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Traduceién de * ~ rales lace El aire y los suefios Ensayo sobre la imaginacién del movimiento por GASTON BACHIELARD o =a rc - fe a “ iw oe ° Fondo DE CULTURA FCONOMICA MEXICO-ARGENTINA-BRASIL-COL.OSUBIA-CHILE-PSPA SA, ESTADOS UNIDOS DE.AMERICA PERU VENEZUELA Primera ediciéa on francés, Toa A Primera exhicidin en espanol (HUF, México), 1958 wa aya Segunda reimpresiin (TUL, Colombia), 1994 ogo 11+ ‘Titulo original: Lair et Jes, Essai sur V das DR, © 1950, os Cores Pane eed DRO de Cultura Beondmica DRO Tose’ onde Carretera Picacho Inrropucei6n IMAGINACION Y MOVILIDAD Los poetas deben constituir el estudio esen- cial del flgsofe que desea conocer al hombre. Jousern, Pensées. ‘Como muchos problemas psicalégicos, las investigacio- nes acerca de la imaginacién se ven turbadas por la falsa Iwz de la etimologta. Queremes siempre que {a imaginaeién sea la facultad le formar imigenes. es indy bien la facultad de defermar las imagenes sumi- nistradas por la percepeién y, sobre todo, la de librarnos de las imagenes primeras, de cambiar las imé- genes. Si no hay cambio de imfgenes, unidn in rada de imigenes, no hay imaginacién, no hay aceidn imaginante. ‘Si una imagen presente no hace pensar cu una imagen ausente, si una imagen ocasional no deter- mina una provisién de imagenes aberrantes, una explo- sién de imagenes, no hay imaginacién, Hay pe ly recuerdo de ung in, memoria familiar, Hibs de los colores las is. _E] vocable fundamental que Soreaponde a la imaginacion no es imagen, es iona- ginario. Fl valor de una imagen se mide por la exten- ién de su anresla imaginaria,: Gracias a lo imaginario, \y imaginacién es esencialmente abierta, evasiva. Es dentro del psiquisme humano la experiencia misma de la apertura, la experiencia misma de su novedad. Es- . mas que cualquier otra petencia, el psiquismo jumano, Como proclama Blake {segunda libro. profé- tic): “La imaginacién no es un estado, es la propia existencia humana.” Seni més facil convencerse de la 9 sicesseurerccmeten cine i ia mam verdad de esta muixima si s¢ estudia, como vamos a hacerlo sistemiticamente aqui, Ia imaginacidn literaria, Ja imaginacién hablada, la que, afin af lenguaje, forma cl tejido temporal de la espiritualidad y que, por consi guiente, se desprende de la realidad, ‘A la inversa, tuna imagen que abandona su prin cipio imaginario y se fija en una forma definitiva ad- quiere poco a peco los caracteres de la percepeién pre sente. Muy pronto, en vex de hacernos sofiar y hablar, nos hace actuar. Esto equivale a decir que una imagen stable y acabada carta fas alas a la imaginacién, Nas destrona de esa imaginacién sofiadora que no se encietia en ninguna imagen y a la que podriamos Tamar per ‘eso imaginacién sin imdgenes, lo mismo que reconace- mos un pensamiento sin imdgenes, Sin duda, en su vida prodigiosa, lo imaginario deposita imagenes, pero se presenta siempre como algo allende sus imagenes, esti Siempre un poco mas allé que cllas. El poem es ¢sen- cialmente una aspiracién a imdgenes nuevas. Corres- ponde a esa necesidad esencial de novedad que caracte- riza el psiquismo humano,’ ‘Asi el catdcter sacrificado por la psicologia de la imaginaei6n que no se ocupa mas que de la constitu- cién de las imdgeney es un caricter esencial, evidente, de todos éonocido: es la movilidad de las imdgenes. Lxiste oposicién —en el reino de la imaginacién coma en tantos otros dominios— entre la constitucién y la mo- vilidad. Y, come la descripeién de las formas es mis facil que la descripcién de los movimientos, se explica que li psicalogia se ocupe antes que nada de 1a primera tarea. Sin embargo, In segunda es la mis importante, psicologia completa, la imaginacién es, sobre todo, un tipo de mavilidad espiritual, el tipo de Ia movi- Jidad espiritaal mas grande, mis vivaz, m4s viva, Por lo tanto, ¢8 preciso anadit sistemdticamente al estudio de una imagen pacticular el de su movilidad, su fe: cundidad, su vida, ‘Tal estudio ¢ posible porque esa movilidad no es indeterminada. Con frecuencia la movi- 10 lidad de una imagen particular es una movilidad espe- Gifica. Entonees una psicologia de la imaginacién del movimiento deberia determinar directamente la movili- dad de las imagenes. Deberia inducir a trazar, para cada imagen, una verdadera grifica que resumiera su cinetismo, En esta obra presentamos un boceto de dicho estudio. Dejaremes, pues, de lado, las imagenes en reposo, las imagenes constituidas que ‘son ya palabras bien con- crctas. Haremos otro tanto can todas Jas imagenes cla: ramente tradicionales, como las imagenes de flores tan abundantes en él herbaria de los poetas, Con su toque convencional dan color a las descripciones. literarias Sin embargo, han perdido su poder imaginario. Hay tras imagenes completamente nuevas. Vive la vida del lenguaje vivo. Se las reconoce, en su lirismo activa, por na sefial intima: renuevan el corazén y el alma; dan “esas imagenes literarias— esperanza a un sentimiento, vigor especial a nuestra decisién de ser una persona, tonifican incluso nuestra vida fisica, El libro que las contiene es de sitbito para nosotros una carta {ntima, Desempefian un papel en nuestra existencia, Nos vi- talizan, Gracias a ellas, la palabra, el verbo, Ja litera- tura, ascienden a la jerarquia de la imaginacién cr dora. E1 pensamiento, al expresarse en uma imagen nu va, se entiquece enriqueciendo la lengua. El ser se hace palabra. La palabra aparece en la cima psiquica del Men ‘Se tevela como devenit inmediate da psiquisma humane, yComo encontrar una medida comin de esta invi- tacton a vivir y a hablar? Solamente multiplicando las experiencias de figuras literarias, de imagenes méviles, testituyend, segin el consejo de Nictesche, a cada casa su propia mavimiento, clasiticanda y comparando los diversos movimientos de imdgenes, contando todas las riqoezas de los tropos inducidos en torno de un voca- blo. A propdsite de toda imagen que nos impresiona debemos preguntar: Qué fuga linguistic desencadena lL csta imagen en nosotros? ¢Cémo la desentrafiamos del fondo demasiado estable de nuestros recuerdos familia- res? Para experimentar de veras cl papel imaginador del lenguaje, es preciso buscar pacientemente, respecto a todas las palabras, los descos de alteracién, de doble sentido, de metifora. De un modo mds general hay que revisar todas los descas de abandonar lo que se ve y lo que se dice en favor de lo que se imagina, Asi tendre- mos la oportunidad de devolver a la imaginacién su papel de seductora, Con ella abandonamos el curso inario de las cosas. (Pereibir e¢ imaginar son tan anti- téticas como presencia y auscucia, Imaginar es ausen- tarse, es lanzarse hacia una vida nuevas i A menude esa ausencia no tiene ley, ese impulso ca- rece de perseverancia, |El ensuefio se cantenta con trans- portamos a otra parte sin que podamas realmente vivir todas las imagenes del recorrido,) E sofiador va a la de- riva, Al verdadero poeta no le satistace esta imaginacién evasiva. Quire que la imaginacién sea un viaje. Cada poeta nos debe, pues, su invitacién al viaje. Por ella recibimos, en nuestra sct intimo, un stave empujén, el empujdn que nos conmueve, que pone en marcha el en- suefio saludable, el ensuefio verdaderamente dindmico. Si la imagen inicial estd bien elegida, se revela como el impulso hacia un sucfio pottico bien definido, a una vida imaginaria que tendré verdaderas Ieyes de image- nes suicesivas, tn auténtico sentido vital. Las imagenes puestas en serie por [a invitacidn al vieje adquiririn en su orden bien escogido una vivacidad especial que nos per- mitird designat, en los casos que estudiaremos detenida- mente en esta obta, un movimiento de la 1acin. Este movimiento no serd una simple metéfor expe rimentaremas cfectivamente en nosotros mismos, mas frecuentemente come un alivio, una facilidad para inva- ginar invigenes anexas, como el ardor en perseguir cl lne- 12 chicero ensueho, Un hermoso poema es un opie o un alcohol, Es un alimento nervino, Debe producir en nosotros una induceidn dindmica. ‘Trataremos de dar su justo plutalismo a la profunda frase de Paul Valéry: “EL verdadero poeta es el que inspira.” El poeta del fuego, el del agua y cl de la tierra no trasmiten la mis: ina inspitacién que el poeta del aire. Por esta razn el sentido del vigje imaginario es muy diferente segin los distintes poctas. Algunos se limitan a evar a sus Iectores al pais de lo puntoreseo. Quicren encontrar en otra parte to que vemos Gm tomo mest, Cargan y sobrecargan de belleza la vida habitual. No despreciemos ese viaje al pais de lo eal que a poco precio divierte al ser. Una realidad Hluminada por un poeta tiene al menos In novedad de una iluminacién nueva. Porque l poeta nas descubre un matiz fugaz, aprendemos a imaginar toda matiz como un cambio. S6la 1a imaginacién puede ver los matices; los capta al paso de un color a otro, jAcon- tece que en este mundo viejo habia flores que no supi- mos ver! Las vimos inal, porque no las vimos cambiar de matices. Florecer ¢3\desplazar matices, ¢ siempre tin movimiento matizado. El que observa en st jardin tedas las flores que se abren y se colorean tiene ya mil modelos para la dindmica de las imagenes. Pero la movilidad verdadera, ese movilismo en sf que 6 el mouilismo imaginado, no se suscita coma es de- bido con la descripcién de lo real, aunque sea la descrip- tion de un devemt de lo real, El autentico viaje de la imaginacién ¢ ¢l viaje al pais de lo imaginario, al do- minio mismo de éste. No entendemos por ello una de esas utopias que consiguen, de golpe, un paraiso @ un infierno, una Atlintida o una Tebaida. Nos interesar dl trayecta y nos describen la estancia. Ahora bien, Yo quc qucremes examinar en esta obra ¢s en verdad 1a in. inanencia de lo imaginario a lo real, es el travecto con tinue de Jo real a lo imaginatio, ‘Se ha vivido raramente la lenta deformacién imaginaria que la imaginacién 13 procura a las enssions No se ha comprendido bien el estado func lel psiquismo imaginante Si pudie- tan multiplicarse las experiencias de transformaciones de imagenes, se entenderia en toda su profundidad la abservacién de Benjamin Fondane (Faux traité d'esthé- tique): “Primeramente ¢l objeto no ¢ real, sino un buen conductor de lo real.” Li objeto poético, debida- mente dinamizado por un nombre pletérico de ecos, serd, segiin nosotros, un buen conductor del psiquismo imaginante. Para esta conduccién hay que lamar al abjeto poético por su nombre, su vieja nombre, din- dole su justo nimero sonaro, radedndolo de los resona- dores a los que va a hacer hablar, de los adjetives que prolongaran su cadencia, su vida temporal. zAcaso- no dijo Rilke (Cusdernos de Malte Laurids Brigge): “Para escribir un solo verso, hay que haber visto muchas ciu- dades, hombies y cosas, hay que conocer los animales, sentir cémo vuclan los pdjaros y saber qué movimiento hacen las florecillas al abrirse por la mafiana"? Cada ‘objeto contemplado, cada gran nombre murraurado, son el punto de partida de un ensuefio y de un verso, som un movimiento lingiitstico creador. Cudntas veces al borde de un pozo, sobre la vetusta piedra cubierta de helechas y-acederas silvestres, he murmurado el nombre de las aguas remotas, el nombre del mundo sepultads. . . Cuin- tas veces el universo, stbitamente, me ha contestado jObjetos mios, cbmo me hablasteis! Finalmente, el viaje a los mundos lejanos de lo imaginario no conduce bien un psiquismo dindmico si no adguiere ls spariencia de um viaje al pais de lo infi nito. En el reino de la imaginacién, a toda inmanencia se une una trascendencia. La ley misma de la expre- sién podtica consiste en rebasar el pensamiento. Sin duda, dicha trascendencia parece a menudo tasca, fic- tticia, quebrada, También, a veces, se precipita, cs ilusoria, evaporada, dispersa. Para el ser que reflexiona es un espejismo. Pero este espejismo faseina. Arrastra consigo una dinimica especial, que es ya una realidad 14 icoldgica innegable. Entonces podemos clasificar a Mos poctas haciéndoles la siguicnte preguata: “Dime cual es tu infinito y sabré el sentido de tu universo ges el infinita del mar o del cielo, el infinito de la tierra profanda @ al de la hoguera?” En el remo de ta inna ginacién el infinito es la regién donde aquélla se afirma como imaginacién pura, donde esti libre y sola, ven- cida y vencedora, orgullosa y temblando. | Entonces las imagenes s¢ lanzan y se pierden, se elevan'y se aplastan en su altura misma. )Entonces se impone el realismo de la irtealidad., Se comprenden las figuras por su trans- figuracién. La palabra es una profceia. /La imaginaciém es asi un més alli psicoldgico. ‘Toma el aire de un psi- uismo precursor que provecta su ser,/En nuestra libro | agua y fos sueftos hemos reunide muchas imigencs en donde la imaginacién proyecta impresiones intimas sobre el mundo exterior, Al estudiar en esta obra él psiquisme aéreo encentraremos cjemplos en que la ima- ginacién proyecta al ser entero, Cuando se va tan lejos y tam alto se reconoce une bien en estado de imagine cién abierta. La imaginacién entera, dvida de realida- des, de atmésfera, aumenta cada impresién con una imagen nueva. El ser se siente, como dice Rilke, en 1a vispera de ser escrito, “Esta ves voy a ser escrito. Soy la impresién que va a transpanerse” (Cuadernos de at. te Laurids Brigge). En esta transposicién, la imaginacién hace surgir una de esas flores maniquess que confunden os colates del bien y del mal, que transgreden las le yes mas constantes de los valores humanes. Se recogen esas flores en Novalis, Shelley, Edgar Poe, Baudelaire, Rimbaud, Nietzsche. Saboredndolas se tiene 1a impre: sién de que la imaginacién es una de las fuerzas de la audacia humana, y s¢ recibe un dinamismo innovador. I ‘Testaremos después de hacer una aportacién positiva a la psicologia de estos dos tipos de sublimacién: su- Is blimacién discursiva en busca de un mds alld y sublima- cién dialéctica en busea de un al lado. Talc cstudios son factibles precisamente porque los viajes imavinarias ¢ infinitos tienen itinerarios mucho mas regulares de lo que podria creerse, La arqueologia modetna ha mado “macho, coo afirme Fenaed Chapouthier. didéseuros al servicio de una diosa, con la cons- titucién de series regulares de documentos. La lenta vida de los objetos a través de los siglos permite interpretar su origen, Del mismo modo cuando se exa- minan series bien clasificadas de documentos psicalé- gicos, sorprende la regularidad de su filiacién; se com. prende mejor su dinamisma inconsciente. Asi también hin nuevo uso metaférico puede esclarecer la arqueo- logis del lenguaje. En este ensayo estudiatemos los mis evasivos viajes imaginarios, las estaciones menos fijas, imagenes con frecuencia inconsistentes y, a pesat de todo, veremas que esta evasién, esta flactuacién, esta inconsisteneia no se oponen a una vida imagina- tiva verdaderamente regular, Inclusa parece que todas estas faltas de coordinacién ofrecen en ceasiones un aspecto tan bien definido, que puede servir de esquema @ und coherencia de la mowilidad. De hecho, la manera como nos ¢scapamos de lo real descubre netamente nuestra realidad intima, Un ser privade de la funcién de io ireal es un ser tan neurdtico como el hambre privado de la juneién de lo real. Puede decitse que un _desorden en Ia fancién de lo imeal repercute en Ja funcién de lo real. Si la funcién de apertura, que es la que desempeiia propiamente la imaginacién, se efectia mal, Ia misma percepciéa no sera penetrante, Debera, es, buscarse una filiacién entre lo real y lo imaginaric. tari con clasificar bien la serie de fos documentos psicolégicos para conseguir esta filiacién regular. Esta regularidad sc debe a que somos Hevaclus, en la busqueda imaginaria, per materias fundamentates, ¢ elementos imaginarios que tienen leves de indole ideal tan seguras como las leyes experimentales, Nos 16 tomamos la licencia de recordar aqui algunos librillos recientes en los que hemos estudiado, con el nombre de imaginacién material, esta asombrosa necesidad de “penetiacion” que, mas alla de las seducciones de la imaginacién de las formas, se prapone pensar la mate- ia, sofiar la materia, vivir en la materia, o bien —lo que viene 3 ser lo mismmo— materializar lo imaginario, Nos hemes creido autorizades a hablar de una ley de las cualro imaginaciones materiales, ley que atribuye necesariamente a una imaginacién creadora uno de los cuatre clementos: fuego, tierra, aire y agua. Sin duda, pueden intervenit muchos elementos para constituic ung imagen particular. Hay imigenes compuestas; pero la vida de las imigenes es de wna pureza de filiacién mis exigente. Desde €] momento en que las imagenes se ofrecen en serie, descubien una materia prima, un ele mento fundamental, La fisiclogia de la imaginacién, mas arin que su anatomia, obedece a Ia ley de los cuatro elementos. iNo ts de temer una contradiccién entre nuestros antiguos trabajos y el presente estudio? Si la ley de las cuatro imaginaciones materiales obliga a la imaginacién a fijarse en una materia, la imaginacién zn eneontiard en ella una raz6n de fijeza y de monotonia? Exttonces seria indtil estudiar la movilidad de las imagenes Pero éste no es el caso, porque ninguno de los cua- tro elementos lo imaginames como cosa inexte, sino, por el contrario, cn su dinamismo especial: come cabeza de una seri¢ que arastra una clase de filiacién por las imagenes que la ilustran, Para emplear atin Ja maravi- Mosa expresién de Fondane, un elemento material es el principio de un dén conductor que presta continuidad 4 nn psiquismo imaginante. En fin, todo elemento que adopta con entusiasmo la imaginacién material prepara, para la imaginacién dindmica, una sublimacién especial, una trascendencia caracteristica, Suministraremos la prueba de lo que hemos dicho, a 1 largo de este en- sayo, siguiendo la vida de las imagenes a¢reas, Veremos 17 ue la sublimation aésea es la mds tipica sublimacion iscursiva, ya que tiene los peldafios mas cvidentes y regulares. Va seguida de una sublimacién dialéctica facil, harto facil. Parece que el ser que vuela rcbasa la mis- ma atmésfera; que un éter se le brinda siempre para que deje a sus pies el aire; que un algo absoluto perfecciona la conciencia de nuestra libertad, ;Es preciso subrayar que, efectivamente, en el reino de la imaginaciin, el epiteta mis cercano al sustantivo aire, es «l epiteto libre? El aire natural es el aire libre, Convendrd, pues, que redoblemos Ja cautela ante una liberacién mal ex- rimentada o vivida, ante una adhesin demasiado six ita a las lecciones del aire libre, del movimiento aéreo liberador. Trataremos de entrar en el pormenot de la prtcologia del aire, como antes hicimes a propésito de ia psicalogia del fuego y a psicologia del agua. Desde el punto de vista de la imaginacién material nuestra investigacién sera breve, porque el aire ofrece una mate- ria muy pobre. Pera, en cambio, con este elemento tendremas grandisima ventaja en cuanto atane a la ima. ginacién dinamica. En efecto, tratindoses del aire, el movimiento supera a la sustancia, Mas ain: cabe decir que sélo hay sustancia cuando hay movi pase adrea nos permitiri verifiear las etapas de a sublimacidn, Iv Para comprender exactamente los diversos matiees de esta sublimacién activa y particularmente la diferencia radical entre la sublimacién cinemétiea y la sublima- cidn verdaderamente dinimica, es ‘preciso advertir que el movimiento que efechia la vista no es dindmico. El movimiento visual continéa siendo puramente cinemi- tico. La vista sigue, de un modo harto gratuito, el mo- vimiento para ensefiarnos a vivirlo imtegramente, inte- riormente, Los ojor de la imaginacién formal, las in- tuiciones que perfeccionan las imgenes visusles, nos 18 orientan en sentido contrario de la participaciéa sus- tancial. Sélo una simpatia hacia una materia puede determina: una participacién realmente activa, que Ma- marianos con gusto una induceiém, si este termina no lo hubiera ya hecho suyo la psicologia del razonamiento. Sin embargo, seria cn la vida de las imagenes donde podria ensayarse una valuntad de conducir. Onicamente esta induceién material y dindimica, esta “duceiém" por la intimidad de lo real, puede agitar nuestro ser intimo, Nos cercioraremos de ello estableciendo entre las cosas y nosotras mismes una correspondencia material. Para conseguitlo tendremos que penctrar en esa regin que Raoul Ubac Hama exactamente el contra-espacio. “A la fimalidad prictica de los érganos exigida pot la imperiosa abligacién de las necesidades inmediatas corresponde tna finalidad poétiea que el cuerpo contiene en paten- cia. .. Importa persuadinse de que un objeto puede suce- sivamente cambiar de sentido y de aspecto segin que la llama poética lo alcance, lo consuma o ke respete” ("EI contraespacio", Messages, 1942, cuaderno I), Y po- niendo en accidn esta inversion del sujeto ¥ det objeto, Raoul Ubac nos presenta, en su Exercice de la pureté, “el envés del anverso”. Parece que halla asi una corres pandencia entre el espacio de tres dimensiones y el espacio intimo que Joe Bousquet llamé feltzmente “es- pacio sin ninguna dimension”, Cuando hayamos prac- ticade 1a psicologia del aire infinito, comprenderemos mejor que en él se borran las dimensiones y que toca- mos asi esa materia no dimensional que nos da la impre- sién de una absoluta sublimacién intima, Vemos, por ende, el interés que nos ofrece una Einfiihlung especializada, el beneficio que se obtiene al fundirse en una materia particular en vex de disper- sarse en on universe diferengado. Peditemos a los obje- tus, a las diferentes matcrias, a los “clementos", @ la vex su especiica densidad de ser y su exacta energia de transformacién y superacién, Y a los fenémenas ‘exigiremos leceiones de cambio, lecciones de movilidad 19 sustaneial, en resumen, una fisica permenorizada de la imaginaeion dindmica. Particularmente los fendmenos aéreos nos suministrarin indieaciones tan generales como importantes de alcance, de ascension, de sublimacién, Semejantes indicaciones debercmos situarlas con los principios fundamentales de una psicolegia que lama- remos muy de grado peicologia ascensicnal. Il eanvite ai viaje aéreo, si como conviene, el sentide del aleance, es siempre solidario de 1a impresién © efecto de tna ligera ascensién. Sentiremos entonces que hay movilidad de imige. nes en la praporcién en que, simpatizando por medio de la imaginacién dindmica con los fenémenos aérens, seamos conscientes de tn alivia, de una alegria, de wita ingravides, Una verticalidad real se presentani en el serio misnio de los fenémenos psiquicos. Dicha verti calidad no ¢s una metifora vana; es un principio de orden, una ley de filiacién, una escala a lo largo de Ia cual se experimentan los grados de una sensibilidad es- pecial. Finalmente la vida del alma, todas las emocio- nes sutiles y reprimidas, todas las esperanzas, todas los temores, todas las fuerzas morales que comprometen un Porvenit, tienen una diferencia vertical en tada Ja accp: cién matemstica del término, Bergson dice en La pen- sée et le mouvant (p. 37} que la idea de diterencial leibaiziana o mas bien la idea de fluxién newtoniana fue sugerida por una intuicién filoséfies del cambio y del movimiento. Creemos que se puede concretar inés ¥ que el eje vertical bien explorado puede ayudarnos a determinar la evolucién psiquica humana, la diferen: cial de valoracién humana. Para conocer a fondo Ia vida ulterior de las emo- ciones sutiles, la primera investigacién consiste, a nucs- tro juticia, en determinar en qué medida nos slivian o nos entarpecen, Es su diferencial vertical positiva o ne- gativa lo que designa mejor su eficacia, su destino psi- quico. Formularemos, pues, este primer principio de Ja imaginacién ascensional: entre todas las metdforas, lag 20 de altura, de clevacién, de profundidad, de rebajamion- to, de caida, son metdforas axiomdticas por excelencia. Nada las explica y lo explican todo, O, em forma més simple: cuando se las quiere vivir, sentir y sobre todo compararlas, se comprende qne Nevan un signo esencial ¥ que son mis naturales que todas las demas. Nos comprometen mas que las metiforas visuales, mis que cualquier imagen resplandeciente. Y, sin embargo, el lenguaje no fas favorece. El lenguaje, instruido por lag formas, no tiene facilidad para hacer pintorescas las wenes dindmicas de la altura, De todos modos csas Imagenes tienen un poder singular: dominan la dialée- tica dd entnsiasmo y de la angustia, La valoracién sertical es tat esencial, tan segura, sw_supremaela es tan indiscutible, que el espiritu no puede desviarse de para examinar los juegos dialécticos del vértiga v del prestigi., Meiremes [a importaneia de. un artojo de la actitud y de ln estatura, el arrojo de vivir contra la pesanter, de vivir “werticalmente”. Apreciaremos el sentido de ‘una higiene del enderezamiento, de la ele vacién, de la cabeza alta Esta higiene, esta cura de la veeticalidad y de las alturas imaginarias ha encontrado ya sn psicélogo y st prictico. lin trabajas harto mal conocides, Robert De soille ha tratado de calar, en psiquismos neaséticas, los reflejos condicionados que nes hacen asociar los valores de clevacion: la altura, la liz, Ta paz, Kn an capitulo especial, nos abligaremos a atraer la atencign sabre la obra de Desoille, que ha constituide para nosatros, en muchas partes de nuestro trabajo, una ayuda preciosa Por otto lado, no vacilaremos, en este capitulo Como en los otros, en tormar como pretexta unas observaciones psicolégicas para desartollar nuestras propies tesis acer- a de la metafisica de la imaginacidn, metafisica que asema por todas partes como nuestro fin confesado. Como hemes hecho para el fucgo con Hoffmann, y para cl agua con Kegar Poc y Swinbume, hemos ‘ereido poder, en lo que conciermne al aire, tomar un grat pensador y gran poeta como tipo fundamental, 27 Memos estimado que Nictesche ser el repr tante del complejo de fa altura, “Nos hemos impussts In tarea de reunir, en el capitulo quinto, todes las sim bolos que se unan naturulmente —por wna fatalidad pre piamente simbélica— a Ia dinimica de ascensiin. Ve Femes con qué facilidad, de qué medo tan natural, el genio enlaza el pensamicnto y la imaginacién; cémo, en un genio, la imaginacion produce el pensamiento —y no que el pensamnienta vaya a buscar oropeles en un almacén de imagenes. Para servimnos de la pasmosa clipsis de Milosz, diriamos de Nietzsche: "Superior domina.” Nos ayuda a dominar, porque obedece con ma fidelidad maravillosa a la imaginaeién dindmica de Ja altura, Cuando hayamos comprendido, en su enorme am- plitud, en su maximo alcance, el sentido dindmica de 4a invitacién af viaje de wna imaginacién aézea, podre. hugs tratar de determinar los vehfeulos imaginatios que se pueden agregar a los diversos objetos y fenémenos acreos. Mostraremas, en uma serie de breves capitulos, Jo que existe de a¢reo on las bien logradas imagenes del ‘ciclo azul”, de las “‘constelaciones”, de las “nnbes" de la “Via Léctea". Consagraremos también un capi. tulo més extenso al drbol aéreo para demostrar que una cosa de la Tierra puede ser sofiada siguiendo Ins prin- cipios de la participaciém aérca, Como hemos hecho en nuestro libro L'Eau et Jes réves (El agua y los suefios), donde aislamos los temas @el agua violenta, suministramos algunos datos sobre el aire violento, sobre los vientos enfurecides. Pero, con gran asombro nuestro, a pesar de lecturas tan abundan: tes como variadas, no hemos hallado muchos documen. tas pocticos a este propésito, Parece que una pottica de la tempestad, que es, en el fondo, tina podtica de cdlera, exige formas més vivas, diriames mis prdximas de To animal, que las de las nubes empnjadis por el huracin. La violencia, ¢s, pues, un caricter que no se aviene con una psicologia aérea, 23 El dinamisino aéreo es mas ordinariamente un di- namisma del soplo suave, Como hemos tomado casi todas nuestros documentes de los poetas, nes place volver, en el altime capitulo, sobre el problema de Ia inspiicin poetics. Hlemo> ‘dejado. pues, al mangen jas los problemas del aliento real, toda la psicologia de la respiracién que una psicologia del aire debetia naturalmente eximinac, Permanccemes, pues, en el do minio de la imaginacién. Incluso en lo que ataiie a la prosadia, no hemos intentado tratarlo de un todo cien tifico, En este dominio preciso, las penetrantes inves- tigaciones de Pius Servien han mostrado elaramente las correspondencias que existen entre las variacianes del alicnta y del estilo. Nosotres hemos creido que nus podiamos situ en un panto de vista decididamente metaférica, ¥en unas paginas titoladas “La declamacién, muda” hemos tratado de mostrar la animacién que reci- be al ser cuando se somete, en cuerpo y alma, a los de minantes de la imaginacién aérea. Despuds de tan distintos esfuerzos, habia que termi nar. Pero hemos creido pertinente escribir no uno sino des capitulos de conclusién El primero resume nuestras intuicianes, dispersas en toda la obra, acerea del earicter verdaderamente cx pecitice de le imagen fiteraria, ‘Viende a situar lw ime ginacion literaria en Ip fila de wna actividad natural que corresponde a ung aceiin directa ce la imaginacion sobre el lenguaje. El segundo trata de nuevo algunas puntos de vista fileséficos a los cuales no pudimos dar la continuidad suficiente en el curso de este ensayo, Tiende a otorgar a las imigenes liternrias el sitio que les carresponde en el origen de Ja intuiciin filasSfica ya demostrar Ios beneficios que In filosofia del movimiente puede recibir en Ta escucla de los pectas, 1, EL SUENO DE VUELO Tengo em tos pies cuatro alss de aleién, dos ten cada tobillo, azules y verdes, que saben trazar velo sinuosas tobre cf mat salobee. G. p'Awnunzio, Undulna, T Ex. sicoandtssis Clasico ha manejado con frecuencia el conocimienta de los sitbolos como si éstos fueran conceptos. Puede ineluso decitse que los simbolos psico- analiticas soa las conceptos fundamentales de Ia in vestigacién psicoanalitica, Cuando ya se interpreté. un simbolo y se descubrié su significade “inconsciente’ pasa ale categoria de simple instrumento analitico y no Fee preciso estucialo ni en su contexto ni en sus variedades, Asi pata el psicoanilisis clasico el sueno de vuelo se ha convertida en uno de los simbolos mis claros, uno de los “conceptos explicativos” mds comu- nes: se nos dice que simboliza los deseos voluptuosas, stgnatis de pronto lap més inocentes confidencias es, segiin parece, un indicio que no engafia, suleio-de vuclo es bien claro distinte, como Scone sién, en aparicncia tan inocente, no se ve entorpecida por censura alguna, serd con frecuencia una de las pri meras palabras descifradas en el anilisis de los suefios Tun nari ripidamente toda wna situacién onirica.! Un método semejante, que da un sentido concreto 4 Claro que ly prictica analitica trie consigo muchos matices Guz complican el simbolieme. Asi, 2 propdsito del snefio de escx Ikra, frecventemente tan paivina alten de vuelo, el doctor Heng “Allendy (Réves expliqués, p. 176) hace csta observacidn EL Bowhre “wb Kas escaloncs (actividad) yl mujer os bala (pasividad),” Aliendy indica también muchas inversones que di versifican ain mds este suefto tan sencillo, 30 y tuna yee por todas a un simbolo particular, deja que fe le eseapen muchos prablemas, Especialmente el pro- blema de la imaginacion, coma si ésta constituyera s6lo las superfluas vacaciones de una acupacién afectiva per- sistente. 1 psicoanalisis chisico descuida, por lo menos en dos aspectos, el deber de la curiosidad: no da cuen- tas del caricter estético del suefio de vuelo, ni de les esfuerzos de racionalizacién que trabajan y defarman este sucfio fundamental. ‘Admitamos, cn cfecto, con el psicoandlisis, que la yoluptuosidad onirica se satisface haciendo volar al so- fiadar. ;Cémo esta impresién sarda, confusa, oseura podria recibir las imiigenes graciosus del vuela? ¢Cémo recurtira en su monotonia esencial, a lo pintoresca para dar a los relatos interminables de los viajes alados? La respuesta a estas dos preguntas, en apariencia tan especiales. constituiria una aportacion a la estética del amor ¥ a una tacionalizacién de los viajes imagi- natias. Respecta a In primera pregunta, nos situamas en un punto de vista inédito para una estética de la gracia, Dicha estética no acaba con una deseripcién visual. Gualquier bergsoniano sabe muy bien que la trayeetoria gtaciosamente curvilinea debe recorrerse con un movi- to simpitico e intimo. ‘Toda linea graciosa descubre soi nna especie de hipnotisme lineal; conduce nuestro et suefio dindole la continuidad de una linea. Pero mas alld de esta intuicién imitativa que obedece, hay siem pre un impulso que gobietna, “La imaginacién dind. mica sugiete a quien contempla Is linea graciosa, la 4s loca sustitucién: ta eres, sofiador, la gracia evolu. ti ‘xperimenta en ti mismo la fuerza graciosa, Ten conciencia de que eres un depésito de gracia, un poder vuelo. Comprende que poses en ti propia volun tad, come la hoja tierna dei helecho, volutas enrelladas Con quién, por quién, contra quién eres gracioso? ‘T'u lo jes. una liberacién a un rapta? Gozas de tu bon- dad o de tu fuerza? ;De tu habilidad 0 de tu naturaleza? 31 Al volar la voluptuosidad es bella. El sueto de yuelo es el suefio de un seductor que seduce. El amor y sus imagenes se acumulan sobre este tema. Al estudiaslo veremos, pues, cémo el amor produce imigencs Para contestir a 1a segundy pregunta delsemos fijar nuestra atencién sobre la facilidad com que se racionaliza ef suefio de vuclo. Durante el cutsa del suefio misino, dicha vuela es ineansablemente comentado por la inte. ligencia del sonador; se explica mediante largos dis. Cursos que el sofiador se pronuucia a si mismo. El ser volader, en su suciio mismo, se declara inventor de si vuelo, De esta mancra se forma en el alma del sofiador tna clara conciencia de hombre que vuela, Maravilloso ejemplo para estudiar, en medio del sueno, la construc. citin Logica y abjetiva de sus imigenes. Cuando se signe un sucho tan bien definida come el snefio de vuelo, se comprende que cl suefio pueda tener “eontinuidad en las ideas” a la vez que obstinacién afectiva en su pasiéa amorusa, Desde shora, e ineluso antes de apartar pruebas, debe entenderse que et psicaandlisis no lo dice todo cuando afirma el caricter voluptuaso del vaclo onirico Este necesita, como todos los simbolos psicoléeicos, uma interpretacion miltiple: interpretacién. pasianal, inter Pretacién “etetizamte, interpretaciGn racional ¥ obje. iva. Claro que las explicaciones de indole orginica se revelan atin mis ineapsees de seguir todos los detalles psicolégicos del suefio de vuelo. No es sorprendente que un folklorista de tanta erudiciém como P. Saintyves se contente con dichas explicaciones? Para él, el suexio de caida se halla ligado a “contracciones intestinales muy Catacteristicas"’ que han sido expetimentadas en plena vigilia “al rodar escaleras", Sin embargo, escribe (Ei marge de la légende darée, Paris, 1930); “Durante imi edolescencia, al despertar en mitad de tm suefio de esa clase (de im vuelo maravilloso}, tenia casi siempre una sensseiéa de bienestar respiratorio.” 32 Este bienestar exige un andlisis psicolégico, Hay que Hegar a una psicafogta directa de la imuginacién. Al estudiar el suefio de vuelo tendremos otra pricha de que la psicologia de ta imaginacién no pueda des- arrollarse con formas extdticas: debe instruirse sobre for- mas en vias de deformacién, dando mucha importan- cia a las principios dinimices de ésta. La_ps:cologia del clemenito aétea es la menos “atémica” de las cuatro psicologias que cstudian Ia imaginaciGn material. Es Sectorial en su esencia, Esencialmente toda amagen aérea ticne un porvenir, na vector de vuela. Si hay un snefio susceptible de mostrar el cariicter vectorial “del psiquisme, es ¢l sueio de vuelto. Y no tante per su movimiento imaginado come por su ca ricter sustancial intimo, En efecto, por su sustancud, al sucho de vuelo esté sometido a la dialéctica de la ingravidex y el entorpecimienta, Por este selo hecho, recibe dos especies muy distintas: vuelos ligeros y vuelos pesados, En torne a estos dos caracteres se acumulan todas las dialécticas del dolor y de la alegria, del impul- se y la fatiga, de la actividad y la pasividad, de la cs peranza y cl pesar, del bien y del mal, Los incidentes mas variados que se producen en cl viaje del velo hallarin en uno y otro principias de enlace. En cuanto se presta atencidn a la imaginacién material y a Ta ims: ginacign dindmica, los leyes de ls sustancia y del deveni¢ iquicos revelan su supremacia sobre las leyes de Ta Pha el psiquismo que se exalta y <1 psiguisme uc se fatiga se distinguen en um sucfio tin mondtono en apariencia como el suetio de vuelo. Velveremos sobre este dualismo fundamental del vuelo onirico cuando ha- yamos estudiado sus variedades. Antes de iniciar cste estudio, observemos que esta experiencia onirica especial, ¢ decir, el sueio de vuelo, puede dejar huellas profandas ew la vida despierta. Por ‘e80 @§ tan comin en el ensuefto, y en los poemas. En la ensofiacion despierta, dl sueiio de vuelo aparece 33 bajo ta dependencia absoluta de Iss imagenes visuales. ‘Todas las amnsigencs de seres voladores aenden entonces 2 cubrit el simbolismo unifarme retenido por el psico- andlisis, Seria en efecto cameter una injusticia, cl sos- pechar una voluptuosidad ceulta cn ciettos cnsuetos, en ciertos poemas del Vuclo, La huella dindimica de la ingravider o la pesautez es mucho mis profunda. Marca el ser con mis coustancia que un deseo fugaz, Particularmente, la psicologia ascensional que deseamos exponer nos parece inas idénea que el psicoandlisis para estudiar la coutinuidad del suctio y del ensucho. Nucs- tro ser onitico es vo. Contintia “de dia la experiencia de la noche. La psicologia ascensional deberd también constituit toca una metapuética del vuclo que demastrari cl valor estético del sueio de vuclo. Sin dudu los. poctas sc cn pian frecuentemente unos a ottos, Se utiliza un arsenal de metiforas para pener alas —eon tazin o sin ella cx todas partes. Pero veremos precisamente que mics- tro método, por referitse sistematicamente a Ta experien- cia nocturnd, es el mas seguro para distinguir la imagen profunda de la imagen superficial, para determinar la imagen que aporta verdaderamente sus beneficies di- ndmicos, Seiialemos, por fin, una de las dificultades de nues- ta tatea: el exigua mimero de documentos sobre la experiencia onirica del vuclo. Sin embargo, dicho sue- fig es muy frecuente, muy comin, casi siempre muy clara, Herbert Spencer declara “que, en una sociedad de doce personas, tres afirmaron Naber sofiado que ba- jaban una escalera volando can toda claridad y que los imptesiond tanta la realidad de la experiencia que qui- sieron repetirla despiertas. Una de ellas suftia atin las consecuencias de tna dislocaciéa producida de ese moda” (Principles of Sociology, 38 ed. val. 1, p. 773: cit. por Havelock Elis, e). Se lata, por atra parte, de un hecho muy general. El sivet de vuclo deja cl recuerdo de una aptitud tal para velar 34 que nos asombra no poder volar de dia, Brillat-Sa- varin ha expresado muy clarumente esta confianza en Ja realidad del vuclo (Physiologie du goat, ed. 1867, p. 215): “Sofié una noche que habia encontrado el secreto de liberarme de las Teves de la gravedad, de mode que mi cuerpo no sentia | diferencia entre subir y bajar y me era posible hacer una u otra cosa facile mente y a placer. “Ese estado me parccia delicioso: y tal vez muchas personas han safindo algo similar, pero lo que Io singu- lariza um poce es que yo me explicaba a mi mismo muy claramente (por lo menos asi lo creo) los medios que me habian conducido a ese resultado y que esos medios se me antojaban tan seneillas que me sorprendia que nadie Jos hubiese descubierto antes. "Al despertarne, csa parte explicativa se me olvidé por completo; pero la conclusién ha quedado y desde éntonces estoy persiadido de que, tarde o temprano, un genio mis esclarecida hari este deseubrimiento, y, por $f acaso, tomo nota.” . . Joseph de Maistre seftala la misma certidumbre (Les Soirées de Saint-Pétersbourg, ed. 1836, t. Il, p. 240): “Los muchachos, sobre todo los muchachos estudiasos, y tas arin aquellos que han tenido la dicha de librarse de ciertos peligros, son muy propensos a sofiar, mien- tras duermen, que se elevan en los aires y que se muc- yen alli a veluntad; un hombre de gran ingenio. .. me decia que en su juventud tuvo con tanta frecuencia tales suefios gue sospechaba que la gravedad no era natural al hombre. Por mi parte, puedo asegurarle que la ilu- sidn era en mi tan fuerte en ocasianes, que ya Neyabs unos segundos despierto antes de desengafiarme.” Ademds habria que incluir en el vuelo onirico ciertos sefios de marcha deslizante, de ascensidn continua. “Tal nos pareve el caso del relato onirico transerito por De- nis Sanrat (Le fin de la Peur, p. $2); “Una montaiia nada abrupta, ni cubierta de peftascos, pera que se escala lentamente, mucho tiempo... Una larga curva 35 conexa, bastante regular... Ningiin malestar fisica: al contrarig, una sensicién de bienestar y de fuerza... Una yerba bastante rara y bastante corta, nieve, rocas @esnudas, pero sobre tode viento, cada vex mis. fuerte, Se anda contra cl viento y se sigue una rampa ligera. mente descendente, antes de volver a la gran curva ascendente, sin sentirse desilusionado, ya se sabia...” Hemos suprimido algunas notas que nos parecen super- fluas. Pero la unidad dinamica del relato se prolonga durante cuatro paginas y pusden reconpeerse en ellas la gran sencilles v la gran confianza del vuelo onirico, Peto lo mas frecuente es que no se ceseba per car siderarlo coma parte de un suciio mis complicada; gui dos sin cesnt por tin afin de racionalizacion, se juzga el vuelo onirico como si fuese un medio para aleanzar un fin. No vemos que es verdaderamente “el viaje en si”, el “viaje imaginario”, cl mis real de todos, el que compromcte nuestra sustaneia psiquica, el que senale con ung marca profanda nuestro devenir psiquico sus- tant ‘También es ble que, un defecto con- trario, los datos priced -0s sabre ¢l vuclo oniriea estén sobrecaigados de rasgos accidentales. E]_psiedlogo de la vida “‘dinamici deberi, pues, emprender un psice- anilisis especial para defenderse a la vee contra las ra- zones demasiado claras y las imnigenes demasiado pinta- rescas. Vamos a estorzirnos, al estudiar algunos textos, en captar st origen dinamnico y precisar la vida elemental y profunda del vuelo onirico. En este ensayo nas sitaamos en el punto de vista del psicdlogo, examinando en consecuencia las interpre teciones Frscotbgicas de esta experiencia noctuma. Ha- velock Ellis, que le censagra en sti libro El mundo de los sweos, un capitulo titulade “El avién en los suefios", se ocupa sobre toda de las condiciones fisiolé- gicas en las cuales se produce ese suefia especi de “ly objetivacién def clementa y del rebajami mico de los ,., muiseulos respirataries —y tal vez, en algunos snefios, de la sistole y didstole de los miisculos 36. cardiacos, bajo la influcncia de alguna opresién fisica tigera y desconocida”. Pera la larga discusiGn que em- prendé no da bien cuenta del caracter grate —y a ane nudo psicaldgicamente bienhechor— del suefio de vue- lo, La discusién no explica las imigenes tan concretas que se multiplican en la imaginacién. Limitémones, pucs, al problema psicolégico de las imigenes. tl A fin de plantear el problema psicolégico del vuelo onirico, partiremos de una pigina de Charles Nodicr. He aqut la pregunta que Nodier se propane someter a la Academia de Ciencias si Wega a ser, como dice, “bastante célebre, bastante rica o bastante gran seiior para clevat su voz hasta ella” “Por qué el hombre, que no ha voto nunca, que hiendia el espacio provisto de alas, camo todas las criatu- as voladoras que le rodean, suefia tan a menudo que se cleva ex el aire can un poder clastico, al moda de los aerdstatos, y por qué lo ha sofiade mucho antes de que se inventaran (tos, puesto que ose seo es menciv nado en todos los onirocriticos antiguos, si esta prevision no ¢s sintoma de uno de sus progresas orginicos?” Despojemos primero este documento de toda huella de racionalizacién, Y para esto examinemos la raciona- lizacién en la obra, veamos céine Ta 1azdn trabaja el suelo, 0, en otras términos, puesto que todas nuestras facultades son permeables al sueno, veamos cdmo stie= fig la razén Las aerdstates, en cl momento en que escribe } dict, a principios del siglo xix, desempefan el mismo papel explicativo que la aviacién a comicnecs del si lo xx. Gracias al acrdstato, gracias ul avian, el yuelo humano deja de ser un absurds. Al confirmar unos suefios, esos medics de vuelo multiplican, si no el nde mero-de los suefias de vuclo efectivos, al menos 1 niime 10 de suefios de vaclo relatados. Comprendemos tam- 37 bién que la construccién légica gusta a veces el prevaletse de wna preparacion sofiadora, de suctte que ciertos peusadores prefieren presentar sus suefios como “anticipaciones razonables”. E] ensayo de Charles No- dier sobre la Palingenesia humana y la resurreceiin es muy interesante a este respecto. He aqui su razona- miento central; puesto que el ser humana, en su suctio nocturne sincero, tiene una experiencia del vuclo; pus to que cl ser consciente, tras largas investigaciones ob- jetivas, ha lograda Ja experiencia del acrdstato, el filé- sofo deberi encontrar el medio de enlazar el suefio intimo con la experiencia objetiva. Para efectuar dicho enlace, para sofarle, Nodier imagina “cl ser resurrec- cianal” que continuari al hombre, que lo perfeccionars bajo las especies de un ser provisto de cualidades aeros- titieas. Si esta anticipacién nos parece ahora extrafia, €s porque no hemos vivide la novedad del aerésta Este poco clegante “esférico™ es para nosotros una vieja imagen, una imagen inette, un concepta bien raciona- lizado. Es pues, ahora, un objeto sin gran valor onirica, Pero trasladémonos con el pensamiento al tiempo de los monigolfieros para juzgar la pagina de Nodier, Pese a la parte que debe concederse siempre al juego litera. tio cuando s¢ habla de Nodier, no se tardar en percibir, tras las imagenes, una imaginacidn sincera, una imagi- nacién que sigue ingenuamente la dingmica de sus iid genes. He aqui, pues, al hombre-aerdstato, eb hombre resurreccional: tendré un torso erevide, vaste y sélitla, “el casco de una nave aérea"’, volara haciendo “el vacin a voluntad en su gran viscera neumatica, y Ja tierra con el pie, tal y como Jo ense sus suefiog cl instinto de su organismo progresivo”. Una racionalizacién que mos parece tan budamente artificial es, por eso mismo, muy adeeuada para mestrar- nos la articulacién de la experiencia onirica y de la experiencia real. El hombre devuelte a la vida despierta racionaliza sus suefios con los conceptos de la vida ordi- naria, Recuerda yagamente imégeries del sueiia, y las 38 deforma ya expresindolas en el lenguaje de la vida des- pierta. No se da cuenta de que el snefia, en su forma pura, nos cntrega totalmente a la imaginacida anaterial ya la imaginacion dinmica y que, a su vez, eb sueno en su forma puta nos desprende de la imaginacién for- inal. El suetio mas profando es esencialmente un fe- némene del reposo dptico y del reposo verbal. Hay dos grandes clases de insomnios: el insomnio éptico y el insomnio verbal. La noche y el silencio son los’ dos guardianes del suefio: para dormir ¢§ preciso no hablar y no ver. Hay que entregarse a la vida clemental, a la imaginacion del clementa que nos propio. Esta vida elemental escapa a ese trueque de impre siones pintoreseas que es el lenguaje, Sin duda, cl silencio y la noche son dos absolutos que no se nos dan en su plenitud, ni siquiera en el sucfo mas pro- fundo, Al menos debemas sentit que la vida onirica 5 tanto mas pura cuanto mis nos libera de la opresién de las formas, y que aos dewuelve a Ia sustancia ya Ta vida de nuestro propio demento. En dichas condiciones, todo aiiadido de una forma, por muy natural que parezca, corre el riesgo de ceultar una realidad onirica, de desviar la vida oniriea profunda, Asi, ante ana realidad onirica tin clara como el sueiio de vuelo, es nevesaria, a nuestro juicie, para penctrar en su esencia defenderse contra la aportacion de lay ima- genes visuales y accrcarse lo mas pasible a la experien« cia esencial. Si estamos en le cicrte en cuanto al papel jerdrquico de la imaginaciéa material frente a la imaginacién for- mal, podemos fermular Is siguiente paradojs: respecto a la experiencia dingmica profanda que ¢s cl vuelo ont- rico, ef ala es ya ung racionalicacién. Precisamente, en su origen, antes de que Nodier se entregara al juego de las racionalizaciones fantisticas, ha sefialade esta gran verdad: que el yuelo onirico no es munea un vuelo alado, Entonces y a nuestro jnicin, cuando aparece el ala en un relsto de suefio de vuclo, debe sospecharse una 39 racionalizacién de éste. Podemos tener la casi sezu dad de que Ia narrciin se halla contaminada, bien por in ie anites en vigilia, bien por inspira- Todo lo natural del ala no tiene nada que ver en este asunto. Lo natural del als objetiva ne impide que ésta no sea el elemento natural del vuelo onirica. En resumen, el ala representa, para el vuele onitica, la ra- cionalizacién antigua. Yes esta racionalizacion Ia que ha formado [a imagen de fearo. Dicho de otro modo, la imagen de fear desempefia, en la poétiea de los antignos, el mismo papel que cl acsdstato, “el casco heunuitien”, en la podtica efimera de Nodier, o el avin en la poética de Gabriel d'Annunzio. Los poctas no siempre saben permanecer ficles al origen mismo de sw inspiraciin. “Desertan la vida _profunda y simple, Traducen, sin leerlo como es debido, el verbo original Poesto que el hombre antiguo no tenia a su disposicién, pata teaducir el vuelo onitico, una realidad eminente. mente racional, es decir, una realidad fabricada por la razin como el globo 0 ef acroplana, le era farzosa re currir a una realidad natuial, Entonces formé la imagen del hombre voladur sobre cl tipo del pijara. Estableceremios, pues, como principio que, en cl mundo del suefio, no se vuela porque se tengan alas; se crea uno las alas porque ha volado, Las alas son simples cousecuencias. El principio del vuelo onirico es ands profundo. Y es este principio el que la imagi nacién adrea dindmiea debe hallar mM Negindonos a sometemos ahora a ninguna racionaliza- cién, volvemos, pues, a In experiencia fundamental del vuclo onirico y estudiamos esta experiencia cu los ie latos mds pittamente dinimicos que sea posible en. at. el mismo libro de Charles Nodier, Ensuerias, vamos a tomar un documento muy puro que ya hemos utilizade en nuestro estudio sobre la imaginacién, del agua. Veremos que la impresiin ¢s tan neta, que induce af sofiador a intentar la cxpericneia cuando ya esta des- pierto. “Uno de los filésafos mas ingeniosns y profundos de nuestra 6poca, ., me contaba. .. que habiendo sofiado muchas noches seguidas, durante su javentud,* que habia adquirido 1a matavillosa facultad de sostenerse y mo- Yerse en el aire, jamas pude desengafiarse de esta impre- sidn sin hacer un ensayo de su suptiests propiedad ante un arroyo o una anja." “Raffacli, el eminente pintor francés —dice también Havelock Ellis—, que esth sujeto cn suchos a la impresién de flotar en el aire, confiesa que tal imptesian cs tan convincente que Te ha sace dido, al despertar, saltar de la cama y tratar de efectuar un ensayo de su experiencia.” Le aqui unos cjemplos Garisimas em que tina conviccion formaca en Ta vida nocturna, en la vida ineonsciente. y pasmosamente ho- mogénea, del sueiio, busca unas confirsmaciones a pleno dia, Para ciertas almas, cbrias de existir onirico, los dias estin hechos para explicar las neches E] examen de almas de este géneto es el que puede precuminos la psicologia dinimica de la imaginaciém: Proponemos, pues, para fundar una psicologia de la ima. cidn, partir sistematicamente dei suefio y descubs ites que las formas de las indigenes, su verdadero elemento su verdadero mavimiento. Debemos, por J tanto, pedir al lector que se esfueree para hallar en sus experiencias noctumas ef vuelo enizico cn su aspecto dindmica purp, Si el lector consigue esta experiencia, teconogeri que la impresiém onirica deminante esti heeha de und verdadera ligereca sustancial, de una Tige- reza de todo el ser, de una ligereza cn si desconocida por cl sofiadar, que con frecuencia Te maravilla como Si procedicse de un dém stibita, Esti ligerera de todo 2 CE Michelet (Leiscra, p24}: “En sus mieiates aes. «et ras snefios de javented,.. el hombze tiene la suerie de, ebvidat que esti. ligado a la tiewa. De ahi que vucla, planca.” 4 el ser se moviliza bajo una impulsién ligera, facil, sim- ple: un figero talonazo en tierra nos produce ta im- presién de un movimiento liberador. Parece que este movimiento parcial manumite en nosotros un poder de movilidad que nos exa desconacide y que los sucitos nos revelan, En él vuelo onitico, si volvemas a la tiecra, un impulso nuevo nos devuelve en segnida nuestra libertad area, No sentimos a este respecto ningtna ansiedad, Advertimos perfectamente que poseemos una fuerza y conocemas el scereto que ta procura. La vuelta a Ia tierra no es una cafda, porque tenemos la certidumbre de la elasticidad. Todo sofiador del vuelo onirica posee este conocimiento de la elasticidad. Tiene también la impresién del brinco puro, sin finalidad, sin objeto que alcanzar. Volviendo a la tierra, el sofiador, nuevo Anteo, recupera una cnergia ficil, cierta, embriagadora. Pero no es la tierra la que notre verdaderamente su impulso Si se interpreta frecuientemente ¢l mito de Anteo como un mito de lu tierra maternal, es porque la imaginacién det clemento tertestre es poderosa y general, Por el can- trario, la imaginacién del elemento aéreo es con frecuen- cia débil y Tarvada. Un psicélogo de la imaginacién material debe, pues, dejar al margen los rasgos mi. tices que persisten en nuestros suefios. El vuclo onirico parece aportarnos la prucha de que el mito de Anteo es un mito del suefio mas que un mite de la vida, Sélo durante el suefio un talonazo basta para volvemnos a nuestra naturaleza etérea, a la vida que surge. Este movimienta es, en verdad, como dice Nodier, el rastco ‘de un instinta" de vuelo que sabrevive o que se anima €n nuestra vida nocturna. Dirfamos con gusto que es d tastro de un instinto de ingravidez, que es una de los instintos ms profundes de la vida, En muchas de sus paginas este ensayo busca les fendmenos de este instin to. El vuclo onitico es, segiin creemos, en su simplici- dad extremada, un suefio de Ia vida instintiva. Esto explica por qué esté tan poco diferenciada, 42 En estas condiciones, cuando queremos racionalizar al minimo nuestros recuerdos del viaje a¢reo nacturno, lnde debemos colocar las alas? En nuestra experien- Sia intima de la noche no hay nada que nos permita ponermos dichas alas sobre los hombros, Salvo en caso de contaminacién imaginaria especial, ningdm sofiador ha visto el suefio de las alas batientes. Con frecuencia este snefio no es mas que un sucfio de caida, Nos defendemes contra el vértigo agitande los brazas, y esta dindmica puede suscitar unas alas en los hombras. Pero el vuelo onirico natural, el vuelo positive que es nuestra obra noctuma, no es un yuelo titmico, bene Ta conti. nuidad y la historia de wn impulso, es Ia creacién cipida de un instante dinamizado, Y, entonces, la tinica racio- nolizacién por la imagen de Tas alas que puede estar de acuerdo con la experiencia dindmica primitiva ¢s el ala en el taldn, las alitas de Mercutio, el viajero noe: tumo. Reciprocamente estas alas no son otra cosa que el talén dinamizado, No vacilariamos en hacer esas pequetias alas —bien situadas dindmicamente paca simbolizar el sucfio aérea y sin significado visnal teal— el signo de la sinceridad del sofinder, Cuande un poet, en sus imigenes, sabe sugerir estas alas mimiscuilas, pedemos tener cierta ga santia de que su poema esti enlazado com una imagen dindmiga vivide, Fntonces no es rar que se recomozea a esas imdgenes una censistencia particular que no per- tenece a invigencs reunidas por la fantasia. Estin do- tadas de lu mvis grande de las realidades potticas: la realidad onirica, Inducen cnsofiaciones naturales, No ts extrafia que los mitos ¥ los cuentas vuelvan a encon- trat en todes los climas fas alas en cl talén, Jules Due hem, en su tesis sobre la historia del vuclo, indica que en el ‘Tibet “las santos budistas viajan por los aires com aynda de cierto calzade que se Tima pies ligetos” y alude al cuento del chapin volador tan difundide en las litetaturas populates de Europa v Asia. Las botus de site leguas (en inglés, botas de mil leguas) no tie- 4B nen otro origen.’ El literato hara instintivamente la comparacién, Flaubert (La tentation de Saint Antoine, en su primera versién) escribe: “He aqui al buen dios Mercurio con su gorma para la Huvia y sus botas de viaje.” Observemos de paso que el tone de broma estropea aqui el onirismo de la imagen, onirisme que se conserva con mayor fidelidad en otros pasajes de la Tentation, Para el hombre que suefia las fuerzas voladoras residen en los pics. Y para resumiz, en nuestras investigaciones de metapoética designaremos esas alas de los pies como alas oniricas. E] caracter emincutemente onirioo de las alas en el talon parcee escapdrscle al arquedlogo clasico. Asi Salomon Reinach Lis convierte pronto en elemento de racionalizacién (cultos, mitos y teligiones): “EL saci. nalismo helénico recobra sicmpre sus derechos... Por muy dios «ite sea Hermes antes de emprender e vuclo por los aires, sujeta unos talarcs a sus tobillos: primum pedibus taluria nectit || Aurea, dice Virgilio.” Este co- mentation de Virgilio na sustituye ki arquealogia onirica ae cxplica ria Li impresién fundamental de i igereza. jaro que, coma todas las demas imagenes, las alas as puccen afiaditse artificialmente, como un simple pegote, al relato de los sucfios mas distintos. En las bras potticas pueden resultar de la copia de una ima gen libresca; pueden ser vana alegoria, simple hébito retérico. Pero cntonces son tan inertes, tan intitiles, que un psicéloge que quiera meditar sebre los datos de la imaginacién dinamica no podri engafiarse. Sabré sic. pre reconocer ef talén dcbidameuite dinamizado. Lo reconoceri bajo formas inconscientes, deslizadas de 8 Un surccalista, tiberindase de las transiciones tentas, ecribe: "Marchad, transparentes botas de las siete legtas, a la conquista del mundo.” "(Léa Malet, “Vie ct survie da vampite", Cahiers de Potiier be Samédlinne Fnoae ot Toujours, syoatu, 1943, p. 17.) La ceitiea lisiea, pensando en las bates del gendarme, fe bala le esis “hotas transparentes”. Deseonocerd entonces. ta imagina- eiéa dindinica fundainentals todo lo que franguea os aires cs indmica y sustancialmente atv. 4 modo subrepticio por un inconsciente fiel al onizisma: asi en el Paraiso perdido, Milton habla de un angel del cielo con seis alas, “el dltimo par da sombra a sus pics y se adhiere a sus taloncs con plumas estnaltadas, color del finmamenta”. Parece que las grandes alas no bastan, para e] vuclo imhaginario; y el dngel celeste necesita tam- bign sus alas oniticas, A la inversa, nuestra investigacion sobre las alas oniticas nos permitica criticar la pureza de ciertos datos Demos ca seguida un cjemplo de esta critica dirigida contra un relato en el que fallan las alas onircus. Entre los “sueftos cleetivas” de Jean-Paul que se asemejan de verdad, como indica Albert Béguin, “a tos suefios poéticos”, se encuentran suciios de vuelo. Jean- Poul, adiestrindose para producir y dirigir sus suefios, forma los suefios de vuclo volvigndose a dormir por la maflana, Pot lo tanto, no son suctios realmente noc- tumos. Los deseribe en estas términos; “Ese vuelo, tan pronto planeando como subiendo en linea recta, con Jos brazos batiendo cl aire coma remos, es para el cerebro un verdadero bafio de éter, voluptuaso y repo- sante —si no fuera que eb girat demasiado rapido de mis brazos me produce vértigo haciéndome temer una obstruccién cerebral. Realmente feliz, exaltado, en mi ‘cuerpo y en mi espiritu, Ilegue a elevarme, bien derecho, ex el cielo estrellado, saludando con mis cantos el edie ficio del universo. "Con la certidumbre, dentro de mi suctic, de poder- lo toda, escalo, de un titén, mmuras altos como el ciclo, a fin de ver mas alld un inmenso paisaje Iujuriante: porque (me dije entonces) de acuerdo con las leyes del espirita y los deseos del suerio, la imaginaciin debe cubrir de montafias y praderas todo el espacio en taro, y lo hace cada vex. Trepo hasta las cimas, para preci pitarme desde ellas per gusto, "En esos sueiios electives a semisuefios pienso siem- pre en mi tcoria del suefio,., Ademds de hermosos pai- sajes buseo en ellos (pero siempre volando, que es la 6 caractetistica indudable de un suetio eleetiva) bellas te guras, para abrazarlas. . . ;Ay! Con frecuencia welo largo npo buseindolas... He Megudo a decir a las figne vas que se me aparecen: ‘Voy a despertarme, y sereis aniquiladas’; 10 mismo que un dia me ealoqué frente 4 un expejo y dije con espanto: ‘Quiero ver cémo soy can los ojos cerradas."” # No es dificil demostrar lo sobrecargado de este texto: en una misma linea la reunién de Tos brazos ba- Fientes y de los remos desconoce la unidad dindmica de un suefio de vuelo. En un suiefio pueden asociarse dos formas, pero no des fuerzas; la imaginacién dind mica es asombrosamente unitaria; ni puede tampoco temerse en la misma experiencia nostra “una obs- truccién cerebral” y sentir “para el cerebro un verdadero bang de éter, voliptuoso y reposante”. Por otro lado, el “cerebro” no existe para cl sofiador. Ademis, la teleologia ateibuida al suefio es tuna construccion que corsesponde al refato del suefio, En el sueio no se vuela para i al cielo; se sube al cielo porque se yueld, Final: Mente, las citcunstancias son demasiadasy los medios ascensionales excesivamente variados. Las alas oniricas quedan oblitetadas par la sobrecarga. Vamos a dar un gjemplo contraria, donde no habré otra cosa ma dichas alas, mime ae Iv Entresacamos este ejemplo del suetio némero once de Rilke (Fragmentos en prosa), documento muy pura des- de el punto de vista de la imaginacién dinamica, puesta que tudo el relato esti inducido partienda de Una im- presién dinémica de ingravidez: “Luego vino una ealle. La bajamos juntos, al mismo paso, el uno contra. el otro, Su brazo ceaia mis hombros. ‘La calle era ancha, matinalmente yaeia; era un bulevar que descendia, que «Cit, por Béguin: Jean-Paul: Choir de réves, p. 40, 46 se inelinaba justo lo necesatio para despojar el paso de un nifio de su escasa torpera, la iba como si Hevase alitas en los pies. Yo recordaba. ..” Era, por Ip tanto, un recuerdo, jun recuerdo tan dulce! Un recuerdo de formas dormidas, pero en el que permancce, tan indestructible, una certidumbre dedi tha. No es acaso el recuerdo inmenso y sin fecha del estado aéreo, de un estado donde nada pesa, donde nuestra imuteria tiene una ligereza innate? ‘edo nos eleva, todo nos Levanta, aunque descendames "juste le necesario para despojar cl paso de un mifio de su escasa torpeza”, Esta juventud de la ingravidex .no es acaso el sinto- ma de esa fuerza confiada que va a hacernos abandonar la tierra, que nos hace creer que vamos a subir natural. mente hacia ¢l cielo, con el viento, con un soplo, are batados diectanente por una impresiGn de dicha inefa- ble? Si encuentran ustedes, en sus suciios dindmicos, esa pendiente minima, esa calle que s6lo baja un poco, tan poco que los ojos no lo notarian nunea, les brotaran alas, pequefias alas en los pies; sus talones tendrin un vigor alado, ligero, delicado; y con um simple movi- miento, transformarin pronto la bajada en subida, mar- cha en vido. Tendsin ustedes la experiencia de la “primera tesis de la cstética nietzicheana” (“E} caso Wagner” EL crepisculo de los dioses}: “Vodo lo que es bueno es ligero, toda lo que ¢s divino corre sobre pies delicados.” Al recorret en suefios las suaves pendientes se com- prende que el sofiar nos ayuda a obtener el deseanso. Para curar un corazén fatigado, uma técnica médica proponia la cura de los terrenos: establecia la lista. pro- gresiva de los paseos que devolverian la euritmia a un sistema citculaterio descompuesto. El inconscicnte, en su experiencia nocturmu, cuando cs al fin dueiio de nues tra unidad, nos guia también cn una especie de cura de fos terrenos imuginarios. Nuestro cotazbn, apesa- dumbrado por las penas de la jornada, se cura durante 47 la noche mediante la dulzura y la facilidad del vuelo onirieo, Cuando un sitmo leve se afiade a exe vaclo, ss el ritmo mismo de muestra corazén apacignado. ;¥ no es en él donde sentimos entonces Ja dicha de volar? En los poemas que Rilke escribié para Mme Lou Aibert- Lasard se leen estos versos: A través de nuestros corezones, que estén abiertos, pasa el dios con clas en los pies 2Es preciso sefialar que dichos wersos no pueden vi vitse verdaderamente siti la participacién agrea que pro- ponemos? Las alas tle Mercurio son las alas del vaelo humano. Tienen una intimidad tan honda que puede afirmarse que ponen en nosotres, a la ves, vuelo y cielo. Nas patece estar en el seno de un univeno volador 0 que ¢l Cosmos volador se realiza en la intimidad de nuestro ser, Se sentini este vuelo maravillaso si se me- dita el poema de dlbum traducide por Mme Lou Albert: Lasard (1): Mira: he sabide que existan loc que jamds supieron la marcha comin « los hombres. Se iniciaron con Ia avcensién en lop cielos de pronto florecidos. EL yuelo. .. Neo preguntes cudnle tiempo. sinticron; cudnto tiempo se les viv todavés, Porque hay cielos invisibles, cielor indecibles sobre ef paisgje interior, Para un alma sincera como la de Rilke, los ineidentes oniricos, por muy ratos gue sean, participan de ka vida de nuestra sustancia; estén inscritos en el largo pasado dindnicu de nuestro ser. El yuelo oniricg go tiene la fancién de ensefiarnes a daminar nuestro miedo de caer? :No Hleva en su felicidad el signa de nuestros pri- meros éxitos cantra ese temor fundamental? Y asi, qué 48 papel no desempefid en les consuclos —los pobres y taras consuclos—- del alma rilkeana! El que sufria por la caida, tan sonora, de um alfiler en el suelo, por el ruido aterrader de las hajas en la sinfonia fatal de la ida de todo, con qué dulce sorpresa no acogid en sus suetios los setes que tenlan pequefas alas en las pies. Vie viendo bien cl frecuente enlace de la caida y el vuelo en nuestros suefios, se ve como el temor punde trocarse en jdbilo, Ks verdaderamente un giro rilkeano. La bella conclusion de gse undécimo suefio lo demmestra clara- mente: “;No sabia que la alegria ex en realidad un miedo del que ta tememos nada? Se recorre un iiedo de una punta a otra, y eso es precisamente la alegria. Un miedo del que se ignora solamente la inieial, Un miedo en el que s¢ tiene confianza.” El vuelo anirico cs entonces una caida returdada, de la 3" podemos levantarnos ficilmente sin dato. EI vuelo onirico es la simtesis de la caida y de la elewacién, Sélo un alma de sintesis total, come fue el alma de Rilke, sabe conser var en Ta alegria misma el miedo al que ésta se sobre pone. Almas més divididas, mas desumidas, s6lo po seen el recuerdo para reanir los contrarios, para vivir una tras otra, una causando a Ja otra, la pena y la ale gria, Pero ya debemos al sucfio una gran luz cuando nox denmestra que el miedo puede producir la dicha, Si uno de las primeros temores, como recordaremos mais adelante, es el temor a cact; si la mayor de las respon. sabilidades humanas —fisicas v morales— es la respo: subilidad de nuestra vertieulidad jhasta qué punto el suefo que nos levanta, que dinamiza nuestra reetitud, que tiende el arco de nuestio cuerpo desde los talones hasta Ia nuca, que nos Tibera de nuestro pese, que nes da nuestra primera, nucstra nica experiencia aétea, ‘hasta qué punto ese suefio debe ser saludable, reconfor- te, maravilloso, commovedurl {Qué recuerde debe dejar en un alma que sabe culazar su cxistencia noc- turna con la ensafiacion poética del dia! Los psicoana- listas nos repetirin que ei suefio de vuelo es el simbolo 49 de Ja voluptuosidad, que se le persigue, como dice Jean-Paul, “para abrazar bellas figuras”. Si es pre: ciso amar para deshacer las angustias que nos ahogan, el suefio de vuelo puede dulcificar en Ja noche un amor desdichado, puede colmar con la dicha nocturna un amor imposible, Pero el sucfio de vuelo tiene funcio- nes menos indirectas: es una realidad de la noche, una realidad nocturna auténoma, Considerado a partir del realismo de la noche, un amor diurno que se satis. face con el vuelo onirico se designa como un caso es pécial de levitacién, Para ciertas almas qne Henen una vida nocturna poderosa, amar es volar, la levitacién anf ria es una realidad psiquica mas profinda, mis esencial, mis simple que ef amor mismo, Esa necesidad de ser aliviado, liberado, esa necesidad de tomarle a la noche su vasta libertad, aparece como un destino psiquico, como la funcién misma de la vida nocturna normal, de la noche reparadora, v Esta experiencia noctura del vuelo cnirico deberta recibir, pues, la atencién de los pedagogos del suefio. zPero se piensa acaso en ensefiamos a dormir bien, y las pocas observaciones de un Aldous Huxley (El mejor de los mundos posibles) sobre la hipnopedia rebasan el alcance de las anticipaciones fantistieas de un anglo- sajén? De acuerdo con nuestra experiencia personal, para dormir bien es preciso encontrar de nuevo el ele. mento bisico del ineonsciente. O, para ser exactos, de- bemas dormir en nuestro propio elemento, Los buenos suefios son los suefins acunados y transportados, y la imaginucién sabe de sobra que somos acungdes y Ie- vados por algo y no por alguien. En el sueflo somos el ser de un Cosmos; ‘nos acuna el agua, nos leva por Jos aires al aire, el aite en el que alentamos, siguiendo el ritmo de nuestra respiracién, Fstas son los suefios de la infancia o al menos el suefio tranquilo de la juven. 50 tud cuya vida noctuma recibe con tants frecuencia una invitacién al viaje infinito. Cyrano de Bergerac, en su Préface a Phistoire comique des Etats et Empires du Soleil (""Prefacio a Ja histotia cémica de los Estados ¢ Im perios del Sol"), escribe: “En mi juventud, al dormir, me patecia que, aligerdndome, subia hasta las mubes. ..” Si- tua asi, muy justamente, en la base de sus inventos, una experiencia psicolégica positiva —porque zcério No com. sidetar positive dl vuelo nectumo de muestra juventud sofiadera? Los mecanismas del viajero a los Lmperios del Sel y de Iz Luna fueron afiadidas euando Cyrano estudiG fa meednica cartesiana, Son, ellos también, lo mecanico aplicado sobre to vivo. He ahi la causa de que los escritos de Cyrano nos diviertan sin conmaver- nos. Pertenecen al reino de la fantasia; han perdido demasiado pronto la gran patria de la imaginacion. La verdadera hipnopedia deberia, pues, ayndarnos a extetinrizar el poder del vuelo onirica. Tal vex las intuiciones sustancialistas, ¢ incluso de mancra mis but- da las intuiciones alimenticias, podrian damos, en ese rumbo, imégenes materiales mas poderosas que las imé- genes en que se ajustan alas, ruedas, palancas. wQuien no ha sofiade largamente viendo volar en el cielo de cstia la semilla alada del eardo y el amargén? Jules Du- hem dige que, en el Pert, se come pata volar “una semilla ligera que flota al viento”. También Joseph de Maistre afirma (Les Soirées de Saint-Pétersbourg) “que los sacerdotes egipcios. .. sdlo comian, durante el tiempo de sus purificaciones legales, cames de voliti les, porque tos jaifaras eran fos mds ligeros do todos los animales”, Un naturalista drabe (eitado por Boffito, Biblicteca Aerondutica Italiana, p. xtax) piensa en el péjara como animal lige: “Dios ha aligerado el peso de su cuerpo mediante la supresion de varias partes. . . tales como los dientes, las orejas, el ventriculo, Ia vejiga, las vértebras dorsales.” En el fonda, para volar se necesitan menos Jas alas que Ja sustancia alada, que un alimento alado. Absorber 51 matetia ingrdvida, 0 tener concioncia de wna ligerera esencial, constituyen cl mismo suena expresade sucesi vamente por un materialista y por un idealista, Es in teresante leer en forma de nota una obscrvacién del edi tor de las Sairées: “Es supertluo observar que esta expresiin debe tomarse en el sentida ordinarie de vianda ligera.” EI editor quiere a toda costa encontrar un sige nificado material a una prescripcién que incluye valores imaginarios tan evidentes, Tenemos ahi un buen ejem. plo de una sacionalizacion que desconoce Ia realidad psicol6gica. Si se sigue la historia de los esfuerzos icireos, encone tturemos frecuentes mucstias de estos pensamientos materialistas que creen participar en el vuelo, partici. pando en Ta naturaleza de las plumas. Asi un italiano, ¢l abate Damnian, residente en fa corte de Escocia, trata de volar en 1507 por medio de unus alas hechas con Plumas. Se lanz6 desde lo alto de una torre, pero cays ‘oupiendose las piemas. Atribuyé sa caida a que en la confeccién de sus alas se habian ublizado algunas plu- mas de gallo, Estas manifestaron su “afinidad natural” por el corral pese a la presencia de otras plumas ver daderamente aéreas que, de estar solas, bubiesen asegs. zado el wuelo hacia el cielo (cf. Laufer, The prehistory of aviation, Chicago, 1928, p, 68) De acuerdo con nuestra método inalterable sumi. nistramos, tras estos ejemplos en que el materialismo de la patticipacién alimenticis aparece en una forma demasiado grosera, un ejemplo mas literario, mis acen- drado, pero que, en nuestra opimién, utilizn 1a misma imagen. Ka el Paraiso perdido, Milton sugiere una espe cie de sublimacién Segetal que prepara, a lo largo del crecimiento, una serie de alimentos cada vez mds etércos: Ast de Ia rate s¢ alza mis ligero el verde tallos de Gate salen las hojas mds agreas; por tltimo, la flor perfecta exhala sus esencias fragantes. Las flores y su fruto, mutrimeato del hombre, volatilizadas en una eseala gradual, aspiran a los spiritus vitales, animales, intelectuales; procuran a la vez la 52 vida y el sentimiento, la inaginaciém y el entendimiento, de donde el alma recibe la razén... Puede Tegar un tiesnpa ‘en que los hombres participen de la naturale de los angeles, en que no encuentren ai dlieta inabmoda nj alimento demasiado Tigera, ‘Tal vez, ms tridos citos sustentos corporates, vuestros cuerpos pue dan, ala bnga, convertine ext puro. plu, peafeccontd parc] transentso del tiempo, y cen ayuda de unas alas volar, coma nasotios, en el Fer. Vico decia: ‘Toda metifora es un mito en poquc- fio.” Vemos que una metifora puede ser también una fisica, uma biologia ¢ inclasa un, régimen alimenticio La itnaginacign material es verdaderamente el inex mediario plistica que une las imigenes litcrarias y ie sustancias. Expresindose materialmente, pucde tiasla- dase toda Ia vida a los poemas. VI Para demostear que nucstra imterpretacién del vucla oni, ton atic eh apaenen, ple sna. nos un tema general para esclarecer detertninadas ol mi, vamws a esuminar rapidamente, desde este panto de vista tan precisa, la poesia de Shelley, Sin duds alguna, Shelley amé toda la naturalesa; canto, mejor que nadie, el tio caudaloso y cl mac, Su trigica vida Te uni pata siempre al destino de las aguas. Sin embargo, en él el signo aéreo nos parece el mis profanda, y st es preciso emplear un solo adjetivo para definir wma poesia, recono- ceremas indudablemente con facilidad que la poesia de Shelley es adsea. Pera este adjctivo, por muy exacto que sea, no nos basta. Descamos probar que material- mente, dindmicamente, Shelley es un poeta de la sus- tancia a€rea. En €l los seres del aire —el viento, el olor, Ja luz, los seres sin forma— tienen wna acciéu directa “EI vienta, In luz, ¢] aire, el olor de una flor me produs cen cmovioncs violentas.” * Meditanda acerca de la # Git. per Louis Caramian, Btudes de prychalogic litézsire, p82, 53 obra de Shelley, comprendemos cémo ciertas almas vi bran a la violencia de la dulzura, hasta qué punto son sensibles al peso de los imponderables, cémo se dina- mizan al sublimase que las ensofiaciones poéticas de Shelley llevan Ja marea de la sinceridad onivica, considerada par nos otros como potticamente decisiva, tendremos mas ade lante hartas pruchas, directas e indirectas. Pero sumi nistremas, desde luego, para fijar la discusién, una ima gen en gue aparece con toda evidencia “cl ala onirica”: eDe donde venis, tan salvajes y tan ligeros? Porque lewSis en Tos pies sonclalias de reldmpago, y vuestras elas son staves y dulces como el pensamiento.” Hay un leve deslizamiento de las imagenes que aleja las alas de las sandalias de relimpago; pero este destizamiento no puede romper la unidad de Ja imagen; la imagen es perfectamente unitaria, y lo que es stave y dulce es el movimicato, no el ala ni lag plumas del ala que una mano sofiadora acariciaria. Repitames que tal imagen rechaza las atribuciones alegéricas; es preciso compren. derla como un movimiento imaginario de un alma arrobada, Dirlamos de grado que cs una accién del alma, y que se la comprende si se la emprende. “Un antilope, en el impulso suspendido de sn ripida carrera, serfa menos etéreo y menos ingrivido”, dice atin Shel. ley, Gon esta nocién de impulso suspendida Shelley nos entrega tun jeroglifico que a la imaginacidn de lus formas le costaria miicho deseifrar. La imaginacién di ndmica suministra la clave: la impulsidn suspendida es, com toda exactitud, el vuele onirico, Séla un pacta puede explicar a otro poeta. Con esta impulsién sus- pendida que deja en nosotros la huella de su vuelo podriamos relacionar estos tres versos de Rilke: Hemos votado donde no habia trazado ningtin camino. EI areo estd ain impreso en nucstro espirit. Ya que hemos reconocide la marca fundamental, 54 estudiemos con mis detalle los profundos manaderos de la poesia de Shelley. Escojamos, por ejemplo, su Prometeo Tibertado, Recouaceremos en seguida que ¢& un Prometeo aéreo. Si el titin esté encadcnado en la cima de los montes es para que respire la vida de los aires. Se yergue hacia a altura tirande con la mndxima tensién de sus cadenas. ‘Tiene la perfecta dindmica de sus dspiraciones, Indudablemente, Shelley, en sus anhelos humani- tarins, en sus litids ensofiaciones de una humanidad mis dichosa, ha visto en Prometeo cl ser que levanta el hombre contra el Destino, contra los mismos dioses. Todas las reivindicaciones sociales de Shelley estén activas en su obra, Pero los medias y los movimientos de la imaginacién son_ehteramente independientes de Jas pasiones sociales, Creemes incluso que la verdadera fuerza poética del Prometeo libertado no esti, en nin- quno de sus elementos, tomada del simbolismo sacial. En ciertas almas Ia imaginacién 5 mds eésmica que social. Pste ex, a nuestro entender, el ease de la imagi- nacién de Shelley. Las dioses y los semidioses son me- tos personas —imigenes mas 0 menos netas de los hom- bres que fuerzas psiquices que van a descmpefiar un papel en un Cosmos animado pot un verdadero destino psiquico. No nos precipitemas a decir que los personajes son entonces ebstracciones, pargue Ia fuerza de eleve- ‘cién psiguica, que ¢ por excelencia la fuerza de Pro- meted, es eminentemente concreta. Corresponde a una aperacién psiquiea que Shelley conocia perfectamente y que quiso trasmitir a su lector. Recordemos ante todo que el Prometeo lihertado fue cscrito “en Tas ruinas nvontafiosas de los bafios de Caracalla, entre los claros de flores. ..", ante “Tos arcos suspendidos en el aire, que producen vértigo —dizey arches suspended in aie Un terrestre veria alll 108 pilares; un aéreo no ve mas que ‘los arcos suspendidos on of aire”. © mejor, no es el disetio de los arcos lo que Shelley contempla, es, si osamos decirlo, el vértigo. 55 Shelley vive con toda su alma en ung patei Is patria de la mas elevada altura Faia pati —- ‘de matizada por su vértiga, un vértiga que se provoca para gozar de la vietotia de dominarlo, Asi cl howbre ‘tira de sus cadenas para saber eon qué impulse sets liber- tada, Pero no nos debemos engafiar a este propsito la liberacién sla operacién positiva. Es ela E que sefiala la supremscia de la intuiciim de los aires sobre la intuicion terrestre y silida de la cadena. Este vér- tigo superado, este encadenamicnta convulso de libertad, constituye el’ sentida prapio del dinamismna del titan, En el prefucio Shelley habla lieidamente, por otra parte, acerca del seatido hondamente psiccligico que es preciso dar a sus imagenes del Prometco: “Las in genes que he empleado alli han sida tomadas, en gram parte, dle las operaciones del espiritu humano'o de las ueciones exteriores que las expresan: cosa bastante inu. situa en Ta pocsia moderna, aunque Dante ¥ Shakes pate estén lenos de ejemplos de esta clase, y Dante mis que ttingitin otro poeta y con mucho mayor éxito.” Asi el Prometeo libertad queda bajo la custodia de Dante, el mas exguido e indlagadoe de los poctas, el poe- fa que explora kis dos verticales del Paraiso y del. In- fierno, Para Shelley toda imagen es una operacién, una operocion del espiritu humano; posee un principio es- Piritual interno incluso cuando se la cree an simple refleja del mundo extetior. Asi cuando Shelley nos dice ‘La possia es un arte mimico”, es necesario entender gue efcctia una pantomima de lo que no se ve: la vida humana profunds. Se dedica a representar la fuerza mas que el movimiento, En lo que atae a la vida visie ble y al movimienta que uno efectia, la pross se basta ¥ se sobra paca decitlo. Gnicamente los poemas pueden prcsentur al dia las fuerzas ccultas de la vida espiritual Son, en cl sentido schopenhaueriano del termmino, el fenomeno de estas Feraas psiguicas. ‘Todas lis ims nes verduderamente poéticus tienen ua aire de opera cién espiritual. Para comprender a un poeta, en el 56 sentido propio de Shelley, no se trata, pues, como po trig creerse tras aut leclura apresirada del prefacio del Prometea libertuda, de analizat a la Condillse las “ope raciones del espinitu humgno”, La labor del poeta cs activat ligeramente las imagenes para cerciorarse de que €l espirit: humano actia en ellas humanamente, para cerciorarse de que son imagenes humanas, imégencs que hintianizan fucrzas del Cosmos. Emtonces va uno st cosmolagia de lo humano. En Ingar de vivir un ingenno antropomerfisme, entregamas el hombre a Ths fucreas clementales y profundas, ‘Ahora bien, la vida espiritual esti caracterizada por su apericion dominante: quiere crecer, clevarse. Busca instintivamente la altura, Por ende, todas fas imégenes odtiras son, para Shelley, operacianes de clevacidn. O, dicho de otro modo, las imagenes posticas son opera ciones del espirity humano en la medida en que nos aligeram, 0 nos Tevantan o nos elevan. No tienen sine un Ge de referencia: el eje vertical. Som esencialmente aéress. Si una sola imagen del poema deja de complir esta funciéa de aligeramiento, él peema se aplasta, el hombre vuelve a su esclavitud, Ia cadena le hiere. Ta tiea de Shelley, com ls total inconsciencin del genio, vuelve a evitar estas pesadeces accidentales v a as0ckat, en un ramo bien hecho, todas las flores de a ascen. sidn, Parece que, con un dedo delicado, puede medir la fuerza de endereramienta de todas las espigas. Al leerle, se comprende la frase profunda de Masson-ure sel (Le fait métaphysiquey: “Las cambres de la cart espiritual parezen contactos.” Uno toca Ia altieraere- Giente, Las imagenes dinamicas de Shelley actian en esta regién de las cimnas de la catecta ¢spiritwal Se comprende ficilmente que imagenes tan fuerte: mente polatizedas en el sentido de la altura puedan re- cibie prestamente lis valorzeiones sociales, morales. pro- meteigas, ete. Pero estas valoraciones no sen buscadas; no constituyen un fim para el poeta. Antes que las me. tiforas sociales, la imagen dindmica s¢ revely como un 57 valor psiquico de primer orden, El amor al hombre, poni¢ndomos par encima de nuesteo ser, sélo aparta usta “ayuda mais al que desea sin cesar vivir por encima de si mismo, en las suimidades del ser. Asi, la levitaciin imaginatia scoge tadas las metaforas de la grandexa Inu. mana; pero el realisino psiquico de la levitacian tiene su propio impulso, su impulse interno, Es cl realisma di- namieo dé un psiquismo aéreo. Em auestro libro El agud y los suefies, hemos estu- diado los temas poéticos de la barca. Hemos demos. trado que esos temas tenfan una gran pujanza porque implicaban el recuerdo inconsciente de la dichd acuna- da, de la cuna donde el ser he.nano esti enteramente sujeto a una felicidad sin limites, También hemos int dicado que, para ciertes sofiadores, la barca del suena, que se balancea sobre las olas, abandona insensible. mente el agua por el cielo, Sélo una teoria de la ima. ginacién dinémica puede advertir la continwidad de tales imagenes, que ningun realismo de las formas, que ninguna experiencia de ta vida en vigilia podsian justi- ficar. EI principio de la coatinuidad de las imigenes dindmicas del agua y del aire no es otro que el yuelo oninico. Asi, desde que se comprende el sentido pro- fundo de la dicha acunada, desde que se la relaciona con la dulzura de los viajes oniricos, el viaje aéreo apa- Tece como una trascendencia field del viaje scbre las alas: el ser mecido en su cuma, muy cerca de la tiera, es ahora mecido por los brzas matemnes. Experimenta el grado superlative de la dicha acunada: la dicha trans- pottade. Se explica, entonces, sin dificaltad que todas las imagenes del viaje aéreo son imagenes Ienas de dalzura,” Si hay on elias voluptuosidad, es una volup- tuosidad dulee, ditusa, lejana, El Sofiador aérco no es nunca atormentado por la pasion ni arrebatado por las tempestades y el aquilén, © al mencs se siente siempre bajo_una mano tutelur, entre unos brazos protectores, Shelley ha subido com frecuencia en la barquilla 58. ivido verdaderamente en lacuna del viento, att baten lice en el Epipyehidion— seme: jante 4 um albatrot cuyo mido es an eden remoto det nurpGrea Oriente: y nos setaremos entre sus las, mien Fras la Neche y ol Dia, el Huraein y la Calma prosigh a su vuelo... Si hubiera que enlazar las imégenes eon ia vista petderiamos toda esperanza de unit una barca yum albatros y de ver jamis un mida posado sobre los tayos harizontales de la aurora, Pero la imagina m dindmica tiene otzo poder. Un exctitor al que su racio- nalismo impide con frecuencia soir, George Sand. I acogido en Les ailes du eourage (‘Las alas del valor”) al pljara que pone en las nubs y cuyos huevos son ine bados por el viento, pero sin visit verdaderamente Jmagen, sin poder hacemos participes, como lo hace Shelley, de la vida y los viajes aéreos: me Dal mismo modo que la bare, ta isle lotente ms, gia tan frecuente pata un psiquismo consagrado al gua, se transforma, para un psiguismo aéreo, en una isla suspendida. El pais de eleceisn, pata la podtica de Shelley, es en realidad “wha isla suspendida entre Cielo, et Aite la Tiewa y el Mar, mecida por una lim. pid placidee". sti claro que cl pocta ve la isle eleste parse imagina © vive wn acunar tranguile, F mod. Iniento crea la visién, el movimiento vivido tae el halsamo de tn, apaciguamiento que el movimiento con- templado no datia nunca, Cintas veces sto, ha en contrado el poeta repose “en esas islas crrantes de a¢reo CTF to infinito del cielo, Shelley abita un palacio constmaido con ““trozos de dia imtenso y serena’, cu bierto con “plaeas de hz Tanai”. Cuando estudiemos Ia unién imaginaria de Yo que tuning y lo pie eleva cuando demostrenes que la misma “operacion, del espi Fitu humano” nox conduce hacia la luz v haeia Ta altura, © Gt, Fieve Gudguen, Jeux cosmiques, p. 57 Yon a salit de un gran huevo de ube SIU i de ineloee de ea 59 volveremos sabre esta voluntad de construceié sobre esta solidficacién opalina de todo lo que oan apasionadamente en el ¢ter fugitivo, Pero quersiamos dar desde ahora la impresién de que aquies la lux tisma la que transporta y mece al sofiador. Este es uno de los papeles que desempena, em el teino de la imaginacion cindmica, la luz voluminosa, de formas re dondss y méviles, sin ‘nada en ella que penctre o corte Entonces la luz, verdadern hermana de la sombra, Heva a ésta en sus brazos, “Y el Dia y la Noche, a lo lejos, desde lo alto de lay torres y las elevadas tertaras, Ih Tierra y el Océano parecen dormir uno en brazos del otra y sofiae ondas, flores, nubes, besqucs, rocas, todo Jo que leemos en sus somrisas ¥ que Hamamos realidad.”? En Ia isle suspendida toxios Ins elementos imagina- tios: cl agua, la tierra, el fuego, el viento, mezelat sus flores en ‘la transfiguracién aétea. La isla suspendida esti en el ciclo: es um cielo fisico, sus flores son las ideas platénicus de lag flores de la ‘Tierra. Son las mas reales de todas las ideas platomicas que tn poeta haya jamais contemplado. ¥ al escuchar los poems de She ley, si se desca vivir la idealidad aérea de sus imigenes, dche reconncerse yue dicha idealidad es mis que una idealizacton de los especticulas de la Tierra, La vida aérea es la vida real; al contrario, la vida tertestre ce una vida imaginaria, una vida fugitiva y lejana. Los bosques y las r00a8 son objetos indlecisos, fugaves, planes La verdadera patsia de la vida cs el cielo azul: tos ali menios del mundo son las soplos y los perfumes. Oué bien hubiera comprendido Shelley esta imagen rilkeana Visiones de dngeles, las capas de los drboles tal vez son raices, bebiendo los eiclos; yen el suelo, las raices profundas de una haya se les antojan silenciosas eumbres. (Wergetes, sev.) + Tal ver por medio de vister asf snatetializadas podiasnos ox plicar las intuiciones de Schopenhauer que recenden demons que lot colores son combinaciones de ur y de tinieblas. 60 Cuando se duerme tan alto come Shelley, euando se sua con todas los halitos del aire, las enotmes mon. tafas y las Nanuras del mar atraviesan sin fin el suefia de la Ticrra y del Océano. En €] culidascopio giratorio del Dia y dela Noche, ln Tierta y el Océano san mecides juntds por el Cielo inmenso ¢ inmovil, durmigndose ambos en el seno de la misma dicha. La pottica de Shelley es uua poética de la inmensidad aeuneda. EL mundo cs para él una cuna inmensa —una cuna cbs mica—, desde la cual vuelan incesantemente Jos sue- fios. ¥ otra vez, como lo hemos sefialado eu tantas ecasiones con motivo de nuestros estudios sobre la ima- ginacién material del agua, vemos ascender al nivel o6s- mico Ins impresiones de un softador, Juiz’ se nos acuse de emplear un pracedimiento de mpliaeiGn facil y de aluecat la vor en vex de exponcr sencillamente nuestras razones. Pero si se renuncia a esa ampliacion y a ese ahuccamiento le falteré algo a Ip psicologia del sueio. ZF que um suefio que no modi fica las dimensiones del mundo es realmente un suctio? Un suciio que na dgranda el mundo zes aczsa el suetio de un poeta? ET poets aérea agranda cl mundo mis allé de todo limite, y Louis Caramian puede decit {Biudes de psychologic [itiéraire) comentande EL arbe eolia: Shelley “vibra por entero en las mil ondas sews tivas que le cxvia la natutaleza, y qute producen quiz sobre las cuerdas deb universo, esa brisa ideal que seria a la ver el alma de cada ser v et Dios del “Todo” Por es, sin duda no hay ew ninguna literatora waa poesia mas vasta, més espaciasa, mas clevadora que la poesia de Shelley; 0, con amas exactitud, la pocsia de Shelley es un espacio —un espacio dinamizado ver ticalmente que crece y tonifics a todos los seres en cl sentido de la altura, No es posible penctrar en ella sin participar en ana subida, en una ascension, No s¢ puede vivir en ella sin oir Ix invitaci “Ha Megada Uf Dia en que debcs cmprenider el vucla conmigo.” Ea la poctica de Shelley todos los objetos sufren la tenta- él cién constante de abandonar la ‘Tierra para ir al Cielo, Imagenes incomprensibles para una imaginacién de las formas aparecen con su forma inmediata cuando se ha comprendide el tipo dinimico que les corresponde en la imaginacién inmediata de los impulsos verdadera- mente elémeniales. Par cjemplo, zcéma interpretar, si no, pigines como ésta? “Le gustaba con frecuencia trepar por Ia escala mds escarpada del vapor coagulado hasta el cabo agudo de alguna nube perdida en los aires y, como Andn a lomos del delfin, cabalgaba can- tando a través del aire sin riberas; @ menudo, siguiendo los rodeos tortuosos de la huclla del relimpago, corria sobre las plataformas del viento” (La hechicera del Atlas). EI cielo no tiene siberas porque la ascension no presenta obsticulos, Para est imaginacién dinami- rada, todas las Tineas son sureos, todas los signes del cielo son tlamadas, y el deseo de subir se adhiere a foes as apariencias, incluso las mas fugaces, de vertica: Podemos decir que ¢l movimiento vivido por poesia de Shelley deposita imigenes adzess como {i impulso vital, segin Bergson, deposita, a lo larga de su trayecto, formas vivas. A la inversa, a toda imagen tealizada por el poeta, hay que afiadir un movimiento Para comprender su accién poética. Asi, la aglomera- cin de las nubes no es mas que escale si se la quiere subir, si se desea —con toda el alna— ir mis alto. Las imagenes se vuelven oscuras 0 vanas para tan lectar que se nicga al impulse poética, muy especial, que las sus cita. Y, al contrario, una imaginacién simpaticamente dinanizada las encontrard vivas, es decir, dindmica mente claras, Porque podemos hablar de una claridad y de una distincién dindmicas, Dicha clatidad y dicha distinciin dindmicas corresponden a intuicianes din micas naturales y primers. En el orden de la imags hacién dindmica, todas las formas estin provistas de un movimiento: no podemos imaginar una esfera sin ha- cerla girar, una flecha sin lanzutla, una mujer sin provo- 62 car su sonrisa, Y cuando la intuicién podtica se extiende al aniverso, nuestea vida intima conoce las mayores exaltaciones. Todo nos leva hacia las alturas, la luz, el cielo, puesto que volamas intimamente, puesto que hay vuelo en nosotros. Shelley ha conocido “la exultacién vaporosa, que no puede contencrsé, .., el transporte del jabilo que me envuelve come una atmésfera de luz y me leva como una nube es llevada por su propio viento” Como se ve, ef viente esti en la nube, la mabe es la stis- tancia del viento, la nube pose en su sustancia misma dl principio de la movilidad aérea, La movilidad ¢s la ri- queza propia de la sustancia ingrivida. Para comprender el primitivismo de la imaginacion material y de la imagi nacién dindmica, nunca se meditarin bastante imagenes como las de Shelley en donde la imaginacién material y la imaginacién dindimica truccan sin fin su principio. *Yodos Los seres aéreos saben muy bien que es su propia sustancia la que vucla, naturalmente, sin esfuerzo, sin movimicntos de ala. “eben «] viento de su propia velo- cidad.” Lo inmortal en nosotros es cl movimiento, mas que la sustancia: “EI movimiento puede cambiar, pero no puede mori.” La imagen de un mévil arrebatado “por dl vien- to de su propia velocidad” es otra cosa que esa anti- peristasis aristotélica que Piaget ha observado en Ia mentalidad de les nifios? (La causalité physique chez Penfant). Pero ef pocta posce el secreto de quitarle ala vex toda puetitidad y toda apariencia de teoria filo sifica, Entregindose en cuerpo y alma a Ta imagina cién, el poeta se dirige a la realidad psiquica primera: a la imagen. Permanece en el dinamisme ¥ la vida dela imagen. Entonces todas las reducciones racionales u objetivas pierden su sentido. Viviendo esta imagen con Shelley, se Hega al conven: to de que las imdgenes no envejecen, Tendria escasa sentido escribir sobre las edades de la imaginacién, mientras que un libro como el de Leén Brunsehvicg sobre Les dges de intelligence ("Las edades de la inteligeneia”) da la descripcién 63 proceso de mudurea intelectual. Puede de- cisse que Ta smaginacion es el principio de la eterna juventud. Rejusenece el espirita devolviéndole las iind- genes dindmnicas primeras Nada escapa a esta imaginacion dinamizante, Shel- ley dive, por ¢jemplo, en La heelticéra del Atlas: “AL. gunas veces le gustaba subir hasta eas corrientes del aire superior que hacen gisar la tierra en su dtbita co- tidiana’,* y conseguir que los Pspiritus de esas regions Te permitieran umirse a su coro”. Pata dichos expiritus cuntar ¢s actuar, y actuar materialmente. Viven en el aire y del aire, Por el aire toda la vida y todos los: movitnientos som posibles, ul soplo del aire hace girae wa ierra. EL enorme globo terriqueo tiene, coma toda esfera, para la sthagin inane ' . whet ey og nacion dinamica, la exquasita mo- Esta astronenia imaginaria hard sonteir a un rack nualista; Te pregumtasi al poeta qué es exactamente érbits cotidiana de la Tierra". Otto racionalista acnse. nia la podticz “vaporosa” de Shelley de ser wns simple patitrasis de las leyes cicntificsy de la expansidn de los gases? Para sostener dicho comentario, Whitehead re. cordara el entusinsmie del modeiista Shelley por les ciencias fisicas, La ctitica literaria clisica, avila’ de co nocimientos clares, creer Eicilmente que esus referen sas a la ciencia han sido activas. Crect que la doctnina de expansion de los geses* ha desempefiado un popel, aunque fuera minim, en la poética aévea ck Shelley, es olvidar el canietet autinemo del ensuefin podtico de um gran poeta : La critica, em general tan fina y matizada de Paul de Reul, to es sis oportuna que fas suposiciones del matemitico tlésofo, Re desconcicita Lat heehicera del presto tesla cup, en Is comogsnis de Desc viePeeto hie giaty tec wore wn? Bc ae din de tases dean peaen Ne ™ Staten Sere 9 AON, Whitehead, La ciencia y ef mundo medemno. Ot Atlas que compone um ser complejo “cow fuego, nieve + amor liquide”. Es cierta que un bidlogo puede pro testar, pero un verdadero seftador experimentari en se- guida 1a fuerza dindmica de esi mercla. Si el fucgo da ir vida, si el amor liguida —;sorprendente hallazgo!— da la materia amada, la meve snmministra la blancura, Ba belleza, la vision de las cimas. La nieve —se trata aqui de una nieve aérea, uma mieve de cumbres— da al ser creado ese aspecto irreal que es, para un Shelley. de la realidad. Y ante estos versos admirabll Yoked te it by an amphishaenic sucke ‘The likeness of there winged steeds, Paul de Real se siente "tentado de frotarse Tos ojos”. Dice que tales piiginas proceden del psiceanalisis vy afiade: “Interrumpames esta requisitoria que sélo pre- tende apaciguar a conciencia de un critico.” ;Un ert tico es, pues —-jextrafia confesién!—, una conciencia a la que hay que apaciguar? Sin embargo, ex otras pxiginas que simpatizan mis con la obta dé Shelley, Paul de Reul {De Wordsworth a Keats, p. 213) habit everita que el verso de Shelley “gs q] Sugano mas ligera que el aire, es ¢l ala que perni te y Teva st wclo”. Reul dice asimisino, auy juste mente, que se trata para Shelley de “traducir les mo- vimientos del alma o el aka en movimiento”, Ya vel veremos sobre el cankcter sintéticn de Ta inmaginacién dinainica que pone en movimiento a toda um alma. YVeremos que el pase de los moximientas del alma al alma entera en movimiento es precisamente la gran eceidn del vuclo onirico. Este

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