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TERAPIA ISBECOUDOOOOSS FaMiLian DOOOOSOOSOSSE EL ENFOQUE NARRATIVO EN LA EXPERIENCIA DE LOS TERAPEUTAS TERAPIA DODOOSSSSNOOS FaMiLiar OBO! pueden contribuir los desajustes entre la concepcién de la profesién y las experiencias diarias, que requieren siempre nuevos recursos, a veces alejados del «ideal» de la disciplina aprendida. Mantenerse fiel a principios ¢ ideas firmes acerca de si mismo impide a los terapeutas abrirse a nuevas experiencias terapéuticas e integrarlas como parte enriquecedora en la historia personal. De este modo, los terapeutas corren el riesgo de percibir su supuesta «identidad originaria» como més y mas vacia y lo nuevo y sorprendente como algo que slo les aturde y marea. Enesta obra, Michael White se dedica por primera vez exclusivamente a los terapeutas, sus problemas y las posibilidades de superarlos, valiéndose de su larga experiencia en ayudar a las personas a snarrar su vida de otra manera», a cambiar los acentos, a ver como son realmente y cuales son sus capacidades en el presente. Partiendo de las actuales teorias psicosociales, inspiradas en Foucault, el autor desarrolla su concepeién de la identidad personal y Ia aplica en las pricticas de la supervisi6n y en los ejercicios de rearti- culacién constante de la vida profesional y personal. Las valiosas indicaciones y reflexiones de esta obra seran un impor- tante enriquecimiento para psicoterapeutas en formacién y en ejerci- cio en los mas diversos entornos laborales. Hoy es navtuat oir naar os terapentas de expertencias de faca 30 y desmoralizacién, de agobio y fatiga. A estos estados de énimo Michael White es terapeuta familiar y trabaja en el Dulwich Centre, en Adelaida, Australia. Ha impartido muchos seminarios a nivel nacional e internacional y es autor de numerosos articulos y libros sobre terapia narrativa. Gedisa ha publicado también sus obras Guias para una terapia familiar sistemdtica y Reescribir la vida. gedisa Poses ‘editorial 141629 EL ENFOQUE NARRATIVO EN LA EXPERIENCIA DE LOS TERAPEUTAS Michael White gedisa Editorial Gedisa ofrece los siguientes titulos sobre ‘TERAPIA FAMILIAR Micuaey Ware — Reeseribir la vida Entrevista yensayos Steven FRIEDMAN (com) ET nuevo lenguaje del cambio Lacolaboraciin constuctiva ‘enpicoterapin JuprmS.Beck Terapia cognitiva ‘Conceptos hscosy profundizacion JounS.Rottanp Familias, enfermedad y discapacidad. EVAN nBeR-BLACK Steve pe SuAZER (Cantos E.StuzKt ‘Tom ANDERSEN (comr) Micuaen wurre Jay S.ERRAN, Miciaet D. LUCKENS Y [ROBERT J, LUKENS [RALPH E, ANDERSON ‘eit, CARTER. Mice. DuReant ‘y Cuenvt Ware (coms) Sreve pe Suazen Heawz. von FoeRster ‘Un propuesta desde a erapi satémica La vida secreta de las familias Enun origen las palabras eran magia La red social: frontera dela précticasistémica El equipo reflexivo Guias para una terapia Samiliarsistémica Lenguaje, estructura y cambio. Lnesructorcia del sentido enpatcoterapia La conducta humana en-el medio social. nfo sistémicn de a sciedad Terapia del abuso sexual CClaves en psicoterapia breve ‘Una teria delasolucén Las semillas de la cibernética ‘pital del original en inglés: Narratives of Therapists’ Lives (© 1997 by Dulwich Centre Publications ‘Traduecin: Veronica Trotta ‘Primera edicién: abil del 2002, Barcelona ‘Derechos reservados para todas las ediciones en castellano (© ditorial Gedisa, SA. Paseo Bonanova, 91-1" (08022 Barcelona, Espatia ‘Tel, 98 253 09 04 Fax 93 253 09 05, Correo electrénico: gedisu@gedisa.com Inttpdwww-gedisa.com ISBN: 84-7432-848-9 Depésit legal: B. 17882-2002 ‘Preimpresin: Bditor Service, SL. Diagonal 299, entresd! It ‘Tel, 99 457 50 65 (08013 Bareclona Impreso por Limpergraf Mogoda 29-31. Barbera del Vallés Impreso en Espaiia Printed in Spain {Queda prohibida a reproduecion total o parcial por cualquier medio de impresién, en forma idéntica extractada o modifcada, fen castellano oen cualquier otro idioma. Indice Introduecién ..... 5 9 Parte I: RE-INTEGRACION ¥ CEREMONIA DE DEFINICION Introduccién a 19 1. Lacultura de las disciplinas profesionales .... 28 2. Re-integracién besteteseees 40 3. Re-integracién y vidas profesionales 16 4. Ceremonia de definicién ......... 124 Parte II: AsPECTOS POLITICOS ‘DE LA PRACTICA TERAPEUTICA Introduccién . 153 5. Discursos profesionales 155 6. Larelacién terapéutica 163 11. Supervision como conversacién de reeseritura dela vida . 188 8. Formacion profesional como co _ 215 Panre III; La ETICA DE LA COLABORACION ‘Y LA PRACTICA DESCENTRADA JntroducciOn ........0seeeeeeeeeee eres 237 9. La ética de la colaboracién . . 239 10. Practica descentrada 244 Parte IV: DIVERSAS FORMULACIONES DE LA TERAPIA NARRATIVA Introduccién cesses 261 11. Terapia narrativa y posestructuralismo ee 26d Conelusic 281 Referencias bibliogréficas ........6.+++ +. 283 Introduccién Pienso que la mayoria de los lectores estirén familiarizados con Jas experiencias de desmoralizacion, fatiga y agotamiento con que ces tan comtin encontrarse en la cultura de la psicoterapia. ¥ no ‘me refiero aqui a las experiencias de las personas que consultan & los terapeutas, sino a las de los terapeutas mismos, Muchos ex- presan abiertamente su sentimiento de desesperanza y un mime- ro considerable abandona la profesién, aquejados de lo que suele lamarse sindrome de desgaste profesional o burnout. No obstan- te, otros suelen lidiar con un doloroso sentimiento de falta de di- reccién en gu trabajo y sienten con frecuencia que, a pesar de sus mejores esfuerzos, no hacen més que marcar el paso del tiempo y que al hacerlo apenas si logran mantener la cabeza fuera del agua. Si bien hay terapeutas que no sienten nada de esto, dudo de que sean muchos los lectores que ignoran la presencia de estas expresiones de fatiga y abatimiento en las redes profesionales de las que forman parte. En respuesta a estas experiencias de desmoralizaciOn, fatiga y agotamiento, no es raro que de pronto los terapeutas se encuen- tren reflexionando sobre su elecciOn de earrera y que comiencen a preguntarse cémo y por qué ingresaron en la profesién de conseje- rolterapeuta. En esos momentos, es frecuente que se contemple la posibilidad de una jubilacién anticipada o de un cambio de carre- ra, Por esta razén, la disciplina pierde muchos terapeutas. ‘Se proponen muchas explicaciones diferentes para este fen6- meno, Algunas se refieren a la indole del trabajo mismo: que es cexigente y, en ocasiones, bastante abrumador. Otras problemati: zan el yo de los trabajadores individuales: 0 no «estan hechos pa- ra esto», o tienen «cuestiones sin resolver», o son «codependien- 9 tes», eteétera. Otras explicaciones, sin embargo, se refieren a las estructuras institucionales que constituyen el contexto de este trabajo (al hecho de que estas estructuras son desmoralizadoras y no brindan ningxin apoyo a su personal) y a las innovaciones en la prestacién del servicio que estén siendo regidas cada vez més por la logica econdmica del mercado «libre», y no por lo que seria lo ‘mejor para las personas, segtin criterios valiosos para ellas. ‘Actualmente, esta diltima consideracién est& comenzando a re- cibir una importante atencién. Todos tenemos buenas razones pa- ra estar preocupados por estas estructuras institucionales y por el sometimiento a las leyes del mercado de muchas de las decisio- nes sabre la prestacién de servicios. En respuesta a esta situa- cin, los trabajadores de la salud recién ahora estan comenzando ‘ encontrar nuevas maneras de compartir estas preocupaciones con otros (es decir, con otros prestadores de servicios y con las per- sonas que utilizan esos servicios) en un esfuerzo por habilitar ‘ms opciones para la aceién colaborativa en su abordaje. Si bien estas cuestiones, que se vinculan con las estructuras laborales y la toma de decisiones acerca de la prestacién de servi- cios, son sumamente importantes a la hora de considerar la vida yel trabajo del terapeuta, no constituyen el tema de este libro, al menos directamente. Aqui exploraré, en cambio, otra hipétesis sobre las experiencias de desaliento, fatiga y burnout de los tera~ peutas. La hipétesis propone que estas experiencias son tam- bién, muy significativamente, el resultado de: a) el modo en que zgeneralmente se conciben las précticas terapéuticas; b) las préc- ticas de relacién que estructuran la interaccién entre los tera~ peutas y las personas que los consultan; y ¢) las practicas del yo del terapeuta que estructuran su manera de manejar la propia identidad. En este libro presento algunas concepeiones alternativas de la tarea terapéutica y exploro algunas de las précticas de relacién de la terapia ~y de las précticas del yo del terapeuta- que estén asociadas con ellas. Estas concepciones alternativas estén infor- ‘madas por lo que comiinmente se conoce como «ideas narrativas» y por el pensamiento posestructuralista. Las précticas de rela- ‘ign de la terapia y las précticas del yo del terapeuta asociadas con estas concepciones alternativas se ofrecerén como antidotos pareiales contra el desaliento, la fatiga y el sindrome de burnout 10 del terapeuta, y como fuentes de apoyo ¢ inspiracion para este, tanto en su vida como en su trabajo. ‘Muchas de las ideas y priictieas que se exponen en este libro ya aparecieron en articulos que publiqué anteriormente: por ejem- plo, la primera parte incluye una resefia de précticas de «re-inte- gracién»* que figaran predominantemente como preguntas del tipo sexperiencia de la experiencia» en «Decir de nuevo: Hola! La jincorporacién de la relacién perdida en la resolucién de la aflic- cién» (White 1988). Por otra parte, también he dedicado algan es- pacio en mis publicaciones anteriores a la consideracién de las jmplicaciones de estas ideas y précticas para la vida del terapeuta: no obstante, esta es la primera vez que la vida del terapeuta consti- tuye el exclusive centro de atencién de mi escritura. En los talleres que dirigi durante los ltimos afios expuse to- das las ideas que se expresan en este libro acerea de como abor- dar el desaliento, la fatiga y el sindrome de burnout del terapeu- ta. Ajuzgar por la respuesta de los participantes de estos talleres, este es un tema que merece una prioridad (si bien no urgente) en tun proyecto de eseritura. Esta respuesta y el aliento expresado @ través de ella contribuyeron de manera significativa a estimular- me a escribir este libro. ‘La publicacién de esta obra debié ser postergada debido a un ‘aceidente de bicicleta que tuve en febrero de este afio. Las heridas que sufri en 61 han tardado algtin tiempo en curarse. Si bien euan- do tuve el accidente ya habia escrito la mayor parte de este texto, hhasta hace muy poco tiempo no pude atender la preparacién del borrador definitivo. Estave muy dolorido durante un tiempo con- siderable y, por més que lo intentaba, no podia concentrarme en esa tarea, Al atravesar aquella dificil situacion, mi experiencia "TNT Los téeminos usados en el original en inglés on -re-membering practicess 1 sax derivados sui generis membered lives, -dis-membering, etcetera. La primera, traducida iteralmente, seria epricticas de re-memoraciéne, pero el Eutor_y 1a ereadora de estos terminos, Barbara Myerholf- desconstruyen esa polabra através dl gun para poder Iago dervar otras, le que puede hacer- een inglés, ya que smembering» evoca «membership» (membresia), que les permite nelogimoe tales como «membrar»y «re membrar. Para esta tradoe én, con todo, hemos elegido evitar neologismos esperando habernos manten do eles al intencién del autor u con respecto a este proyecto de escritura sufrié un cambio. Lo que habia comenzado con entusiasmo y alegria pas6 gradualmente a proyectar una sombra sobre mi vida. ¥ a medida que aumentaban mis dudas acerca de si alguna vez podria terminar el libro, me in- ‘adi lo que se conoce como «bloqueo del escritor»,y ello complies atin més mis esfuerzos por retornar a la tarea, La oportuna intervencién de Cheryl White en agosto de este fio me ayudé a escapar de aquel bloqueo y del desaliento que me envolvia en lo referente a esta tarea. Ella organizé todo para que ‘un grupo de nosotros, en el que estaba incluido David Denbo- rough, ayudante de redaccién en Dulwich Centre Publications, alquilara una eabafia en la Bahfa Hanson, un sitio sumamente bello en la Isla del Canguro, por dos o tres dias. Descubrf que sen- tarme en esa cabafia y contemplar la bahia y su mar invernal, mientras revisébamos el manuscrito con David, me devolvia la energia para continuar con mi proyecto. Cuando volvi a Adelaida ‘ya podia seguir con la tarea de preparar el borrador final de este libro. De no haber sido por la intervencién de Cheryl, este libro atin no existirfa, Pero su contribucién a este proyecto excede en mu- ‘cho ese hecho, Ahora estoy pensando especialmente en su inteli- gencia y en su lucidez para percibir y cuestionar permanente- ‘mente las relaciones de poder de la cultura local en todo lo que ella hace, y también en la influencia que ello tuvo sobre la forma ue fue tomando mi trabajo. Quiero asimismo agradecerle aqut a David Denborough, no solamente por haberme ayudado a arran- car de nuevo, sino también porque el espiritu con que lo hizo me entusiasm6 y me puso otra vez de pie. Al reflexionar con més profundidad sobre la historia de as ideas + practicas que aqui presento, me encontré rememorando, y luego reviviendo, algunas de las experiencias que han estado reforzan- do fuertemente estas ideas y précticas (experiencias que también han contribuido significativamente, de manera més general, a dar forma a mi trabajo y a mi vida). Parte de esta rememoracién me condujo a las conversaciones que mantuve con los muchos te- rrapeutas que han asistido a los talleres de formacién intensivos en el Dulwich Centre, quienes se mostraron siempre dispuestos a ser entrevistados sobre sus vidas como terapeutas. Con su buena disposicién para experimentar las précticas narrativas desde 2 dentro y para comprometerse en exploraciones personales de su vida y su trabajo, han contribuido de manera significativa a dar forma a este libro, Espero haber logrado transmitir algo del espi rit de nuestras conversaciones. También espero que los partici ppantes de los talleres puedan identificar las muchas regiones de este libro que de algiin modo se vieron fuertemente afectadas por sus manifestaciones acerea de sus vidas y sus trabajos. ‘A todos aquellos compaiieros que con tanto entusiasmo contri- buyeron a este proyecto abriendo sus vidas a los lectores del modo cen que lo hicieron, quiero decirles lo maravilloso que ha sido para ‘mi sentirme en tan buena compafifa y ampliar atin més mi senti- do de comunidad. De modo que gracias Sophia, James, Louise, Pat Schumm, Ian Hanstow, Greg Stanton, Sally, Paul, Maria Fio- rito, Michelle Murphy y Kathy, Aileen Cheshire, Brigitte, Mem, Sue y Veronika. También quisiera agradecer a David Epston, ‘Amanda Kamsler, Jill Freedman y Gene Combs sus comentarios aun primer borrador de este libro, a Melissa Raven sus esfuerzos en la correccién de estilo, a Linda Higgins la transeripcin de las entrevistas que aqui se publican y a Jane Hales la preparacién de este libro para la imprenta. Un comentario sobre el uso del lenguaje Llevo algunos afios explorando la tradicién del pensamiento y la préctica posestructuralistas y es en esta tradicién en la que he in- tentado ubicar lo que hoy se conoce como terapia narrativa. La baisqueda de interpretaciones posestructuralistas de Ia accién hu- ‘mana me ha acercado a los estudios de filosofia critica, teoria lite- ‘aria, antropologia cultural y ética posmoderna. Estos estudios se alejan de las psicologias ortodoxas y las teorfas de asesoramiento psicol6gico/terapéuticas -que estan imbuidas de pensamiento es- tructuralista~ y nos proponen términos descriptivos que no son Jos que se suelen dar por sentados cuando se trata de cuestiones de la vida y la accién humana: términos descriptivos que no son los més conocidos. Por cuanto estas exploraciones del pensamiento y la préctica posestructuralista son precisamente el tema de este libro, utilizo aqui términos descriptivos que no son Jos familiares a la hora de 13 abordar los temas de la vida y la accién humana. Soy consciente de que esto puede presentar algunas dificultades al lector. Y, muy probablemente, generar también algunas preguntas: «Por qué no Io dice lisa y Nanamente en eastellano?», «:Por qué tiene que usar una jerga que dificulta la comprensién de lo que esté di- ciendo?», «En lugar de hablar de vidas que estén «magramente descritas», spor qué no dice simplemente que la persona earece de autoestima?», «En vez de hablar de un trabajo que “describe con ‘mayor riqueza los saberes y habilidades para la vida de una per- ona", ,por qué no dice simplemente que este trabajo conduce ala realizaci6n personal? {Cusl es mi respuesta a estas preguntas? En primer lugar, las expresiones como «autoestima» y «realizacién personal» no son consideradas jerga porque representan conceptos sobre la vida y Ja acci6n humana gue en la cultura occidental contempordnea se dan por sentados. Conceptos como estos se han convertido en los «chechos» sobre la naturaleza humana de nuestra cultura. Pero sin ‘embargo ellos son productos de los discursos estructuralistas. En segundo lugar, no hay equivalencia entre términos como «autoes- tima» y «realizacién personal», por una parte, y términos como «descripeién magra» y «saberes y habilidades para la vidas, por la otra. No es sélo que estos términos no sean equivalentes, sino que se refieren a conceptos que estén asociados con précticas vitales cespecificas y diferentes, y, en consecuencia, a précticas terapéuti- cas espeetficas y diferentes. Por ejemplo, la relacién con nuestra propia vida y la propuesta para la accién inherente a la idea de «baja autoestima» es completamente diferente de la relacién con nuestra propia vida y la propuesta para la accién inherente a la idea de «descripeién magra». Los términos que se dan por senta- dos, como «atitoestima» y «realizacién personal», son de hecho con- tradictorios con los términos establecidos por el pensamiento pos- estructuralista, y contradicen también lo que intento describir en este texto, Creo que esto se hard evidente alo largo del libro En tercer lugar, el pensamiento posestructuralista ofrece un euestionamiento directo de muchos de los shechos» de esta cultu- ra que se expresan en las maneras aceptadas de describir la vida la accion humana. El pensamiento posestructuralista propor- ciona opciones para la deconstruccién de estos «hechos»: una de- construccién que identifica las maneras de pensar y de vivir de “ Jas cuales estos . Se trata de précticas que ayudan a los terapeutas a recuperar y pri- 19 Parte I Re-integracién y ceremonia de definicién vilegiar las asociaciones hist6ricas y locales significativas en sus vidas y a explorar las posibilidades de la incorporacién de otras personas en sus vidas y en su trabajo. Sostengo que esta re-inte- sgracién de la vida contribuye a que los terapeutas se experimen- ten a sf mismos como personas preparadas y capaces en su traba- joy, de manera més general, en sus vidas. ‘La exposicién se concentra luego en la exploracién del concep- to de «ceremonia de definicién. Es este un concepto que introdu- ce opciones para la estructuracién de foros de reconocimiento alternativos y précticas de testificacién alternativas. La partici- pacién en estos foros otorga una poderosa autenticacién de los saberes y habilidades de los terapeutas y contribuye a que su tra- bajo y sus vidas sean descritos edensamentes o «con riqueza>. Sos- tengo que la participacién en estas ceremonias de definicién re- sulta reconfortante e inspiradora para los terapeutas. Al comenzar la tarea de volear en el papel estas ideas acerca de las précticas de re-integracién y las ceremonias de definicién, empezaron a surgir recuerdos. Algunos, de mi historia personal. Decidi incluir aqui una de las historias que recordé. Lo hago en aras de la transparencia y por otras razones, que se irdn aclaran- do.a medida que avancemos en el libro Las historias de la ratoncita’ ‘Tengo una hija de diecinueve afios que se llama Penny. Un dia, cuando Penny todavia era una nifia, al volver de visitar a mi her- mana menor ~su tfa Julie entré como una tromba en nuestra casa. «Nunca me contaste nada sobre las historias de la Ratonei- ta», me recrimin6, brazos en jarra, como si yo le hubiera ocultado una de las claves mds importantes de la vida, informacién de eri- tica importancia para todo el curso de su vida presente y quiz también de la proxima, «Historias de la Ratoncita, Historias dela * Bate relato aparecé tambien en el libro The Personal isthe Professional (Whi- tey Hales, 1997). Lo reproduzco aqu porque creo que contribuye a introduc loque quiero deren este libro acerca de las eonversaciones de re-integracén, La idea de que ulteriores reflezones sobre este relato podrian ayudar a ala ‘ar importantes distincionesrelativas a algunas de las eancepciones y pict ens de la terapia narativa constituyé ato estimule més para inchuirl aqut. 20 Ratoncita. jAb; esas historias!», exclamé, cuando recordé las his- torias que le habia contado a Julie, a quien le levo cuatro afios, cuando era una nifia. Sibien jamés habia tomado la decisi6n cons- Ciente de ocultarle este episodio de mi historia a Penny, tampoco me veia como un narrador especialmente dotado y nunca habia pensado que alguna ven volveria sobre este episodio, Pero ahora ‘que Julie habia, como quien dice, destapado la olla y revelado et secreto, yo vefa claramente que le debia una explicacion. ‘No sé como o exactamente cudndo empezé todo, pero cuando Julie era chica yo le contaba historias sobre una ratoncita que era ‘muy competente, inteligente, habil para resolver problemas, fuer- fey equitativa, amante de la diversin y bastante osada. Bra res- petada por su gran sentido de comunidad y, al mismo tiempo, por ‘su pensamiento independiente. Deberid agregar que esta peque- fra ratoncita era también algo testaruda y, en ocasiones, segiin su capricho, una picara. Sibien no recuerdo e6mo o euéndo empecé @ contarle estas historias, recuerdo bien algunas de as razones por Jas cuales continué con la préctica durante un periodo de la nitiez de mi hermana. Ante todo, recuerdo que Julie me persegusa, re- clamando que le contara mas cuentos de la Ratoncita. Hay que rreconocer que era muy buena en esto y como yo la queria tanto, su {nsistencia era dificil, sino imposible, de resistir. Segundo, Julie tera una nifia realmente «intrépida», en un mundo que desealifica~ 'ba por completo cualidades como esa en una mujer. Hasta los hé- r0es de las historietas eran todos varones; recuerdo que yo pensa~ ba que eso era muy injusto, Tercero, aunque a veces mi hermano yy yo tratabamos.a Julie de «sanguijuela», yo realmente disfrutaba ‘mas del mundo cuando ella estaba con nosotros: los ojos brillan- tes, la vivacidad, la rosolucién, la honestidad. ‘En fin, que cuando Penny descubris este episodio de mi histo- ria tuve una crisis de confianza. ¢Bstaria yo a la altura de las cir- cunstancias? ;Podria recrear las aventuras de la pequefia raton- cita? Seria capaz de rearmar los argumentos y los personajes de Jas narraciones que habja creado en un pasado tan remoto? Fut prontamente reseatado de la crisis. Penny dejé muy en claro que Yo, por ser su padre, tenia el deber de compartir aquellas histo- tias con ella, Por otra parte, mostré una insistencia admirable. Cheryl, mi compariera y mamé de Penny, me alenté diciéndome: «B¥ que puedes. Por supuesto que puedes hacerlo. Y lo sabes» a1 Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba reereando las diversas series de las Historias de la Ratoncita: «La Ratoncita de- tectiver, «La Ratoncita en la casa de los diez gatos», «La Ratoncita callejera» y La Ratoncita de las colinas». Los personajes princi- pales de cada una de estas series son ratoncitas que expresan las ‘mismas cualidades y compromisos personales de las ratoncitas de tuna generacién anterior. Las respuestas de Penny a mis esfuer- 208 iniciales fueron absolutamente alentadoras. Estas historias se convirtieron en sus habituales cuentos de antes de dormir (si bien funcionaban pésimamente para hacer que se durmiera) y en poco tiempo descubri que yo también esperaba con ilusién los ca- pitulos siguientes. Al poco tiempo, Penny decidié grabarlas en easetes. Asi, pronto armé una coleccién, que guardaba como un tesoro. {Qué pasé con esta coleccién? Muchas cosas; algunas, desafortunadas. Por ejem- plo, una vez un frasco de cola de pegar se derramé sobre una de Jas eintas, y nadie se dio cuenta. Para Penny, fue una tragedia y xno hubo modo de consolarla. {Se recobraria alguna vez? Alla lar- «a, si. Otras cintas se perdieron con el paso del tiempo y con el de- sorden de una vida activa y aventurera, Pero algunas todavia so- breviven, ‘Mientras preparaba este escrito, al volver sobre este perfodo de mi relacién con Penny, me di cuenta de que estas historias han sido importantes para mi en diferentes sentidos. Por ejemplo, me proporcionaron un poderoso medio para conectar con Penny cuan- do ella era pequena y yo me ausentaba de casa. Cuando comeneé a viajar lejos para dar clases, grababa Historias de la Ratoncita que tenian lugar en las ciudades que yo habria de visitar. Penny las escuchaba durante mi ausencia y yo pensaba que de este modo ella podia estar al tanto de mi vida y tener al menos alguna ex- periencia de estar conmigo. Y sabiendo esto, pensaba que asi yo también podria al menos tener una experiencia de estar con ella, ‘Ademaés, en estos viajes levaba conmigo una grabadora, para asi poder grabar més historias. Sabia que a mi regreso Penny estaria esperéndolas ansiosamente, Pero més que esto (mucho més), gra- bar esas historias durante aquellos viajes me ayudaba superar aquella persistente y aparentemente incurable sensacién de te- ner el eorazén destrozado por estar tan lejos de Penny, en ocasio- nes lejos de Cheryl y lejos de otros @ quienes también amo, Gra- 2 bar estas historias en mi cuarto de hotel, por la noche, fue el tni- co antidoto que encontré. Ninguna otra cosa funcionaba. Hace poco hallé por casualidad algunos de Tos pocos easetes que sobrevivieron a los embates del tiempo. Voy a incluir aqui ana breve transcripeién de uno de ellos. Mi intencion al hacerlo es brindorles a ustedes alguna pereepeién de cémo estas historias than sido coproducidas. La narracién de toda historia es podero- amante moldeada por la respuesta del ayente. Y esto es especial- srante ast cuando el oyente es también el protagonista de la his- toria (en este caso, Penny). La transcripeién pertenece @ una jatroduecién esténdar a las historias de,la serie de la Ratoncita vrateetive. Si bien la Ratoneita detective no esté exenta de defec- tos (por ejemplo, a veces es un tanto pedante), es una ratoncita “extraordinatia que incluso logré resolvér muchos de los misterios {que a Sherlock Holmes le resultaron demasiado dificiles ‘En la serie de la Ratoncita detective, cada episodio comienza ‘en medio de la noche, cuando la Ratoncita detective se encuentra profundamente dormida en su maravillosamente acogedora cast Ja que esté emplazada en un érbo. Por alguna perversa raz6n, le Retoncita detective jamés es convocada a una hora razonable, si- no siempre en plena noche. La Ratoncita detective tiene el sueo ‘més bien pesado, de manera que nunca oye Jos golpes en su puer ta Por lo tanto, quienguiera que la esté convocando @ una hora tea inoportuna debe goipear a la puerta con frmeza, luego mas fir- memente, luego més firmemente atin, hasta terminar aporrean do la puerta con todas sus fuerzas. Finalmente, la puerta cede. o completa constituye tal ans tis. Este implica encontrar Vineulaciones entre los simbolos y creen~ ‘daa compartidos y valorados por el grupo acontecimientos histrios epecificos. Las particularidades son incluidas o igusladas con Tos trandes temas, ue se considera ejempliican las preocupaciones fun damentales(p-11D. ‘Asi, ala pregunta acerea de cémo se genera la descripeién densa 0 rica, la respuesta parcial de Myerhoff es que ésta es el resultado de Taidentificacin de los acontecimientos histéricos de nuestra vida con slas reencias y simbolos compartidos». Pero Myerhoff también brinda una descripcién de los procesos mediante los cuales se lo- gra, Propone que las vidas se describen densamente a través de Ia participacién con una comunidad de personas en la narraciny re- parracién de los relatos preferidos de la propia historia y de la pro- pia identidad. Es en este contexto que las historias de las vidas de Jas personas legan a ligarse a valores, creencias,objtivos, deseos, compromisos, eteétera, compartidos. Es en el contexto de la narra: ‘din y remarraciGn de las historias de nuestra vida que se generan sota-textos y textos que son meta-textos de esos meta-textos. El resultado de todo esto es la produecién de vidas que estan iniiltiplemente contextualizadas. Es esta contextualizacion milti- ple de a vida lo que contribuye a la generacién de recursos narrati- ‘rosy, asa vidas que pueden ser lefdas bien. Citando a Geertz: Los textos requieren una contextualizacién maltiple afin de ser bien Jeidos» (1983, pp. 176-77). Estos recursos narratives contribuyen significativamente a la gama de posible significados que las per- onas podrian dara sus experiencias del mando ala gama de al- ternativas para la aceién en el mundo. Y, en tanto esta gama de opciones para la accién no seria accesible a las personas cuyas vir as son pobremente lefdas, estos recursos narrativos son consti- tutivos de la vida: contribuyen a dar forma a la vida; componen la vida. Conclusién magra y la vida del terapeuta ‘Muchos lectores estarén familiarizados con una critica a los siste- ‘mas de conocimiento experto basada en que estos estructuran re- ey laciones de poder que someten las personas que consultan a los terapeutas, Pero gqué sueede entretanto en la vida del terapeuta? {Qué efecto tiene sobre la vida del terapeuta la formalizacion de {os conocimientos, la profesionalizacién de las pertenencias socia- les de su vida y la regulacion de los foros de reconocimiento? ‘Creo que las consecuencias son profundamente importantes, ‘Al formalizarse el conocimiento, se genevan diferencias entre las personas en cuanto al eonocimiento que poseen. Una clase de co- jRocimiento que tiene pretensiones modestas (local, particular y cercano a la experiencia»)! cede el paso a una clase de conoci- ‘miento que tiene pretensiones faltas de odestia (global, univer- fal y «distante de la experiencia»). Las deseripciones rieas de la vida, que contienen maltiples historias, ceden su lugar a deser tiones chatas o «monogréficas», descripciones que generan «con- lusiones magras». Y, a pesar de estas pretensiones globales de verdad», la especificidad y autoridad de los conocimientos exper- tos, que son impartidos de arriba hacia abajo, hacen dificil @ las personas cuyas vidas laborales transcurren en algunos de los dliversos sitios de la cultura de la psicoterapia llegar a experi- mentar alguna vez el logro de una adecuada comprensin del co- nocimiento. No importa cudnto sepan: siempre es insuficiente. El conocimiento requerido siempre est mas allé del horizonte al- canzable, En esta cultura de la psicoterapia, los terapeutas en- cuentran cada vez més dificil escapar a la sensacién de que no hhan Ilegado a saber lo que hay que saber. Como consecuencia, las vidas de los terapeutas son «descritas magramenter y esto reduce significativamente las alternativas para la accién en la vida en general y, més especificamente, en el strabajor "A medida que las vidas pasan a integrarse profesionalmente ‘en la monocultura de la psicoterapia y se degradan las pertenen- tas a través de las cuales se han co-generado conocimientos lo- cales y populares a Jo largo de la historia personal, se pierden muchas cosas. Para muchos, el resultado es la des-integracién (dis-memberment) que contribuye a la pérdida de la propia histo- tia ala pérdida de un determinado sentimiento de identidad. Es también una des-integracién que priva a las personas de la opor- tunidad de unirse con otros localmente para conectar las expe 7 Bie tomado esta expresién de Clifford Geertz (1978) 5 riencias especificas de sus vidas (incluyendo su trabajo) a los va lores y creencias compartidos que son privilegiados en diferentes comunidades de personas, y de hacerlo en relacién con Tos temas J significados importantes dela vida. Demasiado a menudo una vi- da integrada profesionalmente (professionally membered life) ter- sina por convertirse en una «des-integracién (dis-memberment)» {que contribuye signifiativamente ala produccisn de deseripeiones ‘magras de la identidad personal y de la vida en general AY qué hay de la formaliacién de los foros de reconocimiento? La regulacin de los foros de reconocimiento por medio de las con ‘venciones y reglas de la cultura de la psicoterapia bloquea las ex- presiones informales, comunes y esponténeas de conocimiento Esta reduceién de los foros disponibles para la expresién 0 repre~ sentacién del conocimiento restringe las opciones para que las personas experimenten Ia autenticacién de sus pretensiones de Conocimiento y para que estos conocimientos puedan ser descritos con mas riqueza. La formalizacién de las précticas de testimonio converte en irrelevantes a una amplia gama de otras précticas de testimonio, o practicas de reconocimiento, corrientes y cotidia~ nas. ¥ los limites generales sobre los lugares desde los cuales las personas podrian Tegitimamente expresar estos conocimientos les hiegan el acceso a contextos que podrfan contribuir a generar- jes el sentimiento de ser una persona bien capacitada. En la cultura de las disciplinas profesionales hay asimismo po- ca igualdad de acceso a estos foros de reconocimiento, Las perso- rnas que tienen un estatus relativamente més bajo en la cultura dde las disciplinas profesionales tienen menos probabilidad de re- tibir reconocimiento que las personas que tienen una jerarquia superior ¥ la formalizacién de las préeticas de reconocimiento convierte en irrelevantes a una amplia gama de versiones ¢0~ rrientes y cotidianas de estas précticas. ‘Las conclusiones magras acerea de nuestro trabajo que son la consecuencia de este cambio en lo que se considera conocimiento 7 @uisiera aut decir poco con respeto als précticas de censura que también se Cupresan en foros convorados especialmente en Ja eultura de Tas disciplnas trafesionales, slo que en mmero, estos tenden aelipsar aquellos fres en {ps cuales una persone puede eer objeto de reeonocimient (exceptuando, por ‘Rapueeo, 2 quienes ocupan las posiciones superiors de las institciones dela cultura dela psicoterspia) 36 legitimo, en lo que se consideran las pertenencias significativas ena vida de una persona y en lo que se considera apropiado en tanto foros para la expresién informada del conocimiento, contri- pbuyen muy significativamente a la vulnerabilidad de los terapeu- tas al abatimiento, la fatiga y el sindrome de burnout. En los si- guientes capitulos, analizaré algunas précticas que proporcionan fal menos una antidoto parcial contra estas experiencias. Pero an- tes haré una salvedad. Limites de la critica . He repasado aqui algunos de los cambios en lo que se considera importante cuando se inicia a las personas en Ia cultura de las dsciplinas profesionales: en lo que se considera conocimiento le- gitimo, en lo que se consideran pertenencias significativas de la ‘Fda de la persona y en qué estructuras se consideran apropiadas tn tanto foros de reconocimiento, También he analizado algunos do los efectos que estos cambios producen en las vidas de las per- sonas que ingresan en la cultura de la psicoterapia. Este andlisis constituye una critica de los sistemas de conocimiento experto y {reo que es importante que sea claro en cuanto a los limites de es- ta critica, La mejor manera de alcanzar dicha claridad es afirmar aqui qué es lo que no estay afirmando con este andlisis. 'No es mi intencign que este anzlisis sea leido como una desea lificacién general de los conocimientos de las disciplinas profesio- nales, es, en cambio, una eritica de una clase de conocimiento: {Je los conocimientos formales y sistematizados que establecen pretensiones globales de verdad acerca de la naturaleza de la vi- ba (o de la organizacion social, del desarrollo humano, del funcio- ‘namiento de la psique o de la familia, eteétera) ¥ es una eritica {Jel modo en que estos conocimientos formales y sistematizados se ‘adoptan en la cultura de a psicoterapia e informan en esta deter- minadas operaciones de poder. [No creo que todo To que aparece en los textos profesionales re- produzea estos conocimientos expertos y estas practicas de poder Muchos textos incluyen ideas y précticas que se sitsian fuera de estas teorias sistematizantes y muchos otros conllevan contradie- ‘ones con estas teorias sistematizantes. Asimismo, hay muchos 7 ejemplos de textos que dan expresién a ideas y précticas que eues- tionan directamente muchas de estas teorias (si bien estos textos son con frecuencia marginados). Las ideas que han de encontrarse tn estos textos no son aquellas que son adoptadas en las operacio- nes de poder que son familiares a los sistemas de conocimiento ex- perto y tampoco se trata de aquellas que son convertidas en teorias ‘exclusivas: no son ideas asociadas a précticas de poder que margi- nan y descalifican los conocimientos locales de la historia personal ‘Tampoco quiero que esta critica de los sistemas formales de co- nocimiento sea leida como una veneracién de los conocimientos Tocales que se generan en las pertenencias significativas de la historia personal. No estoy proponiendo que estos conocimientos sustituyan a los conocimientos expertos ni que se les asigne algin estatus elevado (que se les otorgue a estos otros conocimientos, rms slocales», el tipo de veracidad que les atribuiria pretensiones globales de verdad o validez universal). Mas bien, he criticado la indole global y sistematizante de los conocimientos formales y es- ppecializados, asi como las practicas de poder a ellos asociadas, en relacién con el grado en que -a través de la descalificacién de los conocimientos locales de la historia personal-contribuyen a una des-integracién (dis-memberment) de las vidas de las personas y fen relacién con el grado en que informan descripciones monogré- ficas de la vida. ‘Al crticar los conocimientos expertos de la cultura de la psicote- rapia, no estoy sugiriendo que estos conocimientos sean expresio- nes de una falsa conciencia ni que los conocimientos locales de la historia porsonal sean expresiones de alguna conciencia verdadera. ‘Tampoco estoy sugiriendo que los conocimientos expertos sean i venciones que sélo sirven para disfrazar operaciones de poder, 0 que los eonocimientos locales son los conoeimientos «auténticos» que se ‘oponen a las operaciones de poder. Ms bien, siguiendo a Foueault (1980), entiendo que todos los conocimientos son socialmente cons- truidos y constitutivos o potencialmente constitutivos de la vida, y que poder y conocimiento son inseparables (todos los conocimientos informan précticas de poder y estén asociados con ellas).” " Bibien todas ls operaciones de poder estén asociadas con la producién de co- pocimiento y contribuyen a esta, no existe una identidad entre las précticas de poder que estén asociadas cn los divers saberes, 38 ‘Ademés, all emprender esta critica de los conocimientos exper- tos de la cultura profesional no estoy proponiendo una idealiza- cign de la cultura local (no estoy emprendiendo una veneracién Soméntica de las redes familiares ~de la familia nuclear 0 de la fa- mmilia extensa- y de amigos 0 de cualquier otra asociacin intima 6 afliacién institucional de Ja historia personal que proporciona éleontexto para la generacién de miltiples conocimientos locales, fa menudo contradictorios, y con frecuencia en competencia). Mas bien, he eriticado el grado en que la cultura de las disciplinas pro- fesionales y los discursos del conocimiento experto marginan y descalifican la cultura local e introducen yna monocultura profe- ‘sional. Y he eriticado el grado en que esto éstablece una exclusivi- dad con respecto a cuéles son las pertenencias consideradas cref- bles de las vidas de las personas.‘ Qaiz4 Barbara Myerhoff deseriba mejor los efectos que esto produce en las personas cuyas vvidas se sitdan en la cultura de las disciplinas profesionales: «Sin ye-integracién (re-membefing) perdemos nuestras historias y uestras identidades (selves). El tiempo es entonces erosién, en lugar de ser acumulaci6n» (1982, p. 112 Gon respecto a este punto, no estoy airmando que les pertenencias a disposi ‘don de las personas en la cultura de ls dsciplinas profesionales son neces ‘Gamonte, yon of mismas, ds-integradoras de las vidas de las personas. Lo que produce este efecto es a exclusividad de dchas pertenencias, 39 en su jardin, en su deseo de hacer que Bill volviera a unirse a su vida, ‘Al reflexionar sobre nuestra conversacién, le pregunté a Sop- hia: «Si utlizaste estos saberes y habilidades para guardar un Iu- gar en tu vida para tu padre durante veintiocho afios, gorees que ‘podrias hacer lo mismo por ti para mantener tu conexién con Bill? Y de ser ast, a qué edad deberfas empezar a preocuparte acerca de si existe 0 noel riesgo de que pudieras olvidar a Bill2». Sophia creia que estos saberes y habilidades seguirian estando a su dis- posicin y suponfa que no necesitaria preocuparse por el riesgo de olvidar a Bil hasta que tuviera setenta y dos afios. Este result tun descubrimiento sorprendente, que le produjo un enorme ali- vio. Alo que Sophia més le habfa temido era a que su vida fuera a seguir adelante y se olvidara de Bil. ‘Cuando nuestra conversacién giré hacia la contribucién de Ru- pert, me di cuenta de que Sophia yale estaba transmitiendo estas destrezas a su nieta, Latoya. Latoya se habia encarifiado mucho ‘con Ruppert y siempre que estaban juntos, ella le hablaba a Sop- hhia de su «Poppy». En los meses subsiguientes, la experiencia de Ja presencia de Bill fue cada vez més accesible a Sophia. El fue re- integrado en su vida. James* James y Elaine Johnson me fueron referidos, con sus tres hijo, co- ‘mo consecuencia de la preocupacin de los maestros de la escuela primaria ala que estos nifiosasistian. La fuente de esta preocupa- ‘in era la conducta de los dos nifios mayores. Algunas interaccio- nes que los maestros habfan presenciado entre el sefor Johnson y el hijo mayor, John, habian reforzado esta preocupacion. En opinign de estos maestros, lo que haban presenciado constituia un caso de maltrato emocional. Crefan que, por eonsideracién al bien- estar de los nitios, esto era algo que requeria atencién inmediata, Luego de una serie de eonversaciones y negociaciones, se lleg6 a tun acuerdo con los padres por el cual asistirian a una entrevista conmigo «slo para ver e6mo funciona. Por decisin de James, todos los nombres son seudnimos 61 De la escasa informacién acerca de la situacién con la que con- taba antes de la entrevista, colegi que James habia sido bastante renuente 2 dar este paso. Esta idea se vio reforzada inmedia~ Tamente, en nuestro primer contacto, Cuando me presenté, en la sala de espera, Elaine parecfa contenta de conocerme, los nifios pareeian no advertir mi presencia y James me dio una recepeién Jadudablemente frfa, Mientras subfamos la escalera hacia mi ‘onsultorio, medité sobre la manera en que podrian abordarse Tos ‘supuestos que cada uno tenfa sobre esta entrevista de un modo que pudiera posibilitar que James estuviera presente en nuestra conversacién. ‘Cuando entramos al consultorio, James y Elaine tomaron siento, y los tres nifios comenzaron a entretenerse con mi colec- ‘cin de juguetes de trapo. Intenté interesar a James y Blaine en ‘una conversacidn sobre nuestras diferentes interpretaciones deo ‘gue seria el contenido de nuestra reunin, pero pronto perdi a Ja snes, Los nifios estaban ocupados en alguna discusién sobre los jguetes y James habfa comenzado a darles érdenes a gritos. Al hacerlo, habia dirigido particalarmente a John en términos de- gradantes,utilizando una veriedad de epitetos ofensivos. Pronto perdi también a Elaine, quien ahora les estaba gritando a los ni- Bos ala par de James. Dos de ellos estaban llorando. Este giro de Jos acontecimientos me preocupé enormemente. En respuesta a esta situacién, me encontré enfrentando uno de-e50s dilemas tan familiares a la mayorfa de los terapeutas. Era ‘muy doloroso ser testigo de que se gritara y degradara a los nifios, ¥y me preocupaban mucho los efectos reales de estos hechos sobre las historias de identidad de estos nifios. Lo que aqui estaba suce- diendo entraba en conflicto con mi posicién ética elegida, que se opone a las précticas de paternidad abusivas. Saba que no podia, simplemente «guardar en un cajény estos valores. También sabia {que debia encontrar un modo de expresarlos que no sonara a una {mposicidn y que abriera un espacio para la exploracién de mue~ ‘vas posibilidades en cuanto a précticas de paternidad, no que lo cerrara. ‘Si hubiera expresado esta posicién ética a través de la declara- cin de alguna «autoridad: (simplemente informando a James y Blaine de que su ejercicio de la paternidad era abusivo y esforzar- me por ensefiarles «mejores» modos de ejercer la paternidad) no 62 sélo hubiera tenido el efecto de cerrar este espacio, sino que tam- bign habria estado reproduciendo los patrones de descalifieacién que son tan totalizantes de las vidas de las personas. Es proba- ble que el resultado de un enfoque como este hubiera sido que se vieran confirmadas las sospechas de James con respecto a la deri- ‘vacién y que se reforzara su decisién de no tener nada que ver con esta terapia. Este enfoque autoritario es asumido con frecuencia por personas que no tienen las especiales responsabilidades que tienen los terapeutas (es decir, responsabilidades éticas por los efec- tos reales que tienen sus expresiones de dichas posiciones éticas) En mi esfuerzo por hacerme cargo de la responsabilidad que ‘tengo por cuidar la forma que Je doy a la eXpresién de los valores que me hacen oponerme a las précticas abusivas, pronto encontré algunos espacios en los cuales empezar a formularles a James y a Elaine algunas preguntas acerca de sus experiencias como pa- dres. Yo queria saber si habia habido momentos en esta dificil y cexigente tarea, en que se habian encontrado algo tensos, o en los {que tal ver incluso ya no sabian qué hacer. Antes de que respon dieran esta pregunta, les dije que si bien en toda mi carrera no habfa conocido un padre que pudiera responder a preguntas de este tipo en forma negativa, estaba abierto a la posibilidad de que James y Elaine fueran los primeros en hacerlo, Se miraron de re- jo. Elaine respondié entonces a la pregunta de manera afirmati- va e inmediatamente después James hizo lo mismo. «En esos mo- rmentos», pregunté, «jaliguno de ustedes se ha encontrado alguna vvez diciendo o haciendo algo en su relacién con sus hijos que fuera contrario a su criterio ideal? co que comprometiera su buen jui- cio? go que de alguna manera contradijera la manera como que~ rfan que fueran las cosas en su relacién con sus hijos?» Nueva- ‘mente, antes de que respondieran, les informé a Elaine y James ‘que todavia no habia logrado encontrar padres que pudieran res- ponder a esta pregunta por la negativa, pero que estaba abierto a Ja posibilidad de que ellos fueran los primeros en hacerlo. Luego de una breve pausa, Elaine respondié a esta pregunta afirmativa- mente. Poco después, James hizo lo mismo. Estas respuestas me dieron la oportunidad de entrevistar a Elaine y James acerca de este criterio ideal (acerca de esta sabi- duria parental dela que ellos se apartan cuando las cosas no fun- cionan bien, cuando las cosas se ponen dificles en su relacién con 63 sus hijos). Los alenté a que expresaran sus ideas acerca de este criterio ideal y quise que me describieran c6mo eran las cosas cuando este moldeaba su interaccién con sus hijos. Elaine tomé la iniciativa para responder a estas preguntas, pero fue apoyada por ‘James en la tarea. En una o dos ocasiones, logré consultar a John. ‘acerca de esta descripcién del eriterio ideal de sus padres: «Cuan do las cosas entre ta y tus padres se ponen tensas, jseria mejor si ‘manejaran la situacién manteniéndose fieles a este criterio ideal del que ahora estén hablando o seria mejor que lo abandonaran?». LLuego de alguna aclaracién sabre esta pregunta, la respuesta de John fue instanténea e inequivoca. Como invariablemente hacen {os nifios en estas ocasiones, vot6 a favor del criterio ideal, Si bien eleriterio ideal se fue deseribiendo mejor a medida que progresa- ba la entrevista, yo sabia que para James dicho criterio ideal per- manecia relativamente desdibujado y que, debido a esto, proba- blemente no fuera un constituyente poderoso de sus préximas jnteracciones con sus hijo. Hacia el final de nuestra entrevista, empecé a interrogar a Elaine y a James sobre la historia de este criterio ideal. ;Cémo habfan arribado a sus conclusiones acerca de qué era la sabiduria parental? {Sus experiencias de ser padres y de haber sido hijos hhabian jugado un papel en la aclaracién de cudl era el mejor crite- rio en la interaccién con sus hijos? De ser asi, jeudles habfan sido esas experiencias? De no ser asi, Zen qué otras experiencias se inspiraban? {Qué més habfa contribuido a la clase de percep ciones que les habfan ayudado a distinguir eémo querian que fue- tran las cosas en su relacién con sus hijos de eémo no querian que fueran? Tanto Elaine como James estaban interesados en hacer- ime otra visita, de manera que la acordamos y yo escribf una lista de estas y otras preguntas similares para que se levaran y refle- xionaran entre una reunién y otra. laine y James se presentaron a esta segunda reunién sin los nifios, Habian decidido que asf era mejor, puesto que querian dis- poner de un espacio tranguilo en el cual hablar sobre las pregun- tas que les habia dado al final de la primera entrevista. Elaine sabrié la conversacién con un relato de la historia de su conexion con su riterio ideal. Fue este un relato mucho més rieamente deserito que el que habia realizado durante la primera entrevista, feincluia algunos «descubrimientose que habja hecho durante el 64 intervalo entre las dos entrevistas, asi como sus pensamientos ‘acerca de las consecuencias de estos descubrimientos para su re- lacién con los nitios. James eseuchaba en silencio el desarrollo de este relato. Cuando Ilegé su turno, dijo que no tenfa mucho que decir. Ambos padres lo habian maltratado. Como hijo, no podia re- cordar buenas experiencias. Con los afios, habfa aprendido algu- nas cosas de Elaine, pero no era capaz de responder a las pregun- tas acerca de por qué habia adoptado el criterio ideal expresado por Elaine en su relacién con sus hijos. Dijo también algo conmo- vedor: que era mas probable que él perdiera el control en el trato con sus hijos que Elaine y que él tenfa més dificultades que ella para mantenerse fiel a este eriterio ideal.” ‘A pesar del hecho de que James estaba ahora tomando posi- cién en contra de aquellas précticas de paternidad que se aparta- ban del ambito del criterio ideal, me preocupaba que el no tener mucho que decir» lo restringiera en la exploracién de opciones para la relacién con sus hijos inspiradas en ese criterio ideal (que este relato alternativo sobre la paternidad quedara plasmado en ese trazo débil y que no constituyera significativamente sus ac- ciones como padre de estos nifios). En respuesta a esta preocupa- cin, expliqué que entendia que estas concepciones acerca del cri- terio ideal en las précticas parentales no surgian de la nada y pregunté si le parecfa bien que me uniera a él en nuevas explora- ciones acerca de la historia de este, James dijo que estaba abierto alaidea de que me uniera a é1en esto y comenzé entonces una se- rie de conversaciones exploratorias que abarearon el resto de la sesién y que se extendieron durante la siguiente, a la que James eligié asistir solo, Estas eonversaciones exploratorias de la historia del criterio ideal de préctica parental en la vida de James tuvieron dos resul- tados muy significativos. Uno fue el reconocimiento explicito y el agradecimiento a la contribucién de Elaine, que propuso alterna- tivas para la expresidn de este criterio ideal. El otro, que James recordara un episodio de su historia personal del que jamés habia >hablado y que casi habia olvidado. Me informé que cuando era ni- fio los dias que iba a la escuela abandonaba su casa lo més tem- prano posible porque no era un buen lugar para permanecer. En el camino pasaba por la de Frank (un amigo de la escuela) y luego retrocedia sobre sus pasos para esperar frente a la puerta princi- 65 pal hasta que ealeulaba que todos los habitantes de Ta casa esta- an vestidos y desayunando. En este punto, si ya no habia sido descubierto parado abt afuera, James golpeaba a la puerta. Quie- nnes siempre lo hacian pasar eran los padres de Frank, el sefior y Ta sefiora Georgio, que lo invitaban a compartir el desayuno con la familia, El sefior Georgio siempre le daba sandfa, lo que consti- ‘tuia un agasajo. ‘Le pregunté a James por qué era que me estaba contando esta historia, 2Qué era lo importante para él con respecto a esta histo- ria? Dijo que quiza proporcionara alguna respuesta a mis pregun- tas sobre la historia de ese criterio ideal en la practica parental (quizds esta fuera una introduccién a otras posibilidades de ejer- civio de la paternidad). Quise que James me contara qué modos de ser padres eran expresados por el sefior y la sefora Georgio en ‘aquella época y por qué era que James se identificaba de esa ma- nera con esas expresiones. James no encontraba las palabras. No sabia e6mo nombrar esas expresiones. Entonces, le pedi que me ‘ontara més historias sobre las interacciones del sefior y la seBio- +a Georgio con él y con sus propios hijos, Yo hice de eseribiente. Luego repasé mis notas con James y juntos pensamos nombres para lo que estaba siendo expresado por estos padres. «Compren- sidne, erespetor,«tolerancia», «amabilidad» y «generosidad» fue- ron sélo algunos de los nombres por los que James se decidié. «Es ‘bueno lograr una mejor percepcién de las cosas por las que abo- gas, James», comenté. «Si, también es bueno para mi lograr una mejor percepeién de las cosas por las que abogo» fue su respuesta. TLuego de hablar con James sobre sus ideas acerca de por qué era importante lograr una mejor percepcién de aquello por lo {que abogaba en lo referido a las précticas parentales, me pregun- 6 si le seria util lograr una familiaridad ain mayor con esto. El opiné que lo seria, Al discutir las opciones para lograr esto, le dije ique tenfa una idea que podia parecer un poco descabellada, pe- ro que de todos modos queria proponer: «/Y si se pusiera en con- tacto con Frank y sus padres de manera que pudiéramos tener la oportunidad de aprender de manera més directa sobre esas préc- ticas parentales que evocé con tanta intensidad?». Al principio, ‘James se quedé boquiabierto ante esta idea. Pero al acercarse el final de la entrevista, comenzaba a gustarle. Salié diciéndome ‘que intentaria contactar con Frank y sus padres, pero que no es- 66 taba seguro de poder localizarlos, puesto que “hacia siglos» que no vefa a Frank. James me llam6 tres dias después, Habia localizado a Frank. B] sefior Georgio habia muerto de un ataque cardiaco hacia seis afos, pero James habia conseguido el teléfono de la seftora Georgio. Me pedia que lo anotara. «{Por qué?», pregunté, «Para que pueda con- tactar con ella». «;Por qué yo?s «No sé si me animo a hacerlo», res- pondié James. «{Realmente quiere que lo haga yo?» «Si» «(Esta seguro?» «Si.» «Muy bien. Entonces, gqué es lo que quiere que le diga? «Cuéntele todo, Absolutamente todo. Su nombre es Mary.» No satisfecho con esto, repasé con Jameg lo que yo pensaba que serfa ttil que la senora Georgio supiera. Il le dio el visto bueno y ‘esa misma tarde la llamé. Me sent! aliviado cuando Mary Georgio dijo que no sélo recordaba a James, sind que muchas veces se ha- bia preguntado qué habria sido de él. Tenia vividos recuerdos de sus visitas a su casa temprano por las maiianas, antes de la es- cuela, “Mary refreseé un poco sus recuerdos y entonces me dijo algo de Jo que James jamés se habia enterado. Mary se imaginaba que James era objeto de maltrato en su hogar y habfa hablado en la escuela y con algunos vecinos sobre qué curso de accién tomar. Esto fue hace mas de dos décadas, mucho antes de que se rompie- ra la conspiracién de silencio sobre el tema del maltrato, y el po- bbre consejo que recibié como respuesta a estas consultas la alenté ano hacer nada: «No hay suficiente para seguir adelante. Si ac- ‘tha sobre la base de esto, todo lo que lograré es més maltrato para James. No podré mantener su amistad con Frank. ¥ no le permitirén visitar su casa nunca més.» Mary y su marido, Bob, estaban angustiados. Todo lo que parecia posible hacer era brin- darle a James todo el cuidado que pudieran en las limitadas oportunidades que tenfan. Mary recordaba lo de le sand{a y me dijo que no habia sido por casualidad que Bob habia adquirido el habito de servirle a James generosas porciones de este y otros bo- ceados exquisitos. Y habia otras cosas que James no sabia, El hecho de que Ja- ‘mes fuera frecuentemente descubierto en la puerta de calle tem- rano por las mafianas, tampoco era una easualidad. Mary y Bob se encargaban activamente de advertir su presencia y solfan des- cubrirlo accidentalmente> cuando salian a buscar el diario oa 67 ‘abrir la canilla de riego; Le habian dicho a James que podia en- ‘rar directamente y golpear a la puerta, en ugar de esperar afue- +a, pero él jamés habia aceptado esa invitacién. Por lo tanto, Bob J Mary seguian «descubriéndolo> dia tras dia, Le informé a Ma- ry del proyecto sobre paternidad en el que estaba trabajando James, del modo en que ella y Bob habjan estado presentes en hnuestras discusiones sobre este tema y le pregunté si estaba dis- puesta a unirse a este proyecto viniendo a una reunién a mi ofici- na. Su respuesta fue: «Lo haré encantada». ‘Tnmediatamente llamé a James. Mientras esperaba que me atendiera, consideré la siguiente pregunta: «;Deberia ponerlo al tanto por teléfono de la conversacién que habia tenido con Mary 0 deberia arreglar una entrevista con él?». Era esta una cuestion que no podia resolver, asi que la compart con James. Bl dijo que no podia esperar. A medida que yo le relataba mi conversacién con ‘Mary, James se puso muy emocional, Cuando llegué a las partes que él no conocia (la conciencia de Mary y Bob de lo que él estaba padeciendo, lo que resolvieron hacer con respecto a eso, lo de la sand{a, lo de ser descubierto por las mafianas) James comenzé a sollozar, Entonces, como no podia hablar, colgé. Yo también esta- ba llorando. En los treinta y cinco minutos que siguieron, James volvié a llamar cuatro veces. Luego fue a hablar con Elaine sobre todo esto, Més tarde le pedi disculpas por haber compartido toda fsa informacién por teléfono, en vez de combinar una reunién con {4 James dijo que no, que haberlo hecho del modo en que lo ha- biamos hecho Je habia dado la oportunidad de procesar la infor- ‘maci6n de la manera que mejor funcionaba para él. ‘La reunién con Mary se llevé a cabo. En su presencia, tuve 1a oportunidad de hacerle algunas preguntas a James sobre el pro- yecto en el que se habia embarcado (entender mejor aquello por lo ‘que abogaba en sus précticas parentales y mantenerse més cerca de estas ideas en su relacion con sus hijos). También le pedi que resefara cémo habia sido que, en las exploraciones de la historia de ese crterio ideal, se habia trazado un linea geneal6gica que lo conectaba con Ja contribucién que habfan realizado Mary y Bob Georgio. Mary estaba visiblemente conmovida por lo que James tenia que decir. Cuando James dejé de hablar, le pedf a Mary si podia hablar de su experiencia de este relato. Habia sido -maravi- Toso ofrlor y elia se sentia tan aliviada al saber que lo que ella y 68 ‘Bob habian hecho en respuesta a la situacién dificil en la que cencontraba James y a su propia angustia «habia servido para al- 4g0». Hubiera querido que Bob nos pudiera haber acompaiiado en esta reunién, puesto que habria significado mucho también para a ‘Mary agregé que si bien ella entendia que no todo habia resul- tado como James hubiera querido en su relacién con sus hijos, no ‘obstante era una gran cosa que hubiera adoptado para su vida al- ‘gunas de estas otras visiones acerca de lo que significa ser padre, ‘a pesar de todo lo que habia tenido que atravesar de nifio. Fue evidente que a James esto lo entusiasmg. Le pregunté a Mary si podia hacerle algunas preguntas acerca de por qué cosas ha- bfan abogado en su tarea parental, sobre la pericia que ambos hhabfan manifestado como padres y sobre'la historia de esto en sus vidas. En respuesta a esta iltima pregunta, Mary habl6 de mu- chas figuras en sus historias personales e invoeé vividamente la imagen de su abuela materna, Maria, quien habia tenido una voz tan fuerte en cuestiones de justicia y de respeto. Esta conversa- cidn, que se extendié a lo largo de varias reuniones, contribuy6 ‘muy significativamente a que el crterio ideal de James fuera mas ricamente descrito y a que se enraizara més profundamente en la historia. Més tarde, él hablé de la conexién que habia sentido con Maria y de la gratitud que sentia hacia la disposicion de Mary a compartir con é! esta conexién. Alenté a James a formular este criterio ideal, con el cual ahora estaba mucho més familiarizado, en una serie de propuestas acer- cea de emo podria responder ante sus hijos cuando las cosas se es- tuvieran descarrilando. James, Mary y yo nos reunimos con Elai- ne y los nifios para ponerlos al dia sobre las novedades y para consultarles acerca de estas propuestas para la accién. La reali- mentacin que James recibié fue muy alentadora y aclaré cules de estas propuestas eran las que més probablemente tendrian un resultado deseable para Elaine y los nifios. Me pregunté en voz alta eémo podria hacer James, en situaciones de mucha tensién, para mantenerse en contacto con estas propuestas. Se hicieron muchas sugerencias. Mary dijo que en esos momentos James podria llamarla, Esta fue la propuesta que James acepts. En el seguimiento, me enteré de que las cosas habjan estado funcionando mucho mejor en la familia Johnson. Noes que no hu- 69 biera habido algtinos momentos dificles, pero James y Elaine los habian atravesado juntos, sin permitirse apartarse de précticas parentales respetuosas, James habia dedicado algin tiempo ain- formar a los maestros de los nifios de las novedades en su proyec- to yellos le habian mostrado su apoyo. Estos maestros también informaron que los nifios parecian menos estresados y que esta~ pan mostréndose més seguros, tanto en el contexto de Ia clase co moen el del patio de recreo. Le familia Johnson se habia converti- fio en parte de la red extensa de parentesco de la familia Georgio (da amistad recuperada de James y Frank cada vez se parecia més a una relacién entre hermanos). '$i bien mi trabajo con James estuvo informado por muchas practicas narrativas, las que parecen haber realizado Ia contri- Ducién mds importante fueron las précticas de re-integracion. Fue por medio de estas que las pertenencias de Elaine, Mary, Bob y Maria en su vida fueron exaltadas y honradas. Fue a tra- vvés de estas précticas de re-integracién que los saberes y habili- dades parentales alternativos de James fueron descritos con més rigueza. Louise’ Louise buseé asesoramiento porque queria abordar algunas de Jas shuellas» que todavia le quedaban de Jos abusos de los que ha bia sido objeto por parte de su padre y de un vecino (un hombre «que vivia a dos casas de la de su familia) durante su nifiez y ado- Tescencia. Por mas de una década habia dado diferentes pasos pa- ra recuperar su vida de Jos efectos de estos abusos. Los dos tera- peutas que habja consultado en este perfodo habfan sido de gran fyuda para ella en este proyecto y ahora le iba bastante bien en su vida, No obstante, todavia habia ocasiones en las cuales Louise ce encontraba albergando ideas negativas acerca de su identidad yen las que estas ideas la llevaban a la autoacusaci6n. Si bien ha- iifa desarrollado modos de desprenderse de estas ideas negativas yy de liberarse de esas autoacusaciones, y si bien sabia que estas © Por decision de «Louise, todos los nombres son seudénimos 70 ideas negativas y autoacusaciones no podrian impedirle tener una buena vida, Louise esperaba que pudieran darse otros pasos ‘mas, que lograran erradicar estas experiencias de su vida. ‘Al consultar a Louise sobre su experiencia de estas ideas y au toacusaciones, dijo que en ocasiones era casi como que todavia po- dia oir en ellas las voces de su padre y de su vecino, Ademés de se- falar el modo en que estas voces estaban ligadas a las ideas negativas sobre su identidad y a las autoacusaciones, Louise dijo que la presencia de estas voces le hacia dificil abrirse a las cosas positivas que otros tenian que decir acerca de su identidad. Le pe- 4 que me dijera si lo que yo habia entendjdo eran sus preocupa- ciones era correcto: «/Se trata de que tu padre y este vecino pre- tenden tener una voz privilegiada en cuestiones relativas a tu identidad y que, debido a los pasos que Has tomado para recupe- rar tu vida de los abusos, ahora eres vulnerable a estas pretensio- nes tinicamente en los momentos en que te encuentras en circuns- tancias estresantes?>, «Si, esa es una buena comprensién de la situacién, fue la respuesta. «{Y de que querrias tomar medidas para despojar a tu padre y a este vecino de influencia alguna en esos momentos?» Louise respondis de nuevo afirmativamente. En este punto de la conversacién, yo estaba pensando en la metéfora de la vida como un club y pregunténdome si un ritual de re-integracién seria apropiado en este caso. Le pregunté entonces 1a Louise si, al pensar en su vida como un club, con sus socios, se- ria adecuado que yo dijera que su padre y su vecino habjan recla- ‘mado para si una categoria societaria elevada en su vida. «Tiene sentido», dijo Louise. «En ese caso, tl vez un ritual de re-integra~ ‘ign pueda ser de utilidad.» Comeneé entonces una explicacién. «jAlguna vez fuiste miembro de un club que tuviera una cons- titucién o estatuto?», pregunté. «Cuando tenfa diecinueve afios era miembro de un club de tenis», respondié Louise. «;Sabes si el estatuto de ese club tenia cldusulas sobre la suspensién o revoca- cién de la calidad de socio?» Louise no lo sabfa. S{ sabia, sin em- argo, que habfa algunos procedimientos para honrar a determi- nados miembros. Lo sebfa porque habja actuado como secretaria durante un breve lapso, durante el cual uno de los socios habia si- do nombrado socio vitalicio. «;Seria posible que obtuvieras una copia del estatuto de este club?» Louise dijo que podia intentar- Jo, pero que no sabia si el club todavia existfa. Si no existiera, 7 spo estaba pata nada seguia'de poder rastrear el paradero de los ex miembros de su comisién-directiva. «Para qué quieres esos documentas?», pregunt Louise, Le expliqusé que estos documentos podrian proporcionarnos una base para la estructuracion de un ritual de re-integraci6n, en el cusl¢} potatus societario de su padre y su vecino podria ser degradado 0 sevocado, y en el cual algunos de ls otros miembros del club de su vida podrian ser promovides y condecorados, - ‘uso para mi. Te pareceria bien que habléramos de esas hab dades? (Te interesa? [Sophia asiente con la cabeza.) Podria ayudarme en otros sitios. ¥ euando entro en espacios real ‘mente negros podria ser itil intentar recurrir a esto Si. Bs muy sensato. Bill murié hace dos meses, es correcta? Hoy hace nueve semanas. ‘Nueve semanas hoy. Son nueve semanas desde ka tltima vez que lo vi con vida. Bn rea: lidad murié el miéreoles por Ia mafiane. El miéreoles por Ja matiana, hace nueve semanas, Su aceptacién hacia ti no murié y su comprensién de ti como persona ha perma- neeido contigo porque ti Ia has vuelto a introducir hoy en esta sala, Rupert Durante un tiempo, nuestra conversacién emprendié nuevas ex: ploraciones de los saberes y hablidades que Sophia estaba expre- Pando al recordar la presencia de Bill, y luego ella y yo nos con: vertimos en audiencia de las respuestas de los integrantes del ‘quipo de reflexidn/grupo de testigos externos* Sus reas remarra- canes de las historias de vida de Sophia y Bill mostraron un pode- oso reconocimiento de su relacién y de las contribuciones que cada ‘ino habia hecho a la vida del otro, Estas re-narraciones también incluyeron relatos sobre el modo en que nuestra conversacion ha- “En cate ibro, on 1a secs ttulada «Coremonia de definiciin», podré encon- te una dscusign de aida del equipo de relaxin como grupo detestiges aternoe, as eomo de las préeticas que utlzan testigos externos. 57 bia afectado la vida de algunos de los integrantes del equipo y les habia presentado opciones para la re-integracién de seres queri- dos ausentes en sus propias vidas. Después de las re-narraciones del equipo de reflexién/grupo de testigos externos, e inmediatamente después de la respuesta de Sophia a estas re-narraciones, me pregunté en voz alta si ella po- dria identificar algan objeto en la sala que pudiera llevarse consi- go y que pudiera ser un simbolo de la presencia de Bill. Estaba ‘pensando en Rupert. Rupert es uno de los integrantes de trapo de ‘mi equipo. Me lo regalé Sophia hace més de quince aios, cuando estaba haciendo sus primeros pasos temblorosos hacia la vida: Sophia es la creadora de Rupert. £1 es un oso extraordinario, que por més de una década y media ha venido haciendo maravillosas contribuciones a las vidas de otros, uniéndose con ellos en apoyo a su deseo de liberarse de los problemas existentes en sus vidas. En respuesta a mi pregunta, Sophia recorrié la sala con la mi- ada y concluy6: «No hay nada aqui que pudiera servir». Le pre- gunté si podria dar otra mirada. En respuesta, me pregunté: «Rupert esté aqui?». Estaba, Acababa de regresar al Dulwich Centre después de haber estado con la familia de un nifio peque- fio. En su viaje de regreso, habia sufrido un percance. Venia en el auto de la familia, sacando su cabeza fuera de la ventanilla (algo {que le encanta hacer) cuando perdié el equilibrio y se cayé, y fue arrollado por un émnibus. Afortunadamente, Rupert esté hecho de una material resistente, asf que répidamente logramos que re- cobrara su forma, aunque tuvimos que pedir un turno en la Clini- cea de Osos para hacer que repararan su oreja. Todavia estaba es- perando que llegara ese turno. Sophia tenfa ahora a Rupert sentado sobre su falda. Lo soste- nia afectuosamente. ‘Transcripcién (continuacién) ‘Decias? El [Bill] era realmente elevado. Podrta levdrmelo y arreglarle la oreja (refiriéndose a la herida de Rupert} Losolfamos llamar Rupert et Estipido. (Se vie.) 58 {Rupert el Estipido»! Te he contado todo lo que Rupert ha hecho ‘por muchos de los nifios que vienen aqui? Lo sabes? ;Sabes por qué se conserva tan bien? Porque ha sido arvado, (Ahora sonriendo.] Ha sido amado, Acompana a su casa a algunos de los nifios que vienen aquf los ayuda con sus problemas. Y es realmente intere- sante... Ti estabas hablando de la aceptacién de Bill, sabes qué es lo que los nifios experimentan con Rupert? Aceptacién. Hagan Toque hagan, Rupert sabe que lo estan intentando y lo respeta. No.creo que sea para nada estiipido. No, no lo es. Creo que es un camarada de Bill. Creo que en cierto modo son clegas, 0 algo ast Este es un mufteco algo diferente del que yo hice; yo siempre pensé que Rupert era un oso que parecia estipide. Por eso lo lamé Ru- pertel Esttipido. (Se rie.] Resulté ser muy inteligente, No me cuenta mucho de lo que sabe (e lo guarda para si). Es una persona de pocas palabras, pero las suyas son palabras muy poderosas. iComo Bill! Si {Ahora Sophia esté acariciando tiernamente a Rupert.] Una de Tas cosas que realmente extrafio es tocar a Bill. {Piensas que levarte a Rupert contigo podria contribuir a que pudieras producir la presencia de Bill en otros lugares?... Post scriptum En las dos semanas siguientes, Sophia hizo un deseubrimiento: ‘comenz6 a experimentar la presencia de Bill en el jardin, espe- 59 2 Re-integracién En la critica precedente a las précticas del conocimiento experto de la cultura de las disciplinas profesionales, tomé de Barbara “Myerhoff el eoncepto de vidas integradas (membered lives) y ana- Ticé algunas de las eonvenciones de esta cultura que pueden resul- tar des-integradoras (dis-membering) para las vidas de las perso- nas. La imagen de vidas integradas pone en juego la metafora de tin cclube: se evoca un club de ia vida. Esta metafora abre alterna- tivas para la exploracién de cimo esté integrado el club de la vida de una persona, de cémo se constituye este club de la vida a tra- vvés de la ineorporacién de su miembros y de eémo los miembros de ‘ate club estén digpuestos desde el punto de vista de la jerarquia 0 CLestatus. Asimismo, esta metdfora sugiere posibilidades vinicas para la accién, en la forma de précticas de re-integracion, que in- forman un «tipo especial de evocaciGn», Citaré aqui a Myerhoff (1982) sobre este tema: Para referirse a este tipo especial de evocacién puede utilizarse el ‘émnino ore-integraciéne, llamando la atencién sobre la reagrupacisn de los miembros, de las figuras que pertenecen a nuestra historia de Vida, de nuestros propios yoes anteriores y de Tos otros significativos ‘que forman parte de esa historia. La reintegracién es, entonces, una dnifieacién deliberada y significativa, completamente diferente de la pasiva, continua y fragmentaria sucesién de imégenes y sentimien- tos que acompafia a otras actividades en el luir normal dela concien- cia (pid). Esta idea de la re-integracién y la metafora del club, sugieren po- sibilidades para que las personas emprendan una revisiOn de las pertenencias a su club de vida. Esta tarea brinda a las personas la oportunidad de tener mayor poder de decisién acerca del estatus de determinados miembros de su club de vida. Por medio de las précticas de re-integracién, las personas pueden suspender 0 exal- tar, revocar o privilegiar, y degradar o ascender a determinados miembros de sus vidas. Pueden establecerse y otorgarse diversas clases de pertenencia honoraria, incluyendo la pertenencia vitali- cia, De esta manera, a través de las précticas de re-integracién, Jas personas pueden opinar mejor sobre gué voces habrén de ser reconocidas cuando de su identidad se trate y sobre quiénes esta- ‘rn autorizados a hablar de tales cuestiones. Y, ademas de contri- buir a que las personas tengan mayor influencia sobre el estatus de los miembros que en ese momento constituyen el club de su vi- da, las précticas de re-integracién también aportan alternativas con respecto a la seleccién de nuevos miembros entre personas y ‘grupos de personas que estuvieran disponibles y quisieran aso- ciarse: entre personas y grupos de personas que podrian ser invi- tados a ocupar lugares preferenciales en el propio club de la vida. Esta idea de re-integracion también sugiere posibilidades y brinda oportunidades para que las personas reconozcan més di- rectamente las contribuciones importantes y valiosas que otras personas han hecho a sus vidas. Cuando esas oportunidades son aprovechadas en la realizacién de précticas de re-integracin, es- tas otras personas generalmente lo experimentan como un impor- tante reconocitniento hacia ellas. Ademés, al realizar estos reco- nocimientos de las contribuciones de los otros, uno experimenta ‘que la propia vida es descrita con mayor riqueza. Dichos actos de reconocimiento también pueden hacer que las personas reactiven pertenencias que estaban inactivas, volviéndose a vincular con algunas de las figuras de su historia. En estos actos, la persona siente que la historia de su vida est ligada a las historias de las vidas de otros, en torno a determinados temas y a valores y com- ‘promisos compartidos, Y, lo que es més importante, estas précti- cas de re-integracién generalmente posibilitan que la gente expe- rimente, en su vida cotidiana, la presencia mas completa de estas figuras, aun cuando estas ya no estén materialmente disponibles (por ejemplo, en el caso de las personas que han muerto o de quie- a nes tno se ha separado). El sentimiento de estar unido con otros de este modo y de experimentar la propia vida descrita con mayor riqueza abre nuevas posibilidades para la accién en el mundo. ‘También hace a las personas menos vulnerables al sentimiento de soledad frente a la adversidad: proporciona un antfdoto contra el sentimiento de aislamiento. ‘Através de estas précticas de re-integracién, en Ia revision de los integrantes del club de la vida de una persona, aquellos inte- _grantes a los que se honra o se eleva en estatus pueden conside- rarse los que han proporcionado el contexto para la generacion de los saberes y habilidades para la vida preferidos. Frecuentemente, se trata de las alianzas historicas que han sido significativas en la derivacién de la descripeién proferida de su identidad que hace la persona, Al reexaminar esas asociaciones, aquellos saberes y habilidades y aquellas descripciones de la identidad pueden ser {dentificados y explorados en sus particularidades (los descubri- ‘mientos, los actos de darse cuenta, las conclusiones, los aprendi- zajes, las précticas de resolucién de problemas, etestera que son significativos, quedan més densamente descritos). Esto contribu- ‘ye muy significativamente a que la persona se sienta poseedora de ‘un conocimiento, a dar forma a nuevas propuestas para la accién cen sus vidas y a que estas propuestas se expresen de maneras es- pecificas, "Antes de proceder a analizar la pertinencia de las practicas de re-intogracin para el trabajo y la-vida de los terapeutas, se just fica hacer una digresién (digresién que proporciona una deserip- cién de las précticas de re-integracién tal como podrfan expresar- se en el trabajo narrativo con personas que consultan terapeutas). Esta tomard la forma de un breve repaso de la historia de las précticas de re-integracién en mi trabajo y tres relatos de précti- ca narrativas, el primero de los cuales es, principalmente, una transcripcién. Estos relatos son tinicos, en el sentido de que las narrativas de las vidas de las personas siempre lo son; en el senti- do de que toda travesia terapéutica se desarrolla de maneras que zo podrian haber sido predichas antes de la travesfa misma yen el sentido de que eada travesia porta en sf opciones para ingresar en ‘nuevos territorios de pensamiento y préctica. No obstante, estas tres historias de practica narrativa no son tinicas con respecto a los efectos generales de las précticas de re-integracién: invaria- 2 blemente, estas précticas hacen una contribucién importante pa- ra que las vidas sean descritas con densidad y para que se desa~ rrollen una amplia gama de alternativas para la accidn en el ‘mundo social. Decir hola nuevamente Hace alrededor de diez afios empecé a organizar y a volear en papel algunas de las ideas y practicas que habia estado explorando en mi ‘trabajo con personas que tenfan «problemas» con el duelo (per- sonas que me habjan sido referidas con dlagnéstico de «duelo de~ ‘morado» y «duelo patolégico»). Doce meses después, estas ideas fueron publicadas como «Saying hullo again: The reineorporation ‘othe lost relationship in the resolution of grief» (White, 1988) [La incorporacién de la relacién perdida en la resolucin de la aflic- cién», en Gutas para wna ierapia familiar sistémica. Barcelona, Gedisa, 1997]. Los pensamientos expresados en ese articulo con- tradicen la idea de que trabajar con el duelo es ayudar a las perso- znas a atravesar las etapas do una travesta bien eonocida para que puedan arribar a la aceptacién de la pérdida y para que puedan entonces seguir adelante con sus vidas sin el ser querido ausente. Elarticulo «Decir de nuevo: Hola!» se referfa a algunas conclu- siones a las que yo habia arribado en mis reuniones con personas ‘que me consultaban por «duelo demorado» o «duelo patol6gicor: 2) estas personas ya se encontraban profundamente desoladas; b) esto constituia un poderoso testimonio de la significacién de la relacién perdida y del amor experimentado en ella; c) la pérdida del ser querido habia generado enormes vacios en el sentido de identidad de la persona; y d) seguir trabajando bajo la orientacién de los mapas de duelo conocidos y establecidos resultaba contra- producente al abordar estas pérdidas. De las vidas de estas perso- nas ya era mucho lo que habia desaparecido para siempre (para es- tas personas, tener tuna experiencia de las voces, o del tacto, de los seres queridos ausentes era un logro que ya les resultaba esquivo) En respuesta a estas conclusiones, comencé a explorar conver saciones de tipo «decir de nuevo hola»: conversaciones que incluian Ja relacién con el ser querido ausente, conversaciones que contri- bbufan a acercarles a las personas, en sus vidas cotidianas, expe 4“ riencias del tacto y las vooes de los seres queridos ausentes.’ Las rrespuestas de las personas a estas conversaciones fueron especta- culares: se desprendieron de la desesperacisn, el abatimiento y del sentimiento de vaefo que se habfa convertide en la experiencia central de sus vidas y recuperaron un sentido de identidad fani- liar y confortante. Las conversaciones de tipo «decir de nuevo ho- la» que analicé en ese articulo estaban orientadas, en parte, por lo {que en ese momento denominaba preguntas de «experiencia de experiencia» y a las que ahora normalmente me refiero como «pre~ guntas de re-integracién». ‘Al proporcionar aqui una descripeidn de la historia de las préc- ticas de re-integracién en mi trabajo, pensé que serfa apropiado volver a repasar brevemente estas practicas tal como se expresan ‘en el contexto del abordaje de una profunda pena en relacién con Ja muerte de un ser querido. Sophia’ y Bill Conoet a Sophia hace quince aftos. En esa época, ella estaba li- diando con una depresién profunda y con una anorexia nerviosa que constantemente amenazaba con quitarle la vida. Esta lucha no era nueva, Durante muchos afios, esta depresién y esta anore- ‘xia le habjan inducido a actuar contra su propia vida y habjan provocado internaciones en el hospital. Sophia se estaba cansan- do de esta lucha. ‘Al principio, Sophia no tenia ningiin entusiasmo por reunirse conmigo y comenzar otra terapia més. No confiaba en que esta "Bn ocasiones se ha supuesto que este trabajo orientado hacia la metéfora de decir de nuevo hola esta también informado de una idea de espirtuolidad in- Janene o ascendente y que estéasociado con fuerzas esprituales ode otro plane o dimensién Bates no son la ideas que han dado forma al desarrollo de teste trabajo y noes esto lo que he intentado proponer. Mée bien, el trabajo Grientado por la metéfora del «decir de nuev hola» ayuda alas pereonas a de- ‘ervollarcapacidades para la resurrecein yl expresin de experiencias signi ficativas de sus relaciones, Estas son experiencias que estes personas ya han, vivo, qu son parte de su bague de experiencia vivida + Sophia, eDulWich Centre, Hutt St PO Box 7192, Adelaide 6000, South Aus: sralia, 4“ fuera a conducir a un resultado positivo, pero habia decidido se- guir con ella por su pareja, Bill. El se hab(a negado a darse por ‘vencido en sus esfuerzos por acompanar a Sophia en la biisqueda de una solucién para la depresién y la anorexia nerviosa y habia ‘mantenido su firme creencia en que Sophia encontraria una vida ‘mejor. Bill era una fuerza a favor de la vida ‘En el transcurso de nuestras reuniones, Sophia identificé la vor del odio a si misma y la vor. de la anorexia nerviosa, y gra- dualmente fue apartando su vida de elas, A medida que lo hacia, comenzé a explorar y adoptar otros relatos de su identidad. La contribucién de Bill en esta etapa fue inestimable. Siempre esta- ba preparado para apoyar a Sophia en las conversaciones creado- ras de sentidos en las que participabamos y en la exploracion de propuestas para la accién en su vida que estaban informadas por elcontenido de estas conversaciones. Y en ningiin momento de es- te trabajo Bill supuso que él pudiera hablar por Sophia. Amedida que Sophia comenzaba a abrazar la vida, Bill inicié una reflexién critica acerca de sus modos de ser en su relacién con ella y, como consecuencia de ello, dio muchos pasos para asegurarse de que nada entorpeciera este abrazo de Sophia a la vida. Esta era la oportunidad de Sophia y, de ser necesario, Bill moveria monta- fias, La presencia de Bill en estas conversaciones también me alentaba y sostenia a mi, Para Sophia, su abrazo a la vida no representaba una recupe- racign de esta. Ella ereia que jamas habia legado a asir la vida. Como parte de lo que Sophia llamaba chaber nacido» como perso- na, desarroll6 un interés en hacer pequefias criaturas de trapo. Eneontraba que esta tarea era una forma de sdar vida» y a través de este proyecto desarroll6 muevas conexiones con el mundo exte- rior. A medida que la vida de Sophia progresaba, tuvimos muchas jue celebrar juntos. En los afios siguientes, de vez en cuan- do tenia noticias de Sophia; a veces una carta, a veces una llama- da. Y de este modo yo era una audiencia para las muchas noveda- des en su vida, incluyendo su inseripeién en un programa de studios sobre la mujer. La vor de Bill también se ofa en estas no- vedades, siempre estaba alli: siempre ereyendo, siempre recono- ciendo. ‘Supe que Bill habfa decidido jubilarse anticipadamente en 1996. fl y Sophia esperaban poder pasar més tiempo juntos y ha- 6 bian planeado muchas aventuras para esta etapa de sus vidas. Inesperadamente, a principios de 1996, Bill murié de un paro car- - ‘uso para mi. Te pareceria bien que habléramos de esas hab dades? (Te interesa? [Sophia asiente con la cabeza.) Podria ayudarme en otros sitios. ¥ euando entro en espacios real ‘mente negros podria ser itil intentar recurrir a esto Si. Bs muy sensato. Bill murié hace dos meses, es correcta? Hoy hace nueve semanas. ‘Nueve semanas hoy. Son nueve semanas desde ka tltima vez que lo vi con vida. Bn rea: lidad murié el miéreoles por Ia mafiane. El miéreoles por Ja matiana, hace nueve semanas, Su aceptacién hacia ti no murié y su comprensién de ti como persona ha perma- neeido contigo porque ti Ia has vuelto a introducir hoy en esta sala, Rupert Durante un tiempo, nuestra conversacién emprendié nuevas ex: ploraciones de los saberes y hablidades que Sophia estaba expre- Pando al recordar la presencia de Bill, y luego ella y yo nos con: vertimos en audiencia de las respuestas de los integrantes del ‘quipo de reflexidn/grupo de testigos externos* Sus reas remarra- canes de las historias de vida de Sophia y Bill mostraron un pode- oso reconocimiento de su relacién y de las contribuciones que cada ‘ino habia hecho a la vida del otro, Estas re-narraciones también incluyeron relatos sobre el modo en que nuestra conversacion ha- “En cate ibro, on 1a secs ttulada «Coremonia de definiciin», podré encon- te una dscusign de aida del equipo de relaxin como grupo detestiges aternoe, as eomo de las préeticas que utlzan testigos externos. 57 bia afectado la vida de algunos de los integrantes del equipo y les habia presentado opciones para la re-integracién de seres queri- dos ausentes en sus propias vidas. Después de las re-narraciones del equipo de reflexién/grupo de testigos externos, e inmediatamente después de la respuesta de Sophia a estas re-narraciones, me pregunté en voz alta si ella po- dria identificar algan objeto en la sala que pudiera llevarse consi- go y que pudiera ser un simbolo de la presencia de Bill. Estaba ‘pensando en Rupert. Rupert es uno de los integrantes de trapo de ‘mi equipo. Me lo regalé Sophia hace més de quince aios, cuando estaba haciendo sus primeros pasos temblorosos hacia la vida: Sophia es la creadora de Rupert. £1 es un oso extraordinario, que por més de una década y media ha venido haciendo maravillosas contribuciones a las vidas de otros, uniéndose con ellos en apoyo a su deseo de liberarse de los problemas existentes en sus vidas. En respuesta a mi pregunta, Sophia recorrié la sala con la mi- ada y concluy6: «No hay nada aqui que pudiera servir». Le pre- gunté si podria dar otra mirada. En respuesta, me pregunté: «Rupert esté aqui?». Estaba, Acababa de regresar al Dulwich Centre después de haber estado con la familia de un nifio peque- fio. En su viaje de regreso, habia sufrido un percance. Venia en el auto de la familia, sacando su cabeza fuera de la ventanilla (algo {que le encanta hacer) cuando perdié el equilibrio y se cayé, y fue arrollado por un émnibus. Afortunadamente, Rupert esté hecho de una material resistente, asf que répidamente logramos que re- cobrara su forma, aunque tuvimos que pedir un turno en la Clini- cea de Osos para hacer que repararan su oreja. Todavia estaba es- perando que llegara ese turno. Sophia tenfa ahora a Rupert sentado sobre su falda. Lo soste- nia afectuosamente. ‘Transcripcién (continuacién) ‘Decias? El [Bill] era realmente elevado. Podrta levdrmelo y arreglarle la oreja (refiriéndose a la herida de Rupert} Losolfamos llamar Rupert et Estipido. (Se vie.) 58 {Rupert el Estipido»! Te he contado todo lo que Rupert ha hecho ‘por muchos de los nifios que vienen aqui? Lo sabes? ;Sabes por qué se conserva tan bien? Porque ha sido arvado, (Ahora sonriendo.] Ha sido amado, Acompana a su casa a algunos de los nifios que vienen aquf los ayuda con sus problemas. Y es realmente intere- sante... Ti estabas hablando de la aceptacién de Bill, sabes qué es lo que los nifios experimentan con Rupert? Aceptacién. Hagan Toque hagan, Rupert sabe que lo estan intentando y lo respeta. No.creo que sea para nada estiipido. No, no lo es. Creo que es un camarada de Bill. Creo que en cierto modo son clegas, 0 algo ast Este es un mufteco algo diferente del que yo hice; yo siempre pensé que Rupert era un oso que parecia estipide. Por eso lo lamé Ru- pertel Esttipido. (Se rie.] Resulté ser muy inteligente, No me cuenta mucho de lo que sabe (e lo guarda para si). Es una persona de pocas palabras, pero las suyas son palabras muy poderosas. iComo Bill! Si {Ahora Sophia esté acariciando tiernamente a Rupert.] Una de Tas cosas que realmente extrafio es tocar a Bill. {Piensas que levarte a Rupert contigo podria contribuir a que pudieras producir la presencia de Bill en otros lugares?... Post scriptum En las dos semanas siguientes, Sophia hizo un deseubrimiento: ‘comenz6 a experimentar la presencia de Bill en el jardin, espe- 59 cialmente cuando estaba cuidando los arbustos favoritos de él. Me pregunté cémo era que habfa logrado esto. La respuesta de Sophia: «Cualquiera puede hacerlo. Es natural. Se trata sélo de quitar las piedras del camino y ponerte en contacto con tus for- talezas», Le pregunté a Sophia cémo lamaria a esas fortalezas y sme pregunté qué més estaba en juego aqui. «Otros pueden tener fortalezas similares. Sin embargo, a pesar de identificar esas for- talezas de este modo, experimentar la presencia de las voces de los seres queridos es un logro que puede resultar esquivo. ;Podria hacerte algunas preguntas acerca de qué es lo que ti aportas a estas fortalezas?» Sophia se mostré interesada y comenzé enton- ces una conversacién que trataba de identificar algunas de las ha- bilidades y saberes que ella estaba expresando al producir la pre- sencia de Bill. Fue en esta conversacién que Sophia por primera vez tomé coneiencia del hecho de que habia guardado un lugar en su vida para la vor de su padre desde su muerte, cuando ella era una ni- fia, hacia veintiocho afios. Al hablar de esto, y de la vida de su pa- dre, relaté historias de sus tins, las hermanas de su padre, quie- nes se habian quedado en Holanda y a quienes ella no habia conocido, pero cuyas imagenes la habjan animado en los momen- tos dificiles de su vida. «{Cémo es que las conoefas tan bien, si nunca las viste? {Cémo explicas esto?», pregunté, Sophia habl6 entonces de las historias que su padre contaba sobre la vida en Ho- Janda y el papel central que sus hermanas representaban en estas historias, Hablamos durante un rato sobre qué habia en las na- rraciones de su padre que lograba evocar tan vividamente las imAgenes de sus tfas. Sophia concluy6 entonces que su padre de- ba haber tenido las habilidades y saberes que le posibilitaban ex- perimentar la presencia permanente de las voces de sus herma- nas, estando tan lejos de ellas y de su lugar de nacimiento, Holanda, y que esto debia haber sido un gran apoyo para él en su vida en Australia. Sophia también concluyé que su padre le habia transmitido estos saberes y habilidades «ella y que era por medio de ellos que habia sido capaz de guardar un lugar en su vida para Jas voces de ély de sus tias, a pesar de todas las cosas por las que habfa atravesado. Ademés, en esta conversacién Sophia avanzé ‘més profundamente en el darse cuenta de que ella habia estado ‘poniendo estos saberes y habilidades en uso en mi consultorio y 60 3 Re-integracién y vidas profesionales En este capitulo analizaré la pertinencia de las précticas de re-in- tegracidn para el trabajo y las vidas de los terapeutas, Para que no quede ningtin malentendido acerca de lo que proponemos con este trabajo que identifica, exalta y describe con mayor riqueza algunos de los conocimientos y précticas alternativos de las vidas de las personas, haré aqui un comentario adicional acerca de qué es lo que no estay afirmando con esta propuesta, Saberes locales Al cuestionar los saberes sistematizantes de la cultura profesio- nal e introducir précticas de re-integracién para la identificacién, descripeién densa y representacidn de los saberes y précticas lo- cales ¢ histéricamente situados de las vidas de las personas, no estoy entregéndome a una veneracién de los saberes locales. No es- toy colocando a los conocimientos y précticas espectficas de los saberes locales en un rango superior al de otros conocimientos y précticas de la vida: no son conocimientos y précticas de la vida a Jos que pueda otorgérseles precedencia por medio del recurso a al- {gin criterio de correecién. No estoy construyendo aqui estos sabe- res locales como conocimientos y précticas de la vida de un rango superior. ¥ tampoco se les esté asignando a estos saberes locales elestatus de realidad objetiva (no se los est tomando como expre- 6 sign de la verdad clegitimay del mundo o de un estado de concien- cia everaz» como opuesto a un estado de «falsa» conciencia). Los conocimientos y habilidades de los saberes locales que en ¢l trabajo con James, en el capitulo dos, quedaron deseritos con mayor riqueza no representaban la «verdad» sobre su identidad, 0 su maneras «auténticas» de ser como padre, o la «esenciay de su naturaleza, no en mayor medida en que lo hacian esos otros mo- dos de ser y de pensar que constituian las précticas abusivas en ssu relacién con sus hijos. El desarrollo de propuestas para otras ‘maneras de ser y pensar de James en la relacién son sus hijos, y sus expresiones de estas maneras de ser y pensar, no reflejaban Jas condiciones universales de la préctied correcta 0 saludable de la paternidad. Los saberes locales que operaron aqu{ no represen- tan el descubrimiento de algiin principio universal que podria brindar a otras personas a cargo del cuidado de otros nifios una sgufa confiable para la crianza. Més bien, los modos de ser y pensar ‘que constituyen estos sabieres locales son derivaciones particu- lares de saberes y précticas de crianza conocidas y construidas culturalmente. Los modos de vida y pensamiento que informan estos saberes locales se generan en la historia y en las diversas instituciones de la cultura, Renegociacién de la experiencia Alestablecer, por medio de précticas narrativas, condiciones que hhacen posible que las personas deconstruyan muchas de las ma- neras de ser y pensar dadas por sentadas que moldean sus vidas y tomen posicién sobre ellas, no estoy proponiendo escapar de la ‘cultura. No estoy sosteniendo que esta deconstruccién establezca alguna alternativa para que las personas abracen modos de ser y pensar ahistéricos y «libres» de lo que es constituido por la cultu- +a; modos de ser y pensar radicalmente inventados, liberados de la historia de las ideas y précticas de nuestro mundo. Cuando de la vida se trata, en ninguna parte se encontraré tal vacto. An- tes bien, he propuesto que la deconstruccién de las maneras de ser y pensar dadas por sentado brinda a las personas opciones pa- ra la negociacién y renegociacién de su experiencia de vida en fancién de modos de pensamiento y précticas de vida alternati- 7 vos. Propuse ademés que esta deconstruccién libera a las perso- nas para que examinen més activamente los efectos reales de sus maneras de ser y pensar, y que esto potencialmente les da la opor- tunidad de tener més influencia sobre las maneras en que podri- an vivir y las maneras en que podrian pensar. ‘Tal vez podria ilustrar este punto con un ejemplo. Cuando tra- bajo con hombres que me son referidos por maltratar a otras pt sonas, suelo hacerlos participar en conversaciones que, entre otras prioridades, contribuyen a poner un nombre a las précticas de maltrato e identificar las actitudes que refuerzan las justifica- ciones de estos hombres de estas précticas y que se expresan en elas. En estas conversaciones, se explora la historia de esas préc- ticas y actitudes, asf como sus efectos reales en la constitucién de Jas vidas de las personas. A través de estas y otras conversaciones deconstructivas, las maneras de ser y pensar que informan el ‘maltrato dejan de hablarles a estos hombres sobre la verdad de la masculinidad o las necesidades masculinas o su identidad en un sentido més particular. A través de estas conversaciones, estas ‘maneras de ser y pensar dejan de hablarles a estos hombres acer- ca de lo que significa ser hombre en relacién con las mujeres, los nifios y otros hombres. Como resultado, se hace posible para ellos tomar una posicién que cuestiona estas maneras de ser y pensar. ero esta posicién no se toma desde un lugar externo a la cultura y la historia, Al tomar esta posiciOn, estos hombres estn expre- sando valores que estén informados por otras maneras de ser y pensar, que tienen una localizacién cultural e histérica. Compren- Giendo esto, entiendo la importancia que tiene que me proponga participar con estos hombres en otras conversaciones que contri- bbuyan a una rica descripeidn de los saberes y habilidades de estos ‘otros modos de pensar y de ser en el mundo. Vidas profesionales Estoy seguro de que los lectores no encontrarén dificil apreciar la importancia de las précticas de re-integracién en su trabajo con las personas que los consultan. Pero estas consideraciones son también completamente pertinentes a las vidas de los terapeu- tas. Las précticas de re-integracién proporcionan la oportunidad 78

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