Está en la página 1de 13
dre real, ie e80 oeurTa, un maestro y un padre deben jy Sr age on respecto al nifio como personas comuunes, on Gin referidos a a castracién y sujetos ala ley, que no os cosa que Ia ley imperiosa del deseo, Jean Itard tenia una necesidad imperiosa de descom ara veantar Vietoria a hizo lo que no debe hacerse, adale etn nite Megue a tener la cabeza on su lusty aduito tiene que estar dispuesto, de euando en euntiy perder Ja suya, ya que la educncidn siempre ects recio,!2 aca ml arerata>actualesaepran gual que Tard, ag sisgutln no tenga costo pafnicoalguno para low Slice i ‘suaian con que tampoeo tenga costa coniren 160 Ta 3 > 4POR QUE LOS SALVAJES NO HABLAN?» wy) Un dispositive pedagégico como el que Tard instalé se ‘vtieula a partir del rechazo del sujeto del desoo. Se fare ‘ionamiento presupone la muerte subjetiva, mas alld dela puntuista eventual de automatismos comportamentales por parte de un nit. Xn ese sentido, In supuesta eduencién de Victor no pass il una especie de trampa psicopedagégica, ya que, caat, dara guese lt respuesta a laestimulacién metédica,segin |" imperiasa ley de In necosidad, Itard nunca la matehee maarda, ast como la esperada pero dada fuera de los pank, etros Preestablecidas, eran ambas consideradas conn (xpresién de lo salvaje que habia en Victor, os decir, eomoel resultado de la operacién de un principio distinte ol nec, {it Por otro Indo, enando Vietor respondia segin loespann: + era como si firmase su propio certificada de defuncion "Reupero agua pregunta que Lacan formuléen au primer semina- ‘ oGPor qué los planetas no heb? 161 synuno hasta el dia en que pereibié ~aun evando ya hacia Fiano que estaba dedicado a su sinstruceiéar— que Vicor Fr eensible ala voz humana, en particular a la exelamach iohin de 1a gobernanta. E} médico pereibe que, an'e cada vo srign de aquella, Victor gira enéreicamente la cabo- oyeisoatinuaei6n, segin leemos en e informe, Ttard hiso ‘igunas experiencias» en torno de la entonacién y+ ‘ee venir que tenfa una «preferencia por Ia a», se Te ovarte onan cnombre que terminase en esa vocal (p. 156). $i ae ade acuerdo en que no solemnos bautizar a los nines \ partir de un célculo audiométrico, resulta entonees vido Miya que le que la nominacién disefaba era el echo de Jivopia diferencia entre uno y otro, por lo tanto, “Victory spenas un fragmento de wna holofrase: ard Vicor posto tardiano de a nominaciénilustr, por otr age Wi eeectpracfones naturalistas acerca del Lenguaje ¥ del Jrbla, Veamos. (ieior ae comunicaba, esto es, respondia a Tos Tlamades, ieee Stender, sabre todo con Madame Guérin, cuando rane bre o queria dar un paseo, por ejemplo. El mismo Jr foreconoeis. Veefalé sorprendido, que eso habia sido yine esin necesidad de ninguna Teccin prelitninar, 'p Moy, Teard se debe de haber preguntado: {Como es dim Hee esa eer eapaz de algo sin que yo se To haya enschiadoy Vicor oes rnada podia suceder fuera de programa, Teard Jens a la conelusién de que se trataba del slenguaie dt sf cprimitivo dela espoeie humana», Sin embargo, 2! eMpodamas decir, sin apoyar Ia explicacion de nuest® +e ear lo demas, ounipresente en La pricalogéa ¥en 18 Irelagogga, que Vietor daba moestras de estar bast cet pninto en el Ienguaje, y es sabido que Heep 9 balbucear aie as palabras. Itard reeonoce eseuchat el nombre Julie Ii fija de Madame Guérin~ cuando Vietor dice oat! al tra wo Tait (leche) dicho con claridad y 1a exclama- pefquiea, ya que la demanda pedagogies entranaba Sih pia reduecion a ln condicion de objeto, fruto de una ngti caesal margen de la castracién. En esas oportunidad tard redoblaba la intervencién bajo la forma de una cont prucha con ol fin de tener la certeza de que la respuesial Victor era la que él esperaba. La medicina moral condené, de manera anticipadiy Vietor a escoger entre dos destinos posibles: o entregarse frenesi de Ia ecolalia para la satisluccién de su maestrd Thom, simplemente, no responder y permanecer por combi to perdido frente ala demanda, entrando asf en una esi Ge colapso psiquico. En otras palabras, Vietor encarnil bien la naturaloza sofiada por Itard o bien su reverstil eavarjismo. Pero, contra Io que podrfamos pensar, nl Guiera al no responder Victor ley@ a desalentar verdad Gente a Itard, Bste tenia siempre una explieacion clentil Gaal aleance de la mano eapaz de restaurar su nares Gesmoralizado por un salvaje arisco y renuente a seSonalidad. Hl lugar reservado para Vietor en la his eel de ilustrar la verdad apodictica de la reflexién Stand sna y, por eonsiguiente, el de entrogarse como objeto paltd goce del Otro. En suma, desde el inicio de la acon crreatro médico-pedagogo tiene garantizada su merital salutacién iltard Vietor! E] sintagma Ttard Victor es ta salutacién romana Victoria, Tal vez se hay escogido el nombre de Vietor, Thamar al muchacho porque Itard erefa (de manera ined Gente) que iba a salir vietarioso de la empresa. A juzeat D Ing informes, el nitio no recibi recinco meses que pas6 junto a Itard y a Madame Cu Unhecho extrano, en efecto, porque nosotros, adultos, cual do nos cruzamos con un nifio, aunque sea en wn ascend do tims In curiosidad por saber su nombre, eu edad. sil usta it a la escuela, Sin embargo, Itard no le dio non 162 163 cin Oh Diew ({Dios mio!) euando dice voh Diie». Pero Vi no Hegé a hablar, no Hegé @ arranear en el discurso, enguaje en cuyo interior se procesaba su vida no fi ‘efecto, el campo de In palabra y el lenguaje. {Habria podido llegar a hablar Victor ? Es imposible berlo, Pero sf podemos tener certeza de algo: el disposl pedagégico destinado a hacerlo hablar implicaba ol aby dela palabra humana, Sino llegé a hablar~a eontrapell su obediencia en otros quehaceres pedagigicos— es pol tal vez se haya negado, en un intento desesperado, resguardar lo poco del deseo que tenfa que ver cons mismo, a entregar aquello que era Ia figuracidn més ap ciada del objeto de goce para Itard: el habla. Jean Itard reconoeia, si bien por caminos desviados dy se prefiere, a pesar de sus rudimentarias tesis lingifstia ‘que es el habla lo que nos distingue de los animales y de salvajes. Por eso insistia con denuedo en su aprendizaje. embargo, no logr6 percibir que el «uso de la palabra» pres pone un sujeto al que otro le haya donado, en un tier] Iégicamente anterior, un lugar de enunciacién en una h toria. Por consiguiente, el médico termind confundienda apre(he)nder la toma~ de la palabra, Achia en el sent contrario al que de manera intuitiva sigue una madre, al metaforizar los sonidos que emite el infans, convierte éste en «su bebé» y a los sonidos en palabras siempre car das de supuestas inteneionalidades. La madre actiia de a ‘modo en funeién de su posicién inconsciente respecto de I castracién y no de las tesis linguisticas a las cuales, evel taal-mente, pueda adherir: Ttard decia que reservaba cierto tiempo para acompal «asin ceremonia» a Victor en sus «chiquilladas» (p. 151).ABi is que esa actitud podria comprenderse si recordamos I sinfluencia capital» de las «pequefias cosas obsequinsas gh la naturaleza puso en el corazén de una madre» (p. 152) 16 10 Itard no opera como una madre, aunque haya legado s vomparase con ella. Se neg6 de modo sistematico a donar ino de la palabra a Vietor, ya que nunca dejé de eonside- Frat! sonido que éste emitia como aquello que es simple- Jhonte en tanto real: un sonido insignifieante. Ahora bien, firm era la posieién que ocupaba Madame Guérin. No resul- | vorprendente que las pocas palabras que Vietor promun~ sinha estaban, de alguna manera, ligadas a ell. ‘Camo Itard se negaba a donar el uso de la palabra, Vietor silo pudo tamarla furtivamente por asalto para después sulver a esconderse en el mutismo, o bien s6lo hablar pare ji inismo ala hora de dormir, fuera del aleance inmediato Jet medico, Por el eontrario, un nino normal, aun cuando [umbién deba conquistarla—como todo en la vida-, continda huciendo un uso juguetén y paiblico de la palabra. El propio Hard coments ese hecho, cuando, al ocuparse de la pro~ hlemsitica del valor semédntico de los signos, afirmé: el nifio jwimero balbucea la palabra pap, sin vincularla con idea Viyuna, anda diciéndola por todos lados y en cualquier isin, después se la dice a todos los hombres que vey s6lo lowra, tras una profasién de razonamientos ¢ incluso de \inatraceiones, darle tna tiniea y exacta aplicacién(p. 163), ‘Vietor pronuneié por primera ver la palabra eche en una jeasidn en que Itard le sirvid Ta bebida después de haber jerdido «la esperanza» (p, 158) de que la pronunciara antes, ‘decir, bajo el imperio del hambre como necesidad, v gra ‘sa In imitaein del habla modelo presentada, Cuando fard actué de forma inesperada tanto para é] [ese gesto no formaba parte de la programacién) como para su alumno, Victor hizo uso de la palabra, Pero también Victor hablaba cuando Tard actuaba de modo desesperado, es decir, sin ‘esperanza. En suma, ya sea en uno oen otra sentido, Victor hablaba cuando la castraeién del Otro se manifestaba. Pero nina ver que el maestro recuperaba la compostura psico- 165 pedag6gica, Victor se lamaba al «silencio», al quo ai lo condenaba efectivamente en la medida en quo f palabra debia ser el esigno de la nevesidad> 9, po tanto, toner la intencionalidad de transmitir una faccién natural en lugar de ser apenas «una vana 0 macién de alegria» (p. 168) Itard aspiraba a que Victor hablase, pero no estaba puesto a pagar el precio psiquico que esa conquista inp 1 uso de la palabra se revela eomo una paradoja, Si hace de ella otra palabra, va sea porque el emisor lil desde otro lugar, es decir que responde desde un lugar no era el esperado, invirtiendo asf la demanda del Ott sea porque quien la escucha la considera como un si otra cosa. Asf pues, cuando una palabra se revela oo siendo otra, entre la primera y Ja segunda se abre i hendidura que precisamente vaelve posible la realizag del deseo siempre insatisfecho, Cuando entre una y palabra no hay hendidura alguna, entonces lo que tel 03 le holofrase."* Itard no queria saber nada eon respecto ul deseo ¥, po tanto, no eseuchaba otra cosa, sino siempre la misria prevista de antemano, y ello a pesar de todo intento df alumno en sentido contrario, Su rechitzo del deseo se ml tenia ineslume. Recordemos nuevamente aquella ocast dedicada a vensefiar» ol uso de la palabra, valiéndose dal tales como bastén, vaso, cuchillo, libro, ete., en que Ita sintiondo que «desfallecia de impaciencia y de desalient se senté en un rinedn del cuarto y, desahogéndose, le dijo Vietor sinfoliz» (p. 204). Bste, como cualquier nifto que sab que ha decepeionado al adulto de quien esperaba un records cimiento, de inmediato se puso a lorar, pero el médico leah i * Remito al lector al iamsinador andliis de Angela Voreato, Cra a pocandlive (1009) ’ 168 eran inten- Jy conetusién de que las lagrimas vertidas no eran ales porque Vietor earecfa del requisito del entendi- n embargo, los adultos «comunes» siempre escuchan Br ‘cosa diferente de lo ofdo, ya sea en el sentido de gue Nichan aquello que quieren escuchar, ya sea porque al Al hablar desde un lugar no esperado, balbucea une Jitsira que no es la que el adulto Te ha solicitado. Por padres sicmpre esperan dando pruebas de Fe ee Rlndquelua dos primeras palabras de sui aio yarns mame, mm cuando no dejen de clebrar ~ seers ogodeciatura psiquilapalabraqueel hijo Wittera, Bato es, ls padrer -a diferendia de Rard— som Iipaces de escuchar otra cosa, que puede ser cualquier otra josit y no las dos benditas palabras esperadas. i a Ia psicologfa y. Itard estaba eonveneido como atin hoy la psi jor lo tanto, también la pedagogta~ do que se aprende a hablar gracias a la imifacién, 1a cual garantiza la dupliea- isn del habla modelo del adulto, asi como cl corramiento Jel universo discursivo, Ahora bien, allt donde la imitacion ‘rasa la duplicacién de lo mismo, Freud puso en opera tion Ia identifieacidn y, por consiguiente, el despliegue de la tlifereneia, Como ya hemos sefalado, el hombre es una ‘especie sapiens imposibilitada de repetir sin resto un men- fe. El hecho de poder hablar implica el usufructo de wn ‘r de enunciacidn, como lo sefiala el mismo habito, co- i | Brasil, de responder a una llamada tetefnica con nmin en el , la pregunta «:De dénde esta hablando? Se habla desde el lugar conquistado en el discurso del tro, y ello a pesar de los suenos de esos mismos otros que nos han lanzado al rueda de la palabra, Mientras que la ‘initacidn no prosupone pérdida alguna, ja identifieacién no (cs posible sin pérdida. Ella entrafia una diferencia, El nino sta un lugar, pero algo se pierde, pues el lugar 80 conquis! 167 es exactamente el reservado en el fantasma adulto. Lo Ros inponregsel-al ageoparaanoese oil sre erieseoate aca pol Ger sa co sins quodaria\cononade as redupliasios dl al adulto, o a repetir como un eco su propio nombre, es det Ee een ae stomado» del Otro. La inversién del mensaje, a su Ine a ey eo monn sn Sere pees tomer oor scone nr as espe Sane tabinniecuanie cteient sare plete todaeterdnca onpiratecdenoas cdl Bara tos sno st propio inconscionto- tunel el adulto debe reconocer la castracién, en otras palabra eee petnedalleantenkncpedaedll muestras de estar dispuesto a eso, Ttard sabia que el lenguaje —el manejo de los signos cot Alghehetontatoiniae beets Lod decir, viene es mds que una simple sustitucién met See ee ee ee maieaetenen al ad ite cdecmarvore ueputaiateberesie anlar ices cldduatd versace delos engi ie voll tochllo™ por an chil 7 siempre el mise ec Taringa koean eavenigee acne Soil habitual— de que el nifio no fuera capaz de genera-lizar, dt ‘crate ae dene aucliee por Geneon al valor de un signo, por lo que no podia decirse que en efect (a oeeraeererere Se ee ee eal ‘shasta pil taiintnaacentio daa ienake Vicor sens restrence spt ill ta, escondiendo los objets, introduciendo variaciones ems Se Reicaie tna aa 168 joo. Desafortunadamente, aquello que debe perderse para fue ol Tenguaje adquiera su insostenible levedad de eer titaba como se dice debajo de Ia nariz del propio Itard: su javeisismo investido en la empresa. iil lenguaje no se ensefia, Pero, para Itard, todo padia ser onnotado si se seguia un método, incluso el lenguaje, o quiz licherfamos decir, segiin Ia visién del médico, sobre todo tite. Sin embargo, el lenguaje es de hecho, y en cierto sen- lilo, pasible de transmisién como un habla particular. {hova bien, si por transmuisién se entiende el pasaje mate- hut de algo de un lado a otro, entances debemos decir que el Jenguaje no a0 transmite ~porque no «pasar—de un adulto a hin niffo, como si fuese un catarro. Hay en el hombre una diferencia entre la disposicién bioldgiea al lenguaje y el hecho de llegar @ hablar en el Interior de una lengua, El hecho de estar, hasta cierto 0, «preparado» para el lenguaje ~pero no en el sentido {Iu estar destinado a él- se transmite genéticamente de una jueneracién a otra. Bsa predisposicion singular, que no es tira que la imposibilidad de ser animel, se pierde en caso de {que el nifio no esté expuesto a un habla de otro en Ia etapa tle la plasticidad cerebral. No se trata de una yuxtaposi- (ion de la cultura sobre la naturaleza ~como pensaba Itard ‘asin hoy, lo have tuna mayorsa-, sino de una duplieidad en i seno del lenguaje, El lenguaje humano posibilita la reso- hancia entre To real de la incompletitud de la erfa sapiens ‘ria cultura, en tanto lengua viva, y de ese modo la produc: tidn de algo nuevo: la sujecién de esa cria al deseo on ol interior del orden del discurso. Ysa es la facultad del lengtuaje, aquello que es su potestad. El infans deja do serlo en la medida en que otro le dirige la palabra y, de esa manera, expande las fronteras de un universo abierto, No hay transmisidn, en el sentido de un pasaje, de ningin mensaje o comunicacién de una infor- 169 macién. Si aun ast queremos pensar en esos términ prvdemes decir que elnio ssl ecibouna copece deren negative: «allé fuera» hay ealgon que pide una pred sre gue de ese od, ls ds ealidadesentren cr es cia. El habla adulta invoea al infans para que deje de Blain airta essalneate continence «buscando» —sin saber— la razén dol éxito, Se teje not un srreane ol saber propio de la lengua sin recurrir & instancia motacognitiva; esto es, el saber hablar on wa {natancia metacognitiva; estos, elsaber hablar os un sl ZA qué se hace invocacién en un habla? A aquello mist que la hace una, singular, es decir a su propin equivociday En mi opinién, esa equivocidad sreceptada- por el inf es una invoeacién a la imposibilidad de su formateo ¢ 'o tanto, aquello que causa la resonancia entre esce Hf sistomas distintos, pero contiguos, que son, por un lado fergua por otro, a Hamada predisposician al lengugh Sin habla no hay equivocidad, y viceversa. iQue lo digas Jenguas mucrtast Por lo tanto, el habla est en cuestion a {eso que Tlamamos transmisién. fue diferente. © Para mas informacién acerea de ls experiencia de Sicard remita al, leotor al ensayo «O (deslencontro entre lard e Vietor, de Lact Ban Lite y Regina Mania de Souza,en Banks-Leite, Le. Galva, 2003, enya Feetura inspiré esto ttimos pavrafes, m Sicard pensaba que Massiew hablaba una lengua sofiales eon la cual debia establecerse una equivalency tradueeién, con la lengua francesa. Segiin el abate, e80) ‘algo imperioso, porque si el sordo no fuera educado que ria en un estado inferior al de Jos animales y al de salvajes, seres que al menos pueden oft. Y, paradéjicam te, Sicard afirmé lo siguionte: «en un feliz inteream mientras yo le ensefiaba Ios signos escritos del francés, me ensefiaba los signos mimicos de su lengua» (Lant Philip, 1984). En otras palabras, Sicard consideraba que! Iengua de los sordos era inferior al francés, pero eso nd impidié hablar con el joven. El abate consideraba q] Massiew hablaba, que tenia algo para decirle. Mas aun, qi gracias a Ia conversacién podria entender aquello que joven hablaba, en tuna lengua que al principio le era tot ‘mente deseonocida. ‘Se puede decir que Sicard ~a diferencia de Itard—operal come una madre ante su bebé: cuando éste chabla» uy Iengua desconoeida, en virtud de razones sobre las que no} tiene mucha claridad, es en la «conversacién» entre at que, aun siendo un poco extrafios, Hegardn a familiarizan ‘mds uno con el otro. ‘Es imposible Hegar a saber més acerea de esa diferencl en la posicidn subjetiva entre uno y otro educador. Sin et argo, ereo que el hecho de que uno fuera abate y el of ‘médico es algo que no se debe en absoluto despreciar. Tal v el abate, por el hecho de serlo, supiese algo acerca del des ¥ de la imposibilidad de desterrarlo, por lo que se conform con la posibilidad ilusoria de controlarlo, Por su parte médico, a quien Octave Mannoni definié como un solter empedernido» (1973: 204), como no tenia la mas mini sospecha en ese sentido, haeia con que el naturalismo desen ‘eantado que profesaba resultase del rechazo del deseo. a2 Na [A MAESTRIA DE LA PALABRA. Y UNA NINA CIEGA Y SORDA tineleurso que dieté en el segundo semestre de 2007, (nokia la ayudante de} curso en aquella 6pocs coment su interés en proyectar cierto film que yo" oe aera compe antes, habfames pasado, como en aitos anton” ca anfant sauvage UBL peguerio salvaje), de Franca Trevefaut, Acepté la sugeroncia de introducir esa novety’y caer sempre cuando se trata de alentar el desarrollo (°° vortesign y fue ast que Hevamos, en ja siguiente me? aooaeen brasilena del belisimo film The miracle work veagro de Ana Sullivan) de Artbur Penn, de 1962" nila pastor do Helen Keller ye Anne Sullivan, 7° aoe gruzaron un dia de marzo de 1887, en Tusci™% tn el estado de Alabama de los Estados Unidos. angosi + je trata deln materia optativaen lacarrera de grado de Pe peieeNaleisy edencine, en la Universidad de San Pablo; ayy via i Nas Conrén Soares de Camargo ext estribiendoy anism imeses en que yo ape deco ala ecrtura dente HOEY ‘rier cia en Bducacion bajo mi orientaciin en la Univers ft te aa er alia, para trata el tema de la funcion del edueador Sf fom de Helen Keller. Desde ya, ree especial a lectura de ln tosis una ver qu ext oaclal si feeraitonconsjar as letaresquevean el lmantess° dela leetuea do presente ensase 173 —a Sorpresiva y afortunadamente, 1a proyeetién dol termin6 pautando el desarrollo del curso, Teniamos aly or un lado, a experimentacion pedagegiea Hovadia eel te por Tard y, por otro, Ia experiencia de eso si, encuentro entre una nina y una mujer joven, eneuentry marearia la vida de ambas. [5 Ga L Helen Keller naeié en Tuscumbia, en 1880, y murié a /SS.attos. Poco antes de cumplir los 2 aos, suftié una en} {medad que la dejo totalmente ciega y sorda, Hoy se supy ‘que puedle haber sido esearlatina, Helen vivié con la fami padres, un hermano mayor y una hermana menor] Jos 7 ais, momento en que Anne Sullivan Meya i a para ser s1 maestra, Anne Sullivan nacié en 1866, en Massachusetts, y min en 1986. Hija de irlandeses muy pobres, a los 7 anos que casi ciega a causa de una enfermedad contaiosa ya lou aiios, quod huérfana de mate. Emtoneos ol padre la en 86, para que se hicieran eargo de ella y del hermano, estaba enfermo'y murié poco después, al nsilo de indigen de Tewksbury, La hermana menor quedé a eargo de familiares. A los 14 afos, gracias a uno de esos scone rmientos fortuitos de los cuales se puede sacar algtin prow cho ya que nada on la logiea de la llamada eavidad publi Ja sliberarias de un acaso institucionalizado-, Anne ing enll Perkins School for the Blind, donde aprendiéa leer eo Jos dedos y reeibié instruceién escolar. E| film narra Ja enfermedad de Helen de bebé, su vida di fantasia como ella se refvié a si misma en su libro Li chando contra las tinieblas-, la legada de Anne, las primi ras semanas juntas, hasta el singular episodio det bomba de agua que marcaria también en las palabras d¢ Helen~ la salida de las tinieblas. Curiosamente, la versién brasilefia del film levé ol titul O milagre de Anne Stivan, mientras que la vorsién pari wa juesa se lamé O milagre de Helen Keller. Por eierto, no se {rata de la primera ni de la itima traduecién libre det {itulo de un film, cuya traducciém literal del inglés seria oLa \rabajadora milagrosa>.* Pero es llamativo que los hablan- los de lengua portuguesa tengan a cada lado del Atléntico \isiones diferentes del milagro en euestién: para el lamado Viejo Portugal se trata del milagro del habla de una nifia (loilemente sdeficiente», mientras en el Brasil, el supuesto putis joven, se cree que se trata del milagro de una instrue- loraeasi eiega. Sobre estoen particular, me permito esbozar ‘las comentarios a simples asociaciones. ‘No me resulta demasiado sorprendente que en el Brasil we asista a-un film que trata del milagro de una profesora, jaqueensefiar ahablaraunaalumna, asu vez, ciega ‘Eneontramos aqui, atra vez, esa especie de insis- (eneahacional en la ensersanza, eqn sus supuestos fracasos y los siempre esperados milagros, i] drama cinematogréfi- » parece tocar el fantasma en toro de eémo serfa posible {quean adulto, marcado por una «doficioneia» en su potencia thecesaria para ensefiar,llegue a'eduear a alguien, también considerada desprovisto de las eapacidades para aprehen- der, Eso que no deja de insistir son las ideas de siempre. Por tun-lado, que al educador le falta potencia, la que puede campensarse por medio de algiin eurso de recielaje; por otro lado, que el nifio degtinatario de la educacion siempre es rrentes 0 «débils. [Lo que ambas véfsiones en portugués encubren es que, cuando se trata de milagros, no hay un agente, ;Quién realiza el trabajo milagroso? gLa nifia de 7 afios? {0 la profesora, catoree aiios mayor? Ni una nila otra, respondo. Ambas fueron 0 quedaron sujetas adel milagro de la pala- ha, de su maestria, no de otro. El milagroso trabajo de la Layers francesa del filme ttula Mivacteen Alabama. Pareceria ‘nue on el easo de milagros no ze lega aconsenso alto. 175 Palabra ~la funcion significante~es el de instalar, diferencia entre un antes y un después en el dov temporal. El film proyectado era en blanco y negro®*!y su gui basa en os ibros La historia de mi vid 1908) Las contra las tinieblas: mi profesora Anne Sullivan Mi (1955), publicados, entre otros, por Helen Keller. Gracia 508 dos libros tenemos acceso al relato autobiogr tien Holen, @las diversas cartas que Anne Sullivan le drigi amigas y profesores de la Perkins School, durante I llocir que fue precisamente esa diferencia la que decidié, \lofinitivamente, la irrupeién de la palabra en Helen o, si se prefiere, la sujecién de Helen al discurso. En sus eartas, Anne pone por escrito sus incertidumbres, sus problemas con Ia ceguera, no sélo aquella casi ceguera jue la haefa lagrimear eonstantemente y doler los ojos ante |i Juz, sino también aquella otra que se relacionaba con Ia Jolta de luz al final del trinel de la travesfa, esa travesia que habja emprendido cuando acepté el empleo en la casa de los, Keller, Anne insistia en el hecho de que no sabia adénde jwodria Hevarla su compromiso en la educaciin de Helen, ioral mismo tiempo dein que era incapaz de abandonarla. Mais aun, Anne dejaba en claro a sus amigas y colegas que haba aceptado el empleo no por estar alentada por un de- hiynio filantrépico o por un sontido de misién redentora, sino simplemente por la necesidad de hallar un trabajo ¥. ‘asi, e1 primer salario de su vida. Como la misma Anne lo dice en una carta,” del 26 de enero de 1888, en la que pro- lestaba por los exagerados comentarios del director de la Perkins School acerea de su trabajo, habia aceptado el empleo «forzada por la necesidad de ganarse la vida». Tal ‘ademas de la necesidad de ganar el salario que en efecto Jo hacia falta, la declaraeién de Anne merezea ser escucha- do lofda de otra manera: se trataba de la imperiosidad de ‘conquistar un lugar en Ja vida, un lugar de enuneiacién en hombre propio en una historia en curso. La direceién de Arthur Penn y Ia interpretacién de la ac- iz Anne Brancroft dejan ver y escuchar a una Anne Sulli- ‘yan que avanza «a ciegass, como se suele decir; esto es, sin objetivos claros y distintos definidos a priori. Ella no se detiene a reflexionar «sobre la préctiea» ~como se proclama n Ja actualidad— para lograr el perfeccionamiento didacti- a Helen slo despues do cet sneoonie te aoe aia Ese. ae documental nos permite situar la ont Tlenein vivid por amabas en las anpoda dl roam de medicina moral que Jean Itard apie Victor] No hy diudades acposiion de edacedaravie Anne Sia forma en que le dirigfa Ia palabra a Helen, fue diferente vineuloescenifcadgen la oxperimentaciedonuectn tovpedagugt Ln difbrenca'cala forma de digs wal Sap hemcbtin dexatoncasauocke Hae a ® Hoy or flmencolotes, divi pr Paul Anrony produc pa tclvisiin en 1979. Curisnmente, la acts Paty Duke que ll ‘rior plclahiol apd elise, ea aaporsnajede a *Aunquetengo cl hbitodehacer referencia, lola demiacd sescenatioflins, no seloeshbiloscomoun ecuren dln flasclasos,Sincmbars, hay ona ocopcian Se eatadelclisee toa Alright pr John Huston en 1962, que paso siempre l coment dal primera materaotecidn a losalumianeycnyotema ela contin ‘elosptn cpus Avecncomoya coments ol nt stag ona mati otativa, En esa moments advert ue tres fils exhiides tm enbancoy negro que tonsa 1960, los afios de mi infancia, 'ynsaroy que tolos onde deed *Bleso odecontrmarestoen breve enlatasis de Ana Car © Al menos Gene con Ins palabras que figuran en la edcién brasilena ‘onsultada. 176 Ww ¢0 -como To hizo de modo pionero el doctor Itard-. Ang uicve comunicarse sino que también participa de nuestra Sulli-van deseaba hablar con Helen y, para ello, recurniggg§ sina inteligeneia lingtistica, Anne estaba tan eonvenci- la tiniea forma posible con un interlocutor ciego y song le ello que en el momento de justificar el avance en el habla/lectura a partir de la presién deos dedos en la pal ilo 0 la continuidad en la empresa, tras un desencuen- | dolemane. Mle cvaneativo entre alumna y profesra, ol argumento “Al parecer, las tesis psicalingtifstieas de las que disp fc esgrimia era de un platonismo itrisorio: el eerebro de Ja educadora eran rudimentarias. No hay en sus cartay Jlclon posee todas las ideas y, porlo tanto, sélo habia que dar en sus libros, segiin Ana Carolina, desarrollo teérieo a \iompo al tiempo para entrar en dislogo con ells. Pero ~€ no. Enel mismo sentido, Sullivan les solicitaba a sus am yuo va he afirmado el refinamiento de Ja elucubracién de la Perkins School que le mandasen algunos libros pai | \onlifica poco imports en esa verdadera aventura, asi como estudiar, cuyos titulos ~creo~ son hoy desconocidos, Ig} \inipoco importa en la educacién de cualquier nif, en Ia Poeas referencias permiten coneluir en que compartit Ip F\lida en que las condiciones de posibilidad ineonscientes misma y elsica idea asociacionista de siempre: hablangy fel lado del deseo «adulto» estén efeetivamente dadas. asociar signos y cosas. \nne deseaba hablar con Helen. Tenia algo que decir y Por otro lado, Anne no logrs extraer ninguna ensesienggy | (omién habia algo que querfa escuchar de ella. Y se puede reflexiva del hecho de que los acontecimientos desmintigggy lor lanzarse al ‘rump de la palabra y del lenguaje, en el que los supuestos iliferenciales seménticos pueden ser encontrados, pero tam- hién perdidos para, asi, Hegar a reinseribirse siempre otros, [La caida de todo bebé de la posicién inicial de fetiche 0 prolongacién metonimiea del cuerpo materno libera Ta pa- Jabra del mundo de las cosas y asi, paradéjicamente, instala laposibilidad de que un sujetollegue a decir algo coherente. No hay duda de que Helen, a posar de ser ciega y sorda, habitaba el mundo del lenguaje. La vida familiar la habia instalado en él, pero atin haeia falta Lanzarse a la palabra, ‘Adin faltaba que ella pudiera experimentar la sujecién al Otro yal desencuentro con los otros y con ella «misma. Para cllo, debfa hacer por primera vez la experiencia de perderse ‘como falo, ombligo condensadar del goce del mundo, y, por lo tanto, de entrever el significante en la propia posicién de maestria del deseo, Pero ese desplazamiento requiere que 183 2 ado cos primordial el ie dn un | garantizada, in the no coal 184 4 SOBRE NINOS \ .NECESIDADES EDUCATIVAS WWSPECIALES» Ibn nuestros dias, impera en el campo del discurso (psico)- peilagégieo hegeménico la expresion snitios con necesidades ‘ulueativas especiales», Pero no pocas veces escuchamos iin antiguos sintagmas tales como «Pedrito es un DV» iileficiente visual), -la educacién de los portadores de defi- cieneia mental» 0, entre otras posibilidades, aquella que por vu simplieidad parece ser una verdadera confesidn: «yo Inabajo con DA» (deficiente auditivo). En suma, cuando se vata de hablar de «algo» o de pensar sobre «algo» que con~ ciorne a la Hamada edueacién especial, atin se hacen pre- sents las nociones de «sor deficiente», de «portar o cargar tuna defieiencia», El hecho no debe sorprender a nadie pues, como sabemos, toda moda requiere cierto tiempo para bo- rar el reeuerdo dela anterior. Por cierto, Ia ditima novedad jedagégica —las necesidades educativas especiales con et liempo terminard por imponerse, asf como, por ejemplo, DM: (deficiente mental) derrot6 a «idiotas», simbéciles» y dgbjles mentalese. ‘La sustitucién de unos términos por otros no deja de tener consecuencias. Como sabemos, en otros tiempos, a los idio- {as les correspondia el asilo psiquicitrieo; a los imbéciles, los leabajos manuales en el taller, y a los débiles mentales, la 185

También podría gustarte