Empec a entender que colocar un cuchillo sobre el pecho que vena
viendo desde nio, no me provocaba temor. El mismo pecho que besaron finitas mujeres, que solo sufri la rasura de un test de esfuerzo, para ver cmo funcionaba el corazn. Hoy, era un muro entre el corazn y ese pedazo de lata afilado que poda poner remedio a los dolores del alma que no se sanaba con nada. El morirse por la propia mano era posible, solo pensar en mltiples situaciones y mover los msculos del brazo, indicndole a la mano que hiciera la presin necesaria para entrar con ese cuchillo hasta las puertas del corazn. Seguro no habra dolor, era cosa de conectar la mente con los mejores recuerdos de la historia. Como cuando ese ngel naci, contra la corriente de los malos vaticinios, demostrndome que era capaz de dar vida. Era cosa de mirar hacia el primer encuentro con ella y recordar tantas veces que te dijo que te amaba y le creste. Presionar sobre el cuchillo para que entrara a cumplir su misin de asesino no era nada fcil despus de todolos buenos recuerdos terminan transformndose en villanos.