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TEXTO 1

HERMANO. Te acuerdas de cuando estabas impaciente por comandar a los griegos contra
Troya? Fingas no estar interesado pero lo deseabas con todas tus fuerzas. Qu humilde eras,
estrechando la mano de todo el mundo! Siempre con los brazos abiertos para todo ciudadano que
solicitase tu ayuda; entablando conversacin con todos, uno tras otro, aunque no quisieran, y
buscando de buenas maneras comprar lo que deseaba tu ambicin... Y luego, cuando ya tenas el
poder en tus manos, cambiaste tus modales por otros y ya no eras con tus antiguos amigos tan
cercano como antes. Inaccesible, rara vez visible, encerrado dentro de casa. Un hombre de verdad
cuando alcanza el poder no debe cambiar su forma de ser, sino que en esos momentos tiene que ser
el mejor amigo de sus amigos: al ser poderoso tiene la capacidad de prestarles ms y mejor ayuda.
Llegas aqu, y contigo el mayor ejrcito que Grecia ha visto y no eres ya nadie porque te quedas
pasmado ante la reaccin de los dioses: resulta que no hay vientos favorables que empujen tu flota
hacia Troya. [] Por Grecia, ms que nada, me lamento. Pobre de ella! A nadie pondra yo a
gobernar un pas ni a comandar un ejrcito slo por su valor. Inteligencia es lo que necesita el que
manda.
TEXTO 2
PADRE. El orgullo de Edipo. S, t eres el orgullo de Edipo. Ahora que lo he visto en el fondo de
tus ojos, te creo. Has debido pensar que te hara morir, y eso te pareca un final completamente
natural para ti, orgullosa. Tampoco para tu padre la desgracia humana era suficiente. Necesitis un
dilogo cara a cara con el destino y la muerte, y matar a vuestro padre y casaros con vuestra madre
y adivinarlo todo despus, de una vez, palabra por palabra. Qu bebedizo, eh, las palabras que os
condenan? Y despus lo ms fcil es arrancarse los ojos e ir a mendigar con tus hijas por los
caminos. Pues no! Esos tiempos se han acabado para Tebas! Yo me llamo simplemente Creonte, a
Dios gracias. Tengo los pies en la tierra y, puesto que soy rey, he decidido dedicarme simplemente a
hacer un poco ms coherente, si es posible, el orden de este mundo. Ni siquiera es una aventura. Es
un trabajo, y no siempre agradable, como todos los dems. Pero puesto que estoy aqu para hacerlo,
lo voy a hacer. Y si maana un mugriento mensajero viene a decirme que tampoco est muy seguro
de mi nacimiento, sencillamente le rogar que vuelva por donde ha venido. Los reyes tienen otras
cosas de las que ocuparse.

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