto nomia, descarta ciertos actos entre adultos pese a que consientan en hacerlos,a saber, los que chocan con la dignidad humana y el respe- to a uno mismo. Kant concluye que solo el sexo dentro del matrimonio puede librarse «de degradar la bumanidads, Dos personas pueden librarse de que el sexo las convierta en objetos solo cuando se dan ta una a Ja otra en su integridad y no solo pata el uso de sus capacidades sexuales, Solo cuando ambas comparten con la otra «la persona, el cuerpo y el alma, en fo bueno y en lo malo y en todos los aspectos» puede su sextalidad conducir a «una union de seres humanose.” Kant no dice que todos los matrimonios produzcan verdaderamente tuna unidn de ese tipo. quiz’ esté equivocado al pensar que no puede haber uniones asi fuera del matrimonio o que ett las relacio- nes sexuales futeta del matrimonio no hay nada mis que gratificacién 15L justicia sexual, Pero sus opiniones sobre el sexo ponen de manifiesto la dife- rencia entre dos ideas que se confanden a menudo en los debates de nuestros dias: entre una 0 ica del consentimiento sin limites y una ética del respeto a la auconomia y dignidad de las personas, id mal mentir a un asesino? Kane adopta una linea dura contra la mentira, En la Fundamentacién sirve de primer ejemplo de condueta inmoral, Pero suponga que en su casa se oculta uno de stis amigos y un asesino llama a la puerta y pregunta por él. No estaria bien mentir al asesino? Kane dice que no, El deber de decir la verdad se mantiene sean cuales sean las con- secuencias. Benjamin Constant, un filésofo francés contemporineo de Kant, se enfrent6 a esta postura inflexible, El deber de decir la verdad vale, sostenia Constant, solo ante quienes se merecen la verdad, y el asesi- ae duca no se la merece, Kant replieé que mentir al asesino esti porque daite al azexino, sino porque viola cl principio de lo que es debio: La veraidad de le delaraciones que no pes cludit es el deber formal del hombre con cualquiera, por grandes «jue sean las desventajas que puedan derivatse de ello para él o para otros». Qué duda cabe, ayudar a ua asesino a realizar su malvado desig aio es una «dlesventajar no precisamente pequeiia Pero recuerde que, para Kant, la moral no tiene nada que ver con las consecuencias; tiene que ver con los principios. No se pueden controlar ls conse cuencias de tna accién —en este cas, decir la verdad— porque es- ‘in sujetas ala contingencia, Por lo que a usted concierne, su amigo, temeroso de que el asesino vaya a por él, podria haberse escabullido por la puerta de atris. La razén por la que usted debe deci la verdad, asevera Kant, no es que el asesino venga derecho a la verdad 0 que tina mentira pueda dafaele, La ra2én es que una mentira —cualquier ‘mentira— sinutiliza la fuente misma del derecho. [...] Es, pues, una ley sagrada de la raz6n, de cumplimiento incondicionalmente obli- 152 IMMANUEL KANT gado, que no admite salvedades por conveniencia alguna, que hay {que ser veraz (Sincero) en todo lo que se expreser." Pareceri una posicién exteafia y extrema, Sin duda, no tene- ‘mos el deber moral de decirle a un guardia de asalto nazi que Ana Frank y su familia se oculkan en el dtico, Pareceria que la insisten~ cia de Kant en que hay que decir la verdad al asesino en Ia puerta, ‘6 aplica mal el imperativo categ6rico o demuestra la insensatez de este. Por inadmisible que pueda parecer lo que Kant asever taria oftecer una cierta defensa de su postuta, Aunque mi defensa difiere de la que da Kant, concuerda con el espiritu de su filosofia y, espero, arroja algo de luz sobre ella Imaginese en el apuro de tener a una amiga oculta en un cuarto, ‘yal asesino en la puerta. Claro esti, usted no quiere ayudar al asesino a ejecutar su maligno plan, Eso se da por sentado, No quiere decit nada que lleve al asesino hasta su amiga. La cuestion es: gqué le digo? Tiene dos opciones. Puede decirle una pura mentira: «No, no esti aqui». O puede decir algo cierto pero engaiioso: +Hace una hora la vi por la calle, por donde la tienda de comestibles». Desde el punto de vista de Kant, la segunda estrategia és moral- mente permisible, pero la primera no. Puede que le parezca rebusea- do, Cuil es, moralmente hablando, la diferencia entre una afirma- cién téenicamente cierta pero que induce a ertor y una pur mentira? En ambos casos, usted espera engatiar al asesino y hacerle me gus creer que su amiga no se oculta en la casa Kant cree que hay mucho en juego en esa distincién. Piense en las canentiras piadosas», las pequefias falsedades que decimos a veces por amabilidad, para no herir los sentimientos de otro, Suponga que tun amigo le hace «an regalo. Abre la caja y se encuentra con una cor bata detestable que no se pondri nunca. Qué le dice? Podria decir: {Qué bonitale, Esa seria una mentira piadosa, O podria decir: No deberias haberlo hecho!». O: «Nunca he visto una corbata como esta Gracias», Como en el caso de la mentira piadosa, estas afirmaciones dan a su amigo la falsa impresi6n de que a usted le gusta la corbata Pero deben ser, en todo caso, verdaderas, 153 OSTICTA Kane rechazaria la mentiea piadost porque aceptarla supondria tuna excepcién a la ley moral, una excepcién que se quertia justificar por las consecuencias. Es digno de admir: n que no se quiera herir los sentimientos de alguien, pero hay que intentar hacerlo de un modo que no sea incompatible con el imp requiere que est Jo que vayamos a hacer. ativo categsrico, que 108 dispuestos a universalizar el principio que guie se pudiesen establecer excepciones en ‘cuanto pensésemos que los fines merecen la pena en grado suficiente, Ja naturaleza categérica de la ley moral se disiparia. La afirmacién cierta peto engaiiosa, en cambio, no amensza al imperativo categori- co de esa misma forma, El propio Kant recurrié a esa distincién cuando hubo de enfientarse a un dilema que le afectaba a él mismo, gHabria defendido Kant a Clinton? ‘Unos aiios antes de su intercambio de pareceres con Constant, Kant se habia visto en aputos con el rey Federico Guillermo II. El rey y sus censores consideraron que los escritos de Kane sobre Ia religidn ian en desdoro de la cristiandad; le exigieron que prometiera que se guardaria de pronunciarse de nuevo sobre esos asuntos. Kant respon~ did con una declaracién muy estudiada: «Como fiel siibdito de St Majestad, desistiré en adelante por completo de toda disertacién pii- blica o escrito concern Cuan tes a la religion». lo hizo esta declaracién, Kant era consciente de que no era probable que el rey fuese a vivir mucho iis. Cuando, en efecto, murid unos afios después, Kant se considers relevado de la promesi, que le ataba solo omientras fuese fel stibdito de Su Majestade, Kant explicatia mis tarde que habia escogido esas palabras «con el mayor de los cuidados, de modo que no se me privase de mi libertad (...] para siempre, sino solo mientras viviese Su Majestads.*" Con esta inteligente maniobra, el dechado de la probidad prusiana logré en Aar a los censores sin tener que mentitles. 2Que es hilar muy fino? uiza. Pero parece que algo que tiene verdadero significado moral esti en juego en que se distinga una 154 IMMANUEL KANT Pignsese en el ex presider E mentira descarada de una bibil acciena te Bill Clinton, En tiempos recientes, ninguna figura publica de Es tados Unidos habri excogido sus palabras o pergefiado sus desmen- tidos con mis cuidado, Cuando se le preguntd, en su primera ‘campaia por la presidencia, si se habia drogado alguna vez, contest {que nunca habia inéringido las leyes contra las droga de su pais 0 de ‘su Estado. Mis tarde reconoceria que habja probado la marihuana en sus dias de estudiante en Oxford, en Inglaterra pues. El mis memorable de sus desmentidos fire el que hizo cuando se decia que habia tenido relaciones sexuales con una becaria de vyeintidés afios de edad, Monica Lewinsky: «Quiero decitle una cosa al pueblo americano. Quiero que me escuchen, [...] No he tenido relaciones sexuiales con est mujer, la seitora Lewinsky», ‘Mis tarde se supo que el presidente tuvo encuentros sexuales con Monica Lewinsky: El escindalo condujo a que se iniciase su impeachment, el procedimiento que podria haber llevado a su destitu- ién. Durante las comparecencias, un congresista republicano discu- 186 con uno de los abogados de Clinton, Gregory Craig, acerca de si el desmentido del presidente de que hubiese tenido stelaciones sexuiales» fire una mentira: Reenesentawte Bow INGLIS (REPUBLICANO, POR CAROLINA DEL SUR): Ahora bien, sefior Craig; zmintié {Clinton} al pueblo americano cuando dijo munca he cenido relaciones sexuales con esa mujer? eMinti6? Chatc: Ciertamente indujo a ettor y engait. Inctis: Oiga, espete un momento. :Mintis? Crate: Al pueblo americano... le indujo a error y no le dijo la verdad Ive y el presidente ha insis- 1s:Vale, asi que no va usted a basarse en. tido personalimente [...] en que no se deberia dejar que cuestio- nes legales 0 tecnicismos oscurezcan la simple verdad moral {Mintié al pueblo americano cuando le dijo snunea he tenido tuna relacién sexual con esa mers? Inctis: El no cree que lo hiciese y por la forma... déjeme que expli que esto... que lo explique, congresisa 155 susticia Inctis: gNo cree al que mintiese? Crate: No, no cree que mintiese, porque st idea del sexo es la que define el diccionario, Puede que usted no esté de acuerdo con {que sea es0, pero tal y comto él lo ve, st definicién no era. Incuus:Vale, entiendo el argumento, Crarc-Vale, Ivcuis: Esto es asombroso, que usted esté ahora ante nosotros y exté retractando todas... (odas ls justificaciones del presidente Cante: No, lcs: Usted las esté retractando, zo? Cute: No, yo no estay haciendo eso, cus: Porque usted ahora esti volviendo al argumento... hay ni cchos argamentos que usted podria emplear ager, Uno de ellos es que no tuvo relaciones sexuales can ella, Fue sexo oril, no es sexo de verdad. Entonces, zusted esti aqui hoy pata decitnos eso, ‘que no tuvo relaciones sexuales con Monica Lewinsky? Crate: Lo que él dijo, al pueblo americano, fe que no tuvo relaciones sextales.Y entiendo que a usted no le guste es0, congresista, por- ‘que... a usted le parecers una defensa téc ca 0 una respuesta eva siva, demasiado sutil. Pero el sexo se define en todos los dicciona- rios en una cierta forma, y él no tuvo ese tipo de contacto sexval con Monica Lewinsky. [| Por lo tanto, zengaité al pueblo anie- ricano? Si gBseuvo mal? Si 2Bs reprochable? Si." El abogado del presidente concedid, como ya habia hecho Clin= ‘on, que la relacién con la becaria estuvo mal, que fue inaptopiada y reprochable, y que las declaraciones del presidente al respecto sindu- Jeron a error y engaiiarone al piiblico. Lo tinico que se negé a con coder fue que el presidente hubiera mentido. Qué habia en juego en esa negativa? La explicacién no puede ser simpler nte legal, la de que mentir bajo juramento al deponer ante un tribunal sirve de base para una acusaci declaracién en cuestién no se hizo bajo juramento; fe una declara~ cidn televisada hecha al pueblo americano., sin embargo, tanto l incerrogador republicano como el defensor de Clinton creian que algo importante estaba en juego en que quedase claro si Clinton ha- 156 IMMANUEL KANT ido o si solo habta inducido a error y engaiiado. Este vivo Giilogo en torno a la mientira —szminti62— respalda To que Kant “pensaba, que hay una diferencia moralmente relevante entre una Pero zen qué puede consistir esa diferencia? La intencién, eabe Jensar, es la misma en ambos casos, Le mienta al asesino en la | puerta o le ofrezca una evasivainteligente, mi inteneign 6 Mevale _F pensar equivocadamente que mi amiga no se oculta en mi eas, seqrin la teoria moral de Kant, lo que cuenta es la intencidn o el ‘motivo. La diferencia, creo, ¢s esta: una evasiva bien concebida rinde en | gjerta forma homenaje al deber de decir ly verdad, y la pura mentira = ro. Que alguien se tome Ia molestia de urdir una afirmacién enga- jiosa pero técnicamente verdadera cuando con una simple mentira Je habria bastado expresa, aunque sea oblicuamente, un tespeto a la moral r —r—~r——C—= iniento sin mis al asesino, actito segéin un solo motivo: evitar que mi amiga suffa dao alguno. Si Te diga al asesino que la vi hace paca en la tienda de comestibles, acto segin dos motivos: proteger a mi “amiga yal mismo tiempo, mantener el deber de decir la verdad. En. ambos casos persigo un fin admirable, proteger a mi amiga, Peto solo en el segundo caso persigo esa meta de una manera acorde con ef motivo del deber, ‘Algunos objetarin que, igual que una mentita, una afiemacion técnicamente verdadera pero engaiiosa no se podria universalizar sin conttadicciones. Pero piense en la diferencia: si todo el mundo min tiese cuando se encontrara con un asesing en la puerta o tiviese que affontar un embarazoso escindalo sexual, nadie creeria afitrmaciones ide esa especie y no cumplitian st objetivo. No puede decirse lo mis mo de las verdades engaitosas. Si todo el que se encuentre en una situacién peligrosa 0 embarazosa sale del paso con tuna evasiva bien pergefiada, no por ello dejarin pot necesidad de ser crefbles las eva~ sivas. Lo que ocurriria es que se aprenderia a escuchar como lo haria tun abogado y a analizar gramaticalmente ese tipo de afirmaciones 157 yusticia, prestando atencién a su sentido literal. Exactamente eso es lo que pasé cuando la prensa y el ptiblico se acostumbraton a los estudiados desmentidos de Clinton. La idea de Kant no es que una situacién asi, en la que la gente analiza gramaticalmente los desmentidos de los politicos en busca de su sentido literal, sea de alguna forma mejor que si nadie creyese a los politicos en absoluto, Ese seria un argumento basado en las con clusiones. La idea mis bien es que una afirmacién que induce a error pero que, pese a ello, es verdadera no fuerza o manipula al que Ia oye del mismo modo que una pura mentia, Si el que la escucha «sti suficientemente atento, siempre podri escapar del engaio. Por lo tanto, hay una razén para concluir que, segiin la teoria moral de Kant, las afirmaciones verdaderas pero que inducen a error —al asesino de la puerta, a los censores prusianos o al fiscal espe~ cial— son, en cierta forma, moralmente permisibles, y las mentiras descaradas, no, Quizi le parezca que me he esforzado demasiado por salvar a Kant de una postura inadmisible, Lo que asevera Kant, que sti mal mentir en la puerta al asesino, quiz no sea defendible mo ralmente en dleimsa insta \cia, Sin embargo, la distineién entre sna pura mentita y una verdad engaiosa sirve para esclarecer la teoria moral de Kant y nos descubre una sorprendente semejanza entre Bill Clinton y el austero moralista de Kénigsberg. Kant y a justcia Al contrario que Aristételes, Bentham y Mill, Kant no escribié nin guna obra de teoria politica de gran magnitud, solo algunos ensayos. Y, sin embargo, la concepcién de la libertad y la moral que se des- prende de sus escritos de ética tiene profandas consecuencias pata ka Justicia, Aunque Kant no las. elabora en detalle, la teoria politica por Ta que se inclina rechaza el utilitarismo en favor de una teoria de la Justicia basada en un contrato social. En primer lugar, Kant rechaza el utilitarismo no solo como fan- damento de la moral personal, sino también de la ley. Segiin Kant, 158 IMMANUEL KANT © una constitucién justa aspira a armonizar la libertad de cada indivi- “duo con la de los dems. No tiene nada que ver con maxinizar la © utilidad, la cual eno debe interferir por ninguna razéne en la det minacién de los derechos bisicos. Como las personas wtienen dife~ © rentes opiniones sobre el fin empfrico de la felicidad y en qué con- sistes, la utilidad no puede ser el fundamento de la justicia y los | derechos. :Por qué no? Porque silos derechos se basasen en la wtili~ dad, la sociedad tendria que hacer suya, o poner encima de las de- mis, una concepcidn determinada de la felicidad, Basar la constitu cin en una concepcién particular de la felicidad (la de la mayoria, por ejemplo) impondria a algunos los valotes de Tos demis; no respe- ~ aria el derecho de cada uno de perseguir sus propios fines. «Nadie puede obligarme a ser feliz a su modo Gegin como conciba él et bienestar de los dems) —escribe Kant—, pues cada uno puede bus~ ‘ear la felicidad de la manera que crea oportunta mientras no infeinja Ja libertad {...] de otros» de hacer lo mismo."* Un segundo rasgo distintivo de la teorfa politica de Kant es que drive de la justicia y los derechos de un contrato social, pero uno con un matiz desconcertante. Antcriares tedricos del contrato social, es el caso de Locke, sostenian que el gobierno legitimo surge de un contrato social entre hombres y mujeres que, en un momento w ‘otro, deciden entre ellos los principios por los que se regiré su vida colectiva. Kant ve el contrato de otra manera, Aunque el gobierno legitimo deba basarse en un contrato originario, «no es preciso, de hingona manera, que se presuponga que ese contrato es un hecho (pues como tal no es posible en absoluto)». Kant mantiene que el contrato otiginario no es real, sino imaginatio."* Por qué se deriva una constitucién justa de un contrato imagi- nario y no de un contrato real? Una de las razones es de indole prictica: cuesta probar histéricamente que en la historia lejana de las naciones haya habido algin contrato social. Una segunda razén es filosdfica: los principios morales no se pueden derivar solo de he- chos empivicos.Tal y conto la ley moral no puede cimentarse en los intereses © deseos de individuos, los principios de la justicia no pue- den cimentarse en los intereses o deseos de uni cierta colectividad, 159 JUSTICIA El meto hecho de que un gi I le que un grupo acordase en el pasado una cons cién no basta para que sca justa, me 2Qué tipo de contrato imaginario podeia eludir ese problema? Kant lo llama sencillamence una «idea de la raz6n que, sin emb: iene una indw. _ i ‘iiga a odes tiene una indudable realidad (prictica)a saber, la de obligara todee Jos legisladores a conformar sus leyes de modo que pudieran h: sido creadas por fa voluntad unida de un pucblo entero» y como cada ciudadano shubiese prestado su consentimiento». Kane Hega a ly conclusién de que ese imaginario acto de consentimiento colective es la piedra de toque de la legitimidad de toda ley publicas,”” Kant no nos dice cémo seria ese contrato imaginario o qué Principios de justicia producti, Casi dos siglos después, un filésofo politico estadounidense, John Rawls intentaria responder esas pre guntas, ~ saber 6 En defensa de la igualdad. John Rawls E La mayoria de los estadounidenses no hemos firmado nunca un “ contrato social. En realidad os éinicos estadounidenses que han pro~ © netido de verdad que respetarin la Constitucién (aparte de los car- gos piblicos) son los que han adoptado esa nacionalidad, los inmi- grantes que asi lo han jurado porque se les exige para adquirie la ‘iudadanfa. A los dems no nos han exigido, ni siquiera pedido, que -semos nuestro consentimiento. Entonces, :por qué estamos obli- “gado a obedecer la ley? :¥ cémo pndemos decir que nuestro £0- © bierno se cimienta en el consentimiento de los gobernado? John Locke dice que hemos dado el consentimiento ticitamen- te, Cualquiera que disteute de los beneficios que reporta un gobier- rho, aunque sea viajar por un camino piblico, consiente implicita- ‘mente en la ley y esti obligado a cumplirla.' Pero el consentimiento E écito es una variante muy desvaida del auténtico, Cuesta ver cul pueda ser la razén de que el mero hecho de pasar por un lugar habi- © tado sea equivalente moralmente a ratificar la Constieucién, © tnmanuel Kant recurre al consentimiento hipotético. Una ley © es justa si la sociedad en su conjunto, de haber podido, la hubiese es una alternativa problemitica a un © refrendado, Pero también e contrato social auténtico, ;Cémo podria un acuerdo hiporético ¢je~ ccutar la tarea moral de uno real? John Rawk (1921-2002), filésofo politico estadounidense, ofte- = ce una respuesta esclarecedora a esta pregunta. Ex Teorda de la justicia (1971) sostiene que para pensar en la justicia hay en preguntarse 161

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