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HISTORIA DE LA IGLESIA ANTIGUA - UNIDAD

DOS
CONSAGRACIN DEL CAPITOLIO RECONTRUIDO EL
AO 70
TACITO (55? - 120?), escritor y poltico romano, escribi la
historia de su tiempo desde Augusto hasta Domiciano en
sus 'Historias' y 'Anales'. En este texto se evocan
muchos elementos de la religin romana: el capitolio,
templo de los tres dioses protectores de Roma (Jpiter,
Juno y Minerva), los celebrantes, el pretor, las vestales,
el pontfice, los lectores de orculos que examinan las
entraas de las vctimas, la bsqueda de elementos
favorables y el ritual minucioso.
El da 11 antes de las calendas de julio (21 de junio de 70),
bajo un cielo sin nubes, todo el espacio consagrado qued
rodeado de tiras de adornos y de coronas. Primero
penetraron en l los soldados, bajo un buen augurio, llevando
ramos favorables; luego, las vrgenes vestales, acompaadas
de muchachos y muchachas jvenes que tenan padre y
madre, derramaron por todo el suelo agua procedente de
fuentes y ros.
Entonces el pretor Helvidio
Prisco, precedido del pontfice
Plaucio Aeliano, despus de
purificar el terreno consagrado
con el sacrificio de una cerda,
una oveja y un toro, y despus
de exponer las entraas de las
vctimas sobre un altar de
pedriscos cespeados, rog a
Jpiter, a Juno y a Minerva su benevolencia divina para la
edificacin de esta morada que habra de ser suya y cuya
construccin haba ya comenzado la piedad de los hombres;
tom las cintas entrelazadas de cuerdas que unan las
piedras, y al mismo tiempo el resto de los magistrados, los
sacerdotes y el senado y los caballeros y una gran parte del
pueblo, uniendo sus esfuerzos y su alegra, se pusieron a
transportar aquel bloque enorme. Se echaron al azar sobre
los fundamentos monedas de plata y de oro y fragmentos de
metales en estado natural, tal como se encuentra antes de
pasar por el horno. Los examinadores de las entraas haban
recomendado que no ensuciasen la obra con piedra o con oro
destinado a otro uso. Se aument la altura del edificio, ya que

se pensaba que era lo nico que autorizaba la religin y que


le haba faltado a la belleza del templo anterior
Tcito, 'Historias', IV, 53

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