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EL AUTOR R.A.C. Parker R.A.C. Parker nacié en 1927, Fue profesor de historia moderna en la Universidad de Manchester en 1957 y posteriormente en Queen's College de Oxford. Entre suis obras resaltamos Coke of Norfolk and the Agrarian Revolution y France and the Rbt- | neland Crisis of 1936, TRaDUCTOR Joaguin Maestre | DISERO DE LA CUBIERTA je. Jutio Silva Historia Universal Siglo veintiuno Volumen 34 EL SIGLO XX. EUROPA, 1918-1945 por R.A.C. Parker >-<4| Indice siglo veintiuno editores, de c.v. 34055 al ae CoP Det AGIA 248, DEL EGADON CONQEAR go oF ok ——— ‘ {IEEE 0 CatLE PLAZA 5, 2808: MADRID, FSHANA 3. LA PAZ CON TURQUIA 36 Rervesto Poe Ut \ fo Fesor® 4. LA CONSOLIDAGION DE LA Paz: RUSIA 44 5. LA GONSOLIDAGION DE LA PAZ: GRAN BRETANA, FRAN- CIA ¥ EL PROBLEMA ALEMAN 61 I. Aflos de tensién. Reparaciones por dafios de la gue- q - 2 Ocr $8 - tra. El problema de las fronteras. El rearme ale- ; = min, 61.—II. El perfodo de acercamiento. Stresemann bese Rr - y Briand, 83111. La posicin de Italia, 98 { 6. EUROPA ENTRE LAS DOS GUERRASY TENDENCIAS ECONO- - MICAS ¥ SOCIALES 103 1’ iin 7. INGLATERRA DE 1919 4 1939 1 i 8. HrALIA DE 1919 4 1940 156 primera edicion en espaiiol, 1978. 9. FRANCIA DE 1919 4 1940 185 q © siglo xxi de espatta editores, a ' vigesimoprimera edicion en espaol, 1998 10. ESPANA DE 1919 A 1945 216 siglo xxi editores, sa. de cv ' isbn 968-23-0009-6 (obra completa) 11. ALEMANIA DE 1919 4 1939 240 isbn 968-23-0261-7 (volumen 34) 12, x ta paz (1929-1 am primera edicién en aleman, 1969 a at NAS He I: ete 22) in © fischer taschenbuch verlag gmbh, frankfurt am main titulo original: das swanstgate jahrhundert, 1918-1945 13, BL PRELUDIO DE LA GUERRA 2 I. La subida de Hitler y las potencias europeas. Los if esfuerzos por el rearme. Nuevas alianzas, 293.—IT. La I derechos reservados conforme a la ley prueba de fuerza del fascismo. La guerta de Etiopf I impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico 1. La paz con Alemania Los ciudadanos y los politicos de los principales paises que Iu charon en la primera guerra mundial, excepto los italianos y los japoneses, crefan firmemente que estaban comprometides en une lucha defensiva. El gobierno austrohtingaro lanzé su ataque en 1914 para salvar a Ia monarqufa de las secretas maquinaciones de Serbia; Rusia se consideraba obligada a resistir el avance alemén que se extendia en el sudeste de Europa y los Estrechos; Alemania intentaba evitar, antes de que fuera demasiado tarde, los peligros de verse cercada, y defenderse contra un complot eslavo que proyectaba la destruccién de su aliado, un complot fraguado en San Petersburgo con el apoyo de Francia y la conni- vencia del ministerio de Asuntos Exteriores inglés; Francia per- manccié impasible ante cl intento alemén para que rompicra su alianza defcnsiva con Rusia, y como resultado sc vio invadida; el ministerio de Asuntos Exteriores inglés consideré que el equi librio europeo estaba amenazado por Alemania, y Ia opinién publica inglesa que Bélgica habfa sido vergonzosamente ultrajada No hay duda de que muchas de estas potencias. albergaron ambi- ciosos designios, una vez que la guerra hubo comenzado, pero ninguna de cllas supuso que su propio pais habfa entrado en el conflicto por otras razones que no fueran las de mera auto- defensa. Incluso en Alemania, donde antes de Ia guerra las s0- ciedades patridtices, los escritores, los industriales y demés sc mostraban beligerantes en cuanto portavoces o predicadores de diversos programas para aumentar la grandeza de Alemania, cuan- do comenzaron las hostilidades étas fueron consideradas estricts: mente como impucstas al pafs_por los acontccimientos externos, y aquellos militares que aceptaban voluntariamente la idea de le guerra en 1914 no cesaron de insistir en la necesidad de una gue tra preventiva’ contra peligrosos enemigos cuyo poder era de tomer creciese cada vez més; los subsiguicntes intereses milite res por Ins conquistas fueron consecuencia de la guerra, no su causa. Los Estados Unidos entraron también para defender algo: el derecho internacional y la moralidad publica. Entre las grandes potencias, s6lo Ttalia y Japén hicieron la guerra alentadas por ambiciones tertitoriales, y ambas se lanzaron a la misma sin set en absoluto responsables de su estallido. En una palabra, los pue- 1 blos y los estadistas de todas las grandes potencias estaban con: vencidos de que el culpable de la guerra era otro. En el bando aliado, al finalizar la guerra se hallaba firmemente arraigada Ia convicdién de que Alemania era la culpable de todo El poderio industril alemén y su valor militar permitieron la prolongacién de la guerra; para Francia, Inglaterra y América, Alemania habfa sido el principal y més formidable enemigo, y se concluyd, sin més, que la contribucién de Austria Hungrfa al estallido ‘de Ia guerra habla sido tan escasa como su participneién 1 lo largo de Ia misma, segtin la epreciacién de todas las potencias vencedoras excepto, una vez més, Italia. Es més: las potencias occideneales dieron por cierta la creencia de que Alemania misma compartfa igualmente esta teoria acerca de su responsabilidad en la guerra. Por consiguiente, en el tra- tado de Versalles, los autores de la cléusula sobre los «culpables de Ia guerrap consideraron que no hacfan sino plasmar una verdad incontestable cuando insistfan en que Alemania cra la responsable de las consecuencias de Ia guerra alemana y,-por tanto, estaba obligada a ofrecer una reparacién econémica a estos paises. El resentimiento alemén ante esta cléusula sorprendié en Paris a los delegados de las naciones vencedoras y la protesta oficial de los representantes alemanes contra este preémbulo a las cléusu- las de reparacién fue rechazada alegremente. «Los gobiernos aliados y esociados afirmen, y Alemania acepta, Ia responsabilidad de Alemania y sus aliados por haber causado todos los dafios y pérdidas a los cuales los gobicrnos alindos y asociados y sus stibditos se han visto sometidos como consecuencia de la guerra impucsta a ellos por Ia agresién de Alemania y sus aliados.» Para los que redactaron el tratado, se trataba obviamente de algo razonable; para los alemanes suponfa una flagrante tergiver- sacién de Ia verdad. En mayo de 1919 el presidente Wilson comenté asi la protesta alemana: «Todavfa hoy insisten en que no fueron ellos quienes causaron Ia guerra. Esta actitud es incref- ble» 1. Este contraste explica cémo una paz que un bando consi- deraba seriamente como la encarnacin de la justicie, parecié al contrario no ser sino una inicua opresin. Los enemigos de Ale mania la juzgaron culpable de un grave crimen, los alemanes se consideraron a s{ mismos inocentes. As{, para los alemanes. 1a justicia implicaba diferentes contenicios que para los aliados. Esto es importante, ya que, antes de que se firmara el armisticio en noviembre de 1918, al gobierno alemén le fue hecha la pro- mesa de que la paz serfa justa (&te fue el mensaje del presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, en los discursos sobre cuya base se planted el futuro armisticio) 2 Estas resonantes declaraciones contenfan un fastuoso plan que configurarfa 1a posguerra garantizando una paz perpetua, un plan gue obtendria el aplauso de todos los hombres con mentalidad Ii- beral y que proporcionarfa una justificacién moral a la lucha aliada contra una Alemania que en BrestLitovsk habia impuesto a Rusia una paz desfasada, del ms riguroso corte. Los discursos de Wilson dejaban bien sentado que Ia paz sélo podria estar basada en Ia justicia, La justicia internacional significaba esen- cialmente el ejercicio del derecho de autodeterminacién por parte de todos los pueblos, lo que equivale a decir que las fronteras deberian ser trazadas de acuerdo con los deseos de las poblaciones afectadas. Entonces los pueblos del mundo cesarian de ambicionar el cambio de fronteras, y la principal causa de Ia guerra desaps- recerfa. Formas democriticas de gobierno asegurarfan que la con- formidad de Ias poblaciones de los Estados con sus fronteras: se reflejara cn una politica exterior decididamente pacific, Un con trol democrético de In politica exterior se haria factible por me dio de una diplomacia abierta. En caso de surgir auténticos roces, las restantes naciones del mundo, alistadas en la Sociedad de Naciones, hatfan que se impartiera la justicia, Si, por desgracia, un Estado cayera en manos de diplométicos del viejo estilo o mili- tares irresponsables y Uegara a mostrarse agresivo, los otros Es- tados del mundo cjercerian presiones bajo la direccién de Ia So- ciedad de Naciones. La presién cconémica © incluso moral serfa suficiente; si no fuera asf, los miembros de Ja Sociedad quedarfan autorizades para usar la’ fuerza armada. Como Wilson dijo en julio de 1918, alo que deseamos es el imperio del derecho, basado fen el consentimiento de los gobernados y sustentado por la opi- nién organizada de la humanidad>. Esta impresionante estruc- tara se apoyarfa en una justicia imparcial entre las naciones. Wilson declaré en septiembre de 1918: 17, Es de sefialar que en Parfs nadie sbogé por la sumaria expul- sién de los territorios en disputa de las poblaciones de una nacio- nalidad conereta; ésta fue una barbarie introducida en Ia moderna prictica internacional durante la era de Hitler y Stalin. La tnica negacién clara y flagrante del principio de autodeter- minacién se halla en las clusulas del tratado que establecen las nuevas fronteras de Alemania con los antiguos territorios austro- hiingaros. ka solucién adoptada fuc de una atractiva sencillex: conservar las fronteras como estabsn. El resultado fue dejar a varios millones de alemanes bajo el control del Estado checoslo- vaco, del cual muchos hubieran preferido no formar parte, y obligar a un mimero atin mayor de alemanes a aceptar una exis- tencia separada de Alemania en una nueva Austria. Entre las delegaciones de las grandes potencias, iinicamente los franceses sabfan desde el principio y con claridad lo que querfan: impedir que estos alemanes formaran parte de una Alemania an mayor y dotar a Checoslovaquia de recursos industriales y de una fron- tera defensiva frente a Jas zonas fronterizas habitadas por alema- nes. Una vez més, en torno a Checoslovaquia, la comisién encar- gada informé en favor de una frontera basada en consideraciones estratégicas y econémicas, si bien con ciertas modificaciones. El Consejo de los Cuatro decidié el problema con imprevista rapidez EI coronel House, consejerojefe del presidente Wilson, pese & carecer del nombramiento oficial, fue designado por éste para sustituirle en el Conscjo durante sus ausencias, ignorando a Lan- sing, secretario de Estado. House y Clemenceau se pusicron de acuerdo rfpidamente en hacer de la vieja frontera entre Alemania y Austria-Hungrfa la nueva frontera entre Checoslovaquia y Ale- mania: «Era mucho més sencillo y mucho menos propicio a fe turos problemas. Tuvimos eseasas dificultades en persuadir tanto @ George como a Orlando de que aceptasen nuestra conclusin, 16 ya que George parecfa no saber gran cosa del asuntor. De hecho, ‘Orlando no dijo nada y Lloyd George acepté répidamente Ia astuta observacidn de Clemenceau de que todo esto no tenia nada que ver con el trataclo alemsin, y ya serfa considerado al hablar del_tratado austrfaco 18, La falta de interés de Lloyd George es singular, ya que a fi- nales del mes anterior se habfa referido a la cuestién de las fro teras bohemias como algo que podia causar un serio agravio a Alemania (probablemente esta observacién fue incluida en el memordndun de Fontainebleau por un consejero mejor informado) La propia falta de interés de Lloyd George puede ser explicada por el desinterés mostrado por el propio gobierno alemén; como es natural, Lloyd George no estaba interesado en conseguir para Alemania concesiones que los mismos alemanes no solicitaran y, @ pesar de una demanda austefaca, el gobierno alemin no hizo otra cosa que pedir Ia autodeterminacién para los alemanes de Austria y Bohemia, sin dar importancia al hecho y sin pedir que fuera anexionada’a Alemania parte alguna de Bohemia, Se ha sugetido que, en caso de que Alemania se negara a firmar Ia paz, el go- bictno de Berlin deseaba ardientemente evitar la intervencién che- ca; de hecho, Alemania estaba mucho més preocupada por la suerte de los’ alemanes que iban a quedar bajo la dominacién polaca que por Ja de los que quedaran en Checoslovaquia 19 El gobierno austtiaco se sentia mucho mds afectado, pero, cuando fueron presentadas sus observaciones, el tratado se hallaba ya en su fase final. Era improbable que Lloyd George concediera dema- siada atencién a Jas opiniones austrfacas, factor mucho menos importante en Europa que Alemania. En cuanto a Wilson, no hey guna de que en ningtin momento se preocupase por la no asi Lansing, pero su relacién con el presidente era ‘La cléusula del tratado segvin Ia cual la nueva Austria, quisiera © no, deberfa ser independicnts, constitufa una completa viola- cién del principio de autodeterminacién. Con toda probabilidad, en 1919, la mayoria de los austrfacos alemanes deseaban formar parte del Reich alemén; el trataco dej6 bien sentado que no po- drfan hacerlo, excepto con el consentimiento del Consejo de la Sociedad de ‘Naciones, que requerfa unanimidad y en el cual Francia tenia cl veto. De esta mancra, cl tratado establecié que Austria no podria unirse a Alemania sin cl permiso francés, medida que colmaba el deseo de Francia de impedir cualquier posibilidad de engrandecimiento aleman. Fue ésta una decisién cuyas impli caciones totales pueden no haber estado completamente claras para Wilson, ya que éste insistié en apoyar el derecho de todos los austrfacos a decidir su propio destino, y cuando el tema fue Ile 7 vado ante el Consejo de los Cuatro, se opuso a la sugerencia francesa de que Ja independencia ausiriaca debia ser «inalienabley y €l mismo sugirié Ia necesidad de la intervencién de la Sociedad de Naciones para petmitir la unién germanoaustriaca, propuesta gue Clemenceau, naturalmente, acepté inmediatamente. Lloyd George apenas intervino en la 5 scusién, probablemente porque compartfa la ampliamente genesalizada creencia briténica de que los austrfacos de Jengua alemana eran algo completamente dife rente de los wlemanes y, por tanto, suponfa que el deseo austriaco de unificacién inmediata era_un ‘capricho pasajero surgide del hambre, la confusién de Ja derrota y Ia disolucién de la monar- quia; en 1938 escribfa que consideraba un signo de notable pre- monicién una prediccién de 1919 segiin la cual el Anschluss terminarfa por realizarse 20, Los arreglos fronterizos, especialmente entre Polonia y Alema nia, y Jas cléusulas de repataciGn, constitufan Ins partes del tre tado de Versalles que més desagradaron a Alemania, quedando bien claro que la paz de 1919 no serfa nunca aceptada por Ia opinién piiblica alemana sin una revisién a fondo; ambas seccio- nes del tratado se basaban en la presuncién de que Alemania habia actuado con brutal agresividad en 1914 y que podia seguir haciéndolo en el futuro, presunciones que eran simplemente in- comprensibles para Ia mayor parte de los alemanes. Las cléusulas militares y navales afcctaron a un nximero menor, aunque mas influyente, de alemanes: los nacionalistas y los conservadores, que crefan que el ejército y el adiestramicnto que éste daba era la mejor escuela para los ciudatianos; la pérdida completa de las colonias alemanas afects sentimentalmente, pero en absoluto en a préctica. EI desarme y Im prohibicién del rearme alemanes suscitaron escatas diferencjds de opinién entre los participantes en Ia con. ferencia de pag. Wilson dijo el 12 de febrero de 1919 a los jefes de las delegaciones que «hasta que scpamos cudl va a set el go. bierno aleman y cémo va a comportarse su pueblo, el mundo tiene cl derecho moral a desarmar a Alemania y someterla a una sencracién de sensatez» 21. La tinica controversia surgida en Paris se dio entre los que insistian en la creacién de un ejército alemén compuesto por reclutas que permanecerfan incorporados a éste durante un corto perfodo de tiempo y los que se inclinaban por un ejército de voluntatios @ largo plazo. La primera postura era sustentada por los generales aliados, mientras Lloyd George y Clemenceau preferfan Ia iiltima; los generales temfan que un sjficito_pequefio pero estable proporcionase cuadros altamente snalificados para una répida expansién; en contrapasicién, a los politicos Ies preocupaban las cnormes reservas de hombres adies. 18 be trados que ef sistema de reclutas originarfa. Como los. politicos tenfan la dltima palabra, el ejército alemin quedé limitado por el tratado # 100.000 hombres que servirfan no menos de doce afios; un pequefio cjército que, como Foch y sus colegas habfan vaticinado, proporcioné lideres sumamente competentes para la ila expansién militar de los afios treinta, El estado mayor habrfa de ser muy reducido, y se restringicron cuidadosamente Jas armas permitidas al ejército alemén (por ejemplo, estaba prohi- bido tener tanques), De la misma manera, la armada alemana sufrié drésticas reducciones, estableciéndose un tope méximo de 10.000 toneladas de desplazamiento para la construccién de nue- vos buques. Se prohibié a Alemania contar con una fuerza aérea, Estas medidas se pusieron en consonancia con los catorce puntos prologando las cléusulas del tratado relativas al desarme con la afirmacién de que el desarme aleman «posibilitaria la iniciacién de una limitacién general de armamentos de todas las naciones», EL artfculo 119 del tratado de Versalles reza: «Alemania te. nuncia a todos sus derechos y titulos sobre sus posesiones ultra. marinas en favor de las potencias aliadas principales y asocindas.» Esto no present6 dificultad alguna para los que concertaron la Paz. ya que en Paris a nadie podia ocurtirsele que Alemania fucra autorizada a conservar sus colonias. Asf, Wilson, en enero de 1919, ante el Consejo de los Diez, afirmé que «pensaba que todos estaban de acuerdo cn oponcise a la restauracién de las colonias alemanas»; dio por sentado que la experiencia colonial alemana habla sido demasiado negativa para permitir otra inter: Pretacién a su quinto punto: «una solucién libre, razonable y absolutamente imparcial a todas las reivindicaciones coloniales Jos intcreses de Jas poblaciones afectadas tendrén igual peso que Jas justas demandas dc los gobiernos acerca de cuyos titulos se haya de decidir» 22, Las dificultades surgicron al afrontar el pro. blema de Ja redistribucién de los tcrritorios alemanes, de sus derechos en China y del modo en que se administrarfan en el futuro estas colonias. Este problema fue resuelto. mediante Ia introduccién del sistema de mandato que confiaba a los mands. tarios la tarca de preparar Jos territorios pertinentes para su auto gobierno en un futuro més © menos remoto, bajo la supervisién internacional de la Sociedad de Naciones. Las observaciones ale- manas al proyecto de tratado se quejaban de que la desposesién colonial era contraria al quinto punto de Wilson y de que Ale. mania necesitaba as colonies como mercados y como areas de ascntamiento del exceso de poblacién, proclamando ademés que Alemania «habfa protegido los intereses de las poblaciones indi. genas». Los aliados pudieron aducir en réplica las denuncias contra el sistema colonial alemén que se hicieron en el pasado en el 19 Reichstag, especialmente por Exzberger y Noske. También pudic- ron alegar que los alemanes jamas mostraron el menor interés en asentarse en sus colonias y que su comercio con ellas habia sido insignificante 23. Aun asi, las cléusulas del tratado sobre las colonias, como las relativas al desarme, fueron acogidas en Ale. mania como un caso de trato desigual Estos fueron los términos del tratado alemén; éste dejé una Alemania potencialmente fuerte y, ya desde aquel momento, Ucna de resentimiento; sino se oprimia a Alemania, haciéndola adherirse a Ia letra del tratado, 0 si, por otra parte, no se con. seguia mediante concesiones que sc reconciliara con el nuevo orden. curopeo, era casi segura una nueva guerra alemana. Esta, teorla no estd basada vinicamente en su posterior verificaciSn: no falta. yon quienes hicieron esta precliccién en el momento de firmarse el tratado e incluso antes. Foch y Poincaré dijeron claramente gue no crefan que Alemania pudiera ser sometida indefinida. mente una vez finalizada la ocupacién del territorio aleman; tam. bién el general Smuts, estadista sudafricano que durante la pri meta guerra mundial’ adquirid Ia costumbre, que luego nunca perderfa, de emitir sabios juicios sobre todo tipo de problemas mundiales, publics una declaracién inmediatamente después de que sc firmara el tratado de Versalles, explicando en el pomposo Tenguaje que caracterizaba su grandilocuente y dogmético estilo que el tratado de paz no tractia «un mundo mds justo y mejor» 24, Dos miembros de Ia delegacién americana dimiticron y, por si fue. ta poco, J. M. Keynes empez6 a escribir su brillante libro The economic consequences of the peace, en el que demostré de ma- neta concluyente que las cléustilas de reparacién del tratado eran absurdas —cosa que los responsables de la paz sabfan perfecta. mente desde el principio—, condena que los lectares de Keynes hicieron extensiva a la totalidad del tratado. As{ empez6 a arrai- gar en Francia el confuso sentimiento de que de alguna manera se les habia escamoteado 1a seguridad que la victoria debiera ha- berles proporcionado, mientras Inglaterra experimentaba el scorn timiento de culpabilidad de que Alemania habla sido tratada injustamente. Dicho sentimiento fortalecié Ia creencia, ya -tantas veces expresada privadamente por Lloyd George, de que la paz y la prosperidad europeas sdlo podifan asegurarse por medio de la reconciliacién con Alemania. La primera parte del tratado con Alemania contenfa un tema mds general; su titulo era «El pacto de la Sociedad de Naciones». Aguf residfa la gran innovacién: una organizacién mundial que spromoveria Ja cooperacin internacional» y «conseguiria la paz internacional». La humanidad liberal y progresista fundaba sus esperanzas en este documento. El presidente Wilson dedicé a su 20 redaccién la mds asidua atencién, probablemente en detrimento de asuntos més capecificos, tales como el de las fronteras de Bohemia. El érgano directive de la Sociedad era el Consejo, que se componia de representantes de las grandes potencias, los principales pafses aliados y asociados, junto con representantes de otras cuatro potencias, mientras se institufa una Asamblea de todos los miembros. Los ‘artfculos 10 y 16 contenfan las disposi- ciones centrales del convenio: Ios miembros se comprometfan a respetar y defender Ia integridad territorial y Ia independencia politica de todos ellos, y en caso de agresién el Consejo les sse- soraria sobre Ja manera de desarrollar estas garanties. Los miem- bros podrfan cortar las relaciones econémicas con un agresor sin necesidad del Consejo y recibirfan recomendaciones del mismo sobre la accién militar contra aquél. El artfculo 19 permitia a la Asamblea «aconsejar la reconsideracién por los miembros de la Sociedad de Jos tratados que se hayan hecho inaplicables y la consideraci6n de las condiciones internacionales cuya superviven- Gia pueda poner en peligro la paz del mundo». Gran parte de los articulos contenfan prescripciones de carfcter facultative, y Ja accién efectiva dependia de la cooperacién voluntaria de los Estados individualmente considerados, situacién muy diferente de la que Francia hubiera deseado establecer en su fallido intento de conseguir una fuerza militar internacional y un estado mayor internacional pera asegurar la paz. - De hecho, la Sociedad sélo podia set eficaz para movilizer Ia opinién pdblica, Ia cual, segin afirm6 el presidente Wilson, seria desde entonces el factor decisivo en los problemas mundiales, pero cuando se trataba del uso de la fuerza armada, la Sociedad s6lo podia contar con las grandes potencias amigas 25. Los que a:en- taton contra In paz mundial en los afios treinta no eran de aq Ios quienes se pudiera contener con una mera censura moral, ni Francia Inglaterra, a quienes correspond{a en la préctica ei deber de defender los derechos internacionales, se hallaban dis- pucstas a asumir semejante tarca. Consecucntemente, la Socicdad tavo un escaso impacto real. Sus «fracasos» se han atribuido a menudo a la abstencién de los Estados Unidos, pero no hay prueba alguna de que la integracién de éstos en la Sociedad hubiera bastado para transformar la opinién publica americana hasta el punto de que los Estados Unidos tomasen una parte importante en la defensa del orden internacional de los afios treinta, La Sociedad sélo podria haber contado con alguna pro- babilidad de Grito si hubiera sido capitaneada y apoyada por una coalicién estable entre Inglaterra, Amévica y Francia; y las di- vergencias existentes entre las diferentes opiniones piiblicas de estos paises hicieron imposible tal cosa. 21 2. La paz con Austria, Hungria y Bulgaria La Paz de Parfs estaba formada por el tratado de Versalles con Alemania, el de St. Germain con Austria, cl de Trianéa con Hungria, el de Neuilly con Bulgaria y el de Stvres con Turquia; el tratado de Sevres results demasiado inconsistente, por lo que mds tarde hubo de ser firmado con una nueva Turquia un nuevo tratado: el de Lausana, El hecho mds importante del acuerdo austrohtingaro era que AustriaHungrfa dejaba de existir. Esto no fue resultado de los trabajos de la Conferencia de Paz, ya que cuando ésta se reu- nid, la monarquia de los Habsburgo se habla disgregado, sur- giendo nuevas entidades coma Austria, Hungria, Checoslovaquia y Yugoslavia. Estos Estados hacfan reclamaciones, con frecuen- cia incompatibles entre sf, sobre determinadas partes de los terri- torios de la caduca monarqufa de los Habsburgo; al mismo tiempo, Polonia, Italia y Rumanfa hacfan valer sus propias peticiones. En 1919, habrfan sido necesarios poderosos ¢jércitos para reconquistar Jos dominios de los Habsburgo en el caso de que se quisiese re- sucitar la antigua Austria-Hungrfa y, como es Idgico, esta tenden. cia hall6 escaso eco en los dirigentes de las grandes potencias La monarquia de los Habsburgo se habia imantenido unida por los mismos antagonismos nacionales que més tarde la disgre- garfan, Dicha monarqufa habfa parecido util, en diferentes grados, a cada una de las nacionalidades cxistentes dentro de sus fron. teras como medio de refrenar a las restantes, Para los alemanes, su existencia impedfa el dominio checo sobre Bohemia; para los checos, su inexistencia podfa traer consigo una opresién alemana sin Umites (los hechos probaron en 1919 que los alemanes tenfan razén y en 1939 que la tenfan Jos checos), Para los magiares de Hungrfa suponfa el apoyo de una gran potencia a su reino y les Ponfa en condiciones de oprimir a la poblacién eslava; para los croatas, imponfa cierto control dentro del rcino sobre los magiares y dentro y fuera de 41 sobre los italianos. Para los polacos, man tenfa a distancia a los alemanes y rusos y les permitia dominar a los rutenos. La monarquia favorecia poco a los serbios, slo. venos, rumanos y rutcnos; pero dstas eran las nacionalidades més atrasadas y con menos conciencia de tales y, por 10 menos, Podfan esperar algo de Viena como, por ejemplo, una accién anti. 22 magiar similar ala que el archiduque Francisco Fernando estaba tamando antes de 1914. El poder de la monarqufa se basaba en el consenso de Jes nacionalidacies existentes dentro de sus fron. teras; ese consenso dependfa del temor a lo que cualquier otra nacionalidad podria hacer si Ia monargufa Iegaba a desaparecer; una vez que, en 1918, quedé claro que la fuerza de la monarquia estaba, en cualquier caso, en vias de destruccién y que los nuevos poseedores del poder en Europa, las potencias aliadas y asociadas, estaban dispuestos a tratar directamente con las distintas nacio. nalidades, Austria-Hungria se derrumbé ignominiosamente y todas las nacionalidades se apresuraron a proclamar su existencia inde- Pendiente para conseguir el mejor fruto posible de la nueva época de Je autodeterminacién, Ahora cl mediador entre las nacions- lidades no serfa el rey y emperador, sino la Conferencia de Paz y, por Io tanto, la tnonargufa pasaba a sr irrclevante. Este estado de cosas no era sino el resultado de una decisidn adoptada ea 1918, una de aquellas decisiones revolucionarias caracterfsticas de Jas grandes guctras, tomada sin un conocimiento total de sus posibles efectos. Esta decisidn fue Ia de respaldar las aspiraciones nacionales checoslovacas y yugoslavas. Durante la guerra, los aliados y los Estados Unidos podian adoptar hacia AustriaHungrfa una de estas dos altcrnativas: la primera, buscar una paz por separado con la monarqufa de los Habsburgo; la segunda, debilitarla y derrotarla. La primera signi. ficaba la aceptacia del Estado de los Habsburgo, la segunda con- ducfa a apoyar # las poblaciones eslavas de la monarqufa en ls busqueda de una independencia toval. Dentro de este contexto, Jas pretensiones rumanas sobre Transilvania cran menos impor. tantes: sin ella AustriaHungrfa podia continuar existiendo, mien: tras que no podria hacerlo sin los territorios cxigides por Che coslovaquia y Yugoslavia. Los polacos podfan adaptarse a cual. quicra de estas dos altcrnativas; yr que los polaco-austriacos no sentfan demasiada hostilidad hacia el Imperio y podfan aceptar una Polonia auténoma unida a aquél, mientras que la pérdida de Ia Galitzia polaca no acabaria con Austria, incluso si legese a ser creada una Polonia totalmente independiente. Por tanto, los catorce puntos de Wilson eran mucho més claros sobre Is cuesti6n polaca que sobre los otros problemas nacionales de Aus. tia Hungrfa: el punto trece establecia que «debia crearse un Es tado polaco independienter, mientras que el punto diez era una obra maestra de ambigiicdad: y més particularmente de la negativa alemana a entcegar a los criminales de guerta, sumi- nistrar las partidas de carbén previstas 0 proceder a ou desarme. «éEs que el Gobierno briténico no ha calculado el peligro que entrafian estas sucesivas y sisteméticas violaciones? gCudndo a decidirse a detener a Alemania? Si ellos no lo hacen, Fran- ia deberd hacerlo.» El asunto qued6 concluido cuando Millerand prometié no actuar en el futuro sin el previo consentimiento de Jos aliados 3. El problema de 1a Alta Silesie era igualmente significativo. Se recordaré que Lloyd George habfa insistido en que tuviera lugar un prebiscito para detcrminar los deseos de la poblacién de esta importante zona industrial, oponiéndose a que ésta fuera entre- gada sin més a Polonia, como habla dispuesto el primer proyecto del tratado de Versalles. El prebiscito se celebré cl 20 de marzo 03 de 1921, Por esta época Ios ingleses se hallaban firme y justa- mente convencidos de la completa falta de imparcialidad del pre~ sidente francés de la comisién aliada para el plebiscito, el gene- ral Le Rond, gue toler6 ¢ incluso apoyS las dudosas actividades de Korfanty, el agente polaco en Ia Alta Silesia, y las partidas armadas bajo su mando. Los ingleses trataron, sin éxito, de con- seguir la destitucién de Le Rond y Ia expulsién de Korfanty antes de que el plebiscito tuviera lugar; el fracaso de los esfuer- os ingleses a este respecto se explica por el hecho de que Ia in- fluencia briténica estaba limitacla por la ausencia de wopas inglesas en Ia zona y 1a subsiguiente begemonte de los franceses sobre Jas fuerzas aliadas +. El mismo plebiscito, como suele ocurrir (ea millones de marcos oro) - Gastos a ‘Asie Ingresos Gonos | supfecuencia de Versalles 1919 2559 8.360 — 1920 3178 9529 1.891 1921 2.928 6.651 (2.810 1922 1.488 3.951 1.136 1923) (hasta oct) 319 5278 = Es cierto que los gobiernos alemanes, para hacer frente a las reparaciones, habrian tenido que incrementar la presién fiscal para equilibrar el presupuesto en un mayor grado de lo que bu- Bieta sido necesario en ausencia de aquéllas, pero esto no quiere decir que fueron las reparaciones las causantes del colapso del marco. ¢Provocd el gobierno slemén deliberadamente a cafda del valor del marco para cvadir las rcparaciones? No hay prueba alguna de que fucra asf. Resulta mucho més probable que la teoria de que la caida del marco era enteramente debida a Ia adversa balanza de pagos impidiera a las autoridades alemanas realizar ningiin serio intento de equilibrar su presupuesto. El efecto fue el mismo, y al no Mevarse a cabo las reformas finan- cietas insistentemente pedidas por la comisién de reparaciones, Ja creencia de que los alemanes estaban estafando a Jos aliados se fortalecié cada vez més en el exterior 9 ‘En 1921, Alemania cumplié las obligaciones establecidas en el programa de pagos, pero en diciembre el gobierno anuncié que fo podia hacer efectivos los plazos correspondientes a los meses de enero y febrero de 1922. Se Uegé al acucrdo de que las ob! gaciones alemanas quedarian provisionalmente reducidas a 31 mi- Ylones de marcos oro a pagar cada diez dias. Esta cifra fue redu- cida en marzo a In de 50 millones mensuales a cambio de la pro- mesa del gobierno aleman por la que éste se comprometia a no inctementar Ia denda flotante y a informar y consultar a Ia comi- 2 sién de reparaciones acerca de las medidas a adoptar para equili- brar el presupuesto alemén. (Walther Rathenau, minisiso ale- amd de Asuntos Exteriores, fue ascsinado el 24 de junio de 1922; con él desaparecia uno de los pocos estadistas alemanes que, pese a su incansable trabajo en pro de los intereses de su pattia, inspi- raba confianza y respeto a los negociadores aliados). Fl 12 de julio de 1922, Alemania pidié que se suispendieran los pagos en efective para lo ‘que quedaba de afio y los dos afios siguientes. Esta pe- ticién fue rechazada en agosto, aunque se permitié que duranse 1922 los alemanes pagasen en bonos del Tesoro, es decit, se difi 1i6 el pago correspondiente a este aio. El 14 de noviembre el gobierno alemén solicité la suspensién de los pagos pot tres 0 cuatro afios, excepto los pagos en especie destinados @ Ia recons- truceién de las zonas devastadas, que podian ser hechos sin aumentar la deuda flotante alemana 1, Esta peticiGn motivé una ruptura abicrta entre Inglaterra y Francia. Poincaré sc habfa negado ya a ceder en Io relative a sus peticiones respecto a Alemania y habla amenazado con Ia accién unilateral para conseguir garantias de que Alemania pagase si los aliados no Uegaban a un acuerclo. Esto podia Hevarse a cabo apropidndose de los recursos productives alemanes y explotén- dolos bajo control aliado o francés !!, Los ingleses mantenfan que lo csencial era estabilizar el marco y que una intervencién cn la industria alcmana arruinarfa definitivamente la moneda de este pats, gCusles eran los motivos de la politica britfnica hacia Francia y Alemania? A menudo se da una respuesta simple y poco con- Vincente: Inglaterra deseaba mantener el equilibrio de fuerzas europeo ayudando a una potencia débil, Alemania, contra la gran potencia preponderante cn Europa, Francia. La politica exterior briténica tiene fama de haber seguido esta téctica desde tal vez el siglo xv1 y, con toda seguridad, desde comienzos del siglo xr Los estadistas briténicos decidian qué potencia europea era [a maz fuerte en un momento dado, e intentaban afianzar a sus enemigos. Este punto de vista sirve para confundir més que para explicar. Por ejemplo, la Alemania de Bismarck, que do- minaba claramente Europa después de 1871, no encontré ninguna hostilidad por parte de Inglaterra, y ain en 1901, en Londres se pensaba seriamente en Ia posibilidad de una alianza anglo- alemans en toda xegla. Gran Bretafia entré en conflicto con Alemania a principios del siglo xx, no porque ésta fuera pode- rosa, sino por el modo en que se suponia que Alemania podfa emplear su fucrza. Anélogamente, la politica inglesa hacia Francia después de 1918 vino determinada no por el poderfo francés, que cl desarrollo de la guerra habia demostrado claramente ser RB muy inferior al alemén, sino por el modo en que dicho poder era empleado. Los estadistas ingleses sabfan que la prepondetancia Francesa en la Europa de la posguerra era una consecuencia arti- ficial del apoyo angloamericano durante la Gran Guerra. Algu- nos hablaban y escribian sobre Ia necesidad de establecer_ un equilibrio de fuerzas contra Francia, pero esto se debfa exclusive- mente a que la opinién tan repetids cle que Ja polftica exterior jinglesa buscaba sicmpre un equilibrio hacia que algunos comen- taristas ajustascn su intcrpretacién de Ia politica internacional a este esquema convencional. Sin embargo, no debe pensarse que el hecho de que las autoridades militares inglesas estuvieran ¢s- peculando sobre los efectos de una posible guerra con Francia significara en absoluto que se espereba dicha guctra, ya que a Jos militares les resulta muy dificil establecer una politica de defensa sin pensar en un encmigo hipotético. En los afios veinte, Francia desempefié este papel frente al es- tado mayor de la defensa en Inglaterra, del mismo modo que @ principios de los afios treinta en los Estados Unidos se hacfan planes para afrontar un ataque simulténeo, ridicule ¢ improbable, de Inglaterra y Japén. Otra hipdtesis es que Ja polftice inglesa venta dictada por el miedo al comunismo. Alemania podia hacerse comunista si se la trataba con demasiada dureza, 0, bajo cualquier tipo de go- bierno, podfa aliarse con la Unién Soviética para destruir cl nuevo orden establecido en Europa y, por otra parte, podfa tam in ayudar a establecer una barrera contra el avance del bolche- vismo ruso en Occidente. Es evidente que cl miedo a una Ale mania comunista influyé sobre Lloyd George en 1919. Los acon- tecimientos de 1920 y el tratado de Rapallo acentuaron la posi- bilidad de una cooperacién germanosoviética contra Occidente. Por otra parte, la victoria polaca de 1920 y el tratado rusopolaco ‘de 1921, dejaron bien sentado que no exist{e peligro inmediato de una incursién armada de Rusia hacia Occidente. Es més, la politica de Lloyd George hacia la Rusia soviética en 1920, 1921 y 1922 cstuvo cncaminada apaciguar al gobierno soviético esta- bleciendo Iazos comerciales con Rusia, en vez de oponerse a la Unién Soviética estableciendo una alianza defensiva occidental. Ademés, los ingleses tampoco tomaron demasiado en serio la posibilided de una colaboracién politica y militar entre Rusia y Alemania, Lo que si es probablemente cierto es que los estadis- tas ingleses temfan que se produjeran disturbios y una revolucién comunista en Alemania. Este miedo, junto con el desco de evitar Ia semilla de una nueva guerra con Alemania, explica suficiente- mente la politica inglesa hacia este pais durante 1919 y 1920 12 14 Hay pruebas conkluyentes de que a partir de entonces el fac tor econémico constituyd la base de Ia politica briténica, En 1921 Ja produccién industrial britdnica decayé, Jas exportaciones dis minuyeron sensibldmente y el paro aumenté hasta unos niveles sin parangén en Ihs estadisticas. La rapidez con que el desmo- ronamiento se produjo sorprendid a todos. El descenso de le actividad industrial en 1921 en comparacién con 1920 fue supe- tior a cualquicr recesién producida a lo largo del siglo antes de 1914, La atencidn sc concentré en esc stibito descenso de a produccién. ¢Qué es lo que iba mal? La respuesta fue undnime: el comercio internacional no se hab{a reactivado después de la guerra. Si se restauraba el nivel commercial de la preguerra todo isfa bien, Lloyd George orienté su politica en 1920 y con pos terioridad hacia la recuperacién econdmica, con prioridad sobre cualquier otro objetivo; cn particular, sus esfuerzos se centraron en abrir cauces al comercio con Rusia y sentar las bases de una Alemania préspera. De aqut su decidida intervencién en favor de In frustrada conferencia de 1922, En diciembre de 1921 habla insistido en la necesidad de Ia cooperacién francesa en Ia are construccién de Europa» como condicién para un pacto de segu- ridad anglofrancés en un memorfnclum entregado a Briand en Cannes, memordndum que hacia hincapié en el hecho de que cerca ‘de dos millones de trabajadores britdnicos se hallan en paro», En abril de 1922 dijo ante la Cémara de los Comunes bri- ténica que «antes de que el comercio pueda normalizarse hay que establecer In convertibilidad de Ia moneda con el oro 0 su equivalente en todos los pafses»; em otras palabras, el valor de Ja moneda deberfa estabilizarse, y por supuesto, especialmente ol del marco, En diciembre de 1922, Bonar Law, que habia suce- dido a Lloyd George como primer ministro, efectué algunas con- sultas sobre el problema de las reparaciones con Keynes, econo- mista cuyas opiniones eran bien conocidas («la prosperidad de Alemania es bésica para la del resto del continente>). Stanley Baldwin, sucesor de Bonar Law, afirmé en agosto de 1923: -«Podéis clegir cntre un pais arruinado que no pagaré reparacién alguna y dejard el comercio mundial en un estado que hard nece- sario el esfuerzo de una generacién para restablecerlo y encon- trar nuevos campos de actividad productiva o una Alemania que cuente con una pujante industria y que pueda realmente pegar las reparaciones.» Y en noviembre: xCreo que todos estamos convencidos de que, debido sobre todo a Ia ocupacién del Rubr y a los efectos que esto ha supues- to para la situacién econémica de Alemania, la restauracién eco- némica de Europa ha quedado aplazada por varios afos... Si 73 dispusiéramos de los mereados en Ios que siempre hemos vendido, hoy no nos encontrariamos todavia sufriendo el desempleo con estos caracteres.» La oposicién compartia estas opiniones. Snowden sfirmaba en 1923 en nombre del Partido Laborista: El primer ministro dijo cl otro dia que estamos pagando cien millones de libras al afio para ayudar a los parados. Estoy convencide de que éste es el resultado de la politica francesa, y de los obstaculos que ésta interpone en el proceso de recons- truccién del mercado europeo.» ‘Y cn noviembre, Charles Buxton resumfa asf el problems: «El problema internacional por excelencia es Ia cuestidn del paro.» De hecho, en la Cémara de los Comunes, las discusiones sobre el paro y los problemas internacionales solian entremezclarse por que ambos temas eran consicierados inseparables 13 En diciembre de 1922 tuvo Inger en Londres una conferencia aliada para considcrar la peticién alemana de que se suspendie- ran los pagos cn metilico correspondienies a las reparaciones. También se consideré el problema de las deudas entre los aliados. Durante la guerra, los Estados Unidos habian prestado cuantiosas sumas de dinero a todas las potencias europeas, incluyendo a Inglaterra, y a principios de 1923 los aliados (a excepcién de Rusia, que no fue tenida en cuenta debido a que era muy impro- bable que pagara) debfan a los Estados Unidos el equivalente de 42.000 millones de marcos oro. La deuda britdnica superaba Jos 19.000 millones, los franceses adeudaban unos 14.000 y los italianos alrededor de 8.000, Inglaterra habia hecho también préttamos_de cierta importancia, debiéndole Francia 12.000 mi- Wones ¢ Italia 10.500. El gobierno inglés hab(a cjercido insis- tentes presiones para que se cancelasen las deudas entre los alindos, lo que en Ja prdctica equivalfa a que los Estados Unidos abandonasen Jas reclamaciones a los aliados, quienes a su vez renunciatfan @ reclamarse las cantidades que mutuamente se adeu- daban. La consecuencia ultima seria aligerar las cargas que pess- ban sobre Francia e Italia, que entonces podrian mostrarse mas propicias a cejar en sus reclamaciones contra Alemania. De he- cho, el proyecto no era sino un plan de ayuda americana a Europa, que no Hegé a hallar el necesario cco en la opiniéa publica esta. dounidense. Por el contratio, Harding, presidente de los Estados Unidos, y el Congreso insistieron en que se Ievasen a cabo los acuerdos pertinentes para que el capital empezase a set devuelto, acumuléndose a partir de entonces los intereses. Esto ocurrfa en la primavera de 1922. En agosto el gobierno britinico anuncié que exigirfa a sus deudores curopeos Jo que fuera exigido a Inglaterra por los Estados Unidos 4, 76 Las potencias planteaton cn Londres sus posturas. Bonar Law declaré que Inglaterra considerarfa una modificacién de sus peti ciones a los aliados, prescindiendo de Ia actitud de los Estadk + Unidos, si se concedia a Alemania una prérroga. Poincaré insistié. en que no se concediese prérroga alguna a menos que los recur- sos_productivos alemanes fnesen incautados, incluyendo la ocu- pacién de Essen y Bochum; también sugirié que el problema de Jas deudas entre los aliacos se resolviese mediante 1a transferen- cia de las obligeciones de tipo C (que, como vimos, eran aquellas cuyas probabilidades de materializarse en efectivo eran préctica- mente nulas). Mussolini abogé por una serie de garantias cconé- micas menos drésticas que las que pedfa Poincaré. Cuando Ja conferencia volvid a reunitse en enero en Paris, Inglaterra y Francia se limitaron a repetir sus posturas con mayor detalle. Poincaré sostavo que Jas condiciones financieras alemanas eran el resultado de una maniobra deliberada de Jos industriales ale- manes, y que Alemania estaba eludiendo sus obligaciones volun- tarlamente. Propuso de nuevo incautarse de los recursos produc. tivos y fiscales alemanes para obtener, mediante la accién directa, ¢l cumplimiento de las reparaciones y como medio de presionar @ Alemania y obligarla a elaborar planes viables para el pago de Ins reparaciones en cl futuro. La tinica reduccién de las deudas alemanas que estaba dispuesto a accptar cra Ja anulacién de las dudosas obligaciones C si Inglaterra las aceptaba cn concepto de las cantidades que los aliados europeos tedricamente le adeu- daban. Por su parte, Bonar Law replicé que el plan francés arruinarfa el comercio’y el crédito alemanes, trayenda consigo una crisis politica y social atin peor. Propuso que Alemania fuera eximida del pago cn cfectivo durante cuatro afios; los dos afios siguientes abonaria 2.000 millones de marcos oro y los dos afios subsiguientes 2.500; entonces, un tribunal imparcial fijarfa la suma testante. Inglaterra renunciarfa en bloque a las deudas que con ella hebfan contraido los paises curopeos. A pesar de las ven- tajas que pata Francia implicaba esta postura, Poincaré Ia recharé de plano. Ascguré que el plan inglés subestimaba Ia capacidad real alemana y que, sobre todo, suponfa una rdpida restauracién de la hegemonfa alemana en Europa. Poincaré estaba decidido a hacer cumplir por la fuerza el tratado y el acuerdo sobre las reparaciones de 1921. La conferencia finalizé en abierta disputa 5. El 26 de diciembre, la comisiGn de reparaciones, por tres votos a favor (Francia, Bélgica © Italia) y uno en contra (Inglaterra), declaré que Alemania habfa faltado a sus deberes en cuanto @ Jas reparaciones al no haber cntregado las partidas de made- ra y el 9 de enero declaré, por idéntica mayorfa, que Alemania habla cometido otra infraccién en lo referente a las partidas de 7 carbén, Inmediatamente, los gobiernos francés y belga informaron @ Alemania que enviarfan una misién de control al Rubr, Ja cual darfa Jas oportunas érdenes al sindicato local del carbén y a las autoridades encargadas del transporte y pediria informacién a las Organizaciones comerciales con objeto de conseguir el pago de las reparaciones tanto en metélico como en especie. El 11 de enero de 1923 tropas francesas y belgas entraron en el Ruhr, ampliando Ta ocupacién pricticamente a toca la cuenca cuando el gobierno alemén proclamé la resistencia pasiva. El gobierno italiano cola- Bord en Ia operacién destacando ingenicros en la Mission ineer- alliée de contréle des usines ef des mines (mzcum), probable- Imente porque descaba scguir recibiendo suministros de carbén alemén y porque Mussolini abrigada la peregrina idea de que Ia ‘Sopetacién del Ruhr podia Ievar a Ia formacién de un bloque continental frente al imperio briténico 6, Las autoridades belgas ‘y francesas se dedicaron a sacar lo que pudieron por diversos métodos: obtener directamente ¢l carbén de los productores alemanes, exigit un impuesto sobre la produccién de éete, conse- guit las partidas de madera mediante Ia gestién directa de los bosques y el establecimiento de barreras aduaneras al este y al oeste de los territories ocupados. Sdlo se permitia Ia salida de ‘mercancias por ambas fronteras mediante la concesién de una icencia y el pago de unos impuestos; en Ja frontera occidental y, @ partir de junio de 1923, también en Ia oriental, Jas impor- taciones, excepto las de alimentos y las de materias primas, fueron igualmente sometidas a licencias ¢ impuestos. El resultado de la resistencia pasiva fue que los alemanes se negaron a hacer funcionar las minas y los ferrocarriles, La MICUM intents con dificultad explotar directamente unas pocas minus, consignié algtin carbén mediante el embargo de las resetvas y exploté —con mayor éxito— los ferrocarriles bajo control franco- belga. El gobierno alemin prohibié a sus sibditos que colabora- sen cn modo alguno con los administradores franceses y_ belges Consiguientemente, nadie solicitaba licencias de importacién y ex: portacién; el resultado fue que la tesistencia pasiva convirié estas restricciones aduaneras en un bloqueo de las zonas ocupa- das: cesaron los suministros al exterior —incluyendo la Alemania no ocupada— asf como las importaciones, expecto las de alimentos y matctias primas. La época de la resistencia pasiva provocé sen- timientos de amargura y resentimiento contra Francia. ‘Aunque el ejército franeés encontré una resistencia mucho menor que la qne ofreci6 la Reichswebr en 1920, legaron a pro- ducirse algunos violentos incidentes, sobre todo cn Essen, donde en marzo de 1923 resultaron muertos trece obreros alemanes. ‘Los intentos de sabotaje contra los ferrocartiles se sucedian: el 73 25 de mayo, Leo Schlageter fue fusilado por tomar parte en una tentativa de este tipo, pero al mes siguiente vcinte soldados bel- gas resultaron muertos de resultas de la voladura de un puente sobre el Rin, Durante este periodo, las auroridades francobelgas despidicron sin contemplaciones a unos 150.000 obreros y fun- cionarios de los ferrocarriles. La actividad industrial quedé casi completamente paralizada en las 2onas ocupadas, mientras que fen las restantes los productos industriales habfan de ser impor tados del exterior; el gobierno alemén tomé a su cargo la ayuda econémica a 1a poblacién de la zona ocupada, operacién finan. ciada una vez més gracias a Ia emisién de papel moneda, en vez de reformar la estructura impositiva. Este aluvién de papel mo- neda, unido al empeoramiento de Ia balanza de pagos alemana causado por el bloqueo del Ruhr, acabé definitivamente con el valor del marco: tras una pausa a principios de 1923, cuando el Reichrbanke utilizé sus reservas para frenar la cafda, Ia moneda alemana cayé vertiginosamente hasta carecer préeticamente de valor. En septiembre de 1923, cl tipo medio de cambio del délar cra del orden de 120 millones de marcos; Alemania tuvo que claudicar. El 26 de septiembre de 1923 fue ordenado el cese de la resistencia pasiva Por Io menos en algin sentido puede decirse que Poincaré consiguié en este caso una victoria, La operacién del Rhur tenfa dos objetivos principales: en primer lugar, obtener las reparacio- nes de forma inmediata y, en segundo, obligar a Alemania a cum- plir el tratado y cl programa de pagos de 1921. Poincaré Megs @ lograr el primero, pero en vex del segundo lo que obtuvo = como ya veremos— fue la intervencién internacional. Fue una victoria a corto plazo, seguida de una derrota total, pero hizo ascender Ia recaudacién de las reparaciones al valor neto de unos 900 millones de marcos oro, de los cuales Francia percibis 313 millones, Bélgica —merced a su prioridad en los pagos en efec- tivo— 458, e Italia 6317. Al finalizar la resistencia pasiva, las minas de carbén empezaron a producir de nuevo, los ferrocarriles a funcionar con toda normalidad y las barreras aduancras a dar beneficios en vez de ser instrumentos del bloqueo. El verano de 1923 estuvo animado por clegantes y mordaces intercambios diplomiticos entre Lord Curzon y el ministerio in- giés de Asuntos Exteriores de una parte y Poincaré de otra. Poincaré insistié en scguir el programa de pagos de mayo de 1921 y se airincheré en Ia postura de que el Ruhr sélo seria evacuado cuando Alemania comenzase realmente a pagar las reparaciones, de que el inico organismo que podfa juzgar la capacidad de pago de Alemania era la comisién de reparaciones 7

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