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Esther Cohen (editora) Aproximaciones Lecturas del texto Universidad Nacional Auténoma de México México, 1995 ‘TEORIA DE LA RECEPCION | ca eerinhpeebotpapdoae aie teirseet ee oe od coepianne meade nope cooe te mee uae, ae Matec n dinben deer cle er es nats domaercort a See cps mind debs sera y rs ee rence tae Re eae woes Walang bes coos ¢ ee asic cece Chee de See a ccs Bans sone cate casa ae a eels pan ier ey open pipes Bee emcee nate ee a con a es cee 238 + Alberto Vital ae do. En efecto, esas historias, cuya escritura era la culmi- aacién de Ia Vida de todo gran filoldgo durante el siglo xIX, habian perdido ya la pertinencia y la importencia ue alcanzaron en los afios de unificaci6n y consolida cid del Imperio Alemén, cuando la historia general y la literaria tenian el mandato de levar de la mano a los lectores desde los orfgenes de la nacién, de Ta lengua y de la literatura hasta aquella edspide, la unidad, que se cconsagraba en los documentos firmados en Versalles tras la vietoria de Ia Prusia de Bismarck sobre la Francia de ‘Napoledn IL En el contexto de la ciencia literaria de los aflos sesen- ta, la revaloracién de la historia de la literatura, muy lejos ya de sus afios de gloria, representaba entre otras cosas un intento de superar las estrecheces metodolégi- cas en que habia caido el estructuralismo, condenado por sus propios fundamentos metodolégicas a excluir ‘cualquier enfogue histérico y social en el tratamiento de textos literarios. El concepto de cambio de paradigma, que Jauss tomé de Thomas $. Kuhn (Rall 59), tenfa que ver precisamente con Ia voluntad de romper el cerco tra- zado por todas aquellas metodologlas restrctivas y es trictamente intratextuales que impedian que pudieran formularse las preguntas mis inceresantes ¢ incluso més urgentes en la relaciSn entre textos y lectores, vale decir, entre constructos discursivos pervenecientes al sistema li: terario y receptores inmersos en un eambiante horizonte de inguietudes, dudas y certidumbres. De exe modo, mientras el estructuralismo restringe dristcamente la posibilidad de preguntarse por qué una obra literaria tie- ne un éxito avasallador durante un tiempo y después su fre de un olvido casi total, la teoria de la recepeién se interesa en esta oscilacin del efecto de un texto, muchas ‘veces enigmitica, y trata de responderla partiendo de la hhipévesis crucial de que ese texto esti construido de tal = Toorte de la rcepcin © 289 manera que prevé Ia partcipacién del lector, de modo aque éte no es, en tanto que factor previsto en la come aicacién literaria, un elemento extratextual. De hecho, ya Umberto Eco, con su concepto de Lector Modelo, s¢ habia encargedo de refutar Ia eritica de aquellos estracts- ralists que Tieton amenazada Ia autonomia formal del texto (y de a anil) con la irrupeién del lector, un elemento a sis ojos ain mis aleatorio que el autor. En todo caso, para huir de esa irrelevancia cientifiea que es el reatvismo absoluro —Ia subjetividad incontes: ‘ble el irreducible gusto individual que no puede cons tituirse en base de tun anilisis de texto— a estética de Ia recepeién ha propuesto una serie de conceptos. A conti rnuacién me permito repasar los mas significativos en sus lineas generals, partiendo de dos evidencias: 1) ha pasa- ddo més de un cuarto de siglo desde la conferencia inau- ‘gural de Jaust, yen ese lapso la teoréa de la recepcidn ha conocido mumerosas aplicaciones. impugnaciones y adi ciones, muchas de las cuales ya se toman aqui en cuenta, 2) tales conceptos no conforman un corpus de herrs ‘miemtas metedolégicas, pues la teorfa surgié muy ligada 4 la hermeniutice de Hans Georg Gadamer, quien en Wabrbeit und Methode (1960) planted una disyuntiva en- wwe [a verdad y el método a partir de la anticartesiana hipétesis de que el método, en tanto que camino, orien- ta de tal modo la busqueda de la verdad que la prefigura en sus procecimientos, en lugar de descubrirla en los he- chos. Y es ai como as reflexiones de Jauss ¢ Iser se aboearon mucho mis a explorar las simpatias y diferen- cias de sus neciones bisieas con la historiografialiteraria, Ih fenomenologla y la estética que a organizarlas en un iétodo y a proporcionar abundantes ejemplos de la via Bilidad de dichas nociones. Una de és eel concepta de horizonte de expecta vas, que se apoya en la idea husterliana de horizonte y a | 240 Alberto Vial ‘Teorta dela rcepién * 261 entiende que todo acto de conocimiento presupone en el sujeto cognoscente, no una tabula raz, sino, por el con- trario, una serie de pereepciones previas, que funcionan ‘como condiciones y condicionantes del conocimiento, ‘sto, al mismo tiempo como requisitos y como cauces de cada nueva percepein destinada a incorporarse al acervo de datos de la conciencia del sujeto. En otros tér ‘minos, este dltimo seria incapaz de conocer si no hubie- ra conocido antes, seria incapaz de percibie si no hubiera percbido antes. De ese modo, os prejuicios no son fac- tores negativos en la conciencia del individuo, sino ele rmentos cohesionantes de una imagen del mundo (y asic mismo del ate) que preparan y aletan al individuo ante cada nueva situacién de vida y de representacién. Los prejuicios son, en suma, todos los juicios que not he- ‘mos ido formando a lo largo de nuestra experiencia con respecto a cada uno de los aspectos y regiones de la vida ¥ de la sociedad. Sin embargo, esos preuicios no se acu ‘mulan indistintamente: mis bien se organizan para est blecerse como puntos de referencia que posibilitan y en- smarcan cada nueva percepcién, Por ejemplo, Ia sola mencién de la palabra ‘novela’ en el titulo, en la portada, en la contraportada o em el rier de inserer de un libro reactiva en nosotros una sere de prejicios que a su vez se han construido con bate en la experiencia de nuestra leturas de novelas y que se rela cionan paradigmiticamente con otros prejuicios: aque los que nos orientan acerea de lo que es un buen cue to, un buen ensayo, un buen reportaje, etc. El radical rechazo que sufreron "El café de nadie” (1922), de Ar- gueles Vela, y Margarita de nila (1929), de Jaime To- res Bodet, por parte del piblico mexicano de los aos veinte se explicajustamente por el hecho de que nings no de los dos textos correspondia a los prejuicios que los lectores de la época, alin subsidiaria del. nataclismo practcado por Federico Gamboa, se habian formado acerca de lo que era una auténtica novela, Ahora bien teste caso corereto es un ejemplo negaivo del papel de Tos preuicios en la recepcidn de los génerosy los textos lieraris; tenemos también aquellos abundantes casos en los que I sla mencidn de la palabra ‘novela’ nos incita 2 Teer un libro, lo cual quiere decir que hay palabras intensamente cargadas de expectativas, palabras que son portdoras de fuertesextimulos frente a las inquiewues, fos ineresesy las ddas de un determinado pblico en tun momento y un espacio espeificos. ‘De hecho, toda palabra que enuncie un género puede eacitar 0 deslentar las expectativas de los lecwores. oy parece dificil que un teulo ostente el vocablo ‘epopey2’ J. ello funciona sin duda como un indivio de que exe nero no gaca de grandes preferencas ence el piblic, Por otra parte, Jos autores, que, como es sabido, mane- jan intuivamente todo aquello que los tedricos se es fuerean por eclarecer, han orieatado dede siempre ls cexpectativas de sus receptores haciendo aparecer 1) pala bras que enuncian géneros 0 2) cualeaquiera vocablos ‘que sean inceativos ara emprender o continuar la lets zu: 1) el famoso utulo “Odss elementales™ alude a sinero que tavo gran auge en siglorclisicos y neoclisi os, pero lo natia con el activo, de tl modo que lo ‘que puders tener de anaceénico se compensa por I isi: ruacin de que no serviré en este caso para exaltar a prohombres, sino para clevar ala altura de lo extraord rario (de lo que merece una ods) alas cosas mis acos tumbradas y-aparentemente ordinarias; 2) un titalo como Del anor 9 otrs demonios wiliza ds palabras que muy fcilmente suscitan las expectativas de wn pablico amplisimo, pues sus respectivos signficados pueden {prehenderse con Is ayuds de la pura experiencia intima © cultural inmediata, de manera que no se requiere de 22+ Alberto Vitel tuna capacitacin © una especializaci6n_ para compren- deros. En resumen, a través de estrategias verbales es posi- ble activa en los receptores expectativas que son 0 ne- sativas o postivas: ls primerasdelatan un fracaso ela comunicacién; las segundas se coneretan en Ia lectura del texto siguiendo las pistas que ha dejado el autor con respecto a su posible sentido, Por lo dems, las expecta- tivas configuran un horizoate desde ef momento en que se organizan paradigmitica y sintagméticamente y sefialan as os limites de un sistema de referencia, fuera del eval todo fendmeno ser considerado extraio al si tema: ast ocurtié con El café de nadie, cuyos primeros lectores le negaron Ia calidad de novela y aun la de texto liveratio. ‘Ahora bien, los horizontes de expectativas cambian paulatina o radicalmente cuando una serie de aconteci= Iientor anicticoe 0 extreatinicor mcuden In concioncia de los leetores, remueven viejs inguiewudes, sepultan in tereses caducos y hacen circular nuevas preguntas cuya respuesta se planta como perentoria. Eso explica que en 1860 el piblico inglés leyera muchos més libros religio sos que novelas y que unos pocos afios mis tarde leyera mis novelas que libros relgiosos: una época de aguda ‘isis espiritual y moral puede ser exusa de un repeatino descenso en el interés por las leewuras licas, mientras que una crisis de instituciones sociales como la el de pareja el Esta, a toleraniao la democracs, podria conducr al pablico culto hacia textos donde estos asun- tos se examinaran hasta sus éItimas consecuencia. ‘Una de las hipétesis fundamentales de Jauss afirma que es posible reconstruir objetivamente el horizonte de expectativas de un letor 0 un pablico en un deter tminado momento, La reconstruccién de un hotizonte individual no parece ser una tarea irrealizable: basta ‘Teoria de a recpeién 243 con rasteat los tesimonios directa e indiectos dela persona (enayor, resedas, comentarios y entrevisas, s Fe tata de un lector prvilegado; euetionaics sl etre ta de ua lestor comin) para tener una idea de e6mo van eambiando sus inquctodes y sus exigencae frente a los distintos textos y_gineros literarios. Ea cambio, un horizonte colectivo sélo puede reconocerse a través de tuna doble estratgia consitente en I) detecar en los ropios textos literaris ditor que funcionan como ré Blend tore» 2) a Zar acontecimientos tales como éxitos masivos,fraasoe omentineos perdurables, concesién de premios, po ldmiess, antologas, preceptivas, manuales de historia, coleciones,segundas partes de novelas o peliculas, en En el primer caso se trata de elementos claramente inratextuals, lo cual ratifica que el texto litraro, toma un canjunto de signos y mensajes, porta consizo tlementos euya foncion consise en garantzar la ten tim de Tos receptors. Y una manera de aegurar esta “lima es precisamente lade incuir replicas a actitudes, costumbres y certezas del pblic, El mejor ejemplo es 2 Quioe,cuyas primeras pégias parodian bites de cseritura tales como la flosoflaescolistica y las novelas de cablleris.Justamente con ayuda de Bl Quijote Jause muestra que an texto puede inserarse en una gran cr dena de secones y reaciones, de preguntas y respucs ta ul ambi inorpora hs umes “se andes partes", como ocurié con el. propio texto Servamtino y con el Lezerilo de Tormes, novelas que Cucatan cov mis de una segunda pare, indicio fehe Gene del impacto que causron ef el pablica, A su ‘ez, semejate impacto dependié, al menos parcalmen- te, de la presencia en Ins primeras partes de incaciones 1S las expecativas de este iltimo a travis de referencias a \ 24 Alberto Vital parédicas a dichos hibitos de escritura o a través de trans- gresiones de sus marcas. En el segundo caso se trata de acontecimientos extra textuales, y para su esclarecimiento son imprescindibles las armas de la sociologia de Ia lectura, de la literatura y del gusto, desdefadas por Jauss en su texto inaugural stun cuando sin ellas parece imposible reconstruir objeti- vamente un horizonte colectivo, Ahora bien, la diferen- cia entre el concepto de horizonte de expectativas y las tradicionales nociones de contesto y de espirita de la época consiste en que aquél pone un énfasis fundamental cen el papel de los lectores como instancias que, al for: rmular preguntas, al requerie respuestas y al animar de se modo las discusiones intra y estraliverarias, asumen tun papel extraordinariamente activo en la produecién de textos. Y es asf como las interrogantes colectivas acerca del destino del hombre y del mundo, de Ia esencia de la vida y de la muerte, de las eausas de un levantamiento » armado 0 de un magnicidio, de la crisis de sistemas de valores y de hibitos cultures y sociales pueden llegar a verse como una cadena inagotable a través de su formu: lacidn entre los letores y sus sueesivas respuestas en los teatos literaros, que a su vez reaccionan ante Ios cam bios de horizonte en las preferencias y necesidades del piblico, sino es que incluso los provoean. De hecho, la nnocién de cambio de horizonte forma parte de las pro puestas originales de Jauss, quien legs a afirmar que el caricter estético de un texto se media justamente por la importancia del cambio de horizonte que provocaba en el pliblico; sin embargo, se le objetd que ha habido tex "En el Lazaro seminal gerade lt epitlas de umanisas somo hipoginero de eferencn por aspueto que oa ines muy dis ‘intra fo hbtuales, lo que signen ana med trnepenn de ‘ada, Pcs ra tefeatn are de ee punt, Yee Vil Teoria de a rececin + 245 tos que no han provocado ningtin cambio de horizonte aun asi son aclamados como portadores de una alta Calidad extica: at ocure con los sonctos de Sor Juana, leidos y adnitids en su momento porque cumplian con todos fos reqisitos del eédigo baroco Otros concepts fundamentales de la tcoria de Ia re- el de vaclos de informacién y el de estructura a de os textos, pueden vincularse también con la actividad hermenéwtica que se produce cuando not sproximamos a os textos, siempre escritos en el pasido (Gi sea el pasado inmeditc), para encontrar respuesta a inguitwes del preseme.Precsemos ete punt. “Todo tento (y esto es especialmente elaro en lk narra: iva; por ejemplo, Ia poicaea) etd construido de mane mque poe wm one de propor al eon La rulcion roclueida de css progeny, conforme lx Fepuesas proviondes que hub ensyado eae ime © nfo songs ede weg del oor, gar hatant la aneiony elitr de fs lectoes como la Cobereoca interna del texte, Be echo, po cberas Se una tipo de los textos Ineraig considera ls es eee yi eae mee SE repens a fe ten tn oper om la tras que os cbligan 2 planeanos la preguntemadee dis Inmranra de stpeno: gee pasty re conjanns_¢ cin agg no sng a ii or ue ed ado eh caro con le que provoca laches (ul cel dita de fo gu oe ca frpund? A i vez la gan aarti dels primera med dl igo 0% poss dsoguine como ceuors no sto de nurse Ecos, sno tambien de aquellas nuevas preguntas que Sinirona sot a as traconales ener an sector dl sea lienso y que provocron la exaiezay aun fa tarla de ouos tres Algona dees nuevas prep: tus slant ignavee por qué oo po sadly Or 246 + Alberto Vital _ qué se rompe Ia secuencia temporal del relato?¢, incl So, gquién est’ hablando? Pero, sea como fuere, tanto las viejas como las nuevas preguntas adquirrian el caricter de funciones dentro de cada texto permitician cons- truir corpus con ejemplos provenientes de las mis diver- sas Tteraturas nacionales Por otra parte, puesto que cada lector lleva consgo in quietudes y dudas que influyen en ss eleccibn de un de- terminado texto, éste asume entonces, caso sin proponé selo, el caricer de palimpsesto oracular y debe contribuir a dar respuesta a aquella inguietades, aun cuando su m2 nera de abordar wn asunto y de tejer wna trama no eoinc- dda sunca plenamente con las experiencis vitales de cada tung de sus lectores De ese modo, tenemos dos tipos fundamentales de preguntas: 1) las que porta consigo un texto para garan tizar su fancionamiento y el interés de los leetores, y 2) las que éstos levan consigo al elegir un texto entre una amplia y abigarrada oferta Sobre las segundas baste agregar que obedecen a un derecho fundamental del ser humano —el de preguntar—, que Jauss rastrea en el Antiguo Testamento, donde fo ex trafia en Adin y lo advierteen Jab. A su vex, las prime: rs se construyen a pant de los vacios de informacién que deja el vexto precisamente para provacar en el lector ‘una actitud partcipativa, cooperativa. En su famoso art culo “La estructura apelativa de los textos” (Rall 1987, 99-119), Wolfgang Iser parte del modelo que Karl Bihler propuso en 1934 para explicar las funciones bisicas de todo signo: expresiva (emisor), representativa (objeto enunciado) y apelativa (receptor) y considera que los vax cios de informacién son uno de los elementos funda mentales en Ia apelacibn que contiene todo texto litera rio, el cual, a diferencia del cientfico, no aspira a llenar todos los vacfos existentes en las deseripeiones previas de Teoria de la reccpeion 247 un fenémeno (una enfermedad, por ejemplo, 0 una cor dillera 0 uaa ley de la nacualeza) ni, 4 diferencia del testo leal, pose un carkcter precriptiva y coercitivo ‘que hiciera obligatoria su Teewura el texto Iierario no puede cotejarse con una realidad extratextual a fin de ‘erfca su valdez ni puede imponerse a una comunidad con l fin ée que sirva para modificar regula la reali dad. Su Giza posbilidad de sobrevivencia se halla en la atlecuada relacin de su estracura sigificante (a masa de sus contenides) con su estructura apelativa, la cual puede anlizarse considerando los siguientes puntos: 1) vaclos de informacién, que se detecan cada vee aque elector 0 alguna vor interna del texto formula tuna pregunta, cuya respuesta ve halla mis adelante Si el texto responde a as normas de la literatura lisica 0 debe ser respondida por el propio lector poniendo en jucgo toda su experiencia individval y ultra: por ejemplo, en “El dinosaurio" de Auges to Montero, al ere la segunda palabra se vuelve ineviuble la siguiente pregumas gquién despert6% como ao hay una respuesta en el festo dl textoy el lect debe activar todos ss conocimientos de o gor camuniatvos y Iteravos para eacontrala 0 Fin pira admit que el texto pertenece esa clase aque no da respacss a una cuesin tan tradicional y Habitual en la naraiva coma la de a identidad del proxagonitas 2) comentarios de alguna voz interna, normalmente la del nareador, que sirven para orientar 0 distaer al lector en cuanto alas intenciones del autor; en "La estructura apelativa de los textos", Isr analiza el cambiante papel de los comentarios en la narrativa britinica de ls dkimos dos sigs: los de un ejem- plo del siglo xvi son perfectamenteorientaores y a | 248 Alberto Vital _ Teor dela recepcién + 249 sélo sirven para remarcar la oposicién entre el hé- roe y el mundo; los del 20x, en cambio, sirven para ir marcando los matices de una serie de posturas morales; 23) lugares privilegiados o peritextos, que, como los t tulos, se ubican en el inicio del texto y que pueden ser indicios de la intencién del autor, ala vez que factores fundamentales de [a estructura apelativa de cada texto, puesto que por al sitio que ocupan son sumamente importantes para ese acto comunicative aque es la literaturs; 4) marcas de lectura, que consisten en todos los ele rmentos stiles para responder a cualquiera de las si: fguiemtes cuestiones: 1) gquién habla?, 2) qdénde ‘ocurren los hechos?, 3) geuindo ocueren? y 4) ga uién se habla% un habil mancjo de las marcas de lectura permite aumentar el mimero de lectores, mientras que un manejo muy parco, hasta volverlas casi invisibles, resulta earacteristico de much liters- tura importante del siglo xx y ciertamente aumenta cl grado de exigencia a los lectores, y 5) lineas de accién, que consisten en cada una de las lineas argumentales o discursivas que se hallan tendidas en el texto y cuya alternancia es un equi valente de la alternancia entre trasfondo y tema que para Iser es el fundamento de as perspectivas esquematizadas, sélo susceptibles de ser completa das y, en estricto sentido, textualizadas o actualiza- das a través de la Tecturas como se advierte, conce- bir el mero texto previo a la lectura como un conjunto de perspectivas esquematizadas, como Io hace Iser, remite a la distincién mukarovskiana en tre arvefacto y objeto esética: este dhimo sélo se aleanza con el concusso del lector © espectador. EE lector impliito es un constrvcto ineatextual en tan to que es la suma de requistos que deben cumplirse para hacer posible una lectura plen? y esa la ver un elemento cextratextul (pero previnto en el texto) porque se consama sélo en el arto dela lectura? En suma, la teoria de la recepeién ha aportado una serie de conceptos fundamentales (de los que aqui tinica- mente mencionamos los mis significativos) a la teoria Tiveraia dels iimas Acad. Alberto Vira. IF, UNAM * Eos requitosindeyen la pleas competencia en todo lore sgosda texto. fengus corinte esc det lero ee), as amo la capita para sespondera tos ls preguntas pastadas ex texto ys todas agullar gue poten de tent dl mnie Sgr proe in om tpen ein fd tiempo yao enum momento dado (lo due sige ur, contr fo que pension los grandes eiticos dl cing lector ideal” pormis cuko que ss, puede dessa. "todo" aceren de wn) te fala bvie quel lector implisto no x raliza en ua sole momento, feo wo Io lang de sucess cpcss no ex sept etoncre de iBtutiare con un letor fe del que debe dings sempre 3 te dees hacer an alin decundo Em El ate de ler, oer anaic los ass caratriioos de ese seo que els eeara 250 Albert Vitel, BiatiocRarta Boncen, Peter 1974 Theorie der Avantgarde. Frankfurt am Main: Suhr- amp, 1992 Prose der Mademe. Frankfurt am Maia: Subrkamp. Cantons, J-C. y J-C. Furoux 1963" La critique litésire, Pars: Presses Universitaires & France Canren, Boyd 6. 1968" Historie de la literatura bispenoammericana a través de rs revitas, México: Ediciones de Andres, Dug, Teun A. van 98D Texto y comtexta. Semintice y pragmtice del dcr so. Trad. Juan Domingo Moyano. Madrid: Cite de 1987 “Ls progmética de la comnicacién literars", Prag: aiea de la comantcactin latevavi, Ed. 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