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Ee cos | ECONOMICAS — ~~ DELA PAZ | [John Maynard Keynes folio Titulo original: THE ECONOMIC CONSEQUENCES OF THE PEACE The Macmillan Press Traduecion de: Juan Uiia Todos fos derechos rtervados. Ninguna parte de exe libra pede ser tepsnde- id almaceaads otans fa ce manera alguna ai por ningin medio, ya sea ‘ate eleesénico, mecinico, 6ptico, de gabacién magnéics oxcrogtafiado, sin Ih awoviacin por ectce del editor © The Royal Economic Society, Londres © Edivorial Critica, S.A, © Para Ia presente edicidn, Ediciones Folio, S.A. (235-1997) Muntanet, 371-373, 08021 BARCELONA ISBN: 84-413-0593-5, Depésiro Legal: B. 9189-1997 Lmpreso y encuadernado por Printer industria grifica, 6.3 Sant Viceng dels Hores (Barcelona) Printed in Spain INDICE Prefacio Capitulo I. — Introducci6n Capitulo 11. — Europe antes de la guerra Capitulo TI. — La Conferencia . Capitulo IV.— Ef Tratado Capitulo V.— Reparaciones Capftulo VI. — Europa después det Tratado | Capitulo VII. — Lor remedios APENDICE Nova editosial . Borredor de ua prefacio més extenso _ Texto del prefacio francés Prefacio a la edicién remana Introduecién a Ia ediciéa rumana Indice alfabético B 24 40 75 147 164 195 197 198 202 204 205 Capituto T INTRODUCCION La facultad de adaptacién es caracterfstica de la Homanidad, Po- cos son Jos que se hacen cargo de la condicién desusada, inestable, complicada, falta de unidad y transitoria de la organizacién econdmmi, ca en que ha vivido la Furopa occidental durante el iltimo medio sigh, Tomamos por naturales, permanentes y de inexcusable subor. dinacién algunos de nuestros dltimos adelantos més particulates. y circunstanciales, y, segin ellos, trazamos nuestros planes. Sobre esta cimentacién falsa y movediza proyectamos !a mejota social; Levanta, mos nuestras plataformas politicas; perseguimos nuestras animosica. des y nuestras ambiciones personales, y nos sentimos con mediog tes para atizar, en ver de calmar, el conflicto civil en la fami, Jia europea. Movido por ilusién insana y egofsmo sin aprensién, ef pueblo alemén subvictié los cimientos sobre los que todos viviamos y edifichbames. Pero los voceros de los pueblos francés ¢ inglés han ‘orrido el riesgo de completar la ruina que Alemania inicié, por una paz que, si se lleva a efecto, destrozaré para lo sucesivo —pudiendo hhaberla restaurado— la delicada y complicada orgenizacién —ya al. terada y rota por la guerra—, tinica mediante la cual podrian los pue- blos europeos servir su destino y vivir. El aspecto externo de Ja vide en Ingleterta no nos deja ver to- . Si no se separtiera el pastel y se le dejara crecer en la proporcién geométrica predicha por Malthus para la poblacidn, y no menos cierta pata el in- terés compuesto, acaso Tlegara un dia en el que bastara con sentarse fa descansar y que la posteridad entrara en el disfrate de nuestros trabajos. Ese dia acabarfan el exceso de trabajo y de aglomeracién, y In escasez de alimentacién, y los hombres, cubiertas sus necesida- des y sus comodidades corporales, podrian dedicarse a los més nobles tjercicios de sus facultades, Una proporcién geométrica puede contra- pesar otra, y ast, el siglo x1x, en la contemplacién de las virtudes Inareantes del interés compuesto, fue capez de olvidar la fecundidad de las especies, [sta expectativa oftecia dos inconvenientes: nuestra abnegacién no puede producir felicidad mientras la poblacién sobrepase 1a acu- tnulacién, mientras, al fin y al cabo, el pastel hubiera de consumirse prematuramence en la guerra, consumidora de todas aquellas espe- ranzas ‘Pero estas ideas me Hevan demasiado lejos de mi propésito, Trato tan solo de hacer ver que el principio de la acumulacién, basado en Je desigualdad, era una parte vital def orden de Ja sociedad en la pre- guerra y del progreso, como nosottos Jo entendimos entonces, y de Facer resaltar que este principio dependia de condiciones psicolsgicas inestables que es imposible reproducir. No era natural que una po- Blacién en le que eran tan pocos los que gozaban de las comodidades de la vida, hiciera tan enormes acumulaciones. La guerra ha revelado fs todos la posibilidad del consumo, y a muchos, Ja inutilidad de 1a abstinencia. Asf queda al descubierto Ia farsa; las clases trabajadoras pueden no queter seguir més tiempo en tan amplia renuncia, y las Eases capitalistas, perdida la confianza en el porvenir, pueden tener Ja pretensién de gozar més plenamente de sus facilidades para con- sumir mientras ellas duren, y de este modo precipitar Ia hora de su confiscacién, EUROPA ANTES DE LA GUERRA 2 IV, La RELACION DEL V1ej0 MuNpo con EL NuEvo Los habitos de ahorto de Europa, antes de la guerra, eran Ja con- dicién precisa del mayor de Jos factores externos que sostenfan el equilibrio exropeo. Del excedente de capital en forma de mercancfas, acumulado por Europa, se export6 una gran parte al extranjero, donde su aplicacién hacla posible el desarrollo de nuevos recursos en slimentos, materia- les y transportes, y al mismo tiempo ponfa en condiciones al Viejo Mundo de reclamar, fundadamente, su parte en la riqueza natural y en la productividad virgen del Nuevo. Este wltimo factor llegé a ser de la mayor importancia, El Viejo Mundo empled, con inmensa pru- dencia, el tributo anual que tuvo asf titulos para obtener. Es cierto que se disfrataba y no se aplazaba el disfrute de Jos beneficios de los aprovisionamientos barates y abundantes, resultado del nuevo desa- rrollo gue el exceso de capital hacia posible. Pero la mayor parte del interés del dinero, acrecentando estas inversiones extranjeras, era in- vertida nuevamente y se dejaba que se acumulara, como una reserva (asf se esperaba entonces), para el dia menos feliz en que el trabajo industrial de Europe no pudiera seguir adquiriendo, en condiciones tan féciles, los productos de otros continentes, y para cuando corriera peligro el conveniente equilibrio entre su civilizacién histérica y las tazas pujantes de otros climas y otros paises. Ast, todas las razas europess tendian @ beneficiarse también del crecimiento de los nuc- ‘vos recursos, ya persiguiendo su cultivo en el pais, ya aventuréndose en el extranjero. De todas suertes, aun antes de Ja guerra, estaba amenazado el equilibrio ast establecido entre las viejas civilizaciones y los nuevos recursos. La prosperidad de Europa se basaba en el hecho de que, debido al gran excedente de provisiones alimenticias en América, podia adquiric sus alimentos « un precio que resultaba barato, apre- ciado en relacién con el trabajo requerido pata producir sus produc- tos exportables, y que, a consecuencia de Ia inversién previa de su capital, tenfe derecho para adquitir une suma importante anualmen- te, sin compensacidn alguna. El segundo de estos factores parecia, pues, libre de peligro; pero como resultado del crecimiento de la poblacién en ultramar, principalmente en los Estados Unidos, no estaba tan seguro el primero. 22 LAS CONSECUENCIAS ECONOMICAS DE LA PAZ Cuando por primeta vez se pusicron en produccién las tierras virgenes de América, la proporcién de la poblacién de estos mismos continentes, y, por consiguiente, de sus propias exigencias locales, eran muy pequeiias comparadas con las de Europa, Hasta 1890, Europa tuvo una poblacién tres veces mayor que la de América del Norte y la del Sur juntas, Pero hacia 1914, la demanda interior de trigo de Jos Estados Unidos se aproximaba a su produccién, y estaba, eviden- temente, cercana la fecha en que no habria sobreproduccién exporta- ble més que en los afios de cosecha excepcionalmente favorable, La demanda interior actual de los Estados Unidos se estima, en efecto, en més del 90 por 100 de Ja produccién media de los cinco afios de 1909-19134 No obstante, en aquella época se mostraba Ja tendencia a la restriccién, no tanto por la falta de abundancia como por el aumento constante del coste real, Es decir, tomando el mundo en conjunto, no faltaba trigo; pero para proveerse de lo suficiente era necesatio ofrecer un precio efectiva més alto. El factor més favorable de esta situacién haba que encontrarlo en Ja extensién en que Ja Europa central y occidental habia de ser alimentada, mediante los sobrantes exportables de Rusia y Rumania. En resumen: la demanda de Europa de recursos al Nuevo Mundo se hacia precaria; ta ley de los rendimientos decrecientes volvia al fin a reafirmarse, y se iba haciendo necesario para Europa ofrecer cada afio una cantidad mayor de otros productos para obtener la misma cantidad de pan; no pudiendo Europa, por consiguiente, de ningin modo soportar la desorganizacién de ninguna de sus principales fuen- tes de aprovisionamiento. Se podria decir mucho mds en un intento de describir las parti ccularidades econdmicas de ta Europa de 1914. He escogido como caracterfsticos los tres 0 cuatro factores més importantes de inestabi- lidad: Ja inestabilidad de una poblacién excesiva, dependiente para 4, Aun desde 1914, Ia poblacién de los Estudos Unidos ha sumentado en siete u echo millones. Como su consumo anual de trigo, por cabera, no es me- nor de seis bushels (36,34 litros aproximadamente, un tercio menor que Ia fa nega espafiola), lz escala de produccién de antes de la guerra en los E:tados Unidos mostraré solamente un exceso notable sobre la demanda interior actuat tun aio de cada cinco, Hemos sido salvados de momento por las grandes cose- ‘chas de 1918 y 1919, que han sido acaparadas, gracias al precio de garantia, por Mr, Hoover, Pero no se puede esperar que los Fstados Unidas continien indefinidamente elevando el coste de fa vida en una cifta impoctante en su pro- pio pals para proveer a Europa de un trigo que ésta no puede pagar. EUROPA ANTES DE LA GUERRA 23 su subsistencia de una organizacién complicada y artificial; Ia inesta- bilidad psicoldgica de las clases trabajadoras y capitalistas, y Ia ines- tabilidad de las exigencias europeas, acompafiada de su total depen- dencia para su aprovisionamiento de subsistencias del Nuevo Mundo. La guerra estremecié este sistema hasta poner en peligro la vida de Europa, Una gran parte del continente estaba enferma y mori- bunda; su poblacién excedia en mucho el mimero para el cual eta posible Ia vida; su organizacién estaba destruida; su sistema de trans- portes, trastornado, y sus abastecimientos, terriblemente disminaidos. Era misién de la Conferencia de la Paz honrar sus compromisos y satisfacer a la justicia, y no menos restablecer la vida y cicatrizar las hetidas. Estos deberes eran dictados tanto por la prudencia como- por aquella magnanimidad que la sabiduria de Ja antigiiedad aplicaba a los vencedores. En los capitulos siguientes examinaremos ell caréc- ter efectivo de la Paz.

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