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® Libros de Historia Oleimos ttuos publicados: LSI Pen Eric. Hobsbawm GENTE POCO CORRIENTE, Resistencia, rebelin y jazz Corlo M. Cipolle LAS MAQUINAS DEL TEMPO Y DELA GUERRA Estudios sobre la génesis del capitalismo Norman LG. Pounds LA VIDA COTIDIANA: Historia de la cultura material Bonnie S. Anderson y judith P. Zineeor HISTORIA DE LAS MUJERES: TINA HISTORIA PROPIA, LA INVENCION i wa DE LA TRADICION Bonne Andon y th Zins HISTORIA DE LAS MUJERES: UNA HISTORIA PROPIA, volumen 2 Pierluigi Giocca LA BCONOMIA MUNDIALEN BL SIGLO > Eric J. Hobsbawm REVOLUCIONARIOS Y TERENCE RANGER Gee John Lynch CARLOS V Y SU TIEMPO Vera Zamagni HISTORIA ECONOMIGA DE LA EUROP: ‘CONTEMPORANEA De la Revolucién industrial ala integracién europea Pierre Bonmassie, Pierre Guichard 1 Marie-Claude Gerbet LAS ESPANAS MEDIEVALES ‘Ovedan rgurosamente prohibidas sn f atorzsitn escrita de os itulares de copyrint, 4 tao ts sncfones eiblcidas en les leves. a Fepvoducedn total o parval de ets obra for cusiqter medio © proseditentasomprendies in reproprafay el raanien informa Enya datiucign de eemplaae de ala mediante alqulr o pests pulicns “Tuo orignal: “Tie INVENTION oF Teaprion ‘The Press Syndicate ofthe University of Cambridpe ‘ Cambridge (Gran Brot) ret published 1983 traduccion cstelina be Omir Rodriguez CCubierta: Joan Batlle Waste det eur: Len Forosompeatein pn roe cle Sots Gade, M, Hirde Acosta (1862), DEJ Hobshawen 1985 2 High Trevor Roper 1983 © David Canine 1989, 1 Bernard Conn 19K3 DTerence Ranger 1983 1 2002 def radueigncastellana paca Espaay América ooniat Cufnea. St Provengs 240-ORDN Baresiona Deposto legal 820.338.2002 Impreso en espata 2H HUROPE, SL. Lim 3 ic Barcelona INTRODUCCION: LA INVENCION DE LA TRADICION Eric HopspawM Nada parece més antiguo y relacionado con un pasado inmemorial ‘que la pompa que rodea a la monarquis Uritdnica cit sus manifestacionos ‘ceremoniales pilblieas, Sin embargo, como se expliea en un capitulo de este libro, en su forma moderna tal boato es un producto de finales del siglo xix y del siglo xx. Las «tradiciones» que parecen o reclaman ser an- tiguas son a menudo bastante recientes en su origen, y a veces inventadas. CCuaiquier persona famniliarizada con los colegios de las antiguas universi- dades britinicas seré caps de recordar la institucin de esias «tradic nes» a escala local, a pesar de que algunas, como cl festival anual de Nine Lessons y Carols en la eapilla del King’s College en Cambridge en la no- che de Navidad, se pueden generalizar utilizando un medio de masas mo- Gerno como la radio, Esta observacidn constituyé el punto de partida de ‘un congreso organizado por la revista historica Past & Present, que a st. vex es la base de este libro. El término «tradicién inventadas se usa en un sentido amplio, pero no impreciso. Incluye tanto las «iradiciones» realmente inventadas, construi. das y formalmente instituidas, como aquellas que emergen de un modo di {cil de investigar durante un perfodo breve y mensurable, quizés durante ‘unos pocos aiios,y se establecen con gran rapidez. La aparici6n en Navi dad de la monarquia britanica en los medios (instituida en 1932) es un ejemplo de las primeras, mientras que la emergencia y el desarrollo de précticas asociadas con la final de la copa del futbol briténico lo es de las ‘Segundas. Es evidente que no todas son igual de permanentes, pero nues- 4. CONTEXTO, REPRESENTACION Y SIGNIFICADO DEL RITUAL: LA MONAROUIA BRITANICA Y LA «INVENCION DE LA TRADICION», ¢. 1820-1977! Davip CANNADINE En 1820, The Black Book, una critica radical de la corrupeién ¥ el po- der de la clase dirigente inglesa, hizo el siguiente comentario sobre el ri- tual real: La pompa y la exhibicién, la estentacion de coronas y diademas, de ln- ‘ves doradas, bastones, varas blancas y cetros negros.de armifio y de lino. de ‘mazas y pelueas, $e convierten en ridieulas cunndo los hombres se hacen cultos, cuando han aprendido que el auténtico objetivo del gobierno es dar ‘1 pueblo Ia mayor felicidad posible al menor coste? 4. Un primer eshozo de est artieulo fue presentado en el Social History Seminar de la Universidad de Cambridge y en tn seminario estudiantil en la Preston University. "Aradzeco alos patiipantes sue comentarios y evitea,al Dr. &.D. Nantel y al sr. C1 [Babbs le ayuda que me prestaron en dos cuesiones concretasy al st. J Whaley cl compar tir conmigo su incomparable conocimiento del ritual ¥ fa ceremonia en la Europa moder- ths Algunas Wess preliminares eobre ast tema se encuontran en mi artienlo «The Not-S0~ ‘Ancient Traditions of Monarchy, New Society (2 de junio de 1977), pp. 438-440. La versijn final fue completada en 1979. ‘2. Chad en D, Sutherland, The Landowners (Londres. 1968). p. 158, 108 LA INVENCION DE LA TRADICION Cuarenta aftos después, lord Robert Cecil, el futuro tercer marqués de Sa- lisbury, después de contemplar la apertura del Parlamento por la reina Victoria, escribié con desaprobacisn: Algunas naciones tienen un don expecial para el ceremonial. En ningin cata, Ia pobreza de medios o la ausencia de esplendor les inhibe de de- ‘mostrar su pompa en la cual participan de forma real y aparente, Todos se sitdan on su lugar adzcuado, se lanzan sin eefuorzo en brazos del pequefio drama que se representa. instintivamente, reprimen cualquier apariencia de aburrimiento o de falta de atencién. Pero a continuacién explieaba: Esta actitud queda generalmente confinada a los pucblos de elima meri- dional y de ascendencid no teutSnica. En Inglaterra, ls cosas son al ravds. Podemos permitienos ser mas espléndidos que la mayoria de naciones, pero una especie de conjure maligne subyace en cvalquicra de nuestras e=- remonias més solemnes y se enctientra alain hecho que las hace ridfeulas Siempre hay algo que fala, alguien elude desempenar su papel o se tolera algsin dospropérite que lo erruina todo? En conjunto, estas citas ojomplifican actitudes eoetdéneas hacia el ceremo- nial de la monarqufa briténica durante los primeros tres cuartos del siglo xix. La primera argumenta que, 2 medida que la poblacién adquicre una buena formacién, el ritual real se ve pronto expuesto a convertirse en nada ms que una magia primitiva, una farsa vacfa. La segunda sugiere, basiindose en el impecable canacimiento desde dentro, que en cualquier caso la pompa que rodeaba a la monarquia brillaba por su ineptitud mas que por su esplendor. Actualmente, la situacién en Inglaterra es la contraria. Con la excep- cin posible del Papa, ningdn jefe de estado se rodca de mayor ritual popular que Ia reina Isabel TI. La masa de Ia poblaci6n ha adquirido de hecho una educaci6n, tal y como esperaban los autores de The Black Book, pero no han perdido como consecuencia de ello su aprecio por la ‘magia secular de la monarquia. Por el contrario,como Ian Gilmour ha ob- servado, «las sociedades modernas todavia necesitan el mito y el ritual. El ‘monarca y su familia lo proporcionan». Como contraste adicional a este primer perfodo, la ceremonia se lleva a cabo de manera espléndida, tanto, 3. The Saturday Review, 9 de febrero de 1861, pp. 140-181. Fl arfculo fue publido ndimamente, imour, The Hod Polite (Londres, 1969), . 313, LA MONARGUIA BRITANICA ¥ LA INVENCION DE LA TRADICION 109 que los observadores han Ilegado a pensar que siempre ha sido asi. «Toda la pompa y la grandeza de una tradici6n milenaria». «una pompa que he fancionado desde hace siglos», «toda la precisién que proviene de los si- los que la preceden», «los ingleses son particularmente buenos en Is ce- Tobracién de ceremoniasm: todas son frases que provienen de comentaris- tas y periodistas contemporéneos y se encuentran en sus descripciones de las grandes ceremonias reales Por muy precisas que fuescn les valora- ciones de The Black Book y de Cecil en su tiempo, hoy ya no son vilidas. El propdsito de este capitulo es describir y explicar los cambios posterio- res en el contexto y Ia naturaleza de las ceremonias reales inglesas que han hecho que estos comentarios sean irrelevantes 0 que han desvirtuado las predicciones, A pesar del persstente eardeter central de la monargufa en la vida po- Iitica social y cultural briténica, In naturaleza cambiante de su imagen p- biica durante los utimos doscientos anos apenas ha atraido la atencion de Jos historindores. «EI testro de! poder» de las cartes de los Tudor y de los Estuardos (el modo como el prestigio real y republicano era ensakzado pov el elatwrady verciunial) sc ha estudio anmpliamente, no a6t0 on el aso de Gran Bretafia sino en toda Furopa® A finales del siglo xx y prin- cipios del xx, se produjo un segundo renacimiento del ritual y la tradicién sinventadoo» en Ia Alemania gulletmina y en la Tercera Repablica Fran- esa, que ha sido objeto de muchos estudios que proporcionan pistas su- gerentes en relacién con cf ceremonial britinico contempordneo.? En 5. 1.Dimbleby,Atchard Dimbleby (Lomures, 19S), p.310;sr J.Whecler-Benneut, King George Vi: is Life and Reign (Londres. 1965). p.310:H. Vickers. «Twenty Five Years & ‘Queen, en H. Montgomery Massinghord (ed), Burke’ Guide 1o the Brisk Monarchy (Londres, 1977, p $2; lustrated London Nes, 6 de febrero de 1965. 6. RLE.Giesey, The Royal Funeral Ceromony in Renaissance France (Ginebra, 1960 Strong, Splendour at Court Rensieance Spectacle and Musion (Londees, 1973):S. Angi. Spectcle, Pageantry and Barly Tudor Policy (Oxford, 1969); D. M. Bergeron, English Civic Pagsontry, 1558-1582 (Londres, 1971), FA, Yates, The Valois Tapezmies (Londres, 1959): E. Mair, almages of Power: Art and Pagesniry in Renaisnnce Venice», Am. Hist, Rev [XXX (1979), pp, 16-52; O. Reedy, «Mystical Politic: The Imagery of Charles IMs Coro tation ,en P. Korein (ee) Studies in Culture and Revolution: Aspect of Engst Iiellectul Histor, 1640-1800 (Londres 172), pp. 21-42: C. Geert. «Centers, Kings and) Charisma: Re~ fections onthe Symboliss of Powers on J Bon-David y EN Clark (ods). Cre and is Cre. ‘ators: Essays in Honor of. Sls (Chicago y Londes, 1977) especialmente pp. 15137 7. G. L. Mosse, «Caesar, Cireuses and Monuments, Journal of Contemporary Hinory.V1 (iO), pp. 16782: C Rearisk, «Festvale and Politic: the Michelet Centeomial ‘of 1898», en W. Lagueus y G.L. Mosse (eds), Historians in Politics (Londecs. 1974). pp 3. my 110 LA INVENCIGN DE LA TRADICION Ia Europa de entreguerras, los elaborados rituales de los nuevos regime- nes fascista v comunista han empezado a atraer recientemente la atencién de los investigndores* En cambio, se ha olvidado casi por completo el ri tual real inglés por lo que respecta al perfodo posterior al siglo xvut. A pe- sar de que las biografias de reyes y reinas dan cuenta de bodas, corona- ciones y funerales, no ha habido un intento sistemitico de analizar este ceremonial en una perspectiva a largo plazo, comparativa y que tenga en cuenta el contexto, El trabajo pionero sobre el aspecto ceremonial de la monarquia bri- tdnica ha sido casi completamente Hevado a cabo por socidlogos, tanto por lo que concierne a la obtenciGn de datos como a su interpretaci Desde que se creé el Mass Observation en 1937, ba habido una corzi continua de encuestas para evaluar las respuestas popullares a las suce- sivas ceremonias reales, desde la coronacién de Jorge VI hasta el Aniver- sario de Plata de la reina Isabel.’ Algunos sociélogos han intentado ana: lizar su «significado» basandose en un marco durkheimiano, funcionalista, poniendo cl acento en la fuerza integradora de este coremonial y la ma- era como encarna, refleja, sostiene y refuerza valores populares muy. extendidos y enraizados"” En otra tradicion, se ha observado el mismo ritual, no como expresién piiblica y articulada de consenso, sino como per- sontileacion de ta emoviltzacion de prejulcius», un ejemplo de como la elt- te gobernante consolida su dominio ideolégico por medio de la explota. TRC, Rearck, «Festivals in Modern France! The Experience of the Thria Republic, Jou ‘nal of Contemporary Hisiry.XIl(1977).pp. 45-460: R, Samsoa, «La Féte de Jeanne @'Are fn 18548 Controverse ot Célabration», Revue d'Histoire Moderne et Contamporaine, XX (973), pp. 444-408: Aguthon, «Esquisse pour une Archeologle Je la Republique: Alle Borie Cvique Féminine». Annales: Economies Société, Civilistions, XXVIII (1973).pp. 5 BH; E. J. Hobsbawen, «Inventing Traction in Nineteenth-Century Europe (Past and Pra sem Conference Paper. 1977) pp. 1-25. Mi deuda con el trabajo del profesor Hobsbawin se hace patente elaramente en este eapitlo ‘SG. Mosse «Mass Poles and the Political Liturgy of Nationalism, on F: Ke enka (ed), Navionuams The Nature and Evotuion of an Idea! (Londres 1976, pp. 39-54, HT, Barden, The Nuremberg Porty Rallies 1929-39 (Londres, 1967). 9, Hennings y C. Madge, May the Tse (Londros 1937); 1. Harti, Long to Reign Over Us? (Londses, 1966); 1.G. Blumer, R. Brown, A.J. Ewbank y.J.Nossiter, «Attu {es to the Monareny: Their Strcture end Development during a Ceremonial Occasion», Pattie! Sues, XIX (1971), pp. 149171; R. Rose y D.Kanavagh, .!? Tanto para las 1s como para las grandes obras de teoria politica, «estudiar el contexto .., no es simplemente obtener informacién adicional ...;es tam- bign equipamos ... con un modo de adoptar una mayor profundidad cen su significado que el que podemos esperar conseguir simplemente por la lectura del texto».!7 Do este modo, para descubrir el «significado» del itual real durante el periodo moderno, hay que relacionarlo con el espe- Ufiey contexte social, politica, econémico y cultural on ol cual ea ha lleva do a eabo. Con el ceremonial, como con la teoria politica, el hecho de si- tuar el acontecimiento 0 el texto en su apropiado contexto no es simplemente proporeionar un trasfondo hist6rico, sino de hecho empezar el proceso de interpretacion."* De un modo claro, incluso si cl texto feferente a un ritual repetido como la coronaciGn permanece inalterado durante largo tiempo, su «sig- icado» puede cambiar profundamente dependiendo de la naturaleza del contexto. En una era que es bisicamente estitica, un ritual que no cambia puede ser un reflejo auténtico de estabilidad y consenso, o tam- bién su refuerzo, Pero en un periodo de cambio, conflicto o crisis, puede ser deliberadamente inalterado para dar una impresisn de continuidad, 11. $ Lukes «Political Ritual and Socil Integration», en S. Lukes, Esays in Social “Theory (Londres, 1977), pp-62-73;N Birnbaum, «Monarchies and Sociologists: A Reply to Profesor Shils and Mr Young, Soclologio! Review, nacve serie, INT (1958) pp-S-22:R. Bo- cock, Rita in Industral Soctty (Londres, 1974), pp. 102-10. 12, C Geert, The Interpretation of Cultures (Loies. 1975). pp.7. 14.489 13. 0, Skinner, The Roundtions of Madere Political Thought 2 wolimenes (Car bridge, 1978), pp. XXIV. a. CED'M. Schneider. «Notes Towatds a Theory of Culture».en K.H, Basso y H.A. Selby (ets), Meaning in Anthropology (Albuquerque, Nuovo Mexico, 1976), pp. 214215 “sCualquier significado esta de algn modo define o determinado por el contexton m LA INVENCION DE LA TRADICION comunidad y bienestar, a pesar de que existan indicios claros de Io con- trarlo, Bajo ciertas circunstancias, una coronacién puede ser vista por los pasticipantes y los contemporsineos como una afirmacién simbéliea de Ia grandeza nacional, Sin embargo, en un contexto diferente, la misma afir- nacién puede asumir las earacteristicas de la nostalgia colectiva por las glorias pasadas. Del mismo modo. un funeral real puede servir como agra- decimicnto y celebracién de un monarea que ha hecho mayor a su nacién, ‘9,c0n él mismo formato y texto, puede ser interpretada como un réquiem, ro s6lo por el mismo monarca, sino por el pafs como gran potencia. El ssignifieado» de Ia Bstatua de la Libertad ha cambiado profundamente durante el dltimo siglo como resultado de los cambios «en el trasfondo hist6rico de circunstancias, do modo que el mismo argumento se puede dar para los textos y los acontecimientos rituales.!? Sin embargo, una obra de arte como una estatua es, por definicién, es- titica: si su significado «cambia» en el transcurso del tiempo, esto slo puede ser resultado de cambios en el contexto, Pero en el caso del ritual y del ceremonial, la representacién misma es también elistica y dindmica Mientras que el texto basico de un ritual repetido puede continuar basi- ‘camente sin cambios, como los de Ia imposicién de la corona, la uncién y 1 reconocimiento en la coronacién inglesa, el modo preciso en que se prsduce la ceremonia puede cambiar, lo cual sdle sive pasa dar uaa di ‘mensién mayor a los cambios de «significadan. El ceremonial puede lle- varse a cabo bien o mal. Puede ser cuidadosamente ensayado 0 ejecutar- se sin preparacién previa. Los participantes pueden estar aburridos, ser indiferentes, no tener interés o incluso estar apasionadamente convenci- dos do la importancia histériea de la pompa en que toman parte. Depon- diendo tanto de la naturaleza de la representacién como del contexto en cl cual se leva a cabo, el «significado» de lo que ostensiblemente es la misma ceremonia puede cambiar fundamentalmente. Ningtin andlisis res- tringido al texto, que ignore tanto la naturaleza de Ia representacién como la descripcién «densa» del contexto, puede aspirar a ofrecer una explica- eign convincentemente historica del «significado» del ritual y del ceremo- real en la Gran Bretafia moderna.!* 1S. M-Trachtenberg, The Sinus of Libeny (Harmondsworth, 1977),pp. 1519, 186-195. Para un andi sinilar del ssignifcador cambiente del famoso pucote ferroviario sobre el, Zambez' en las ealaratas Vieira, vease J. Morr, Farewell te Trumpets: An Inmperial Re- trea (Londres. 1978) pp. 47-348, 6. ara mi coma historiador Sst ee principal problema dela aprosimacin tox. 1 que Se realiza en antropolog, ejerplifcada en E. Lexe, Culture and Communi= ‘ation: The Logie by which Syaibol are Connected: an Introduction to the Use of Struciura- list Analisi» Social Anthropology (Londres. 1976). pp 8-93, dondo so analiza la historia, Dic de Ta coasagracion de AavGn como Sacerdote Supreme. Para un mejor ejemplo de LA MONAROUIA BRITANICA ¥ LA INVENCIGN DE LATRADICIGN 113 Desde este punto de vista, hay al menos diez aspectos del ritual, de la representacidn y del contexto que hay que investigar. El primero es el po- der politico del monarea: ;ten‘a poco 0 mucho? jEstaba en alza o en de- clive? El segundo ¢s el caracter personal y la reputacién del monarea: jer amado u odiado, respetado o eriticaco? Fl tercero es la naturaleza de la ¢s- tructura econémica y social del pais que gobernaba: ,era local, provincia ha y preindustrial o urbana, industrial y dividida en clases? Fl cuarto es el tipo, el aleance y Ia actitud de los medios de comunicaciGn: con qué grax do de vigor describfan los acontecimientos reales y qué imagen de la mo- narcufa transmitian? El quinto es el predominio de la tecnologia y 1a moca: era posible que ef monarca se beneficiase del uso de modos de transporte o ropajes anacrdnicos para realzar su misterio y la magia? El sexto es la propia imagen de la nacién sobre la cual el monarea goberna- ‘ba: 4eonfiaban en su posicién dentro de Ia jerarqufa internacional ose vela amenazada por potencias extranjeras? Se oponsa al imperio formal o era imperialista de modo consciente? El séptimo se refiere a la condicién de 1a eapital donde tenfan lugar las ceremonias reales: jera reducida y poco vistosa 0 albergaba espléndidos edificios de avenidas triunfales como te- én de fondo para el ritual y la pompa? Fl octavo es la actitud de los res- ponsables de la liturgia, la musica y la organizaciGn: geran indiferentes al Ceremonial ¢ ineptor en eu organizacién, 0 efieares y eapanes de desa- rrollar el acontecimiento? El noveno es la naturaleza del ceremonial tal ‘como realmente era llevado a eabo: ,era mezquino y aburrido o espléndi- do y espectacular? Finalmente, hay una cuestion de explotacion comercial: hasta qué punto los fabricantes de cerdmica, medallas y otros artefactos reian que se podia ganar dinero con Ia venta de piezas conmemorativas? ‘Siel ritual y el ceremonial de la monarqufa briténica se contextualiza yy se ovalia de este modo, se hace posible descubrir su «significado» de un modo mas convincente de lo que han conseguido los sociélogos, Ellos fasumen que, desde 1800, Inglaterra es una sociedad «moderna, «indus- trialn y «contempordnea», y dan por supuesta su estructura.” Sin cm- argo, como a menudo es el caso, para el historiador son los cambios y las discontinuidades lo que de verdad interesa, més que los aspectos unifica- lores. Suponer, por ejemplo, como hacen muchos socidlogos, que Ia des- teripcién de Waiter Bagehot del periodo central de la monarquia victoria~ na era tan valida para su tiempo como lo habrfa sido desde entonces hasta ‘xi Lipo, se puede ler la conterencia sit publicar del mismo autor, «Once » Knight i Qui te Enough. Gonde compara la investidura de Ia eaballeria con el sarificio del cerdo en Doma chlor aos cuarenta del igo xs un comparscién que, desde cl punto de vita his- {orisa,no doe east nada de interes sobre el significador dela ceremonin dle investidura en el eontexto presente. 17, 6. Lukes Political Ritts and Socal Integrations, pp. 62.64. a I LA INVENCION DE LA TRADICION hoy, e mostrar una prfunds ignorancia, nosso por el contexto muy pe- Charen el cual escribid The English Consutony ss arlene The corona, sine también por el modo exato en que tanto al eonteto con ers el etal en camber desde entoncen* Tn este sdenso contextodescripiv,emergen cuatro fasesdstntasen exdesarroli de a nagen ceremonial de monarqua brite. El primer Gesfodo, que = extionde desde loess vente del siglo xix hara ls aor erent, es un priodo de ritual organiza de forma Inept, epreentado Sno que todavia ora una sosidnd predominantemente lot, provincial preindustral El segundo, que empleza en 1877, cuando la rena Vitoria avec en empeatie dela tnda,y que se iende hata el extallido de fa Primera Guerra Mundial, fe, ano en Gran Beta como en gran par. tee Europa, el apoge dela szadetn laventadan una Epoca cu nel Ins ojs eoremonis ee presentaban con una experiencia yun gusto que falaban con antriridad y cuando nuevos rituals se lnventaron de modo coneronte para acontar sv desrollo, Despucs desde 1918 hata a cor nocin de la relna label en 1953 leg6 el perfodo en qu los britnicos se onvenceron de que acan bien ia cecrnoiat porque siempre habia slo saturn ereencia que se hao poible porque lo antguos vales en el iu fea (acan sey Rs) trac mn moan de Jando ol campo ibre para Gran Bretata, Finalmente desde 1083 a crise do Gran bretaa como gran potenca,combinada con el mpactomasivo del til re ue wg endow cl roornl eal ombids neve profurdamentesa psar de que ls lines bisias de este nuevo pe- todo de vanstormacan toma Solo se pueden peri bors Cada una de estas fases sucesivas se analizard por separado, i u Durante! perndo que acaba en fs aos stent del si 3 fis setenta del siglo, la mo- arg briténieaexperimentd au momento mds sigaialivo en rnin del poder realy efectivo que manejaba, Con In experiencia dl sgl xn 18. Shisy Youn «The Meaning of th Coronation pt 3 Coronatonn pk Bock, a tit Soh 1 Wee y Karnage Monsrny a Cantaperny Bis Cults PSS Bs panera tle ta opots ar spy coconinets apes Te cee utes rece en pee take ney pe de una prescripcién. Para un anil St - ru comse sobre ens epi vase NS lor Ste SC on or gs crs es MO) 2 Voc tancn 8S rosa edna W. Daye The Els Co ‘titution (Londres, 1963). p. 36. eo —_, LA MONARQUA BRITANICA ¥ LA INVENCION DE LA TRADICION 115 todavia bien conservada en la memoria coleetiva de tos ingleses. contl- uaba exiticndo una cierta hostilidad a un mayor engrandecimiento de la {nfluencia real por medio de la reapertura del teatro del poder que se ha- bia clausurado felizmente a finales del siglo xvul. En 1807, por ejemplo, Jorge Ill dsolvié un Parlamento que aun no tenfa un afio de vide para in- Gomentar la fuerza de un consejo de ministros hostil a la emancipaciGn catolica, Cuatro afios después, cuando el principe de Gales asumis Ia re: ffencia. ce suponia generalmente que, si lo hubiese querido, podria haber partado del poder a la administracién fory sustituyendola por los whi." Posteriormente, continud siendo una figura exasperante ¢ importante en 1 firmamento politico, una irritacién constante para Canning, para Livet- pool y para Wellington. Su sucesor, Guillermo TV, era incluso mas enérpi- co, como explica el profesor Gash: En este corto reinado de siete afios disolvié tres veces el consejo de iministros, dos veees el Parlamento antes de tiempo por razones politics; ppropuso tres veces formalmente a sus ministres que se cosligaren con sts Epowitores politicos yen une oeasién muy celebrada, permitio que se uss cz eu nombre, sin tener en cuenta a sus consejeros politicos, para influir en ‘una votacidn crucial en la Casa de los Lores” ‘Tampoco la reina Victoria estuvo inactiva en los primeros afios de su rer nado, En 1839, al rechazar aceptar Damas de Cémara que eran favorables 1 Poel, consigaié prolongat de modo artificial el gobierno de Melbourne. En 1851, casi despachd a Palmerston del Foreign Office y, despues de la muerte del principe Alberto, continud siendo «una consejera astute, per- Sstente y lena de quejas, ademas de muy critica con sus gobiernos». En 1879, los Comunes debatian una ver. mas la famosa mociGn de Dunning, seg Ia cual ea influencia de la corona ha aumentado, continga aumen- tando y tiene que disminuir» 2! Si el persistente poder real hacia inaceptables las grandiosas ceremo- nias reales la renovada impopularidad las hizo imposibles. El cardcter pa- biico y la teputacion de las generaciones sucesivas de la familia real du. vante los tres primeros cuar1os del siglo xix implicaba que eran vistos sin excepcién con indiferencia v hostlidad. as vidas. amores y 1a moral de los 19. C Hibbert, George IV (Hatmondsworth, 1976), pp. 379-383, 675-686, 694 AR Ae Gtaa Rowson and Reconstruction in English Polties 1832-1852 (Oxford, 1965).0.5, SP pentes From Castlereagh 19 Gladsone, 1815-1885 (Londees L971), pp. At 163. 466; 5. Ridley, Palmerston (Londres 1972)-pp. 529-540; K, Martin, The Crown and the Este Dlishrnent (Londres 1962) p. 52 TTT | t i 6 LA INVENC! NDE LA TRADICION hijos de Jorge III los convirtieron probablemente en la generacién real menos querida de la historia inglesa. En particular, la extravagancia de Jorge IV y su carécter mujeriego Hlevaron a la monarqufa a un momento imuy bajo, cluyo punto mas eritico llegé cuando su boda con la reina Caro. lina se convirtié en un escéndalo pablico y politico, «Nunca hubo un indi- vyiduo menos llorado por sus iguales que este difunto rey», eseribié The Ti- ‘mes en un editorial reprobatorio sobre su muerte. «; Qué ojo ha llorado por 61? ,Qué corazén puede Intir con pena sincera?»"® Del mismo modo, {a pequena luna de miel que se alean76 con la popularidad de Guillermo IV se desvanecié como resultado de su hostilidad al gobierno reformista whig, de modo que The Spectator pudo castigarle por su avoluntad débil y su poco entendimiento, su jgnorancia y sus prejuicios»*? La reina Victoria tampoco empez6 mejor. Su parcialidad a favor del primer ministro que tuvo le hizo ganarse la ctigueta de «Mrs Melbourne» y «Reina de los Whigs», y todo e! mundo rechazaba el fervor germénico del principe Al- berto, «un principe que ha respirado desde su infancia el aire de las cartes, infectadas por el servilismo imaginario de Goethe». El nuevo principe de Gales, atrapado primero en el escdndalo Mordaunt y después en el easo Aylesford, descrito por Bagehot como «un jovencito sin trabajon, apenas fue capaz de afiadir ningtin brillo a esta corona tan maltrecha e impopular. En resumen, la monarquia no fue ni imparcial ai estuve por encima de la Politica, ni tampoco fue olimpica ni estuvo por encima de la sociedad, ‘como sueederia mas tarde, sino que jugé un papel activo en ambos ém- bitos. A causa de que la quinta esencia de la politiea y de la sociedad desplegaba sus actividades en Londres, el encanto ceremonial de la mo- narquia se veia atin més limitado. Desde Ia época de Wilkes hasta la de ‘Chamberlain, la influencia nacional cle Londres fue relativamente restrin- gida mientras se consolidaba una Inglaterra provincial. Las lealtades y las Fivalidades locales continuaran siendo fuertes y el condado continuaba siendo una comunidad cohesiva y realista.’* Ademas, el crecimiento des- ‘gual de 1a economia y la lenta adopcién de la maquina de vapor sig- nificaban que, aunque Gran Bretala pudiese ser entonces el «taller del mundo», fos talleres eran pequefos y haba relativamente pocos. El] Man- chester de Engels, con sus fabricas enormes y sus suburbios separados, era la excepeidn y no la regla. En 1851, la agricultura continuaba siendo la 22. Hibbert, George 1¥, pp. 782-783 2. Martin, The Crown and th Establishment, 27. YR Falfor, Te Prine Conor (Londres 168), pp 156458. stag: fh Bites Vitoria Ces (Hiamondsworth, 1968), pp. 312, 397289; 1. Peing A tory of British Trade Unioniom (Harmondsworth, 1963), pp. 15. La MONARQUIA BRITANICA VLA INVENCIGN DE LA TRADICION 117 mayor fuente de trabajo. «La Inglaterra de Ia reetoria, de Ia modesta casa seforial y la propiedad campesina» continuaban predominando, «Los pue~ bios 0 pequenas ciudades de campo eran la norma por lo que concierne a Iaurbanizacién a mediados del siglo xix.»* En este mundo tan local, pro- vinciano, tan familiar, las posibilidades de mostrar a un monrea ceremo- niosamente ensalzado, olimpico, autosuficiente e imparcial, como imagen del padre de la nacién y foco de lealtad, eran claramente limitadas. El cardcter y la actitud de la pronsa eran otra barrera para este desa~ rollo. Mientras que las grandes ceremonias reales eran descritas de modo completo tanto en los diarios provincialcs como en los metropolitanos, la prensa en general era hostil al monarea. En las primeras décadas del siglo Xx, los ataques en la prensa londinense de Gillray, Rowlandson y los Cruickshanks hicieron que la monaquia «fuese sin lugar a dudas el tema yel blanco mis habitual de los caricaturistas»2” Desde 1850 a 1870, la rei- ha Victoria fue objeto constante de eriticas en los editoriales de los din ros. Los escéndalos sensacionales y los asesinatos tenfan un efecto més significativo en la venta de diarios que el de las ediciones eonmemorati- vas ricamente reproducidas de The Times y The Observer en ocasion de las coronaciones de Guillermo TV y de la reina Victoria.” La prensa pro- sincial, ya fuese liberal, intelectual, racional o de clase media, reacia a de- fnostrar mucha emocion, no era en xeuteral unés favorable @ le monarquia que sus colegas metropolitanos Ademds, la falta de imagenes hacia que incluso la mayor de las ceremonias reales fuese un misterio excepto para los més cultos y ricos, porque Ia prensa ilustrada no era barata, y el Hus- trated London News, que empe76 a publicarse en 1842 al precio de un chelin el ejemplar, quedaba restringido al piblico «de rectoria».” Bajo es 26, _W,L: Buen, The Age of Equipo: Study ofthe Mid-Vietoria Generation (Lon- ‘ves, 1968). 7: Bripes Victoria Cites, p32, W. A. Arisitong, Siabiiy and Change in an nglsh Couey Towns A Social Study of York 1801-1851 (Cambridge, 1974), pp. 10- Mathias The Prt Indisutd Nations An Economie History of Briain, 1700-1914 (Londres 1969). pp. 259-273: C. Chamberlain, «Te Growin of Support forthe Labour Pasty in Br ‘Bots Journal of Sociology. XXIV (1973), 9p. 482-484; A. E. Musson, Brust Trade Unions, 1800-1673 (Londees 1972), pp 16:21; A. Ret, «Politics and Economies in the For. ‘tution of the Briish Working Clase'A Response 10 I. F. Moorhouse, Social History HL 11978), p 359. Pi MWyna Jones, Cartoon History ofthe Monarchy (Londres, 1978)-pp. 40-45: M. ‘wanker, Daily Sketches: A cartoon History of British Twenith-Century Potties (Londres, 1978). 7.23, Be RD. Altick, The English Comion Render (Chicago. 1957). pp. 343-344, Bp. ALL Lee, The Origins of the Popular Press 1855-1914 (Londees, 1976), pp. 38.45, 4.120.121 30._ C-Foe. «The Development of Socal Reportage in English Periodical istration uring the 18405 and Early 18500, Post and Present, 78 (1977)- pp. 92-3, 100-102, 111: D. Symon. The Prese and is Story (Londres, 1914) p. 213 118 LA INVENCIGN DE LA TRADICION tas circunstancias, las grandes ceremonias reales no eran compartidas por mucha gente como acontecimientos corporativos, sino como rites de gr po inaecesibles, ealizados para el beneficio de unos pocos mas que para el provecho de todos™ La situacién predominante de la teenologia del transporte servia més para retener a la monarqu‘a dentro de la sociedad que para elevaria por encima de ells. No habja nada particularments anaer6nico, roméntico 0 espléndido en la forma en que la realeza briténica viajaba, La Inglaterra victoriana, como nos reeuerda el profesor Thompson, era una sociedad transportada por caballos, en Ia cual habia 120.000 grandes carrusjes de propiedad privada y 250.000 earruajes ligeros de dos ruedas hacia 1870. Obviamente, los earrusjes utilizados por la familia real eran al di si- guiente de uso generalizado, El faetén, por ejemplo, fue introducido por Jorge IV, la wagonette por el Principe Consort y la victoria por el princi- pe de Gales.® Estimulados por el patronazgo real, hubo una proliferacisn masiva en la gama de earruajes disponibles hacia la mitad del perfodo vic- toriano. Como W. B. Adams escribié en 1837, «las variedades de forma y elaboracién se han hecho tan cuantiosas que es diffi! incluso para el ob- servador con prictica familiarizarse con todas ellas».* Como resultedo, Jos carruajes de la monarquia no eran mas grandiosos que los de los de- mit mortalee. En la coronacién de Guillermo IV, por ejemplo, el coche més destacado fue el del principe Esterhavy. Siete afios después, en la de la reina Victoria, cl carruaje del mariseal Soul, cl embajador francés, tue considerado como el mis espléndido, mas que el de la misma reina3 Esta falta de preocupacién por la competencia exitosa con el extran- jero en euestiones trviales fue la otra cara de la suprema confianza que exista en la competencia internacional en lo concerniente a asuntos de im- portancia, La derrota de Napoleén dejé a Gran Bretafa sin rivales en la Europa continental yen Norteamérica, Estados Unidos, ocupado en Ia gue- rra chil, parecia determinado a pasar directamente de la infancfa a fa des- 31. Hay que hacer coasiae que pacos vokimenes conmemorande los grandes acon ‘imientos reales fueron publieades durante ese perfodo, yl pocos que apareciern,como de sir George Naylor, The Coronation of His Most Sacred Majesty George IV.2 volime- ‘es (Londres, 830) eran tan Infos que st venta queda resting a un piblico muy re Acide. 32, M,L. Thompson, Victorian England: The Horse-Drawn Society (Londres, 1970), P16, 33. Sie W. Gilbey, Modern Carriages (Londres 1905), pp. 46-52, 2-4; G. A. Thrupp, The History of Couches (Lontres, 1877) pp. 87-9. 34. WB Adams Bnelish Pleasure Carriages (Londres. 1837). p.220 435. Thnupp, The Mitory of Coaches, pp. 89.90; Ziegler, King Williaa 1V (Londees 1971), p.193. LA MONARQUIA RRITANICA ¥ LA INVENCIGN DE LA TRANICION 119 integracién sin convertiree en una gran potencia por el camino Fl discurso «Don Pacifico» de Palmerston personificaba esta confianza a la perfec- cidn, combinando un panogirico sobre la excopeional estabilided social y constitucional de Gran Bretafa con una afirmacién estridente y popular desu papel sn rival como policfa del mundo.%* Los individues de principios y mitad del periodo vietoriano se veinn a sf mismos como los lideres del progreso y Ios pioneros de la civlizacidn,y estaban orgullosos de la natu raleza limitada de su gobierno, su falta de interés en un imperio formal, su. aversion ala exhibicion, la extravagancia, el ceremonial y la ostemtacion” Laestabilidad en el poder y la confianza segura en el éxito significaban que no habia necesidad de aparentar nada. La pequefia Bélgica podia gastar mds que Gran Bretafia en sus palacios de justicia metropolitans, pero la realidad del poder y la religién del ahorra hacfan que los ingleses mirasen este deseo del pequeito de parecer mayor con desdeno o indiferencia.* Esta acttud se explica mejor cuando se deseribe por qué Londres no cera adecuada para ser la sede de ceremonias reales prandiosas y por qué los ingloses o consideraban como una virtud. Incluso el més ardiente camped del «tumor infernal» admitia que no podiarivalizar con la euidadosa plan Ticacién del Washington de L'Enfant, las uinas venerables de Roma, la magnificencia del Paris de Haussmann, los grandes proyectos para la re- ‘osiruccidn de Viena establecidos por Francisco Jose en 1834 0 la esplen- dida constelacién de cuatro plazas disefada para San Petersburgo durante 1a primera mitad del siglo xix: En estas grandes capitales, los grands edi- ficios y las avenides espléndidas eran monumentos al poder del esto 0 a 36. Burn, Age of Bauipote,p. 103 Ridley, Palmerson, pp. 523-524: A, Drives, Veto rian People (Harmodeweort, 1965), pp 10-11,24 37.” R, Robloson y J Gallagher, Area and de Viecorians:The Offeal Mind of Impe: ‘alin (Londres, 1961) pp. 1-4 ‘38. Sir J Summerson, Vistorian Architecture in England: Four Studies in Evaluation (Nuova York, 1771) p. 115: «Los gobiernasingleses de medindos Gel siglo Xr eran ahorss ores hasta un nivel casi increible. Su ahorroformabs parte de una Gilotola nacional que se tespresaba de tanto on tanto on va datdén generalizado por los arguitestsy la nrquitests rm. Los palacios de justia de Bruselas, de Pootar,eostaron 1.760.000 libris exerines, ‘mientras que el primer proyecto de Street. para los de Londres slo slearzaba 1.500000. 30. BJ Hobsbawm, The Age of Capital, 1848-1875 (1977), pp 326, 328, 329,334,337, BLN. Bacon, Design of Cles edicidn revisada (Lonures, 1978), pp. 196-199, 220-228 1 W. Reps, Monumental Washington: The Planning and Development ofthe Capital Center (Pin- cexton, Nueva Jersey. 1967). pp. §.20.21:. Sutcliffe, The Autumn of Central Parx: The De- {feat of Town Planning, 1880-1970 (Londres, 1970), capitulo 2; DH Pinkney. Napoleon 101 fru the Rebulding of Paris (Princeton, 1938), passim, P. Abercrombie, «Vienne», Town Planning Review. | (1910-1911) pp. 221, 226.221: G. R: Marek, The Engle Die (Londee, 1995), pp. 1711731. A. Egorov, The Architectural Planning of St Petersburg (Athens, Oi 1909), pp. 104-105, 182, 192; 4H. Bater, St Petersburg, ndustitisation and Change (Lon: res, 1976), pp. 17-0, Ja influencis dei monarca. En cambio. en Londres. Ise plazas y los suburbios, Jas estaciones de tren y los hoteles, eran monumentos al poder ¥ la riqueza de los individuos. El Londres de Ia mitad del periodo victoriano, como Do- sald Olsen ha argumentado, era una afirmacién contra el absolutismo, una cexpresién orgullosa de las energias y los valores de un pueblo libre La sgrandeza al estilo de Paris o San Peiersburgo significaba despotismo: gde {qué otra manera se podfa ejercer el poder Suficiente o movilizar tanto di- ‘nero como para hacer posibles estas construeciones mastodénticas? En cambio, Londres podia resultar descuidado, pero al menos la gente no esta- tba esclavizada, Como un contemporénco explicé: «Hay pocos edificios pi- blicos y la mayor parte son humildes... ,Oué significa todo esto? ;Te pue- des sentir muy impresionado en la metrépolis de un pueblo libre?! Este amor por la libertad y por la economia y el desprecio de la os- tentaci6n eran el beso de la muerte para el gran ceremonial real y la inep- titud de los arreglos musicales que lo acompafiaban no hacian més que os curecer el panorama. Los primeros setenta aos del siglo xix fueron los més pobres de la historia musical de Inglatezra: no ha pervivido ninguna obra importante de compositores ingleses: todavia menos Ia relativamen- tc trivial y efimera miisica de ceremonia.** El himno nacional estaba muy lejos de ser el venerado himno patristico en el cual se convertiria mas tar- esi siquicra se vants en la eoruuacion de la reina Viewrla, no era tre- cuente que se hicieran de él nuevos arreglos corales y, durante el reinado de Jorge IV," surgieron versiones aliernativas criticando al rey y alaban- do a la reins. Los sucesivos Maestros de la Musica del Rey eran hombres sin distincion, cuyos deberes se limitaban a dirigir la orquesta real. Sir George Smart, organista de la Capilla Real, a quien se encargaron todos los arregios musicales para las grandes ceremonias reales desde el funeral de Jorge IV hasta la coronacién de Ja rina Victoria, era particularmente inepto. En esta diltima ceremonia, por ejemplo, se decfa que tocaria el ér- {gano y marearfa el compds de la orquesta a la vez, una prediccion que The Musical World critics con esearnio diciondo que era ineapaz de hacer nin- 40. D. Oben, Mhe Growin of Vitorian London (Londres, 1970), pp. 31-38, O, 32 ae algunos comentarios sobre fas esiructuras de valores de los sistemas espaciales, véase D.Harvey Socal ates and the Ci (Londzes, 1973), pp 31-22. 41, Citado-en Olsen, The Grow of Victorian London, pp. 35-56 42M. Kennedy. The Works of Reiph Vaughan Wiliams (Londees, 1964), p 1 43. R.A Scholes «God Save she Queens: The History and Romance ofthe Ward's Fit National Anche (Londees 1984), pp 147-148, 165, 203-204, 209, ease lamb ls tabla 3 444. “Estos eransr Wiliam Parsos (1780-1817), Williaa Shield (1817-1829), Christian Kramer (1829-1834). Frangois Cramer (1884-1838), George Anderson (I8A8-1870), sr Wi. iam Cusine (1870-1893). Véase E. Bloom (ed), Grove'r Dictionary of Music and Musi sans, 52 een, 10 voldmenes(Lenates, 193), Vp. 627 LA MONARQUIA RRIFANICA ¥ LA INVENCION DE LA TRADICION 121 guna de las dos cosas por separado.* Esta falta de inspiracion y de lide- 22g0 se reflejaba en el triste estado de Tos coros de las catedvales ingle- ss, especialmente los de la abadia de Westminster y St. Paul. No habfa en- sayos, los cantores no vestian sobrepellices, los coros no desfilaban en procesién, cl absentismo, la falta de disciplina y el comportamiento irre- verente eran endémicos, los servicios eran largos y mal planeados. En la abadfa de Westminster, muchos de los cansnigos menores y los elérigos ean viejos e incompetentes, y aquellos con auténticas capacidades nor malmente eran miembros de otros coros de iglesia londinenses, de mane- za que no se podia confiar en su asistencia.* Parte del problema provenia de la falta de interés en el ritual por par- te del clero, que era indiferento u hostil. Como eseribié una autoridad en 1763, elos niveles mas altos de la iglesia no se sienten implicados» en la re- presentaci6n de los servicios” La combinacién de la pobreza de medios con Ia ausencia de gusto convirtié los primeros tres ctiartos del siglo x1x en un momento erftico del ritual y el funcionamiento celesistico.* En la abadia de Westminster, se retiré ia incomparable pieza del altar de Wren en ocasidn de la coronacion de Jorge TV y fue sustituida por una pieza me- do gética indigna. Después, se remodelé el coro y los asientos se coloca- ron fan juntos, con unos cuantos para los ficles en medio, que el canto co- lal de \alidad se hacis imposible, ain cuando ol coro hubiers sido campetente. James Turle, organista desde 1831 hasta 1882, era incapaz de disciplinar al coro y el érgano que tocaba era inaudible. En 1847-1848, el dean Buckley volvié a organizar el coro y situé a la mayoria de los ficles @n los transeptos, donde no podfan ni ofr ni ver al clero. Finalmente, cuan- o los ficles fueron vueltos a colocar en la nave, se vieron obligados a can- tar los himnos eescritos en grandes carteles encima de las columnas». Con uenos argumentos, Jebb castigé In sfrialdad, pobreza e irreverencia en lh ejecucién de los servicios divinos». Incluso en €poca del dean Stanley (1870-1891), la administraciOn de Westminster se earacterizaba por «la ig- rorancia en cuestiones financieras y la incapacidad para el negocio». Si 45. Anon, Music atthe Least Coronations, Musical Times, XLII (1902), pp 18.20. 46. B Rainbow, The Chora! Revival un the Anglican Church (1839-1872) (Londres, 1o70)ceapiula 13st F Bridge A Westminster Pilgrim (Londres, 1919), pp. 7275. 196-201, Tara un comentario contemporine, wanse J. Poates, Apology for Cathedral Service (Los: (es, 1839) J Jeb, The Choral Service ofthe Church (Landtes 1843). 5.5. Wesley. A Few Words on Cathedral Music (Londres, 1849) "47. Gitado on Pearoe. Apology for Cathedral Seroce,p. 18-19) 48_W, 0. Chadwick, The Victorian Church, 2° ediién (Londres, 1972), parte 2. yn 366.374 41. 1.Pecking, Werner Abbey Is Worship and Ormaments.3 vo\imenes (Londres. 19361952). pp 8994, 106-109, 14, 153-163, 1p 16,10, pp MA, 149,182, 155,160,168 Say a LA INVENCIGN DE LA TRADICION ta organizacién eficiente de los servicios de rutina era demasiado compli- ada para el clero, la planificacion y ejecucidn de las grandes ceremonias Seales que tenfan lugar on la abada de Westminster estaban muy por en- ‘ima de sus capacidades. m Es en este contexto que hay que entender la representacién y la po- pularidad del ritual y el ceremoniat real durante los primeros tres cuartos Gel siglo x1x. De un modo claro, en este primer periodo, el ceremonial no gxistia para exallar la corona por encima de la batalla politica, colocéin- Gola en ese Olimpo de impotencia decorativa e integradora que mas tar~ Ge iba a ocupar, 0 en esa cima de poder pintoresco que habfa ya esealado fn otro tiempo. La influeneia politica que retenfa el monarea lo hacia pe- Iigroso, el poder real de la nacion lo hacfa innecesario, y la naturaleza lo- cal de la sociedad, apoyada por la prensa regional y combinada con Ia fal- ta de un escenario metropolitan espléndido, lo hacfa imposible. Para la mayoria de los habitantes, las lealtades locales todavia cran més impor tantes que la lealtad nacional. Adems, en los pocos momentos en que el ceremonial capto Ia atencion nacional, no estaba conctiady Lou le mo narqufa, sino con héroes como Nelson o Wellington, cuyos funerales, de modo significative, sobrepasaron en gran medida los de Jorge 1, Jorge 1V, Guillermo IV y el principe Alberto en esplendor y popularidad.* ‘Los monareas que eran politicamente activos pero personalmente im- populares, desplazandose dificultosamente por las calles miscrables de Londres, eran mas In eabeza de la sociedad que la eabeza de la nacién. Asi, fl ritual real que los acompafiaba no era tanto un momento festive para fagradar a las masas, sino un ritual de grupo en que la aristocracia, a Igle- fia y la familia real reafirmaban de modo corporativo su solidaridad (0 ‘animosidad) a puerta cerrada. En el lenguaje de la antropologia, estas re prosentaciones llevadas a cabo en Londres durante este primer periodo no articulaban un lenguaje ceremonial coherente, como durante la época dc los Tudor y los Estuardos y como volveria a suceder a finales del siglo xix. Habia un intento poco consciente por parte de los promotores, part TERRE. Prothero, The Life und Correspondance of Arthur Penrhyn Stanley, D.D, tae Dean of Westminster, 2 wolumenes (Londres, 1893), pp. 282-26 SR Davey. A History of Mourning (Loadres, sin fecha), pp. 75-17, 81-83;.S. Cur, ‘The Viworian Celebration of Death (Newton Abbot. 1072) pp. 45: C. Oman, Nelson (Lon: Ares 1947), pp. 363-966: E. Longlord, Wellngon, 2 volimencs (St Albans, 1971-1973) Th 499.495, LA MONARQUIA BRITANICA ¥ LA INVENCIGN DE LA TRADICION 123 cipentes 0 espectadores para percibirlos como parte de un ceremonial ‘cumulative ¢ interrelacionado. No habia, como habfa habido, ningiin len- uaje ni pompa, ninguna sintaxis de espectéculo ni un idioma ritual, El todo no era mayor que Ia suma de sus partes Bajo estas circunstancias, la ineptitud del ritual briténico durante el primer perfodo se hace més eomprensible. De hecho, el futuro tereer mat~ {qués de Salisbury no era el tinico a quien le pareefa que el ceremonial bri. tinico era pobre. El Illustrated London News escribid en 1852 en ocasion de los funerales de estado por Wellington: Se dice que los ingleses son un pueblo que no entiende de espectdcu- tos y de celebraciones 0 del modo apropiado de organizarlos, Se argumen- tagque se entusiasman y aplaudon los intentos més ordinarios y que, al re- ws que los franceses y otras naciones del continente, no tienen gusto per el ceremonial, Sin duda, hay algo de cierto en fa acusacién.s Seis afios més tarde, con ocasién de una boda real, el mismo diario nadia que «en este pais tenemos pocas celebraciones pliblicas y los ma- teriales de su composicién son tan mondtonos como su escascz ¢ inefica- Gam? De hecho, incluso en 1889, William Jones observaba todavia que Chay que admitir que Ia épaea presente no €s favorable a la perpetuacién de elaboradas ceremonias».* "Y tonfa bastante raz6n, La mayoria de las grandes ceremonias reales sepresentadas durante los tres primeros cuartos del siglo x1x oseilaron en- tre fa farsa y el fiasco. En 1817, durante el funeral de la princesa Carlota, {a hija del principe regente, los responsables de las pompas finebres esta- ban borrachos, Cuando murié del duque de York, diez afios después la ca~ pile do Windsor estaba tan hiimeda que buena parte de los asistentes se Eanstips, Canning contrajo una ficbre rcumatica y el arzobispo de Lon- fies murid.** La eoronacién de Jorge TV, a pesar de que se concibi6 con la mayor grandeza posible, en un intento desesperado c infructuoso por ga- ner popularidad, fue tan estrambética que la grandeza se convirti en {ar fa Hubo que emplear luchadores profesioanies en el Westminster Hall para que pusiesen paz entre unos invitados distinguidos, pero beligeran- fox El mismo rey Jorge, a pesar de que que iba vestido suntuosamente, sparecfa demasiado gordo para producir un buen efecto, de hecho pare- Si. thurared London News, 25 de septiembre de 1852. 52, id, 20 de enero de 1853 53, Wlones Crowns and Coronation (Londres 1883), p. VII Be inher, The Cowrt at Windsor: Domenic History (Londres, 1964). pp. 17 12. Ey 124 La INVENCISN DE LA TRADICION cia més Un elefante que un ser humano». El intento patético y fracasado {dc la reina Carolina de acceder a la abadfa acabé por estropear todos los actos. En la coronacion de Jorge III, el maestro de ceremonias, en res- puesta a las merecidas ertieas que el monarea habia hecho de los arreglos, fbserv6: «Es cierto, sefior. que ha habido alguna negligencia, pero me he cuidado de que la préxima coronacién se organice de la mejor manera po. sible». Sin embargo, las circunstancias harian fracasar esta prediccion.** El firteo de Jorge IV con la grandeza tuvo tan poco éxito que no se re- pitid durante medio siglo. En su propio funeral en Windsor, Guillermo IV ‘no paré de hablar y se marcho antes de que acabase. «Nunca habfamos vis- to un conjunto de personas tan grosero, ordinario y mal dirigidom,eseribié ‘The Times en su descripcién de los asistentes.”* El rey Guillermo, por su parte, aborrecfa el ceremonial y la ostentacién ¢ intents prescindir desu propia coronacién. Finalmente permitid que se celebrase, pero fue tan cor- ta que se acabo conociendo como la «Media-Coronacién». Su funeral fue igualmente escuslido, «una triste parodia», como escribié Greville. La ce- remonia fue larga y tediosa y los asistentes se distrafan, refan, charlaban y se burlaban delante del ataid.® La coronaci6n de la reina Victoria tampo- co {ue més impresionante. Fue completamente improvisada, el clero se per . O, como sfirmé de un modo mas estridente: «Por causas que no es dificil describi reina casi ha injuriado tanto la popularidad de la monarquia a causa de su. largo retiro de la vida piblica como habia hecho hasta el menos apreciable de sus predecesores a causa de su vida disoluta y su frivolidad».® ‘Sin embargo, Vicwtia era iulleaible. Pur ejemplo, cn 1063, rechazs abrir el Parlamento, argumentando su «total incapacidad. sin perjuicio grave de su salud, para representar estas funciones de su alta posici6n, que van acompaiiadas de ceremonias de estado, que requieren la aparicién en iiblica con vestido de etiqueta».* Como mas tarde explicaria, incluso en presencia de su marido se sentfa «terriblemente nerviosa en todos los ac- 1as piiblicas», y con Ia ausencia del apoyo del principe Alberto estas apa- riclones se le hacfan insoportables* Sin embargo, Gladstone, durante su er gobierno, no tolerd este estacla de cosas, «Hablando de forma cla- ray en términos generales —escribid—, la Reina es invisible y el principe de Gales no'es respetado» Una y otra vez, entre 1870 y 1872, con toda la energie y la falta de tacto que se le permitian, Gladstone record6 a la rei- (0. Ziegler. Crown and People. =. 21. 61. The Times, 9 de noviombrs de 187 62. Longford, Vewra, Ry p40 63,_W.Bagshot,«The Monarchy and the People, The Economist22 de jullo de 187%: idem, The Income ofthe Prince of Wales», The Economist, 10 de octubre de 1874. Ambos reales esa reimpresos en St Joha-Stowss, The Collected Works of Welter Bagekot,V. pp. 419, 831 “Gl.” G_E, Buckle (ed), The Laters of Queen Victoria. 2” serie, 1862-1885. 3 volime- es (Londes 1926-1928), Ip. 133. 5. bid. 1, p 244 a , —___— 126 LA INVENCION DE LA TRADICION a la «inmensa importancia» de las «funciones sociales y visibles de la mo arquia», tanto para «el bienestar social del pafs» como para «la estabili- dad del trono»* Sin embargo, buscd de modo enérgico soluciones para festa «gran crisis de Ia realeza», tanto urgiendo a la reina a que apareciese nds frecuentemente en piiblico como otorgando al principe de Gales el tf- tulo de virrey de Irlanda. La reina Vietoria no cambi6. Como Disraeli ex- plicé en la Cémara de los Comunes, estaba «inenpacitada fisica y moral- Inente» para llevar @ cabo sus obligaciones” Esta imagen de ritual organizado de modo inepto, con un gusto muy timitado, se confirma por la restringida escala de la explotacion comercial aque estas ceremonias estimularon durante este primer perfodo, La ceré- iiica conmemorativa, por ejemplo, era un género reconocido desde la dé- ‘ada de los afios ochenta del siglo xvin. Sin embargo, la monarquia era ro presentada en este tipo de decoracién mucho menos que otras figuras importantes. Federico el Grande era mucho mas popular que Jorge TI, y se Fecordé a Nelson y Wellington mas frecuentemente que a Jorge III. Du ante el reinado de Jorge IV, se produjo mas ceramica en recuerdo de la eina Carolina que del rey mismo, Las coronaciones de Guillermo IV y de fa reina Vietoria recibieron poca atencién y entre 1861 y 1866, a pesar de que se produieron numerosos matrimonios reales, apenas se hizo ceré- mica conmemorativa. La produecién privada de medallas para la venta in- dica algo parecido. Una vez mas, se produjeron mds medallas para la rei- nna Carolina que cn la conmemoracién de la coronaeién de su marido, y fas coronaciones de Guillermo y Victoria pasaron casi desapercibidas* Durante este primer perfodo, la familia real fuc tan impopular y el atrac- tivo de sus ceremonias tan limitado que no fueron juzgados dignos de una explotacion a gran escala, Vv Entre finales de los aftos setenta del siglo x1x y 1814, sin embargo, se produjo un cambio fundamental en la imagen piblica de la monarquia briténiea, a medida que su ritual, hasta entonces inepto, privado o de gus- 66. F Guedalla, The Queen and Mr Gladstone, 185-1870, 2 volimenes (Londres, 1933-1934). Ip. 357 G7. P Magnus, Cledsiones Biography (Londres 1963). pp. 207-217 Gh. Ly LMay, Commemoruive Pottery 17901900 (Londres, 1972), pp 22, 40-45, $1, 58.59, TD. Rogers Coronation Souvenirs and Commemoraives (Londres, 1975), pp. 2 30, 31.35, 36,4 Edmundson, Collecting Modern Commemorative Medals (Londres, 1972), 1p. 392. Veasetambiéa table 2 LA MONAROUIA BRITANICA Y LA INVENCION DE LA TRADICIGN 127 to limitado, se convirlié en espléndido, publico y popular. Hasta cierto fhonto,el retro gradual de los monazeas de la polica activa facility Ins co- es Le reina Vistoria, aunque habia sido obstinada y haba obstruido mu ike acciones a principios de su rcinado, ejereié un poder mucho menos sro e finales de éete El crecimiento del nmero y la importancia de Jos electores, junto con una conciencia de partido mds fuerte, supusieron ihe les manifestaciones de las prerrogativas reales, del tipo que habfan Frovoeado la ersis de las Damas de Camara, se hicieron mucho menos Ptuentes Una vez que el electorado hubo dicho su palabra en 1880, por Semple la reina emperatiz ya no podia mantener a Disraeli o despachar o Galdsiones® Eduardo VII lego al trono viejo y sin experiencia, le gus- tuba poco el trabajo de despacho, pasaha tres meses al ao en ele jero J, aparie de alguna interferencia ocasional en asuntos de pol servational y la concesién de honores y condecoraciones, jugé un papel wrintmo en la vida politica.” Asi, medida que el poder real dela moner- fia se desvance(ae camino se absfa para que se conviriese de nuevo en Alecatro ds grandes ceremonias. En otros patses. como en Alemania, Aus- Shay Rosia el engrandecimiento ritual se empleaba, como en los viejos Jempos para crallar la influencia teal, Ea cambio, en Gran Bretatia, un ‘ual simlas se hizo posible a calsa de la creciente debilidad teal. En In- Jjaterna al 1ovés qu'en otros pafoon,no ce trataba tanta ce. a reapertra Jol teatro dal poder como del estreno de Ia cabalgata de la impotencia. ‘Ai mismo tempo, el erecimiento de la yeneracién popular hacia la monarquta hizo que este ceremonial ensalzado fuese convineente de una thaners que no habia sido posible antes, a medida que el poder se susti- tua por la popularidad. La longevidad, probidad, sentido del deber ¥ po- eign in rival dela rina Vietoria como mairiarea de Europe y figura-ma dite del imperlo consigui6 superar, y después eelipsar, la anterior acttud foal hacia olla. A su muerte, ya n0 era «Mrs Guelph» o la «Reina de los Whigsn sino «la ms excelente de los soberanos» que «legaba un nombre para iy reverencia eterna»" El tiempo no fue menos generoso con Eduardo VIL Su vida extravagant, ta gravia y cl estilo con que visjaba, Sus exitos notables en las carreras y Ia incomparable belleza, encanto y tractive de su consorte fueron Veniajas que tuvo durante los breves fos €8. Longtord, Vciort, Rf pp. 537-538. Jo. BMapnux King Edward Vil (Harmondswoth, 1967), pp-342,348,373377 Th, Davey, The Pageant af London, 2 volimenes (Londres, 190), Hp. 623.8 un mes s¢ publcaron 3.000 elegins on cI Reino Unido y sus colonias que Se reimprimieron res Sicbmente en A. Hammerion, The Passing of Victoria (Londres, 102), Como Hynes Peers sin mis sorprendente de estas clegias ela frecuencia con que inyosan aa viele ‘Sins como Madsen, Venge & Hynes, The Edwardian Turn of Mind (Princeton, Nueva Jer s23, 1968) p13. uN decrement, de su reinado. El «jovencito sin empleo» de Bagehot se habfa convertido, fen la vejez de Su reinado, en una figura patriarcal prandiosa y augusta, en padre del imperio y tio de Europa. Como un poeta escribié a su muerte ‘La mayor pena suftio Inglaterra, ‘cuando la muerte se llav6 a nuestro querido viejo Paro.” Este cambio en la posicién del monarca, que situé a la reina Victoria y a Eduardo VII por encima de la politica como figuras patriarcales para toda la nacién, se habia hecho cada vez mds urgente a causa del desarrollo. econdmico y social que tuvo lugar durante el iltimo cuarto del siglo xix. Una vez més, Londres volvié a afirmar su predominio nacional, mientras que las identidades y las lealtades regionales se debilitaban notablemen. te? Fue al final, mas que al principio, del siglo xix cuando Gran Bretafiase convirtié en una sociedad de masas preponderantemente urbana e indus- trial, con lealtades y conflictos de clase que se situaban en un marco genui- namente nacional por vez primera, El nuevo sindicalismno, las eontroversias que envolvian Taff Vale, el juicio Osborne y el creciente descontento sin precedentes de los aftos inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial anunciaban un clima social y ceonémico mucho mis éspero.™ ‘Ademas, como se puso de mantliesto én la coronacion de Eduardo Vil, el scardeter anticuado de muchas de las circunstancias materiales de la vida, de la época en que la reina Victoria fue coronada» contrastaban nota- blemente con los desarrolios dramaticos y desorientadores que habfan te- nido lugar en los sesenta aos siguientes: una ampliacién de los derechos del ciudadano, el ferrocarril, el barco de vapor, el telégrafo, la electricidad, eltranvia.75 Ein una época de cambio, crisis y dislocaci6n, la «preservacién, del anacronismo>, la deliberada y ceremonial presentacion de un monarca impotente pero venerado como simbolo unificador de la permanencia y Ia comunidad nacional se hicieron posibles y necesarias. En los afios sesenta del siglo x1x, Walter Bagehot habfa predicho que «cuanto mds democré- ticos seamos, més apreciaremos la gala y la exhibicién, que siempre han complacido al vulgo>. ¥ se demostrarfa que tenia razon.” 72. Magnus, Edward Vil, p. 526; Martin, Crown and the Establishment, 68: Ziegler, Grown and People, p28 73. Briggs, Vetoian Cites, pp. 312-313, 327,30, 386-359. 76 Chamberlain, «The Growth of Support for the Labour Party, pp. 481.485: Pe- ling. story ofthe British Teade Unions, p65: Musson, Dich Trade Unione, p 65:3. Lo ‘ell, Bish Trade Unions 1873-1985 (Londres, 1977), pp 9, 21-23, 30°33, $146 78. 1 E.C. Botley, The Coronation of King Eavard the Soveh: A Chapter in Euro | pean and Imperial History (Londres, 1903), pp. 203-206. 76._W, Bagehol, «The Cost of Pubic Dignity», The Economist, 20 de jlo de 1867, fF en Stoners Te Collected Works of Water Basehor. Vp. a LA MONARQLIA BRITANICS ¥ LA INVENCIGN DE LA TRADICIGN 129 Los desarrolios de los medios de comunicacién posteriores a la dé: dade 1880 fueron de particular importancia en la promocion de esta nue- va imagen del monarca como cabeza de la nacién. Con el advenimiento dela prensa amarilla, las noticias se hicieron de cardcter cada vez mas na- ional y sensacionalista, mientras que la prensa liberal de provincias, vie- jayracional, intelectual y de clase media se vefa gradualmente superada po: los grancies diarios nacionales: con sede en Londres, progresivamente ins conservadores, estridentes, vulgares y buscando atraer a la clase tra- bajadora.”’ En 1896, Harmsworth lanz6 ai mercado el Daily Mail. que cos tata slo medio penique y que alcanzé una circulacién diaria de 700.000 ejemplares en cuatro afios Fl Mirror, el Sketch y el Daily Express pronto le siguieron. Al mismo tiempo, las caricaturas y editoriales salvajes del pe- rfodo anterior desaparecieron casi completamente. Los Ifos amorosos de Eduardo VII eran ignorados con discrecion y los caricaturistes como Par- tridge y Carruthers Gould representaban los grandes acontecimientos de las vidas de los monarcas de un modo contenido y respetuoso. Solo en la prensa extranjera se podfan encontrar eriticas a la monarquia briténica. Sin embargo, en los diarios ingleses se habia convertido en pricticamente sacrosanta.”® Un tereer cambio de importancia concernfa al desarrollo de uovas téenicas en la fotografia y la impresién, que implicaban que las iiustraciones ya no se limitartun a lus semmanarios Carus y de clase edie. Como resultado, a finales del siglo x1x, las grandes ceremonias reales eran descritas con una inmediatez y una viveza sin precedentes de un modo sentimental, emotive y cargado de admiracién que apelaba a un sector del piblico més amplio que antes.” Si la prensa era un agente principal en la exaltacin de la monarquia cono Olimpo venerado, los cambios en la tecnologia del transporte tu- 71. Briggs, Vetrian Cites, pp 385.58 38, Walker, Daly Skeiches,pp- 78.13: Wyan Jones Centon History ofthe Monarchy, 1p. 130, 138-139; Lee, The Origins of she Poplar Press, pp. 120-130, 190-196: Symon, The Pres and is Stary. pp. 220-282: H, Herd, The March of Journalism (Londres. 1952). pp. 233+ 2a. 19. Symon, The Pest and s Story, pp. 239-239. Hay que hacer notar que este es tame bith ef perioda que experiment6 una proliferacin masiva de las obras populares que ex- plieaban,deseribfany conmemorabun Ios grandes acontecimientos reales. Para lat corona ‘canes de Edvarco Vil y Jorge ¥, véanse, por ejemplo, JH. Pemberton, The Coronation Service acording othe Use ofthe Church of Engle (Londres 1902, 1911): D. Macleane, The Groot Solemnity ofthe Coronation ofthe King and Queen of England (Londres, 1902, 19:1), WH. Stackpole, The Coronation Regalia (Londres 1911) E. Metallines, Imperial and Royal Coronations (Londres. 1902); LG. Wieknam Legg, English Coronation Records (Londres 1001); FLF Berke, The Historical Records of tre Coronation (Londres 1908): Bode ley. Coronation of Edward the Seventh; Peskns, The Coronation Book. El surgimiento de biceratas reales populares y audatorias tambien data Ge esta epoca ‘seca Tih les a una expivnion del ciel cia 1808, habja mas de 1.60X) kilmetros de tranvia en las ciudades in- ielesas, y hacia 1914 la cifra se habfa triplicado* En particular para los habitantes de las ciudades, que eran ahora la mayorfa de la poblacién, el caballo dejé de ser parte de su vida como habia sido anteriormente. En Londres, por ejemplo, en 1903, habia 3.623 Smnibuses a caballo y sélo trece autobuses de motor, Hacia 1913, s6lo quedaban 142 a caballo mientras que ya habfa 3.522 autobuses. El paso de los coches de eaballos dc alquiler a los taxis también fue notable. En 1908, se producfan 10.500 coches y vehiculos comerciales, mientras que en 1913 Ia cifra era de 34.000. Bajo estas cireunstancias, los carruajes reales, que anteriormen- te eran muy comunes, adquirieron una aureola romantica que jamds ha- bian tenido. Asf, mientras fabricantes de carruajes como Mulliner se vie~ ton obligados a pasarse a los coches de motor a causa de la crisis en 1a demanda de sus productos ms tradicionales, Eduardo VII eneargaba un ‘nuovo landé de gala con el cual volvié de Westminster despues de su co- ronaci6n, Deserito como «el vehiculo ms gracioso y regio jamés cons- ttuido por su forma, proporciones y adornos», fue una prueba enfitica de la eapacidad nueva y Unica del monarca para acudir al viejo mundo con la finalidad de reajustar la balanza con el nuevo En el ambito internacional se ponian de manifiesto las mismas ten- dencias. La novedad de una sociedad de masas cn la metrépoli se veia reflojada en la novedad del imperio formal en el extranjero. Una vez ‘més, la originalidad del desarrollo se escondfa y se hacfa aveptable al asociarse con la institucién més ant Durante los pri- meros tres cuartos de siglo del siglo xix, ninguna ceremonia real pudo ser Hamada plausiblemente un acontecimiento imperial. Sin embargo, desde 1877, cuando Disraeli hizo a la reina Victoria emperatriz de la In- dia, y desde 1897, cuando Joseph Chamberlain hizo venir a los ministros y las tropas coloniales para que desfilasen en la procesién del Diamond 10, “Thompson, Victorian Buslead. pp. 16-18 SI, BS Bagwell, The Transport Revolution from: 1770 (Londres, 1974), pp. 150, 155. 52. EM L Thompson, sNineteenth-Cenlury Horse Sense», Economic History Re- vies 2 serie, NXIX (1976). 6 61-5. B, Soul “Phe Motor Industry ia Britain to 1914». Bus Siness History. (3962), pp.24-23 "ES Gilbey, Modern Carriages. pp 3638: M. Watney, The Elegant Carrigge (Londres, 1961), ph LA MONARQUIA BRITANICA ¥ LA INVENGION DE LA TRADICISN 137 al se convertfa también en un acon- imicato imperial. Como escribié Bodley. durante las décadas finales Nelieinado de Victoria. su corona se convirlio en wel emblems de la raza Iritiniea. que animaba su expansion por wa la superficie del globos Eduardo, cuando aim era principe de Gales. visit6 Canada y 12 India y facia 1900 el duque de York siguid sus pasos realizando una vuelta al mundo imperial, con visitas adicionales a Canadé y la India.® Significa- fvamente, su padre fue el primer monarca briténico que fue coronado como emperador de la India y gobernante «de los dominios briténicos tn ultramar». Incluso la enfermedad que suftié Eduardo VII en tiempos fle su coronacién trabajo a favor del imperio: Cuando se marcharon las ‘lelegaciones curopeas, las que habfan venido de los dominios imperia- ‘es se quedaron, haciendo de la coronacidn, cuando finalmente se pudo febrar, «un festival familiar del Imperio Briténieo». Se produjeron “circunstancias sin precedentes» bajo las cuales 1a «tradicién inmemo- rial» {ue celebrada. O, como otro comentadar eseribié de modo mas elo- lee, eada gran acontecimiento La gran ceremonia ... poseta una cualidad propia, con Ia cual ninguno ‘de sus predecesores en Westminster podria haber intentado competi» vor primera ver ila storia de nusctro pale fa ion imperial resplande- fa en primer plano, mientras que los hijo ¥ Ins hijas de! Imperio se junta ban desde los confines de la tierra para tomar parte, Las tradiciones area ts de la Edad Media se ampliaban para inclu e! brillo moderno de un poderoso imperio®” «En este sentido —como escribfa mas tarde sir Sidney Leo—, el prece- dente del Diamond Jubilee de 1897 se habia mejorado.»™ "Tanto si estas ceremonias reales, que en parte reflejan una conciencia 84, 1LL.Gravin yJullan Amery The Life of Joseph Chamberlain. 6 volienenes (Lon- ros, 1982.1969). I. pp 1854195 185. Bovloy, Coronation of Easoard the Seventh 9.19. fe. Magnos Eaword V1l, pp 32-38, 131-132, 238-202 H. Nicolson, Kine George the pte His Life and Reign (Londres, 1967, pp 100-10, 128-133, 228-297 "oh J.Pesking, The Coronation Book (Londres. 911), p. 329; Ziegler. Crown and Peo ple. pp 58,06: B Schram, A History of the English Coronation (Oxford 1937). 104, Fair g Lew King Edward the Seventh A Biography, 2 voldmenes (Londzes, 1925. 1927, 1,100. Hay que destacar que el himno nacional fve cada vez mds tretado come ‘in ineriel durante estos afos. En 19925 CR. Coles escrbi6 una estrfa imperial que aaraata aDj0s salve a nuestra Emperatriz Ia Reina, y cinco afos después, H. A. Sako. Se peadijo. The Imperial Sun, «ana traduccion de la terera estos del Hino Nacional Mauprad méirkamenteaeincventa de los mes importantes idiomas que shaban ene Im porto dela Reinan. Vease Scholes, «God Save the Queer pA 132 LA INVENCIGN OF LA TRADICION nueva del dominio imperial formal, eran una expresién de confianza na- cional 0 de duda no esta del todo claro. Aun hay una opinién muy gene- ralizada segin la cual el aniversario de la reina Vietoria y la coronacién de Eduardo VII marcan el cenit cel imperio, la confianza y el esplendor.” Sin embargo, otros, siguiendo el tono del Recessional de Kipling, los conside- ran bajo una luz muy diferente: como afirmacién de espectaculo y gran- deza, ampulosidad y arrogancia, en una época en que el poder real estaba ya en decadencia.” No hay duda de que durante este periodo Gran Bre- _ tafia se veia cada vez més desafiada por las nuevas potencias rivales en el mibito econdmico, politico y colonial. La unificacién de Italia y Alemania, la recuperacién de Estados Unidos después de los traumas de la guerra, las tarifas aduaneras adoptadas por las potencias continentales, la decisién de Gran Bretafia de abandonar el wespléndido aislamiento», la guerra de los Boers y las crisis de Fashoda, Agadir y Marruecos, todo ello apuntaba ‘aun mundo de miedo, tensidn y rivalidad que no habia existido en los dias balsamicos de Palmersion. La libertad de maniobra diplomatica que los ministros de asuntos exteriores habfan tenido en el pasado se desvanecié en In época de Salisbury. Esta creciente competencia internacional sc reficjaba en gran escala en la reconstruccién de las capitales, a medida que las grandes potencias quertan reforzar el amor propio de la mancra mas visible y ustentusi. En Roma, el Plan General de 1883 buscaba crear una capital digna de tuna nueva nacion, con grandes avenidas y bulevares al estilo parisino. La finalizacin del masive monumento a Victor Manuel en 1911 fue una afirmacién enfatica del orgullo y Ia grandeza nacionales” En Viena, el conjunto de grandes edificios delante de ta Ringstrasse, la mayorfa de los cuales fueron construidos entre 1870 y 1880, tenfa el objetivo espect- fico de reflejar «la grandeza del Imperio».”* En Berlfn, la unificacidn ale- mana se expres6 visualmente en «calles grandiosamente espaciosas, pla- 2728 con arboles, monumentos y decoraciones», incluyendo la Columna de 80, Para dos shrx resientes que toman este punto de vst, véanse Moris Par Br ‘amica: The Chinas of an Enipiee (Londres 1968)-C- Chapman y P Raben, Debrett’s Queen Vitoria’: Jubilee. 1887 and 1897 (Londres. 1977 10. Hynes. Bahoardian Turn of Mind, pp 15.20 91. 8 Kost «The Drafting of a Master Plan for Roma Capitale: An Exordium, Journal ofthe Society of Architectral Hissorans, XXXV (1978). p.& A. Robertson, Vicor Emmanuel It: King of aks (Lonéres. 1925) pp. 104-106: R. C. Fred, Plone the Eternal ity: Roman Polis and Planning Since World Wer 1 (Londres, 1972). pp. 18.29; C. Meeks, allan Archuectre, 1730-1914 (New Haven, 1986), pp. 169 ys Para un episodio concreo, dase F. Schroeter «Rome's First National State Architecture: The Palazzo della Finance», enHLA. Millon y L’Nochin (od), Art and Architecture nthe Service of Polis (Camb Be, Massachusets 1978), pp. 123-108 ‘92, Marek. The Eagles Die, pp. 173177 [ LA MONAROUIA BRITANICA ¥ LA INVENCIGN DE LA TRADICION 133, la Victoria, el Reichstag, la Siegesalle y la catedral, edificios concebidos con un espifitu de ostentacién chauvinista, «los centinelas silenciosos de Ja gloria nacional» ® En Pars a torre Eiffel, construida para la Exposi- cidn de 1889, fue diselada para «/rapper le monde», para ser levantada fcomo «arco triunfal tan sorprendente como los que las generaciones precedentes habian construido para honrar a los conquistadoress.™ Tam- bién on Washington, la Comisién Park, que recomend6 la finalizacion y la extension del plan original de L'Enfant, fue en parte motivada por ob- jetivos similares Como explicé Olmstead, Ia finalidad era realzar eel efecto de grandeza, poder y magnificencia digna que deberfan defini la Sede del gobicmo de un pueblo grande ¢ intensamente activon. La fina- lizacién del Washington Memorial, la ampliacion de la Case Blanca, la Union Station, el Monumento a Lincoln y el proyecto de grandes edifi- cios gubernamentales alrededor del Capitol, datan todos de este pe- odo, Como explicd la Comisién, cuando se completasen estos edificios, tla estructura arquitect6nica retultante no tendra paralelo en magnitud hien momimentalidad en ningun conjunto similar de edificios legistati- vos del mundo modernor.* En este entorno de extrema competencia internacional, la arrogancia yy el orgullo con el cual los londinenses de una generaci6n anterior habian Yenorado eu pobre capital ya no ce posifan costener. De hecho, en 1868. ‘The Builder habia advertido de que, desde que «la magnificencia majes, tuosa de una capital es uno de los elementos de prestigio nacional y. por tanto, de poder ¢ influencia nacionales», habfa que convertir la arquitee- {ura de Londres en «digna de la capital més rica del niundo».% Sin em- ‘argo. no fue hasta las décadas finales de! siglo xtx, cuando el prestigio na~ clonal se vio amenazado, que se tomaron acciones, convirtiendo la ciudad seuslida y nebulosa de Dickens en una capital imperial. EI estableci- mmiento de la L.C.C.en 1888 finalmente proporcioné a Londres una Gniea ttulorided administrative, que no pertenecfa nial despotismo real ni al po- Ger estatal, personificada de modo visible en Ta construccién de un mag: 98. P.Abercrombie, erin: lis Growth and Present Day Function ~ 11 ~The Nine: teonth Century, Tow Planning Review, V (1918), pp. 308,311: DJ. Hil, Impressions of the Keiser (Londres, 1919), pp. 59-62; Prince von Bulow, Memoirs 1807-1003 (Londres. 1931). p 5, 94. Trachtenberg, The State of Liberty. 128 95._C.M. Geen, Washingror,2 volimenes (Princeton, Nueva Jersey, 1962-1963). I, capitulo 7; Reps Monumental Wachingion, pp. 91,113, L. Craig etal, The Federal Presence: Strctcctue, Polen and Symbols in U.S. Government Building (Cambridge, Missach ‘asain focha), eapecialmente pp. 24-265. Clas obsorvaciones del arquitecto ameieano Gass Gilbert sobre el hecho de que los edifices pablices deberianinspirar ~orgulo por el tntador y ser an simholo de a chilizacion cuftra eideales de nuestro pats» ‘36. Citade en Olsen, Growth of Victorian Lonuon. 53 134 LA INVENCION DE LA TRADICION nifico County Hall (Ayuntamiento del Condado) en 19087 El Ministerio de Ia Guerra en Whitehall los edificios de gobierno en Ia esquina de Par- iament Square, el Methodist Central Hall y la catedral de Westminster, todos contribufan al sentimiento de grandeza y magnificencia."* En Lon- dres, como en otras grandes ciudades, proliferaban les estatuas monu mentales conmemorativas:” Sin embargo, la muestra mas significativa y ‘coherente de reconstruccion {ue la ampliaci6n del Mall, la construccién del ‘Admiralty Arch, la remodelacién de la fachada del palacio de Bucking- jham y la construccién de un monumento dedicado a la reina Victoria de- jante de éste, Este conjunto grandioso, monumental ¢ imperial, que dio a Londres su propia via triunfal y ceremonial, se complet6 entre 1900 y 1913 bajo los auspicios del Comité por ef Memorial de la Reina Vietoria, que tenfa a lord Esher como presidente." En Londres, Washington, Roma 0 Paris, el elemento competitivo estaba muy presente. Como Balfour expli- 6 al fundar ¢} Comité, su objetivo era producir un conjiito monumental igrandioso y majestuoso «dl tipo que otras naciones han mostrado, y que nosotros podemos imitar y superar fécilmente».! Estos desarrollos, en Londres y en todas partes, proporcionaron el es- ‘cenario para un ceremonial que era en s{ mismo otro aspecto de la rivali- Gad intornacional, Lac resign Magadas monarqiac de Alemania e Italia no sélo busearon rivalizar con las dinastias mas venerables de Europa en sus rituales cortesanos, sus barcos y sus trenes, sino que también compitieron de modo consciente en el gran despliegue pablico de pompa real. Asi fen Austria, el sexto centenario de la monarquia de los Habsburgo, el mi- Tenario del reino de Hungria, el quincuagésimo y el septuagésimo quinto 97. Belgas Victoria Chiles pp. 325, 392.333, OSA. Service. Edwardian Architecure:A Handbook so Building Design ix Britain, 1900.1914 (Londres 1977) capitulo 10:M, H. Por, «lmperial Victorian, Geographical Me 1, NLIX (1977). pp. S53 562 8. Vease tabla Veaselambign Trachtenberg, The Starue of Liberty.p. 100: me sida que trancurria la sezunda mitad del silo, el conjunto monumental de ediiios colo- ‘Sales se incromentaba, hasta completae ua bosque espeso de monuments de escala més or- ‘inaria que eas emenazaban con ahoger las plazes urbanas y los lugares pintorescos de Europa 0. G Stamp London, 1900 (Londres 1978). p. 308. IO, E_y M, Darby “The Nation's Monument to Queen Victorias, Country Life CLXIV (1978). p67 12. Paralos rituals cortesanos en la Europa de finales del siglo xr, véanse Baron ‘von Margatth The Emperor Frans Joseph and His Timer (Londres, 1021) pp. 166-185: Princess Fuge, The Glory of the Habsburgs (Londres 1932, pp. 100140. A. Topham, Me mores ofthe Keiser’ Court (Londres, 1924, pp-85-86, 123, 184-202; Hil, Impressions ofthe eter capitulo conde R. Zodta Titeshler, Twelve Vere atthe Imperial German Court (ondees 1924). pp. 46-0, 1-71.95, 117, 165:M. Buchanan. Rcollecions of Imperial Rew san Court (Londres. 1913) p43 LA MONAROUIA BRITANICA Y LA INVENCION DE LA TRADICION 135 aniversarios de Franciseo José y el octogésimo aniversario del emperador se celebraron con una pompa y una grandiosidad sin precedentes."" Italia también realiz6 aportaciones con un funeral exagerado para Victor Ma- rnuel II en 1878 y el descubrimiento de su’ monumento en 1911, aflo que era también el aniversario de Ia unificacién italiana." En Rusia, el fune- ral de Alejandro TIL en 1894 no tenia tampoco precedentes en esplendor Yy magnificencia, y el tercer centenario de la dinastfa Romanov en 1913 se concibi6 en el nivel més grandioso posible. En Alemania, el funeral del kaiser Guillermo I y el aniversario de plata de su nicto fueron igualmen te magnificos.! Incluso los regimenes republicanos se apuntaron a estas acciones. En Francia, el Dia de la Bastilla se inventé en 1880 y se repitié posteriormente cada ao. El funeral de Vietor Hugo en 1885 y el cente- nario de la Revolucién cuatro afios més tarde fueron otras eelebraciones pomposes del mismo tipo." Del mismo modo, en Estados Unidos el cen- tenario de la revalucién y el cuarto centenario del descubrimiento de ‘América por Col6n fueron conmemorados con profusién. Al mismo tiem po, el presidente Chester Asthur empez6 a mejorar los rituales y las cere~ monias asociados eon la Casa Blanca y, de modo significativo, el plan de Gilbert para Washington en 1900 inclufa disposiciones para «un gran es- parin da rereneiones destinado a la pompa y el ceremonial oficial>.!” ‘Una vez més, el elemento competitivo se haefa muy notable. Un pe- riodista inglés en Mosedi y San Petersburgo que cubria el funeral de Ale- jandro III para The Times rocordé que «raramente, o quizs nunca, se ha 103, K. Tachuppi, The Reign of the Emperor Francs Josh, 1848-1016 (Londres 1930), pp. 272,354, 400, TC. 8 Gorin, Life of Victor Emmanuel I, First King of aly 2 voldinenes (Lon- es, 1679), Iigpp. 233-244, Rabertson, Vier Emmanuel IT pp. 103-108. US, "C. Lowe, Alexander If of Russa (Londres, 168), pp. 65-75, 29-903; R. K. Mas- so, Nicholas ond Aleeandra (Landes, 1968), pp 42-43, 224-227, B Tuchman. The Frou To her Ponta ofthe World before the Wer, 1800-1014 (Nueva York. 1978). p-403. foo, Moses Caesars, Cicuses and Monuments, p 172; Rearick Festivals in Mo- ern France>, pp 447-488. 107. Rope Monumental Weshington, pp. 72-T3,85:S. M. Alsop, Lady Sackville: Bio _graphy (Londres, 1978), pp. 270. Une conseevencia de acer que lot monaress os pre= Eflentes poderoros se hicesen ms grandiosos (j, por tanto. mis pabcos) Ive wn aumento ee lncinoro de atesinatos durenie este period: el presidente Garfield de Estados Unigos En 1881, Alejondyo If de Rusia en 1881 l presidente Carnot de Francia en 1894, Cénovas ‘Gt Casio en 1897, a emperairz Isabel de Austria en 1898 el rey Humberto de Italia en 1900, el presidente MeKinley de Estados Unidos en 1901, primer minitro Stolypin de Rusie ea 1911, Canalzjes en 1912,el nrehidugue Francikco Fernando de Austr en 1914. En Inglatcea, en cambio, 060s os intents Ge aabar con la vida de In reins Vitoria tavieron lugar entre 1840 1882. La pompa sin poder era mas segura que la pornps el absolutis- ae Veunse Tuchman, 7he Proud Tower. pp 72,76: Longford. Viera, R. 1. 18-189. 211-212, 490, 300-0. 130 LA INVENCION DE LA TRADIC visto en Ia historia una ceremonia al aire libre més sensacional, Sélo pue- de tivalizar, y quizé no del todo, con la procesion por el aniversario de la reina Victoria en la abadia de Westminster».!08 Del mismo modo, cuando Eduardo VII visito Alemania en 1909, el kaiser estaba determinado a des- lumbrar al rey inglés con un despliegue de grandeza ceremonial, A pesar de algun problema ocasional, lo consigui6. «Il emperador», escribfa en su diario el interventor de la Casa Real, ‘estaba encantado con la visita del rey Eduardo y dijo: «Los ingleses no nos pueden superar en este tipo de cosas», refiriéadose al esplendor de la pro ‘esion, los apartamentos reales en el castillo, el banquete, el baile en la cor- Incluso tos estadounidenses, a pesar de que se enorgullecfan del igua- litarismo de su sociedad, no eran inmunes a la competicisn. A finales de siglo, cuando se intent ampliar la Casa Blanca, la principal preocupacion fue que sus habitaciones estrechas eran inadecuadas para las recepeiones, lo que causaba que se produjera «una consecuente pérdida del orden y la dignidad que deberian caracterizarlas».!"" En estas circunstancias competitivas, quizés se tenia la suerte, si es que cso era aveidental, Ue que esta explusiou del interés por el ritual y la ce temonia coincidiese con un renacimiento musical inglés, instigado por Parry, promovido por el celo emprendedor de Stanford y presidido por el genio de Elgar, el primer compositor inglés de renombre internacional después de Purcell. Una de las consectiencias fue un aumento del inte- +65 por la historia de la mésica y los himnos patridticos, bien Ilustrado por ‘el hecho de que hubo mas historias y versiones corales del himno en las décadas que van de 1890 a 1910 que en cualquier perfodo anterior.""* Mas importante es que este florecimiento hizo posible que los grandes aconte- cimientos fuesen presentados, no como denuncias incémodas de la muer- te de la mésica en Inglaterra, sino como festivales del talento native, De 108, Lowe, Aecander 1199. 06-67 108, Zedita“Trutrsehier, Twelve Years at the Imperial German Court, 9.257 MO. Reps. Monumental Washingtonsp. 31 IIL. F Howes, The English atusia! Renaissance (Londres, 196), capituos 79; Ken nedy. Ralph Vaughan Willis, capital | 112._ Para explicacionos historias, wanse Music Timer. XIX (1878), pp. 120-130, 196-197, 260-262, 315-918, 379-38, 438439. TK. Harford, God Save the Queen (Londses, 1882): A.C. Bunten, «God Save the Kings: Fuesimiles of the Earliest Print of eur National Antners (Lanéres. 1902)". H. Cursminas. «God Sove the Kings: The Origins and Hisiory @f the National Anthem (Londres 1902):8. Bateman, Our Mlterate National Anh: A le ‘obue Hymn and a Rebel Song (Londres, 191). Para las versiones corales vease tabla 3 LA MONARQUIA BRITANICA Y LA INVENCIGN DE LA TRADICION 137 acuerdo con esto, las coronaciones de Eduardo VII y Jorge V fueron ador- nadas con obras encargadas especialmente a Stanford, Parry, Elgar, Ger- man y Sullivan." Al mismo tiempo, la mejora en los niveles de los coros yy las orquestas suponfa quo también estaban bien organizados. En este de sarrollo, las figuras claves fueron sir George Slaine. organista en St. Paul desde 1872 a 1888, y sir Frederick Bridge, su colega en la abadia de West- minster desde 1882 a 1918. Rajo su sello y su direccisn efieaz, los coros cjercitaban y ensayaban profesionalmente, realizaban las procesiones y se comportaban de manera digna y se vestfan con el traje adecuado.'"* Como consecuencia, el nivel de la representacion ceremonial en las coronacio- nes de principios del siglo xx fue de un modo incomparable mejor que o de las celebradas anteriormente. Finalmente, la obra de sir Walter Parratt, que fue Maestro de la Miisica del Rey desde 1893 1924, supuso que la organizaci6n también mejarase. Mientras acupé el puesto, el cargo dejé de ser una sinecura, a medida que se iba convirtiendo en la autoridad su- prema en los arreglos de la miisica para los grandes acontecimientos rea les.#¥ Como resultado de estos desarrollos, fue posible que Bridhe y Pa- rat colaborasen de modo triunfal en los arreglos musicales de las coronaciones de Eduardo VII y Jorge V. Durante el mismo periodo, la actitud de la Iglesia oficial respecto al ritual y la ceremonia cambié notablemente. Haciéndose eco inconscien- temente de Bagchot, Samuel Wilberforce escribié en 1865 que «reo que hay, en la mente inglesa, un gran movimiento hacia un mayor ri- tual», y en las décadas siguientes esta prediccion se hizo realidad. Los arzobispos empezaron a llevar sotanas purpuras y cetros pastorales."* ‘Vestimentas, trajes, incienso y cirios de altar se hicieron cada vez més comunes en las catedrales ¢ iglesias urbanas, En 1887, y de nuevo en 113. Pate informes completes sobre la musica gue se toe0 en amas coronaciones ‘ease Musical Times, XLII (1902), pp. 387-388, 57784, LIT (1911). pp. 433-437, Veanse también sir A.C. Mackenzie. Musician's Narrative (Landess 1927), p15; CL. Graves Hubert Parry: His Life and Work,? volimenes (Londres, 1925) tl, pp. 28°31, 56-57: W. 1 ‘Scott, Ecard German: An tuimate Biography (Londres, 1932), pp. 152-134 PM, Young. Sir Arthur Sullivan (Londzes. 1971). pp. 28, 261; H. P Greene, Charles Vilirs Stanford (Condes, 1038), p. 22324 18.” Chadwick, ietorion Church, pp 385-387; Rainbow, Choral Revivl inthe Anti an Chureh, pp. 286-288: W. Sinclar, Memorials of St Paul's Cathedral (Londres. 1500), 1p. All-A12;Briogs, Wesominter Pilgri. pp 65-77, 172-178 182-186, 222-234 115. Sir D. Tovey y G.Parzat, Water Para: Master ofthe Muste (Londres, 1941), pp. 90-91, 96-102, 19, Parratt {ue también orpaista dela eapila de San Jorge. en Windsor. {ese 1882 a 1924, y en 1897 hizo lor arrplos para un volumen de =Charal Songs in honour fof Her Majesty Queen Vietorian, que incln composiclones de Stanford, Brg, Parry y El- ber. 116. Chadwick, Vzorion Church, p31. | 8 LA INVENCION DE’ LA TRADICION 1997, el clero que oficiaba el servicio religioso para el aniversario de la seina Victoria se vistid con capas pluviales y estolas, una innovaciGn pin- Toresca. Como sucedta con la parte laica del ritual real, el motivo era en parte el deseo de atraer a las clases trabajadoras. Como E. W. Benson, frzobispo de Canterbury, escribié después del Golden Jubilee, «dias ‘despues, todo el mundo creia que el movimiento socialista habia sufri- do un parény."” De modo significativo, las biograffas y las memorias de jos prelados de Ia época de Ia roina Vietoria y de Fduardo VI contie- nen relaciones completas de las elaboradas preparaciones que tuvieron [ugar antes de las grandes ceremonias reales, algo que se echa en falta dde modo notable en libros similares escritos por sus antecesores 0 sobre tllos. En particular, Randall Davidson se convirtié én una autoridad celesitica sin rival en el ritual real, y particip6 en el Golden Jubilee de fa reina Victoria como den de Windsor, también en su Diamond Jubi- Jee, en Ia coronacién de Eduardo VII como obispo de Winchester y en a de Jorge V como arzobispo de Canterbury. Al mismo tiempo, la abadia de Westminster se transformé en un escenario més colorido y digno para el gran ceremonial. El organo fue reconstruido en 1884 y 1894, c1 coro fue remodelado ¢ iluminado con cleetricidad, los coristas fusrnn peovistos dle sotanas rojas en 1897 y lord Rosebery hizo dona cion de una nueva cruz para el altar mayor en 1899." Asi, durante la coronacién de Eduardo VII, la actitud de la Iglesia respecto al ritual ha- bia cambiado notablemente desde los primeros dias de la reina Victo- fie, Como Jocelyn Perkins, el sacristin de la abacdia (é1 mismo respon sable de muchas de las mejoras) explico: Cualquier cosa que hubiese sugerido estos cambios brillantes eran im- pensables ... Las cosas que se aceptaban sin cuestionarlas en 1838 no po- dian fallarsin una severa condena en 1902 ... Aleanzar un nivel elevado de culto y ceremonial en la solemne consagracion de Eduardo VII se perclbfa ‘como vn imperative.!® Para alguien con tanta buena disposicién para la grandeza eclesisstica coma Perkins. el resultado fue un éxito total: 117. A.C. Benson, The Life of Edward White Benson, sometime Archbishop of Can- terbury (Londees. 1899), p.133, 118. O.KCA. Bell, Randall Davidson: Archbishop of Canterbury, 3. edicién (Londres, 1952) pp 1186119, 307-311, 391-397, 08-611, 1300-1201 119" Perkins, Westminster Abbey: les Worship and Ornaments, pp. 112. 187, 1895, ps 16-17, 11, Il pp. 163, 162 79. 120.” bid, ep Lt Perkins fue sacristin en Westminster de 1899 «1958, LA MONARQUIA BRITANICA'Y LA INVENCION DE LA TRADICION 139 FI altar lameaba gracias a las bandejas. los candelabros y los ealiees desplegados ... Al lado de los organizadores de ceremonias sin experien. cia del siglo xIx, eon los atuendos hechos por encargo y las decoraciones florales pobres,ia escena daba una leecidn necesaria!* v Es en este contexio de cambios significativos, tanto nacionales como internacionales, donde hay que situar el ritual real més elaborado y mas atractivo de esta segunda fase. Desde los afios sesenta del siglo xix en ade- lante, en Inglaterra y en otros paises occidentales, Ia posicién del jefe de estado se ensalzaba por medio del ceremonial. Un monarca venerado, transportado en un espléndido carruaje de gala a lo largo de avenidas triunfales, ya no era, como sus predecesores habian sido, simplemente la cabeza visibl¢ de la sociedad, sino que ahora también era visto como el jefe de Ia nacién.! En Inglaterra, como en todas partes de Europa, los desa- rrolios sin precedentes de la industria y de las relaciones sociales, y la ex pansién masiva de Ia prensa amarilla hicieron tan necesaria como posible la presencia del monarca, en todo el esplendor de su ritual y adoptando sta nueva forma esencial, como simbolo del consenso y de Is continuidad al cual todo se podfa subordinar.'® Como las relaciones internacionales se haefan cada vez més tensas, esto afiadia un nuevo incentivo a Ia «in- vencién de la tradicién», ya que la rivalidad nacional se expresaba y se su= blimaba en la competicién ceremonial. Solo en un aspecto importante la experiencia inglesa diferfa de la de otras naciones occidentales: en Rusia, ‘Alemania, Italia, Estados Unidos y Austria, cl florecimiento del ceremo- nial se centraba en un jefe del estado que todavia ejercia un poder real Sin embargo, en Inglaterra, mientras que la sombra ceremonial de! poder se proyectaba sobre el monarea, la sustancia del poder estaba cada vez rms en manos de otros. Retrospectivamente, estos desarrollos en el contexto y las circunstan- cias parecen una ayuda para explicar las causas de Ia representaciGn y el «significado» del ritual, Pero en esa época, quizés, no eran tan deliberadas como se podria pensar. Slo lentamente, mientras que una ceremonia se- guia a la otra, emergieron esta sintaxis coherente y un lenguaje de simbo- 121, Perkins, Coronation Book, pp. 386.397 122. Véase Ia carts del profesor Norman Cohn al profesor Terence Ranger itada en “T Ranger The Invention of Tradition in Colonial Afra» (Past and Present Conference Paper, 1977), p85, 31 123, Hobsbawm, Inventing Traditions, p15. 140 LA INVENCION DE LA TRADICION tos y significados. En 1887. después de cincuenta anos en el trono, se con- vyencié a la viuda de Windsor, aunque continué siendo reacia, a participar ton la gran pompa estatal en Londres. De hecho, se corria un riesgo, por {que su reciente impopularidad hacta imposible predecir qué tipo de ‘cepeidn se le dispensar‘a, El rechazo total de la reina Victoria a llevar la corona y los atuendas de gala s6lo parectan dar motivo para contemplar malos presagios.Incluso la prineesa Alexandra, euyos poderes de persua si6n sobre a reina no tenfan paralelo, fracas6 en sus intentos de cambiar su opinion." No obstante, el Golden Jubilee resultante, con su procesién yy su accin de gracias en Westminster, fue un gran éxito: «Tal solemnidad no la ha visto esta generacidn ... La mayor ceremonia de estado de esta generacién».!°5 El Diamond Jubilee, planeado con mis confianza y preci- sid diez. aflos después, fue incluso més espléndido. Como la misma reina escribié con sorpresa maravillada: ‘Crea que nunca nadie se ha encontrado con uns ovacin comola que re- cibi durante esa seis milla de calls ... La multitud era indescriptible ys centusiasmo verdaderamente maravlloso y profundamente conmovedor.' Pesos leparon el funeral de lari inc - sera Je Bound VI ta covoneion jel durbr ccemonia angina) de Jorge Vy ia investdura desu hijo como principe de Gales en Camar- toa Castle. De hecho, durante esta epoca, os Jepartamentos de estado y Tondo la cate foal, que hubian sido lamentablemente ignorantes respecto ‘ euestiones de tadiiGn y ceremonial en 1887, e habian convertido en tos expertos Aun podian producrse errors, como cuando los eaballos se desbocaron en lot funerales dela rena Vlora pero estos accdentes than aronen casos como el mencionad, eren inmedtatamonte incor porados af stradcibm La planned meticoea el ensiasmo po- Dulari dtuion de reportajes y el expendor sin precedente se aiaron fe modo exitoso, De mode significative, niente que lor finerales de Nelson y Wellington fueron mds randiesosy populares que ts de tos mo- natees desu tiempo tos iim rituals dela rena Vietria y de Eduat- do Vit superaran en gran mea el funeral de estado otorgado a Glade 124, Battiscombe. Queen Alexandra p. 174, 193, Musiraned London News, 25 de junio de 1887; Longford, Victoria, R, lp. 625. 126. Zier Crow ad Pepi. 2: Longo Vito Rp 8 i F Ponsonby. Recollections of Tiree Reigns (Londres, 195 : ast . f ign ( 1951), pp. 32.33,83-94, |, 128 P Gaington y§ Laas, Conn for Births Maringes and Dems (Londres. 1971). p28, LA MONARQUIA ARITANICA Y LA INVENCIGN DE LA TRADICION 147 ‘A medida que el éxito de estas ceremonias dependia de una repre- sentacion mejor, tres personas cn particular eobraron mayor importancia. Ta primera era Reginald Brett, vizconde de Esher, la éniinence grise en los Greulos de gobierno briténicos a finales de siglo, amigo de Ia reina Victo- tia, de Eduardo VII y de Jorge V, secretario del Ministerio de Obras P= blicas desde 1895 a 1902, contestable suplente y gobernador en funciones del castillo de Windsor desde 1901 a 1928. Fue responsable no solo de la nueva decoracién de los palacios reales y de 1a ordenaci6n de los archivos después de la muerte de la reina Victoria, sino también de Ia planificacion ide las ceremonias oficiales desde el Diamond Jubilee de la reina Victoria hasta el funeral de Eduardo VIL." En tcorfa, la responsabilidad en los tcontecimientos de este tipo reeafa en el duque de Norfolk como maestro de ceremonins por herencia, el maestro de caballos, el lord mayordomo ¥ lord chambeldn, Sin embargo, el encanto, el tacto, el sentido histérico, Al gusto por la organizacién y el amor al ceremonial de Esher le asegura~ Fon la parte del ledn en la tarca que sc le otorgé. ¥ habia mucho que ha- ter, Hacia tanto tiempo que no se habfa celebrado un acontecimiento real de tanta importaneia que nadie recordaba lo que habia que hacer. «La ig~ ‘norancia del precedente hist6rico —escribié Esher con exasperacion— en aquellos hombres euya tarea es conocerlo, es sorprendente.» Sin embar- geca pesat de esius ubsiaculos, sus eoremoniae euldaineamente ensayadas J meticulosamente preparadas fueron triunfaimente exitosas, lo que pro- Yoos que recibiese «muchfsimas cartas de agcadocimiento» de la familia Teal y de los politicos. Sin embargo, la reina Victoria pensaba, fil & su an~ tipatla de toda In vida hacia ¢1 Grand Old Man, que la organizaciéa cui- ddadosa y precisa del funeral oficial de Gladstone en la abadia de West- iningter tenfa un cierto sabor a «entusiasmo desencaminado».!") TEI interés de Esher por el ritual real se acoplé con el del propio Eduardo VII. Mientras que su madre habia sido reacia a la participacion en el ceremonial pblico y aborrecia los vestidos espléndidos y las apari- Clones puiblicas, Eduardo VIT estaba ansioso por «mostrarse a sus sibdi- tox vestido con sus atributos de soberano»" Habfa sido un erftico cons tante de la oscuridad quejumbrosa de su madre y estaba amargamente Tesentide por el modo en que su sobrino, el Kaiser, le habia impresionado con su esplendor. Asf que, como rey, tenia un incentivo doble para realzar Su grandeza como monarca. Con la ayuda de Esher, tuvo un éxito espee 123, P Fraser, Lofd Esher: A Polio! Biography (Lonures, 1973), pp. 68771, 80-9. 1 Rew wectty Oliver vaconde de Esher (ede) Journals and Leners of Reginald Viscount Esher 4 vokimenes (Londres, 931-38), l p. 204-207, 214-217, 31-382, 274-287, 304,322,393, 397511. p.5. Tat, Bosley, Coronation of King Eber she Seventh. 206. 12 LA INVENCION DE LA TRADICION cursiva es mia),!52 Profundizando de modo més intensivo en cl elemento ea meg ea aceon pe rn ce Uiiténica. Puc este uovedad, combinada Wau la laiga pruvesion pur las exe Tie de Liners ern € lad ttuaig 2a una Pukeds Wath or ieldados de Windsor, lo que se imité en los funerales de Jorge V y Jorge VIS 152, Lord Esher Cloud Capp’ Towers (Londres, 1927), pp. 182-183 138. Citado en I Eliot, ol of Eagles (Londres 1970) e137. 1A Lee, King Edward the Seventh pp. 21-2. 133. bid, tp. 720, E LA MONARQUIA BRITANICA ¥ LA INVENCIGN DE LA TRADICION 143 Jor. la pompa, la precision y el esplendor, proporcionaron el ideal marcial ycl wasfondo musical para las grandes ceremonias reales! Al mismo iiempo, no deberian ser vistas como la personifieacin de fa arrogancia. cl frgullo y la confianza de Eduardo VII!" Sus grandes melodias son a me, puo fanebres, melancélicas,tristes, reflexivas ¢ introspectivas. Incluso el tema principal de su primera sinfonia, gloriosamente ennoblecido y trlun= fante como se presenta a finales del Ultimo movimiento, nunca evita del todo las fuerzas de la duda y la oscuridad, la timidez y Ia desesperacién. {ue vagan por todas partes en la obra.!% Sin embargo, incluso a pesar de due la auténtica ternura de su musica a menudo se ha olvidedo porta fo- gosidad expansiva de las letras adaptadas a la tonada, sus marchs y sus Frelodias se hicieron un acompanamiento indispensable de todos los gran- ides acontecimientos reales, y asf ha continuado siendo. ‘Asistida por la fuerte contribucién personal de estos tres lrombres, 1a jmagen piblica de la monarqufa briténica fue transformada fundamental- vnente en los afios anteriores a la Primera Guerra Mundial, a medida que tl viejo ceremonial se adaptaba de mancra exitosa a la cambiante situa- tion interna y exterior y se afladia ¢ inventaba tun nuevo ceremonial. Es- tes cambios te reflejaron en el nivel sin precedentes de explotacion de ‘ectos acontecimientos. A pesar de que no se dispone de cifras precisas. es Glare que la produccién maciva de cerémica real conmemorativa data de eae periodo, ya que los fabricantes empezaron a ganar dinero aprove- Ghando cl encanto ceremonial real en un mercado de masas que no habia txustido nunca.!® Del mismo modo, nuevas empresas orientadas a nuevos consuinidores como Rowntree, Cadbury y Oxo explotaron tos aconteci- Srientos reales para ayudar a sus campanas publicitarias, y las autoridades focales empezaron a distribuir tazas, jars y otros regal0s conmemorath jos. De la misma manera, hubo més medallas para la venta privada con Motive det Golden Jubilee de la reina Victoria que para los cuatro acon- Trciinientos anteriores juntos, y Ia coronacién de Eduardo VII fue otro pa- talso para los fabricantes de medallas, Ademés, en 1887,3e produjeron por frimera vez medallas conmemorativas para ser llevadas como Tas milita- 136, 1 Parrot, Elgar (Londres 1971), pp. 7.18, 65:P M. Youn, Elgar 0. Stay fa Musician (Londee, 1955) pp. 79,97 222.238. Serna ota fteepretnein de Elsa, véanse A.J. Sheldon, Edward Elgar (Londres 1932) pp. 16,35,48;¢ Lambor, Marc Ho 3 edie (Londees, 1966). p24 D.M. Meve: Eh Edtord Elgar Life and Musi (Londees 1933) p.181:3. Maine, Elgar: Mis Life and Works, pp. 196-197. 297-300. ‘Sa. Pa ls presontacin mds clocuente des interpretacin, véase M. Kennedy. Por ‘rit of Elgar (Lontres, 1968), pp. 132-153, 202-209. bo. Nay, Commemoraive Powter), pp. 778: D. Seekers, ery (Londres, 1977), pp-3031 Popular Staffordshire Pot nat LA INVENCION DE LA TRABICION es en el pecho izquierdo: otra novedad que se imitaria en las posteriores coronaciones y aniversarios de este periodo.!® Ast, por lo que respecta a fas jaras y las medallas, la mésica y la magnificence itimo cuarto del siglo 0x y la primera década del siglo xx constituyeron tina era dorada de tiraciciones inventadas», 2 medida que el atractivo de la monarquia se Smplaba a las masas en una sociedad industrial de un modo inaleanzable {an slo medio siglo antes Esta acentuacién del ritual no se limit a Ia familia real. En muchas otras esferas, se revivieron ceremonias venerables que habfan quedado en desuso y se Tevistieron nuevas instituciones eon todo el trasfondo anacré- nico de un espectsculo arcaieo pero inventado. En Londres, renacié la ex- hibicion del Lord Alcalde como ceremonia solemne, , en las ciudades de provincias, los nuevos edifices municipales de estilo barroco y el nuevo Eoncepto reforzada de dignidad fueron una prueba més del florecimiento {el ritual cfvico, En el mismo sentido, la nucva generacién de universida- {es de Tadrillo rojo, con sus estilos arquitectdnicos deliberadamente ana- trdnicos, sus cancilleres arstocraticos, sus togas anticuads y sus ceremo- ras de graduaciOn lujosas formaban parte de una tendencia similar! En Tas colonias el répimen fastuoso del virreinato introduei¢o por lord ute- tin en Ottawa mientras ocups el pucsto de gobernador general de Cana- {44 (1872-1878) sent6 am precedente que se imitaria en Australia, Nueva Zelanda y Sudétrica."* En la India, los tres durbars de Delhi de 1877, 1902 {y1911 marearon una cima en la esfera plbliea, aunque no en el poder per- Sonal, del Raj Al mismo tiempo, el sistema de honores fue en gran me- dida amptiado con la ereacién de las Ordenes de la India, la Orden Real Victoriana, las Ordenes del Mérito y de los Camaradas del Honor, y las grandes ceremonias de nombramiento de los Caballeros de la Jarretera y Gel Bato." En resumen, In cara piblica ensalzada y ritualizada de la mo- hargufa briténica no fue més que un ejemplo de una proliferacién més ge- neral de ceremonias nuevas 0 revividas durante este periada, que carac- 140, Las medallas ofieiles ruerontnbricadas tambien por Royal Mint (otra Innov in) en 1887, 1897, 1902 y 191, Véanse Rodgers. Coronation Sotvents,p. 38-81: Ed- tmundson, Collecting Modem Commemorative Medal, pp. 4-61: H. N. Cole, Coronation ‘and Commiemoraitve Mera, 1887-1953 (Aldetsho. 1953), p. 5. Vease también la ta 141. 'D. Cannadine, «From “Feudal” Lords to Figureheads: Urban Landownership snd Ariciocratic Influence in Nineteenth.Century Townss. Urbon History Yearbook, V (4978), pp 26:27, 1-32: M. Sanderson. The Univensities and Brlish Industry, 1850-1970 (Londres 1972), 2.8, 142. RH. Hubbard, Ridenw Hall-An ltraed History of Government House. Onte- ve fom Victorian Tires tothe Present Day (Londres, 1977), pp- 20-38. 143. Sir, De la Bere, The Queen's Orters of Chivalry (Londtes, 1964), pp. 129,143, 144,149,168, 171,177,198 Perkins Westminster Abbey: ts Worship and Ornaments, ,p.202. LA MONAROUIA BRITANICA Y LA INVENCISN DE LA TRADICION 145, terizé la vida puiblica inglesa. europea y americana, no solo por lo que res: recta al jefe del estado, sino de un modo més general. vi Durante el tereer perfodo, desde 1914 hasta 1953, el contexto vuelve cambiar profundamente, de manera que el ritual de la monarqufa britani ‘ca dejo de ser simplemente un aspecto de una inventiva competitiva de tayor extensin y se convirtié en su lugar en una expresién Unica de con- tinuidad en un periodo de cambio sin precedentes. Para empezar, la £61 mula de finales de la época vietoriana y del reinado de Eduardo VII que mantenia una monarquia ceremonialmente grandiosa pero politicamente imparcial se repitié de un modo més estrictamente constitucional. El po- det limitado que ejereia Eduardo VII se erosioné durante el reinado de sus tres sucesores. Por ejemplo, a pesar de que Jorge V se vio obligado = jugar un papel de cierta importancia en la crisis constitucional que here~ ‘46 en el momento de su acceso al trono, en la eleccidn de un primer mi- aistr0 conservador en 1923 y en Ia formacién del Gobierno Nacional en 1931 y, pesar de su preferencia personal por los conservadores, mantuvo jus deberes vuustitucivuelcs con una ecetitud ¢ imparcialidad respetnin~ tas. Era una figura central en Ia politica, que reflejaba su posicién como Himbolo en las ceremonias, de modo que hizo realidad la prediccién de un radical que en 1913 observé: «En Inglaterra el rey hace lo que el pueblo quiere. Seré un rey socialista»." La abdicacion de Eduardo VIII fue una prueba decisiva del hecho de que era el Parlamento el que hacfa y desha~ tia en cuestiones monarquicas, y Jorge VI mostr6 ser igual que su padre, no sélo en su preferencia personal por los conservadores, sinp) también por su imparcialidad publica. Incluso sus derechos a ser consultado, a 2consejar y fomentar ciertas iniciativas fueron relativamente atenuados, En 1940, habria preferido a Halifax como primer ministro y en 1945 le supo mal gue Churchill abandonase el cargo. Sin embargo, en ninguna de ‘ambas ocasiones tuvo el poder para poder influir en los acontecimien- tos 144, Nlcolon, King George the Fifth, pp 98-101.218, 486.400, 67.601: B. Longford ‘The Royal House of Windsor (Londres, 970), p. 65,91; R. Rhodes Jomes (ed), Momoire of'e Conservmive: IC. C. Davidson's Memoirs end Papers 191037 (Londres, 1969), pp. 177 178. MS. Citado en J. A. Thompson, «Labour and the Modern British Monarch} Alone Quarterly, LXX 1971). . 34. 6. Whceloe Bonnet, King George VI. pp €26-7.649-S0, Longford, House of Wind: sorp South coo 148 LA INVENCION DE LA TRADICION Desde ta impotencia hasta el distanciamiento, la veneraci6n y la gran deza habia una linea continua, reforzada por la elevada reputacién de los jmonareas como individuos. En particular, Jorge V, al combinar la probidad personal de su abuela con la grandeza piblica de su padre, creé una sinte- fis que sus sucesores han emulado en sus largos reinados."*” Por una par- fe, como su padre, acudfa asiduamente a los rituales y las ceremonias pt blicas y estaba obsesionado eon asuntos como los trajes apropiados y la ‘manera de llevar las condecoraciones, pero, al mismo tiempo, su vida pri- Yada combinaba la falta de pretensiones del noble rural con la respetabi- lidad de la clase media." Quiz de modo accidental, pero con toda segu- ridad con gran éxito, Jorge V consiguié ser ala vez grandioso y sencillo, una figura paterna para todo el imperio, aunque también con todo derecho el cabeza de familia con cl cual todos se podian identificar. (De modo signi ficativo, Eduardo VIII desbaraté ambos elementos de Ia siatesis de Jorge V, al no preocuparse por la ceremonia y llevar una vida privada azarosa © indiscreta.)!® Jorge VI, en cambio, tomé deliberadamente este nombre para enfatizar ef retorno al estilo de su padre. De hecho, en su acceso al frono, Baldwin remarcé que «lo que ganaré el aprecio del publico es que ‘se parece a su padre en carter y mentalidad més que cualquiera de sus hermanos». De nuevo, el monarca Ilev6 a cabo de modo asiduo sus de- beres coremoniales y publicos, nrientras que a la vez disfrutaba de una vida privada que era la antitesis de su hermano mayor.'*" Como su padre, sus virtudes eran el coraje, Ia firmeza, la benignigad y la devocién»: el hombre que supers el miedo y con resolucion rechazé abandonar Lon- res durante la Segunda Guerra Mundial."® Si su padre era «Jorge el Bienamado», él fue «Jorge el Leal Bajo estas clrcunstancias, la monarquta aparecta, particularmente en ‘ocasiones grandiosas y ceremoniales, como la personificacién del consen- ‘0, la estabilidad y la comunidad. De hecho, los grandes rituales reales, la ceremonia del Dia del Armisticio y el culto cada vez més difundido de Ia Navidad (en estos clos iltimos acontecimientos la familia real aparecia particularmente como figura central) fueron las tres grandes celebracio- nes de consenso en que la familia real, las familias individuales y la fami- 147. 1.A. Thompson y A, Melia, Jt. The Modern fonarchy (Nueva Yon wild ps0 | Jt The Modem Briish Monarchy (Nueva York, 148. Longford, House of Windsor p63 NS, Thomson y Mei The Modern ite onary p09. tad ov B. Lacey, Majesty: Elizabeth IT and the House of Windsor (ont 1977, p10. ibeth IT and the House of Windsor (Londres, 131. Pera la iconogratia de Ia fama eal en el sipio xx, wéase R. Strong, «The Royal Images ox Monigomery Mactingberd (ed), Burke's Guide to the Britsh Monarchy. 112 152. Ziegler, Crown and People pp. 76-7, oe LA MONARQU(A RRITANICA Y LA INVENCION DE LA TRADICION 147 tia nacional confluian. Durante los aos que van de 1914 a 1953, Gran retana experiment tna serie de cambios internos que sobrepasaron en gran inedida los del periodo precedente. Entre 1910 y 1928, Gran Dreta- fa paz6 de ser una nacién con uno de los derechos electorales més fim tados de Europa al sufragio universal para adultos, con la presencia de Jo {que ee temfa como «un proletariado hambriento y destrozado por la B¥e arg que cisponfa de una enorme preponderancia en el poder electoral». El partido liberal fue eclipsado por los aboristas como segunda fuerza del estado y, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, Ia reti Tada de lis grandes familias aristoerdticas dej6 a la corona cata ver més fislada en la sociedad londinense. La Huelga General y la Gran Depre- Sion llevaron el desdnimo y el disgusto hasta unos niveles que no tenfan precedente, ¢ igual sucedié con las dos guerras mundiales Por canto, una Fronarquia politicamente neutzal y personalmente admirable se presenta- ba, con gran éxito, como «el punto central dela estabilidad en una era des- concertadam, y su aspecto mas efectivo fue su grandeza ceremonial ana- cronica y contenida.!* ‘En parte, esto fue facililado en gran manera por el continuo servilis- mo de los medios de comunicaci6n, que seguian retransmitiendo las gran- oe coremonias de gala de tin modo respectuoso y apacible. De hecho, no habia otra modo de Uata: una inatituciéa que merelaha la neutralidad po- Itiea con la integridad personal: no habia nada que criticar o caricaturizar fal estilo de Rowlandson o Gillray. Desde Partridge a Shepherd ¢ Illing- ‘Worth, las earicaturas reales se limitaron a vifietas que felicitaban a los wNembros de la familia real en sus exitosos viajes imperiales, saludando a Ia familia Windsor 0 lamentando la muerte de un sobernano. De modo significative, cuando Low intento publicar una caricatara en 1936 que era futica con la monarquia con motivo de Ia abdicacién, ningun diario de Londres quiso aceptarla.'® Los editores y los periodistas, como les eari- caturistas mantuvieron su deferencia, como demuestra el pacto tacito en {te los sedores de la prensa en la época de la abdicacion. Del mismo node, las fatografias de los diarios, como los noticiarios cinematogrificos, 3. Wheeler enet, King George V1.p. 160. 154 Longford, Howse of Windsor. p 91 1 Malken Datly Sketches, pp. 13,23, 126-127; Wyan Jones. Cartoon History ofthe Moneichy, ne 35, 157-164, 114-179. Habla, por supuest,excepcionet que tendfan 2 con arora oe ex 1937, Tom Driberp entoncesreporero del Datly Expres, infor de a tae un tne host ala «roveenciasumisn qe 88 consideraba apropiags en Dus- orate sprensas, Io eualprovoco «ura tormenta de indigaaion exateday entre es Te rae Jemce Diba, Ruling Passions (Nueva York 1978), pp. 107-102. La inundcn se tora conmemoraiva y biogrtin continu aciuando con fuerza durante este Pe lod. us LA INVENCION DE LA TRADICIGN se editaban cuidadosamente, Después de la coronacién de Jorge VI, se cotorgé poderes completos al maestro de ceremonias y al arzobispo de Canterbury para revisar «cualquier cosa que se pudiese considerar in- apropiada para el pablico». Igualmente,en 1948, cuando Harold Nicolson recibié Ia invitacién de eseribir la vida puiblica de Jorge V, se le pidié ex- plicitamente que el «sen timentatismo desenfrenado» de Ia oratoria de Hitler. La salmodia semili- ttirgica y el intercambio entre el orador y el pablico, la manera en que las, palabras parecfan surgir del cuerpo de Hitler, el estado de casi exaltacion sexttal en el cual quedaba después de sus discursos, todo esto contrastaba Tucrtemente con la «dignidad inexpugnable» de Jorge V y su reina.!7” ‘Aunque se ha descubierto que gran parte del ritual (¥ la construecién) {fascista era nostdlgica y derivativa, para sus contempordneos en Inglate- ra fue esta estridente e histérica novedad lo que destacaba, comparada con el tradicionalismo mys obvio de Ia monarquia. Como Bronislaw Ma~ linowski explieé en tiempos de la coranacién de Jorge VI, los dictadores ‘ezean con prisas, con todo tipa de trozos y recortes mal arreglados, su pro- pio simbolismo y ritual, sus propias simbologias y sus credos claramente religiosos e incluso magicos. Uno de elles se convierte en la enearnacién de la divinided aria.el otro se coloca sin verglienza los laureles de los antiguos temperadores romanos en su propia cabeza ... La pompa y el ritual, tale Yyenda y las ceremonias mégicas se representan a su alrededor como una fxplosin que eclipsa las instituciones largamente honradas € nistorica- ‘mente fundadas de la monarquta tradicional." Por supuesto, en la medida en que las tradiciones de la monarquia bri- ténica estaban relacionadas con ef ritual, eran «largamente honradas» ¢ 177, L.BStemn, Hitlers The Fuhrer and the People (Londes, 1973), pp. 39,82, 85-96, 98 DissicN Henderson Failure of Mision: Revi, 1937-1939 (Londres 940),pp. 70-71. Bar- den, Nuremberg Party Relies, pps 113-120, 125, 133-134 S. Morley. «A Talent fo Armusens A Biography of Noel Coward (Harmondsworth, 1974), p. 193. 178." BMalinowsks A Nation-vide Intelligence Service», en C. Madge yT, Harrison, ‘rss Yeur's Work, 1937-1938 (Londres, 1938). p 112 LA MONARQUIA BRITANICA ¥ LA INVENCIGN DE LA TRADICION 155 «ah stricamente fundadas» en un sentido relativo. Sélo cuando se las com~ paraba con los recientes rituales rivales se podian describir plausiblemen= te de este modo, Sin embargo, en el perfado de entreguerras, fue éste exactamente el punto de vista que se adopté. En 1936, por ejemplo, cl ‘New Statesment comparé «el sentido comin sensible y paternal de la re~ trensmision del discurso real en Navidad» con el ofieial nazi que «acaba- ba pidiondo al piblico que se le uniese para ofrecer la ovaciOn de la Na- vidad nazi al lider: “Heil Hitler». O, como Kingsley Martin eseribié el In'smo afio de un modo mucho mas interesante: «Si lanzamos toda la de- ‘coracién de la monarqua a la cloaca... Alemania nos ha cnsefiado que tura rata de cloaca la volver a recoger»"? 'En estas circunstancias nacionales e internacionales diversas y des- orientadoras, el atractivo del imperio y la asociacién ceremonial de Ia co- fona con é] aumentaban, en parte como distraccion de los problemas in- temos y en parte como expresidn de la creencia confortable en el hecho de que, en un nuevo mundo competitive de grandes potencias politicas, ‘Gran Bretafia y su imperio permanecerian en la primera del frente, El ta- tao de Irlanda, la independencia de Egipto, el final de! Raj de Ia India y clalejamiento de Irlanda y Birmania seguramente implicaban que ya es- taban en crisis. Sin embargo, los viajes de éxito extraordinario del princi- pe de Gales y del duque de York a las colonias y a la India solo fortaleci- ‘in atin mas los lazos entre la corona y el imperio, de manera que eada ritual real sigui6 siendo un acontecimiento imperial a la vez que nacio- nal.i#0 En este caso, por ejemplo, la interpretacién del profesor Malinows- ificados de la coronaciéa de Jorge VI es la siguiente: La Coronacién fue, entre otras cosas, un despliegue ceremonial a gran cseata de Ia grandeza, el poder y la riqueza de Gran Bretana, Tambien era Ta ocasién en que Ia unidad del Imperio, la fuerza de sus lazos, se repre sentaba piblicamente ... Psicolégicamente, yo pienso, no habfa duda de que la Coronacién generaba un sentimiento creciente de seguridad, de e=- tabilidad y de permanencia del Imperio Briténico.! 0, como el mismo Jorge VI dijo de modo més sucinto en la retransmisi6n {eu propia coronacién: «Esta mafiana he sentido que todo el Imperio se Fabfa unido de verdad dentro de las paredes de la abadia de Westmins- 179, New Statement. 25 de enero de 1936: K, Martin, “The Evolution of Poputar Mo- rarchy»,Pottal Quarterly, VII (1936), pp: 155-186 TW. Whecler-Benneti. King George V1, pp- 199,215,254, 202-204, 371-381, F Do aldson, Edward VI (Loses, 1976), capitlos 6 al 8 TEL, Malinowskh +A Nation-AWideUotlligonce Services, pp. 14115, fm 156 LA INVENCIGN DE LA TRADICION ter».l8 La coronacién de su hije fue vista con la misma perspectiva amplia yy extensa, Como Philip Ziegler ha explicado: EI Imperio se estaba derrumband. pero la Commonwealth todavie parecta ser una realidad poderosa. Unida por ta misma monarq fen fuerza y cohesin. Gran Bretafia,adhiriéndose todavia a los adornos de luna gran potencia, volverfa a recuperar su lugar que le correspondia en e! mundo." De hecho, ¢s en este contexto que hay que situar las palabras de Isabel: «Estoy segura de que ésta, mi Coronacién, no es un simbolo de un poder yy esplendor que ya se han ido, sino una declaracién de esperanza para el futuro». vu Bajo estas circunstancias, el «significado» del ritual real se desarrollo y extendio aun més. Sin duda, el poder politico y el etractivo personal dl qonarea, la ctitud de los medios de comunicacién, la condicién de Lon- dres y el Jesarroo teenol0glco,coses que haben cambiady yrofundamen te durante in década onterior, permanecian inalteradas. Como antes,el mo- narea era el padre del puebio y el patriarca del imperio y el ceremonial feal eza tan espléndido y exitoso como en los dias de Esher, Aunque, pa- tadéjicamente,son estos elementos reales de continuidad los que disimu- Ian y explican ios cambios de «significador. El hecho de la continuidad,en tna época de descontento y de revoliciéa interna, proporcionaba al ritual, real en Inglaterra los atribuos de unicidad,tradicidn y permanencia que, {nel perfodo anterior, habfan faltado en gran medida, No era a pesar dela | continnidad en el estilo y las eircunstancis, sino & causa suya, que el sig- t nificado» del ritual real cambié una vez mas. f ‘Ademés, la impresidn de continuidad y estabilidad fue auin mas re- |. torzada por la innovacién, a medida que se inventaban nuevos coremo ; niales, Una serie de novedades se centraba en la reina consorte. Durante | elpertodo que va de 1870 a 1910, n0 murié ninguna esposa de ningin mo- | t narca: Alberto precedié a Vietoria y Alejandra vivid mas que Eduardo. En esta tercera fase, sin embargo, los papeles de la reina consorte y la reina yiuda cobraron importancia, y esto se reflejé en el ritual real. Cuando mu- 182. The Timex Crown and Empire (Londres. 1937p 184 183. Ziegler, Crown and People, p97 184. Frost, Coronation, p 136 LA MONARQUIA BRITANICA Y LA INVENCIGN DE LA TRADICION 157 ri6 en 1925, se ofreci6 a la reina Alejandra un funeral que debia més al de su difunto marido que al del principe Alberto.!8 De nuevo, hubo una ca- pills ardiente (esta vez en Ia abadfa de Westminster), seguida por una pro- cesion por las catles de Londres y el enterramicnto privado en Windsor. En el caso de la reina Maria en 1953, la ceremonia se parecfa alin de modo mas cercano a la de los mismos monareas, porque la capilla ardiente fue expuesta en Westminster Hall, También fue una novedad que, para dar la ‘mayor prueba de solidaridad familiar, la reina Marfa asistiera a la coro- nacén de su hijo como Jorge VI, otra novedad que serfa imitada por la reira Isabel, la reina madre, en 1953." ‘Los dos funerales piblices de reinas viudas no fueron los tinieos acon. tocimientos reales inventados en este periodo. A causa de la edad de Vic~ toria y Eduardo, hubo pocas bodas de los hijos de los monarcas durante el segundo periodo, siendo la ttima en 1885, cuando Ia princesa Beatriz, se casd con el principe Luis de Battenberg. Sin embargo, con dos reyes re~ lativamente j6venes en el trono entre 1910 y 1953, se reforzé el potencial ceremonial de los ritos de transicién durante la etapa joven del ciclo fa- miliar. En 1922, a princesa Marfa se cas con el vizconde Lascelles y Jor~ eV aproveché la ocasién para llevar las bodas reales de Ia privacidad de Windsor o la Capilla Real a las calles de Londres, al celebrar la ceremo- ania.en Io abedia de Wootminetor, procedida por una praresidn 18? Cama el duque de York explic6, el resultado fue un gran éxito pubblico: «Ya no se tra‘a de la boda de Marfa, sino (asi lo eseriben los diarios) de la boda de la cbadia, de In boda real, de la boda nacional o de la boda del pueblo». Esto fue seguido en 1823 por la boda del duque de York, la primera vex que un principe de la casa real se casaba en la abadfa de Westminster des- de hacia quinientos afios. En 1934, el duque de Kent también se casé all y en 1947 la princesa Iaabel. Sin embargo, de modo signifieativo, Ia boda del duque de Gloucester, que tuvo lugar en 1935, se celebr6 en la relativa reclusidn de la Capilla Real del palacio de Buckingham, por miedo # que, en aio de aniversario, hubiese demasiaclas ceremonias reales y que su Va~ lor de escasez se erosionase.™ La novedad de las bodas en Westminster de los hijos de la familia reel y los funerales de gala para las reinas viudes fue supcrado por el ‘Aniversario de Plata de Jorge V, para el cual, de nuevo, no habia pre- 185, Battiscombe, Queen Alexandra, p. 302; Tanner, Recollections of « Westminster Arviquary. 06 186.” Lacey, Majesty p- 116. 187. bid, pp. 7-78: Nicolson. King George the Ph, p. 92 1881, Popes Hennessy, Queen Mors, [867-1953 (Lonetes, 1959). pp. 519-520, 189, Lacey, Majenty, ps 78 Wheeler Bonnet, King George Vi. iS LA INVENCIGN DE LA TRADICIN codentes, ya gue el quincuagésimo aniversario de la ascensién al trono de la reina Victoria habia coincidido con la muerte del principe Alber- to y la reclusién de la reina. Una voz més, la innovacién fue un gran éxito, despertando por doquier sentimientos de entusiasmo y apoyo. Se- fain la opinidn de lord Salisbury, el acontecimiento represent6 «un tes timonio sorprendente de Ia estabilidad y solidaridad profundas de este pais y del imperio bajo ta autoridad de Su Majestad»." Ramsay Mac- Uonald, que deseribis el oficio litdrgico del dia del aniversario como uencendido de emocién», incluso quedo mas conmovido con motivo de luna recepcidn de los primeros ministros de las colonias: «Aqu‘ el Im- perio era una gran familia, la celebracién de una reunién familiar, el rey como cabeza paterna. Todos nos fuimos con el sentimiento de que ha- bjamos participado en algo muy parecido a la Santa Comunidny.) La idea de la monarquia como religidn laica no se podfa articular de modo més explicito, Pero la valoracién mas extensa y, segtin parece, realista del sentimiento popular que el aniversario evocs se resumen en la bio- graffa de Harold Nicolson: Habia orgullo en primer lugar, orgullo por el hecho de que, mientras Jos otros tronos habian sido derrocndos, nuestra monarquia, intacta en su

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