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Cierto

Y fue as que se abrieron los Cielos, cedindole paso al inconmensurable Dedo


ndice que apuntaba al Naranjo ms bello del Edn. Al momento, se oy Su
Vozarrn, el cual les advirti -Ni se les ocurra tocar ese Manzano, se
entiende?!-. Se miraron, perplejos. Y eligieron el silencio: ciertas decisiones
jams se discuten.

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