Está en la página 1de 12
SOBRE LA NORMA DEL GUSTO Jece en el mundo, es demasiado obvia como para que haya quedado alguien sin observaria. Hasta hombres de limitados hon y os destrocena os dos juntos? Qué pretende? Por qué viene ‘ese enemigo de Dios aqui a envenenar el aire que respiramos con su horrible presencia?”. Tales sentimientos son reibidos von grandes aplusos en el teatro de Paris, pero en Londres, los espectadores no stndvian mayor agrado en’ ello que en of a Aquiles deoir [Agimenda que tenia cara de perro y eorazén de ciervo, oa Sipter fumenazar Juno con una fran palizas! nose eallabs. [Los prineipos relgiosos son cambién consurables en cualquier ‘obra cuando evan a la supersticlin y se itreduoon constants ‘mente on todos los sentiments, por alajados que estén dela rei: ‘6a. Yno serd excuse para ol poota cl que ls costumes de pro- pio pais hayan satueado la vida con cantas coremonias ¥ ritos religisos, que ninguna parte de ella extéexenta de tal yugo. Debe ser por siempre rdicula la comparacién que hace Petrarea de su ddama Laura con Jesueristo y no es menos ridieulo, en ese agradable lbertino, Bocaccio, el que dé muy seriamente gracias a Dios todo poderosoy a as das por su ayuda al defenderlo de sus enemigos.

También podría gustarte