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Capitulo 13 / Las grandes ideologtas del siglo XK en Occidente 243 Mussolini y Hitler eran oradores carisméticos cuyos discursos magnetizaban a millones de personas. Sus partidos demostraron ser muy eficientes 2 la hora de organizar desfiles, mitines y otros eventos medisti- cos cuyo fin consistfa en galvanizar a sus masas de seguidores. Ademés, la naturaleza de su discurso era interclasista, lo cual los hacfa atin més atractivos. Aungue los movimientos fascistas alemén e italiano nacieron en Ja década de 1920 con una pronunciada orientacién hacia la clase trabajadora, con el tiempo obtuvieron el apoyo de los pequetios agricultores, de una numerosa clase media ¢ incluso de los estratos més acomodados dela sociedad. Los nazis, por ejem- plo, consiguieron que e! porcentaje de su electorado aumentara del 3 por ciento en 1928 hasta més del 37 por ciento en el verano de 1932, convirtiéndose enton- ces en el partido més votado de Alemania. Ademés de emplear mecanismos democréticos para gar al poder, los fascistas italianos y alemanes adop- taron de manera intencionada técnicas coercitivas en su intento de construir y consolidar el apoyo popular. Laexaltacién de la violencia contra los adversarios po- Iticos es otro elemento central de la ideologia fascista. E] Partido Fascista de Mussolini se defini6 explicita- mente a sfmismo como emilicias, Desde sus primeros aos creé éescuadras» (fasci) 0 matones uniformados ‘con camisa negra, que empleabar\ la amenaza yla fuer- za para impedir que sus rivales politicos accedieran al gobierno de los ayuntamientos. En octubre de 1922, decenas de miles de fascistas armados se agolparon en. Jos alrededores de Roma. Para evitar una masacre, el rey de Italia, actuando bajo la legalidad constitucional para designar al jefe del gobierno, nombré a Mussolini primer ministro del pais. Al dia siguiente, la milicia fascista organizé un desfile para celebrar la victoria enlas calles de la capital, un evento conocido como la «anarcha sobre Romas, También los nazis emplearon Ja violencia en su ascenso al poder. Hitler organiz6 ‘una milicia uniformada con camisas pardas a las que denominé Secciones de Asalto (SA), En 1932, en vispe- ras de la llegada de los nazis al poder, las SA contaban ya con més de 400.000 «soldados». La combinacién de un amplic apoyo electoral, la debilidad de la opo- sicién y la enorme capacidad coactiva de los nazis en las calles hizo que, a pesar de su programa abierta- mente antidemocrético, en enero de 1933 el Presidente alemén, el Mariscal Hindenburg, nombrara a Hitler canciller. Este ascenso «legal» al principal poder del. Estado otorg6 al partido nazi y sus lideres una base de legitimidad atin més amplia. Los esfuerzos, tanto pactficos como violentos, por movilizar a la poblacién se intensificaron tras la con- quista del poder. Los fascismos de Italia y Alemania eran regimenes de movilizacién de masas, decididos a obtener un amplio apoyo popular y eliminer a la opo- sicién. Ambos objetivos también son predicables dela politica del régimen de Franco durante su primera década; sin embargo, en los afios cincuenta perdi ron fuerza, sobre todo el primero de ellos. Los regi- menes de Mussolini y Hitler organizaron campatias permanentes de propaganda destinadas a fomentar su popularidad, haciendo un Jamamiento no sélo al orgulllo nacional, sino también a los més bajos instin- tos, prejuicios y ansias de venganza de Jas poblacio- nes italiana y alemana, respectivamente. Del mismo ‘modo, disefiaron ylanzaron programas de creacién de empleo, asi como otros proyectos para mejorar el bien- estar econdmico de amplios sectores de la poblacién. Y no dudaron en usar la violencia contra adversarios politicos reales 0 imaginarios, incluyendo una policfa secreta, campos de concentraciOn y el uso dela tortura la eliminacién fisica como armas intimidatorias. Algunos estudiosos sostienen que el fascismo ha sido un fenémeno circunscrito a una época, concre- tamente la de la Europa de entreguerras. No obstan- te, es demasiado pronto para confinarlo a los anales de la historia. Al menos hipotéticamente, las ideas fascistas pueden encontrar apoyo popular allf donde otras formas de gobierno, incluida la democracia, no logren satisfacer las necesidades basicas de la poblacién y resolver algunas de sus principales in- quietudes, como pueden ser el mantenimiento de la seguridad ciudadana o la preservacién de una iden- tidad nacional 5. EL FEMINISMO' El impacto del feminismo en las sociedades democré- ticas contemporéneas ha sido muy importante. Ma- chas de las libertades, los derechos y las politicas que ‘hoy damos por descontado en las sociedades democré- ticas occidentales (la posibilidad de que las mujeres estudien, tengan una carrera profesional, puedan controlar su propia fecundidad o tengan derecho a vo- tar y a presentarse como candidatas en las elecciones) hhan sido el resultado de la lucha de grupos de mujeres organizadas en torno a las ideas del feminismo, 1 sta seccidn ha sido elaborada por Antonia Marfa Ruiz Simnénez, 244 En este apartado nos centramos en el feminismo que se ha desarrollado en las democracias occiden- tales, por ser nuestro referente mas cercano. Cabe sefialar, no obstante, que existen otros feminismos con caracteristicas diferentes en otras culturas. Asi, el conocido como «feminismo negro», que prosperé en Estados Unidos de forma simulténea al feminismo liberal, no reivindicaba la incorporacién de la mujer al mercado de trabajo, al que las mujeres negras ya estaban incorporadas en condiciones pésimas, sino Ja mejora de las condiciones laborales. El femninismo que se ha ido desplegando en el marco de la cultura musulmana, por ejemplo, es incompatible con muchos de los planteamientos y desarrollos del feminismo en Jas democracias occidentales. El término «feminismo» aparecié por vez primera a finales del siglo xvnr como sindnimo de la eman- cipacién de las mujeres. De forma amplia puede ser definido como «el conjunto comprehensivo de respuestas criticas a la subordinacién deliberada y sistemética de las mujeres, como grupo, por los hombres, como grupo, dentro de un determinado contexto cultural» (Offen 2000: 20). Dicha defini- cién es aplicable no sélo a los movimientos sociales, conocides como feminismo de primera y segunda oleada —a los que nos referiremos més adelante—, sino también a los sistemas de ideas que han recha- zado los privilegios masculinos y la subordinacién de la mujer dentro de determinadas sociedades. 5.1, Antecedentes: el perfodo de Ja Iustracién. Los antecedentes del feminismo pueden situarse en Ja Dustraci6n (siglo xvm), en conexién con la reivin- dicacién de la individualidad, la autonomfa de los su- jetos y la igualdad de derechos. Aunque durante este erfodo las mujeres quedaron exchtidas del proyecto ilustrado al no ser consideradas sujetos del «contrato social» (es decir, del acuerdo voluntario de indivi- ‘duos libres que se dan un gobierno por consensc), quedando excluidas del concepto de ciudadanta, la base tedrica que sustentaba la Mustracién sirvié para reivindicar la igualdad de varones y mujeres como seres humanos racionales. Las mujeres pusieron en evidencia las contradicciones entre la teorfa y la préctica de la TlustraciGn. Entre las mujeres que articularon sus reivindica- clones ya durante la Revolucién Francesa (1789-1799) encontramos a Olympe de Gouges (1748-1793) y Mary Wollstonecratt (1759-1797). La primera denuncié en su —Y? Politica y ciencia potion una introduccisn Declaracién de los derechos de la mujery de la ciudadeng (1791) el falso universalismo de los términos hombre, y «ciudadano». La segunda, por su parte, formul6 ung Critica de los fil6sofos ilustrados —Rousseax: especial. mente—por concebira la mujer como un ser artificial, ébil e inferior. En su libro Vindicacién de los derechos de ta mujer (1792), Wollstonecraft atribuyé a Rousseay un fallo de razonamiento al analizar los hbitos y lag costumbres de las mujeres como si fueran innatos 9 naturales, sin tener en cuenta la socializacién de la que son objeto desde su nacimiento. Wollstonecraft, que habfa sido institutriz, sefialé que a las nifias se las ‘educaba para que fueran dependientes. Por lo tanto, esa dependencia que Rousseau entendia como algo «natural» era, en realidad, «socials. Ademés, incu. rriendo en un razonamiento contradictorio, Rousseau hacia responsables a las mujeres de transmitir los, valores de la virtud y la ciudadanfa a los niffios que, més tarde, se convertirfan en sujetos del econtrato socials. Wollstonecraft se preguntaba cémo podrian Jas mujeres transmitir estos valores no estando fa sniliarizadas con ellos en virtud de la educacién que recibian, La autora elaboraba, pues, un discurso que definfa a hombres y mujeres como iguales, como seres racionales y auténomos, y defendfa la independencia, autonomfa e individualidad de las mujeres. 5.2. Varones y mujeres: giguales o diferentes? En la critica de Wollstonecraft a Rousseau esté ya presente una de las cuestiones centrales para el feminismo y en torno a la cual se han dividido las diferentes corrientes feministas. Esta cuestién se refiere a silas diferencias entre varones y mujeres, son naturales (basadas en las diferencias genéticas y biolégicas entre ambos sexos) o sociales (construidas a través de la educacién, la familia, etc.) Esta distincién es crucial, porque tradicionalmen- te se ha entendido que los rasgos naturales (genéticos © biolégicos) vienen dados y, por tanto, no pueden ser modificados. Desde esta perspectiva, las teorfas que justifican la discriminacién de la mujer acudiendo @ explicaciones de tipo biol6gico (como el darwinismo social) se basan en una supuesta divisién funcionsl- sexual del trabajo (de acuerdo con la cual las muje- res asumen en exclusiva las tareas reproductives, es decir, ademés del alumbramiento, la crianza y el cuidado de los hijos). Se legitima asf la exclusién de Jas mujeres del ambito publico, més concretamente, del Estado (la polftica) y, en buena medida, también Capitulo 13 / Las grandes ideotogtas del sigip Xen Occidente del mercado (la economfa). Aungue la idea de que el ser humano no puede alterar su naturaleza genética entra cada vez mds en contradicci6n con Ja evolucién cientifica y tecnol6gica, la presuncién de que las funciones de los varones y las mujeres se hallan bio- logicamente determinadas atin est4 muy presente en nuestras sociedades. Se halla implfcita en todas las politicas que asumen la reproduccién humana como tarea exclusiva, o predominantemente, femenina, ‘Si, por el contrario, las diferencias entre varones y mujeres fueran el producto de una construcci6a social {como argumentaba Wollstonecraft), esto implicarfa ‘que serian susceptibles de modificacién mediante una educacion y una socializacién igualitaria para varones y mujeres. Esta es la tesis defendida por el feminismo de Ia igualdad. La mayor parte de los movimientos feministas que se desarrollan dentro de las denomi- nadas primera y Segunda cleadas feministas se ads- criben a esta vision. En cambio, el feminismo dela diferencia, que surge como una subdivisién radical del feminismo dentro de la segunda oleada, considera que el problema no radica en que varones y mujeres sean socializados de forma diferente (ya que, de he- cho, se da por supuesto que la diferencia existe), sino en que los varones minusvaloran lo que aportan las miujeres a la sociedad (la maternidad especialmente), asi como aquellos valores que, segtin estas autoras, podrfan ser considerados tipicamente efemeninos», como la sensibilidad, la intuicién, la empatfa, Ia so- lidaridad, etc. Por tanto, este feminismo aspira a que Ja diferencia entre hombres y mujeres sea reconocida yvalorada: los hombres y las mujeres son diferentes y hacen cosas diferentes, pero lo que hacen las mujeres vale al menos tanto como lo que hacen los hombres, mantienen las feministas de la diferencia. 5.3, Feminismos de la igualdad Bajo esta denominacién se engloban diferentes corrientes dentro de las denominadas primera y se- gunda oleadas feministas. Todas ellas consideran y reivindican que varones y mujeres son iguales y de- ben, por tanto, tener los mismos derechos y las mis- mas oportunidades. También postulan una igualdad basada en el entendimiento de que las diferencias entre varones y mujeres no son naturales, sino que estén socialmente construidas. ‘La primera oleada feminista se desarroll6 desde mediados del siglo xm hasta los afios veinte del siguien- te siglo. Surgié de forme simulténea en Gran Bretafia 245 ystados Unidos, llegando a Espafia con algtin retraso (@ principios del siglo xx). Como corriente principal dentro de esta primera cleada cabe sefialar el feminis- mo liberal (0 feminismo de orientacién liberal-bur- guesa). Lo encabezan, sobre todo, mujeres de clase media que denuncian las contradicciones entre el dis- ‘curso del liberalismo y la préctica discriminatoria de Ja mujer. Demandan, bésicamente, la igualdad de dere- ‘chos politicos (en particular, el derecho al voto, del que Jas mujeres estaban excluidas), educativos (acceso a studios profesionales y universitarios) y laborales. Entre los tebricos mas destacados de esta corrien- te feminista hay qué citar a John Stuart Mill, quien en 1866 lider6 la primera peticién a favor del voto femenino en la Camara de los Comunes de la que era diputado. En. 1869 publicé The Subjection of Women (El sometimiento de las mujeres), obra mediante la que pretendfa convencer al mayor nimero posible de ‘personas acerca de la justa y necesaria reforma de una serie de leyes e instituciones que mantenfan sojuzga- das 2 las mujeres. Seguin Mill, la suborgigacién de la mujer representaba un obstéculo para el desarrollo de Ja humanidad. Sefialaba, ademés, que dicha subordi- nacién constitufa una contradiccién clamorosa en un mundo moderno que se declaraba superador del modelo anterior (sociedad estamental), en el cual la vida de las personas habfa estado indisolublemente igada a su condicién de nacimiento (en el caso de las mujeres, su destino en la vida segufa estando ligado al hecho de haber nacido mujeres). Finalmente, Mill denunciaba que los varones mantenfan esa subordi- nacién de las mujeres a través del tipo de educacién que diseficban para ellas, Jo cual impedfa a éstas de- sarroller una conciencia colectiva sobre su situacion yreaccionar conforme a ella. Dentro de esta primera oleada feminista también se suele ubicar a algunos tedricos y activistas marxistas y socialistas utbpicos (y a algunos anarquistas) que reflexionaron sobre cuestiones relacionadas con la mujer (por ejemplo, Engels en El origen de Ia familia, la propiedad privada y el Estado, publicado en 1884). Hay que tener en cuenta que si las mujeres de clase media estaban excluidas del mercado de trabajo, Jas de clase obrera constitufan una gran reserva de mano de obra barata durante la Revolucién Indus- trial. Desde el marxismo y el socialismo se afirmé que el capitalismo se aprovechaba doblemente del trabajo de la mujer, tanto en su vertiente productiva (mano de obra barata) como reproductiva (propor- cionando hijos-obreros al sistema). Por tanto, era el 246" +T Politica y ciencia politica: una introduccién capitalismo, y no los varones, quienes mantenfan a Jas mujeres subordinadas. Asf, una vez que la revolu- cién proletaria acabara con el sistema capitalista, se pondria también fin a la subordinacién de la mujer. No obstante, en general, estas ideologias compartian el modelo de divisién sexual del trabajo, segrin el cual las mujeres pertenecfan al ambito de lo privado (el cuidado dela familia y los hijos), mientras que el 4m- bito pubblico correspondia a los varones. Esta primera oleada feminista, en sus vertientes liberal y socialista-marxista, se agot6 alrededor de los aiios veinte del pasado siglo, tras la obtencién del sufragio universal en Estados Unidos (1920) y Reino Unido (1917 para las mujeres mayores de 30 afios; en 1928 se equiparé con la edad de los varones). Después de la Segunda Guerra Mundial, Simone de Beauvoir reactiv6 el feminismo, dando lugar a la que se conoce como la segunda oleada feminista. En su libro EI segundo sexo (1949), Beauvoir expuso que las mujeres han vivido su condicién femenina a partir de la pe- culiar forma de ser que han construido para ellas los. varones. Durante algtin tiempo, esta autora pensaba que la emancipacién de la mujer serfa positle con el triunfo del socialismo. Sin embargo, en los avios setenta se uni6 a la militancia feminista, aun cuando no planteaba Ja lucha feminista como una «guerra ablerta» contra los hombres. Las principales ideas de Beauvoir son las siguientes: + El género es una construccién social creada a través de Ja educacién desde la infancia, Esta idea queda reflejada en la conocida frase de la autora: eLa mujer no nace, se hace». + La maternidad constituye una desventaja para Jas mujeres. Es una etrampa» porque les impide dedicar tantas energias como los varones a otras facetas de la vida, as{ como 2 su propio desarrollo intelectual y profesional. ‘+ La incorporacién de la mujer al trabajo remu- nerado es esencial para su emancipacién. Pero es insuficiente si la mujer continéa sometida al trabajo doméstico. + Esnecesaria la socializaci6n del trabajo doméstico (n0 a cargo del Estado, sino a través del reparto del trabajo en el seno de la familia). Dentro de esta segunda oleada feminista sigue presedte una corriente feminista liberal, entre cuyas representantes cabe destacar a Betty Friedan (1921- 2006). En sus obras La mistica de la ferninidad (1966) y, en particular, La segunda fase (1981) coincide ey subrayar la importancia de la incorporacién de.|q mujer al trabajo remunerado. Especialmente en a segundo de estos libros se centra en el problema dela doble jornada laboral (en casa y en el trabajo) de las mujeres y la segmentacién del mercado de trabajo (las mujeres, perceptoras de salarios mas bajos y con més Gificultades para acceder a los puestos de responsabi. lidad). Friedan proponta soluciones semejantes a las que afios antes habia formulado Beauvoi + Una «revolucién en la vida domésticas: el reparto de tareas y la intervenci6n del Estado en las que no puedan compartirse. + Reforma de las instituciones, de manera que ten- gan en cuenta las dificultades de insercién en la vida pablica a las que se enfrentan las mujeres por asumir la principal responsabilidad en las familias, El Estado debe reconocer que la propia existencia de la familia genera una serie de necesidades que es imprescindible cubrir. + Para ello, es necesario que las mujeres se orga- nicen y presionen al Estado. Este ultimo punto representa una critica implicita contra la falta de eficacia de otros movimientos feministas. En concreto, Friedan les reprochaba haberse desen- tendido del tema de Ia familia, favoreciendo que se ocuparan de él casi exclusivamente las élites. politicas conservadoras, cuyé discurso atribuia a Jas feministas el rechazo a la familia y, por tanto, Ja destruccién de la sociedad. El abandono del tema de la familia también restaba activos al mo- vimiento feminista, puesto que muchas mujeres que concedfan valor a la maternidad no estaban dispuestas a unirse a El feminismo socialista contemporéneo, que se desarrolla también dentro de la segunda oleada feminista, parte de que todo sistema de produccién requiere un sistema de reproduccién. Sefiala que las categorfas clésicas del marxismo son insuficientes para entender y explicarla opresién de la mujer. Silos anélisis feministas liberales carecfan de una interpre- tacién materialista de la historia, la doctrina marxista hha sido «ciega al sexo». En el marco del feminismo socialista contemporaneo, la teorfa del doble sistema (Capitalismo y patriarcado) sefiala que el trabajo de Ia mujer es doblemente aprovechado en sociedades patriarcales: por los varones, dentro de la familia; y por el sistema capitalista, que rentabiliza el trabajo de Ja mujer, en tanto que mantiene al varén listo y fn buenas condiciones para trabajar. El feminismo Socialista enfatiza que la totalidad de Jas relaciones sociales estdn «atravesadas» por la connotacién de género como atributo clave. £1 feminismo radical cobra vigor en los afios s tenta del siglo20x, integrando la segunda oleada femi- nista. Frente a los planteamientos de los feminismos liberal y socialista, el radical se centra en las cuestio- nes relacionadas con la sexualidad. Desde esta co- rriente surge la diferenciacién entre los conceptos de sexo (diferencias biolégicas entre varones y mujeres) y género (diferencias asignadas socialmente a cada uno de los sexos). Este feminismo denuncia que la dominacién patriarcal no es un subproducto del capi- talismo. Aun cuando el capitalismo legara a desapa- recer, las mujeres seguirfan subordinadas en sociedades y familias patriarcales en Jas que los hom- bres ostentan el poder. Aunque las feministas radica- les reconocen que el dominio econémico de los hombres y la no remuneracién del trabajo doméstico de Ja mujer refuerzan el mantenimiento del patriarca- do, afiaden que los varones utilizan también la fuerza y el consenso génerado por la socializacién diferen- cial de los géneros. Asf, se ha sefialado que las con- venciones sociales respecto a las relaciones sexuales constituyen una herramienta més entre las que usan los varones para mantener subordinadas y controlar alas mujeres, «Lo personal es politico» es uno de los esléganes més conocidos de esta segunda oleada feminista. Ello implica, en dltima instancia, que los representantes politicos (gobernantes, legisladores y partidos) tam- ign tienen que responsabilizarse de las relaciones que se desarrollan dentro el dmbito personal o privado. A esta reivindicacién general el feminismo radical ha aiiadido otramés precisa: que las mujeres sean capaces de controlar su propia fecundidad a través del acceso a métodos anticonceptivos, la interrupcién voluntaria del embarazo, etc. Al poner el énfasis en los asuntos relacionados con Ja sexualidad, el feminismo radical se centra en las diferencias biolégicas entre hombres yamujeres. El feminismo cultural o de la diferencia es tuna evolucién de este feminismo radical. 5.4. Feminismo de la diferencia A partir de mediados de los afios setenta del siglo x0 Se fue desarrollando el feminismo de la diferencia. Su punto de partida es la distincién entre dos culturas L Capitulo 13 1 Las grandes ideologies del siglo XXen Occidente 247 bien diferenciadas: la masculina, cuyos ejes centrales serfan, entre otros, la agresividad, la tompetitividad, Ja autoridad, el individualismo o Ja racionalidad; yla femenina, en la gue destacan la empatia, Ja colabo- racién, la preocupacién por los dems 0 la atencién a los sentimientos. El feminismo de la diferencia ha equiparado Je liberacién de las mujeres con el de- sarrollo y la preservaci6n de una cultura femenina, sefialando que la opresién deriva de la supresién de Ja esencia femenina. Las feministas de la diferencia than defendido que las mujeres desarrollen una caltu- ra aparte, separada de la de los hombres; una cultura, que ensalce los valores femeninos por encima de Jos masculinos. En lugar de devaluar la naturaleza femenina, especialmente por lo que respecta a la maternidad, debe valorarse por encima dela cultura masculina. Enrealidad, este enfoque feminista reproduce, aun- queconotro discurso, elmismo tipo de plantearnientos que alo largo de la historia han servido para mantener alas mujeres sometidas. Asimismo, al defender la exis- tencia y el valor de una subcultura femenina, aleja a Jas mujeres de los centros de poder, ya que lo pitlico, y muy especialmente la politica, tienden a pertenecer al émbito masculino. Sin embargo, entre los aspectos positivos de este feminismo de la diferencia cabe des- tacar la revalorizacién de las cualidades femeninas, tradicionalmente menospreciadas. Por otra parte, el feminismo dela diferencia ha recuperado el valor dela matemidad, minusvalorada, e incluso denostada, por otros ferninismos. 5.5. La tercera oleada feminista En la medida en que puede hablarse de una tercera oleada feminista en las democracias occidentales contempordneas, ésta resulta de una combinacin de caracteristicas propias del feminismo de la igualdad y del feminismo de la diferencia. Del feminismo dela igualdad se toma Ja idea de que es necesario que las mujeres accedan al Ambito puiblico, especialmente a Jos niicleos de poder, en tanto que los hombres deben participar también en el Ambito privado, el cuidado de los hijos y la familia. Del feminismo de la dife- rencia se toma Ja idea de que las mujeres no deben adaptarse pasivamente a un 4mbito piblico que ha sido definido por los varones conforme a los valores masculines, sino que deben transformarlo para que refleje y aprecie también los valores femeninos. La tercera oleada feminista sostiene, en definitive, que 248 Ja incorporacién de la mujer a un mundo emasculi- nox es insuficiente y, mAs atin, indeseable. De este planteamiento se deriva le necesidad de redefinir las relaciones de género entre varones y mujeres. Mien- tras que las mujeres han cambiado enormemente sus roles, actitudes y comportamientos de género durante el siglo 20%, los varones no Jo han hecho en tan gran medida. Son ellos, por tanto, quienes, de acuerdo con Jos argumentos feministas de esta tercera oleada, deben revisar su modelo de masculinidad. Términos muy recientes como los de «metrosexuals 0 auber- sexualy son reflejos de esta inquietud. 6. ETERCICIO DE COMPROBACION DE HIPOTESIS: ;EL FIN DE LA IDEOLOG{a? 6.1. Hipotesis y variables Recurriendo a diversos argumentos, varios estudiosos han formulado la hipétesis segrin la cual la época de los enfrentamientos entre las grandes ideologias rivales de Jossiglosxncy2xha concluido. Daniel Bell, porejemplo, afirmé en varias obras publicadas en los afios sesenta y setenta que los cambios fundamentales que se estaban produciendo en Jas economtas de los paises capitalis- tas més avanzados desde la Segunda Guerra Mundial estaban debilitando las bases sobre las que se habia asentado hist6ricamente el choque ideolégico entre el capitalismo y el socialismo. En lugar de la actividad industrial, con su énfasis en Ja industria y el trabajo manual, la fuerza motriz de las economfas de Estados ‘Unidos, Japén y la mayorfa de los paises europeos oc- cidentales estaba orienténdose progresivamente hacia elsector de los servicios financieros (bancos, mercados de valores), de consumo (tiendas, restaurantes y simi- Jares), sanitarios, legales, etc. De esta manera, tanto la educacién, como el conocimiento, la informacién yla tecnologia se estaban convirtiendo en las principales fuerzas impulsoras del desarrollo econémico. Se suele considerar que cuando un pafs emplea més de la mitad de su poblacién activa en el sec- tor de los servicios, su economfa es una economia posindustrial. En estas circunstancias, el ntimero de trabajadores manuales (0 «cuellos azules», segiin Ja expresi6n cominmente utilizada en el mundo anglosajén) disminuye en relacién con la cantidad de empleados del sector de los servicios (0 «cnellos blancoss). Al mismo tiempo, cada vez hay més traba- jadores mejor remunerados y que se perciben a s{mis- mos como clase media en lugar de clase trabajadora. Politica y cioncia politi una introdueciéne Bell afirmaba que, como resultado de todo ello, jy confrontacién elésica entre la burguesta capitalista y el proletariado industrial estarfa llegando a su fin. La evidencia de las tltimas décadas confirma en buena medida los argumentos que expuso Bell. La vida pole tica en las democracias posindustriales cada vez gira més en torno a partidos de clase media de ideologia, moderada, en lugar de los tradicionales partidos an. tagénicos de izquierda y derecha. No obstante, en los paises posindustriales hay mucho espacio para que existan conflictos sobre salarios, beneficios y otras disputas entre trabajadores, por un lado, y empresa. ios y directivos, por otro. Estas disputas suelen legar al espacio politico y marcar la confrontacién entre los, partidos de orientacién progresista y los de tendencia conservadora. Es més, algunas economéas posindus- triales de hoy siguen tenfendo partidos de izauierda pronunciadamente anticapitalistas o partidos de dere- cha muy nacionalistas, racistas ¢ incluso neofascistas, En estos paises, el choque de ideologfas tal vez no sea tan frontal como antes, pero la ideologia esté lejos de haber desaparecido del mundo posindustrial. Una hipétesis mas reciente sobre eel fin de la ideo- logfas sostiene que las fuerzas del avance tecnalégico y la globalizacién econémica han estado minando desde la década de 1970 la dicotomia tradicional entre el capitalismo y el socialismo a escala global. ‘La mayoria de las extraordinarias innovaciones tec- nolégicas de las ltimas décadas, especialmente en el sector informético y de telecomunicaciones, han sido abanderadas por la empresa privada, De acuerdo con esta hipétesis, una de las principales razones del colapso de la Uni6n Soviética fue la incapacidad de su economia socialista, centralmente planificada, de seguir el acelerado ritmo con que avanzaba Ja alta tecnologfa en los paises con economfas de mercado. Entretanto, estos paises hace ya mucho tiempo que habian dejado de ser «capitalistas» en el sentido de Karl Marx. En efecto, Estados Unidos, Japon y Eu- ropa Occidental gozan hoy de economfas mixtas en Jas que el Estado representa un papel importante, ayudando a menudo a las empresas privadas a través de subvenciones y exenciones y regulando sus acti- vidades. Ademds, estos pafses son todos Estados del bienestar, aunque con muy diferentes niveles de gasto social pablico. En estos pafses (todos ellos, democra- cias representativas), los trabajadores disfrutan de un salario minimo y del derecho de negociacién colecti- ‘va, mientras que el Estado proporciona una serie de prestaciones sociales al conjunto de Ja poblacién. Capitulo 13 / Las grandes ideologtas dl siglo 20% en Occidente 249. De acuerdo con la hipétesis iniciel de Bell, se ob- serva un creciente consenso en el mmundo acerca de la viabilidad y deseabilidad de un modelo que combine un sistema econémico mixto (en el que Estado y mer- cado desempefien un papel importante) y un sistema politico democrético (en el que los gobernantes sean elegidos y depuestos mediante procesos electorales Libres y justos). Veamos hasta qué punto se esta im- poniendo dicho modelo y hasta qué punto ello impli- ca la desaparicion de las diferencias ideolégicas tradicionales. La variable dependiente incluida en la hipstesis es a evolucién (aumento o disminucién) del némero de paises democraticos con economfas mixtas, La varia- ble independiente es la presencia o ausencia de con- flicto ideolégico, tanto dentro de los paises como en. Ja comparacién internacional, acerca de si el modelo de economfa mixta y democracia representativa es el més adecuado para la sociedad. 6.2. Expectativas y evidencia Si la hipotesis es cierta, cabe esperar un aumento global del nimero de pafses democraticos con econo- mfas mixtas. Por otro lado, también hallarfamos que cada vez més élites politicas, independientemente de su orientacién ideolégica, comparten la idea de que Ja economfa mixta es el modelo dptimo de organiza- cién econémica. De la hipétesis se deriva asimismo Ja expectativa de una disminucién de la influencia de orientaciones ideol6gicas que, como el comunismo 0 el fascismo, entre otras, implican modelos de organi- zacién econémica diferentes. ‘La evidencia requerida para comprobar sisteméti- camente la hipétesis es demasiado amplia, y muchos investigadores atin contimian trabajando sobre ella; aguinos limitaremos a mencionar algunos hechos re- lacionados con dicha hipétesis y con las expectativas que permite razonablemente formular. La hipétesis se apoya en el hecho incuestionable de que las economias planificadas centralmente de la ex Uni6n Soviética y los antiguos Estados comu- nistas de Europa Central y del Este se quedaron muy atras respecto a las democracias con economfas mixtas en lo concerniente al desarrollo de las tecnolo- gfas avanzadas y el crecimiento econémico sostenido. Encuentra asimismo respaldo en la evidencia de que Ja planificacién comunista al. estilo soviético esta siendo progresivamente remplazada por algunos elementos caracteristicos de la economfa mixta. Incluso China, todavfa hoy gobernada por un pode- roso partido comunista, abandon6 la planificacin, central en la década de 1980 y tiene ahora un sector privado considerable, si bien continaa siendo un ré- gimen dictatorial. Desde la década de 1980, cada vez son més los paises de Asia, Latinoamérica y Africa que introducen cambios sustanciales en sus sistemas econémicos, reduciendo el grado de control estatal dela economia y aumentando asi las oportunidades para la empresa privada. En algunos casos, estos cambios econémicos se han visto acompatiados de notables esfuerzos por establecer la democracia. Por otro lado, también es cierto que en varias par- tes del mundo sigue existiendo oposicién ideclogica al modelo occidental prevaleciente: la democracia con economfa mixta, En Rusia, por ejemplo, tras el colapso del comunismo, el triunfo de la empresa privada y la democracia es s6lo aparente,.ya que, en. Ja préctica, lo que ha ido surgiendo desde los afios noventa del pasado siglo, tanto en el 4mbito de la economia como de la politica, es un mercado com- pletamente oligopélico y cerrado a la competencia. China publicita abiertamente su propio modelo, que combina la empresa privada y una severa dictadura, La combinacién de la empresa privada y una u otra forma de gobierno formalmente democrético, pero con algunas carencias en materia de derechos y li- bertades, tiene también bastantes seguidores en otros pafses del sudeste asidtico. Por tiltimo, no se puede dar por supuesto que no surjan otras orientaciones ideoldgicas en un futuro mas 0 menos préximo. Una proporcién considerable de la poblacién mundial vive en extrema pobreza ante la pasividad de los poderes péblicos en los Estados del bienestar de las moder- nas economfas mixtas. Esa situacién desesperada u otros acontecimientos politicos pueden propiciar la aparicién o el refuerzo de ideas politicas y movimien- tos sociales que rechacen abiertamente el modelo politico-econémico que se ha ido imponiendo en las democracias posindustriales. 6.3. Conclusiones La evidencia que acabamos de resumir en pocas pa- labras es de ealcance medio». Una ola de democracia y mercado libre parece avanzar por el mundo, pero €l éxito de estos esfuerzos no est en absoluto garan- tizado en el largo plazo. Ciertamente, en afios recien- tes se ha apreciado un consenso ideol6gico creciente acerca de la deseabilidad del modelo de economia 250 mixta como forma éptima de organizacién econémi- cay de la demooracia como forma éptima de organi- zaci6n politica. Por ese razén, una vez desaparecida la Unién Soviética y la confrontacién Este-Oeste que alimenté en buena medida Ja lucha politica en las sociedades del siglo xx, algunos autores, como Francis Fukuyama, han retomado las tesis de Bell en torno al fin de las ideclogias para desarrollar el ar- gumento acerca del fin de la historia (sobre la tesis de Fukuyama, véase también el Capitulo 10). Elfin de la historia, de acuerdo con Fukuyama, debe entenderse en sentido hegeliano, es decir, como una situacién en Ja que la dialéctica, que a lo largo de la historia ha evado a la sustitucién de unos sistemas ideolégicos por otros, habrfa Ilegado a su fin con el triunfo de la democracia liberal basada en el mercado libre como ideologia «finals. Ahora bien, esto no quiere decir que dicha ideologia tenga que establecerse, triunfar 0 prevalecer por sf sola, ya que es evidente que seguiré conviviendo con ideologias que luchen virulentamen- te contra ella (desde el islamismo radical al neofascis- mec). No obstante, ninguna de estas ideologias rivales ofrece un modo de organizaci6n alternativo compa- tible con las complejas necesidades de las sociedades avanzadas contemporéneas. Folttca y ciencia politica: una introdsceiéns TERMINOS CLAVE (en negrita en el texto) Ideologia Liberalismo Conservadurismo Socialismo Marxismo Burguesia Proletariado Socialdemocracia Leninismo Fascismo: Feminismo Feminismo de la igualdad Feminismo de la diferencia Primera oleada feminista Feminismo liberal ‘Segunda oleada feminista Feminismo socialista Feminismo radical ‘Tercera oleada feminista ‘Economia posindustrial

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