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MUCK MCC aa SM PA ky Coa dcosraiia ARNE EMR Ue fH Ariel Geografia a! INTRODUCCION HISTORIA E HISTORIAS DE LA GEOGRAFIA Hasta fechas muy recientes el interés por el desarrollo de Ia geografia hha sido escaso, Las historias de la geografia han sido obras esporddicas. Este desinterés tiene que ver con una disciplina en la que ha primado y pri ma el empirismo y en la que la reflexién sobre sus fundamentos tedricos y sus antecedentes, como cultura y practica del espacio, ha tenido escaso eco. Los gedgrafos comparten una difusa mitologia para uso propio, en toro a algunos personajes Humboldt, Ritter, Ratzel, Vidal de la Blache, Hettner, entre otros—, y ciertos lugares comunes: determinismo y posibilismo, el cardcter de disciplina puente, la geografia como sintesis. Una y otros han sido transmitidos de generaci6n en generacion, sin mayor preocupacién critica (Glick, 1994), Por otra parte, la generalidad de estas historias, siguiendo en ello la pauta excepcional de A. de Humboldt, representa més bien una colecta del saber y de las précticas sobre el espacio de las distintas sociedades huma- nas —de hecho, de las sociedades europeas— a lo largo del tiempo (Hum- boldt, 1836-1839). La historia de la geografia se ha contemplado como la istoria de los viajes, de los descubrimientos, de la cartografia y represen- tacidn grafica de la superficie terrestre, del saber astronémico y cosmogri- fico, entre otros muchos aspectos. Y se ha contemplado, también, como la relacién de los personajes vinculados con esas actividades y sus biografias. Se proyecta, sobre los tiempos pasados, el perfil de ia geograffa mo- derma y se encasillan las obras del pasado en los marcos conceptuales del presente, como geografia fisica o climatologfa, bien geografia regional o jen geografia general, en un ejercicio de llamativo anacronismo, del que hay numerosos ejemplos (Pédech, 1976). Convierten en gedgrafos a cuan- tos, en sus obras o escritos, aludieran a elementos considerados, hoy, como objeto de la geografia. Lo que llevar a catalogar como gedgrafos a los au- tores de relatos de viajes y de historias 0 erénicas, lo mismo que a explora- dores y navegantes, y recopiladores enciclopedistas. El interés por la historia, desde una perspectiva renovada, surge en el Ambito de los modernos enfoques sobre el desarrollo de la ciencia, es decir, en el campo de la historia de las ciencias. El estimulo proviene de las cre- cientes preocupaciones, de carfcter epistemol6gico y tedrico, que surgen entre los ge6grafos en el decenio de 1970, Proviene también de la influen- cia de la historia del conocimiento cientifico. 14 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA Aparece como una necesidad de facilitar la reflexi6n sobre el lugar de la geografia, como campo de conocimiento, entre las ciencias y disciplinas actuales. Y se aborda desde la consideracién de su papel ante los problemas mas relevantes en la sociedad de hoy. El creciente numero de obras que tic- nen como objeto el desarrollo tedrico de la disciplina y las diversas con- cepciones y filosofias que sustentan el trabajo de los gedgrafos distingue la clapa mas reciente. En realidad, desde hace apenas un cuarto de siglo. Una perspectiva que caracteriza las aproximaciones mas recientes a la historia del pensamicnto geografico (Capel, 1981; Gémez, Ortega y Mufioz, 1982; Stoddart, 1986; Livingstone, 1992; Glick, 1994; Peet, 1998). 1, Las historias de la geografia Los geégrafos contemplan la historia de la disciplina desde postulados no coincidentes. No existe una historia de la geografia sino «historias» de la geografia. Este cardcter plural de la historia de la geografia no es la con- secuencia de la diversidad de autores sino de la diversidad de concepciones que subyacen cn las obras que abordan su desarrollo histérico. Concepciones que divergen en la definicién temporal de la geograiia, en el entendimiento de su naturaleza y cardcter, y que difieren en la propia consideracién de lo que se entiende por historia, Para unos, una historia como mera crénica de acontecimientos y, en su caso, de biografias, como luna sucesién de personajes sobresalientes. Para otros, una historia de ideas, en que priman las filosoffas, y en la que las singularidades tienen un ca- racler secundario. En unos casos, se trata de una historia inerna, que se re- suelve en el limitado horizonte de la propia geografia. En otros, se aborda como una historia externa, que ubica el desarrollo de la geograffa y sus pro- Dlemas, en el marco de la cultura cientifica y de la sociedad. Bajo estas aproximaciones, un entendimiento no coincidente de lo que se entiende por geograffa. El vocablo no significa lo mismo para todos los usuarios y tiene una amplia variedad de acepciones 0 aplicaciones. La geo- arafia y lo geografico pertenecen al acervo de la disciplina de este nombre, pero también al caudal cultural. Los propios gedgratos difieren en su en tendimiento del significado del término. 1.1, GEOGRAFIA, TRADICION ¥ MODERNIDAD El término geografia es polisémico. Se utiliza con acepciones distintas. Identifica, en primer lugar, una disciplina académica. Se emplea, también, ara identificar el objeto de esta disciplina con un significado equivalente a espacio o territorio, uso extendido en el habla medidtica, con expresiones del tipo de «por toda la geografia espaftola», para referirse a todo el territorio patil, Empleo que compart los propios sedrafos, sobre todo en el di to anglosajén, doride se puede hablar del «poder de la geogralia» salt el papel dl tertorio o espacio en el mundo moderne, (Welch 198s), INTRODUCCION: HISTORIA E HISTORIAS DE LA GEOGRAFIA 15 El término geografia identifica también un saber y cultura sobre el es- pacio, al margen del saber académico, a veces denominado geografia para- lela, Por iiltimo, se aplica la palabra geograffa para referirse a las précticas espaciales, que acompafian el desarrollo humano, y se habla de la «geogra- fia de los igenieros» o la «geogratfa de los estados mayores». Se utiliza, in- cluso, para identificar el colectivo profesional dedicado al cultivo de esta disciplina (Lacoste, 1976). Polisemia que contribuye a la confusion y que hace diffcil acotar el campo histérico de la geografia. La confusién se produce, en primer lugar, respecto de la profundidad hist6rica de este saber. El cardcter milenario del término, procedente de la tradicién cultural del saber geogréfico, arraigado en la herencia griega, con mas de dos milenios, se confunde con la breve historia de una disciplina cientifica que llamamos también geogratia. ‘La confusién se reproduce, en segundo término, respecto de la ampli- tud de este saber: La geograffa se identifica con el conjunto de las précticas de carfcter espacial que acompafan la propia naturaleza humana. Con- vierten con ello a la geografia en un saber tan antiguo como la propia hu- manidad. La historia de la geografia no se distingue, en estos enfoques, de la propia historia humana, Viajar, explorar, describir lugares, ubicarlos, ela- borar cartografia o simples esquemas cosmoldgicos, el relato de los viajes, Jos inventarios administrativos de carécter territorial, quedan incorporados ‘al amplio saco de la geografia. La aproximacién no critica a la historia de la geografia corre el riesgo de confundir estos distintos planos, que s6lo tangencialmente se relacionan. En primer término, el mundo de las experiencias espaciales que, como tal, pertenece a la propia naturaleza humana. En segundo lugar, la esfera de las representaciones espaciales, como ordenacién y racionalizacién de estas ex- periencias: esboza intelectualmente un tipo de representacién social, que los griegos; sus inventores, denominaron geografia. En tercer término, el mundo, mucho més restringido y preciso, del proyecto moderno de integrar ese tipo de experiencias como un campo de conocimiento o episteme, de acuerdo con los términos de la modernidad. Algin autor contempordneo ha empleado los términos «geografia pa- blica» y ugeografia académica», respectivamente, para diferenciar esos pla- nos. Es necesario distinguir los saberes précticos, las propias practicas es- paciales y las representaciones de las mismas que forman parte de la natu- raleza social, del campo de conocimiento. Aquéllos configuran una cultura del espacio, nuestra cultura, occidental, del espacio. El Gltimo, pretende lle- gar a ser una ciencia, un saber riguroso, sobre el espacio. ‘La historia de la geograffa, en sentido propio, hace referencia a tn in- tento persistente de darle rango de ciencia; de incorporarla al conjunto de los conocimientos que tienen esa categoria, aunque se haya hecho, en gene- ral, sin una reflexion consciente sobre el significado de ese objetivo (Curry, 1985), Poco © nada del proceso histérico de la geograffa moderna serfa in- teligible si prescindimos de esta circunstancia: Ia historia de la geografia mo- derna es la historia de un esfuerzo, desde muy diversos frentes, por elevarla ‘ala condicién de ciencia geogrifica, en el marco del pensamiento moderno. 16 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRATIA La geogratia se identifica, en sus caracteres y en sus problemas, con este ultimo; forma parte, en el pleno sentido del término, de lo que se ha llamado la modernidad. Es un producto de esta modernidad, que cristaliza en la segunda mitad del siglo xix. La historia de la geografia es una histo- ria del proceso de construccién de un saber de cardcter cientifico, en el sen- tido que este término adquiere en los tiempos modernos. La construccién de la geografia como disciplina moderna no se pro- duce al margen de los grandes debates sociales que marcan el tiempo de la contemporaneidad, y constituye un producto de este mundo contemporé- neo. No es ajena al mundo de ideas y a los debates que marcan el desarro- lio de la cultura cientifica en este perfodo. Es, por tanto, la historia de un tiempo préximo y de una disciplina modema. Concepeién que no se co- rresponde con la general percepeién de una historia lineal y acumulativa a Jo largo de los siglos, basada en el «remontarse sin término hacia los pri- meros precursores» (Foucault, 1976). El punto de partida de esta obra es la consideracién de la geografia como una disciplina de earécter moderno, fundada hace poco mas de un si- glo, que debe distinguirse de sus antecedentes milenarios y culturales y de las précticas sociales sobre las que trata. Es habitual utilizar el término emoderna» para separar esta disciplina reciente de los saberes pricticos y de la cultura precedentes (Glick, 1994), ‘Lo que llamamos geografia, entendida como disciplina moderna, no es el producto acabado de un esfuerzo o de una iniciativa atribuible a unos au- ores concretos, en un marco espacio temporal preciso, con fecha registra- da de nacimiento. Es la manifestacién de una tensién intelectual y de ml- tiples practicas individuales y colectivas, coincidentes unas, consecutivas otras, que se dilatan en el tiempo, que comparten un objetivo comtin: cons- truir una geografia cientifica. Tras el proceso constructor subyacen las (en- siones y los desgarramientos de la cultura cientifica, de la propia prictica cientifica y de la sociedad. 1.2, LA HISTORIA COMO PROGRESO: HITOS FERSONALES Y ARQUETIPOS Los gedgrafos, durante mucho tiempo, han contemplado Ia historia de la disciplina desde postulados evolutivos, como el discurrir de una corriente uniforme desde los origenes griegos, ¢ incluso con anterioridad, hasta el pre~ sente. Como una marcha progresiva en la que la geogralia se perfecciona, se enriquece y decanta, en un continuado proceso de desarrollo y progreso. Ese progreso se ha identificado con el paulatino 0 répido relleno de los vacios co- rrespondientes a la terra ignota, es decir, con el conocimiento de la configu- racidn de la superficie terrestre, con su representacién cartogrifica. Esta historia de la geografia tiende a confundirse con la historia de la cartograffa, por un lado y, con la de los descubrimientos, por otra. Desde luna perspectiva eurocéntrica, hegeménica durante mucho tiempo, o desde la consideracién de las aportaciones de otras sociedades, en tiempos més recientes. La atencién a las experiencias de los pueblos orientales y a las de INTRODUCCION: HISTORIA E HISTORIAS DE LA GEOGRAFLA 7 otras sociedades de diverso grado de desarrollo material, es un rasgo dis- tintivo de las obras mas recientes, Es una historia configurada como uma erénica de ese progresivo saber sobre el espacio terrestre, desde los tiempos mas remotos hasta el presen- te, contemplado como un proceso sin més solucién de continuidad que los nuevos hallazgos de tierras y las nuevas actitudes o enfoques personaliza- dos en algunos hitos sefteros. La geografia se convierte en un gran saco en el que caben cuantos conocimientos, téenicas, pricticas y saberes hacen re- ferencia al espacio terrestre. Un saco en el que se incluye a las personalidades que han marcado y marcan el discurrir del saber geogrifico, una galeria de retratos en la que participan, por igual, los navegantes, los exploradores, los viajeros y los pro. fesores. Una concepeidn del desarrollo de la geografia que sigue vigente para muchos gedgrafos actuales, en muy distintos contextos (Lacoste, 1976; Olcina, 1997); compartida también en el campo de la historia (Tsioli, 1997). La critica de esta concepcién la hacfa, hace veinte aftos, un ge6graio francés, al denunciar esta propensién a convertir en geografico cuanto hace referencia a la localizacién: «todo acontecimiento se desarrolla en un lugar, todo lo que se refiere al lugar es geografico; luego todo acontecimiento es geogrifico». Argumentacién 0 silogismo que sostiene esa concepcién de una geografia omnicomprensiva (Garnier, 1980). Desde una perspectiva mas selectiva de la geografia, en la que se dis- tingue, dentro del secular desarrollo geogréfico, una etapa moderna, las Pautas de este proceso lineal han sido los hitos personales, las figuras his- (6ricas individuales a las que se atribuye, como protagonistas de los saltos cualitativos que marcan el progreso de la disciplina, el desarrollo de ésta, Vision biografica de la geografia que distingue formulaciones ya tradicio. nales de la historia de esta disciplina, como la del ge6grafo norteamericas no R, Hartshorne, «desde Kant a través de Humboldt y Ritter a Richthofen y Hettners, como apuntaba Stoddart, critico con esta perspectiva, por st marcado cardcter lineal y mecanico (Stoddart, 1986). Puntos de referencia o faros que han facilitado un viaje cémodo por la geografia, desde la seguridad que proporciona esta imagen de una discipli- na hecha, levantada por el esfuerzo de estos representantes sefieros. Con. cepcién que se basa en la atribucion de la geografia al esfuerzo de algunos de esos protagonistas, o generacién de los mismos, que habrian delineado, con trazo maestro, el perfil acabado y perfecto de la materia. Una concep. ccidn que hace de estos personajes los padres de la geografia y que atribuye & sus obras, a sus iniciativas, a su influencia, la configuracion de la disci- plina, vinculada al carisma de tales personalidades (Buttimer, 1980), Es una concepeién que, como resaltaba el mismo Sttodart, se constru- ye a base de chéroes» singulares, descansa sobre una selectiva discrimina- cién que ignora el significado de otros nombres y de su aportacién al mun. do de las ideas, 0 su influencia en ellas (Stoddart, 1986). Aunque el propio Stoddart haya sido criticado por aplicar un rasero selectivo equivalente (Glick, 1994). Historia proclive a la contemplacién de la geografia como la aportacién de iluminados héroes, arquetipos singulares, maestros furrdado- 18 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA yes. Historia que propende a ignorar y condenar al ostracismo, aquellos otros re bres makvistos y mal-ditos. Una historia y una concepcion defendidas Yeede una optica subjetivista, tanto de la historia como de la geograffa. ‘La consideracién de una época clasica en la historia de la geografia, identificada con los tiempos finales del siglo pasado y con el primer tercio fal actual, descubre esta concepcién, Para algunos, desde una situacién ini- gtilen lo que respecta a la geografia moderna, vinculada a ciertos nombres Singulares, los «heroes» de esta historia, que ronda la perfeccién. Una geo grafia «clisicas, de perfles acabados, surge de esta visién. Se construye ¥ eeaenite una imagen de la disciplina geografica como una obra terminada, con perfil definitivo. La geografia como una disciplina concebida y ejecuta- da de una pieza. La idea de perfeccién subyace en este discurso. La geo” Gralia posterior aparece como el desarrollo, no siempre satisfactorio, del le- gado de esta época de esplendor (Ortega Cantero, 1987). Concepeign paraddjicamente compartida por quienes valoran esa épo- ca inicial como un perfodo culminante y por los que oponen, a esa geogra- fin modélica o clésica, la alternativa «moderna», como s{mbolo de un nue Vo estadio de desarrollo, mas acorde con nuestro tiempo. Y, en mayor me- ida, por quienes consideran que la geografia es una disciplina que surge tras la segunda guerra mundial y tiene acento anglosajon. La dicotomfa entre una geografia clisica, pero envejecida, y una geo- grafia «moderna» y renovadora, representa una actitud compartida y mis Bgiente en el campo geografico. Supone oponer la geografia del tiempo pa- sado, por mas excelencia que se le reconozca, a la «moderna». La primera Sino la geografia de otra época, de otro tipo de sociedad, la dltima como Ia geografia del mundo actual; es decir, la oposiciGn de lo anticuado a lo ae- (a sece habitual, asi, oponer en la historia de Ia geografia con este tipo de Cafoque una etapa clisica o tradicional y una etapa moderna o de nueva geografia (Claval, 1974; Vilé Valenti, 1983). ‘Responde a una concepciOn dualista de la geografia, de inspiracién ideoldgica, que identifica la geografia con una determinada «forma» de geo- tralia, desde el punto de vista epistemol6gico. Interpretacién que puede ser Ervmelada, también, como un permanente debate entre dos formas de en- tender la praxis cientifica, que se producen en el Ambito de la ciencia fnodema, y de las que se hace eco de manera continuada la geografia. El proceso de desarrollo de la episteme geogréfica se reduce a una gran confrontacién en el campo de las filosofias cientificas, entre «dos posicio- ‘See cientificas diferentes» (Capel, 1981). Una concepciOn que caracteriza de modo general a los ge6grafos de inspiracién neopositivista. Reducen el de- mnetollo de la disciplina, como el de la propia ciencia en su conjunto, a una confrontacin entre quienes aspiran a un conocimiento de cardcter cien fico sea empirico o analitico— y quienes dan prioridad a la sintesis com- prensiva en el campo social y separan ciencias sociales y naturales (Portu- ali, 1985) En su formulacién més radical, esta concepeién dualista de la historia de la geografia supone situar el origen de la disciplina geografica a partir de 1945 Johnston, 1979). Se identifica con la desarrollada en los paises an- INTRODUCCION: HISTORIA E HISTORIAS DE LA GEOGRAFIA 19 glosajones y con una determinada forma de hacer geograffa (Stoddart, 1986). Lo anterior queda reducido a la condicion de vaga prehistoria o tan: teos exploratorios. Responde a una restrictiva concepcidn de la geografia y de la ciencia identificadas con el método analitico, con las filosoffas del po- sitivismo légico y del racionalismo critico, y con el mundo anglosajén. Des- cubre la importancia del trasfondo filoséfico e ideolégico en la practica ientifica y en la concepcién histérica. ‘Como tal proceso, sin embargo, la historia de la geogratia trata de pro- yyectos, propuestas, esfuerzos multiples y cambiantes, que no puede redu- Cirse @ un momento ni a la aportacién de uno o varios individuos, Se trata de un esfuerzo social en un contexto social y en el marco de una cultura so- cial y cientifica predominante. Las tensiones entre proyectos, entre perso- nas, entre colectivos y entre formas de pensar e ideologfas, forman parte de Ia historia, 1,3, La GHOGRAFIA COMO PROYECTO: IDEAS Y CONTEXTO HISTORICO Un analisis menos subordinado a los esquemas biograficos e ideol6gicos y menos esquematico en su interpretacién, propone la historia de la geogra- ifa como un proceso complejo, nunca acabado, la historia de un conjunto de historias, la de un conflicto, més que la de una solucion. La constitucién y desarrollo de lo que llamamos geografia moderna reposa, desde sus inicios, en proyectos contrapuestos y coexistentes, en un mundo de ideas cuyo ori- gen y decantacién son diversos, y en un marco social e intelectual cambian- te. Las tensiones derivadas de esos orfgenes han permanecido. Por ello la his- toria de la geografia es la de una no terminada y persistente interrogacién, De forma recurrente en el tiempo y en plena contradiccién por tanto con la visién lineal y progresiva habitual, los gedgrafos se preguntan por un Conjunto de cuestiones, que aparecen como el mticleo de sus preocupacio- nes, Al mismo tiempo se incorporan otras nuevas al espectro de las inte- rrogantes geograificas y otras, iniciales y emblematicas en su momento, que- dan en segundo plano 0 son abandonadas. Aunque éstas puedan ser reto- madas de nuevo bajo una nueva perspectiva. Nuevas circunstancias que otorgan, a las viejas ideas, ropajes y significados renovados. La geografia se muestra, en su desarrollo modemo, como un proceso nunca cerrado, como luna recurrente indagacién, como una marcha de sistole y disstole. La historia de la geografia no puede ignorar estas ideas, ni el proceso de su definicion, ni las condiciones en que surgen y cristalizan, o las que determinan su crisis y recuperacion. Ni puede aislar los procesos intelec- twales en que fraguan las ideas hegem6nicas, y las que no lo son, de la si- tuacién social y del contexto cultural en que se producen. La perspectiva histérica y la contextual permiten iluminar y distinguir conceptos ¢ ideas de apariencia similar, y asociar actitudes y planteamien- tos de sedicente originalidad o novedad con sus antecedentes. En este devenir el papel de determinados autores, que aciertan a expre- sar o identificar corrientes de opiniGn o actitudes con amplia recepcién social, 20 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA tiene un valor més sociolégico que cientifico. La existencia de otros autores no menos significados en el debate de las ideas, pero con menos éxito en la aceptacion social, descubre la incidencia de otros factores, de orden ideo- logico y de organizacién de la propia comunidad geogrifica en cada etapa. La consideracién en la historia de la geografia del «contexto», del mun- do de ideas que configura la cultura en que se desenvuelve la disciplina (Berdoulay, 1981); y de la complejidad sociolégica de los agentes que inter- vienen —los ge6gralos y sus instituciones—, caracteriza las aproximaciones més modernas a la historia de la geografia y de las ciencias. El interés por las filosofias que respaldan el pensamiento geografico y por las comunida- des o grupos de carécter profesional, sus estrategias y objetivos, distingue estas aproximaciones a la historia de la geografia. En algunos casos, se les atribuye, a estas comunidades profesionales, un caracter determinante en Ja evolucién de la disciplina geogréfica (Capel, 1977; 1986). Las mis significadas obras de historia de la geografia del «ltimo cisar- to de siglo se caracterizan por esta atencién predominante al marco filos6- fico, te6rico y sociolégico del conocimiento geogréfico. Caracterizan un planteamiento mas abierto de la geografia. Historias que han adquirido un especial desarrollo en el ambito anglosajén. Se insertan, ademas, en un contexto de historia de la ciencia. En este marco de historia de las ciencias, en este enfoque que vincula el desarrollo de la geografia moderna con el entorno cultural y filoséfico, y en esta perspectiva mds interesada por las ideas que por los personajes, se ubiea nuestra obra, Es una historia de la geograffa moderna. Es en Alemania, en la segunda mitad del siglo xix, donde se define el proyecto de construir un campo de conocimiento riguroso sobre saberes y practicas que eran milenarios, Es decir, una ciencia moderna que mantiene el nombre que los griegos dieron a esos saberes y practicas: geografia. El nombre representa un elemento accidental. Tal como sucedi6 en otros cam- pos de conocimiento, pudo mantenerse una denominacién secular y pudo incorporarse otra distinta. La historia de las cicncias muestra cémo deno- ‘minaciones aplicadas en un periodo historico a un determinado campo de conocimiento han sido utilizadas en el mundo moderno para identificar dis- ciplinas por completo distintas. El nombre es lo que, con rigor, une Ja disciplina actual con sus ante- cedentes hist6ricos, con su prehistoria. También la comunidad de intereses sobre el espacio terrestre y una tradicién cultural que reconoce, en esta prehistoria, un esfuerzo inielectual y prictico de excepcional calidad, para ‘comprender, explicar y utilizar la realidad circundante. La consideracién de esta larga trayectoria de siglos representa no tan- (ola historia de la geografia como de sus antecedentes, en el marco de los saberes y pricticas sobre el espacio terrestre, de esas mismas sociedades del pasado. Es el doble atractivo de este pretérito de la geogralfa moderna. Pero debemos considerarlo desde esta doble perspectiva de arqueologia del sal desde la interrogacién sobre cémo se desenvuelven las pricticas y el sa- ber sobre el espacio en Ia historia de la Humanidad y de los esfuerzos por acionalizar este saber de acuerdo con nuevos principios intelectuales PRIMERA PARTE LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS Para muchos ge6grafos, la geografia comprende todo conocimiento relacionado con la superficie terrestre ¢ identifica un saber universal y originario, Para este modo de concebir la geografia y el saber geografico, nuestra disciplina se inicia con la propia naturaleza humana. Viajes, explo- raciones, actuaciones territoriales del poder, desde los primeros tiempos, informaciones de carécter etnogréfico, précticas cartograticas de la més diversa indole y descripciones de lugares, forman parte del acervo geogr4- fico. Son la historia de una geograffa que convierte en gedgrafos a viajeros, reyes, conquistadores, historiadores, informadores, entre otros muchos. No es una concepcién exclusiva de los gedgrafos. Es compartida por la generalidad de los historiadores de la ciencia (Sarton, 1959). Aplican las di- visiones y campos de la geografia moderna a las obras del pasado. Con- vierten en ge6grafos fisicos a los que trataron cuestiones del entorno na- tural, Transforman en geégrafos regionales a los que enumeran los paises regiones y ciudades de otras épocas. Incluyen en la némina geografica a astrénomos, cosmégrafos, conquistadores y estrategas: desde Herodoto a Julio César (Nougier, 1967). En esta concepcién de la geografia late una doble confusién 0 ambi- guedad. Se confunde la geografia como disciplina, propia de nuestra época ‘con el saber sobre el espacio, universal y atemporal. Se confunde la geo- grafia como disciplina, como reflexién y como método de andlisis, con la practica espacial propia de la especie humana. Hacer infraestructuras, crear y ordenar espacios productivos, estable- cer normas urbanisticas, modificar los paisajes, acondicionar areas con fun- ciones sociales especificas, delimitar y separar territorios, ejercer el domi- nio sobre los mismos, son actividades espaciales que, de acuerdo con Ja época histérica que se considere, forman parte de la naturaleza social de la especie humana. Son pricticas espaciales. Construyen espacios, produ- cen paisajes, elaboran, por tanto, Io que es el objeto de la geografia. Pero no son geografia. Este tipo de concepcién confunde la geograffa con su objeto En torno a estas pricticas, todas las sociedades han elaborado wna cul- tura del espacio. Orientarse, ubicar los territorios, ordenarlos, deseribirlos, establecer relaciones, més o menos precisas, de los elementos que constitu yen un territorio, de los recursos apreciados en el mismo, son précticas que han decantado, en cada sociedad, una cierta imagen del espacio, una imago ‘mundi. Han producido un saber sobre el espacio, de cardcter esponténeo. Definir un campo de representacién para los saberes y practicas espa- ciales no logra decantarse con nitidez. de estos mismos saberes y précticas. Es un rasgo destacado de algunas culturas en particular, en las que se pro- 24 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA duce una reflexidn intelectual sobre ese saber. El caso mas sobresaliente co- sresponde con la cultura griega clasica. Hizo de esta sabiduria un Ambito de reflexion. Es lo que otorga su especial atractivo a la época griega clasi- ca en la que se imagina un espacio intelectual para la misma, al que dieron, incluso, nombre: geografia. Identificaron y acotaron un drea de reflexién intelectual sobre el espa- cio terrestre. En relacidn con él propusieron no sélo el nombre sino milti- ples conceptos, términos, objetivos, perspectivas, curiosidades. Dieron for ma a un tipo de saber; Trascendieron el saber del espacio en un saber so bre el espacio. Eso significa la invencién de la geografia por los griegos cli- sivos. Propusieron una representacidn intelectual del espacio terrestre. La geografia griega identifica esta representacisn. Con ello, proporcionaron los fundamentos para un saber sobre el es- pacio y para una cultura especifica sobre el mismo, Formularon, de forma directa, cuestiones referidas al entorno terrestre e hicieron de éste un obje- to de observacién. Elaboraron conceptos, términos, y enunciaron ideas, hi- potesis, sobre el mismo. Dieron forma a una imagen del mundo que exce- dia de la simple experiencia. Esa propuesta y esa cultura son el fundamen- to de una representacién del mundo que subyace durante milenios en la cultura occidental Desde esta perspectiva, la geografia moderna forma parte de una cul- tura que arraiga y que se identifica con la experiencia griega. Estos vincu- los intelectuales y culturales son los que, por una parte, explican la habitual tendencia a confundir la geografia moderna con sus antecedentes o prece- dentes, y por otra justifican la consideracién de esta tradici6n por parte de los gedgrafos. No como historia de la geograffa, sino como una aproxima- cién a las formas historicas de representacién del mundo y a las concep- ciones intelectuales sobre las que se sustentaban. Se trata de valorar los esfuerzos realizadios por los griegos clisicos y or las sociedades que se reconocen herederas de su legado, para dar for- ma a esa representaci6n del espacio terrestre. Es una gran aventura inte- lectual cuya problemética posee un indudable atractivo e interés. Durante milenios, las sociedades herederas de ese legado clésico mantuvieron una concepeién equivalente. La representacién del mundo, y dentro de ella de la Tierra, constituye el objetivo de lo que los griegos denominaron geogra- fia. Ese objetivo, con otros nombres, persistié a lo largo de la Edad Media yen la Moderna. El fundamento de ese saber es cosmogrifico Es cierto que, a pesar de lo distante de sus postulados, y a pesar de la comunidad del nombre, formularon objetivos y elaboraron conceptos que hos parecen proximos. Tendemos, de forma errénea, a identificarlos con los nuestros, Propendemos a considerar su trabajo como equivalente a la geo. grafia moderna, como una simple etapa en el desarrollo de ésta. Practicas y saberes de cardcter espacial, lo mismo que la cultura geo- grafica que definen los griegos clisicos, forman parte de lo que muchos consideran las tradiciones de la geografia moderna. Esta les debe el nom. bre. Y como tal geografia pertenece a una cultura de la representacion del espacio terresire, Sin embargo, la geografia moderna no es una disciplina LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS. 25 cosmografica ni se define en el marco de una representacién del mundo 0 de Ja Tierra, La geograffa moderna se perfila, en el marco de las ciencias modernas, como una disciplina de explicacién. El trénsito de la represen- tacién a la explicacién constituye un cambio sustancial, vinculado a nuevas perspectivas intelectuales. Sin confundir la naturaleza de los antecedentes intelectuales y tradi- ciones con la geografia moderna, su andlisis esta justificado si evitamos las trampas de las tradiciones (Foucault, 1982). Es decir, si salvamos la ten- dencia a prolongar nuestros saberes en el mas lejano pasado en busca de una genealogfa, Como destacaba este autor, son mas importantes las rup- turas que las continuidades aparentes, ‘Jo largo de miles de aftos, la cultura del espacio se desarrolla sobre las précticas y saberes vinculados al uso del mismo y sobre un esfuerzo in- telectual por representar la Tierra en el marco de una concepeién especifi- ca del mundo cosmos, de una imago mundi CapfruLo 1 DE LAS PRACTICAS ESPACIALES AL SABER SOBRE EL ESPACIO Cada sociedad y cada comunidad pose y ejercita un saber 0 conoci- miento del espacio, que surge en el proceso de transformacién de la natu- raleza inherente a la propia reproduccién social. Es un conocimiento préc- tico del entorno, de sus cualidades fisicas, de su diferenciacién en lugares y en reas, identificados como elocalidades» o «sitios» distintos, reconoci- dos, denominados; es, al mismo tiempo, un conocimiento representativo, por el que las sociedades humanas proyectan y modelan el espacio de acuerdo a representaciones sociales, que manifiestan las estructuras del es- pacio surgidas de la prictica humana, a las que el lenguaje y la representa- cin mental permiten dar consistencia. Es un conocimiento y practica territorial, en la medida en que cada co- munidad y sus individuos tienen una relacion de dominio sobre ese entor- no, Diferencian una parte del mismo como propia, estableciendo limites ob- jetivos o mentales que la separa, e identificando ast los distintos territorios, tanto el propio como los ajenos, que son reconocidos y denominados. Si- tios, lugares, territorios, forman parte de un espacio de relaciones cuyo cen- tro es, por lo general, el propio niicleo de la comunidad, y respecto del cual todos esos otros puntos, lugares, territorios, aparecen localizados, estin uubicados, forman parte de una representacién mental compartida en la co- munidad social, Es un saber del espacio que arraiga en una préctica espa- cial que se confunde con la propia naturaleza humana, 1, El saber del espacio: situarse y orientarse En ambitos dispares en el espacio, en el tiempo y desde una perspec- tiva cultural, las practicas y representaciones espaciales son coincidentes, Hay una llamativa confluencia cultural, en este caso en relacién con la re- presentacién del espacio. Este es dominado, aprehendido, mediante una imagen global que contrapone el lugar propio, en un sentido fisico y en tuna dimensién cultural o étnica, a lo que es exterior 0 ajeno. El «centro» se identifica con el espacio propio: la expresién zhonghua significa, en chino, LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 29 El mismo principio tienen los arabes, como se induce de que wianuh (Sur) significa, etimolégicamente, “lado”, en relacién con la orientacion gue los arabes realizaban hacia Oriente, y que el mundo musulman susti- tuye por la de La Meca, con efectos coincidentes» (King, 1997). El Medio. dia, es decir, el Sur, es el que queda en un lado, el derecho. Por ello, denominaban barih, es decir, «izquierdo», al Septentrién. Ademés de em. plear como referencia las estrellas més significativas, como la Osa Mayor (Banat Na’s) y Canopo (Suhayl), para identificar, el Artico o Norte y el Me- diodfa.o Sur El recurso a la salida y puesta del Sol para establecer el eje esencial de Ja orientacién y de los puntos cardinales constituye un rasgo comtin de to- das las culturas. Como suele serio el empleo complementario de la posicién meridiana del Sol para indicar el mediodia, nuestro Sut, y Ia referencia a Jas constelaciones polares para identificar el Norte, conocido como Arctos en Grecia, en referencia a la constelacién de la Osa, 0 de Septentrién, em- pleada por los latinos, que indica la posicion de la constelacién del Carro, ‘equivalente a la anterior, 2. Medi y limitar: el saber territorial La ubicacién y orientacién suponen un dominio del espacio que, en cierta manera, como destacan los mayas, supone su existencia, Dominio que se manifiesta a través de la medida que, a su vez, supone Ia creaciéi del espacio: «para que un espacio exista deber ser mensurable y medido, A imagen de los dioses que han concebido el universo dandole limites y fronteras... el hombre no puede aprehender el espacio que le rodea sino con Iimites». Poner términos, establecer limites, definir fronteras, constituyen las practicas territoriales basicas en las sociedades humanas, en la medida en que éstas se identifican por su territorio. Delimitar y medir constituyen dos practicas esenciales desde el punto de vista geografico; son dos practi. cas espaciales. 2.1, EL DoMiMto EL Espacto Medir constituye una préctica esencial en el dominio del espacio y en la consolidacién del territorio. Medir es una forma de apropiacién que es- tablece las dimensiones territoriales y que facilita la representacién social del espacio dominado. Lo que no esta medido es, en cierto modo, ajeno, es lo desconocido: «Un espacio no medido es un espacio hostil, amenazador, inhumano. Antes de que los dioses dieran al mundo medidas, no habia nada dotado de existencia, Solamente habia inmovilidad y silencio en la oscuri- dad, en la noche», segin expresa el Popol-Vuh de los indigenas precolom. binos (Musset, 1985). Este saber forma parte de la cultura universal en la medida en que se fundamenta en practicas que acompafian el proceso de dominio sobre 30 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA la Naturaleza y de construccion del espacio humano desde las més pri- mitivas formas de organizacién social. Las redes de caminos, las marcas que sefialan las distancias, los hitos que identifican el territorio como puntos de referencia simbélica o funcional, mugas, términos, fines, cons- tituyen componentes basicos de Ia construccién del espacio individual y de las representaciones espaciales que cada comunidad 0 sociedad pose. Aparecen en todos los estadios del desarrollo humano, con mayor o me- nor evidencia. De la misma manera que los distintos elementos del territorio que con- tribuyen a individualizar éste, como son cursos y masas de agua, relieves destacados, masas de vegetacién, segtin atestigua ja persistencia de los nom- bres de estos elementos, muchos de los cuales descubren capas profundas de la ocupacién del territorio. Componen un saber basico, es decir, una for- ma de ordenar los conocimientos y experiencias espaciales, en muchos ca- sos bajo formas mAgicas, como espacio de los dioses 0 héroes. El saber territorial comprende también el conocimiento de los demas grupos étnicos, tanto de los més inmediiatos como de los alejados, que con- figuran el espacio conocido, con sus recursos y tensiones. Conocimiento prictico y funcional en el caso de Jos inmediatos, en cuanto las relaciones con ellos forman parte de la supervivencia del grupo. Conocimiento vincu- lado a la curiosidad humana en lo que se refiere a los grupos 0 comunida- des més alejadas de las que atrae, sobre todo, el exotismo, es decir; las di- ferencias respecto a la propia identidad. Diferencias que se refieren tanto a los grupos comunidades, respec- to alo aparentemente anémalo de los mismos, en sus rasgos fisicos o en sus hébitos, como a sus territorios, en la medida en que éstos pueden dife- rir, en sus cualidades 0 caracteristicas de los que son habituales, de los pro- pios. El interés por la diferencia, la curiosidad por el otro desconocido, e deslumbramiento ante Jo inhabitual 0 excepcional, sustentan a lo largo de los siglos, con distintos pretextos, este saber territorial. 2.2. SABER UTIL, SABER POLITICO Este tipo de saber, que s¢ reconoce en todas las sociedades y grupos humanos, tiene un carécter cultural y un valor politico. Valor politico por- que este conocimiento facilita las reiaciones inter-étnicas, sean paciticas 0 conflictivas, y son numerosas las referencias que ponen de maniliesto el in- terés del poder por este saber sobre los territorios, propios y ajenos. Es He- rodoto el que sefiala la actividad exploratoria promovida por determinados mandatarios en el mundo antiguo, en Egipto, para adquirir informacién so- bre la costa eritrea y persa; sabemos de las iniciativas de Alejandro para el conocimiento de las tierras orientales, hacia el Indo, y el recurso a los in- formes directos sobre esas tierras desconocidas 0 mal conocidas. El saber espacial es un saber util en las relaciones con los ajenos, porque allanan el contacto beneficioso con ellos, facilitan las posibles operaciones de apro- piacidn o control, reducen los costos de tales acciones, permiten ampliar e! LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 31 radio de influencia y relacién. Se ha dicho de forma simplificadora, pero certera, que tal saber sirve para chacer la guerra» (Lacoste, 1976). ‘Otros son evidentes, aunque no se presenten bajo esa perspectiva, como resulta de los viajes o periplos de los fenicios y cartagineses hacia el Occidente, por costas ibéricas y africanas, que desbordaron por el Altléntico, tanto hacia el Norte como hacia el Sur, en relacién con estrate- gias de poder y dominio, como demuestra el cardcter secreto 0 confiden- cial que tuvieron estos viajes; estrategia en la que participaron también los propios griegos. De igual modo que las muestran los chinos en el perfodo medieval, con sus periplos por el océano Indico y las costas africanas, ex- presién del desarrollo de las pricticas espaciales en el mbito del estado oriental Lo que distingue la tradicion china es la excepcfonal acumulacién de conocimientos de carécter espacial vinculada con la administracién del Es- tado y la notable perfeccién que adquiere la representacién gréfica, es de- cir, el mapa 0 carta, en esta labor de control territorial. La organizacién del conocimiento espacial en relacién con la gestién y administracién territo- rial propia de un Estado alcanza un alto grado de eficacia desde fechas muy tempranas. Una buena parte de esa informacién corresponde con el interés por conocer el territorio propio en orden a asegurar recursos para el poder ¥ va asociada a la gestién de los tributos en el Ambito chino, en el marco de una sociedad agraria de fuerte arraigo, que utiliza el riego como un ele- mento clave de la explotacién y organizacién del espacio. El Yai Kung constituye el primero de estos informes de base tributaria, como indica su propio nombre (Tributo de Ya), verdadero catélogo del te- vitorio correspondiente al Imperio Chou, elaborado en el siglo v antes de nuestra Era, Otras obras pasteriores son equiparables, como los denomina- dos Chit Kung Thu, asi como las «topografias» locales, unas y otras carac- terizadas por la consideracién de los caracteres fisicos, recursos y otros componentes del territorio (Needham y Wang, 1959), ‘tra parte coincide con lo que constituye una literatura, casi universal, la de los viajes, periplos, itinerarios, que se inician muy pronto en China, ‘como las denorinadas Shan Hai Ching iniciadas en el siglo 1v antes de la Era, que difieren poco de la literatura equivalente occidental ¢ islamica, de similar tematica viajera e itineraria, De igual modo que las obras mas uti- litarias de las descripciones costeras y fluviales, como los Iamados Shui Ching. As{ como las topografias o descripciones locales dedicadas a grandes ¥ pequeitos territorios y de las grandes obras descriptivas, del tipo de las de- nominadas corograflas en la tradicién occidental, representan instrumentos de dominio al servicio del poder. La continuidad del Estado a lo largo de siglos facilité la de las pricti- cas territoriales y el del saber del espacio, que permitieron en China un de- sarrollo més coherente, en el tiempo, de la representacién del espacio te- rrestre. De ahi el que se le atribuya el empleo de técnicas cartogréficas, con ‘un avance significativo respecto del mundo occidental, en la representacién cartogrifica. El denominado ¥i Chi Thu, grabado en piedra en 1137, pero que puede proceder del siglo x1, proporciona una imagen de gran precisién 2 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA del contorno litoral y extraordinaria de la red hidrogréfica china: «la obra cartografica mas sobresaliente de esta época en cualquier cultura» (Need- ham y Wang, 1959). Es una obra andnima, realizada a partir de una minuciosa malla orto- gonal de coordenadas de tipo cartesiano, a diferencia del atlas o mapa de China de 1311, conocido como Kuang Vi Tit, que se identifica con la labor de Shu Su Pén, compilador de la informacién y cartografia acumuladas hasta entonces, durante la dinastfa mongol, al que se le reconoce una cali- dad y precision sin comparacién posible con la muy deficiente cartografi en cuanto a concepcién, representacién ¢ informacién, imperantes en el mundo occidental en la misma época. Sin embargo, estas obras no son sino la culminacién de una larga, mi- Jenaria, tradicién cartogréfica, referida tanto al territorio y sus recursos, en general, como al espacio urbano, cuyos inicios se remontan al segundo mi- Tenio antes de la Era cristiana, Los numerosos testimonios de esta labor car- tografica, precisa, minuciosa, en la que se consigna la red fluvial, el con- tomo de las costas, los accidentes del relieve, los micleos de poblacién, las vias de comunicaciOn, con indicaciones de sus unidades tributarias, y otras, informaciones de interés administrativo, muestran los logros alcanzados en este ramo, tan vinculado con la geogratia, Ponen de manifiesto un considerable adelanto respecto del mundo oc- cidental, en relacin con contextos socioeconémicos muy diferentes: la es- table sociedad agraria china del arrozal, terricola, vinculada al uso del agua, frente a las sociedades mediterréneas, de base agraria més aleatoria, de no- table movilidad, con recurso permanente al cambio y al desplazamiento maritimo (Chiang-Siang, 1980). Factores que ayudan a entender la preci- sién de las representaciones territoriales chinas, la escrupulosa cartografia catastral y urbana, #] contraste con la preocupacién preferente del mundo occidental por la forma y dimensiones del mundo, por los contornos litorales, por la determinacién de la posicién de los lugares, por la elaboracién de un mé- todo de representacién, vinculada con la latitud y longitud, es claro (Cheng-Siang, 1980). De forma paraddjica, Ia mayor precisién Ia logran los minuciosos cartégrafos chinos, circunscritos al propio territorio y sus aledafios més inmediatos, Recurren como método de representacion al empleo de una malla ortogonal 0 cuadricula, que les permite un traslado de gran fidelidad, en el plano, del espacio real. Una técnica propia de la pintura que otorga a los productos cartograficos chinos una admirable imagen moderna, ‘Tiene un cardcter cultural porque este complejo conjunto de informa- ciones practicas y representaciones constituyen un sedimento compartido y transmitido socialmente, que contribuye a identificar al grupo o comuni- dad, a diferenciarlo de las otras comunidades; le proporciona un marco de entendimiento del propio territorio y de su integracién en los espacios mas extensos en los que se encuentra ubicado, de los que se hace consciente, y de los que posee tna aproximada imagen, mas 0 menos perfecta o precisa segiin los tiempos. LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GROGRAFICAS 3B Asentarse, controlar y dominar el espacio, apropiarse de una parte de 1, es decir, convertirlo en territorio, utilizar sus recursos dispersos, ubicar- se, situar los componentes, fisicos 0 humanos, mas relevantes de ese terri- torio, hitos o marcas que verifican la pertenencia y que facilitan la identifi- cacién, han sido pricticas habituales del poder. Establecer los rasgos bési- cos equivalentes de quienes son parte de ese espacio en territorios propios, forma parte de la misma cultura y practicas, cuyo armamento esencial se transmite de generacién en generacién, como el propio idioma. Ordenar e60s espacios y practicas en una representacién del mundo también es uni- versal y forma parte de estos saberes. Lo que difiere de una sociedad 2 otra, de una comunidad a otra, es la representacién que cada una construye para encajar todos los elementos de que dispone, y la jerarquia y posicién que atribuye a cada uno, La univer salidad de este tipo de saber, y de estas representaciones, en cuanto apare- cen desde muy antiguo y parecen consustanciales a la sociedad humana ¥ se manifiesta en la totalidad de las sociedades histéricas, no ha supuesto un equivalente proyecto intelectual de racionalizacién y conceptualizacién con cardcter universal. Es el rasgo que singulariza la experiencia griega. Hacer de la representacién del mundo un objeto intelectual en el marco de la fi- losofia natural, marca un trénsito fundamental del saber del espacio a la re- presentacién del espacio a la representaci6n de la Tierra. Captruto 2 LA INVENCION DEL SABER GEOGRAFICO Los griegos de época clasica convierten este saber practico del espacio en luna representacion del espacio, Inventan —es decir, descubren— esta repre- sentaci6n del espacio terrestre, Crean una cultura que se distingue del simple saber espacial, de caracter prictico, que podemos identificar en todas la so- ciedades humanas, y sobre el cual se eleva la construccién intelectual de los sriegos. Ellos configuran el primer esfuerzo de representacion del mundo, mas alls de la simple cultura préctica. Los griegos le dan un nombre: geografia. Esta representacién es una invencién griega. Una mas de las que sur gen en los siglos magicos del pensamiento clasico, sobre la que se constru- ye un cultura del espacio. Convirtieron el universal saber del espacio en un saber sobre el espacio. Los griegos descubren este objeto porque fmaginan una representacién de la realidad, es decir, del entorno conocido, mas allé de la percepcién etnocén- trica, para identificar y acotar este saber reflexivo sobre la Tierra como ob- jeto. Ideaban y trataban de darle objeto y objetivos de acuerdo con las ne- cesidades précticas y exigencias sociales de la época en que se produce, a partir del siglo 1v antes de nuestra Era, E] esfuerzo por definir esta representacién, por dotarle de contenidos y perfiles, no produce una geografia en el sentido moderno del término, Los eriegos no crean una disciplina geogréfica, ni establecen un perfil profesio- nal relacionado con ella. No hacen geograifa fisica, ni climatologia, ni geo- grafa urbana o geograffa regional, como algunos autores pretenden, en un ejercicio de notable anacronismo. Los griegos tratan de dar forma, indagan y reflexionan sobre un con- junto de fenémenos que atafien a la Tierra. Lo hacen desde perspectivas muy diversas, en el marco de una eclosién intelectual admirable, caracteri- zada por la curiosidad y por la aproximacién metédica y racional al mun- do de la experiencia, al conjunto del cosmos y a la Naturaleza. Es una nue- va forma de relacién con el mundo, con la naturaleza, Macrocosmos, es de- cir el universo, y microcosms, esto es el hombre y su entorno, forman par- te de ese esfuerzo de representacién del entorno. En ese contexto intelectual, en ese mundo movido por la pasién de co- nocer y caracterizado por la actitud critica, por el método racional, por la se- cularizacion del saber, adquiere sentido la definicién de la geografia como re- LLAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 37 nocidas, con una cierta pretensién racionalista, Convertfa el Mediterraneo, por un iado, y el Nilo y el mar Negro, por otro, en dos ejes perpendiculares Patre sf, Con ellos establecfa unos elementos para ordenar la distribucion Ge las tierras conocidas, que tendrin un gran arraigo en la tradicién occi- Gental, sobre todo medieval. En el marco de una concepcién circular de Ta superficie terrestre, esbozaba una primera imagen de ésta, ‘Es autor, asimismo, de Periegesis, cuyas dos partes estén dedicadas una ‘a Europa y otra a Asia y Africa, en que aparecen rasgos de la curiosidad feflexiva sobre la que se construyen, tanto la geografia como la historia friega, con descripciones del Mediterraneo y Asia meridional, hasta la In- Gia, Experiencia viajera que caracteriza también a Demécrito de Abdera (hacia el 460-370 a. E.) que, segtin parece, la debi exponer en sus nume- rosas obras. FI desarrollo posterior perfilé, de forma progresiva, por vias contra- puestas, el marco de ideas que van a permitir proponer los objetos posibles Fe esta representacién, Autores como Dicearco, Eratéstenes, Hiparco, Po- Seidonio, Estrabén y Ptolomeo, entre otros, van dando perfil y contenido hhasta llegar a identificarlo con un nombre propio. Se trata de un proceso fen el que se desciende de los cielos a la Tierra, al tiempo que se interesan por los fenémenos fisicos y sociales que caracterizan la superficie terrestre ‘Otros autores, sobre todo historiadores, se preocupan por ubiear y des- cribir los territorios, acudiendo para ello a las ideas de Jos filésofos sobre Ia Tierra y el mundo habitado. Los propios filésofos, entre ellos Aristoteles, ‘se sentian atraidos por las cuestiones de la Filosofia de la Naturaleza y, con elias, por los problemas que, mas adelante, identificardn a la geografia ‘Un discipulo'de Aristételes, Dicearco de Mesenia (siglos 1v-it a. E.), es autor de una serie de obras tituladas Acerca de las montaiias det Pelopone- fo. Acerca de los Puertos, Acerca de las islas, Son obras que descubren Ia cre- ‘Gente curiosidad e interés por elementos que atafien a la configuracion de la superficie terrestre. ‘Este autor introdujo el recurso a una linea de referencia en la represen- taci6n cartogréfica del mundo, a modo de paralelo universal, Una linea ex- tendida de Oriente a Occidente, por el Mediterraneo, que pasaba por Rodas las Columnas de Héreules —es decir, el estrecho de Gibraltar— y que divi- Xia al mundo en dos partes, septentrional y meridional. Linea que coincide Gon el paralelo 36” N y que se mantendré como el circulo terrestre de refe- Soncia de la Tierra habitada, para las sociedades occidentales, durante siglos. ‘Muestran una manifiesta preocupacién por definir las dimensiones y forma de la Tierra, los contornos y distancias de las distintas partes que ‘los individualizan y distinguen. Traian de identificar y ubicar los lugares J los pueblos, Procuran localizar, describir y explicar los fendmenos més xelevantes fisicos, productivos 0 sociales, y establecer su organizacién te- rritorial. ‘Los griegos llaman geografia a la representacion grafica de la tierra, de tal modo que podemos identificar Ia geograffa, en sus inicios, con la carto- grafia, Se trataba, en ciltima instancia, de mostrar, de forma gréfica, su ima gen. Eso es lo que denominan hacer geografia (geographein). 38 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA 1.2. La TiERRA COMO IMAGEN Constituye un aspecto decisivo en la invencién geografica, asociada a la obra de Eratéstenes de Cirene (275-194 a. E.). Es un matematico y graméti- ©0, que vive en un periodo transformado por las conquistas de Alejandro. E's- tas habjan dado una nueva dimensién al Ectimene, Eratdstenes de Cirene esta considerado como el primero de los gedgrafos —en sentido estriclo—, el primero en acufiar el término que serviria para identificar este saber, tér- mino que aplicé a una de sus obras, denominada Geografia, en realidad Hy. Pommemata geographica, 0 memorias geogrificas. Este término identifica el objetivo esencial de su trabajo: la elaboracién de una representacién grafica del mundo conocido, que venia a actualizar los conocimientos sobre el en- tomo territorial de los griegos. Tenfa una doble dimension. Partia de la biisqueda de las verdaderas dimensiones de la Tierra, del establecimiento de un medio para ubicar las distintas dreas terrestres, de la medida y distancias de las mismas. Recurria para ello al célculo mate- matico y utilizaba el saber astronémico. En el marco de su tiempo, en el contexto cultural alejandrino, delinea las nuevas perspectivas que la re- presentacién geografica adquirfa. Establece el perfil de una representa- cién del espacio terresire, al mismo tiempo que lo sustentaba de forma logica més que empirica. E inclufa, en ese proyecto de representacién o intura de la tierra, la ubicacién y también una somera caracterizacién de los territorios conocidos. Se Je atribuyen dos obras fundamentales. La primera, referida a las di- mensiones y forma de la Tierra, titulada Anametresis tes ges (La medida de |a tierra); la segunda, Hypomnemata geographica (Memorias geogrdficas), que darfa nombre a este campo del saber griego. Constaba de tres partes, una introduccién historica, una segunda parte de geografia matematica, dedi- cada a la medida de la Tierra y el Ectimene, y una tercera para la presen- taci6n de los territorios (Periegesis). Su obra se convirtié en el punto de referencia para los autores poste- Fiores, desde la perspectiva matemratica y astronémica y desde la perspecti- va territorial. Estimuls la critica y, con ella, el perfeccionamiento metodo- légico y la reflexién, Impuls6 la mejora de esa representacion de la ‘Tierra, en las dos direcciones que esbozaba, la correspondiente a las dimensiones y forma de la Tierra y a Ja de la distribucién y cardcter del Eciimene. El ejemplo més significativo de esta actitud de mejora corresponde con Hiparco de Nicea (194-120 a. E.), un astrénomo y matemético que disfruto de excepcional prestigio en el mundo antiguo y modemno. Se puede decir que él creé la trigonometria y fue el inventor del astrolabio. Trat6 del mo- vimiento del Sol, de la Luna y de las estrellas y establecié la distancia a la Tierra de estos cuerpos celestes. Aplicé sus conocimientos astronémicos y sus excepcionales capacida-~ des matematicas a corregir y mejorar los planteamientos y resultados de Eratéstenes, en Jo referido al método para la ubicacién exacta de los Inga- res de la superficie terrestre. Es uno mas de los que contribuyen también a perfilar la representacion geogrifica. LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 39 Desde una perspectiva geogréfica su principal aportacién serd la intro- duccién de un método ms riguroso para calcular la localizacién exacta de Jos puntos de la superficie terrestre. Lo hace proponiendo el recurso a la lon- gitud y latitud. Es decir, la diferencia horaria entre dos puntos situados en el mismo paralelo, que proporciona la Jongitud, y la inclinacién del Sol en el equinoccio, que establece la latitud. Los conceptos de longitud y lati- tud son conceptos clave para la localizacién y representacion geogratica, que siguen vigentes. Propuso la division del circulo maximo terrestre en 360 partes, cada tuna de la cuales correspondia a un grado terrestre. Cada grado equivalente 2 700 estadios griegos (unos 1.100 metros). Lo utiliz6 para situar a lo largo del meridiano los lugares habitados y para «indicar los fendmenos celestes con respecto a cada lugar». Proporcionaba los fundamentos para una re- presentacion de la superficie terrestre como una malla de paralelos y meri- dianos, sobre la que ubicar los puntos terrestres. Otros autores dirigen su atencién a los fenémenos fisicos, al mundo de la naturaleza inmediata y proyectan la geografia hacia lo que, en términos actuales, son los contenidos de la geografia fisica. Posidonio de Apamea (135-51 a. E.), que escribié Sobre el acéano (Pert Okeanott) y un Estudio so- bre los cuerpos 0 fendmenos celestes, abordaba en su obra las zonas terres- tres, la unidad del océano, las transformaciones de la superficie terrestre y el problema de las mareas. Lo hizo con especial agudeza intelectual y a par- tir de una importante informacién recogida de forma empirica Tiene el especial interés de mostrar una rica informacién de primera mano. Sobre todo, muestra el uso de la teorfa en la interpretacién de los fe- némenos fisicos. Establece como principio la existencia de un vinculo en- tre macrocosmos y microcosmos, entre el mundo celeste y el terrestre. A partir de ella elabora alguna de sus mas notables hipétesis, como la de las mareas. Actitud que tiene que ver con la filosofia en la que se sustenta, es decir, el estoicismo, Es el mismo enfoque que le permite establecer una relacién entre las zonas, 0 «climas», de uso habitual en su época, determinadas por la varia- cién del calor, desde la denominada térrida hasta las polares. EI establece la relacién entre esas zonas y la inclinacién del eje terrestre, y su vincula- cién con solsticios y equinoccios. Esboza una concepcién geogréfica de cardcter territorial, preocupada por definir y establecer espacios diferenciados por el conjunto de elementos fisicos y de lo que hoy llamamos organizacién socioecondmica. Un enfoque de lo geogréfico que complementaba el inicial, mas cartogréfico. Introducfa, junto a los componentes étnicos, habituales en los autores griegos, y que ha- bia desarrollado, sobre todo, Artemidoro, los de rango fisico. Es un aspecto destacado de la obra de Posidonio, en cuanto aproxima la representaci6n ‘geogréfica griega a saberes por los que se preocupa en la actualidad. ‘Tras de todos estos autores resalta la actitud intelectual que caracteriza la cultura y el pensamiento de la Grecia clésica. Una profunda y admirable pa- sién por conocer, por saber, por inquirir, con un talante critico y con un mé- todo racional. Como decfa Plinio, sin emas método que las advertencias de la 40 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA naturaleza» (Plinio, HN, Il; 53). La permanente interrogaci6n sobre la natu- raleza, la progresiva indagacién racional sobre ella, el recurso al método, de- finen las nuevas condiciones intelectuales que hicieron posible establecer los perfiles de un saber critico de la Naturaleza. Entre esos saberes se encuentra Ta que ellos denominan geografia. La geografia de los griegos, en la época clé- sica, identifica una original propuesta de representacion del mundo terrestre, del microcosmos, en el marco de la filosofia natural y del macrocosmos. ‘En el magma de las reflexiones que delinean la Filosofia de la Natu- raleza de los griegos, la construccién de una representacién reconocida, la puesta a punto de un lenguaje, resultan de un largo proceso de varios si- los, Surge de propuestas de distinta indole, de mutuas eriticas, que reco- igen los autores conocidos, de opciones dispares. De ahi el perfil complejo que presenta la llamada geografia en ¢] mundo clésico. Que no podemos identificar con una disciplina, al modo actual, sin caer en un notable ana- cronismo. ‘La formalizacién de una representacién de la Tierra se perfila en una doble direccién: primero, la identificacién de la Tierra como objeto celeste, on el conocimiento de sus dimensiones y su configuracion superficial; se- undo, la consideracién practica de este cuerpo como el soporte o bastidor de la accién humana, el escenario de las actividades humanas. El uno vin- culado a la determinacién de las caracterfsticas de la Tierra, como cuerpo celeste, que distingue la labor de los grandes astrénomos y matematicos griegos. El otro referido a la organizacién territorial de la superficie terres- tre habitada, lo que los griegos denominaron Ecimene. El primero en es- trecha relacién con la Astronomia y el estudio del cosmos y por consi- guiente con el recurso a la Matemética y Geometria. El segundo més cerca de las preocupaciones y andlisis de la Historia y de la praxis politica. ‘La primera representa una de las grandes aportaciones del pensa- mienio racionalista griego y de una actividad de elucubracién y célculo cientifico de excepcional anticipacisn. Se manifiesta en propuestas tan sig- nificativas como la forma esférica de la Tierra y el célculo de sus dimen- siones, muy cercanas a la real. De tales presupuestos derivan las hipétesis sobre diversos fenémenos fisicos de cardcter geosrafico, "Ellos proponen la estructura zonal en torno al Ecuador, asf como la gradacién en climas, o intervalos de latitud. Propuestas o hipotesis, algunas, de indudable osadia, cuya manifiesta contradiccién con las evidencias de la observaci6n cotidiana hizo dificil de aceptar, y sin duda influy6 en su aban- dono posterior. Las hipétesis sobre la esfericidad de la Tierra y la simetria de las zonas respecto del Ecuador se le hacia cuesta arriba a Herodoto. Un autor que no parece un espiritu oscurantista 0 tradicional, ‘La segunda suponfa una propuesta de indudable novedad y eficacia: formalizaba una representacion geografica de la tierra como contenedor y soporte de las acciones humanas. Posefa innegable trascendencia, porque establecfa una relacién entre estos dos components, el espacio terresire y la actividad humana. Hacfa posible analizar o contemplar la actividad hu- mana sobre su escenario, en el sentido mds literal o habitual de represen- tacion, No es una propuesta independiente de la anterior. Estaba ampara- LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS a da por el desarrollo contemporaneo de la geometria por Buclides y por la propuesta del sistema de meridianos y paralelos. Una y otra permitfan una definicién precisa de la escena, y una ubicacién exacta, en teorfa, de los ac- tores en un espacio neutro, La coincidencia de estas aportaciones en el tiempo y con la propuesta de identificar esta representacién del espacio como Geografia garantizaron la consolidacién de esta denominacién y el arraigo de la misma. Fue capaz de sobrevivir a un largo periodo de fragmentacién, aislamiento ¢ incomu- nicacién relativas, que afecta a las sociedades mediterréneas. Lo que los au- tores griegos legaron es un notable y continuado esfuerzo intelectual. Pero sobre todo legaron una imagen, una idea, una representacién de la Tierra en su doble condicion de cuerpo celeste y de espacio de los hombres. Les movia la pasin por el saber: 2, La geografia: la construccién de una imagen para la Tierra El término geografia aparece entre los griegos en el siglo itt antes de la Era, utilizado para identificar la representaci6n gréfica de la Tierra, su ima~ gen o pintura, Este es el sentido que le da Eratéstenes, el primero en utili- zar ese vocablo con ese objetivo. Es el empleo més usual que se mantiene con posterioridad en el mundo antiguo hasta avanzada la edad moderna. La geografia equivale a representacién cartogréfica, de tal modo que hacer geo- graffa equivale a disefiar cartas o mapas (graphonies tas geographias) segin evidencia Gémino (Gémino, 1975). Es la acepcién que utiliza Ptolomeo y por ello es la que se generaliza en el siglo xv1, como muestra Alonso de San- a Cruz, que identifica geografia con pintura Se sustenta en una concepcién de la Tierra, planteada en el siglo v a. E., {que la concibe como un cuerpo esférico, de acuerdo con las observacio- nes que se habian recogido en el andlisis de los eclipses. Y en una técnica de representacién de la superficie del globo mediante un sistema de coorde- nadas, que permitia dividir la superficie terrestre en areas latitudinales, las zonas 0 climatas. Para ello, los griegos habfan tenido que resolver el pro- blema de la determinacién de Ia latitud y longitud, a partir de la observa- cin empirica, de la reflexién tedrica y del ealculo matematico. La curiosi- dad y la reflexién les condujo también a racionalizar sus experiencias del espacio terrestre, sobre todo fisicas, en una serie de imagenes geogréficas, cuya validez nos las hacen familiares. 2.1, LA RACIONALIZACION DE LA EXPERIENCIA: CONCEPTOS E IMAGENES Los griegos construyen, de forma progresiva, durante varios siglos, una representacién 0 modelo de la Tierra, como cuerpo celeste y como espacio. Imagenes y conceptos que hoy seguimos manejando. Nuestra imagen de la ‘Tierra como un cuerpo esférico, con sus polos y ecuador, meridianos y pa- ralelos, zonas terrestres, continentes y océanos, entre otras imagenes geo- a2 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA sraficas, arraigadas en nuestra cultura, es ereacién suya, Conceptos clave de nuestro saber geogréfico surgen como un producto de sus luctibsacionce Tacionales ¢ indagaciones empiricas, os griegos introdujeron la divisién del globo terréqueo en zonas, de feuerdo con su naturaleza esférica, determinadas por el desplazamiente so, [ar a lo largo del afo y relacionadas, por ello, con los grandes elfenne cor aisles: «Pertenece propiamente a la geografia la declaracién de que toda ia Terma €8 esférica, asf como el mundo, y la aceptacion de las secuelas auc Se siguen de esta hipétesis, entre las cuales, una de ellas es que la Tieng esta dividida en cinco zonas» (Estrabén, Il, 2,1), Jar MPStesis que los griegos atribufan a Parménides, Desde la Equi- poteial o Ecuador, a los Tropicos y desde éstos a los Circuios Polares. for. mitia establecer y diferenciar las distintas franjas de latitud, acordes eon di, chos circulos celestes: térrida, comprendida entre ambos Tropices es jade y olzo del Ecuador; cempladas, entre los respectivos Trépicos » Giron los Polares, en cada hemisferio; y glaciares, para el area determinade por cada Circulo Polar y el Polo respectivo. Se extendié entre los griegos la idea del carécter inhabitable de la Zona jornida y las dos polares, por sus caracteres térmicos. La una por ex. ceso de calor, que consideraron debian producirse en el ambito de mains Sin embargo, otros autores ponfan de manifiesto los argumentos rac fionales a favor de su habitabilidad, y destacaban las evidencias de ou ha, Pitsclén, como hacfa Gémino, en el siglo 1 antes de la Era: «no se puede pretender que la zona térrida esté deshabitada; hoy se ha penetrade eh man chos sectores de la zona torrida y, en general, se encuentran habitadoss (Oe, mino, 1975). Se apoyaba, entre otros, en el testimonio de Polibio, aurordle luna obra titulada Sobre las regiones equinocciales, en la que el historiades se refiere a testigos que habian llegado a tales areas. Introdujeron la nocién de clima: es decir, de latitud, identificada por la altura del Sol sobre el horizonte en un determinado lugar: Y en relaeide con Ere peiém, 1a de climas, es decir, intervalos de latitud o zonas latitudinales El climia designaba, para los griegos, una banda de latitud determinads, on Principio, por la duracién, en horas, del perfodo mas largo de iluminacion Zonas 6 climas, la referencia a la duracién del dia de mayor namero de he, ras de luz solar, LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS a Los cuimas Denominacién Daracion da mas largo atid Primer clima Clima de Meroe 13 horas Ir Segundo clima Clima de Siene 13h 30m 24° ‘Tercer clima Clima de Alejandria 14 horas ar” Cuarto clima Clima de Rodas 14h 30m 36° Quinto clima Clima de Bizancio 1Sh1Sm 43° ‘Sexto clima| Clima de Boristenes 16 horas 48° 30° ‘Séptimo clima Clima de M. Ripheos 17 horas sa De este modo dividieron el mundo conocido por ellos en siete grandes climas. Por regla general, cada clima correspondia al tramo de latittid en el que la diferencia en la duracién del dia solar mds largo, entre sus distintos lugares, era inferior a media hora. Cada uno de estos climas recibié nom- bre de una destacada localidad ubicada en él: Meroe (actual Jartum, Sudan), para el «clima de Meroe», o primer clima. El«clima de Siene», recibia su nombre de Siene, que corresponde a la actual Asuén, en Egipto, a la altura del Tropico de Céncer, Alejandrta, Rodas, Bizancio, Boristenes (nombre anti- guo del rio Dnieper), a cuya desembocadura se refieren los griegos, y mon- ‘es Ripheos (de ubicacién problematica, en el centro-norte de Rusia), dis- tingufan el resto de los siete grandes climas 0 zonas de latitud, con dife- rencias de media hora en la duracién del dia mas largo o dfa del solsticio de verano. Este procedimiento es el que, a través de Ptolomeo, se transmite en la Edad Media y el que se recoge en el siglo xv1. Los viajes de los europeos al- teraron sustancialmente el mundo conocido e impusieron la revision y el desarrollo del esquema clisico. Es lo que seftalaba Alonso de Santacruz, al indicar «que no siete climas, como los antiguos gedgrafos imaginaron, mas veynte € quatro muy rectamente pornemos (pondremos) desde la equinocial (ecuador) hazia cada polo y hasta el citculo més proximo a él, donde los 4que lo tienen por zénith tienen un dfa natural de veinte e cuatro horas con- tinuas sin noche, porque desde alli hasta llegar al polo se pierde la consi- deraci6n de dfa artificial Una imagen de la tierra, con su cfrculo equinoccial o Ecuador, con sus paralelos y con su citculo maximo 0 meridiano, eque pasa por los polos y por el zenit; cuando el sol se encuentra en este circulo es mediodia». De ahi el nombre que recibfan, en griego, tanto el meridiano como el punto cardi- nal correspondiente al mediodia: mesembrino, La Tierra, con su Ecuador o linea equinoccial (en realidad, en griego alude a la igualdad de los dias y por ello se denomina Isemera), con sus Tr6- picos de Cancer y Capricornio, con sus cfrculos polares —Artico y Antarti- co—, y polos, con su eje, que une los polos, responde a una imagen elabo- rada por los griegos. Deriva de la representacién del cielo o mundo como una esfera cuyo centro era la Tierra, segtin la concepcién de Anaximenes, 4 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA Una representacién convertida en nuestro marco universal de la Tierra ‘como cuerpo celeste. De forma similar elaboran los griegos una primera imagen o represen- tacién de los puntos cardinales y, en relacién con ella, del sistema de vien- tos. Los puntos cardinales aparecen en todas las sociedades y todas ellas po- seen, asimismo, una més o menos desarrollada rosa de los vientos, que sir- ve para completar el sistema de los puntos cardinales. Los vientos domi- nantes, identificados por el punto de procedencia, permitian sefialar los puntos cardinales, Proporcionaban una red de referencia que, por su propia naturaleza, tenfa un caracter local. Un esquema basico de la circulacién atmosférica que los griegos primero y los romanos después, convierten en un sistema de referencia geografica de valor general para el ambito mediterréneo. Los vientos se convierten en referencias cardinales 0 sistemas de orien- tacion. Una rosa de los vientos, por tanto, de rafz.empirica. Iniciada con los cuatro vientos cardinales —la salida y puesta del Sol constituyd el eje de referencia primario—, completado por el curso intermedio del astro, el me- diodta, perpendicular al primero. Para los griegos, el Eos, es decit, la Au- Tora, 0 el Alba, identificé el punto cardinal de la salida del Sol, que los grie- gos llamaban apeliotas; del mismo modo que el Céfiro, correspondfa al pun- to cardinal de la puesta solar; el viento Noto, «viento de Iluvias, que pro- cedia del mar, permitié ubicar el mediodia, 0 Mesembrino; el Boreas, el viento de las montafias, situadas al norte, sirvié para identificar el punto cardinal, el Arctos, es decir, la Osa, que marcaba la direccién polar. Pro- LA ROSA DE LOS VIENTOS EN EL MUNDO ANTIGUO. ‘Nomibres de los vientos en Ta Antighedad ‘Segio ios giegos Sequin tos latinos Enel may del Norte Aparetias Septentrion Norte Boreas AAguilon Nodeste Cotios Cesios Estenordeste Apeliotas Subsolans Este Euros Vulturnus Estesureste Euronoto Euroauster Sureste Nous ‘nuster sar Libonotus Austroairicus| Sursurveste Libius Alvicus Suroeste 2eic0 Favonius Oeste Argestes Corus Oesienorveste Thracias Cireius Norveste LAS CULTURA DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 45 porcionaron los cuatro puntos cardinales. El nombre de los vientos pasé a indicarlos: boreas el Septentrién; eos el Levante, roto el Mediodia, céfiro el Occidente. La percepcién empfrica de la variacién que la puesta y ocaso del Sol presentaba en las estaciones del solsticio respecto del equinoccio permitio enriguecer los cuatro puntos cardinales con otros cuatro. Son los corres- pondientes a los denominados oriente de verano (theriné anatolé), identifi- cado por la salida del Sol en el solsticio estival, intermedio entre el Béreas y el Eos, y conocido como Cesias o Boreas. El Furo, que sopla desde el oriente de invieno (xeimeriné anatolé), localizado entre Apeliotas y Noto. Liba —viento de lluvia—, identificado con el oecidente de invierno (xeimert- né dysis), 0 puesta del Sol en el solsticio de invierno, ubicado entre Noto ¥ Céfiro. Argestes, «el viento que escampas, viento del occidente de verano (theriné dysis), intermedio entre Céfiro y Béreas. Rosa de los vientos que, con leves retoques, mantienen los romanos, con su propia nomenclatura, pero de estricta equivalencia a la griega: sub- solanus, vulturnus, austrus y africo, favonius y corus, aquilon y septensrion, Sintetizaba la experiencia empirica del mundo antiguo, en el marco del Me- diterraneo, como resaltaban los autores del siglo xvi. Los doce vientos que compusieron la rosa de los vientos mas compleja del mundo antiguo, aun- que el uso habitual no utiliz6, por lo general, mas que los ocho basicos, como indicaba Plinio. 2.2, LA GEOGRAFIA COMO REPRESENTACION: LA IMAGEN CARTOGRAFICA Son. las imagenes y nociones que dan forma a una representaci6n 0 idea de la Tierra y de la superficie terrestre. Imagenes y nociones que cons- tituyen el modelo con el que entender ¢ interpretar el mundo conocido, de acuerdo con un esquema inteligible y racional, como cuerpo celeste y como espacio terrestre. En este tiltimo aspecto hacfa posible ubicar los lugares de Ja Ectimene segtin su posicién en longitud y latitud y perfilar el contorno de tierras y mares, esbozar el trazado de cursos de agua y montafias, de forma objetiva. Permitia colocar los lugares. Era factible presentar esas imd- genes en un marco abstracto; dar forma visible a las mismas. O lo que es Jo mismo, construir una imagen gréfica, una pintura de la Tierra. Los griegos construyeron una elaborada representacién de la Tierra como cuerpo celeste, que se traduce también en la imagen de la superficie terrestre, de sus partes, de su distribucién y de algunos de sus rasgos 0 ca- racteres. Vinculados, unos con sus circunstancias astronémicas y, otros, con su naturaleza fisica, Una orientacién que se encuentra en el origen de la geo- graffa como saber. Distingue a numerosos autores de la Antigtiedad, para Jos que la Tierra aparecia como un objeto celeste. La geografia se percibe como el saber destinado a medir y valorar sus dimensiones como cuerpo celeste y determinar la ubicacin de las regiones y areas que Ia componen. Es decir; a proporcionar su imagen grafica, su representacién 0 pintura, de forma rigurosa 46 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA Los griegos compartieron, en los primeros siglos, con otras culturas de la Antigiiedad, la imagen de la tierra como un disco, segin aparece en los autores antiguos, como Homero, Entendieron que las ticrras conocidas for- maban a modo de una gran isla rodeada por el océano universal o exterior y dividieron el espacio terrestre conocido en tres grandes unidades 0 conti- hentes: Europa, Asia y Libia (Africa). El limite entre las primeras lo esta- blecieron a lo largo del rio Tanais (el Don actual), mientras la separacion entre Asia y Africa la establecia el rio Nilo, de tal modo que las tierras al oriente del rfo formaban parte del continenté asiatico. El mediterréneo era cl cje de esta masa de tierras, cuyos bordes exteriores conocfan mal y cu- os contornos, por consecuencia, eran imprecisos y vagos. La teorfa de la esfera para la Tierra, y para el mundo, es decir, para el espacio celeste, proporcionaba un marco tedrico decisivo: permitia uti- lizar la geometria y la matemética para indagar en los fenémenos natura- les relacionados con la naturaleza de cuerpo celeste de la Tierra. Es lo que evidencia la obra de Autdlicos de Pitana, un autor del siglo 1 antes de la Era, dedicada precisamente a La esfera en movimiento: las salidas y pues- tas del sol (Aujac, 1979). Permitfa también abordar el célculo de las di- mensiones terrestres y hacia posible elaborar una nueva imagen para el mundo, una representacién rigurosa del mismo, aplicando los conoci- mientos astronémicos y mateméticos que los propios griegos impulsan en esa época. Eratéstenes, inventor del término que distinguia este tipo de objetivo, ¢es el que elabora y aplica el método para evaluar las dimensiones del globo terréqueo y trata de ubicar las tierras conocidas en una representacién. En el marco cultural ¢ intelectual de la filosofia griega, a partir de la hipotesis de la esfericidad de la Tierra, su célculo reposa sobre un ¢jercicio racional de cardcter matemético y astronémico: consiste en la medida precisa de un arco del cfrculo maximo terrestre o meridiano, que por deducci6n, permi- lirfa evaluar la de dicho cfrculo maximo. Eligi6, para ello, el comprendido entre Siena y Alejandria, en Egipto, localidades que los antiguos suponfan ubicadas en el mismo meridiano, y respecto de las cuales se crefa conocer la distancia que les separaba, unos 5.000 estadios (790 km), gracias a los agrimensores egipcios. A partir de esta informacién, la valoracion de Eratdstenes se sostenia en evaluar el arco de meridian que correspondia a esa distancia, Evaluacién realizada m diante la comparacién de la inclinacién de los rayos solares en el solstic de verano en ambas localidades. Recurrié, para ello, a la sombra que se pro- yectaba en el fondo de un pozo, medida con un instrumento puesto a pun- to por los griegos, denominado gnomon, perfeccionado para poder hacer tuna Igetura directa del angulo (Szabo y Maula, 1986). En el mismo momento en que los rayos del sol legaban al fondo del pozo de forma perpendicular, y por tanto sin proporcionar sombra, en Sie- he (poblacién localizada en el Tropico de Cancer), en Alejandria se proyec- taban con una sombra, cuyo arco calculé Eratéstenes en 7° 12’. Los 5.000 estadios 0 790 km de distancia correspondian a 7° 12' del arco de meridia- no terrestre, Medicion que permitia la valoracién del tamafio de la Tierra, LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 47 y de sus proporciones, de una forma tedrica, de acuerdo con la geometria de la esfera, Segtin estos célculos, el cuadrante del meridiano medfa 62.500 estadios y la longitud del meridiano terrestre ascendia a 250,000 estadios, redon- deados por Eratéstenes en 252,000 por razones de comodidad en el célcu- lo sexagesimal (Aujac, 1966). Dada la longitud que se atribuye al estadio uti- lizado por Eratéstenes (157,5 m), suponfa del orden de 39.690 km para el meridiano terrestre. Un valor de extraordinaria precisién, puesto que el circulo ecuatorial mide 40.120 km, En base a la teorfa de la esfera y al célculo matematico, Eratéstenes habia podido determinar, con un muy alto grado de aproximacién, las dimensiones de la Tierra. Las noticias de los navegantes y viajeros hacian factible el tratar de es- tablecer también las dimensiones del espacio habitado conocido por los tiegos. Es decir, el Area entre el borde occidental de Iberia y Iemne (Irlan- da), y el extremo de la India, al este. Incluso posibilitaba establecer el al- cance de los limites mas difusos, rtico y meridional del Ecimene, tierras mal conocidas 0 desconocidas para los griegos, y completar con ello las di- mensiones de Ia Tierra con la ubicacién y dimensi6n de las tierras y mares, El célculo de las dimensiones proporcionaba una distancia desde el Ecuador hasta la isla de Thule del orden de los 45.750 estadios. El célcu- lo tenfa cardcter te6rico apoyado en los datos empiticos de Pytheas, un navegante marsellés. Los viajes de éste, un par de siglos antes, ubicaban a Thule a unos seis dias de navegacién del extremo septentrional de las Is- las Briténicas. Corresponde, aproximadamente, a unos 3.600 estadios, poco més de 5° de latitud, lo que situaba a Thule en el paralelo 65° N, al borde del Circulo Polar. Célculo que estaba de acuerdo con las considera- ciones que atribufan a este lugar una inmediata proximidad al mar hela- do y al punto en que el dia artificial desaparece, segtin las observaciones de Pytheas. De Oeste a Este, las noticias de los navegantes y las informaciones aportadas por las conquistas de Alejandro Magno permitieron a Eratéste- nes localizar y dibujar el perfil del mundo conocido entre Iberia y la isla de ‘Trapobana (Ceilén o Sri Lanka), finisterrae oriental, Eratéstenes atribuy6 al Ambito comprendido entre el extremo occidental de Tberia y el oriental de Ia India 78.000 estadios, a lo largo del paralelo 36° (que corresponde a Ro- das) considerado como el cfrculo de referencia por los antiguos, desde que Jo propusiera Dicearco. Esa distancia equivale a unos 12.285 km, unos 111°, Datos empiricos aproximados, célculos matemdticos precisos e ideas 0 prejuicios aceptados, permitieron a Erat6stenes construir una imagen con- sistente del globo terréiqueo y del Ectimene. Sin embargo, carente de un sis- tema de localizacién por coordenadas precisas, ubicé las tierras conocidas de acuerdo con un conjunto de lineas meridianas y latitudinales, que per- ‘mitfan estructurar la superficie de la Ectmene en grandes rectangulos, que 41 denominé esfrdgides, término recogido de los agrimensores egipcios. Con este recurso era posible ubicar las tierras y establecer una malla para la des- cripcién de los paises y pueblos. Carecfa, en cambio, de un método de ubi- cacién de cada lugar terrestre. 48 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA Se superaban las representaciones precedentes, més intuitivas que ri- gurosas, Establecia las premisas para la representacién precisa del espacio lerrestre y, con ello, las bases de una cartografia del mundo conocido. Esta cristalizaré en el momento en que se adopte el sistema de coordenadas geo- grdficas, en relacién con un procedimiento preciso para la determinacién de la latitud y longitud, y se resuelva el problema de la representacién de la su- perficie esférica terrestre en un plano, es decis, con un sistema de proveccion Una y otra cuestién de caricter tedrico y de orden prictico fueron plantea- das por los griegos de la etapa cldsica y para una y otra dieron respuesta La formulacién desarrollada y moderma del sistema de coordenadas corresponde a Hiparco de Nicea, un siglo después de Eratéstenes, con la introduccién de la longitud y latitud, como determinaciones para la locali- zacién de los diversos puntos de la superficie terrestre. Los griegos descu- brieron que el calculo de la Jongitud estaba en relacién con la diferencia horaria entre dos puntos de la superficie terrestre y que esa diferencia hora- ria se podfa evaluar por medio de la observacién de determinados fenémenos celestes, entre ellos los eclipses. El principal obstéculo para su realizacién provenia de la insuficiencia instrumental para la medida del tiempo, obsticu- Jo que perduraré hasta el siglo xv. De forma similar, relacionaron la latitud con la altura del polo sobre el horizonte o con Ia altura del Sol, es decir, el angulo que sobre la ver- tical de un lugar presenta la posicién relativa del Sol. Habfan observado Ja variacién que a lo largo del afo se producia, sobre el meridiano, en la duracién del periodo de iluminacién diaria, entre el maximo del solsticio de verano y el minimo del solsticio de invierno y habfan medido esa du. racién en horas y fracciones de hora. Método utilizado para definir los distintos climas, ‘segtin hemos visto, de acuerdo con la duracién del dia mis largo en cada zona o clima. Hiparco establece una relacién o ratio entre la duracién maxima y minima del dia para el célculo de la latitud de cada lugar. EI hallazgo intelectual y empirico esencial procede de la hipétesis de utilizar esa variacién del perfodo de iluminacién para determinar la posi- cién en latitud de un lugar y de la elaboracion de un procedimiento depu- rado para conseguirlo, asf como de los instrumentos y medios para facili- tarlo, Entre estos instrumentos se encuentra el gnomon, especie de cua. drante solar (similar a un reloj solar), y el astrolabio. El método se basaba en el céleulo del equinoccio (el dia del aiio en que ¢l periodo de luz solar es igual al perfodo sin luz solat, de tal modo que el dia y la noche tienen la misma duraci6n), informacién que no podia obte- nerse de forma directa, por la observacién de la sombra, como en el caso de los solsticios, Las tinicas observaciones empiricas disponibles eran las del dia mas largo y el més corto, obtenidas por medio del gnomon, en rela. cidn con la sombra proyectada por éste, maxima en el solsticio de invierno y minima en el de verano. . La evaluacién del dia equinoccial sélo se podfa hacer de modo deduc- tivo, por medio de la geometria y la matematica, a partir de las longitudes dela sombra mayor y menor y de la proporcién de las mismas con la vari, TAS CULTURAS DEL PSPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 49 a del gnomon que proyectaba la sombra, Con el auxilio de la trigonome- ‘ia, aplicada a un conjunto de triéngulos formados por las Iineas de la som. bra equinoccial, el eje del gnomon y el meridiano, es posible el céleulo del Angulo que indica la altura del Sol sobre el horizonte y, por tanto, la latitud de un lugar, La elaboracién de tablas detalladas, con los valores angulares y su co- rrespondientes valores latitudinales, facilit6 el uso de los instrumentos y Ia determinacién de la latitud, sin necesidad de recurrir a los célculos mate- maticos en cada momento y en cada caso. Por la via miiltiple de la refle- xién te6rica, del célculo matemético renovado y de la observacién empiri. ca, los astrénomos y matematicos griegos hicieron posible abordar el pro- blema de la representacion de los lugares terrestres de una forma rigurosa. Es la gran contribucién de Hiparco, inventor, en cierto modo, de la trigo- nometrfa, y el primero que la aplica al célculo de las latitudes geograficas, De forma contemporiinea, los filésofos griegos plantean y resuelven el problema de la proyeccién de una superticie esférica en otra plana. La pro yeccién equiangular que, conservando el valor de los angulos esféricos en el plano, desplaza la maxima deformacién de las superficies hacia los bor- des del mapa, corresponde a los griegos clasicos. Es decir, la primera pro- yeccién de tipo conforme para la representacién de la superficie terrestre. De igual modo que proponen la proyecciGn e6nica polar, que haré popular, sigles més tarde, Ptolomeo, El sistema de proyeccién, més el de coordena. das geogrificas, hacia posible la representacién de la superticie terrestre y de las tierras conocidas, asi como la localizacién de los pueblos y lugares ex ella, Este Gitimo es el objetivo de Marino de Tiro y, sobre todo —como maximo exponente 0 més conocido, de esta corriente—, de Ptolomeo. Ptolomeo (90-168 de la Era) es un astrénomo y matematico nacido en Egipto, que vivié y trabajé en Alejandria, el gran centro intelectual del mundo clasico, Su concepeién del sistema Solar, asf como la trigonometria Para uso astronémico, que puso a punto, constituyen una sintesis del co- Rocimiento teérico y practico del mundo antiguo. Ptolomeo reunié ese sa- ber en los trece libros de su Sintaxis mathematica (He mathematike syntha. xis), En ella se resumia el conocimiento matematico aplicado a la astrono- mia y se describfan y fundamentaban los instrumentos empleados en la ob- servacién de los astros, en orden a la determinacién de sus posiciones. ‘Su indudable fama de astrénomo y matemitico se complementa con Ja que tiene como gedgrafo, vinculada a su Geographike hyphegesis —guia geogralica—, mis conocida como Geografia o Cosmografia. Esta compues- ta por ocho libros, el primero y el tltimo dedicados a establecer los con- ceptos de cosmografia, geogratia y topografia, as{ como las bases matema- licas de la representacin cartogrifica. Incluye sus calculos sobre la di- mensién de la Tierra. En estos libros proporciona, de forma ilustrada, el método de célculo de las latitudes a partir de la altura del Sol en el hori- zonte. Sefala también las fuentes de informacion empfrica para la elabo- racién cartogrifica y los problemas derivados del caracter de tales fuentes, por lo general relatos de viajeros y navegantes. En el resto de los libros re. coge, en forma de tablas, Jas longitudes y latitudes de un gran niimero de 50 {LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA lugares y pueblos, més de 8,000, en total. Iba acompafiada por un total de 27 mapas elaborados a partir de esos datos. La obra tiene como objeto completar y corregir una obra similar rea- lizada por Marino de Tiro, en el siglo t de la Era cristiana, mas pobre en el registro de lugares, pero la primera que se plantea el objetivo de una re- presentacion cartogréfica apoyada en el eflculo de las coordenadas geogré- ficas de los lugares y en la recopilacién de informacion sobre un gran nd- mero de ellos. ‘Marino de Tiro ubicaba las tierras més meridionales conocidas en Afri- ca —entonces denominada Etiopfa—, en el hemisferio austral, correspon diendo con la localidad de Agesimba y el llamado Cabo Prasum. Les atri- buia la latitud del Tropico de Capricornio. Situaba el extremo septentrional en Thule, sobre los 63° N. Y localizaba las tierras mas orientales en Sera, Sinae y Catigara. Evaluaba Marino de Tiro la extensién de la Tierra habita- da, de Oriente a Occidente, entre las islas Afortunadas, es decir las Cana tias, y las costas orientales de Asia, en un total de 225°. Es decir, casi 100° més de la real, que resulta de unos 126 La critica de Ptolomeo se referia a las insuficientes cautelas que acha- caba a Marino de Tiro, en el sentido de haberse fiado en exceso de los re- Tatas de los viajeros. Como consecuencia, sus célculos de las dimensiones del mundo habitado serian err6neos, a juicio de Ptolomeo, en particular, en Jo que concierne a los limites meridionales del Betimene. La ubicacion de ‘Agesimba y el Cabo Prasum la reduce a s6lo 16° S, equivalente a la de Me- roe, en el hemisferio septentrional. Con esos presupuestos tedricos y con tales datos acometié la repre- sentacién cartografica del mundo conocido, con el perfil de sus continen- tes, mares, eislas, y con la ubicacién de sus lugares, sobre una malla de me- ridianos y paralelos, tal y como habia propuesto Hiparco. Lo hace de acuer- do con un sistema de proyeccién que propone y aplica en orden a corregir la utilizada por Marino de Tiro, en que meridianos y paralelos formaban an- gulos rectos. Aplica la proyeccién cénica o pseudo polar. Son las 27 cartas que acompafiaban a su Geografia. Una imagen cartogréfica del mundo co- nocido que era la més completa del mundo clasico y que ser la que legue al mundo iskimico y a la Europa de finales de la Edad Media ‘Imagen asentada sobre los calculos y métodos de Poseidonio. Para este autor, que realiz6 un célculo de las dimensiones del cfrculo maximo terres- tre alternativo al de Eratéstenes, por otros procedimientos, la circunferen- cia terrestre medfa 180.000 estadios. El Ectimene cubria, de Este a Oeste, tunos 70.000 estadios, medidos en la latitud del paralelo 36°, Esta distancia representaba la mitad del circulo correspondiente al paralelo de referencia, evaluada en 140.000 estadios. Como consecuencia, los 70.000 estadios de! Fetimene dilataban el borde oriental de Asia hasta los 177° y reductan drés- ticamente las dimensiones del océano entre las costas asidticas y las occi- dentales de Iberia (Sarton, 1959). Un etror determinante en los razona- mientos de los navegantes del siglo xv, transmitido por Ptolomeo, que re- coge el calcul de Poseidonio y margina el de Eratéstenes, el mas aceptado cen el mundo antiguo (Aujac, 1975). LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS st Ptolomeo identifica la concepcién de la geografia como representaci6n cartogrifica desde una perspectiva puramente geométrica, de localizaci6n y descripcién, segiin su inicial planteamiento. Concepcién que él mismo ex- plicita: (I, 1, 21). 4 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA La conveniencia e incluso necesidad, de tales conocimientos por parte del ge6grafo, no suponen, para Estrabén, su preeminencia y mucho menos su exclusividad. Constituyen conocimientos subordinades, exigidos porque la consideracién global de la Tierra como tal, de las condiciones de su ocu- pacidn y de las caracteristicas que lo explican pueden justificar el recurso a los mismos. Una concepcién de la geografia que, de forma matizada pero nitida, establece los limites con lo que era, hasta entonces, dominante. Se tendia a asociar esta disciplina con su expresién mas astronémica 0, como entonces se decfa, matemética, limitada al céleulo y valoraci6n de las di- mensiones de la Tierra, de sus efrculos y climas. Reivindicé la autonomfa de la geografia, en la medida en que ésta debe contar con su propio objeto, objetivos y método, diferentes de los que aqué- llas poseen. Reivindic6 otros conocimientos, referidos a wlo que se encuentra sobre la Tierra, por ejemplo, de los animales, de las plantas y de todo lo util ‘© nocivo que contiene el mar y la tierra»; en la senda de la obra de Posidonio. Esta ruptura del cordén umbilical de la geografia que le mantenia su- Jjeta a sus origenes supone la propuesta de una geografia desvinculada de Jos métodos y enfoques de la astronomia, La geografia, para Estrabén, no trata de la Tierra-planeta sino de la ocupacién de la Tierra por los huma- nos. Es lo que desarrolla en su Geografia, cuyos 17 libros proporcionan una imagen del mundo contemporéneo, el mundo conocido, Ectimene, que era el que debia abordar la geogratia, en palabras del propio Estrabén, y una justificacién del discurso geogréfico, que ocupa los dos primeros libros. La Geografia, para el autor de Amasya, trata de la Tierra habitada (Ge Ectimene) y no de la Tierra como cuerpo celeste: «Porque lo que pretende el geégrafo es exponer las partes conocidas de la Tierra» (II, 5, 5). Intenta explicar las acciones humanas en relacién con el marco 0 escenario en que se desenvuelven. Tiene en cuenta los caracteres naturales y los factores po- Ifticos que subyacen en el desarrollo hist6rico: «en unos lugares se dan bue- nas condiciones y malas en otros, y distintas conveniencias ¢ incomodida- des, en parte debidas a la naturaleza del lugar y en parte a causa del tra- bajo humano, seré necesario declarar la naturaleza de los lugares, puesto que estas caracteristicas son permanentes, mientras que pueden variar las que son afiadidas. Sin embargo, también entre éstas habré que mostrar laquellas que pueden permanecer por mucho tiempor (II, 5,17) Perfila Estrabén, aungue no lo destaca, el vinculo del conocimiento geo- gréfico con la duracion, con la persistencia, separandolo de lo contingente 6 pasajero. La idea de lo geografico como el Ambito de las constantes, que tan profundamente ha marcado el pensamiento y la cultura geogrificos aparece en sui obra, Para el autor griego la geografia es una disciplina de valor politico 0, en mayor medida, una edisciplina que pertenece en gran parte al dominio de lo politico» (I, 14). «Toda la geograffa es una preparacién para las em- presas de gobicrno pues describe los continentes y los mares internos y ex- ternos de toda la Tierra habitada» (I, 16). Una dimension préctica explicita en que In geografa se concibe como «una preparacién para Jas empresas de gobierno». LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 35 Estas no pueden ser indiferentes al conocimiento del espacio, «porque se podra gobernar mejor cada lugar si se conoce la amplitud y ubieacién de la regién y las diferencias que posee, as{ en su clima como en sf misma» (L 16). Como conocimiento practico, de interés, por «aquella razén de que Ia mayor parte de la geografia se refiere a las necesidades del Estado» ‘La utilidad del conocimiento desde una perspectiva politica representa para Estrabén la justificacion de la geografia. Esta imbricacién de lo geo- gréfico con el poder se fundamenta en lo que representa el micleo de lo que constituye el discurso geografico de Estrabén: la concepcién de la superfi- cie terrestre de la Tierra, como el sustrato 0 escenario de las acciones hu- manas, «porque el lugar donde se realizan las acciones es la Tierra y el mar que habitamos». Su representacién se perfila como escenario, es decir, como vinculacién de escena y actor. La Tierra como retablo, el retablo de Jas maravillas humanas. 3.3, LA ESCENA TERRESTRE: EL RETABLO HUMANO| De ahf la estructura de su obra, Sus dos primeros libros estan dedica- dos a lo que podemos considerar la teorfa y el método de la geografia. En ellos, a través de la critica de la obra de sus principales antecesores, trata de depurar el objeto de la representacién geografica y el método apropiado para su desarrollo. En ellos discute y postula una cierta orientacién y na- turaleza para la geografia, Interesado por los actores y las acciones huma- nas, en relacién con su formacién estoica, se intetesa por el marco 0 esce- nario en que aquéllos ejercen y en que éstas se desarrollan. ‘Lo que Estrabén reclama es la posibilidad de un saber riguroso, légi- co, de rango por tanto filos6fico. La filosoffa identifica el conocimiento ba- sado en la razén, el conocimiento critico, y, por consiguiente, podemos entender representa lo que hoy denominamos el conocimiento cientilico. Propugna acudir, tanto a los datos empiricos, aportados por la observacién directa, propia 0 transmitida, como a la deduccién légica (matematica, geométrica, etc.). Asi lo formula: «Ya hemos dicho que esto se demuestra por medio de los sentidos y del razonamiento» (II, 5, 5). ‘Una representacién de la Tierra, pero no como cuerpo celeste sino ‘como «espacio» de los hombres. De ahi que haga hincapié en que la geo- grafia trata, de modo preferente, del Ecitmene, el que corresponde a la ac- Cién o intervencién de los humanos. Resalta, por consiguiente, en Estrabén, luna pretension de circunscribir lo que es geogréfico, lo que debe ser obje- to de esa representacién que es la geograffa. Reivindica una geografia del espacio habitado, hasta el punto de rechazar o desconsiderar el interés por aquellas reas marginales por sus condiciones de habitabilidad. Lo que le leva a esttechar el Ectimene o espacio geografico en mayor medida que lo ‘que proponfan los autores anteriores a él, con evidente exageracién pero con innegable coherencia. Los libros sucesivos sersin, ante todo, una descripeién o, més bien, una interpretacién, de los distintos territorios que componfan el espacio cono- 56 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA cido y, sobre todo, el del imperio romano coeténeo. Dos criterios subyacen, implicitos, en su trabajo: la identificacién de los grandes marcos territoria. les, por lo que prescinde de los menores, atendiendo a su ubicacion y si- tuacion respecto del resto del Ectimene. Y la caracterizacién de los mismos de acuerdo con un cierto tipo de representacion geografica. Cuentan, tanto elementos étnicos como econémicos, politicos y fisicos, de acuerdo con una tradicion asentada. El proceso descriptivo 0 de andlisis empleado muestra esta prioridad concedida a la identificacién y caracterizacién de los espacios territoriales. Recurre para ello a criterios que tienen en cuenta, tanto la Naturaleza como el grado de desarrollo de los pueblos o sociedades. Es un elemento esencial para él, en la medida en que este componente ordenador humano compen- sa ampliamente las posibles insuficiencias o rigores del espacio natural, Una concepcién que él mismo se encarga de resaltar en sus plantea- mientos teéricos sobre la geografia: «Las partes que son frfas y montafosas son habitadas con dificultad debido a su naturaleza, pero cuando existen bue- hos administradores, también se civilizan los lugares donde antes se vivia mal Y que eran presa de los ladrones.» Pondri como ejemplo el de su pais: «De sta manera los griegos, aunque se establecieron sobre montes y rocas, sin em- bargo vivian perfectamente debido a su previsién con respecto al gobierno, las artes, y al conocimiento de todo lo que es necesario para vivir» (IL, 5, 26). Estrabdn constituye el mejor exponente del esfuerzo intelectual por de- finir este tipo de representacién geografica. Es el que mejor ilustra el tran. sito del simple saber prictico sobre el espacio a la elaboracién de una re. Presentacién especifica del espacio, a través del discurso. No sélo por el contenido de su obra sino por el esfuerzo que realiza por delimitar dicha representaciOn. Quiere liberarla de las ataduras o dependencia de otras ra. mas del saber, desde la astronomia a la geometria, que condicionaban el sig. nificado de la geografia en los autores precedentes. Por ambas vias, por la de la consideracién de la Tierra como cuerpo celeste y por la de una concepcién del espacio terrestre como escenario de la accion humana, los griegos construyen una elaborada representacion de la Tierra. Esta aparece como una entidad o unidad, a la que otorgan ras- 0s y caracteres definitorios y descriptivos. 4. Imagen y representacién del espacio terrestre Crearon una imagen de la Tierra que permaneceré con posterioridad. Propusicron una representacin del planeta que sustenta la cultura occiden. tal durante siglos. La Tierra como cuerpo esférico, al que proporcionan di- mensiones, con sus variaciones latitudinales, con su constitucién en grandes reas terrestres continentes, con sus océanos y mares, con su perfil y for. {LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS s7 Un geégrafo, Van Paasen, sefialaba, con acierto, cémo ha sido y es la existencia de esta conciencia geogréfica precientifica —que él atribuia a Ja propia naturaleza humana—, la que sustenta la posibilidad del desarro- lio de Ia geografia. Como é1 apuntaba, «gedgrafos y ciencia geografica solo pueden existir en una sociedad con sentido geografico». Este sentido geo- grafico, este habito intelectual de manejar representaciones sobre la Tierra, forma parte de la herencia grecolatina. Es evidente que el arraigo de una cultura geogréfica como la creada por los griegos constituye un factor im- portante en la aparicién de un proyecto moderno de geografia. Es lo que ‘magnifica la herencia griega. 4.1. LA HERENCIA GRIEGA: LA CULTURA GEOGRAFICA Propusieron y desarrollaron todo un cuerpo semantico y una estructu- ra narrativa para la descripci6n de ese objeto inventado, que es la Tierra como representacién. Por un lado con una terminologia acufiada cuya vi- gencia cultural es patente: esfera terrestre, circulos terrestres, paralelos, me- ridianos, zonas terrestres asociadas con la variacién de la luz. solar y el gra- do térmico, latitud y longitud, climas; complementados, a escala ierrestre con continentes, peninsulas, deltas y meandros, que componen, entre otros muchos, ejemplos de esa construccién e imagen. Esferas, planisferios, mapamundis, proyecciones, en definitiva, la cons- truccién cartogréfica como una representacién racional y convencional de Ja Tierra y de los espacios terrestres, como una imagen que trasciende la ex- periencia directa. La representaci6n basada en la racionalizacion de la ob- servacién empfrica y en la lucubracién teérica y matematica. Abrieron un gran horizonte intelectual y prictico y abrieron muchas de las cuestiones que han acompafiado la indagacin racional del espacio terrestre. Dieron una imagen a la Tierra. Ptolomeo identifica, en Ja tradici6n cultural de Occidente, Ia imagen de la Tierra como un conjunto ordenado de lugares, definidos por su posicién, y con ello la representacién cartografica del espacio terrestre, en diversas escalas. El conjunto de la Tierra —que él identifica con la geografia—, y las escalas regional y local —que vincula con la corografia y topografia— Siempre entendida como una representacién cartografica. Estrabén, en cambio, es el gedgrafo que proyecta la representacién como un discurso. Elabora una narraci6n sobre ese espacio terrestre, sus partes y lugares. Lo hace desde la perspectiva de quienes los ocupan y usan, habitantes actives del escenario terrestre. Perfilé uno de los componentes més caracterizados de la cultura geogréfica occidental. Lo sorprendente es ¢] desconocimiento y escasa repercusién, por tan- to, de su obra y propuesta. Es ignorado por Ptolomeo y, lo que resulta més notable, por Plinio el Viejo. Ni griegos ni romanos conocieron su obra 0 ha- cen mencién de ella (Sarton, 1959). Pasa desconocida también para la so- ciedad medieval. En Europa occidental no se conoceré hasta el siglo xv, a partir de los manuscritos bizantinos. 58 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA La geografia clisica responde a ese esfuerzo de reducir @ un esquema in- teligible el mundo complejo de las experiencias empfricas, y de las practicas espaciales, en lo que ataiie a la Tierra. Una propuesta cuya validez se mani- fiesta en el arraigo que consigue, que convierte la herencia grecolatina en el marco cultural de nuestro saber sobre el espacio. Legaron. un notable patri- monio intelectual cuya transmisién presenta una evolucién compleja desde fi- nales del mundo antiguo al momento de fundacion de la geografia moderna. 4.2, LA REPRESENTACION GEOGRAFICA: PRESERVACION Y TRANSFORMACION La geograffa en el mundo antiguo fue, ante todo, una obra griega, in- cluso en pleno periodo de dominio romano. Lo esencial de las aportaciones gcograficas corresponden con esta tradicién griega. La obra de los autores latinos no significa mas que una recopilacién de datos, cuya calidad va de- creciendo. Pierden el cardcter de aportacién directa, al limitarse a recoger informaciones de muy dispar cronologia, al hacerlo sin criterio critico. Se pierde el cardcter creador, como resaltaba Plinio el Viejo. Las noticias fide- dignas se mezclan con las fantésticas y el rigor de la exposicién, propio de los autores griegos, es sustituido por la yuxtaposicién informal. La obra De situ orbis, de un autor reputado como gedgrafo, caso de Pomponio Mela (siglo 1 de la Era), no pasa de ser una enumeracion de lu- gares y tierras, con escaso orden y sin concepcién 0 concepto que la sus- tente. Su fama no se corresponde con la calidad de su obra, en la que in- tervienen informaciones de épocas muy diversas, escasas sobre las tierras conocidas, mas abundantes sobre los bordes del Ectimene, aunque de esca- sa. nula fiabilidad. Mela acepta e incorpora leyendas sin discriminacion respecto de las informaciones fidedignas. Plinio el Viejo, incorporado por muchos autores entre los geégrafos, porque introduce, en su Historia Natural, informaciones sobre fenémenos que hoy interesan a la geografia, es un simple recolector de datos. En su obra, que responde al concepto de una enciclopedia, como el propio Plinio resalta al enunciar su objetivo: reunir todo lo que corresponde a lo que los griegos consideraban una «cultura enciclopédica» (encyclios paideia) Entre esos conocimientos recoge los de caracter cosmogrilico y coro- grafico. Estos corresponden con las tierras y pueblos de la antigiedad com- prendidos en el Imperio romano y los existentes més alla de las fronteras de éste. Es en mayor medida un catélogo que una verdadera representacion geogréfica, Como el propio autor indica, se trata de «los lugares, habitan- tes, mares, poblaciones, puertos, montes, rfos, extension y pueblos que hay © hubo», en las distintas regiones del mundo conocido, siguiendo, en bue- na medida, a Pomponio Mela, Sin embargo, transmite la representacién ge- ognifica inventada por los griegos en sus rasgos esenciales, en la medida en que forma parte de la cultura de su tiempo. Es la obra de un gran erudito, que dispone de una excepeional cultu- a, que conoce a los autores griegos y que ha acumulado una considerable LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 59 Je permitié enriquecer, en diversos cap{tulos, el contenido de su obra. El so- bbresaliente valor de la obra de Plinio el Viejo es como fuente de conoci- miento de los saberes del mundo antiguo. Pero no le convierte en cosm6- grafo, gedgrafo, antropélogo, botdnico, médico, y especialista en la diversi- dad de cuestiones que trata (Serbat, 1995). No es una obra de geografia, aunque nos proporciona una informacién de valor geogréfico notable sobre los territorios del mundo antiguo y sobre la imagen que de éste posefan los ‘contemporéneos mas cultos. La Historia Natural de Plinio el Viejo inicia un tipo de literatura enci- clopédica frecuente en los siglos posteriores. La diferencia estriba en la ca~ lidad y riqueza de Ia informacién. Como tal género, se limita a recopilar tex- tos diversos de los autores clésicos, sin orden, sin preocupaciones criticas, en que conviven realidad y fantasia, Son restimenes, citas, fragmentos, dé dichos textos elisicos. Circunstancia que, por una parte, contribuyé a trans- maitir los viejos conocimientos, pero que, al mismo tiempo, fue la causa de su progresiva degradacién. Al resumir, al citar, al elegir, los recopiladores contribuyeron a modificar y alterar los textos originales Es la caracteristica de autores como Gaius Julius Solinus, un escritor del siglo m, cuya Collectanea rerum memorabilium —conocida como Po- likistoria—, es un ejemplo de este tipo de obra. En su mayor parte recoge la informacién de la Historia Natural de Plinio el Viejo. Con ella mezcla otras fuentes. Su labor de seleccién, resumen y recopilacién es un ejemplo de la mezcolanza que caracteriza estas obras. Ser una de las més influ. yentes en la tradicion medieval. Pero como su titulo evidencia, su preocu- pacién son las cosas memorables, las singularidades, lo excepcional, en que se mezcla lo real y lo fantastico. El proceso se manifiesta en las précticas cartograficas. Estaban funda- das en el presupuesto de la esfericidad y en el sistema de paralelos y meri- dianos. Estos presupuestos sostienen las imagenes de los globos terriqueos ¥ los mapas de los autores griegos. Formaban parte de una construccién en la que la Tierra se insertaba en el universo, En el mundo romano derivan hacia otro tipo de representacién, construcciones practicas, més elementa- les, como los itineraria (adnotata y picta). Son itinerarios, dejan de ser geo- graffas. No representan el mundo, muestran los caminos y sus destinos. Se trata de gufas con expresiGn de los nombres de las localidades y las distancias intermedias, en unos casos, 0 esquemas gréficos de las mismas en otros. El denominado Itinerarium Antonini, del siglo m, es un ejemplo del pri- mer tipo. La Tabula peutingeriana, pertenece al segundo. Se conserva en una copia en pergamino del siglo xm de casi siete metros de longitud y medio de anchura, en doce hojas. Se trata de un mapa con las principales rutas del Im- perio romano. Heredero de los desconocidos mapas romanos —como el atri- buido a Agripa—, descubre el cambio del concepto de la representacién en Jos siglos finales del mundo antiguo y en la mayor parte de la Edad Media. Se produce una pérdida progresiva de la actividad creadora o reflexiva sobre'la Tierra como cuerpo celeste y de la geografia como representacién- discurso. El paso de los siglos, en ei final de la Edad Antigua, provoca un Progresivo abandono de ideas y practicas surgidas en los tiempos mas bri- 60 LOS HORIZONTES DE LA GEOGRAFIA llantes del mundo clisico grecolatino. El saber geogréfico como represen: tacién de la Tierra se reduce a una imagen. Esta imagen pierde elementos, cambia de significado. Pierde el caricter de construccién. Se perpetia como un simple esquema y adquiere un nuevo valor. El papel de los autores cristianos, en particular de los apologistas, des- de Lactancio en adelante, es decisivo. Acérrimos deteactores de la herencia clasica, asimilada al paganismo, impulsaron la suplantacién de la autoridad de los sabios por la de las escrituras sagradas de la tradicién judeocristia- na. Facilitaron la deriva hacia postulados cosmol6gicos de nuevo cuio. Oro- sio, uno de los més sefialados representantes de estos apologistas cristianos, habfa marcado el giro esencial en el uso de las representaciones geogrifi. cas grecolatinas. Orosio es un apologista cristiano del siglo v, originario de Hispania, con- temporaneo de Agustin de Hipona. Su principal obra, una historia universal, tiene un objetivo ideol6gico determinado: el desprestigio de la cultura pagana, es decir, de la cultura clasica. Lo indica su propio titulo: Los siete libros de His. torias contra los paganos. Se apoya para ello en el propio legado pagano y uti. liza los conocimientos y los métodos historiograficos de la cultura grecolatina. De acuerdo con los criterios propios de la historiografia grecolatina, toda historia debe describir los lugares, y por ello las historias se iniciaban con una representaci6n det muendo conocido. Es lo que hace Orosio en el se- gundo capftulo de su primer libro, de acuerdo con las reglas del legado his. toriografico grecolatino. Un objetivo que él mismo explicita: «es necesario, pienso, que describa, en primer lugar, el propio globo de las tierras habita. do por el género humano, tal como fue distribuido en un primer momento, Por nuestros mayores en tres partes y tal como, después, fue delimitado en Fegiones y provincias» (Orosio, I, 1, 16). Se trata de una mera enumeracién de regiones, territorios y pueblos por continentes, de acuerdo con el esquema mas arcaico. Tendré una gran recepcién en el mundo medieval. Es una sumaria representaciGn o imagen corogréfica que contintia la tradicién de los historiadores clasicos. Esti mas cerca de Herodoto que de los gedgrajos griegos. Recoge la forma mas elemental de la representacién corografica antigua. Por otra parte, inicia este autor la transformacién ideolégica de la re- presentaci6n del mundo, Se esboza la construccién de una nueva imagen de la Tierra y el espacio terrestre, vinculada a los textos biblicos y a una concepcién teleolégica religiosa. E] mundo como simple extensién de los designios divinos. Una imagen religiosa que ilustra bien Cosmas, un tedlo- g0 cristiano del siglo vi. Es autor de una obra denominada, de forma harto expresiva, Topographia christiana, En ella, la forma terrestre se ajusta, de acuerdo con una especial interpretacién del texto bfblico, a la del area de la alianza mosaica. Es decir, una tierra cuadrangular que reproduce 0 se ase- meja al tabernaculo de la santa alianza mosaica, Se inicia una nueva representacién del mundo, que pretende propor- cionar la imagen del espacio de la creacién divina. Una representacién re- ligiosa sustituye a la representacién racional y calculadora planteada por LAS CULTURAS DEL ESPACIO, LAS CULTURAS GEOGRAFICAS 61 Jos griegos. El cambio de episteme es fundamental. El objetivo de los auto- res griegos era una representacién racional del microcosmos terresire en re- lacién con el macrocosmos universal, fundada en la razon —es decir, en el cdlculo y la lucubracién—, mas que en la experiencia, aunque los datos em- pfricos sustenten ese tipo de representacién. El giro que introducen los autores cristianos supone la sacralizacion de ‘este tipo de representaci6n racional. Frente a la razén, frente al calculo ra- ional, frente a la experiencia la autoridad del texto sagrado, la Biblia se in- troduce como cimiento del saber sobre la naturaleza, en competencia con Jas concepciones transmitidas por los autores clasicos. El mundo como obra de Dios y como instrumento de su voluntad en el desarrollo de la his- toria humana (Sanchez, 1982). Un entendimiento que impregnara la cultu- ra cristiana medieval. La amalgama entre legado clisico y textos sagrados judeoctistianos impregna las imagenes del mundo elaboradas durante una gan parte de la Edad Media. La representacidn del mundo de la geografia antigua proporciona un bastidor cultural para la ubicacién de los espacios sagrados. Asi lo mues- tra la obra més destacada de todos estos siglos, en cuanto recoge lo esen- cial de la berencia grecolatina en campos muy diversos, entre ellos los re- lacionados con los saberes geogréficos: las Etimologias de Isidoro de Sevi lla, ya en el siglo v1 Esta obra, de cardcter enciclopédico, la mas importante de la tradicién cristiana, constituye un excepcional testimonio del caudal de conocimien- tos que componen la tradici6n clasica en los primeros siglos medievales. Al mismo tiempo descubre el grado de deterioro que ese caudal ha experi- mentado. Y pone de manifiesto el nuevo sentido del saber: En el ambito cristiano, y de manera notoria en el de la Europa occidental, a obra de Isi- doro de Sevilla representa la fuente esencial de los saberes clasicos. Duran- te muchos siglos, el saber occidental cristiano se identifica con el recogido en el sabio hispano-visigodo. Obras significativas en el Ambito cristiano, de cardcter enciclopédico, como De Universo, de Rabanus Maurus ( 776-856 de la E.), y De propiea. bbius rebus, de Bartholomeus Anglicus, autor inglés del siglo xm, son, en su mayor parte, una copia, cuando no un simple plagio, de la obra de Isidoro de Sevilla. Influencia que se mantendra hasta que se produzca y profundi- ¢e el contacto con el mundo cultural islimico, receptor también de la tra: dicion y herencia grecolatina, a través de los grandes focos culturales del Mediterraneo oriental. Una ventaja que el mundo islamico aprovechs, El desequilibrio entre los saberes geograficos y cosmograficos de am- bas culturas a lo largo de la mayor parte de la Edad Media constituye un rasgo sobresaliente, Resulta paraddjico que la brillante trayectoria islamica entre los siglos 1x y xt, se sustente sobre el trabajo realizado en el espacio cultural cristiano, bizantino, en orden a la preservacién de los viejos textos griegos. Servird, a la larga, para el reencuentro de Europa con la cultura clasica y, dentro de ella, con la geografia como representacion de la Tierra, concebida por los griegos. Para recuperar el saber sobre la representacion de la Tierra, en la via de Ptolomeo.

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