el comn de los mortales. Todo lo cual no invalida en
nada la asercin de que el cant-0 es la base real de todo ejercioio musical y que, por consiguiente, debe servir de norma a nuestros juicios sobre las obras musicales de todos los gneros. El mismo Stumpf no podr negar que las pequeas contracciones musculares de la laringe, son una prueba de la preeminencia de la msica vocal. Pero esta especie de recuerdo del canto no es individual, hasta tal punto, que baste a rebasar los lmites de su propio rgano vocal para tener necesidad de una forma excepcional de apreciacin de los sonidos ms agudos o ms graves. Se puede, por el contrario, afirmar que la extensin total de la voz humana determina una regin media, tan exactamente apreciables, que los ms agudos sonidos de soprano parecen ya muy altos, y las sonidos ms graves del bajo muy bajos. Dos regiones sonoras distintas existen an para todos los hombres: una, por encima del soprano; la otra, por debajo del bajo; la pri mera se llama sobreaguda, la segunda extra.grave. En sus apreciaciones, el individuo se siente tan miembro de la Humanidad, que la regin vocal del sexo opuesto al suyo propio se le aparece en modo alguno como algo extrao o inadmisible. Ni siquiera es posible decir que la voz de la mujer parezca aguda al hombre, ni la voz del hombre grave a la mujer, pues sus lmites no concuer dan; son ms bien el complemento indispensable la una de la otra, las dos partes de un solo todo. De otro modo, los sonidos de la cuarta octava produciran ya sobre el hombre una impresin de elevacin excesiva, y los de la segunda una impresin de profundidad exagerada, lo que no sucede. Los sonidos agudos, para el hombre, y graves para la mujer, parecen realmente medios, y su estimacin, en el dominio instrumental sobre todo, est libre de toda idea de la tensin o de la relajacin de las cuerdas vocales que su entonacin necesitara por parte del oyente.