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Enrique Martinez Ruiz EI bosque del Valle del Tiétar en la Historia. Un bosque emblematico bajomedieval Introduccién, resumen y explicaciones necesarias Iniciamos este estudio con.tin resumen de su contenido y unas expliciciones que consideramos necesarias parasintetesarial lector o en su defecto, que no pierda el tiempo si la tematica, historia forestal, n¢ le interesa. Sc evolucion, o me 2s consclentes ques lal of, el devenir-histbtity’ de un bosque es de dificil descripciény que puede acarrear un texto drido para su lectura, si como es mi caso nov cuenta con dotes literarias PLO ee er Hecha la advertencia de la posible aridez del texto, me anima en su red: cién un hecho relevante en Ia actualidad, el desarrollo y proliferacion de publica- ciones en los Gltimos afios de lo que po- diawdenominarse -Historia que desciende hasta la historia de pueblos pequefios. Este es el caso de la mayoria de-los nficleos de poblacion del Valle del Tetar qU’Cuentan ya con un libro sobre 3 Nistoria donde como es légico son acale, Enrcina ET Gach», La iglesuela. Didmetro de copa 30 m, ean edad entre 450-350 afios. 10 + TRASIERRA, 3, 1998 Roble melojo protagonistas los vecinos, nosotros afiadi- remos otro protagonista: el Arbol que for ma una poblaci6n, el bosque. De la interacci6n entre vecinos y su bosque a lo largo de la historia ha de- pendido su conservacion, que el bosqui haya legado hasta nosotros, con espesu- ra mas © menos transformada. Nuestras extensas dehesas tienen una relevancia de todos conocida, calificado como «invento espafiol- de un uso de la tierra equilibrado de tres recursos: agrico- 1), ganaderos (fruto y pasto) y fo- restal (madera, lefta y carbOn). El invento espanol de la dehesa se llevé en la colo: cultural y ecologic que un ilustre historiador h las (cere: nizacion de América a las areas de clima mediterra neo de Norteamérica y Méjico. En el caso del Valle del Tiétar la de saparicion del bosque ha dependido de 1s roturaciones que podemos apostillar como necesarias, que no pueden compa- rarse con las de otras comarcas en las que no se dej6 ni un drbol de sombra pa- ra los antes segadores, vihadores, pasto- Pero en el ntervenido los tres elemer Vall c, ahora -tractoristas- si han tos clasicos de la deforestacion espafola el fue el hacha y el diente del ganado: el primero y Gltimo cuando pueden cali ficarse de gracia todavia se mantiene. Después de sobre eonservacion abusivos- y el fuego por des los parrafos anteriores transformacion y de- iparicion del bosque que con caracter general pueden aplicarse a la mayoria de las Comarcas Forestales espanolas; paso a particularizarlo que debo calificar como historica de la evolucion del bosque del Valle del Tiétar Quiero re aproximacior arcar lo de «aproximacion onsciente de mis es casos conocimientos para abordar el de- venir de un bosque desde la Edad Anti gua hasta nuestros dias. Pero hay un bosque que he calificado de cor, el del Valle del Tiétar en la Baja Edad Media (s. XIV Y XV) que conoce- mos casi sin lagunas, gracias a la ingente labor investigadora de numerosos histo- riadores, lo que se ha plasmado en las publicaciones de la Instituci6n Gran Du- que de Alba de la Excma. Diputaci6n Provincial de Avila, de las que destaco las siguientes: hist6rica-, pues soy pblem: —Documentacién Medieval de los Ar- chivos Muntcipales de La Adrada, Cande. leda, Higuera de las Duenas y Sotillo de Ja Adrada, 1993. Carmelo Luis Lopez. —Documentacion Medieval del Ar- chivo Municipal de Mombeltran (1996) Angel Barrios Garcia, Fernando Luis Co- y Eugenio Riafo Pére: No puedo citar la nutrida lista de in- vestigadores de la historia de Avila y su provincia, pues quedaria corta y no s6lo por mis escasos conocimientos: pero si creo que acierto al destacar entre ellos a Carmelo Luis Lopez, alma de esa investi gaci6n y de las publicaciones,-errét-que personifico mi reconocimignito ¥. agradé cimiento. En el titulo de las publica¢iones men cionadas se citan algunos pueblos del Va He del 1 Avila, erbgealidad la do- cumentacion medieval abarca todba joe pueblos actuales y algunos desaparecitios Es de destacar que estos pueblos han guardado por siglos su documentagifip historica desde Ja repoblacin de la Re conquista, incluyendo sus Cartas Pueblag’a las que siguieron, | Para el caso que nos ocupa de histo ria forestal del Valle del Tiétar Edad Media conocemos de quién eran'Jos montes, su uso y limitaciones, su ordena tar de s Cartas de Villazgis, desde ‘la miento para conservarlos y explotarlas, que clase (especies) de arboles y canti dad existian en el bosque, etc. En este caso slos Arboles dejan ver el bosqu precedi6 al actual, gracias a que los veci nos supieron conservar la documentacion historica y también testigos vivos en boles medievales- que todavia se conser van, aunque sean en ejemplares aislados de pinos y robles. Debo destacar por ser raro en Espafia que * En el verano de Historia de Gavtlanes, Costumbres y Folklore A995) 1997 hice una coleccién de frboles TRASIERRA, 3. 1998 + 11 Robie de los «Manaderos, Piedralaves. Didmetro de 452 a 1,30 m, con edad proxima a los 400 afios sue nicleos de poblacién pequefios, co- ito son los pueblos del Valle, ha in guar- dado celosamente la documentacion de su Historia (con mayGscula) y no s6lo la yacimientos ar- queol6gicos que han permitido a mi ami go David Martino ilustrarnos desde la Pro- tohistoria como demuestra en Su libro so- bre Gavilanes *, He dicho lo de -raro en Pspaiiar porque lo normal es la destruc- cin o mala conservacion de los archivos municipales, lo que a veces se achaca a las guerras, pero son mis frecuentes «in- escrita, sino también la de centenarios, algunos con mas de 500 ahios. 12 © TRASIERRA, 3, 1998 tereses ocultos- o simplemente la desidia, siempre compafiera de fa incultura. Pero los pueblos del Valle, sus veci- nos, no sélo guardaron documentos, tam- bién protegicron sus bosques, ademas, y ‘esto si que es raro en Espaia, ordenaron teglamentaron sus aprovechamientos, como lo demuestran las Ordenanzas de ‘Adrada, que se dieron los propios ve- ‘cinos en el aio 1.500. Con el beneplacito © de su sefior Antonio de la Cueva, que las * 17 de enero de 1.501. | El primer ano del s. XVI puede ser y de partida para aproximarnos en la 7 ‘evolucion del bosque bajomeédieval hasta el de nuestros dias *, El bosque de los si° ‘glos XIV y XV que atificado de semblemitico-, no resulta dificil de descri- bir gracias a la documenitaci6n referida, Ta que hay que afiadir los datos del Libro. de la Monteria de Alfonso Xt,-sobre todo, Jos que se refieren a las especies arbGreas mas representativas del bosque del Valle del Tiétar de aquella época. at En visién retrospectiva también podé- mos aproximarnos tomando como parti da ese bosque bajomedieval, al que lé Pprecedié en la dominacién riensis, sitio y clima tienen para Criarsen Eh pino canario y el ameficano (radiata) se desarrollan sin problemas y con un creci- miento superior a los autOctonos;y come: he podido comprobar personalmente: Una menci6n especial entre 1st. boles que nos quedan por citar, ¢6-¢h castaho (Castannea sativa), su frutorco- mo alimento de osos y otros aninjales; incluido el hombre, se valora desdeota época de los romanos. En el Valle es éf Arbol por excelencia, jtanto!, que hasta separaba 0 distinguia la propiedad del suelo de la del vuelo (rbol), son los dé= nominados -castafios de data- (Piedrala; ves). En los afios pasados una enferme- dad provocada por el hongo de Ia -tinta- los mataba, de ahi su disminuci6n. He- mos comprobado que los castafos sal- vajes en bosque, con raices anastomosa- das (unidas) resisten la enfermedad, co- mo es el caso de los castafiares de Casi- llas, Rozas y El Tiemblo. Terminemos con la diversidad pre- sente en bosque mixto y en el de galeria, (cursos de agua) sefalando, sin tener en cuenta su menor © mayor representa- cién, la némina de especies arbéreas si- guientes: Aliso, fresno, chopos (alba y nigra), olmo, nogal, cerezo, piruétano, almez, te- jo, morera (alba y nigra), laurel, higuera y olivo salvajes, etc.; estos dltimos en el monte y en cultivos abandonados. Un bosque emblematico: El bajomedieval del Valle del Tiétar El emblema de ese bosque bajomedieval Jo pone la Documentacién de los Archivos Municipales a la que nos venimos refirien- do desde el principio de este trabajo. Por ello este apartado lo vamos a redactar, 0 mejor confeccionar s6lo con las referen- cias textuales sacadas de los libros publi- cados por la Institucién -Gran Duque de ‘Alba»-tista-confeccion se hace como es 16- gico con una «visién forestaly, sin poder ni querer entrometerme en interpretacion hiistOrica para la que no estoy preparado. Los nuevos poblamientos y roturacio- nes, Referencias descriptivas del bos- que. Al crecimiento de las poblaciones exis- ‘tentes, durante casi dos siglos (XIII y XIV), se unen nuevos nticleos de poblacion ‘atraidos por los privilegios concedidos por los reyes castellanos en las Cartas Pue- blas-. Una fundacion importante que reco- ge laBocumentacion de Candeleda es la _ del afio 1189, en que Alfonso VIII refunda la ciudad de Plasencia, en el antiguo lugar llamado Ambroz, estableciendo los limites de su término: «con los bosques € con las aguas € montes ¢ fuentes-, Los bosques més altos en las laderas, sin duda de pino como especie dominan- te, pasan de la alta a la baja Edad Media sin apenas transformaci6n, espesos y um- brosos. En la Introduccién del libro cita- do sobre la Documentacion de Mombel- tran se recoge el relato de Pero Pérez de Ayala del paso en 1.365 del Puerto del Pi- co, del entonces conde y después rey En- rique II. Decia lo siguiente: -Non pudo andar por la tierra, que es muy fragosa empero el logar era muy fragoso,.... fasta que el conde ovo pasado la metad del puerto; € entonces los de Ia tierra, que guardaban el puerto, -descubricronse- Caro les cost6 a los vecinos de Mom- beltran la -emboscada- °, pues cuando el conde lleg6 a Talavera volvié sobre sus pasos y con su hermano Fadrique, -des- truy6 el logar del Colmenar (Mombel tran), e quémelo, ¢ murié mucha gente de dicho logar-, Puede que los vecinos del entonces Colmenar, al esconderse en. tre los espesos pinares y robles del Puer to del Pico, recordasen la estrategid_gue- rrillera de sus antepasados-sceltas/bere beres-. Esto se confirma gon'las referen cias al Pinar de After en ©! siglo sigulen” te, situado como se ha dicho, desde el Puerto del Pico al de Serranillos. Los bosques mas bajosen los Hahos del valle préximos al rio Tiétar>pasan a la baja Edad Media transformados, pues. se abre la espesura para la produccion de bellota y -herbajes-. De extraordinaria tity portancia por su extension y riqueza, me: recen dos: los «alixares de Valtietar- det término del Colmenar y sus aldeas (Lan- zahita) y la -Dehesa del Rinc6n y Proindi visor de Candeleda origen de pleitos y disputas con los ve nos de Arenas de las Ferrerias (San Pe: dro), la de Valtiétar por el aprovecha miento de pastos y la del Rinc6n por la propiedad (proindiviso), que se sustancia en 1462 por la sentencia dictada en Na- vatoro que fija los limites. A esa transformaci6n en Ia espesura del bosque, abriéndolo para «adebesar vellota- (momtanera) y pastoreo de -her. bajes*, se une otra que es la roturacién; que no se queda en los Ilanos, sube a las laderas de robles y pinares, lo que se de Ambas dehesas san TRASIERRA, 3, 1998 ¢ 19 Pino pinaster de «La Mesa», Piedralaves. Diémetro 1,03 m ¥.47 m de altura y de unos 200 afios. ta entonces que -yermaba el monte/bos- qver. De esto es muestra el conjunto de ftiontes que integraban la -Dehesa o he- redamiento de Avellaneda- que se exten- dia en el Alto Tiétar desde el término de Mijares, entonces perteneciente al Colme- nar, hasta Casillas o limite de aguas ver- tientes entre Alberche y Tiétar, entonces del término de La Adrada. En relaciOn con esas roturaciones, en el aio 1274 el Concejo de Avila: -porque se yermaba el lugar de La Adrada-, auto- riza a los habitantes de éste a roturar en un heredamiento en el puerto de Avella- * Era logico que los vecinos de Mombelurin estuvieran en contra de Enrique Il y a favor de Pedro I, pues en Tortijos, rey cazaba en el valle con ocasién de sus frecu nites visitas a su amante Maria de Padilla, con casa 20 © TRASIERRA, 3, 1998 neda, sin perjuicio de los ganados que pasaban por alli ’. Esta donaci6n fue da- do en corral, viernes, la campana tahida, -asi como el fuero de Avila manda. Y es- ta concesi6n fue confirmada por los su- cesivos reyes de Castilla desde Fernando IV hasta Enrique Ill que concede a La Adrada la Carta de Villazgo en el aho 1.393, separdindola de la jurisdiccion de Ja ciudad de Avila, pero dentro de su -al- foz» (territorio jurisdiccional), que man- tiene derechos de los Caballeros de di- cha ciudad hasta la creacion del Seforio Pero en el territorio sur delwatfo de Avila se vienen Base eerie nes del bosque, a lo y.rotura dolo, desde comienzos del Sigh Tiliee presion demogrifica, 0,Jo que es lo mis- mo, por necesidades alimenticias de una’ poblacion creciente, conctetadas ¢f | ductos ganaderos y agricolas. Tambiés otros productos no vitales pero si comer. ciales como son las fibras textiles: lana-lie no y seda; a los que hay que ahadirla, cera y miel. De los productos forestalesi: madera, corcho, curtientes, pifas, tte: hablaremos mas adelante al tratag ;los aprovechamientos. En las comarcas al sur de Gredgs principios del siglo XII, los historiadores citan pocas aldeas o lugares, son, Salvo omision: La Adrada, £] Colmenar, Guada- mora, Sant Roman y Anaziados. A media- dos del siglo XII, ao 1250, s6lo destaca en habitantes la poblacién de Anaziados, -cercana al millar-; pero a las aldeas cita- das se ahaden: La Figuera, Las Ferrerias, La Puebla, Las Torres del Fondo, Arenas, La Parra, Valvarcedo, Vayuela, Garcifor- tdn, La Torre de Miguel Martin, Lanzahita y el Aldea del Obispo. Los pueblos citados geogrificamente pertenecientes al Valle del Tiétar ¢ hist6- ricamente al alfoz de Avila, se sitgan en- tre 400 y 600 m de altitud. Las nuevas poblaciones del s, XIV se ubican entre 700 y 1.000 m, en el piso montano. En aquellos tiempos con bosque espeso de robles, castafios y pinos, éstos mas abun- dantes hacia las cumbres, que en el piso basal. Por solo citar los pueblos mas al- tos de Este a Oeste, son: Casillas, Mija- res, Pedro Bernardo, Cuevas del Valle, San Esteban, Villarejo, El Arenal, Horni- Ilo, Guisando, etc. Las nuevas fundaciones o refundacio- nes como es el caso de Nava Solana (Pe- dro Bernardo) apenas modifican el bos- gue, s6lo puntualmente donde hacen ‘huerts,.prados, plantaciones de frutales, \etcaksto exige cl abancalamiento de la- i obras de encauzamiento del agua de | ve ntas cuyo bosque de marge- nes se Explota para maderas y se cuida el ‘avellano. Los Gnicos calveros de las lade- ‘sas pobladas de Arboles, eran los ejidos de los pueblos y lastras o losas de pie- dras. Incluso éstas se aprovechaban (su espacio) pues,en ellas se situaban los col- imenares ¢Picdralaves) y corrales, ambos ‘con cerca de piedra alta para que no en- trase el oso. Especies arb6reas del bosque bajomedieval Precisamente de la caza del oso depreda- dor de cabritos, terneros y comedor de la Puede que dicho puerto sea el Gnico y mas oriental de Gredos, 1 de Casillas, sin duda con bosque de pinos silvestres, todavia sigue -la valsaina- en el Valle de Iruelas, en sus dos vertientes destacarian en los cursos de agua los avellanos. * En 1275-76 el Concejo de Avila premia a Blasco Ximeno para poder poblar Navamorcuende, dando Ii- mites al primer sefiorio del Valle € incluyendo en el heredamiento el palacio-fortaleza residencia de je- fes arabes. Fundando asi el -mayorazgo- de Cardiel, Navamorcuende y Villatoro de la -casa Davila- rica miel, trata un libro de mediados del siglo XIV: «Libro que mandé facer el Rey Don Alfonso de Castiella et de Leon (Al- fonso XD, que fabla de todo lo que per- tenesce a las maneras de la Monteria-. te libro, cuya toponimia nos ha servido de guia para identificar y situar las espe cies arb6reas del bosque de aquella épo- ca, puede completarse con las referencias de mediados del siglo XV, segGn resefia- mos seguidamente. En el afo 1432 (noviembre, 26-29) Juan Sanchez de la Adrada en nombre de Don Alvaro de Luna, a la saz6n senior del Colmenar (Mombeltran), toma posesion de los alixares-, los de Valtietar, y en ef lamiento de limites qué se realiza durante tres dias de novierhbre,-se-vitam especies arb6reas, (el numero de’ citas entre paréntesis), son las siguientes: Roble (6), peguera y pind(5), rebolle (2), quejigos y fresno (2), alcornoqué y: encina (1). mites se sefala con -forca de madera ¥ -cruces- en roca. Las alineaciones se mat can con ramos de piorno y madrofera Al sefialamiento de limites anterior I€ sigue treinta afos mas tarde, ao 1.462 la delimitaci6n del término del -Rincény proindiviso- de «cuatro hombres buenos- de Arenas y Candeleda, dos por cada villa. Esta deli+ mitaciOn ejecuta la sentencia dada en Vi llatoro por el comendador Diego de Ave llaneda y Juan Gonzalez Toledo, secreta rio de la condesa de Montalban. En este sefalamiento de limites también se citan especies arboreas, pero la representacion de éstas se fija, asi como su aprovecha miento en las -Ordenanzas del Rinc6n y Proindiviso» que realizaron en la -Casa del Poyal- el 1 de julio de 1472, cuatro ju rados nombrados por los Concejos de Arenas y Candeleda. Como de las Ordenanzas del Rincon y de La Adrada trataremos mas adelant retomamos el] poblamiento del Valle del sen n sitios importantes de los’ f= andeleda, lo que hacen ‘TRASIERRA, 3, 1998 ¢ 21 étar que habiamos dejado con las nue- vas fundaciones 0 refundaciones, inicia- das a principios del siglo XIII y que prac- ticamente, finalizan con el siglo XIV, que dando estructurado el territorio en los nacleos de poblacién actuales, salvo al- gunos que han desa Jo. El otro po- blamiento del Valle, el de los arboles del bosque, podemos darlo por concluido en ese bosque «emblematico- bajomedieval, Fresno de ta «Ermita de Chilla», Candeleda. Didmetro 1,78 a 1,30 m y de unos 300 afios de edad. 22 © TRASIERRA, 3, 1998 transformado en espesura por las necesi- dades vitales y comerciales que acarreaba la presién demografica. De la propiedad de los montes y el usufructo por sus vecinos Pero de quién era el bosque/monte? ga quién pertenecian sus productos y ¢l frute?; en definitiva, como evolucioné 4 tenencia y uso de la tierra-, en este caso la terra sin cultivo, los montes. Contestar las preguntas anteriores resulta-mas difi- cil que la aproximacion Historica realtza- da sobre el bosque y/sus drboles, pero necesariamente debemos ¥ tenemos que describir, también como aproximacion hist6rica, la evolucion de la propiedad ,y uso del bosque. Parece claro que a raiz deta Recon quista en las fundaciones o refundaciones: de nuevas y antiguas poblaciones, Jas Ifa madas Cartas Pueblas que describen los- limites del término jurisdiccional, arcibur yen a los antiguos y nuevos habitantés la pertenencia de los montes, a los vecinas de los ndcleos de poblacién a la que se le da término. En el caso de la ciudad de Plasencia repetimos lo citado -... can los bosques e con las aguas « montes € fuen- tes (1189) En el caso de la ciudad de Avila y dentro de su jurisdiccién, se comprendia en el alfoz sur el Valle del Tiétar, sobre el que el Concejo de dicha ciudad ejercia no s6lo derechos jurisdiccionales sino también solariegos, al menos en los mon- tes, Esto queda claro en la donacién que hemos referido anteriormente de la -De- hesa, heredamiento de Avellaneda: al lu- gar de La Adrada en el afio 1274. Tam- bién se reafirma al afio siguiente con la concesién a Blasco Ximeno del Seforio de Navamorcuende. También por lo anterior queda claro que en su origen los montes del Valle del Tiétar pueden calificarse como -conceji- les, es decir, la pertenencia se atribuye al Concejo, primero al de Avila y después a los concejos que se van formando en los términos que se asigna a sus cinco aldeas principales del siglo XIV: Candeleda, Are- nas de las Ferrerias, El Colmenar, La Adrada y Navamorcuende. No existen por tanto, en la €poca a que nos estamos refiriendo, montes de realengo, aunque la oligarquia de Avila, sus caballeros, mantienen derechos que limitan la pro- piedad y el uso de los montes comunales y concejiles, del comdn de los vecinos, los de su término-. Un hecho transcendental acontece el Y# de octobre de 1393, cuando en Madrid el rey Enrique II concede privilegio de villazgo a las cinco aldeas mencionadas, ‘eximiéndolas de la jurisdiccién de Avila. ‘Asi pasan’a ser villas con jurisdiccion y término propios: Candeleda, Arenas (de Sin Pedro), El Colmenar (Mombeltran), La Adrada y Navamorcuende. En la Carta de Villazgo de la nueva villa, La Adrada, parece claro a quien pertenecen los mon- tes de su término, pues dice lo siguiente: que vos aviedes ¢ que hussavades, (siendo aldea), -con sus dehessas e mon- tes € prados-, segund lo teniades € pos- séyades'e posseher deviades antes que vos.yo fiziesse Villas. Esta claro que si no tenian posesién plena de los montes con la Carta se concede, pues remacha: «que debian poseer, Ademas y conjuntamen- te con la pertenencia de las dehesas y montes, se les concedia jurisdiccion a su Concejo pues ordenaba: «.... con los di- chos términos, ayades por vuestro foro, por donde vos judguedes, el fuero de las leyes que algunos Ilaman el Fuero de Flores-. La redaccion de la Carta de Villazgo es similar para las cuatro villas citadas de Avila, asi como para la de Navamorcuen- de-San Roman, también del alfoz de Avi- la, hoy en la provincia de Toledo. ‘TRASIERRA, 3, 1998 ¢ 23 Pero lo que parecia claro segén Ia in- terpretacion «al pie de la letra- de la Car- ta de Villazgo en lo que se refiere a la pertenencia de «dehesas y montes- a fa- vor de los vecinos, se oscurece con el nombramiento por el mismo rey Enrique Ill como sefior de las nuevas villas ” a su Camarero Mayor, después Condestable de Castilla, don Ruy Lopez Davalos. A éste siguicron don Alvaro de Luna y don Bel- tran de la Cueva. En el interregno entre la muerte (ejecucién) de don Alvaro y el perdon real, es seftora de Arenas su viuda da triste condesa- dona Juana de Pimentel que consigue por pacto con Eprique | Vv mantener muy reducido su ; der su castillo de Escalond | y tesoro. Asi pues, existe hi blando, en la duplicidad simultanea de expedientes reales de Villazgo y Seforio, una indeterminacin de la propiedad recta de los montes, no de la itt gue en los vecinos. Lo malo es que nen que -pechar- por su usufructo, am El proceso de seforizaciOn reperctite: en la propiedad de los montes pero sé= bre todo en su uso, con los aprovecha® mientos que venian haciendo los vecinos, especialmente el de pastos, origen de dis- puta no sélo entre vecinos, sino también con los caballeros de Avila y burgueses terratenientes hasta la constitucién detos sefiorios y después con los representan- tes del sefor. Pero quién mejor que Car- melo Luis Lopez puede explicar ese pro- ceso de seforizacion del alfoz abulense, que en el caso que nos ocupa se particu- lariza de la forma que se recoge en la in- troducci6n del libro sobre Documenta- cion Medieval citado. Carmelo puntualiza lo siguiente: -No es el rey ni el concejo abulense los que segregan el territorio para concedérselo a un sefior, sino que los oligarcas urbanos de Avila son los al ce, inte de su que formaron -de facto: sefiorios territo- riales y jurisdiccionales, esperando la posterior concesién del concejo, al que controlan, o la confirmacién real, aprove- chando las luchas politicas de los s. XIV y XVe, En la concesi6n a Blasco Ximeno del Sefiorio de Navamorcuende, se dic «....e pueda poblar, ¢ los vasallos paguen pecho e facendera, con todo el alto y ba- jo imperio, con montes, fuentes, bosques y rios...., en tal manera que sea seforio quieto..... (Navamorcuende, sus gentes y sus costumbres. Lazaro V.) Si los oligarcas controlaban el conce- jo de su ciudad, también mantienen de- rechos en aprovechamientos y pasos de ‘gARAdO’e“Incluso -heredades de pinos- /(propiedad privada) en los términos con- / cedidos a las nuevas villas, como es el co de} siete de La Adrada, Dehesa de ate 1 control del concejo en "pasa a los alcaldes y regido- por el conde o duque en ie. una de sus villas. A estos nombra- thientos sé unen la de jueces, alguaciles, i¢scribanos, etc.; creandose un funciona- riado 0 lo que es lo mismo una adminis- ‘tfacion -intervencionista- en el aprove- chamiento de los montes comunales y 4@bre todo recaudadora de pechos, alca- halas y otros tributos (portazgo y mon- tazgo). A los impuestos citados se unen el «cobro de pedidos y monedas- con repar- timiento en cada concejo. En lo que res- pecta a la propiedad de los montes, su uso por los vecinos se grava con las -ren- las seforiales- que se cifran en gran can- tidad de dinero. Este es el caso de la sen- tencia ejecutada en el ano 1.494, por la que se fija el pago de 30.000 maravedis al Duque de Albulquerque como contrapar- tida para que sean usados exclusivamen- * Excepto Navamorcuende que se mantiene en el Seorio de los Davila 24 © TRASIERRA, 3, 1998 te por los vecinos de Mombeltran y su tierra -los alijares de Valdetietar-. Esas rentas seforiales tienen su origen desde el nombramiento de los primeros sefores. Al condestable Ruy Lopez Dava- os, le sucede Juan Il, rey de Navarra e in- fante de Arag6n, que recibe las quejas del concejo de El Colmenar por haber dejado de ser de «propios: en tiempos del con- destable las rentas de los herbajes y de las pegueras. Debe entenderse el término de -propios- como sbienes concejiles- pues se decia: «que siempre fueron propios de vos el dicho concejo, las rentas de los herba- jes y de las pegueras- ‘Aquellos vecinos liberados del domi. nio musulman y los asentados-en.ehterre: no reconquistado incentivados por los privilegios de las Cartas Pueblas pasan a «vasallos y pecheros- durante demasiados siglos. En aquellos privilégios estabz %. pertenencia de montes concejiles y eornmu= nales, o como se decia en las Cartase stn: do el monte y tierra toda comin, Sy-B% se tiene que someter al pago de rentas que recaudan los funcionarios de uaad- ministraci6n seforial. Por tanto en hco* munalismo- de los montes/bosques ‘del Valle del Tiétar se entremezclan el domi- nio directo y el dominio Gtil y también al sefiorio jurisdicional se une el solariego- Qué lejos quedaba en esa duplicidad de Cartas de Villazgo y constitucién del Sex forio, un mismo objetivo: que -el lugar (hecho villa) se pueble y haga mejor. Las Ordenanzas de los concejos de las villas historicas del Valle del Tiétar Las Ordenanzas, una normativa transcendental para la conservacion del bosque durante los ss. XVI Y XVII El estudio o simplemente Ia lectura de las Ordenanzas del Rinc6n/Candeleda (1472) y las de Mombeltran (1613), pero sobre todo las de La Adrada (1500), explica la forma y modo de la mejor defensa, x- plotacién y conservacion que ha tenido el bosque del Valle del Tiétar en su histo- ria; vinculado a unos vecinos que si eran buenos agricultores y pastores, también podian calificarse como -extraordinarios selvicultoress. O como escribe Martin Garcia G. en su libro sobre Mombeltran: «das Ordenanzas de Ia Villa... son toda una manifestacion de voluntad politica de proteccion del arbolado-. Las Ordenanzas que se conservan de la “Villa de Arenas y su tierra” datan del afo 1704, Dejamos para mas adelante, cuando se trate del s. XVIII, una resena forestal de los bosques de Arenas y sus aldeas: El Arenal, El Hornillo, Guisando, Ramacastafas, Hontanares y La Parra. Como se decia en la introduccién de este trabajo, el primer afio del s. XVI y en conefeto Ja. fecha del 7 de enero de 1501, ‘puede ser punto de partida para aproxi- marnos a la evolucién del bosque bajo- medieval-basta el de nuestros dias’ . En la referida fecha el entonces senor de La Adrada, don Antonio de la Cueva, da su beneplicito o aprucba las Ordenanzas de La Adrada, las que se habian dado sus propios vecinos de la villa y término, y de las qbé era valedor su concejo, que han sido celosamente guardadas en el Ar- chivo Municipal de Sotillo de la Adrada. También deciamos al final de aparta- do anterior que las citadas Ordenanzas, conjuntamente con las del Rinc6n-Proin- diviso de Candeleda-Arenas, podian ex- plicar la mejor defensa, explotacion y conservacion que ha tenido el bosque del Valle del Tiétar en su historia. Un profano en temas forestales ¢ incluso estudiosos de la historia forestal, pueden citar innu- merables ejemplos que acreditan en Espa- hha la deforestacion de comarcas enteras a pesar de la normativa de proteccién de bosques existentes en cada €poca. La comarca del Valle del Tiétar puede ser una excepcion, hay muchas mas, en la conservaci6n de su bosque por siglor: A mi juic principal la normativa pormenorizada que recogen las Ordenanzas y sin duidit su aplicacién en es conservaciOn es catika porque su cumplimiento era facil y de interés ps nos, que velan para que su riqueza no'se destruya a todos los véct De la defensa histérica contra los in- cendios forestales La normativa en Espafia sobre prevencion de fuegos de bosque arranca desde el le- jano reinado de urico y Megan hasta las Ordenanzas bajomedievales, pues repiten pirrafos enteros de las Leyes Visigodas. Un antecedente importante en la Sien de Gredos sobre la normativa ie Nos ® Que como se dijo en otra nota, la Historia Forestal del Val ra otra ocasion ‘TRASIERRA, 3, 1998 © 25 Aine ot Candet ects Gcupa, es el Fuero del Barco de Afo 1211. En este Fu 190 maravedis al pastc Avila del 10, S¢ «pen que -truxese yes ca 0 pedernal, e fuese fallado con ello 4 Je mayo hasta fin del mes de octubre. También especificaba el Fuicro con esde primeros -E cualquiera que en todo el afio quemase escobar 0 monte qualquiera de los de Ja Tierra, aya de pena 2.000 m: vedis para el Concejo, de mas del dato que ficiese-, En las Cartas de Villazgo, co mo se ha dicho se hacia referencia al -Fuero de las Flores, puede que en éste se repitiese lo dicho sobre el Fuero del Barco de Avila. Trescientos afios después del Fuero del Barco, en las Ordenanzas de La Adra- da se mantiene la misma pena de cien del del siglo XVI, se deja pa: 26 © TRASIERRA, 3, 1998 maravedis para el pastor que -llevare consigo lumbre eslab6n ¢ pedernal ¢ yes- car, desde el dia de San Juan al de San Miguel. Los -guardas € monteros- se en- cargaban de registrar al pastor y si era reincidente pagaba el doble de marave- dis, -cuya metad era para el guarda o montero«. La reincidencia se castigaba ademas con: -que yaga diez dias en la ca- dena-. La yesca y el pedernal habia que dejarlos en los -hatos- (sitio donde se de- jaba comida y aperos). De las Ordenanzas del Rinc6n (1.472) transcribimos lo siguiente: -Otrosi, que ninguna persona no sea osado de poner fuego en los términos en ningGn tiempo del ano sin lizencia e mandado-de-los di. chos concexos. E, si Ip pusies€, que pe-| che y pague en pena\por cada vez 609 maravedis € mds el dano que ficierg.€ que esta pena sea para di concexas, © que esto se pueda demandar por prise ba o por pesquisa-. Treinta afios mds tarde las Ordeqan® zas de La Adrada, también repiten ‘la pew na de 600 maravedis y lo de hacer pes- quisas si no se denunciaba el causafite dé un incendio forestal. Pero afiadian, que al que denunciara al causante de un fuego, bien por negligencia o intencionado, le! correspondia un tercio de la pena, los otros dos tercios eran para el Concejo y las obras del castillo. El que ponia fuego, -adredemente- era juzgado -con las leyes del reyno que en este caso disponen ¢ de la Santa Hermandad, que muera por ello muerte natural, la forma de Ja cual toma- remos al arbigio del juez que lo juzgare ¢ sentenciare» Estamos seguros que no se ejecutaria ninguna sentencia de muerte a los incen- diarios. A los vecinos de la villa y térmi- no les bastaria con contemplar el -rollo 0 picotas ubicado en sitio bien visible. No estamos tan seguros respecto al uso de las -forcas de madera- que sefalaban el limite del término, también en sitios bien visibles, y sospechamos que fuera posible algén -linchamiento- (entonces no se de- cia asi), no de vecinos, sino de forasteros. De lo que si estamos seguros es que el pago a los denunciantes tendria su efecto en la prevencién de fuegos de bosque, pero esto ha de matizarse con otra seguridad, que habia que presentar pruebas y siempre se juzgaba al -presun- to incendiario» De la explotacién del bosque comunal y sus aprovechamientos forestales Anteriormente hemos calificado a los ve- cinos de Jas villas bajomedievales del Va- lle del Tiétar de -extraordinarios selvicul- tores- por comparaci6n con su buen ha- cer como agricultores y pastores (gana- dero§)}s. También hemos apuntado los ientos forestales, miltiples y yariados qiic se reglamentaban con las ‘Ordemanzas. En este apartado vamos a resefar fa explotacion racional que del bosque se hacia. Empezamos por el aprovechamiento maderero para resaltas que lo que hoy llamamos -tala- de arboles como corta abusiva det bosque fo debia hacerse, in- cluso cuando demandaba el rey el sumi- nistro de maderas. Asi, cuando en el afo 1434 el rey mando Hevar a Toledo, -LXXX de madera de vigas e chillas-, los vecinos de El] Colmenar, su Concejo, ale- gan ante su sefior don Alvaro de Luna, que la demanda real no se puede cumplir «por non aver pinos tan gruesos-. Por tan- to no se cortaban los pinos delgados (j6- venes), seguramente procedentes de la regeneracion de un incendio; sin duda pinos gruesos habia pero quedaban en lo alto de la Sierra y de saca dificil y costo- Sa, Si Se tiene en Cuenta que no se paga- ria la madera y puede que tampoco su traslado a Toledo. Entre los pinos gruesos de dificil saca estaban los del Pinar de Aicornoque del «Pontén de la Bujera~, Piedralaves. EF 4rbol més grueso encontrado en ef Valle det Tiétar. Debig: de nacer entre los s.Xill y XIV. Afer, entre los puertos del Pico y Serra nillos que afios mas tarde se reservaba como dueno el sefior del Colmenar. EI sistema de explotacion de la ma dera de los pinares, seria por entresaca cuya corta afectaria a los Arboles grucsos También necesariamente se aclaraban los pinares espesos y sus rollizos tenian mél- tiples usos, preferentemente en construc- cion de casas y cobertizos del ganado. Normalmente la madera gruesa se labra- ba en el monte de donde se sacaban las «vigas e chillas« El Concejo vendia las maderas de los bosques de su término a madereros, en- tonces Ilamados «arrendadores-, que debi- an incluir en el arrendamiento los pinos quemados y secos, asi como los que el viento quebrase 0 arrancase, los llamados ‘TRASIERRA, 3, 1998 © 27 sretueros 0 retuezos-. No se deduce que parte de los dineros procedentes de las maderas revertiera directamente en los ve- cinos, ni tampoco como pasaba en otras tierras castellanas (Soria) que se repart ran lotes de pinos a cada vecino para que éste los vendiese. Los vecinos debian con- formarse con los salarios de la explotacion maderera y la madera que se concedia gratuitamente para sus casas, bajo -licen- cia y obligados a labrar la madera dentro de los dos meses siguientes a la conta Aunque las maderas preferentemente pro- cedian de los pinares, también se hacian de alisos, robles, castafios y fresnos, es- pecialmente las usadas en aperos, mobi liasio,.vigas, ejes, carros, etc., etc No nos es posible ni tan siquiera ci- ar, por falta de espacio, los titulos de los capitulos de las Ordenanzas de La Adra- da‘ quettratan.de la reglamentacién de los apiovechamientos forestales y de los monies dondé se realizaban: dehesas y Q6tos Con nembre propio que todavia se Sonservan Se trata nada menos que de §3 capitulos comprendidos entre el LXIX y-el CXXIL. Estas Ordenanzas, quiz4s las ffias extensas, precisas y mejor redactadas ide todas las que se conservan en Espafia. incluidas las de las grandes ciudades me- dievales, merecen la lectura, primero de lds vecinos del Valle del Tiétar y después de los historiadores en general, sean me- dievalistas 0 no. Espero que a los Fores- tales actuales y futuros (Agentes y Técni cos) no les pase lo que a mi, que desco- nocia la historia de los montes que se me encomendaron, y entre ellos, los de la vi- lla de La Adrada y su término. Después de esta digresion personal que espero me perdone el lector por ser biografica, ya en tercera persona debe- mos resaltar la importancia que tenian los aprovechamientos de fruto de los arbo- les. La corta de pino piftonero, entonces llamado «alvar-, se limitaba casi exclusi- vamente a los secos pues su aprovecha- 28 © TRASIERRA, 3, 1998 miento principal era la recogida de pina para pifton comestible, estaba reglamen- tada la forma y tiempo de recogida. And- logamente pasaba con el castafo cuyo fruto no podia recogerse «hasta ser apre- gonado-, previo acotamiento al ganado de los castafares, y con grave pena al que lo cortase por el pie, 300 maravedis y la corta de cada rama que se penaba con 60 maravedis, Importancia capital tenia el aprove- chamiento de -bellota o vellota- pues con b ov se transcriben las Ordenanzas. Si vamos a citar los titulos de los capitulos que tratan de este fruto, son los sigbien- tes: «Adehesar vellota; Que saquen los ga- nados de las dehesas/de Jas-vellotasyde los rebeldes; Del coger vellota y las pe- nas dello; Penas de los ganados foraste+ ros en las dehesas de»Ja vellota: Que prendan e pidan las penas-de dicha be~ Mota; Los puercos que an de meter tos vecinos en la vellota-; etc., etc. No podia faltar tampoco el aprowecha- miento de corteza para curtientes ¥ éhde, corcho. Para acabar citemos el titule-det Capitulo LXXI: Que non lieven pena deta tea nin de cinco pifias nin de lena seca ni de pinos secos o caydos o arrancados ¢ que dentro de quinze dias se pidan-, De la conservacién del bosque por sus vecinos usufructuarios Hemos apuntado que la propiedad co- munal del bosque la ejercian los Conce- jos ms o menos controlados por el senor y sus representantes, que nombraban al- caldes y regidores; por lo que es dificil separar lo que los juristas distinguen en- tre dominio directo y dominio atil. Este claramente de los vecinos, aunque su re- presentacion dominical estuviese media- tizada por el control del Concejo, no asi la posesién tradicional, quieta y pacifica que venian ejerciendo desde las Cartas Pueblas. De esa posesion se derivaba el usufructo del bosque, aunque de la ex- plotacion de maderas no recibieran nu- merario alguno. Pero los Concejos de las villas del s. XVI eran -concejos vivos-, participativos, pues se convocaba a los vecinos al toque de campana. En las Ordenanzas que veni- mos comentando, existe un capitulo con sonoro titulo: Que bengan al repique-; por el que se obligaba a los vecinos a acu- dir al -concejo a estar en él. E, si fuera pa- ra fuego de panes o vifias 0 casas 0 dehe- sas boyanas © pinares o colmenares 0 otro qualquier fuego para yr a él a lo matar, so pena, por cada vez que no viniere al con- e¢jo,de-diez maravedis, E, si fuere fuego € non fuere a él, gincuenta maravedise. Una vez -matado el fuego-, los gastos de extincién, entonces dar de comer y beens los que lo habian -matador, se maaan cn la mitad del dinero recau- dando | vecinos que no acudieron al repiqué ni se incorporaron a la extin- cin. Se comprendera facilmente que los incendios forestales se extinguiesen con prontitud y que la superficie quemada fuera de poca extension. Las medidas de extincion y preven- _ci6n resefiadas anteriormente no implica- ban la prohibicion del uso del fuego ne- cesario para limpiar -sus tierras € ereda- dess, que se autorizaba con -ligengiar, re comendando que los -hoguerones: se hi- cieran en las -lastras-; obligando la licencia: « lieven consigo a lo menos seis personas ¢ lo pongan a buen recabdo que non se les salga de mano-. También se au- torizaban las rozas, el fuego para humo de colmenas situadas en las lastras de roca y por supuesto las carboneras, En este caso los herreros en -las tierras de aramiento pueden hazer carbon sin pena alguna-. El mayor peligro para la conservacion del arbolado venia de los pastores a los que como hemos dicho se les quitaba la yesca, eslab6n y pedernal. Ademas y co- TRASIERRA, 3, 1998 © 29 mo popularmente se dice, -en el pecado llevaba la penitencias, pues se les acota- ban los quemados por cinco afios, so pe- na que, por cada vez que fuere hallado pagiendo en él dicho quemado, yncurra en pena, de dia ¢ien maravedis, ¢ de no- che dozientos maravedis-. En la Orde- nanzas de Mombeltran (1613) se decia lo siguiente: «.... si algGn quemado hubiese en las dehesas de pinares..., que por tiem- po de cuatro afios no pueda entrar en tal quemado, ningGn ganado menor... BIBLIOGRAFIA BASICA AnTA, P. : Historia y nostalgia de un = ean blo de Castilla. Madrid, 1977 Barnios Garcia, A; Luis Corrat, F; Rin Pérez, E.: Documentacion Medieval; del Archivo Munictpal de Monbelt Avila, 1966. Baver MANperscHeip, E: Los Montes de Ef. pana en la Historia. Madrid, 1989" Bianco Castro, E.; Casapo, M.A.; Costa, M....: Los bosques Ibéricos, Madrid, CHAVARRIA VARGAS, J.A. -EI Valle del Tiétar en la Marca Media de Al-Andalus-. Trasierra N® 2 (1997) pp. 95-112. 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