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Cesare Casarino y Antonio Negri Elogio de lo comin Conversaciones sobre filosofia y politica Titulo original: In Praise of the Common, de Cesare Casarino y Antonio Negri Publicado en inglés por University of Minnesota Press Traducido del inglés por acuerdo con University of Minnesota Press Edicién espafiola publicada por acuerdo con la agencia literaria Eulama, de Roma Versién de Ferran Meler Orti Cubierta de Judit G. Barcina I" edicién, enero 2012 No se permite la eproduccién total o parcial de este libro, ni su incorporacién a un sistema informatio, ni su transmisién en cualquier forma 0 por cualquier medio, sea éste electrénico, mecénico, por forocopia, por grabacién u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infraccién de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Cédigo Penal), Dirfase a CEDRO (Centro Espaiiol de Derechos Reprogrificos) si necesita fotocopiar 0 escancar alain fragmento de esta obra, Puede contactar con CEDRO a través de la web www:conlicencia.com por teléfono en el 91 702 1970 / 93 272 04 47 © 2008 by the Regents of the University of Minnesota © 2011 de la traduccién, Ferran Meler Orti © 2011 de todas las ediciones en castellano, Espasa Libros, $. L. U., Avda, Diagonal, 662-664. 08034 Barcelona Paidés es un sello editorial de Espasa Libros, S.L. U. ‘www.paidos.com wwweespacioculturalyacademico.com wow planetadelibros.com ISBN: 978-84-493-2661-5 ‘Depésito legal: M-46162-2011 Impreso en Artes Graficas Huertas, S. A. Camino viejo de Getafe, 60 ~ 28946 Fuenlabrada (Madrid) EI papel utilizado para la impresién de este libro es cien por cien libre de cloro y esta calificado como papel ecolégico Impreso en Espatia — Printed in Spain SUMARIO A modo de prefacio, CESARE CASARINO . 9 Propedéutica para la lucha de clases, décadas de 1950.2 1970.0... 00.0 e cece eee eeee ees 37 Parte I EXPLORANDO EL PRESENTE ‘ Acerca de Imperio 85 Acerca de Multitud . 125 Vicisitudes del pensamiento constituyente. 167 Parte I cesses 167 Parte De... e cece cece e tee e tere ee teenies 200 Parte II NOTAS SOBRE UNA POL{TICA DEL FUTURO ANTERIOR El monstruo politico: El poder y la vida desnuda, ANTONIO NEGRI... 2... pererer er ererr cr ere eam2s9 Eltiempo importa: Marx, Negri, Agamben y lo corpéreo, CESARE CASARINO. 020-0 e ees eee ener 271 INE Gopgooono00cemco0pqooo0G00caG0c0GGDoodba00 vee 303 A MODO DE PREFACIO DE LA CONVERSACION COMO LENGUAJE DE LO COMUN Habla lo comin: una conversaci6n se inicia y poco a poco se desplie- ga... a diferencia de la locura —la locuaz narradora que, en primera persona, se alaba a si misma en el Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam—, /o comin aborrece los monélogos. Se podria entender que la exuberante y alegre Stivmmung, asi como la estructura poliféhica y efectista del monélogo de Erasmo, pertenecen por sf mismas a lo dialégico. Una conversacién, sin embargo, no es més un didlogo que un mondlogo. Ni dialégico ni monolégico, lo comin habla, porque en toda conversacién lo comin es lo que siempre esta en juego: alli donde se conversa, lo comin se expresa; alli donde estamos en comin, alli y sélo alli cabe conversar: La conversaci6n es la lengua en la que habla /o comin. Hasta ahora he utilizado el término «dialégico» més en el sentido platénico que en el que le confiere Mijail Bajtin' cuando esctibe: «Las relaciones dialdgicas son [...] mucho més amplias que el discurso dia- légico en sentido estricto. Incluso entre dos obras discursivas profun- damente monolégicas siempre existen relaciones dialégicas». Para Bajtin, la relacién dialégica es la matriz de la oposicién didlogo-moné- logo: esa relacién es inherente tanto a los didlogos como a los monélo- gos, con la diferencia, es de suponer, de que los primeros la materiali- zan al reconocerla y afirmarla, en tanto que los segundos la materializan al negarla y subsumirla. Y lo que es mas importante en el mismo ensa- yo, Bajtin define la relacién dialégica en términos de respuesta: Para la palabra (y, en consecuencia, para el hombre) no existe nada peor que la ausencia de respuesta [...] El mero hecho de ser odo repre- senta ya una telacién dialégica, La palabra quiere ser oida, comprendi- da, contestada y, a su vez, contestar ala respuesta, y asi ad infinitum? Si la relacién dialégica se entiende de este modo, entonces una conversacion es ciertamente dialdgica, porque mas que la subsuncion del otro, entra responder al otro a partir de lo que éste dice. Una vez anulada la palabra y el cuerpo que la pronuncia, ya no son escuchados, ni comprendidos, ni correspondidos. La subsuncién es el intento de interiorizar y asimilar lo que es diferente, razén por la que no es nunca una respuesta real, En este sentido, la conversacién es la lengua de /o comin: es la manera de hablar que nos retine no como idénticos sino como diferentes unos de otros. Contintio prefiriendo la palabra «conversacién» y no el término «didlogo», aunque se le confiera el sentido que le daba Bajtin, por dos razones. «Didlogo» es un término irrecuperable no sélo por las deter- minaciones plat6nicas que tiene, sino por la perniciosa historia filo- s6fica y politica posterior que estas determinaciones han tenido, una historia que ha culminado en el hoy hegeménico discurso liberal-de- mocratico de la identidad y sus agobiantes apelaciones al «didlogo» como medio para negociar y reconciliar las diferencias entre las diver- sas identidades (como si entre las identidades no hubiese ninguna diferencia real sino s6lo pura equivalencia, a pesar de las inconmensu- rables desigualdades que ellas siempre indican, y que supuestamente deben ser remediadas en el reino de la sola representaci6n, y como si, por tanto, no pudiera ni quisiera empezar a darse entre esas identida- des una relacién dialégi plano real). Asimismo, estimo que «conversacién» es una palabra que real, es decir, un didlogo entre ellas en el nos lleva sin rodeos a la problematica de lo commtin (el sustantivo latino conversatio a fin de cuentas proviene del verbo latino conversari: aso- ciarse con, convivir, tener trato, comercio o familiaridad con alguien), y de este modo sefiala un conjunto de nociones y una historia por com- pleto diferentes de las propias del didlogo platénico y posplaténico. Conversar es estar en comtin, producir lo conatin. Este libro quiere ser, precisamente, en este sentido, una conversa- cién. A pesar de que, a veces, mientras trabajamos en este libro, Negri solia bromear llamandome Sécrates al tiempo que se reservaba para si da En tani ndli met dia ret co int tar me el apelativo de sofista, nuestra conversacién nada tiene de platénica. En Architecture as Metaphor: Language, Number, Money, Kojin Kara- tani sostiene que es preciso entender los didlogos platénicos como mo- | nélogos y, mientras avanza en su anilisis de Ludwig Wittgenstein, co- menta a propdsito del Mendn de Platon que Lud de un didlogo que se realiza en el seno de un conjunto comin de replas no se puede decir que sea un dialogo con el «otro». Ese didlogo, 6 dialéctica interna, se puede convertir en un mondlogo o puede ser considerado un monélogo [...] En la obra tanto de Aristételes como de Hegel, a dialéctica se convirtid en un mondlogo. Y aunque los dilogos de Platon fueron escritos en forma de conversaciones, es preciso con- siderarlos, en Ultima instancia, como mondlogos. Asi, la filosofia occi- dental empez6 siendo un dislogo introspectivo, es decir, monolégico [...] Wittgenstein [...] puso en tela de juicio el didlogo platénico porque no incluia al otro, y porque, a menudo, se convertia en un mondlogo. A fin de interiorizarlo, el otto, ese otro, tiene que compartir un conjunto de reglas comunes. Pero gacaso, por definicién, no se designa como otros sélo a aquellos que no comparten un conjunto de reglas? ¢Acaso el didlogo no se da sélo con ese otro? Wittgenstein intent6 introducir en sus Investigaciones filoséficas ese otro que ya no se puede interiori- zat, es decir, la otredad del otro.’ Aqui resulta inconfundible el eco de Bajtin. Sobre la relacién entre didlogo y dialéctica, Bajtin escribia: Cuando en el didlogo se hacen desaparecer las voces (la diferencia enire las voces), se eliminan las entonaciones (las emocionales y las per- sonales), se extraen nociones y juicios abstractos de las palabras vivas y-de las respuestas, y todo se introduce en tna sola conciencia abstrac: ta, de este modo se obtiene la dialéctica.* Nuestra conversaci6n es un intento de pensar de una manera dife- rente, Cansados y aburridos de los didlogos introspectivus y dialécti- cos, de los que tan saturada esta la historia de la filosofia occidental, intentamos pensar juntos y, en lugar de apelar a un conjunto supues- tamente compartido de reglas a priori, fuimos estableciendo reglas a medida que fbamos avanzando, y dejamos también que las asimetrias y las diferencias de toda indole afloraran y se hicieran visibles, en lugar de reconciliarlas, de resolverlas para luego tratar de esconderlas bajo la alfombra de la subsuncién. Esta conversacién nacié en forma de entrevista. La idea original era la de reconstruir la formacién politica e intelectual inicial de Negri, esto es, desde que finalizé la Segunda Guerra Mundial hasta 1968, de modo que el lector pudiera hacerse una idea del entorno en que surgié su proyecto filoséfico. Pronto se hizo evidente, sin embargo, que nin- guno de los dos ibamos a sentirnos cémodos con los pardmetros res- tivos que la entrevista imponia como género, y que ni él ni yo tba- mos a estar a gusto en los papeles de entrevistado y de entrevistador. Por un lado, a Negri le apetecfa mas pensar en el presente y el futuro que en el pasado. Por otro, a mi me interesaba mas preguntarle acerca de sus proyectos actuales para, en la medida de lo posible, seguir luego adelante con ellos. Y los dos teniamos ms interés en conversar en un plano conceptual que en el meramente biogréfico. Antes de que nos diésemos cuenta, habiamos ido més alld de los limites de la entrevista: pensabamos juntos, nos divertiamos: Las diferentes partes de este li bro corresponden a los diversos desplazamientos de posicién en el de- curso de nuestro intercambio de pareceres. «Propedéutica para la lucha de clases, décadas de 1950 a 1970» se mantiene fiel a la que fue la idea original y consiste en una entrevista centrada en las tres décadas que fueron més decisivas en la definicién s pagi nas, lo que me interesaba mas en mi papel de entrevistador era analizar de la trayectoria intelectual y politica de Antonio Negri. En es el complejo entramado de interacciones entre las experiencias tempra- nas de Negri como estudiante y profesor, como pensador y escritor, y como militante politico. En esa entrevista Negri cuenta cudles fueron los inicios de su investigacién filoséfica (cuyo campo abarcaba desde Georg Lukacs hasta Karl Marx, desde G. W. F. Hegel hasta René Des- cartes, desde la filosofia kantiana del derecho hasta el historicismo ale- man tal como se articulé en el pensamiento de Heinrich von Treitsch- ke, Friedrich Meinecke, Wilhelm Dilthey y Max Weber), asi como sus compromisos politicos (que iban desde su breve relacién con el catolicismo militante y las organizaciones politicas socialistas hasta su visita al bloque soviético y su trabajo politico en las petroquimicas del noreste de Italia). Si algo deja traslucir esta indagacién es que para Negti, los ambitos de la filosofia y de la politica han sido, desde un principio, inseparables y mutuamente determinantes. «Explorando el presente» marca un desplazamiento hacia algunos de los escritos mas recientes de Negri y, ante todo, hacia las obras que ha escrito en colaboracién con Michael Hardt, Imperio y Multitud: guerra y democracia en la era del Imperio (asi como, medida, en El trabajo de Diontsos). Sin embargo, también en este caso, unque en menor la intene sando. Nos habfamos propuesto centrar la atencién en estas obras, y n inicial se fue modificando a medida que ibamos conver: no tardamos en darnos cuenta de que, para prestar atenci6n a sus com- plejidades, debiamos ampliar el propésito de la conversacién, y pre- guntarnos por aquellos conceptos que constituyen la estructura episte- moldgica y ontoldgica que estas obras comparten (conceptos como «comin, «singular», «imperion, «multitud, «democracia», «comu- nismo», «subjetividad», «soberania», «constitucién», «libertad», «po- breza», «guerra» y «vacion), Al indagar en la estructura conceptual de estas obras, se hizo también necesario abordar de manera selectiva las historias pasadas y presentes de estos conceptos (¢ incluso de sus refor- mulaciones contempordneas en pensadores que iban desde Maurice Blanchot hasta Jacques Derrida, de Jean-Luc Nancy a Giorgio Agam- ben, de Paolo Virno a Gilles Deleuze y Félix Guattari sobre todo). En definitiva, esta parte del libro trata a la vez de explicar y rastrear los fundamentos filos6ficos de la manera en que Negti entiende nuestra coyuntura histérica y politica. tudes del p zamiento. A medida que nos fuimos adentrando en la historia filos6fi- samiento constituyente» implica otro despla- cay politica de los conceptos que acabamos de mencionar, se hizo pa- tente que teniamos que tratar mas a fondo la historia de la filosoffa occidental y, en particular, hablar de los interlocutores pasados y pre- sentes de Negri, Dicho de otto modo, la cuestién fundamental pasé a ser, ante todo, situar a Negri en relacién con los pensadores contempo- raneos con quienes tiene mayores afinidades y desacuerdos fundamen- tales {a saber, Deleuze, Guattari, Agamben y Foucault) y, luego, pedir- Je que se posicionara, aunque fuese de una manera sucinta, en relacién con una diversidad de pensadores pasados y presentes con quienes, en general, no se suele asociar su pensamiento y sobre los cuales Negri pocas veces, y aun asi sélo por escrito, habia expresado su parecer (pensadores que iban desde Giordano Bruno hasta Pier Paolo Paso- lini, de Giovanni Gentile a Antonio Gramsci, de Emesto Laclau a Chantal Mouffe, de Walter Benjamin a Theodor Adorno, de Franz Rosenzweig a Jacques Lacan, de Bruno Latour a Paui Virilio, por citar algunos). Por tiltimo, esta conversacién culmina en una critica de la filosofia como instrumento del poder soberano desde la Antigitedad hasta el presente. «Notas sobre una politica del Futuro Anterior» supone otro des plazamiento, que una vez se produjo nos llevé a seguir nuestra conver- sacién por medios diferentes. Se habia hecho obvio que las reglas de nuestro juego eran tales que, por un lado, ibamos a dejar que las dife- rencias afloraran sin que, de entrada, procuraramos resolverlas, y, por otro lado, que a veces no seriamos capaces de expresarlas de manera plena y adecuada. (Negri me hizo notar en particular que a veces mos- traba mis desacuerdos con una excesiva cortesia o que me inhibia de- masiado, que debia expresarlos de una forma més explicita y efectiva.) Por esta raz6n decidimos concluir el libro con dos ensayos, uno de Negri y otro mio, que abordan con mas detalle algunas de las cuestio- nes y pensadores sobre los que habfamos estado conversando. El ensayo de Negri, «El monstruo politico: El poder y la vida des- nuda», constituye un intento de generar una teratologia comunista. Partiendo de una genealogia critica de los discursos filosdficos de la eugenesia, desde la Antigiiedad hasta la modernidad, y desde la mo- dernidad hasta !a posmodernidad, N nto y el desa- rrollo del complemento necesario y la inevitable pesadilla de esos dis- ‘egri traza el surgit cursos, a saber, la figura del «monstruo». Se trata—sostiene Negri— de una figura que siempre ha sido politica, cuyas miriadas de metamorfo- sis han obsesionado siempre al poder soberano, al que se enfrentaba desde dentro, como una fuerza de resistencia indémita e indomefable. Al tiempo que Neri rastrea la figura del monstruo en sus diversas trans- formaciones y confrontaciones, hace la critica més consistente que ha Hevado a cabo hasta la fecha del concepto de vida desnuda de Agam- ben, un concepto que Negri denuncia por ser un instrumento ideol6- giico mistificador que, en lugar de refutar, apoya los imperativos euge- nésicos del poder soberano y que, al final, constituye lo contrario del concepto de potencia, es decir, del potencial para ser y actuar, Por ulti- ahora ya plena- omo una produc- mo, Negri entiende el monstruo contemporaneo mente biolégico— come la potencia dela multitud, cién y una constitucién de fo comin. Mi ensayo, «El tiempo importa: Marx, Negri, Agamben y lo corporeo», es un intento de pens una temporalidad comunista, esto es, una manera de entender y practicar el tiempo como si no existiera fuera de nuestro cuerpo singular y mtin, y como algo incorporado, una manera de vivir el tiempo como incorporacién de lo comin. Con este propésito, presento una confron- taci6n entre la conceptualizacién tan distinta que Agamben y Negri hacen del tiempo revolucionario, el primero en su ensayo «Tiempo ¢ historia: critica del instante y del continuo», y el segundo en su La cos- tituzione del tempo, esctitos ambos quc, a mi juicio, son muy fecundos aunque resulten inadecuados, En primer lugar, sostengo que es mas fecundo entender como complementario aquello que hay de diferente en sus respectivas teorias de la temporalidad. En segundo lugar, pese a sus diferencias, considero que tanto Negti como Agamben perciben, por un lado, la importancia fundamental que la cuestién de la corpora- lidad tiene para una teorizaci6n del tiempo revolucionario, y que, por otro lado, ambos se hallan limitados por sus respectivas maneras de teorizar el tiempo cuando tratan de abordar esta cuestién fundamental de una manera convincente. Esta es la raz6n por la que, al final, vuelvo a Marx —y, en particular, a la manera en la que trata la forina del dine: ro y la temporalidad de la circulaci6n capitalista en los Grundrisse— con objeto de mostrar cémo Marx no sélo habia encontrado sino que ya habia indicado la direccién que debia seguir una posible solucién del problema con el que tanto Agamben como Negri habfan tropeza- do. En resumidas cuentas, esta parte del libro nos brind6 a los dos la oportunidad de ofrecer al lector aclaraciones y explicaciones més de- talladas acerca de nuestras respectivas posiciones, a veces convergen- tes y otras divergentes. Dado que lo diacrénico reclama su parte, seria un descuido dificil- mente perdonable no decir unas palabras acerca de las circunstancias que jalonaron nuestra conversacién. Nuestros encuentros tuvicron lu- gar en el apartamento de Negri en Roma, donde nuestras conversacio- | | nes fueron grabadas en cintas magnetof6nicas, que posteriormente fueron transcritas, editadas y traducidas del italiano al inglés. Graba- mos «Propedéutica para la lucha de clases, décadas de 1950 a 1970», «Explorando el presente» y «Vicisitudes del pensamiento constituyen- te» en julio de 2001, durante los dias de la infame cumbre del G8 en Genova, con la excepcidn de la segunda parte de «Explorando el pre- sente» —«Acerca de Multitud»—, que la grabamos en julio de 2004. La primera parte de «Vicisitudes del pensamiento constituyente» apa- recié publicada en 2004, con un titulo diferente, en la revista Cultural Critique? El ensayo de Negri «El monstruo politico» habia sido publi- cado otiginaimente en italiano en 2001 y apareci6, luego, en inglés por primera vez con una traduccién de Maurizia Boscagli.’ Mi ensayo «El tiempo importa» es una versidn ligeramente revisada de otro que, con el mismo titulo, fue publicado en un numero especial que la revista Strategies dedicé a Antonio Negri en 2003,’ Tal como indica el titulo escogido para este libro, el concepto de /o comin es lo que enlaza todas las partes de este volumen: de lo comin se trata de una manera explicita en las partes de «Explorando el pre- sente», si bien toda nuestra conversaci6n esté Ilena de pensamientos en torno a este concepto. En ¢Qué es la filosofia? Gilles Deleuze y Félix Guattari escribieron que «todos los conceptos estan relacionados con problemas sin los cuales carecerian por completo de significado, y que sdlo se pueden resolver 0 comprender una vez que aparece la solu- cién»$ El problema que aqui constituye la condici6n de posibilidad y la raz6n de ser del concepto de /o comtin puede formularse como una pregunta: ¢cémo podemos ser, vivir en comin, cémo podemos hoy convivir? Dejaré que el lector decida por su cuenta qué clase de solu- cién —de haberla— surge de nuestro libro. Deleuze y Guattari sefiala- ban que los conceptos nunca se dan a priori, que no son preexistentes ni estan listos para ser utilizados, sino que es preciso definirlos de nue- vo en cada ocasi6n.’ Por esta raz6n he considerado necesario ofrecer aqui algunas elaboraciones mas sobre el concepto de /o comin (que, en muchos sentidos vienen a complementar cuanto expongo en «El tiem- poimporta»). Estas consideraciones adicionales, por un lado, se hallan profundamente en deuda con la trayectoria politica y filosdfica en su conjunto de Negri (e incluso de nuestra conversaci6n), y por otro, son FH) a la postre sobre todo mias y, en consecuencia, no reflejan los pensa- mientos de Negri sobre /o comtin (que, por otra parte, pueden diferir significativamente de lo que aqui he escrito). En la seccién siguiente de este prefacio voy a hablar de algunos de los pensadores que considero que mejor han reflexionado sobre /o co- min —me refiero, sobre todo, a Dante Alighieri, Marx, Aristoteles, Spino tratar de perfilar el contorno de un concepto de Jo pluscomin de lo comuin como excedente. En la tiltima seccién de este prefacio, reflexio- asi como a Hardt y Negti— de manera que, al final, voy @ naré de forma muy breve acerca de la relacién entre la amistad, el pen- samiento y lo comin, al tiempo que expreso mi gratitud a los amigos que me hicieron pensar mientras escribia estas paginas De lo pluscomtin, lo comin excedente Lo comin es multitud. Tantas son las manifestaciones y definiciones de lo comin que estas paginas no son el lugar més indicado para rese- guir las multiples genealogias del concepto de fo comin, cuyos orige- nes se remontan por lo menos a los albores de la era moderna. No obstante, podria ser instructivo hacer el ejercicio de representar en escorzo la distancia que nos separa de aquellos albores yuxtaponiendo uno de los primeros y uno de los tiltimos intentos de definir un concep- to de /o comuin, es decir, de un lado, los escritos de Dante sobre politi- cay lengua, y del otro, el libro Multitud de Hardt y Negri.” Seguin la convincente argumentaciéi de Agamben, el pensamiento politico moderno tiene su inicio en la filosofia averroista, y en particu- lar en el tratado De Monarchia (Del gobierno universal) que Dante es- cribié en 1313. La argumentacién de Agamben se basa en el intento que la filosofia averroista hace por definir el intelecto como la facultad de pensar lo que es comin a todos los seres humanos, asi como para definir el pensamiento no como una actividad solitaria de individuos sueltos, ni siquiera como la actividad de comunidades aisladas unas de otras, sino como la prdctica colectiva, incesante y creciente de una hu- manidad comiin, es decir, de la especie humana postulada en su totali- dad."' A la argumentacién de Agamben yo quisiera afiadir que Dante, antes de claborar explicitamente esa linea de razonamiento, habia ra- zonado de una manera implicitamente similar como una década antes sobre la lengua en su tratado De vulgari eloquentia (De la elocuencia de [a lengua vernécula). En la primera pagina de este tratado, cuando pos- tula la superiorided de la locutio prima (es decir, la lengua vernécula tai como la aprendemos cuando oimos a los adultos hablarla y los imita- mos) sobre la locutio secundaria (es decir, la gramatica, y el lenguaje culto, tal como unos pocos la aprenden, con posterioridad a través de la ensefanza formal), Dante escribe: De estas dos lenguas, la mas noble es la vulgar, ya sea porque fue la primera que el género humano empled de manera habitual, ya sea por- que el mundo entero se sirve de ella —aunque se halle dividida en di- versidad de maneras de pronunciarla y vocablos— ya sea, sencillamen- te, porque nos es natural, mientras que la otra parece ser producto del arte.” Combinadas, las tres razones que adu n favor de la superioridad de la lengua vernacula tienen por consecuencia desvelar aquello que Dante pretende —o lo que casualmente hallé— cuando trata la cues- tin de la lengua vernacula. Ante todo, la segunda raz6n aducida en este fragmento modifica en lo fundamental la primera: la lengua del vulgo fue la primera lengua «que el género humano emples de manera habitual», no en el sentido de que constituyera una lengua comin o universal (al principio todo el mundo hablaba la misma lengua), sino en el sentido de que constituia un habito lingiiistico comin (es decir, al principio todos aprend{an esa lengua y la utilizaban de la misma mane- ra). En segundo lugar, al afirmar, por un lado, que «el mundo entero se sirve de ella», y por otro, que no existe como tal salvo en su miriada de formas y manifestaciones diferentes, Dante esta diciendo que este ade ella» implica que existe una lengua, y no un tipo especial de lengua © ni siquiera una lengua entendida como estructura o sistema. Ade- mis, al insistir en que «nos es natural, mientras que la otra parece ser producto del arte» —después de haber explicado, en el parrafo ante- rior, que las dos se aprenden—, sugiere que los predicados «natural» y «producto del arte» no se refieren a dos tipos diferentes de lengua sino ae a le es di tr dl ce st le ce ela vor di- en. del lad ue es: en del ma Lo no a dos maneras de aprender, utilizar y concebir la lengua. En definitiva, pese a las declaraciones que Dante hace en el sentido contrario, la len- gua verndcula no es un tipo de lengua ni siquiera una lengua per se. La lengua vernacula, mas bien, es a la vez un potencial para la lengua (esto es, la capacidad para aprender la lengua) y una prictica lingiiistica (es decir, el proceso por medio del cual esa capacidad llega a realizarse a través de la adquisicién y del uso), que son comunes a todos los seres humanos. Aunque mas adelante en este mismo tratado Dante utilizar el término y el concepto de lengua vernécula de una manera diferente —cuando procede, en especial, a elaborar una taxonomia de los cator- ce tipos diferentes de lenguas vernaculas que se hablaban en la penin- sula italiana—, en estas paginas iniciales, sin embargo, para Dante, la lengua vernacula es una capacidad potencial comin para la lengua asi como una practica comin de la lengua. Cuando especula sobre el surgimiento de lo vernaculo asi concebi- do, sin embargo, Dante especifica mas atin cual es exactamente el ob- jeto de investigacin en este tratado: Puesto que el hombre no es conducido por un instinto natural, sino por la razén, y la raz6n es distinta en cada individuo —ya sea como capacidad particular de discernimiento, de juicio o de eleccién—, hasta el extremo de que cada individuo parece constituir por si mismo casi tuna especie, concluyo que ningiin hombre puede conocer a otro a tra- vés de su comportamiento o de sus impulsos, tal como lo hacen los animales, Ningéin hombre acierta tampoco a escrutar el ser de los otros por medio de !a contemplacién puramente espiritual, al modo de los angeles, porque el espiritu del hombre se halla oculto en la materialidad yl opacidad del cuerpo mortal Para que los pensamientos se pudieran comunicar de un individuo 4 otro fue preciso, por tanto, que el género humano dispusiera de algu- na especie de signo racional y, a la vez, sensible: al ser esa comunicacién entre una mente racional y otra, eta necesario que este signo fuera ra- cional. Y como no puede haber comunicacién entre mentes racionales sinoes por medio de los sentidos, era preciso que el signo fuera a su vez sensible; porque si este signo sdlo hubiera sido racional, no hubiera habido comunicacién posible; , viceversa, si hubiera sido sélo sensible, no hubiese podide recibir nada de la raz6n ni tamporo ésta hubiese podido aportarle nada. Este signo es, en realidad, el noble asunto del que voy a hablar: pues es sensible, por cuanto es un sonido, y es algo racional, sin duda, en la medida en que a través suyo se puede significar algo de mutuo uerdo.!* Muchas cosas de valor hay en este destacado andlisis proto-saussu- reano de la naturaleza del signo lingitistico. Pero, de momento, quisie- ra limitarme a sefialar que el signo se propone aqui como un instru- mento de traduccién y, en realidad, de transvalora 6n. Ante todo, este pasaje de De vulgari eloquentia pone de manifiesto que la lengua ver- nacula y el signo son, a todos los efectos y propésitos, equivalentes entre si. No sdlo se da el caso de que los dos —Ia lengua vernacula y el signo— son identificados explicitamente como el «noble asunto» del que se ocupa este tratado —el signo en este pasaje, y la lengua verna- cula ya en el titulo—, sino también que la manera en que aqui se con- cibe el signo supone considerar la Jocutio prima en si misma y no en relacion con una /ocutio secundaria. [Y lo que es ain mas importante, el mismo adjetivo cualifica tanto la lengua vernacula como el signo de la lengua verndcula. Dante ha dicho ya en dos ocasiones por lo menos que es «el tipo més noble de lengua», en tanto que del signo dice en el pasaje antes citado que es «cl noble asunto» del tratado.) En segundo lugar, la capacidad del signo es tal que puede traducir y hasta trascen det esas diferencias individuales que son tan radicales que pueden ha- cer de cada ser humano una especie en si mismo. En tercer lugar, el signo se describe como lo que da y recibe (es decir, como un medio de intercambio), como lo que transporta y viaja de un lado para otro (como medio de circulacién). En cuarto lugar, y tal vez lo que es mas significativo, el signo es a la vez sensorial y racional, y por este motivo se halla sutilmente colocado entre el cuerpo y el espiritu, a los que pertenece por entero como su mediador y conexién fisica y funcional; y, sin embargo, representa ya in potentia cierto tipo de entidad semiau- ténoma en si misma. A mi juicio, dicho de otro modo, todo parece in- dicar que para Dante el signo lingiiistico funciona ya como el signo de valor moderno por excelencia, es decir, el dinero. Dante, en este sentido, parece anticipar una serie de homologias estructurales entre el lenguaje y el capital (si entendemos que la obra de er ps cc di uw olar: ada, tuo de 105 rel do on- da de ro. tas vo as ra de Marx constituye implicitamente una de las primeras de esas ho- mologias) al menos en cinco siglos. Sin embargo, quisiera insistir en que en su manera de entender el signo, Dante es, a la vez, amplia- mente precapitalista y ligeramente, aunque de una manera decisiva, protocapitalista. Por un lado, el signo en este pasaje se caracteriza como un medio de intercambio y circulacién, y, a! como Marx explica detalladamente en los Grundrisse, mientras el dinero no sea mas que un medio de intercambio y circulacion —es decir, en tanto que el di- nero no se haya convertido en una forma independiente y general de riqueza—, nos hallamos todavia dentro de los modos de produccién precapitalistas.'” Por otro lado, hay aqui una caracteristica especifica del signo que ya insintia esta futura evolucién en la forma dinero: el signo fluctiia en una zona de indistincidn entre el cuerpo y el espiritu. Para aclarar este ultimo punto, quisiera citar la sucinta y convincente tesis de Kiarina Kordela sobre el advenimiento de una modernidad capitalista laica: La Antigtiedad y todas las posteriores épocas preseculares de la teocracia helenistica y medieval estuvieron organizadas, aunque de manera diferente, en torno a una misma y persistente oposicién de la materia respecto al espiritu. La era secular de la modernidad capitalis ta, en cambio, se constituye en torno a una oposicién radicalmente nueva, la de la materia respecto al valor, El desplazamiento del espirita a través de la funcién laica de! valor comporta una expansién imprevis- ta del ambito de la representacién, en la medida en que el valor es un simbolo inmaterial, abstracto, que se determina a través de su relacién diferencial con todos los demas sim!solos homogéneos. Mientras el es- piritu se podia manifestar s6lo en la Palabra, el valor en cambio tiene dos manifestaciones: una semidntica, como la palabra o el significante que representa el concepto que designa una cosa; y otra econdrica, como el equivalente del valor de cambio que representa el valor pert nente de una cosa (mercancia), El advenimiento del capitalismo secu- lar equivale ala transformacién de la economia en un sistema de repre- sentaci6n.'® El signo del que habla Dante es central al menos en dos sentidos: vive y media no s6lo entre la materia y el espiritu, sino también entre dos épocas caracterizadas, respectivamente, por la oposicidn teocrati- ca de la materia y el espiritu, y la oposici6n secular entre la materia y el valor. En el signo del que habla Dante se vislumbra un posible tercer término, capaz de deshacer la oposicién entre la materia y el espiritu desde deniro, al poner de manifiesto su contradiccién y al hacerla, en Ultima instancia, insostenible. En el contexto de este paradigma, mate- ria y espiritu, por definicion, no tienen nada en comin y no se comuni- can, y el signo, sin embargo, participa de lo uno y lo otro, y posibilita sus intercambios, es decir, la circulaci6n del significado o del valor se mantico diferencial. Dicho sea de paso, el hecho de que Dante, al plan: tearse el problema de explicar cémo Adan aprendié a hablar, se limite a afirmar que Dios le otorgé el uso de la lengua y que la palabra divina no tiene nada que ver con lo que Ilamariamos «lengua», demuestra las dificultades que plantea esta contradi mn.” En resumen, el signo del que habla Dante es uno de los precursores y una de las manifestaciones prototipicas de ese simbolo secular, capitalista, abstracto, diferencial y autorreferencial del valor que a la larga iba a desplazar por completo al espiritu y marcaria el inicio de una modernidad desalentadora, que en gran medida todavia permanece con nosotros." Volvamos ahora a las intuiciones de Dante en relacion con Ia lengua verndcula como constitutiva de un potencial y de una practica comu- nes de la lengua. A partir de estos tres primeros momentos en la con- ceptualizacién de lo comin podemos empezar ya a sacar tres conclu- siones que, aunque provisionales, guardan cierta relacién entre sf. En primer lugar, lo comiin se define seguin dos categorias aristotélicas funda- mentales: la potencia y el acto. Imbuido desde sus inicios por la filosofia averroista —cuyas profundas aportaciones a la reelaboraci6n de la problematica atistotélica son conocidas y se hallan bien documenta- das—, lo comiin abarca dos elementos 0 aspectos afines: lo comin, al ser a la vez potencia y acto, vive una doble vida. Dicho de otro modo, es fundamental hacer hincapié en que para Dante aquello que tienen en coméin los seres humanos es una capacidad compartida para el pen- samiento y el lenguaje, asi como el proceso colectivo de realizacién de esa capacidad potencial: /o comin nos precede tanto como nosotros lo precedemos, nos hace en igual medida y al mismo tiempo que nosotros Jo hacemos. En segundo lugar, dadas las intimas relaciones con el pen- samiento, con la lengua y con sus modalidades de transmisién y circu- =e amoanoraanasaove 38 o< 5a sae yel ‘cet rita ven ate- ani- ilita ose. lan- nite vina as del wes ialy voal cen sofia lela :nta- n,al odo, nen pen nde 08 lo, tros Den- rcu- lacién, lo comin se define en términos de comunicacion y no en térmi- nos de comunidad. Efectivamente, en la medida en que la comunicacién se entiende —tanto en sus formas semanticas como en las que no son semanticas— como un proceso colectivo de cooperacién de los poten- os coMUNES, II proceso que necesatia- ciales intelectuales y lingitisti mente entraiia la movilizacién del género humano en su tetalidad, en nm esa misma medida es también el proceso que menoscaba la condi de posibilidad para la aparicién tanto de individualidades distintas, discretas y unitarias, como de comunidades separadas, particulares y homogéneas."” (Vale la pena sefialar que mas que seménticos, en el caso de Dante, los primeros ejemplos de comunicacién lingiiistica son no seménticos, performativos mas que constatativos. De acuerdo con e] mito que Dante refiere cuando trata de los orfgenes del lenguaje, la primera palabra que Adan profirié fue «jDios!», exclamada como un «grito de juibilo», mientras que después de la Caida la primera expre- sién de todo ser humano es «jAy de mi!», una exclamacién de sufri- miento y dolor. Esto significa que para Dante la expresién del afecto, inch es sdlo colectiva, impersonal y caracteristica de la extimité, sino que se sive aquella que parece ser la mas solitaria, personal ¢ intima, no debe entender como parte inherente de la comunicacién y de fo co- mtin.)* En definitiva, lo coin (entendido a la vez como la causa y el efecto de la comunicacién intelectual, lingiiistica y afectiva) y la comu- nidad (entendida como Gemeinschaft) no son sdlo mutuamente exclu- yentes, sino profundamente antagénicos. En tercer lugar, este tipo de conceptualizacién de lo comin surge y es sintomatico de cierto tipo de universalismo herético, protosecular, racionalista y medieval, tanto cristiano como islamico. Para bien 0 para mal, lo contin se define desde un principio como un conceptu universalista" Dificilmente cabe pensar que sea una coincidencia que uno de los intentos mas recientes y mas exhaustivos de generar un concepto de lo comin, me refiero ala obra de Michael Hardt y Antonio Negri, Mulii- tud, guarde una sorprendente semejanza con las intuiciones iniciales de Dante, ya que en filosofia, al igual que sucede en la amistad, a cada uno se le brinda la oportunidad de crear, conforme al principio de las afinidades electivas, su propia «familian. Este tipo de afinidades son electivas en varios sentidos. Siempre me ha parecido algo incierta la

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