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- Spader OBS lewra | © Cultura & desarrollo: gNuevos rumbos y mds de lo mismo? Rubens Bayardo* @ En fas tiltimas décadas del Siglo xx, las Conferen-—Sirerordt Programa cias Intergubernamentaies sobre Politicas Cultura-_ Mwepdu Comair, {es realizadas en los cinco continentes entre 1970 y trade unendn a cotion 1978’, la Conferencia Mundial sobre Politicas Cul- Sttauonssunsn turales ~Mundiacule (México 1982), la publicacién _CewosyUninesdeFomain del informe Nuestra Diversidad Creativa (1996) en tbeoumércreearcemar el marco del Tercer Decenio Mundial para el Desa- rrollo Cultural entre 1988 y 1997, 1a Conferencia In- Not wlerimorataContrenca tergubernamental sobre Politices Culturales parael —uerhasrrantrlacre Desazrollo (Estocolmo1998)y quedieron iugaralos Mminiatvey Finances dela Pas ate nee) Informes Mundiales de Cultura de UNESCO (1999 —yalmtontenens 2000), mostraron el interés y voluntad internacio- — (jyflvcnmeraees ‘nal por Ja problematica cultural vinculada al desa~ tuparen Europa (Heisinis rez), ae ete reciente et . ‘an iogpanaigy Arce rtollo, Un interésrecientey sin dudabienvenidoque — facae™aneatanye! requiere algunas precisiones. Care (ons 8 ory En efecto, la reciente inelusién vigorosa de la problemiti- ca cultural en la agenda del desarrollo se comprende a la luz de los nuevos contextos producidos por las transformaciones referidas en términos como “cultural capitalismo” (Yudice 2002) y “capitalismo cognitivo” (Rodriguez y Sanchez 2004). Estos términos intentan llamar la atenci6n , respectivamente, sobre el instrumentalismo de las politicas culturales, que ven Ja cultura como un recurso pars alcanzar otros fines, primor- dialmente econémicos, pero también politicos, sociales, etc., yy sobre la significaci6n del conocimiento, de los saberes, y dela produccién intelectual colectiva, yla batalla por suapropizcion privada, en los procesos de valorizacién de a economfa actual, ‘Ambos conceptos ponen sobre el tapete el actual acercamien- to de la culturaa la economia y su centralidad en el desarrollo, ‘como una forma de abordar la cuesti6n cultural tendiente asu subsunci6n en la logica del valor de cambio a una mayor acu- mulacién de capital. ‘Acorde a estos puntos de partida, nuestro interés esté en re- correr algunos hitos claves sobre la cultura y el desarrollo, tal como han sido formulados en los escenarios internacionales desde mediados del Siglo xx. Entendemos que estos cambios, ain cuando sensibles a una politica plural, que ya no se con- forman con pensar la cultura y el progteso como espacios de reproduccién dela cosmovision europea occidental, deponen su capacidad de recepcionar esos otros modos de pensar y ac- twar en el mundo, en funcién de intereses politico econémicos que revierten negativamente sobre los grupos que pretenden protegery fomentar. Cultura y desarrollo La nocién de cultura ha sido distimtamente conceptualizada y discutida en medios académicos y de gestion, aqui nos inte- resa apenas sefialar su antigua y frecuente identificacién con Jas costumibres, las tradiciones y los valores de una sociedad. Mas recientemente, con la adopeién en el Ambito internacio- nal dela denominada perspectiva antropolégica’, se compren- de a la cultura como la totalidad de los modos de vida, como Jas distintas formas de vivir juntos, en relacién con nociones previas de herencia social y de integractén social. En la Confe- Tencia de México (1982) se declar6 que “la Cultura comprende el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan un grupo social. Ella engloba, ademés de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del se: humano, los sistemas de valo- tes, as tradiciones ylas creencias” (Arfwedson 1994.7) Nos interesa anotar que estas diversos modos de vida y for mas de vivir juntos se refieren a distintos grados de control de Jas poblaciones sobre la naturaleza externa e interna, sobre el medio ambiente y sobre la propia subjetividad, que definen las maodalidades de autoconstitucién de la especie (Bayardo 1992). Estos grados de control y antocontrol de grupos humanos y ac- tores sociales resultan en diferentes formas de limitacién, de opresion, de respetoy de libertad que entendemos centralesen la perspectiva de los mencionados derechos fundamentales del ser humano. Los mas recientes procesos de economizacion, de politizacién, de generalizacion, deampliacién y de nstrumen- talizacion dela cultura, potenciana esteémbito como arena de disputa por el reconocimiento y conerecién de derechos vehi- culizados a través suyo, no sélo de algunas minorfas (raciales, nicas, religiosas, etc.) sino del conjunto social. Por su parte el concepto de desarrollo fue tempranamente asimilado al crecimiento econémico, ala vez que la superacion, el subdesarrollo y la pobreza. La primera idea alude al incre- mento en la generacién de riqueza, pero el desarrollo como su peracién del subdesarrello es una tautologia no explicativa. Por ‘Aun ceandono ot ‘capuremos deel, tabesetalr epuecedy ata ce precionerauiadas fraser "pespecin vepolipa yl, aye Sehriciones Ge Virangst CULTURA y DESARMDELO' HUEVOS RUMBOS Y MAB DELO MisMar 6s 4 EancacanctoGye cemeedes a poleas ‘rales come “onjumode Imervencones realzadasporel Evade, Tas maciones eles slosampos ‘omuniares fryenedos ade ‘ena etdearas erbicsaitacers ecenddescoturles dene peblacony ‘hueneconteno pars ‘vatpaseortenode Nvetormacinsoca” otra parte la identificaci6n de subdesarrollo y pobreza abre otra dimensi6n que simplifica y banaliza un problema mas comple- jo. En tempos mis recientes la nocién de desarrollo se abrié a ‘os aspectos culturales y subjetivos, procurando alcanzar no s6lo beneficios econémicos sino también beneficios sociales, para satisfacer las necesidades materiales y la ampliacién de las capacidades intelectuales, sensibles, y de decisi6n de as perso- nas. También en la Conferencia de México (1982) se declaré que eldesarrollo es “un proceso complejo, global y multidimensio- na que trasciende el simple crecimiento econémico para incor- porar todas Jas dimensiones de la vida y todas las energlas de Ta comunidad, cuyos miembros estan lamados a conribuirya esperar compartir los beneficios” (Arfwedson1994:7). Estos cambios en Ja conceptualizacién del desarrollo, el su- brayar su caricter holistico y ef apelar 21a participacién activa de sus beneficiarfos, entrelazan con las transformaciones en la conceptualizacién de la cultura, al postularse otras relaciones entre ambos términos. Mientras que el desarrollo deja de ser solo referido a la reproducein econémica, para resultar inclu sivo de toda la reproduccion de la vida, la cultura deja de ser considerada como un freno, para pasar a set vista como un m0 tor del mismo, En este movimiento surge una nueva demanda por politicas culturales orientadas en tal sentido, mas alli de las Jimitaciones anteriores alas artes y al patrimonio®. Estas polf- ticas definen las posibilidades y los modos de verseastmismos de los diversos grupos humanos, asf como las capacidades de tomar decisiones concientes e informadas acercade su presente ‘y futuro como sociedades. Pero los dos aspectosmencionados, artes y patrimonio, contindan siendo e! principal foco de aten- cin dentro del sector cultural en desmedro de ampliaciones menores en otras éreas. La pregunta entonces es silos cambios en la retbrica del desarrollo son crefbles, si se han traducido en transformaciones en las pricticas de los desarrolladores, y si yo kupews pavanve Jas demandas planteadas sobre la cultura resultan plausibles 0 descaminadas. Suele sefialarse como hito definitorio en los inicios de los planteamientos sobre el desarrollo, un discurso pronunciado en 1949 por el presidente Harry Truman, donde este sefia- la que “Estados Unidos ocupa un lugar preeminente entre las naclones en cuanto al desarrollo de las técnicas industriales y cientificas (,..|debemos poner a la disposicién de los pueblos Pacificos los beneficios de nuestra acumulacién de conoci- miento técnico” considerando que “una mayor produccién es la clave para !a prosperidad y la paz” (Viola 2000:14). Esta no- i6n reformule le anterior sobre los “paises atrasados”, que en- tonces pasana ser tipificados como “subdesarrollados”, aunque continiia aludiéndose al mismo conjunto de paises alos que se espera incluir en una mayor produccién y acumnulacién: los territorios de ultramar conquistados y dominados por las po- tencias coloniales. Para mediados del siglo xx el imperialismo decimonénico se habia vuelto dificil de sostener en lo ecané mico y en lo politico, lo que fogone6 la agenda de la descoloni zacién (Worsley 1987) y del establecimiento de nuevas formas, de intervencién justificadas por el conocimiento técnico que plasmaron en la “invencién del Tercer Mundo” (Escobar 1996). Esta perspectiva despolitizada dela cuestién, cambién se apoya en considerara la pobreza como un sector carente de capacida- des que requiere ayudas o asistencia mis que de soluciones es+ tructurales. ‘A.comienzos de los afios sesenta Walt Rostow propone un conjunto de “ fases de crecimiento” constitutivas dela “historia moderna en su conjunto”, que son consideradas aun hoy como paradigmaticas en la teoria del desarrollo. Segan este autor to- daslas sociedadesatraviesan una serie continua, historicay ala vez l6gica, de cinco fases econ6micas: “la sociedad tradicional”, las precondiciones para el despegue”, “el despegue”, “el im- CULTORA ¥ DESARROLLO: NUEVOS RUNZOS ¥ MAS DELO MIsMOr ” pulso hacia la madurez” y “Ia edad del gran consumo de masa” (Rostow 1960 en Leander 1994:23). Resulta claro que se trata de un esquema evoluicionista y valorativo que establece cusles hhan de ser necesaria ¢ inevitablemente los pasos del desarro- Ilo, hacia una meta predefinida que replica sin fisuras el modelo de occidente, Alcanzar el gran consumo de masa se cifra en el crecimiento de la produccién capitalistay conlleva despegarse de la sociedad tradicional, arraigada a cosmovisiones y valores que lalimitarfan.Siendo estoslos obsticulosa superar, se com- prende que la cultura resultara entendida como un freno para elcrecimiento econémico y ala vez como un factor externo’ la cuestion del desarrollo. “Mis adelante surge la tendencia a abandonar el término “desarrollo” reemplazindolo por “modernizacién” entendida ‘como “elproceso de cambio social cuyo componente econémi- 0 ¢s el desarrollo”, que invalucra “factores extraeconémicos” como el crecimiento demogrifico, la urbanizaci6n, la estruc- ‘ura familiar, la educacién, los medios de comunicacién (Ler- ner 1968 en Leander 1994: 26,y ss). La modernizacién incluye como principales factores “el crecimiento sucosostenido” en a economia, “la participacién pablica” en la politica, “la difu- sion de la cultura’, una mayor “movilidad social” y un mayor “empeho”. Estos vérminos reeditan el planteo de Rostow al amar al incremento de Ja produccién y las transformaciones capitalistas, invocando mayor libertad individual y ambiciones personales. Tanto éstas comola difusién dela cultura, implican en elzeemplazo y la imposicién de nuevos habitos en contra de los valores tradicionales que los coartarfan. La cultura de “los ‘ottos" sigue siendo entendida como un freno y el concepro de desarrollo no varfa sustantivamente. La propia jerga del desarrollo trasluce perspectivas axiomé- ticas y finalidades incuestionables, como la nocién de “circulo vvicioso de la subproduccién” que desconoce otras alternativas aUBENS BAYARDO de desarrollo no orientadas a la acomulacién de capital, iden tificando erroneamente subproduccién y pobreza, o la nocién de “circulo vicioso de la pobreza”, que hace culpables a los po- bres de permanecer en su situacién, omitiendo los Factores es- tructurales (Leander 1994). Algo similar sucede con la nocién de la “tragedia de los recursos comunales” que asimilada a una supuesta gesti6n itzacional delos mismos, termina en unajus- ‘ificaci6n de la privatizacién y el comercio (Bedoya y Martinez en Viola 2000). Estos subterfugias, junto a otros como paises “en desarrollo”, abren las puertas para legitimar Ja “ayuda al desarrollo”, la que cobra forma en diagnésticos, en préstamos y en asistencias caracterizados por la aplicacién reiterada de las mismas formulas tecnocraticas en realidades muy diversas. Los fracasos en las politicas y en los proyectos de desarralio presentan un ejemplo ya clésico en la Revalucién Verde de los adios sesenta, destinada a terminar con el hambre en el Tercer Mundo a partir de la introducci6n de un paquete tecnolégico exégeno que inchafa maquinarias, semillas hibridas y agroqut- micos, Lejos de lo esperado, esta denominada Revoluciéa fue la causante de exclusi6n de los mas pobres, de mayor dependen- cia econémica, de involucidn ecoldgica, de erosion genética, de intoxicaciones y patologias (Viola 2000:49). Fracasos en otras reas, como la motorizacién de embatcaciones pesqueras a vela en Bahfa, las estrategias de crianza de ganado vacuno en Africa, Jos proyectos de irtigacién de cultivosen Sudamériea yen Orien- teMedio, muestranlos problemas de las mencionadaspoliticasy proyectos en lo que hace a inequidad, desatencién de las pautas locales ¢ incompatibitidades socioculturates (Kottak 2000). Pero no se trata sélo de dificultades especificas de proyec- tos puntuales, pues en la década del 70, los paises llamados “en desarrollo” experimentaron fenémenos macroeconémi- cos de peso que contribuyeron a poner en duda las expectati- vvas de progreso, Cayeron los precios de sus materias primas en CULTURA Y DESAMHOLLO:s NUEVOS RUMBOS Y MAS DELO MISWOr n Vite 20008) ‘censgnadatosde bance Manca ease leseulens pases revecedaon pereapaen lperaudeludevduen rus Eli iors Walon {985300 exgdsel cul Redrdeereraa sserndiode 64 il ‘loner abr ‘ines de res foresg707 985 bce felrenia at ambronasenlophy cntangadeth los mercados internacionales, se registraron retrocesos en el pst, acontecieron avatares monetarios - que pusieron fin a la patidad oro/dalar en 1976 ~ se disparé la deuda externa-que hizo crisis eng8a~y se produjeron hambrunas catastrOficas*. Unido alla crisis del petréleo, el Informe del Club de Roma en 3972 sobre los lirnites del crecimiento, plante6 un alerta de los problemas que este modelo de desarrollo conllevaba (Viola 2000), Para 1974 las Naciones Unidas adoptaron Ja estrategia del Nuevo Orden Econémico Internacional (Nom) denuncian- do’"la dominaci6n y la dependencia” del orden entonces vigen- te, Dosaiios después la UNESCO, al tiempo que encomendabaa Ja comisi6n presidida por Sean Mac Bride un estudio sobre los problemas de las industrias de la cultura, la informacion y le comunicacion (Becerra 2005:56), emitia en Nairobi la Reco~ mendacién Relativaala Participacion yala Contribucién delas Masas Populares en la Vida Cultural. Eneste panorama dle descrédito de los planteos y resultados deldesarrollosurgen nuevas conceptualizaciones,trazandocri- ticasy matices sobre el concepto, y dandolugaraformulaciones adjetivadas, como el “desarrollo autocentrado”, el “desarrollo endégeno”, el “etnodesarzollo", el “desarrollo sostenible”, que comienzan a ventilayse en las Conferencias Intergubernamaen- tales sobre Politicas Culturales de los aos seventa, y que van Juego a poblar el Tercer Decenio de las Naciones Unidas para €1 Desarrollo en los ochenta. Todas estas nociones ponen én- fasis en prestar atenci6n a lis condiciones, las capacidades y las expectativas de las mismas poblaciones en desarrollo, termi- nando con la “vfa descendente” del desarrollo, que desde fuera rocura imponer recetas tenidas como universal. En 1g80 UNESCO aprobé y publicé el Informe Mac Bride, “Un s6lo mundo, miéltiples voces”, donde se postula la nece- sidad de un Nuevo Orden Mundial de la Informacion y la Co- municacién (NOMIC) mediante la descolonizacién, Ia desmo- nopolizacion y la democratizaci6n de estas esferas. Una de las estrategias era la formulacién de Politicas Nacionales de Comu- nicacién en los paises periféricos, promoviendo el pluralismo, la participaci6n y la eliminaci6n de los desequilibrios existen- tes. Esto podria haber facilitado el camino alas “vias ascenden- tes” del desarrollo, comoel “desarrollo autocentrado” y el “de- sarrotlo endégeno”. Pero el Informe Mac Bride “en el momento mismo de ver la luz. .comenzé a pertenecer al pasado” (Sch~ mucler 2005 en Becerra 2005) debido a cambios en el contexto yen las agendas internacionales, que pasarian a orientarse al mercado, la iberalizacion y la desregulacién, decididamente a favor de los paises centrales yno de los desarzollos propics. Por su parte la nocién de “desarrollo sostenible” o “desa- rollo sustentable”, se refiere ala satisfacci6n de las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones fuvuras de satisfacer las suyes propias. Esto involucra dimen- siones de sostenibilidad econémica, ecoldgica y social, procu- rando generar rentabilidad, eficienciay equidad intrae imterge- neracional, atentas ala diversidad biol6gica, alas culturas ylos valores de las comunidades, La nocién se populariz6 en 1987 con el Informe Bruntland, “Nuestro Futuro Comin", elabora- do por la Comisién Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo (Griinberg 2002) Allise correlaciona la riqueza yl despilfarro del Norte, con a pobreza del Sury con la destruccién de labiés- fera. Pero paradojicamente se contintia validando el modelo de crecimiento econémico, considerado necesario para erradicar |a pobreza, ala que se le atribuye una causalidad fundamental en la degradacion medioambiental. Bl desarrollo sostenible se proyecta hasta los tiempos actuales desde esa ambigtiedad de base, y misallé de a adjetivacién que{o acompafia vienearras- trando los preconceptos arraigados en la jerga usta del desa- srolio, ya sefialados més arriba, y abrigando précticas similares, En sunombre con frecuencia se identificaalos pobres comode- CULTURA ¥ Dusanaacio:s NUEVOS RUMBOS T MAS DELO MISMO? a 5 Enstrminor generals puadedeciae qe roencasquesnls pimeranociénel fase de acura fran bnensiwinme.en Gargundslacuture medi pare sianenr enaraia sc. Por ‘eran mts ‘ettuntve de Colwelntacos, ®@ predadores arubientales, se les hace responsables de un creci- miento demogréfico considerado desmedido, ye llegaa buscar soluciones en programas de esterilizacién (Viola 2000:32,33)- Entre1988y 1997 ]a UNESCO establecié el Decenio Mundial ‘para el Desarrollo Cultural, con el fin de alentar a los paises 2 adoptar politicas y a emprender actividades tendientesa garan- tizar el desarrollo integrado de sus sociedades. Como se ve el desarrollo es ahoraacompaniado de una nueva adjetivacién, que pretende ser superadora de falencias anteriores al abogar pot el “desarrollo cultural” oal incorporarla” dimension cultural del desarrollo” Se entiende que]a desatencién de esteaspectoyla falta de adecuacién cultural con las poblaciones beneliciarias, tran sido crucialesen los fracasos de los proyectos dedesarrollo, ‘Deaqui quese haga hincapié en elhombre comoinstrumento y fin del desarrollo, en la “dimensi6n subjetiva”, en la basqueda de beneficios econémicos y sociales pasa alcanzar el bienestar y la calidad de vida. Los objetivos de este Decenio pasan por laconsolidacién de las autonomfas nacionalesy las dentidades culturales, el acrecentamiento de la participacién cultural y1a promocién de la cooperacién internacional, Para ello se iden- tifican sectores espectficos de intervencién, a saber, la edu- cacién, el turismo, las industrias culturales, las artesanias, el intercambio culeural (Dupuis 1991). En consonancia con ello, a comienzos de los noventa se produce un giro en las medicio- ines del desarrollo, cuando el Programa de las Naciones Unidas para el Desarzollo (PNUD) poneen fencionamientoel Indice de Desarrollo Humano. A diferencia de indices anteriores como el Producto Bruto Interno o el Ingreso Per Cépita acotados a as- pectos econémicos, este es un indicador compuesto que redne dimensiones relativas ala salud, la educacibn y el ingreso,acor- de con la perspectiva dela calidad de vida. ‘Enel marco del mencionado Decenio, UNESCO dio a cono- cer el Informe Pérez de Cuellar, “Nuestra Diversidad Creati- 76 nUDENS savARDD va" (1996), elaborada por la Comision Mundial de Cultura y Desarrollo. Alli se plantea una nociba de cultura menos ligada a las artes y al patrimonio como esfera excelsa de la creacién, que a la creatividad come modos més amplios de resolucién de problemas de la vida. ¥ se aboga por potiticas culturales que si bien incluyen esa esfeza restringida, se extienden a la co- municacion y los medios, la situacion de myjeres y nifos, la equidad intra e intergeneracional, la preservaci6n del medio ambiente y la paz, y la construccién de una ética global como pilar del pluralisino, Estas polfticas, no sélo involucran defi- niciones programéticas, sino también cuestiones operativas y de financiamiento. Estos iltimos aspectos ya ventan siendo tratados desde las Conferencias Intergubernamentales de los. aos setenta, pero encontrarin en el contexto de finales de los noventa el ambiente propicio para pasar de las retéricas a las Pricticas, en la confluencia de organizaciones internacionales y de entidades de crédito externo. Por una parte, tras un prolongado hiato de 16 afios desde Mundiacult (México), rvo lugar la Conferencia Interguber- namental sobre Politicas Culturales para el Desarrollo (Esto- colmo 1998). Profundizando los lineamientos anteriores se plantea a la creatividad como fuente del progreso humano, 2 la.vez que se destacan el derecho a la participacién en la vida cultural, el didlogo entre culturas, la tolerancia y el respeto mutuo. Se defiende la centralidad de las politicas cultuzales en las politicas de desarrollo endégeno y sostenido, orienténdo- lasa promover la creatividad y ta diversidad cultural lingiifs- ‘ica, La importancia asignada al incremento de los recursos econémicos y financieros y ala formacién para la eficienciaen el sector cultural hacen mis manifiesta la identificacién de Ja cultura como recusso econémico y como motor del desarro- Uo, invirtiendo la ectacién de las primeras formulaciones del desarrollo, Asociado a las propuestas del Plan de Acci6n de CULTUNA Y DESARROLLO:Z NUSYOE RUMBOS ¥ HAS DELO MISMO? ” pebleates prvoe abranus.tuloede bros pubiador por teooo habiarnes, rime de cbr cue penne as ibeeas bibl pores abranarsaparntoa ce indporvoce jes levers pornooohabitartes {hlcomotalormacees feletas acing, sien, tesa arches, muses patina, Festa comeeiode Dinar cle, favieende ‘comavoseaae, 2 Come essnadodel Flovencave ped Colarecours. Towards pew Siragle, forcahurein ‘arabe Development (rerumensauana oneseo 2000). a Uanocin dered corse dndiden cntiendeeletpi ‘slurlcomouns ‘atenngu etre Estocolmo, UNESCO publica dos Informes Mundiales de Cul- tura (1999 y 2000), Ambos tienen en comin la preocupacion por las mediciones y las estadieticas de la cultura, por los in- Gicadores culturales y por las metodologfas de elaboracién de estos instrumentos. Y ambos presentan extensos anexos con- signando numerosos datos duros organizados por regiones, paisesy éreas temiticas*, Por otra paste en 1999 dos grandes entidades de financia- miento internacional dieron un espaldarazo a las nuevas rela- ciones postuladas entre la cultura y el desarrollo. En marzo el ‘Banco Interamericano de Desarrollo (arp) llev6 a cabo el Foro Desarrollo y Cultura (Paris), mientras que en octubre el Banco ‘Mundial (a1) realiz e} encuentro Financiamiento, Recursosy ‘Economiadela Culturaen el Desarrollo Sustentable (Florencia). Las declaraciones delos presidentes del sip y del BM realizadas diversos medios de prensa y las recogidas en publicaciones académicas ya venfan spuntando en este sentido: “Laculturaes ‘una pieza central en nuestra lucha por el desarrollo econémico y social” (Enrique Iglesias, Presidente del ap, en Sosnowski 3999:7,n/traduccion). “Debemos respetarel arraigo delagente enssu propio contexto social, Debemos proteger el patrimonio del pasado, Pero también debemosalentar y promover a cultu- ra viviente en todas sus formas. Come andlisis econémicos re- cientes Jo han mostrado consistentemente, esto también tiene sentido en los negocios. Desde el turismo a la restauracién, las inversiones en patrimonio cultural e industrias conexas pro- mueven actividades econémicas trabajo intensivas que gene~ ran riquezase ingresos" (James D. Wolfenshon, Presidente del Banco Mundial, en Sosnowski 1999:6/7, n/traduccién)”. En ‘esta ocasién, la sustentabilidad nacida al calor de la perspecti- ‘va medioambiental, se reorienta hacia el ambiente social y mas concretamente en lo referido al capital social y al capital cul- tural*, Mientras que el primero alude al potencial existente en 78 nuRENs aArARDO las relaciones humanas y en el fancionamiento de vinculos y redes, éste ultimo se refierea bienes construidos y tradiciones heredadas capaces de agregar valor econémico mensurable en ‘términos monetarios, y que pueden ser evaluados simultinex- mente como inversién (cfr. mediante andlisis de costo-benefi- cio), yen clave cultural (Throsby 2001) Amén de esas consideraciones conceptuales a tono con e) lima de la €poca hechas en estos foros, ambos coincidieron en propiciar Iineas de financiamiento internacional en cultura, en especial en lo que se refiere ala puesta en valor del patrimonio, larecualificacién de centros histéricos, la renovacion y el rede~ sarrollo de ciudades y regiones. La utilizacién casi sistemitica de estos créditos por parte de los gcbiernos de los paises “en de- sarrollo”, ha potenciado un visible fervor porlas artes yla cul- tura, junto con una pasién patrimonialista y espectacularizan- te,y ha propiciado innumnerables procesos de ennoblecimiento urbano, Por ello estas coincidencias en las medidas adoptadas por pattes endeudados y sujetos a condicionalidades externas, ‘no son convergencias casuales sino mas bien requerimientos dificilmente eludibles del actual modelo de desarrollo, Es relevante sefialar que en esta confluencia de agendas de organizaciones internacionales y de entidades de financia- miento, se fija la atencién en seis areas de aplicacién prictica: la cultura y el desarrollo, las industrias culcurales en la nue~ va economia, las artes y la cultura en el desarrollo urbano y regiona] ~ particularmente de “ciudades sustentables”-, las, instituciones y organizaciones sin fines de lucro con relacion al Estado y tas “fallas del mercado”, el patrimonio como capi- tal cultural y la industria tuzistica (Throsby 200117}. En esta nueva configuracién, el patrimonio y la cultura ea general, entendidos como capital, deben hacer un lado la improduc- tividad a la que estaban librados, para fungiz como wn “stock cultural” de existencias de las que se aguarda obtener benefi- tapas Bebra de ‘imaedeadorcon rainstorm deb ‘pel pedorname eadauradealsel “Captal tne" enor ‘elope ban” nfo Boecapeal seca enior'ga el “eapialcolua tobe: CULTURA ¥ DESaRMOLLONE HUEVOS RUMBOSY MAS DELO MISMO? 79, Enameuodologinte siborada porasgrat (erat medoanbiene scondmio, evandose ‘ayoenecorntadet eoroydel ‘explana oeastorades porl"nateralaen” Ses ertencin gute marti deios regeres cones Agesemejmehe Roche (959) =pen srwtpedceantissaun complejoculural Suing dime tipo de alervaer de steer de exer, ‘lordesdecacan, ‘rlordeconm mo Indirect ae lege de sreigivalor de epebnaeconsme, aro. lover dat prosene ‘eleforme scree Desa Mund rovo/soordel Banco Mondihelaegundodel InlrmeAnuabde Probe soonce Naciones nics cios, mientras que del més antiguo capital social se espera la participacién de la comunidad, la creacién de alianzas locales y la generacién de sinergias entre el Estado, el mercado y la sociedad civil (Cohen 1999). Consecuentemente, a las medi- ciones econémicas tradicionales se agrega la metodologia de la valuacion contingente, que desagrega diversas formas del valor, para conocer los "indices de retribucién” de inversio~ nes e inffaestructuras culturales, y la “disposicién a pagar” por los bienes y los servicios culturales?. Estos giros llevan a preguntarse hasta que punto lo cultural es evaluado en sus propios términos diferenciales omasbien lo es desde criterios ‘econdmicos universalizados, aun cuando estos se presenten reprocesados. Y también Haman la atencién sobre un mode- lo de desarrollo, que aun invocando componentes sociales y culturales, participacién local, y promocién de a diversidad, se parece mucho a la nueva imposicién del viejo “progreso” desde un remozado colonialismo culturalista. Desarrollo y Cultura Mucho puede decirse del desarrollo en lo conceptual y en lo prictico, pero nada més contundente que leer los resultados al- canzados luego de medio siglo de desarrollo, con dostercios de Iahumanidad viviendo en condiciones de subdesarrollo (Lean- der 1994:33). Miencras que algunos informes consignan que la brecha entre paises ricos y paises pobres se ha duplicado en los ‘iltimos cuarenta aiios, otros sefalan que la brecha entre el 20% inis rico y ¢] 20% mis pobre de la poblacién mundial crecié tun 160% en el mismo periodo™. Estos datos se complemen- tan con otros relativos a la salud, la educaci6n, las condiciones de las mujeres y de los nifios, igualmente desalentadores. Los decenios de proyectos, planes y programas de desarrollo y de “lucha contra la pobreza”, directamente involucrados en estas Bo RURENS bayaave. cuestiones, no pueden eludir sus responsabilidades ante la si- tuacién. Con todo la pigina web United Nations Publications ofrece a la venta la revista Forum de Comercio Internacional: Cct~40 Afios de Desarrollo de] Comercio (n?1, 2004), consig- nando que “a través de esta publicacion, el Centro de Comer cio Internacional desea transmitir un mensaje de estimulo y esperanza: estimulo para acometer la inmensa tarea de reducit la brecha entre ricos y pobres,y esperanza, para aprovechar las, ‘mejores pricticas de desarrollo”. Esta discursiva autista en sus presunciones de base y en sus percepciones de las realidades y problemas, debe ser desarticulada si hemos de conservar algu- na credibilidad en la cuestién del desarrollo, En el contexto actual la arena de debate sobre la cultura no es otra que la delimitada por las coordenadas del desarrollo, donde se dirimen conceptos pero también pricticas. Ya he- mos sefialado anteriormente que la lucha contra la pobreza se ha caracterizado por una culpabilizacién de los pobres como responsables de su situaclén, atribuida a inercias culturales més que a estructuras socioeconémicas y politicas. En esto, el discurso del desarrollo ha abrevado en Jos planteamientos de Lewis (1959) sobre la “cultura de la pobreza” difundidos en los afios sesenta". Debe destacarse que a mis de cuarenta afios y de numerosas criticas académicas al respecto, las organizacio- nes internacionales continaan filtrando conceptos de este tipo, decididamente insostenibles, en sus informes y declaraciones. Algo semejannte puede decirse en general de la nocién de“lucha contra la pobreza’, semanticamente asociada a enfermedades naturales més que a trastornos sociales, hoy convertidaen una formula que apunta a ocultar el verdadero problema. Como sostiene Joachim Hirsch “el punto clave de la sociedad mun- dial no es la pobreza de muchos, sino la riqueza de los pocos, 0 mejor dicho la forma en la cual ésta se reproduce” (19957136). Pero la reproduccién ampliads de esta riqueza que requiere a ee Ii easfaiares vest cate por tendenciereofucr Yuna panes trmlaegcorael ide les beret elsconamirte det nnes lvedoan Iscramene a ineuelen sera temprana, bas toning, aha ce estan ylaaputy ora escent ba Segun Lens rls dati miner ‘contcabiradele pebreraguecon ls pebtes nna porla uerecomendabe el prlcldgen Eee Fegumaios poste dessroliarsteren de ‘aesieacs doom proves eames problemadelos Indes yu Eemounprablem CULTURA Y DESARROLLON NUEVOS RUMBOS Y HAS DELO MISMO? 82 generacién de pobreza, es precissmente consecuencia de la imposicién del capitalismo en la que ha consistido el desarollo ‘practicado en reemplazo del antiguo colonialismo. ‘Diversos autores han sefialado en e]término “desarrollo” a confusién de dos connotaciones diferentes, el proceso histéri- co de transformacién hacia la economia: capitalista, moderna e industrial y la mejora de la calidad de vida, la reduccion de la pobreza y la disminucién de la desigualdad de oportunidades (Ferguson 1990 en Isla y Colmegna 2005), No cabe duda que la primeraconnotacién eslaconsecuencia mas isibledeldesarro- lo, mientras que la segundaha deventdo abstractaante elavan- cecreciente dela exclusién yla desigualdad. Resulta paradéjico que dentro un paradigma que reclama y recurre a continuas ‘ediciones se haga caso omiso de ellas, y que las referencias a factores como “costos sociales”, “deseconomias externas”, no alcancen a ser integradas en los anilisis de impacto y de cos~ to—beneficio (Dupuis i991). También resulta destacable quela imporiciOn del capitalismo se concrete actualmente evocando tuna diversidad cultural que siempre es la de “otros”, y con la incapacidad de reconocer que el capitalismo no sélo involucra sistemas econémicos, sino también configuraciones culturales nonecesariamente ubjcuas 0 conmensurables, y mucho menos neutras. Sin duda el concepto de desarrollo no se ha desgajado de los componentes etnacéntricos, eurocéntricos, economicis- tasy tecnocriticos ya apuntados en las criticas més tempranas, nj ha asimilado estrategias de reflexividad. En tal sentido las perspectivas del desarrollo parecen tenet serias dificultades para abordar los fenémenos culturales que actualmente conciben como su motor, o cuanto menos como ‘una dimensiGn significativa del mismo. Un estudio reciente sobre las relaciones entre cultura y desarrollo~basado en 350 casos, de cinco agencias, durante dos afios~concluye que existe “falta de consistencia en la implementacién de los proyectos, poca comprensiGn sobre cémo funcionan los procesos cultu- tales y pocos ejermplos de evaluaciones apropiadas”, pudiendo identificarse cuatro distintos usos de culeura: como contexto, como contenido, como método y como expresién (Gould y Marsh 2004, en Vincent 2005:2, n/traduccién)". A estos pro- blemas se agzega una perspectiva de individualismo metodo- ogico universalizada sin prevenciones a filosofias nativas (que tienen otras ideas de persona contextualizadas socialmente), ‘una valoraci6n instrumental de précticas tecnoeconémicasin- digenas (que dificilmente pueden ser escindidas de la urdim- bre de las creencias y el conocimiento social y religioso), una mirada reduccionista de lo Local que no reconoce las impor- antes influencias més amplias que también lo constituyen, y limitaciones en la consideracién de las relaciones de podery en la comprensi6n del cardcter del cambio social. Lo anterior remite a otro tépico, ya anticipado més arriba, en cuanto a que el desarrollo y las agencias que lo instrumen- tan Senen una cultura propia negada, y no asumen sus pric- ticas de planificacién racional y voluntarista como culeurales. “La cultura de la burocracia del desarrollo incluye: la tendencia 4 presentarlos logros pasacos en términos entusiastas para jus- Uificar requerimientos presupuestarios; un foco en resuitados de corto plazo; escasa memoria institucional para aprender del ‘trabajo pasado; e) uso de la investigacion para legitimar politi- cas que ya han sido decididss y no como testeo independien- te; la tendencia a no desafiar las agendas institucionales para salvaguardar e] ascenso en la carrera; y las dindmicas organi- zacionales informales de prejuicios de grupo, amistades y ene~ mistades” (Foster 1999, en Vincent 2005: 4, n/tradueciéa). En sentido similar, Phillip Kotak, en una reflexi6n surgida tras analizar 68 proyectos de desarrollo rural del Banco Mundial cumplimentados en todo el planeta, menciona tres niveles de cultura en el desarrollo: la local, lanacional y “la cultura de los ‘eferealmbsarpio Irediosoealeeme omen Pretens reese proceseecalurler Focles.come meso ‘heres ethiade de comuncacién eres yereatas (ensopopabie mania, naa eds ales, Sirbolon presse loners rei de ‘ahuravinclaton con ‘cenneasysctindesy ‘erodes, madon de Telnaes smandoydeimoginare) fae, CULTUNA Y DESARAOLLOW NUNYOS RUMBOSY WAS DELO MISMO? BE planificadores|...Jque hasta cierto punto anula, o se salta, las diferencias nacionales, étnicas 0 individuales”. Para este autor “cualquier organizacion para el desarrollo, tal como el Banco ‘Mundial, es un sistema sociocultural con niveles mmiltiples y con sus propios ébjetivos tradicionales en tanto que organiza~ cién, con sus redes de comunicacién, con sus flujos de infor- macién, sus ineas de autoridad, sus imperatives territoriales, sus recornpensas y castigos, sus asociaciones y eonflictos, sus rituales y hibitos, y sus procedimientos de toma de decisio- nes” (2000:119,120). El autor considera t{pico de esta culeura el“modelo de programa plantilla” queimponen los expertos, contra el “modelo de proceso de aprendizaje” donde los bene- ficiarios participan en la planificacién y puesta en marcha del proyecto acorde a sus necesidades, experiencias y capacidades (Korten en Kottak 2000). De tal modo contindan reiterindose fracasos debidosa una serie de “errores” y de formulas que no se corrigen. En un and Asis del proyecto de Desarrollo Integrado Ramén Lista (D1KL) realizado en una localidad de Formosa, Argentina, hace unos afios atris, se ofrece una resefia que serfa ficilmente extrapo- lable a otras iniciativas de desarrollo (Carpio 2005:94y 58.) EL proyecto se levé cabo en un lugar elegido poz tener los nive- les més altos de NaI sin verificar que ese indice resultaba in- adecuado para el 4rea, se construyeron viviendas en uns zona hhistoricamente inundable las que terminaron utilizadas como corrales temporarios de animales, se utilizaron materiales de construccién previamente exitosos en Abisinia sin constatar que su inexistencia en la nueva locaci6a no abarataba sino que encarecfa los costos, las construcciones se distribuyeron sin considerar la totalidad de la poblacién generando conflictos entre los beneficiarios, se capacité a los hombres en apiculeura cuando en esa comunidad (Wich) el trabajo con la miel es una labor propia de las mujeres, los aspectos oxganizativos y cul- curales se ejecutaron pricticamente sobre el final del proyecto para no faltara los términos de referencia de! mismo pero nolo cestuvieron integrando desde un comienzo. Con los mencionadosantecedentes, noes extrafioque elau- tor consigne que “cada uno de los niveles de decisidn juega sus propios intereses en la negociacién previa al proyecto[...JUn altisimo porcentaje de la cooperacién al desarrollo se traduce ‘nel envio de técnicos y expertos para desemperiarse en pro- yectos de cooperacién, lo cual atiende a una situacion de des- ocupacién profesional en Europa... Lomismo sucede de par- xe del gobierno y de las agencias locales, un alto porcentaje de Jas decisiones correspondea compromisos previos del ministro © decididor de turno, que nonecesariamente se coresponden con las necesidades de la poblacion beneficiaria Muchas veces Ja poblacién sobre la cual se interviene es el tltimo orején del tarro: existe un conjunto de mediaciones que son previas en las cuales esa poblacién no ha tenido nada que ver. ¥ un dia, Por un motivo equis lz poblacion es seleccionada para recibirla ayuda, y allf comienzan a desembarcar los carniones, com arte- factos, recursos y elementos que van a salvarlos de la pobreza” (Carpio 20051108)". En tal sentido, cabe mirar con desconfianza una t6pica reiterada y 2 primera vista deseable, como es el tema de la participacién de los propios beneficiarios en los procesos de desarrollo y en sus beneficios. $i no hay un interés se- rio y cierto por la escucha y por el debate intercultural, esta participacién no puede efectivizarse mas que en los ima- ginarios de la retérica, En algunas situaciones los aspectos culturales y participarivos se convierten en un elemento decorativo, como en el caso descripto anteriormente. En otras, los beneficios pregonados revelan ausencia, cuando no rechazo, de una perspectiva de patticipacién, como los canjes de deuda externa por naturaleza, que involucran el a Blanortambién oneraque"1a ‘aed eringeneos, seaiogero ruroplogos uropeos itoson erence foneretas pst Veelaroe dace qurlineconied soesptimerdalmante Inc sobelos et depobrezade ls ‘Wie ino ge bay rruckesocas CULTURA Y DESARROLLO: NUEVOS REMPOSY MAE OR LO MISMO? 85 Ramos (2004) rmenconae'cavode Trenody shop ave ester poster scoiogiade eatemsbinday de ‘onercojosa” abortaToa de rocvets naval Seba lavost repeal temandectineaimbole ow ajps eras ‘ern Stoenasios fenremnedos por prod note onpereino ‘bch desus Indgenendelocuste compan propiny ‘bvenevereatile sti. Nis conereumencee, puroraetaleque'el ‘eceroroanintl hs icindoimerds nel ‘mandeloe mpetfeoasobre Frewon nec eseon Shovalorcomercy ‘elicomdera racemic rmactscosy de orenolog, suena presto evansfomar ‘ebiduraclecivten metanca global delos Drpeespecteres desplazamiento forzoso de cazadores, recolectores, pasto- res y agricultores, y han sido denunciados como ecocolo- nialismo (Luke 1997 en Viola 2000). Algunas invecaciones a la participacion tienen por objetivo recuperar tradiciones culturales, saberes y habilidades de las poblaciones locales, pero el “conocimiento tradicional” viene s6lo a suplemen- tar técmicamente proyectos y objetivos elaborados en otra parte. Otras niciativas estin dirigidasarecopilar esos sabe~ res tradicionales junto con ejemplares orgénicos y genéti- cos, que terminan nutriendo bancos de datos y de muestras privados, y que frecuentemente son patentados, lo que ha sesultado cuestionado come biocolonialismo y biopiraterta. ‘Otros emprendimientos que se presentan como justos, al~ ternativosy diversos, al retomar objetos, disefios, imagenes yy testimonios indigenas, terminan dando mis visibilidad (y Jentabilidad) a las empresas que a las mismas poblaciones que dicen querer beneficiar (Ramos 1998)"*. En una reflexion sobre logros y fracasos del desarrcllo en ‘Arnérica Central en los Gltimos 10 afios, Griinberg (2002) se- ‘ala constataciones contradictorias: mayor visibilidad y re- conocimiento de actores politicos y culturales indigenas que contrasta con su pobreza extrema, aumento de los territorios sind{genas junto con lapersistencia de reivindicacionesy luchas por la tierra y los recursos naturales, creciente deterioro am- biental con consecuencias sanitarias sobre estas poblacionesde amano de intereses marcadamente mercantiles sobre la natu raleza', progresiva dependencia de las poblaciones indigenas 4e una politica ambiental internacional que los transforma en adversarios o vigilantes de la biodiversidad sin reconocimien- to equivalente de su ciudadanta, empoderamiento y aumento poblacional junto con precariedad extrema en su subsistencia y condiciones de vida que impiden el reconocimiento de sus derechos colectivos, yla autonomfa en sus relaciones intercul- turales e interétnicas, Debe sefialarse que estas circunstancias también abarcan—y en algunos casos en peores situaciones— ‘a poblaciones tradicionales, antiguos grupos de esclavos, co- miunidades domésticas en tierras improductivas, y pobres sin tierra, quienesno gozan deaactual aquiescencia internacional hacia las poblaciones indigenas, hoy por hoy beneficiadas por el papel que internacionalmente se les ha asignado, de simbo- ligar el paradigma de la diversidad cultural y dela preservacién de la biodiversidad en el desarrollo sostenible. Cabe dar la bienvenida a la consideracién de la cultura en el desarrollo, en tanto esto permite franquear el economicismo previo e introducir nuevas perspectivas conceptuales y précti- cas enla problemitica. A la vez.cabe ser cuidadosos al respecto, ues sedetecta una suerte de moda culruralista que carga sobre Ja cultura el peso de Jo que no se alcanza a resolver ni a discer- ni desde la economia y a politica, Diversos usos della cultura terminan haciendo con ella una utopia, un bilsamo, una men- cién politicamente correcta, un apéndice decorativo, un fetiche disponible para mégicas scluciones', sin haber pasado por un anilisis rflexivo del concepto y de sus usos. No cabe duda que Jo cultural esté abarcando un espacio exorbitante con respecto a €pocas anteriores y que la cultura es tn instrumento blandi- doen procura de intereses”, por parte de gobiernos, empresas, grupos sociales, organizaciones, individuos. Ante este instru- mentalismo generalizado es conveniente asumir una posicién ética que no se limite a valorizar los medios para alcanzar fines que permanecen indiscutidos, sino que ponga en debate no slo a los medios sino también a los fines en tanto deseables 0 reprensibles. La cultura involucra valores colectivos intzinsecos y no ins- trumentales que no permiten reducirla a ser un recurso como. cualquier otro, Cabe preguntarse hasta dénde el saber es dis- tinto de sus usos, y anotar que Jos usos de la cultura muestran 6 Ee rections seasignaalucaluraset rmorordeldesarlle, feverenpleoyren, Promoveriinegraisn seca pene Inna yee, smeorleahdede ida repeal ade, ‘ambigeslrnar abide, ogee ign eartcbeaee trang ecuren forrreninconasy raparclones trons ena Taseudacesy repione, pesconadas com smaressidenaraan CULTURA Y DEDARNOCLOC NUEVOS RUMBOS Y MAS DELO MEMO? 87 nats) Inghterapararferis Iabepretn delos darechotce propiedad ‘occa sabes ‘evrascomrle: 8 corinne potions Geiorenneemens ‘stridor felecdnameree pola ‘horabacke| ‘converte ors comporacanesen selemareprosieato Reena tepraanalon elas rckerscomo patsy lonamancerce ppreseamans Indcriinada. saberes orientados pragméticamente en torno a nuevos “cer- camientos”™ de la inteligencia colectiva (Moulier Boutang 2004:107) y a nuevos colonialismos, antes que a la emancipa- cion y la autonom{a, De aqui la importancia de las investiga ciones, la educaci6n y la formacin en estudios de 1a cultura, necesarios para discutir conceptos, para conocer las propias situaciones, definir prioridades ¢ intervenciones, implementat politicas y efectivizar derechos que son cuentas pendientes de Ja remozade agenda de la culturayel desarrollo. Notas finales ‘La problemiética cultural ha sido incluida con vigor em la cues- tién de! desarrollo sélo.en tiempos relativamente recientes. Un hito se encuentra en Is labor de Ia Comisién Mundial de Cul- tura y Desarrollo, que publicé el informe Nuestra Diversidad Creativa (1996) en el marco del Tercer Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural entre 1988 y 1997. Otro hito se halla en la Conferencia Intergubernamental sobre Politicas Culturales para el Desarrollo (Estocolmo 1998) y que dio lugar a los In- formes Mundiales de Culeura de UNESCO (i999 ¥ 2000). Pero las referencias alos aspectos subjetivos yaa dimensién cultu- ral del desarrollo ya venian siendo ventiladas en la Conferen- cia Mundial sobre Politicas Culturales~Mundiacule (México 1982) y en las Conferencias Intergubernamentales sobre Politi- cas Culturales de los afios 70 en todos los continentes. ‘Anuestroencenderestainclusi6n vigorosa se comprendeala uz de los nuevos contextos producidos porlas transformacio- nes referidas en términos como "cultural capitalismo” (Yudice 2002) y “capitalismo cognitivo™ (Rodriguez y Snchez 2004). El primero lama la atenci6n sobre una nueva centralidad de la cultura cémo 4rea de crecimiento de empresas ¢ inversiones, y como recurso econémico y politico deacumulacién y legitima- ci6n, El segundo puntualiza la significaci6n del conocimiento, de los saberes, de la produccién intelecrual colectivay Ia lucha para comvertitlos en bienes privados, en los process de valo- rizacién de la econom{a presente. En los aiios setenta la indus- trializacién de la proteccién del medio ambiente dio lugar alo que Enzensberger (1987:32 ys.) Ilamé “eco capitalismo”, don- de fueron beneficiados, e incrementazon la concentracion del capital, los secrores involucrados en esta nueva rama del desa- rrollo. En la configuracién actual parece pertinente aludira un “cultural capitalismo”, que instala ala produecién cultural en el centro del desarrollo, y que motoriza la dinémica del sector con vistas a su substincién en la logica del valor de cambio y a una mayor acumulacién. En la perspectiva de Corsani (2004: 9s) el capital humano, conformado por los efectos multiplicadores de las inversiones educativas iniciaies, ahora se ve enriquecido por la nociéa de “wetware” que designa al cerebro y conocimientos tacitos, @ integra ademis los tiempos de formacién, comunicacién, construccién de redes semanticas y sociales, esenciaies en la produccién contempordnea de valor. Esta mercancia particular resuelve la tensi6n entre dos aspectos frecuentemente enten- didos como opuestos de a cultura, Ja herencia y la innovacién, que hoy se identifican en los saberes de poblaciones indigenas y wadicionales y en los saberes tecno-cientfficos de punta, am- bos puestos al servicio de la valorizacion del capital. Pero sobre todo esto Hama la atencién acerca de algunos nuevos y viejos problemas relativos a la cultura, cuando esta deja de ser sefia- lada como un plus suntuario de la vida de las etites,y como un freno puesto al progreso por las précticas y los valores tradicio- nales, para ser presentada como motor del desarrollo, y como clave del bienestar humano en general La bienvenida a esta promocién de le cultura y de su nuevo lugar en la sociedad no puede darse sin prevenciones, no sélo CULTURA Y DESARROALOW NUEVOS KUMBOS T HAs BE LO Wis? Nov eeterimes bt mecederet eniguras pore ConfereniaMneat abe Medio Ambre 4 Deuarlle, que toe lugatennioensas:, fambieeconedids ‘amo Cumbre dea Tire feo'pndende seuprobaronel Cemenionobre oiversady ls ‘agendas palace ‘Aniencensprados cnlatsoverdos Fekenora tance, trnvesvecampe esactals Deearcn ‘vers ela Unesco sabre MDWvesidad ater (esesh Dgendesnde cldades pesleCulur (009), Eecomeniia pele Fromousnela Diversidad dels ExpresonesCafrales 20a) por lo lamativamente gigantesco del salto producido entre tuna y otra conceptualizacion, También por los antecedentes configurados enel tratamiento previodadoal medioarabiente, frecuentemente sefialado como el paradigma a seguir en lo que hace lo cultural”, La naturaleza pasé de ser tenida como wna fuente de recursos infinitos, que podian extraerse descontrola- damente y que no se inclutan eo las contabilidades, a ser vista como un bien escasoa mediry ponderar en los costosy benefi- cios econémicos, dando lugar a prospecciones, compilaciones de muestras sistemiticas en bancos privados, preservacién de dreas protegidas y santuarios naturales. Menos frecuente- mente se ha planteado que de la mano de estos procesos y de Jos canjes de deuda externa por naturaleza, numerosas pobla- ciones fueron expulsadas de sus territorios ancestrales y tradi- cionales, convertidos en museos y bancos que atesoran pata el occidente rico la biodiversidad en peligro. La securrente expulsién de los habitantes de centros his~ toricos ennoblecidos y puestos en valor, la musealizacion de ciudades y regiones, la folklorizacién desconflictuada de la di- vversidad cultural cargada de desigualdades, las transmutacio- nes y sobreexplotaciones turfsticas laman la atencin sobre las dudas que despierta el auge actual de la cultura y su pregonada centralidad en los procesos de desarrollo. Si por una parte esta puede ser una puerta al reconocimiento de nuestra diversidad creativa, al bienestar y al gjercicio de los derechos culturales, por otra parte puede oscurecer otros usos del “recurso de la cultura” (Yudice 2002) menos deseables. De aquila necesidad de un anilisis desde la perspectiva de Ja cultura, la economia ya politica, que considere los distintos tipos de valor involucrados, incluyendo los intrinsecos y no instrumentales. En el marco del actual “giro desdela economia politica de la redistribucion hacia politieas culturales de reco- nocimiento” pensamos que la “culturizacién de la economta~ ge nunEwe HAYARDO iiltsmo ofején del tarro: incencionalidades diversas a la hora de implementar un proyecto, En: Isla, Alefandro y Colmenga, Paula (Coraps,) Politica y poder en las procesos de desarrollo. Editorial de las Ciencias - FLACSO, Buenos Aires. COHEN, Michael. 1999. Perspectivasacerca del desarzollo cultural y econémico en Argentina. En: Sosnowski, Saul y Patifio, Roxa- ra (Comp.) Economia de la Cultura: Mecenazgo, Fondo Nacional de les Artes - Latin American Studies Center, University of Ma- ryland, Buenos Aires. ‘CORSANI, Antonella. 2004. Hacia una renovacién de la econo- ‘ia politica. 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