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Notas en torno de la categoria analitica de género Mara Viveros Vigoya InrRopucciON En este articulo voy a plantear algunas reflexiones sobre “el género” como categoria analitica, partiendo no del examen de los desarrollos conceptuales, metodolégicos y temticos realizados en el érea de los estudios de género en general, sino de los interrogantes surgidos alo largo de mi trayecto- ria de investigacién. A mi modo de ver, una mirada reflexi- va sobre un camino que ~en cierta forma- ha acompaiiado ~y ha estado acompaitado por-los cuestionamientos surgi- dos en torno del concepto analitico de género puede ser de gran utilidad para exponer a la critica los debates actuales eneste campo. Para empezar, es importante precisar qué significa, des- de cl punto de vista de las ciencias sociales, la categoria de género, ya que, a diferencia de las categorias de clase social © ¢tnia, es una herramienta analitica de reciente creacién. Elconcepto de género fue introducido por los cientificos so. ciales, en especial los anglosajones, a principios de los afios 56 as en torn deta categoria anaitica de genera 1a y, en la produccién académica latinoamericana, en ‘aos noventa. Sin embargo, vale la pena anotar que el tido de este concepto ya habfa sido captado con agude- por Simone de Beauvoir cuando afirmé en su libro El se- Fgundo sexo -publicado por primera ver en 1949- que “nin- ‘gin clestino biol6gico, fisico © econémico, define la Bgura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana”, pues no se nace mujer sino que se llega a serlo, como se lle- gaa ser hombre o padre en algunas sociedades'. Este predominio anglosajén tiene que ver con el hecho de que la palabra gender en inglés tiene una acepcién uni- oca, al referirse a una clasificacién relativa al sexo. En cam- Jenguas romances, como el espafiol o el francés, acién del término género es mucho mas polisémi- 1ede, por tanto, inducir a equivocos, pues se usa para ignar una clasificacién (se habla de género teatral o de xénero de personas o de un género textil), pero casi nunca incula a lo sexual y, cuando se hace, se alude tinicamen- tea las mujeres (Lamas, 1996). En el Ambito universitario e institucional colombiano se puede constatar toda la asociaci6n entre género y mujeres, y mas que la asociacién, la confusién en- tre género y mujeres. Como lo plantea la historiadora norte- americana Joan Scott, esta confusin tiene su origen en la sustitucién de “mujeres” por “género” que se dio incluso en- tre las académicas feministas de los afios ochenta. Ese reem- plazo de términos expresaria, desde su punto de vista, una * Como lo mostr6 Gilbert Herdt (1981), a propésito de los sambia de ‘Nueva Guinea, 37 ‘Mara Viveros Vigoso faceta de la bsqueda de legitimitad académiica por parte de estas universitarias y un deseo de subrayar la seriedad de sus trabajos, ya que el término “género” suena més neutral y objetivo que el término “mujeres” y se desvincula asi de la supuesta estridencia politica del feminismo (Scott, 199 Por otra parte, pese a que los estudios de género se pl tearon la necesidad de enfatizar en el aspecto relacional de este concepto, la mayorfa de ellos ha centrado su atencié: en las mujeres, debido a la enorme dificultad de superar el individualismo metodol6gico para pensar en términos po- Iitico-relacionales (Stolcke, 1996). Los trabajos latinoaneri- canos sobre género permitieron acumular un gran ntimero de estudios sobre las mujeres pero ignoraron la perspectiva masculina. Las investigaciones sobre los hombres como se- res dotados de género y productores de género sélo se ini Garon en América Latina a finales de los afios ochenta veros, 1997), Hasta entonces la identificacién de los varot con lo humano y con una serie de privilegios hacia invis su problematica en cuanto tales. Ya en fechas recientes, trabajos sobre masculinidad han adoptado una perspectiva relacional segiin la cual aquélla slo puede comprenderse en contraste con la feminidad y como parte de una estructs- ra mayor, que es él género. EL CONGEPTO DE GENERO- Elconcepto de género ha sido trabajado en los titimos trein ta afios desde multiples facetas que buscaban dar cuenta de Ja complejidad que lo caracteriza, ya que esta nocién hace referencia a diversos niveles de andlisis y es una estructura dentro de la cual se superponen varias légicas que pueden tormo del categoria analitca de ginero ir diferentes trayectorias hist6ricas (Connell, 1997). Por razones nos parece muy pertinente comentar la defi- de género propuesta por Joan Scott, con sus partes y ‘gubpartes. En su explicacion, el micleo esté construido en forno de la interrelacién de dos proposiciones: la primera Fafirma que “el género es un elemento constitutive de las re- 1es sociales besadas en las diferencias que distinguen sexos” y la segunda apunta que “el género es una forma ‘primaria de relaciones significantes de poder”. ‘Como elemento constitutivo de Jas relaciones sociales ntadas en “las diferencias que distinguen los sexos”, el ‘genero comprende cuatro aspectos interrelacionados ¢ in- terdependientes: “Un aspecto simbélico atinente a mitos y simbolos que evocan de manera diversa ~y a menudo contradictoria~ re- presentaciones de la diferencia sexual. En Andalucia, como Jo muestra el antropélogo Stanley Brandes (1981), los sim- bolos populares que representan el demonio (la cabra o la serpiente del Edén) estan asociados con lo femenino y no ‘eon lo masculino, como sucede en otras tradiciones occiden- tales; en la tradici6n cristiana, imagenes tan dispares entre ‘esfcomo las de Eva y Maria son empleadas ambas para sim- olizar la feminidad. n aspecto normativo que expresa las interpretaciones los significados de estos simbolos y se manifiesta en doc- “Barinas religiosas, educativas, cientificas, politicas 0 juridicas, Bewe definen qué es, qué debe hacer y qué se espera social- mente de un varén o de una mujer. Scott subraya el hecho que estas declaraciones normativas son producto de con- 3s ¥ disputas entre distiritas posiciones y no el fruto del insenso social, como se pretende, por ejemplo, en grupos 59 ~-religiosos futidament istas que invocan la defensa de un rol _ supuestamente tradicional para las mujeres, ignorando el hecho de que existen pocos precedentes hist6ricos que de- muestren un desempefio indiscutible de ese rol. Un aspecto institucional tocante a organizaciones so- ciales como las definidas por las relaciones de parentesco y Ja familia, el mercado de trabajo, los organismos educativos ¥ politicos. Es importante tener en cuenta que las précticas organizacionales de estas instituciones se hallan estructura- das en relacién con el género, como se echa de ver cuando constatamos que en ellas la mayoria de los cargos de respon- sabilidad son ejercidos por hombres o cuando observamos, en el ejército norteamericano por ejemplo, que las reglas del Estado éxcluyen a soldadosy marineros homosexuales debi-. do a su opeién sexual, lo cual revela la importancia de la de- finici6n cultural de la masculinidad en el mantenimiento de la cohesién de las fuerzas armadas (Connell, 1997). Un aspecto subjetivo referido a las identidades de los hombres y las mujeres reales, que.no satisfacen necesaria- mente las prescripciones de la sociedad ni se acomodan a " nuestras categorias analiticas. Segiin Joan Scott, tales iden- tidades subjetivas no se construyen por fuera de una serie de actividades, representaciones culturales v organizaciones sociales hist6ricamente especificas?, # nese punto. Marta Lama rie a Joan Sco, planeando gue xa aurora coninde la dena de ner la identdad veal Nica in primera haa elerencia as identades “oles” ds peionse convo “mujeres” “hombre a segunda hace alunon na era incooseince que conse el imaginano defo que sige ser myer & ser hombre. mens 7 60 ~ Notas en torno de la categorta analitica de género Como ninguno de estos aspectos de las relaciones de género opera con independencia de los otros tres, aunque tampoco lo hacen en forma simultnea, es necesario deter- minar qué tipo de relaciones se establecen entre ellos. La segunda proposici6n sefiala que el género constitu- ye el campo primario en el cual o por el cual se articula el poder: Scott plantea que el género no es el tinico campo en que esto sucede, pero si parece haber sido una forma per- sistente y recurrente de facilitar Ja significacién del poder en las tradiciones occidental, judeocristiana e istamica. Los conceptos de poder pueden construirse sobre el género, aunque no siempre ataiien literalmente al propio género; su funci6n legitimadora opera de muchas formas,.como lo ilustra Pierre. Bourdieu_en sus-libros-El sentido-prictico y La domination masculine, a propésito de la sociedad de los mon- fieses bereberes de Kabilia, en Argelia. En el primero de los sefiala que todo conocimiento descansa en una opera- cién fundamental de oposicién entre lo femenino y lo mas- calino y las personas aprehenden esa divisién fundamental mediante sus pricticas cotidianas, constituidas de manera simbélica; por tal raz6n, la explotacion agricola se organiza de acuerdo con conceptos de tiempo y temporada, que se asientan en definiciones especificas de la oposicién entre lo femenino v lo masculino. En el segundo libro, plantea que la division sexual, mas que inscribirse en una cosmovision basada en una oposicién binaria, tiene un cardcter fundan- resenta la oposicién de las oposiciones, que a su vez reenvia a “esquemas de pensamiento de aplicacin univer- sal” marcados previamente por la dominacién masculina El género es una de las referencias recurrentes por las cuales se ha concebido, se ha legitimado y se ha criticado el 61 ~~" péctiva de génexo aportaré nuevas luces a-viejos problemas: ‘Mara Viveres Vigoyo poder politico. Muchas ideologtas politicas se han asentado en conceptos de género, y los han trasladado a la practica, como en el caso del estado de biewestar que traduce su pater- nalismo en leyes que buscan proteger a las mujeres y 2 los nifios. Igualmente, instivuciones como la monarquia gozan de aceptacién popular en la Gran Bretafia contemporénea gracias a los modelos familiares y de género que ponen en escena, ¥ la relaci6n entre gobernantes v gobernados s¢ ex- presa literalmente o analégicamente en términos genéricos. Por iiltimo, si abordamos las relaciones de género no como algo dado, sino como algo problematico y contextualmente definido, caben preguntas sobre lo que esta en juego en las proclamas o debates que invocan el género para explicar 0 justificar sus posturas o sobre la forma en que las institucio- ‘nes sociales incorporan el género en sus principios y sus or- ‘ganizaciones. Para Scott, investigar esos temas con una pers- ¥ esto puede sticeder al introducir, por ejemplo, considera- ‘ciones como las expuestas por Patricia Tovar (1999) cuando analiza el impacto de la violencia generalizada que afecta al pafs sobre la familia y las relaciones de género. Podrfa pensarse que la definicién de Joan Scott resulta abstracta cuando se trata de designar situaciones concretas. Por el contrario, nos parece de gran utilidad en cuanto per- mite entender el género en toda su complejidad como cate- gorfa analitica de las relaciones sociales y asunto politico en un doble sentido, estudia las relaciones entre el Ambito pri- vadoy el ptiblico y ayuda a comprender Jas relaciones de po- der, autoridad y legitimidad. En esa perspectiva, la antropo- logia puede ocuparse del género tomando dos caminos que ‘me propongo explorar en forma paralela. El primero intenta 62 Notas en torao de la categoria analitca de género captar los significados del género en las sociedades cont porineas, desifrandolarelacin eno lor eterparsovondon y las simbolizaciones y practicas sociales adscritas a ellos. E} segundo pretende estudiar el género como prisma que per- mite aclarar, a través de sus objetos especificos, fenémenos sociales de gran importancia en el mundo contemporadneo, como la inscripcién del orden social en los cuerpos, las arti- culaciones y las intersecciones entrislas distintas diferencias sociales, la relacién entre lo global y lo local y el tema de la isis de sentido. En la primera opcién, lo que se busca apre- +hender son los significadosdel género en el mundo contem- Pordneo; en la segunda opcién, el género es entendidocomo unsigo transformaciones sociales a las que asistimos El material empirico en que se apoya esta reflexién fue recogido en varios momentos y contextos sociales: en la zona ~-Turaly urbana de Villeta'a principio delosafios ochenta: en Bogoté, de 1990 a 1996, en barrios populares, hogares y si- tios de trabajo de empleadas domésticas, mujeres ejecutivas yaltos funcionarios puiblicos; también en Bogoté, ya en 1996, ela Clinica del Hombre de Profamilia y los hogares de hom. bres esterilizados, y en Quibd6 y Armenia més recientemen- te. Si bien los puntos que abordaré hallan sus referentes en €st0s trabajos de campo, abarcan una problematica que reba- sa las preguntas planteadas en cada uno de ellos. Los siGNIFiCADOS DEL GENERO EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORANEAS me Jo expone Ja antropéloga inglesa Henrietta Moore, anilisis antropolégico ha estudiado el género desde dos 63 tas, pero no excluyent truccién simbélica o como una relacién social. Ambos enfo- ques, que no resultan opuestos ni contradictorios, tienen un objetivo comin: interpretar y analizar el género como siste- ma cultural, y detectar los aspectos econémicos, politicos y sociales més significativos para la construcci6n del género. Quienes se han interesado en estudiar el género como construccién simbélica ponen de presente que en muchas sociedades se establecen vinculos simbélicos entre el géne- ro y otros aspectos de la vida cultural, y que las diferencias entre hombres y mujeres pueden conceptualizarse como un conjunto de pares contrarios que evocan otra serie de nocio- nes antagénicas. Este enfoque insiste en que ningiin simbo- Jo de género particular puede ser comprendido a cabs sino se ubica en un sistema mas amplio de simbolosy signi ficados (Orter y Whitehead, 1996).. En el caso de mi trabajo sobre las representaciones so- ciales de la esterilizacién masculina, intento aprehender su sentido inscribiéndolo en un contexto mis amplio de signi- ficados interrelacionados. Al reconstruir el cuadro de tales. representaciones en los distintos grupos sociales analizados (los prestadores de servicios de la Clinica del Hombre, los varones esterilizados o las esposas de los varones esteriliza- dos), busco poner en relacién dichas representaciones con “ Jas experiencias vividas en cativo, profesional, etcétera) y con las redes de significados elaboradas en tomo de la masculinidad, la paternidad, la sexualidad y la anticoncepcién. De esa manera puedo acce- der, por ejemplo, al mapa de las posibles reacciones de los sujetos de cada grupo ante ciertas situaciones. Por ejemplo, os orientadores de la Clinica del Hombre saben qué decir a 6 Notas en torno de la'categoria analttica de généra Jos usuarios y a sus esposas para vencer sus temores frente al método, los varones saben qué aducir para negarse a su utilizaci6n, y ast. Por otra parte, cada nueva experiencia es representada ysal serlo, moviliza el sistema de representaciones preexis- terite y Jo enriquece (Fuller, 1993). Asi, el hecho de que el ntimero ideal de hijos haya disminuido ha modificado las representaciones que existfan en torno de la paternidad. A su ver, el lugar que la paternidad ocupa en la construccién de la identidad masculina ha cambiado el sentido de una decisién anticonceptiva como la vasectomia. Por otra parte, es importante tener en cuenta que el mundo moderne, ca- -racterizado por la penetracién de los sistemas expertos, in- __troduce nuevas representaciones en contextos que no Jos han _ producido. En el caso de los procesos reproductivos, es im- portante tener en cuenta el proceso de medicalizaciin. Las decisiones anticonceptivas, que durante mucho tiempo fue- ron consideradas como algo intimo y personal, han sido in- corporadas poco a poco al dominio médico, a su influencia ¥ supervisién. De'tal maitera, as representaciories a'que dan Jugar estas decisiones han sido modificadas y reelaboradas ala luz de los conocimientos médicos. En resumen, se trata de establecer el significado de los simbolos de género de acuerdo con otras creencias, concepciones, clasificaciones y supuestos culturales. Elvalor de analizar al hombre o a Ja mujer en cuanto ca- tegorias simbélicas reside en la posibilidad que dicho anéli- sis ofrece de identificar las expectativas v los valores que una cultura concreta asocia con el hecho de ser varén o hembra. Aunque ha sido objeto de numerosas entre naturaleza y cultura, entre lo doméstico y lo ptblico, 65 ‘Mara Viveros Vigosa entre la mujer y el hombre, constituye un punto de partida ‘til para entender las asociaciones simbélicas de las catego- rias de “hombre” y de “mujer” como resultado d logfas culturales y no de unas supuestas caracteristicas inhe- rentes 0 fisiolégicas. Algunas de las criticas a estos modelos de duatismo simétrico arguyen que dan por supuesta cierta unidad cultural que no esté justificada y excluven la posibi- lidad de que otros grupos v experimenten Jas cosas de manera distinta. Orra dificultad procede del ses- go emocéntrico de las categorias analiticas empleadas, pues “naturaleza” y “cultura”, doméstico” y “pil tegorias exentas de valores y por tanto debemos aceptar que otras sociedades no las tomen por distintas y contrarias, tal ‘como sucede en la cultura occidental; tampoco puede dar- se por sentado que estos términos traduzcan adecuadamente las categorias imperantes en otras culturas. Y por tiltimo se senala que; si bien‘en lathayoria de los casos las-diferericias entre hombres y mujeres son conceptualizadas en términos de conjuntos de oposiciones binarias, metaféricamente aso- iadas, én otros casos los sexos aparecen como gradaciones en una escala (Ortner y Whitehead, 1996). ‘Quienes se han interesado por estudiar el género como relacién social han centrado su atencién en Jo que hacen las mujeres y los hombres, es decir, en la divisién sexual del ra- bajo y la separacién concomitante de la vida social en las es- feras doméstica y piblica, la primera usociada predominan- temente con las mujeres y la segunda con los hombres, y no en un andlisis de la valoracién simbélica atribuida a unas y otros en una sociedad, ni en la relaci6n de ciertos simbolos ¥ ciertos rasgos de Ja estructura social. En tales estudios se 66 Notas en torn de la categoria analitce de género producir, segiin la logica de su funcionamiento, ciertos tipos de percepciones culturales sobre el género. Con esta pers- Pectiva, las concepciones sobre el género y los significados en torno de la sexualidad y la reproduccién son vistos como ida social, econémica y politica Con este enfoque, de una més fuerte orientacién socio- Jogica, se procura entender qué aspectos particulares de lo relaciones sociales ejercen mayor influencia en la forma que adopta la ideologia del género. Por ejemplo, en el estustio gic hice con Luz Gabriela Arango sobre la travectoria pro- fesional de altos funcionarios p licos, mujeres y hombres, durante la administracion Gaviria (1990-1994), se ponen en cvidencia diferencias en las trayectorias laborales de muje. Fes hombres que remiten a desventajas comparativas para El estudio setiala que uno de los factores de mayor inci- dencia en la reproduccién de las inequidades de génevo en las que se presentan en ese ters Gl trabajo es el lugar que ocupan hombres y mujeres en la ‘vision sexual del trabajo doméstico. Las grandes diferen. Teno, tanto en sus dimensio- Ret objetivas ~sincrénicas y diacr6nicas~ como en aspectos subjetivos que ata iencia en el curso de la percepcién de la familia, la pater lad y los arreglos de pareja, ejercen una s trayectorias laborales y al 67 ‘Mara Vivers Vigoya disponible que el vardn para las organizaciones). Finalmente, con la pretensién de sintetizar los dos enfo- ques antes expuestos, algunos especialistas plantean que las ideas existentes sobre los hombres y las mujeres en un con- texto cultural determinado no son independientes de las re- ero tampoco derivan el significado de las categorfas de “hombre” y de “mujer” surge en el contexto de las condiciones y las posiciones econémicas y sociales de las mujeres y los hombres en una sociedad dada, no consti- tuye el reflejo directo de dichas posiciones y condiciones. El ~. proceso,.como lo plantean Ortner y Whitehead (1996: 136),. resulta en realidad circu moldeada por las mismas ideas culturales que la dinamica social propicia y cristaliza gracia a ellas” EL GENERO COMO SIGNO DEL CAMBIO. ER Las SOCIEDADES CONTEMPORANEAS Ellugar ocupado por el género en el espacio social, tal como viene de ser des-rito, hace de éste una categoria conceptual de gran pertinencia para el andlisis de sociedades contem- pordneas y lo convierte en un revelador particularmente agu- do de problematicas sociales mas amplias, entre las cuales cabe mencionar la inscripcién de la desigualdad en Jos cuer- s articulaciones ¢ intersecciones entre las diferencias la relaci6n entre los hechos locales y las realidades .y la crisis de sentido que caracteriza a la sociedad contempordnea. 68 [Notas en torno de la categoria analitica de género La inscripeién de la desigualdad en el cuerpo La traduccién de la desigualdad en los cuerpos es un hecho que la antropologia permite aprehender en una perspecti- ‘va muy rica, como lo muestran los trabajos de Francoise Hé- ritier (1996) en relaci6n con las disparidades ligadas al gé- nero. En efecto, Héritier busca entender desde un punto de vista antropolégico las razones que explican la “valencia di- ferencial de los sexos”, refiriéndose con ello a una “relacién conceptual orientada, sino siempre jerarquica, entre lo mas- culino y lo femenino, traducible en términos de peso, tempo- ralidad y valor” (1996: 23), la cual se manifiesta de mancras _ diversas en las instituciones sociales y en el funcionamiento de-los distintos grupos humanos.. La antropologfa ofrece importantes claves de lectura de los procesos por los cuales se efectia el paso de lo social a lo corporal, mediante la observaci6n en los lugares de trabajo ode residencia, en los espacios de ocio y sociabilidad, de los efectos que tienen los estatus y las posiciones sociales en las representaciones y las practicas del cuerpo. Un ejemplo de ‘estos efectos lo brinda el estudio que realicé sobre las repre- y enfermedad entre los habitantes del ta: para ellos, la salud y la enfermedad son se diferencian por la posicién objetiva y sub- milia, En consonancia, las mujeres, cu es de subordinacién, revelan a través de la enfermedad sus maneras de vivir 0 sentir las dificultadtes familiares y los de- sequilibrios emocionales. Todo sucede como si muchas mu- jeres tuvieran la enfermedad como nico medio socialmen- te legitimo para hacerse escuchar y expresar sus sufrimientos 69 Mara Voeras Figosa frente aun orden de género que “autoriza” el abandono pa- terno, la infidelidad masculina y la violencia sexual y fisica por parte de padres, hermanos, compafieros. El cuerpo fe- menino se convierte asi en memoria de su condicién social. Por su parte, los campesinos varones entrevistados revelan ‘una gran dificultad para hablar de su experiencia de Ta en- no tuvieran el vocabulario necesario para expresar esq situacién 0 como si esa vivencia no debiera ser verbalizada, Este pudor frente a la expresion de la enferme- dad indica, a mi modo de ver, sus resistencias para atribuir un significado a un evento que los vuelve vulnerables y les dificulta asumir el lugar social de proveedores y protectores de la familia. Por-esta raz6n, el cuerpo masculino es repre- sentado como un cuerpo fuerte y resistente, indispensable para responder a las exigencias del trabajo fisico en el cam- po, yla relacién que los hombres desarrollan con su cuerpo es una relacién instrumental bastante impregnada de una valoracién del vigor, de la fortaleza y de la pujanza, signos que encarnan I-virilidad en esta sociedad. Con esta mistiia perspectiva, la antropéloga brasilena Heloisa Salvatti analiza, en su estudio sobre el embarazo y la maternidad entre los sectores populares de la ciudad de Porto Alegre (1998), cémo se incorporan las desigualdades sociales en los cuerpos de las mujeres. La autora reporta que las mujeres de aquellos sectores muestran las cicatrices que les dejan el embarazo, el parto y Ia Jactancia (bien sean las cestrfas en el vientre y/o los senos, el corte de la cesérea 0 la concentracién de pigmentacién que forma una linea entre el ombligo y los senos), como las marcas de la maternidad en sus cuerpos. Estas huellas quedan como registros de su acceso al estatus de mujeres adultas, alcanzado.con Ja ma- 70 ... lizan conjuntamente. ‘Notas en torno de la categoria analitca de género ternidad, una funcién social fuertemente idealizada en ese universo simbélico. Una inscripcién semejante de las desi- gualdades en el cuerpo se observa en las disparidades en la morbimortalidad colombiana por aborto inseguro, que afec ‘a fundamentalmente a las mujeres mids pobres y con varios, hijos y a las mas jévenes (Zamudio et al., 1999). Articulaciones e inlersecciones de las diferencias y las desigualdades sociales Uno de los aportes principales de los estudios del género.a Ja comprensién del mundo contemporaneo ha sido la pro- blematizacién teérica de la diferencia y la visi jén de las interacciones entre las distintas clases de diferencias exis- tentes en la vida social humana: clase, “raza”, género, cul- tara ¢ historia. Una primera consideracién respecto a estas diferencias es que.se construyen, se experimentan y se cana: Para presentar un ejemplo de la fuerte imbricacién que se puede dar entre las ideintidades de género y las identida- des étnico-raciales, se puede hacer referencia a la importan- cia que los quibdoserios asignan al desempefio sexual y ala capacidad de seduccién y conquista, estudiada en mi traba- Je sobre las masculinidades en Quibd6. Si se considera que Ja identidad es una construccién relacional, resulta eviden- te que las masculinidades de Jos varones chocoanos se han ‘rigido en referencia a las masculinidades de los varones co- lombianos no chocoanos. Su cuerpo y sus destrezas para el baile y la musica, pero también para el desempetio sexual, idos por ellos mismos y por los demas como una ventaja comparativa, Por esa raz6n, pocos renuncian.o bien a se Mara Vivers Vigoya (poco s€ Gistancian de 16s valores asociados con ser dores", ya que a través de éstos restablecen el equilibrio de su posicién subjetiva frente a los varones de otras regiones y ¢jercen poder sobre las mujeres. En esa construccién identi- ‘aria, el lugar dado a la corporalidad en la sociedad chocoa- na ha sido aprovechado por los varones como un referente tanto de su identidad étnico-racial como de su identidad de género, Esto significa que los varones de Quibdé experimentan la identidad masculina y su identidad como afrodescendien- tes en forma simulténea y no secuencial: es decir, no se per- ciben primero como varones y luego como quibdosefios. Y esta simultaneidad depende no de sus experiencias indivi- duales sino de las estructuras sociales en las cuales se hallan. inscritos, ~ —— La teorfa de género permite analizar “cémo la diferen- cia racial se construye a través del género, cémo el racismo divide la identidad y experiencia de género y cémo el géne- ro y la raza configuran la clase" (Moore, 1991). No es posi- ble entender ni la clase ni la raza, ni la desigualdad social, sin considerar constantemente el género. Por esta raz6n, en su estudio sobre la figura problemética de la mujer obrera en el siglo x1X, Joan Scott (1991) muestra como el discurso * En Quibds llaman “quebrador” al hombre que ciene el poder de con-

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