4. El amor cortés,
o la mujer como la Cosa
pocentest ast Ib
¢Por qué hablar acerca del amor cortés [!'amour courtois]
| Literghvea Genred| hoy, en una era de permisividad en la cual el encuentro sexual
esa menudo nada mas que un “trémite" en un oscuro rincén
REI CARAS de una oficina? La impresién de que el amor cortés esté fue~
ra de moda y ha sido vastamente suplantado por los hibitos
rmodernos es un sefuelo que no nos deja ver qu st légica si-
‘gue definiendo los pardmetros dentro de los cules los dos se-
os se relacionan entre sf. Esta afirmacisn, sin embargo, no
implica de ningiin modo un modelo evolucionista segtin el
cual el amor cortés proporcionaria la matriz elemental a par-
tirde la que generamos sus titimas y mas compleas variacio-
nes, Nuestra tess es, por el contrari, que la historia debe sor
Iefda retrospectivamente: Ia anatomia del hombre ofrece la
lave para la anatomia del simio, tal como dijo Mars. Slo
{on la emergencia del masoquismo, de la pareja masoquist,
hacia fines del siglo XIX, podemos ahors entender la econo-
mia libidinal del amor cortés.
‘ EL TEXTRO MASOQUISTA DEL AMOR CORTES
> La primera trampa que debe evitarse a propésito del amor
cortés es la nocién de la Dama como objeto sublime: en ge~
neral, se evoca el proceso de espiritualizacién, el cambio dela
FOTOCEE 2A;16 Slavoj Zitek
avider sensual cruda al deseo espiritual elevado. La Dama es
asi percibida como un tipo de gufa espiritual en Ia alta esfera
del éxtasis religioso, en el sentido de la Beatriz de Dante. En
contraste con esta nocién, Lacan enfatiza una serie de rasgos
que contradicen tal espiritualizacién: es cierto que la Dama
en el amor cortés pierde los rasgos concretos y es evocada co-
mo Ideal abstracto, de modo que “muchos autores observa~
ron que todos parecfan dirigirse a la misma persona (..J En
este campo poético, el objeto femenino esti vaciado de toda
sustancia real”! Sin embargo, este carécter abstracto de la
Dama no tiene nada que ver con la purificacién espiritual;
antes bien, sefiala la abstraccién que pertenece a un compa
fiero frfo, distanciado, inhumano: la Dama no es de gingtin
modo un semejante cilido, compasivo, comprensivo.
La ereacién de la poesia consste en plantear, segtin el modo
de sublimacién propio del arte, un objeto al que designaria
como enloquecedor, un pertenaire inhumano.
Nunca la Dama es califcada por sus virtudes reales y conere-
1s, por su sabiduria, su pradencia o ni siquiera su pertinen-
cia. Sies calificada de sabia, s6lo lo es en la medida en que
participa en una sabiduria inmaterial, en tanto que, mis que
ejercer sus funciones, las representa, En cambio, en las exi-
igencias de la prueba que impone asusirviente es lo més ar-
bitraria posible:
La relaci6n entre el caballero y Ia Dama es, pues, la rela
ciGn del sabdito, dl vaso, con su Ser Taal que To so-
“mete a ordalias sin sentido, anoces, imposibles, arbitrarias,
“Zaprichoaas Es precsamense para eof la ituraleea WG
spiritual de estas ordalfas que Lacan cita un poema acerca de
tuna Dama que pidié que su siervo literalmente le lamiera el
trasero: el poema consiste en las quejas del poeta sobre los
alos olores que lo esperan all (Ge conoce el lamentable es-
I. Jacques Lacan, The Ethie of Pyetoanayss, Londres
.149.(Ed. cast: Laisa del pcs, Buenos Aires, Pai
2. Tid, p. 150.
El amor cortés, 0 a myer como la Cosa 137
tado de la higiene personal en la Edad Media), sobre el peli-
gro inminente de que, mientras él esti cumpliendo con su
deber, la Dama orine sobre su cabeza... La Dama esté, pues,
lo mis lej ible de toda espiritualidad purificada: funcio-
‘ag como una pareja inhumana en el sentido de-una. Ouedad
radical que es completamente inconmensurable para nues-
“os deéeos y necesidades; como tal, es simulténeamente una
clase de autématon, una miquina que enuncia demandas sin
{sentido y al azar.
Esta coincidencia de la Otredad absoluta, inescrutable, y
Ja miquina pura es lo que le confiere a la Dama su caricter
siniestro, monstruoso: la Dama es el Otro que no es nuestro
“semejante”, es decir, es alguien con el cual ninguna relacién
de empatia es posible. Scat outed aumtdca es To que Lae To que La-
“can designa por medio del término freudiano das Ding, la Co-
sa lo real que “siempre retorna a su lugar”-,/'el niicleo duro
que se resiste a la simbolizaci6n. La idealizacién de la Dama,
su elevacin a Ideal espiritual y etéreo, debe concebirse por
tanto como un fenémeno estrictamente secundario: es una
proyeccién narcisista cuya funcién es volver invisible su di-
‘mensi6n traumitica, En este sentido preciso y limitado, La-
: (ence “ciertamente, se ha resaltado el aspecto de
cexaltacién ideal a que la ideologia del amor cortés apunta ex-
3. glo esa definicién de Lacan de loreal como lo que siempre retor-
‘naa st lugar “pre-insteiniano” y, como tl esté des-vlorizado por a re-
latvizacidn del espacio con respeeto al punto de vista del observador, es
deci, por la eancclacién de la nocién de espacio y tiempo absoluos? Sin
‘embargo, la tora dela relatividad entrana su propia constanteabsolua: el,
interval de espacio-tiempo entre dos acontecimientos es un absoluto que
‘nunca vara, El intervalo de espacio-tiempo se define como la hipotenusa
dean teiingulo rectingulo euyos vérces son la distancia espacial y tem-
poral entre los dos acontecimientos. Un observador puede estar en un es
‘ado de movimiento tl que para él hay un tiempo y una distancia entre
ambos; ovo puede estar en un estado de movimiento tal que sus dispositi-
‘vos de medicién indiqaen una distancia diferente yun tiempo diferente en-
tre ambos acontecimientos, pero el intervalo entre ellos no vara. Ena
constante eso real laeaniano, que “sigue sind el mismo en todos los uni-
_versos posibes”Sirbtione sombra -si dirigimos una mirada directa no vemos nada, ve~
‘mos un mero vacio~. De manera homéloga, podemos hablar
de anamorfosis temporal: el Objeto es alcanzable sélo por me-
dio de una incesante posposicién, como su punto de referen-
cia ausente. El Objeto, por tanto, es literalmente algo creado
~y cuyo lugar esta cercado- por una red de desvios, aproxinma-
ciones y cuasi colisiones. La sublimacién se instala; la sublima-
cién en el sentido lacaniano de elevacién de un objeto a la
dignidad de la Cosa: la “sublimacién” ocurre cuando un obje-
‘to que es parte de la realidad cotidiana se encuentra en cl lu-
gar de la Cosa imposible. En ello reside la funcién de aquellos
“obsticulos artificiales que stibitamente estorban nuestro acce-
80a algiin objeto ordinario: elevan el objeto a sucedéneo de la
‘Cosa. Es asf como lo imposible se convierte en lo prohibido: a
través del cortocircuito entre la Cosa y algiin objeto positivo
| convert en inaccesible mediante obsticulosartifciaes.
2 La tradicién de la Dama como objeto inaccesible esta vi-
‘va en el siglo XX -en el surrealismo, por ejemplo-. Basta con
recordar Ere obscuro objeto del deseo, de Luis Bufiuel, donde una
‘mujer, por medio de un serie de trucos absurdos, pospone
tuna y otra vez el momento final de la re-unidn sexual con su
amante maduro (cuando, por ejemplo, el hombre finalmente
esti con ella en la cama, descubre bajo su camisén un antiguo
corset con numerosos ganchos imposibles de desprender...)
El encanto del filme radica en este cortocircuito sin sentido
entre el Limite fundamental, metafisico,y algin trivial impe-
dimento fisico. Encontramos aqui la légica del amor cortés y
de la sublimacién en su forma més pura: un objeto 0 acto co-
iin, cotidiano, se vuelve inaccesible o imposible de realizar
una vez que se encuentra en la posicién de la Cosa; aunque la
cosa deberia ser facilmente alcanzable, el universo entero ha
sido ajustado de dlgin modo para producir, una y otra vez,
tuna contingencia insondable que bloquea el acceso al objeto
Bufuel mismo era consciente de esta paradoja légica: en su
El amor cortés, 0 la mujer como la Cosa ur
autobiografia habla de “Ia inexplicable imposibilidad de cum-
plimiento de un deseo simple”, y una serie completa de fil-
‘mes ofrece variaciones sobre este motivo: en La vide criminal
de Archibald de la Cruz, el héroe quiere cometer un simple
asesinato, pero todos sus intentos fallan; en El dngel extermi
nnador, luego de una fiesta, un grupo de personas ricas no pu
den cruzar el umbral y'abandonar la casa; en El disceto
encanto de la burguesia, dos parejas quieren cenar juntas, pero
inesperadas complicaciones siempre impiden la realizacién
de este simple deseo.
Deberia quedar claro, ahora, aquello que determina la di-
ferencia con respecto a la dialéctica habitual del deseo y la
prohibicisn: el objetivo de la prohibicin no es “elevar el pre-
cio” de un objeto dificultando su acceso, sino elevar ese ob-
jeto mismo al nivel de la Cosa, del “agujero negro” alrededor
del cual se organiza el deseo. Por esta razén, Lacan esté to-
talmente justificado al invertir la f6rmula habitual de la subli-
macién, que entrafia el pasaje de la libido de un objeto que
satisface una necesidad conereta, material, a un objeto que no
tiene conexién aparente con esta necesidad: por ejemplo, la
critica literaria destructiva se convierte en agresividad subli-
‘mada, la investigacién cientifica en el cuerpo humano se con-
vierte en voyeurismo sublimado, etc. Lo que Lacan designa
Como sublimacién, por el contrario, es el desplazamiento de
Ia libido desde el vacio de la Cosa inutilzable hasta algiin ob-
jeto concreto, material, que asume una cualidad sublime en el
‘momento en que ocupa el lugar de la Cosa."*
—P La paradoja de la Dama en el amor cortés equivale en il-
tima instancia a la paradoja del dsvfo: nuestro deseo “oficial”
16. mediante una inversin dl uso del érmino sublimacién, tengo
derecho a decir que vemos cémo ag la desvacin en cuanto al fn e pro-
duce en una direccion inversa a la del objeto de una necesidad” (Jacques
Lacan, Le stwinaie, are VIL: Le angers, Pars, Editions du Seuil, 1991,
250) [Ed cast: El Seminario, Libro 5, La tanserenci, Buenos Airs, Pai-
‘dés, de préxima aparicién Lo mismo sucede con el objeto mismo que
funciona como signo de amor: su uso est suspendido, s eonviere en un
‘modo de ariculacin de la emanda de amo.
heart ‘
C4i Ste Diet
cs que queremos dormir con la Dama; mientras que, en ver-
dad, no hay nada que temamos més que una Dama que podria
ceder generosamente a este deseo nuestro -lo que verdadera~
‘mente esperamos y queremos de la Dama es simplemente otra
nueva ordalia, una dilacién més-. En su Critica de la razin
‘prdctica, Kant ofrece una parabola acerca de un libertino que
afirma que no puede resistir Ia tentacién de gratificar su deseo
sexual ilicito; sin embargo, cuando se le inforina que lo espe-
rala horca como precio a pagar por su adulterio, descubre re-
pentinamente que puede resistr la tentacién después de todo
(prueba, para Kant, de la naturaleza patolégica del deseo se-
ual; Lacan se opone a Kant afirmando que un hombre de
verdadera pasién amorosa se sentirfa atin més inflamado ante
la perspectiva de Ia horea..). Pero para el fiel servidor de la
Dama, la cleceién esté estructurada de modo totalmente di
tinto: quieé preferiria la horca a una gratificacién inmediata
de su deseo por la Dama. La Dama funciona entonces como.
‘un cortocircuito tinico,en el cual el Objet del desc cvincide com
la fuerza que impide aleanzarlo: en cierto modo, el objeto “es”
‘su propio retiro, su propia retraccién.
“En est€ éontestto podeitios concebir el a menudo mencio-
nado, y no menos a menudo incomprendido, valor “filico” de
Ta mujer en Lacan: su ecuacién Mujer = Falo. Es decir, pre
samente la misma paradoja caracteriza el significante falico
(qa significance de la castracién. “La castraci6n significa que
cl goce debe ser rechazado, de modo que pueda ser alcanza-
do en Ia escalera invertida de la Ley del deseo.”” ¢Cémo es
17 Jacques Lacan, ite A Seleim, Nueva York, Norton, 1977, p-324,
Bl primero en formula esta "paradoja econémica de fa eastracidn” en el
campo de la flosofia fue Kant. Una de ls eritias estindar a Kant es que
fra un pensador contradictorio que se quedé a mitad de camino: por una
parte, ya dentro del nuevo universo de los derechos democriticos élite
1, para usar el término de Etienne Baliba); por otra parte, in atrapado
por el paradigma de fa subordinacin del hombre a una Ley superior (m=
peratvo). Sin embargo, la formula de Lacan del fetichismo (una fraccin
fon a ariba, menos Ia pi de la cstracin) nos permite entender la code-
pendencia de estos dos aspectos supuestamente opuestos Fl rasgo crucial
El amor cortés, 0 la mujer como la Cosa 49
factible esta “paradoja econémica”, cémo puede la maquina-
ria del deseo ser “puesta en marcha”, es decir, c6mo puede el
sujeto ser llevado a renunciar al goce no por otra Causa, mas
clevada, sino simplemente con el fin de ganar acceso a él? O
para citar la formulacién hegeliana de la misma paradoja—
gcémo es que podemos alcanzar la identidad s6lo perdiéndo-
1h? Hay una tnica solucién a este problema: el falo, el sig-
nificant® del goce, ténfa que set simuleincamente el
‘ighificanté de'la “castraciOn”, es decir, um inico y mismo sig
nificante tenia que significar tanto el goce como su
te modo, se vuelve posible que la instancia misma que nos
persuade de buscar el goce nos induzca a renunciar a él."
«ue dinngue el compo democrtico de la gli del eampo preburguls
deta aroriadtrichonal sand pencil d os derechos de
‘echor ane son completamente eles sium formlados ei
{Smee dado que estamos ate un procren sin de srculacion contin
denaevs derechos En et sentido el esate de os erechos en elu
vers democrtico modem ex ld abjeto de un ersiv obito-caus
del deseo. De de viene ete rage? Solo una respuesta coherent e
posible: dec an tne fits aru a oma ol a
I hasan tambien La cin de renanca ai, “inbni, como
Precio qu el indo debe pagar por st enada en el universo soci
Simbotco es Jc Is nocin de "nalerar em acl, de atogonismo
iredacie ene a verdes atures” dl homey el orden sel
Erperg slo con linivesa demociico modem, Pieiment, dentro
del campo de la storidadeaiconl, a “sociabdaden tanto propre
sin aa mbordnaion la autora ys alinese con sguna comune,
ra conebit como paste integrane dela narrates” ms del onbre
uso palin, (Eo no sigue, ded eg, que ea renunca “ea
Eaciintinble", en trminoe peconaliicor” no eer operando,
inplictaments, desde el comiensa mismo. No enfentunos aut con I
Nope dl retoneidad, dade las com se conmerten en lo que sem
preys eran’ el univers burgués modema de los Derechos hizo vile
Uns renuncia que esto simpy ahi) Yel campo infin dels dee-