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‘Ain. Revista de Filosofia, n* 13, Julio-Diciembre 1996, 21-40 Carl Schmitt: Topologia de la técnica: ENRIQUE OCANA “La via, pare esprit, no ea el pasearse por ura cud pavimentada con potiess en todos los cruces: era un viaje ocedneo, un primer ydnico viaje de explorscién en el que «ada uno tena qe lepirsv rambo.” GEORGE SANTAYANA, £1 timo puritan. ‘Carl Schmitt inici6 su andadura intelectual bajo Ia sombra de Max Weber 2, La tesis sobre el desencantamiento occidental y el diagndstico sobre la transformacién del Estado moderno en mé- uina burocrética constituyeron dos poderosos estimulos para su reflexién sobre la técnica. Como jurista, Schmitt se resistié a la conversién de su propia disciplina, antafio emancipada de la teologta, ‘en mera técnica positivista. De ahi que desde temprano decidiera afrontar semejante destino con una ‘meditacién sobre la tecnicidad que se distingue por su concrecién histérica. Si bien reconoci6 en la ‘técnica fundamentos metafisicos, Schmitt se centré en el Ambito de la filosofia politica y de la his- toria, sin asumir la problemética distincién heideggeriana entre Historie y Geschichte, Heidegger ‘opuso su topologia esencial a la propuesta jingeriana de trazar una topografia descriptiva del nihlis- ‘mo tecnolégico’, Pensar Ia esencia de la técnica presupondria determinar su topos en la historia de la metafisica. Sin pretensién alguna de mediacién reconciliadora, cabe afirmar que Schmitt ocupa tun lugar polémico entre Heidegger y Junger*. Localizar el espiritu de la t€enica en la historia del racio- nalismo occidental presupone, si, una topologia, mas sin despreciar, por inesencial, la realidad social, 1 Bue artinto forma parte de un trabajo de investgacién que coaté cow una beea posdctaral de la Fundacion Ca de Madrid. 2 Cf.Norbert Bola, Auscug der entauberien Wel, Philosophischer Extromismascvischen den Weliriegen, Wikelin Fak, Munchen, 1991.9. 53 8 3. Sobre esta cuesinmitimos l capita “Trans Lineamide linea Kingery Heidegger” de nuestro iro Ms alld del hi smo, Universidad de Murcia, 1993, pp. 201-276. 44 Noes nuestra imtencién tera el pico hermenetic de Ia comen estructura de penssmieno decisonst. Ct. Chritan Graf voa Krockow, Die Enischeidurg, Ferdinand Enke Verlag, Sutigan, 1958. Este anculo te encuentra més ben en ‘deuda cone trabajo de JL. Villacaas. "Técnica y politica, O sobre! sentido de discursoesencal de Martin Heiden ‘en relacién con el diseorso politico de Car Schmit” en Esuiae sobre Cart Schmit (ed D. Negro Pavéc) Fundacion ‘Canovas de! Castillo, Madi, 199, pp. 425-463, 22 Enrique Ocana politica historica, los espacios donde se desarrollan los antagonismos irreductibles de la moderni- dad: “El espacio es un ‘Ereignis’ y silo ‘Ereignisse’ crean espacio” 5, Su visin dialéctiea de la ver- ad hist6rica como verdad tinica e irrepetble en el contexto de una estructura espacial conereta remi- te ciertamente a una determinada ontologia. Segiin esta ontologia, el ser histérico es inseparable de Ja constelaciGn espacio-poder-derecho. Frente al desasentamiento (Eni-orterung) provocado por a utopia y el nihilismo tecnolégico, Schmitt propone un asentamiento (Er-orterung } fil al sentido de Ja tierra, lejos tanto de inverosfmiles regresiones romnticas como de ilusorias proyecciones hacia el futuro. En los aifos cuarenta, defini su dificil posi, comparsndola con la de Tomas Moro: perse- verar como atopon, es decir, ese estar suspendido en el punto presente entre el firme asentamiento y 1 total desasentamiento (zwischen festester Verortung und uopischer Entortung), entre el lugar ha- bitable y el vacio inhspito (Cnraum )6. Como veremos, no es un mero juego de palabras afirmar {que el proceso de desmagificacién (Ent-zauberung) conduce, por mediacién de la técnica, aun desa- sentamiento planetario (Ent-ortung) 7. 1. Origenes religiosos de la téenica moderna Antes de elaborar en 1929 su eritca a la época de las neutralizaciones, Schmitt ya habia alu- ido al tema de la técnica en un breve ensayo titulado Catolicismo romano y forma politica (1923). Interesa destacar esta obra en Ja medida en que evidencia el transfondo weberiano de sus considera- ciones inicialest. El lector de este opisculo advierte una acttud polémica fremte a la gran gesta de racionalizaci6n atribuida por Weber, alas diversas sectus del protestantismo, especialmente al purita- iguiendo las huellas del socidlogo alemn, Schmitt reconoce que, en cuanto manifestacién el trabajo human, la actividad téenica constiraye un fenémeno condicionado religiosamente. Sin ‘embargo, ese ethos sobrevive al proceso de secularizacién como estructura inconsciente del Geist ca- pitalista, vocado a transformar la naturaleza en objeto de ascecis intramundana y trabajo profesional. Institucionalizada en el Estado burocrético y en la empresa capitalista, esa nueva relacién del sujeto on el mundo se emplaza en el centro de las grandes metrdpolis indutriles. Mas la emigracién a ese solar secular hereda de sus ancestros religiosos una suerte de esquizofrenia. ,A qué se debe, se pre- zgunta Schmitt, que la conciencia del eiudadano moderno se sienta lacerada por antitesis entre técni- 5. C. Schmit, Der Nomes der Ende, Greven Verlag, Kn, 1950, . 36 (NAE]. 6 C. Schmit. Gissarium, Aufsichnungen der Jahre 1947-1951 (ed. E. F. von Medem), Duncker®Humbol, Besta, 1981, (17.48) 1G}. 7 Enel Glosorium, Schmit se refiete frecwentemeneu la ‘magia’ del espacio: "Me esfuerzn, con pu sriedad, como hombre “amtguo" por conervar a magia de espacio” (23.148) “Magi y espacio se pertenccen mutuamente"8 6 4), En realidad, ya Nordic (1917) tene por tema ala tenia, pero st compleidad exigiia oto artical. CY. C. Schnt, [Nordlcht, Drei Studien ier de Elomence den Geist und de bial des Werke, Dnckerd:Hombolit Beri, 199 pp. 59-72. El punto de pad de este opdsculo es Ia propia tama césmia potizade por Theodor Dinbler: esa desme- ‘surada epopeys pottico-metfisica del esprta de Oceidente qu, tras un estado spocalipic,culmi con ls luminoss redencign dl planeta Tier Schmit presenta a tenicdad como “Bevieb’astivada por una rcionelided instrament] ‘susceptible de ser puesta a servicio de cualquier fin, por imoconal gue sea. La tenia imita a Ia eidad en cuanto su ‘oluntad plansicadora yprevisoasecularza a provicencia divin, yen ess medida se asemejaa a figura del Antcristo, Elensayo contin referencias polémicas a ua figura clave en las meditaciones sobre la wena en a época de Weimer, ‘Walther Rathenau, quien crite la era dela mecanizacién por su ausencia de alma (Sele). Adem antcipe otros mati ‘os filossoo teoligieas deserollados posteriorments, c incluso parece haber inluid en Ia obra de Em gr Cé. Manin Meyer Est Jager, Cast Hanser, Munich, 1990, pp. 400-408, (Carl Schmit: Topologia de ta téevica 23 ‘ca y maturaleza, ciudad y campo, mecanicismo y vida orgénica, espiritu y materia? yDe dénde pro- cede esa tendencia roméntica a contraponer artficio mecénico-metropolitano y naturaleza salvaje? Y, ‘sobre todo, por qué ese pathos vacilante que ora afirma uno de los extremos, ora se decanta hacia su antipoda sin lograr dar forma unitaria a su decisiOn’” Tipica de la estructura ocasionalista del sujeto roméntico, incapaz de realizar su universo de posibilidades antitéticas en In realidad histérica!®, esa indecision es remitida, en primer lugar, a un dualismo religioso: el abismo protestante entre estado de naturaleza y estado de gracia!!. Tan slo un espfrim torturado por Ia doctrina de la predestinacién serfa capaz.de tender sobre esa sima una gran obra de ingenieria racional en cuanto compensacién intramundana a su incertidumbre radical. Sin embargo, la voluntad de dominio protestante, con su as- piracién a una constante autosuperacién, con su obsesiGn por la salvacidn de su propia subjetividad, ssufrir irremediablemente un extrafiamiento respecto a la naturaleza, una incapacidad para cultivar orgénicamente el trabajo en el seno de la tierra. He ahi el punto clave de 1a polémica schmittiana: el sentimiento, ain mds, la racionalidad del catolicismo romano no conoce ese dualismo inherente a la subjetividad protestante. No se deja des- garrar por antftesisirreconciliables ni postula sintesis conceptuales como las desarrolladas por la filo- sofia de In naturaleza romantica. Los pueblos mediterrdneos pertenecientes a la cultura catélico- romana ejemplifican formas de vida material ajenas a ese espiritu esquizofrénico que ora romantiza, Ja Vida natural, ora entona himnos 2 la voluntad de poder técnica. Aun sufriendo duras condiciones de existencia, viéndose obligados, como puritanos y hugonotes, a emigrar a tieras Iejanas, los pue- blos cat6licos de origen campesino se mantuvieron fieles al sentido de la tierra!2, A diferencia de los ‘movimientos de emigraciGn puritanos, que, en vez de arraigar sobre el suelo, instauraron un domi industrial sobre sus territories, los emigrantes cat6licos, sugiere Schmit, perseveraron en su nostal- gia hacia la patria, Pero lo que se dir‘a.una sublimacin de la afloranza por el terrufio, con tintes del Angelus de Millet, presupone en realidad una estructura espiritual capaz de reconocer Ia comunidad ‘mutua entre trabajo humano y génesis orgénica, entre naturaleza y r2z6n; estructura cuyo bello sim- 9 CLC. Schmit, Rimisher Katholicismas und polische Form, Klet-Cot, Stage, 1984, pp. 165. [RK] 10 C, Schmit, Poliaiche Romanit, Dncker& Humboldt, 1991, Bern, pp. 115-182. (PR) CEC. Schmit, RK p. 18. Nordic antici tl dagnstico, mas en et contexto divbesian de la oposicién entre (Oscidertey Oriente y su diversarelacdn com later: "EI howe debe ser activo, mas so puede alanzar lo exce- lente como graca, La naturalcza est grivida de pecao y sin embargo se transfigara. Se trata de algo tan iinteligible ‘como la bendad divin y ls sufrimientos, Pero o et ota cosa que cl probiema de Occidente” Cf. chit, NL pp. S738 12 Bajo la inspiracign de Metzen, profesor de historia dela agriultura, Weber consagré su eis de habitacion a a his ‘ori agraia romans en la época imperial. Postriormemte reali trajos de investgnctn sobre la ituacidn de los agri cultores en el Este del Elks. Sin embargo, no era un asunto meramenteacadémico. A finals del siglo XIX, 1 cvestin ‘graria em una cuestn eminentemente plitca y nacional que efretaba, por ejemplo, prsianosy emigrants poa- os. Asi, egin Marianne Weber u esposo abandons la Sociedad eonservodora Pangermana. por considersr que ta situaba ls imereses del capital spranio ~ de los junkers— sobre los intereses del Estado nacional y de Ia germanidad, fomentando el establecimiento de agrialtores polos sobre teritzrioaleméa: “lo que hace tan esemecedora I lncha ‘condmica entre alemanes y polacos es precisamentsel hecho de que ol progresotéenico hace qi an ipo humana spe= Sor (el campesinoalemn erigado) sea desplazafo por un tipe hamano infercr (el temporere polaco)". Marienne ‘Weber, Max Weber. Una biogroia,Edicions Alfons et Magnéaim IVE Vilenca, 1995, p. 360. Enel caso de lo tem pores polacos, Weber esablece una coreacién, no exena de ‘jicios de val’, entre nacionlided confesign igio- 2 (caiolicismo) y aettud ane el abajo, oponiendoa a ipo superior del campesino alemn protestane. Cf. Max ‘Weber, “El Estado nacional y la potica cconémica” en Escriospolicos, Alianza, Madd, 1991, pp. 67-100, 24 Enrigue Occ bolo seri el arte dela viticulturay el concepto latino de urbe!3, Se tatarfa pues de reconocer en ese espirtu un tipo de “humanidad que permanece siempre inaccesible al mecanismo de precisién de una ‘modem ciudad industrial” ‘Tales consideraciones anticipan el problema del nomos de la tierra si bien Schmitt no ha esta- blecido atin el vinculo decisivo ent ese espirtu purtano, ajeno ala tera, y la decisin briténica de fletar su existencia histérica como isla en una empresa néutica de control oceénico, preludio de su fatura revolucién industrial. En esta temprana toma de posicién no se percibe antagonismo alguno entre irracionalismo tetrco y razén teenolégica. Por el contario, su intencién es mostrar que el con- copto de racionalided protestamte no agots las reservas historicas dela ratio occidental, Gracias & su capacidad para acogere interar oposiciones, la institucin de I Iglesia catico-romana represen tarfa, segin Schmitt, un modelo de racionalidad material que, aun habiendo contribuido @ impulsar ¢l desencantamiento occidental, no se habria desarraigado por completo del subsuelo pagano-dioni- sfaco de los pueblos latinos. En realidad, Weber ya habfa sefialado que tanto la construccién del Estado modemo como el nacimiento de las iglesias oocidentales fueron obra de juristas pertene- cientes a la tradicn del racionalismo juridico-romano, mientras que la empresa capitalista moderna presuponia més bien el desarrollo de a racionalidad cientifico-técnica, esrechamente ligada a las iversas sectas del protestantismo en sus origenes histGricos!. Sin embargo, ese trabajo de raciona- lizacién, objeto de la apologia schmittiana, no fue ajeno a una verdadera cruzada de exterminio enta- bada contra formas milenarias de vida campesina, inclinadas al entusiasmo équico-orgiéstico, mas reputadas de amti-higignicas tanto por la inquisicién catélica como por la puritana. Como sefialé ‘Weber, en el eristianismo primitivo al no cristiano se Je llamaba simplemente pegeno, hombre de] Pagus, campo, siendo la glorificacién religiosa de la piedad campesina producto de la modernidad’®. Por otra parte, si la capacidad catélica de abrazar psicolégicamente a la naturaleza humana, como ‘sugiere Schmitt, no favoreci6 el desarrollo de técnicas de produccién basadas en la organizacién ra- cional del trabgjo, sf que moviliz6, por el conrario, otras ‘teenologias del yo" orientadas hacia un dominio de los pliegues més ocultos del alma!?. ‘Ya en 1911, en polémica abierta con Max Weber, el socislogo slemén Werner Sombartiden- tifico judafsmo y puritanismo en cuanto portadores religiosos de racionalismo econémico. Interpret6 la primacia capitalista de la especulacién mercantil y su correspondiente afén de luero oponiendo el 13 Sepin Weber, a difeencis del ascetisto puritan, Toms de Aguino “estima que el rabgjoen el mundo, aun cuando {quero por Dios, pertenece al orden dela materia, sendo como el fondamento natural indispensable de la vid religio- sa, eicamente inditerente por sf mismo, como el comer y el bebe”. M, Weber, Enayos sobre socilogta de a rligin 1, Taurus, Madd, pp. 74-75. 14 CEM. Weber, Ensayos sabre socilogia dela religié 15 CFC. Schmit, RK 23, 16 Frente ala religisided cristina de cariter wan, porador de un incipleneracionaliemo econémico el campesino estrurbuno eonstuye uaa espa ponadora de prsticas mégias. Sin embargo, Weber recomoce que “Ia pofecia de Zarathstr apel6 alo que parece, a acionalism (elalive) del wabsj campesino y ganadero orlenado, frente ala reli- Bosidad orgidstica, atormentadora de animales, de los falios prota (probblemente, como el culo arggstico com baido por Moist, unido al desparamient bacaal de rsss).M. Weher, Economia y Sociedad 1, FCE, Mexico, 1977, 378, Con un propésito bien diverso al de Schmitt, Carlo Levi nos ha legado un vera tstimonio Htrario-antro- oligo de las formas de vida carpesins en Bol, desu oposiciéa tanto a la Iglesia como a a eocraciaextaal de Roma, de su amor miico-paganoa la errs CF. C. Lev, Cris ie fermato a Eboli, Einaudh, Tir, 1990, 17CE.M, Foucault, Teenologias de! yo, Poids, Madrid, 1990, p.¢8-49,Hermencuia del sujto, Ediciones dele Piguet, Madrid, 1998, 265, Carl Schmit: Topolota de la tenia 25 spirit desarraigado del judfo, pueblo némada oriundo del desierto, a las comunidades nérdicas de ‘campesinos y artesanos asentadas orgénicamente sobre el bosque. La relacién abstracta del hebreo ‘con la tierra explicaria su orientacién hacia el tréfico especulativo; el araigo concreto en el entorno ecolégico germénico-romano permitiria que aflorara con pujanza originaria un esptrtu de trabajo ccapaz de emancipar a la tecnologia de la servidumbre impuesta por los dictados del mercado econé- ‘ico, Schmitt debis de conocer la polémica sobre el origen del captalismo entablada entre ambos sociélogos, pero si bien defends la autonomia de Ia esfera politica y el araigo ala tierra, en realidad su reflexiGn se encaminé por derroteros distintos: no exalté la iracionalidad romdntica del bosque germénico ni convirtié su apelacién telirica en fundamento antisemita. En realidad, cabe ver en Ca- zolicismo romano un ensayo intempestivo por salvar Ia racionalidad teleol6gica del trabajo humano. sin aceptar por ello la légica instrumental de la racionalidad econdmica, supuestamente neutra o indi ferente respecto a fines y valores: “la técnica moderna se pone al servicio de cualquier necesidad. En Ja economia modema, a una produccién estrechamente racionslizada corresponde un consumo com- pletamenteirracional”. En cuanto mecanismo funcional, afiade Schmitt, Ia teenologia moderna satis- face tanto 1a demanda de vestimenta como la de gas t6xico'S. Critica, por cierto, que compartiian tanto Benjamin como Adomo y Marcuse”. Por el contrario, Schmitt considera que la Iglesia catélica ‘no proporciona fundamento metafisco alguno a la empresa de manipulacién de la materia. Su ca- pacidad institucional de representacion personal seria incompatible con Ia empresa econémica orga- nizada segin patrones funcionales e impersonales, inherentes a las leyes del mercado. Absolutamente privada de tradiciGn, e incluso hostl a su pretensién de autoridad aurdtica, la técnica tiende a disol- ‘ver el universo teol6gico de la Reprdsentarion. Fl empresario capitalsta no ‘representa’ sujeto per- sonal alguno, capaz de conferir autorided al representante, sino que tan slo se impone como agente que funciona con fines pragméticos. Una vez desplazado el centro de gravedad histérico de la esfera teol6gico-metafisica a la econdmica, los conceptos de ‘representacién’ y ‘funcién’ resultan incon- mensurables?!, 2. EI Leviatén: Teenicidad, Estado y neutralizacién, En realidad, el catolicismo de Schmitt no desemboca en una teocracia politica de viejo culo, en un anhelo restaurador de la aiejaalianza entre trono y altar, sino en una filosoffa politica que recu- ‘re metodol6gicemente a conceptos teolGgicos para desenmascarar sus secularizaciones. Sin duda, cabe incluirlo dentro de Ja tradiciGn del ‘modernismo reaccionario’?2. El opiisculo de 1923 aludia fugazmente a cémo en el siglo XVII se desarrollaron paralelamente la imagen mecanicista de la na- 18 Cr J. Hert, £1 modermismo reaccionario. Teenologt, cultura y politica en Weimar y el Tercer Reich, FCE, México. 1990, pp. 274-317. Yac! joven Hegel ofecs una descripcién dela vida de Abmubam como repesenante del Geist dio donde se seals se extralamientorespecio a la tera fi y su slejamlento del eistenca extaal CE.G.WF. exe, Bscrto de Juventud, PCE, Mésico, 1984, pp. 223-225. 19 . Schmit, RK 24-26 20 Ea un ago y precursor ensayo, Jolin Nort desta las deudas, no siempre reconocide, que Ia tora critica mntine ‘con respecto Schmit, JUngery Heidegger e incluso atribuye a sts times usa comprensiGn dela tenice mds con. seouente que la sstenida por Marcuse en sufallide etica a Weber. Cf, Nor, "German Social Theory and the hiden face of technology” en European Journal of Sociology XV, 1974, 312-336. 21 Cf, Roberto Esposito, Categorie de impoico. 1! Mano, Boloaia 1988, p. 38 22 CLI. Hert, Op. elt pp. 246 26 Enrique Ocatic turaleza y el aparato de poder estatelcentralizado®. Schmitt ya haba tomado en préstamo de la obra de Otto Neurath, Vollsozialisierung el concepto de ‘tecnicidad” para referrse a a téenicaracional del absolutismo politico subyacente tanto al nacimiento del Estado como a la dictadura modema. Si en los afios treinta Benjamin atribuyé al fascismo el propésito de emplear Ia técnica como arma para ‘manipular y configurar estéticamente a las masas, Schmitt etrotrajo el fundamento de esa prictica a los origenes mismos del estatismo humanista y racionalista: “Del racionatismo de esta tecnicidad se deriva, en primer lugar que el artista constructor del Estado considera la muchedumbre humana que ‘va a organizar estatalmente como un objeto para configurar, como un material. Es propio de las con- cepciones humanistas ver en el pueblo —la masa informe |..] algo imacional, a lo que hay que do- ‘minar y conducir por medio de la razn"24, El Soberano erea el Estado modemo a partir de una decisién suspendida sobre el abismo de tuna nada normativa, en el estado de excepcién, es decir, genera orden a partir del caos social ‘Apoyada en una técnica politica y en sus correspondientes arcana, esta ‘Entscheidung ‘ contribuye histéricamente a neutralizar los antagonismos de las guerras civles religiosas, imponiendo sobre el fanatismo sectario el orden unitario de la Razén de Estado, Sin embargo, en el universo polémico de a modemnidad no cabe evitar la emergencia de nuevas agrupaciones pobticas de amigos-enemigos: las guerras religiosas ceden paso a las guerras de liberacidn nacional y éstas desembocan en guerras coloniales y econémicas. Frente a la fe pseudoreligiosa en la eficacia neutralizadora de le técnica, que postula mégicamente un nexo entre perfeccionamiento técnico y progreso moral, Schmitt explicita ccudl es el verdadero miicleo de la teenicidad modema: no consiste tanto en un mecnicismo desal- ‘mado, como crefan Walther Rathenau o Max Weber’, cuanto en la imposiciOn de un nuevo Geist: “es la conviceién de una metafisica activiste, es fe en un poder y dominio sin limites del hombre sobre la naturaleza, incluso sobre la physis humana”2®, Se trata pues de un espiritu féustico con ascendien- {es puritanos que, irs superar su fase de renuncia ascética, se seculariza como utilitarismo y pragma- tismo. Sin embargo, se dir‘a que no llega a consumar de forma estricta el proceso de desmagifica- ign, pues “Ia religin de los milagros y del més alé se convirti, sin solucién de continuidad, en una religin del milagro téenico, de las conquistas humanas y del dominio sobre la naturaleza, Una reli- ‘iosidad magica da paso a una técnica no menos mAgica”. Los sucesivos desplazamientos del centro de gravedad experimentados por el espirtu europeo desde el siglo XVI —desde Ia teologia a la meta- 23 C, Sehmiu, RK 28, 24. Schmit, La dictadura, Alianza, Mads, 1985, pp. 40-41. Sobre las afnidades etre Benjamin y Schmit en sus res- pectvas concepciones de la nica CF Enrique Ocafa, "Lenguaje, Natralezae Historia. Sobre la exitica dela tfenica ‘2 ln obra de W. Benjamin” en Teoria, 1996 en peas. 25 Weber distingue ene ls ‘méquina mucra’ propia de I técnica fabri la“msquina viviene que representa la crga- niacion burcriics con 0 especilizacin Wenica del trabajo profesional." sibuyendo a ambas in expt co9gh= lado’. CF. M. Weber, "Paslameno y gobierno en usa Alemanisreorganizada. Una erica polica dela buroeaciay Je Jos paridos" en Eseritos pois, Alianza, Madr, 191. p. 144. Sobre I ‘Seelenosigel”impotada por Rathena al spin dela mecanizaciéncf-especialmente "Zur Krk det Zeit"(1912) y “Zur Mcchanik des Gests oer vom Reich der Seele” (1913) en Walther Rathenau Gesaruausgabe Ul, Gotthold Miller Munich/Lambert Schneider Heidelberg, 1977, pp. 17-296. Ea un temprano arcu, Schmit repoché a Rathenaa el hecho de que su porspectiva m viera cons ‘minada por el mismo esprit: d a Epoca objet de "Krk Aun econcciendo que so ensayo coateni elementos valio- ts, Schmit considera que la acusaiGn de ‘Setenlosigkei”soena més a lamento (Klage) que a ef (Krk) Ci. C. Schmit, Krtit der Zot, De Rheinlande, Disseldort, 1912. Cit. por Emst Schuln en Zu Rathoncus Haypewerkam en Op. cit, p. 523, 26 C. Schmit, “La er de las newtralzaciones y de las despolizaciones” en concept de lo poltico, Alianza, Madtid, 1991, p. 120. Carl Schmit: Topologia de la tenia 27 fisica pasando por la moral humanitaria hasta culminar en la economia y en Ia téenica— no acaban por eliminar e substrato mitico del pensamiento occidental, si bien sufte, como los criterios de racio- nalidad, modificaciones seménticas 7 En tomo a la actitud roméntica cristalizan oposiciones como méquina-organismo, materia ‘muerta-espiritaviviente® mediante las cuales se renuncia a asumir la esponsshilidad conflctiva in- hherente a las decisiones politicas,incluids la resolucién neceseria para aduetarse de la téenica como ‘ngtrumento del Estado, sin abandonaria a la dindmica del mercado. En ese sentido, Schmitt considera {que el enemigo histrico de turno, el bolchevismo, ha mostrado mayor arrojo que el liberalism eu- ropeo al asumir politicamente el destino de la técnice®. Slo un Estado autoritario, decidido a apos- tar por la primacia de la esfera politica sobre la racionalidad econémica, por estar a a altura de su contrincante en la lucha por dominar la técnica planetaciae instaurar un orden slidamente araigado en la tierra. Sin embargo, Schmit no abriga esperanzas cosmopolitas sobre In posibilidad de alcan- zar un Estado mundial, una unidad politica global absolutamente neutral. Se tata de una imposi- bilidad existencial y conceptual, dada su definicién parano‘ca del concepto de lo pokitico®. En cuanto topotogia de le modemidad, la flosofieschmittiana de los afios treinta localiza his- tériea y conceptualmente el problema de la técnica en el solar del Estado moderno, remitiendo su ‘genealogta ala figura hobbesiana del Leviatén. Su objetivo es dilucidar desde la filosofia pottic los ‘origenes de ¢sa méquina estatal cuya racionalidad participa del esprit de la tecnicidad moderna en sentido amplio. En Caiolicismo romano Schmitt habia afirmado que “cuando el Estado deviene 27 Yaredactado este articuio nos legs el ensayo de John P. McCormick que analiza los peligro polis drivados de la ritologizacion (posiva © negativa) de Ia tcnolopla: ea el eas conereo de Schmit, Ia apelacién al lenguje del Antcristo para satanizrel esprit de a teeniidod,esraegia gue, sgn e ato, se muta de In misma canter ‘a xplotada por Nietzsche. Este doeumentado ariculo, sensible als parades iteras de a obra de Sein no pres- tm empero la bide atencin a I evoluciénvleior anticipada ya en Land und Meer ayo nueva indole ‘mica’ hace ‘4s complejo el anlisisschmitian. Por ots pane, ecu ala Teoria Critica eomo instanca més adecuad para valo- ‘ry comprender la técnica moderaa no tiene en euenta las tinadas observaciones del aco de Jon Nore arriba men- sionado, Cf. John P. McCormick, “Dengers of mythologiring technology and politics. Nietzsche, Schmit and the Antichrist” en Philosophy 4 Social Criticism, vol 21 '4 p, Lones, 1995, p. $5.92. Se pubde consular questa re \duccidn castllana ea la evista DEBATS 55, Mazo, 1996, p. 66-86. 26 CF.C. Schmit, RP 114. Aungue en Romantcimn politico Schmit critica sobre todo Adam Miller, Sclesel y No- vali, también sefila co ef “dominio ficteano del mundo le pares a Schleiermacher demasiado mecknio 16 ico” puesto que “el mundo, el «no yo es en Fichte ke materia, susceptible de recibir Is mpronta del traejo human, 4 debe trnsformarse en causalidad absolut yen absolta actividad”. 29 No es extro que Marcuse y Benjamin prestaan aencién a las obveraciones schmitianas sobre la tnica, pues €] Joristaalemén sop hilar fino al distinguir el posivismeo tecnoertio del nici dalstco-hepelino- en le obra de “Mar: “el elo al reino dela ibenad slo puede se entndido de una forms cialsctice. No seria posible realizar Ga camente mediante I téenca".C. Schmit, Sabre el parlaertarimo, Teenos, Madrid, 1980, p.71.Seha sefilado fre ‘entemente Ia influncia de Heidegger Sobre la concepeién marcuslana dela wanica, mat no debera olvidarse que Marcuse ley6 stemtamente los eserios de Schmin (Cf. Der Kampf gegen den Liberalismus in der totalitren ‘Siaarsauffassung (1934). Sin que sean mencionados, Schmitt y Wager proyectan su sombra sobre mcs de lat obser- vaciones contenidas en el ensayo de Marcuse, "Some Social Implications of Modem Technology” en Studies i Philosophy and Social Sclence, vol, 1941, pp. 4141-439. 30.C. Elias Canewi, Mara y poder, Mochnik, Barcelona, 1977, cepecalment:el capitol titalado "Podertoy paranoia pp 407-460. La siguiente airman de Levi puede refers aa concepeiga schmitan: “El Kolo estaal slo pode man. tenerse mientras tenga ante s{ un exranev; un enemigo necesario que deers ser coninuament expulsado ycontia- ‘mente vuelto encontrar una vctima providencial. Carlo Levi, Miedo a a libertad, Alfonse! Magninim, Valencia 1996, p. 105. 28 Enrique Ocak LLeviatn desaparece el universo de la representacién”®!, Esta afirmacién contiene en germen una idea {que desarollaré de forma explicita en obras posterioes, a saber: en cuanto machina machinarum., el Estado moderno constituye “el primer producto de Ia época técnica”’2. Con la reconversiGn del Estado como ‘macro-antropos’ en gran mecanismo, Hobbes dio el “paso metafisico deisivo” para la inmupcién de la revolucién tecnico industrial: “iodo lo demas, el desarrollo desde el reloj ala méqui- na de vapor y el motor elécrico, la evoluci6n quimica y biol6gica se deriva por sf mismo del desa- rrollo ulterior de la técnica y del pensamiemto cientifico-natural y no necesita ninguna deci tafisica nueva", El fundamento metaffsico de la técnica modema arraiga tanto en un Geist féustico- puritano cuanto en una peculiar filosofia del Estado, concretamente, en una red de metéforas here- adas del mecanicismo racionalista. Schmitt reconoce ciertamente que la filosofia politica catesiana todavia depende de la imagen del Estado como edifico exigido por un Arquitecto, cuyo entramado simbélico se mutre en el concepto renacentista de obra de arte. Aun no ha introducido en su con- ‘cepciGn estat Ia analogia mecanicisa del relo o del aut6mata Sin embargo, Descaries sen ls pre- misas de esa mecanicizacin al interpreta el cuerpo humano como miquina animada por un espiiu En este sentido, el aparato estat hobbesiano presupone al hombre-méquina cartesiano, mas s6lo una ver transferido el modelo antropol6gico al émbito politico se consumaria realmente la transforma- cin del pequetto hombre en homme machine's, +e ab también el origen de lareducci6n del derecho a legalidad en cuanto mera funcién po- sitivista de la maguinaria estatal. El funcionamiento de esos engranajes prescinden del universo de Ia representacin personalista, pesto que, como ‘gran hombre" mecanizado,el Estado deviene,en cuer- po y alma, homo artficialis: funciona o no funciona, genera orden caos, impone obediencia o ssucumbe a la desobediencia, mas ya no se define por su capacidad de representar a persona alguna. ‘Sin embargo, Schmitt se euida de incluira Hobbes nla linea de pensamiento que conduciré ala anti- {esis imeductible entre interioridad orgénica y exterioridad mecdnica. A su jucio, en Hobbes todavia existe un vinculo mitico entre mecanismo, organism y obra de arte. Macro-homire y dios, animal y ‘miquina, el Levietin fue en su origen un ‘mito de la Razén’ capaz de generar historia, Mas cn su sno contenfe la semilla de su propio ocaso: lejos de convertise on monstruo totalitario, como pa- recfa sugerir su imagen de omnipotencia horrenda y demoniaca, introdujo la escision individualsta 31 C. Schmit, RK 36. 32 C. Schmit, Der Leviathan in der Statstehre des Thomas Hobbes, Hohesheirs Verlag, Kn, 1982, p. 53, 133 CIC. Schmitt, “Der Stat ls Meehanismus bei Hobbes und Descartes” en Archiv flr Rechts und Sevalphilasophie \. XOX, Belin, 1936, p. 690. ‘34 CIC. Schmit, Op. cit p. 622. Refriéndoseexpictamentea Descares, Teologia pollica (1922) ya habla apantado esa ierencia: “La imagen el aquitectoy dl consteucor del mundo (Weloumeiser)todavis xe cepreseata de forma.cscu- ‘uel concepto de causaldad. El constructor del muodo es al mistno Gempo ceador 9 egslador, es dei, atoridad e- stimador Desde toda la época que se extionde desde la Tusacion esta le Revolvcin Francesa el arquteto det mundo y del Estado es el “egslareur™. Slo cuando se desplaa ete concept teolpco-polico “Ia msquna comien- ‘21a andar por sf misma". C. Schmit, Posche Thologie, Ducker & Humbol, Beli, pp. 61:62. 35 Cube record ag las palabras del fragmento redactado, al parecer, por Schelling bajo a inspec de Halden: “De Ja naturaleza lego a a bra del hombre. La dca de In homanided pepe —quiero mostrar que no hay ides del Estado, porque el Estado es algo mecdnico, como ampoce hay una idea de uaa maquina. Soo que es objet de la libertad se Tama idea. Tene mos, pues, que i también mis alli del Enado!— Pues woo Estado iene que tate & hombres libres ‘como engraaje mecénco:y eso no debe hace; pox lo tant, debe cesar” Hiden, Ensayo, Hipei6n, 1983, pp. 27.28 Carl Schmin: Topologia la hence 29 centre esfera privada y piblica, dando lugar al Estado liberal y agnéstico del siglo XIX%. Se suprimi6, sf a referencia al magnus homo, ala persona soberana del Estado, mas sobrevivi6 su armadura t6c- nica: un gobierno centralizado, con ejécito y policfa, un aparato de administraciGn paiblica y de jus- ticia y una burocracia profesionalizada, La alusign al diagnéstico de Weber es evidente: el Leviatén rnitico deviene méquina burocrética desencantada, jaula de hierro concebida como un sistema de legalidad positvista administrado por burderatas que sustituyen el principio hobbesiano de protec- iGn-obediencia por una nocién positivista de ‘Gesetz’ reducida a ‘Gehorsamserawingungschance El sistema de coacci6n se refina cientficamente, se funcionaliza y se torna tan impersonal como ubi- ‘cuo. En iltima instaneia el Estado deviene “maquinaria psicotéenica de sugestidn de masas”™. EI fundamento poltico-metafisico de la técnica moderna, institucionalizado en el Estado- ‘méquina, se nutre en el miedo frente a una posible regresidn al estado de naturaleza. La angustia ante Ja muerte busca refugio en la Razén de Estado como ‘Befelhsmaschine™ con poder para ofertar segu- ridad y proteccién. Schmitt no disimula su admiracién por el hecho de que el Estado hobbesiano atin incorporase un vinculo entre técnica y autoridad, capaz de neutralizar luchas civiles y religiosas enta- bladas entre las inconmensurables pretensiones de verdad de sectas y partidos. Sin embargo, aunque Ja maquina estatal deba asegurar Ia existenciafisica de la poblacién, Hobbes no participa ain de esa fe optimista en el progreso encamada por Condorcet, sino que asume una antropologia pesimista, consciente incluso de la morialidad y fragilidad del Leviatén: “Plena securitas in hac vita non ex: ectanda’. Hobbes no consuma el espiritu de la técnica modema, obsesionado por la fundacién de utopias’ de seguridad absoluta y supresién radical de la angustia®, Schmitt se verd obligado a mati- zar esta tesis® para poder explicar con mayor concrecién y plausibilidad el hecho de que precisamente Ja nacién promotora de la Revolucién industrial —Inglaterra— no asumiera el eoncepto hobbesiano de Estado, sino que, por el contrario,¢! Leviatn, monstruo marino por excelencia, fuera realizado his- ‘Gricamente por las potencias terrestres del continente europeo. A ese “entscheidende metahysische ‘Schritt” imputado en los afios treinta « Descartes y Hobbes écbert afiadirse cierta decisiGn existencial: dar espaldas al espacio terreste,soltar amarras y teconvertir esa metafisicaactivista del espiitu faus- ‘tico-puritano en tna empresa nastica abierta 2 explorar los inmensos espacios ocednicos. 3. Tierra y mar: utepfa y nihilismo. Ya en el ensayo de 1938 reconoce Schmitt que el Estado hobbesiano sirvi6 de modelo incon- fesado a los Estados absolutistas del continente europeo, sobre todo a Francia y Prusia, mientras que 36 CF. C. Schmit, LSH pp. 61-78. esurolland explicitamente esta ide schmitana, Kotelleck ha destacado cme la et ica luda araiga en esa esisin entre monly politica, homie interior y ciadadano, tea dela convicicn eligi Sy orden esttal supraconfsional inroducida ya pore] mismo Hobbes come abeto de reforerel poder absoltistay eutalizar Ia gvetra civil religiosa, Cf. Reinhart Kecelleck, Critica y Criss Rialp, Made, 1965, pp. 2571. Por ota pare el Estado modemo, con aus tScnicasy saber insitucionalizados en I aPlizeivissencha” es, dese sus oc ones ndvidualizaney totalitario. Cr. M. Foucaut,"Omaes et singulatim: hala una erice dele razén politica” en Tecaologias del yo, 9. 10. 37 C. Schmit, “END”. 121. 38 CEC. Schmit, LSH pp. 4.57 39 Seguin Stefan Brever “gue el Extado del siglo XVIL, como afirma Carl Schmit en linea de Max Weber, haya vido e ‘primer producto de ler éenica el primer mecanismo moder slo grande, es una de as lyendas de una cena que onfunde el reino de Ia ieas con la realkad histcca”,S, Breer, Buroevaciay carlo, Bd. Alfons el Magni, Valencia, 1996, p. 47388, 30 Enrique Ocaka no logré arraigar en la Tsla tras el perfodo de los Estuardo, Inglaterra no asumié la tecnicidad estatis- ta del Leviatén, pero —he ahi lo asombroso— logré convertirse en un imperio maritimo responsable tanto de una revolucién espacial planetaria cuanto de una revolucién t6cnico-industrial. .Cémo un pueblo tradicionalmente dedicado al pastoreo, refractario a institucionalizar la maquinaria estatal, pudo llegar a convertirse en primer sujeto histérico de la téenica moderna? ¢Que astucia dialéctica hizo posible que piratear sobre embarcaciones a vela por cl espacio libre del océano se convirtiera posteriormente en una explotacién de la naturaleza con la maquinaria de la revolucién industrial? Desde los afios cuarenta la obra de Schmitt se esfuerza por dar cuenta de ese hecho histérico. La figura del Leviatdn debi6 de aber sugerido que su transformacién en méquina estatal presuponia ‘un dominio ocednico, mas su destino trgico fue encallar en costa europea. De abi que al paso meta- fisico dado por Descartes y Hobbes deba afiadirse una decisién hist6rica, capar de transfomar la es- tructura geopolitica de la tierra y su relacién con el mar como fase previa a la Revolucién industrial, En su figura mitica, Hobbes harrunt fallidamente una verdad histérca e irreversible que, como rei- tera Schmitt, Hegel concretaria conceptualmente en el epigrafe 247 de sus Grunalinien der Philosophie des Rechts: “Asi como la tierra el suelo firme es la condiciGn para el principio de Ia vida ‘familia, asi el mar es la condicién para la industria, el elemento vivificante que la impulse hacia el ‘exterior™?, Schmitt suele citar s6lo ta primera parte del epigrafe hegeliano, mas su continuacién porta también elementos caracterfsticos del Geist subyacente a la Technicitat: exposiciGn al peligro, renuncia al goce y tendencia a la ganancia allende limites prefijados por la tradicin. Ciertamente, Hegel no alude explicitamente a Gran Bretafa € incluso se diria que se refiere aun principio de val ez historico universal, anterior incluso a a moderidad, pues en otro contexto explica el espirina ‘emprededor de la civilizacin fenicia, emancipado de la naturaleza, recurriendo también al ‘elemento vivificante’ del mar: “El hombre confiado en sf mismo, afronta y se hace duefo del poder natural ms formidable, del mar. Entre los fenicios vemos, por primera vez, la osadta que se lanza a recorrer el ‘mary Ia industria, que transforma de mitiples modos los objetos de Ia naturaleza, para uso y ornato del hombre [...] Los babilonios y los némadas dependen del suelo, que estéfijo, y del curso del afio ¥ del sol, que determina la subsistencia toda del hombre; esto sucede también en Epipto. El alma dura ddel marino confia en la suerte, en el acaso, El mar es el elemento inconstante, donde los hombres se ‘ven atenidos a su infeligencia,(...} Este €8 un principio totalmente distinto del que eonsiste en reei- birlo todo de la bondadosa naturaleza. Para la industria, la naturaleza cesa de ser un poder y es trata- 4a explicitamente como algo sometido, como algo a Jo que el hombre da una forma adecuada a sus fines, como algo 2 lo que el hombre imprime el sello de su actividad, El respeto a la naturaleza de- saparece ante la confianza del hombre en si mismo, ante la inteligencia que sabe dominar la natura- Jeza”*!. Con los fenicios, dice Hegel, e! Geist comienza a elevarse y a tomar conciencia, un espiitu ue, como reza en La Fenomenologia, se realiza en la historia con denuedo, lucha y trabajo. Se dir ue en esa imagen del pasado asiético Hegel suefia el destino hecho realidad por el espititu indus- 40 G.W.F. Hegel, Prncipios dela filosofia del derecho, Edhasa, Barcelona, 1988, p, 310. Schmit reproduce este és fe yo erie en fundamento de su topologa de Ia técnica en diversas obras. Cliaremos las ms representatives: en [Nachbemeriug a Land wad Meer (1942) Lan), Klet-Cott, Staiger 1993; Glossarie, (11 1.48); Der Nomos der Erde (1990 p. 20;"Die Geschieilche Struktur des heutigen Weligegensates von Os und West” (1985) publicado en <1 Festschrf dedicado al sesena compleaios de Emst Unger en Freundchaftche Bepegnungen Vitero Klosterman, Frankf p 165 (S€W, 41 G.W. F. Hegel, Lecciones sabre la Filosofia dela Historia, Revista de Occidente, 1974, Madrid, pp. 348-349... J. D'Hondt, Hegel Secreo, Conegior, Buegos Airs, 1976, 9p. 95-106, (Carl Schmit: Topologta de la hence a1 trioso y aventurero de la Isla britnica, pronta & halar In maroma, y no por el Estado prusiano, ligado aiin a estructuras absolutistas, cercano al terruilo campesino y confiado en las dédivas de la madre naturaleza‘?, Es como si Hegel hubiese disfrazado con ropajes fenicios a los marineros puritanos. ‘capitaneados por Acab, el personaje de Moby Dit. Schmitt es consciente de que la historia de 1a humanidad ha conocido desde sus origenes ccontraste entre culturas enraizadas en la tierra y pueblos voleados a la mar. Sin embargo, el ejemplo ‘aducido por Hegel corresponderfa a una conciencia preglobal del espacio donde todavia domina una visiGn parcial y mitica del mundo, es decir, donde ain no sc ha instaurado sobre bases cientificas una ‘ordenacién total del planeta con sus consiguiente relacidn entre tierra firme y mar libre, En términos del jurista alemén: un nomos, una reparticién y divisin del suelo a escala planetaria. Tal contraste s6lo adquiere un significado especial con la apertura de los grandes océanos y el descubrimiento del Nuevo Mundo, Sélo entonces acontece una verdadera revolucién en la estructura espacial, propia del derecho de gentes europeo, pues la lucha desatada entre los Estados soberanos continentales y la isla briténica por el dominio sobre el ocedno y las tierras ultramarinas inicia un proceso de reparticion y cordenaci6n del planeta que culminaré con la muerte de un nomos iniciado hacia el siglo XVI: el orden ‘espacial euro-centrista fundado en la divisién de suelo europeo en Estados soberanos con fronteras fijas, regido por un principio de equilibrio mutuo, cerrado territorialmente, pero abierto hacia un espacio libre c ilimitado para la adquisicién de nuevos terrenos. Conviene tener en cuenta que la meditaciGn schmittiana sobre la téenica no puede ser separa- dda de su visién juridica. Esencialmente terrestre, el derecho presupone una unidad histérica concreta de Ortung y Ordnung sobre el suelo de la tierra; su condicién hist6rica de posibilidad es una toma de tierra (Landnahme) que da ‘lugar’ a una determinada ordenacién y repasticién del espacio, es decir, a un “nomas': “la toma de la tierra es el arraigar en el mundo material de la historia". No en vvano, recuerda Schmitt, a tierra es omnijusta para la conciencia mitica. Por el contrario, sobre el mar no puede crecer unidad alguna de espacio y derecho: no deja huella humana, cuya estela se desvane- ce como efimera espuma; se resiste alos arados de la Historia. Desde esta perspectiva topol6gica, el primer paso hacia el nihilismo de la técnica consiste en disolver tal unidad fundamental entre asen- tamiento y ordenaci6n. Sin embargo, no cabe confundir el caos o la anarqu{a medieval, propia de un pluralismo de fuerzas asentadas sobre la estricta unidad de la Respublica cristiana, con el fendmeno 442 Tras la paz de Campo Formio en 1797, Hogel recor en sv esrito sobre Ia constitu alemana a una metéfor agit: ‘ols pare exgirun Estado nacional centralzado que factifcae los etrilessacfcioeofrendados por las goers impe- fle: “tiene qu sr ia orpanizacién del todo y a dislucin general lo que heee perder las esuerzns Ios secificion ‘de los hombres individuals como si se tatase de orpaniens sin fritoslgwno yest flidad, por més que se expe fen, destuye todos los remuladosy consecuenciasy ls sta a altra de un labrador qu sembraenel mar 0 que pre tende are la roce’.G. W.F. Hegel, “Frikschrifen” 1 en Werke, Subrkamp, 1969 . 431 443 C. Schmit, NAE pp. 13-20. “4 Sobre el semido del érmino ‘noms ef el cus colorrio en Der Nomos der Ende, pp. 3651 ye breve resumen eo la ‘nota. a pe de pégin de Land und Meer, p.71.Eslareedoraes su exégsis del concept en Pindaro, Heréelits yHomero, donde todavia no se eonoce Ia oposicin entre nomos y phys, posible tan Solo cuando comienza a dsolverse el orden 4e ls polis. Schmit se esfuera por desentrafiar el sentido origina, histricamenteconcrto,ocalto bajo su ie ‘retsciones positvists-Iegaisas, para mostrar wo vineulacin exencialmente espacial a a tier, concetamente, an ‘to histiicoprimigenio, mas recrrenteenlahistri, de asentamiento yerdenacign el svelo; nos de nota algo esen- cialmente visible, como, por ejemplo, la fandacisn de una cindod 0 una colonia. Cada 6poca iene pues £4 Noms, mas ‘en la media en que no cabe esperar ma clusura dela historia, qed thera la posibildad de tres mecidesy divisio: es fur, 32 Brique Ocona ‘modermo del nitilismo. Este comienza a imponerse histéricamente com el efecto de En-ortung de las primeras proyecciones u-t6picas, cuya relaci6n con el descubrimiento del Nuevo Mundo y la apertu- ra de los grandes ocefnos no es accidental. Utopia y técnica tienen en comiin ese capacidad de mo- vilizar el sélido asentamicnto sobre el que se sustenta el orden terresire, proyectindose hacia el mar el aire. De ah que las promesas ut6picas de seguridad absoluta y de supresin de la angustia sean el reverso de una secreta conciencia de desarraigo terrenal. Pero cl hecho esencial ¢s una modifica- cin del espacio que condiciona actitudes y formas de vida. En este sentido, tanto el burécrata que autoriza experimentos atmicos sobre atolones o lanza satlites al espacio extraterrestre, como el militante de Greenpeace que combate el desastre ecolégico con una flota de helicépteros, participan 4e destino occidental del niilismo. Comentando la definicién de utopfa de Alfred Déblin, Schmitt anota con fecha de 16 de enero de 1948 en su diario un ejemplo radical de c(mo el nikilismo desasienta (ent-ortet) al hombre: “Un fragmento de tierra se iguala al mar, se hunde en el coéano; la poblaciGn es evacuada como refugia- dos. Por primera vez en la historia. Utopta; anonadamiento de un firme asentamiento. Aniquilacin (Werwandlung einer sehr starken Ordnung ins Nich. Vernichtung)”. Schimittalude a la destruccién de la Isla de Helgoland por las tropas aliadas tras la Segunda Guerra Mundial. Por cierto, esta isla célebre por sus ingentes acantilados, fue cedica por Inglaterra a Alemania en 1890 a cambio de Zanafbar y otras colonias afticanas. Antes de que fuera desmantelada tras la Segunda Guerra Mun- dial, constitufa una fortaleza inexpugnable y estratégica para sus costas del Norie*®, Hanna Arendt no parece haber desarrollado tan s6lo ideas heideggerianas cuando interprets el proceso weberiano de secularizacién occidental como un progresivo extrafiamiento respecto a la Tierra (Eni-entfremdung). Antes que un ténsito desde la trascendencia de un més allé ala inmanen- cia de un més acé mundano, la modemidad se caracterizaria, a juicio de 1a autora, por un radical “Welt-verlus’. Weber demostré minuciosamente cémo fue posible desarrollar vocacién hacia una ingente actividad intramundane sin que sus promotores se inlinaran a disfrutar del mundo, cuidén- dose tan s6lo de la salvacign de su propia subjetividad. El resultado no fue tanto una Selbst-ensfrem- dung cuanto una Welt-entfremdung. Los acontecimientos hist6rieos que impulsaron ese proceso de 445 CFC. Schmit. NUE p, 36, 149-150. Schmit se refer en ext contento a Tomas Morn como inventor del ming, mas nel Glossarium matiza que al escritorctéic tn no se puede pula una superaci otal del nomiostereste que ‘relic ela era técnica (155.48) Otros rasgosdistntivos del esti wdpco seria a rgsnizacindestnada a era- icra angustia (10.2. 48) ola elimingcidaplanifieads dat homor 9 i ironin (12. 3,48). No ex extrao que Schmit valore negativamente Heidpolis (194), la wpa gndstica de E Singer cuyo héroe, Lacs de Geer, acaba abandonan- doe acertamient isle par transcenderel espacio hacia univesosextraerests 46 En uno de us “paseos martimos" por Helgolan, destrito en El Corn aventurero (1938), Est lager comp las colonias veraniegas de uriasnéctias que sobrevuelan el mar desde sus nidadasadosadas a los acantladoe. Tras una bella descrpcin del vuclo de estas aves marinas extrac In siguientecooclusia: “hay muchas cosas que Ie conelenca histrica apenas pode representurse. Por ejemplo, la manera tan desenfensde, sn ley en la que los dos espectos de esto poder ~l speci elemental el aspecto de arden akeran ete ellos can fuego y ago. Viajamos por este ‘mundo como através de una ciudad inca, iuminade por el rexplandor de pavorososincendios, mientras que en uno ‘ees extremos los opcarios se afanan con proyectos de construcinnesccldpeas, Se ven seeder a gran velocidad ime ‘genes de vordo y hondo sultimiemto, como si odo tanscucte en suchas, com aqulla deménica invalarabiidad del ‘spi en vind de la cual ste domesa cl caos bajo el dominio de us luces, emp yfiguraseistlinas. Peo ast ‘como la imagen dela superficie marina se une oa los ingenisos movimiento de estas avs, tan emejantes insect, ‘mbiéacabe baruntar lugares (Ort) hacia los que eonvergen aquellos dos grandes motvos, undiéndose el uno con el ‘tro. Es posible queen esta union se ocute la parte metafiscs de nesta misin”.E. Mager, “Das abenieutiche Here en Saliche Werke 9, Klet-Cotta, Sttgart, 1979, pp, 258-259 Carl Schmit: Topologla de la ona 33 cextrafiamiento terestre serfan fundamentalmente cuatro: el descubrimiento del Nuevo Mundo, la Re- forma, la filosofia de la Selbst-reflexion y la Revolucin cientifica,con su apertura alos espacios infi- nitos de la astronomifa gracias a la invencién de nucvos instrumentos como el telescopio*?. En reali- dad, Schmitt ya habsa diagnosticado ese extrafiamiento terreste en Land und Meer (1942), incluyen- do referencias explictas a los efectos de la revolucién astronémica sobre la conciencia espacials#; sugirié antes que Arendt un vinculo entre la apertura a espacios infinitos del universo, exptorados con {nstrumentos astronémicos, el descubrimiento de ilimitadas dimensiones oceSnicas, exploradas con Yehiculos nasticos. No es extrafio pues que le decisin inglesa de abandonar ef hogar terrestre, la casa con firmes cimientos y valladares, pudiere, en cuanto respuesta hist6rica al desafio de la llamada de los grandes oofanos, desembocar en empresas astronatiticas tipo ‘Challenger’. Como recuerda Schmitt, antiguas doctrinas gnésticas se representaban la historia de la humanidad como un viaje a través de los cuatro elementos. Los desplazamientos del nomos histérico parecen recorrer dialée- ticamente una secuencia que va desde la tierra, pasando por el mar hasta el aie y el fuego. Mas no se trata de dar rienda suelta a ensofiaciones gndsticas 0 a una metafisica de elementos naturales intem- pporales. Sin pathos alguno de Untergang, Schmitt escribe estas palabras desde un contexto histérico, los afios cuarenta, donde grandes potencias se enfrentaban sobre el planeta por dominar ya n0 s6lo el mar, sino incluso el espacio aéreo%, al tiempo que el progreso técnico amenazaba con conflagracio: nes universales desencadenadas por energias incontrolables. AT HE. Arendt, Vita actins~oder vom tigen Leben, W. Kohhammer, Stata, 1960p. 247. Ente el Welter ola Ent entremdung de Arco y la Entortung 0 Rauinaufhebang de Schmit hay algo més que relaciones de perenteso, Gottieb Benn se refi al mismo proceso con la nocién de Realittecerfal en ss Akademierede (1932). No en Vane ‘abundan les referencias l poeta expresionsta en el losseriam,concretaent a su novela Der Polomder (1947). Cf. (15548). La elcién entre ambos autores no suoe ser sefaluda ex la bibliografa sobre el tema, pero se sabe que ma twviron corespondeneia, que Bean ait aura clase de Schmit incluso queef aria aleman deco unos verso a Poets. En una de ls carts (marzo de 1943), enn agradece a Schmit el eavio de un efrplardedicade de Land und ‘Meer. Ct. Andreas Wl, Ausdruckswall Bie Studie Aber Nillismus und Kaunet bei Benn snd Metesche, Georg Olms ‘esta, Hidesicim(Zarich/ Nueva York, 1988, pp. 172 35. Un psa de Der Ptolomaer muctra una sfinidad notable con Ja visinschmitiaa: “La destruce del espacio mediante spartosséres, ends de radio, su dsolocin en ia est tosfera, la posibliad de hacer escala con la mirada y la planta del pie em oa mafianaen Africa Europa y Asi ha dofor- ‘mado hasta lo extravaganteconceptos como naciGa, comunidad nacional (Volkrgemelnschaf),yfontrasnacinels..” 48 C. Schmitt, LaM pp. 670, 49 Para una acerada efica de I reéria moder del ‘sao’ téenico cemitimos al ensayo de Rafael Sdnehez Felosio, ‘Mientras lo aces no cambien nada hacambiado, Alianza, Made, 1987, Por eno, Felco comenta edo Humboldt laments que aborgenesasentados a ris de imensos oeéanos 8 contentaran con el catia deplataneros,y mo se decidieran a lanzars fos peligros de la aza de a ballena, pues, su juicio, tl indolacia les hac perder ls opor nidad de desarollr un epi empresialeindstion, 50 Como ejemplo de a destruc del uomos teresuey dela irupeén fone de un muevo aomos del aie, cabe men ‘ional infauto nombre det genera italiano Gialo Doutet (1869-1930, represetane de una filosola de la estates militar area gravida de consecnencias nada halagueias par a historia del siglo XX. Movido por su ines po la cen ‘ia y ia nica, Doubet desuvol6 uns extensa obra compuesta de manunles de esrategia militar ners, diigdos ab formacién de militares profesionales: dominio del! ara; saggio sul arte della guerra aeree, Roma 1921, (eens (01927 por el Insimo Nationale fascista di Cultura). Sa objetivo era apliar la eficacia de los mio ciatficos en campo del arte blico: fue el primer estratega en desarollar una flosofia de lt eguera totes entre cys principe fundamentals destacs I vlidad del bombardeo de Ios eentox de poblaciém como medio para socavat la moral ct ‘baectes y no-combatenes. Su manual 6! domi del aire no slo wo éxito en In Hala de Masti si que $e ex 34 Enrique Ocoha El verdadero proceso de Ent-ortung no requiere lienzos apocélipticos, sino que trabaja coti- dianamente transformando ¢1 viejo espacio vacio del Renacimiento en un campo de fuerzas para la energia, la actividad y el rendimiento industrial®t. Ya en los afos treinta Jiinger sefial6 que en las representaciones de la fisica moderna y en el centro de las grandes ciudades se estaba gestando una batalla desconocida hasta el momento: no habfa étomo alguno, incluido el ser humano, que no fuera ‘movilizado 0 que no estuviera en funcin del trabajo. La movilizacién habfa devenido total en un sen- tido ontol6gico'?. Asi concebido, el espacio equivale a lo movilizable por excelencia: deviene de la nada al ser y del ser a la nada. Guerra y paz se nutren de esa estructura polémico-anonadora. Ya no ppatece haber Ort alguno impermeable a las diversas téenicas humanas. En realidad, en los aflos cua- renta, Schmitt affora sin disimulo la escala humana del espacio, incluso el cuerpo, como patrén en virtud del cual recuperar dimensiones hospitalarias frente Ia ireversible penetracién tecnol6gica por medio de sondas, ondas 0 células épticas que pretenden domefiar la physis humana 5. Schmitt no despliega categorias ontoldgicas sin concretarlas en acontecimientos de Ia historia ‘occidental, ya sea en la estructura pre-global de la Respublica Cristiana, en la Europa configurada segiin el modemo Jus publicum europeum o en ta desarraigada era planctaria de la técnica. En sus diarios, Schmitt explict6 los presupuestos ontol6gicos, los arcana de su filosofia de la historia topo- logica en didlogo crftico con Nietzsche y Heidegger. En una entrada del 29 de agosto de 1950 Sch- ‘mitt anota la siguiente cita de Heidegger: “pensar la localidad (Ortschafi) de la esencia del hombre y cexperimentar la verdad del ser”. Y con un gesto tipico de su pensamicnto politico-topol6gico afiade ¢l siguiente comentario: “La localidad. Se cvida de nombrar un lugar (Ort)”. Es decir, la ontologia, cesencial de Heidegger emigra hacia la interioridad apolitca tras su fallido intento de localizar en la ‘Alemania hitleriana la relaci6n tecnol6gica del Dasein con el ser. En la siguiente entrada de su dia tio, fechada el 1 de septiembre, reproduce la siguiente cita de Nietzsche: “Con sus hombros firmes el espacio resiste contra Ia nada. All{ donde hay espacio, hay ser”. Y se pregunta: “;Ha citado Heide- anger alguna vez este pasaje?”™*, Otro pasaje del diario (5. 8.48) nos aclara el vinculo entre ser, espa~ damente era de éta en Franca (1932),en ls ecculas de oficiales de sviaciGn americana (1933) yen Alemania (1935), Fn 1942 ofrecs al piblico anglosajén ona traduccién completa de los principales escritos militares de Doubt Fas «smo tenocréticownlitar de Douhet2téntco futurist de a guerra moderas, fu también fuente deinpiracign para Ios efécios de las elemocracis oeidemles»y recogié su sombrfacosecha en ellanzamicmto de bombasatdmicas en [Nagashaki e Hiroshima. Cf. Edward Wamer, “‘Douhet, Mitchell, Seversky les thtoies dela gueraérenne" em Les Imatires dela sraegie 2. De afin cu XIX siete @ ier, Berger, 1982, pp. 245.267. ‘51. Schmitt, LaM p. 106. '52A juicio de Shin, se rats en shims instanca de und movilioaién ntoecégica El carter total e Ia movilizacion ‘onsite en que también el motor nm de a Filosofia aristotdica se pone en movimiento es movilzado, Cexa nto ces la vieja dsncién enue contemplaci (nm) y actividad (en movimiento: también entonces se mueve el eujeto contemplative y ya no puede reconocer ni demostar con la seguridad de antato sl ens perfetisimum.” G 23.11.47. $58C. Schmit, G, 10.10.47; 16.7. 48; 8.3.49. La reflexién de Schmit sigue siendo vila pra las nuevas formas detec ‘ologia como los modernos medias de eomuniacion y las reds telemetieas. Como ha destacado Javier Echeverria, ‘Teepois no es loeaizable, nose caracterisa por estar. Su esencia es Mie, ciralar. Free & las cudades y casa ls ns, com etracturaeespcinisestabes, cnrizadas ycimentadssen la tier, las eleases’ extn deslocalizadas: sn wi cams y movibles. La estructura de a telecasa sera bésicamente temporal, no espacial. J, Echeverria, Cosmopoliae ddomésticos, Axagrama, Barcelona, 1995, p. 104, L13 170. Cf ambien Tells, Destino, Barcelona, 1994, S54 Cf. Tembisn G 6.7.51. Significativament, este psa relaciona el témmino Raum: con Roma y explica el afecto anti= romano com vn aletosntvespacal. Es evidente que Schmit ley alentameate a Heidegger, as como éste dbisiam- ‘ign de conocer sw erie a a capucidad newralizadora de la ence. Mae Schmit no simpatizaba con a jerga del fS- ‘solo: “Er EK= sisten, er west im Da: sein Sein s Da-Sin. Dadaismos |. Hans, Mit, Lichtug, tales son las palabras Carl Schl: Topologia dela técnica 35 cio, asentamiento (Oreung) y poder, por una parte, y por otxa sugiere qué relacién mantienen técnica { nihilismo con esta constelacién ontologica, susceptible de concreciGn historica: “La esencia del ser fs ser espacial (rdum-liches Sein), asentamiento (Ortung), espacio (Raum) y poder (Macht ‘iste en una sucesiGn temporal; es presencia (Prdisenz), esto es, espacio. La impenetrabilidad de los ‘cuerpos fue espacio y poder. Mas shora todo ello ha eesado. La penetrabilidad sin fronteras ejercida por las ondas ya no es poder, sino influjo (Einfluf). Dios ha muerto significa: el espacio ha muerto, fa corporalidad (die KOrperlichkeit) ha muert [...} En vez de ello impera un sometimiento bajo fuer- ‘as. El espacio es poder presente (prisente Macht), no fuerza (Kraft). El tiempo no es ni una cosa ni ‘tra: las fuerzas son poder que atin no han encontrado su asentamiento (noch nicht geortete Machie), ppoderes son fuerzas que tienen su asentamiento (geortete Krijte)” {Cual seria, segin esta ontologio, a esencia de la téenica? La tecnicidad modema es fuerza (Kraft sn asentamiento s6lido, instrumento ubicuo de movilizacién total. No conoce fronteras, i siquiera las que opone la corporalidad orgénica. Transformada en valor econémico, la fuerza tecno- igica tampaco puede pretender veluntad de poder, pues todo poder, como el encarnado por el Esta- do. es esencialmente poltico y presupone una localizacién espacial concreta, una unidad de derecho y espacio. Pero la técnica moderna tiene como efecto un desasentamiento global, una deslocalizacion, Jina desterrtorializaci6n. ;Qué fuerzas poseerian el tftulo de poderes? Desde el punto de vista hist6- rico. instituciones como la Respublica cristiana medieval, la Iglesia catélica-romana o el Estado abso- futista modemo, es decir, fuerzas que desde su asentamiento sobre la tierra llegaron a crear formas testables que como el katechén paulino- se opusieron a la nada. Bl tiempo existencial se hace pre- fente en la constelacién de espacio, poder y derecho como momento ~"Augenblick’— de la decisién** De ahi que la muerte de Dios® no signifique la afirmacin de! mundo, sino el comienzo de un doble cvenciales de ese Heidegger. Esa es su ‘Ecluheit’, una pieza de oro en el cubo de basura de la polémice y un tozo de ‘rantoquilla flosfica en la lecheria terminoligica de la lengua alemane” (24.449); “Heldeggercien: Zeit 2itigt ‘ett Zeitung avg Zeit. 10.49), was veces rest relevancia al rca del ‘Man’ inciso le parece banal y ‘Giuch ne clocidacion de téminos como ‘unheimlich’(S. 3,48). En una cata a un amigo francés propone salvar a Kier- tepusrd del exstenciaismo azo de Heidegger (1. 1. 48). Se atera am a posibilidad de que fl6sofos heideagerianes Drstendan imerpreiar el senlido“profundo'y ‘esencial’ del lengua jurdico (249.49). Con wn gesto invero al de Tedegger, Schmit se quea de lo dic que resulta pensar jricamente en lemn, especialmente, po career tl en- fs de palabras atSconas para Person ‘Rechtsubjel. Mas interesast, sn embargo, me parece la siguiente anor seo donde se ponen de manifesto sus afnidades topol6gicas: “El lenguaje es la casa del ser. Igualmente el derecto gra~ jars noida esencial ene derecho y lenguajereconacide por Savigny. El detentador det poder criminal destraye 18 ores et derecho desde abs, peo cl magnicida destuye la casa del derecho en su fundamento: En Heidegger resulta ‘Gandiosa a orgiareded’ anfnlichte de su lengune. Por ello dscubre siempre de evo el espacio (Raum). To- ara uansforma en espacio. El pensamicnto consruye en la casa del ser el lengua esl cas; ethos significa eta ‘ha Clufenshl), ugar del morar (Ort des Wolnens), por tanto espacio (Reum) "26.4 49), Para la relaiéa que Heide fet edlablec ene Rau” pam), 'Raume”y ‘Or ef. “Baven Wohnen Denken” en Vorilge und Auf, Neste, ‘Tubingen, 1967, pp. 19.36. 155 Eu Der Nomos der Erde, Schmit reconoce el peligro de insistir en el origen expacial de los concepios, coneretamente puede conduc ficilmente problemas filssficos astractos como el dela reacign ‘Spuestamene enfitic entre lempo y espacio (NE 44). En so bello ensayo Hamlet o Hecuba. La ruplin del tem oven el drama, PreTextos/Universdad de Murcia, 1993 (raducido por Romén Gara, coaster también de su estudio Prcoductorie junto «51. Villacafias), Schmit ha mostado de forma coneretsima c6mo cl tempo hist rico penetra en _expacie" exotica y ofmmo, 1 su ver, este espacio pblico condiciona la capacidad creaiva del sueto '56 “Dios ha muerto signifi espacio ha muero, la corporaidad ha muerto". Esta alusién presupone el trasuno tol ico de In encaraacin' del verbo divino. En cuanto fa wfenica transforma la sustanciaidad corporal en un proceso de ‘nuidades yfuncionesinvisbles, su efecto podiacomparars la reduce de I Iglesia visible a “un proceso mistico- 36 Enrique Ocoha proceso que lleva tanto a una disolucién espacial’" cuanto a un debilitamiento de instancias firmes de decisiGn. Por eso, por indesables que fueran las guetras sujetas al lus gentiv europewm, no Yograron alcanzar el grado de destructividad de la. guerra total. Que la técnica genere caos en ver de orden, ‘mejor, que aniquile o anonade el nomos terrestre entrafia un problema eminentemente politico: que no exista poder alguno capaz de superar Ia impotencia que supone ser dominado, seguin la diléctica el amo y el esclavo, por una fuerza como la técnica, cuyo progreso parece haber escapado a todo control humano. [No se trata pues de una filosofia de la historia universal que reduzca los antagonismos espa- Ciales a simples antitesis en el desarrollo légico de un concepto. La topologia schmittiana asume una estructura dialéctica en cuanto considera que Ia decisién de convertr la Isla inglesa en una nave fue la respuesta histGricamente nica ¢ irrepetible a una Yamada (Ruf) oriunda de la historia: el desafio lanzado por la apertura del espacio de los grandes océanos a Ie existencia histrica de un pueblo. La respuesta engendré a su vez otro fentsmeno concreto: la técnica modema‘?. Frente a la oposiciGn esta- blecida por Emst Jiinger en La emboscadura entre nave (Titanic 0 Leviatan) y bosque, Schmit afir- ‘ma que la oposicidn fundamental para esclarecer el destino de la téenica seria més bien la existente entre navio y casa. Ya en ls afios treinta se sintié fascinado por la imagen jiingeriena del Estado mo- demo como destructor de guerra. Mas en los afios cincuenta considera que el elemento opuesto es ferent”, un corpus mere mysticum. Cf. C. Schmit, "Die Sichtarket der Kirche, Eine scholastic Erwigang” en ‘Summa 1917/1918, n.2, pp. 71-80. Dignas de mencién son umbia las observaciones del Glossarium sobre la incine- ‘cin enicumenteplaifcadaen cuanto En orang del cementerio, en cuanto aniguilacién del pose espcio donde reposa el cuerpo humano. La Erd-omtemdung afectatambidn ala Be-erdigung (12.3. 48 /1. 6 51). Afirmaciones ‘como “Die Ort es Grabes ist die Geschichuichkit” (7.3.48) ola cita de Nietusche “Nar wo Griber sind, gt es Aut cestehungen” (2.7.48) penencoen tmbidn a este comtextotzlégico. No sin cieno patetismo melanedlico, mas eon la ‘eracdad de a expericci dela posgnera, Schmitt expos sv vivenia del espacio con ls siguientes palabras: "me e5- ‘uer20,con peri seriedad, como hombre “angio, por comervar la magia del espacio. No prtende apesiro y menos ain producto (herseen) mas deseo conoveo y Ue exe modo coneervarlo para oo [..] Puedo ver el poster espa- io, mi tumba; I Yo dsolvers: mi patra (Heimat), elo, todo destrido; pero me manteago bien asdo. Me hundo con ellos yelos se hunden conmigo. El arcanum de mi vida” (23. 1.48) Schmit compat con Hunger ese respetosagrado por el ‘espacio dl cementesoe incluso pore acto mismo del eateramienio come fundamen entoteol6gico, como Jnumus de Ia humanidad, Ambos meneionan en sus respeccvas obras la anicipaciéa wipica de la incineracdn maiva 4e cadveres mestrada por Huxley en Brave New World (1932) ‘57 Schutt ve en el “hoor vac’ premodern wn baruato sensible al iilism por parte de pueblos qv ain conservan ‘uns conciencia firme del espacio. CF C. Schmit, LM 67. ‘58 Sobre esta cnestin Ise el clisco enszyo de Roget Calli, Bellon outa pente dela guerre (1963). ay traduccion cesellana La cuesta dela guerra, FCE, Mésico, 1975. 59 C. Schmin, SAW 151s. {60 C. Schmit, LSH 77, Ese imagen spareee tempranamente en ls obra de Junge. Ya en 1927 encontremos wn primera ‘referencia no exenta de pathos: "Exe materalizacin de una volunad férrea, toda carn yacero, aceite, explosives yelee- ‘wcidad,wipolada por un equipo especaizado desde el aimirame hasta el maquinis, imagen de la precisin mecénica ‘nds avanzada, servida por wabajadresy directors, funcional en grado méximo,compucsia de ‘miles 6 objets” y, sin ‘embargo, por tra pane, dspuesa a ser sarificada en segundos pr ines ignots, que tan solo pueden ser objeto df ‘incandescent, despedazado, mufagando con sus banderas ondcares, fenecendo ene etaro sentido, en momentos en Jos qu el destino mismo parece embringarl sangre bajo el ura! dels moribundos..”.E linger." Naionalismus und ‘moderes Leben” en Arminits 8, 1927, pp. 5-8..Ds aos despuss, en Feuer und Bewegung (1929) y en Das Waldchen 125 (1928) se estableced la coexién enze navi, tcnica, vluntad de poder y Estado modermo.Y en 1932 welveaemer- ‘sera sl: “La imagen que hoy hemos de hacemos el Ertado nose asemeja aun vapor de pesjeoe oun bague me ‘ae; se porece, ames ben, aun nao de gueraen el cual igen una simplicided y economia supremas y todos los mo- vimiento se efectdan con on seguridad istniva. E. Singer, EY Trobajador,Twsqets, Barcelona, 1989, p. 192. Carl Schmit: Tepologta dela técnica 37 ‘mis bien la casa y no el bosque. El puerto del que parte y al que arriba el barco no es como la puer- ta hospitalaria de ta casa. Por otra parte, la edificaci6n no presupone un Geist activo y movilizador, extraiio a la physis, sino que, como recordaba Schmitt en Catolicismo romano, se establece de forma natural sobre el terreno que labora y labra‘!, Evidentemente, no se alude al urbanismo de un Le Cor- busier, donde la casa deviene ‘maquina de residir’®?, sino mas bien a la morada campesina que aflo- +a sobre la tierra tal pujanza orgénica, mas sin perder su condici¢n de artficio o construccién humana, es decir, sin reproducir antitesis roménticas entre técnica y organismo. Tanto el barco como la casa son creaciones humanas c histéricas, si bien entrafian formas distintas de relacin técnica con la natu- raleza. No se trata, como en Jiinger, de 1a oposicién polar entre imagen primordial (bosque) ¢ imagen refleja (navio), esencia inmévil ¢ ilusién dinémica®. Mas al margen de esta matizacién cabe preguntarse por el vinculo que une el bareo como tal a Ja técnica especificamente moderna. Pues en principio la mediacién entre ambos fenémenos no resulta evidente sin presuponer el peculiar Geist que decide fletarse y materializarse a la large -como ‘ocurre con las flotas balleneras actuales, lejanas ya del epos biblico-homérico de Melville en ver- daderas industrias flotantes, especializadas en la explotacidn racional de la naturaleza viviente. En un cierto sentido, la técnica explota la superficie terrestre como el barco surca la mar. La nave es un vehi- culo funcional cuya proa se orienta hacia un horizonte tan aparentemente ilimitado como el del pro- ‘reso tecnolégico, El mascarén no recibe ‘los dones de la naturaleza’ sino que se yergue altivo fren- te a un elemento hostil. Debe vencer una angustia profundamente arraigada en el inconsciente mitico de la raz6n. No parece casual que Francis Bacon escogiera como emblema de la ciencia nueva una carabela con sus velas al viento doblando las Columnas de Hércules hacia la conguista del Nuevo Mundot®, O que Victor Hugo se refiriese en su poema ‘Pleno cielo’ al hombre del siglo XX nave- ‘gando a través del éter en una especie de nave mégica, una aeroscafo imaginario formado por una mezcla de mecénica newtoniana y pitagorismo que avanza sobre los “osarios de la historia” hacia un futuro libre de todo mal%. Y como coloféin, que Otto Neurath, cuyo concepto de tecnicidad tomara 61 A raizde uma noticia peroditia sobre una parca de ancianos que —inmunes ala histeriacolectiva— se negaron, ante fos requerimientos de ls autoridades,« abundonar su viejo easerfo amenazado por las grandes inundaciones del Pais ‘Vasco, Rafael Sanchez Fecosio coment: “Ias Viejas gentes fandan en s misma, sin delegariaen nadie, su propia pro- teceidn, bien aplomades sobre su mismo suelo, como los foertes mures de Ia casa a que confian sus vidas". Rafal Stachet Fetlosio,Vendrén més aios malos y nas hardn ms ciggas Destino, 1993, Barcelona, p. 115. {62 Sobre la relacién sagrada onze casa, cuerpo y cosmos desde Is pespectiva de la ontologe acsicay los efectos de su seoularzacin Cf, Mircea Eliade, Lo sagradoy lo profano, Labor, Barcelona, 1985, p.49 y pp. 14588. n realidad, est ‘oposiion quizds n0 hage justicia a Le Corbusier, si se recuerds que si Carta de Atenas (1942) principiaba con la Siguiente méxima: “La journée solaire de 24 heures rythme I'éctivité des hommes”. Cf. Le Corbusier, Prinipios de lurbanismo, Ariel, Barcelona, 1979. Adems, se proponia como meta una *interacion de hombre-naturaleza-cosmos” ‘ona “imegraci6n metafsica de méquina-natiralera y do vida espiritul". Cf.G, Zarone, Metafsica de la ciudad, Pre- textos/Universidad de Marcia, Valencia, 1993, pp. 45-46. 63 CFE Jinger, La emboccaduwa, Tusques, 1988, Barcelona, p. 128. {64 CLC. Schmitt, LuM 30, Sobre la elaciGn ene el esprts monomanfaco del capitan Ahab, eapaz de aruinar el objet- vo racional de ia embarcaciGn puritan, y a iracionalidad del dsarollotecnol6gico cf. Araokd Pacey, La cultra de la tecnologia, FCE, México, 1990, p. 135. 165 Jean Servier, Historia de la wopta, Monte Avila, Venezia, 1969, p. 267 666 Recuérdcse cémo caracterizs Nietzsche al escrito Francés: “Vicior Hugor 0 el faro junto al mar del sinsenido”, F Nietsche, El crepisculo de los (doles, Alianza, Madrid, 1982, p. 85. Los dos sliimos poemas dedicados al siglo XX ‘exhiben sendostflos significativos; ‘Plena mar” y “Pleno cielo'.En el primero la humanidad va ala derive a bordo del Levitin, féreo navio de guera que “representa el viejo mando”. Por cieno, Vicor Hugo se inspiné en el nombre rea

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