Está en la página 1de 12
60 LA ERA DE LA REVOLUCION, 179-1848, setenta millones de lbras estetlinas anuales, Su comercio era el doble que el dde Francia, su més préxima competidora: ya en 1780 Ja habia superado. Su consumo de algodén era dos veces el de las Estados Unidos y cuatro ei de Francia. Producia mas de la mitad del total de lingotes de hierro del mundo dessrrollado econsmicamente, y utlizaba dos veces mas por habitante que el pais préximo més industralizado (Bélgica), res veces mas que los Bstados. ‘Unidos y sobre cuatro veces més que Francia. Entre los doscientos y tres- , que antes significaba sélo ol lugar de naci- Iniento o residencia de un hombre, se habia transformado bajo la influencia de la Revolucién francesa en algo asf como xpattia>; el vocablo «libertad», fue antes de 1800 no era mas que un término legal denotando Ho conirasio gue «esclavitud>, también haba empezado a adquirir un muevo contenido folio; La influenci indreta dela Revolucign francesa es universal, pues roporcions el patrén para todos los movimientos revolucionarios subsi- vente, sus lecionesCnterpetadas conform al gusto de cada pls 0 cada Cavdillo} fueron incorporadas en el modemo socialismo y comunismo+ ‘Asi pues, la Revolucién francesa estd considerada como fa revolucisn de su época, y no s6lo una, sungue Ia mas prominente, de su clase. Y sus orf zgenes deben buscarse por ello no simplemente en las condiciones generales ‘de Europa, sino en la especifiea situactén de Francia. Su peculiaridad se explica mejor en términos intemacionales. Durante el siglo Xvit Francia fue el mayor rival econémico internacional de Gran Bretafia. Su comercio exte- rior, ue se cuadruplié entre 1720 y 1780, eausaba prescupacién en Gran Bre- taiia; su sistema colonial era en cicras dreas (tales como las Indias Occiden- tales) més dingmico que el brténico. A pesar de lo cual, Francia no era una potencia como Gran Bretafla, cuya poittca exterior ya estaba determinada sus- tanciaimente por los intereses de fa expansin capitalist. Francia era la ms poderosa y en muchos aspectos Ia més caracteristica de las viejas monar- Solas absolutas yaristocrdteat de Europa. En ots trminoe conficio 3. B, Lewis, The impact ofthe French Revolution on Turkeys, Journal of World Hls- tory 1 (1955-1958, p. 105, “seo no e sestimar fe flencs de a evolu noteamercan que, sn du ago a, ayuda ear Ia ances yen un sng este, propereioné models cnstcionaes en competeaiay slguras veces atesnando com la facacar= par Yaros esas atone ‘anes, ye ver on Ct inspec part algunos movimleosadca-cemecrdieos. a LA ERA DE LA REVOLUCION, 1769-1646 centre la armazén oficial y los inconmovibles intereses det antiguo régimen y 1a ascension de las nuevas fuerzas sociales era més agudo en Francia que ea ‘cualquier otro sitio. Las quevas fuerzas sabfan con exactitud lo que querian. Turgot, el econo mista fisiGcrata, preconizaba una eficaz explotaci6n de la tierra, la libertad de ‘empresa y de comercio, una normal y eficiente administracién de un tertitorio nacional tnico y homogéneo, la abolicién de todas las restricciones y de- sigualdades sociales que entorpecian el desenvolvimiento de los recursos nacionales y una equitativa y racional administracion y tibutacion. Sin embar- 0, su intento de aplicar tal programa como primer ministro de Luis XVI en 41774-1716 fracas6 lamontablemente, y ese fracaso es caracteristico. Reformas de este género, en pequefias dosis, no eran incompatibles con las monarquis fhsolutas ni mal reeibidas por ellas. Antes al contrario, puesto que fortalectan su poder, estaban, como hemos visto, muy difundidas en aquella época entre Tos llamados «déspotas ilustrados». Pero en la mayor parte de los paises en que imperaba el , tales reformas eran inaplicables, y Por es0 resultaban meros escarceos te6ricos, o incapaces de cambiar el caréc~ ter general de su estructara politica y social, 0 fracasaban frente a la resisten- cia de las aristocracias locales y otros intereses intocables, dejando at pais recaer en una nueva version de su primitivo estado. En Francia fracasaban mis r4pidamente que en otros paises, porque la resistencia de los intereses tradi- clonales era ms efectiva, Peco los resultados de ese fracaso fueron mis catas- ‘wéficos para Ja monaryufa; y las fuerzas de cambio burguesas eran demasiado fuertes para caer en la inactividad, por lo que se limitaron a transferir sus ‘esperanzas de una monarqufa ilustrada al pueblo o a «la naciGn».. ‘Sin embargo, semejante generalizacion no debe alejarnos det entendi- rmiento de por qué la revolucién estall6 cuando lo hizo y por qué tomé el rambo que tom6, Para esto es mis conveniente considerar la llamada «reac- ciga feudal», que realmente proporcioné la mecha que inflamaria et barril de palvora de Francia ‘Las cuatrocientas mil personas que, sobre poco més © menos, formaban entre los veinsitrés millones de franceses la nobleza —el indiscutible «pri- ‘mor orden» de la nacién, aunque no tan absolutamente salvaguardado contra, Ja intrusion de los érdenes inferiotes como en Prusia y otros pafses— esta- ban bastante seguras. Gozaban de considerables privilegios, incluida la exen- cidn de varios impuestos (aunque no de tantos como estaba exento el bien ‘organizado clero) y el derecho a cobrar tributos feudales. Politicamente, su situacién era menos brillante. La monarquia absoluta, aunque completamen- te aristocrdtica e incluso feudal en sus ethos, habia privado a los nobles de toda indopendencia y responsabilidad politica, cercenando todo Io posible sus Viejas instituciones representativas: estados y parlements. El hecho con- ‘nu6 al situar entre Ta alta aristocracia y entre la mds reciente noblesse de robe creada por los reyes con distintos designios, generalmente financieros ¥ administratives, a una ennoblecida clase media gubernamental que mani- estaba en lo posible el doble descontento ge aristSeratas y burgueses a tra 1A REVOLUCION FRANESA 6 és de los tibunales y estados que an subsist. Econémicameate, las inguctudes de los nobles no. eran injustificadas. Guerreros, mis que trbsjadores por nacimiento y tadicisn —ios nobles estan excldos of cialmente del ejercicio del comercio 0 cnalguier profeion.- dependian do Jas rents de sus propiedadeso, si pertenecian a la minor conesena, de matrimonios de convenieacia,pensionesregas,donacionesy sinccuras Poo coro los gastos inherentes a ia condicgn nobilaria siempre cuandosos.— fina on aumento, los ingresos, mal adininistados por lo general, relaban insufcientes, La inflacion tend a redacir el valor de los ingress Hijo, tales como las rents Por todo ello era nturat que los nobles utlizaran su caudal principal, tos reconoidos privilegios de clase. Duraate el siglo Xvi, tanto en Prancia emo en otros muchos pases, ae aferaban tenazinente a los cargos oftiales ue ls monarqufaabsolutahubierapreferido encomendar a Tos hombres dea elase media competentescnicamente y peliticamentsinocuos, Haca 1780 se requerfan cuatro cuarsls de oblecs para consegue an puesto cn ele} ito; todos los obispes eran nobles incluso la clave de fa sdmilstrecn ‘etl las intendencas,estaban aeaparades por la nobleza. Como consecten Gia, la nobleza no solo inaba Tos senimienos de la clase media al compe. tr con éxito en la provision de cargos oficiales, sino que socavaba Tos Cimientos del Estado con su execieate inclinacion apodearse de la adn nistacion central y provinci. Asimismo —sobre todo los Seforey ms pobres de provinias eon pocos recutsoe—~ intentaben contsaestar lamer. ta de sas rents exprimiend hasta el imite sus considerable derechos feu. dais para obtener diner, 0, con menos frecuencia, servicios de les cape. sings, Una nueva profesin ta de afeudistar-~ surgi pese hacee revit antiedados derechos de esta clase o para aumentar hasta el maximo Tos pro. ducts de los existentes. Su mls fambno miembro, Gracchis Babeut, se Lon- verti en el Idee dela primera reveltacomunista dela histoua madera fn 1796. Con esta acid, la noblean no slo iitabe la clase media, sno también al eampesinado, La posicién de esta vasa clase, que comprendia aproximadamente et 80 por 100 de los franceses,distdba mucho de ser brane, aunque us components eran bres en general y a imenudo terrtenienes En calidad, las propiedades de la noblcra orapaban solo una quinta prt de la twa, ¥ las del clero qui2é otro 6 por 100, con variaciones en las diferentes regio. tes? Asien la didcesis de Montpelier, los campesinos poseian del 38 40 por 100 dela tierra, la burguesta del 18 al 19, 1s nobles del 15 al 16, el cle~ fo del 3 al 4, mientas una qulnta parte era de propiedad comonal Sin embargo, de hecho, la mayor parte cram gentes pobres 0 con fecuos insu. ficienes,deticiencia Esta sumentada pore atraso tecnico reinane, La mse vin general se intensficaba por el aumento de la poblacion. Los tibuos fos ‘See, Bsquise dune Matte régime agraire, 193), 5 15.17 {6 A. Soboul, Ls campagmes manipellirtnes@ la i de con Régime, 1958, 66 1A BRA DE LA REVOLUCION, 1789-1848. ales, los diezmos y gabelas suponian unas cargas pesadas y crecientes para {os ingresos de los campesinos. La inflacién reducta el valor del remanente. Sélo una minoria de carapesinos que disponia de un excedente constante para vender se beneficiaba de los precios cada vez mas elevados; los demas, {de una manera u otra, Jos suftian, de manera especial en las épocas de malas ‘cosechas, en las que el hambre fijaba los precios. No hay dada de que en los, Veinte ailos anteriores a 1a revolucién la situacién de los campesinos em- ‘peoré por estas razones. . ‘Los problemas financieros de Ia monarquia iban en aumento. La estruc~ ‘ura administrativa y fiscal det reino estaba may anticuada y, como hemos Nisto, el intent de remediarlo mediante las reformas de 1774-1776 fracas6, Gerrotado por la resistencia de los intereses tradicionales encabezades por los parlements. Entonces, Francia se vio envuelta en la guerra de Ia inde- ppendencia americana. La victoria sobre Inglaterra se obtavo a costa de una bbancarrota final, por lo que la revolucién norteamericana puede considerarse Ja causa directa de Ia francesa. Varios procedimientos se ensayaron sin éxi- 10, pero sin intentar una reforma fundamental que, movilizando la verdadera ¥y considerable capacidad tributaria del pafs, confuviera una situacién en 1a, ‘Que los gastos superaban a los ingresos al menos en un 20 por 100, hicien- do imposible cualquier economia efectiva, Aunque muchas veces se baecha- do la culpa de la crisis a las extravagancias de Versalles, hay que decir que Jos gastos de la corte solo suponian el 6 por 100 del presupvesto total en. 1788, La guerra, la escuadra y la diplomacia consumian un 25 por 100 y la deuda existente un 50 por 100. Guerra y deuda —Ja guerra norteamericana y ‘su deuds—rompieron el espinazo de la monarquta. ‘La erisis gabernamental brindé una oportunidad a la aristocracia y a los parlemenis, Pero una y otros se negaron a pagar sin la contrapartida de un ‘aumento de sus privilogios. La primera brecha en el frente del absolutismo fue abierta por una selecta pero rebelde «Asamblea de Notables», comocada cen 1787 para asentir a las peticiones del gobiemo. La segunda, y decisive, fue la desesperada decisiGn de convocar los Estados Generales, la vieja asam- bea feudal del reino, enterrada desde 1614. Asf pues, la revolucién empezé como un intento aristocrtico de recuperar Ios mandos del Estado. Este inten- to fracas6 por dos razones: por subestimer las intenciones independientes del steroer estadon —la ficticia entidad concebida para representar a todos 10s {que no eran ni nobles ni clérigos, pero dominada de hecho por la clase ‘media— y por desconocer la profunda crisis econdmica y social que impelis, asus peticiones politicas. ‘La Revolucion francesa no fue hecha o dirigida por un partido o movi- rmiento en el sentide modemo, ni por unos hombres que trataran de levar a la prictica un programa sistemtico. Incluso sesia dificil encontrar en ella lideres de la clase a que nos han acostumbrado tas revoluciones de siglo 20%, hasta la figura posrevolucionaria de Napoledn. No obstante, un sorprendente ‘consenso de ideas entre un grupo social coherente dio unidad efectiva al ‘movimiento revolucionario. Este grupo gpa Ia eburguesta»; sus ideas eran las LA REVOLUCION FRANCESA a de liberalsmo clésico formulado por los «filésofos» y los pueden ser considerades en justicis los responsables de la revold- ibn. Esta también hubiera estallado sin ellos: pero probablemente fueron {lis los que establecieron la diferencia entre una simple quiebra de un viejo ségimen J Ia efectiva y répida sustitucion por otto nuevo “En st forma més general, a ideologia de 1789 era la mas6aica, expresa 4 con tn inooents sublimidad en La flaura mégica, de Mozart (1791), una elas primeras entre las grandes obras de arte propagandists de una épo G2 cuyas mis alias realizaciones articas petenezen a menudo a la propa- ands. De modo més especfic, las peticiones del burgués de 1789 estin Eontenidas en la famese Declaracton de las derechos det hombre y del ciu- dadano de aquel aio. Este documento es un manifesto contra 1a sociedad je- ‘nica y los privilegies de los nobles, pero no en favor de una sociedad Gemocritica 0 igualitaria. , si volviera a levantarse, brillaria sobre una sociedad no burguesa. Pero otra vez los jacobinos aporta- sfan radicalismo, porque en su: €poca no existia una clase que pudiera pro- poreionar una coherente alternativa social a los suyos. Tal clase solo surgiria fenel curso de la Revolucién industrial, con el «proletariadan, o, mejor dicho, con las ideologies y movimientos basados en él. En lz Revolucién francesa, la clas tabajadra —e inchso este es un nombre inadecuado paral con. junto de jomaleros, en su mayor parte no industriales— no representaba todavia una parte independiente significativa. Hambrientos y revaltosos, qui- zi lo sofaban; pero en la préctica segufan a jefes no proletarios. El campesi- nado nunca proporciona una alternativa polica a nadie; si acaso, de llegar la ‘casiGn, una fuerza casi irresistible o un objetivo casi inmutable. La unica altemativa frente al radicalismo burgués (si exceptuamos pequefios grupos de eelogos o miltentesinemes cuando pierden el apoyo dels masa) ean jos sans-culowtes, un movimiento informe y principalmente urbano de pobres trabajadores, artesanos, tenderos, operarios, pequelios empresarios, ete. Los sans-culotes estaban organizados, sobre todo en las wsecciones» de Paris y en los clubes politicos locales, y proporcionaban la principal fuerza de cho- {que de la revolucién: los manifestantes més ruidosos, los amotinados, Ios ‘constnuctores de barricadas. A través de periodistas como Marat y Hébert, a través de oradores locales, también formulaban una politica, tras la cual exis- ta una idea social apenas definida y contradictoria, en la que se combinaba el respeto a la pequefia propiedad con la més feroz hostilidad a los ticos, el ‘wabajo garantizado por el gobierno, salarios y seguridad social para el pobre, fn resumen, una extremada democracia igualitaria y Hbertaria, localizada y sirecta. En realidad, los sans-culottes eran una rama de esa importante y uni- versal tendencia poiitica que trata de expresar los intereses de Is gran masa 4e shombres pequefios» que existen entre los polos de la y del no presentaba una verdadera alternativa. Su ideal, un dureo pasado de aldeanos y pequetios operarios o un fururo dorado de pequeiios granjeros y artesanos no perturbados por banqueros y millona- ios, cra imealizable. La historia lo condenaba a muerte. Lo més que pudieron hacer —y lo que hicieron en 1793-1794 fue poner obstaculos en el camino ‘que dfcultaron el desarrollo de la economia francesa desde aquellos dias has- n [LA BRA DE LA REVOLUCION, 178.1848 ta la fecha, En realidad, el «sans-culottismo» fue un fendémeno de desespera- ‘cin cuyo nombre ha cafdo en el olvido o se recuerda sélo como sinénimo del Jacobinismo, que le proporcions sus jefes en el afi 1. u Ene 1789 y 1791 1a burguesfa moderada victoriosa, actuando a través de la que entonces se habia convertido en Asamblea Constituyente, empren- ig la gigantesca obra de racionalizacién y reforma de Francia que era su objetivo. La mayoria de las realizaciones duraderas de Ia revolucion datan de aguel perfodo, como también sus resultados internacionales més sorprenden- tes, la instauracién del sistema métrico decimal y la emancipacién de los, Judios, Desde el punto de vista econdmico, las perspectivas de la Asamblea Constituyente eran completamente liberales: su politica respecio ai campesi- snado fue el cercado de las tierras comunales y el estimulo a los empresarios rruales; respecto a la clase trabajadora, la proscripcién de los gremios; res- ppecto a Ios artesanos, ls abolicidn de las corporaciones, Dio pocas setisfac- ‘clones concretas a la‘plebe, salvo, desde 1790, la de la secularizacién y ven- ta de las tierras de la Iglesia (asf como las de la nobleza emigrada), que tuvo Ja triple ventaja de debilitar el clericalismo, fortalecer a Jos empresatios pro- vinciales y aldeanos, y proporcionar a muchos campesinos wna recorapensa por su actividad revoluctonaria. La Constituci6n de 1791 evitaba los excesos Gemocriticos mediante la instauracién de una monarqu‘a constitucional fun- ddada sobre una franquicia de propiedad para los «ciudadanos activos». Los pasivos, se esperaba que vivieran en conformidad con su nombre. Pero no sucedié asf. Por un lado, la monarqufa, aunque ahora sostenida fuertemente por tna poderosa faccién burguesa ex revolucionaria, no podfa resignarse al nuevo régimen, La corte sofaba —e intrigaba para conseguirla— ‘con una cruzada de los rogios parientes pera expulsar a la chusma de gober- ‘nantes comuneros y restaurar al ungido de Dios, al cristianfsimo rey de Fran- cia, en su puesto legitimo. La Constitucién Civil del Clero (1790), ua mal fnterpretado intento de destruir, no a Ja Tglesia, sino su sumisin al absolutis- ‘mo romano, Ilev6 a la oposicién a ls mayor parte del clero y de los fieles, y ccontsibuyé a impalsar al rey a la desesperada y —como mis tarde se veria— svicida tentativa de hnir del pais. Fue detonido on Varennes en junio de 1791, ¥¥ en adelante cl republicanismo se hizo una fuerza masiva, pues los reyes tra~ ‘icionales que abandonan a sus pueblos pierden el derecho a la lealtad de los ‘Sibditos. Por otro lado, la incontrolada economia de libre empresa de los mo- derados acentuaba las fluctaciones en el nivel de precios de los alimentos ¥, ‘como consecuencia, la combaividad de los cindadanos pobres, especialmente fen Paris. El precio del pan registraba la temperatura poiitica de Paris con la cexactitud de un termémetro, y las masas parisienses eran la fuerza revolucio- naria decisiva. No en balde la nueva bandera francesa tricolor combinaba el ‘blanco det antiguo pabell6n real con el rojo y el azul, colores de Pats, [LA REVOLUCION FRANCHSA, B El estallido de la guerra tendria inesperadas consecuencias al dar origen ‘la segunda revolucion de 1792 —Ia Replica jecobina del aio my mas tarde al advenimiento de Napoleén Bonaparte. En otras palabras, conviris la historia de la Revolucién francesa en Ia historia de Europa. ‘Dos fuerzas impulsaron a Francia a una guerra general: la extrema dere- cha y Ia izquierda moderada. Para el rey, Ia nobleza francesa y la creciente ‘emigraciGn aristocrética y eclesidstica, acampada en diferentes ciudades de la ‘Alemania occidental, era evidente que s6lo la intervencién extranjera podria restaurar ¢l viejo régimen' Tal intervencién no era demasiado ficil de org nizar dada la complejidad de la situacién intemacional y la relativa tranguili- ad politica de los otros paises. No obstante, era cada vez mis evidente para Jos nobles y los goberantes de uderecha divinos de todas partes, que Ia res- tauracién del poder de Luis XVI no era simplemente un acto de solidaridad de clase, sino una jraportante salvaguardia contra la difusiGn de las espanto- ‘sas ideas propagadas desde Francia. Como consecuencia de todo ello, las fuer- 22s para la reconguista de Francia se iban reuniendo en el extranjero. Al mismo tiempo, los propies liberales moderados, y de modo especial el arupo de politicos agrupado en torno & los diparados del departamento mer- ‘eantil de fa Gironda, eran una fuerza belicosa. Esto se debfa en parte a que cada revolucién genuina tiende a ser ecuménica. Para los franceses, como para sus numerosos simpatizantes en el extranjero, la liberacién de Francia era el primer paso del triunfo universal de la libertad, activid que levaba fécil- mente a la convicciGn de que la patria de la revoluciGn estaba obligada libe- sar a los pueblos que gemfan bajo la opresién y la tiranfa. Entre los revolu- watios, moderados o extremisias, habia una exaltada y generosa pasién por ‘expandir Ia libertad, asf como una verdadera incapacidad para separar la causa de Ia nacién francesa de la de toda la humanidad esclavizada. Tanto la francesa ‘como las otras revoluciones tuvieron que aceptar este ponto de vista © adap. tarlo, por lo menos hasta 1848. Todos los planes para la liberacién europea has- tesa fecha giraban sobre un alzamiento conjunto de Tos pueblos bajo la drec- ida de Francia para demibar a la resccitin. Y desde 1830 otros movimientos de rebelién nacionalista 0 Iberal, como los de Italia y Polonia, tendfan a ver ‘convertidas en cierto sentido a sus naciones en mesias destinados por su liber- tad a iniciar Ia de los demas pueblos oprimidos. Por otra parte, la guerra, considerada de modo menos idealista, ayudaria a resolver mumerosos problemas domésticos. Era tan tentador como evidente achacar las dificultades del muevo régimen a las conjuras de los emigrados y los tiranos extranjeros y encauzar contra ellos el descontento popular. Mas especificamente, los hombres de negocios afirmaban que las inciertas pers- pectivas econdmiicas, Ia devaluacién del dinero y otras perturbaciones s6lo 1 nos 300.000 ances emiraon ene 1789 y 1795: vse C. Bloc, «lemigraton fixgaise au vt siden, Buds dsr Moderne t Cortemporaine 1, 1987. 137. D. Gre The nedenceof he Bnsrctin ving the Preach Revelation 1981 ropO0, ee, U8 PO pein mucho ta poeta ™ [A BRA DE LA REVOLUCION, 1789-1848 podrian remediarse si desaparecfa la amenaza de la intervenci6n. Ellos y los Fjeslogos se daban cuenta, al reflexionar sobre la situacién de Gran Bretaia, de que la supremacia econdmica era la consecuencia de una sistematica agre~ ‘Svidad, (BI siglo Vu no se caracterizé porque los negociantes trunfadores fueran precisamente pacifistas.) Ademés, como pronto se iba a demostrar, podia hacerse la guerra para sacar provecho. Por todas estas razones, 1a Irayoria de la nueva Asamblea Legislativa (con la excepeién de una peque- fa ala derecha y otra pequefa ila izquierda disigida por Robespiecre) preco- pizaba la guerra. Y también por todas estas razones, el dia que estallaia, las, ‘Conguistas de la revolucién iban a combinar las ideas de liberacién con ‘as de ‘explotacion y juego politico. ‘La guerra S© declar6 on abril de 1792, La derrota, que el pueblo atribui sfa, no sin raz6n, a sabotaje real y a traici6n, provocé le radicalizaciéa. En ‘agosto y septiembre fue derribada la monarguia, establecida la Repdblica una indivisible y proclamada una nueva era de la historia humana con la insti- fucion del ato {del calendario revolucionario por la accién de las masas de trans-culottes de Paris, La edad férrea y heroica de la Revolucién francesa fmpez6 con Ja matanza de los presos poitticns, las elecciones para la Con- ‘venciGa Nacional —probablemente Ia asamblea mas extraordinaria en la his- teria del parlamentarismo— y el amamiento para oponer una resistencia {otal a los invasores. El rey fue encarcelado, y la invasién extranjera detenida por un duelo de artilleria poco dramético en Valmy. ‘Las guerras revolucionatias imponen su propia Iégica. Fl partida domi- ante en la nueva Couvencién era el de Ios girondinos, belicosos en el exte- Flor y moderades en el interior, un cuerpo de elocuentes y brillantes erado- fes que representaba a los grandes negociantes, a la burguesia provinciana y tla tefinada intelectuslidad. Su politica era absolutamente imposible, Pues olamente los estados que emprendieran campafias limitadas con sélidss facrzas rogulares podian esperar mantener la guerra y Jos asuntos interros en Compartinientos estancos, como las danas y los cabelleros de las novelas de Jane Austen hacfan entonces en Gran Bretafia, Pero la revoluci6n no podia ‘emprender una campafia limitada ni contaba con unas fuerzas regulares, por fo que su guerra oscilaba entre la victoria total de la revoluciéa mundil y la errota total que significarfa la contrarrevolucién. Y su ejéreito —lo que que- ‘Saba del antiguo ejército francés era tan ineficaz como inseguro. Dimou ‘Sez, ol principal general de la Republics, no tardaria en pasarse al enemigo. ‘Asi pues, e6l0 unos métodos revolucionatios sin precedentes podian ganar la ‘gocra, aungue la Vietoria significara nada més que la derrota de la interven- Eién extranjora, En realidad, se encontraron esos métodos. En el curso de {nctsis, la joven Repiiblica francesa descubfié o invents la guerra toal: la toral movilizaci6n de los recursos de una naci6a mediante el reclutamiento en masa, el racionamiento, el establecimiento de una economia de guerra Figidamente controlada y 1a abolicién virtual, dentro y fuera del pats, de la Gistincion entee soldadas y civiles. Las consecuencias aterradoras de este SGescubrimiento no se verian con claridag hasta nuestro tiempo. Puestn que [Lx REVOWUCION FRANCESA 8 {a guersa revolucionaria de 1792-1794 constitay6 un episoio excepeional, la vir pare de Joe obsereadores del siglo xix no repaaron en ella ms qe sree cehalr(c incluso esto se olvid en fs ultimes afos de prosperided de PPfpoce victorana) qus las guerre condicen@ as revoluciones,y que, por UEncamte,In sevoluciones ganan guerra inganabls. Solo hoy podemos ver SBno la Repubiica jacobina y el «Terror» de 1793-1794 tavieron muchos fPuos de contacto Con lo-que modemammente se ba lamdo el esfoerze de vera of : ‘Los sans-culottes recibieron con entusiasmo al gobierno de guerra revo- lucionara, no solo porque afirmaben que Unicamente de esta manera pedfan Wee Scmotidns ls contrarrevolucon ia inervencion extraner, sino también $Sigee sus uve muviizaben ct pusblo fetta Ta fstisia social Fpacban por alo et hecho de que ning esfvero efecivo de guerra moder- Ses compatible con la descenralizacion democrética a que aspraban.) Por Uhns pate Tos girondivos temian las consocvencias plies de la combina ‘nue revolucin de masas y guctra ue haben provocado. Ni estaba pre- farados para compett con la zguierda. No querian procesar o ejecta le, Foro tenfan que luchar cn ss vale ls jaobinos (a «Montatin) por ext Finbolo e cslorevolvcionarir la Montara ganaba prestigio y ellos no. Por Sun parte, qerian converts la guerra en una erurada ideoogice y general de floedciée y cn un desao directo a Gren Bretana, la gran ial econdmica, Ubjetivo que consiguieron, En marzo de 1795, Francia estaba en era cor {mayer pare de Europa y habia empezado la anexiGn de terstriosexta Jeros,usticada por la feciéainventada doctrina dol derecho de Frac ass “Gronieras naturales». Pero lx expansion de Ia guera, sobre todo cuando Ia guerra ia mal, solo fortatecta Tas manos de fa iaguierda, tia capaz de Sesarla A la reurada y avenajados en so capackdad de efectuar manvobres, fee igvondinos acabaron por esencadenar virulentos.ataques contra la [Rgulerda que pronto ce convistieron en organizadas rebeliones provinciales conte Pars, Un ripido goipe de fos sans-culories los desbord el 2 de junio Ge 1793, instaurando le Republics jacobine mt ‘Cuando fos profanos cultos piensan en Ia Revoluci6n francesa, son los scontecimientos de 1789 y especialmente a Repiiblica jacobina del afio 1 fos que acucen en seguida a su mente, El almidonado Robespierre, el gigen- tesco y mujeriego Danton, la frfaelegancia revolucionaria de Saint-ust, el tos- co Marat, el Comité de Salud Péblica, el tribunal revolucionario y Ia guillo- fina son imgenes que aparecen con mayor claridad, mientras los nombres de los revolucionarios mederados que figuraron entre Mirabesu y Lafayette en 1789 y los jefes jacobinos de 1793 parecen haberse borrado de Ja memoria de todos, menos de los historiadores. Los girondiaos son recordados s6!o feome grupo, y quiz por las mujeres roménticas pero politicamente irrele- 16 1A ERA DE LA REVOLUCION, 178.1848 vvantes unidas a ellos: madame Roland o Charlotte Corday, Fuera del campo de los especialistas, ;se conocen siquiera los nombres de Brissot, Vergniaud, Guadet, etc.? Los conservadores han creado una permanente imagen del ‘Terror como una dictadura histérica y ferozmente sanguinaria, aunque en ‘comparacién con algunas marcas del siglo xx, e incluso algunas represiones ‘conservadoras de movimientos de revolucién social —como, por ejemplo, las matanzas subsignientes a la Comuna de Paris en 1871—, su volamen de ccrimenes fuera relativamente modesto: 17.000 ejecuciones oficiales en cator- ‘ce meses.* Todos los revolucionarios, de manera especial en Francia, 10 han ‘considerado como la primera Republica popular y la inspiracién de todas las revueltas subsigutemtes. Por todo ello puede afirmarse que fue una época imposible de medir con el criterio humano de cada dia ‘Todo allo es cierto. Pero para la sida clase media francesa que perma- necié tras el Terror, éste no fue algo patolégico 0 apocaliptico, sino el nico ‘étodo eficaz. pare’ conservar el pais. Esto lo logr6, en efecto, la Republica Jacobina a costa de un esfuerzo sobrehumano, En junio de 1793 sesenta de los ochenta departamentos de Francia estaban sublevados contra Paris; 1os ejéreitos de los principes alemanes invadian Francia por el norte y por el este: Jos ingleses la atacaban por el sur y por el oeste; el pais estaba desamparado Y en quiebra. Catorce meses mis tarde, toda Francia estab firmemente zobemada, los invasores habian sido rechazadas ¥, por aladidura, os ejérci- tos franceses ocupaban Bélgica y estaban a punto de iniciar una etapa de velnte afios de ininterumpidos tunfos militares. Ya en marzo de 1794, un ejercito tres veces mayor que antes funcionaba a la perfeccién y costaba la ‘mitad que en marzo de 1793, y el valor del dinero francés (0 més bien de los «asignados» de papel, que casi lo habian sustituido del todo) se mantenia cstabilizado, en marcado contraste con el pasado y el futuro. No es de extra- fiar que Jeanbon St-André, jacobino miembro del Comité de Salud Pablica y més tarde, a pesar de su firme republicanismo, uno de los mejores prefec- ‘0s de Napoleén, mirase con desprecio & la Francia imperial que se bambo- leaba por las derrotas de 1812-1813. La Reptblica del afio u habia superado ‘crisis peores con muchos menos recursos." Para tales hombres, como para la mayorfa de la Convenciéa Nacional, {que en el fondo mantuvo el control durante aquel heroico perfodo, el dilema era sencillo: 0 el Terror con todos sus defectos desde el punto de vista de la clase media, o la destruccién de la revolucién, la desintegracién del Estado 9, D. eer, The Incidence of he Teor, Harvard, 1935. Ta. Saben qué clac de gebiero ss verge? ia gobierno de la Comencin Un _nbiero de jacobs apasionadoe con gore figios ros; vstidos con tones lnus yeaa ‘Son mieeos, ques allineatabanseneillarente do pan y mala crvena yo acouba ecole. ‘ets rads en ef slo de sus suas de reunicn cuando se sean demands cansaios pra ‘Stpir vendo y delbeendo, Tal fur Is clave de hombres qu talvron 8 Francia. Yo, seRoch, sno de els. Y ag, como en 1s habiaiones del emparon en las Que enoy 2 punto de ‘entrar, me enorglleo’ de ella» Citado por J. Savant en Lev pifets de Napoleon, 1936, pactiiett, [EA REVOLUCION RANCESA n nacional, y probablemente —zno existia el ejemplo de Polonis?— ta desa- paricién del pats. Quizé para fa desesperada crisis de Francia, muchos de ellos hubiesen preferido un régimen menos férseo y con seguridad una eco roma menos firmemente ditigida: la caida de Robespieree llevé aparejada ‘una epidemia de desbarajuste econémico y de corrupcién que culmind en un sremenda inflacién y en la banearrota nacional de 1797. Pero incluso desde el més estrecho punto de vista, las perspectivas de la clase media francesa ddependian en gran parte de las de un Estado nacional unificado y fuertemen- te centralizado. Y en fin, ,podia Ia revolucién que habfa creado virtuelmente Jos términos «naciGn» y spatriotisma» en su sentido medemo, abandonar so idea de «gran nacién»? Le primera tarea del régimen jacobino era la de movilizar el apoyo de las ‘meses contra la disidencia de los girondinos y los notables provincianos, y conservar el ya existente de los sans-culoites parisienses, algunas de cuyas peticiones @ favor de un esfuerzo de guerra revolucionario —movilizacién general (1a levée en masse), terror contra los «taidores> y control general de precios (ef maximum)— coincidfan con el sentido comin jacobino, aunque sus otras demandas resultaran inoportunas. Se promulg6 una nueva Constiti= cidn radicalisima, varias veces aplazada por los girondinos. En esie noble pero académico documento se ofrecta al pueblo el sufragio universal, el dere= cho de insurteccin, trabgjo y alimento, y —lo més significative de todo— Js declaraciGn oficial de que el bien comin era Ja finalidad del gobierno y de que los derechos del pusblo no serian meramente asequibles, sino operantes, ‘Aquella fue la primera genuine Constituciéa democritica promulgada por un Estado modemno. Concretamente, los jacobinos abolian sin indemnizacién todos los derechos feudales ain existentes, auentaban las posibilidades de Jos pequefios propictarios de cultivar las tierras confiscadas de los emigrados y—algunos meses después— abolieron la esclavitnd en las colonias france 2s, con el fin de estimlar a los negros de Santo Domingo a luchar por Ia Republica contra los ingleses, Estas medidas tuvieron los més trascendentes resultados. En América ayudaron a crear el primer caudillo revolucionario 4que reclamé Ja independencia de su pafs: Toussaint-Louverture." En Fran- cia establecicron la inexpugnable ciudadela de Tos pequefis y medianos pro- pictarios campesinos, artesanos y tenderos, retrograda desde el punto de vis- ta econdmico, pero apasionadarnente devota de la revolucisn y Ia Reptblice, que desde entonces domina la vida del pais. La transformacidn capitalista de Jagricultura y las pequefias empresas, condicién esencial para el ripido desa- rrollo econémico, se retrasé, y con ella la rapidez de la urbanizaciéa, la expansién del mercado interno, la multiplicacién de la clase trabsjadora e, ‘ncidentalmente, el ulterior avance de la revolucién proletaria. Tanto los gran” 11. Bt hecho de que la Francia napoesnica no consuls recongulstar Hi fe una de ts principals razones pra igi Ie estat det pio smuicao com la venta de I Lisi "a alos Extador Unidos (1803), Ast, une ulterior conecuencia dela expansion jobina ‘Amie fhe hacer de los Estas Unidos una gran ptenia contest B LA ERA DE.LA REVOLUCION, 1789-1848 sos de cafés (véase posteriormente el capitulo 9). ‘Et contro del nuevo gobiemo, aun representando una alianza de los jaco- binos y los sans-culottes, se inclinaba perceptiblemente hacia la izquierda, Esto 50 reflcj6 en el reconstraido Comité de Salud Piblica, pronto convertido thal efectivo «gabinete de guerri> de Francia. El Comité perdié a Danton, fombre poserose, disoluto y probablemente corrompido, pero de un inmenso Rhento revolucionario, mucho més modorado de lo que parecia (habia sido Histo on la ultima sdministacicn rest), gand a Maximilien de Robespic- tHe, que llegé a ser su miembro més influyente. Pecos historiadores se han Thestado desapasionados respecta a aquel abogado fanstico, dandi de buena ‘Guna que crefa monopolize: Ia austeridad y la virtad, porque todavia encama- $e ible y glosioso ao 1, frente al que ningsn hombre era neutral. No fue un individuo agradable, e incluso los que en nuestros dias piensan que Tenia taz6a prefieren el beiliante rigor matemtico del arquitecto de paraisos ‘Capartanos que fue el joven Saint-Jast. No fue un gran hombre y a menudo dio Sonestaas de meaquizidad. Pero es el Gnico —fuera de Nepolesn— salido de fo revolucton a qtien se rindi6 eulto. Ello se debié a que para él, como para In histocia Ia Repiblica jacobina no era un lema para ganar la guerre, sino un ideal: el tenible ¥ glorioso reino de la justicia y la virtad en el que todos los Hombres fueran igualet ante los ojes de Ja naciGn y el pueblo el sancioaador dee adores. Jean-Jacques Rousseau y ta crstalina conviceién de so recti- hd le daban su fortaleza. No tenfa poderes dictatoriales, ni siquicra um cargo, Sendo simplemente un zuiembro del Comité de Salud Publica, el cual eras sa Yer un subcomité —el mas poderoso, aunque no todopoderoso— de la Con- ‘YenciGn, Su poder era el del pueblo —las masas de Paris—~; st terror, el de ‘Seas masas. Cuando ellas le sbandonaron, se produjo su caida, ‘La uagedia de Robespierre y de la Repablica jacobina fue la de tener que perder, forzosamente, ese apoyo. El régimen era una alianza entre la Gase media y las masas obreras; pero para los jacobinos de la clase media fas concesiones alos sans-culottes eran tolerables s6io en cvanto ligaban las Tacos al regimen sin aterrorizar a los propietarios; y dentro de la alianza los Jacobinos de clase media eran una fuerza decisiva, Ademés, las necesidades Xe la guerca obligaban al gobierno a la centralizacin y la disciplina a expen- Sas dela libre, local y directa democracia de club y de seccién, de 1a mificia Volumtaria accidental y de las elecciones libres que favorecfan a los sans- Nulottes. El mismo proceso que durante la guerra civil de Espatia de 1936- {959 fortaleei6 a los comunistas a expensas de los anarquistas, fue el que fortalesi6 a los jacobinos de cus SaintJust a costa de los sams-culotes de Heber En 1794 el gobiemo y la politica eran monoliticos y comian guiados por agentes directos del Comité 0 la Convencién —a través de delegados en Miisidn—-y un yasto cuerpo de funcionarios jacobinos en conjuncién cost ‘rganizaciones locales de partido. Por disimo, las exigencias econémicas de {LA REVOLUCION FRANCES » 1a guerra les enajenaron el apoyo popular, En las ciudades, el racionamiento Jia tasa de precios beneficiaba a las masas, pero la correspondiente congela- Yoga de salarios las perjudicab, En el campo, la sistemdtica requisa de ali- fpentos (que los sans-culortes urbanos habian sido los primeros en preconizat) jes enajenaban # los campesinos. Por eso las masas se apartaron descontentas en una turbia y resentida pest capecilentedenges del proceso esa de os eters, © voces mas autorizadas del «sans-culottismo». Al mismo tiempo muchos smoderados se alarmaron por el ataque al ala derecha de la oposicién, dirii {a ahora por Danton, Esta facciGn habia proporcionado cobijo a numerosos ‘elineuentes, especuladores, estraperlistas y otros elementos comrompidos y Enriquecidos, dispucstos coro ol propio Danton a formar esa minoria amo- fal, falsteffiana, viciosa y derrochadora que siempre surge en las revolucio~ nes sovieles hasta que las supera el duro puritanismo, que invariablemente Hlega a dominarlas, En la historia siempre 1os Danton han sido derrotados por los Robespierre (0 por los que intentan actuar como Robespierre), porque Ia rigidez puede ariunfar en donde la picaresca fracasa. No obstante, si Robes- pierre gané el apoyo de los moderados eliminando la corrupeién lo cual Era servir a Tos intereses del esfuerzo de guerra—, sus posteriores restrccio- nes de Ia Hbertad y Ta ganancia desconcertaron a Ios hombres de negocios. Por timo, no agradaban a muchas gentescierias excursiones ideol6gicas de aguel periado, como las sisteméticas eampatias de descristianizacion —debi- das al colo de los sans-culottes — y la nuova religiSn civica del Ser Supcemo tée Robespierre, con todas sus ceremonias, que intentaban nevtralizar a Jos ‘atcos imponiendo los preceptos del «divine» Fean-Jacques. ¥ el constantesil- bio de agin record aos Tos poltsos ave ninguno pod son- tirse seguro de conservar su vida En abril de 1794, tanto los componentes del ala derecha como los del ala inquierda habian sido guillotinados y los robespierristas se encontraban pol ticamente aislados, Solo la erisis bélica los mantenia en el poder. Cuando @ finales de junio del mismo aflo los nuevos ejércitos de Is Repiblica demos- traron su firmeza derrotando decisivamente a los austriscos en Flearus y ocu- pando Bélgica, el final se preveta. El 9 termidor, segin el calendario revotn mario (27 de julio de 1794), la Convencidn detribs a Robespierre, Al dia siguiente, él, Saint Just y Couthon fueron ejecutados. Pocos dias més tarde cavern las Cabezas de ochent y sete miembros def revluconaria Com wv “Termidor supone el fin de la heroica y recordada fase de la revolucién: Ia fase de los andrajosos savs-culottesy los eorrectos ciudadanos con gorro fe gio que se consideraban nuevos Brutos y Catones, de lo grandilocuente, els- sico y genercso, pero también de las mortales frases: «Lyon n'est plus»,

También podría gustarte