Pero nos une la circunstancia de que te extrao y que me extraas. Cuanto t ya me hayas olvidado: cuando ya no te entristezca el cielo, cuando ya no pueda llamrseme recuerdo, entonces slo a humo te sabr el tabaco. Cuando ya no existan las pisadas que dejaron mis zapatos, ni los vestigios de mi risa inscritos en tu alma (y en la ma, esa sombra permanente: tu mirada). Cuando este poema, si vali algo, ya no valga nada. Y esas cartas que te escribo formen parte de tu fauna y se pudran como flores en tu patio amontonadas. Cuando yo no sea ms que un rostro: boca, nariz, ojos Cuando me sea un privilegio tu memoria y mi nombre no te sugiera esa cancin ni ninguna otra. Cuando yo no exista, estando vivo. Cuando pise las hojas muertas una tarde gris, con las manos perdidas en los bolsillos buscando con qu encender mi cigarrillo y a recordarte me siente en la acera hmeda de olvido. Con qu argumento decir que me aoras? con qu lgrimas. (Y en mi alma esa permanente sombra: tu mirada). Jos ngel Pedroza