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‘Traduccién | FERNAND BRAUDEL. de ANGELINA MARTIN DEL CAMPO ESCRITOS SOBRE HISTORIA Se | FONDO DE CULTURA ECONOMICA. | MEXICO ISBN 968-1638709 Impress en México PREAMBULO. i6ut me es ajeno. Hace dos o.tres ailos, is amigos polacos, luego los espafioles, decidieron tra reunir en un volumen articulos y estudios que sobre la natur: misma de la historia habia publicado en el transcurso de los dlti- mos veinte afios. Finalmente de alli se derivé esta recopilacién francesa, Si no es asf, chabria. yo mismo pensado en prepararla? Es la pregunta que me planteo al momento de terminar de leer las pruebas. 5 ‘Como sin duda le pasa a cualquiera, no reconozco mi voz cuan- do la escucho grabada. Tampoco a la lectura me siento seguro de reconocer de inmediato, lo que se llama reconocer, mi pensa- to de ayer, Estos articulos relefidos unos tras otros, evocan en nf més que nada antiguas circunstancins. Me,vuelvo a ver con Henri Br EL ORIGEN de esta ree le aprisionamiento; cenan- do en la calle Vaneau con Georges Gurviteh; mas a menudo, pla- ticando con Lucien Febvre, 0 mas bien escuchandolo como quella noche en el Souget, su casa en el Jura, mientras que desde hhacfa mucho la noche nos habfa envuelto en.sus sombras bajo los cedros del jardin. 2Es mi pensamiento, ese pensainiento nutrido sos, recuerdos, en que las voces escuchadas vuelven a nte? S{ y no. ITantas cosas han pasado n hoy! Como no me gusta mente de textos, de los que evidenten responsable. Es el mismo sentimiento que ayer me llev6 a reescri- no se trataba de reescribir, Salvo minimas ¢o- les, estas paginas aparecen en su forma y fecha original. Es pues légico que en su conjunto las considere un poco desde lejos. Me da gusto que ese conjunto sea coherente. Vuelvo 7 HISTORIA Y GIENCIAS SOCIALES La larga dueracién’ Hy crisis general de las ciencias del hombre; todas se ven agobia- das bajo sus propios progresos, aunque s6lo fuera en razén de la de nuevos conocimientos, y de la necesidad de un trabajo colectivo, de cuya organizacién inteligente todavia no se ponen las bases; todas han sido tocadas, quieran 0 no, por los progresos de las més giles de ent mbargo, permanecen en querella con un ht que ya no puede servirles como marco. To- ienos lucidez, se preocupan por su lugar en el conjunto monstruoso de las investigaciones antiguas y nuevas, de ina hoy la convergencia necesatia, del hombre, por me- Wy mas que ayer, por defini. rioridades. Estén, con porfla, sgidas en querellas sobre las fronteras quc las separan, o no las separan, o las separan mal de las ciencias vecinas. Pues cada una suefia de hecho, en permanecer en ella 0 en regresar a ella... A sgunos sabios aislados organizan acercamientos ent de Lévi-Strauss? impele a la antropologia “estructu zontes de la bre de cincia de la comunicacién a la antropologt n est presto a esa liberaci6n * dnnales ESC, nim 4, ctubre-dciembre 1958, “Debats et Combats", 4 nthrepolgie tract “traduccion xpafo 75, 40 PORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL, HOMBRE. de fronteras y a esos reagrupamientos? [Por un sf, o un no, inclu- so Ia geografia se divorciaria de la historia! Pero no seamos injustos; existe interés en esas querellas y recha- 20s. El deseo de afirmarse contra los otros, se encuentra por fuerza en el origen de curiosidades nuevas: negar al pr6jimo, es ya cono- cerlo. Y hay mas, sin quererlo explicitamente, las ciencias sociales seimponen unas otras, cada una tiende a aprehender lo social por entero, en su “totalidad”, cada una usurpa lo que es de sus vecinas creyendo permanecer en su casa. La economia descubre la sociolo- {gia que lacircunda, la historia —tal vez 1a menos estructurada de las ciencias del hombre— acepta todas las lecciones de su miltiple ve- cindad, y se esfuerza en reperes ‘a pesar de las reticencias, is, se esboza la puesta en 5 valdrfa la pena que se intentara jos que vienen, aunque, mas tarde, cada ciencia tas personal. Pero aercarse en primera nstanci, es una operacin urgen- te, En Estadon Unides, esa reunion ha tomado 4 vestigaciones colecivas sobre las dreas culturales del mundo ac tual, se trata de los are studies que antes que nada, son el estudio en equipos de sca! cents, 8 del na, Estados ue, luego de poner tos, todavia haga falta que cada tuno de los participants deje de permanecer s Jo, como la vspe 6, adem, ue la trabajo partic cen, escriben o piensan los otrost Se re reuni6n de las ciencias sociales sea completa, que no dejen de tomarse en cuenta las més antiguas en bene! vvenes, capaces de prometer tanto, aunque n plir, Por ejemplo, es pricticamente nulo el rafla en esas tent el que se concede a la ria se trata? de las mas j6- -mpre de cum= ugar dadg a la geo- \ericanas; extremadamente reducido oria, ¢Y, por otra parte, de qué histo- que los trabajos de los historiadores, un aspecto de la rea- mado la forma de in-, TORIA Y CIENCIAS SOCIALES a contradictorios de la vida de los hom Ja sustancia del pasado, sino también el espesor de la vida soc actual, Razén de més para sefialar con fuerza, en el debate que se instaura entre todas las ciencias del hombre rtancia, la utilidad de la historia, o més bien, de la dialéctica de la duraci6n, tal como se desprende del oficio, de la observaci6n repetida del historiador; nada siendo, segin nosotros, més importante en el centro de la realidad social, que esta opo: tida indefinidamente, entre el instante y el tiempo lento a trans- ccurrir, Que se trate del pasado o de la actualidad, una conciencia neta de tal pluralidad del tiempo social es metodologia comin de las ciencias del ho Menos para los lectores de esta ¥« nuestros estudios, como para nuestros vecinos de las ciencias del -onomistas, etnégrafos, etnélogos (0 antropélogo: inglistas, demégrafos, gedgrafos, incluso matematicos sociales o estadisticos —todos vecinos nuestros a quienes desde hace muchos afios hemos seguido en sus experien- clas ¢ investigaciones, porque nos parecfa (y nos parece que re~ molcados por ellas, 0 a su contacto, la historia se esclarece con nueva luz. Tal vez, en nuestro turno, tenemos algo que darles. De las experiencias y tentativas recientes de la historia se desprende —consciente 0 no, aceptada o no— una nocién cada vez mas pre- cisa-de la idad del tiempo y del valor excepcional del tiempo largo. Esta Gitima noci6n, mas que la historia misma —la historia de cien caras—, deberfa interesarles a las ciencias socia~ les, nuestras vecinas. Hisroria ¥ puRACIONES 42 _LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE tiempo nos ha habituado a su relato precipitad, dramatico, de corto aliento. La nueva historia econémica y soc de sa investigacidn la osc se ha deja Ins aleas'y relato (0 “r que se ocupa det pasado en amplias porciones: decenas, veintenas © cincuentenas de afos. Mas alld de ese segundo reci aliento atin més sostenido, esta vez de ampl histo- ria de larga, incluso de muy larga duracién, La formula, buena 0 mala, se me ha vuelto familiar para designar lo contrario de lo que Frangois Simiand, uno de los primeros luego de Pavl Lacom- be, habré bautizado como historia de los acontecimientos. Poco mportan esas férmulas; en todo caso, es de unaa otra de un polo al otro del tiempo, de lo instanténeo a la larga duracidn donde se ubicara nuestro debate No que esas palabras sean de absoluta seguridad. Lo mismo su- cede con la palabra acontecimiento, Por mi parte, jonarla en la corta duracidn: el aconte mo se decfa en efsiglo XVI. Con audera lena la conciencia de los contempordineos, no dura, su flama apenas logra verse. Los filésofos sin duda di vuna gran parte de su sen pone en el primer plano “a una historia de la palabra de jento puede por los historia- -mpo muy superior a su propia du- ical infinito, se liga, ibremente 0 no, a toda una cadena de acontecimientos, de realidades subyacentes y, al pare- cer, imposibles de separarse a partir de entonces unas de otras. Por ese juego de adiciones, Benedetto Croce podia pretender que, en todo aconi toria entera, el hombre ente- ro se incorporan y luego se vuelven a descubrir-a voluntad. Sin dada, a condici6n de afiadir a ese fragmento lo que né co en primer término, y por lo tanto, de saber lo que es no—afladirle. Es ese juego te y peligroso el que propo- HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES 4s nen las recientes reflexiones de Jean-Paul Sartre.® Entonces, digdmoslo mas claramente, eri lugar de aconteci- miento, el duos, de la vida ciencia —el tiempo por excelencia del cronist ‘Ahora bien, subrayémoslo, cr6nica y diatio dan junto a los gran- des acontecimientos llamados histéricos, los mediocres accidentes precio del trigo, un crimen, una representaciGn te: ‘én, Cada uno comprenderé que hay tanto como politica. En Ia primera aprehe ye toda la realidad, to- ‘storia en donde la reflexi6n critica pudiera trabajar a'su gust tiene horror al acont cimiento, No sin raz6n; el tiempo corto es el inds caprichoso, ¢s la ‘ds engafiosa de las duraciones. denada a serlo. espesor temporal caciones de larga hecho que, el precio que se tuvo que pagar por los progresos realizados du- rante ese mismo periodo, en la conquista cientifica de instru- 3 Jean-Paul Sartre, “Questions de méthode, Ls temps Modems, 1957, nas, ‘en 1880", “Alemania en vgperat de la Refor 44 LAHISTORIA Y LAS OTRAS ci \$ DEL HOMBRE métodos rigurosos. El descubrimiento masi- vo det dox documental adn ayer Louis Halphen,* “dejarse llevar de alguna manera por los documentos, lefdos uno tras otro, tal como se nos presentan, para ver la cadena de hechos recon te". Ese idea in del siglo XIX en una crdnica de nuevo estilo que, en su am- ion de exactitud, sigue paso a paso la historia de los aconteci- mientos, tal como se desprende de las correspondencias de los embajadores o de los debates parlamentarios, Los historiadores del siglo xvin y principios del x1x habfan puesto aten: ‘manera a las perspectivas de la larga du ‘grandes espfritus como un Michele hardt, Sise acepta que esa s raci6n del tiempo corto ha sido el bien mas precioso, por ser el nds raro, de la prenders el el de vangua los estudios consagrados a la antigiiedad clasica, Ayer, éstos sal: varon nuestro oficio, La ruptura reciente con las formas tradicionales de la historia del XIX no ha sido una ruptura total con el tiempo corto, Ha ac- se sabe, en beneficio de la historia econémica y social, en to de la historia pol tun trastorno yuna inne- gable renovs HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES 4“ Aparecé un nuevo modo de relato hist6ric citativo” de la coyuntura, del cicl propone para que elijamos, una docena de afios, un cuarto de si- glo ys emel limite extremo, el cldsico medio siglo de Kondratiett. Por ejemplo, sin tener en cuenta los i los precios en Europa suben de 1791 a 1817; decli 1817-a:1852:ese doble y lento movimiento de alza y retroceso re~ presenta un interciclo completo en los tiempos europeos —y mas in duda, esos periodos crono- luto. Para otros barémetros, el del ‘vez, Peto ipoco import de seguro de 1po nuevo, elevado a Ja altura de una puede tratar de inscribirse, recor- tindosé segiin seftales inéditas, segtin esas curvas, y su propia res- piraciér Es asf como Ernest Labrousse y sus discfpulos han puesto en Iuego de suv rico de Roma (1955), una amy elsigno de la cuantificacion. No erco traicionar su propésito diciendo que esa encuesta desembocar4 por fuerza en la determinacién de co- yanturas (incluso de estructuras) sociales, sin que de antemano nada nos asegure que ese tipo de coyuntura tenga la misma velo- cidad o la misma lentitud que la econ6mica. Por otra parte, e30s dos'grandes personajes, coyuntura econémica y coyuntura social, no deben hacernos perder de vista a otros actores, cuya marcha de determinar, 0 tal vez sea indeterminable, a falta de yante nuestra mirada se vex porque parece mas Ievaa cabo un retorno al tiempo cort * Gy. su Tove génivle du progr deanomigu, Cindernos del ISEA, 1987, 48 LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE, necesario (o més urgente) coser Ia historia “ciclica” con la historia corta tradicional, que ir hacia adelante, a lo desconocido. En tér- ‘minos militares, se trataria de consolidar posiciones adquiridas. El primer gran libro de Ernest Labrousse, en 1933, estudiaba de precios en Francia en el to secular. En 1943, en el mds grande libro ja.en el curso de estos tltimos vein- jonarias. Henos de nuevo aquf en el tiempo ‘cuello. Bien entendido, la operacién es Icita, tomatica est EI historiador de buena gana se com- porta como director de escena-¢Gémo renunciaria al drama del empo breve, a los mejores trucos de un oficio muy viejo? Mis alld de los ciclos y de los interciclos, existe lo que los econo- mistas llaman, sin estudiarla siempre, tendencia secular. Pero s6- de 1870.* Sin embargo, ofrecen una de larga duracién, Forman la La segunda, m - Para nosotros los historiadores, una estructura és sin duda en- 7 Bau du oie arg, Dato, 1053 acregio de René Clémes spo revo en France ax XVII site, 2 vol, HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES ” -mpo usa mal y transporta ampliamente, Algunas estructuras, al argo tiempo, se vuelven elementos estables de una inf de generaciones: la obstruyen; por ordenan su t \s son mas rapidas en desmoronarse. Pero todas son a la vez sostenes y obstculos. Como obsticulos, se marcan como limites (enlomos en el sentido matemético), de los que el hombre y sus ex] ia de las rutas y de los tralicos, la sorpren= za del marco geogratico de las ci Iguales permanencias o sobrevivencias se observan en el inmenso 48 _LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL. HOMBRE res. El tema que trata Alphonse también se presenta como una de las mas nuevas in- nes de la escuela hist6rica francesa, Allf se considera Ia idea de cruzada, en Occidente, més alla del siglo x1V, es decir, mu- ‘cho més alla de la “verdadera” cruzada, en la continuidad de una actitud de larga duracién que, repetida sin fin, atraviesa las soc dades, los mundos, los psiquismos mas diversos, y toca:con un timo reflejo a los hombres del siglo x1x. En un dom i ro de Pierre Francastel, Peinture et Socide," sefiala a Descartes y Newton; entonces se borra ante un universo prt damente geometrizado se derrumbara, pero mucl ms tarde, ante las revoluc inianas.!® mico, Giclos, interciclos, crisis estructurales encubren aq, laridades, permanencia de sistemas, algunos han dicho de: 8 Le the de Crosede. ye F. Hartung, HuloricheZeischr stim, 1, sobre el Despotisio ilustrada HISTORIA ¥ CIENCIAS SOCIALES 19 ciones'*—es decir, de viejos habitos de pe Pero razonemes sobre un.ejemplo, analizado répidamente. Cerca de nosotros, en el marco europeo, encontramos un sistema ‘econémico que se inscribe en pocas Incas y reglas gencrales bas- tante claras: més o menos se mantiene estable del siglo xIv al XVI para mayor seguridad, digamos que hasta 1750. Durante {glos, la actividad econémica depende de poblaciones demogrf camente fragiles, como lo mostrardn los grandes reflujos de 1350-1450 y, sin duda, de:1630-1730."* Durante siglos, la circula- cidn contempla el triunfo del agua y del navio, y cualquier esp sor conti obsticulo inferior. Los desarrollos eu- ropeos, salvo las excepciones que confirman la regla (ferias de ‘Champagne ya en su ocaso al principio iodo, o ferias de s6lo se amortiguardn por sar de eso, hasta el fin del: sis agricolas dé cada estac riamos, de la vida econémica; en fin, el papel, a primera vista, de uno o dos grandes trétficos ext de Levante en los siglos xit al xV1, el comerci lo XVI , sn he definido, 0 més bien evocado a mi vez, luego de {que otros lo hicieron, los rasgos mayores del capitalismo comer- ciante en Europa occidental, etapa de larga duraci6n. A pesar de todos los cambios evidentes que los atraviesan, esos cuatro 0 cinco tras que alrededor de ellos, entre otras rupturas y trastornos renovaban la cara del Paris, Libraiie de Medicis, "8 En evanto a Francia En Espafa, el reflyj demogrico se marca desde fins les del sig XVI. 50 _LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL. HOMBRE Entre los tempos diferentes de Ia historia, la larga duraién se presentaas{como un personae estorboso, complicado,a menudo inedito. Admire en el coraadn de nuestro ofc no serd un si Plejueg,lahabitoalampliaion de estudio Poco se tataréde una elec dela que ser Fara el hstoriador, aceptarlaequvale a prestarse a un cambio de estilo, de activ aun cambio radial de pensamiemtauna noe, va concepcién de lo socal, Baquivale a fa po de marcha lenta, a veces casi en se nivel, no en oro —wolveréaello— sca deaprenderse del po exigente dela historia, salir de é, luego setornar pero Entodo caso es en relain con ess capas de historia lent com ia totaidad de la historia puede volver a pensar a parr Infaestrctura. Todos los niveles, todas ios miles de niveles dos ios miles de extallidos dl tempo dela historia, se compen. den a partir de esta profondidad, de esta seminmovilidady todo sata en orno de ella, En las Iineas precedentes, no pretendo haber definido el oficio de historiador, sino una concepcién de ese oficio. Dichoso y muy in- genuo quien pensara, luego de las tormentas de los siltimos afios, que hemos encontrado los verdaderos pri Ia buena escuela. De hecho, todos los of ignobos, y Mare Bloch, Pero después de Mare Bloch, la rueda no ha dejado de girar, En cuanto a mt, historia es fa suma de todas las historias posibles —una coleccién de oficios y de puntos de vista, de ayer, de hoy, de mafiana. El nico error, segiin yo, serfa escoger tna de esas historias con exclusi6n de otras. Ese fue, ese seria el error seré cémodo, sabemos, convencer a todos los historiadores, y menos atin, a las ciencias sociales, encarnizadas en conducirnos a la historia como era ayer. Nos hard falta mucho tiempo y trabajo todos esos cambios y novedades, bajo el vie} le historia. ¥ sin embargo, ha nacido una “ciencta’ HISTORIA ¥ CIENCIAS SOCIALES BL torica nueva que contima interrogandose y transforméndose. nize nosotros se anuncia a partir de 1900 con la Revue de yh se Historique, y con los Annales a partir de 1929, EU historiador ha Guero vovzr su atenciOn a ods las clencas det hombre 0 es Jo que da a nuestro oficio extraiias fronteras y extrafas curiosi- dades. Ademés entre el historiador y el observador de las ciencias no nos figuramos las barreras y diferencias de ayer. To- das as ciencias del hombre, comprendida la historia, estén con- taminadas unas con otras. Hablan el mismo lenguaje, o pueden hablarlo. Quese ste uno en 1558 0.en el aio de gracia de 1958, se trata, para quien quiere aprchender el mundo, de definir una jerarquta de fuerzas, de corrientes, de movimientos particulares, luego de volvera aprehender una constelaciOn de conjunto. A cada instante de nuestra investigacin, habré que distinguir entre movimientos largos y empujes breves, 6stos tomados a partir de fuentes inme- diatas, aquéllos, en el impulso de un tiempo lejano, El mundo de 1558, tan desagradable en lo que concierne a Francia, no ha naci- doen cl umbral de ese afo sin encanto. ¥ tampoco, siempre en lo que concierne a Francia, auestro diflll afio 1958. Cada “actual- dad” resine movimientos de origen, de ritmo diferentes: dehoy remontaala vez al ayer, anteayer, antafio. -mpo " LA QUERELLA DEL TIEMPO CORT Ciertamente esas verdades son banales. Sin embary Incluso, nos acogen bien en apariencia; el examen “diacr6nico" que reintroduce la historia, nunca estaré ausente de sus preocu- paciones teOricas. ‘No obstante, poniendo de lado esos consentin convenir que las ciencias sociales, por gusto, por instinto profun- do, tal vex por formacién, tienden a escapar siempre a la explica- 82 _LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE cin hisie; le exeapan con dos ptocedimients eas opucstos: tno, que "skagera scntecenn’ oe quer "ac Que desde toda historia, y selina aos datos del dempo roe, ‘Mnencuesta en came viva el oro, supers pura simplemente dc una *ciencia de ia comunica- "tna formlacgn matematica de estructras cas intempora. tes. ste timo modo, lr mievo de todo, evidentemente excl tnico que puede imerestnos profindamente, Pere como lo que versa sobre los acontecimienton tiene todavia bastanes parts ios, ambos appectos de In cuestion vale la pena de volver ser cxaminados alternativamente Hemos hablado de muestra desconfiana respect a una bisto- via que sélo se ocupe de los acontecimients, Seams fuser st hay pao por eager fos acotciets, a bist opta, no esla snes culpable, Todas las ciencias sociales pat Ianenleror. sonoma, dmépain gebrain tn dos entre ayery hoy (pero se reparten mal para sr sensaos ies haria falta man Ee iy vie labalanza, ese previsiones| se, cuando mucho de algufios afios. Afirmo que co Se ve acorralado p le los etndgrafos y los etndlogos tampoco es’ muy clara, pero tampoco es alarmante. Algunos han subrayado la iad (pero todo intelectual esté obligado a io de la historia habré servido poco a Malinowski y sus discipu- De hecho, éeémo HISTORIA Y CIENGIAS SOCIAL 5 como le gusta decir a Claude Lévi-Strauss. No hay sociedad, por desgastada {que se encuentre, que al observaria deje de revelar “las garras del contecimiento”; tampoco hay sociedad en la que la historia haya ras del tiempo corto, en lo que concierne ala cuestas de actualidad, encuestas que v gia, psicologia y economfa. Pi enel extranjero, Asu manera conforman una apuesta repetida valor irremplazable del tiempo presente, sobre s copiosa riqueza, éPara qué volverse hacia el 10 de la historia: empobrecido, simplificado, devastado por std ver- ‘mar? Sin duda el historiador tiene dems prender de una época pasada lo esen: jena alguna destaca los “acontecimientos igrosa si in, Pero, équé no da- jajero iad por tener esa perspectiva (0 ese vance en el tiempo) que desenmascararia y simplificara la vida presente, confusa, poco legible porque esté demasiado obstruida por gestos y signos menores? Claude Lévi-Strauss pretende que ‘una hora de conversacién con un contempordneo de Plat6n, le in- formaria mucho més que nuestros discursos clsicos, sobre la co- herencia o.incoherencia de la civilizaci6n de la antigua Grecia.” Estoy completamente de acuerdo, Pero, porque él, durante afis, hha escuchado cien voces griegas salvadas del silencio. El historia- dor ha preparado el viaje. Una hora en la Grecia actual no le en- sefiarfa nada, o casi nada, sobre las coherencias 0 incoherencias. cuales. ‘Mas atin, el investigador del tiempo presente no llega hasta la “ina” trama de las estructuras sino a condici6n de que él también reconstraye, plantee hipétesis y explicaciones, como se percibe, lo troce, lo supere, operaciones todas que permi- Anthropologie rut, ce Temps Mederes, ur. oh 54 _LATIISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE ten escapar al dato para dominarlo mejor, pero que; son todas ellas reconstrucciones. Dudo que la fotografia sociol6gica del pre- sente'sea més “verdadera” que el cuadro hist6rico del pasado, y tanto menos en cuanto pretenda alejarse ms de lo reconsiruido, Philippe Arids! istido en la importancia del extrafia- miento, de la sorpresa, en la explicacién historica: en el siglo xv1 tropiezan con algo extrafio, extratio para ustedes, hombres del si- glo Xx. €Por qué esta diferencia? Fl problema esta planteado, aunque yo diria que la sorpresa, el extrahamiento, el alejamiento —es0s grandes medios de conocimiento— no son menos necesa- ios para comprendcr lo que les rodea, y tan de cerca que ya no lo yen con nitidez. Vivan un afio en Londres, y conocerén muy mal a Inglaterra, Pero en comparaci luz de sus asombros, brus- ‘camente habrén comprendido algunos de los rasgos ms profun- dos y originales de Francia, que no percibian a fuerza de conocer: Jos, Frente alo actual, el pasado también es extraiiamiento. Historiadores y social sci ‘eternamente la pelota acerca nio demasiado vivo, el pasado le} cana. No considero que sea esencial dicho problema, Presente y pasado se esclarecen con luz reciproca.Y si se observa exclusiva: mente en la estrecha actualidad, la atencién ird hacia lo que se mueve répido, brilla con razén o sin ella, 0 acaba de cambiar, 0 hhace ruido, 0 se revela sin pena. Todo ese gusto por el puro acon: tecimiento, tan fastidioso como el de las ciencias historias, acecha al observador apresurado, etnégrafo que da cita por sdlo tres me- ses.a una poblacién de Polinesia, osocislogo industrial que entre- ‘ga los clisés de su tiltima encuesta, o que piensa circunscribir per- fectamente un mecanismo social con unos habiles cuestionatios y con las combinaciones de las fichas perforadas. Lo social es una presa muy diferentemente astuta, ¢Qué interés en realidad podemos tener nosotras, ciencias del hombre, en los desplazamientos, ctados por una amplia y lograda encuesta sobre la regién de una muchacha, entre su domi i su profesor de miisicay la Escuela de puede sacarse un lindo mapa. Qué hu- particularmente p, 298 ys. agglomeration parienne, Paks, PUR, 1952, HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES 55 ie : ee aan isto a ene are pi pra one famos con unas palabras que Lucien Febvre, durante los afios de su vida repetia: “La historia ciencia del pasa- por lo tanto, de lo puesta en guardia cont tiempo corto, no hay q\ ruido sean los més auténticos; hay otros si {quign no lo sabia ya? * suzanne Fer y Chas Beth, “Une vile fangie moyenne, Aer 50 LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE 1 CCOMUNICAGION Y MATEMATICAS SOCIALES arroll sin gran interés, al ‘menos sin sorpresa til. El debate-esencial se encuentra en otra Parte, entre nuestros vecinos que la experiencia mas nueva de las Ciencias sociales arrastra bajo el doble signo de la “comunicacién’” yla matemética, Pero allf el expediente no vaa ser cir que no sera comodo probar que ningdin estudio al tiempo de la historia, a propésito de tentativas que, absolutamente fuera de él, barnos'o separarse de ien en pesar a su ver, y uno por uno, los términos de un vocabu- no completamente nuevo, es cierto, pero retomado, rejuve- ido. 1evas que se efectiian ante nuestros ojos. Evident ie decir de nuevo respecto al aconteci- mientoo wraci6n. No gran cosa respecto a las estructuras, a pesar de que la palabra —y la cosa— no esté tidumbres y discusiones.® Invitil también insi palabras sincronta y diacronta; se definen por si abrigo de incer- demasiado en las smas, a pesar de sea menos facil ir de lo que parece. En efecto, en el lenguaje-de la historia (tal como lo imagino), no puede haber sincronfa perfecta: ‘un paro instantaneo que suspenda todas las duraciones, es casi ab- surdo de por sf o, lo que equivale a lo mismo, muy artifi mismo un descenso segiin la pendiente del tiempo, slo se puede pensar bajo la forma de una multiplicacion de descensos, segtin los.diversos e innumerables rios del tiempo. Bastardn por el momento estos breves record: Pero hay que ser mas explicito en lo que con consciente, 1os modelos, las icas sociales. Por otra parte, esos comentarios necesarios se conjugan o —espero— no tardaran en conjugarse, en una problematica comin a las ciencias sociales, 28 Ver el Coloquo sobre las Estructuras, VI a. seein de Ia Escuela prctca de ‘Altos Estudios, esumen mecanogriico, 19 to detenernos en la frontera agitada del tiempo , i IALES 8 INCIAS. La historia inconsciente, por supuesto, se trata de la historia de las formas inconscientes de lo social, “Los hombres hacen la his- toria; pero ignoran que la hacen,”® La formula de Marx esclare- ce el problem: ‘nuevo, una vez nds, todo el problema del tiempo corto, dé crotiempo”, el de los acontecimientos, se nos vuelve a plantear, r Su tiempo los hombres, siempre han tenido la impresién su transcurso al dia. ¢Rs acaso abusiva esta historia, como estan de acuerdo en creerlo muchos a crefa ayer sacar todo de las palabras. La lusi6n de sacar todo de los acontecimientos. rineos creerfa de buena gana nto de lor punts, La histo tiene se desarrl de exoeraplanives, de sus lashes Admitan pues, que aclerta distancia existe un inconsciente so- ’Admlan también, en expers de algo melor, que exe incons- erado mas io, denifamente, que la sper tle etpejeant ai que extn atostumbrados nucston ojos; ms Fico clentfcamente, es decir, més simple, mde fl de ser ex: plorado sino ex que descublerto, Pero la pata, entre sper Be clara. y profuntidades oxcurss —entreruldo y lention es alestria, Afiadamos que la historia “inconacente” domi. y por excelenca, del tempo sa meno mis daramenteperelbia de lo que e Gada uno de nosotros yeluso en detrimento de lo que se refiere a los acontecimientos, En esta prospeccién, en que la historia no es la tinica (por el citado por Claude Lévi-Strauss, Anthropologie strcturale, 031 58 LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE, contrario, no ha hecho sino seguir en ese dominio y adaptar a su ales), han sido via artesanales. Los modelos s6lo son hipé' caciones s6lidamente unidos fanci6n: esto igual a esto, o determina esto. Tal realidad no apa- rece sin que tal otra deje de acompafiarla, y de ésta a aquella se re- vlan estrechas y constantes relaciones. Ya establecido el modelo con todo cuidado, permitiré-entonces fuera del medio social ob- servado —a partir del cual en suma ha sido creado— ocuparse de ottos medios sociales de igual naturaleza, a través de tiempo y es- pacio, Se trata de su valor recurrente. sos sistemas de explicacin varian al infinito segiin el tempe- ramento, el célealo o la fina plejos, cualitativos 0 cuan "cos o estadisticos. Tomo esta dltima LévieStrauss. Al ser mecénico el modelo estaré en ‘misma de la realidad directamente observada, la realidad de pe- quetias dimensiones s6lo concierne a grupos mimésculos de hom- bres (asf proceden los etnélogos a propésito de las sociedades s). Para las sociedades vastas, donde intervienen gran- Por mi parte considero que Io esenci antes un programa comin de las ci pely los limites del modelo, que algu fg0 de engrandecer abusivamente, De tar los modelos, también ellos, con la idea de duraci6n; pues de la groseros, rudimentarios, que muy rara'yez son Hevados h rigor de una verdadera regla cientifica y que nunca se preocupan 2 sera tentador daria un lar alo models" de os economists queen ver- dad han digo nesta imac, | HISTORIA ¥ CIENCIAS SOCIALES 50 por desembocar en un lenguaje matematico revolucionario—no ‘obstante, modelos a su manera. Antes hemos hablado del capitalismo comerciante entre los si- los XIV y xvint: se trata de un modelo, entre otros, que puede ferirse de la obra de Marx. No se aplica plenamente sino a una miflia dada de sociedades, durante un tiempo dado, aunque de} puerta abierta a todas las extrapolaciones. Sucede de manera diversa con el modelo que esbocé en un li- bro antiguo,* para un ciclo de desarrollo econémico, en lo que se reficre a'las ciudades italianas entre los siglos XVI y XV! tivamente comerciantes, “industriales”, luego especializadas en el comercio de la banca; esta siltima actividad la més lenta en flore- cer, también Ia mAs lenta en eclipsarse. De hecho, este €sb0z0, ‘mds restringido que la estructura del capitalismo comerciante se- ria, més fécilmente que aquélla, extensible en la duracién y en el ‘espacio. Registra un fenémeno (algunos dirfan una estructura ndmica, pero todas las estructuras de la historia son al menos ele- mentalmente dinamicas) apto a reproducirse en un némero de circunstancias féciles de volver a encontrar. Tal vez sucederia lo mismo con el modelo, esbozado por Frank Spooner y por mf mi mo ™ en cuanto a la historia de los metales preciosos, antes rante y después del siglo xv1: oro, plata, cobre —y crédi sustituto del metal—, son jugadores tambien ellos; de uno pesa sobre la “estrategia” del otro. No seré di ner ese modelo fuera del privilegiado y particularmente mé siglo xvt, que elegimos para nuestra observaci6n, éNo han sistas de verificar, en el caso p le los patses lados de hoy, la vieja teoria cuantitativa de la moneda, ‘manera? también model Pero las posi reves atin, site, Rapports au Congres International de Alexandre Chabert, Structure Colig, Publieacin del Centro de Estudio Beonsmicos, ' sigmund Diamond, The Repultion of the Amer (Masachusetts), 1958. 56 ‘Businessman, Cambridge 60 —_LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE presionado por el doble lenguaje de la clase dominante de los grandes financieros americanos contempordneos de Pierpont Morgan, lenguaje interno a la clase y Ienguaje externo (este tilti- mo; en verdad, defensa frente a la opinién piiblica a la que se le presenta el-éxito del financiero como tipico triunfo,del self made ‘man, condici6n de la fortuna de la naci6n misma); impresionado por ese doble lenguaje, ve en él la habitual reaccién de toda clase dominante que siente su prestigio lesionado y amenazados sus privilegios; para enmascararse, necesita confundir su suerte con terés particular con el interés pa- icard de la misma manera y con to- la idea de dinastia o de imper concebido de de las que ha sido prédiga para una duracién mas los modelos precedentes, pero al mismo tiempo, se ocu- ides mas precisas, mas estrechas. como dirfan los matematicos, ese género de mo- los socidlogos matematicos. Casi intempor: verdad, que circulan por las rutas oscuras larga duracién. Las explicaciones que anteceden no son sino una insuficiente introduccién a la ciencia y alla teoria de los modelos. Y lejos esta- mos de que los historiadores ocupen: nes de vanguar- dia: Sus modelos apenas son haces de explicaciones. Nuestros co- legas son ambiciosos y estén por delante en la investigacién de otra manera, al tratar de alcanzar las teorfas y los lenguajes de la Ia comunicacién o las mateméticas cualitativas. Su te en acoger en su dominio ese pero que corre el riesgo, con la a atenci6n, de escapar a nuestro control y de + Dios sabe dnde. Informstica, comunicacion, matematicas nte bien bajo la expresién, de otra HisToRIA. IAS SOCIALES 6 Las mateméticas sociales,” constituyen al menos lenguajes que ademds pueden mezclarse y no excluyen una sucesién. Los mate- méticos no carecen de imaginacién. De cualquier manera no hay una: matematica, la matematica (0 en ese caso, se trata de una rei- igebray una geometrf nuestros problemas, hechos de necesi desde Pas mente, el determinados, nj aleatori i constrefimientos, a reglas, de juegos, en el le juegos de Von Neumann y Morgenstern, esta triunfante estrategia que no se ha quedado en los solos principios y osadias de sus fundadores. La estrategia de juegos, por la de conjuntos, de grupos, del célculo mismo de proba “cuantitativas”. Desde ese momento, el paso de la observacién a Ja formulaci6n matemitica no se hace ya obligatoriamente por la dificil via de medidas y largos céleulos est lo social, se puede pasar directamente.a una formul de calcular, di ¥y que preparar la tarea de esta maquina que no digiere ni tritara todos los alimentos. Por otra parte, es funcién de verdadera maqui sus reglas de fanciona- jento; para comunicaciones en el sentido més material de. labra, que se ha esbozado y desarrollado una ciencia de macién, {6508 dificiles domi caci6n de una maquina de traducir, que ha seguido de lejos, pero cuando menos ha seguido, lo lanza, como a tantos otros, aun abismo de reflexiones. Sin embargo, queda un hi existen tales méquinas de tales posibilidades matems que preparar lo social a las matematicas de lo social, ® Ver especialmente Claude Lévi ti International des Scenes ciales, UNESCO, Vis nn. 4, y mo ge todo ese mamero de un gran in {ergy intlado: Les mathnatues le iencseciles. The Theory of Games ond Bzonowic Behaviour, Princeton, 144, Cf. elbrilante reporte de Jean Fourasue, Crigue ot ‘mB, 62 _LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE, son solamente nuestras viejas mateméticas habituales: curvas de ‘Ahora bien, si el mecanismo matemitico nuevo muy a menudo se nos escapa, la preparacién de la realidad social, por medio de su uso, su penetracién, su fisura, no pueden engafiar nuestra aten- ci6n, EI tratamiento previo, hasta ahora, casi siempre ha sido el mismo: elegir una unidad restringida de observacién, como una tribu“pri {ida establecer todas las relaciones, todos os juegos posible, en- tre los elementos distinguidos. Ya determinadas rigurosamente esas relaciones, dan las ecuaciones mismas con las que los matems- ticos sacarén todas las conclusiones y consecuencias pi desembocar en un modelo qu las resuma todas, 0 més tenga en cuenta. ‘de mensajes”, ‘Admitamos que esos sean, a diferentes niveles, lenguajes diferen- tes, pero lenguajes. Tendremos a partir de entonces el derecho de tratarlos como lenguajes, o incluso como el lenguaje, y asociar- los, de manera directa o indirecta, a los progresos sensacionales de la lingistica 0, mas atin, de la fonologia que no “puede dejar de jugar, frente a las ciencias sociales, el mismo papel renovador que, por ejemplo, ha jugado la fisica nuclear para el conjunto de las ciencias exactas”* Eso es mucho decir, pero algunas veces, hay que decir mucho. Como Ia historia presa en la trampa del acontecimiento, la lingiiistca presa en la trampa de las palabras (relaci6n de las palabras al objeto, evolucién histética de las pala- Todas a buervaciones que sguen estén extras de su dima obra, Antropo- HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES 63 para franquear el “paso de las ciencias Extender el sentido del lengt tanto, un lenguaje. Bajo es ha buscado un elemento de base correspondiente, si se qu fonema, elemento, "stomo” de parentesco que nuestro gufa ya tomaba en cuenta en su tesis de 1949, en su més simple expresién: entiendan por ello al hom- bre, la esposa, el hijo, més el tfo materno del hijo. A partir de ese elemento cuadrangular, y de todos los sistemas matrimoniales co- nocidos en esos mundos primitivos —y son numérosos—, los ma- temdticos buscaran las combinaciones y soluciones posibles. Ayu- dado por el matemdtico André Weill, Lévi-Strauss ha logrado traducir en términos matematicos la observacién del antropélo- lo el modelo, debe probar Ia validea, la estabili- dad de! sistema, sefialar las soluciones que este tiltimo Se ve cudl es el método de esa investigaciOn: superar la superficie de la observacién para alcanzar la zona de los elementos inconscien- tes 0 poco conscientes; luego, reducir esa realidad a elementos me- nudos,a pinceladas finas, idénticas, de las que puedan analizarse con precisi6n las relaciones. Es en esa etapa “microsociol6gica (dle cierto _género, soy yo quien afiade tal reserva), donde se trata de percibir le- 94 Le structures met structurale, pp. 4752. lela paren, Pars, PUF, 1949. Ver Anrapalogie 6 —_LAHISTORIA Y LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE yes de estructura més generales, como el lingista descubre las suyas en la etapa infrafonémica, y el fisico en la etapa inframolecular, es decir, en el nivel del 4tomo”.® El juego evidentemente puede conti- rnuar en muchas otras direcciones. Por eso, qué més didctico que ver a Lévi-Strauss luchando, esta vez.con los mitos y, materia para refr, on la cocina (este otro lenguaje): reducird los mitosa una serie de células elementales, los mitemas; reducira (sin creer demasiado en ello) el lenguaje de los libros de cocina en gustemas. Cada ver.va en busca de niveles de profundidad, subconscientes; al hablar, no me preocupo de los fonemas de mi discurso; en la mesa, salvo excep- cién, tampoco me preocupo culinariamente de los “gustemas”, si es que los hay. Sin embargo, el juego de relaciones sutilesy precisas me compatia cada ver. Se podria asir a esas relaciones simples y mis- estigacién soci sal lenguaje matemético? fsa es la ambicin de las nuevas matem- ticas sociales éPero, puedo decir sin sonre mas significativo atin que las estructuras son sus puntos de ruptura, su brusco y lento le presiones contradictorias. modelos con navios. Una ver que el 9% Anulnoplogie. ppA2-4. HISTORIA ¥ CIENCIAS SOCIALES 6 Iuego de éxte a aqueélla y asf sucesivamente, ques, de viajes pacientemente renovados. por una serie de reto- vamente, ensayo de explicacién de la estr control, de comparacién, verificacién de la solidez y de la vida misma de una estructura dada. éMe equivoro al pensar que los modelos de las matemnticas cua- litativas, tales como nos los han presentado hasta aqui/* se presta- ante todo porque circulan en una sola tiempo, lade larga, may large duracién, ras, de las rupmaras? Por 1uss, porque en, esos do- igente, la mas clara, tam- Todos los sistemas de parentesco se perpettian porque no hay vida humana posible mds allé de una cierta tasa de consan

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