DILEMAS EN LA ATENCION A LAS VICTIMAS
POR LA VIOLENCIA COLECTIVA
Iiiaki Markez
Cuando nos preguntamos cémo se puede abordar el trauma psi:
cosocial por la violencia padecida es cuando surgen las dificulta-
des. Resulta preocupante que atin estemos retrasados en la elaboraci6n
de propuestas para un abordaje adecuado. Pero es que para actuar
correctamente atin estan sin resolver cuestiones como la caracterizacién
del daio producido por la violencia, en sus diversas formas, tanto a
nivel individual como social. No hay instrumentos consensuados
y aquellos que nos han Ilegado se apoyan en una perspectiva positiv
ia y en una aparente neutralidad epistemoldgica con el fin de soslayar
ciertas controversias teéricas y metodolégicas (Madariaga, 2002) como
son la vigencia de ciertas nosologias y nosografias psiquidtricas y
psicolégicas, la necesidad de definir categorias relacionadas con los
cambios experimentados por una persona que haya sido sometida a
violencia.
Hay discrepancias entre unas y otras escuelas psiquidtricas y psicolé-
gicas, y sobre todo entre regiones geopoliticas, entre latinoamericanos y
europeos por ejemplo. Sospechamos que coexisten factores politico-ideo-
légicos, grandes diferencias entre los procesos sociohistéricos ocurridos
en las Giltimas décadas, asi como con factores ligados también al tipo de
desarrollo que han adquirido las ciencias sociales, biomédicas y psicolé-
gicas.
Algunos equipos han optado por instrumentos para elaborar las esta-
disticas sobre el trabajo clinico y psicosocial con registros minimos de su
trabajo asistencial, recogiendo datos relacionados con la descripcién
general de sus consultantes, informacién cuantitativa de sus programas de
atenci6n y referencias de la experiencia de la victima; otros incorporan
informaci6n clinica, con descripciones del deterioro global con el registro
asistematico de sintomas o adscribiéndolos a las categorias taxonémicas
del DSM-IV, del ICD-10, de diversas corrientes del psicoanilisis clinico,
etc. Son notorias las insuficiencias y los riesgos en este terreno, sin actua-
lizar datos, especialmente clinicos.
En suma, hay consenso respecto de la necesidad de tener mas infor-
maci6n para la denuncia del uso de la violencia en sus diferentes presen-
taciones; también lo hay para buscar discursos comunes con el mundo
cientifico. Pero es posible superar los obstaculos?, {se podra construir un
«comin denominador» en aspectos esenciales?
465Consenso inicial
Como punto de partida podemos sefialar el consenso en algunas mate-
rias acerca de los vinculos entre Ia consideracién de los Derechos
‘Humanos y los dispositivos de atencién a la salud mental:
~ La violencia colectiva es un hecho social o politico pero no médico;
sus consecuencias en el sujeto pueden generar trastornos médicos,
psicoldgicos o psiquitricos, y también fisicos u otra forma posible
de expresiGn del datio que afectan a la salud individual y también a
la salud publica. Estos problemas de salud parece que no autorizan
para hablar de ello como enfermedad pues se entiende que de ser
asi, se tomaria como medicalizante, por tanto, plantedndose en tér-
minos de tener que diagnosticar o tratar la violencia.
— El estudio de los efectos de la violencia, colectiva, social o politica
desde la perspectiva de la salud y la salud mental obliga, metodol6-
ica y te6ricamente, a la inclusién de las ciencias sociales y las
Ciencias biomédicas como referentes para el andlisis. Hemos de
evitar los reduccionismos biologicistas 0 los sociologizantes;
los primeros niegan las relaciones causales victima-sociedad y los
segundos porque diluyen la experiencia traumética de la persona
afectada.
— Estas formas violentas no dan lugar a un trastorno diferenciado y
‘inico, univoco, en la persona como pudiera parecer. Hay que dese-
char Ia idea de un «sfndrome» de la violencia colectiva, aunque sf
se recoge, con diversos grados de adhesiGn, el Trastorno de Estrés
Postraumatico (TEPT), como una patologia especifica reconocible
por sus sintomas en algunos casos, aunque no alcance a la totalidad
del trauma,
Nosografia psiquidtrica sobre el trauma psicosocial
Hoy es posible realizar un enfogue te6rico interpretativo del trauma
psicosocial a partir de su experiencia en la practica asistencial a las victi-
‘mas. Las miiltiples experiencias de intervencién psicosocial con grupos de
afectados directos y con poblaciones en riesgo han permitido disefios te6-
ricos para el quehacer institucional. La critica al TEPT permite despejar
algunas controversias conceptuales sobre ciertas particularidades del trau-
‘ma por la violencia colectiva que lo hacen muy diferente a otros aconteci-
mientos trauméticos.
1. Temporalidad pretraunética. El DSM-IV no alude a la historia
previa al hecho traumético, ni siquiera a la historia de la victima.
466La experiencia de violencia colectiva queda instalada en una per-
sona de quien desconocemos su psiquismo preexistente y apare-
cce desconectada de los procesos sociales que antecedieron y
desencadenaron dicho trauma.
2. Sujeto. EI TEPT lo descontextualiza de sus vinculos relacionales:
de las relaciones sociales que caracterizan el estamento socio-
econémico al que pertenece, de sus redes sociales (organizacio-
nes sociales, politica, religiosas familiares, etc.) y de la propia
Felacién con el hecho traumatico, proceso de influencia rect
proca entre sujeto y trauma, con posibilidades de cambio en la
propia victima. La vision ahistérica permite la explicacién del
fenémeno de la violencia en el marco de la experiencia intrasub-
Jetiva, lejos de la dialéctica persona-sujeto social
3. Hecho traumdtico. Se tata de un acontecimiento inespectfico al
‘que se exige una capacidad de generar una fuerte descarga ener-
‘gética en el psiquismo del individuo. Se hace abstraccién de la
Cualidad del hecho, 1o que obliga a no considerar la diferencia
con otros eventos listados en el DSM-IV: aquf el trauma es pro-
ducido conscientey planificadamente contra una persona o grupo
con el fin de conculcar su voluntad o sencillamenteliquidarlo.
4, TEPT propiamente. EL DSM discrimina un conjunto de sintomas
exigidos para configurar un diagndstico clinico de forma que es
siempre el mismo para todos los que lo padecen. El claro reduc-
cionismo del dao individual a los sintomas exigidos no logra
‘compensarse con la aplicacién de los ejes I, IML y IV del DSM-
IV (personalidad, enfermedades somsticas, deterioro psicosocial)
Y permiten identificar trastornos en otros niveles, ya que slo
aptan hechos aislados ocultando sus relaciones interdepen-