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RODOLFO KUSCH Obras completas Tomo | oh Editorial Fundacién Ross Kuseh,Rodolo Rodolfo Kutch: obras complet -1a eda ny ‘Rosario: Fundacion A. Ross, 2007, . (656 p.: 20 14 cm, ISBN 978-950.9472-68-6 1. Plosofia. 1 Titulo cpp 100, Fecha de catalogacién: 08/10/2007 Dibujo de tapa: Copia hecha por el autor de una pledra exlstente en el Musco de Tiahuanaco (La Paz, Bolivia) © Editorial Fundacién Ross Cordoba 1347 2000 Rosario - Provincia de Santa Fe Republica Argentina . Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723, Impreso en Argentina 1S.B.N. 978-950-9479-68-6 DATOS BIOGRAFICOS DE RODOLFO KUSCH Finalizada la Primera Guerra Mundial, el matrimonio de Ricardo Carlos Kusch y Elsa Maria Dorotea Tschunke de Kusch se radicé en la Repiblica Argentina, en la clu- dad de Buenos Aires. Ambos de nacionalidad alemana, Ricardo habia sido combatiente, poseedor de una vasta cultura, hablaba varios idiomas, representaba a una empresa alemana de electricidad; ella era una hermosa ¢ inteligente berlinesa. 125 de junto de 1922, en horas de la tarde, eran las 18y 45, naci6 Gunter Rodolfo, quien seria hijo tinico del ‘matrimonio, Pocos afios después, el destino trocé la tran- quila felicidad de la familia Kusch: Gunter Rodolfo —en adelante Rodolfo, que es el nombre que siempre us6 des- pués— entre los recuerdos mas lejanos de su infancia, selle representaba el de su padre convidandole con bom- bones y, al otro dia, la noticia de su fallecimiento en un aceidente. Tenia cuatro aftos. La situacién de los paises europeos, particularmente ‘Alemania, motivaron que Elsa Kusch continuara, con forma defintiva, su residencia en Argentina junto con su pequefo hijo. La crisis mundial de esos aftos, habria de v Ievarles a vivir momentos difciles. Rodolfo conocié los dos mundos: et del bienestar y el del apremio econdm Inicio sus estudios primarios en la Cangallo Schule ferminandolos en una escuela oficial, Los secundarios los cumplié en el Colegio Nacional N° 6 “Manuel Belgrano’, de la ciudad de Buenos Aires. Habia comen- ado Ia carrera de Ingenieria, pera su vocacién lo llev6 a Ja Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad Na- clonal de Buenos Aires, de la que egresd con el titulo de Profesor en Filosofia en el afo 1948, A fines de los aiios 40, durante la década del 50, se desarrollaba una amplia actividad eultural en la ciudad Portefa que se centraba en los alrededores de la Facul- tad de Filosofia y Letras. Habia una relativa armonia entre los distintos grupos de ese quehacer, La irrupeién de Seclores populares con fuerza de decision en la vida po- Iitica replanted temas como et de la identidad nacional, la participacion del pueblo en la vida de Ja Nacién, ef revisionismo historico, Verbum, Centro, Las Ciento y Una, Gaceta Literaria, Contorno, fueron revistas donde que. daron plasmadas las inquietudes, discusiones. todo el \dealismo de esas generaciones que tenian el privilegio de creer en valores espirituales, la identidad cultural, el destino del hombre. Rodolfo Kusch intervino activamen- te. Ya entonces se iba planteando Ia idea que no obstan: (eel saber acumulado—de los intelectales— no se sabe como gobernar, allmentar, ni siquiera qué es el hom- bre... hay una neceisdad de retornar a la base. De ahi la wl Importancia de América, Sus actividades, investigate: nes trabajos fern consagrados ala busqueda, pt trorialmesteeniabese, quel pore, lobe de barrio, el eampesina el indigena toque es hay lo que fess Tenguae, sus reenias, su pensamientoytatar de liga alo resrtes mas protendos que dan seniidoa suvida, Aetieat tice esaroan ener eso Yogi y Ia psco y eocoestadstcas, en la Direcion de Polclogfa Pducactonaly OrentacionFotesionl del Me nisterio de Bducacén de la provincia de Buenos Ales Los trabajos reallados dese el ano 1948 hasta el mes de noviembre de 1958 son fos siguentes: Ir Bneuesa acre pobacén excepctonal sbredotada, dice indolada) en las eseueas del distri de la chidad de La lata, provincia de Buenos Aires 2 Obtencon de un baramorelonal para e Test etn tetigencia infantil por medio det dibujo cei igure humana de FL. Goodenough 2 Oblencion del un baremo regional y de una tabla de errores por edad y nivel mental para elTest de Ma trices Progretvas de Raven 4+ Bxploracion del rendimlento de los alunos aconse- Jados profestonalmenteen el ano 1045 (ingresados al Colegio Nacional y ala Escuela Industial dela Nacion del Distrito de La Plata. 5 Corelat6n entre el nivel menial econdmico asp ractones de mil aluranosegresados del 6" grado del Distrito de La Pata 6- Bneuesta de opiniones sobre el problema del apren- va diz en el Mercado de Trabajo del Distrito de La Plata: 7. Anélisis estadistico del comportamiento ceupacional de los padres cuyos hijos fueron orientados profe- sionalmente, 8. Analisis del status econdmico social y estructura de Ja familia del Distrito de La Plata. 9% Bosquejo de un analisis sociologico de la provincia de Buenos Aires. A) Araiz de Ia ejecucién del trabajo sefialado en el unto 3, R. Kusch fue mencionado en la pag. 42 del libro “Test de Matrices Progresivas” de J.C. Raven Ed. Paidés, Buenos Aires, 1950, ya que en este altimo se utilizaban las conelusiones a que se habia arribado, B) Lo mismo ocurrio en el libro “Test de Inteligencia, Infantil por medio del dibuje de la figura huma- na’. de F.L. Goodenough, de Paidés, Buenos Ai- es, 1950, pags, 203-206, en virtud del trabajo seftalado en el punto 2. Actividad docente: Ensefanza secundaria en Colegios Nacionales de Seforitas y adscriptos de la ciudad de Buenos Aires Ensehanza Superior: a) Escuela Superior de Bellas Arles *Pridliano Pueyrredon” b) Institute Bernasconi c) Universidad Técnica de Oruro, Bolivia d) Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia e) Instituto de In- vestigactén Cultural para la Bducacién Popular (NDICEP] 0 Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina g) Universidad Nacional de Buenos Aires h) Universidad Nacional de Salta, Argentina; en sus claustros, ademas de dictar “Eica”, cumplié funiones de Jefe del Servicio de Relaciones Latinoamericanas de la UNSA. Onganiz6: a) el ® Encuentro de Rectores del Area Cen- tro Sudamericana b) Seminario sobre “El pueblo y las estructuras nacionales" c) Las “Primeras Jornadas de Cultura Popular” d) El "Primer Simposio sobre el Hom- bre Andino y Americano” (Otras actividades: escribi6 "Tango", "Credo Ran| Leyenda de Juan Moreira", "La muerte del Chacho”, “Caletin’, obras de teatro, algunas de las cuales fueron estrenadas en teatros de Buenos Aires y otras cludades, Cre audiovisuales: a) Hacerse el Oso b) Los verdugos ) ge¥ yo? d) Religion Sincrética, RRealizé viajes de investigacién y trabajos de campo en Salta, Argentina y en el alliplano andino, en Bolivia. Fue Miembro Titular en el XXXVIIF y en el XXXIX? Congresos Interncionales de Americanistas —1966 y 1970, respectivamente— en los que presente las poner cias Utuladas "La psicologia aplicada a la arqueologia” y Principios para una nueva teoria de desarrollo de ‘Sudamérica” y"BI Pensamiento indigena de Sudamérica Fue Miembro Titular en el 1 Congreso Nacional de Filosofia realizado en Alta Gracia, Cordoba, junio de 1971 Fue Director de las revisias Estar y América Qué, un namero—el primero— de cada una, Fue Presidente Honorario del Instituto de Filosofia sindigena, que funcion6 en Oruro, Bolivia, organizado por % los alunos del curso dictado por R. Kusch en el aio 1967. Organizo, asimismo, el Instituto de Estudios Ame- Ficanos, Buenos Aires y el Instituto de Cultura America ra, Salta. En su earacter de miembro de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en el perioda 1971-1973, integré la Comisidn Directiva siendo designado Vocal titular y Pre- sidente de la Comision de Cultura Nacional. Presidié el ‘Seminario de Cultura Nacional realizado en Samay Huasi, Ja Rioja, diciembre 1971, donde se redacté la “Declara- clon de La Rioja’. Representé a la SADE en la Primera Reunion de Eseritores Argentinas en Termas de Rio Hon do, Santiago del Estero, 1972, en el Segundo Encuentro de Escritores en Monteros, Tueumn, 1972, organiz6 los ‘Seminarios de Cultura de Frontera en Bariloche, Bahia Blanca y Salta. Particip6 en el Seminario sobre Medlios de Comunica- clon, Cochabamba, Bolivia, febrero de 1973. Participo en las Semanas Académicas organizadas por las facultades de Filosofia y Teologia de Ia Universidad del Salvador en el area San Miguel: Segunda Semana Académica, agosto 1971, Tercera Semana Académica, agosto 1972, Cuarta Semana Acadlémica, agosto 1973. Invitado por el gobierno de México y el Partido Revo- Iucionario Institucional, viaj6 ala ciudad de México del 16 al 25 de octubre de 1972, a los efectos de desarrollar actividades culturales. Visite Puebla y ciudades del Yucatan: Mérida, Chichén-Itz4, Uxmal Participé en el Segundo Congreso de Lenguas Naclo- rales, auspictado por el Centro Pedagogico y Cultural de Portales, Cochabamba, Bolivia, julio 1974 x Fue invitado a concurrir a Cochabamba, Bolivia, por ¢l licenciado Luis Rojas Aspiazu, Director del “Proyecto Waykhuli, en earacter de asesor y evaluador del trabajo realizado, octubre de 1975. Integr6 el equipo argentino, dirigide por Juan Carlos Scannone S.J., que con el apoyo de la Fundacion ‘Thyssen, Alemana, realizo un trabajo interdiseiplinar sobre el Lema “Investigacion Filos6fica de la Sabiduria del Pueblo argentino como lugar hermenéutico para una teoria de filosofia de la religion acerca de la relacién en- tre religion y lenguaje farios 1977-1979)" Pero la principal actividad de Rodolfo Kusch fue la de escritor. Su misién transmitir el mensaje, el simbolo.la dea, que su sensibilidad de pensador y poeta le permi- tlera recibir de la Pachamama, del vestigio en la piedra, del manuscrito de ayer 0 del discurso 0 el dialogo de hoy y expresar la tremenda intuicion de esas otras culturas ‘del suelo de este continente—, cuyo misterio, en su tempo, otro tiempo y en su modo, otro modo, permiten ir develando la montana, la selva y sus antiguos dioses. Rodolfo Kusch tuvo una companera desde el afto 1949 y de ella una hija. Separado, el destino le dio otra com- panera en el afio 1964 con la que tuvo dos hijos. Realizaba sus actividades en la Universidad Nacional de Salta (UNSA). El gobierno militar que asumid en 1976 le quits sus cargos. La aspera y bella Quebrada de Humahuaca lo recibi6, permitiéndole residir en el pue- blo de Maimara con su mujer e hijos. En este paisaje, ‘que ya es parte de la antigua América, o, si se quiere, la América Profunda, también fue constante su actividad; x desde aqui integré el equipo argentino interdisciplinar, irigido por J.C. Scannone, de la Universidad del Salva- dor de Buenos Aires. La posibilidad de realizar un tratamiento para su en- fermedad —que no se concreté—Io llevé a Buenos Aires, donde fallecié el 30 de septiembre de 1979. “El gobierno del pueblo de la provincia de Jujuy” erigié una apacheta en el cementerio de Maimaxa donde descansan sus res tos desde el 22 de agosto de 1998, x LIBROS PUBLICADOS POR RODOLFO KUSCH 1, La Seduecion de la Barbarie: andlisis herético de un continente mestizo. Buenes Aires, ed. Raigal, 1953, 110 pags. Prologo de FJ. Solero: “Preguntar por lo que somos". Reeditado en 1988 por Editorial Funda clon Ross. Prélogo 2da. Bidicién “Recanocer que esta- mos" de Carlos Cullen, 2, América Profunda. Buenos Aires, ed. Hachette, 1962. 223 pags. Coleccién Nuevo Mirador. 2* edicion, Bue nos Aires, Borum, 1975. 3° ed. 1986. (Premiada con Faja de Honor de la SADB y Meneién de Honor del Consejo del Escrito 8, Dela Mala Vida Portena. Buenosa Aires, ed, Pea Lillo, 1966. 140 pags 4. Indios Portenos y Dioses. Buenos Aires, ed. Sileograf 1968, 136 pags. (Basadas en audiciones radiales por Radio Nacional, 1963 y Radio Municipal Buenos A res, 1964). 5, El Pensamiento Indigena y Popular en América. Pue- bla, Mexico, ed. J-M. Cajica, 1970. 2" ed. Buenos At- res, Instituto de Cultura Americana, 1973. 3* ed. Bue- nos Aires, Hachette, 1977 (Premio nacional de Ensa- You.B. Alberdt para la produceién 1970-71) 6. La negacibn en el Pensamiento Popular. Buenos At res, ed. Cimarron (Pefia Lillo), 1975 111 pags. 7. Geacultura del Hombre Americano, Buenos Aires, ed. x Garcia Cambeiro, 1975/6, 158 pags, (Coleccion Es- tudios Latinoamericanos, 18), 8, Esbozo de una Antropologia Filosofica Americana. San ‘Antonio de Padua, prov, de Buenos Aires, Castaneda, 1978, 9. Las Religiones Nativas, Buenos Aires, 1987, 47 pags. Obras de teatro 1. Tango Misho, Buenos Aires, ed. Talla, 1959. (estre- nado el 24/8/1957 por Teatro Colonial, con la direc clon de C, Gandolfo y R. Lopez Pertierra, protagoniza- do por P. Rivera en “La Mascara’) 2. Credo Rante. En Tango y Credo Rante, ed. Talla, 1950. 3, La Leyenda de Juan Moreira y La muerte del Chacho, Buenos Aires, ed. Suilecograf, 1960, 93 pags. La Le- yenda de Juan Moreira se estrené el 11 de diciembre de 1958 por Francisco Petrone en el Teatro Circo Are- nna, Plaza Once de la ciudad de Buenos Aires. En elafio 1980 un equipo integrado por Mary Muchiut, Graciela Romano y Mauricio Langon, realizé un relevamiento del material bibliogrifico obrante en el do- ‘micillo de Rodolfo Kusch en Maimara, provincia de Jujuy. Hemos creido importante transeribir la publicacion del trabajo realizado por ese equipo en MEGAFON (CELA), ed, Castafieda, N° 11/12, en-dic. 1980. xv BIBLIOGRAFIA DE RODOLFO KUSCH (1922-1979) por Mary Muchiut, Graciela Romano y Mauricio Langén Presentacion Rodolfo Kusch nacié en Buenos Aires el 25/6/1922 y falleci6 en la misma ciudad el 30/9/1979. Algunas de sus obras iniciales estan firmadas ‘Giinther R. Kusch*, y algunas de las éltimas "Gunter R. Kusch’, pero la mayoria: "Rodolfo Kusch’. Esta bibligrafia intenta recoger los trabajos editos del autor y parte de los inéditos. Aunque procura ser ex- haustiva, es posible que existan algunas obras éditas mas y, sin duda, hay material inédito y cartas que no se hhan incluido acd, No es ésta una bibliografia critica. No obstante hemos introducido algunas consideraciones entre paréntesis cuando nos parecié iti De los trabajos sobre Kusch sélo hemos incluldo aque- Hos cuya referencia al autor es obvia y central. Ordenamos todas las obras de Kusch de acuerdo a la fecha de la primera edicion y los escritos que a él se relieren, por orden alfabético de autor. ‘N) Obra édita 1. Eleaso Novalis, (En Correo Literario, ao Ill, N° 34- 35, p. 6. Buenos Aires 1/5/1945). 2. “Lamentalidad primitiva’, de Lévy-Bruhl. (En: Logos: x revista de la Fac. de Filosofia y Letras, Universidad de Buenos Aires, afio lV, N® 7, pp. 203-208, Buenos Aires, 1945}, 3. Sociedad e individuo en ta filosofia (En: Verburre rev. del Centro de Estudiantes de Filosofia y Letras de la U.BA., afloXl, N° 90, pp. 42-47. Buenos Aires, 1948). 4, U.P. Sartre’, de Robert Campbell (En: Realidad, re- vista de ideas, N° 16,,pp. 121-122, Buenos Aires, Jullo-agosto, 1949). 5. Paisaje y mestizaje en América, (Bn: Sur, N° 205, pp. 37-42, Buenos Aires, noviembre de 1951). (Nota: Al- unos parrafos de las pp. 40-42 estan incluidos en “La seduccton de la barbarie”, pp. 34-36). 6. Metafistca vegetal. (En: La Nacion, suplemento cul- tural Buenos Aires, 4/5/1952). [Incluido integro en, “La seduccién..., pp, 24-27), 7. Laciudad mestiéa. Buenos Aires, Alea, 1952, 29 p. (Coleccion Quetzal). {Incluldo integro en “La seduc- cin", cap. lily IV, pp. 39-54) 8. Filosofia del tanto. (En: Espiga, 1952-53. Reprodu- cldo en Idea, Lima, 1954) 9. La seduccién de ta barbarie: analisis herético de un continente mestizo. Buenos Aires, Raigal, 1953, 110 P. Prél. de Fil. Solero: “Pregunta por lo que somos’ 10. Inteligencia y barbarie (En: Contorno, N° 3, pp. 4-7, Buenos Aires, setiembre 1954), 11, Lo superficial y lo profundo en Ezequiel Martinez Estrada (En: Contorno, Nt 4, Buenos Aires, 1954). 12, La neurastenia literaria (Bn: Idea, Lima, 1954). Pro- > 13. 14, 15, 16. 17, 18, bablemente sea reproduccion del epilogo de "La se- ducctén...", de fgual titulo} ‘Anotactones para una estética de lo americano. (En: Comentario, N® 9, Buenos Aires, dic. 1955). (Repro- ducido en Khana, ano IV, v. 3, N¢ 19-20, pp. 44-56. La Paz, 1956). Sentido de lo tragico en el teatro indigena. (En: Re- vista de Bducacion, del Ministerio de Educacion de Ja Provincia de Buenos Aires, afto I, N° 2, nueva se rie, pp. 580-535. La Plata, 1956). Maldoror, monstruo americano, (En: Idea, Lima, N? 27, 1956) Credo Rante. (En: Tango y Credo Rante, Buenos Ai- res, Talia, 1959, 67 p.). (Teatro. Leido como “Biblia lunfarda’: por Goly Bernal con musica de Agesta, e1 11/10/1956 en el Teatro de los Independientes. La cedicion trae la version posterior que incluye el texto snicial integro y las ampliaciones teatralizadas con las que se estrend el 20/3/58 por “Arte América” en. el Teatro de Arte’, dirigida y protagonizada por An- gel Moglia, con misica de Horacio Salgan ‘Tango Misha. (En: Tangoy Credo Rante, Buenos Ai- res, Talia, 1959, 67 p}). (Teatro. Estrenado el 24/8/ 1957 por “Teatro Colonial’, con la direccion de C. Gandolfo y R. Lopez Pertierra, protagonizado por P. Rivera, en "La mascara’] La leyenda de Juan Moreira, (En: La muerte det Chacho y La leyenda de Juan Moreira. Buenos Ai- res, Stileograff, 1960, 93 p.} Coleccién Teatro: 1. Con poesia de Goly Bernal. 2. Ed. Stlcograff, 1966). [Tea- vl 20. 21 22 23, 24. 28, 26, luo, Bstrenada el 11-12-1958 por el Cireo-teatro Are- nal, La muerte del Chacho. (En: La muerte det Chacho y La leyenda de Juan Moreira. Buenos Aires, 1960) Teatro. Se edit sin haber sido estrenada. Transmi- Lida por Radio Municipal en 1964. Representada en el Concurso de Teatro de la Univ, Nae. de Salta, por el teatro del Instituto P. Gabriel Tomassini, que ob- avo el segundo premio, hacia 1975}, ‘Traicién o cultura, (En: La muerte cel Chacho... Bue- nos Aires, 1960), Puesta en escena. (En: La muerte del Chacho... Bue- nos Aires, 1960). [Se trata de observaciones sobre la puesta en escena por Feo. Petrone de "La Leyenda de Juan Moreira’). Planteo de un arte americano, (En: Estar, Boletin de “Arte América". N° 1, 5/p.. Buenos Aires, dic. 1959) ‘América Profunda. Buenos Aires, Hachette, 1962, 223 p. tus. (Coleceién Nuevo Mirador). 2° ed. Buenos Aires, Bonum, 1975, [Premiada con: “Faja de Honor dela SADE _y “Mencién de Honor det Consejo del Escrton El mero estarde la cultura quichua: una interpreta- cién filoséfica y semantica. (En: Américas, vol. XV. N° 11, pp. 19-22. Washington, 1963), Elafan de ser alguien, Buenos Aires, Imp. Casa Arbolane, Die. 1965, 16 p. ilus. de Libero Badit. Iin- cluido parcialmente en “De la mala vida portena", pp. 101-107, con algunos desarrollos| Bl misterio de “estar no mas", (En: Et mundo, Bue- ros Aires, 23/1/1986, p. 44). evi 27. 28, 29. 30. au 32. 33. 34, 35, 36. 37. 38, Nuestra riqueza. (En: El Mundo, Buenos Aires, 30/1/1966) La psicologia aplicada a la arqueologia. |Ponencia al OVI Congreso Internacional de Americanistas, Mas del Plata, setiembre, 1966. Si bien se la menciona en Actas. Ti, p. XXXII, el texto no es seguro que est dito} De la mala vida portent. Buenos Aires, Pena Lillo, 1966, 140 p. 19 em, ‘América Parda. (En: América qué, N? 1, pp. 1-2. Buenos Aires. 1966), Indios, porteros y dioses. Buenos Aires, StileogeatT, 1966, p. 19 em. [Sobre audiciones radiales por Ra- dio Nacional (1983) y Radio Municipal (1964), Discurso inaugural pronunciado el 10/8/1967 en. la Universidad Teentca de Oruro. (Bn: Curso de filo- sofia indigena, Oruro, U:T. de Oruro y Honorable Alcaldia Municipal, 1967. Ed. mimeogr. pp. 1-3). La importancla de dejarse estar. (En: La estajeta te {eraria, N® 379-380, pp. 53-54. Madrid, 28/9 y 7/10. 1967). fustr. de A. A. Balam. Consideraciones sobre el pensamiento indigena. (En: ELDiario, La Paz (Bolivia), 16/10/1967). Estan logracs, (En: BUDiario, La Paz, 23/10/1967) La importancia de dejarse estar. (En: El Diavio, La Paz, 12-11-1967). [Posiblemente sea el mismo texto de 33, pero no lo hemos podido cotejarl El miedo y la historia. (En: Comentario N° 61, p. 11. Buenos Aires, 1969). Prineipios para una nueva teoria de desarrollo de xx 29, 40. 4 42, 43. 44, Sudamérica. (En: Actas XXX Congreso Internacio- nal de Americanistas, Lima, Pera, agosto, 1970). [No es seguro que el texto este éditol El pensamiento indigena de Sudamérica, (Id.) Mis ma observacién, La transformacién de la cultura en América. (En: La transformacién actual en América Latina y en Bolt- via, Oruro, Centro Desaryollo integral, 1970, pp. 27- 32). [Hay otra edicién de Libreria Eero, con igual texto}. Respuesta a Miguel Manuel Padilla. (En: Integracién, ano 1, N*2, p. 6. Humahuaca IV-V-V1/1970) El pensamiento indigena y popular en América (o: El Pensamiento indigena americano). Puebla (México), JoM, Cajiea. Jr., 1970, 881 p. (Biblioteca Calica de Cultura Universitaria, 65). 2° ed. Buenos Aires, Ins- tituto de Cultura Americana, 1973. 381 p. 3° ed. Buenos Aires, Hachette, 1977. {La primera edicion se titula “El pensamiento indigena americano” y las otras con el titulo indicado, No hemos cotejado los textos. Obtuvo ef Premio Nacional de Ensayo J.B. ALberdi para la praduceién 1970-71) Pensamiento aymara y quechua. (En; América Indigena, del Instituto indigenista Americano, vol. 2X1, N°2, pp. 969-397. Mexico, abril 1971). [Pare= Ce incluido en el libro anteriormente eitadol, Declaracién de La Rigja (en colaboracién) Samay Huast (La Rioja), dic. 1971. [Declaracién del Semi- nario de Cultura Nacional de la Sociedad Argentina de Escritores. Ed. mecanoge.] xx 48. 46. 47. 48, 49, 50. Respuesta de Rodolfo Kusch al informe de J. Babin ‘acerca del Seminario de Cultura Nacional de ta SADE, ‘.nt. Ed, mecanografiada, 2 p. [No pudimos ubicar fl mencionado informe de Babini que criticaba la WWaya st pasa! ¥ tantas fidelidades, Tantos rostros. Y luego habian Uegado nuestras compareras: y fueron Hegando tos hijos; y empezaron a nacer los libros de Gunter ¥ su tiderazgo visible en las inserciones reales, en el pais real, en la invisible América real. ‘Br cuanto a mi, mi profesién, esta manera de deberme a lagente, me lew tes, a ta otra punta de Sudamérica, por ‘casi diee afos. Gunter escrikiendo, wajando, Bolivia, Peni, ‘crisis personales, cambios, el amigo lefano y tan presente. Después fue tan bueno el reencuentro, ya.en el aio 70: en sucueva de la calle Cangalle. Como se habia afinado, conto se habia macerado en él la calidad humana desde faquet muchacho introvertido y aspero! |Cémo se habia abierto ata gente, hasta forecer en esa figura carismética ‘eapaz de contenernos y aglulinarnos a todos desde lo ‘mejor de cada uno! Esa capacidad de empatizar desde luna total delicadeza; esa humildad con la que dialogaa on tos indios, con ta vieja sabia le pueblo, con todos esos “informantes populares" que jamas se abriran al fencuestador nt al investigador tecnico. ¥ cuando suptmos de su enfermedad de pronéstico fa: tal y stibitamente irrumpid en ta cotidianeidad la inmediatez del sentido ultimo, cémo les diré: tan suya, an limpida fue su actitud. Et mismo recato, el mismo respeto porel sentir del otro, esa transparente abnegacién ante el dolor nuestro. Aquello de “céncer* era un simbolo ‘muy bien conocido por é: un ulejo conocido. Diez aitos ‘antes habia escrito, en “ELPensamiento Indigena y Popie lar", haciendo et distingo entre el pensamiento racionat causaitstico y el pensamiento “seminal”, con la expresién creada por él esto “Cuando a ila larga mde dea patente ue ce un lng, Anahi sno confrmara Gee com ona Step pela quik pera hacer nolar que enfermedad 6 despa ene plano conscente La snformidaden deacons nis mvestgncion, que dessa al mero eausante, En Ste caso se mantendra todo en un plano de cee desde el ‘emir, pasando pore manip coracnte dela nesta, isa ermina enn en e fondo ambi sonscintem Ci tna aetna ene icln. Pero cuando en verde ivngtla, en cancer nerd seca Acne de oe, equeesaacn, ‘iTee una sone no fever pens wa ‘ends que Yer enlonces. con exe ambit donde presiona Ia vid donde inden baba por lassen ate todo {sel ambito ce ns annomine ante las cal el 90 consciente Sada pied sino present Ia Inminente proximidad del ‘aguramient Ahi no cs pole manpuleeconsclente dela Solel, sino la ublecin de ln sxracon.Y iam su ver no pode gare sine congo que cased yo En medio de ta zozobra de la conciencia: ese desapego con que él consintié en su inminente desgarramiento, Esa ‘paz desde la que consintié en asomarse, él, solicito ante nuestro dolor. Coma decirlo: desde su trance, él consentia por un momento més, para constituirse en eLamigo-que- ‘Seme-tba, para ser el amigo que se nos tba a todos. Sus ‘limos dias en la vida fueron también sus tiltimos dias entre nosotros, dias de acompafarnos y condolerse, ‘ambién, por nosotros, por quienes nos quedabamos aqut eneste vacio de él ¥ cuando vimos que ta ciencia causatistica no ofrecia Solucion y que se trataba, ahora si, de la salvacién, nosotros, su mujer yo, quienes lo culdabamos, te pedimos: que renunciéramos a toda medicacién, que dejéramos la oportunidad al milagro. Creo que me expresé diciéndole oo ‘algo ast como: “nos quedan tan colo unas pocas moneditas, ‘apostémasto todo al milagro”, ¥elconsintis, naturalmente, como habla consentido siempre, con esa mezcla de pudtor ude repentina mansedumbre ante a presencia del afecto, ¥ se sucedtieron dias y dias y noches, de culdarlo, de ceuidarlo, y cuidarlo, Hidroterapia, verduras fresquecitas: cuidarlo. Fruttllas frescas, frutas fresquecttas aromaticas; todo ese ritual det euidado, del amor de la purficacion, del euicado. ¥ se fue serenando; y de su persona partia como un tito de Jreseura de pureza de drbol. de Uwia serena. ¥ fue como si toca pesantez se retirara de él. Unafinamiento ‘timo, una levedad preparatoria del yuelo. ¥ ese treinta. de septiembre, domingo sin fondo, se fue. Cuando, ya después de las ceremonias, voluia a esa casa, me recibié su muchachito mayor: el niAo me tom’ de ta mano: —Gutllermo, vent aver; vent a ver! ¥ me lewd a ver no sé, lo increible: me llevs hasta la habitacién donde lo habiames cuidado, y lo habiamos velado, y donde ya no estaba, el nifio abrié, sacé las persianas de madera, abrié la puerta, la luz entraba, y el nifo sefalaba: “alt ali, y estabamos viendo el increible hhueco, ste ausencia, nuestro desgarrado costado ¥ después. ¥ después. ¥ después. Yo caminaba por Buenos Aires, ba sola; caminaba. ¥ miraba. Una fruteria, unas hermosas frulilas, fresquecitas. ¥ me detengo, 4 compro, y ahi voy con mi bolsita ce futillas, con miofrencta. Y¥de pronto, cao por etrayo, Buenos Aires es demasiado espeso, es una tierra demasiado espesa: y mi caminar es demasiado solo. Demasiado pesado, este solo pesado caminar con mt despojadto corazén a cuestas. yoy igo, de esa cosa donde to Br alume da me lave conmigo de es hapten uldeda un arblio, Un pequeto Jacaranda. que va en una tte, en desamparo, Lo teve catia to puse en el pao de micasa Al se qued todo ee trancurtd. Lo regu, st pero no te fuerza. mds, wy srra, aCaso: hy que ett raj Foner a ra, as cuts ay que ayeara creer: ur leaner aser a Sram Jocaranta,zsaben ited como un rece? Bs una gran copa ce cara cuando orf : “ste semuvancperente Bsa gran copa celeste que d te buona sombra, pero wansparente, que medio deja ditional. LA SEDUCCION DE LA BARBARIE ¢ 2953 6 RECONOCER QUE ESTAMOS Prdlogo para la segunda edicién | por Carlos A. Cullen | ePodria sospechar Rodolfo Kusch que en 1983, trein- la anos después de la aparicion de su libro La seduccion de la barbarie, volveria a flotar en la cludad, ahora mas fieticia que nunca, Ia antinomla ciulizacion y barbarie? En os ailtimos aftos, como ya sabemos, se intent6, una ver mas, romper la oposicién, poner a barbarie mas alla de la Gral, Paz, transformar —simbélicamente— la Pla- za de Mayo en un paseo “civilizado", y el resultado fue, traglcamente, la transformacion de la ficcién eivilizada fen barbarie, el imperio de un barbarismo salvaje. Pre- tender vivir en la fleclon, negando y suprimiendo la bar- brie, es, en este pais donde la demoniaco es atin reall- dad irredenta, consumar una civilizacion ficticia, y, por lo mismo, "logicamente” barbara, cuyo tnleo principio valido es la sutil invencién de una “mascara civilizada’ para la propia barbarie reprimida y negada: el terroris- mo de estado, aquel que se ejerce para salvaguardar “los grandes valores", en nombre de la virtud, del orden y de Ta santidad, Precisamente porque se la reprimié y se la {quiso suprimir, se terminé sucumbiendo a la seducctén de la barbarie. De este abrazo incestuoso de la eiviliza- ion (ficticta) con su propia barbarie reprimida y negada (pero seductora) sélo podia engendrarse el terror, a gue~ sa, la expoliacion y el vaciamiento. Es decir la Angenti- na frustrada y, por afadidura, lena de culpa por haber consumado el deseo prohibido. Apartir de octubre de 1983 se abre otro capitulo dela historia argentina (en la realidad es una simple “cortina” y No, como en la fiecién, ana puerta con bisagra). El brutal retorno de lo reprimido y lo negado obliga a poner Jas cosas en su lugar. No hay que intentar suprimir la barbarie: hay que mantener la oposicion, vivir, como en. €l proyecto sarmientino del Facundo, en el juego perpe- two de su seduceién, sin ceder a ella pero sin tampoco pensarse desde ella. Este nuevo capitulo bien podria ‘mos Ilamarlo, prolongando Ja meditacion de Kusch, "ta sseduecién de la cvilizacion”. Bastaria recorrer el discur= so electoral del partido triunfador en octubre de 1983, 0 su programa, 0 sus primeras realizaciones, para con- vencerse del cambio cualitativo (aparentemente: hay que dejarse seducir por la eivilizaci6n, por la legalidad, por el orden, por la puleritud, por la “democracia” (pronuncia- da en el seno mental de esta dialéctica de civilizacion y barbarie). Casi diriamos que se cambia la tierra por el cielo, la madre por el padre, el deseo por la ley, la nada por el ser. Pero la dialéctica es mas sulil de lo que pare- ce, ¥ el problema es el mismo, En el nuevo capitulo hay luna oscura continuidad. La cuestion radica, nos parece, ‘en que se sigue pensando en términos de seduccion. y no se logra entender que la Unica civiizacion posible es la que realiza la barbaric, la expresa y la despliega, y no 4 la que se opone a ella con falaces argumentos. En el 152% de las eleceiones del 30 de octubre sospechamos tun confuso “no-a-la-barbarie”, confuso, porque mezcla sin discriminar —aunque la implacable logica de ta his- toria ya empieza a hacerlo— la barbarie ficticia (ctviliza- dda), resultado de la soberbia negacion de una realidad, sucumbiendo a su fantasma, y la barbarte real (de- ‘moniaca), la vida irredenta de la América Profunda. Con €l objetivo de suprimir Ia grotesca mascarada barbara Gel terror, se sntenta, de paso, suprimir también la se- dduecién de la barbarie real, no por negactén Ilana (cami- ‘no que fracasa), sino par transformacién del agente se- ductor. Ahora, la civiizacién. Pero, lo que no se advierte ‘es que la civlizacién no seduce a nadie, porque sus pro- ‘mesas de bienestar siempre tlenen el precio del “males- taren la cultura’, en el fondo, asi planteada, repite la vieja historia de la antinomia entre civilizac barie, como forma de perpetuar una “ficc6r “Argentina “grande”, En realidad, la seduccién de la civt- Iizacion es un grado mas abstracto de la ficeion, es decir de la ilusién, No es ya la cludad ficticia, demasiado tran- sitada por los hedores y los baches de la barbarle real. sino el civismo ficticio el de las oraciones laicas y de las negociaciones secretas, Por todo esto La Seduecién de la Barbarie, obra tem- prana—pero ya definitiva— de Rodolfo Kusch, sigue sien- Go actual. Porque nos recuerda que nuestra metafisica es vegetal y telirica, nuestra realidad profunda demoniaca y lena de posibilidades demiargicas. en tan- toy en cuanto la reconezcamos como tal, no como fuerza 5 seductora para nuestro deseo, sino como realidad Impulsora para nuestra voluntad de ser nacién, De ser nacion real y no abstracta y ficticia, Libro valiente, porque se permite hablar de nuestros miedos, de nuesiras frustraclones, nuestras dudas. Li- bro esperanzado, porque habla también —y por lo mis- mo— de nuestras posibilidades, las que tienen que ver con las selvas y las pampas, en tanto y en cuanto Io vegetal define en ellas una posibilidad y deja abiertas todas las otras. 1a obra de Kusch avanz6 en el buceo de esa barbarie real, pero seduciora, Comprendié Kusch, en su hicido analisis, que mas honda que la situacion “edipica” entre civiizacién y barbarie, y por lo mismo que la metafisica vegetal, estaba ese sustrato originario de la América Pro- funda, que trasclende la oposicion del ser y la nada —en la que todavia se mueve este libro que prologamos— en la experiencia raigal del "mero estar, no mas”, El estar, categoria central y absesiva de su pensamiento, todavia ausente en este libro, y que lo fue Hlevando paulatina- mente desde las scivas y las pampas a la imponente cor- dillera. Pero el intento programatico de su pensamiento esta ya en La Seduccién de la Barbarie, Precisamente, rastrear la América Profunda, descubrir el “estar-sien- do-para-el-fruto” y la dimensién hidica de la existencia, propia del hombre americano que busca dar con el acier- to fundante’, todo esto es el modo de no dejarse “seducir Por la barbaric” —y, obviamente, no ilusionarse con la Civilizactén ficticia— sino, por el eontrario, reconocer su realidad viviente, desplegar en lo demoniaco y vegetal 6 | | | | | | | J ue postbdades, no avergonzarse nt dl hedor ni del Shab poder ai conbulr ala Amérie Madu, fo que pordriamos a conjunto de iw obra de Kusch Mea maura a que bola desde ta barber ¥ ‘onura ta berban a que no neces larse aun poste Gino Uses cone sen, menos ponereapones en {Srdow aoe remeron sino que, simplemente, Las Grn ens tnestwn eno dr se nan, Sraeduscany mimaismo dela ciacon fees, st0 wet realzalon de ls ponblidade que su ser "eget veer colo cose el ani heréeo del eontnene ines" Bn eto consist ratar de eseriblrnoen lar Tor ano en la pleat, por ambigeay dors que SG En cto consist ralmente,areverse a pensar ir, cay segunda ele eebaroscomienza con una cecacon de esa experiencia an “pore” de seta ncodado cna mesa de uncafe, donde le npone Sn a “etdane de genet yao tad importa fuera de ese abso singular qu entrete evel eal ventanal,eltranscintey nosotros (13 i iimosafos desu via lo pasb Resch en Malad, Gasol de a quebraa de Humana, tba Go eoimente en una pea apa, para que no le mo- Icotaran ts “roldos de los nos jogando en i call Guten enienda amas osgenes, a dl ent porte a des lea lapiaa en Maiara, abr entenddo a este penaddoramerteano dele randes, qe supo mostra ton a seauclon ral del arbare ya sedueton et cia dele clacon, pero que, sre tod, sup dec sot desea stn nee. a et oe ede, Snag un estinge For, hablar de edn dea arr» de sul merin Ot, Instn den clint e cn cnet ec una ged Teeonecerqueesames ya para eft PREGUNTAR POR LO QUESOMOS Prélogo para la primera edicién por F. J. Solero Lentamente, emergiendo de un ominoso sueno del que todavia no acabamos de despertar, vemos alzarse dé un tiempo a esta parte en el continente americano voces sotterias que, avidas de conocer Ia singularidad de su Sestino, se interrogan una y olra Vez por st contorno, for su pasado, y, aun mas importante, dlecurriende | oo cuanto hasta alora las ha condicionado en calidad So eniaturas prefadas de raz e impetu, habré de trans: formarlas en wna certeza de futuro. Te senda emprendida por esas voces ha tomado has- ta aqui un rumbo trivial, en ef que predominaba civ tRiuerzolirteo omnicomprensive, en donde el complejo Ge inferioridad se sublimaba, con exclusion de cualquier Glemento peyoralivo, por temor a caer en un abismo. ramos osadios sin ser herojcos; éramos prudentes sin crgabioss éramos inteligentes sin ser licldos, Entre nosotros, el paradigma de Lugones es aleccionador. Cre jo que al pais se le rendia Justia y se 1 impulsaba hacia adelante diciendo de él que era fuerte y noble, que tus postblidades mayores se daban con el concurso de ae Pivanza de cultura gesega y aprehension vernacula 9 Bn l resto de Americ es la acti ingen Con su especies Are la de Henriguer Urena ea Brestbe:"Nuesira Amériea debe alr la ea ge no enel porvenr dela eilvacion’ eat deer Pero en qué civilizacién. Urena, Para soslayar el iene i heme mis il maa de epee Rene, Se. uaz de hrtare mises boats absobto la de Mariategu, veda por une ee Sandia que limped ver la esncaa npn ea Prono batnte soa mates ian eee una cultura de tip acta la gare tenner eee mente, paride it pueriivaion de tar eng oe ef cvando ol ala, motfcando ta concen ‘0s fe lbrando sin espera, sn lant denon, {eat mis aang ago rdoy suse moses ba. Erne emible nteroganie fo que sores Blea hundiendose en el ene rae doe te En la Argentina, apareté Martner Bs Inhispa, implacable, severa Radlografa a forte fn Estados Unides, Van Wyek Brooke con he Basedo uUlzable manilestada en On cena cane Fast, mas ampllamente, en Letiers and octenne dotph Baourne, con Twilight af Idols: Waldo Frac: 10 sna erado y despiadad de Améreia, con las limitaciones tre los primeros rastreos del qué, del cdmo, del para que. emisenandonds a no temblar, que a América se amiba por tn destruceion, el odio, el resentimiento... por un escondl- do. rabioso y sitimo amor. Junto a ello se sitia Felix ‘Sehwartamann, cuya obra monumental, Et sentimieno de io hunano en América, aun mostrando en su método un andamiaje europea, potenclaliza una serie de atisbos y enfoques sin dudavallosos. Lamentablemente, en nuestro pats, el elemplo de Martinez Estrada, como pensador y sistematizador de problemas, no fue continuado, en la medida anhelada, por la generactén siguiente. Ha habido tanteos, fintas, pero elautor de Muerte y ranssiguracién de Martin Ferro no sea visto superado nt en problematica, ni en temari. Y, lo que en verdad es peor, el arrasamiento, el nihilismo dle Martinez Estrada ha prohijado y canalizado esos ttu- eos, esas magras realizaciones. La generacién sallente hha recogido eno, mas ha sido incapaz de pronunciar un st Martinez Estrada ha seguido stendo la sombre despojante y tenaz que impide recoger la claridad diur- nna, Nos entreg® instrumentos que é mismo consideraba susceptibles de ser sobrepasados, pero ignoraba que sus herederos tban a repelir sus gestos, sus frases, sus impotencias, variando el estilo, el escenario, pero sin cambiar de lel, de ropa, de nido. Martinez Bstrada, que pertenecié a una generacién Jflizyofrecté como producto una labor desdichada, no ‘sospeché siquiera que una generacion desdichadacare- ceria de fuerzas para erear una labor feliz Recojamo, " Pues, a manera de desaflo, la extrana paradoja que sus- clta el blenestar y el dano, el infortunio y el bien, Parece- ria que a los americanos les resuiltase inaudito huir de la dialéctica que les ha invadido el alma desde sus orige- ‘es; la vida asoma en ellos en son de muerte y la muerte en pugna de vida. Cualquler posicién dibujada en el ‘mundo por un americano se halla sujeta a tal mecanis- ‘moy éste, fendmeno curieso también, lo determina como ente, pero no Jo trasciende en-seguridad-de-ser, El ser siempre sigue rutas de escape, contradiccion y olvido, Todo ello, venido a los americanos por los varios ea minos dela historia, ha sido captado, primero, gracias a Ja contemplacion de los problemas continentales, a tra. vés de una critica de la civilizacion occidental, y segun do, por la imposicién de una pregunta cuestlonada ince- Santemente de un modo signifieativo: gqué somos? Mas ue aquél ha sido este postrero interrogante el que sie Pre.nos ha incursionado con golpes que eran solicitacio. Res para un sacudimiento. Pues cuando un ente empie- 78 por poner entre paréntesis la tradicion o cultura rect bidas, y mas tarde, dirige sus esfiuerzos hacia la procla- ‘macién del gqué soy?, aunando desvelos para saber por ue vive y como vive, es evidente que hay un ansia por ‘rasponer una zona donde la existencia es exangie. América, al aferrarse a esa formula, intenta la aven- tura admitida, desde el principio, por otras entidades historieas. y que, por una aceptacién facil y peligrosa, rechazo en sus infelos, preseindiendo de si lalido pu Jante y vigoroso. Al hacer la pregunta y poner en el pla: Ullo de la balanza vital su vislumbre critica, retorna a lo 2 que debe considerarse su lucha impreseriptible. urgen- te. Pero el americano, al concretarse en esa averiguacion, rrueda del peldano de seguridad donde reside, mostra dose tal cual es: en orfandad de espiritu, viviendo tan solo en mérito a cierto género de comodidad estéril, sin mayores cuidados, y donde las faenas de la contingencia tratan de anularse para evitar el chogue de los encuen- tos, la tormenta que ellos traen consigo. Los americanos saben que corren el riesgo de no vivir ‘mientras no admitan la existencia que les ha tocado en suerte. Pero infinidad de veces vacilan sobre sus pasos, vyuelven la cabeza hacia atrés, el pavor de la soledad los ‘inunda, y desgractadamente, no avanzan, cual si tuvieran miedo de volar el puente que los une al atras o viendo en ste lo negativo, la terribilidad del vacio, coma si éste fuera ‘atin una copa donde se puede beber cuando la fatiga los aplasta, y como si el amor, el triste amor orientado hacia, Jas cosas que los presionan y torturan, no bastase para la prosecucién de cualquier celoso programa, Para puntualizar y aclarar lo precedente, Rodolfo Kusch ha escrito La seduccion de la barbarie, sub- Utulandola de manera valiente y definidora, Andlisis herético de un continente mestiza, De la generacién, pre- ‘cisamente, posterior a la de Martinez Bstrada, es de los, ocos que se ha atrevido a indagar a cara limpia, con herramientas suyas y sin impostar la voz, Ios cimientos de nuestra vida americana. Aceptando la particion de ‘una América dividida en dos verdades, la de su natura: leza demontaca, y la verdad de fiecién dela urbe. y con- 2B ciliada por el mestizaje, ya de sangre, ya espiritual (El ‘mestizaje se perpetiia porque la escisién entre lo perfec to, lo armontoso, lo invasor, por un lado. y lo demoniaco, Ja amenaza de destruccién... por el otro, toman con la ‘avasién europea una oposicion similar a la que existe entre... lo social y lo insoctal, Io Isminoso y lo oscuro.”) Rodolfo Kusch va tejiendo su teoria heterodoxa de una América que solo puede rescatarse por una inmersién en lo teliiico, apartando Io eonsclente y acogiendo lo inconsciente, distanciandose de lo extrano. y enfrentan- dose radicalmente y desde el principio con lo eircundan- te, con el aqui En densos capitulos nos presenta una visi6n dramé- lca y fervorosa de esa América vegetal, cadtica, que no rehusa las formas, la convencionalidad de la mediania legal, y que:se desplaza, en ocasiones, con gritos infer ales, brindando su alma impermutable a manos ile- has, deslumbrandonos con su deseo de materia virgen, on esas lagrimas queridas e infectas que nos arden la Piel y a las que tememos como a una dificil y secreta voluptuosidad, No hay en La seduccién de la barbarie concesiones all lector. Se va al problema brutalmente, sin complacen- clas de estilo, sin elegancia, con la tensién de la cuerda vibrante de un arco, pulsando Intuiciones que estallan, de subito, cual rayos, en medio de una frase, ‘encegueciéndonos con la pasién que las promueveyy pro. vyecta, Rodolfo Kusch es de los primeros de la actual genera- ‘l6n ereadora que partiendo de Martinez Estrada lo (ras~ 4 asa merced a ee corje enorme que aienta en todo sa foro, cm el que eada herea cmetida nos hace pensar {he necestames muchos hergjes como es para asumi festa deo roto. niin, ostendoa mi lado como. alguen queha sido inenpar de attonar ia misn que nos toca a cuantos tos proponemos la responsabidad de reflextonar en e the somos, en el nde vamos; come a algulen que Uabajandoenalenetoy tenement eps veemas,quela obra aleera consist en sere consio tismoy que ela astcla se a Gerotahincandoe la iz detalama. INTRODUCCION [No hay quizé experiencia més portena que la de estar acodado en la mesa de un café, contemplando el paso de la gente a través del ventanal. Se advierte en esa cir- cunstancia una extraha relacion. Algo participa simul- ‘taneamente de nosotros y del hombre que pasa solitario ysilencioso por la vereda. EI silencio, la fria apreciacion. Ge Ia distancia que nos separa y el ventanal engendran lun sentimiento singular de abismo, que nos separa hondamente del transedinte. "Tomamos conciencia clara de que estamos en un ins tante peculiar de nuestra vida ciudadana. Un “aqui y ahora" en Ia ciudad en que se libera anchuroso un interrogante arrastrado a través del dia, de las calles, de las offeinas. Después de vivie una verdad ficticia a cie- as, durante horas, dias y afios nos topamos con la antipoda, Sospechamos que el humo del cigarrilo, la charla desganada o el eapricho de los dados son meros pretextos, porque, en verdad, nos reunimos en el café para dejar entre un silencio y otro, a través del ventanal, en las penumbras de Ia calle y prendido de cada trasetinte, una desazén primaria, Yen ésta, una autén- luca aunque negativa integridad. ‘Alguna zozobra hace perder al transetinte en ¢l em- pedrado gris, hundiéndolo en la tarde portena. Todos los vectores, que nos condujeron a este instante, sirven, v ‘apenas. para encubrir la vanidad exagerada —de parte Ruestra y de la eludad— de encontrar un sentido en ‘huestras ocupaciones. Por sobre éstas se impone la cer. Lidumbre de que, en este “aqui y ahora’, nada importa fuera de ese abismo singular que entretejen el café, e1 ventana}, el transeiinte y nosotros. Hurgamos un poco en esta situacién y encontramos, con sorpresa, que el abismo se agranda porque ninguna expresién lleva la realidad de esta situacién a la con. Giencia. Todo lo que se piensa del hombre, se reflere ‘anicamente al yo. pero como integrante de tna flecidn ue ninguna relacién mantiene eon este “aqui y ahora” ‘Todo queda en un reino de intereses inteligentemente estructurados, que se destizan por la periferia de lo que cotidianamente nos interesa porque falta el nexo vital on la comunidad, 1a pequena forma para nuestros inte Feses inmediatos, la expresién de nuestra verdad coth- Giana y su traduceién a un espiritu, Falta la conexion de ‘nuestra vida menuda con Ia idea, con la inteligencia ctu. dadanas. Bl sentimiento de esta situacién crea ese dramalismo al menudeo que vivimos veladamente en la eludad, be clonde proviene et drama? ¢Sera que habremos olvidado la verdad de Perogrullo de que siempre nos encontra. mos en un “aqui y ahora”, perfectamente periilados y on una inflnita riqueza de contenido pero cuyo anilisie ‘tos lo impide la cludad? 20 no serd, también, que no tenemos con qué pensarlo, para asi traerlo ceren, po. érnoslo delante y vivir la situacién con el beneficio de verla desde la inteligencia y desde ef mundo de las rela. 8 ines? c¥, mas aun, hacer esto con el honde convenei- fnento de abarcar todos los contenldos profundos de ‘Ste aqui y ahora, consistente en el cafe el ventanal y {2 transetnte y cn Ia emocion que se sfenteen un poe: tn el mundo de as relaciones el transesnte se esfu- ina, se converte en cir, en producto, en migulna, en particula necesara para la ttalidad dela ciudad. Ad fertimos como una antinomia entre el afin de compren- Ger al transetinte como praximo a nosotros y Ia lejania ¢n que lo mantiene la ctdad. ¥ coma no nos conforma- tos con fa verdad de razdn que elias nos rida, ni ben Intentamos la vuelta, para ver lo que pudiera estar de irs, y nos esomamos al reverso de aesta ina ver- dad, nos hundimos en el abismo que media entre lav wencia actual vivid en un eafe porten y la rlacion que pretendemos colocar por sobre ella y que irremedlable- tente debemos extraer dea cudad Y es que la chudat! es la causa de esa excision, Nada semueve en ella sin agin motive que consuma aia vide ¥ la converta en cf, Pero al acentuar Ia finaldad de todas las cosas, deapreia lo contrario que, ya sea como emociéno como bertad, queda ders del perfecto chu dadano, La tel raconai¢ iteligente de In cludad se perturba a cada instante, La borracherafurtva de un tmpleado de banco el gritodestemplado de una patota nocturaa o un tango expresan todo aquello que habia aquedad atra, Enel reverso de nuestra vida cludadana hay una verdad mas ntensa qu esta trdmbreraconal gue (raemos de aera, La razon que debe guardar el 9 ‘empleado honorable y la correccién de la patota, delatan su ficeién precisamente en que dejan puntos de escape {que rasga toda urdimbre racional que se pretenda poner sobre las cosas. Liegamos asi a la conclusion de que vivimos dos ver~ dades, una fcticia, que percibimos, y otra real que ape- ras aleanzamos a vivir. La dimension irreal de aquella y la dimension demasiado real de ésta crean el conilico. Basta cualquier situacién vivida con hondura, para que perdamos todo nexo entre Io que hemos pensado y lo {que creiamos que correspondia a ese pensamiento. Es asi como el transetinte se plerde a lo largo de Ia calle, dejando entre paréntesis la solucién de la antinomia & que nos lleva la ciudad. Nos mantenemos bifurcados Porque en ese lapso que va de mi al transedinte naufraga toda verdad supuesta. Basta un instante cualquiera vivido en Ia cludad, como algo parcelado, separado de todos los intereses en que hos hallamos aprisionados, para senUir la falsedad de {todas nuestras actitudes y comprender que la verdad naturalmente honda de toda situacién, debemos bus carla fuera o por debajo de la ciudad. Lo que heredamos, lo heredamos falseado, con un tinte de fiecién, con un ‘climulo de verdades consagradas fuera de la realidad. en el que no intervino sino un affin colectivo de mostrar Jo que no somos. Falta, en una palabra, el nexo natural que une la vivencia eotidiana, el “aqui y ahora” con la verdad aceptada del grupo social. Falta, por lo tanto. la expresién, el signo, que nos traduzca en lenguaje espiri tual la circunstancia menuda de estar en esta parte de 20 In ciudad contemplando a un hombre que se esfuma en elereptisculo, al que nada nos une més que la escualida cconvencién aceptada, la actitud importada o la flecion material de la ciudad con sus relactones inteligibles. Esta siluacion de vivir simulténeamente una verdad de fondo y una verdad de forma, se ha calificado de ‘ambivalente: 0 sea esa doble valoracién causada por una ‘realidad que, desde el punto de vista intelectual, debiera ‘ser una, pero del emocional se bifurca. Para esta realt~ dad abieal que es cada uno de nosotros y la realidad que ros concede la ciudad, que vivimes simulténeamente, {ntentamos una solucion por instinto por la que alterna- mos con una y con olra, Pero ante la incapacidad de ptar por ninguna, deeidimos por el mestizaje, osea que ino participamos de realidad alguna sino es para perse- git algiin in. ¥ nos decidimos por et mestizaje, no tan to por una sospechosa apetencia por lo abisal, sino por fa cobardia que nos impide resolver la antinomia entre clabjsmo y la ciudad y lograr una actitud que la supere. “Tampoco es féeil una solucién, Para ello es preciso peneirar en el inconsciente de nuestra psicologia social. La prueba esta en que la distancia que media entre no- solros y aque transeiinte se ahonda a medida que éste ‘escapa, mas alla de la vidriera, furtivamente, como si hhubiera cometido un pecado imposible de redimir. No es dificil comprabar que todo lo que hagamos, ya sea en el plano de lo social, Jo cultural, 1o politico, 1o cotidiano, se rodea de una extrafia aureola de descrédi- to que lo desvirtda, Hay un divorcio entre lo que quere- ‘mos ser colectiva 0 individualmente y lo que en realidad a somos. Esto tiltimo, que se llamé inconsciente soctal, i dccion o sinrazén, es intuido aqui como un eontrapeso {que recarga la libre evolucion de nuestra realidad. En- carna una realidad muy honda, que hace que sus con- trarios —Ia coneiencia, Ia accion y la razén-—, todo aque- lio que creemos estar elaborando, manifiesten sus es- tructuras fleticias al menor analisi, De ahi et continente mestizo. Amériea toda se encuen- tra irremediablemente escindida entre Ia verdad de fon- do de su naturaleza demoniaca y la verdad de fiecion de sus ciudades. Ello plantea al individue americano la necesidad de dosificar su creencia en lo dado, de tal modo de creer y no creer, de hacer y no hacer simultaneamen- te. La razén de ello yace en el paisaje. El apana la ambivalencia, Existe una como perpetuacion del vegetal fn la psicologia social americana. ¥ esta perpetuacién agranda lo americano en sentido telirico, substrayéndolo, cen cambio, a Ia idea, a ese afan de perfeccién universal que nos instila Europa. La gravitacién es demasiado honda y perturba la libre participacion del individuo de Ja ficcién ciudadana, tornandola ambivalente y mental- ‘mente mestizo porque participa simulténeamente de dos realidades, BI sentido vegetal de la vida viene de la época preco- lombina, traspasa al caudlillo—en donde adopta la for- ‘ma de la barbarie—, continiia en los proceres y conclu- yen en esta Buenos Aires y esta América de mitad de siglo, amenazando transformar nuestra feeién europea ‘en una realidad cruelmente autéctona, 2 En las paginas que siguen se ha tratado de rastrear aquel demonisma birbaro y hasta se lo ha Justificado. Bl pensamiento que pretende penetrar nuestra realidad debe —si es honesio— justificar el reverso de esta men- tira ciudadana que hemos tomado falsamente como meta, de nuestra vida, En torno a estas ideas centrales se desenvuelven los ensayos que siguen. En cada uno de ellos se relatan los, tortuoses episodios en que el sentimiento demoniaco ‘choca con la fecida eiudadana y la deforma. También hay referencia a su doloroso triunfo, aunque inevitable. Yes inevitable porque se supone que toda nacionalidad tiende a coneretarse en dimension autéctona, Fueron eseritos de la tinica manera posible con que se logra sondear la vida de un continente que aun se halla eulluralmente en el plano de la intuicién. No ha. cescapado a estos ensayos la intencidn de fijar—como se vverd en los ultimos— las lineas tebricas de lo americano, la modalidad intima de su esencia, para la deseripelén de la cual sobran los hechos, si acaso no resultan engo- rrosos. Se abjetara, por ello, que son muy abstractos. ero esto ultimo fue intencional, asi como también lo fueron las herejias cometidas con los anquilosados tér- rminos que los defensores de huestra falsa cultura pro- curan mantener en una absurda ortodoxia quiza por in- fluencia de esa sulil burocratizacién del saber que se realiza en nuestras aulas universitarias. Nuestra cultura se halla ain en los planos mas pro- fundos del hombre y no ha logrado una realidad objeti- vva, Lo que se diga de esa cultura debe ser, por lo tanto, 23 Ssubjetivo hasta lindar con el caos. gQué se afronta el peligro de que s6lo resalte el eaos? Tanto mejor. Peor seria repetir, en los viejos moldes, las perezosas menti- as que hemos cultivado sobre nuestra realidad. Sélo ast, lo americano podra ser aprehendido en las raices Imismas de nuestra vi, que es Ia nica ereadora de RK 24 DIALECTICA DEL CONTINENTE MESTIZO |. METAFISICA VEGETAL O EL REVERSO DE AMERICA, Ser yno ser del paisaje Bl paisaje se agiganta en el largo trayecto que va de Ia palabra a su realidad. La distancia convencional de st ‘objetividad, del simple estar presentes el arbol, la Ilan ra, el rio se supera, Detrés de su grafismo, tluminado por rasgos y colores, cierta hondura roza el extremo co min a nuestra existencia y el mundo. La realidad pretenciosa y definidora dela palabra y de la forma, queda como un balbuceo en labios del paisaje, que. honesto ‘siempre, nunca enuneia: lleva sus formas a la deriva, otando insignificantes en su nimbo demoniaco. Es como si la realidad del paisaje no radicara en 10 {que él muestra, sino en el demonismo que esconde, en tn transobjetivo 0, mas bien, en un inconsetente de sus formas visibles. En él se refugia la posibilidad de toda forma y yace el determinismo magico, por el que cada frbol lleva et estigma de ser un simple arbol, cuando podria haber sido un pez o un alga. El rbol, simple for~ ‘ma, es el ser: la marioneta fija que brota de la totalidad realiter det paisaje. La definicion eseuilida, creada des- e abajo, de la tierra hacia arriba, del demonismo a la 25 (Yacion de au ser-en-e-pateae. Su forma define sto al fsa de sus parceas més diminatas, sn que su dein. fon sea nunea exhaustive: porgue sr abo leva com tn nimbo la magia demoniaca de poder haber sido u alga. . i palsale subvierte asi el sentido de ser Le opone ser. al espe eistalino de st mundo ordenade, la sin ravan que lo quiebra por rebeldia y autism, por una inital det que enctera en su seno ls vetoes de nf nas posbldades de existenca. esta posbldad ab solula pone un tel de fonda ala dfiniion de patsae Demonismo vegetal Esabordevalldad primar rimara y exuberant naga bie de los primeros dia dela creacion, que munce ogra det et ent rt et eat mole rocos ol espct tad, es el gue eauea paisaje americano, ee Sus formas se dsponen sobre un bre un fondo movi y wa La falta de norma ens estructura generaly el ence de dell en lo parton, ereuteen canna, simulténeamente, como una arbitrariedad controlada, pa du nit eso en teers circunstancial, dentro de una totalidad 7 . claidad gu lo rebasa hasta ala, Con egal, eps desryey par pa al mismo tempe del ex, pero deja slempre ene parénteis Ia posbidad de toda definition en grande, Bl vegetal es algo as como la solution deseperadn 26 tun afin de sujetar el deventr, el sentimiento de muerte {que brota en medio del festin y lleva, por alguna con- iencia de culpabilidad, al deseo de supervivir en la for- na como detencién, como fijeza indolente. Es como el {esbozo de tn logos en el caos orgistico de Ia selva y un fastre primario en la soledad de la pampa. Es la traduc- ‘loa rudimentaria del demonismo en lenguaje del espiri- fu que, en la ruidosa orgia de la selva se expresa en gran~ de, en troncos Inmensos, torrentes, lianas y helechos ‘Beantescos, pero que en la pampa toma la placidez de fin pasto insignificante, porque el espacio roba agui a la vida —de horizonte en horizonte— todo el sentido de la forma. ‘La exuberancia primitiva det paisaje le da a ta totall- dad un tinte que posterga iimitadamente la probabili- téad de un sentido, Se mantiene en el instante en que, pudiendo optar por el hombre o por el vegetal, 0 sea en- tre la definicion rotunda o la definieion cireunstanciada, opta por Ia circunstancia, por el vegetal. Deja asi a ta definielén rotunda, al hombre, como posibilidad, como tun principio dinamico que oria el estatismo del vegetal ‘Tanteando medios y fines, una astucia primigenta bus- cca el camino mas certero para lograr la definicién ex- hhaustiva de todas sus fuerzas y la encuentra tempo~ rariamente en el vegetal y, s6to en segundo término, en el hombre La distancia entre el paisaje y el hombre es enorme y ‘el nexo sélo se da por opcién. El predominio de la ‘egetalidad en las selvas, los rios torrentosos, la pampa jnmensa crea un palsaje en que el hombre atin no exis » le, aunque éste participe y sea levado como posibilidad fen su seno, El demonismo del paisaje, que se explicita en la negrura de toneladas de humus, en vez de contri bbulr al hombre, se pierce en la creacion incesante de un continente estatico y vegetal que genera formas y men- talidades segiin la génesis del arbol. En todo predomina clerta ambivalencia rudimentaria centre vegetalidad y devenir, entre forma y vida que se extiende al antagonismo entre hombre y naturaleza, en- te inteligencia y demonismo, con el agravante de que el hombre lleva todas las de perder. No obstante, el hombre qulere poner un fondo fijo al ‘event y en su affin copia, por extrafta paradoja, al pal- sale. Sabe que el paisaje borra toda huella, la vida selvi- tea y la rigider de la llanura barren con toda detencion y €l es para los torrentes un objeto parasito y peregrino, pera también sabe que el-devenir de la naturaleza, su movimiento incesante de fuerzas incontroladas, se de- luene, fugaz, pero persistentemente en el vegetal como fen una idea feliz que siempre retorna. Esto, que en et palsaje no es mas que una modalidad, en el hombre se convierte en principio. Este le confiere un sentido con el choque entre st creatividad humana y la de la naturaleza, es decir, en verdad, por penetracion violenta de ésta en aqueélla. Pero ‘como la sujecién por la naturaleza no imposibilita al in- dividuo sentir si propia libertad, éste la superpone aquélla, Pero la naturaleza se venga y crea en el mundo humano Ia idea del destino que convierte todo lo que existe en una totalidad nominada que prima sobre I 28 exuberancia individual comola fatalidad abrumadora de la muerte, Bl individuo desempena entonces slempre el mismo papel del vegetal. La idea del destino es la version huma- pa de la vegetalidad, el primer intento de expresar su partieipacion del demonismo vegetal del patsaje y Ia pri- fnera confesion, también, de que el vegetal se perpettia fen toda forma de su existencia. Representa el primer fracaso de su conciencia de poderio, recogido en la expe- rencia de ver que el mundo que crea su inteligencia pende tomo un fruto tardio de los drboles disecados de una Tlanara 0 de las lianas de la selva. Bl vegetal se trueca, fen el mundo humano, en divinidad, en destino, con el caracter de vegetal hipostasiado. Es la primera forma {que participa de la fijeza del espiritu, aunque no legue a 2: ¥ porque no llega al espiritu, el americano se mantic rhe en el demonismo, en la vegetalidad. ‘Es inds, clearacter de Njeza absolut y estética inmersa en la indeterminacion del continente, mantiene al ame- feano en el demonismo, aunque opte por la rigider espt- fitual, Podra generar una estructura mas firme de for mas y entrar en pugna con esta idea del formalismo ve- fetal que nace de la Uerra rodeada de demonismo, pero Siempre perdera cl juego. Su mente se dispondra en il- uma instancia en dimensién del vegetal. mundo frustrado El vegetal se perpetiia en toda manifestacion. Ya en el Popol-Vuh los simbolos, la acci6n, cada héroe propicio © 2» nnefasto se ordenan en el relato como en un bajo relieve, dentro del sentido de lo anche y to alto, por imperio del paisaje. Los hechos son bloques, trozos simétricos que ‘se mantienen en la rigidez del vegetal De ahi, también, que el geometrismo de los templos de Chichén-ttza parezca dispuesto segiin el mismo er. {erio del paisaje. A través de las lineas geoméiricas se destila cierta vegetalidad, cleria infinitud pensada en dimension demoniaca, aunque dentro de los albores de la conciencia eivilizada —y quiza como propiedad indis- ccutible de ella. Alguna similitud mantiene el ereador de templos y el paisaje, En ambos, la forma es una defensa, que aqui se manifiesta en el vegetal, mientras que alla lo hace en el templo. El hombre crea ssn templo como wn Afbol, generando, mediante la profusion de caras eométricas y gesticulaciones grotescas, in medio para contrarestar con inteligencia la presencia de la selva, Pero, como la serpiente, que se muerde la cola, relor. ‘ha con la forma hieratica a la infinita ereatividad de la naturaleza y a su fijacion demoniaca, el vegetal. Su mundo, creado a la defensiva, Lene los rasgos incon- fundibles de aquel de quien se defiende. Ha tomado del patsaje, por una suerte de identificacién masoquis- {@ eintelectual con el contendiente, la forma, que des Poja de su contenido vital, para quedarse con su Aeometrismo estilizado, Pero toma conciencia de su Impotencia y frunce os mascarones de su templo con luna mueca grotesca, con el dejo dramatico de una 30 comunidad que no ogra, en su apresuramiento, cues- ionar sus derechos humanos a la naturaleza. El Indio es por eso un hombre frustrade que, como no puede confesar su frustracion. la geometriza inconscien- temente en caras cuadradas y simétricas. Deposita en sus obras una emotividad fallida y la intelectualizaeién rudimentaria de un resentimiente, una astucia surgida por la necesidad de superar situaciones, sin poder ven cerlas. Sepulta su resentimiento en las aristas y las muecas deménicas de sus figuras como detrés de una racionalizacion primigenia. No puede comprender al mundo y se resuelve en las cosas menudas, en los deta les, realizando una inmersién beatifica en un ente cul- tural creado a priori, en dos dimensiones, Sigue, de este modo, un proceso similar al del vegeta. Este desahoga un impulso puro en lineas y planos arbi- lrarios, en ramas y follajes € invade el espacio como una ‘dea, con la desesperada tentativa de medirlo. Pero no lo logra por su pasividad y su indole. Aqui la diferencia (re el primitiva y la naturaleza es minima. Estriba so- Jamente en la forma de perpetuarse, que en uno es rea: lista y en el otro ingenua. Mientras el arbol espera una ‘muerte falsa y una certera transfiguracién en otro humus. cl hombre se anticipa a su fuerte deteniendo la vida en la geometria de un templo. Mientras el vegetal participa positivamente del palsaje y perpetiia su ley aun como postbilidad, el hombre lo gana en forma negativa, por rellejo y anulacién, llevado por la légica primitiva de que el devenir se supera deteniéndolo El americano se distancia, de este modo, de la natu- Eo raleza en la misma forma como la ambivalencia se dis- tanela de la integridad, la escisién de la unicidad. ¥ Ia primera forma de ambivalencia del autéetono esta en ‘que la geometria se adosa a la emoci6n, 0 sea al deventr, a la vida, pero sin compenetrarse. Falta la tercera di- mensién que mantenga un puente entre geometria y ‘emocion, que reduzea la geometria a un medio de medir la vida. Bse nexo, que en la Edad Media europea se ma- nifestaba en la ojiva, en el Renacimiento en un infinito intelectual, la perspectiva, se da entre los mayas como tun infinito emocional y magico. La carencia de un sentido inteligente del espacio, !o hace detener ante las cosas y deificarlas, La hostil- dad del cosmos, resumida en el paisaje, distancia la emocién de la geometria, la moralidad y el élan crea- dor de la cultura, por una, parte, de ia penetracion téenica de la naturaleza, por Ia otra, sin que un espi ilu comiin y dialéctico coneilie a ambos. Por esta fal- la de coneciliacion se hace devoto de la geometria y los rites antopofigicos. La falta de conciencia de una in- tegridad desemboca, de un lado, en un formatismo elemental, sin la dialéctica de una tercera dimension yy, del otro, en una moral que necesita de un corazon palpitante para concretar su contacto con Ia divint dad. Los conceptos que pretenden unir ambos hechos se hallan demasiado distanciados, porque la aspira clon sobrepasa a Ia expresién. La cultura autéctona se detiene a mitad de camino sin alcanzar la integridad. La aleanza a medias en una meta apresurada a que recurre toda conciencia cole 2 tiva cuando siente que la tierra en que pisa se ha dis~ tanclado de su espiritu. La prueba de su fracaso est explicitada en aquel dios bifronte que, bajo el nombre ide Quetzaledatl, une, sin fundir, la verdad de la terra “simbollza en el c6atl, la serpiente— con la verdad del clelo —el quetzal que simboliza la pureza espiri- tual a que aspiraba la eivilizacién maya. La concilia~ ‘cldn que encuentra no es efectiva. Existe en todo una conciencia de hallarse aprisionado por las cosas, por instancias del paisaje. Este grado de costdad de ta ‘cultura autéctona, le impedia cristalizar un futuro, ‘Aomiza su sentido de la totalidad por falta de conct- tiacién entre la tierra y Ia idea y la sumerge en Ia fic~ clon diurna: la geometria bidimensional y los ritos fantropofagicos, que solo se pueden llevar a cabo en fl terreno del objeto, de lo visual, lo inmediatamente pereibible y tangible o sea en un mundo sin dialéctica. Pero lo que ocurre a los mayas habra de producirse siglos mis tarde. El antagonismo entre la verdad de la llerra y la verdad del cielo, que lleva en su seno el ana _gonismo entre realidad y ficcion —y que en el mundo autéctono habia surgido por via natural, como visto desde la tierra y en el Ambito demoniaco— atraviesa a la histo- ra americana en la misma linea, pero convertido en un antagonismo entre el paisaje y la ciudad, con et agravante de que ahora es visto desde la ciudad, 0 sea desde ta ficeion, Mientras la cultura autéetona mantenia su sch sién entre la verdad del suelo y la verdad del espirits en. el demonismo —Ia prueba esta en los ritos antro- Pofigicos—, la cultura actual la mantiene en el forma~ 2 lismo europeo, relegando al demonismo a segundo pla- rno desde donde asuela a la cludad Pero vaya esto como simple anotacién. Nos interesa solamente hacer ver aqui que en todo empa el america- no es vietima del vegetal, por un lado, y de la idea, por el otro, y que no concilia su escision si no es haciéndose ambivalente 0 sea mentalmente mestiza. De ello se en- ‘carga el vegetal que nunca se relega, sino que abarca a todo el hombre y a todas sus manifestaciones, Selva, Arboles, pledras, plantas, animales son los medios na- lurales de fjactén y expresién. La naturaleza en su (or malidad expresa el lingje. Ella comparte, plenamente consciente, la vision y la posesién de las cosas. En el Popol-Vuh, La Vordgine, Hombres de Maiz, Las Lanzas Coloradas, Facundo parece esperarse su consentimien- to para dar vida a fos héroes. Su presencia es el porqué y el adonde del americano, ‘Todo su hacer, ms que provocade por una vision obje- Uva del mundo, surge como un pase dado al exterior desde el seno panteista de fo natural. La naturalera es un mar, en el que el hombre fue engendrada por una simple dile- reneiacién de masas echadas a rodar en su seno, Ya lo habian expresado asi los mayas en sti cos- mogonia, cuando Jurakan, en ver de crear al hombre del fango —es decir con una partielpacién innominada dela naturaleza— Io crea con lo que hay de mas particu- lar en ella: la madera, el maiz, El americano es asi el fenémeno consciente de la naturaleza, st eomplemento, ero desafortunadamente un complemento en rebeldia, De ahi su ambivalencia, 2 Ccosmogonia vegetal | americano es ambivalente porque constituye, fen: teal paisaje, una definicion invélida, ala quese le amputé la conexién con Ia Uerra. Tiene conciencia de ello y por eso busca en el paisaje las raices que le faltan. Secreta mente pide la quietud porque siente que el principio motriz de su cuerpo sélo representa un mero intento de superar el vegetal. Como no puede escapar a su sent- ‘miento vegetal, siente que la cualidad motriz de su cuer- po no es mAs que iecién, un simple proyecto para la creacion de un mundo movil. Justifiea la moviidad solo como otra forma de desgaste energetic, de vilalidad ramificada, que en nada alecta esa rigidez estatica y ve- getal en que se halla el cuerpo en si, en tanto organism, 5] americano presiente que la movilidad reemplaza al camaje. Ella representa sélo una independizacién apa- rente del vegetal por cuanto es apenas un simple medio para retornar a él con mas hondura. Fundar un pueblo, escribir un libro, realizar un acto de bien significa reconectar con el paisaje, significa perpetuar la verdad Inmovil y estatica del vegetal. Entre este y el hombre no dista ms que una diversa aplicacion de una energia original. En el vegetal la eriergia se da al principio, se define como savia, pez, alga 0 arbol; pero en el hombre est al final, sale de sus manos para erear un mundo fijo ue, si bien llama espiritu, no escapa a la indole del ve- etal EI hombre no es més que un Intermediario, La vida ‘cumple un ciclo sustituyendo el vegelal por e! hombre, 35 que, a su vez, retorna a aquél. Llamemos al retorno es- piritu, estado o Dios: se trata en el fondo siempre de una explicitacién de la vegetalidad. £1 hombre es asi lo que el vegetal no pudo ser. Este mantiene su apego a la Uerra, se perpetia en la forma, en la visualldad. Pero en su. rigidez esconde una fuerza, un impetu de prolongar su modalidad, de exhumarla en la forma sin contenido y para llevar a cabo esto iltimo pasa su vitalidad al hom bre. Realiza con éste el salto a la idea, a la Nijeza primor~ ial de un reino en que ya no cabe ninguna discusién, donde el vegetal descansa sin adherencias materiales. Y no porque haya logrado su perfeccién, sino porque todo hha aleanizado su fin maximo o sea ha concluido su cielo. Llegé a su agotamiento, al estatismo maximo en la con- sumleién definltiva de sus fuerzas, que en el vegetal se gastan en linea recta, perpetuando formas monocordes. pero en el hombre aleanzan Ia variedad absoluta como si confesara que habian sido simples fuerzas de paso. El demonismo primordial busca la fijeza absoluta en la muerte que el vegelal, por su apego a la materia y ala tierra —de donde recibe siempre savia renovada—, no ogra consumar. Blige para ella al hombre, a través del cual intenta una aventura con un final preestablecido. Como éste tiene el deseo recéndito de superar su desti- no vegetal y no morir en labores improbas, imprime un sello peculiar al ciclo vegetal, desembocando asi en ver dades parcialmente vegetales y parcialmente humanas, pera siempre dentro del marco de la fijeza. Recorre asi toda la gama, desde la que es mas descaradamente ve 36 etal, la sociedad, hasta la que lo es menos, el arte, pero ‘dejando simultaneamente en esa gama los diversos €s- {eatos de su fe en la liberactén, como circulos ficticios de libertad e independencia crecientes. Pero como sospe- ccha de que no lo lleva mas que una honda voluntad de perpetuarse en el vegetal, toma una conciencia simmulté- rhea de libertad y ijeza sobre la que se tambalea sin po- der definirse. Esta incapacidad torna al americano me- tafisicamente ambivalente. Su existencia oscila entre su destino vegelal y la sospecha de superar ese destino mediante la ciudad —que encarna la esfera mas propia- mente humana, Pero instado por la cludad, por un lado, y por Ia tie- ra, del otro, obra sélo por partes y si opta por ambas, 10 hace por adosamiento, por mestizaje. La Serptente Emplumada representa su primer vestigio. ¥ nuestra ciudad de hoy, su perpetuacion. ” I, LOS DOS MOMENTOS DEL DRAMA MESTIZO ta Serpiente Emplumada BI sentido de la Serpiente Emplumada no reside ex clusivamente en la simple oposicion entre lo que es de la Serpiente y lo gue es del Ave. El hecho nuismo de que el antagonismo entre la Serpiente y el Ave no pudo dar origen a un tercer simbolo que los reemplazara y fen cambio ambos debieron ser unidas en un signe hibrido, ya implica un hondo misterio y hace sospe- cchar de que su sentido va mas alla de la simple opost- ci6n. La oposicion misma es mera fccién, mera apariencia Bs el producto de una inteligencia torturada que no en- cuentra conciliacion alguna con la vida. Recién Interviene la vida cuando se une lo que la inteligencia ha separado, aunque fuera simplemente superpontendo, Pero la vida no interviene gratuitamente, Al unir los opuestos rebaja la categoria de ambos, Ios deja en un mismo nivel, en una realidad uniformada, en que los opuestos nada valen y la ulllizacion de uno y de otro resulta indistinta, Es lo que expresa el nombre maya Quetzatcéall en el que se unen, fen un solo voeablo, la serplente, edatl, con el quetzal, un avede América Central, como dos términos tergiversables. La Serpiente Emplumada es el producto de una men= {alidad ambivatente 0, si se quiere, hondamente mesti- za, Toma su sentido recién con la ambivalencia mestiza. ‘con la que aplana la realidad en dimension de la vida y hhace equivaler el Ave a la Serpiente. 38 Por la oposicién ella pierde su sentido inmediato. Es tun simple instante en que la vida aleanzé a definirse, a través de la ambivalencia, en dos dimensiones opues- tas. Como toda oposicién. es infecunda, s6lo constituye jin nuevo elemento de referencia, una simple fijacion de Tinsites, una delimilacién de fronteras entre las que pa- rece oseilar tuna comunidad precolombina y debajo de Ia {que alienta la vor misma del continente. De que asi ocurra es explicable. Nada signifiea un sim- bolo sin la vida que le diera existencia. La vida le da la ‘materia para existir, pero la forma la recibe de una acti ud, de una modalidad psiquica o sea de la ambivalencia yy mas alla del mestizaje. La ambivalencia crea la Ser- piente Emplumada porque al tener dos realidades a que ‘apuntar y no poder decidir por ninguna se ve precisada fa perpeluarias 0 sea a unirlas. Si se dlera una tiniea verdad no podria haber sino ficcion, irreatidad, falsedad. Por ello se dan las dos y la dnica forma como pueden hacerlo es en el simbolo mestizo de un quetzal adosado una serpiente, ‘Mas, al adosarse, entroncan con la realidad prima ria del continente, porque la dualidad es propia de ambos. Ambos oscilan entre verdades-rotundas que, por ger tales, s6lo son superadas por via emocional 0 sea ambivalente. Cuando se apunta, por un lado, al cielo, al ave, al espiritu y, por el otro, a la serpiente, a la tierra, al demonismo de la selva, el mestizaje cons- Uituye la Ginica soluci6n: primero, porque de este modo la vida predomina sobre el espiritu, la emocién sobre Ia Idea, la unién sobre la oposicion y, segundo, por- 9 ave nine la wg oops en pao Lo mestizos que refers aun tip de hombres entonces, una conciliacion de opuestos, un recurso de Ja vida para conciliar desniveles, un medio apresurad Galena ning on ela nin ice figura forma de cn La Serplente Emplamada nanen plerde porellosuvigenla, Con a opotton entree ‘in serplenteenouarala realidad de continnteamer- Cano. Mite aun a Seplnte Emplumada dja ene le rreno dea intligenca dos eabos suelo, como desech Suna sndmten al gue aun hoy, senreteneen Pardelaepene ene ei etsy dx asen ck ins que un simbolo. Representa un moment vain amcana, earmac! tas on aorae ctr Tiana modal, naverdad primar, coy usen dt continent la coneliaion con el eaps 0,5 aulre, una prestn def porn gue a era afirma su rtrd oma ne a ra ve La irredencién demoniaca Los arqueélogos, entre ellos Rafael Gi jos Rafael Girard, entienden cl significado de la Serpiente Emplumada en la misma forma. Segiin este autor, ella representa una simbiosis 40 tosea entre el sentido de Ia Ura y el absotutisme auto: ertoy formalista de las soctedaces primitivas. Jn Pro" lame similar al que planteara Worringer con respest © ole es egipcos. Un subsuclo etnleeico reprimido 10s sone alos dominadores su propia cosmogonia Le ae se vida poltica constituia la relacion de dominado = cr aador se wraducia en la miologia resullante como dor concepetén religasa valida para los dos grupos. ¥ for ello eseindida en dos partes antagon|cas, “te cocistn de la Serpiente Empruamada debi of seri por el indviduo de una manera mas profenes Fe Juallsmo primitvo, el individuo ee abocabs Pe ror mio al absciulamo social y por e otro a uh Ao un lado mentado por ia ereauwidad del alsa. Snes saermpato de To estable y 10 inestable, entre cl esPiTNN oo rea no tuo mas remedio que Optar POF 18 ANNOY, Ua wi ta nada, por ta indeterminacien y- €° &t fondo, por e! demontstmo. no Por ereibe claramente ent arguitectura ¥ ‘eultarn mayas, Por el predominio de la selva, el cP ceecta naturalera se iicia una penetracton dil Ge ae opuestos. odin haber resultado un formers” vcon el demonismo, pero brota wn for~ masearones mo consecuente Mationo demoniaco, grotesco que france as cre erremplos de Chichén-Iua cone gest dramauco de la inconeiiacion. roe que debera evar wna fora os tele, 18 mocearones, Ins eatcias, 18 eacrtura 6° 1™PrseQoe ae trace patos demoniacos dela naturalera america El 1 a atge somete aun magssmo primo y Comer a ala forma en un elemento secundario. Opta por la geo- ‘metria en dos dimensiones y por el gesto. La forma pier. de altura frente a la fe en lo demoniaco y queda en e1 ‘mismo plano en que se halla el vegetal en Ia selva. Mas atin, participa magicamente de la creatividad irracional deta naturaleza mediante un arte barroce atiborrado de signos y de datos, Pero asi sacrificaba inconscientemente la verdad det grupo. No alcanzaba ninguna verdad superior, ninguna forma de evasién del demonismo, ninguna sabiduria para el grupo estructurado, que siempre da una mayor eon- ciencia de ser que la naturaleza, ‘Tuvo, sin embargo, un recurse. Desahogaba la con- clencia de haber traicionado al grupo social, en los sa- crificios sangrientos y antropofiigicas en los que preten- dia superar la ambivalencia mestiza que lo alejaba de toda verdad establecida, La conetencia de pertenecer a una tlerra—porque des- ués de todo pudo mas el demonismo— el terror de ser victima de los elementos, la angustiosa amenaza del es- acto incontrolado lo leva al autocastigo y por ende a la antropofagia. Y lo hace como buseando una forma de integridad. Presiente que pose, como mestizo mental, luna cobardia organica de definirse en el ritmo de la ie ra, No puede lograr una verdad superior por via natu- ral, historica y se sumerge por lo tanto en et terreno de Ja magia, arrancando a un ser vivo, o sea a la materia fsica, el corazon, como un simbolo desgractado del espi- rite, ‘Lo que se hallaba bifureado en el terreno de la inteli- 2 al sgencia no podiaaleanzar ninguna unidad real. Era viet! fra del demonismo vegetal y, en el fondo, del continente fnismo que castigaba en él la falta de fines conscientes y diniformes de su arbitrariedad mestiza, haciéndolo vivir perpetuamente entre dos aguas. La conciliacion mestiza ero el mestizaje persistey la prueba de que es propio del continente reside en la Conquista misma. Claro que con una pecularidad, EI mestizaje toma durante la Con- quista su verdad carnal, se limita al hombre aunque persisla en muchos puntos fuera de él, América seguia Rotando entre opuestos. Siempre existia la instancla del demonismo de la terra rellejado en la selva y en el.espa~ ‘fo, en lucha conira la ficcién de la comunidad, EI mestizale se perpetua porque la escision entre lo perfecto, lo armonioso, lo invasor, por un lado, y lo Gemoniaco, la amenaza de destruccion agazapada en la tierra que espera siempre el momento de destruir la ve racidad de lo afiemado, por el otro, toman con la inva- sin europea una apasicion similar a la que existe entre lo blaneo y lo negro, lo consclente y lo inconsciente, Io social Io insocial, lo luinaso y lo oscuro. A causa de Europa la oposicion se perfecciona y toda forma de vida se bifurea entre lo estable y Io inestable, entre lo que es y lo que no es, que mantienen lejanamente en oposicion Jos extremos en que ya latlera el continente en la época precolombiana, Esto facilité la aparicion del mestizo e hizo que este creara naciones. La diversidad entre el mundo europeo y América alimenta al mestizo espiritual y carnal, Lo {europeo se convierte en la luz frente @ las tinleblas del Continente. Pero como alguna forma de conciliacién de- Da exist, ella adopta la forma carnal del mestizaje que ‘mantiene un puente entre el indio y el blanco. En todo esto, la distancia de la tierra que mantenia et precolombiano debia ser llenada por él mismo a causa del empuje de la nueva razon y el nacimiento de Ia etudad Durante la Conquista, el indio se convierteen paria, Retoma «elsuclo autéctono que antes habia despreciado en el Popol Vahy en el Chitam Balamy referza lo que no habia incor Porado a su cultura cuando el era el senor. la situacién de conficto que se plantea, separa la es- fera de lo social y comunitario ce la verdad del suelo. El desplazado, el dominado o el explotado se reintegra a ‘sus antiguos lares, al ambiente de donde habia proced do, aunque negativamente, por cuanto habia luchado tambien contra él Sumido en la Uerra, en sus labrantios, en su choza Felorna al paisaje, retomando el hilo de st suelo autse ono que, recién, vive culturalmente eon intensidad. Se refugia en su suelo con el resentimiento del que se vio frustrado en su apetencia de la fiecién ciudadana. El Indio €s asi autéctono pero por una ravén circunstanctal, de hecho mas que de razén. Llevando a la conciencia esa autoctonia y urgido por la necesidad de cerrar el mundo gue le habia quedado trunco, estrella contra la cludad su resentimiento, alimentado por una historia y una tra dicion que esta no Lene, 44 (a con el dezplazamient y I creatén de oautsetono se recangclinconacente soca que ree en dimension Sem ters, deli bs euanola ciudad rea a fon estrada e Tan, rentas 0 pocos Kl ttron deat eae st malin. La precaia sttacion Cronica, ail poten catan a atte ‘Trento yen ritmo opaesto in che. El rancher, la Cultura pinta dl buashipungo fan éeniivamere porn aborelon dla ra, ean dl atetano Unensiontlren. Se aianva hci abajo, pedlendo i hata aria todo contacto cont — Seton dtc, sin embargo, mediantcl meso cama eles cfea el punts enge ls opusioe en rials leanunene, Reiencon el mest, eeu {Dac ampara de dos mundosantagonies yes despeco SS pumere aunque advenedizo en el segundo, lean Wr gutzctona algun contacto con Ta ciudad, Liev ala tnd un oso neonstene socal unque no a> Sipe ell No re artisar dled dete poraue So seibiedcoreta no ya con una imperzion Shunde con su aetna, on su err ev de indo tmblen on la sospecha Manos un pasado del qucearece cuda@, emo pando, queen en l demons dl vanaf gia neon dl esto en mide un apaen- {earl de ination, oe pasado qe atone Melgrj endo recor a cals de La Pa, ves de Gh mated a cuanto wansete encontrar y ain en Suna Grozeuando sia cnaunidad de ery Ba. Salo el pasado em equ ntennieaba en clos levers 45 de la actividad de tipo europeo que estaban obligados a realizar, levindolos a adoptar actitudes arbitrarias y re- beldes ya sea frente a una constituclén de corte liberal ya sea ante una ficeién cludadana en la que no aleanza- bban creer, I mestizo adopta el formalismo de Ja cludad, Ia ex- presion que ella concede, su elvilizacién verbal, pero se conduce vitalmente segin su autoctonia heredada a medias. EI mestizo campea entre el silencio abisal de lo auléctonoy el verbalismo ciudadano, pero atrapado siem- pre por el fondo trracional del continente. De ahi la fccion ciudladana. Es el mismo mestizo que hhace de la cludad una fiecion floreciente, pero quien tam- bien la aleja del suelo. La prueba de que el mestizo representa tna fuerza esencialmente antagoniea, esta en que éste deja los ca- bos sueltos donde la ciudad los une. La unidad eludada- 1a, obtenida con la técnica, convierte a la ciudad en et enemigo natural del mestizo, por cuanto concluye en un ‘mundo que el mestizo ha postergado. Este perderia, en el caso de ceder ante ella, la solucién peculiar de stt an- gustia vital, estructurada sobre base autéctona ¢ {rracional. Porque lo que hace que el mestizo no sea ci- \dadano es la imposibilidad de ser en la ciudad un indlo. La redencién mestiza La consecuencia que trae consigo la actitud y Ia indole ‘del mestizo es la regencia de la Serpiente, pero no ya por- 46 que él sea un simbolo sino porque es hombre, De ahi que cel mestizo sea un creador, aunque pasivo, Al convertirse cen una realidad viviente aflanza su accién. Traduce a la mentalidad moderna la ambivalencia que antes florecia sin perturbaclones. Por su participacion simultanea de In cludad y del paisaje, corrobora en el terreno de la intel gencia, el concepto de oposicién entre lo verdadero y lo falso, loreal y loreal que, en cambio, supera en el terreno emocional. Bjerce en este sentido una influencia negativa sobre la ciudad, informando con su ambivalencia aun la periferia dela América toda. Por eso el mestizo significa un. destino, una voluntad de forma, I mestizo biol6gico, fisica no es mas que una transi- ion que retorna nuevamentea la Serpiente Emplumada, Ja escisién primaria en que yacia la cultura precolombi- 1a. Bs un Intermediario vegetal, una explicitacién reno: vada del paisaje, un nuevo brote de la vegetalidad demoniaca que cesa su aceién para dar lugar a esta es- cision ambivalente de la América de todo tiempo. Bs Ia dfinielon carnal de lo que primariamente existié desde slempre, 0 Sea esta honda division entre la serpiente, el reino del vegetal, y el quetzal,o el reino del espiritu. Perocon el mestizo también vuelve el reino del espirutur a definirse en funcion de la tterra, el quetzal en funcion de la serpiente, Es como si lo abstraclo volviera a ser concreto, perdiese su capacidad de serlo todo, para ad- quirir el poder de ser esencialmente americano. Queda Ja dimensién telirica, abisal, como un plan de vida con que pudiera aleanzar el eludadano alguna integridad. Por eso, la accién deprimente del mestizo fisieo, que a forse nr dein ced topo tra del pas del intro. venta aparenterente os Unidad earopen,sumtendo lo verdaere eo fan To cierto en lo incierto, la conciencia en la Inconsclencia. lo reer td Walla jena toda isalided cada Sct quctzaly segundo, on funn del emoniio gor a III, A SOLEDOSA CIUDAD a mediania legal Searnba a la cludad como pasando de las tinteblas a ta juz, dela inconsciencia social a ta conciencia. ¥ ello, porque a medida que penetramos en ella toramos con Erencia de un sinntimero de fines y ullidades, dejando Steds todo lo que no vale para la meta borrosa, pero stem pre inteligente, del grupo social. Se produce entonces Pomo un desplazamiento de facultades en usoy hasta se hhipoteca la verdad ms intima, en razén de alguna util- ad than se conserva un rastro de vida en la presencia fisica de la ciudad, £1 wumulto, el insulto furtivo de un chofer, una avenida iluminada, Ia mujer que pasa con fun miserio de sedas y de miradas, e sol de un domingo wee trae por reflejoun saborallanura mondton—y un tango resbalén le cuelgan a la ciudad las ojeras de st trajn en la fielon, Se sospecha entonces que la ciudad tambien olvida, Los armazones de granttoyy cemento que descansan en dia domingo yacen inexpresivos y hasta Solidarios con el paseante y muestran a manos llenas y on alguna sonrisa, que su presencia fue un error y. en lo mas hondo, un jueg. Pero nadie los salva del fn para el que fueron erea~ dos, Aa necesidad primasia de crear un bloaue de gF8- nile ycemento se sobrepone la necesidad de las neces dades, aunque siempre en el terreno del juego y de la fiecign, a tnteligencia se depura en Tos archives, en los 8 papeles, en las oficinas, en el dominio de las leyes y de las normas policiales, en la justicia civil, en la edueacién y aleanza su poderio en el estado. En el terreno de la uilidad al bien comin, la cludad pide la inteligencia ya sea en los quehaceres burocraticos, en la univocicad de los fallos 0 en el senticlo comin del pueblo. Por ello se produce un desplazamiento definitive de las facuillades a utilizar. La inteligencia es Hevada ala conciencia, dejandose en el inconsetente al resto. Vivie cn la ciudad es medi la inteligibilidad de nuestro fin y encontrar una meta demasiado rigurosa para todos nues- los supuestos. No cuenta lo que queremos; sino que vale la traduceién de eso que queremos a la inteligencia, 4 la ulilidad. Se traiciona asi la integridad de nuestra voluntad y se deja atras, superado por el olvido, lo que hhubiéramos hecho en una situacién menos apremiante. De la integridad del individuo depende que reconozca esa otra faceta de sut anhelo, ya con ironia o ya como wn ‘supuesto angustioso de su lergiversacion, La solueién corriente es la ironia, porque representa tuna solueién ambivalente, dual, por la que el hombre medio participa por una parte de la inteligencta efuda- dana sin abandonar, por la otra, todo aquello que debié dejar atras. Indeciso entre Ia verdad del suelo y de la ficcién, opta por la mediania, el termino medio o mas bien et factor comin de la realidad que lo rodea, Del tempo. de la sucesién de vivencias y elrcunstancias saca ‘su fe en loestablecido y cree en la unidad inteligible que ‘mantiene la sociedad, reforzada por el sentido popular de Ia ciencia, la educacion secundaria o la cultura de 50 ta Seducido por la inteligeneia etudadana apsnta ‘Sempre una ley que simpliique la vida, ya se isn Sifuraloestatal yen Ta busqueda de su median leg IMdate gue au fete aflanca visuaimente y ampara su sredcridad. De esta manera se dstancta de toda otra ‘Shuctony no logra tar por ninguna verdad que no sea fei, i eoncepto de ley le seduce porque presienteenehin tering medio que es defendido por la edad. Bn ela to hay cab para los extremos, porque todo extremis- no resulta peturbador [bulla metafisica go tas sn embargo, ala sere cal socttmente por el intelectual. Este tomado Gave st punta de wate desu futon en a seeded, Stone coo na aon tensa de aus med Sade por mis que cone cudadena epi eu tempt ney misma, Los tering esr el thaiy implica en aluna era unt concesn un Justo tmedlo que ental extemos ocho paral lua De induo medio learn, existe por ano poea eistancn a crad mesana de una pez orator dem pie ode un iro de esa y baste mo Icnguaje manene la lepldad en medio det tat te tmeioneay weenie contaditora, ela mia form come a cudadimpone su ineligeni simp ca toda verdad 51 Bl escritor fiscaliza, desde el mundo de la ficeién le- gal, la tlegalidad esencial de la vida —en la que creyé al Iniclarse en su oficio. Representa, en el continuo juego centre la sin-razén vital y la legalidad social del individuo medio, la apoteosis de este ultimo, su redencién y con- ssagraci6n como apéstot de un mundo en que de antema- rho no eree. Es un monje sin religion. que en el terreno de la palabra estructura, mediante imagenes, la posibi- lidad de una redencién aunque en verdad detiene con el verbo la vida en que cree. Es una circunstaneia, un me- {alisico destronado que carece de energia espiritual para aleanzar el ser que presiente y no puede intentar, en el mundo solidifieado por las normas y las Inslituciones, otro camino que el que le indica el resentimiento. Victima de la ciudad, opta por la fiecion, olvidando lo Sgnoro, el reverso de la vida social, que no fie tomado en cuenta y que se pierde en el inconsciente de la vida eft ‘dadana. Con el uso del verbo no aleanza a percibir las Linieblas en su totalldad. Ni él mismo sabe si juega al Cielo o silo es y para salir de dudas verbaliza e lumina aun mas su presentimiento, tratando de pillar la noche Pero el reverso aquél se venga. Desde la inconscien- cia acliian las fuerzas contrarias, el azar, el ex abrupto social, politico, cientifico y cultural, los actos fallides de Ia historia que irrampen en el momento imprevisto para desbaratar al verbo, Son las fuerzas que congestionan el ambiente revolucionario y eargan sobre la angustia vital del ciudadano, BI revolucionario hereda del escritor este afin de no 52 a mn pore menos consistence QUE ee te epende a cei J aE a aan Nocomprende qe noes ema de ets Ps por aoa poo ee ee cne: coat Md rst i convene deci 1a supe ed a ca masque wn ia un estado tain dere a edu enous nena de dana eo epee, Pari del expan ot a puamente de contri ne gue sal pi. poe ane Tene oar su sentient mata aes a ein atsacntén eal aque parece apa tar ede suet tmpzowretonal oo fa oe ea np cuniaconella CoP con respi 8 ono mean nde = 53 dio, el eseritor y el evotucionario—ta inteligencia con vida, la concieneia con la inconseiencia social. La polit, ¢a inlerviene cuando la revolucién ya no es mas que un recuerdo ha fracasado en su intento de imponer la iden tomada de la misma conciencia social en que ierumplera Obra con la peculiaridad de restituir Ias cosas a un am. bito irracional y representa el instante en que la ciuded reloma su poderio inteligente pero concillado negative: mente con su reverso. La prueba esta en que entonces rece el aparato burocratico, se anquilosa la razén con. virléndose en inteligencia, en un mecanismo infimo, asediado por el auge de la irracionalidad del politico, Al fin de cuentas se restituye lo anterior con algunas variantes. En lugar de la ambivalencia elemental del ci. dadano europeizade, reina la ambivalencia politica que rebasa la ciudad y sume todo el interior. perdiendo en algo su fuerza y poderio. El programa ideal que la fuerza ‘racional de la revolucién habia tomado al azar, oe verbaliza y consta en los textos de historia como unico y verdadero fin de a revolucion, Esta, vencida por la poli, ica, trlunfa de este modo en la historia en connivencia con la cludad. La historia registra la parte inteligibie visual, programatica de 1a revolucién. dejando el resto en Ja penumbra, De esto resulta al fin y al cabo una historia de cludad 0, lo que es lo mismo, una historia felicia, en ta que falta la media verdad que ni el ciuda- Gano mediocre, ni el intelectual, ni el revoluctonario, nt un el politico han sabido llevar a plena concienca, De esa misma conciencia de la historia, con su impli cito afin de perpetuarse a costa del devenir, extrac la 54 ciudad su fe en la continuldad de ta idea y su crectente importancia para todo tipo de vida social. Teenocracia Dela ciudad surge la linea inteligente y normativa en. aque se respalda el grupo que, a su ver, gana en inteli- encia con su crecimiento. Bl aumento de las frieciones entre los individuos, la division del trabajo despiertan el afan por la éenica Sea por los mecanismos aceleradores, de la vida. Se trata de encontrar un sustituto a la vida para que ella participe en forma mas directa de las cua- lidades de! mecanismo. La inteligencia llegada al punto maximo de su utilidad, masifica al individuo. La posibi- lidad de'pereibir lo irracional se posterga. EI mundo se fesquemalica y la vida se encajona en el reducto eiuda- ddano, imposible de salvar. Se prodice entonces una peliclon angustiosa de la fieeidn técnica y por ende del ser. Crece asimismo el afin de restituir la idea en (odos Ios érdenes de la vida, El aumento de la carga social cludadana parece traer con- Sigo la posiblidad creciente de una restitueién inmedia- ‘a de la legalidad y del ordenCon ello la ciudad colma su capacidad y al rebasar invade todo, incluso el inte- Flor, a través de la ambivalencia politica, Pero la experiencia irracional de los individuos se suma, aunque veladamente, al conjunto. La postbilidad de esa irractonalidad, adherida a expresiones que la fi- Jan como el carnaval, el juego, el comité politico, el bale, 55 entra en tension con la eseneta misma de la ciudad, et verbo. De la tension puede resultar una apoteosis, como también la gran caida. En esia linea el cludadano pretende seeretamente, aunque no se lo confiese una teenocracia. Con ella con- ‘duce su tensi6n al niimero, queriendo resolver el fondo Jinmoral de la tensién con la amoralidad de la maquina. Pero como para ello debe medir linealmente una reali- {dad de infinitos sectores, triunfa s6lo en apariencia, en Ja ficcién, con el riesgo de tener que tomar conciencla, en cualquier instante, de su falsa posicion, En la ciudad europea la tension se resolvia a medias, por cuanto disminuia con la emigracién, el desplazamien- lo de fos desheredados que se llevaban consigo el ‘demonismo social agotandolo por el resto el mundo, La colonia, la conquista imperialista, la penetracién paci a, eran lis portadores del inconsciente social hacia afue- ra del radio de accién del cludadano. El que quedaba, el cludadano proplamente dicho, se sometia al ser. De este se liberaba por instantes mien- tras desviaba al cabaret sartriano un absurdo malen: (endido, vivia el peso de una historia tejlda sin lapsos Irracionales en el sentido uniforme que le concede Ia in- leligencia elemental de la ciudad Pero en tierra mestiza, la fe en el absurdo desaparece para quedar aquella conciencia aplastante de orden ¢ inteligibilidad, encarnada en el gringo industrioso, con Ja singularidad de que la experiencia del ser se convierte en un simple instrumento de perpeluacion. Lo que en Buropa se impuso pasivamente por una ley interna, en 56 a América mestiza se pretende llevar adelante por vo- luntad consciente. De ahi a que el hijo del gringo llegue fa suponer a ficelén de la cludad no hay mas que un paso, con el agravante de que no le queda mas remedio aque vivir esa fccién, ‘Bn ello intercede la tierra, la distancia que media en- tre esta y la ciudad y el gesto peculiar de una fe exaspe- ada en la ficeion. jn y realidad La causa de que la ciudad encarne la fecién, no pue~ de Ser sino porque una realidad se le opone, la delimita yy la desplaza a la periferia de nuestra tierra. ¥ es que existe un sentimiento aborigen, una verdad propiamen- te americana que se antepone al resto, a lo que no nacio Ge Ia tierra, Ia ficelén moral, social, lexislativa, politica, La realidad implica posesién, apoyo, sentimiento de bien tar, que la fieci6n no puede dar. Em la realidad, la vida parece concluir wn cielo, por el que aleanza su maxima expresion en cosas, objetos y hechos donde, por decir ‘asi, se visualiza, De esta manera, como lo pedia Herder, tuna eancién popular mantiene una conexién de cardc- ter con la realidad definida del derecho o la arquitectu- ra, por cuanto estos son la explicitacién de una realidad hondamente vivida por las capas inferiores del cuerpo social. Esta conexién se da tnicamente cuando existe tuna voluntad de forma que no es perturbada. ‘Su perturbacién por una fuerza mas poderosa que la 37 deslumbre y que interrumpa su tana evolucion biolégi- cca y vegetativa hace que ella se refuge en la ficién, sal- tando sobre su fin propio, y recurra a una estructura emadores. Bra que éstes vivian del diablo? Probable: a erne no. Mejor seria pensar que ein diablo perdian él hreroismo y el sentido de sus vidas. Porque es hermoso Goran enfermos, resolver pleitos 0 gobernar paises: S}n0 fuera asi no tendeia sentido vii. La vida es un pendulo {que va de un lado al otsoy nosotros en el medio iempr= tenses, sin encontrar otro sentido fuera de ese vaiven- Hasta nos sometemos voluntariamente al diablo. ¢Aca” ‘sono fuimos nosotros mismos quienes sacamos el Das: fe para viajar al antplano? Vida es detenerse en une 13 colina y ya mirar la proxima, para saltar a ella, sin ver los riesgos que corremos. Vivimos dentro de un orden Impuesto y miramos con el rabillo del ojo al caos que se asoma mas alli. gPara qué? Para sentir como nuestra vida vence al caos. No hacerlo asi es estar muerto. El barrendero ve la calle sucia y procede a imponer el or- den limpiandola. Los bohemios se ven fascinados por el aos que se les asoma a cada instante en la esquina de su casa. El ama de casa corre los muebles cada tanto, para cubrir el caos que se le asoma en los rincones. Son formas menores, aunque profundas de poner el pie en la huella del diablo. Y no se trata sélo del diablo, sino de repetir en cierta manera la gesta divina. Dios ered el mundo para verse a si mismo, y nosotros hacemos otro tanto. En el fondo de Ja realidad, ya sea en la calle Iimpiaca por el barrendero, ya sea en los muebles del ama de casa, ya sea en los exabruptos del bohemlo, y aun en el pais ordenado por tun gobernante, en todo esto esta uno mismo, estan el ama. el bohemio, el barrendero, el gobernante, pero cor vertidos en muebles, en calle, en episodios 0 en la na- clon. Lo mismo ocurre con el alliplano. Aunque vayamos miles de kilémetros de distancia siempre viajamos aden- {0 de nosotros mismos. & ir al altiplano ya es la culmi- naeién. porque significa viajar hacia lo mas profundo de si mismo, hacia ese margen de prehistoria que todos padecemos, por mas blancos e inmigrantes que seamos, 154 “CASI ME ARRASA LA HUAHUA” ‘Cuando se viaja a un pais extrano uno espera encom trar siempre un estilo de vida inédito. Pero es instil. Por ‘més que los viajes agudicen la senstbilidad ante la nove- dad, y uno la busea en la calle, en el tren o en el hotel, ‘slempre alienta nuestra defensa: ese temor de que la novedad destruya la herencia adquirida en nuestra bue- na ciudad ‘Asi ocurre, por ejemplo, cuando una mafiana a las diez uno ve por las calles de La Paz. a un hombre con un sarcéfago blanca y pequefio sobre el hombro, a quien ‘compara una mujer. Ninguno llora, sélo parecen tener lun gran apuro por llegar al cementerio y, una vez ahi, contratan a algunos Ilorones, cantan unos cantos y Iue~ io proceden sin mas al entierro del nifo, en todo caso acompanando la ceremonia con libaciones abundantes de alguna bebida aleohslica. tra ver un indio viejo esté arrodillado ante el puesto ‘de una chola y, mientras ésta arregia su mercaderia con Indiferencta, aquél llora pidiendo quien sabe que favor. ‘Nunca hariamos nosotros, los portefos, una cosa asi Claro, se trata de episodios insélitos que nos dejan mu- dos. Pero hay otros que se aproximan un poco mas a rnuestras costumbre, y ante los cuales nos atrevemos adoptar una actitud firme. Cierta vez pasa ante nosotros un camién pesado, y 155 ‘unas tablas rozan al nifio que una india mal vestida te- nia colgado de sus espaldas, segtin la usanza de las mujeres del altiplano. La mujer se tambalea, Alcanza- ‘mos a sostenerla y comprobamos que se le habia rasga- do el manto. Gritamos al conductor para que detenga su marcha, pero éste la continia con indiferencia. Como es natural, protestamos. Pero la india, con el rostro inmévily la voz en un hilo, balbucea apenas: "Cas! ‘me arrasa la huahua”. Miramos hacia donde iba el ca- mion. Ya esta lejos. Y cuando nos damos vuelta, com- probamos con sorpresa quie la india se perdia en el mon- ton de gente. Es curioso. Aplacamos entonces nuestra indignacion por el conductor y la emprendimos con al pobre india. Nos itritamos que fuera tan pasiva, tan labil, y de que no protestara ante los acontecimientos arbitrarios € injus- tos, ¥ pensamos, como es natural: “allé en Buenos Ai res, cualquier dia nos ban a hacer una cosa asi". La resignacién nos resulta intolerable, Sin embargo, detras de la resignacion de la india hay algo mas que nosotros hemos perdido. Ella no tenia la protesta a flor de lablo, porque su mundo se alimenta en otras fuentes que el nuestro. Cierta vez en Tiahuanaco empez6 a granizar, y vi que un indio tomaba un eafio y comenzaba a golpearlo con furia, mientras gritaba en aymara una serie de amena- zas, Supe luego que lo hacia asi porque queria ahuyen- tara qowa, quees un gato causante del granizo, Se trata de una creencia muy extendida en el alliplano, segan la cual este felino, que duerme junto a las fuentes, en cler- 156 tos cian asiende Rasa las nbs y desde ai intent perder ls sembrados TRgue mubreres hecho nosotros ant el ranizo? nade En ambi el no pensaba que con el rid 10 ta omar yahuyentri al feline. Bn certo modo le rata can rennet Porque cqué es wna oreenca? Pues ta prolongatn de une mismo hacia afer. Hohe de fobs puto afer, en medio de la dura realidad Per Sato “porque cree ve fuera un fendmeno ¥- {a Sentra que yo ~aue no ero no veo 4a cose tue wn femeno etinin lind dene ones una putt abieta por donde sa vida sem encpay secant afveraen dieses. Pose el So Sivongia deo primtvos. Sessombre del ranico Se ipnyeal ena. Pro leno as vez wave ye “ug sembrade todo consti un el cerrado, ‘inalocrtonceseomienaa so vida aderzo de smi sv vn nt ci fea y la const en ses. Teldones weten sobre. Ein es ast prsionero de ore via Incas le queda en odo eto el recurS0 se Rtn para gnarse la vluntad dees doses Sauer remblancomenramns con muestra via addnnp denostrn, pero no slimes Lani, la seein ag no le impien, Estar sls fete al ‘Reto mienag que el nd ex acompafiad, at reson por qu no wean Ta upuesta ncerencia dela india cuando os jo ease errasa la uch. y de ai también wees prteta, Bere en los dose, y nada ce, Tsotro eeemos en la bert, y Protests. 17

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