Está en la página 1de 71
PN re meray) Estoy cansado © Redescubrir el placer de vivir Coleccién «EL Pozo DE SIQUEM» ANSELM GRUN 295 Estoy cansado Redescubrir el placer de vivir SAL TERRAE i SANTANDER — 2012 Titulo del original aleman: Ich bin miide. Neue Lust am Leben finden © 2011 by Vier-Tiirme GmbH, Verlag, D-97359 Miinsterschwarzach Abtei www.vier-tuerme-verlag.de Traduccién: Marciano Villanueva Salas © 2012 by Editorial Sal Terrae Poligono de Raos, Parcela 14-I 39600 Maliafio (Cantabria) Tfno,: 942 369 198 / Fax: 942 369 201 salterrae @salterrae.es / www.salterrae.es Imprimatur: ® Vicente Jiménez Zamora Obispo de Santander 03-02-2012 Disefio de cubierta: Marfa Pérez-Aguilera www.mariaperezaguilera.es Reservados todos los derechos. Ningana parte de esta publicacién puede ser reproducida, almacenada o transmitida, total o parcialmente, por cualquier medio o procedimiento técnico sin permiso expreso del editor. Impreso en Espafa. Printed in Spain ISBN: 978-84-293-1990-3 Depésito Legal: SA-58-2012 Impresién y encuadernacién: Artes Grficas J. Martinez, S.L. 39611 Guarnizo (Cantabria) INDICE Introduccién La sensacién de cansancio como indicador espiritual 1. Las experiencias de cansancio ..............-. El cansancio en el uso lingiiistico ............+.- El cansancio en el trabajo y en la profesi6n ....... El cansancio en la relacidn de pareja El cansancio en la Iglesia El hastfo de la politica . El cansancio de mi mismo . 2. Las causas del cansancio .............-.--.--- Causas medicinales ..........6.0.02 0c eee eee Causas psiquicas Pauta de vida Falsas imdgenes de mi mismo Falsas preocupaciones «0.0.0... e cece eee ee Resignacion 0.2... cece cence eee ene Vivir contra el propio ritmMO .... 6.66. e eee Causas sistémicaS 2.1... eee eee 65 Dejar pasar la vida en vano como causa de cansancio 68 3. El trato con el cansancio ..................... 75 La experiencia del cansancio en la Biblia ......... 75 El cansancio de Jestis. 6.0... 0. cece 75 El cansancio de los discipulos enel monte de los Olivos ........0....... 78 El cansancio de Pedro ...... 80 El cansancio del suplicante piadoso 84 El cansancio del profeta Elias ............... 86 Mariay Marta ....... 0.0.0.0 cece 91 EI trato con el cansancio en la tradicion espiritual .. 92 El trato personal con el cansancio ............... 103 El elogio del cansancio en la filosofia. ........... 109 4. Pensamientos finales 121 8 ESTOY CANSADO ee ¥ Introducci6n E. tema del burnout (estar quemado, cansado, agota- do) esta hoy en boca de todos. En numerosos cursos de- claran los directivos que estan al borde de la extenuaci6n. Por eso disfrutan del espacio libre del curso. Pero si es- cucho con més atencién, son muchos los que no estén quemados. No sufren la depresién del agotamiento. Se trata de otro fenémeno. Simplemente, estén cansados. Se han comprometido con la empresa. Se han esforzado por hacerla progresar. Han procurado crear un clima laboral mas humano. Pero estén cansados de Ja lucha. Tienen la sensaciOn de que se trata de una batalla contra molinos de viento. Su cuerpo no estd tan cansado que se dormiria in- mediatamente. Pero si esté cansada su alma. Carece de impulso. El entusiasmo con que han combatido en favor de los otros se ha esfumado. Es un sentimiento de can- sancio crénico y de falta de alegria interior. No solo los dirigentes estan cansados. Recientemente una mujer me declaraba: «jMe he esforzado tanto por mi relaci6n matrimonial! He llevado a mi marido conmigo a terapias de pareja. Lo he intentado todo para reavivar de nuevo nuestra relacién. Pero de nada ha servido. jEstoy muy cansada de tener que volver a esforzarme una vez INTRODUCCION 9 més por este matrimonio!». Otra mujer recurria a conti- nuas terapias. Pero tenia la impresién de que no hacia ningun progreso. Ahora esté cansada de seguir trabajan- do. Ha probado muchos métodos recomendados por las revistas: método de vida sana, método de distensién, mé- todo de higiene animica. Pero est4 cansada de todos es- tos métodos que tanto prometen. Advierte que de hecho no la ayudan. Pero, ,qué es lo que quiere en realidad? {Qué espera de la vida? El cansancio la obliga a hacer un alto y comprobar qué espera de todas esas terapias y esos métodos que ya ha probado hasta la saciedad. El cansancio no es tan solo un fenémeno individual. Hay también un cansancio eclesial y un cansancio politi- co. Podria decirse que hay personas que estén cansadas de la Iglesia. Pero hallamos también el cansancio como actitud basica en la Iglesia misma. Y hay también hastfo politico no solo en los individuos, sino que hay hartazgo de la politica no en algunos politicos concretos, sino en la clase politica como un todo. Cuando los seres humanos afirman de si mismos: «Es- toy cansado», no hay aqui tan solo la descripcién de un sindrome de burnout como el que aparece expuesto en estos ultimos tiempos en muchos libros. Yo mismo acom- pafio a muchas personas que afirman de si mismas que estan «quemadas». Pero con estas palabras aluden a otra experiencia. Burnout se refiere a un agotamiento perma- nente. La definicién clasica de este concepto dice: «Estado de agotamiento fisico 0 animico que sur- ge como consecuencia de los sentimientos negati- vos largo tiempo reprimidos que se desarrollan en el trabajo y en la autoimagen del ser humano» (Emener, citado por Fengler, p. 92). 10 ESTOY CANSADO Sus caracteristicas tipicas son: «Gran reluctancia a acudir al puesto de trabajo ca- da dfa, sensacién de fracaso; enfado y aversion; sentimientos de culpabilidad, desdnimo e indife- rencia; negativismo; aislamiento y repliegue, esta- dos de 4nimo continuados de cansancio y agota- miento» (Cherniss, citado por Fengler, p. 94). «Estoy cansado» es a veces una parte del sindrome del burnout («estar quemado»). Pero con mucha frecuencia es simplemente una sensacién fundamental que tienen los seres humanos. No sufren ninguna enfermedad. No tienen ninguna depresién de agotamiento vinculada al burnout. Sencillamente se sienten cansados. Les oprime la sensaci6n de que no tienen ningtin objetivo por el que luchar. A menudo les invade la impresién de la resigna- cién. Muchas veces se trata de una sensacién més bien psiquica. Pero también encuentro, con todo, personas realmente cansadas. Se quedan dormidas apenas se sien- tan para ofr una conferencia. Se duermen delante del te- levisor. Mas atin, a veces se quedan dormidas cuando conducen. Est4n supercansadas. Hay ocasiones en que este cansancio puede estar causado 0 condicionado por las medicinas. Se acusa la ausencia de hierro. Algunos se duermen porque padecen alguna infeccién virica, otros acusan de una manera especial la fatiga primaveral. Hay muchas formas de cansancio y muchas causas por las que nos sentimos cansados. EI 8 de febrero de 2010, Christof Kneer hablaba con el futbolista Philipp Lahm, en el Siiddeutsche Zeitung, so- bre el fendmeno del cansancio en los campeonatos mun- diales. A la pregunta de si se trataba de un cansancio fi- sico o psiquico, Lahm respondia: «No pueden separarse. intRODUCGION WA Pero la secuencia es esta: primero sobreviene el cansan- cio psiquico, de donde se deriva la ausencia de frescura del cuerpo». Lahm atribuia la ausencia de frescura de su equipo en los campeonatos mundiales a la falta de descanso entre la temporada normal y el momento en que se disputaron los partidos de campeonato. Pero a continuacién abordaba un nuevo problema. Para empezar, su equipo se encon- traba en los puestos bajos de la tabla de clasificacién. «Ahora surge la impresién de que no se puede dar mas de si. Pero al mismo tiempo se advierte que esto no marcha y entonces se deja pasar una ocasién, se comete una fal- ta, sencillamente uno no corre como quisiera y la presién aumenta. Es como una reaccién en cadena. Primero apa- rece lo psiquico, luego viene lo corp6reo y luego de nue- vo la psique, porque naturalmente se acaba perdiendo la confianza en uno mismo». Lo que dice aqui este futbolista acerca de su equipo es aplicable a muchos de los que se sienten cansados. Estan cansados en el cuerpo y en el espiritu. Y su cansancio les arrebata la autoconfianza. De pronto, ya nada funciona en la vida. Todo avanza a trompicones. De puertas afue- ra, a menudo apenas se aprecia ninguna diferencia. Y, sin embargo, hay algo en la psique y en el cuerpo que no es- tA presente y que no aporta, por consiguiente, el rendi- miento adecuado. 12 EsTOY CANSADO La sensacién de cansancio como indicador espiritual Los seres humanos se cansan en cualquiera de las fases de su vida. Los nifios se cansan si han estado jugando to- do el dfa. Los jévenes se sienten cansados por la tarde, pero sobre todo por la majfiana, cuando Ilega la hora de levantarse. Tienen la impresién de que deberian seguir durmiendo para sacudirse el cansancio. Los adultos se cansan cuando han trabajado mucho o han dormido po- co. He presenciado en muchas personas de todas las eda- des la clase de cansancio que me propongo describir en este libro. Pero este cansancio aparece, a mi entender, con singular frecuencia en las personas entre los cin- cuenta y los sesenta afios de edad. Han dejado ya a sus espaldas la crisis de la mitad de la vida, en la que se tra- taba del descubrimiento de orientaciones nuevas. En aquella etapa se preguntaban a menudo: «jTiene que ser todo asi? ;Tiene que ser todo cuesta arriba en la profe- sién? {O se ha llegado ya al limite? {Qué es lo que aho- ra cuenta en mi vida?». En los afios centrales de la existencia, el desaffo que se presenta procede de fuera hacia dentro. Asi ha descrito esta etapa sobre todo el psicélogo suizo Carl Gustav Jung. Cuando la curva bioldgica se inclina hacia abajo, la curva psicolégica solo puede apuntar hacia arriba si el hombre se vuelve hacia su interior, hacia su centro inti- mo, hacia si mismo. Observo en las personas entre los cincuenta y los sesenta afios una actitud fundamental dis- tinta. Se ha trabajado mucho en uno mismo. Se ha hecho frente a las crisis de los afios centrales de la existencia, se ha cambiado de género de vida, se ha descubierto un nue- vo ritmo. Se han modificado los malos habitos alimenta- rios, se ha participado en cursos de meditacién y se ha INTRODUCCION 13 analizado la propia experiencia. Se han probado numero- sas formas de espiritualidad y se ha lefdo mucho. Y, con todo, se difunde una sensacién de cansancio. Todas las expectativas depositadas en la superacién de la crisis de la parte central de la vida, todos los caminos espirituales y terapéuticos recorridos, todos los consejos deportivos e higiénicos seguidos, no han alcanzado, en definitiva, un resultado feliz. Lo que ahora se abre paso es un senti- miento de cansancio: «He trabajado demasiado en mi mismo. He probado demasiadas cosas. Y, ,qué resulta de todo ello? ,A qué ha conducido? {Soy realmente feliz?». Es bueno no tratar de expulsar estos sentimientos de cansancio. Porque el peligro radica cabalmente en no querer confesarse que, a pesar de todo lo acontecido a lo largo del camino, no se ha alcanzado en realidad la meta. Y el cansancio pretende impulsarnos a que nos interro- guemos de nuevo acerca de qué es lo que de verdad im- porta en nuestra vida. Hemos vivido conscientemente. Hemos seguido todos los consejos espirituales que nos ha dado la tradicién cristiana. Hemos ensayado también ca- minos exdticos. Hemos buceado en las religiones orien- tales y ejercitado la meditacién zen. Pero si somos since- ros, nada de todo esto nos ha trafdo el cumplimiento ul- timo. Hay quienes no querrian admitirlo. Se han esforza- do sobremanera. No querrian someter a critica lo que vi- ven. Por eso se entusiasman ante su momentdneo camino espiritual. Tienen la impresién de que en ese momento, al cabo de todas sus biisquedas, han descubierto lo auténti- co. Pero cuanto mds aumenta el nimero de los que se apasionan por su camino espiritual, tanto mds escéptico me siento. Tengo a menudo la impresién de que se ven en la necesidad de justificar su estilo de vida no solo ante los demas, sino en definitiva ante si mismos. Porque dentro 14 ESTOY CANSADO de ellos mismos se abren paso dudas profundas sobre si este estilo les permite seguir adelante. La sensacién de cansancio que a muchos oprime seria una oportunidad para volver a reflexionar sobre su vida: {de qué se trata, exactamente? ;Qué querria expresar con mi vida? {Qué expectativas tengo en la vida, qué esperanzas en Dios y en mi mismo? La experiencia del cansancio no es nueva. Ya el poeta Friedrich Riickert (1788-1866), natural de Franconia, describié el fendmeno en su poesfa «Estoy cansado». ESTOY CANSADO «Estoy cansado, mortalmente cansado. Estoy cansado, de la vida... cansado. De este miedo y esta stiplica, de esta esperanza y este estremecimiento... cansado. De este entre el cielo y la tierra, de este subir y bajar... cansado. De este tejer telas de arafia, de esta urdimbre... cansado. De esta sapiencia necia y de este altivo envanecerse... cansado. jArriba, espiritu! En estas cadenas pelea para no estar en balde... cansado. Alza el vuelo hacia el éter, de estar pegado al polvo... cansado». Friedrich Riickert describe con admirable acierto las di- versas maneras de cansancio. E] poeta esta cansado de vi- vir. Lamenta confiar siempre de nuevo e inttilmente en te- jer todos los posibles suefios que nunca se convierten en inTRODUCCION 15, realidad. Est4 cansado de toda la sabiduria humana que al fin se desenmascara como sabiduria necia y es con harta frecuencia proclamada por hombres soberbios que creen saber c6mo se triunfa en la vida. La respuesta que segtin el poeta debemos dar a nuestro cansancio consiste en que el espiritu alce el vuelo hacia el éter, se libere internamente del apego al polvo, de las normas humanas, de la alaban- za y la represiOn, de tal modo que retorne a si mismo. Podemos expresarlo espiritualmente como sigue: el cansancio que vivimos en el mundo nos remite a un 4m- bito mas alla del mundo, al espacio interior del alma en el que somos plenamente nosotros mismos, libres de los altibajos de este mundo que nos cansa. El cansancio nos invita a elevarnos por encima de este mundo y a encon- trar nuestro auténtico si mismo sobre el que este mundo de acd no tiene ningtin poder de direcci6n. Desearia explorar en este libro los diversos géneros y lu- gares de cansancio, dedicarme al fenédmeno del cansan- cio y contemplarlo desde diversos angulos. Querria pre- guntar por las causas y describir los caminos que nos per- miten abordar el problema del cansancio. Tendré aqui presentes mis experiencias personales de cansancio y las experiencias que otros me han contado. La tradicién es- piritual —justamente con la mirada puesta en su interpre- tacién en la Biblia— nos ayudaré también a reconocer en el cansancio un tema de la vida espiritual y a descubrir un camino para integrarlo en la vida. No desarrollaré aqui un tratado sistematico, sino que me limitaré sencillamente a consignar en el papel las re- flexiones que se me han ocurrido sobre esta materia. Me han servido de estimulo las ideas de fil6sofos y poetas, las consideraciones de personas piadosas y no tan piado- 16 ESTOY CANSADO sas. Y por eso espero que vosotros, querido lector, queri- da lectora, os sintdis impulsados, a través de las ideas de este libro, a reflexionar sobre vosotros mismos, sobre vuestro propio cansancio y a buscar caminos por los que podais enfrentaros creativamente al cansancio de tal mo- do que descubrais nuevo placer en la vida. INTRODUCCION 17 Las experiencias de cansancio El cansancio en el uso lingiiistico S: tomamos como punto de partida el lenguaje, el Du- den nos explica que la palabra Miide procede del aleman antiguo Mie, que significa «fatiga» y «fatigarse». Esta, pues, cansado quien se ha afanado, esforzado y extenua- do. Ha experimentado su vida como fatiga y a menudo como trabajo duro y laborioso. Se ha esforzado y, por eso, ahora est4 cansado. El Diccionario alemdn de los hermanos Grimm dice: «Cansancio indica, por tanto, una situacién de es- fuerzo y de fatiga. En el lenguaje antiguo se refie- te no solo al sentimiento corporal y animico de agotamiento y esfuerzo extremo, sino también a la impotencia del ser, a la miseria y la opresién en relacién con otros» (p. 2.616). La lengua alemana conoce varias aplicaciones de la palabra «cansado». No estan cansados solo los hombres. También se cansan las manos, las rodillas. En el profeta Jeremias, Dios promete que reanimaré las almas cansa- das (Jr 31,25). LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 19 Un corazén cansado anhela, pues, poder descansar. Se esta cansado por el trabajo, pero también por el Ilanto 0 por los viajes. Schiller hace decir a Marfa Estuardo: «Estoy cansada de la vida y del dominio». Algunos estén cansados de sufrir, estén cansados por los sufrimientos, cansados por tener que llevar a cabo determinadas tareas. Al utilizar la palabra «cansado», pensamos en las pe- nalidades de la vida que nos cansan. Pero la tradicién espi- ritual ha entendido el cansancio en otro sentido. Lo ha con- siderado como oportunidad no solo para cambiar de vida. Aqui ya no se trata inicamente de esfuerzo y fatiga, sino de abrir espacio al alma para poder recibir. Cuando esta cansada, el alma se mantiene atenta y es receptiva para nuevos mensajes. Y entonces descubre que no se trata solo de prestaciones y esfuerzos, sino del ser, del ser por gracia. Asi, el cansancio puede Ilevarnos a los temas esencia- les de la vida espiritual; por ejemplo, al ocio, la contem- placion, la capacidad de recibir, la vida por la gracia, a la humildad, a seguir el ritmo de nuestro propio espiritu y de nuestro cuerpo. La tradicion espiritual nos sefiala caminos que nos permiten enfrentarnos al cansancio de manera dis- tinta a la que nos proponen los libros de consulta. No se trata tan solo de combatir el cansancio, sino de convivir con él y de verle como amigo que nos introduce en la ver- dad genuina y en el misterio de Dios y del hombre. EI cansancio en el trabajo y en la profesién Oigo a menudo -como ya he insinuado antes- decir a personas que han trabajado por su empresa durante mu- cho tiempo y con gran celo: «Estoy cansado. He trabaja- do mucho por la empresa. Pero ya de nada sirve. No po- 20 ESTOY CANSADO : demos conseguir que vuelva a prosperar. El entorno eco- némico es cada vez mas dificil. No tenemos ninguna po- sibilidad de salvar la firma». Otros se han esforzado por una mejora del clima empresarial. Pero solo han cose- chado desengafios y experimentado su impotencia. Y es- to les ha cansado. Hay otros que han desarrollado, junto con sus colegas, grandes ideas acerca del modo en que la firma podria seguir funcionando con buenos resultados durante largo tiempo. Pero no han sido escuchados. Un hombre que ha apoyado a su empresa durante mu- chos afios se siente cansado porque su nuevo jefe solo piensa en las ganancias y pasa por alto la calidad de sus colaboradores. Ponia mucho empefio en conseguir un buen clima laboral, pero el nuevo director no est intere- sado en los trabajadores. Lo tnico que le preocupa son los beneficios. No advierte que no mejoraré los resulta- dos empresariales si lo Gnico que hace es espolear a los empleados, sin prestar atencién a su valia personal. Nuestro interlocutor es consciente de que asi se avanza en una direcci6n falsa. Pero todos sus intentos por Ilamar la atenci6n del director han cafdo en saco roto. Y esto le cansa. De alguna manera, ya no siente ningtin placer. Si- gue trabajando segtin las normas establecidas y cumple su deber segiin lo prescrito. Pero ha perdido la fuerza y el idealismo. El cansancio se difunde no solo en este cola- borador sino en otros muchos. E] hombre que me hablaba de su cansancio ante la ac- titud de su nuevo jefe, que tanto habia empeorado el clima laboral, frisaba los 55 afios. A mi entender, esta forma de cansancio es tipica en edades comprendidas entre los cin- cuenta y los sesenta y cinco afios. Es el cansancio que an- tecede a la jubilacién. Todavia quedan algunos afios por delante, y se sienten deseos de hacer bien el trabajo. Nues- LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 21 tro hombre no esta resignado. Ha confesado su cansancio, pero a pesar de ello ha tomado la decisién de expresar sus puntos de vista. Disponia de libertad interior para decir lo que le parecia justo, aunque esto molestara con frecuencia al director. Su cansancio le ha preservado de una frustra- ci6n o de una amargura permanentes. Por un lado, se sen- tia cansado en sus esfuerzos por mejorar el clima de la em- presa. Por otro lado, no queria abandonar. A su entender, la solucién estaba en confesar el cansancio, pero admi- tiéndolo con absoluta serenidad y, al mismo tiempo, con la esperanza de decir lo que consideraba pertinente. No habia safia en sus palabras. Pero tampoco habia perdido la espe- ranza de que sus advertencias conseguirian al final algtin resultado, aunque contaba ya con la experiencia de que no modificaban la actitud del director. Seguia confiando, a pe- sar de todo, en que sus palabras eran semillas que en algun momento germinarian en el corazén del hombre. Asi pues, el cansancio no le arrastré a la resignaci6n o la amargura, aunque si transform6 su modo de trabajo por la empresa. Su actividad respiraba en ese momento el sabor de la li- bertad, de la serenidad y de la esperanza. A menudo, la sensacién de cansancio no esté provo- cada por experiencias negativas. El director de una em- presa me confesaba: «Estoy cansado simplemente de te- ner que suavizar conflictos que me parecen banales. La- mento tener que ordenar siempre de nuevo bagatelas co- tidianas». O un compafiero opina: «Estoy mortalmente cansado. Me gustaria no tener que volver a escuchar los problemas de los demas. Me cansan sobre todo los pro- blemas en la relacién de pareja o en la relacién de amis- tad. Me he visto implicado durante mucho tiempo en los problemas de otras personas. Ya basta. Ahora desearia ocuparme un poco de mi». 22 ESTOY CANSADO 4 ‘ fi ‘ Debemos tomar en serio estos sentimientos. Indican que hemos sobrepasado ciertos limites 0 que hemos vivi- do demasiado unilateralmente. Solo hemos vivido para los demds. Ha Ilegado el momento de tomar también en serio nuestras propias necesidades. El cansancio nos in- vita a realizar con mayor determinacién el otro polo de nuestra vida hasta ahora no vivido. Puede ser una preo- cupaci6n por nosotros mismos o una actitud creativa. El cansancio nos indica que debemos tener mas en cuenta nuestras propias barreras. No podemos saltar impune- mente las vallas de nuestras limitaciones. La sensacién de cansancio o de aversién es siempre una sefial de que debemos mantener un contacto més di- recto con nosotros mismos. Si contemplamos el cansan- cio como un impulso de nuestro espiritu, nos sentiremos agradecidos y podremos enfrentarnos sin dificultad a él. Nos preocuparemos més por nosotros mismos. Y experi- mentaremos de nuevo el placer de dedicarnos a los pro- blemas de los otros. Pero si pasamos por alto esta sensa- ci6n de cansancio, crece hasta convertirse en una especie de resistencia interna o incluso de repugnancia frente a la tarea que nos fatiga. La palabra alemana Ekel (repugnan- cia) indica propiamente algo que incita al v6mito. El es- témago se rebela contra constantes y excesivas exigen- cias. Quien ignora el cansancio, experimenta repugnan- cia y hastio. El término Uberdruss, «hastio», se deriva de verdriessen, «desazonar, contrariar, desalentar», empa- rentado a su vez con «ser incémodo o molesto, afligir, fa- tigar». Quienes ignoran su cansancio actiian de mal hu- mor y con desaliento. En mi labor de acompafiamiento he vivido otras ex- periencias con el cansancio. A veces, en las conversacio- nes con los clientes, me sentia cansado. Antes buscaba la LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 23 causa en mi mismo. Pensaba que habia dormido dema- siado poco. Recurria con frecuencia al café para vencer el cansancio. Pero mas tarde, en mis conversaciones con mis colegas de equipo en la Recollectio-Haus (la «Casa de recogimiento» o centro de espiritualidad de nuestra abadia), descubri que mi cansancio era siempre un indi- cio de que el cliente pasaba de largo sobre el tema. No hablaba de lo que verdaderamente le preocupaba. Conta- ba cosas interesantes, pero mantenfa aparcada la cuestién que en realidad le importaba, la relativa a su verdad inte- rior y a su disposicidn a aceptarla y a emprender nuevos caminos en su vida personal o profesional. Hay otros directivos o colaboradores que estén cansa- dos porque su empeiio ha resultado inttil. Estan cansados porque han trabajado mucho. Se han comprometido des- de hace largo tiempo, han empleado sus energfas en be- neficio de su empresa, en la politica o en una asociacién. Y lo han hecho a gusto y con la mejor voluntad. Pero ahora de pronto advierten que no tienen empuje, que se han cansado. Y la causa no estd en las circunstancias ex- ternas, sino en la constitucién interna. Han topado con sus limitaciones corporales y animicas. Reconocen que ya no se encuentran tan frescos y en tan 6ptimas conidi- ciones como al principio. La edad exige su tributo. De- ben mostrarse siempre fuertes en su profesién. Aqui no pueden permitirse ningtin signo de cansancio. Y ahora el cansancio los atrapa. Es un cansancio producido en defi- nitiva por una larga y permanente opresién de fases fati- gosas. Cuando estaban cansados, combatfan el cansancio con numerosas tazas de café. Pero en algtin momento la fuerza expansiva se agota. Se han cansado porque han es- tado sobrecargados demasiado tiempo, porque no han querido reconocer sus limitaciones. 24 ESTOY CANSADO Otra de las causas del cansancio en la profesién es la pérdida de valor de algunas empresas, tal como el hom- bre a que nos hemos referido antes intentaba transmitir a su jefe. Es verdad que de puertas afuera se propugna un cédigo de valores. Se desarrollan directrices y se impri- men en papel extra-brillante. Pero los directivos las en- tierran en los cajones y estan mas pensadas para repercu- siones extra-empresariales. Dentro se deja sentir muy po- co su influencia. Los valores son fuentes de energia. En latin se les Hama virtutes. Son fuerzas y transmiten fuer- za. Si los valores faltan, nos falta la fuerza para compro- meternos en favor de la empresa. La pérdida de valor ge- nera siempre cansancio. Sin valores, la empresa carece de valor. Y no merece la pena entregar la energia a una empresa asi. Aqui no hay ninguna motivacién. El com- promiso por una empresa sin valores produce cansancio. Hay quienes se sienten cansados porque estan cons- tantemente sobrecargados. Se ven enfrentados a tareas insolubles. Tienen que reducir los puestos de trabajo y perciben que con ello no solo causan dafio a los colabo- radores que despiden, sino que ademas ponen cargas ex- cesivas sobre los compafieros y compafieras que conser- van el puesto. Tales actividades, inconciliables con la propia conciencia, pero que sin embargo hay que llevar a cabo, generan cansancio. Al principio se intenta explicar a los colaboradores que la empresa solo puede sobrevivir reduciendo costes. Pero llega el momento en que estos argumentos suenan a vacio cuando se advierte la gran cantidad de dinero que se derrocha en otros Ambitos. Si no estoy convencido de la rectitud de las normas, dificil- mente puedo transmitirlas. Y este sentimiento de tener que hacer algo que va contra mi conciencia, esto me can- sa. No experimento ya ningtn placer en tener que doble- LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 25 garme de continuo. Noto que tltimamente estoy diri- giendo mi energia contra mi mismo. Y asf, no me resta energia alguna para lo que es razonable y tiene sentido, ninguna energia para mi vida en mi hogar. Me contaba un trabajador que el jefe le bombardeaba constantemente con correos electrénicos insensatos. Queria informacién al instante sobre este o aquel dmbito. Al colaborador le suponia un gran gasto de tiempo y de energia proporcionar estas informaciones. Pero ademés tenia el presentimiento de que eran completamente ab- surdas. Solo servian para satisfacer el afan de notoriedad y la vanidad del jefe; o tal vez para adormecer su miedo. El colaborador intenté tomar las cosas con cierta calma e incluso poner en duda la légica de ciertas instrucciones. Pero no consigui6 otra cosa sino endurecer el comporta- miento totalitario del director. Trabajar en estas condi- ciones es cansado. Al colaborador le asalta la impresién de que toda su capacidad laboral esta siendo explotada para equilibrar la inmadurez de los dirigentes. Si no ve ningun sentido en su trabajo, pierde energia para ejecu- tarlo y sobre su cuerpo y su espiritu se desploma un plimbeo cansancio. El cansancio aparece en muchos dmbitos laborales, no solo en las grandes empresas. Yo lo vivo justamente en los Ambitos sociales. Hay, por ejemplo, una joven profe- sora comprometida y lena de ideas. Pero cada vez que manifiesta una idea nueva, se topa con la misma reacci6n en sus colegas: «No sirve para nada. No hace més que au- mentar el trabajo. No compensa». Estas reacciones de- nuncian el clima de cansancio que se ha implantado en todo el colectivo de docentes. Conozco este fendmeno de un estado de dnimo cansado que paraliza a grupos ente- Tos, también en los consultorios psicolégicos o en hospi- 26 ESTOY CANSADO tales. Jovenes psicdlogos y médicos, que estan Henos de entusiasmo y dispuestos a comprometerse en favor de las personas, se ven frenados con frecuencia. No se reaccio- na a sus propuestas con argumentos, sino con una pro- funda sensacién de cansancio: «No sirve para nada. No siento el menor placer. Me basta con lo que hago. No quiero nuevas exigencias...». EI cansancio en la relacién de pareja En conversaciones con matrimonios oigo a menudo la si- guiente afirmacién: «He puesto tanto esfuerzo en mi ma- trimonio. Lo contraje con tanto entusiasmo y tanto amor. Pero ahora estoy cansado/a. Sencillamente no puedo més. He probado mil cosas. Hemos ido juntos a consul- torios matrimoniales. Nos hemos marcado reglas de jue- go para poder comunicarnos mejor. Nos hemos reserva- do veladas solo para nosotros en las que hemos hablado de nuestros problemas. Mi marido se ha enamorado de otra mujer. ,Por qué causa tengo que esforzarme ahora? He luchado demasiado. Estoy cansada de luchar». Una mujer decia: «Estoy cansada de discutir. He pro- curado tomar siempre parte en los conflictos de mi mari- do, estar siempre a su lado. Queria que a través de las dis- cusiones se reavivara e] matrimonio. Pero estoy cansada. No quiero més discusiones». Y otra contaba: «No quiero escuchar siempre la misma cantinela. Mi marido solo ha- bla de su trabajo, de sus éxitos. Yo no figuro para nada en sus palabras. Estoy harta de escuchar. No quiero oir ya nada més». a Pero también los hombres hablan de su cansancio. El uno est4 cansado de oir los lamentos de su mujer porque LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 27 todavia no ha hecho esto o porque tiene que terminar aquello otro. Los hombres querrian paz y tranquilidad cuando vuelven del trabajo a casa. Estan cansados de que se les impongan nuevas tareas en el hogar. Reaccionan con frecuencia encerrandose en si mismos o parapetdn- dose detras de otras tareas, unos con el ordenador, otros en sus actividades con una asociaci6n o para el consejo municipal local. Y hay quien con deliberada intencidn llega tarde para no tener que enfrentarse a las exigencias familiares. Estén demasiado cansados como para entrar en discusiones con los hijos en la edad de la pubertad. Todos estos hombres y mujeres se han esforzado en la relacién de pareja. No quieren separarse. Es tal su can- sancio que no tienen fuerzas para iniciar los tramites del divorcio. Se limitan a comprobar que estan cansados, que no tienen por el momento ganas de peleas, de compo- nendas, de ser la esposa siempre comprensiva o el mari- do siempre paciente y complaciente. Pero su cansancio no es simple resignacion. La con- versaci6n acerca de su cansancio los libera. Admiten que estan cansados. Se despojan de la mascara. Se atreven a hablar de la verdadera situacin interna de su matrimonio. Pero no se quedan en lamentos. Conceden que se sientén cansados. Es un primer paso. El segundo seria preguntarse qué se sigue de aqui. Discutir desde el cansancio est4 muy lejos de significar que yo deba separarme de mi pareja. El cansancio es mds bien, por el contrario, una invitacién a prestarme mds atencién a mi mismo, a mis propias necesi- dades y sentimientos. Es un desaffo a cambiar algo, a tra- tarme a mi mismo con més cuidado, a tomarme ms en se- rio. Tal vez deba despedirme en mi interior de la ilusién de que en el matrimonio pueden solucionarse todos los pro- blemas, de que las conversaciones siempre aportan clari- 28 ESTOY CANSADO dad y de que con buena voluntad todo puede ser configu- rado con sosiego y satisfaccién. Todo esto son ilusiones. El cansancio no es resignacién. Quiere, mas bien, abrirnos los ojos para que nos tratemos a nosotros y a nuestro cén- yuge con mayor realismo. En otros matrimonios no ha sido tan elevado el grado de compromiso. Sencillamente, han vivido juntos. Se han acostumbrado el uno al otro. Pero de alguna manera y en algtin momento detectan que alli ya no hay ningtin im- pulso, que se han cansado de la relacién de pareja. No han trabajado en demasia, sino demasiado poco. Se han cansado porque la fuente del amor, que los mantenfa fres- cos, se ha secado 0, cuando menos, ya no mana con la abundancia antigua. A menudo los matrimonios se han instalado en este cansancio sin tan siquiera haber adver- tido esta situacién animica. Solo a través de un aconteci- miento externo adquieren conciencia de su cansancio. Puede tratarse de la aparicién de una mujer de la que el hombre se enamora, o de un hombre del que se enamora la mujer. Puede ser también una experiencia espiritual, la asistencia a una celebraci6n litérgica, un retiro 0 unos ejercicios espirituales en los que uno de ellos toma con- ciencia de que sencillamente se han habituado a vivir el uno junto al otro. Pero no se tiene ninguna energia para salir del propio cansancio. Se deja simplemente que la vi- da fluya asi. Hay matrimonios que, en virtud de una vida en co- min prolongada durante muchos ajios, han llegado a una uni6n interna. Aqui ya no hay puntos culminantes en el amor, no hay éxtasis, pero todo est4 marcado por el amor y lleno de vida. En otros matrimonios, en cambio, todo estd congelado. Viven el uno al lado del otro. Pero en nin- guno de los cényuges se percibe amor ni vitalidad. Sola- LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 29 mente cansancio por doquier. No solo se est4 cansado, en esta vida en comtn, de soportarse el uno al otro. Mas bien, el cansancio ha penetrado hasta el alma y se ha apo- derado de ella. El sentimiento basico de estas personas es: vacio y cansancio. El cansancio de la vida en comiin tiene con frecuencia su causa originaria en el hecho de que se hacen recaer so- bre el otro las desilusiones. Forma parte de una sana con- vivencia que cada uno sepa reconocer sus limitaciones, sus errores y sus puntos débiles. Los defectos y las debi- lidades pueden generar facilmente en nosotros un senti- miento de descontento y desaliento. Es aqui importante aceptar con plena conciencia al otro como es. Y esto pi- de, en primer término, que nos despidamos de las ilusio- nes que nos hemos hecho acerca del otro, de nosotros mismos y de nuestro matrimonio. Solo si a lo largo de un doloroso proceso de pérdida nos despedimos de nuestras ilusiones seremos capaces de aceptar al otro sin condi- ciones. Las sensaciones de cansancio por el otro, de tedio y hastio son enteramente normales en una relacién. Pero se las debe mirar cara a cara para poder transformarlas en una nueva manera de aceptacién y de amor. 7 De este cansancio en la relacién de pareja habla Graham Greene en su novela El fin del romance. Bendrix se enamora de Sarah, la mujer de un funcionario inglés llamado Henry, y de esta forma ella es infiel una y otra vez a su marido. Tras la muerte de Sarah, Bendrix lee su diario. Y entonces descubre cémo ella ha luchado toda su vida por el amor y por Dios. Leyendo el diario, Bendrix reflexiona a propdsito de Sarah: «Si este Dios existe y si incluso té con tu sensibi- lidad sensual, los repetidos adulterios y las cobar- 30 ESTOY CANSADO des mentiras que has repetido una y otra vez, eres capaz de cambiar, entonces todos podemos ser santos con solo abrir los ojos y arrojarnos... de una vez por siempre» (Greene, p. 170). Bendrix se siente-conmocionado por la muerte de su amada, pero también por las ideas que descubre en su diario. Tras su muerte, va a beber una cerveza con Henry, el marido de Sarah y su rival en el amor. Ha vivido el amor de Sarah en toda su hondura y profundidad, con he- ridas y desengafios. Y ahora se encuentra cansado de su amor. Graham Greene hace decir a Bendrix: «Cuando estaba junto a Henry para tomar nuestra cerveza vespertina, me venia a la mente la tinica oracién que encajaba con mi amargo estado de 4nimo invernal: “;Oh Dios! Has hecho lo sufi- ciente, me has robado lo suficiente. Estoy dema- siado cansado y demasiado viejo para que pueda comenzar a amar de nuevo. Déjame, pues, solo para siempre”’» (Greene, p. 171). No hay solo cansancio en el amor, sino también can- sancio del amor. Bendrix amaba a Sarah y pasaba con ella horas maravillosas. Pero ahora, tras aquellos altiba- jos, tras la satisfaccién y el desengajfio, esta cansado. Tie- ne la sensacién de haber amado bastante, de haber dedi- cado suficiente sensualidad a las mujeres. Ahora el can- sancio le sefiala otro camino: quedarse solo por siempre, no por resignacién, aunque asi parece sugerirlo su ora- ci6n, sino en virtud de la profunda experiencia de que el amor es maravilloso, pero no lo es todo, sino que puede llevarnos a un nivel més profundo. LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 31. En las conversaciones, muchas personas me hablan de sus compafieros 0 compafieras. No se han comprometido entre si el uno por el otro, pero mantienen una sélida rela- cidn de pareja. A veces, la relaci6n se limita a los fines de semana, porque viven y trabajan en lugares diferentes. Otras, moran juntos. También en estas conversaciones oigo hablar a menudo de cansancio. Se esta cansado de tener que hacer desplazamientos tan largos los fines de semana para encontrarse durante un tiempo tan breve. Durante la sema- na, el trabajo se sitéa con tal firmeza en el centro que que- da poco tiempo para la pareja. Por teléfono surgen nume- rosos malentendidos. Se confia en poder eliminarlos cuan- do Hlegue el fin de semana y en poder abordar el tema con toda tranquilidad. Pero el fin de semana estan tan cansados que no se puede establecer una conversacién en condicio- nes. No se siente ninguna inclinaci6n a analizar problemas y se querria disfrutar del amor. Pero la compajiera tiene otras expectativas. A causa de este vaivén se encuentra uno de alguna manera cansado. Y se pregunta si merece la pena continuar la relacién o es mejor interrumpirla. ¢Me sigue complaciendo 0 es una carga? Pero, ;qué hago si camino en solitario? {Estaré entonces contento? Y asi est4 el hombre desgarrado. La relacion ha perdido su impulso. No se avan- za ni se retrocede. Se esté en cierto sentido inmévil. En su Ensayo sobre el cansancio habla Peter Handke del cansancio entre hombre y mujer que con frecuencia significa ruptura. Y habla desde su propia experiencia con su mujer, pues a veces, tras una intensa vivencia de ser uno, experimentaban de pronto una especie de sepa- raci6n irrevocable. «Nada ayudaba; ambos se sentian ya inevitable- mente separados, cada uno en un cansancio su- 32 ESTOY CANSADO é percongelado; no lo nuestro, sino lo mio aqui y lo tuyo alli. Puede ser que en tales casos el cansan- cio sea otro nombre de la ausencia de sensibilidad o del distanciamiento, pero en lo que respecta a la presi6n que hacia pesar sobre el entorno era la pa- labra adecuada a la situacién» (Handke, p. 15). Handke define este cansancio como cansancio de desunién. «Estos cansancios desunidores descargan sobre uno con capacidad para desviar la mirada y con mutis- mo. Bajo ningtin concepto podria decirle: “Estoy cansado de ti”, y ni siquiera un simple “jCansado!” (lo que, como exclamacién habitual, tal vez nos habria librado del infierno de la soledad). Estos cansancios abrasaban nuestra capacidad de ha- blar, el alma. Estarfamos entonces a punto de em- prender caminos separados. Pero no, aquellos cansancios hicieron que las divisiones en el inte- rior se mantuvieran juntas, como cuerpos, en el exterior. Y luego ocurrié que ambos, poseidos por el demonio del cansancio, se tenfan miedo el uno al otro» (Handke, pp. 16s). A menudo el cansancio se manifiesta a través de la violencia, no necesariamente de la violencia fisica, sino de la desvalorizacién de la masculinidad 0 la feminidad del otro. Pero puede también acontecer que Ja violencia sea, en el cansancio de la pareja, una via de escape fren- te al mismo cansancio. O bien se separan o bien se reen- cuentran, se miran con ojos nuevos: «El cansancio puede conducir del despreocupado enamoramiento del principio a la seriedad. A nin- LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 33 guno de los dos se le ocurria acusar al otro de lo que hacia; habia, en lugar de ello, una comin apertura de la mirada para un condicionamiento independiente de cada una de las personas con- cretas en la convivencia, en el “acabar” unidos co- mo hombre y mujer» (Handke, p. 19). Existe el cansancio en el amor que se convierte en oportunidad para abrir los ojos y ver con mirada nueva al compajiero o la compaiiera. Esta oportunidad situa la re- lacién de pareja en un nuevo nivel. Pero hay también un cansancio en el amor que hace que se vaya de un compa- fiero a otro. Uno esta tan cansado de su compafiera que no experimenta ningiin placer en seguir viviendo a su la- do. Pero tampoco puede vivir en solitario. Y por eso se busca una nueva compafiera. Esta biisqueda incesante de nuevas compafifas no es expresi6n de vitalidad, sino de cansancio. No se traban relaciones de amistad, sino que se hacen pruebas una vez més. La ausencia de vincula- cin y la negativa a comprometerse de verdad con el otro producen cansancio y llevan a la resignacién en el amor. El Evangelio de Juan narra el encuentro de Jestis con una mujer samaritana (Jn 4,1-26) como un fenémeno de cansancio del amor. La mujer se ha enredado en el can- sancio del amor porque ha tenido numerosas relaciones inestables. Se vefa inserta en el circulo vicioso en virtud del cual el cansancio del amor la inducia a constantes cambios de pareja, y estos cambios constantes provoca- ban nuevo cansancio, porque se volvian a cometer los mismos errores. Por este camino no se podfa satisfacer el anhelo de verdadero amor. Jestis remite a la mujer a la fuente interna del amor que nunca se seca, porque parti- cipa de la fuente divina del amor. 34° ESTOY CANSADO. EI cansancio en la Iglesia Una mirada a nuestros templos vacios sefiala el cansancio de la Iglesia de muchos cristianos. El entusiasmo de las Jornadas Mundiales de la Juventud o de las Jornadas Cris- tianas y Catélicas de Alemania (los famosos Kirchentage y Katholikentage) no puede llamar a engafio sobre el he- cho de que muchos cristianos estan cansados de la Igle- sia. Las causas son muy diversas. Est4 en primer lugar la desilusi6n causada por la misma Iglesia. Justamente el debate en torno a los abusos sexuales de algunos sacer- dotes ha provocado desilusién en muchos cristianos. Se habia confiado en los parrocos y se les habian confiado los hijos. Y ahora resulta que, tras la fachada de la pie- dad, han dado rienda suelta a sus apetencias sexuales. Y asi, la Iglesia ha perdido credibilidad. Los numerosos pdrrocos que se preocupan sincera- mente por proporcionar acertados y abiertos cuidados pastorales ocupan posiciones abandonadas. También ellos estén a menudo cansados. No pueden contrarrestar la oleada de opinién que ahora se pronuncia en contra de la Iglesia. Se esfuerzan por construir una comunidad vi- va. Entran en contacto, en la pastoral, con las personas, presiden hermosas celebraciones litirgicas y pronuncian buenas homilfas. Pero tienen la impresién de que se en- cuentran en una duna. La arena sobre la que se asientan se desliza bajo sus pies. Pastores evangélicos de ambos sexos me hablan de su cansancio con su Iglesia o con su comunidad ecle- sial. Ponen gran empefio en que sus predicaciones sean buenas. Pero todo su esfuerzo no consigue aumentar el ntimero de los asistentes a las celebraciones litirgicas. O estdn cansados de las luchas internas entre los diri- LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 35 gentes de la Iglesia y los propdsitos de la comunidad y del parroco. A menudo se trata también de la experiencia de que el lenguaje de la Iglesia no llega ya hasta el coraz6n de las personas. Se ha convertido en un lenguaje especial por el que muchos no se sienten interpelados. Las cere- monias de la liturgia les parecen vacfas de sentido. No llevan hasta el misterio. No tocan la fibra interior de los hombres. Y, por supuesto, no es debido solo a la configuracién que le dan los parrocos de uno y otro sexo sino, con mu- cha frecuencia, al cansancio de la propia fe. Tiene toda- via todo cuanto aqui celebramos y lo que confesamos co- mo nuestra fe alguna repercusién en mi vida y en la vida de la sociedad? Con frecuencia a una desilusién le sigue otra. Como con ocasion de un bautizo o de un entierro un parroco dio muestras de impaciencia 0 de estrechez de miras, se vuel- ve la espalda a la Iglesia. Se generaliza. No se quiere ya tener nada que ver con las instituciones eclesidsticas. Otros se comprometen por la Iglesia. Se han esforzado por configurar una comunidad viva. El pérroco les ha apoyado. Pero hay un cambio de parroco y el nuevo lo quiere hacer todo é1 solo o Hevar el control de las ideas que se le sugieren. Y asf se pierde el placer de la colabo- racin. Reina la resignacion. Se siente el cansancio del compromiso en pro de la Iglesia. Se ha visto c6mo flore- cia la Iglesia. Ahora todo estd marchito. Y esto produce dolor, genera tristeza y cansancio. Ante esta situacién, algunos miran con ojos envidio- sos a las Iglesias libres, capaces de atraer y entusiasmar a los jévenes. Pero tampoco aqui parece ser todo de co- lor de rosa, en contra de lo que en algunos servicios li- 36 ESTOY CANSADO térgicos se afirma. Todos cantan con fervor. Pero si se analizan los textos con detenimiento, se advierte que son demasiado simples. Prometen demasiado. Otros estan di- rigidos a grupos mds conservadores. Pero también aqui, los que se retinen en grupo no son los mas fuertes y sa- nos, sino los necesitados de ayuda. Ahora bien, si en una comunidad solo estan presentes los necesitados de ayuda, el grupo no tarda en perder su impulso. Tampoco parece que asf se evite el camino de la crisis. Se tiene la impre- sién de que la Iglesia es solo para enfermos. Y en una co- munidad asf pronto se siente uno desbordado. Se deja sentir el anhelo de personas fuertes y sanas. Los parrocos evangélicos de uno y otro sexo, los refe- rentes de la comunidad y las referentes de la pastoral que se comprometen con todas sus fuerzas por una comunidad viviente se sienten a menudo cansados ante la desilusién de que, a despecho de todos sus esfuerzos, no aumenta el numero de los asistentes al templo. O aparece la desilusién acausa de miembros concretos de la comunidad en los que se habfa confiado y que ahora le dejan a uno en la estaca- da o incluso le vuelven la espalda. Todas estas experien- cias contribuyen al cansancio de la Iglesia. Cuando se contemplan los tiempos pasados, se siente una cierta melancolia. Cuando se recuerdan los Dias de confesion juvenil de la década de 1950 o el entusiasmo por las grandes ceremonias littirgicas en santuarios de pe- regrinacién de la posguerra, se olvida la desorientaci6n. Todavia en la década de 1920 podia escribir Romano Guardini: «La Iglesia despierta en las almas». Hoy nadie se atreverfa a escribir tal cosa. Y nadie posee la receta pa- ra superar el cansancio de la Iglesia. EI cansancio eclesial se muestra en el hecho de que son muchos los seglares eclesialmente comprometidos LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 37 que se apartan de ella. Buscan otros nichos espirituales en los que se encuentran a gusto. Emigran de la Iglesia y se refugian en su grupo de meditaci6n, de peregrinacién, de danza o en algunas de las numerosas agrupaciones es- pirituales que se forman por doquier. Es asimismo s{nto- ma del cansancio de la Iglesia de muchos cristianos la tendencia a la migracidn y al repliegue, o también la orientacién a eventos espirituales que durante un corto lapso de tiempo edifican internamente. Pero no solo los cristianos estén cansados de la Igle- sia. Es la Iglesia misma la que produce a veces la impre- si6n de cansancio. No hay rastros de entusiasmo. Ciertas declaraciones episcopales desearfan con mucho gusto ha- cer revivir los tiempos pasados. Pero no resultan convin- centes. Al fondo de la tentativa de exaltar algunos acon- tecimientos de Ja Iglesia coronados por e] éxito se oculta un cansancio profundo. Se tiene la impresién de que est4 més ocupada en justificarse que en mostrar su impetu de cara al exterior y poner a la sociedad en movimiento. Para mf es importante lamentar que la Iglesia sea hoy tal cual es. Si lo lamento, entonces también puedo descu- brir todo lo positivo que se vive hoy en ella. Son muchos los seglares comprometidos con sus comunidades. Hay brotes de espiritualidad auténtica en ciertos circulos nue- vos. Hay muchas tentativas de profundizar la espirituali- dad. Numerosos seglares hacen los ejercicios espirituales y llevan adelante su formacién teolégica. Hay en algunos lugares un buen clima ecuménico entre las comunidades catélicas y las evangélicas, una vivencia comin de la fe. Algunos conventos se han convertido en centros espiri- tuales en los que numerosos cristianos intentan profundi- zar su fe. Y hay sobre todo, en los paises de América La- tina, Asia y Africa, Iglesias vivientes comprometidas tan- 38 ESTOY CANSADO to social como politicamente, que son a la vez lugares de experiencia espiritual. Pero debo lamentar una y otra vez que disminuye el ntimero de asistentes a los templos, que cada vez se tiene menos en cuenta lo que se ofrece ordi- nariamente, la ausencia de niiios y jévenes. Solo si lo la- mento me mantendré abierto a los nuevos caminos por los que hoy puede transitar la Iglesia. Peter Handke ha sefialado hasta qué punto afecta el cansancio a las personas concretas cuando describe el cansancio del nifio pequefio en la Misa de gallo. Todos cantan canciones navidefias, pero él simplemente esta muy cansado. Aunque se trata de un cansancio fisico, Handke lo describe como una odiosa enfermedad. Y piensa que lo deforma todo: «Tanto al entorno —a los asistentes apretados co- mo sardinas en lata, al altar con su resplandecien- te decorado en la indecisa lejania de un lugar de tormentos, acompajiado por los extraiios rituales y férmulas del presidente— como al propio enfermo de cansancio en una grotesca figura con cabeza de elefante, es decir, tan pesado, de ojos tan secos, tan abotargado, apartado por el cansancio de la materia del mundo, en este caso del mundo inver- nal, del aire nevado» (Handke, p. 8). Lo que Handke describe aqui como cansancio de la Iglesia en el caso del nifio es una imagen del cansancio de la Iglesia experimentado por muchos adultos. E} can- sancio de la Iglesia expresa todo cuanto acontece en la Iglesia bajo una luz distorsionada. Y ni siquiera entonces se siente felicidad. Se siente uno de alguna manera como separado de la vida. Hay anhelo de vida, pero no se en- cuentra en la Iglesia. El cansancio de la Iglesia no siem- LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO 39 pre lleva a la irrupcidn espiritual, sino a menudo a una huida o un nicho espiritual. Se cree haber encontrado ah{ lo que se andaba buscando. Pero no brota de los ros- tros la vitalidad que echan en falta en la Iglesia. Y ne- cesitan ademas un gran acopio de energfa para criticar a la Iglesia, para que su energia pueda fluir a lo largo de una espiritualidad viviente. Y asi, el cansancio de la Igle- sia se convierte, para decirlo con palabras de Handke, en «un sufrimiento odioso y maligno» (Handke, p. 7). La pregunta es qué puede hacer el individuo, qué puede ha- cer la Iglesia contra este sufrimiento del cansancio de la Iglesia. {Cémo puede la Iglesia decir lo que debe proclamar como mensaje de Dios de tal modo que los hombres no se sientan cansados, sino que se mantengan despiertos? Hay aqui una pregunta dirigida en primer lugar a cada predicador concreto, para que é1 mismo se mantenga des- pierto. Jestis exhortaba una y otra vez a mantenerse vigi- lantes, a despertar del suefio. {Con qué capacidad de pe- netraci6n puede decirse esto de tal suerte que se manten- ga siempre como algo acuciante, como algo que puede penetrar en el corazén humano? Es evidente que Jestis poseia esta capacidad, porque él mismo se mantenia des- pierto, despierto para los impulsos de su espiritu, des- pierto para todo cuanto Dios le sugerfa y despierto para todo cuanto movia los corazones humanos. Su poder de irradiacién no dejaba a nadie indiferente. Provocaba a los hombres con sus pardbolas y con algunas de sus senten- cias para arrancarlos del suefio. Pero también enderezé a los agobiados y animé a los decafdos. Irradiaba una fuer- Za que tocaba a los hombres. Esta fuerza del Espiritu Santo, que se nos ha prometido también a los cristianos de nuestros dias, anhelamos hoy todos nosotros. Debe 40 ESTOY CANSADO mostrarse en un lenguaje que caliente los corazones, tal como experimentaron los discipulos de Jestis: «No se abrasaba nuestro coraz6n mientras nos hablaba por el camino?» (Le 24,32). Y anhelamos la tempestad de Pentecostés del Espiri- tu Santo que sacé a los apéstoles del salén superior en que se mantenian escondidos y les permitié hablar una nueva lengua. Desde su prisién de la Gestapo, el afio 1944, Alfred Delp incitaba a la Iglesia a un examen de conciencia para averiguar hasta qué punto era ella misma responsable de la sequedad y del cansancio que padecia. «En los tiltimos tiempos nos hemos equivocado tantas veces, como individuos particulares y como Iglesia en el modo de salir al encuentro de los hombres, en la valoracién y apreciacién de las si- tuaciones y de las realidades espirituales, en la presentacién de la doctrina y en tantas otras cosas, que tenfamos y seguimos teniendo motivos mas que justificados para aterrarnos de nosotros mis- mos» (Delp, p. 302). Es, pues, la Iglesia misma la que debe vigilarse y re- conocer dénde no sale verdaderamente al encuentro de los hombres, dénde no toma en serio sus necesidades. Solo cuando se mantiene vigilante puede llegar de nue- vo hasta los corazones. En la Iglesia primitiva se canta- ba un himno que cita la Carta a los Efesios. Los cris- tianos debemos exhortarnos unos a otros: «Despierta, ti que duermes, levdntate de la muerte y te iluminard el Mesias» (Ef 5,14). LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 41. EI hastio de la politica Son cada vez menos los ciudadanos y ciudadanas que acuden a las urnas en época de elecciones. Se habla del cansancio de la politica y del hastio de la politica. Todos los partidos lamentan esta actitud negativa de los ciuda- danos a contribuir activamente a la configuracién de la politica. También aqui las causas son multiples. Hay de- silusi6n porque los politicos no cumplen sus grandes pro- mesas electorales, porque pronuncian magnificos discur- sos que luego no son confirmados por los hechos, porque son simplemente incapaces de resolver nuestros proble- mas, porque no existe voluntad de consenso entre ellos. Se echa en falta una clara linea en la politica. Se despa- chan los asuntos cotidianos y cada partido acude a las si- guientes votaciones con las mismas propuestas de las elecciones pasadas en lugar de enfrentarse a los proble- mas a largo plazo. La prensa denuncia una y otra vez irregularidades en la clase politica, cohechos y otros escdndalos. Nada de esto contribuye a aumentar la confianza en los politicos. Muchos de ellos estén asimismo cansados porque ad- vierten que no pueden imponer sus objetivos. Se ven én- vueltos en luchas intrapartidistas. Son la rivalidad y la envidia las que sefiorean en la atmésfera y no la voluntad comtin de ponerse en pie al servicio del pais. Son muchos los que tienen la impresién de que lo que de verdad les importa no es el bien del pais, sino el bien de su partido. Y todo esto lleva a que la gente se aleje cada vez mds de la politica. A los partidos les resulta arduo reclutar nue- vos afiliados y hay cada vez menos personas dispuestas a asumir tareas de responsabilidad dentro del partido o en el seno de la politica de la Federacién o de los Lander. 42 ESTOY CANSADO a E } : No existen personalidades carismaticas que sepan llegar hasta las personas y arrastrarlas. En lugar del entusiasmo predomina el escepticismo; en lugar del espiritu dispues- to a emprender la marcha, el cansancio. Se acomoda per- fectamente a nuestro tiempo lo que Alfred Delp escribié en la carcel de Tegel, a saber: que hay generaciones a las que no se les ocurre nada inteligente, que dejan transcu- rrir sus vidas sin visién. Delp meditaba la frase de la se- cuencia de Pentecostés Riga quod est aridum: «Riega lo que est4 seco». Y distingufa varias clases de sequedad: «Una de ellas se refiere al linaje pasivo: al hecho de que a veces hay todo un pueblo, una genera- cién entera, a la que no se le ocurre nada intere- sante e inteligente ni en el terreno de los conoci- mientos prdcticos ni en la organizacién, ni en el arte, ni en la politica, ni en la filosofia, ni en la teologfa, ni en la espiritualidad» (Delp, p. 288). Nuestra politica actual se caracteriza por la ausencia de fantasia. Solo interesan los asuntos de cada dia, pero no existe una visibn acerca de c6mo poder conseguir la convivencia de diferentes hombres y culturas en nuestra sociedad, cémo los hombres pueden configurar su coe- xistencia en el futuro en un universo globalizado. Algunos politicos nos han mostrado en estos tiltimos afios que estén cansados. Se han comprometido por su pais. Pero solo han recibido criticas. Y han vivido en su propia experiencia que es tarea cansada imponer solucio- nes politicas. Los partidos se bloquean mutuamente. En el seno de los propios partidos existen tensiones y con- flictos. Mas de un politico tiene la impresién de que est4 luchando en vano. Y esto cansa. Roland Koch estaba can- sado de su cargo y se retiré al mundo de la industria. El LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 43 alcalde de Hamburgo dejé su puesto y renuncié a su car- go. Pensaba que habia llegado el momento de dar otra di- recci6n a su vida. Suena a excusa. Es evidente que el car- go le habia cansado. Es comprensible que los politicos tengan estas reac- ciones. Pero si todos cuantos asumen responsabilidades por los demas abandonan ante las dificultades, se esta- blece un clima de cansancio que no hace ningtin bien a la sociedad. Seria, por tanto, importante que los politicos hicieran frente honradamente a su sensaci6n de cansan- cio, pero sin sacar de inmediato la consecuencia de re- nunciar a todos los deberes. El cansancio deberia conver- tirse en desaffo para cultivar la politica con otra disposi- ci6n de dnimo. Este cansancio de los politicos es a la vez un interrogante a la sociedad sobre si tal vez no se han depositado demasiadas expectativas en ellos. Si nadie puede cometer un error mas, y si por cada fallo se exige una dimisi6n, las personas se cansan. No sienten el me- nor placer en asumir responsabilidades y ser denostados por la prensa por cada palabra que dicen y por cada ini- ciativa que toman. El cansancio de la politica no solo provoca el hastfo de los ciudadanos por la politica, sino que produce tam- bién nuevos sintomas de despertar, por ejemplo en los re- cientes movimientos ciudadanos. Los politicos planean con frecuencia el futuro del pafs sin tener en cuenta las necesidades de la gente. Y entonces la gente no se siente tomada en serio. Protestan contra los planes de la politi- ca. Solo nos queda esperar que el despertar de muchos ciudadanos desemboque en el despertar de la politica y en una redoblada atencién por los problemas politicos. Pero no podemos descargar tinicamente sobre los politi- cos el hastfo de la politica. Existe también el cansancio 44 ESTOY CANSADO de la gente que no ve con suficiente claridad lo que acon- tece en su propio pais y se atrinchera en sus deseos e ilu- siones personales. EI cansancio de los politicos es a menudo tan solo la expresién del cansancio de la sociedad. Una mujer de Taiwan, que ha vivido y estudiado mucho tiempo en Ale- mania, me contaba que experimentaba la sensacién de que Ja sociedad alemana est4 cansada. Que est4 como muerta. Segiin ella, la sociedad asidtica es mucho més vi- talista. Aunque también a menudo mucho més inquieta. Y opinaba que es necesaria una postura intermedia. La in- quietud puede ser expresién de vitalidad, pero también puede sobrecargar a las personas y enfermarlas. La socie- dad cansada ofrece mucho mds espacio para el ocio. Pero puede también reprimir toda vitalidad. Se vive en el aco- modo. No se quiere llamar Ja atencidn. Se inicia la retira- da hacia los circulos privados. Pero la sociedad misma es- td cansada y resignada. Los asidticos perciben a menudo este cansancio con mucha mayor claridad que nosotros mismos. Nosotros, en cambio, pensamos que hay en Ale- mania demasiado movimiento. Pero no siempre es un mo- vimiento surgido de la vida, sino del cansancio. EI cansancio de mi mismo Descubro a menudo entre mis colegas personas cansadas de sf mismas. Estos compafieros estuvieron en el pasado entusiasmados con su vocaci6n espiritual, la pastoral, la teologfa, el trabajo con la gente. Pero ahora estan cansa- dos. Algunos lo estén porque han trabajado demasiado. Han seguido una terapia, han asistido a seminarios de au- toexperiencia o de meditacién. Pero tienen la impresién LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 45. de que no hacen progresos. Escuchan conferencias. Pero no hay conferencias que les entusiasmen, que los lleven por nuevos derroteros. Asisten somnolientos a las charlas 0 a los seminarios. No esperan ya nada de la vida. Sien- to a veces verdadero dolor cuando tengo que enfrentarme a estas personas. Yo mismo salgo cansado de estos en- cuentros. Si no ando con cuidado, el hecho de estar fren- te a su cansada resignaci6n me arrebata toda la fuerza y la vitalidad. Intento, pues, mantenerme en contacto con mi fuente interior para no verme contagiado con el can- sancio del otro. De otras personas intuyo que hubo un tiempo en que estuvieron henchidas de vitalidad. En su juventud se sin- tieron entusiasmadas por miltiples cosas y asumieron muchos compromisos. Pero ahora les domina el senti- miento de que todo aquello ya ha pasado. Fue bueno. Pe- ro también se sienten un tanto seducidos y explotados. Se han dejado utilizar. Esto les ha dado su valor. Pero a ve- ces dejarse utilizar es dejarse explotar. Sienten que les explotan otras personas para conseguir sus propios fines. Y por eso no tienen hoy energia suficiente para entusias- marse por algo nuevo. Se han vuelto escépticos respecto de las grandes ideas; lo tinico que barruntan por doquier es que se cobra por ellas. Contemplan con escepticismo todos los nuevos caminos psicolégicos 0 espirituales. Han probado ya demasiados nuevos comienzos. Y de na- da Jes han servido. Estén cansados del trabajo consigo mismos. Simplemente, se limitan a seguir viviendo. Hay quienes contemplan con gratitud su pasado. Pe- ro también viven del pasado. No sienten ya ningtin im- pulso por cosas 0 ideas nuevas. Piensan que eso es tarea de los j6venes. Puede descubrirse a menudo esta actitud en los conventos. Fueron ellos quienes acufiaron la vida 46 ESTOY CANSADO conventual durante afios. Ahora deben ser otros los que se pongan al frente. No siempre se trata de la actitud de de- jar paso a los otros. Ni tampoco esta actitud esta siempre dictada por la libertad y la alegria interna ante la actividad de los jévenes, sino por la amargura y el cansancio. Se han comprometido durante largo tiempo. Y ahora se sienten cansados. Un cansancio que todo lo cuestiona. Pone toda mi vida bajo un interrogante. {He llevado una vida correc- ta? ¢Ha merecido la pena vivir esta vida, renunciar a tan- tas cosas, comprometerse con los objetivos de otros y con los propios? {Qué ha quedado de todo ello? {Sigue en pie el fruto de mi vida o se marchita répidamente? A veces, el cansancio que se desploma sobre alguien es a la vez el inicio de una transformaci6n interior. Asi ha descrito Hermann Hesse el cansancio de Buda. Tras haber vivido una vida colmada de todas las delicias, llega al rio por el que veinte afios atras le habia llevado un barquero. «Se detuvo ante la corriente, permanecié temblo- roso en la orilla. El cansancio y el hambre le ha- bian debilitado y gpor qué seguir caminando, ha- cia dénde, con qué objetivo? No, ya no habia ob- jetivos, ya solo habia aquel profundo y doloroso anhelo de alejar de si todo este yermo suefio, es- cupir este vino insfpido, poner fin a esta vida mi- serable e ignominiosa» (Hesse, p. 72). Cansado de la vida, desengafiado de si mismo, lo que més le apetecfa a Buda en aquel momento era arrojarse al rio y morir. «Entonces se levanté desde el lejano recinto de su alma, desde los tiempos pasados en su cansada vi- da, un sonido estremecedor. Era una palabra, una LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 47 silaba, que pronunci6é desde sf mismo sin pensa- mientos, con lengua balbuciente, la antigua pala- bra inicial y palabra final de todas las oraciones brahménicas, el sagrado Om, que significa tanto co- mo “lo perfecto” o “la plenitud”. Y al instante, ape- nas el sonido Om llegé a los ofdos de Siddharta [= Buda], desperté stibitamente su adormecido es- piritu y reconocié la estupidez de sus acciones» (ibid., p. 73). EI cansancio fue, pues, para Buda, el instante de su iluminaci6n. Era un cansancio que le abria a Dios y a los hombres. En ese momento no se alzaba interiormente por encima de los mortales como habia hecho en épocas an- teriores, durante su vida mondstica, sino que se sentia uno con todos, también con los «hijos de los hombres» a los que antes habia despreciado. «Se sintié como uno de ellos. Aunque se hallaba cerca de la perfeccién y de su mortificacién ulti- ma, consideraba a estos hijos de los hombres co- mo hermanos suyos; sus vanidades, deseos y li- gerezas perdieron para él su aspecto risible, se hicieron comprensibles, fueron dignos de amor, fueron incluso dignos de veneracién» (ibid., p. 104). El cansancio abrié a Buda para Dios y para los hom- bres, y le dio un hondo sentimiento de la unidad de todo cuanto existe. Se da el cansancio conmigo mismo y con mi propia vida. Pero hay también momentos en los que simple- mente estoy cansado. Un hermano en religién me confe- saba que después de la comida del mediodfa tenfa una fa- 48 ESTOY CANSADO se de cansancio. Simplemente se quedaba dormido en cualquier lugar. Podrian describirse aqui los progresos del cansancio. Estaba hundido en él, daba vueltas encor- vado. El café le reanimaba. Entonces caminaba erguido y acometia con alegria su trabajo. En todos nosotros apare- cen estas fases en las que nos sentimos cansados. En al- gunos aparece este cansancio en unas horas determinadas del dia. En otros son dfas enteros, en los que no sienten ningtin impulso interior. Lo importante es que se advier- tan bien estas fases y no se las pase por alto. Cuanto mas las ignoro, tanto mayor es el peligro de que el cansancio se trueque en actitud permanente. El hecho mismo de combatir este cansancio, de no mostrarle de cara al exte- rior y de negarnos a rendirnos, le hace cada vez mas fuer- te dentro de nosotros mismos y comienza a determinar- nos con creciente firmeza. Lo que siempre y en definitiva importa es cémo reac- cionamos a las sensaciones de cansancio. Puedo ignorar- las. Pero entonces acaban por convertirse en amargura in- terior y consiguen que ya viva solo con este sentimiento. Renuncio a mis ideales, me hago cinico, sarcstico, cuan- do los jévenes siguen manifestando ideales. Nada edifi- cante brota de mf, tampoco sabiduria, sino més bien ne- gaciOn y amargura. EI cansancio puede derivar en que externamente me mantenga vivo, pero internamente estoy muerto, tal co- mo C.G. Jung ha observado en numerosos ancianos. Han dejado escapar la transformaci6n interior y se aferran al pasado, que magnifican. Pero estan cansados. Ante sus ojos no sucede nada que haga fructificar a los hombres. En algunas comunidades, esta clase de personas desilu- sionadas y cinicas puede envenenar la atmédsfera. Y eso hace atin mds importante que aprendamos a comportar- LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 49. nos correctamente con el cansancio que hace acto de pre- sencia en toda vida. Los hombres cansados han perdido su capacidad de apasionamiento. De ellos no surge nada. Hacen muchas cosas, pero sin pasién. El dirigente Enoch zu Guttenberg respondia a la pregunta de qué opinaba sobre el trabajo de su hijo como ministro de Defensa: «Me dan ldstima las personas que no tienen pasio- nes» (Psychologie heute, febrero de 2010, p. 31). Nada avanza sin pasi6n. Quien no siente pasién por su trabajo no hace con mucha frecuencia otra cosa que dar vueltas en torno a si mismo y a su salud. Su vida no fluye. Frente a un cansancio pronunciado, solo esta pen- diente de sus propios sentimientos y se vuelve hipocon- driaco, va de médico en médico, sin encontrar curaci6n. Ha perdido su capacidad de entusiasmo. En vez de com- prometerse con pasion por algo, prefiere tener compasién de si mismo. Un fendémeno que siempre me estremece es el can- sancio de los jévenes. Me encuentro una y otra vez con j6venes cansados ya antes de haber comenzado a traba- jar. Se nota su cansancio sobre todo en los titubeos acer- ca de lo que deben hacer. Necesitan mucho tiempo para tomar una decisién. Inician una carrera. Pero no Ilena sus expectativas. Y entonces comienzan otra. Vacilan en todo lo que hacen, sobre todo alli donde deberfan asentarse s6- lidamente. En vez de afianzarse en alguna parte, se mues- tran irresolutos, sin comprometerse en nada. Y si se les ha encomendado una tarea responsable en la que pueden desplegarse, por su propia iniciativa no surge nada. Se preocupan sobre todo por las cl4usulas la- borales. Exigen derechos para poder trabajar en condi- 50 ESTOY CANSADO ciones favorables. Pero no sucede nada. Carecen de pa- sion. Y les falta la capacidad agresiva por la que se afe- rran a algo y lo ponen en marcha. Derrochan grandes cantidades de energia en sf mismos. Y no tienen ninguna visién. No saben ad6énde quieren dirigir sus pasos, hacia d6nde quieren encaminarse. Saben perfectamente lo que no funciona y bajo qué condiciones no quieren trabajar. Pero qué es lo que de verdad quieren, eso no lo saben. En raz6n de su estructura, son tipos mds depresivos que agresivos. Ya desde su juventud se vuelven hacia dentro en lugar de acreditarse fuera, en el mundo. Re- hdyen las batallas, sin las que no existe ninguna vitali- dad. Estan demasiado cansados para combatir. Podrian resultar heridos. Prefieren acomodarse a su cansancio y girar en torno a su salud y su bienestar. Pero cuanto més giran, tanto mds insatisfechos se sienten. Fue asi como descubri dos grupos de jévenes: por un lado, los que se comprometen y despliegan todas sus energias y aspiran siempre a desempefiar sus tareas mejor que sus antece- sores. Y existe un segundo grupo, el de los jévenes can- sados, de los que no brota nada, que estan demasiado ocupados consigo mismos, que se fatigan en el proceso de su autodevenir, que estén agotados en su desalentado sf mismo. Ya en sus tiempos conocié Isaias a este género de jé- venes cansados. Y ve la causa de este cansancio en su fal- ta de fe en Dios. Escribe: «Los muchachos se cansan, se fatigan; los jovenes tropiezan y vacilan, pero los que esperan en el Se- fior renuevan sus fuerzas, echan alas como las Aguilas, corren sin cansarse, avanzan sin fatigar- se» (Is 40,30s). LAS EXPERIENCIAS DE CANSANCIO. 51. Los hombres y mujeres que ya en su juventud estan cansados y fatigados, no conffan en nada, ni en la vida ni en Dios. Los hombres cansados dirigen la mirada hacia lo alto. Si miro a Dios, experimento en mi una fuerza que me da alas. Brota de una fuente que nunca se seca, de la fuente del Espiritu divino, del Espiritu Santo, tal como Jestis la llama. 52. ESTOY CANSADO 2 Las causas del cansancio A mencionar las diversas clases de cansancio, he se- fialado siempre causas y razones por las que alguien esta cansado en la empresa, en la Iglesia, en la sociedad. En los capitulos que siguen se analizaraén de nuevo y sistematicamente cuales son, en cada ambito correspon- diente, las causas auténticas del fendmeno del cansancio. Querria distinguir ante todo entre el sintoma del cansan- cio crénico y el burnout (estar quemado). El médico Markus Treichler opina: «El factor determinante para el diagndstico del cansancio crénico es que este cansancio no puede ser generado por ninguna clase de carga o sobre- carga corporal o animica. Ni tampoco puede adu- cirse ningun otro tipo de enfermedad corporal o psiquica como causa del cansancio crénico» (Treichler, pp. 43s). Treichler describe los sintomas esenciales del cansan- cio crénico como sigue: «Cansancio constante y/o ligera extenuacidn que se prolonga como minimo a lo largo de seis meses y: LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. 53. — no puede explicarse por la presencia de otra enfermedad, — surge como fendémeno nuevo, — no es la consecuencia de una situacién de agobio, — no se elimina claramente con el descanso en la cama y — esta tan marcado que reduce notablemente la capacidad media de rendimiento» (Treichler, pp. 44s). Para Treichler, las auténticas causas del cansancio cré- nico no son ni puramente médicas ni puramente psicolégi- cas. A su entender, el cansancio crénico estd relacionado con el moderno género de vida de nuestro tiempo. «El sindrome crénico del cansancio aparece como la imagen de un sentimiento de agobio excesivo cronificado. Se presenta, pues, como una inver- si6n de rumbo racional, individual, psicosomatica y biogrdfica contra el afan insensato de velocidad al que estan cada vez mds expuestos los hombres» (ibid., p. 44). . En lugar de preguntarse por causas medicinales, Treichler comprueba que el cansancio crénico mas bien produce molestias corporales: «Con frecuencia se quejan los pacientes de cam- biantes trastornos y dolores corporales; por ejem- plo, dolores musculares, cefaleas, dolores de las articulaciones, faringitis, dolores en el cuello acti- fenos. A menudo aparece un estado de dnimo de- presivo. Los pacientes sienten muchas veces que 54 ESTOY CANSADO sus padecimientos no son bien atendidos, sobre todo cuando las exploraciones corporales no dan ningtin resultado patoldgico y no pueden explicar, por consiguiente, los dolores del paciente» (ibid., pp. 45s). Si bien es cierto que el sindrome crénico del cansan- cio debe ser interpretado sobre todo como reaccién al afan por las prisas de nuestro tiempo, también debemos preguntarnos —sobre todo cuando nos enfrentamos a can- sancios de larga duracién— por las causas medicinales y psiquicas. A veces el cansancio est4 sencillamente condiciona- do por fendmeRos medicinales. Ayuda, en estos casos, eliminar los déficits en este Ambito antes de dirigirse a los niveles espirituales 0 psfquicos. Causas medicinales Hay numerosas causas por las que estamos cansados. En unos casos es el trabajo excesivo, en otros son causas fi- sicas. Se cae en poder de una gripe. La fiebre adormece. No se siente gusto ni se tiene fuerza para nada. O faltan nutrientes férricos o el oxigeno, o se dan otras carencias. La medicina conoce muchas causas que explican el can- sancio. Uno esté cansado porque consume demasiados alimentos grasos. Muchos estén cansados porque estén demasiado tiempo sentados y hacen poco ejercicio. Jus- tamente permanecen mucho tiempo en lugares climatiza- dos que generan cansancio, porque se le priva al cuerpo de mucha parte de su fluidez. LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. | 55 Son numerosas las personas que se cansan porque no Prestan atenci6n a su biorritmo. Cada uno tiene sus fases diarias en las que se mantiene despierto y otras en las que estd mas bien cansado, por ejemplo después de la comida del mediodia. Hay quienes se sienten més cansados duran- te la primera parte de la tarde que por la mafiana. En el cur- so de la tarde aparece con frecuencia el cansancio y luego la gente se siente mds despierta. Hay también un cansan- cio que deja traslucir problemas de salud, por ejemplo una infeccién, anemia, diabetes o carencia de hierro. Es bueno tratar de aclarar el cansancio, cuando nos asalta durante mucho tiempo, primero en causas medicinales. Si existen estas causas, deben ser tratadas medicinalmente. Una causa que se sittia a medio camino entre las me- dicinales y las psicolégicas es la falta de suefio. Son ca- da vez mds numerosas las personas que lo padecen 0 que tienen trastornos de suefio. Algunos tienen problemas pa- ra dormir a pesar de hallarse muy ocupados durante el dia. No pueden conciliar el suefio. Hay otros que duer- men normalmente, pero a las pocas horas se despiertan y permanecen el resto de la noche en vigilia. Se agitan en la cama de un lado para otro y se irritan porque no con- siguen dormir y les asalta a veces el temor de que no se hayan recuperado lo suficiente para el dia siguiente y no puedan desarrollar sus tareas. El suefio no se consigue a la fuerza. Hay métodos, co- mo la disciplina o estimularse y motivarse uno mismo, que ayudan y tienen sentido y razén de ser en el trabajo, pero nada mis. Para el suefio, hay que adoptar otra acti- tud: tranquilidad, abandono, dejarse llevar. Solo que a muchas personas les resulta dificil. Piensan que deben mantenerlo siempre bajo su dominio, que deben llevar el control de todo. De nada sirve luchar contra el insomnio. 56 ESTOY CANSADO Lo tinico que cabe hacer con él es ponerse en manos de Dios. Si en ver de agitarme de un lado para otro, me echo en los brazos de Dios, el tiempo nocturno sera siempre un tiempo bendecido. Puedo aprovechar este tiempo para rezar 0 para medi- tar. Asf, al dia siguiente me Jevantaré recuperado, incluso aunque no haya dormido. O puedo aprovechar el tiempo de insomnio para reflexionar acerca de qué es lo que ver- daderamente me mueve. Tal vez en este espacio temporal me hable Dios y me Ilame la atencién sobre lo que en el transcurso del dia he omitido o pasado por alto. Si utilizo de esta manera el tiempo del insomnio, no es tiempo perdido. Son, con todo, muchos los que, inspirados por el principio del rendimiento, piensan que solo se han recuperado si duermen un determinado ntimero de horas. Cuanto més fijados estan en este ntiimero de horas de sue- fio, tanto més cansados se encuentran al dia siguiente. Y este cansancio degenera en un progresivo abatimiento. En el insomnio concurren a veces causas medicinales con otras psicoldgicas. A veces la falta de suefio sefiala el inicio de una depresién. O hay inquietud neurética que no permite conciliar el suefio. Algunas personas estan tan afectadas por los problemas de su medio ambiente, que no pueden distanciarse de ellos. Cavilan continuamente sobre las palabras que les han dicho sus compaifieros du- rante el trabajo. Las personas manfaco-depresivas no pueden dormir en sus fases manjacas. En este caso, pueden ayudarles durante algiin tiempo los somniferos. Pero a la larga no se puede dormir a base de pastillas, porque el cuerpo se habitia. Y no se ejercita una actitud importante que es la que el suefio de los seres humanos pide: abandonarse, re- lajarse, confiarse, buscar cobijo en las manos de Dios. A LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. ST muchos les resulta imposible escapar del circulo vicioso del insomnio, el cansancio permanente y el abatimiento. No se consideran capacitados para llevar a cabo las tare- as cotidianas. Han perdido la confianza en su cuerpo, que normalmente se recupera durante las imprescindibles ho- ras de suefio. Y han perdido la confianza en si mismos. Con frecuencia el pénico se apodera de estas personas ante el temor de no poder desempefiar sus tareas. El fe- ndémeno del insomnio y del cansancio las tiene bajo su control hasta el punto de que estén siempre dominadas por él y les agobia el sentimiento de que son incapaces de gobernar su vida. Es una importante ayuda contra el insomnio el ritual de la oracién vespertina. Puede tratarse de una oracién o también de una actitud o un gesto. El ritual de la tarde cierra la puerta del dia y abre la puerta de la noche. Pue- do, por ejemplo, elevar las manos hacia Dios y con mis manos entregarle el dia. Renuncio, pues, a valorar lo que ha sido el dia. Lo remito a Dios. Me desprendo de él pa- ra ponerme a continuaci6n, en el suefio, en las manos amorosas de Dios y cobijarme en ellas. O bien cierro la puerta cruzando las manos sobre el pecho. Me imagino que hay en mi un espacio de quietud al que no tienen acceso los problemas del dia, las cosas inacabadas, las personas que quieren algo de mi o que me han herido. Necesitamos una cesura entre la vigilia y el suefio pa- ra que el suefio acuda. El ritual vespertino no es, por su- puesto, una garantia de que el suefio llegar4. Pero ayuda en todo caso a cerrar el dia de una manera adecuada y a entregarme asi, con buena conciencia, al suefio y, en el suefio, a Dios. 58 ESTOY CANSADO Causas psiquicas Pauta de vida Junto a las causas medicinales hay otras numerosas cau- sas psiquicas del cansancio. En algunos casos se trata de cargas emocionales por graves reveses del destino; en otros son las relaciones interhumanas, que se configuran con agudas aristas. A menudo desempefian un gran papel esquemas de vida que nos roban energia y nos fatigan. A algunos les somete a presién cualquier tarea que realizan. Sienten el apremio de su supery6 interior. Pien- san que deben tener acabado el trabajo en un tiempo de- terminado y que han de hacerlo de una manera exquisita- mente esmerada. Otros interpretan como coaccién la mi- rada de sus colegas o de su jefe. Preferirian mantenerse ocultos detrds de los otros. No tendrian que manifestarse al desnudo. Querrian demostrar que tienen ya una gran capacidad de rendimiento, que pueden aguantar una gran carga de trabajo. Una mujer me contaba que incluso cuando planchaba se sentia sometida a presidn. Deseaba poner de relieve en cada oportunidad que podria llevarlo a cabo con mayor rapidez. Otros se sienten presionados porque valoran y puntdan todo lo que hacen. Las califi- caciones recibidas en la escuela se han grabado tan pro- fundamente en su espfritu que ponen nota a todas sus ac- ciones. Y se esfuerzan por obtener buenas calificaciones de su maestro interior. El otro tipo es el perfeccionista. Para él nada es lo bastante bueno. Querria llevar a cabo todas y cada una de sus tareas de manera impecable y sin el més minimo de- fecto. Pero esto exige un enorme gasto de energia. Y su energia ya no fluye. Se queda estancado, porque tiene LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. | 59 que controlar constantemente si ha cometido algiin error. A veces, este perfeccionismo adquiere incluso rasgos ob- sesivos. En vez de concluir una tarea, controla la anterior. Y como no le parece lo suficientemente buena, la reini- cia otra vez desde el principio. Son, asf, pocas las cosas que lleva a término. Y disipa mucha energia consigo mis- mo. Es aqui aplicable la sentencia de Lucas: «El que ha puesto la mano en el arado y mira atrds no es apto para el reinado de Dios» (Lc 9,62). Quien vuelve la vista atrés para contemplar todo lo que ha hecho, para comprobar si los surcos estan rectos 0 torcidos, disipa mucha energia. Se cansa. Dios no pue- de reinar en él. Si Dios reina en nosotros, si el reino de Dios estd en nosotros, entonces la vida fluye. Entonces somos libres para dedicarnos a lo que estamos haciendo. Pero quien, por el contrario, mira atrds para valorar si es perfecto, es prisionero de sus propias reglas. Dios no puede reinar en la vida de esta persona. Y su vida no Ile- gaa fluir. Otros derrochan mucha energia porque quieren man- tener, de cara al exterior, una fachada perfecta. Una mu- jer me confesaba: «No puedo estar quieta. Sube um vol- can desde mi interior». Si me comporto de acuerdo con esta imagen en el trabajo o en mi trato con los demas, consumo mucha energia para mantener el volcdn bien ta- ponado. Y luego me falta esta energia en el trabajo. Exis- ten demasiadas pérdidas por rozamiento. Podria decirse: muchas personas viajan con el freno de mano puesto. También aqui hay un gran derroche de energia. La ener- gia indtilmente consumida me cansa. Derrocho demasia- da energia para construir la fachada. Y queda demasiado poca para llevar a término el interior de la vivienda. Des- 60 ESTOY CANSADO pilfarro en mi trabajo cotidiano demasiada fuerza animi- ca y a veces también fisica. Falsas imagenes de mi mismo El ya citado médico Markus Treichler habla de una alum- na de 19 afios de edad que sufria cansancio crénico. Se revelaba en la débil capacidad de concentracién y en una creciente impaciencia, lo que desembocaba a veces en falta de interés, inactividad y un notable descenso del rendimiento en el colegio. Esta muchacha habia sido an- tes muy activa, aplicada y emprendedora. Pero la imagen que tenia de si misma estaba marcada por la pretensidn: quiero ser amable con todos, ayudar a todos para ser que- rida por todos y vivir en armonia con todos. «Cuando su necesidad de armonia dejé de cum- plirse y ella advirtié que todos sus esfuerzos no bastaban para alcanzar esta meta (de la que era in- consciente), se desplomé sobre ella el gran can- sancio crénico» (Treichler, pp. 47s). Debido al cansancio crénico, cada ver podia alcanzar menos su auténtica meta. Pero su cansancio era a la vez una oportunidad. Advirtid a tiempo que no podia seguir avanzando por ese camino. No podfa seguir viviendo de acuerdo con la imagen de si y la autoconcepcidn que se habja trazado. Para ella, «el cansancio crénico fue oportunidad de replie- gue para encontrar espacio y tiempo para su nece- saria autodefinicién> (ibid., p. 48). Las falsas imagenes de nosotros mismos son con fre- cuencia causa de cansancio. En el caso de la referida mu- LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. 61 chacha era su autoimagen de querer hacerlo todo bien. En otros es la imagen que se forman de tenerlo todo ba- jo control. Controlan sus relaciones. No hacen sino pen- sar qué le gustara a su compafiero o compaiiera y si le se- r4 fiel. Toda esta desconfiada actividad controladora ha- ce que estén reflexionando sin cesar sobre las eventuales posibilidades, lo que puede estar tramando un compaiie- ro de trabajo, qué les podria pasar a los nifios, o que es- tard cavilando su cényuge. Otras personas malgastan mucha energia porque no hacen mas que rumiar la opinién de los otros. Solo pien- san en lo que los otros piensan de ellos. Antes de decir nada se preguntan qué ideas y opiniones podran desper- tar sus palabras en quienes los rodean. Y con tales pensa- mientos no hacen sino cansarse. Todo encuentro, toda conversaci6n se convierte en extenuante y exige mucha energia. En algtin momento llega a sentirse el cansancio y se evitan los encuentros y las conversaciones. Se regis- tra un repliegue hacia su cansancio y una definitiva ex- clusi6n de la vida. Falsas preocupaciones . Otros se sienten internamente cansados porque giran de- masiado en torno a si mismos y a su bienestar. Tienen miedo a emprender un trabajo o a trabar relacién con otros, porque recelan que serdn superados. Se mantienen siempre dentro de sus limites por puro miedo. Pero esto no les confiere un sentimiento de libertad y de amplitud interior, sino de estrechez estéril. Y esta esterilidad pro- duce descontento y cansancio. Estas personas tinicamente se preocupan de si mis- mas. Pero tal preocupacién no las libera para una vida 62 ESTOY CANSADO bien organizada, sino que las hace girar en torno a sus in- tereses personales. Ante cualquier desafio procedente del exterior se sienten cansadas. Invierten toda su energia en sf mismas. Toda reclamaci6n externa les produce temor, porque se sienten desbordadas y pueden ser arrancadas fuera de su propio ritmo. De esta manera se sienten a menudo cansadas tam- bién personas jévenes. He llegado a conocer en los ulti- mos tiempos a jévenes que se sienten cansados ya antes de empezar a trabajar. Temen que no llegardn a poseer lo que necesitan para su bienestar, que tendran que renun- ciar a todas las necesidades que consideran imprescindi- bles en su vida. Me causa auténtica pena ver a jévenes que estén cansados y carecen de impulso para emprender cualquier cosa. Gracias a Dios, hay muchos otros que ar- den de ambicién para hacer y configurar algo. Tienen la pasién suficiente que los seres humanos necesitan para que su vida dé fruto. Resignacion Encuentro también en mi entorno espiritual hombres que a sus setenta afios se mantienen vivaces y llenos de ideas sobre lo que pueden hacer en y con sus vidas. Pero en- cuentro también hombres y mujeres que con solo cin- cuenta y cinco aiios producen la impresién de cansancio. Me transmiten 1a sensacién de que me enfrento a ancia- hos y ancianas de los que ya nada cabe esperar. Parecen estar consumidos y desgastados. Y, sin embargo, cuando les interrogo sobre la historia de su vida, descubro que no estan desgastados porque hayan trabajado en exceso, si- no porque estén cansados, porque ninguna pasién les arrastra, porque se han resignado. Todo lo que han hecho LAS CAUSAS DEL CANSANCIO 63 lo han hecho sin pasién, porque les venia impuesto des- de fuera. Lo han hecho, ciertamente, pero no estaban por la labor. En el fondo, se empefiaron lo menos posible y, con todo, ahora estén cansados hasta el punto de que ya nada cabe esperar de ellos. Cuando me interrogo sobre las causas de este cansancio, tropiezo a menudo con la falta de pasién y con la negativa a poderse dejar entu- siasmar y arrastrar por algo. Y me recuerda por fuerza la sentencia de Jestis: «Quien se empefia en salvar su vida, la perder; quien la pierda por mi y por la Buena Noticia, la salvard» (Mc 8,35). Quien quiera salvar su vida, su energia, su alma, para que no se le exija en demasia, perderd su vitalidad y su fuerza. Mas atin, a tenor del texto literal griego, perderé su psyché, su alma. No entra en contacto con ella. Enfren- tado al declarado deseo humano de preservacién y a la voluntad de salvarse a si mismo, se pierde y vive distan- ciado de su propio yo. Solo aquel que se entrega, que se compromete en la obra de Jestis, en la proclamacién de su evangelio —o, dicho con una formula més general: por un proyecto por el que se siente entusiasmado-, solo es- te se gana a sf mismo. Entra en contacto con su alma y con la energia que en ella se oculta. Vivir contra el propio ritmo Una causa frecuente de cansancio se encuentra, a mi en- tender, en vivir constantemente de una manera contraria al propio ritmo interior. Cada persona tiene su biorritmo particular. Si vivo permanentemente en contra de él, pier- do toda la energia. Y entonces me siento cansado. 64 ESTOY CANSADO Ya C.G. Jung comprobé que quien trabaja siguiendo el ritmo de la naturaleza y su propio biorritmo es mas efi- caz que quien lo ignora. Trabajar contra el propio ritmo significa en definitiva: trabajar contra su propia indole per- sonal. Y esto produce fricciones. Exige mucho gasto de energia y conduce en definitiva a un agotamiento total. El ritmo de la naturaleza regenera la propia naturaleza. El rit- mo de nuestra alma y de nuestro cuerpo hace que renove- mos continuamente el contacto con la fuente de la que be- bemos. Quien trabaja contra su ritmo se aleja de su fuente interior. Me encuentro a menudo con personas que solo pueden vivir de acuerdo con el reloj. La causa principal es que trabajan largas horas y siempre igual, dondequiera que trabajen. Pero se violentan a si mismos. No respetan su rit- mo interior y entonces se producen las fricciones. Causas sistémicas En la investigacion sobre el burnout se mencionan nu- merosas causas para explicar el cansancio: Se habla de «agotamiento de las reservas corporales y animicas (Kernen, p. 17), de «pérdida de energia y de compromi- so en virtud de una creciente desilusién» (ibid., p. 18), 0 de pérdida de las fuerzas corporales, espirituales y afec- tivas debida al estrés emocional La razén ultima de este agotamiento no se encuentra solo en la estructura del in- dividuo, sino, a menudo, en Ia estructura del sistema en el que se trabaja. Muchos se cansan porque las circunstancias externas les privan de la posibilidad de contribuir a configurar el mundo. No pueden configurar nada en la empresa. En la familia se sienten desamparados y tienen la impresién de LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. 65. que tampoco pueden mover nada en el campo de Ia poli- tica. Esta experiencia de impotencia y de estar determi- nado desde fuera, de estar expuesto a poderes extrafios, desemboca en cansancio. No se siente ningiin placer en seguir luchando. Nada tiene ya sentido. Puedo compro- meterme y desplegar todas mis energias en un proyecto. Pero si no puedo decidir por mi mismo, si estoy simple- mente expuesto al capricho de cualquier jefe, entonces pierdo mi energia. Y me canso. Esto es lo que acontece en numerosas empresas. Mu- chos colaboradores tienen la impresién de que no pueden participar en las decisiones. No se les pregunta por su opinién. Simplemente deben funcionar. Pero cuando el objetivo del conjunto no es claro, el trabajo cansa. Y lo mismo ocurre en la Iglesia. Muchos parrocos defienden una determinada opinién en cuestiones morales, aunque saben que no cuentan con ninguna posibilidad de modi- ficar la doctrina eclesial oficial de la moral sexual. Po- drian con todo formar una comunidad que respondiera a sus concepciones. Pero tropiezan con los limites de las normas y de las definiciones. Una dirigente de C4ritas, por ejemplo, tuvo crecien- tes problemas para trasladar a sus subordinados y cola- boradores algo de lo que ella misma no estaba convenci- da. Puede intentar liberarse de las prescripciones de arri- ba y seguir los dictados de su propia conciencia. Pero en- tonces se generan muchos conflictos. Tiene que justificar permanentemente su posici6n. Y esto a la larga cansa. No quiere doblegarse. Pero tampoco cuenta con la fuerza ne- cesaria para luchar siempre honesta y claramente por aquello de lo que esta convencida. Otra raz6n sistémica del cansancio es la irracionali- dad de nuestras acciones. No sabemos por qué nuestro 66 ESTOY CANSADO. trabajo ha de estar bien hecho si quiere ser Util. Y esto es aplicable no solo a los productos de la empresa para la que trabajo, sino también respecto de cualquier accion concreta. Si lo inico que tengo que hacer es responder a correos electrénicos sin sentido solo al servicio de la va- nidad del jefe, este insensato trabajo me producira can- sancio. La insensatez nos roba la fuerza de expansion in- terior. Quien ha trabajado durante mucho tiempo en una firma en la que permanece oculta la razén de ser de su trabajo acaba por cansarse. Si vemos un sentido en nues- tro trabajo y en nuestra vida, nos sentimos motivados pa- ra emplear nuestras fuerzas y colaborar. El problema de muchas empresas actuales es que es- tan dirigidas de una manera anénima, algo asi como con mando a distancia. Las empresas familiares creaban su propia cultura empresarial. Los colaboradores estaban motivados y trabajaban con gusto. Pero la firma ha sido vendida a una competidora con mayor capacidad para es- tablecer una cultura diferente. Y se tiene a veces la im- presiOn de que entran en juego sentimientos de venganza frente al competidor de menor tamafio. Todo tiene que ser registrado y controlado. En lugar de trabajar y abrir nuevos caminos, los colaboradores se ven obligados a re- Ienar listas y redactar actas y restimenes de todas las reu- niones y todas las acciones. Estas insensatas instruccio- nes roban impulso a los colaboradores. Llega un mo- mento en que se cansan. Su cansancio es expresién de su resignacién y de su impotencia para rebelarse contra la direccién de la firma, porque si lo hacen seré su propia pequefia firma la que quedaré disuelta por la central. Estos juegos de poder externos, en los que los cola- boradores no pueden intervenir, son actualmente la cau- sa del cansancio en muchas empresas. Por este camino LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. 67 no surge de la firma ninguna innovacién y los trabajado- res han perdido su vitalidad. Un lector me comentaba lo complicada que resulta la adquisici6n del instrumental necesario para la ensefianza. Como el colegio pertenece al Land, el profesor de fisica debe presentar su peticién ante su distrito. Hasta que se aprueba el dinero para las compras pasa como minimo un afio. Los funcionarios del distrito afirman que necesitan més informacién acerca de lo que el colegio necesita. O deben demostrarlo ante las autoridades a las que tienen que trasladar todas las peticiones. Estos impedimentos burocraticos, que son absolutamente disparatados, roban energia al profesor. En muchos negocios y oficinas se pierden grandes cantidades de energia como consecuen- cia de una burocracia sin sentido. No faltan quienes pre- tenden demostrar su capacidad de interrumpir el flujo del trabajo. Entorpecen asi la labor de los colaboradores y les producen una sensacién de cansancio. No tiene sentido, en efecto, mover algo si en los puestos de mando solo hay personas que todo lo pueden frenar para poner de re- lieve su verdadera importancia. Dejar pasar la vida en vano como causa de cansancio Otra de las causas del cansancio es vivir sin comunica- ci6n ni relacién con las propias fuentes interiores. Algu- nas personas han perdido la via de acceso a sus propios recursos y solo viven con la mirada puesta en la tarea que la vida presenta. Aqui ya no hay contacto con la fuente interior. Y esto agota y cansa. 68 — ESTOY CANSADO Muchos tienen la impresién de que todo cuanto em- prenden pueden llevarlo a cabo con su propia voluntad. Pero en algtin momento advierten que esta voluntad tiene limitaciones. Necesitan una fuente interior don- de poder acudir a beber, pues de lo contrario se agotan rapidamente. Por mi parte, la fuente de que bebo es la fuente del Espiritu Santo. Si bebo de esta fuente, la vida fluye. Y en- tonces ya no me fatigo tan facilmente, porque es una fuente divina y, por tanto, inagotable. Cuando he trabaja- do mucho, me noto realmente cansado. Pero es un can- sancio bueno que me permite identificarme conmigo mismo. Un agotamiento auténtico me indica que he be- bido en fuentes turbias, en la fuente de mi propia sober- bia, en la fuente de un género de vida enfermizo o en la fuente de la confirmacién a través de otros. Muchas personas se ponen nota —como ya se ha di- cho- en todo lo que hacen. Estén siempre en cierto mo- do como en el colegio. No es un profesor cualquiera, ex- terior, el que califica sus acciones de hoy, sino su profe- sor interior. Y tienen el sentimiento de que nunca son lo bastante buenas. En vez de entregarse al trabajo, gastan mucha energia en calificar y poner nota a sus pensa- mientos y sus acciones. Necesitamos las fuentes interiores en las que el Espi- ritu de Dios irrumpe como un torrente en nosotros. Y ne- cesitamos rafces sanas. Un 4rbol al que se le cortan las raices se seca. Con frecuencia tenemos las raices seccio- nadas. No vivimos ya de las raices que nos han dado nuestrds padres, nuestros abuelos y bisabuelos. Nos he- mos seccionado nosotros mismos y solo miramos a lo que hoy se espera de nosotros 0 a los métodos que anun- cian cémo gobernar la vida. Es bueno recordar las raices. LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. 69. Estas rafces nos ensefian a conocernos, cuando nos preguntamos: «{Con qué actitud dirigieron nuestros an- tepasados el rumbo de sus vidas? {Qué expresiones tipi- cas utilizaron para comentar las situaciones dificiles?». Nuestro anterior abad de Miinsterschwarzach, Burkard Utz, que guid los pasos de la abadia en Ja dificil situacién de la época nazi y de la posguerra, decia, ante todas las di- ficultades a que tenia que enfrentarse: «;,Qué ocurre? {C6- mo se come eso?». En lugar de lamentarse, se enfrentaba directamente a las situaciones y solucionaba los proble- mas. Un joven me comentaba que su padre, un campesino, decia ante todas las dificultades: «jEn el nombre de Dios!». Si vivimos de la sabiduria y de la actitud ante la vi- da de nuestros antepasados, nuestro drbol genealdgico ex- trae suficiente fuerza de las raices y puede hoy resistir muy bien la actual época de sequia espiritual. Otra causa del cansancio crénico radica en que paso de largo ante la imagen que Dios se ha hecho de mi. Pue- do también decir que paso de largo por el suejio de la vi- da en el que la imagen de Dios se concreta en mi. Tuvi- mos a veces de pequefios un suefio de la vida. Nos entu- siasmabamos con una determinada profesién. Practicdba- mos apasionadamente y sin cansancio determinados jue- gos o formdbamos figuras. Una mujer adornaba con entusiasmo, siendo nifia, el cuarto del desvan. Organizar algo, configurar algo, esto era para ella el suefio de su vida, que pudo realizar en parte como portavoz de su comunidad. No se daba por contenta con hacer lo que se le prescribia. Su pasién era configurar algo. Y lo traslad6 a la comunidad, donde creé un espacio en el que las personas se sentian a gusto y en el que celebraban reuniones. Lo dicho era también apli- cable a su actividad como agente de pastoral. En ella pre- 70 ESTOY CANSADO tendia configurar de tal modo lo que las personas le su- gerian en sus conversaciones que surgiera un punto de encuentro en el que pudieran buscar cobijo, en el que se sintieran como en casa, en el que pudieran ser entera- mente ellas mismas. Muchas personas pierden de vista en el curso de sus vidas su suefio de la vida. Deben satisfacer desde la in- fancia las expectativas de sus padres. O aceptan puntos de vista que otros les han impuesto a partir de su propia vida. Si pasan de largo ante su propia imagen, ante la imagen originaria que Dios tiene de ellas, esto consume mucha energia. No tienen fuerza para Ilenar de conteni- do esta imagen extrafia. Durante algin tiempo la cosa funciona. Pero llega un punto en el que se sienten cansa- das. El cansancio es siempre aqui un toque de atencién para advertir mas de cerca qué imagen estoy siguiendo. iEs la imagen singular que Dios se ha formado de mi? 40 es la imagen que otros han esculpido en mi? También aqui el cansancio puede ser una oportunidad para lograr la armonia con mi originaria y auténtica ima- gen, la que se corresponde con mi esencia. Descubro la imagen que me corresponde dirigiendo la mirada a mi in- fancia, a lo que por entonces me fascinaba, me entusias- maba y me motivaba para jugar 0 para mantenerme ocu- pado durante horas. Alli donde saltaba de nifio habia al- go que estaba a tono con mi propia naturaleza. Los in- vestigadores del cerebro opinan que si algo me entusias- maba de pequefio, se formardn en mi cerebro nuevas si- hapsis, nuevas conexiones que promueven mi energia y mi creatividad. También como adultos necesitamos la ca- pacidad de entusiasmo para poder llevar a cabo algo con plenitud de energfa. Los nifios que pueden entusiasmarse con algo, que quieren averiguarlo todo impulsados por la LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. 71 curiosidad, no se cansan con facilidad. Otros nifios que se limitan a aceptar pasivamente lo que otros les ofrecen, no tienen ningén impulso interior. Una joven tuvo que hacerse cargo del negocio de su padre. Habia estudiado ciencias empresariales. Pero cuando su padre le traspasé la empresa, se abatié sobre ella un cansancio interior. Durante la carrera habia de- mostrado un gran empefio por hacerse cargo del negocio. Pero en ese momento el cansancio la invadfa. En el cur- so de la conversaci6n surgié la pregunta de si con la di- recci6n de aquella firma Ilenaba de verdad el suefio de su vida o sencillamente satisfacfa los deseos de su padre. En el didlogo y el contacto con su suefio de la vida consiguid impulsar algo. Y entonces advirtid que también podia perfectamente impulsar algo en la empresa de su padre. Pero para ello debia seguir sus propias imagenes y no las expectativas paternas. Cuando acudié a la empresa con la imagen «puedo promover algo en este mundo», recuperé la ilusion por dirigir el negocio. Pero tuvo que liberarse de las concepciones que su padre le habia inculcado para la direccién de la firma. Solo cuando se atuvo a la ima- gen interior desaparecié el cansancio y se puso en con- tacto con sus propias energias. . Las investigaciones sobre el cerebro han comprobado que el ser humano pierde energia cuando ya no encuen- tra en su espiritu imagenes que le motiven y provoquen nuevas conexiones en su cerebro. Por eso es tan impor- tante que contemple una y otra vez sus imagenes interio- res, si le paralizan o le incitan, si le infunden vida o le cansan. De las imagenes depende que nos enfrentemos a los retos de nuestra vida o que no veamos ninguna posi- bilidad de reaccionar de forma activa. Y en este segundo caso caemos en la pasividad. Nuestras propias energias 72 ESTOY CANSADO nos abandonan y nos sentimos cansados. El investigador del cerebro Gerald Hiither ha escrito: «Hay imagenes interiores que incitan a los hom- bres a abrirse una y otra vez, a descubrir cosas nuevas y a buscar, junto con otros, soluciones. Pe- ro hay también imagenes interiores que causan te- mor y empujan al hombre a cerrarse al mundo. Hay imagenes de las que se extrae valor, resisten- cia y seguridad, y las hay que hunden en la deses- peranza, la resignacién y la desesperacién (Hiither, p. 9). En lugar de limitarnos a contemplar nuestro cansan- cio, debemos preguntarnos por las imagenes por las que nos podemos dirigir: {llevamos dentro de nosotros mis- mos imagenes que nos paralizan? {O tenemos en nuestro interior im4genes que fomentan nuestro entusiasmo por el descubrimiento del mundo y por nuestras propias po- sibilidades de configurarlo? (véase Hiither, p. 30). La investigacién cerebral nos muestra, pues, que de- pende de las imdgenes interiores que estemos cansados 0 que tengamos fuerza e ilusidn para comprometernos. Con harta frecuencia las imd4genes se han incrustado en nosotros de manera inconsciente. Hemos configurado en nosotros las imagenes de nuestros «modelos». A veces, estas imdgenes nos han motivado, pero otras nos han arrebatado la confianza y la ilusién por la configuracién de este mundo. Por eso es importante que nos libremos de las imagenes paralizadoras para configurar en noso- tros imagenes positivas. Para Platén, la formacién con- siste en que nos formemos buenas imagenes, en que nos formemos, en definitiva, la imagen divina, la imagen sin- gular y tinica que Dios se ha hecho de nosotros. LAS CAUSAS DEL CANSANCIO. 73 3 El trato con el cansancio E. tema del cansancio nos sale al encuentro en la Bi- blia y también en la tradici6n espiritual. Tanto la Biblia como los autores espirituales no solo describen el fend- meno del cansancio, sino que nos muestran las sendas por las que podemos dar un rodeo. Querria tomar aqui como punto de partida estas fuentes de nuestra fe para descubrir los caminos que debemos recorrer nosotros hoy en nuestra vida cotidiana con el fendmeno del cansancio. La experiencia del cansancio en la Biblia El cansancio de Jestis De Jestis mismo nos narra el Evangelio de Marcos que estaba cansado de sus discipulos. Acaba de descender del monte de la Transfiguracién. La gente sale a su encuen- tro con gran excitaci6n y le informan de Jas disputas en- tre sus discipulos y los doctores y letrados. Los discipu- los de Jestis pretendian curar, a ruegos de su padre, a un poseso, pero no pudieron. Entonces Jestis dijo: EL TRATO CON EL CANSANCIO. 75. «jQué generacién incrédula! ;Hasta cuando ten- dré que estar con vosotros? {Hasta cudndo tendré que soportaros? ;Traédmelo!» (Mc 9,19). En estas palabras da a entender Jestis que le cuesta soportar a sus discipulos. Les ha dado ya pruebas mas que suficientes de su amor y de su poder de sanar y los ha instruido a fondo. Pero nunca han comprendido nada. Siguen sin fe. Se trata de una experiencia que también nosotros conocemos. Nos esforzamos con las personas, con nuestros nifios, con nuestros amigos. Pero tenemos la impresién de que de nada sirve. Se mantienen cerrados, obstinados, incrédulos. Podemos explicarles muchas co- sas. Pero no pueden o no quieren comprender. Jestis no permite que esta experiencia degenere en re- signacién. Toma mas bien la iniciativa. Dice a la gente: «jTraédmelo!». Y sana al joven poseido y maltratado por un demonio. Jestis se interesa por el nifio y por su padre y deshace la confusién que reinaba entre ellos. No se de- ja influir por el cansancio que le producen los discfpulos. Acttia desde su propia fuente interior, desde la fuente de su relacidn con el Padre por el que se sabe enviado a cu- rar enfermos. No se deja apartar de su misién, de su en- cargo, ni siquiera por la incomprensién de los discfpulos. La causa del cansancio de Jests es la desilusién por sus discipulos que, a pesar de todos sus esfuerzos, no en- tienden. En este pasaje, Jestis se muestra decepcionado también por las personas a quienes anuncia su mensaje. Cuando llegan hasta él los mensajeros enviados por Juan, Jestis dice: «Con que compararé a los hombres de esta ge- neracién? ,A qué se parecen? Son como niifios sentados en la plaza, que se dicen entre ellos: 76 ESTOY CANSADO- “Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, he- mos cantado endechas y no habéis hecho duelo”» (Le 7,31s). Describe con estas palabras la actuacién de Juan el Bautista y su propia actividad. Han rechazado a Juan. Les resultaba demasiado ascético. Jestis no canta, como Juan, cantos de lamentacién, sino cdnticos nupciales. Pero también contra él se revuelven con la observacién: «Mirad qué comedor y bebedor, amigo de recau- dadores y pecadores» (Le 7,34). Por ningtin mensaje se dejan convencer. A través de estas palabras de Jestis podemos deducir su cansancio. Haga lo que haga, la gente cierra los oidos. Solo quieren ofr lo que les conviene. Y esto cansa. Pero Jestis no se rin- de al cansancio. Sigue proclamando su mensaje y se diri- ge a los hombres, y mas concretamente a los marginados. Percibe su propio cansancio y no lo pasa por alto. Pero reacciona activamente. Tal vez incluso el cansancio que le producen los hombres faltos de entendimiento le inci- ta a buscar las palabras que les abran la puerta cerrada. Ha narrado pardbolas en las que se adaptaba a la situa- cién humana. Les ha descrito su vida y sus experiencias cotidianas con tanto entusiasmo que quedan cautivados. Pero a través de las provocaciones que siempre descubri- mos en sus pardbolas les ha llevado a otro nivel y les ha abierto los ojos para el misterio de Dios. EL TRATO CON El CANSANCIO. 77 El cansancio de los discipulos en el monte de los Olivos También los discfpulos experimentaron el cansancio cuando tuvieron que vigilar con Jestis en el monte de los Olivos. Jestis lucha con su Padre. Pero los discipulos se duermen. Lucas menciona la causa de este cansancio: «Los encontré dormidos de tristeza» (Le 22,45). Peter Handke, en su ensayo sobre el cansancio, ha to- mado esta sentencia del Evangelio de Lucas como lema. Lo cita en griego y lo traduce con las siguientes palabras: «Y levantandose de la oracién y acercandose a los discipulos los encontré dormidos por la congoja>. Los discfpulos se han cansado apo tés lypés. Lypé sig- nifica la tristeza, la autocompasién que me hace girar siempre alrededor de mi mismo. Nado en cierto modo en el estanque de la autocompasién y nunca llego mas lejos. No salgo del circulo cerrado de mis afligidos sentimientos. Los monjes antiguos distingufan entre 4pé y pénthos. Lypé es la tristeza con que reaccionamos pasivamente an- te las trizas de nuestras ilusiones. Sobre el fondo de nues- tra tristeza se alzan y cobran vida deseos desmesurados. Habjamos esperado ser los mejores. Los discfpulos ha- bian esperado que Jestis se presentaria revestido de poder ante todo el pueblo y que anunciaria la salvaci6n de Dios. Tal vez también habfan esperado que se les reservarfan los primeros puestos en el reino, que obtendrian alguna ventaja si este Jestis se alzaba con el triunfo. Pero ahora advierten que sus esperanzas quedan rotas. No quieren enfrentarse al desengafio. Estan cansados y se duermen. 78 ESTOY CANSADO Pénthos significa el trabajo en la afliccién. Me aflige que todas mis ilusiones hayan quedado rotas. Y esto me permite llegar hasta el fondo de mi alma y descubrir en él el potencial de capacidades y de energias que Dios me ha concedido. En la afliccién reacciono activamente fren- te a la desilusién y entro en contacto con mis propias energias. La tristeza nos hace impotentes y cansados. Todos nosotros conocemos la experiencia de los discf- pulos. También nosotros cerramos los ojos frente a los de- sengafios de nuestra vida. Las heridas, las ofensas y las de- silusiones nos arrastran hacia abajo. Experimentamos en nosotros tristeza y afliccién. La palabra alemana Kummer, «afliccién», se deriva del latin medieval cumbrus, que sig- nifica «cascajo, escombros, basura, carga, pesar, fatiga, pe- na, trabajo». Sentimos afliccién cuando son demasiados los escombros que nos cierran el paso, cuando no podemos seguir avanzando tal como querriamos. Y reaccionamos con autocompasi6n, como los discipulos. Pero si nos hun- dimos en la autocompasién, perdemos toda capacidad ex- pansiva. Nos dejamos llevar. Estamos cansados. Y no sen- timos ningun placer en emprender algo contra el cansan- cio. Nos refugiamos en él para no sentir nuestra tristeza. Nadamos en la autocompasién y no avanzamos. O nos quedamos tendidos en la tristeza como en un cdlido lecho de plumas y no queremos enfrentarnos a la realidad. En lugar de deplorar nuestra vida, sentimos compasién por nosotros mismos. Y al lamentarnos y compadecernos de nosotros mismos, nos cansamos. Queremos cerrar los ojos ante nuestra propia realidad. No estamos preparados para contemplar la mediania y los desengafios de nuestra vida y enfrentarnos a nuestra verdad. Estamos somnolien- tos, en cierto modo como sumergidos en nuestra autocom- pasién. Pero no es un suefio que repare nuestras energias, EL TRATO CON EL CANSANGIO. 79 sino que nos hace mas tristes. Los discipulos no producen, en el monte de los Olivos, la impresién de que salgan re- confortados al encuentro de Jestis. Estén mds bien resig- nados, sin fuerzas y sin esperanza. El cansancio de Pedro El Evangelio de Juan nos habla de otra experiencia de cansancio. Después de la resurreccién de Jesis, los discf- pulos retornan a sus ocupaciones diarias como pescado- res de Galilea. Pedro dice a sus compaiieros: «Voy a pes- car» (Jn 21,3). Los demas le acompajfian. Faenan durante toda la noche y no capturan ni un solo pez. Desilusiona- dos y cansados, retornan a la orilla. Y entonces ven a Je- stis, pero no le reconocen. «Les dice Jestis: “;Muchachos, {tenéis algo que co- mer?”, Ellos contestaron: “No”. Les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”» (In 21,5s). Es la noche del esfuerzo inutil que todos conocemos. Todo nuestro trabajo se reduce a nada. A veces tenemos la sensacién de que todo es en vano. No sacamos ningtin provecho. Nos sentimos frustrados y desilusionados. Na- da tiene objetivo ni sentido. ;Para qué seguir esforzando- se? No se saca nada. {Por qué trabajar en uno mismo? Cometemos siempre los mismos errores. El sentimiento de inutilidad nos roba la energia que necesitamos para la vida y nos hace caer enfermos. La inutilidad de los es- fuerzos es una experiencia de la que la Biblia habla en numerosos pasajes. Job ha vivido esta experiencia de inu- tilidad: se lamenta de que se fatiga en vano (Job 9,29). Y las exhortaciones de sus amigos son palabras hueras. Le consuelan con vaciedades (Job 21,34). 80 ESTOY CANSADO El orante del Salmo 73 vive la experiencia de que en vano conserva su corazon puro (Sal 73,13). Todo su es- fuerzo por cumplir la voluntad de Dios ha sido inutil. Les va mejor a los impios. {Por qué, pues, habria de esfor- zarse el salmista dia tras dia? Todo es en balde. Todos los grandes discursos, todas las acciones gloriosas se hunden en la nada: «El hombre se pasea como un fantasma, por un soplo se afana» (Sal 39,7). En la inutilidad de nuestras acciones, de nada sirve que estemos dispuestos a seguir adelante, como lo esta- ban los discipulos a seguir a Pedro, su guia. Solo con eu- foria no se consigue nada. Cuando Pedro dice a los dis- cipulos que va a pescar, responden todos con entusiasmo: «Vamos contigo» (In 21,3). Esperan que este Pedro pueda indicarles cémo pros- perar en la vida. Son muchos hoy los que confian en los sedicentes gurtis, que saben a fondo lo que sucederd a largo plazo. Fascinados por su irradiacién, suben a su barca, confiando en que las cosas iran a mejor. Pero tie- nen que vivir la experiencia de que todo ha sido en vano. «Pero aquella noche no pescaron nada» (Jn 21,3). Todo es intitil. Y es de noche. No ven nada. Hay os- curidad, insensatez y frio. La barca comin se adentra atin mas en la noche. Y asf regresan de este baldio trabajo nocturno cansados y desilusionados. El amanecer es gris y desconsolado. No es una mafiana que anuncie un nue- vo comienzo, sino que marca el desconsuelo de su vida. Los esfuerzos que desplegaron durante toda la noche fue- ron en vano. Pero Juan no se detiene en la descripcién del fracaso. Nos sefiala un camino que transforma el cansan- cio y la desilusion de los discfpulos. EL TRATO CON EL CANSANCIO. 81 También el mismo Jestis se adentra en la noche de la inutilidad. Y pide a los discipulos que vuelvan a repetir todo cuanto hicieron, sin fruto alguno, durante toda la no- che, pero ahora por su palabra y a la derecha, el lugar in- dicado. La inutilidad est4 a menudo relacionada con la circunstancia de que nos hemos forjado firmes ideas acerca de cémo deben ser recompensados nuestros es- fuerzos. Si nuestras fatigas no aportan el éxito que nos habjamos figurado, nos cansamos, nos sentimos frustra- dos. Hemos trabajado en balde. Debemos hacer lo que ya antes habfamos hecho, pero bajo otros presupuestos. Te- nemos que escuchar la voz interior, la voz de Jestis den- tro de nosotros mismos. Y debemos echar nuestra red a la derecha, al lugar adecuado. El camino de Jestis para transformar nuestro cansan- cio y nuestra frustracidn consiste, pues, en entrar en con- tacto con nuestro coraz6n y en actuar con cuidado y a conciencia. Quien acttia con cuidado, con atencién y a conciencia no se cansaré tan facilmente. Existe una clara interconexién entre el cansancio y el descuido. Muchas veces estamos tan fijados en nuestras ideas que descui- damos la realidad. En este relato pascual se nos sefiala todavia otro ca- mino para evadirnos del cansancio: el discipulo amado sabe que aquel hombre de la orilla es Jestis mismo. Pero tuvo que pasar un buen espacio de tiempo hasta que Ile- g06 a reconocerlo. Solo cuando vieron la red Ilena de pe- ces, hasta el punto de que apenas consegufan sacarlos, di- ce a Pedro: «jEs el Sefior!» (Jn 21,7). Esta palabra espabila completamente a Pedro. Se qui- ta la tunica y se lanza al agua. Se percibe su entusiasmo. Cuando en medio de una maifiana gris, en medio del can- sancio, esta presente el Resucitado, ya no hay conten- 82 ESTOY CANSADO cién. Tiene que saltar y alzarse de su cansancio. Jestis consume un pequeiio refrigerio con sus discipulos. Juan lo describe como una celebracién eucaristica. En toda eu- caristia celebramos la muerte y resurrecci6n de Jestis, pa- ra que todos resucitemos de la muerte a la vida, para que nos elevemos por encima de todo cansancio a la vida vi- va, para que nos alcemos de la desilusién a la esperanza de que no hay nada que no pueda ser transformado. No solo los discfpulos de Jestis han experimentado el cansancio. También los primeros cristianos, tras un corto periodo de entusiasmo y de nueva eclosién, vivieron de nuevo la desilusién. El autor de la Carta a los Hebreos dirige su mensaje a cristianos que se han cansado de su fe. Querria animarlos a abandonar su cansancio en virtud de una nueva mirada a Jesucristo. Escribe acerca de Je- stis, que nos ha precedido en la Tienda celeste. Y esto proporciona un poderoso estimulo, asiéndonos con fir- meza a la esperanza propuesta (Heb 6,18). El autor desea estimular a los lectores «a que no sedis perezosos, sino imitadores de los que, por la fe y la pa- ciencia, heredan lo prometido» (Heb 6,12). Y por eso in- cita una y otra vez en esta carta a la constancia: «... desprendémonos de cualquier carga y del pe- cado que nos acorrala; corramos con constancia la carrera que nos espera, fijos los ojos en el que ini- cié y consuma nuestra fe, en Jestis» (Heb 12,15). Si dirigimos la mirada hacia Jestis, entonces no debe- mos desfallecer ni perder el dnimo (Heb 12,3). Esto es también para mij un valioso punto de arranque: expulsar el cansancio en virtud de una nueva clase de teologia. También una teologia o una espiritualidad insuficiente puede ser causa de nuestro cansancio. Si consideramos a EL TRATO CON EL CANSANCIO. 83 Dios como el ser que debe cumplir nuestros deseos, nos veremos r4pidamente frustrados cuando no responde a nuestras oraciones, y nosotros nos cansaremos en nues- tros esfuerzos por suplicar ayuda. Pero si Jestis es el que ha penetrado en la Tienda celeste, el que ha penetrado en el espacio interior de nuestras almas, si es en nosotros el Santo de los santos en el que todo es sano e integro, en- tonces vivimos de una manera distinta las desilusiones de nuestra vida. Entonces tenemos en medio de nuestro can- sancio un espacio de descanso, un espacio del sancta- sanctorum en el que estamos sanos e integros, en el que es- tamos en paz con nosotros mismos, porque Jesis mismo ha penetrado en este Santo de los santos de nuestro cora- z6n. Y en esto consiste, segtin la Carta a los Hebreos, la mirada a Jestis que nos arranca del cansancio: «Por la dicha que le esperaba, sufrié la cruz, des- precié la humillacion y se ha sentado a la diestra del trono de Dios» (Heb 12,2). La mirada dirigida a Jestis nos arranca de nuestro cansancio, de lo que nos contraria y nos arrebata la ener- gia. La contemplacién de aquel que tras las contrarieda- des de la vida ha visto ya la alegria nos liberara de nues- tro cansancio. El cansancio del suplicante piadoso Ya el Antiguo Testamento conoce el cansancio del piado- so. En el Salmo 69 suplica el salmista: «Cansado estoy de gritar, me arde la garganta, mis ojos desfallecen a la espera de mi Dios» (Sal 69,4). 84 ESTOY CANSADO E] orante se siente desilusionado porque Dios no se le muestra ni le ayuda. Otro tanto ocurre hoy con numero- sos cristianos. Han rezado a Dios en situaciones dificiles y han suplicado que les ayude, a ellos o a algtin pariente enfermo. Pero la ayuda no llega. Han clamado hasta can- sarse. De tanto llamar a Dios se han quedado afénicos. También aqui el cansancio esta relacionado con la desi- lusi6n. El orante se siente desilusionado de Dios, de su presencia, de su falta de ayuda. Esta desilusién conduce en algtin momento a que el piadoso abandone la oracién. Se ha cansado en su piedad. Otro suplicante expresa su experiencia en las siguien- tes palabras: «Me consumo en mis lamentos, bafio mi cama con mi Ilanto cada noche, riego mi lecho con mis lagrimas» (Sal 6,7). Son precisamente las personas que han pasado por sufrimientos graves y han derramado sus lagrimas delan- te de Dios las que se sienten cansadas por su tristeza. Sus sufrimientos les han cansado. Ni siquiera la oracién pue- de liberarlas del agotamiento. Se han cansado precisa- mente de seguir orando. Justamente a estas personas se siente enviado Jestis. El evangelista Mateo ve en Jestis al Siervo de Dios de quien habia hablado el profeta Isaias. En el Canto tercero del Siervo de Yahvé se dice: «Mi Sefior me ha dado una lengua de iniciado para saber decir al abatido una palabra de aliento» (Is 50,4). Jestis posee la capacidad de encontrar palabras que estimulan y ponen en pie a los cansados. Y tiene una mi- EL TRATO CON EL CANSANCIO. 85. rada para los hombres cansados. Asi lo indica Mateo cuando dice de él: «Viendo la multitud, se conmovié por ellos, por- que andaban maltrechos y postrados, como ovejas sin pastor» (Mt 9,36). Jestis entiende que su tarea es salir al encuentro de los cansados y anunciarles la palabra que pone de nuevo a los hombres en pie. Y entiende asimismo que la misién de los discfpulos consiste en anunciar a quienes se han cansado porque no tienen pastor, porque estén desorien- tados, la Buena Nueva que les da futuro y orientacién. El cansancio del profeta Elias EI prototipo del piadoso cansado es en el Antiguo Testa- mento el profeta Elias. Ha combatido con ardiente celo por el Sefior. Se atrevié incluso a enfrentarse con los cua- trocientos cincuenta profetas de Baal. Y se alz6 con el triunfo en la contienda. Habia combatido con gran valor contra el rey Ajab. Ahora, la reina Jezabel le hace saber a través de mensajeros que le dard muerte. Y le acomete un gran temor. Tiene que luchar por su vida. Huye de Jeza- bel y busca refugio en el desierto. Pero aqui su lucha se trueca en cansancio. «Continué por el desierto una jornada de camino y al final se senté bajo una retama y se deseo la muerte: “{Basta, Sefior! ;Quitame la vida, que yo no valgo mas que mis padres!”. Se echo bajo una retama y se durmid» (1 Re 19,4s). Elias expone la causa de su cansancio. No es mejor que sus padres. Habfa imaginado que habia luchado con 86 ESTOY CANSADO mas celo que todos los demas profetas contra los sacer- dotes de Baal. Pero ahora descubre su propio lado oscu- ro. Aquello que ha combatido en los sacerdotes de Baal se encuentra también en él mismo. Los sacerdotes de Baal promueven el culto del éxito. Pero con su triunfo so- bre estos sacerdotes Elias da a entender que también é1 esta tan interesado por el éxito como aquellos a quienes ha combatido. Y cuando lo advierte, desaparece de él la energia. No puede seguir luchando, sino que prefiere mo- rir. Se tiende en el suelo y se queda dormido. Pero no es un suefio reparador, sino una huida de la realidad, una huida ante el enfrentamiento. Elias muestra el cansancio tipico de los triunfadores. A menudo, tras un gran éxito se desploma sobre los hom- bres un cansancio profundo. Ese cansancio no es la conse- cuencia de los esfuerzos que han tenido que desplegar pa- ra alcanzar el éxito. Es, mas bien, una reaccién al éxito. El éxito se desenmascara como algo negativo. No tiene valor absoluto. Hay siempre quienes disputarén el triunfo, como Jezabel. Y se advierte que se ha buscado el éxito por mo- tivos muy egoistas, que lo que de verdad importaba no era la causa defendida, sino el propio yo. Por eso no queremos seguir combatiendo. En definitiva, nada tiene sentido. Gi- ramos en torno a nosotros mismos. Algunos se imaginan que con el triunfo han alcanzado ya la meta. Pero el camino sigue. Solo que en este momento no se tienen fuerzas ni ganas para avanzar. Se tienden, como Elias, y simplemente quieren descansar. No quieren ad- mitir el desengafio que sigue a toda victoria, sino que buscan refugio en el suefio y el cansancio. Cierran los ojos frente a los sucesivos desafios de la vida. En esta si- tuacién también se necesita un angel que nos despierte y nos incite: «jLevantate y come!» (1 Re 19,5). Elfas se po- EL TRATO CON EL CANSANCIO. 87 ne en pie, como y bebe y se acuesta de nuevo. Pero en- tonces aparece el angel por segunda vez. Se muestra pa- ciente. Le invita a comer y beber de nuevo. Y da la raz6n: «Porque el camino es superior a tus fuerzas» (1 Re 19,7). El angel no se compadece de Elias, sino que lo envia por un camino a través del desierto hasta el Horeb, el monte de Dios. Después de la victoria, el camino conti- nia, pero no en direccién a nuevas y mayores victorias, sino cruzando el desierto en el que nos encontramos a no- sotros mismos, hasta el monte de Dios, hasta la expe- riencia de Dios. La meta de nuestro camino no es el éxi- to, sino la experiencia divina. Tenemos que apartarnos de la llanura del triunfo. El camino avanza hacia el interior. Para este camino interior nos conforta el angel. El cansancio de Elias no es tan solo el cansancio del éxito o de la ambicién. Podemos considerarlo también co- mo cansancio de Dios. Elias se ha cansado de su Dios. Dios no le tiene ya asido una vez mas. Dios ya no le afec- ta ni en la fascinacién ni en la célera. Dios no le causa nin- guna intranquilidad, como ocurria en el caso de Jeremias, a quien no le concedia paz. Jeremias tenia la sensacién de que Dios le habia seducido y fascinado. Pero en Elias ya no hay ni rebelién ni entusiasmo. No se siente ni amado ni re- chazado por Dios. No siente nada. Simplemente esta can- sado, quiere dormir, quiere cerrar los ojos ante este Dios. Podemos observar en muchas personas de nuestros dias la experiencia de Elias. Se han cansado de Dios. Han perdido todo entusiasmo. Ya no se dejan mover, afectar, tocar. Tampoco les irrita el discurso sobre Dios. No les causa ninguna impresion. No provoca ninguna reaccién en su corazon. Es aqui donde necesitamos un Angel que nos despierte, que no nos deje en paz, sino que nos apor- te intranquilidad, que nos sacuda por los hombros y nos 88 ESTOY CANSADO diga: «Levantate de una vez. Abre los ojos. Dios esta aqui. Dios es realidad. Quiere hablar contigo. Quiere de- cirte algo. Quiere confiarte algo». Necesitamos una nueva manera de discurso espiri- tual, no un discurso que nos artulle, que no nos exija de- masiado, sino un discurso que nos incite, que nos impac- te, que nos sacuda y nos despierte, que nos ponga en mo- vimiento para que nos levantemos y nos atrevamos a avanzar por el desierto de la lejania de Dios, y entonces encontraremos a aquel que nuestra alma anhela en lo mds profundo de sf. Necesitamos un angel que nos transmita inquietud, que no nos abandone en el cansancio de Dios y que tampoco en la Iglesia de los cansados deje de im- pulsaros e incitarnos a despertar. {Cémo deberia ser el lenguaje religioso que toque nuestro coraz6n, esas palabras que nos pongan en con- tacto con nuestro anhelo més profundo, que no nos per- mitan dormir, como en el caso de Elias, sino que nos ani- men a ponernos en pie y a emprender la bisqueda? Las palabras del angel no hacen desaparecer el cansancio de Elias. Es cierto que avanza por el desierto hacia el Horeb, el monte de Dios. Pero también ahora desea ocultarse, es- ta vez en una cueva. Y entonces Dios le llama: «Sal y ponte en pie en el monte ante el Sefior» (1 Re 19,11). Elfas debe abandonar el cobijo de la cueva, el ampa- ro de las habituales imagenes del lenguaje. Debe ponerse en pie en el monte y, a una con ello, situarse frente a la verdad y enfrentarse a ella. Y Dios le acepta en la escue- la de la experiencia de Dios. Dios no se manifiesta en la tempestad, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en la brisa suave y tenue. Encuentra a Dios en el silencio, alli donde todas las palabras humanas enmudecen y se mues- tra el misterio indescriptible. EL TRATO CON EL CANSANCIO 89 En una Iglesia en la que las palabras se han cansado, en la que usamos siempre las mismas palabras para des- cribir a Dios y la experiencia de Dios, necesitamos hom- bres y mujeres que entablen conversaci6n con el angel, con angeles que nos afecten con sus palabras y frente a los que no podamos hacer otra cosa sino dejarnos mover, ponernos en camino para barruntar a Dios en la quietud. Pero también se necesita entre nosotros una escucha nue- va, para que podamos oir con ofdos nuevos las palabras intranquilizadoras de Dios que los profetas del Antiguo Testamento disparan contra nosotros. También hay que oir de nuevo las numerosas palabras de Jestis que no nos dejan en paz, que nos provocan, que son enigmaticas e incomprensibles. Nos hemos familiarizado demasiado con ellas. Nos hemos hecho una teorfa acerca de las sen- tencias de Jestis para mantenernos a distancia de él. Jestis quiere sacudirnos para que abramos los ojos y pongamos bajo un interrogante nuestras ideas sobre Dios, para que emprendamos la busqueda del Dios incomprensible que, por encima de toda incomprensién, es el Dios del amor, el Dios que nos sale al encuentro como en el caso del hi- jo prédigo para celebrar una fiesta con nosotros, porque nosotros, que nos habiamos perdido, nos hemos enton- trado de nuevo, estabamos muertos y hemos florecido pa- ra una nueva vida. La Biblia no se contenta con describir el fenémeno del cansancio, sino que nos indica siempre a la vez el camino por el que lo podemos superar. Y asi, Jestis sefiala a la mu- jer samaritana, cansada de amor, un camino para salir de este cansancio. Le concede su agua de la vida. El relato de Juan (Jn 4,1-26) podria ser una imagen de cémo las pare- jas pueden superar su cansancio de amor. Cinco pasos se desprenden del encuentro de Jestis con la samaritana: 90 ESTOY CANSADO 1. Las parejas deben mostrar con toda franqueza al compafiero o la compafiera su propia sed, sus ne- cesidades y anhelos. 2. Se trata de un intercambio en el mismo nivel sobre temas que afectan a los dos. No debe darse aqui ninguna valoraci6n, sino tan solo la disposicién a comprender al otro. 3. Pregunto al otro acerca de sus deseos y necesida- des mas profundas. A través de las preguntas des- pierto la vivacidad en el otro. 4. En lugar de transmitir al otro sentimientos de cul- pabilidad, le ofrezco mi agua de la vida, mi propia vitalidad, mi amor. En lugar de esperar algo de él, le doy mi amor. 5. A través de la vitalidad de la relacién, la pareja de- be mantenerse abierta también para otras amista- des, Las amistades con otros estabilizan la relaci6n de la propia pareja. Y asi los dos salen fuera del circulo en torno a si mismos. Maria y Marta También el relato de Maria y Marta (Lc 10,38-42) puede leerse como una historia de cansancio. Habla del cansan- cio de un ama de casa en la cotidianidad de los trabajos domésticos y familiares. En su instruccién a Maria, que se limita a escuchar, Jestis indica que lo que él dice es un camino para salir de este cansancio. El cansancio tiene a menudo como causa que las mu- jeres escuchan demasiado poco a su corazén. Se dedican por entero a su trabajo y se imaginan que su familia lo necesita. Pero escuchan demasiado poco las auténticas EL TRATO CON EL CANSANCIO. 91 necesidades familiares y también demasiado poco a su coraz6n. Lo que la familia necesita en primer término no son las tareas de la madre, sino su corazén. Una mujer me contaba que habia empleado todas sus energias como madre en los cuidados de la casa y en los estudios de los nifios y habia olvidado lo principal: la comtn vivencia amorosa familiar. Las mujeres se sienten a menudo cansadas cuando disponen de dema- siado poco tiempo para su coraz6n, cuando han perdido el contacto con su vertiente espiritual. El camino hacia el interior, la escucha de su propio corazén, puede sanar este cansancio. EI trato con el cansancio en la tradici6n espiritual Los antiguos monjes intentaban dormir el minimo tiem- po posible. Podemos imaginar que no siempre estaban enteramente despiertos y frescos. Su objetivo era vigilar y orar para Cristo y con él. Pero si apenas dormian, ape- nas podrian mantenerse enteramente despiertos en la ora- cién. Su oracién estaba con frecuencia marcada por el cansancio corporal. Emplearon justamente este cansan- cio como camino espiritual. En el cansancio, en efecto, el monje permanece atento a muy pocas cosas. Si dirige su atenci6n a Dios, entonces el propio cansancio le ayuda a hundirse en la oracién en Dios. Erhart Kastner habla en su libro El tambor de las horas de la sagrada montana de Athos del sentimiento matinal del despertar somnoliento: «Ese estado de la maxima recepcion, que solo ad- mite lo minimo, pero soberano, tan majestuoso que se creeria que ha sido creado en este momen- 92 ESTOY CANSADO to. Nadie negar4 que son los momentos de la ma- yor receptividad que ha vivido realmente» (Kastner, p. 78). EI cansancio en la oraci6n no es aqui ninguna som- nolencia, sino una reduccién de la atencién a lo auténti- co. Es una forma especifica de estar despierto. Nos pro- tege frente a la dispersién. Esta seria su funci6n positiva. Pero hay también, por supuesto, un cansancio que cierra, en el que sencillamente se cabecea. La tarea de los mon- jes no era reprimir el cansancio, sino tratarlo de tal modo que les pudiera ayudar en su vida espiritual. Ya es en si mismo sorprendente que la antigua tradi- cién del monacato haya establecido el cansancio como camino de la espiritualidad para concentrarse tinica y to- talmente en Dios y olvidar todo lo demas. La meta del monje era mantenerse vigilante. Pero si se duerme tan poco como acostumbraban los monjes en el desierto, en- tonces la vigilancia esta siempre acompafiada de cansan- cio. El cansancio no es aqui una contraposici6n a la vigi- lia sino que da a esta su caracteristica de estar abierta so- lo para Dios. No es una vigilancia en la que se percibe to- do, sino una vigilancia que se concentra en lo auténtico, en la presencia salvadora de Dios y en el amor de Dios en el coraz6n. Peter Handke ha entendido lo que los monjes han ex- perimentado con su cansancio, lo que les ha abierto para Dios y unido con Dios. Habla del «cansancio clarividente»: «Ofrece el acceso a una atencién completamente diferente, el acceso a aquellas formas largas y len- tas que escapan a la hipervigilancia corta y rapi- da» (Handke, p. 58). EL TRATO CON EL CANSANGO. 93 Asi interpreta el filésofo coreano Byung-Chul Han este cansancio que nos torna més vigilantes para lo au- téntico. El mencionado Handke escribe acerca de este cansancio: «Abre, hace transparente, crea un boquete hacia la epopeya de todos los seres» (Handke, p. 62). Y piensa ademds que se trata de un cansancio unifi- cador. Nos une con la naturaleza, incluidos los animales. Handke cuenta que cuando avanzaba cansado por el ca- mino, le seguian dos perros. «Estaba tan cansado que habia desaparecido el te- mor habitual a los perros y, ademas, me imagina- ba que, aun cuando hubiera acelerado el paso campo a través, los perros ya habrian captado mi olor y yo me habria familiarizado con ellos» (ibid., pp. 61s). El cansancio unificador nos une con el Ser en si, con la naturaleza, con los animales. Incluso los objetos inani- mados se nos presentan en el cansancio tal como son. «Y més atin: en este cansancio fundamental la co; sa no aparece nunca solo para s{, sino siempre unida a otras, y aunque pueden ser pocas, al final todo estd junto entre si» (ibid., p. 68). Lo que Handke describe con estas palabras no es otra cosa sino lo que los monjes entendian por contempla- cién. La contemplacién es el estado en el que miro al fon- do y fundamento. No veo nada concreto y determinado. Miro a través de. De pronto, todo se me presenta claro. Y en esta mirada clara conozco definitivamente. Y si co- nozco a Dios en todo, entonces veo también la unidad de 94 ESTOY CANSADO todas las cosas. En Dios todo se hace uno entre si. Asi lo cont6 el papa Gregorio a propésito de san Benito y de su mistica. Estaba cansado ante la ventana de su convento. Y entonces contemplé con una sola mirada el universo entero. En ese momento lo vio todo en su fundamento. Y en el fundamento todo es uno. En esta secci6n limitada lo ve todo, el universo entero. Lo que a nuestra razén se le antoja tan distinto y tan diferente es uno para el cansado. En el cansancio, segtin Handke: «No se requieren sorprendentes y espectaculares ejercicios respiratorios ni actitudes ydguicas: es- tds sentado y respiras en la luz del cansancio aho- ra incidentalmente correcta» (ibid., p. 52). En este cansancio me siento uno con todo y con todos los hombres: «Lo otro es al mismo tiempo yo. Los dos nifios bajo mis cansados ojos son ahora yo» (ibid., p. 68). En el cansancio desaparecen las fronteras entre el mundo y yo, entre los demas y yo. Siento una profunda vinculaci6n interior. A esto llama Handke el cansancio unificador, que describe como: «Todo junto y todos jun- tos» (ibid., p. 70). La mirada del cansado se dirige a la profundidad, alli donde todo es uno. Lo que Peter Handke presenta aqui bajo la palabra cansancio ha sido descrito por Josef Pieper, apoydndose en la filosofia griega y en la teologia cristiana, como ocio 0 tiempo desocupado. Se dirige contra la concepcién de Immanuel Kant, que entiende como esfuerzo también el trabajo espiritual. Frente a Kant, Pieper ofrece lo que la tradicién llama «contemplacién intelectual». Y sostiene: EL TRATO CON EL CANSANCIO. | 95 «En el conocimiento espiritual hay un elemento de visién puramente receptiva que, como dice Handke, es “la escucha de la esencia de las co- sas”» (Pieper, p. 25). Pieper describe esta accién puramente receptora del espiritu: «Qué ocurre cuando nuestros ojos contemplan una rosa? {Qué hacemos nosotros mismos en esta ocasién? Nuestro espiritu acttia aqui, cuando per- cibimos el color y la forma de este objeto, acep- tando, acogiendo, recibiendo. Estamos vigilantes y activos, sin duda. Pero es una mirada distendi- da... siempre que se trate de una contemplacién real y auténtica y no, por ejemplo, de una obser- vacién para medir y enumerar» (Pieper, p. 22). En el cansancio estamos a menudo abiertos para esta contemplacién meramente receptiva del ser. Aqui ya no se trata de esfuerzo espiritual, sino de la recepcién de lo que es. Experimento a veces algo de este cansancio de ojos clarividentes antes de despertar y cuando despierto del suefio. No sé con absoluta certeza si estoy sofiando o me figuro cosas. Pero en esta situacién me vienen siempre nuevos pensamientos para otros libros. Es un cansancio que transmite clarividencia, que genera ideas nuevas. En cierta ocasién, retornando a casa a una hora muy tardia después de una conferencia, senti un cansancio profundo. No sé si me habja dormido de nuevo o senci- Iamente reflexionaba sobre algo. O ambas cosas. Sofia- ba que tenia que dar, en una de casa de formaci6n, una conferencia para un grupo de religiosos. Reflexionaba 96 ESTOY CANSADO fugazmente sobre lo que tendria que decir. No deseaba volver una vez mas sobre mis ideas habituales. Y enton- ces me vino el titulo: «Caminos para una espiritualidad transformadora». Queria contraponer esta espiritualidad y esta pastoral transformadoras a la espiritualidad mora- lizante. En la moral, se ponen a menudo cargas excesivas sobre los hombros de las personas y se crea en ellas ma- la conciencia. Una espiritualidad o una pastoral consola- doras podrian aportar alivio a la gente a través de citas bi- blicas. Pero de hecho esta espiritualidad lleva a menudo a un retroceso. La pastoral transformadora se interroga sobre los problemas de los hombres. Los escucha. En la escucha y el didlogo sobre lo que a uno le mueve se pro- duce de pronto una transformacién de la mirada. De re- pente se descubre cémo se podria afrontar este problema concreto. En esta fase de cansancio me asalté la idea de que esta fue justamente la pastoral pretendida por Jestis. Acudia en sus pardbolas a las experiencias de sus oyen- tes y hablaba de ellas. De esta manera los llevaba a otro nivel y modificaba sus puntos de vista. A veces han sido estos instantes de cansancio antes o después de levantar- me los que me han proporcionado informacién para un nuevo libro. Pero se da también la experiencia de que los monjes se cansan a lo largo del recorrido de su senda y pierden la alegria del caminar. Una sentencia de los padres cuen- ta que el abad Antonio, el primer monje que dirigié sus pasos al desierto, «se sentd en la estepa con encontrados estados de 4nimo y sombrios pensamientos». Cuando se pregunt6 como podria salir de esta contradictoria situa- cién y como podria llevar adelante su vida espiritual, le sefialé Dios a otro monje, parecido a él. EL TRATO CON EL CANSANCIO. | 97 «Este monje descansaba y trabajaba, se ponia en pie antes del trabajo y oraba, se sentaba otra vez y entrelazaba su ser, se levantaba de nuevo por tlti- ma vez para rezar. Y he aqui que era un dngel del Sefior enviado para dar instrucciones y seguridad a Antonio. Y oyé que el angel le decfa: “Haz lo mismo, y habrds conseguido la salvacién”. Al oir estas palabras, se sintié invadido de intensa ale- gria y aliento, y con aquella accién encontré la salvacién» (Apophthegmata 1). Estamos a menudo cansados porque dedicamos de- masiado tiempo a una misma ocupacién. Quien piense que puede leer o despachar los asuntos de su oficina du- rante horas y horas no tiene por qué admirarse si se sien- te cansado. Necesita un cambio saludable y mantenerse internamente despierto para todo lo que hace. A este tipo de cansancio lo llaman los monjes acedia. Apenas es posible una correcta traduccién de esta pala- bra. A veces se la interpreta en el sentido de «pereza». Propiamente, la acedia sefiala la incapacidad de mante- nerse atento al instante. No se siente placer ni en el rezo ni en el trabajo ni tampoco en no hacer nada. El senti- miento basico es tedium vitae 0 «tedio de la vida». Vivir no proporciona ningtin placer. Y uno se siente a disgusto en el Jugar en que ahora se encuentra. El eremita Juan Casiano habla de un horror loci, «horror al lugar». Josef Pieper afirma: «La acedia es la pereza por la que el ser humano no acepta en definitiva su ser; por la que, al fondo de toda su enérgica actividad, no es uno consigo mismo» (Pieper, p. 48). 98 ESTOY CANSADO Y afirma que la pereza no es cansancio. Es la incapa- cidad de ocio, de la que se deriva la acedia: «Justamente de la pereza surge el sinsentido del trabajo por el trabajo mismo. Es una notable co- nexién que el sinsentido de un fanatismo laboral suicida deba estar en contacto con la falta de vo- luntad de realizacién» (Pieper, p. 47). Si pasamos por alto el cansancio, desembocaremos en el sinsentido del adicto al trabajo que debe Ilenar con el trabajo su vacio interior. De la acedia, del cansancio de la vida, se siguen —se- gtin Casiano— ocho actitudes. Est4, en primer lugar, la ociosidad (en latin: otiositas). La ociosidad no se identi- fica con la inactividad. El ocio era para los romanos una actitud positiva. Es la capacidad de disfrutar del momen- to presente. La inactividad es, en cambio, la negativa a todo compromiso con una tarea 0 con este instante. No se tiene ninguna fuerza expansiva. De esta atonfa interna se sigue la somnolencia (som- nolentia) permanente. Con cansancio y somnolencia re- acciona siempre el monje cuando algo le afecta interna- mente o desea entrar en didlogo con él. No se deja arran- car de su cansino trote. No quiere sentirse inseguro. La somnolencia es la negativa a cambiar su vida. Es una hui- da frente a toda llamada interna. La tercera actitud es el malhumor, la brusquedad (im- portunitas). El malhumor se manifiesta en que en este ti- po de cansancio no se trata de un cansancio sano y salu- dable, sino de un cansancio que descubrimos en el nifio. Cuando los nifios estan demasiado cansados, lloriquean. Y no hay nada que hacer con ellos. Lloran por cualquier mi- nima contrariedad. Asi de parecido es este tipo de cansan- EL TRATO CON EL CANSANCIO. 99 cio de los adultos. Estén de mal humor, son hipersensibles y reaccionan irritados ante cualquier género de critica. Las restantes actitudes que Casiano describe como consecuencia y expresién de la acedia presentan una in- terdependencia interna: la inquietud (inquietudo), el va- gar de un lado para otro (pervagatio), la inestabilidad (instabilitas mentis et corporis), la charlataneria (verbo- sitas) y la curiosidad (curiositas). El cansancio se manifiesta muchas veces en una in- quietud interior. Cuando estan cansadas, las personas no se acuestan al llegar la noche, sino que se sienten invadi- das por la intranquilidad. Querrian terminar todavia esta 0 aquella tarea doméstica. Pero no consiguen finalizar un trabajo. Empiezan esto 0 aquello. Pero no acaban nada. Carecen de consistencia interior. En este cansancio no hay capacidad para el didlogo auténtico. La conversacién se convierte en habladurias. Se siente curiosidad por to- do, pero no hay ningtin interés auténtico por algo o por una persona concreta. El fildsofo Martin Heidegger define la curiosidad co- mo una «incapacidad especifica de mantenerse junto a lo cercano». Es una «falta de consistencia dispersa». No se trata aqui de que la persona cansada no preste atencién a algo o a alguien, sino de que no esta presente. Esta real- mente ausente. En su cansancio, evita el encuentro y el instante. Carece de consistencia interior. Peter Handke habla del cansancio odioso y malévolo, del cansancio discordante y del cansancio aislante que me separa de los demas y del mundo. De parecida mane- ra, también los monjes conocen una forma de cansancio que es una negativa a estar en el instante presente, una negativa a abrirse a Dios y al préjimo. Pero, al igual que Handke, también conocen una forma de cansancio clari- 100 ESToY cANSADO vidente y unitiva, un cansancio que es expresién de una vigilia interior para lo auténtico, lo fundamental y funda- mentador, y, en definitiva, una vigilancia acerca de lo que es real, tal como describe Anthony de Mello la mistica. Como en el cansancio hay muchas cosas encubiertas, puede revelarse lo auténtico, la interconexién intima de todas las cosas. La pregunta es cémo puedo pasar del cansancio odio- so y dispersador al bueno y unificador. Los monjes han descrito varios caminos a propésito de esta cuestién. Evagrio Péntico, uno de los primeros eremitas egipcios, propone el siguiente remedio: «La lectura, la vigilia nocturna y la oracién son los medios que ayudan a un espiritu inquieto a re- cuperar la paz» (Praktikos, p. 15). La clara distribuci6n del dia, que esta marcada por la oracién y el trabajo, la lectura y la oracién, ayuda a po- ner orden en el desorden interior. La acedia como «can- sancio desagradable» lleva al monje a salir de su celda y a rondar por doquier, tanto en sus pensamientos como en la realidad. Por eso da Evagrio el siguiente consejo: «En la hora de la tentacién no debes buscar pre- textos mds o menos creibles para abandonar tu celda, sino mantenerte con determinacién en ella y ser paciente. Acepta sencillamente lo que la ten- tacién acarrea sobre ti. Y ten bien a la vista, sobre todo, esta tentacién de la acedia, porque es la peor de todas, pero también tiene como contra- partida la mayor purificaci6n del alma. Rehuir es- tos conflictos o temerlos hace al espiritu inhabil, cobarde y temeroso» (Praktikos, p. 28). EL TRATO CON EL CANSANCIO. 101 Hay un cansancio que me impele a huir de mi mismo. Convierto este tipo de cansancio en un cansancio bueno, espiritual y mistico, limitandome sencillamente a adver- tirlo. Acepto mis pensamientos, que se dispersan de un lado para otro. Pero me mantengo en mf mismo. No me dejo dominar por el cansancio ni desviar de mi centro. Lo contemplo y observo qué hace conmigo. Evagrio lo defi- ne como «tener a la vista el cansancio». Y esto leva a la purificacién del alma. En el cansancio aflora todo lo que Casiano describe: la somnolencia, el malhumor, la in- quietud, el vagabundeo de un lado para otro, los constan- tes cambios de Animo, las habladurias y la curiosidad. Si tengo en cuenta el cansancio, descubro la raiz de mi mal humor, de mi huida a la somnolencia, de mi vagabundeo. No me aguanto a mi mismo, no me soporto. No soy tal como me imaginaba en mis concepciones ideales. Soy una persona cansada de ilusiones, disipada, dominada por las emociones. Pero si -como piensa Evagrio— aguanto todo esto ante Dios, si admito ante Dios todo cuanto en el cansancio aflora en mi alma, mi alma se pu- rificara. Entonces el cansancio me lleva a la profundidad de mi espiritu en la que se clarifica, liberado de todos los pensamientos y sentimientos superficiales y perturbado- res. Entonces el cansancio, del que no huyo, sino al que miro cara a cara, se convertird en un camino hacia el in- terior, hacia el fondo ultimo de mi alma. Pero si en el cansancio me desvio hacia secarrales y vagabundeos, mi espiritu se tornard cobarde y medroso y perderd toda su capacidad expansiva. 102 ESTOY CANSADO El trato personal con el cansancio A menudo las personas se cansan porque han estado re- primiendo su cansancio. No han advertido que se sentian utilizadas y explotadas. No han tenido en cuenta los im- pulsos internos de su alma, pues se han limitado a fun- cionar 0 se han mantenido despiertas gracias al café 0 a otros estimulantes. Por eso, el primer paso para tratar su cansancio es admitir su existencia. Si admito que estoy cansado, puedo incluso disfrutar con ello. Si, por ejemplo, Ilego a las cinco de la tarde del De- partamento de Administracién o de las conversaciones en nuestro centro de retiros, me tiendo quince minutos en la cama. Pongo el despertador para que me despierte al ca- bo de este cuarto de hora. Pero en estos quince minutos disfruto de la gravedad. Mi cuerpo yace pesadamente en el lecho. Siento mi peso y mi cansancio. Pero al mismo tiempo me siento agradecido. He trabajado hasta cansar- me por Dios y por los hombres. Me percibo en mi can- sancio. Disfruto de este tiempo de no hacer nada, de no pensar en nada. Me entrego sencillamente al cansancio. Y entonces me siento Ievado y protegido. Puedo simple- mente ser. Y cuando al cabo de los quince o veinte minu- tos me pongo en pie, estoy fresco y me siento placente- ramente a leer algo. O, si tengo que viajar para una con- ferencia, tengo el sentimiento de que puedo conducir con el espiritu recuperado. Cuando ronda una gripe, me siento a menudo somno- liento y cansado. Pero entonces disfruto permaneciendo por un tiempo acostado por la tarde y dejo fluir el can- sancio. Si luchara contra ella, porque pienso que debo re- primirla con una medicacién mas potente, entonces ten- EL TRATO CON EL CANSANCIO. 103 dria que combatirla por mas tiempo. Pero si admito el cansancio y disfruto de la circunstancia de que ahora no tengo ningtin placer en escribir o en trabajar 0 en conver- sar, entonces las cosas me van mejor. Pero también noto el desaffo del cansancio. El can- sancio corporal —aqui no solo condicionado por el traba- jo, sino también por la enfermedad— me sefiala que sim- plemente no puedo trabajar tanto como quisiera. El cuer- po me sefiala mis limites. Y este cuerpo me est4 diciendo en este instante: no puedes dar por sobreentendido que tendrds siempre ideas nuevas, ni que podrds escribir todo lo que te has propuesto. Podria también ocurrir que du- rante algtin tiempo tengas que hacer un alto, que se pre- sente un tiempo en el que nada sale bien, en el que te sientas ante el ordenador y solo percibes vacfo y falta de estimulo. Dejar correr esta falta de impulso me beneficia. Concedo que ahora no siento el mas minimo placer en la conversacién con mis clientes o en escribir. Necesito el tiempo para mi. Confieso que estoy necesitado, que ne- cesito descanso, atencién y cuidados. He advertido que muchas personas pasan por alto estas experiencias. Y es entonces cuando verdaderamente carecen de impulso. Ya no sienten placer por nada. El sentimiento de cansaricio, de apatia, de desilusi6n, forma parte de nuestra naturale- za de seres humanos. Si dejamos que fluya, hemos des- cubierto nuestra medida. Entonces estamos en nuestro centro. Y notamos que es un don que nuestra vida dé fru- to, que nuestro trabajo progrese y nuestros pensamientos fructifiquen en otros. El cansancio me invita a no defi- nirme por mis aportaciones, sino por el ser. Si caigo en- fermo y me siento cansado y falto de impulso, entonces disfruto simplemente de ser, de no rendir, de no tener que demostrar o hacer nada, sino simplemente ser. 104 ESTOY CANSADO. El cansancio me sefiala, pues, mis limites. No deberia sobrepasarlos. Pero el cansancio no siempre es una invita- ci6n a no hacer nada. Debo tratar mi cansancio con mucha mayor creatividad. Hay quienes afirman que por la maifia- na no pueden meditar porque todavia estén muy cansados. Conozco este discurso. Cuando a veces Ilego demasiado tarde a casa, pienso que después de la oraci6n comunitaria de la mafiana me vendrian bien veinticinco minutos en la cama. Entonces podria meditar algo. Esto seria mas sensa- to que sentarme ante mi icono de Cristo para meditar. Pe- ro si, a pesar de todo, me siento para la meditaci6n, ad- vierto que el cansancio no me impide para nada la medita- cién. Al contrario, en el cansancio no surgen tantos pensa- mientos. Me entrego simplemente a la respiracién y a la oracion de Jestis que uno a la respiracién. Y esto se con- vierte a menudo en una meditaci6n intensiva. Me ha ocurrido otra experiencia con el cansancio mientras conduzco. Siento a veces cansancio cuando via- jo de noche, después de una conferencia. Entonces escu- cho las cantatas de Johann Sebastian Bach, que me acompaijian. Pero de vez en cuando siento que la musica no puede expulsar el cansancio. Noto que doy una cabe- zada. Entonces apago la miisica y me pongo a cantar, pri- mero mis piezas preferidas de canto gregoriano y luego canciones populares que me Ilegan al alma. El canto me mantiene despierto. Si canto, me siento vivo. El canto corta el paso al suefio de segundos. EI cansancio me invita a hacer lo que ahora es adecua- do. Cuando estoy cansado por la noche, no puedo leer. Si leo, estoy medio dormido. Tengo que concentrarme mu- cho, sobre todo si leo un libro de teologia. Pero, de todos modos, puedo escribir. Cuando el cansancio es excesivo, corrijo textos antiguos. O intento, a pesar del cansancio, EL TRATO CON EL CANSANCIO. 105 escribir simplemente lo que en ese momento se me ocu- tre. Si en la Administraci6n estoy cansado, puedo, en to- do caso, responder a los mensajes de correo electrénico. Pero soy incapaz de estudiar los expedientes. Si puedo, en cambio, realizar actividades sencillas. El cansancio me sefiala mi ritmo interno. Si sigo este ritmo, puedo tra- bajar con eficacia. Pero si lo ignoro y me pongo a desa- rrollar trabajos que lo contradicen, pongo sobre mis hom- bros una carga excesiva. Y entonces el cansancio ya no es una invitaci6n a hacer lo correcto, sino que se convierte en acompafiamiento permanente y puede llegar a ser in- cluso crénico. O se transforma en el adversario al que tengo que combatir constantemente con café 0 con otros estimulantes. Cuando percibo mi cansancio, entonces puedo hacer Jo que resulta apropiado a esta fase —traba- jos sencillos, ocupaciones rutinarias— 0 discernir si se tra- ta de un cansancio que me invita a una breve pausa. Me Tecuesto cinco minutos en la silla, doy un corto paseo o voy al bafio. Interrumpo el trabajo para poder entrar de nuevo en contacto conmigo mismo y con mi fuente inte- rior. Aqui cada cual dispone de sus propios métodos. Lo importante es que admitamos que estamos cansados. Te- nemos aqui una invitacién a breves fases de descanso ‘du- rante el trabajo. Y entonces no nos sentimos impedidos en nuestros quehaceres, sino que disfrutamos del trabajo, porque nos acomodamos a nuestro ritmo interior. No nos resulta tan facil confesar el propio cansancio. De cara al exterior mantenemos la pretensién de que es- tamos siempre en condiciones dptimas de rendimiento, de que podemos participar activamente en las delibera- ciones. Encubrimos nuestro cansancio intentando de- mostrar nuestra importancia de puertas afuera. Actuamos en el circo como personas siempre vigilantes que deciden 106 ESTOY CANSADO la marcha del espectdculo. En realidad, no tenemos la menor gana de decidir. La verdad es que estamos hartos del circo entero. Si ignoro durante mucho tiempo el can- sancio que siento en mis conferencias, puede desarrollar- se hasta convertirse en cansancio crénico. Y pronto desa- parecerd todo placer y no podré ya combatir mi agota- miento. Se ha apoderado de mf. Seria mejor que recono- ciera a tiempo que estoy cansado y me confesara a mi mismo que no me siento a gusto en participar en el teatro que se representa en el nivel de la direccién. Si concedo que estoy cansado, puedo motivarme de nuevo, a pesar de mi cansancio, a retornar al trabajo y a seguir comprome- tiéndome. Entonces no reprimo mi cansancio, sino que lo admito. Puedo, con todo, al mismo tiempo distanciarme de él, e intentar estar presente en este preciso instante. El cansancio me da también valor para expresar mis senti- mientos. Me atrevo incluso a decir que dudo de si lo que ahora estamos discutiendo o estamos haciendo es razo- nable. Cuando confieso mi cansancio también ante los demas, este cansancio puede convertirse en desaffo para cambiar algo, para mantenernos firmes acerca de los ver- daderos fines de nuestra empresa y para interrogarnos so- bre la racionalidad de nuestras actividades. Interpretamos a menudo el cansancio como algo ne- gativo. Por eso lo expulsamos. Pero hay también, como_ ya se ha dicho, un cansancio positivo. Si hemos hecho una larga caminata en la que nos hemos esforzado cor- poralmente, regresamos a casa con un saludable cansan- cio. Bebemos tal vez, llenos de placer, una cerveza y nos dejamos caer agotados en la cama. Pero también en los paseos por la montafia se cometen algunos excesos que nos impiden dormir por la noche. Cuando estamos tan cansados, no acude el suefio. Nuestro cuerpo experimen- EL TRATO CON EL CANSANCIO. 107 ta sin duda una agradable sensacién cuando el tipo de cansancio nos viene bien. En unos casos reacciona con un buen suefio, en otros con insomnio. Si sentimos dentro de nosotros mismos un cansancio que nos arrebata toda fuerza y todo impulso, que nos tor- na cinicos 0 sarcasticos, ha Ilegado el momento de en- frentarnos a estos sentimientos y preguntarnos qué quie- ren decirnos. Todos los sentimientos tienen siempre un sentido. No debemos enjuiciar de inmediato el cansan- cio, sino simplemente contemplarlo. {Qué mensaje me quiere comunicar? ,Debo despedirme de mis ilusiones? {Rehusar la vida porque no estoy en el centro? Se ocul- ta detrés de mi cansancio una especie de venganza con- tra los que me han criticado y creen que ello los harfan mejor? Conozco pensamientos como este: «{Dénde iran a parar estos con sus fantasias, con su falta de compro- miso, con sus comodidades?». En este caso, el cansancio seria una invitacién a tomar clara conciencia acerca de mis verdaderos motivos en todo cuanto hago. El cansan- cio me muestra que no trabajo desinteresadamente, que en mi trabajo no me comprometo en favor de los demas, sino que albergo segundas intenciones: se trata con fre- cuencia de que se me reconozca. Si no lo consigo; me siento cansado. Y el cansancio me fuerza a glorificarme frente a mi mismo. Si lo admito asi en mi didlogo con mi cansancio, des- cubriré en mi y sobre mi otra cosa. Descubriré mis limita- ciones. Y entonces mi tarea consiste en reconciliarme con ellas y en tener una buena relaci6n conmigo mismo en lu- gar de esforzarme por rendir siempre mas. El cansancio me obliga a hacer un alto interior: «{Concuerda conmigo lo que ahora mismo estoy haciendo? ,O se oculta en el fondo algo diferente? ;Tendria que renunciar a ciertas ta- 108 ESTOY CANSADO reas? {O de lo que debo desprenderme es simplemente de las ilusiones que he vinculado a mi trabajo y a mi vida?». El cansancio muestra que algo esta llegando a su fin. No llegan a su fin tan solo las fuerzas corporales, sino también una concepci6n, una ilusién que me habia hecho de la vi- da. Y asf, el cansancio es siempre una invitacién a mante- nerme vigilante sobre mi mismo, sobre la realidad y sobre Dios. El cansancio me invita a desprenderme de mis anti- guos roles y a contentarme con el rol nuevo a que me em- puja la edad o las circunstancias de la vida. El cansancio pretende, pues, llevar a la renovacién. Del mismo modo que el suefio nos refresca para que po- damos iniciar con buen dnimo el nuevo dia, asi también el cansancio quiere que renovemos nuestro interés. Nos sefiala que necesitamos nuevas motivaciones para poder hacer lo que hacemos sin que aparezca el cansancio. Nos invita a comprometernos de nuevo con ese preciso ins- tante, liberados de todas las segundas intenciones. No es el trabajo lo que nos cansa, sino las segundas intenciones que ponemos en él. Cuando el trabajo brota simplemen- te de la fuente interna, nos mantiene vivos y es expresion del fluir. No es un fluir fatigoso. No cansa. Lo que cansa es quedarse parado, aferrarse a alguna cosa. Y asi, el can- sancio es una pregunta sobre mf, sobre si soy verdadera- mente transparente para el espiritu de Dios y si debo dar buena prueba de mi mismo en todo cuanto hago. EI elogio del cansancio en la filosofia En la historia de Occidente nos encontramos repetidas veces con el encomio del cansancio. En la Antigiiedad fueron sobre todo los fildsofos estoicos los que cantaron EL TRATO CON EL CANSANCIO. 109

También podría gustarte