Un emperador recibi como regalo un par de guilas recin
nacidas. Semanas despus de su llegada, una de ellas comenz a volar con la majestad propia de las aves de su especie, mientras que la otra permaneci aferrada a la rama sobre la que se pos desde su llegada al palacio del emperador.
Los asesores, coaches y consejeros del emperador empezaron a
formular hiptesis tratando de explicar la actitud del guila que se negaba a volar. Tejieron un sinfn de conjeturas, intiles todas ellas, puesto que el ave continuaba aferrada a la rama.
Una maana, muy temprano, un labriego lleg al palacio del
emperador y le solicit permiso para ver al guila que permaneca posada sobre la rama e intentar que esta iniciara el vuelo.
El emperador accede abrigando pocas esperanzas puesto que si
todos sus expertos fueron incapaces de lograr que el guila alzara el vuelo, dudaba que un humilde jardinero fuese capaz de superar a sus ilustres consejeros. De esta manera, el jardinero qued a sus anchas, mientras el emperador desestim la probabilidad de un resultado positivo y se dedic a sus labores habituales.
Al llegar la tarde y pasadas las 3 pm el emperador se asom a la
ventana y mientras miraba al cielo, que a esa hora estaba azul y sin ninguna nube, pudo observar dos guilas volando majestuosamente con la agilidad propia de aves jvenes. Se dijo: Mi guila ya consigui pareja que le haga compaa en los cielos. Pero, al observar con atencin, se sorprendi al constatar que el nuevo guila surcando el firmamento era la misma ave que antes permaneca posada sobre una rama.
De inmediato hizo llamar al labriego y una vez reunidos le
pregunt: Qu le hizo al guila para que resolviera volar? Y este le respondi: Yo no hice nada al guila, tan solo cort la rama sobre la cual su ave se posaba.