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EI cerebro agresivo Se sospecha que las alteraciones neurofisiolégicas favorecen las tendencias agresivas. Pero hay implicados varios factores mas Daniel Striber, Monika Liick y Gerhard Roth fr qué se mata a la caje~ 1a, si apenas ha ingre- sado un par de cientos de euros? {Qué impul- sa-el maltrato paterno? {Por qué un joven compromete su futuro propi- nando una brutal paliza a otto mis bil hasta dejarlo invalido por una discusién nimia? Ante el continuo flujo de noticias sobre asesinatos, homicidios, maltra- tos y abusos sexuales, muchos no pue- éAsesino? den evitar plantearse estas cucstiones y similares. Si, ademds, el delito 1o comete un reincidente ya condenado por el mismo tipo de crimen, la opi- nin piblica se queda desconcertada, Parece evidente que fracasan todas las medidas, por dristicas que sean, para hacer entrar en razén a tales sujetos. {No pueden evitarlo aunque quie~ ran? {Qué les convierte en deline cuentes? {Suffieron en su nifiez un trato eruel en vez de recibir earifio? aLlevan la agresividad grabada en sus genes? @Delincuente nato? A lo largo de los iltimas afios se hhan venido realizando numerosas in- vestigaciones sobre el tema, Entre elas, algunas @ largo plazo: psicdlo- g0s, médicos y neurélogos observan luna cohorte de sujetos desde su ni- fiez 0 adolescencia hasta determina- da edad madura, En nuestra propia investigacién panorimica, publicada en el aio 2005, abordamos las rai- ces psicobiolégicas de la violencia fisica, clasificando y valorando con cesta finalidad resultados generales procedentes de los cuatro puntos cardinales. El espectro considerado abarcaba desde travesuras y peleas hasta homicidios y asesinatos, pa- ssando por formas eves y severas de lesiones corporales ‘Nuestra principal conclusién fue la siguiente: el comportamiento violento no podia reducirse a una sola “causa”, sea ésta la propensién genética, un hogar paterno adverso u otra experiencia negativa, Antes bien, se trata de una combinacién de factores de riesgo que se refuerzan unos a otros en sus efectos, Esta conclusién Ileva aparejada una buena noticia: entra dentro de lo posible que las tendencias a la conducta vio- lenta de un individuo, intensificadas por algitn tipo de influencia, puedan compensarse mediante mecanismos positivos Uno de los estudios a largo plazo més ambiciosos comenzé en 1972 en Nueva Zelanda, Un equipo interne- cional de psicélogos siguié, duran- te 33 alos, el desenvolvimiento de ‘unas mil personas que nacieron por centonees en la ciudad de Dunedin, Terrie Morffitt y Avshalom Caspi, del King’s College de Londres, in- vestigaron sobre esa cohorte, de ma nera particular, las distintas formas de comportamiento antisocial que acostumbran acompaiiarse del ejer- cicio de la violencia fisica Apogeo en la pubertad Segiin sus observaciones, pueden di- ferenciarse dos grupos. En el més numeroso, las formas de comport rmiento antisocial aleanzan un eimu- To mayor entre los trece y los quin- ee aos, Posteriormente se picrden fen la mayoria de los jévenes estas tendencias, de forma muy répida, Una minoria, sin embargo, muestra ya en la niflez —algunos incluso a los cinco aos de edad— compor- tamientos antisociales que persisten hasta la edad adulta. Este grupo esti constituido casi exclusivamente por De hecho, ol sexo masculino es el ‘inico factor de riesgo para la violen- cia, Como corroboran las estadisticas de criminalidad, los adolescentes y adultos jévenes cometen, en todas partes, la mayorla de las agresiones fisieas. Los actos violentos de par ticular gravedad —asesinatos, ho- micidios, heridas corporales severas © violaciones— son cometidos casi exclusivamente por varones. De ello no se infiere que las adoles+ ccontes y mujeres jévenes sean menos agresivas, segiin era tesis todavia acep- tada en los aiios noventa. Los varones se inclinan hacia le violencia fisiea directa y extravertida, mientras que las mujeres se decantan por la agresin solapada ¢ indirecta. En la tela de arafia de las intrigas y las estrategias de guerra psicolégica, las muchachas aventajan de lejos a los chicos. Los trastornos del comportamiento social aparecen en ellas tipicamente en una determinada fase de la pubertad: entre los 14 y los 15 aflos. ¥ con 17 y 18 afios disminuyen en la mayoria de Ios casos. Las causas de esta diferencia en te varones y mujeres son miltiples. Los roles sexuales aprendidos tienen ‘mucha importancia ("Las nifias no se pegan!” En cambio, “jUn chico tiene ‘que saber defenderse!”). Ademés, las {Genicas de apresién indirectas requic~ ren un valor bastante alto de “inteli- gencia social”, la cual se desarrolla antes y mas deprisa en las niffas, Pero las diferencias neurofisioligicas ejer= ccen también, con absoluta seguridad, cierta influencia, El grupo, restringide, que comete actos violentos de una’ manera cré= nica, integrado por varones y cuyas tendencias se muestran a una edad tomprana, se caracteriza por un mae nojo de rasgos; entze ellos: bajo nivel de tolerancia frente a la frustracién, déficit en el aprendizaje de las reglas ZFALSAS ETIQUETAS? A simple vista, el criminal no evidencia sus inclinaciones violentas. Pero tuna ojeada en el cerebro ofrece pistas para conocer por qué da rienda suelta a su agresividad. No obstante, conviene ser cauto. Las alteraciones cerebrales pueden Hevar a la reatizacton de acciones violentas, pero eso no implica que tenga que ser siempre necesariamente asi. 4 La tendencia a la violencia impulsiva parece deberse, al ‘menos en el caso de los varones, a alteraciones de la corteza prefrontal. En condiciones normales, esa zona inhibe los Impulsos agresivos que surgen en el sistema limbico (fecha azul), La “hipotesis del cerebro frontal” ve, por tanto, la causa de la disposicin violenta en una actividad reductda 0 fen un dafio precoz de ls corteza prefrontal, especialmente en {a parte orbitofrontal, Pero también concurren alteraciones del sistema limbico en los delincuentes violentos. Los dafios en el hipocampo en dlincuentes violentos impulsivos pueden afectar ef procesa- ‘miento y la valoraci6n de Is informacién emocional. Por eso, algunos investigadores presumen que la causa de la actuaci6n violenta reside en la actuacién deficiente de fa amigdala. Esto podria explicar la impavidez, la escasa empatia y la ausencia de sentimientos de culpa, rasgos que caracterizan 2 los dllincuentes violentos “de sangre fria”. Cambios en el control de los neurotransmisores bastan 8 veces para desbaratar el goblerno de los impulsos y de Jos sentimientos. Un papel importante corresponderia a la sefotonina, neurotransmisor que se sintetiza en los nticleos del rafe dorsales, Desde alli alcanza a numerosas estructuras cerebrales (flecha rojaj; opera en la transmisién. sinaptica de los estimulos. ‘Como medida de la concentracién de serotonina en el cerebro se considera valida fa concentracién de uno de sus ‘metabolitos, el Acido 5 hidroxiindol acético, en el liquido ‘efalorraquldeo, Un nivel bajo de écido § hidroxiindol acé- tico se corresponde en el terreno del comportamiento con tendencias antisociales. Cabe, sin embargo, la posibilidad de que se tratara de efecto indirecto, ya que a la serotonine compete atemperar y reducir ef estado de angustia. Quien, sociales, problemas de atencién, limi tada capacidad de empatia y escasa inteligencia. Pero lo que resulta Hamative en cllos es su comportamiento extraor- dinariamente impulsive. Una y otra vvez, se muestran presa de sus sen- timientos y de impulsos agresivos a los que tales sentimientos se hallan vineulados. Basta una provocacién nimia para que les invada la ira y dejen de pensar en las consecuencias de sus actos. Si alguien les mira con insistencia, se sienten amenazados y, de inmediato se ponen en guar dia, a la defensiva, A menudo, se arrepienten luego. Los delineuentes cerénicos conforman cl “nicleo duro” y cometen Ia mayoria de los actos Violentos registrados. terminan de confi 2 En particular los reincidentes, con argos historiales penitenciarios, tienen problemas para reprimir sus impulsos agresivos, Como muestran las ences tas realizadas cn 1999 por un equipo de investigacién dirigido por Emest SS. Barrat con internos de los penales del estado federal de Texas, estos suje- tos se dejan enredar una y otra vez en leas, pese a que ello conlleve un endurecimiento de su régimen carcela- rio. A la pregunta de por qué persisten fen esta conducta tan perjudicial para ellos mismos, los afectados responden a menudo que no Io sab desventajas y hacen propésitos de ac- tuar de una forma més controlada en las ocasiones siguientes, aunque no para poder reprimir sus impulsos. El cerebro en el banquillo de los acusados debido a un deficit de serotonina, padezca intensos senti- mientos de miedo, angustia y amenaza, es posible que tiends a una “agresion reactiva” bajo el lema de “me siento atacado y tengo que defenderme como sea”, AI mismo tiempo, niveles bajos de serotonina se asocian al riesgo de suicidio, que, por otra parte, constituye una secuela frecuente de los “‘com- portamientos de cortocirculto”, Esta circunstancla subraya la relacion entre serotonina y control de los impulsos. Deficiencias en el control de lz serotonina pueden ser la consecuencia de influencias negativas ambientales; por ejemplo, estrés crénico o consumo de drogas durante el embarazo, aunque también abandono, violencia y abusos durante as etapas tempranas de la nifiez. Por otro lado, la dotacion genética de una persona determina en buena medida la correcta actividad del sistema serotoninico: para gran parte de sus componentes, los biélogos moleculares hhan descubierto distintas variantes genéticas, fos llamados polimorfismos, que, mediante la conjuncién con los factores de riesgo sociales, aumentan el peligro de un comportamien- to impulsivo, antisocial y violento. En el caso del aumento de agresividad aparece como espe- cialmente responsable una variante del gen de la triptofano hidroxilas, necesario para la sintesis de la serotonina. Ahora bien, la concentracién, actividad y eficencia de los trans portadores y receptores de la serotonina, asl como de las enzimas que intervienen en el catabolismo de los mensajeros, varian, asimismo, en funcién de la carga genética e influyen, por ende, en as funciones cerebrales gobernadas por Ie serotonina. Ademés, las deficiencias en el metabolismo de fa serotonina que acontecen antes del nacimiento o durante la primera infancia afectan al desarrollo cerebral y puecen cocasionar las alteraciones anatomicas observadas. La impulsivided de los delin- cuentes violentos crénicos parece descansar en una “predisposicién” de su fisiologia cerebral. En este sentido, la ncurologia ha descubicrto que, en tales sujetos, a diferencia del ciudadano medio, se observan frecuentes alteraciones anatémicas 6 fisiolégicas en determinadas éreas, de Ia corteza cerebral, en particu- lar de Ie corteza prefrontal, aunque también del sistema limbico. Todos estos campos cerebrales se asocian a la aparicién y el control de las emociones. A determinadas freas de la corteza prefrontal se les atribuye una accién inhibidora de z0- nas del sistema limbico, especialmente del bipotdlamo y de la amigdala, de donde parten, entre otros, Ios impul- Ven sus en su capacidad Mente erero 22/2007 coneze retonial Cort cerebral taneparents Amigdala Hits sos agresivos. Sobre esta presuncién se fundamenta la “hipétesis del cere~ bro frontal”, segiin la cual las raices psicobiolégicas del comportamiento antisocial residirfan en un defecto del citcuito de regulaciéa entre la corteza prefontal y el sistema limbico. Varios estudios recientes apoyan Ia hipdtesis. Asi, el equipo dizigido por Jordan Grafiman, del Instituto Nacio- nal de Salud de Bethesda, investigé 2 veteranos de la guerra de Vieinam {que habian sufrido dios en la corteza prefrontal. Observaron que todos evi- denciaban un ineremento de la agro= sividad. Al propio tiempo, estudiaron 2 pacientes adultos con lesiones del cerebro frontal y comprobaron que se comportaban de forma desinhibi- da, inadecuada impulsiva, amén de Mente cerebro 22/2007 ‘manifestar sintomas de un trastorno de la personalidad antisocial. Pero, por lo demas, no encontraron en ninguno de los casos pruebas directas de violencia fisica acusada. Sombras del pasado ‘Otra cosa parece acontecer si cl cere bro frontal sufze algiin tipo de alvera- cin en [a infancia. El grupo dirigido por Antonio Damasio, de la Univer- sidad de lowa, observé que en estos casos podian derivarse consecuencias

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