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stanley Cavell Colecisin dri por Ruiz Torres, Sergio Sevilla y Jenano Tales En busca de lo ordinario Lineas del escepticismo y romanticismo Introducei6n y traduceién de Diego Ribes FRONESI :ATEDRA UNIVERSITAT DE VALENCIA UNAM SIBLIOTECA CENTRAL C ZIP Tilo orginal del obra: 5 S i SLASIF. 5 In Dot he Ordinary gis Sein Romantic ——_ — marriz 26220 num. aoa. 327255 1 edicidn, 2002 Iustracion de eubierta:Jenaco Pétee Villamil, Sila em tiempo dels drab, (detalle, 1848, Palacio de El Pardo, Madrid rchivo Anaya Reservas todos los derecho El contend de eta oa td protgido Dorks Lays auceblce ps depo fo mula adem de Correspondents indetmtaconts po der y pecs para “ines eprodejre, pagar, dbuyern @ comniarn ‘abeumenteen ods oem pate, una dors erat aac ‘canis, au tanaformaion,iterpeacion cucin “tind en cualquier ipo de soporte o comncade ‘Tave deelguer modo, ma preeeptvs sutonsscion Licensed by The University of Chicago Press, Chicago, Illinois, U.S.A. 1© 1988 by The University of Chicago. All rights reserved ‘© Ediciones Citedra (Grupo Anaya, S. A), 2002 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Deposit leg: M. 21.944-2002 TSB 84376-19785 Printed in Spain Impreso en Anzos, 8. L. Fuenlabrada (Madeid) — §44455 indice IntRoDUCCION (Diego Ries) Observaciones sobre la escritura de Stanley Cavell. Bibliografia EN BUSCA DE 10 ORDINARIO. LINEAS DEL ESCEPTICISMO CISMO enn Prefacio y reconocimientos 1. El filésofo en la vida americana acerca de Thorea 2. Emerson, Coleridge, Kant (términos como condi 3. Textos de recuperacién (Coleridge, Wordsworth, 4. Recuento de ganancias, presentando las pérdidas de El cuento de inert) 5. Extrafiados, reajustindonos (Descartes, Emerson, Apéndice A. Escepticismo y una palabra sobre de ‘Apéndice B. La perversidad de Poe y elimp(ulso) Apéndice C. Lo eseéptico y lo metaforico 6. La condicion siniestra de lo ordinario 7. Lo fantistco de la filosofia Bibliografia Titulo original de la obra: In Ques ofthe Ordinary. ‘Lines of Skepticism and Romantcon 1M edicibn, 2002 ta: Jenaro Pérez Villaamail, Sevilla em tomo dels drab, Ne), 1848, Palacio de El Pardo, Madrid 16 Archivo Anaya ls derechos contenido dees obra esti proto extabiece pens de prin y/o mulas, deme de oe Ie indeniacones por daosy peu pata ‘jr, plagaren,dwabuyerch o comuntaren teentoleo en pe une obs hea ats Ss tansiomation,inerpetacionoeeccion ‘sen ctlguter ipo desoponeocomnicale “salir medi, sma peeps strane aiversity of Chicago Press, Chicago, llinois, U.S.A. hhe University of Chicago, Al ights reserved ones Citedra (Grupo Anaya, S.A.) 2002, nacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Depésito legal: M. 21.94.2002 ISBN: 84376.19785 Printed in Spain Impreso en Anzos, 8. L Fuenlabrada (Madrid) — 544455 Indice IrRODUCCION (Diego Ries) Observaciones sobre la escrtura de Stanley Cavell Bibliografia EN BUSCA DE LO ORDINARIO, LINEAS DEL ESCEPTICISMO Y ROMANT CISMO Prefacio y reconocimientos 1. EI fbsofoen la vida americana (acerca de Thoreau y Emerson) 2. Emerson, Coleridge, Kant (érminos como condiciones) 3, Textos de recuperacién (Coleridge, Wordsworth, Heidegger.) 4. Recuento de gananecias, presentando las pérdidas (una lectura de Elcuent de ioierno) 5, Extraiados, eajstindonos (Descares, Emerson, Poe) Apéndice A. Esceptcismo y una palabra sobre deconstruccion ‘Apéndice B. La perversidad de Poe y el imp(ulso) del escepti Apéndice C. Lo escépico y lo metatérico 6, La condicion siniesta de lo oxdinario 7. Lo fantistico de a flosofia Bibliografia un 49 31 33 59 88 ns 147 179 208 217 233 264 275 Introduccién Introduccién Observaciones sobre la esc de Stanley Cavell La filosofia, y la escritura filos6fica, de Stanle considerada hoy, tras un perfodo de incomprensi tuna de las més originales y audaces de entre los fil nos contemporineos. Valga como muestra la ob mentador suyo aparecida en una recensién del libr castellano ofrecemos en el presente volumen: «El vell es el mas distintivo de la filosofia americana cho estilo, mas que ser un mero omamento, tran que para dl la filosofia no es s6lo una profesion sin forma de vida» (Charles Dove, en Comparative Lit El prologo a La reivindicacin de la razdn [The ( pieza con un pirrafo de apenas ocho lineas que vez en dos partes. En la primera, el autor declara tin consta de escritura perteneciente a cuatro ép de una somera notificacién referente al periodo m ciente de dicha escritura. Y nada mas. En la segun Cionar, sélo a mencionar —y a mi entender de m side un corte brusco de plano cinematogrifico doctoral cuya revisién iba a constituir, aunque al asi el libro definitivo. De esta tesis nos volverd a h Observaciones sobre la escritura de Stanley Cavell La filosofia, y la escriturafiloséfica, de Stanley Cavell esté siendo considerada hoy, tras un periodo de incomprensidn o rechazo, como tuna de las mis originales y audaces de entre los fildsofos norteamerica nos contemporineos. Valga como muestra la observacion de un co- mentador suyo aparecida en una recensién del libro cuya traduccién al castellano ofrecemos en el presente volumen: «El estilo de Stanley Ca vell es el mis distintivo de la filosofia americana contemporanea. Di: cho estilo, mas que ser un mero omamento, transmite el mensaje de «que para él la filosofia no es s6lo una profesién sino una vocacién, una forma de vida» (Charles Dove, en Comparative Literature). El prélogo a La reivindicacién de la razén [The Claim of Reason] enn pieza con un pirrafo de apenas ocho lineas que puede dividirse a su vez en dos partes. En la primera, el autor declara que el libro en cues tién consta de escritura perteneciente a cuatro épocas distinta, y aia de una somera notificacin referente al periodo més antiguo y més re ciente de dicha eseritura. Y nada mas. En la segunda parte pasa a men- cionar, s6lo a mencionar —y a mi entender de modo abrupto, como side un corte brusco de plano cinematogrifico se tratara—, su tesis doctoral cuya revisin iba a consttuir, aunque al final no fue del todo asi, el libro definitivo. De esta tesis nos volvers a hablar repetidas veces u a lo largo del prélogo, y del contenido efectivo de los cuatro periodos, ‘no mencionados hasta una docena de pirrafos mis adelante Hago esta observacién obvia, banal si se prefiere, para darme oca sion de insistiren algunas caracteristicas de la escritura de este autor, de Ja importancia que el modo de escribir tiene, como él mismo subraya constantemente, en su filosofia, Hoy dia, nos referimos a esta cuestidn, a veces, como problemas de la textualidad: el modo mismo de cémo escribir filosofia se ha convertido en una cuestion filosofica. Voy a ocu: parme de algunas caractersticas, al menos tres, de esa escritura porque pienso que si para mi han constituido una dificultad, a la hora de leer lay de hacerme cargo del pensamiento en ella expresado, a algin otro lector podria ocurtrle lo mismo. Laprimera, ya sugerida més arriba, consiste en lo que cabria llamar cierta sfalta de continuidad discursivay, Su escritura, en general, 0 en ‘gran medida, esti compuesta por pirrafos cuya concatenacién’ 0 no existe o resulta dificil vera simple vista. Alguien, yo mismo, puede leer atentamente dos parrafos consecutivos, preguntarse qué tienen que ver el uno con el otro, 0 cémo el segundo sigue o se relaciona con el pen- samiento contenido en el primero, y simplemente no poder darse res puesta alguna o tener dificultades para encontrar una respuesta que le satisfaga. Como hace un momento decia, esto puede ocurrir incluso dentro de un mismo pérrafo. Cuando a lo largo de varias piginas uno se haya encontrado enfrentindose a la misma experiencia, haciéndose {a misma pregunta con la misma ausencia o insatisfaccién de respues tas, puede que se sientaliteralmente perdido y, caso de seguir interesado, tenga que volver atris y empezar de nuevo la lectura. Esta escritura in trinsecamente, no esti hecha para ser entendida de una vez por todas, no, digimoslo asi, con una sola lectura, y te obliga a leer con lentitud iObvi0, por no decir banal, cualquiera que sepa leer y haya leido algo ha podido tener esta experiencia! INo hace falta ser tan enfiticos a pro- Pésito de esta escritura en particular! —Bueno, ésabemos leer? Nietz: sche y Coleridge parecian albergar alguna sospecha al respecto; y ées se guro que tenemos o hacemos alguna experiencia —en algiin sentido azonable del término— al leer?; y, por lo que se refiere a la segunda objecién en forma de exclamacidn, yo no he dicho que slo esta esc tura posea esta caracteristca. Lo que decia es que dita la posee, y la po see de modo expecfco, y que no captar esta especificidad puede consti- tuir una dificultad a la hora de acceder a esta filosofia, y que esta carac teristica no es una casualidad, o un simple defecto (como le parecia, en lun principio, a Rorty), o una arbitrariedad (como dice Cavell que no oes el estilo de las Hneestigaciones de Wittgenstein); y que no es mera 2 mente una cuestién de estilo sino que esti en func ci6n determinada del filosofar y, como he dicho, dé sofia. Convendri, pues, abundar un poco mas en ¢ Para empezar, un poco de evidencia textual. ejemplo en su libro Themes owt of School) Cavell ser de método que consiste en la yuxtaposicién de te tintos autores, a veces de distinta época, que se « unos a otros por esta misma yuxtaposicién, Otras capitulo de En busca de lo ordinario [de ahora en a& El filésofo en la vida americana», parrafo tee) a hacer en las paginas siguientes es «proponer te de textos [1] suindolosen una ved de concep mente entretejidos, y aade que uno de los moti «8 aque deseo dejar abierto[..] el modo como cad: ‘ransiciones del uno al otro» (la cursiva es mia). Pero la regién de su obra que més logradamente, creo, go de su eseritura esa Pate Cuarta de La revi en especial después de la interpretacién que al prit te oftece del famoso argumento sobre el lengua} genstein. (No creo, sin embargo, que esta parte c mis «dificil» de la obra de Cavell por lo que a la « —en cuanto al «pensamiento» expresado en cla s consideracién por mi parte. En particular me parec 1 [The World Viewed. Reflections nthe Ontology of Fi cado antes de La reivindicacién, es de lectura tan mismo, y posteriormente a la publicacién de La re: esctitos suyos sobre ensayos de Emerson [por ejen ensayo «Destino», en su libro Philosophical Passages, erienciat iNo hace falta ser tan enfiticos a pro: en particular! —Bueno, ésabemos leer? Nietz in albergar alguna sospecha al respecto: y es se \cemos alguna experiencia —en algin sentido ~al leer; y, por lo que se refire a la segunda «clamacién, yo no he dicho que s6lo esta escri- stica. Lo que decia es que éita la posee, y la po- ue no captar esta especificidad puede consti ora de acceder a esta filosofia, y que esta carac- lidad, 0 un simple defecto (como le parecia, en » una arbitrariedad (como dice Cavell que no Stigaciones de Wittgenstein); y que no es mera- ‘mente una cuestién de estilo sino que esté en funcién de una concep. determinada del filosofar y, como he dicho, de cémo escribir flo- sofia. Convendré, pues, abundar un poco mas en ella Para empezar, un poco de evidencia textual. Algunas veces (por «jemplo en su libro Themes out of School) Cavell se refiere a una especie de método que consiste en la yuxtaposicidn de textos, a veces de dis tintos autores, a veces de distinta época, que se explican (se sleen») ‘unos a ott0s por esta misma yuxtaposicién. Otras (como en el primer capitulo de En busca de lo ordinario [de ahora en adelante Bj, titulado «EI fildsofo en la vida americana», pirrafo tercero), dice que lo que va a hacer en las paginas siguientes es «proponer |... la lectura de una se rie de textos |..] situdndolos en una red de conceptos no muy tupida- ‘mente entretejidos», y aftade que uno de los motivos para hacerlo asi es eque deseo dejar abierto [| el modo como cada cual establezca las ‘mansciones del uno al otro (la cursiva es mia). Pero con toda seguridad, la regién de su obra que mis logradamente, creo, ejemplifica este 0 de su escritura es la Parte Cuarta de La reivindicacién de la razén, ‘en especial despues de la interpretacién que al principio de dicha par te oftece del famoso argumento sobre el lenguaje privado de Witt genstein. (No creo, sin embargo, que esta parte constituya el pasaje mas «dificil» de la obra de Cavell por lo que a la eescritura» se refiere —en cuanto al «pensamiento» expresado en ella seria objeto de otra consideracién por mi parte. En particular me parece que El mundo vs- 4 [The World Viewed, Reflections on the Ontology of Film), un libro publi- cado antes de La reivindcacin, es de lectura tan dura al menos. Asi ‘mismo, y posteriormente a la publicacién de La revindicacién, algunos escritos suyos sobre ensayos de Emerson [por ejemplo, su lectura del ensayo «Destino», en su libro Philosophical Passages, capitulo 1, titulado «Emerson's Constitutional Amending: Reading “Fate”»] pueden resul- tar pricticamente herméticos para el lector no fami rizado con este tipo de prosa filoséfica.) Pero estibamos hablando, antes del ultimo paréntesis, de la caract ica de su escritura ahora entre manos como ‘queda ejemplificada, a mi entender de modo eminente, en la parte ‘cuarta de su ya varias veces mencionado libro. Quiza convenga ahora, tas esta breve referencia a otros lugares de su obra, dejar que nos diga 1 cémo ve este rasgo de su escribir. Hablando de las perspectivas y di- ficultades con las que se encontré para llevar a término, a una conclu sién, la Parte Cuarta de su libro, nos cuenta: Lo que [| fue emergiendo |..|, mientras escribia la mayor par te dela Parte Cuara, era algo que progresivamente legue a conside- 2B rar, 0 aceptar, ¢ incluso a depender de ello, como la tarea de llevar tun diario filos6fico restringido. Escrbir dicha parte era como llevar tun diario en dos aspectos principales. En primer lugar, la autonomia de cada tramo de escritura es una meta mis importante que la de ha- cer fluidas, 0 como quiera que se diga, las tansiciones entre los tra ‘mos (donde un tramo puede ensamblar varios dias efectivos,w oct par menos de un dia completo). Esta jerarquia de metas tende a em Pir a prosa hacia lo aforistico (The Claim of Reason, pig. xix). Espero no haber abusado de la invitacién del autor a decir de otro ‘modo esta menor importancia de la fluidez entre tramos al ebautizar la yo como cierta «falta de continuidad discursivar. Que se trata de una jerarquia de metas y no de la exclusién de una de ellas es lo que quic- re suger la palabra «cierta» antepuesta a la frase con que he querido ccaracterizar este rasgo de su escritura. Que este rasgo 0 caracteristica no se limita ala Parte Cuarta ahora entre manos es lo que ha querido mos- trar mi breve referencia anterior a otros lugares de su obra, y al hecho cde empezar este comentario con el primer pairrafo del Prologo a La re- ‘indicacin dela razén, y no por el texto que acabo de citar. Esta obser vacién tiene que ver con afirmaciones explicitas del autor acerca de que su filosofia no es «argumentativar; como no lo es, reivindica él en B, la mayor parte de la Critica de la razon pura de Kant, 0 las Meditacio- nes de Descartes, 0 Walden de Thoreau; lo que tampoco quiere decir que su filosofia no albergue ni una brizna de argumentacién, 0, para el caso, de steoriar. Quiere decir que su filosofia no asume el «formato», por decirlo asi, de una teoria perfectamente articulada cuya herramien: tatinica, o fundamental, de articulacién sea el argumento. Pero eso, se siin él, no deberia extrafar, pues, como he sugerido, Cavell muestra que la tradicin filosofica, en buena medida, tampoco es asi. Como se haa llegado, en ciertas concepciones predominantes, a cifar el todo de Ia filosofia en la argumentacién o la teoria, es una pregunta interesan- te que se desvia con mucho de la direccién que he tomado en esta in- troduccién. Valga, por ahora, recordar algunas generalidades bien sabi- das, y que por ello corren el peligro de ser vacias: que la intencién ex- plicita de atenerse sélo a la argumentacién, o a la objetividad, no inmuniza a nadie, y nunca lo ha hecho, contra la ideologia, 0, lo que ¢s peor (¥ por si a alguien le parece que sideologia» es un término ya ‘caduco), contra el fanatismo o la beateria. Los fildsofos y sus concep- de esritura es una meta mas importante quela deh como quiera que se diga as transiciones entre ls tr an tramo puede ensamblar varios dis eectivos, oct: tn dia completo). Esta erarquia de metas tend a en «hacia fo aforistico The Claim of Reaton, pig ix), abusado dela invitacién del autor a decir de otro portancia de la fluidez entre tramos al rebautizar- ta de continuidad discursiva». Que se trata de una tno de la exclusin de una de ellas es lo que quie- t no los defina. Y sin embargo, este hecho cons: eristico, omnipresente, de su flosofia. A este tipo rnden las palabras «perdido» e «interés», pero tam- ivindicaciGn (que aparece en el titulo de su libro 2 virtualmente todo término o palabra del lengua lela tarea que Cavell piensa que ha iniciado Witt dar vida, 0 volver a dar vida, al lenguaje, y que el ica con —dado el cardcter «mundanal» de dicho lenguaje de mundo, que dice, nombra, cuenta uuaje— la tarea de animar, o dar vida, 0 volver a a erecuperacién») al mundo. Una tarea inmensa 0a decir yo, casi todo esté en contra en la cultu- Contemporinea. Se trata de la tarea que el autor una palabra (toda palabra), derivar el significa palabra en la escritura que se esté realizando, y 1 de llegar a captar el momento en que las pala so, o una parte de él, ese momento 0 punto de palabras». Gran parte del filosofar de Heidegger, Consiste en este tipo de sderivaciones», lo que le 1 de hacer meramente filologia. Cavell contrasta ivap» toda y cada una de las palabra del lenguaje nisma a unos cuantos términos técnicos, en par 2, ahora derivacin, de las categorias kantianas. ‘norme —incluiria Cosas como el «volver a casan, yel pensamiento, a su tierra natal, de Wittgens- Heidegger— mejor sera por ahora atenerse a lu que habiamos partido: ¢Qué significa, pues, pata 1n embargo, seguir interesados al leer 2 Cavell? Bueno, éque significa en general perderse al leer? Supongo que algo asi como no entender, 0 no acabar de entender. Imaging monos, pues, que ya perdidos pero todavia interesados, volvemos atrés para tuna nueva lectura ahora ms atenta si cabe, ¢ imaginémonos que el re sultado vuelve a ser el mismo: no acabas de ver cémo el autor pasa de tun pensamiento a otto, te parece que no explicita dicho transito, y te parece que da saltos injustficados, que suelta alegremente afirmacién, tras airmacién, poco menos que como se le van ocurriendo o le salen al paso. Antes de haber llegado aqui habras tenido que hacer un buen inimero de operaciones, tales como preguntarte dénde te has perdido (0 dénde se ha perdido al), y preguntarte incluso por la gramitica y 1é xico del texto, y sospechar que posiblemente el autor escribe muy art: ficiosamente ¢ incluso decididamente mal, que se trata de una escritu ra desmafiada e ininteligible, como si el autor no quisiera ser entendi do; y esto ultimo quiza provoque el efecto no sélo de estar perdido sino ademés aturdido, pues no entiendes muy bien cémo alguien pue- de escribir y no querer ser entendido; y al llegar aqui puede que te sien: tas ya imttado, muy irvitado (puede verse un eco de todas estas quejas, © criticas, en el capitulo que Richard Rorty dedica al autor en su libro Consecuencias del pragmatismo); y me gustaria sefialar, pero no entrar ahora en ello, que todo esto tiene algo que ver con la wauto-represion» del autor, que Cavell ve representada maximamente bien en la escrit ra de Emerson, pero también en la de los romanticos en general, y, ca bria aadir,en Wittgenstein y su figura de deshacerse de la escalera una vvex que se le ha leido. Casi con toda seguridad, a lo largo de este pro: 50, habrés tenido en algtin momento alguna idea o interpretacién inical, idea o pensamiento que la continuacion de la lectura puede ha- cer que rectifiques, 0 por negacidn y contraste, o por ampliacién y en: riquecimiento de la misma, o definitivamente por corroboracién y ase- guramiento. Estoy dispuesto a llamar pensar» a todas estas operacio: hes, y supongo que algunas mas, que te has visto obligado a realizar durante la lectura o lecturas de esa escritura. Y es posible que al final de todo el proceso tu pensamiento ocupe un lugar mis amplio que la liltima capa de neuronas del cerebro, que llegue por ejemplo hasta las visceras, incluso un poco mis abajo: los temas de la pasion (la dimen sin pasiva del pensamiento), del deseo y el amor, y de la sexualidad, cn su obra. Digamos que esta escritura te obliga a pensar a ti, a pensar —me atreveria a decir— tu pensamiento, dénde te encuentras ti, en «qué posicién te encuentras respecto su escritura y pensamiento, te ex pulsa de ella y te devuelve a ti, Puede que entonces descubras algo pa recido a lo siguiente. Al principio de la lectura habias pensado que lo 7 due a veces llamamos precision, rigor, coherencia, clatidad, etc. de la filosofia es algo que tiene que estar completamente, algo que empieza y termina, por decitlo asi, en la escritura; que un pensamiento claro y preciso empieza y termina en la formulacién clara y precisa del mismo, que la filosofia termina en su formulacién precisa y clara en una escti tura que esté ahi, en las paginas del libro, y que tu trabajo consiste en ddesctfar y apropiarte ese pensamiento asi formulado sobre el papel. Mientras que ahora ves que esto es, a lo sumo, slo la mitad del asunto;, que el pensamiento o termina en ti o no esté en ningtin sitio, que pien: 38 t0 ven acto» lo que el autor quiso pensar o el pensamiento no esti en ninguna parte, que la escritura es en principio ssigno muetto», que, como dice Cavell a propésito de Walden de Thoreau, la filosofia no est en ese libro a menos que el que lea sea ya un filsofo y «eviva» la vision (€l pensamiento) del autor. ¥ que la precision y consistencia tiene que es- tar también en lo que, por motivos de claridad pero sin estar muy satis fecho con la expresién, sugiero llamar la otra mitad del asunto: la parte del lector. ¥ que en esa parte es donde empieza y termina, tambien, laf losofia; que en realidad, como también dice Cavell y también a propo: sito de Thoreau, saber filosofia no es saber slo, ni tan siquiera principal: ‘mente, libros filos6ticos. Este iltimo punto al que hemos llegado en: tronca con la segunda caracteristca de esta escritura que anuncié al principio querer considerar aqui, el ser una eseritura hecha rabiosamen te —permitaseme decirlo asf, Cavell no tiene ninguna culpa de esta cali ficacin— cn primera persona. Pero antes voy a contar un par de anéc- dotas que considero itstrativas de esta caractristica primera de la exer tura del autor que, pot ahora, vamos a dejar en este punto, Estas son las anécdotas. En la presentacidn publica de mi libro Lo Suman entre dreas, que tavo lugar en el Salén de Grados de la Facultad de Filosofia de Valencia, el profesor de esta Facultad M. Vazquez, inv tado a dicha presentacidn, despues de decir varias cosas interesantes y buenas sobre el libro que mostraban ante todo, en mi consideracién, la seriedad con que él se habia tomado la lectura del mismo, al llegar a comentar el texto de Cavell que aduzco en las paginas 152-153 del mencionado libro, introducia su comentario con la frase: «a ver si con sigo Ieerlo». ¥ lo consiguid, Creo, segiin se desprende de lo anterior, aque la intuicién expresada en esta frase es la correcta. Y la profesora de Instituto, y amiga, Carmen Gil, que habia leido el libro con no menos seriedad y, para mi agradecido asombro, con entusiasmo, mostraba también —en lo que sélo fue acordado y prometia ser un encuentro desenfadado de verano, después de algunos aios de no habernos vis to~ las dificultades que habia encontrado para leer el mismo texto 18 arriba mencionado, insistiendo en que debia faltar, traduccidn, Naturalmente no niego, no puedo neg: de su lectura se deba, en parte al menos, a mi tradu caltad de traducir al castellano a este autor me gus ‘ocasion. Ahora no es éste el punto en cuestion). El ts que, después de realizar juntos todas —y algun: ciones que antes decia que me gustaria nombra ‘como «pensar, conseguimos leer el texto (aunque algunas reservas sobre la puntuacién del mismo). moraleja a extraer de estas anécdotas diciendo que autor, su escritura, es entenderle. Nos hace pensar! iCualquier cosa nos hace pens ser pensante! iIncluso en suefios se piensa! Ya lo di 0, Freud. Y, al parecer, si no pensamos no exist ne decir que esta escritura nos hace, nos obliga a, ‘como antes, ‘sabemos pensar? Heidegger (en €Oxeé ce sugerir que, incluido él mismo, no pensamos, y E ‘una idea similar, sugeria que consiguientemente no cesidad de ir tan lejos, el filésofo espaftol Emilio Li trevista que nuestra época no piensa, y el literato vs lls se acta eco de esta declaracion en una columna dicos locales, ilustrindola a propésito de una pi oficial contra fumar en ptiblico; y yo mismo he d ‘guien, y alguien me ha dicho mas de una: hod ami, « EEntonces qué? Pensamos 0 no pensamos? ¢Y en {an aqui los terminos spensar y «existir» cuando se jor, no pensamos o no existimos? Obviamente en mente» humano. [No es casual, ni prictica com contextos epistemoldgicos, que el titulo de la pri de Cavell La reivindicacién de la razén sea «Wittgenst Conocimiento Humano» (esta tiltima cursiva es mi hay una manera de pensar (una forma de «conoci no humano? Obviamente, si. Pero, otra vez, hemo: ‘vastas regiones de la epistemologia y la ontologia¢ propuesto transitaren el presente escrito. Volvam Cial que nos llevé hasta aqui: las caracteristicas de El caricter biogrifico de su escritura ¢s la sexu ticas que me dispongo a comentar. Iba diciend produce esta escritura es expulsarte de ella y dev 's precisin, rigor, coherencia, claridad, ete., de la tiene que estar completamente, algo que empieza ‘© asi, en la escritura; que un pensamiento claro y ‘mina en la formulacién clara y precisa del mismo, nna en su formulacin precisa y clara en una escri las paginas del libro, y que tu trabajo consiste en » ese pensamiento asi formulado sobre el papel. «5 que esto ¢s, alo sumo, s6lo la mitad del asunto; termina en ti o no esti en ningtin sitio, que pien: +€1 autor quiso pensar o el pensamiento no esté en a escritura es en principio «signo muerto», que, opésito de Walden de Thoreau, la filosofia no esta que el que lea sea ya un fildsofo y «reviva» la vision lutor. ¥ que la precision y consistencia tiene que es: + por motivos de claridad pero sin estar muy satis: 4, sugiero llamar la otra mitad del asunto: a parte a parte es donde empieza y termina, tambien, laf \d, como también dice Cavell y también a propo: filosofia no es saber solo, ni tan siquiera principal: ‘es. Este Ultimo punto al que hemos llegado en: ‘a caracteristica de esta escritura que anuncié al derar aqui, el ser una escritura hecha rabiosamen ‘nlo asi, Cavell no tiene ninguna culpa de esta cali- Persona, Pero antes voy a contar un par de ange ustrativas de esta caractristica primera de la escri ahora, vamos a dejar en este punto. dotas, En la presentacién publica de mi libro Lo = tuvo lugar en el Salon de Grados de la Facultad ia, el protesor de esta Facultad M. Vizquer, ‘ion, después de decir varias cosas interesantes y ‘que mostraban ante todo, en mi consideracién, se habfa tomado la lectura del mismo, al llegar a Cavell que aduzco en las paginas 152-153 del roducia su comentario con Ia frase: «aver si con: sigui6. Creo, segtin se desprende de lo anterior, sada en esta frase es la correcta. ¥ Ia profesora de “men Gil, que habia leido el libro con no menos tradecido asombro, con entusiastno, mostraba Solo fue acordado y prometia ser un encuentro ©, después de algunos afios de no habernos vis twe habia encontrado para leer el mismo texto arriba mencionado, insistiendo en que debia faltar, 0 sobrar, algo en la traduccién. Naturalmente no niego, no puedo negar, que la dificultad de su lectura se deba, en parte al menos, a mi traduccién (y de la dif cultad de traducir al castellano a este autor me gustaria hablar en otra ‘ocasién. Ahora no es éste el punto en cuesti6n). El punto en cuestién cs que, después de realizar juntos todas —y algunas méis— las opera ciones' que antes decia que me gustaria nombrar, en su conjunto, como «pensar», conseguimos ler el texto (aunque ella segufa teniendo algunas reservas sobre la puntuacién del mismo). Podria formular la ‘moralejaa extraer de estas anécdotas diciendo que conseguir leer a este autor, su escritura, es entender. {Nos hace pensar! iGualquier cosa nos hace pensar! iE] hombre es un ser pensante!ilncluso en sueiios se piensa! Ya lo decia Descartes y, luc 0, Freud. Y, al parecer, si no pensamos no existimos. {Qué sentido tie ne decir que esta escritura nos hace, nos obliga a, pensar? —Bueno, y como antes, ésabemos pensar? Heidegger (en ¢Queé significa pensar?) pare ce sugerir que, incluido él mismo, no pensamos, y Emerson, guiado por tuna idea similar, sugeria que consiguientemente no existimos. Y sin ne- cesidad de ir tan lejos, lfilésofo espaiiol Emilio Lledé decia en una en- trevista que nuestra época no piensa, ye! literato valenciano Juan J. Mi: Ilis se hacia eco de esta declaracién en una columna de uno de los perio dicos locales, ilustrindola a propésito de una propaganda televisiva oficial contra fumar en pablico; y yo mismo he dicho alguna vez a al: {guien, y alguien me ha dicho mas de una vez. a mi, sies que no piensas!. ZEntonces qué? éPensamos © no pensamos? ZY en que sentido se utili zn aqui los términos «pensar y sexist» cuando se insinia que, alo me jor, no pensamos o no existimos? Obviamente en un sentido «propia mente» humano. [No es casual, ni prictica comuin hoy dia en estos contextos epistemol6gicos, que el titulo de la primera parte del libro ‘de Cavell La reivindicaciin de la razin sea «Wittgenstein y el Concepto de Conocimiento Hiemano» (esta itima cursiva es mia).| éSugiere esto que hray una manera de pensar (una forma de «conocimiento»),y de exis, no humano? Obviamente, si. Pero, otra vez, hemos desembocado en las vastas regiones de la epistemologia y la ontologia que no nos habiamos propuesto transitaren el presente escrito. Volvamos, pucs, a punto ini ial que nos llevé hasta aqui: las caractristicas de esta escritura El caricter biogrifico de su escritura es la segunda de las caracters ticas que me dispongo a comentar. Iba diciendo que un efecto que produce esta eseritura es expulsarte de ella y devolverte a ti, hacer que 19 te vuelvas hacia ti; que te preguntes, por ejemplo, no sélo sila escritu ¥2, 0 teoria, 0 argumento que estis leyendo o estudiando son sélidos, precisos, fundamentados, sino tambign situ pensar (¢Humano? COr nario?) el pensar que vas logrando (obrando) a lo largo de las opera ciones indicadas, es s6lido, preciso, fundamentado, etc. Y decia que este extremo de la filosofia de Cavell esta relacionado con su estar es rita en primera persona, He dicho, en otro lugar, algo sobre esta carac teristica de la escritura y filosofia de Cavell; ahora me interesa sobre todo insistiren la conexi6n que la misma tiene con el lamado «proble: ma del otro». Y lo primero que me gustarla subrayar, como antes a pro pésito de la primera caracterstica comentada, ¢s que esta segunda ca racteristca tambien es algo omnipresente en toda su escritura, y no sélo en los pasajes de la misma en que el autor insiste explicitamente en ella: que su filosofia es, y su filosofia reivindica que la filosofia de- berfa ser, escrita en primera persona; que deberia ser autobiogrifica. Y esto, otra vez, no meramente como una cuestion de estilo. Por su puesto, hay lugares eminentes, ya famosos, en que el autor declara ex plicitamente este rasgo de su escritura, como por ejemplo el siguiente: «diré en primer lugar a modo de presentacton de mi mismo |...) que he que rido entender la filosofia no como un conjunto de problemas [dados) sino como un conjunto de textos [heredados}» (La retvindicac de la rt- én, capitulo 1, segundo parrafo; las cursivas son mias). Pero el primer prrafo de todo el libro, del prélogo, por donde empezaba yo el presen: te comentario, al hablamos de los distintos textos de los distintos perio dos de los que consta su libro no es, para mi, menos autobiogritic, y lo ‘mismo podria decirse, como he sugerido, del resto de su obra flosdtica Lo primero que me gustaria decir es que no se trata, enfiticamente no, del yo o primera persona del solipsista (una versin del escéptico), como lo es el yo de las primeras Meditaciones de Descartes, el yo pre. tendidamente solo al que recurre el escéptico para salir de (refutar ted- Ficamente) su duda; 0 el yo al que recurte el solipssta, una vez perdi do, para salvarse de la muerte en vida (devorindose a'si mismo, chu ppandose la sangre) como hace el Anciano Marinero de Coleridge (véanse capitulos 2 y 3 de B). Se trata, me gustaria poder decitlo asi, del yo del lenguaje ordinario, del yo gramatical. ¥ este lenguaje tiene, ne cesariamente tiene, mis de una persona. En particular, tiene un ti (que tiende a un nosotros). Es a lo que, creo, apunta la pregunta de Witt genstein, «éS6lo que a quién comunicamos esto?» (Investigaciones, 1, 296). Pero quiza convenga ir mas despacio aqui. La primera persona de la escritura de Cavell siempre se dirige a un ti, a ti (ca tu biografia?). Eso es lo que nos dice la constante apelacién que hace al lector, ast 20 posible audiencia, Es a lo que a veces se refieren su: ¢l caricter «expansivor dela prosa de Cavell, o tamb prosa constituye una fccién, imitacién o reproducc del habla, de la voz, ordinaria, Y eso es también lo ddeclara su querer entender la filosofia como textos n bblemas. Lo que ante todo te dice un texto es que se to por alguien y dirigido a, o heredado por, otro a ante todo, ha de ser leido por otro(). Pero entonces brayar, resumiendo lo dicho, es que la eseritura en Cavell tiene una dimensién intrinsecamente filos6f de las cuestiones meramente esilsticas 0 textual. de otro modo, que las cuestiones textual y del len en esta filosofia, del mero slingiisticismo» de ciertas porineas del llamado Giro Linghistico. Esta dimens pectos indisolublemente unidos: (1) la recuperacid del yo humano (que constituye el tema central del humano como tab» (élo ordinario, el mundo?), qu: tratado», en realidad perdido, por la filosofia modi duccién de los otros, «la otredad como tal», tema q tratado» por esa filosofia. Asi es como entiendo Yo, der, el texto en el que Cavell declara esta conexin el problema del otto, texto que hasta ahora se me h aqui Este extremo [su asimilacién de los proce quedé confirmado cuando empecé a estudiar done ilsSfas, donde la recurrencia de voces due responden a a spi), me pes algo extanamente casual y a veees como ext a veces como alg trtuoso ya veces defini fg razonablemente pronto, y supe razonabl fascinaciSn por las Drestgaions tenia que ¥ este libro en tanto que una procza de escritu tarde legué aentenderlo como lo que me dio mniento del problema del otro para la filoso después, me parecid que estas cuestiones esta dela ota (1 asta aproximadamente la mitad dela Pa tante consecutiv yal nivel justo para poder ps te sobre la conexion entre la escrtura y el p ‘Claim of Reason, igs. xi Xi). ue te preguntes, por ejemplo, no slo si la escrit eto que estés leyendo o estudiando son sélidos, idos, sino también situ pensar (¢Humano? Ord «vas logrando (obrando) a lo largo de las opera sélido, preciso, fundamentado, etc. Y decia que ‘sofia de Cavell esta relacionado con su estar ¢s ona, He dicho, en otro lugar, algo sobre esta carac ray filosofia de Cavell; ahora me interesa sobre in que la misma tiene con el llamado «proble ‘mero que me gustaria subrayar, como antes a pro- caracteristica comentada, es que esta segunda ca % algo omnipresente en toda su escritura, y no 2 la misma en que el autor insiste explicitamente fia es, y su filosofiareivindica que la filosofia de- >rimera persona; que deberia ser autobiogr: neramente como una cuestidn de estilo, Por su: niinentes, ya famosos, en que el autor declara ex © de su escritura, como por ejemplo el siguiente: 4 modo de prsenacn de mi msn |.) que he que >fia no como un conjunto de problemas [dados} ‘ode textos [heredados)» (La rewindlcaciin dela ra- do parrafo; las cursivas son mias). Pero el primer ©, del prologo, por donde empezaba yo el presen: amos de los distintos textos de los distintos perio su libro no es, para mi, menos autobiogrifico, y lo coma he sugerido, del resto de su obra filosofca, ve gustaria decir es que no se trata, enfiticamente >ersona del solipsista (una version del escéptico), as primeras Meditaciones de Descartes, el yo pre: ue recurre el escéptico para salir de (refutar te vel yo al que recurre el solipsista, una vez perdi- ' muerte en vida (devorindose a’si mismo, chu ‘mo hace el Anciano Marinero de Coleridge de B). Se trata, me gustaria poder decielo asi, del trio, del yo gramatical. ¥ este lenguaje tiene, ne is de una persona. En particular, tiene un ti (que Esa lo que, creo, apunta la pregunta de Witt a quién comunicamos esto?» (Investigaciones, venga ir mais despacio aqui. La primera persona U siempre se dirige a un ti, ati (éa tu biografia?) = la constante apelacién que hace al lector, a su posible audiencia, Es a lo que a veces se refieren sus estudiosos como cl caricter «expansivo» de la prosa de Cavell, o también como que esta prosa constituye una ficcidn, imitacién o reproduccién en la escritura, del habla, de la voz, ordinaria. ¥ eso es también lo que a simple vista declara su querer entender la filosofia como textos mds que como pro- blemas. Lo que ante todo te dice un texto es que se trata de algo eseri to por alguien y dirigido a, o heredado por, otro alguien; y algo que, ante todo, ha de ser leido por otro(s). Pero entonces, lo que quiero su brayar, resumiendo lo dicho, es que la escritura en primera persona de Cavell tiene una dimensién intrinsecamente filoséfica que va mis alla de las cuestiones meramente estilistcas o textuales. O también, dicho de otro modo, que las cuestiones textuales y del lenguaje van mis ali, «en esta filosofia, del mero slingiisticismo» de ciertas versiones conte. porineas del llamado Giro Lingiistco. Esta dimensién incluye dos as pectos indisolublemente unidos: (1) la recuperacién del ser humano, del yo humano (que constituye el tema central del cap. 5 de B), de «lo humano como tal» élo ordinario, el mundo?), que él entiende «mal tratado», en realidad perdido, por la filosofia moderna; y (2) la intro- duccidn de los otros, la otredad como tale, tema que éi entiende «no- tratado» por esa filosofia, Asi es como entiendo yo, o empiezo a enten- der, el texto en el que Cavell declara esta conexidn entre la escritura y el problema del otro, texto que hasta ahora se me habia resistido. Helo aqui: Este extremo {su asimlacién de los procedimientos de Austin] «qued6 confirmado cuando empece a estudiar en serio las Freestiga- clones filsifias donde la reeurrencia de voces escéptias, y de voces ue respond [a as sceptics), me impresionaba 2 Yee, como algo extrafiamente casual y a veces como extraiamente conclusivo, 2 vec comp lp oto Ys veces dct. Ta ce ter {gi€ razonablemente pronto, y supe razonablemente bien, que mi fascinacién por las hrestigaions tenia que ver con mi reaecién a «ste libro en tanto que una proeza de escritura. Algunos afios mis, tarde Ilegué a entenderlo como lo que me dio por lamar el descubs 'miento del problema del otro para la filosofia; y otros tantos afios después, me parecié que estas cuestionesestaban en funcién la una dela ou, fel “Hasta aproximadamente la mitad de la Parte Guarta [Jno ha bra de sentirme seguro de que estaba diciendo algo de modo bas ‘ante consecutivo yal nivel justo para poder pensar provechosamen- te sobre la conexion entre la eseritura y el problema del otro (Tee (Claim of Reason, pigs. Xi Xi), a Desde luego, todo esto tiene que ver con el escepticismo y la posi- bilidad de superarlo, de recuperamos de él, 0 de «vivir» con él, Pero a ‘estas alturas de nuestro escrito, esto, como acostumbro a deci, es una historia demasiado larga y compleja para poder contarla ya, ahora. En su defecto, permitaseme insistiren este punto de la caractetizacion de su escritura con un par de observaciones més. La primera se refiere a «un temor mio pero que pienso es generalizable a la filosofia en su con: junto. He empezado a oir hablar de «la introduecién de lo biografico en filosofia», y en un primer momento esto me produjo, y en buena medida sigue produciéndome, una gran satisfaccién. Pero igualmente ha empezado a parecerme que se esta empezando a hablar, y escribir, del tema sin que yo pueda discemir ni un solo gramo de biografia por parte del que habla o escribe. (Se trata, pienso, de, o de uno de, los pe ligros del academicismo, de la profesionalizacién de la filosofia, contra el que tanto insiste Cavell; y constituye, por supuesto y por la parte que me toca, una amonestacién para mi.) A veces me he referido a este punto diciendo que la escritura tiene que «obrar» lo que dice que hace. Y sit hablas de filosofia biogrifica, o dela dimensién biogrifica de la filosofia, cabe suponer que algo de tu biografia debe estar presente en tu escritura —el modo cémo deba estarlo, y cudl o qué sea la biografia filos6ficamente relevante, es otro asunto. Y esto no es, 0 no es sélo ni primariamente, una cuestion moral sino una cuestién filos6fica sin mis, de filosofia del lenguaje si se quiere (Heidegger podria llamarlo de la ontologia fundamental). Una cuestién que apunta a la posibilidad ‘que tenemos de snegar» nuestro lenguaje, el lenguaje que empleamos de hecho. Y una manera de realizar esa posibilidad es evaciando» el lenguaje. ¥ ese vacio (esa regién blanca en la que nada queda dicho, se- agin expresién de Foucault) no es el mero absurdo o la simple demen: cia del «hacer locurase, sino el «sin-sentido» de Wittgenstein (hacia el final del Tiactatwy), la locura radical de la que nacen, y a la que llevan, las otras locuras y absurdos; y que para Wittgenstein equivale al suc dio intelectual, a ese lenguaje «de vacaciones», wocioso», que no hace lo que se supone ha de hacer, lo que se supone estar haciendo, obran do, al emplear el lenguaje. Esto, me parece, forma parte del contenido del titulo del libro de Cavell Must We Mean What We Say? La parte que se refiere ala idea de que podemos hablar —decir— sin querer decir —significar— nada, La otra parte del contenido del titulo se refiere ala idea de que a pesar de todo, necesariamente (necesidad gramatica), lo dices —las palabras estn ahi y significan lo que significan ances de que tt as heredes. De no ser asi, si el lenguaje humano no incluyera a la vez estos dos rasgos 0 dimensiones, no existiria la locura en absoluto. 22 La segunda observacién anunciada se refiere « ‘aracterizacién que ha quedado sin comentario, a teresados», aun cuando perdidos y, quiza, aturdic este comentario con una opinién, de T. Khun, qu solo deficiencias, en este modo de escribir la filos El que Cavell, un fildsofo interesado prin y estética, haya legado a conclusiones tan ‘mias, ha sido una fuente continua de esti ‘Ademis, es la tnica persona con la que he pov por medio de frases incompletas. Este modo de ‘manifiesto una comprensn que le permits i {que debia salvar 0 rodear algunos obsticulo ccontré durante la preparacién de mi primer m Khun, La estructura de las revolucionescenfca ccursivas son mias}) Dos acotaciones marginales, en las que no voy ‘mera es que pienso que esta consonancia de resul fiar, La nocién central en la explicacidn de la cien la obra de Khun es la nocién de paradigma (revis teriormente como «matriz disciplinar); y la noci¢ fuertemente inspirada en el concepto wittgensteni ‘guaje; y no hace falta insistir ahora en que Wittge heroes de la filosofia de Cavell. La filosofia de Ila {genstein constituiria el instrumental flos6fico cor sadores, uno preocupado principalmente en los p cia ¢ historia de la ciencia, el otro preocupado pri y estética,y sin embargo los dos igualmente filbs misma orientacién filos6fica, Este patalelismo p cevidencia adicional para mi idea de la posbilidad tuna flosofia fuera de dteas como propongo en m tre dregs La segunda acotacién es que lo que si m ‘que Cavell fue sla nica persona» con la que se en Hubiera entendido que dijera el tinico filbsofo, ¢ cia a ser absorbidos por la parcela de nuestra espe nal; pero pienso que nosotros, las personas ordina textos ordinarios, hablamos. fundamentalmer incompletas, y no, pongamos por caso, median mostraciones. Y aqui es donde queria centratme, ses incompletas». Lo que sigue, mientras hable propone como un acto de lectura muy simple de do esto tiene que ver con el escepticismo y la posi- 9, de recuperarnos de él, 0 de «vivir» con él. Pero a stro escrito, esto, como acostumbro a decir, es una larga y compleja para poder contarla ya, ahora. En seme insistir en este punto de la caracterizacién de par de observaciones mis. La primera se refiere a ue pienso es generalizable ala filosofia en su cor: © 2 oir hablar de sla introduccién de lo biogrifico an primer momento esto me produjo, y en buena aciéndome, una gran satisfaccidn, Pero igualmente ‘ecerme que se esti empezando a hablar, y escribir, » pueda discernir ni un solo gramo de biografia por ‘© escribe. (Se trata, pienso, de, o de uno de, los pe smo, dela profesionalizacion de la filosofia, contra Cavell; y constituye, por supuesto y por la parte nonestacién para mi.) A veces me he reerido a este Ia escrtura tiene que «obrare lo que dice que hace. >sofia biogrifica, o de la dimension biogritica de la ner que algo de tu biografia debe estar presente en vdo como deba estarlo, y cus 0 qué sea la biografia vante, ¢5 ot10 asunto. ¥ esto no es, 0 no es slo ni 1 cuestién moral sino una cuestién filos6fica sin lenguaje si se quiere (Heidegger podria llamarlo de nental), Una cuestién que apunta a la posibilidad 2am» nuestro lenguaje, el lenguaje que empleamos era de realizar esa posibilidad es evaciando» el > (esa regidn blanca en la que nada queda dicho, se >ucault) no es el mero absurdo o la simple demen: as, sino el wsinsentido» de Wittgenstein (hacia el a locura radical de la que nacen, y a la que llevan, bsurdos; y que para Wittgenstein equivale al suici ¢ lenguaje «de vacaciones, «ocioso», que no hace de hacer, lo que se supone estar haciendo, obran 'guaje. Esto, me parece, forma parte del contenido le Cavell Must Wé Mean What We Say? La parte que le que podemos hablar —decit— sin querer decir La otra parte del contenido del titulo se refiere a la de todo, necesariamente (necesidad gramatical) lo =stin ahi y significan lo que significan antes de que » ser asi sel lenguaje humano no incluyera a a vez mensiones, no existnia la locura en absoluto. La segunda observaci6n anunciada se refiere a un extremo de mi caracterizacién que ha quedado sin comentario, ala idea de seguir in- teresadose, aun cuando perdidos y, quizé, aturdidos. Podria empezar este comentario con una opinién, de T. Khun, que ve cieta virtud, no sélo deficiencias, en este modo de escribir la filosofa EL que Cavell, un fildsof interesado principalmente en la ica ¥ esttica, haya Ilegado a concusiones tan en consonancia con as ‘mias, ha sido una fuente continua de estimulo aliento pata mi ‘Adem ea nica persona con la que he podido explora mis ideas por medio de frases incompletas. Este modo de comunicaciin pone de ‘manifesto una comprensin que le permitio indicarme el modo en que debia sahar 6 rodeae algunos obsticulos importantes que en onteé durante la prepaacin de mi primer manuscito. (Thomas 8, Khun, La xructura de las evolucionescenficas, pigs. 18-19, todas las cursivis Son mias) Dos acotaciones marginals, en las que no voy a detenerme. La pri mera es que pienso que esta consonancia de resultados no es de extra fiat. La nocidn central en la explicacién de la ciencia y su progreso en la obra de Khun es la nocién de paradigma (revisada y ampliada p teriormente como «matriz disciplinary la nocién de paradigma esti fuertemente inspirada en el concepto wittgensteniano de juego de len suaie; y no hace falta insistir ahora en que Wittgenstein es uno de los héroes de la filosofia de Cavell. La filosofia del llamado segundo Witt genstein constituiia el instrumental flos6fico comtin a estos dos pen- sadores, uno preocupado principalmente en los problemas de la cien- cia e historia dela ciencia, el otro preocupado principalmente en ética yy estética, y sin embargo los dos igualmente fildsofos, y filésotos de la ‘misma orientacidn filos6fica. Este paralelismo podria constituir una cevidencia adicional para mi idea de la posibilidad, y conveniencia, de una filosofia fuera de dreas como propongo en mi libro Lo Duman en tre dreas. La segunda acotacion es que lo que si me extrafa es que diga {que Cavell fue «la tinica persona» con la que se entendié de ese modo. Hubiera entendido que dijera el tinico filésofo, dado nuestra tenden- cia a ser absorbidos por la parcela de nuestra especializacién profesio nal; pero pienso que nosotros, las personas ordinarias, ¢n nuestros con textos ordinarios, hablamos fundamentalmente asi, con frases incompletas, y no, pongamos por caso, mediante definiciones y de- ‘mostraciones. Y aqui es donde queria centrarme, en la expresién wfra- ses incompletas». Lo que sigue, mientras hable del texto de Khun, se propone como un acto de lectura muy simple del mismo. 2B éEn qué consiste una comunicacién por medio de frases incomple- tas que pone de manifesto una (determinada) comprensién? Desde luego, «frases incompletase no quiere decir frases gramaticalmente mal construidas, frases que, por decitlo asi, carezcan de sujeto, o de predi «ado, o en las que las preposicionesfalten no estén bien puestas, etc. (al modo, por ejemplo, de cierta «escritura automitica» de algin movi miento de vanguardia). No hace falta, para cerciorarse de ello, mis que leer tres lineas seguidas de la escritura de Cavell. Pero entonces, équé quiere decir? Khun no nos lo dice, slo habla de sus efectos (beneticio 505) para él, Pero, épor qué no lo dice? éSera porque piensa que es una expresion clara, obvia? A mi me parece més bien incomprensble. ‘Sera, entonces, porque piensa que ésta es una instancia de ese tipo de ‘cosas que no pueden »decitse» (demostrarse, probarse, explicatse), sino tan s6lo «mostrarse (ponerse de manifesto, ejemplificarse)? Bueno, puesto que yo no soy Khun, ni Cavell, voy a aventurar algin tipo de respuesta Para decislo en pocas palabras, incompletas» aqui quiere decir, 0 «8 uno de los sentidos que puede tener, «de significado incompleto». ‘Es esto inteligible? Recurramos, para empezar, a algunas de las ideas expuestas hasta aqui. En particular a la idea de que el «yo» de la escri tura biogrifica de Cavell es la primera persona del lenguaje ordinario {como algo opuesto al «ses impersonal de los lenguajes artficiales; pero tambien de la metafisica, de cierta metafisica,Ihimese [con Put ham] metafisica ingenua, 0 realismo ingenuo; y también de la objet dad ingenua, 0 de la universalidad ingenua, que de tan universal que quiere ser acaba por no ser de nadie, como el amor al projimo de la ‘metafsicacristiana, que ha venido a ser algo asi como «amor al proj ‘mo sin préjimo»), Pero entonces, el yo de los lenguajes naturales w or dinarios remite necesatiamente (con necesidad gramatical) a un ti, vit tualmente a cualquier ti, Los verbos no se conjugan slo en primera Persona. Esto quiere deci, para mi, que un significado de una palabra de un lenguaje natural no est completo, o no puede saberse silo esti, sino ¢s inteligible, y por tanto hasta que no sea entendido, por algin ‘ts pues si es de hecho entendido por agin ti, puede en principio ser entendido por todos nosotros. Llimese a esto el caricter esencialmen: te compartido, comin (pablico), de lenguaje humano. (He pucsto, en {a frase anterior, entre paréntesis el término piiblico no solo para sosla yar la polémica sobre la posibilidad o no de un lenguaie privado, sino también para sugerir que aqui no hace falta, para lo que estoy dicien do, dirimi, 0 tener ditimida, esta cuestidn, Baste con decir que esen ial o necesariamente «compartido, comiin, publico» no se opone o m4 niega la posibilidad de vida interior, intimidad, o preferida por Cavell— privacidad. Obviamente p intimidad, y, como ditian los psicélogos, mala cos: guramente la palabra «incompleto» puede ser des aso. En efecto, un significado no es algo que se p tes 0 porciones como un pastel, y entonces un sigh seria Un significado al que le falta una parte o porc Surgirian dificultades similares si sustituyéramos ci to. (Aunque no habria que olvidar que semejantes completud y perfeccién se han dado hasta hace tanto en ciencia como en literatura. La completud s6 bajo una concepcién acumulativa del desarrolk posible si es cierto que, como parecia ser el caso pa esta posicién, sélo existe un mundo y estamos en do adecuado para descubrirlo. Y no seria muy d guien cuya meta en la vida fuera buscar una visién ta sobre él mismo o sobre algiin otro. Al parecer ui el amor o el matrimonio fue lo que, bajo la sospec tal ideal no se estaba realizando, provocé la traged estudio que de la misma nos oftece Cavell.) Come tor en uno de los capitulos, el tercero, del libro qu presién por ser temporal, proferida en un tiempo jor sies el tiempo oportuno), es siempre incomple Pero entonces, si no, 0 no exactamente, en ¢s sentido son incompletas las frases de Cavell? ‘mulada la euestién por mi, Zen que sentido es sie prefire, «ambiguor— el significado de esta fr tara esta pregunta de varias maneras. La escritura d no pretende tener, un significado univoco, como | argumento; no pretende, y lo dice explicitamente ‘un significado cerrado por decirlo asi, no pretende ficado completo en si mismo. Pero entonces, un pleto en si mismo, dicho o escrito, por alguien que ue lo complete, lo esclarezca, lo haga inteligible (a ‘mo), una escritura de este tipo, es una escrtura qu te sugiere, implica e invita a que tt, el lector, expli implicacidn (como diria Cavell, para que tt, el le pretes). ¥, en efecto, uno de los patrones que sigu far, cuando contesta, a alguna objecién que alguien cer, es explicitar él mismo lo que cree estar impli jeto de la objecién, Otras veces se limita a hacer ve tuna comunicacién por medio de frases incomple- unifiesto una (determinada) comprensién? Desde pletase no quiere decir frases gramaticalmente mal ue, por decilo asi, carezcan de sujeto, o de predi + preposiciones falten o no estén bien puesta, ete lo, de cierta wescritura automatica» de algiin movi 2). No hace falta, para cerciorarse de ello, mais que das de la escritura de Cavell. Pero entonces, équé 10 nos lo dice, silo habla de sus efectos (beneficio- or qué no lo dice? ZSera porque piensa que es una ia? A mi me parece mis bien incomprensible. je piensa que ésta es una instancia de ese tipo de ‘edecitse» (demostrarse, probarse, explicarse), sino (ponerse de manifiesto, ejemplificarse)? —Bueno, y Khun, ni Cavell, voy a aventurar algin tipo de vocas palabras, «incompletas» aqui quiere decir, 0 195 que puede tener, «de significado incompletom. Recurramos, para empezar, a algunas de las ideas En particular ala idea de que el «yor de la esc avell es la primera persona del lenguaje ordinario al «se impersonal de los lenguajes artificiales; ietafisica, de cierta metafisica, limese [con Put ‘hua, o realismo ingenuo; y también de la objetiv uuniversalidad ingenua, que de tan universal que no ser de nadie, como el amor al projimo de la gue ha venido a ser algo asi como samor al proj ro entonces, el yo de los lenguajes naturales u oF smente (con necesidad gramatical) a un ti, vir z= ti, Los verbos no se conjugan s6lo en primera decir, para mi, que un significado de una palabra al no esti completo, o no puede saberse silo esta, por tanto hasta que no sea entendido, por algin 10 entendido por algtin ti, puede en principio ser nosotros, Llimese a esto el caricter esencialmen 11 (piiblico), del lenguaje humano. (He puesto, en = paréntesis el término pubblico no sélo para sosla + la posibilidad o no de un lenguaie privado, sino {que aqui no hace falta, para lo que estoy dicien: la, esta cuestién. Baste con decir que esen- € scompartido, comtin, piblico» no se opone o nniega la posibilidad de vida interior, intimidad, o —segin la palabra preferida por Cavell— privacidad. Obviamente puedes compartir tu intimidad, y, como dirian los psicélogos, mala cosa sino lo haces.) Se guramente la palabra sincompleto» puede ser desorientadora en este caso. En efecto, un significado no es algo que se pueda dividir en par tes 0 porciones como un pastel, y entonces un significado incompleto seria un significado al que le falta una parte o porcin en este sentido. Surgirian dificultades similares si susttuyéramos completo por perfec- to. (Aunque no habria que olvidar que semejantes ideales, o metas, de completud y perfeccién se han dado hasta hace relativamente poco tanto en ciencia como en literatura. La completud de la ciencia se pen 6 bajo una concepcidn acumulativa del desarrollo de la misma; seria posible si es cierto que, como parecia ser el caso para los defensores de esta posicién, sélo existe un mundo y estamos en posesién del méto- do adecuado para descubrirlo. Y no seria muy dificil imaginar a al Bien cuya meta en la vida fuera buscar una visién completa o perfec: ta sobre él mismo o sobre alain otro. Al parecer un ideal similar sobre ¢l amor o el matrimonio fue lo que, bajo la sospecha escéptica de que tal ideal no se estaba realizando, provocé la tragedia de Otelo segin el estudio que de la misma nos oftece Cavell.) Como nos recuerda el au- tor en uno de los capitulos, el tercero, del libro que sigue, nuestra ex- presién por ser temporal, proferida en un tiempo determinado (y me- jor si es el tiempo oportuno), es siempre incompleta e imperfecta Pero entonces, si no, 0 no exactamente, en este sentido, Zen qué sentido son incompletas las frases de Cavell? , como ha sido refor ‘mulada la cuestién por mi, Zen que sentido es incompleto —llimese, sie prefiere, «ambiguo»— el significado de estas frases? Cabria contes tar a esta pregunta de varias maneras. La escritura de Cavell no tiene, y no pretende tener, un significado univoco, como la conclusién de un argumento; no pretende, y lo dice explicitamente y de varias manera, un significado cerrado por decirlo asi, no pretende tener un solo signi ficado completo en si mismo. Pero entonces, un significado no com pleto en si mismo, dicho o escrito, por alguien que se dirige a otro para ue lo complete lo esclarezca, lo haga inteligible (al menos para si mis- ‘mo), una escritura de este tipo, es una escritura que fundamentalmen- te sugiere, implica ¢ invita a que tu, el lector, explicites la sugerencia © implicacién (como diria Cavell, para que ti, el lector, leas, o inter pretes) ¥, en efecto, uno de los patrones que sigue el autor al contes tar, cuando contesta, a alguna objecién que alguien le hace o pueda ha- cet, es explcitar él mismo lo que cree estar implicado en el pasaje ob- jeto de la objecién, Otras veces se limita a hacer ver que lo que sigue a 25 dicho pasaje se propone como una explicitacién del mismo. Y aun otras, al contestar, dice que utiliz6 un término o expresién determina dos con un significado “estudiamente ambiguo», explicitando enton- ces los dos sentidos que dicho término o expresién pudiera tener, y di: ciendo el motivo de por qué lo hace o hizo asi (véase La busqueda de 1a felicidad, pig. 27). Esta es una de las dificultades con las que me he encontrado en la enseiianza de la filosofia de Cavell. Una de las obje ciones serias, por parte del estudiante (y comprensible habida cuenta que su estudio ha de terminar en un examen), suele consist en decir que su escritura puede significar vatias cosas, tener varias lecturas, y que entonces uno no sabe a qué atenerse. Mi respuesta (muy, demasia do, de profesor) suele ser casi siempre una pregunta, éy cual es tu lec tura? Otras veces, menos veces, dependiendo de cémo perciba al inter locutor que tenga enfrente, mi respuesta a la objecién suele consistir cn recordar las dificultades, y criticas, que tiene el llamado pensamien- 10 tinico, uniforme, etc., objeciones que recientemente se repiten casi como letanias (épor tanto ya vacias?), haciendo la observacion de ‘cémo se puede hablar de un discurso abierto, diciendo que debe ser abierto, mediante palabras con significados univocos y cerrados, me diante un discurso cerrado; y suelo terminar este tipo de respuesta (de nuevo, muy de profesor) diciendo que a veces no sabemos lo que pe ddimos, 0 lo que queremos decir. Por supuesto, es posible hablar de un discurso abierto con uno cerrado —el tirano puede hablar de liber tad—, pero entonces nos encontramos con otra instancia de ese len _uaje que no hace u obra lo que dice que es el caso, con la posibilidad de lenguaje vacio que tanto obsesionaba a Wittgenstein. Lo que la es , me gustaria poder decirlo asi en la Parte Cuarta de La reivindicacin de la razén, a propésito del problema, y realidad, del otro.) Pero lo que a es tas alturas si podemos hacer ya, eso espero, es «leer, en parte al menos, cl siguiente texto, que sigue a una discusién sobre el cardcter polar, an tagénico, del ser humano, en especial el antagonismo entre el destino 26 ya libertad, y en el que Cavell menciona en esa cor Freud, Marx y Wittgenstein: Por supuesto todo esto es, si se prefiere dec como tal no puede consttuiriloséficamente lo dca al respectoy a saber, una llave, una soluci nnudos del destino, libertad y prediccién. Pero subrayo, en su nombre, que Emerson ofrece s te como una llave; y, como dice Pascal, una I Jo —una llave tiene tan sélo lo que Pascal I esto es, slo abre, no invita a, © proporciona, na Pig. 9). Dejando de lado, pues, su concepcién de lo xién con lo real, 0 con lo literal, 0 con lo filos6fic dice que deja sus afirmaciones en un estado «psicoar ala espera de, si es que llega alguna vez, su «formu supongamos ahora que yo digo en nombre de Cav. sin, o caracteristica, de su escritura es la de ser un s seguido de una comida cabal, y que la comida te k nar, la tienes que hacer © completar ti. No cteo, co suposicidn sea un abuso por mi parte, pues pienso dice, sobre todo cuando lo dice en tono de aceptac autor pose una caracteristica determinada, hay qu pensar que posiblemente su escritura también la p jos, en el mismo escrito al que pertenece la cita ant critura de Emerson que —segiin su experiencia— c pelearse con ella se hace insoportable; yo he dicho te puede aturdir eirttay, si no consigues leerla. Pero ‘mo constituiria también parte de lo que alcanzo a ¢ ‘mitica expresién de comunicarse con frases incom lo que este modo de comunicacién llevé a Khun propia obra, dificultades en el primer manuscrito d decitlo asi, a esclarecer la obra de Cavell; dicha co sirvi6 al parecer, al menos segtin la lectura que estoy ritivon, Uno tendrla que estar preparado para este ‘cin y comprensin a la hora de leer a Cavell. La ¢ ‘ma, o radical, que recuerdo de esta caracteristica d fica es el siguiente texto de Heidegger: ‘Un autor, silo fuera, no tendria nada que comunicar. Ni siquiera deberia querer suger vone como una explicitacién del mismo. Y aun ce que utilizé un término o expresién determina: do sestudiamente ambiguo», explicitando enton- tue dicho término 0 expresién pudiera tener, y di por qué lo hace o hizo asi (véase La bisgueda de ta ¢s una de las dificultades con las que me he ehanza dela filosofia de Cavell. Una de las obje- xe del estudiante (y comprensible habida cuenta terminar en un examen), suele consistir en decir de significar varias cosas, tener varias lecturas, y sabe a qué atenerse, Mi respuesta (muy, demasia 2 ser casi siempre una pregunta, Zy cual es tu lec nos veces, dependiendo de cémo perciba al inter frente, mi respuesta a la objecién suele consistir tades, y criticas, que tiene el llamado pensamien -» objeciones que recientemente se repiten casi tanto ya vacias?), haciendo la observacién de ur de un discurso abierto, diciendo que debe ser abras con significados univocos y cerrados, me- rtado; y suelo terminar este tipo de respuesta (de 3or) diciendo que a veces no sabemos lo que pe mos deci, Por supuesto, es posible hablar de un uuno cerrado —el tirano puede hablar de liber ‘nos encontramos con otra instancia de ese len. sbra lo que dice que es el caso, con la posibilidad tanto obsesionaba a Wittgenstein. Lo que la es race tiene que estar de algtin modo ena escritu: bién que son incompletas porque sus frases no asi como una tesis que pida ser demostrada 0 re figurativas —éficcionales, metafdricas?— 0 in- «10, otra vez, a estas alturas no hemos introduc: do que «lo mitolégico» 0 metaférico tiene en la decir a este respecto que se trata de un sentido > empieza a introducirlo consecutivamente en su. Propésito de la llamada alli «la cuestion de la rea sdolo «tematicamente o sistemiticamente», me asi en la Parte Cuarta de La reivindicacién de la problema, y realidad, del otto.) Pero lo que a es hacer ya, eso espero, es leer», en parte al menos, sigue a una discusidn sobre el caricter polar, an no, en especial el antagonismo entre el destino y la libertad, yen el que Cavell menciona en esa conexién a Emerson, Freud, Marx y Wittgenstei Por supuesto todo esto es, si se prefiere decirlo asi, mitologia, y ‘como tal no puede constituirfilos6ficamente lo que Emerson reivi dlica al respecto; a saber, «una lave, una solucién para los antiguos nudos del destino, libertad y prediccién. Pero supongamos que yo subrayo, en su nombre, que Emerson offece su solucion meramen: 1 como una llave; y, como dice Pascal, una llave no es un anzue Jo —una llave tiene tan sélo lo que Paseal llama virtud apertive, esto es, sélo abre, no invita a, 0 proporciona, nada mis (en B, cap. 2, pig. 9), Dejando de lado, pues, su concepcién de lo mitolégico y su cone xidn con lo real, 0 con Io literal, 0 con lo filoséfico (a veces el autor dice que deja sus afirmaciones en un estado «psicoanalitico o literario», a la espera de, si es que lega alguna ve7, su +formulacién filos6fica»), supongamos ahora que yo digo en nombre de Cavell que una dimen: sidn, o caracteristica, de su escritura es la de ser un simple aperitivo no seguido de una comida cabal, y que la comida te la has de proporcio- nar la tienes que hacer o completar ti, No creo, como antes, que esta suposicién sea un abuso por mi parte, pues pienso que cuando Cavell dice, sobre todo cuando lo dice en tono de aceptacién, que un texto 0 autor posee una caracterstica determinada, hay que estar dispuestos a pensar que posiblemente su escritura también la posee. Sin ir més le jos, en el mismo escrito al que pertenece la cita anterior, dice de la es critura de Emerson que —segtin su experiencia— cuando uno deja de pelearse con ela se hace insoportable; yo he dicho de la de Cavell que te puede aturdir e iritar, si no consiques leerla, Pero entonces esto tilt ‘mo constituiria también parte de lo que alcanzo a entender en la enig- mitica expresién de comunicarse con frases incompletas. En efecto, a lo que este modo de comunicacién llevé a Khun fue a esclarecer su propia obra, dificultades en el primer manuscrito de la misma, no, por decirlo asi, a esclarecer la obra de Cavell; dicha comunicacién sdlo le sirvié al parecer, al menos segiin la lectura que estoy haciendo, de «ape- Fitivor. Uno tendrfa que estar preparado para este tipo de comunica cidn y comprensién a la hora de leer a Cavell. La expresion mis extre ‘ma, 0 radical, que recuerdo de esta caracteristica de la escritura ilos6- fica es el siguiente texto de Heidegger: Un autor, silo fuera, no tendria nada que expresar ni nada que ccomunicar, Ni siquiera deberia querer sugerir, porque aquellos 2 quienes se sugiere algo ya extn egos desu saber (estas cutsivas son mia). Un autor que ande por los caminos del pensar, lo nico que puede hacer, en el mejor de los casos, es sefialar (Weis), sin que él mismo sea un sabio (Weis: sabio, uno que seiala) en el sentido de sofis(Prélogo a Conferenciasy Artes) Una dieta muy dura para el profesional (profesor) de filosofia que, entre otras cosas, ha de impartir clases. Y cabria preguntarse, pregunta bastante banal, hasta qué punto el propio Heidegger sigue esta dieta en sus escritos; y cabria preguntarse, de modo mas interesante, en qué sentido sila sigue, o la importancia filosdfica que tiene la medida en ue la sigue. Por de pronto, para nosotros ahora, tiene el interés y la importancia de ayudamos a entender mi expresién «y sin embargo se- {uit interesados» de antes. Subrayemos otra vez ese modo de comuni: ‘acién y comprensién que consiste en el meto (émero2) «sefalar» —y aqui me resulta irresistible hacer observar una afinidad con Wittgens tein y st uso constante de este término, En efecto, aquellos a quienes se sugiere algo «ya estin seguros de su saber». Y sefialamos algo a al: Buen, sin mas explicacién, porque estamos seguros de que puede cap- tar y comprender lo seftalado. Se trata de lo que he dicho en otro lu- gar concemiente a que la filosofia de Cavell sdlo quiere hablar de lo que somos y por tanto, de algiin modo, ya sabemos; por el hecho de setlo, Imaginemos ahora que nos acercamos a un texto filosdfico con otras expectativas concemientes a lo que es la comprensién, o el saber (expectativas como la de que, por ejemplo, la filosofia es algo asi como tuna disciplina que procede desde premisas claras perfectamente —<écompletamente?— formuladas, sigue con algunos pasos (v.g, adu cir alguna regla de inferencia, 0 aportar evidencia relevante}) para con- luir en algin tipo de aseveracidn igualmente clara y perfectamente formulada. (Ya sé, ya sé, este patrn argumentativo es, suele ser, mis so fisticado y tecnificado; pero entonces, quiza, también mis inadvertido, © inconsciente; de todos modos, Cavell aboga por la desofisticacién y destecnficacién de la filosofia) Y puesto que esta escritura no es asi, no sigue ese patrén, no es dificil seguir imaginando que ésta pueda ser tuna de las razones de perderse y quedar aturdidos. Pero ahora conta- ‘mos con una indicacién, al menos, de como es que seguimos 0 pode ‘mos seguir, a pesar de todo, interesados. Si el texto en cucstidn tiene éxito en sus pretensiones —obra efectivamente lo que dice que hace 0 «quiere hacer— habré tocado, movido, o conmovido, algo de lo que so: mos y por tanto de algin modo ya sabemos. Tu fracaso «parcial, como cabe decir ahora, de tu primera lectura puede que radicara en 28 que no completaste ti el significado del que el texto tivo, 0 un mero sefialar; y sefalar significa siempre a remitr, apelara tia lo que eres, alo que sabes; al «ser ‘caso somos uno de nosotros (Heidegger). Todo otto ticular es posible, para esta filosofia, debido a que est dial es posible: Cuando sefialas una sila, sefalas un cuando dices a alguien que se siente en un silla, eso € lotro ya sabe en qué consist, a qué llamamos —no: en una silla, Se trata del alcance filosSfico, gramatica de Wittgenstein, y de su invitacién a hacernos nosotrc ‘pero a quién decimos esto?» Igualmente, es posible hablen de, o hayan creado, el llamado mundo de la fi porque el ser humano tiene la capacidad (ordinaria) d ‘mo modo que es posible que manipulen, o hayan inv nadores porque el ser humano tiene la capacidad de s quina; y no al revés, como empieza a parecemnos ya cosa pueda parecemos hoy dia asi, no cae muy lejos « del escepticismo de Cavell: a capacidad (también n: que tiene el ser humano de negarse a si mismo —p ‘mejor, més peligrosamente a través de sus produccion te eminentes. Esto tiltimo constituye uno de los componentes d tura que propone Cavell: leerte tt: —tu biografia— en Ia filosofia puede llegar a ser terapéutica. Y esta filosof tamenteinteligible a aquel que esté dispuesto a tomar ria2, chay otra?) en sus manos. Y aunque todo esto pu nas ilusiones y auras —éxasis seria aqui su palabra pr de tener en cuenta también otra de las amonestacione ue nuestras palabras y obra escritatienden a ser mej vidas. Esto es, segin lo entiendo yo, parte de lo que su vacidn de Heidegger, al hablar de Séerates y de su fl ra, de que tendriamos que preguntamos algtin dia po se puso en absoluto a escribir; 0, cabria afiadir por m cribir tanto. Esta implicacién de, y apelacién a, otro que tiene te, con necesidad gramatical— el hablar en primera | ‘explicar también otra de las caracteistcas obvias del vell: su siempre estar junto a alguien, leyendo agin te siempre diciendo la suya; escribiendo otro, st, texto. ( finitva, constituird el conjunto de su proyecto filos6 Buien ha llamado «la creacién de Cavell» [William R sugiere algo ya estén seguros de su saber (estas cursivas som itor que ande por los caminos del pensar, lo tinico que «en el mejor de los casos, es senalar Weien, sin que él un sabio (Water: sabio, uno que sefal) en el sentido de 2g0 a Conferenciasy Arias). dura para el profesional (profesor) de filosofia que, 1a de impartir clases. Y cabria preguntarse, pregunta ta qué punto el propio Heidegger sigue esta dieta en ria preguntarse, de modo mas interesante, en qué «© la importancia filosdfica que tiene la medida en le pronto, para nosotros ahora, tiene el interés y la adamnos a entender mi expresin sy sin embargo se ¢ antes, Subrayemos otra vez. ese modo de comuni jon que consiste en el mero (émero?) «sefalar» —y esistible hacer observar una afinidad con Wittgens- ante de este término. En efecto, aquellos a quienes estin seguros de su saber». ¥ sefialamos algo a al: licacién, porque estamos seguros de que puede cap: © seftalado. Se trata de lo que he dicho en otro lu que la filosofia de Cavell sélo quiere hablar de lo anto, de agin modo, ya sabemos; por el hecho de ahora que nos acercamos a un texto filos6fico con ‘oncemientes a lo que es la comprensidn, 0 el saber la de que, por ejemplo, la filosofia es algo asi como © procede desde premisas claras perfectamente 2— formuladas, sigue con algunos pasos [v.g.,adu infetencia, 0 aportar evidencia relevante}) para con: » de aseveracion igualmente clara y perfectamente va sé, este patrén argumentativo es, suele ser, mas so do; pero entoneces, quiza, también mis inadvertido, todos modos, Cavell aboga por la desofisticacién y |a filosofia.) Y puesto que esta escritura no es asi, \s no es dificil seguir imaginando que ésta pueda ser de perderse y quedar aturdidos. Pero ahora conta acién, al menos, de cémo es que seguimos o pode- de todo, interesados. Si el texto en cuestién tiene siones —obra efectivamente lo que dice que hace 0 i tocado, movido, o conmovido, algo de lo que so: Je algin modo ya sabemos. Tu fracaso «parcial, hora, de tu primera lectura puede que radicara en que no completaste ti el significado del que el texto s6lo era un aperi- tivo, o un mero sefalar; y sefialar significa siempre ante todo sefalar, remit, apelar a ti, alo que eres, alo que sabes; al «er ahi» que en cada «aso somos uno de nosotros (Heidegger). Todo otro sefialamiento par- ticular es posible, para esta filosofia, debido a que este seftalar primor dial es posible: Cuando sefialas una sill, sehalas una silla @ alguien; cuando dices a alguien que se siente en un sila, es0 es posible porque el otro ya sabe en qué consist, a qué llamamos —nosotros— sentarse en una silla, Se trata del alcance filos6fico, gramatical, de la pregunta de Wittgenstein y de su invitacién a hacemos nosotros la pregunta, de «cpero a quién decimos esto?» Igualmente, es posible que los humanos hablen de, o hayan creado, el llamado mundo de la ficcién, o del arte, porque el ser humano tiene la capacidad (ordinaria) de fingir; del mis. ‘mo modo que es posible que manipulen, 0 hayan inventado, los orde- nadores porque el ser humano tiene la capacidad de ser aut6mata, mi- quina; y no al revés, como empieza a parecernos ya hoy dia. Que la ‘cosa pueda pareceros hoy dia asi, no cae muy lejos de la concepcién del escepticismo de Cavell: la capacidad (también natural, ordinaria) que tiene el ser humano de negarse a si mismo —principalmente o, ‘mejor, mas peligrosamente a través de sus producciones supuestamen- te eminentes. Esto tiltimo constituye uno de los componentes del modelo de lee tura que propone Cavell: leerte tii —tu biografia— en el texto. Sdlo asi la filosofia puede llegar a ser terapéutica. Y esta filosofia slo es comple- tamenteinteligible a aquel que esta dispuesto a tomar su vida (éordina- ria?, thay otra2) en sus manos. Y aunque todo esto pueda tener sus va- nas ilusiones y auras —éxtass seria aqui su palabra preferida— hemos de tener en cuenta también otra de las amonestaciones del autor, la de ‘que nuestras palabras y obra escrita tienden a ser mejores que nuestras vidas. Esto es, segin lo entiendo yo, parte de lo que subyace ala obser vacion de Heidegger, al hablar de Sécrates y de su filosofia sin escritu: ra, de que tendriamos que preguntamos algtin dia por qué Occidente se puso en absoluto a escribir; 0, cabria aiadir por nuestra parte, a es- cribir tanto. Esta implicacién de, y apelacin a, otro que tiene —necesariamen- te, con necesidad gramatical— el hablar en primera persona ayuda a explicar también otra de las caracteristcas obvias dela escritura de Car vell: su siempre estar junto a alguien, leyendo algtin texto de otro, pero siempre diciendo la suya; escribiendo otro, su, texto. (Texto que, en de- finitiva, consttuird el conjunto de su proyecto filoséfico, algo que al guien ha llamado sla creacién de Cavell» [William Rothman, en Par- 29 suits of Reason]). ¥ tampoco ésta es una caracteristica arbitrara o casual, sino intrinseca, de su escrtura, de su filosofia. Siempre leyendo un tex: to de otro que le atra, le ha seducido, y def que se pregunta —por «ejemplo, enfiticamente de Emerson— si sabemos quign es y qué quie- re este hombre, qué imagen tiene de sus (posibles) lectores, y cmo aparecen contestadas todas estas preguntas en la propia escritura del au- tor en cuestiOn, (Ya sé que todo esto puede sugerir el tema, hoy muy controvertido, de «la intencién del autor». De acuerdo, quiero sugerir- lo, pero no dirimirlo. Aqui quiero centrarme en las caracteristicas de tuna escritura, Los stemas», o mejor cuestiones, alos que aludo son eso, sélo alusiones, quedando los temas 0 cuestiones propiamente dichos para una futura indagacién.) Siempre junto a textos de los que quiere convertirse en su lector, lo que para él significa si el texto es bueno, ser levado a producir otro texto, nuevo, propio —lo que esti al alcance de todo el mundo— y, si cabe, producir otto texto que mejore el tex- to leido. Una prueba de que un texto es bueno es que haya motivado la produccién de otros textos. Y siempre ofreciendo su propio texto a la consideracién del otro, del lector; instindole a que considere si pue- de ver las cosas como las ve él; pues él no tiene més autoridad que la de su propio pensamiento, porque en filosofia no hay més autoridad ‘que la autoridad del pensamiento. Y que buscar y explicitar los medios adecuados para concordar, «sintonizar, en el pensamiento es uno de los procedimientos de la filosofia del lenguaje ordinario; concordancia y sintonizacién que luego aplicaré a su estudio y comprensién de nues tra condicién piblica y social, al estudiar el concepto mismo de con- trato social; bisqueda de una sociedad que concuerde en el pensar, eso «, piensa él, en lo que consiste la genuiina democracia. De lo contra tio, no hay nada publico, comin (Res Publica) entre nosotros. Slo quedan extetioridades, y poder que administra exterioridades. Y que esto le puede ocurrir también a la filosofia (alos filésofos) cuando pier de la tinica autoridad que posee, la autoridad del pensamiento libre mente compartido, y se convierte en administradora y gestora en poder— de -exterioridades culturales», Y todo esto, como reza el est billo del presente escrito, tiene que estar er la escrtuira (ilosdfica),y ser escrita en una primera persona diciéndose, haciéndose inteligible, a ‘otros. Y que esta pérdida de pensamiento compartido se ha producido yi, dicen algunos; y otros dicen que se ha producido hasta el punto de no retorno; y .. ét qué dices, qué decimos nosotros? Cavell dice que nos han puesto muy dificil «dar un paso hacia lo humano»; y en otro (otro?) orden de cosas Hitchcock (en casi todas sus peliculas, pero qui: 24 del modo mas explicito en Mamie {Marni la ladrona}, de 1964) se 30 ha convertido en el cantor del amor robado en nue ‘como €s que es asi? iSi s6lo es pensamiento! iSi sélo e Este es el gran tema que atraviesa toda la obra de Stan gacién de lo humano, la evitacién del amor, en defin mundo, bajo las condiciones del escepticismo, Lo qu lea, 0 empieza por, negar las condiciones (los criter ‘guaie ordinario, comiin, tiene sentido y que me gust (introducir, derivar) alguna vez. como el « priori de ¢ sofia: «yo —en el mundo— con otros». Pero entonc ‘que ademds de la historia de los shechos» y su interp ‘ion que ejerce lo positivo, lo «puesto», y en consect ‘mo), historia contada principalmente en los libros otras historias, las historias de nuestras vidas reales qu la filosofia ha dejado de contar, historias que transcu cién (mutua y del mundo), separacién que puede on de qué?) convertise en tragedia, —iPero yo creo qu solo! (—siQuiza crees creerlo!» (Wittgenstein, Invest Podemos estar solos sin saberlo. Y entonces, esto sig ‘mos, hacemos filosofia, desde la oscuridad (otros dic ‘mo, y atin otros sobre el cao), siendo la claridad e in Ja meta. Y es casi analitico del concepto de meta en que se consigue 0 no, y es casi empirico de la meta particular —la claridad, la inteligibilidad, la verdad— el mejor de los casos, no se consigue de una vez por t ‘oun ingrediente de la misma dieta, muy dura de segui partir clases. No deberia extraftamos que dos de los fil por ser los mas oscuros y negativos del pasado siglo x Heidegger (pero seguramente no sélo ellos), hayan | mis creadores e instructivos. Algo que da que pensar 1 dicho del propio Heidegger). En todo caso, nuestro autor justifica su, a veces, guiente modo: «No hace falta, creo, que se me diga ‘oscuro, Mi excusa para esta oscuridad, quiero decir idea en su oscuridad, estriba en mi intencién de imp nar, la reivindicaciOn de que “el cine ha cambiado n ver el mundo” —cuestionar esto, en general, sugiien te reivindicacién no es menos oscura que cualquiera ¢ . Aqui quiero centrarme en las caracteristicas de :mase, o mejor cuestiones, alos que aludo son eso, ando los temas o cuestiones propiamente dichos {gacidn.) Siempre junto a textos de los que quiere vr lo que para él significa, si el texto es bueno, ser tro texto, nuevo, propio —lo que esta al aleance ¥, si cabe, producir otro texto que mejore el tex: 1 de que un texto es bueno es que haya motivado ‘0s textos. Y siempre offeciendo su propio texto a ‘otro, del lector; instindole a que considere si pue © las ve él; pues él no tiene mas autoridad que la aiento, porque en filosofia no hay més autoridad ppensamiento. Y que buscar y explicitar los medios ‘ordar, sintonizar, en el pensamicnto es uno de lela filosofia del lenguaje ordinario; concordancia ‘ucgo aplicaré a su estudio y comprensin de nues- ay social, al estudiar el concepto mismo de con- ade una sociedad que concuerde en el pensar, e50 tue consiste la genuina democracia. De lo contra iblico, comin (Res Publica) entre nosotros. Sélo 2s, y poder que administra exterioridades. Y que también a la filosofia (alos filésofos) cuando pier d que posee, la autoridad del pensamiento libre y se convierte en administradora y gestora —en idades culturales». Y todo esto, como reza el est rito, tiene que estar ela escritura(filoséfica), y ser 2ta persona diciéndose, haciéndose inteligible, a dida de pensamiento compartido se ha producido otros dicen que se ha producido hasta el punto de ue dices, qué decimos nosotros? Cavell dice que dificil «dar un paso hacia lo humano»; y en otro as Hitchcock (en casi todas sus peliculas, pero qui: >licito en Marnie {Marnie la ladrona}, de 1964) se ha convertido en el cantor del amor robado en nuestra época. ‘Pero emo es que es asi? iSi slo es pensamiento!iSi slo es amor! —cSélo? Este es el gran tema que atraviesa toda la obra de Stanley Cavell: la ne- gacién de lo humano, la evitacién del amor, en definitiva la huida del mundo, bajo las condiciones del escepticismo. Lo que para él equiva lea, o empieza por, negar las condiciones (los criterios) en que el len guaje ordinario, comiin, tiene sentido y que me gustaria poder llamar introducir, derivar2) alguna vez como el a prior de ésta, de toda, filo sofia: «yo —en el mundo— con otros». Pero entonces, esto significa ‘que ademés de la historia de los shechos» y su interpretacidn (la atrac ‘in que cjerce lo positivo, lo «puesto», y en consecuencia el positivis ‘mo), historia contada principalmente en los libros de Historia, hay otras historias, ls historias de nuestras vidas reales que, sugiere Cavell, la filosofia ha dejado de contar, historias que transcurren en la separa ci6n (mutua y del mundo), separacién que puede o no (édependiendo de qué?) convertirse en tragedia. —iPero yo creo que ahora no estoy solo! (—siQuiza crees creerlo!» (Wittgenstein, fnvestgaciones, n 260).) Podemos estar solos sin saberlo, Y entonces, esto significa que pensa mos, hacemos filosofia, desde la oscuridad (otros dicen sobre un abis ‘mo, y ain otros sobre el caos), siendo la claridad e inteligibilidad sélo a meta. Y es casi analitico del concepto de meta en general ser algo ue se consigue 0 no, y es casi empirico de la meta de la filosofia en particular —Ia claridad, la inteligibilidad, la verdad— ser algo que, en el mejor de los casos, no se consigue de una vez por todas. Otra diet, ‘oun ingrediente de la misma dieta, muy dura de seguir a la hora de im: pantr clases. No deberia extrafiamos que dos de los fildsofos que pasan Por ser los més oscuros y negativos del pasado siglo xx, Wittgenstein y Heidegger (pero seguramente no s6lo ellos), hayan sido también los mis creadores ¢ instructivos. Algo que da que pensar (usurpando aqui el dicho del propio Heidegger). En todo caso, nuestro autor justifica su, a veces, oscuridad del si: guiente modo: «No hace falta, creo, que se me diga que esto es muy ‘oscuro. Mi excusa para esta oscuridad, quiero decir para expresar esta idea en su oscuridad, estriba en mi intencién de impugnar, 0 cuestio nar, la reivindicacién de que “el cine ha cambiado nuestro modos de ver el mundo” —cuestionar esto, en general, sugiriendo que semejatn te reivindicacién no es menos oscura que cualquiera de mis eivindica ciones, sélo que aquélla esta incuestionablemente de moda» (El mundo ‘sto, pig. 224). El contexto de esta cita es una discusién sobre la onto: logia dl filme, o de modo mas general sla cuestion de la realidad y a Cavell le parece que la expresién «modos de ver el mundo» (versiones, 3 perspectivas) no capta bien su posicidn sontolégica» (quiza, pienso, por el peligro de relativismo que suponen). Pero no voy a seguir por teste camino. Lo que ahora me importa es seftalar que la mencionada ‘oscuridad de estos escritores no es, tampoco, gratuita 0 accidental, sino {que esti en funcién, entre otras cosas, de impugnar nuestras «clarida des» establecidas (nuestra «conformidade, diria Emerson), insistiendo cn que dichas claridades y certezas (claridades y certezas, digamos, «es tadisticase) quiz sélo sean tales porque estemos acostumbrados a ellas, que nuestras creencias comunes, de sentido comtin, quiza sea tan raras como la filosofia que intenta desbaratarlas y sugiriendo que a ve- ces lo «ordinario estadistico» es lo més extrafio, e incluso siniestro, que nos hubiera podido ocurrir,y sugiriendo que tal vez buena parte de todo ello nos ha ocurrido ya (el tema del cap. 6 de B); pero entonces, también aqui, en las creencias comunes establecidas, vivimos en la os curidad (como dormidos, hechizados, diria Wittgenstein), s6lo que «sta tiltima es una oscuridad filoséficamente poco productiva. En todo «aso, no es éste el sentido de lo ordinario en la obra de Cavell, sino mis bien el sugerido por el siguiente texto: «[..] Tenia la intencién de aprovechar la oportunidad [que le brindaba su participacién en un simposio} para reconocer que la filosofia, tal y como yo la entiendo, es, de hecho, intrinsecamente irritante. Busca perturbar los cimientos de rnuestras vidas sin offecemos como recompensa nada mejor que ella misma, y esto sin partir de una base de conocimiento experto, de nada vedado al ser humano ordinario, es decir, una vez este ser se deja infor ‘mar por el proceso y la ambicién de la filosofiay (La bisqueda de li f- licidad, pig. 19. Las cursivas, y el cambio de un par de palabras respec- toa la traduccién castellana, son mias por exigencias del presente con- texto 0 de los «tecnicismos propios de la filosofia del autor). He hablado varias veces de terapia y autobiografia en filosofia Y acabo de anunciar, guiado por la gramitica del lenguaje ordinario, «que estamos condenados a vivir en la separacién, que por mucho que me entiendas ti y te quieta yo somos dos [algo en peligro inminente de ser olvidado en el matrimonio (Otelo), y por madtes e hijos, Ham- let, y Mia Farrow en Rosemary’s Baby (La semilla del diablo) de Roman Poianskil;y he sugerido que este hecho de la separacion (de la otredad) puede convertirse en tragedia bajo las condiciones del escepticismo, es decir, nuestras condiciones. Pero esto no ocurre por necesidad, o me jor dicho que esta necesidad es slo historica, la historia de cémo he ‘mos llegado a vivir bajo las condiciones del escepticismo, Cavell habla de esta tragedia y de la posibilidad de recuperacién de la misma a lo largo de toda su obra. De la tragedia, de modo directo, en su estudio 32 de las tragedias de Shakespeare; pero también, por pitulos 5 y 6 de B, al relacionar a Poe con Hamlet, ta como esta separacién puede convertirse en exttai do y de los otros, y emo el extraflamiento resulta to también con uno mismo, sentirse en deuda « como esto puede llevar al deseo de saldar la deuda pecto a los otros, pero también respecto a uno mis cidn, directamente, en el capitulo 3 (+Textos de re bro ariba citado, donde Cavell intenta oftecer un te aceptable, o sensata hoy dia, del «animismo, ry ‘olvido de la filosofia por la Hamada sfalacia patétc: volviendo a hablar del alma de los bosques 0 del es que él llama sanimismo estipido», 0 que lo seria a sino esforzindose en dar sentido a algo asi como « objetos». ¥ en su estudio de Elcuento de ineiero de SI en B, cap. 4), nos habla de las dos cosas a la vez, de tes desencadenada por su escepticismo (primera mi su recuperacién producida por la fe (segunda mitad. feccionado esta rstra de «octrina de Cavell» no por ria quiz un abuso por mi parte y seria, con toda s neralidades vacia, probablemente ininteligibles par con su filosofa), sino para que me siva de cierto ay ‘otra caracterstica de su escritura y filosofia: su car Podria entender que algunos llamaran a su ¢s yo mismo he dicho antes que incidentalmente pu pero no acabo de ver la adecuacién de esta denon conjunto de su obra. Creo que no capta del todo del autor al escribir como lo hace. Después de to ue aspira a, y esté ansiosa de, hacerse ineligible, que aspira a la raz6n, que propone la reivindicaci fiero nombrar esta caractristica con la palabra ini cierta distancia para introducirla, pues me gustari conjuntamente de su sherencia» de la filosofia de (Austin y Wittgenstein) y sus procedimientos, Del recitado anterior de la ristra doctrinal, me aspecto que constituye uno de los motivos princip ido, Algo en ella parece sugerir 0 implicar el siGns, ago asi como la idea de que se ha de estar bio o transformacién de la mente, o del yo, como | pta bien su posicién sontolégicar (quiz, pienso, lativismo que suponen). Pero no voy a seguir por e ahora me importa es seftalar que la mencionada scritores no es, tampoco, gratuita o accidental, sino 1, entre otras cosas, de impugnar nuestras «clarida ustra «conformidad>, diria Emerson), insistiendo ades y certezas (claridades y certezas, digamos, «es- Slo sean tales porque estemos acostumbrados a ‘eencias comunes, de sentido comin, quiza sea tan fia que intenta desbarataslas, y sugiriendo que a ve- adistico» es lo més extrafio,¢ incluso siniestro, que » ocuri, y sugiriendo que tal vez buena parte de urrido ya (el tema del cap. 6 de B); pero entonces, # ereencias comunes establecidas, vivimos en la os midos, hechizados, diria Wittgenstein), slo que scutidad filos6ficamente poco productiva. En todo entido de lo ordinario en la obra de Cavell, sino > por el siguiente texto: «[..] Tenia la intencidn de unidad [que le brindaba su participacién en un ‘ocer que la filosofia, tal y como yo la entiendo, es, mente irritante. Busca perturbar los cimientos de frecemos como recompensa nada mejor que ella rtir de una base de conocimiento experto, de nada 16 ordinario, es decir, una ver este ser se deja infor y la ambicién de la Filosofia» (La busqueda de la fe ccursivas, yel cambio de un par de palabras respec \stellana, son mias por exigencias del presente con: «ismos» propios de lafilosofia del autor). jas veces de terapia y autobiografia en filosofia. ', guiado por la gramatica del lenguaje ordinario, vados a vivir en la separacién, que por mucho que = quiera yo somos dos [algo en peligro inminente :1 matrimonio (el), y por madres ¢ hijos, Ham- 1» Rosemary's Baby (La semilla del diablo) de Roman ‘do que este hecho de la separacién (de la otredad) ‘tragedia bajo las condiciones del escepticismo, es iciones. Peto esto no ocurre por necesidad, o me- ecesidad es s6lo histérica, la historia de cémo he 2ajo las condiciones del escepticismo. Cavell habla : la posibilidad de recuperacién de la misma a lo 2. De la tragedia, de modo directo, en su estudio de las tragedias de Shakespeare; pero también, por ejemplo, en los ca pitulos 5 y 6 de B, al relacionar a Poe con Hamlet, donde se nos cuen- ta cémo esta separacién puede convertirse en extrafiamiento, del mun do y de los otros, y cémo el extrafamiento resulta en un extrafiamicn: to también con uno mismo, sentirse en deuda con uno mismo, y ‘como esto puede llevar al deseo de saldar la deuda, a la venganza, es pecto a los otros, pero tambien respecto a uno mismo. De la recupera cidn, directamente, en el capitulo 3 («lTextos de recuperacién») del li bro arriba citado, donde Cavell intenta ofrecer una versién que resul- te aceptable, o sensata hoy dia, del «animismo», relegado al cajén del olvido de la filosofia por la llamada «falacia patética», no por supuesto volviendo a hablar del alma de los bosques o del espirtu de los rios (lo que él llama «animismo estipidos, o que fo seria asi en nuestros dias), sino esforzandose en dar sentido a algo asi como «nuestra vida con los, ‘objetos». ¥en su estudio de Elcuento de inremo de Shakespeare (también «en B, cap. 4), nos habla de las dos cosas a la vez, de la tragedia de Leon: tes desencadenada por su escepticismo (primera mitad del cuento) y de su recuperacién producida por la fe (Segunnda mitad del cuento). He con- feccionado esta ristra de «doctrina de Cavell» no por si misma (lo que se ria quiz un abuso por mi parte y seria, con toda seguridad, ofrecer ge neralidades vacia, probablementeininteligibles para el no familiarizado con su filosofi), sino para que me sirva de cierto apoyo para introducit otra caracteristica de su escritura y filosofia: su caricter inicitico. Podria entender que algunos llamaran a su escritura hermética (y yo mismo he dicho antes que incidentalmente puede que resulte as), Pero no acabo de ver la adecuacién de esta denominacién aplicada al conjunto de su obra. Creo que no capta del todo bien los propositos del autor al escribir como lo hace. Después de todo, es una filosofia que aspira a, y est ansiosa de, hacerse inteligible, comtin, compartida; que aspira a la razén, que propone la reivindicacién de la raz6n. Pre ficro nombrar esta caracteristica con la palabra inicitica. Voy a tomar cierta distancia para introducirla, pues me gustaria hacerlo hablando conjuntamente de su sherencia» de la filosofia del lenguaje ordinario (Austin y Wittgenstein) y sus procedimientos. Del recitado anterior de la rstra doctrinal, me interesa sefialar un aspecto que constituye uno de los motivos principales de haberla ofte- cido. Algo en ella parece sugerir 0 implicar el concepto de «conver siéne, algo asi como la idea de que se ha de estar dispuesto a un cam bio o transformacién de la mente, 0 del yo, como requisito para poder 3B acceder a esta filosofia, ya que el ejercicio de esta filosofia (de este tipo de filosofia, no sélo de éta) se propone como meta conseguir semejan: te cambio o transformacién (por ejemplo, la idea misma de terapia). El autor llama a veces a esta conversion «volver a nace, o suftir «un nue- vo nacimiento». Pero, por supuesto, aqui hablamos de conversidn y te- rapia filosoficas. Surge, pues, de modo natural la pregunta por la pro- pia «conversion filoséficar de Cavell. El autor nos habla repetidas ve- ces de ella (por ejemplo, y del modo més extenso, en el primer capitulo de su libro A Pitch of Philosophy [Un tono dela filosofa] que lleva por sub- titulo «Ejercicios autobiogrificos»). En el Prdlogo a La revindicacié de 4a razén nos lo cuenta del siguiente modo. Habla de la visita de Austin, cn 1955 a Hatvard para impartir unas conferencias y seminarios (sobre las expresiones performativas —material incluido posteriormente en ‘Céimo hacer cosas con palabras— y sobre las excusas —materal incluido ahora en sus Ensayos filbsificos—, y aftade: «Este material, junto con los procedimientos que Io inspiraban —procedimientos que algunos de nosotros llamabamos filosofia del lenguaje ordinario— me derriba: ron del caballo»; y unas lineas més abajo, en el siguiente pirrafo, nos dice que una de las consecuencias del shock que le produjo este en cuentro con Austin, fue la reorientacién de su estudio hacia «las in plicaciones de los procedimientos de Austin para la filosofia moral» (loc cit, pig. xi). Hee aqui sumariamente descrita una conversidn filo séfica, en clara alusin a la caida, y posterior conversién, que sufrié de su caballo el Apéstol Santiago; s6lo que ahora no es la voz de un dios, la que habla sino una voz humana, la de Austin. Volveré sobre el tema de la conversion més adelante, al hablar de fa influencia (cheren- ia») de Wittgenstein en la obra de Cavell. Ahora quiz sea convenien- te hacer un breve inciso insistiendo sobre el efecto, la mencionada steorientacién» de su trabajo, que produjo semejante caida del caballo. Para empezar, subrayar dos de los aspectos que marcarin toda su produccién filosofica. En primer lugar, los «procedimientos» —ahora, como algo distinto de la doctrina o ensefianza— de la filosofia del len guaje ordinario (como ya he dicho, centrados exclusivamente en Aus tin y Wittgenstein), consttuiré lo que cabria llamar el aspecto «meto- dolégico» de la escritura de Cavell. Ya he hecho referencia a alguno de estos procedimientos, y en lo que sigue mencionaré algiin otro. Ahora lo que me interesa es insistir en que este aspecto es el que confiere, 0 ayuda a conferir de modo principal, unidad y precision a su obra filo sofica, por encima, 0 por debajo, de las discontinuidades, digresiones ¢ interrupciones constantes de st escrtura. En segundo lugar, el otro aspecto omnipresente en toda su obra, ¢s la orientacion moral de la 4 misma; no tanto que su obra constituya una steort la moralidad es una dimensién que impregna todo los6fico, aun cuando se esté ocupando de otras ma mis o menos, viene a decir él de las Investigacion Pero hace falta ser mis especificos. Las implicacion el parrafo anterior son caracterizadas por el autor rs, digamos, del sentido de que la voz humana se juiciamientos morales de si misma (idem) {Qué qu gustaria poder decir que significa lo obvio, conscien Gir, en el presente contexto, gran cosa, Lo obvio, pc ter de obvia de una afirmacién, es algo que hay q ver, en cada caso, mediante la construccién de ¢) (como algo distinto de ejemplos que ya estin ahi normalmente introducidos por frases del tipo «¢p. esta situaciOn: ...2» (hreestigaciones, segunda parte, f falta recordar que «obvio», en las hrvestigacionss, idéntico a «fice; lo obvio es un tema presente en t sin embargo, no es un libro precisamente fécil. Pa nos que ya han aparecido en este escrito, me gusta vio forma parte de aquello que todos somos y p ‘modo, ya sabemos. Si aftadimos que esto —lo que ya sabemos— es precisamente lo que hemos ocult de fo que hemos huido, no deberia resultar muy di donde sefiala la anterior expresion de Cavell referen pperar, «la voz humana», en la filosofia moral, y en larga habra de resultar, recuperar la voz. humana ei Laconstruccién de tales ejemplos al servicio de «ser tituye otro de los procedimientos (de los métodos, hhablar aqui de método) de la flosofia del lenguaje o da por Cavell en su afin, también él, de escapar al (Dicho sea de paso, mis «anécdotasy y otros rec nen este mismo objetivo: buscar la conexi6n con el fia, en definitiva con el mundo. Cabe objetar que alusiones a lo que ocurre, resultan inapropiadas en un libro de filosofia,o inapropiadas en filosofia en tn ilos6ficamente bastante elaboradas, 0 simplem ficiales 0 poco serias. Tengo dos respuestas a esta ok ‘otra corta, La larga, en la que no voy a entrar aho —sin necesidad de pretender originalidad en este nes de seriedad y profundidad académicas. La con que mis vale tener una conexién que no tener nin a, ya que el ejercicio de esta filosofia (de este tipo le éta) se propone como meta conseguir semejan: nacién (por ejemplo, la idea misma de terapia). El esta conversion «volver a nacer, 0 sufrir «un nue + por supuesto, aqui hablamos de conversion y te ‘€, pues, de modo natural la pregunta por la pro- Sica» de Cavell. El autor nos habla repetidas ve lo,y del modo mas extenso, en el primer capitulo hlosophy [Un tono dela filosfia} que leva por sub rbiogrificos») En el Prologo a La reivindicacn de del siguiente modo, Habla de la visita de Austin, +a impartir unas conferencias y seminarios (sobre smativas —material incluido posteriormente en salabras— y sobre las excusas —material incluido filoifcos—),y aftade: «Este material, junto con uu lo inspiraban —procedimientos que algunos 105 filosofia del lenguaje ordinario— me derriba- ras lineas mas abajo, en el siguiente parrafo, nos ‘onsecuencias del shock que le produjo este en: fue la reorientacién de su estudio hacia «las im ocedimientos de Austin para la filosofia moral» aqui sumatiamente descrita una conversién filo- ‘ala caida, y posterior conversion, que sufrié de Santiago; s6lo que ahora no es la voz de un dios 42 vor humana, la de Austin. Volveré sobre el + mis adelante, al hablar de la influencia (cheren- en la obra de Cavell, Ahora quizé sea convenien- ciso insistiendo sobre el efecto, la mencionada trabajo, que produjo semejante caida del caballo. rrayat dos de los aspectos que marcarin toda su En primer lugar, los sprocedimientos» —ahora, la doctrina o ensefianza— de lafilosofia del ler > ya he dicho, centrados exclusivamente en Aus- Oonstituiré lo que cabria llamar el aspecto «meto- ara de Cavell, Ya he hecho referencia a alguno de yen lo que sigue mencionaré algiin otro. Ahora Insistir en que este aspecto es el que confiere, © vodo principal, unidad y precision a su obra filo- Por debajo, de las discontinuidades, digresiones tantes de su escritura. En segundo lugar, el otro en toda su obra, es la orientacién moral de la misma; no tanto que su obra constituya una «teoria moral», sino que a moralidad es una dimensin que impregna todo su pensamiento fr los6fico, aun cuando se esté ocupando de otras materias, Esto mismo, mis 0 menos, viene a decir él de las Investigaciones de Wittgenstein. Pero hace falta ser mas especificos. Las implicaciones mencionadas en el pirrafo anterior son caracterizadas por el autor como simplicacio- ns, digamos, del sentido de que la voz humana sea devuelta a los en: juiciamientos morales de si misma» (idem.) {Qué quiere decir esto? Me gustaria poder decir que significa lo obvio, consciente de que no es de- Cir, en el presente contexto, gran cosa. Lo obvio, por ejemplo el caric- ter de obvia de una afirmacién, es algo que hay que sderivars, hacer ver, en cada caso, mediante la construccién de ejemplos especificos (como algo distinto de ejemplos que ya estin ahi listos para su uso), normalmente introducidos por frases del tipo «. Y Ia idea general sugerida aqui es que podria ocurrir que, una vvez terminada la elaboracién de una teoria perfectamente articulada, hhayamos perdido la existencia de la cosa misma de la que la teoria que ria ser teoria; lo mismo que dice Wittgenstein sobre nuestros argumen: tos estéticos, que una vez terminados, el objeto de arte ha desapareci do de nuestra vista, de nuestra consideracién; produciéndose asi el fe inémeno (Zmonstruoso?) de una teoria y critica estéticas sin experiencia (del objeto, estética). Voy a compendiar lo que acabo de decir en este prrafo con un pensamiento muy conocido y repetido de Wittgenstein pero nunca acabado de obrar, de heredar, en filosofia— contenido en una de las cartas que le escribié a su amigo Malcolm: «De qué sir ve estudiar filosofia silo tnico para lo que le capacita es para hablar ‘con cierta plausibilidad acerca de algunas abstrusas cuestiones de gi «a, etc. y no perfecciona su pensamiento acerca de las cuestiones im portantes de la vida daria?» (citado por Kenny en su libro Wittgenstein, pig. 24). Tenemos aqui una manera de introducir el concepto de lo or. dinario, cotidiano, como objeto de la filosofia; cl aspecto que Cavell dice haber sido olvidado, o estar siempre en peligro de ser olvidado, de la obra de Wittgenstein; y que por tanto esti siempre necesitado de volver a ser heredado: la devocidn que sentia Wittgenstein por lo ordi nario (B, cap. 6). Esta estima de lo ordinario profesada tanto por Aus 36 tin como por Wittgenstein constituye el eje central ‘que hace Cavell de pensamiento del lamado segund mismo es el tema central investigado sistematicamer Me gustaria generalizar ahora esta conversion do, de una filosofia en otra filosofia, de uno mis del «renacimiento»), sacando el tema de su con moral. A modo de paso previo para hacer esta gen side un argumento se tratase— he de volver a unit ralidad, como en otro lugar (mi libro ya citado an tentado unir, pensamiento y arte. Puedo valerme presa de otro pensamiento de Wittgenstein: «..] ¢ bre mejor y tener una mente mejor. En realidad e: la misma» (relatado en Kenny, op cit, pig, 17). Este tituye otra de las implicaciones que tuvo para la ol vel su adopcién de fos procedimientos de la filos dinario: «[..] Algo de lo que pensamos entra en e cia de un agente moral como tal [..] es lo mismo concebimos como competencia en conocerse a ur tra, en consecuencia, en lo que entendemos porte que la moralidad encuentra una fundamentacién e (Cavell, Prologo a La retvindicacién de la razbn, pi de B estd dedicado precisamente a la reconstruc del sujeto, o del yo sin més (no a la reconstruccié lun sujeto o agente meramente moral) Pues bien, y mente a la prometida generalizacién, unas cuatro te de este mismo Prologo, en la pagina xvi, y refii te recepcién de la obra de Wittgenstein (y Austin) los6fica, y a modo de explicacién de esta falta de que no es de extrafiar, nos encontramos con otto | as imei loins aloe ‘mis importantes del siglo pasado al menos, e do, un Ibo esoteric Ts dct, tals obras b Glenia en inde y ones vi a ca ‘ma; por eso producen el particular desagrad tn remedio especie, en el mejor de lose lar desagrado de laindiferenciao la promiscu batiendo el partdismo con la parcialidad);y sincera recepcidn la conmocion de una cone base del presente libro reside en el hecho de davis ha de ser heredado, lo que quiero deci supuesto no sélo la suya, es algo que esenc y buena] podrias mejorarla en el futuro. $i no tie condenado al vacio, podrias necesitar un shock de- salir de él, y no seria aconsejable tentar aqui ti Jo en juego: estar cuerdo,) ‘demos, ya ahora, delimitar un poco mis en qué recuperacién de la voz humana en filosofia. En {o natural la pregunta de dénde es que estaba, dn: voz; y la pregunta de si la hemos poseido alguna estar la voz del hombre y no ser voz «humana»? fa set wen los Monstruos» (en los seres humanos > no han Ilegado nunca a, sero, Sélo el ser huma “woso). Cabria responder de otro modo a esta pre- Leslogan, diciendo: alli donde el lenguaje esti de que es un modo de decir que el lenguaje humano ‘mismo (monstruos cotidianos?), Pero entonces, dl lenguaje tanto el lenguaje mismo (humano) go que constituye la posibilidad misma del escep- sstruosidad). Esta ausencia de la voz, humana pue- {a en algunas de las teorias que Cavell investiga, y arte de La reivindicacin dela razén, titulada «Mo- neral sugerida aqui es que podria ocurrir que, una boracién de una teoria perfectamente articulada, -xistencia dela cosa misma de la que la teoria que 10 que dice Wittgenstein sobre nuestros argumen: 2 vez terminados, el objeto de arte ha desapareci {e nuestra consideracién; produciéndose asi el te- s02) de una teoria y critica estéticas sin experiencia Voy a compendiar lo que acabo de decir en este miento muy conocido y repetido de Wittgenstein {o de obrar, de heredar, en filosofia— contenido tue le escribié a su amigo Malcolm: «€De qué sit- silo tnico para lo que le capacita es para hablar ad acerca de algunas abstrusas cuestiones de légi ‘ona su pensamiento acerca de las cuestiones im- tiara» (citado por Kenny en su libro Witgenstein, uu una manera de introducir el concepto de lo or amo objeto de la filosofia; el aspecto que Cavell :o, o estar siempre en peligro de ser olvidado, de ¥ que por tanto esta siempre necesitado de la devocién que sentia Wittgenstein por fo ordi "estima de lo ordinario profesada tanto por Aus tin como por Wittgenstein constituye el eje central de la interpretacion {que hace Cavell de pensamiento del llamado segundo Wittgenstein, y asi ‘mismo es el tema central investigado sistematicamente en B. Me gustaria generalizar ahora esta conversién que estoy coment do, de una filosofia en otra flosofia, de uno mismo en otro (el tema del «renacimiento»), sacando el tema de su contesto estrictamente moral. A modo de paso previo para hacer esta generalizacion —como side un argumento se tratase— he de volver a unir pensamiento y mo- ralidad, como en otro lugar (mi libro ya citado antes) he unido, o in tentado unir, pensamiento y arte. Puedo valerme para semejante em- presa de otto pensamiento de Wittgenstein: «..] descaria ser un hors bre mejor y tener una mente mejor. En realidad estas cosas son una y la misma» (relatado en Kenny, op. cit, pig. 17). Este pensamiento cons- tituye otra de las implicaciones que tuvo para la obra filosofica de Ca vell su adopcién de los procedimientos de la filosofia del lenguaje or dinario: «..] Algo de lo que pensamos entra en el drea de competen ‘ia de un agente moral como tal [...] es lo mismo que entra en lo que ‘concebimos como competencia en conocerse a uno mismo y que en tra, en consecuencia, en lo que entendemos por tener un yo (de modo que la moralidad encuentra una fundamentacidn en el conocimiento)» (Cavell, Prologo a La revindicacion dela razén, pig, xi). El capitulo 5 de Besté dedicado precisamente a la reconstruccidn del individuo, 0 del sujeto, o del yo sin mas (no a la reconstruccién de algo asi como lun sujeto 0 agente meramente moral) Pues bien, y pasando ya directa mente a la prometida generalizacién, unas cuatro paginas mas adelan te de este mismo Prilogo, en la pagina xvi, y refiriéndose a la deficien te recepcién de la obra de Wittgenstein (y Austin) en nuestra cultura f- los6fica, y a modo de explicacién de esta falta de recepcién, diciendo que no es de extrafia, nos encontramos con otro pasaje dificil: Las Inestigacionsflosficas, al igual que las obras modemistas mis importantes del siglo pasado al menos, es, lgicamente hablan do, un libro esotérico. Es decir, tales obras buscan dividir a su iencia en insiders y outsides (y dividr a cada miembro de la mis ma); por eso producen el particular desagrado de los cultos (como un remedio especifico, en el mejor de los casos, contra cl particu lar desagrado de la indiferenciao la promiscuidad intelectual, com: batiendo el partdismo con la parcialidad); y por eso exigen para su sincera ecepcién la conmocion de una conversin. Si digo que la base del presente libro reside en el hecho de que Wittgenstein to davia ha de ser heredado, lo que quiero decir es que su obra, y por supuesto no s6lo la suya, es algo que esencialmente y siempre ha 7 ddeheredarse; como deben sero las ideas que eresisten ala proesior nalizacion, Heredar significa aqui, supongo que entre otras muchas cosas mis, lo opuesto a repetir, esas exegesis sn fin mas o menos escolisticas a las que casi inevitablemente ha de sucumbir la «profesionalizacién» de la filosofia. Significa ese pensar en acto, ese aspecto de «obrar» que tiene el pensamiento, y —referido a los clisicos— ese intentar pensar lo ue ellos pensaron (esta frase, o idea, es, creo recordar, de Heidegger). Es probable que algo de todo esto quiera testimoniar el rechazo —0 mejor, la novherencia— por parte de Cavell de la filosofia del lenguaie cordinario posterior a sus fundadores Austin y Wittgenstein; una filoso- fia que quiza se ha convertido en demasiado tecnificada, demasiado so- fisticada, para la sensibilidad filos6fica Gordinaria2) de este autor. Y sin embargo, se dice en el texto, la flosofia de Wittgenstein posee, y preten: de poseer, el caricteresotérico que tienen los scultos», ya sean éstos mur sicales, cinematogrificos (peliculas de culto)o literatios, amén de filoso- ficos y naturalmente religiosos. «Esotéricae no es, hablando en general, tuna palabra que pertenezca al repertorio de mis palabras preferidas, y aplicada a la obra de Cavell me suscta las mismas reservas, y por las ‘mismas razones, que la palabra shermética» aplicada a dicha obra. Pero ppor fortuna, para mis gustos linglisticos, esta palabra no esta utilizada ‘en general» sino de modo especifico, especificacién introducida por las Palabras «es deci, ..». Cualquier cosa 0 cosas que alguien piense que significa esta palabra, el tinico rasgo que aqui se tiene en cuenta es que las ‘obras modemistas —después diré algo sobre el modernismo— que puedan calificarse de esotéricas tienen el propésito de dividir a sus aur diencias, entiéndase aqui lectores, en iniciados y no:iniciados. ¥ puedo atestiguar que, segiin mi experiencia, la obra de Cavell consigue este ropssito; y en este sentido es, también, esotérica. Basindome en este sentido es por lo que he dicho antes que podia entender que se califca sea su obra de hermética, y cabria afadir ahora que entenderia que se la califcase de esotérica. (Espero que tras la identificacién que he esta blecido antes, pig, 25, entre Cavell y los textos que lee, identificacion €l diria seducci6n o atraccién— que no impide su ulterior distancia miento, diferencia e incluso critica — diria conseguir la libertad res pecto al texto leido— no resulte muy extraiio el salto que acabo de dar desde la escritura de Wittgenstein a la de Cavell) iUna escritura «ordi natia» ya la vez «esotéricar! No es esto, como minimo, una paradoja? Todo depende ahora (tras haber introducido, derivado, nuestro uso de sesotérico») del sentido que tengamos de lo ordinatio. 38 GBs esotérico lo obvio? Obviamente, no. Y sin en genstein y para Cavell, siguiendo en este punto al pri To que ms dificil nos resulta ver, cuyo acceso nos r ccomo si del Ser de Heidegger se tratase (salvando toc que pueda haber entre estos pensadores), quiza prec 5 lo que tenemos més a la vista (ante las narices, dit Carta Robada de Poe en B, quiz precisamente por ‘mos). El mismo caricter dificil y elusivo tiene la noc rio de Cavell. Pero entonces se trata, creo, de un eso ticular, que exige una iniciacién no menos particular; antipatia, igualmente particular que producen o prov lo producen, cuando se produce del modo més af como un antidoto o remedio —la connotacién ter farmacolégica, del témino no creo que sea casual desagrado de la indiferencia —Ilimese uniformidad— —llimese stodo vale», 0 cinismo, o nihilismo, o, en escepticismo «hice. Todo lo cual se lleva a cabo en ¢ como nos dice el texto, combatiendo el partidismo / patcialidad /pariaiy]. Me gustaria, y mucho, detenet lltima oposicién; pero el género literario «introduce ne sus limites y condiciones. Me veo obligado pues, citado de una rstra de letanias al respecto, cosa que tun desagrado particular, el desagrado de meramente palabras y conceptos que no son objeto de «una der junto del texto. Entiendo por partidismo, cifiéndor quella actitud que parte de una posicién previa —normalmente por fe, normalmente presupuesta— cexplicita nunca a lo largo de la articulacion y defen cién, La defensa corre a cargo, pretendidamente al n mentacién contra algin rival (normalmente otto a teoria) cuyo objetivo primordial es demostrar la fals umento 0 teoria, sugiriendo en consecuencia que la cuestidn no deberiaexistir 0 no deberia exist por m. tiendo que deberia adoptarse, claro esta, la posicié (Soy consciente de, y me siento infeliz con, lo comp ipcién. He ifustrado con algo mas de detalle este p to +Nelson Goodman: cuando la filosofia mira al ar «sa ilustracién diciendo que no habia visto a nadie, ue abandonase su posicidn convencido por el argu El argumento no produce esa conmocién necesaria p dela que hemos estado hablando en estas paginas. L ‘como deben serio las ideas que se resisten a la profesior ica aqui, supongo que entre otras muchas cosas setir, esas exégesis sin fin mis o menos escolisticas ablemente ha de sucumbir la «profesionalizacisn» ese pensar en acto, ese aspecto de «obra» que y —teletido a los clésicos— ese intentar pensar lo esta frase, 0 idea, es, creo recordar, de Heidegger). ‘0 de todo esto quiera testimoniar el rechazo —0 1— por parte de Cavell de la filosofia del lenguaie sus fundadores Austin y Wittgenstein; una filoso- onvertido en demasiado tecnificada, demasiado so- ilidad filos6fica (Zordinaria) de este autor. ¥ sin -Ttexto, la filosofia de Wittgenstein posee, y pretem esotérico que tienen los «cultos», ya sean éstos mu icos (peliculas de culto) oliterarios, amén de filos6- religiosos. «Esotéricar no es, hablando en general, tenezca al repertorio de mis palabras preferidas, y « Cavell me suscita las mismas reservas, y por las la palabra sherméticayaplicada a dicha obra. Pero \s gustos lingiisticos, esta palabra no esta utilizada modo especifico, especficacién introducida por las ». Cualquier cosa 0 cosas que alguien piense que € inico rasgo que aqui se tiene en cuenta es que las, —después diré algo sobre el modemismo— que + esotéricas tienen el propésito de dividir a sus av aqui lectores, en iniciados y noviniciados. Y puedo 11 mi experiencia, la obra de Cavell consigue este n, esotérica. Basindome en este he dicho antes que podia entender que se califica 1ética, y cabria afiadir ahora que entenderia que se rica. (Espero que tras la identificacién que he esta 25, entre Cavell y los textos que lee, identificacién © atraccién— que no impide su ulterior distancia, incluso critica — disia conseguir la libertad res ~no resulte muy extraio el salto que acabo de dar Wittgenstein a la de Cavell) iUna escritura «ordi: ntérican! £No es esto, como minimo, una paradoja? 2 (tr haber introducido, derivado, nuestro uso de ico que tengamos de lo ordinario. GEs esotérico lo obvio? Obviamente, no. Y sin embargo, para Witt genstein y para Cavell, siguiendo en este punto al primero, lo obvio es Jo que més dificil nos resulta ver, cuyo acceso nos resulta més dificil, como si del Ser de Heidegger se tratase(salvando todas las diferencias que pueda haber entre estos pensadores), quiza precisamente porque «3 lo que tenemos mas ala vista (ante las narices, diré Cavell al leer la Carta Robada de Poe en B, quiza precisamente porque es lo que so- mos). El mismo caricter dificil y elusivo tiene la nocién de lo ordina rio de Cavell. Pero entonces se trata, creo, de un esoterismo muy par ticular, que exige una iniciacién no menos particular; y el desagrado, 0 antipata, igualmente particular que producen o provocan los «cultos», lo producen, cuando se produce del modo mas apropiado posible, como un antidoto o remedio —la connotacién terapéutica, incluso farmacolégica, del témino no creo que sea casual— contra ese otro desagrado de la indiferencia —Ilimese uniformidad— y promiscuidad —llimese «todo vale», 0 cinismo, o nihilismo, 0, en itimo término, «escepticismo «chic». Todo lo cual se lleva a cabo en este tipo de obras, como nos dice el texto, combatiendo el partidismo /partialness] con la pparcalidad partial]. Me gustaria, y mucho, detenerme ahora en esta liltima oposicién; pero el género literario «introduccién» también tie ne sus limites y condiciones. Me veo obligado pues, una vez més, al re citado de una ristra de letanias al respecto, cosa que a mi me produce un desagrado particular, el desagrado de meramente oftecer —citar— palabras y conceptos que no son objeto de «tna derivaciéne en el con- junto del texto. Entiendo por partidismo, cifiéndome a la filosofia, aquella actitud que parte de una posicién previamente adoptada —normalmente por fe, normalmente presupuesta— y que no se hace explicita nunca a lo largo de la articulacién y defensa de dicha posi cidn, La defensa corre a cargo, pretendidamente al menos, de la argu- mentacién contra algin rival (normalmente otro argumento u otra teoria) cuyo objetivo primordial es demostrar la falsedad de dicho a _gumento 0 teoria, sugiriendo en consecuencia que la posicién rival en ‘cuestion no deberia existr 0 no deberia existr por mas tiempo, y sug riendo que deberia adoptarse, claro esta, la posicién asi defendida. {Soy consciente de, y me siento infeliz.con, lo comprimido de esta des ‘ripcién. He ilustrado con algo mas de detalle este punto en mi escr to «Nelson Goodman: cuando la filosofia mira al arte», concluyendo «sa ilustracién diciendo que no habia visto a nadie, hasta el presente, {que abandonase su posicidn convencido por el argumento del rival.) EL argumento no produce esa conmocidn necesaria para la conversion de la que hemos estado hablando en estas paginas. Lo cual no quiere 39 decir ahora, como ya he sugerido, que deberiamos abandonar toda ar sgumentacidn y toda teoria. Pienso més bien que habria que devoler el argumento —cuando éste haga falta, cuando sea argumentacién y teo- ria lo que necesitemos— al contexto mis amplio de un pensar «huma no», siguiendo el modelo de, o tomando como guia, nuestro pensar sordinario»; que a veces, no habria que olvidarlo, también argumenta Y entiendo por parcialidad aquella posicién que habla desde un pun to de vista particular —Ilimese un lenguaje particular, una «versiGn» particular (Goodman), una «perspectiva» particular (Ortega)— y hace explicito el caricter particular de dicho punto de vista —lo muestra, lo ‘exhibe, lo expone y se expone x10 mismo (y aqui hace falta decir «uno mismo») con él, es decir ano se hace vulnerable. Y entonces, el camino 4 seguir para afrontar nuestra vulnerabilidad no es el de Superman (ni lel Super Hombre, segiin la concepcién dominante de este concep: to, revisada por Heidegger en su ensayo «¢Quién es el Zaratustra de Nietzsche”, incluido en su libro Conferencas y artculos, sino el de ha ‘cernos fuertes, me gustaria poder decirlo asi, en nuestra vulnerabilidad; fuertes para poder mantenemos en pie (la «posicién erguida» de la que habla Emerson) ante las heridas recibidas. Estaria dispuesto a llamar fundamentos, o mejor fundamentacién, a la consecucién de esta fuer za, Pero entonces la fundamentacién deviene ante todo fundamento del yo, es decir encontrarse uno mismo. Después de todo, nos recuer dan Cavell y Heidegger, la naturaleza es siempre naturaleza humana; accedemos siempre a la naturaleza desde una posicién particular, des de una «versiéne 0 «perspectivar (las diferencias que se han adjudicado «estas dos posiciones 0 términos es ahora irrelevante), desde un relato © narrativa particulars; lo cual no implica necesariamente que desde «sa parcialidad no toquemos nunca realidad (en este punto, puedo oit las voces de Goodman y Derrida levantando objeciones). «Posicién» [particular], «telato» e incluso «mito», son los téminos que, a mi modo de ver, sustituyen en la obra de Cavell, los de «versién», 0 «pers- pectiva», para dar cuenta de la realidad en un intento de soslayar tanto el relativismo y construccionismo exagerados por una parte, como la sobjetividad» y «universalidad» de la filosofia modema por la otra. He intentado hacerme cargo de este extremo de la posicién de Cavell, en mi ya tantas veces ctado fibro, introduciendo la distincién entre rela tivismo absoluto y relativismo robusto, con la pretensién de que este tltimo captara la posicién de nuestro autor. Ya expresé alli mis reservas sobre esta maniobra mia. Inssto ahora en dichas reservas declarando mi insatisfaccion al respecto, pero no puedo deshacerme de la mencio nnada distincién sin elaborar las nociones de «posicin y «patcalidad> 40 en la obra de Cavell, elaboracién que todavia no y no es éste el momento de hacerlo. Valga lo di como un mero apunte de dicha elaboracién. Ast ‘nuar ahora con esta tltima idea, pues ya habia lle a derivar2), nmediatamente antes de su aparicién, ‘objeto de nuestra atencidn principal: el cardcter i ‘escritura de Cavell En efecto, la iniciacién en cuestién, como Ia sélo a una escritura y pensamiento mis o men ue, para decirlo del modo mas crudo, se trata d mismo, al auto-conocimiento. En el iltimo texto «sta lectura mia se encuentra en la idea entre par otra idea de dividir a la audiencia: «y dividir a cad. ma». Pero entonces, desde Sdcrates a Freud por rastrear toda una serie de autores que han hecho ¢ to el eje central de su pensamiento. Y entonces, ¢ meramente laudatorio si digo que la filosofia de que puede parecer otra paradoja, clisica y origina Pero, épodemos estar divididos, escindidos, nosot mos? Puede haber regiones de nosotros ocultas donde no ha llegadio nuestro pensamiento, y port tenecen, no forman parte de nuestro yo? éPodem (esotéricos?) para nosotros mismos? No hago t porque las considere una novedad; y estoy segur (émeramente intelectual?) de cualquier persona habri de serafirmativa, y con un tono, cabe supor dido dada la simplicidad o ingenuidad de las mist toy tan seguro es de si nuestra filosofia y cultura los medios para poder reconacereste hecho obvio. los medios para saber qué hacer con él. Quiero d ratios; pues los medios profesionales, expertos, {quepa encontratlos en las terapias psicoldgicas se puede pretender, y no sé si seria deseable, psicoan todo el mundo, De todos modos, este hecho ob dos», de nosotros mismos y del mundo, el tema. dida», y la venganza que dicho extraitamiento pr mundo (la muerte del Albatros a manos del Anc poema de Coleridge), pero venganza también de, nosotros mismos (la comparacién que estable y Hamlet), ¢s un tema que recorre todas las pai modo directo de los capitulos 5 y 6 del mismo. ahe sugerido, que deberiamos abandonar toda ar teoria, Pienso més bien que habria que devofver el ‘ éste haga falta, cuando sea argumentacién y teo- ‘os—al contexto mis amplio de un pensar shuma- odelo de, © tomando como guia, nuestro pensar ces, no habria que olvidarlo, también argumenta. jalidad aquella posicién que habla desde un pun 1 —Ilimese un lenguaje particular, una «version» 1), una «perspectiva» particular (Ortega)— y hace particular de dicho punto de vista —lo muestra, lo ‘se expone so mismo (y aqui hace falta decir «uno \ecir sm se hace vulnerable. ¥ entonces, el camino ir nuestra vulnerabilidad no es el de Superman (ni ¢, segin la concepcién dominante de este concep: idexger en su ensayo «2Quién es el Zaratustra de ‘en su libro Conferencias y articulos), sino el de ha astaria poder decirlo asi, en nuestra vulnerabilidad; vantenemos en pie la sposicion erguidae de la que las heridas recibidas. Estaria dispuesto a llamar or fundamentacién, a la consecucién de esta fuer: fundamentacién deviene ante todo fundamento ontrarse uno mismo. Después de todo, nos recuer- ager, la naturaleza es siempre naturaleza humana; a la naturaleza desde una posicidn particular, des: perspectivan (las diferencias que se han adjudicado 280 términos es ahora irrelevante), desde un relato res; lo cual no implica necesariamente que desde dquemos nunca realidad (en este punto, puedo oft aan y Derrida levantando objeciones). «Posicién+ +e incluso «mito», son los términos que, a mi yyen en la obra de Cavell, los de «versién», 0 «pers ‘enta de la realidad en un intento de soslayar tanto struccionismo exagerados por una parte, como la versalidad» de la filosofia moderna por la otra. He argo de este extremo de la posicién de Cavell, en itado libro, introduciendo la distincidn entre rela: ‘lativismo robusto, con la pretensién de que este sicién de nuestro autor. Ya exprese alli mis reservas ‘mia. Insisto ahora en dichas reservas declarando ‘especto, pero no puedo deshacerme de la mencio slaborar las nociones de wposiciéne y «parcialidad> en la obra de Cavell, elaboracién que todavia no he cumplimentado, y no es éste el momento de hacerlo. Valga lo dicho en este pirrafo como un mero apunte de dicha elaboracién. Asi pues no voy a conti- nuar ahora con esta tltima idea, pues ya habia llegado (zhabia llegado a derivar?), inmediatamente antes de su aparicibn, a la otra idea ahora objeto de nuestra atencién principal: el cardcter inicitico que tiene la escritura de Cavell. En efecto, la iniciacién en cuestién, como la entiendo yo, no es s6lo a una escritura y pensamiento més 0 menos sesotéricos®, sino ue, para decirlo del modo mis crudo, se trata de la iniciacién @ uno ‘mismo, al auto-conocimiento. En el dltimo texto aducido, la pista para esta lectura mia se encuentra en la idea entre paréntesis que sigue a la otra idea de dividira la audiencia: «y diviir a cada miembro de la mis ‘ma». Pero entonces, desde Sécrates a Freud por ejemplo, podriamos rastrear toda una serie de autores que han hecho del auto-conocimien to el eje central de su pensamiento. Y entonces, espero que no resulte ‘meramente laudatorio si digo que la filosofia de Cavell es a la vez, lo que puede parecer otra paradoja, clisica y original, o contemporénea Pero, épodemos estar divididos, escindidos, nosotros de nosotros mis: mos? éPuede haber regiones de nosotros ocultas, mejor «ocultadas», donde no ha llegado nuestro pensamiento, y por tanto que no nos per tenecen, no forman parte de nuestro yo? éPodemos ser unos extraiios (Gesotéricos?) para nosotros mismos? No hago todas estas preguntas porque las considere una novedads y estoy seguro de que la respuesta (émeramente intelectual?) de cualquier persona medianamente culta habri de ser afirmativa, y on un tono, cabe suponer, ligeramente ofen dido dada la simplicidad o ingenuidad de las mismas. De lo que no es toy tan seguro es de si nuestra filosofia y cultura actuales nos ofrecen os medios para poder reconacer este hecho obvio acerca de nosotros, y los medios para saber qué hacer con él. Quiero decir, los medios ordi- narios; pues los medios profesionales, expertos, especializados, quiza {quepa encontrarlos en las terapias psicoldgicas sensu stricto, Pero no se puede pretender, y no sé si seria deseable, psicoanalizar, por ejemplo, a todo el mundo. De todos modos, este hecho obvio de estar «extraia dos», de nosotros mismos y del mundo, el tema de la sintimidad per dida», la venganza que dicho extrafiamiento propicia, venganza del mundo (la muerte del Albatros a manos del Anciano Marinero en el poema de Coleridge), pero venganza también de, 0 en, los otros, y de nosotros mismos (la comparacién que establece Cavell entre Poe y Hamlet), es un tema que recorre todas las paginas del libro B, y de modo directo de los capitulos 5 y 6 del mismo, 41 Pero entonces, para acceder a este tipo de culto, hace falta (tam bin) algo asi como la fe (fe humana, ordinara),y las virtades con ella asociadas: intuicién, imaginacién, fantasia, capacidad de agradect rmiento, la facultad de sentir placer y dolor (Kant, en la Critica de jui- io), etc. Es decit, aquellas capacidades y facultades humanas que en- tran (unto con la de «conocimientos) en la nocién de reconocimiento de Cavell y que habian sido dejadas de lado en la nocién de conocimionto (cierto, probado) de la epistemotogia moderna. «Fe» (humana) es uno de los topicos que se esti poniendo de relieve hoy dia por los estudio- sos de Wittgenstein (véase, por ejemplo, la contribucin de Jacques Bouveresse, «Fe y saber», en Minar com cuidado): pero éste es un tema que, por supuesto, estaba ya en la tradicidn, solo que quiz’ lo habia mos olvidado (ver la reciente edicién de un titulo de Hegel, Fy sabe). Intuicién es lo que exige Kripke (un filésofo poco sospechoso de deva- hneos romanticistas) para entender su Wittgenstein on Rules and Private Language: «Es importante que el estudiante perciba (literalmente «sien: ta (fe) el problema intuitivamente» (pag, vii). ¥ fantasia es una de las condiciones necesarias que postula Cavell para poder acceder a la reali dad: +¥ se nos recuerda que la capacidad de permitir que los hechos y |a fantasia se interpreten mutuamente constituye la base, ala vez, de la ‘enfermedad del alma y de su salud> (dos tltimas lineas de B) Ya propésito de este tema de la fe, me viene a la mente otra «anéc dota» pertinente al punto ahora entre manos. El profesor Sergio Sevi Ila, después de haber leido la escritura de Cavell, me encontré un por el pasillo del Departamento de Filosofia de Valencia y me dijo «Hace falta tener mucha fe para leer a este autor.» Al principio no supe silo decia como una objecién, como una dificultad, 0 como una mera constatacién; y contesté, para salir del paso, algo asi como que Cavell reivindica que quiere decir la filosofia con sus propias palabras (a die rencia del modo usual de escrbirla que cree ha devenido mitoldgico) y que su modo de decitla y escribirla no es una cuestidn de simple es tilo sino intrinseco a lo que quiere decir, y que sus propios compatrio- tas le han preguntado airados si es que no quiere hacerse entender. Pero después pensé que la intuicién que traicionaba su expresién era, otra vez, la correcta; y que efectivamente hace falta fe para leer a este autor (uno de los fildsofos intuitivos de nuestra época en palabras de su mentor Thompson Clarke). Pero entonces, segui pensando, no se necesita mucha mis fe (ni, sobre todo, fe de otra clase) pata leer 0 en- tender a Cavell que la que se requeria por su parte para pensar quie yo entenderia su observacion, En nuestro empleo del lenguaje siempre su- ponents algo, y se accede a ese algo, entre otras cosas, por fe. a2 Doy por terminada mi exposicién y comentar teristicas de a seritura de Cavell que consiero, de modo muy sumario, imprescindibles tener en ci ceder a su pensamiento filosofico. Califiqué de « que hice del proyecto filos6fico del autor en mi y ‘mano entre éreas,Podtia afiadir ahora que lo que he paginas no es més que una especie de «instrucci mapa, Naturalmente, cabe prescindir tanto del ma trucciones para leer la obra de Cavell, y no seria yc se semejante iniciativa. En tal cas0, lo tnico que r var es que seria bueno que, quien asi lo hiciese s que el terreno que va a pisar se parece mas a unas nes de Versalles. Habia prometido decir algo sobre la reconce mo en la obra de Cavell. Modemismo es el nomt suelo afadir un «més © menos» siempre que he tema) a lo que normalmente se entiende por Van nia en mente, pero nunca habia especificado, con afiadido a modo de precisién a la terminologia, ¢s. sidera como modemnistas todas las obras que caen centiende por Vanguardias (por ejemplo, algunas Arte Pop, algunas obras de la llamada misica aton algunas peliculas de Godard); pero también que h se periodo del arte que Cavell considera modem quiere, precursoras); y hay obras que no son obr estrcto, como las lvestigaciones flosifcas, que C son obras modemistas, o que poseen alguno de s No se trata desde luego de una cuestién merame' {que los norteamericanos no conozcan 0 no acef ‘guardias. Se trata de que el autor no cree que este tualmenteadecuado pas designar el ate move ra las reservas que alberga Cavell a este respes eral El mundo visto, pags. 216217). No pued presentacién, por breve que sea, de su revision de le conduce a prescindir de este nombre o titulo. visidn se lleva a cabo directamente en este libro, del cine, que aparentemente no parecia encajar¢ arte modemo o Vanguardias —segtin la concepci para acceder a este tipo de culto, hace falta (tam: la fe (fe humana, ordinaria),y las virtudes con ella 1, imaginacién, fantasia, capacidad de agradeci- de sentir placer y dolor (Kant, en la Critica del jui- quellas capacidades y facultades humanas que en- sconocimiento») en la nocién de reconocimnento de sido dejadas de lado en la nocién de conocimiento la epistemologia modema. «Fe» (humana) es uno » esti poniendo de relieve hoy dia por los estucio- (véase, por ejemplo, la contribucién de Jacques ber», en Minar con cwidado); pero éste es un tema staba ya en la tradicién, s6lo que quiza lo habia reciente edicién de un titulo de Hegel, Fey saber). xige Kripke (un fildsofo poco sospechoso de deva- para entender su. Wittgenstcn om Rules and Private tante que el estudiante perciba (literalmente «sien- \intuitivamente» (pig. vii). Y fantasia es una de las a8 que postula Cavell para poder acceder ala ral rda que la capacidad de permitir que los hechos y ten: mutuamente constituye la base, a la vez, de la Ly de su salud» (dos éltimas lineas de B). ‘ste tema de la fe, me viene a la mente otra «anée- unto ahora entre manos. El profesor Sergio Sevi «leido la escritura de Cavell, me encontro un dia, epartamento de Filosofia de Valencia y me dijo: cha fe pata leer a este autor Al principio no supe objecién, como una dificultad, 6 como una mera «ste, para salir del paso, algo asi como que Cavell = decir la filosofia con sus propias palabras (a dite al de escribitla que cree ha devenido mitolégico) 2cirlay escribirla no es una cuestién de simple es lo que quiere decir, y que sus propios compatro: {o airados si es que no quiere hacerse entender. jue la intuicién que traicionaba su expresion era, gus eletivamente hace fla fe pat Tee a este 5xofos intuitivos de nuestra época en palabras de on Clarke), Pero entonces, segui pensando, no se fe (ni, sobre todo, fe de otra clase) pata leer 0 en 4 que se requria por su parte para pensar que yo acion, En nuestro empleo del lenguaje siempre su ‘ede a ese algo, entre otras cosas, por fe. Doy por terminada mi exposicién y comentario de algunas carac tcristicas de la escritura de Cavell que considero, aun cuando tratadas ‘de modo muy sumario, imprescindibles tener en cuenta para poder ac cceder a su pensamiento filoséfico. Califiqué de «mapa» la exposicién que hice del proyecto filoséfico del autor en mi ya citado libro Lo bie ‘mano entre éreas, Podsia afadir ahora que lo que he presentado en estas paginas no es mis que una especie de «instrucciones» para leer ese mapa, Naturalmente, cabe prescindir tanto del mapa como de las ins trucciones para leer Ia obra de Cavell, yno seria yo quien desaconseja se semejante iniciativa. En tal caso, lo tinico que me queda por obser vvar ¢s que seria bueno que, quien asi lo hiciese, supiera de antemano {que el terreno que va a pisar se parece mas a una selva que a los Jardi- nes de Versalles. Habia prometido decir algo sobre la reconcepcién del modems ‘mo en la obra de Cavell. Modemismo es el nombre que él da (y aqui suelo afadir un «mis © menos» siempre que he hablado sobre este tema) a lo que normalmente se entiende por Vanguardias. Lo que te- nia en mente, pero nunca habia especificado, con este «mas 0 menos» afadido a modo de precisién a la terminologia, ¢s que cl autor no con sidera como modemistas todas las obras que caen dentro de lo que se entiende por Vanguardias (por ejemplo, algunas manifestaciones del ‘Arte Pop, algunas obras de la llamada mtsica atonal o dodecafanica, y algunas peliculas de Godard); pero también que hay obras anteriores a «se periodo del arte que Cavell considera modemnistas (Ilamense, si se ‘quiere, precursoras); y hay obras que no son obras de arte en sentido stricto, como las Anvestigaciones flosficas, que Cavell considera que son obras modemistas, 0 que poscen alguno de sus rasgos esenciales. No se trata desde luego de una cuestin meramente ferminolgica, 0 que los norteamericanos no conozcan no acepten el término Var guardias. Se trata de que el autor no cree que este nombre sea concep- tualmente adecuado para designar el arte modemo en sti conjunto (para las reservas que alberga Cavell a este respecto puede verse, por ejemplo, El mundo visto, pags. 216217). No puedo entrar ahora en la presentacién, por breve que sea, de su revisi6n de las Vanguardias que le conduce a prescindir de este nombre o titulo. Sdlo dité que dicha re vision se lleva a cabo directamente en este libro, contrastando el arte del cine, que aparentemente no parecia encajar en los parametros del arte modemo o Vanguardias —segiin la concepcién dominante de ese 4B arte modemo— siendo asi que ambas manifestaciones artisticas son ‘mas 0 menos coetineas; y contrastindolo con algtin movimiento artis tico particular de ese petiodo, sobre todo en pintura y escultura, como el llamado expresionismo abstracto de Polock y seguidores como Stella, Louis, Noland y Olitski. Lo que si me interesa es insistir en dos rasgos generales de esta revisidn porque son rasgos que han quedado incorporados ce modo central en su proyecto filoséfico, en toda su fi losofia. El primero de ellos es el inmenso problema filoséfico que en el libro arriba citado, EI mundo visto, es tratado bajo el epigrafe «La cues tin de la realidad, y alcanza su mejor expresidn filosdfica general, a mi modo de ver, en la Parte Primera de La reivindicacién de la razén, capitulo Y, titulado «Natural y convencional>. Este enfoque «lost co» de la cuestién constituye el tema central de mi libro Lo busmamo en- tre reas (cuya edicién, dicho sea de paso, est llena de faltas), de modo ‘que puedo prescindir aqui de exponerlo con més amplitud. En Elm ddo isto, ela cuestin de la realidad» es tratada en el contexto de, y en ‘oposicién a (pero para mi de modo no menos filoséfico), uno de los aspectos mas populares de la concepcién dominante, hasta el otro dia, de las Vanguardias (de una part significativa de las mismas al menos); el aspecto que se expresa diciendo que este arte, por no ser imitativo, no buscar el parecido con la naturaleza, es un arte irrealista, que rehu: ye cualquier conexién con la realidad, parte de lo que a veces se entien: de por «arte puro», El otro rasgo de la revisién de las Vanguardias de Cavell que queda incorporado a su obra filos6fica en general, es la re- lacién de este arte con su pasado, También he dicho algo, pero infini- tamente menos, sobre este punto en mi libro citado arriba (véase, por ejemplo, pags. 157-159). Referido al modemismo en arte, y en. oposi: ién a otro de los aspectos que configuran la concepcién dominante de las vanguardia, su ruptura con el pasado del arte, con la historia del arte; este rasgo de la revision de Cavell reivindica lo siguiente: «He em- pleado el término modemista, no de modo original, para nombrat la obra de un artista cuyos descubrimientos y declaraciones acerca de su medio han de entenderse como algo que incorpora su esfuerzo de mantener la continuidad de su arte con el pasado de ese art, y su es fuerzo de invitar a, y soportar, la comparacién con los logros de dicho pasado» (EI mundo visto, pig. 216). Para terminar, voy a hacer un par de observaciones sobre el libro Ex busca de o ordinario considerado ahora en su conjunto. La primera conciere al término, y concepto, cuasitécnico de recomacimiento fack- nowledgment]. Este concepto ha venido perfilindose progresivamente en la obra del autor, apareciendo ya incluso antes de la publicacién de 44 La reivindicacién dela razén, pero no sera hasta este li concepto adquiera su plena formulacidn o descripci ‘busca de lo ordinario (pags. 65°66), que €s posterior a La rivindicacin, el autor nos dice que ese libro es pr dor de su idea de reconocimiento, idea que consider der su concepcién tanto del escepticismo como dela pricticamente, para entender toda su filosofia); se he critcas hechas a esta idea y pasa seguidamente a res «sas paginas no ofrece la formulacion misma de dich; peticién» no es lo suyo, aunque su filosofia no reht ién» enriquecedora de ideas anteriores. Las dos pagi do ariba pueden verse como una de estas reformulac cticas u objeciones recibidas. Pero entonces, quiza introduccién, ofrecer la formulacién escueta, aunque detallada, de dicho concepto. Hela aqui: [|e recor alls del conocimiento no en el orden, o como una p «én, sino en el requisito que me impone de expresa en su médula, de aceptar To que sé, de hacer algo ala lu te de lo cual dicho conocimiento queda sin nuestra ¢ secuencia quiz sin nuestra posesién» (La reivindi pig, 428, la cursiva es mia) «Aceptar lo entiendo aq no que compendia todo lo que he estado sugiriendc cién que hace falta para reformular, modular o inflex conocimiento (en el sentido de la epistemotogia trad miento cierto, probado), y todo lo que hace falta par bas, caso de que fueran posibles, tuvieran algin senti ‘La segunda observacidn sobre el libro en su cor estudio del romanticismo que lleva a cabo Cavell e ordinario representa la continuacin (la «salidae, con mediata de La revindicacién dela razén (cosa que Yi en el pirrafo anterior al decir que el primer libro er cin de reconocimiento introducida y desarrollada € principalmente en la Parte Cuarta det segundo libr ign seguirs desarrollindose hasta el final de su obra caciones posterores. Al principio del libro ahora entr cuyo titulo hemos estado abreviando con B, el autc ber ilegado a Ninguna Parte siguiendo el argumento y el antiescéptico (seguimiento que constituye la tra ‘acién de larazéin); y proclama que no seguira buscanc satisfactoria a dicho argumento porque piensa que Esto constituye la declaracin formal del autor del do asi que ambas manifestaciones antsticas son as; ycontrastandolo con algiin movimiento artis periodo, sobre todo en pintura y escultura, como rismo abstracto de Polock y seguidores como y Olitski, Lo que si me interesa es insistir en dos ta revision porque son rasgos que han quedado © central en su proyecto filos6fico, en toda su fi z-ellos es el inmenso problema filos6fico que en El mundo visto, es tratado bajo el epigrafe «La cues alcanza su mejor expresién filosdfica general, a Ia Parte Primera de La reindicacin de la razén, Natural y convencional». Este enfoque «filos6fi istituye el tema central de mi libro Lo bumano en- + dicho sea de paso, esti lena de faltas), de modo aqui de exponerlo con mis amplitud. En El min le la realidad» es trtada en el contexto de, y en a mi de modo no menos filos6fico), uno de los 2s de la concepcién dominante, hasta el otro dia, una parte significativa de las mismas al menos); ‘esa diciendo que este arte, por no ser imitativo, con la naturaleza, €s un arte inrealista, que rchu: con la realidad, parte de lo que a veces se entien: ‘otro rasgo de {a revision de las Vanguardias de arporado a su obra filosdfica en general, es la re- 1 su pasado, También he dicho algo, pero infin: este punto en mi libro citado arriba (véase, por 9). Referido al modemismo en art, y en oposi ectos que configuran la concepcidn dominante ruptura con el pasado del arte, con la historia del vision de Cavell reivindica lo siguiente: «Fle em- dernista, no de modo original, para nombrar la os descubrimientos y declaraciones acerca de su lerse como algo que incorpora su esfuerzo de lad de su arte con el pasado de ese arte, y su es ‘porar, la comparacién con los logros de dicho , pig. 216), hacer un par de observaciones sobre el libro * considerado ahora en su conjunto. La primera Y concepto, cuasitécnico de reconacimiento fack- acepto ha venido perfilindose progresivamente >areciendo ya incluso antes de la publicacién de La reivindicacin dela nazén, pero no seri hasta este libro cuando dicho ‘concepto adquiera su plena formulacién 0 descripcién. En el libro Ex ‘busca de lo ordinario (pags. 65-66), que es posterior a la publicacién de La revindicacién, el autor nos dice que ese libro es profundamente dev- dor de su idea de reconocimiento, idea que considera clave para enten der su concepcidn tanto del escepticismo como de la tragedia (es decir, pricticamente, para entender toda su filosofia); se hace eco de algunas ‘eriticas hechas a esta idea y pasa seguidamente a respondertas. Pero en ‘esas piginas no ofrece la formulacién misma de dicha idea: la mera ste Peticién» no es lo suyo, aunque su filosofia no rehuye la «re formula cidne enriquecedora de ideas anteriores. Las dos piginas que he sefala do arriba pueden verse como una de estas reformulaciones, al filo de las criticas u objeciones recibidas. Pero entonces, quiz’ convenga, en una Introduccidn, offecer la formulacién escueta, aunque no una discusién detallada, de dicho concepto. Hela aqui: «|..] el reconocimiento va mis alld del conocimiento no en el orden, o como una proeza, de la cogni- Cién, sino en el requisito que me impone de expresar el conocimiento en su médula, de aeptarlo que sé, de hacer algo a la luz del mismo, apar- te de lo cual dicho conocimiento queda sin nuestra expresiOn, y en con- secuencia quizi sin nuestra posesiOn» (La reivindicacin de la razén, pag. 428, la cursiva es mia). «Aceptar» lo entiendo aqui como un térmi: no que compendia todo lo que he estado sugiriendo en esta introduc: cién que hace falta para reformular, modular oinflexionar, la nocién de conocimiento (en el sentido de la epistemologia tradicional de conoc miento cierto, probado), y todo lo que hace falta para que dichas prue bas, caso de que fueran posibles, tuvieran algiin sentido en absoluto. ‘La segunda observacidn sobre el libro en su conjunto se refiere al estudio del romanticismo que lleva a cabo Cavell en él. Ex busca de lo ordinaro representa la continuacién (Ia «salidav, como dice Cavell) in mediata de La rekvindcacién de la razén (cosa que ya estaba implicada en el pirrafo anterior al decir que el primer libro era deudor de la no- cidn de reconocimiento introducida y desarrollada en su obra anterior, principalmente en la Parte Cuarta del segundo libro). Esta continua ion seguita desarrollindose hasta el final de su obra, en libros y publi ‘aciones posteriores. Al principio del libro ahora entre manos (pig. 61), cauyo titulo hemos estado abreviando con B, el autor proclama su ha ber llegado a Ninguna Parte siguiendo el argumento entre el escéptico y el antiescéptico (seguimiento que constituye la trama de La refvindi- ‘aciéin de la razén): y proclama que no seguir’ buscando una conclusion satisfactoria a dicho argumento porque piensa que no tiene ninguna. Esto constituye la declaracién formal del autor del abandono de la ar- 45 _gumentacién como el todo de la filosofia, lo que no supone —como ya he indicado— el abandono del rigor y precision filosdficos sino el descubrimiento de que hay otra clase de precision, a la que se refiere explicitamente unas piginas mas adelante (pigs. 72.73) Antes de dar nombre a este extraRo rigor [..] supongamos que Jo que en flosofa se entiende por argumentacion es una forma de aceptar la plena responsabilidad por el propio discurso. Entonces, la atencién que requiero depende de la idea de que hay otra forma, ‘otra forma flosofica (pues la poesia tend la suya, como la terapia tendré la suya propia) de aceptar dicha responsabilidad, Voy a ll ‘mat lectura 2 esta otra forma filosdfica; otros puede que la lamen in texpretacinfilos6fica, Lectura es como denomina Cave a su filosofar, y éstaes la prime- raver, que yo recuerde, que lo hace formalmente. Algunos comenta- ristas han elevado este término a la categoria de método y se refieren al smétodo» de la flosofia de Cavell como «lectura /reading). Que yo re cuerde, él no ha ejecutado nunca semejante elevacién. (Me he ocupa- do con cierto detalle de dicho « método», yo lo llamo modelo, en mi l- bbro Lo humano entre éeas, pigs. 175-182.) Su demarcacién respecto a otros que llaman sinterpretacion» a este tipo de precision filos6fica se debe, creo, por una parte a su afin de conectar con la filosofia conti: rental (hermenéutica), y por otra parte a su otto afan de distinguirse de ella: su modelo de lectura no suscribe ninguna teoria de la interpreta cién ya establecida, con sus principios yreglas de interpretacién perfec: tamente articulados. Hacer filosofia con estos dos afanes juntos es como yo entiendo su reivindicacién de querer filosofar desde la bre cha, 0 abismo, que han dejado abierta las dos tradiciones filosoficas: la continental y'la anglosajona, hoy mas bien angloamericana. (Otro tema que dejo abierto para futura investigacién.) Pues bien, esta salida de su Ninguna Parte, o la continuacién de su libro La refvindicaién dela razbn, a vaa realizar Cavell en el presente li- bro de mano de la literatura, yen particular del romanticismo. (Lo que nos hace pensar, dicho sea de paso, en la conveniencia y urgencia de contar con una versin al castellano de su Claim of Reason.) Sostiene el autor que para su recuperacidn, tanto la filosofia como la literatura (y en particular la poesia) se necesitan mutuamente. Esta ultima sentencia constituye un modo (uno entre varios) de descrbir el tema de B. Pero ccomo era de esperar, su tratamiento del Romanticismo no se adhiere a ninguna de las concepciones vigentes sobre el mismo. Claramente no, ‘alo que se ha llamado «romanticismo desenfrenado» (Isaiah Berlin en 46 Las races del romanticomo). Encaja mejor en lo que corriente principal» del romanticismo, estudiada eminente por Harold Bloom (puede verse una m en la tercera parte de su libro El canom occidental) (en su libro El epejo y la lampara), pero con impor tanciamientos respecto a esta concepcidn de la cc romanticism, como el propio Cavell hace const mita esta peculiaridad de su tratamiento del roman de ese libro, Para nuestros propésitos en esta inte lar dos aspectos relacionados, sino es que se tat de su tratamiento del romanticismo. En primer | del marco mas amplio, ya sugerido, de la relacin ratura; y mis en particular, ve el romanticismo ec escepticismo, y mas en particular ain lo ve dentr mado stespuestas rominticas a Kant», s6lo que ac ppuestas, quiza' menos conocidas para nosotros « Coleridge, Wordsworth, y Emerson (vednse princi 3 del presente volumen). ¥ la idea principal de segundo aspecto anunciado, 0 concrecién del pri autor en el intento desesperado por parte de los 1 blecer la conexién yomundo, pensamiento-nat ssintonizaciéne, «acuerdo» son los términos que lo entiendo, al término «referencia» de las teorias ‘con esta denominacién, ante el fiacaso de dichas lo entiende él, para volver a conectar (teéricam mente) con el mundo después de haberse salido berlo perdido. Pero entonces, el romanticismo es cocurria en su concepto del modernismo— mist un movimiento o periodo histsrico particular. que se esté dispuesto a sostener que la Gnica man se, del mundo es el escepticismo filoséfico de la ligién, ciertas formas de religién, son otra maner gar— este mundo y nuestras vidas en él como al de ligrimas en espera de las risas perpetuas y ol {que creamos nosotros mismos). Pero entonces, C introducir y hacer funcionar su idea del roman manifestacion cultural modema contemporain (desde Shakespeare hasta Hitchcock, pongamos desde luego, en Hegel y Heidegger). No he dicho Emerson y Thoreau. Valga, para paliar al meno que el transcendentalismo de Emerson y Thore 1 todo de la filosofia, lo que no supone como abandono del rigor y precisién filoséficos sino el uc hay otra clase de precisién, a la que se refiere paginas mas adelante (pags. 72.73): dar nombre a este extraio rigor [..] supongamos que >sofla se entiende por argumentacion es una forma de 1a responsabilidad por el propio discurso, Entonces, la requiero depende de la idea de que hay otra forma, losética (pues la poesia tendré a suya, como la terapia a propia) de aceptar dicha responsabilidad. Voy a Il {ta forms fs; otros pede gue amen iloséfica denomina Cavell a su filosofar, yésta es la prime: de, que lo hace formalmente. Algunos comenta « término ala categoria de método y se refieren al fia de Cavell como «lecturae reading]. Que yo te stado nunca semejante elevacién. (Me he ocupa- de dicho «método», yo lo llamo modelo, en mi li creas, pags, 175-182.) Su demarcacidn respecto a ‘tpretacion» a este tipo de precisin filos6fica se >arte a su afin de conectar con la filosofia conti ),y por otra parte a su otro afin de distinguirse de ‘tura no suscribe ninguna teoria de la interpreta on sus principios y reglas de interpretacién perfec Hacer filosofia con estos dos afanes juntos es 1 teivindicacién de querer filosofar desde la bre in dejado abierta las dos tradiciones filos6ficas: la losajona, hoy mas bien angloamericana. (Otro > para futura investigacién.) ida de su Ninguna Parte, o la continuacién de su dela razbn, la Va a realizar Cavel en el presente li zratura, ¥ en particular del romanticismo. (Lo que 10 sea de paso, en la conveniencia y urgencia de on al castellano de su. Claim of Reason.) Sostiene el Uuperacién, tanto la filosofia como la literatura (y 4) se necesitan mutuamente. Esta ultima sentencia (uno entre varios) de describir el tema de B. Pero su tratamiento del Romanticismo no se adhiere a Pciones vigentes sobre el mismo. Claramente no, © «romanticismo desenfrenado> (Isaiah Berlin en Las races del romanticismo). Encaja mejor en lo que se conoce como «la cortiente principal» del romanticismo, estudiada entre otros de modo ‘eminente por Harold Bloom (puede verse una muestra de tal estudio cen la tercera parte de su libro El canon occidental) y por M. H. Abrams {en su libro Elespgjoy la lémpara), pero con importantes reservas y dis- tanciamientos respecto a esta concepcidn de la corriente principal del romanticismo, como el propio Cavell hace constar en B. El autor deli- rita esta peculiaridad de su tratamiento del romanticismo en la pig. 63 de esc libro. Para nuestros propésitos en esta introduccién, voy a sefta lar dos aspectos relacionados, si no es que se trata del mismo aspecto, de su tratamiento del romanticismo. En primer lugar, lo trata dentro del marco mas amplio, ya sugerido, dela relacién entre filosofia y lite: ratura; y mis en particular, ve el romanticismo como una respuesta al escepticismo, y mas en particular atin fo ve dentro de lo que se ha lla ‘mado «respuestas romanticas a Kant, sélo que aqué se trata de las tes ppuestas, quizé menos conocidas para nosotros que las alemanas, de Coleridge, Wordsworth, y Emerson (vednse principalmente capitulos 2 y 3 del presente volumen). Y la idea principal de estas respuestas —el segundo aspecto anunciado, o concrecién del primero— la ve nuestro autor en el intento desesperado por parte de los rominticos de re-esta blecer la conexién yomundo, pensamiento-naturaleza. «Conexiéne, «sintonizacidne, «acuerdo» son los términos que sustituyen, como yo lo entiendo, al término «referencia» de las teorias filos6ficas modernas con esta denominacidn, ante el fracaso de dichas teorias, ahora segtin lo entiende él, para volver a conectar (tedricamente, epistemologica mente) con el mundo después de haberse salido de él, después de ha berlo perdido, Pero entonces, el romanticism es para Cavell —como ‘ocurtiaen su concepto del modernismo— mis un concepto que, s6lo, ‘un movimiento o periodo histérico particular. ¥ esto es asi a menos {que se esté dispuesto a sostener que la tinica manera de perder, 0 salir se, del mundo es el escepticismo filos6fico de la edad modema (la re ligidn, ciertas formas de religién, son otra manera, al considerar —ne- ‘gar— este mundo y nuestras vidas en él como algo sin valor, un valle de lagrimas en espera de las risas perpetuas y obscenas de los dioses {que creamos nosotros mismos) Pero entonces, Cavell esti dispuesto a introducir y hacer funcionar su idea del romanticismo en cualquier manifestacién cultural modema 0 contemporinea, filosofia incluida (desde Shakespeare hasta Hitchcock, pongamos por caso; y también, desde luego, en Hegel y Heidegger). No he dicho nada, 0 casi nada, de Emerson y Thoreau. Valga, para paliar al menos esta omisiin, decir que el transcendentalismo de Emerson y Thoreau representa lo que a7 vino a ser el romanticismo en Amética; y afiadiria, para quien le mo: leste el término transcendentalismo, que este transcendentalismo no es incompatible con un sano empirismo: «La revisién de la propia expe: riencia es una definicién que un norteamericano, o un norteamerica- no espiritual, podria dar del empirismo que practicaran Emerson y Thoreau» (Cavell en La busqueda dela felicidad, pig. 22). Hoy dia, a la cexpresion de Cavell snadie quiere ser escéptico», cabria decir, comple: tando esta expresion por nuestra parte, que todo el mundo quiere ser romantico. A mi esto no me parece del todo bueno. Decimos a veces ue se es omantico a modo de una hip6tesis ad oc, para cubri las bre- cchas y agujeros de la propia posicién (tebrica o de otro tipo). Pero den: two de la filosofia de Cavell, esto no constituye un peligro insalvable de degeneracién filoséfica. Alertados por la posibilidad inherente al len guaje humano de negarse, o falsificarse —y por tanto de negamos, 0 falsificarnos, nosotros a nosotros mismos; de «teatralizarnos» y teatra lizar la sociedad y la politica—, siempre poclemos (Segiin otra posibil dad del lenguaje humano) recurrir a smirar y ver» si quien tal dice obra ‘en su escritura (0 para el caso en su habla) lo que dice que es y hace. Para este menester, seguramente tendremos que tener en cuenta vcrite: trios» extemos, criterios que estin disponibles en nuestro lenguaje co- ‘main, y son cominmente compartidos: «Lo més dificil aqui es poder expresar la indeterminacién correctamente y sin adulteracién» (Witt genstein, hnoestigaciones flosificas, Parte Il, pig. 519). Pienso que la dif cultad no ¢s motivo suficiente para evitar la expresién. Este pensa miento es el que, en parte al menos, me ha alentado a la hora de esi bir estas paginas y, casi exclusivamente, a escribirlas como las he escrito. Ditco Rises Universidad de Valencia 48 Bibliografia ‘Asan, M. HL, Leseo la limpara. Teoria roménticay ona, Seix Baral, 197. Buss, Las races de romanticiomo, Madeid, Taurus, 21 Bioow, H, El canon ocidemal, Barcelona, Anagrama, I! Bouverisss J. Fe y saber, en J. Marrades Millet y N ‘Mira con cud: flsoiayexeptcimo, Valencia, Pr Caveat, S. The Claim of Reason, Nueva York y Oxfo Pres, 1979, — The World View, Cambridge, Massachusetts, y Londn Press, 1971 (edicion amphiada, 1979). ~ La biisquede de felicidad, Barcelona, Pads, 1999. Dove, Ch. «ln Quest of the Ordinary: Lines of Skeptic (una recension), en MLN, vol. 104, Comparative dle 1989), pigs. 181-183 Eqenson, RW, Hombres rpnsenttitos, Barcelona, Bil — Enuyos, Madrid, Espasa Calpe, 2001, Hecet, G. W. F., Fey saber, Madrid, Biblioteca Nueva, Hepeccr, M, Confrenciasyantcals, Barcelona, Odd Kravyy, A. Witgenten, Madrid, Alianza, 1995 Krurke, S.A. Witgenstin on Rues and Private Language well 1982. Rives, D., Lo humano entre dreas, Valencia, Ans el Mag = sNelson Goodman: cuando la filosofia mira al ar nims. 2324, Valencia, 2001 Romuman, W., sCavell’s Creations, en T. Cohen, P. (eds), Pars of Reason. Essays im Honor of Stanly C Texas Tech University Press, 1993 Twortau, H.D., Walden, seguido de Del debe dela des na, Prsifa, 1989. Wirtcusssteiny L, cestigaconesflssfices, Barcelona, U icismo en América; y afiadiria, para quien le mo: cendentalismo, que este transcendentalismo no es 1 sano empirismo: «La revisién de la propia expe- cién que un norteamericano, o un norteamerica «dar del empirismo que practicaran Emerson y La busqueda dela filicdad, pig. 22), Hoy dia, a la snadie quiere ser escéptico», cabria decir, comple por nuestra parte, que todo el mundo quiere ser > no me parece del todo bueno. Decimos a veces + modo de una hipétesis ad boc, para cubrir las bre propia posicién (tedrica 0 de otro tipo). Pero den: Cavell, esto no constituye un peligro insalvable de ica, Alertados por la posibilidad inherente al len- garse, 0 falsificarse —y por tanto de negamos, 0 5 a nosotros mismos; de teatraizamos y teatra politica—, siempre podemos (segtin otra posibili- 1ano) recur a «mirar y ver» si quien tal dice obra ta el caso en su habla) lo que dice que es y hace. :guramente tendremos que tener en cuenta site: (5 que estin disponibles en nuestro lenguaje co rente compartidos: «Lo mis dificil aqui es poder inacién comrectamente y sin adulteracién» (Witt 1 filossfcas, Parte I, pig, 19) Pienso que la difi- » suficiente para evitar la expresion. Este pensa- parte al menos, me ha alentado a la hora de escri casi exclusivamente, a escribirlas como las he Dirco Rises Universidad de Valencia Bibliografia ‘Anam, M. 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Cuando estaba intentando hacer llegar lau dde mi libro The Claim of Reason (La reivindicacion de to final, mi progresion hacia el mismo se veia cc rrumpida por cstallidos de textos roménticos —un «E] muchacho de Winander» de Wordsworth, +O miento» de Coleridge, Frmkenstein, una secciin del moe de Emerson, un pasaje de Wilden, Tras haber te ito, solia preguntarme de vez, en cuando por alg esta interferencia. éQué ¢s la filosofia para mi, 0 4 ‘manifestirsemee que es, para exigir estas orientacion rominticas, y exigir precisamente éstas? Cada vez q tin, la soslayaba a favor de otras materias apremia ignorancia parecia ser menos vasta o menos mort después de la publicacién de La reivindicacién de l profesor Michael Fischer del Departamento de Ing dad de Nuevo México me invité a participar en un: cias y discusiones académicas que, junto con su ¢¢ estaba organizando sobre el tema «romanticism y nea». Fischer desestimé mi alegato de ignorancia d se esperaba de mi, en relacién a los conferenciante: discusién de cémo entendia la aparicién de textos propia obra, en The Senses of Walden y especialmente reivindicacién de a razén. Quedndome sin defensa ue nadie se encontraba en mejor posicién que yo Prefacio y reconocimientos En la primera de las conferencias reunidas en este libro hago notar tuna perplejidad cuya presencia empecé a sentir hace ahora unos diez afios, Cuando estaba intentando hacer llegar la tiltima parte, parte 4, de mi libro. The Claim of Reason [La reivindicacién dela razon] a un pun to final, mi progresién hacia el mismo se veia continuamente inte- rrumpida por estallidos de textos roménticos —un cuarteto de Blake, sEI muchacho de Winander» de Wordsworth, «Oda sobre el abat miento» de Coleridge, Frankenstein, una seccidn del «Transcendentals mo» de Emerson, un pasaie de Walden. Tras haber terminado el manus- crito, solia preguntarme de vez en cuando por alguna explicacién de esta interferencia. Qué es la filosofia para mi, o qué ha empezado a ‘manifestarseme que es, para exigir estas orientaciones o transgresiones rominticas, y exigir precisamente éstas? Cada vez. que surgia esta cues tidn, la soslayaba a favor de otras materias apremiantes en las que mi jgnorancia parecia ser menos vasta o menos mortificante. Dos aiios después de la publicacién de La reivindicacin de la razén en 1979, el profesor Michael Fischer del Departamento de Inglés de la Universi dad de Nuevo México me invité a paticipar en una serie de conferen: cias y discusiones académicas que, junto con st colega Morris Eaves, estaba organizando sobre el ema «romanticismo y critica contempors nea». Fischer desestimé mi alegato de ignorancia diciendo que lo que se esperaba de mi, en relacién a los conferenciantes invitados, era una discusién de cémo entendia la aparicién de textos romanticas en mi propia obta, en The Senses of Walden y especialmente en la parte 4 de La reeindicacion de la razén. Quediindome sin defensas, y sobre la base de que nadie se encontraba en mejor posicién que yo para aprender sobre 33 dichas apariciones, acepté. Incorporo y amplio en el presente vol men, bajo el titulo de Conferencias Beckman, el material que desarro: Iié en la serie de Nuevo México. Quienquiera que sea tan propenso, como al parecer lo soy yo, a participar en aventuras intelectuales que exigen llevar a cabo en publi: co la formacién continua de uno mismo, ha de confiar en ocasiones amistosas que prometan buenos resultados. Nadie podia haber sido mis afortunado que yo en este aspecto. Los textos que siguen guardan. seftales especificas de las intervenciones habidas en las discusiones dle Albuquerque, ademas de las de Fischer y Eaves, de Gus Blaisdell, Rus sel Goodman e Ira Jaffe; y de Paul Alpers, en Berkeley —Ia introduc: ‘cin que Alpers hizo de mi en su calidad de Director del Departamen: to de Inglés, mi anfitién en esta ocasién, alcanzé un tono de conside: racién excelente— y las de sus colegas Janet Adelman, Joe! Fineman, Stephen Greenblatt, Steven Knapp, William Nestrick, Norman Rabkin y Henry Nash Smith. Es también un placer hacer constar aqui que, al: gunos meses antes de reunir mis ideas para Albuquerque, una invita in de la Universidad de Utah me brinds la ocasién de presentar por primera vez una tosca version de ciertos temas y que la respuesta a los mismos de Virgil Aldrich, Brooke Hopkins y Barry Weller fue precisa y estimulante. Tenia claro que no queria que el conjunto de las conferencias Beck ‘man fuera publicado por separado; demasiadas cosas parecian quedar sin laindicacién de modos claros y fecundos para un desarrollo poste- rior. Por ejemplo, el material sobre El cuento de incierno, aunque conti niia la problemtica del escepticismo y la tragedia con la que termi La reivindicaciin de la razén, suscita nuevos problemas de modo tan ge neralizado y crudo que restan atencidn a la interconexin entre escep ticismo y romanticismo que los provoca. Dos problemas en particular: (1) Debido a que El cuento de inviemo representa el escepticismo al filo de la cuestién de si yo puedo saber si mis hijos son mios, que es la cuestién de un padre y distintivamente no de una madre, ahora me pa rece irresistible la implicacién de que el tema del escepticismo en este texto —y por ende éddnde no en cualquier texto romantico? ¢Y dén de no en filosofia?— est’ modulado por la cuestién del género. (2) La problematica del decir, relatar (telling) como contar, empieza en este scuento» como un despliegue de temas que en La reivindicacion de lara- 26n van asociados con la cuestin de la nocién de criterio wittgenstei niano entendido como una forma de contar y volver a conta, en con: 54 traste con la nocién de criterio austiniano entend de decir e identificar, en consecuencia de temas as tes aspectos o niveles de la reivindicacién de co despliegue va tan lejos y tan répido que debilita un sin de las motivaciones del y al escepticismo, Sin otros lugares, se indican algunas vias de desarrollo. a mi reciente recopilacidn Disowoning Knowledge: speare he alcanzado cierto desarrollo de la géness contrindolo representado a escala historica en los ‘Cleopatra; y en el presente libro, los temas de con son llevados un paso adelante en Extraiiados, rea al mismo tiempo, la presencia de Poe en las confer ‘ga a parecer menos arbitraria. Cuestiones filoséfica nientes al tema del encontratse, por decitlo de alg tnidas en la pregunta de Emerson (en el segundo j Experiencia»): éCuantos individuos podemos co —es decir, aparecen unidas si escuchamos la pre como recomiendo hacerlo en #Extraitados, reajust volverse a hacer, o volver a contar, la pregunta d solo en el mundo?; si escuchamos la termina Descartes afiade a la pregunta pascaliana de ai ‘@xisto sinicamente yo? Sin proporcionar una respu del escepticismo, no se puede saber si el mundo | num, es decir una multitud estadistica, 0, de otro otros. Las conferencias finales del presente volume y sobre lo fantistico, especfican ulteriormente est Mis clases en Harvard han sido las ocasiones para llevar adelante mi formacién en cada uno de Jos miembros de estas clases, de los tltimos aos, do sobre aspectos directamente relacionados con romanticismo, he de mencioifar a Christopher B ney, James Conant, Juliet Floyd, Marian Keane, Jo ter de Mameffe, Richard Moran, Susan Neiman, Saadya Stemberg, Charles Warren, y Lilian Weissb ses menos recientes, las conversaciones y correspo temas continuaron con Norton Batkin y Timothy ¢ de las Conferencias Tanner (aqui se publica silo t sobre cine, que apareceri en un contexto mis apro Julius Moravesik y sus colegas del Departamento ford fueron muy acogedores y para las que el St Center proporcioné un lugar de trabajo totalmer acepté. Incorporo y amplio en el presente volu Conferencias Beckman, el material que desarro- vo México. + sea tan propenso, como al parecer lo soy yo, a as intelectuales que exigen llevar a cabo en publ tinua de uno mismo, ha de confiar en ocasiones tan buenos resultados. Nadie podia haber sido yo en este aspecto. Los textos que siguen guardan. + Tas intervenciones habidas en las discusiones de is de las de Fischer y Eaves, de Gus Blaisdell, Rus affe; y de Paul Alpers, en Berkeley —Ia introduc + de mi en su calidad de Director del Departamen: sin en esta ocasion, alcanz6 un tono de conside las de sus colegas Janet Adelman, Joel Fineman, Steven Knapp, William Nestrck, Norman Rabkin 1. Bs también un placer hacer constar aqui que, al le reunir mis ideas para Albuquerque, una invita ad de Utah me brindé la ocasién de presentar por ca versidn de ciertos temas y que la respuesta a los drich, Brooke Hopkins y Barry Weller fue precisa 2o queria que el conjunto de las conferencias Beck > por separado; demasiadas cosas parecian quedar modos claros y fecundos para un desarrollo poste: material sobre El cuento de inviemo, aunque conti del escepticismo y la tragedia con la que termina 4 razén, suscita nuevos problemas de modo tan ge ue restan atencién a la interconexién entre escep- -io que los provoca. Dos problemas en particular: ‘euento de incierno representa el escepticismo al filo yo puedo saber si mis hijos son mios, que es la ¢y distintivamente no de una madre, ahora me pa aplicacién de que el tema del escepticismo en este édonde no en cualquier texto romantico? €Y dén- ~ esti modulado por la cuestién del género. 2) La sci, relatar felling] como contar, empieza en este lespliegue de temas que en La retvindicacin de ara con la cuestidn de la nocién de criterio wittgenste ‘mo una forma de contar y volver a contar, en con: traste con la nocién de criterio austiniano entendido como un modo de decir e identificar, en consecuencia de temas asociados con diferen: tes aspectos o niveles de la reivindicacién de conocimiento. Pero el despliegue va tan lejos y tan rapido que debilita un tanto mi compren- sin de las motivaciones del y al escepticismo. Sin embargo, aqui y en otros lugares, se indican algunas vias de desarrollo. En la introduecién a mi tectente recopilacién Disowming Knowledge: In Six Plays of Shake- speare he alcanzado cierto desarrollo de la génesi del escepticismo, en- contrindolo representado a escala histérica en los afanes dle Antonio y Chopatra; y en el presente libro, los temas de contar y volver 2 contar son llevados un paso adelante en «Extraftados, reajustindonos» donde, al mismo tiempo, la presencia de Poe en las conferencias Beckman lle ga a parecer menos arbitraria. Cuestiones filoséficasy literarias concer hnientes al tema del encontrarse, por decirlo de algin modo, aparecen unidas en la pregunta de Emerson (en el segundo parrafo de su ensayo «

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