La reproduccién de la fuerza de trabajo
en la economfa global y la revolucién feminist
inacabada
(2008)
tua social y econémi
Like Hom
Es claro que el capitalismo ha cond
Superexplotacién de las mujezes. Ello no ofiec
consuelo si tan solo significara elevada misetia y opresion, p.
afortenadamente también ha provocado resi
cepitalismo se ha dado cuenta de que si igno,
completamente esta resistencia, ella se volver m
convirtiéndose eventualmente en mo
mismas y, quiz, incluso en el ni
El agente liberador emergente en el Tercer M:
fuerza no asalasiada
se estima en 16 trill
| John McMurtry, The
| La mano del mortero reventé de tanto molar,
Madina me iré a cna,
Hasta
| De tanto moles, maaan
5 Canin de mujeres |rd fuerza de tba,
Sa ee cra de nbs
Introduccién
Este texto es
lectura politica de la reestructuracién de la (re)
fuerza de trabajo en la economia global, pero
na critica feminista a Marx, exitica que -de diferen-
tes maneras- se ha desarrollado desde la década de 1970, Tal
critica fue articulada primeramente por activistas de la campaiia
“Salario para el Trabajo Doméstica”, especialmente por Ma-
Dalla Costa, Selma James, Leopoldina Fortunati, entre
ans tarde por Ariel Salleh, en Australia, y las feminista
de la escuela Bielefeld, Maria Mies, Claudia Von Werlhof y Ve-
ronica Bennholdt-Thomsen. Al centro de esta critica se argu-
ha que no fuese produccién de mercancias, y
nificado de la actividad repro-
imitd su comprensiéa sobre
explotacién capitalista del trabajo,
a creaciGn de divisiones en el seno
menzando con la relacién entre mu-
Marx hubiera reconocido que el capitalismo
ia inmensa cantidad de actividad
la reproduccién de la fuerza de tra-
la devaluacién de estas actividades reproductivas
elfin de recortar el costo de la fuerza laboral, posiblemente
icra inclinado menos a considerar el desattollo capitalista
ley progresivo, En cuanto a nosotras, un siglo y
s de la publicacién de E/ capital debemos deuxfiat
nesto de la necesidad y la progresividad del capitallsmo, nl
Silvia Fedevii
materiales” para la transicin al “comunismo” (como lo anti-
cipé Marx), mediante la expansién de las “fuerzas de produc-
cién” en la forma de industrializacién a gran escala. La “es-
case2” -principal obstéculo para la liberacin humana, segiin
Marx: no se ha vuelto obsoleta. Al contratio, la escasez 2 esca-
la mundial es hoy ditectamente un resultado de la produccién
capitalista. Segundo, mientras el capitalismo parece reforzar ld’)
cooperacién entre trabajadores en la organizacién de la pro-
duccién de mercancias, en realidad, divide a los trab:
de muchas maneras: mediante una desigual division del tra-
bajo, mediante el uso del salatio -que otorga a los asalariados
poder sobre los no asalariados-, y mediante’la instituciona-
lizacién del sexismo y el racismo, que naturalizan y mise
can -a través de la suposicin de diferentes personalidades- la
organizacién de regimenes laborales diferenciados. Tercero(3y
a partir de la revolucién en México y en China, las luchas
mas anti-sistémicas del tltimo siglo ao han sido enarboladas
s6lo, ni principalmente, por trabajadores industriales asalaria
dos (los sujetos revolucionarios proyectados por Marx), sino
‘que ban sido dadas por movimientos curales, indigenas, anti-
colonialistas, anti-apartheid y feministas, Hay tambi
luchas se evan a cabo por campesinos, pobladores urbanos,
asi como por trabajadores industriales en Africa, India, Lati-
noaméticn y China. Més importante atinfestas lnchas Son S05>
tenidas por mujeres que, contra toda adversidad, se dedican
{a Te reproducci6n de sus familias sin importat el valor que el
merendo arigna a sus vidas, valorizando su existencia, repro-
Jduciéndore para su propio bien, aun cuando los capitalistas
ideclarnn su inutilidad como fuerza de trabajo.
@Cutiles son las perspectivas, entonces, de que la teoria
‘marxinta pueda servir como una guia para la “revolucién” en
‘fuextro tiempo? Hago esta pregunta analizando la reestructu-
in de In reproduccién en la economia global. Mi reclamo
jadores
estas
ee\
€s que si la teoria marxista se va a dirigir a los movimientos
anti-capitalistas del siglo XXI, debe repensar la cuestion de la
“reproduccién’” desde una perspectiva planetaria. Reflexionar
sobre las actividades que reproducen nuestia vida disipa la
ilusién de que la automatizacin de la produccién puede crear
Jas condiciones materiales de una sociedad no explotadora,
mostrando que el obsticulo para la revolucién no es la falta
del saber (now-bon) tecnoldgico, sino las divisiones que el de-
satzollo capitalista produce en la clase trabajadora, De hecho,
hoy en dia el peligro es que, ademis de devorar el planeta
Tierra, el capitalismo desata més guerras como la que Estados
Unidos ha lanzado contra Afganistin e Irak, atizado por la
determinacién sistémica de apropiarse de todos los recursos
naturales del planeta y controlar la economfa mundial.
Marx y la reproduccién de la fuerza de trabajo
Sorprendentemente, dada su sofisticacién tebtica, Marx igno-
16 la existencia del trabajo reproductivo de las mujeres. Re-
conocié que, al igual que toda mercancia, la fuerza de trabajo
debe producisse y, en la medida en que tiene un valor mone-
tario, representa “una cantidad definida de la actividad social
promedio objetivada en ella”. Pero, al tiempo que explor6
meticulosamente la dinémica de la produccién hilandera y su
valorizacién capitalista, fue sucinto al abordar la cuestién de la
actividad reproductiva, reduciéndola al consumo de mercan-
fas que los trabajadores podian comprar con sus salarios, y
al trabajo que la produccida de estas mercancias requiere. En
otras palabras, como en el esquema neoliberal, también en la
explicacion de Mars, todo lo que se necesita pata reproducit
\Ka\ Marx, Capital vat. 1 Londres, Penguin Chassies, 1990,.124. (88
‘sash: El capital, Va. \, México, Fondo de Cultura Eeansnniea, 1959),
es Ia produceién de m
as y el mexe:
do, Ningia otro trabajo interviene paca prepa
que consumen los trab:
alguna entre Ja produccién de mercanci
la fuerza de trabajo’ i
De acuerdo con est
porel
proveerse al trabajador
novar su proceso vital
fuerza de
lor de las metcancias (comida, ropa,
el valor de
|, que debe:
‘el hombre, de modo que pueda re
a su proy
Aun cuando discute In reproduccién de
Nos dice que los salarios deben ser
dos para asegurar “los reempluzos del trabajado:”,
de modo que la fuerza laboral pueda perpe
los
tes que reconoce en este proceso son los traba)
linos que se reproducen a si mismos, sus salarios y sus m:
de subsistencia. La produccién de trabajadores es por
de las mercancias. Nada se dice acerca de las mujeres, de
actividad doméstica, sexualidad y procteacién. E
casos en que se refiere a la reproduccién bioldgica, In trata
como un fenémeno natural, argumentando que es a través de
los cambios en la organizacién de la producci
periédicamente un excedente de
en el mercado’, Peto, una vez
nicos agentes releva
ores mas:
os pocas
teproductiva de las mujeres? ;Por qué, por ejemplo, no se
Pregunté qué transformaciones deben suftir las
2 Ibidem,
3 Ibidem, p. 124.
fdubidem, p. 125.La repend
In fucrea de trabajo,
Se er de ajo
Primas involucradas en el proceso de reproduccién de la
verza de trabajo, con el fin de que su valor se transfera a
us productos (como lo hizo en el caso de otras metcan-
Sugiero que las condiciones de la clase trabajadora
erra -punto de referencia de Marx y Engels- ex
parte esta omisién‘, Marx describié la condicion
del proletariado industrial de su tiempo tal como la vio, y
'n actividad doméstica de las mujeres dificilmente era parte
de ella. Bajo el horizonte histérico y politico de Marx, Ia
actividad doméstica estaba reconocida, al menos en la cla-
se trabajadora industrial, como una rama especifica de la
Produccién capitalista. Aunque desde la primera fase del
slesarrollo capitalista, y especificamente en el pesiodo mer-
cantilista, el tabajo reproductive fue subsumido formal-
mente a Ia acumulacion capitalista; fue s6lo a finales del
XIX que el trabajo doméstico emergié como motor
clave para la teproduccién de Ia fuerza de trabajo indus-
lx por el capital y para el capital, de acuerdo
timientos de la produccién fabril. Hasta la dé-
cada de 1870, consecuentemente con una
I, organi:
Ds req
1 de Et capital, en el capitulo sobre la jornada
Is trabajo, y en La situaciin de la clase obrera en Inglaterra
845) de Engels: es decir, la situacion de una clase obrera
casi incapaz de reproducitse a si misma, que tenia como
promedio una expectativa de vida de veinte afios de edad y
en su juventud debido al exceso de trabajo®
'an andthe Witch, Nueva York, Autonomedia, 2004 fed
cast: Caliban y ia bruja, México, Pez ene Arbo - Tinta Limén, 2013]
6 Marx, Capital, op. cit, p. 346
Siva Fedesii
Solo al final del siglo XIX, la clase capitalista comenzé a
invertir en la reproducci6n del trabajo, en conjuncién con un
desplazamiento en la forma de acumulacién de la industria
ligera a la pesada, que requeria una disciplina laboral més in-
tensiva y un tipo de trabajador menos demacrado. En térmi-
‘nos marxistas, podemos decir que el desarrollo de la actividad
teproductiva y la consiguiente emergencia del ama de casa de
tiempo completo, fueron productos de la transicién de la ex-
traccién de plusvalor “absoluto” al “telativo” como modo de
explotacién del trabajo. No sorprende que, mientras zecono-
cid que “el mantenimiento y la reproduccién de la clase trabq-
jadora prevalece como condicién necesaria para la reproduc-
cién del capital”, Marx pudo afadir inmediatamente: “pero
pitalista puede dejar esto tranquilamente a los instintos
del trabajador por la auto-preservacion y la procreacién, Lo
Sinico que le importa al capitalista es reducir él consumo indi-
vidual del trabajador al minimo necesario’
También podemos suponer que las dificultades planten-
das pot la clasificacién de una forma de actividad no sujeta a
Ja valoracién monetaria, motivé ulteriormente a Marx a per-
manecer callado sobre este asunto. Peto hay una raz6a adicio-
‘al, mis indicativa de los limites del marxismo como teorfa
Politica, que debemos tomar en cuenta si vamos a explicar
or qué no solo Marx, sino generaciones de marxistas, que se
criaroa en épocas en que las tareas caseras y la domesticidad
habian triunfado, siguieron siendo ciegos a esta actividad.
Sugiero que Marx ignoté el trabajo reptoductivo de las
mujeres porque se mantuvo casado con un concepto “tecno-
logista” de la revolucién, donde la libertad arriba a través de
| maquina, donde e! aumento en la productividad del trabajo
¢s asumido como el fundamento material del comunismo, y
donde la organizacién capitalista del trabajo es vista como el
1 ibidem, pp. 481-482.
el1a reproducién dela fuerza de tabsjo,
era de rion
modelo mis alto de racionalidad histérica, sostenido frente
4 Gualuicr otra forma de produccién, incluyendo la repto-
duccién de la fuerza de trabajo. En otras palabras, Marx fallo
£n seconocer la importancia del trabajo reproductivo porque
acepto el criterio capitalista de aquello que constituye el traba-
0, y ctey6 que el trabajo industrial asalariado era el escenario
donde se jugaria la lucha por la emancipacién de la humani
ded.
Con pocas excepciones, los seguidores de Marx han re-
Producido los mismos supuestos, prueba de ello es el conti
fnuo romance con el famoso Frapmento sobre lar miiguinas en low
Grundrisse (1857-1858), que demuestra cémo la idealizacion
de la ciencia y la tecnologia, cual fuetzas liberadoris; conti.
nia siendo, hasta nuestros dias, un componente esencial de
{a visién marxista de la historia y de la revolucién. Incluso las
feministas socialistas, a pesar de reconocer la existencia del
trabajo reproductivo de las mujeres en el capitalismo, han ten-
dldo a enfatizar en el pasado su presunto caricter anticuado,
fetrograda y precapitalista, y a imaginar la reconstruccién so.
cialista de éste en la forma de un proceso de racionalizacién,
fumentando eu aivel produetivo hasta aquel alcanzado por
los sectores lideres de la produccién capitalista
[Una consecuencia en los tiempos modernos de este pun-
to ciego ha sido que los teéricos marxistas no han tenido la
capacidad de comprender la importancia histérica de la rebe.
tion de las mujezes contea el trabajo reproductivo después de
4a Segunda Guerra Mundial, tal cual quedé expresado en el
Movimiento de Liberacién de las Mujeres. Tales tedricos han
ignorado la rédefinicién prictica que este movimiento hizo
con tespecto a lo que constituye al trabajo, quién es la clase
twabsjadora y cudl es la naturaleza de la lucha de clases, Sélo
cuando las mujeres depron las oxganizadones dela izayierda,
\os manistas teconodieron redimente la imgottancia pol
I
|
i
[
del Movimiento de Liberacién de las Mui
dias, muchos marxistas no reconocen el caricter de gé
de gran parte del trabajo reproductivo, como ¢s el
so de eco-marxistas como Paul
para fuera como en la nocion de
nidios tabajadores en las falbticas, mientras qu
reto encontrar cualquier referencia a los nifios en la m:
de los textos marxistas.
Regresaré mis tarde sobre los limites del mar
temporineo, para hacer notat su incapacidad en
el significado del giro neoliberal y del proceso de
cida. Por el momento, baste con decir que dui
de 1960, bajo el impacto de la lucha
contra el apartheid en EU
el capitalismo y las relaciones de cl
tuna crftia radical por los escritores polit
tercer mundo Samir Amin y Andre Gunder Frank, quienes
criticaron su eurocentrismo y la centralidad que éste atribuye
al proletariado industrial asalariado como el princig
dor a la acumulacién capitalista y sujeto revol
cualquier forma, fue la revuelta de las mujeres cor
8 Véase Samir Amin, Accumulation on a World Scale: 4 C
the Theory of Underdey
las apor
5 Fu
prove
tigue yf
‘ueva York, Monthly Review Press,
dacién a escala mund
del subdesarrolto, México, Siglo XXI, 197
The Development of Underdevelopment, Nueva York, M
Preas, 1966 fed. cast: £/ desarrolio del subdesarrollo,
1974] y Captialism and Underdevelopment in Latin
tleal Studivs of Chile and Brazil, Nueva York, Mot
1967 led. cas: Cupritalisme y subdescarrolio en Aimer
(XI, 1974).
y Review Press,
a Latins, Méxixion de la fuerza de tra
ee er ce tba
je doméstico, en Europa y EUA, y mis tarde la expansién del
movimiento feminista alrededor del planeta, en las décadas
de 1980 y 1990, lo que desencadené el replanteamiento més
radical del marxismo.
La revuelta de las mujeres contra el trabajo doméstico
y Ia redefinicién feminista del trabajo, la lucha de
clases y la crisis capitalista
Pazece ser una ley social que el valor del trabajo es validado y,
quizis, creado por su rechazo. Este fue, sin duda, el caso del
trabajo doméstico que se mantuvo invisiblizado y desvalorado
que emergi6 un movimiento de mujeres que se reusé a
trabajo reproductivo como su destino natural, Fue
lta de las mujeres contra este trabajo en las décadas de
1960 y 1970, lo que desenmascaré la centralidad del teabaj
doméstico no retcibuido en la economia capitalista, recon-
do nuestra imagen de la sociedad como un inmenso
lineas de ensamblaj
‘ministas no sélo plantearon que la reproducciéa
de Ia fuerza de trabajo involucra un rango més amplio de ac-
tividades que el mero consumo de mercancias, puesto que la
debe ser preparada, las ropas deben lavarse, los cucr-
+ procurados y cuidados. Su reconocimiento
de la reproduccién y el trabajo domésticu
as categorias de Marx y a una nueva comprension
los fandamentos del desarrollo eapitallats
y del lucha de clases. Desde los primeros aon de 1970, la
‘coria Geminista tomé formas que radicalizaron al giro tabrice
Silvia Federici
gue los exiticos de Marx provenientes de los paises del Tercet
Mundo habian inaugurado. Confirmé que el capitalismo no
¢s necesariamente identificable con el trabajo formal y asala-
ado; argumenté que, en esencia, es trabajo no libre, y reveld
Ja conexién umbilical entre la devaluacién del trabajo repro-
ductivo y la devaluacién de la posicién social de las mujeres
Este cambio de paradigma también tuvo consecuencias
politicas. La més inmediata fue el rechazo de las consignas de
la izquierda marxista tales como las ideas de “huelga general
0 “rechazo del trabajo”, las cuales aunca incluyeron a las tra-
bajadoras domésticas. Con el paso del tiempo, se ha legado
4 Ta conciencia de que el marxismo, fltrado por el leninismo
la socialdemocracia, ha expresado los intereses de un sectot
limitado del proletatiado mundial, aquel de los trabajadores
hombres, adultos'y blancos, que en gran paite han derivado
su poder del hecho de que ellos trabajaban en los sectores
principales de la produccién industrial capitalista, en los nive-
les més elevados del desarrollo tecnolégico.
El ado positivo es que el descubrimiento del trabajo re-
productivo ha hecho posible comprender que la produccién
capitalista descansa sobre la producciéa de ua tipo particular
de trabajador -y por lo tanto, de un tipo particular de familia,
sexualidad y procreacién-, lo cual ha petmitido redefinit la
esfern privada como una esfera de relaciones de producciéa
y un terreno de lucha anticapitalista, En este contexto, lis
mero de divorcios podian leerse “en cambio-, como
» de resistencia a la disciplina capitalista del trabajo. Lo
Dersonal devino politico y central; caimos en cuenta en qu
cl Estado habia subsumido nuestras vidas'y reproduccion
hasta la recimara,La epe a fuerza de wabsio,
i era de ras
Con base en este anilisis, a mediados de la década de
1970 -un momento crucial en la creacién de las politicas ca-
Pitalistas, durante el cual se dieron los primeros pasos hacia la
feestructuracién neoliberal de la economia mundial muchas
feministas pudiezon ver que la crisis capitalisca desplegada era
‘una respuesta, no sdlo a las luchas obreras, sino también al
rechazo de las mujeres al trabajo doméstico, asi como a la c
lente resistencia de nuevas generaciones de hombres y moj
res africanos, asiéticos, latinoamericanos y caribefios contra
legado del colonialismo. Quienes més aportaron a esta pers-
ectiva eran activistas en el Movimiento por la Remuneracion
del Trabajo Doméstico, como Mariarosa Dalla Costa, Selma
James, Leopoldina Fortunati, quienes mostraron que las lu-
chas invisibles de las mujeres contra Ia disciplina doméstica
estaban subvirtiendo el modelo de reproduccién que habia
sido el pilar del acuerdo fordista. Dalla Costa, por ejemplo,
en “Riproduzione e emigrazione” (1974) {“Reproduccién y
emigracién”], sefialé que, desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial, las mujeres en Europa se habian comprometido en
una silenciosa huelga contra la procreacién, como resultaba
evidente por el colapso de la tasa de natalidad y las promo-
ciones gubernamentales a la inmigracién. Fortunati en Brutto
Géao (1976) [Feo adidi] examinaba las motivaciones tras el &xo-
o rural de las muijeres italianas postetiot a la Segunda Gue-
‘ta, su reorientacién del salario familiar hacia la reproduccién
de nuevas generaciones; la conexidn entre la biisqueda de las
mujetes por independencia en la posguersa; su creciente in-
versién en los infantes, y la cteciente combatividad de la nue-
va generacién de trabajadores y trabajadoras, Selma James en
“Sex, Race and Class” (1975) ['Sexo, raza y clase”) mostré
que el comportamiento “cultural’ y los “roles” sociales de
las mujeres debian ser leidos como una “respuesta y rebelién
contra” la totalidad de sus vidas capitalistas.
rios: dependencia econ:
confinamiento
una fi
socia ma de t
naturalizado, una sexualidad
Estado. Contrariamente a
tendida, la crisis no se reduefa a las m
media. De hecho, el primer m
mujeres en BUA estaba formado primor
res negtas. Pue el Welfare Mothers Moverient el que, iosp
el Movimiento por los Derechos Civiles, condujo
campafia por la “remuneracién es
(bajo el nombre de Aid to Dependent Children)
largo de la cual Jas mujeres lucharon por r
econémico del trabajo reproductivo que realizaban
“a asistencia publica” como un derecho
Las mujeres se movilizaron tam
procteacién controladas
na concepcién ¢
es blancas
de intervenir en el campo de las politicas femin
promotora de los derechos de las mujeres. En otros esc
tos, he sugerido que la ONU jugé el mismo pape! r
a difusién internacional de los movimientos de
que el que habia jugado en la década de 1960 en rel:
lucha anticoloni
9 Milwaukee County Welfare Rights Organization, Welfare Mothers
‘Speak Out (Hablan las Madres por la asistencia social], Nueva York,
W. W. Norton Co., 1972.
10 Silvia Federici, «Going to Beinjing: How the United Nations Coloni-
zed the Feminist Movement» [Dirigiéndonos a Beijing: como Naciones
Unidas coloniz6 al movimiento feministal, manuscrito inédito, 2000.s derechos de las mujeres, le
Permiti6 canalizar las politicas en favor de la iberacién de las
{os planes del capital internacional y del desarrollo de la agen-
la neoliberal. En efecto, la conferencia de Ciudad de México,
que las mujeres estaban llevando adelante con
tespecto a la reproduccién, estaban redireccionando las eco-
loniales hacia un aumento de la inversién en
a fuerza de trabajo doméstica, ademds de ser el factor mis
portante en el fracaso de los planes de desarrollo del Banco
ial para la comercializacién de la agricultura. En Africa,
jetes se habian reusado de manera consistente a ser
jar en los cultivos comerciales de sus es-
lugar, habian defendido la agricultura orientada
. transformando sus poblados de sitios para
iccién de mano de obra barata -como en Ja ima.
soux propuso"., en lugares de resistencia a
la década de 1980, esta resistencia fue
como el principal factor en la crisis de los proyec-
rollo agsicola del Banco Mundial, promoviendo
wio de
la aportacién de las mujeres
tarde, iniciativas orientadas a integrarlas
arrollo” y
120 de la eco
neta
ia, como “proyectos para
de ingresos
esquemas para préstamo de
tsocinados por ONG's. Dados estos aconteci-
;, Maidens, Meal, and Money: Capitalism and
Conmmunity, Cambridge University Press, 1975 [ed. cast.
aneros y capitales: economia deméstica y capitalismo,
lo XI, 1985]. Meillassoux afirmaba que la agricultura de
ia ha supuesto un incentivo para los gobiemos, las empresas
agencias de desarrollo, que les ha permitido una explotacién mis
cfectiva del trabajo africano, mediante una constante transferencia de
riqueza y trabajo de las zonas rurales a las urbanas (pp. 110-111),
Silvia Federici
mientos, no es sorprendente que la reestructutacién produci-
a por la globalizacién de la economia mundial ha levado a
una inmensa reorganizacién de la reproduccién, asi como a
una campafia contra las mujeres conducida en el nombre del
‘control poblacional
A continuacién, delineo las modalidades de esta rees-
tructuracién, identifico las tendencias principales, sus conse-
cuencias sociales y su impacto sobre las relaciones de clase.
Antes, sin embargo, deberia explicar porque contintio usando
el concepto de fuerza de trabajo, aunque algunas feministas
Jo han criticado como reductivo, sefidlando que las mujeres
producen personas vivas -hijos, parientes, amigos-, no fuerza
de trabajo.
La critica es bien recibida. La “fuerza de trabajo” es una
abstraccién. Tal como nos dice Mars, haciendo eco de Sis-
mondi, la fuerza de trabajo “no es nada si no es vendida” y
izada'*. Yo, de cualquier modo, mantengo este concepto
por distintas razones. En primer lugar, para evidenciar el he-
cho de que en la sociedad capitalista el trabajo reproductive
10 coincide con la libre reproduccién de nosotros y nosotras
mismas, o de otros, de acuerdo a nuestros deseos y los de
aquellos. En la medida en que, directa o indirectamente, el tra-
bajo reproductivo es intercambiado por un salatio, est suje-
to, bajo cualquier punto de vista, a las condiciones que le son
impuestas por la organizaci6n capitalista del trabajo y las rel
ciones de produccién, En otras palabras, el trabajo doméstico
no es una actividad libre, Es la “produecién y reproduccién
Ge los medios de produccién més indispensables al capitalista:
el trabajador™. Por ello, esti sujeto a todas las constricciones
que detivan del hecho de que su producto debe satisfacer los
requerimientos del mercado,
12 Karl Mars, Capital, op. elt, p. 126.
13 Ibidem, p, 481La reprociuecin de a fueraa de abso,
iron
En segundo lugar, isis en Ia iden de reproduecidn d la
“fuerza de trabajo” permite develar el caticter dea ae la labor
Eproductiva y su contradiccién inherente y, por lo anto, el
caticter inestable y potencialmente distuptivo de eave tipo de
divisién entre estos dos aspectos del trabajo reproductivo. De
cualquier modo, mantener el concepto hace emerger la ten-
si6n, la potencial separacién; sugiere la idea de un mundo de
conflictos, de resistencias y contradicciones, que tienen sig.
nificaci6n p
achat contta el trabajo domeéstico sin tener tener ¢ artuinar
Hucstas comunidades, pues este trabajo aprisiona a los pro-
uctores, asf como a quienes son reproduciddos Poraquél (ana
Clatificacion, que fue crucial para el movimiente de liberacién
de las mujeres)
También quiero defender, contra las tendencias posmo-
dernas, mi voluntad de seguir manteniendo la separacion entre
Produccién y reproduecién, Es verdad que en cierto sentido
Ha diferencia entre ambas ha devenido bortosa, Las luchas de
4a década de 1960 en Europa y EUA, especialmente aquellas
itica. Entre otras cosas, nos dice que podemes
la cle capitalista que inverti en la reprodu
Bencracién de trabajadores “no paga”. No es gntantia del na.
panto en la productividad del trabajo. Por lo tanto, no sélo
las inversiones estatales en la fuerza de trabajo han decaido
dsistcamente, sino que las actividades reproductives han dd
teorganizadas como servicios productores de valor, por los
cuales los tabajadores deben pagar
esta manera, el valor que las activi
Finalmente, hablo de este trabajo como
en lugar de lamarlo “afectivo” porque, en su
dlominante, éste iltimo desctibe solamente .
del trabajo que la reproduccién de los seres
te, borrando el potencial
de trabajo reproductivo, Subrayando su fi
cién de la fuerza de trabajo y, consecuenterne,
las contradicciones inherentes en este tipo de t
“epto de “trabajo reproductive” reconoce
alianzas cruciles y formas de coopetacio
los reproducidos: madres e hijos, maeste
fermetas y pacientes,
‘Teniendo en mente este caricter re
productivo, preguntémonos er
eco:
reprodi
nciéa en fa py
nces: geéimo |
Smica ha reestructurado la reproduccidn de
trabajo? Y ceuales han sido los efectos de esta reestructu
cién sobre los trabajadores y, en especial, sobce las mujeres,
que han sido tradicionalmente el s trabajo
feproductivo? Y, por iltimo, zqué es lo que podemos sacar
fn clnto de esta reestructuracién concerniente al desarsollo
capitalista y cudl es el papel de fa teoriLs sope a de abajo.
icapitalistas de nuestra época? Mi respuesta a tales pregun-
en dos partes. Primero, discutiré brevernente
1e la globalizacién ha producido en
| proceso general de la reproduccién social y en Ia relacion
de clase; después, discutiré mas extensivamente la reestructu-
racién del trabajo reproductivo.
Nombrando lo intolerable: acumulacién primitiva y re~
estructuracién de la reproduccién
Hay cuatro formas principales en que la reesteucturacién d
mia mundial ha respondido a los ciclos de luchas de las
de 1960 y 1970, transformando la reproduccién so-
\s relaciones de clase. Primero, ha habido la expansiéa
yercado laboral. La globalizacién ha producido un salto
istérico en Ia magnitud del proletariado mundial, tanto a tra-
vés de un proceso global de despojos que ha separado millo-
de sus tierras, trabajos y “usos y costumbres”
como a través de! aumento del empleo laboral de las mujeres.
No debe sorprendernos que la globalizacién se haya presenta-
1n proceso de acumulacién originaria que ha asumi-
, flexibil del trabajo y produecién ‘just
ises anteriormente socialistas, ha produ-
id de produccién “Just ” reproductivo un espacio mas libre y creativo de
desarrollada-, est
he afirmado, esto no es una utopia
de la economia mundial globalizada podrian haber
astas de no haber sido por los esfuerzos
mujeres han hecho para as
importarles el valor que se les concede en
oral capitalista. A través de sus actividades de
ormas de accién directa
yurar el sustento
as, exisis ¢ s y devaluacién, conforme el mundo
dedor se derrumbaba, ellas han sembrado maiz en las
patcelas abandonadas de los pueblos, cocinado comida para
vender en las ealles, creado cocinas comunitarias -ollas comu-
res como en Chile y Pert, interponiéndose a la total mercan-
tilizacién de la vida ¢ iniciando un proceso de reapropiacion y
recolectivizacién de la reproduccién, indispensables si hemos
de recuperar el control sobre nuestras vidas. Los movimien-
tos “Onewpy” y de toma festiva de las plazas de 2011 son, de
cierta forma, una continuacién de este proceso, conforme las
“multitudes” han entendido que ningén movimiento se sos-
tiene, si no pone al centro la reproduccién de aquellos que en
4 participan, transformando de esta manera las demostracio-
nes de protesta en momentos de reproduccién y cooperacién
colectivas.La reproduecidn de la fuerza de tra
derbi
de in surgido una politica y una ideologia que recon-
ceptualizan a los trabajadores como mictoemprendedore
responsables de invertir en si mismos, siendo éstos ssupues-
famente- los beneficiarios exclusivos de Ins actividades de
reproduccién gastadas en ellos. De acuerdo con esto, ha
ceurtido un cambio en la articulacién temporal entre pro:
Guccién y reproduccién. Conforme los subsidios a la + lud,
4a educacién, ls pensiones y el transporte pitblico han se
ecortados; conforme estos derechos han sido gravados
con altos impuestos, y los trabajadores han sido obligados a
asumir el costo de su reproduccién; eada articulacién, cada
momento de Ia reproduccién de la fuerza de trabajo se ha
tornado un punto inmediato para la acumulacién,
Cuatto, la apropiacin y destruccién de los bosques,
océanos, aguas, pesca, arrecifes de coral, especies animales
Y vegetales, por parte de las corporaciones, han aleanzado
un pico histérico. Pafs tras pais, desde Africa hasta las Is-
Jas del Pacifico, inmensas extensiones de tieztas de cultivo
¥ aguas costeras -hogar j fuente de sustento para inmensas
Poblaciones-, han sido privatizadas y puestas al servicio de
12 agroindustria, de la mineria o de la pesca industial, La
globalizacién ha revelado, de forma absolutamente inequi-
voce, el costo de la producciéa y la tecnologia capitalistas,
a tal grado que se ha vuelto inconcebible hablat, tl come
hizo Marx en los Grundrisse, de
lo,
patuleza” “su produccién de una etapa dela sociedad fen
12 cual] Ia naturaleza deviene simplemente un objeto para
la humanidad, una cuestién puramente de utilidad, [don-
de) cesa de ser reconocida como una fuerga en si misma, y
leconciencia teorética de sus leyes independientes aparece
fan sdlo como tna estratagema diseiiada para sometedla a
'hs exigencias humanas, sea como
como medio de produccién’
Después del dectame de BP [British Petrol]
ma en 2011 -entre ottos de: izados por
raciones-, conforme los mares estin muriendo
Por islas de basura, mienteas el espacio se co
Surero asi como en depésito de armas, tales palab
‘ener para nosotros tan solo reverberaciones omi
En grados diversos, este desarrollo
los pueblos del planets. Aun asi, el Nuevo Orden
Puede describirse de manera més precisa como proceso
recolonizacién, Lejos de eliminar las diferencias exe,
cl mundo a través de una red de citcuitos inrect
lo ha reconstruido coo uaa estructura j
do las desigualdades y la polatizacion al como eco-
némica, y profundizando que histéricamente
han caracterizado la divisin sexual inten
js jerarquias que los movimientos de libeen
Jas mujeres habian socavado,
El centro estratégico de fa acurmul
clantiguo mundo colonial, histéricamen
capitalista y lugar de esclavitud y
do “centro estratégico” porque su reestructuraci
base y precondiciéa para Ia teorganizacién global de la pro-
duccién y del mercado laboral a nivel mundial, Es aqui
efecto, donde hemos presenciado los primeros
Procesos de expropiacidn y pauperizacién,
ical etiro de las inversiones p
dela fuerza de trabajo. Estos procesos es
{5 Karl Marx, Grundriss, citado por David MeLellane Karl Marx
Selected Writings, Oxford, Oxford University Prese
{ed cast. Elementos fundamentales para la critica de
Siglo XX1, México, 2007),
objeto de
te soporte del sistem:
tadicales
Serger arrests rae ee ereLa reproduecin de la fuerza de taba,
er eta
Una medida del nivel en que la reproducciSn de la fuetza
de trabajo ha sido degradada es el hecho de que, a lo largo
¥ ancho del mundo, millones de personas estén encaranio,
suftimientos inenatrables, o la prospectiva de la mucete ya
Encarcelamiento con el fin de migrat, Ciertamente, I migra.
cién no es sélo una necesidad sino, como argumentaren Yen
Moulier Boutang y Dimitris Papadopolous entre ones
éxodo hacia niveles mas elevados de lucha, un medi P:
azrobisrse dela tiqueza robada. Es esta la razén por la que
Eperaci6n ha adquitido un carécter auténomo que hace diff.
cil wsetla como mecsnismo regulatorio para la eatructamicien
del mercado laboral. Pero no hay duda de que,
Personas dejan sus paises en biisqueda de un di
a miles de kilémetros de distancia de sus ho
no pueden reproducirse, 0 al menos, no
adecuadas de vida. Esto es especialmente
Sonsideramos que.la mited de los migrantes son mujeres, nan
chas casadss y cos’ nos que tienen que dejat atris, Deete nn
Punto de vista histérico, esta pri
un
si millones de
lestino incierto
Bares, es porque
bajo condiciones
evidente cuando
sino porque son
auienes han sido hechas para sentir mayor responsabilidad
Potla reproduccidn de sus familias. Son quienes deben asegu-
arse de que los nifios tengan comida, aunque a menudo ellas
fengan que quedarse sin ésta, y quienes se aseguran de velar
Potlos ancianos o los enfermos. Ast, cuando cientos de miles
dejan sus hogares para enfrentar afios de aislamiento y hu-
mnillacion, viviendo con angustia por no poder dat a le gente
19 Yann Moulier Boutang, De 'esclavage au salariat. Economie hs.
(rigue du salariat bride, Patis, Presse Universitaire de France, 1998
{ed east: De la esclavitud al trabajo asalariado: economia histérion
Akal, 2006]; Dimitris Papadopoulos,
Niam Shephenson y Vassilis Tsianos, Escape Routes Control and Sub
version in the 21th Century, Londres, Pluto Press, 2008,
que quieren el mismo cuidado que brindan a cot pletos extra
fos al decredor del mundo, sabemos que algo protun
imatico esti pasando en la organizacion de
en el mundo,
mente
De cualquier modo, debemos rechazar la conch
de que la indiferencia que la clase ta internacional
muestra frente a la pérdida de vida que la glo!
Produciendo, es una prueba de que el capital
mis al abajo vivo. En realidad, la destruc
de la vida humana ha sido u
capitalismo desde s como contraparte nece
sarin de Ia acumulacién de fuerza de tr
inevitablemente violento. Las recusrentes “
duccién’
‘ctisis de te
que hemos atestiguado en Aftica en |
décadas, estin entaizadas en esta dialéctica de a¢
de fuerza de trabajo y destruccién. As;
del trabajo informal y otros fendmenos, gute en in
do moderno” pueden parecer abomi
¢l nivel masivo de encatcelamientos o el ere,
Organs y otras partes humanas., deben ser entendider cg
este contexto.
imismo,
El capitalismo alimenta una permanente crisis de tepro-
duccién,
esto no ha sido tan evidente en nuestros ti
mpos,
al menos no en muchas partes del
Norte global, es porque las
catistrofes humanas que ha causado han sido, las mis
veces, confinadas a las colonias, externalizadas y rac
como un efecto del retraso cultural pe
Liadiciones erradas o “tribalismo”. Aun mis, en gran parte
de las décadas de 1980 y 1990, los efectos de la sectrene
‘orscién neoliberal en el Norte fueron apenas sentidos 22,
cepto en las comunidades de color, o fueron pescibidas en
Sattes casos (por ejemplo, la flexibilizacion y precarizacion
del abajo), como altetnativas liberadoras al répimen label