Está en la página 1de 80
Eric Wilson | Asesinato en el | “Canadian Express” Sine fl Canadian Expoess sale diariamente de Mon- real, puri efectuer wn viaje transcontinentul de tres ‘das de duraclén, por la linea de ferrocarril panordnitea niis larga del mundo. En Sudbury s@ Line com ofre tren que sale de Toronto. Proviste de vagones can miradar panordimice, de wehes-cama y vugin-restaurante, s¢ dirige hu- cia el oeste, a través de lus ricas terras de cultive de Ontariv, atravesunde enormes Hamu ras y hordeando Jas inipresionantes Montarias Rarasas de Canwikt, covanadas de direccion « Vanwiiver, en Ta costa det Pac: total, el visele, de 2.633 kilimetre: yuna horus y treinta y clnce minutos, Af mixmy tiempo, otro Canadian xpress sale tundos los dias de Vancdver en direcciin ul este. Denrno ae paquete, algo hacia te-tac. Una bambm. $i, fom estaba seguro de que be trataba de una bornba. Observé el eavol- tario de papel en el que no habia nada escrito, y acercé su cabeza. Tic-tac. tie-Lac. Asustado, Tort dirigié su vista a la abarra- tada estacién de ferrocarril, .Qué hacer? St Rvitaba afuna bombal», podia cundir el pani- co y ia gente saldria corriendo hacia Ins puertas, donde las mujeres y los mifias morl- rian plseteados y aplustados. Tom observé de nuevo el paquete que habia apacecida misteriosamenté junta a sn amaleta, unos aiinutod antes. cusmde fue al servicio. Su aspeclo era Inatensivo, pero auel fie-tac indieaba que podria ser mortal ‘Tom vio an hombre, con uniforme de re- 7 visor. que cruzaba la estackén. Corrié bacla él. abriéndose paso entre la gente que aguar- daba para subir al tren, y le sujetd por el braze, — Por favor. setiur—diio Jadeando—, ver- BH eoseguidal Ei hombre miré a Tom con anos grandes ojos azules, aumentadns por el grosor de las galas. —Qué? —dijo, Wevandose una mano al side. —1Que me ayudel —dijo Tom, temeraso de gritar que se trataba de una bomba. E] hombre movié la cabeza. —No te oigo, hijo. La estecion es demusia- de ruldosa. Bi revisor parecié perder todo interés por Tom ¥ se puso a escribir en unw bbreta de notas. Durante un segunda, Tom pensd mar- charse y ponerse a salvo, pera, de repente, le arrebat® la Iloreta y salté corriendo. Eh! {Vat (Diablos! —grité el hombre. Muchas caras se valvieron al verlos pasar come una flecha. Tem con su pelo rojo, ¥ el revisor tras él. Aquel hombre era buen corre dor. y casi habiz dado alcance a Tom cuan- do éste Hego junta a su maleta. kl paquete habia desaparecido. Umposibte! Tom levanté la maleta, buscan— do la bomba perdida. y en aquel momento llegé el revisor y sujeté a Tom. —iMocoso! Se produjo una enomme confusién. El revi- sor arrancé la libreta de notas de Ja roaane de Tom y Jos curlosos se agolparon mirando. Un perra comenz6 a ladrar y Tom, de pren- fo, encontré la bomba... En las manos de Dietmar Gban. $i, el rival de Tom sujctaba e! paquete con una mirada % irénica en su rostro, al tiempo que se abria paso entre las mirones, Tom habia side engahado y comprendié que la «bomba» na era sino un viejo desper- tador. Avergonzada, levanté la mirada hacia el revisor. —Por favor, senor —dijo amablemente—, puedo explicarselo todo. —iVoy a levarte a la paliciat —Si, pero... Desde arriba. un aliavoz anuncld: «jPasajeros al went Los mirones dudaron, lamentande perder- sc el final de tode aquel jaleo que habia originada Tom, pero se dierom la vuelta y comenzarcu @ alsjarse. Los grandes njos azules del revisor se dirigieron de nueva a Tom. ~-Ne crees mds problemas, nvuchacho, o acabaras entre rejas_ —Si, sefior dijo Tora. Vio al revisor alejarse y se dio la vuella para chillarle a Dietmar, pero éste se hubla cesfumadu. Moviendo la cabeza, Tom recoglé Ja maleta y se ditigié hacia el andén, Afortunadamente para él, pronta Je yulvid a invadic la emocién por el inminente viaje. 1 Al llegar al andéu encontré un panorama emocionazile: na cesaban de pasar carretillas cargadas de maletas, los allavoces atronaban COD sus Avisos. y lus inozos de estacién, con chaquetillas blancas, cherlaban entre at, miicntcas los pasajeros s¢ apresuraban. Pero lo més cowcionante de todo era el tren. Largo. con la estructura de acero inoxi- dable celuciente bajo les luces del andén, el Canadian-Express s¢ extendia como un tigan- te a lo large de las vias, esperanda impacien- te para lanzarse hacle la inminente aventu- ra. ‘Tom se estremecié ante la belleza del tren. Le hublera guslado quedarse alga o1as de tempo contemplindolo, pero soné el pitt da de la iocomorora diesel y se sublé al vapon més cercano. —#il bittete, por favor --dijo un meg al que las pulabrus le silbaben per we bueco que lenia entre los dientes superieres, Tem observé tu cara de aquel hombre mayar. deseando que fuera su amigo durante el viaje. —Yo sy la Heve, seflor —dijo el moro, tomandu la maleta de fom y echando a andar por el wagon. Atravesando In puerta que tenin el letrero Sherwood Manor, pasaron junto B® Ones pequetios compartimentos, ¥ ul luego recozieron un pasilly en ¢] que habia una fila de pucrtas azuies. -~Qné hay ubi dentro? —le pregunto Tom al crapleado. —Cunius. para la gente de dinero —curstes- ts. Finalmente, Jegaron 4 un vagén que tenia los asieotes colocades unos enfrente de otros. de dos en dos. El soz colocd Ja maleta de Tom bajo wno de ios asienics, —Bste es sn sitio —dilo- -. Cuando salga- imos de Winuipeg uniré csos dos asientos y quedaré becha la cama. Que tenga un huen viaje, sefier Austen, Tom sonrid al moze y mind al ocro lado dei pasilio, donde estabua sentados un hombre ¥ ups mujer. --Hals, waige —dijo e! hombre, con los pulgares infroducides en sus Cranies—-. éAdénde va usted? -—A Colnbia Britanica. Voy a pasar et verano con mis aluclos. La mujer le alargé una caja grande. —a(huierc una pasta? —pregunts, sonrien- doa a Tom. —Si, gracias. —Su amigo se comié cuatro. 12 gMi amigo? —St, el mruchucho que viaja can usted -—y seialé bajo el asiento de Tom—: Ahi esta sa maleta, debuju de su asiento. —jOh, not —murmuréd ‘Torn para si, sin alreversc a mirar. Se agach6 y se estremect cuando feyé la etiqueta: «Dietmur Obane. Cuando se incerperé Tom, la mujer pare- cia estar muy alegre. -—-(Qué muchache mas simpatico! —dijo—. Un. poce delgado, pero suis pastas de chaco- late le vendran bien. {Qué inala suerte, atrapado alli coun Diet- mar Obant Un magnifico viaje echado a perder. Pero, en fin. podria tniciarle rompién- dole la cara a Dietmar por la broma de la bomba. Tom se volvié hacia ta mujer: —Por dande se fue esa rata asquerosa? —e pregunid. La mujer froncié el cefio y cernd con fueraa Ja tapa de Ja caja de pastas, antes de responder friamente: --Hacla el mirader. — xdames de feutese 4s La mujer miré a Tom, que se puso rojo. Furioso consigo mismo. bajd la vista, stmu- lando leer Ja carta. —Parlez-vous frangaise * —dija el martde Tom levanté la vista, en aA? EE borsbre sonris. +Le preguntaba si habla francés. He vista que lefa Ia parie de la caria que viene en francés. -—JOht -difo ‘Tom. cou la cara ago mas toja. sinti¢nda los ojos de ka mrajec Bjos er SL. (Fragcés? 34, barns. quiere dec Dietmar se eché a veir. -~Austen ain oo habia ni siquiers inglés. La verdad es que todavia Uova pafales. Da mujer se ris de ag broma y Turn Fe arred un pontapié a Dietmar por debajs de tx mosa, pore erré el gelpe, EL hombre Te alargd Ja mane a Tom. -—Me llamo Richard Saks dijo. Esta es nu mujer. Catherine. Tom estreché la mano del hombre, déndo- se cuenta, por su aspectu. de que no estaba behido. Se 8j6 ca su pele castario ascure ¥ en 0 Out * edBabla usted francis?» 4a su bigote, y se volvié timidamente a la oiujer. —Me llame Tam Austen --dijo—, y éste es Diebnar Oban. —fncantada —la mujer bostezd y abridé eu bolso, de donde sacé una pitillera de oro ¥ una bogullla. Colocé en ella an clgarrillo y se lleva la larga y elegante boquilia a los labios. —Qué vas a tomar. princesa? —preguntd Richard Saks a su mujer. -Calé. Tom sonrié para si. encantado de haber pedido también café Cuando ta mujer se volwié para mirar la ventanilla, pudo obser- var los diamantes refulpentes que Ievabe en los dedos, el collar de perlas subre el jersey negro, y ef maquillale alrededor de sus ojos maravillosos, « — policia, con sus laces jntermitentes, estaba estacionado junta a la estaciin. Un policia haji de él y se dirigia hacia el tren; nnos sepundos después. Tom le oy6 hablar con el revisor, mientras cami- naban por el pasillo. Lauego todo quedé en silencig y ‘fin volvié @ la ventanilla. A medida que pasaba el tiempo. crecia la taultitud de fuera. Habian formada corrillos 69 en los que se habluba acaloradamente bajo Ja escasn iluroinacion de las Inces del andén. Un hombre que Uevaba una camisa de man- ga corta y las manos en los bolsillos del pantalén vie a Tom y le dijo algo. (Qué? —dijo Tou. que nu labia podidy uirle a Loaves del cristal de la verntanilla. El hombre se flevé les nanos a la boca mode de bocina. esta vez se escucharon tas palabras a través de la ventanilla, —Qué ha pasado? Tom bajé la vista bactn el cuchillo de caxa que atin sostenia entre sus manos, Siu poder resistir la rentaciim, Iu sacé del pafiuele y lo sujetd con ta punta hacia aiba, como si fuera a apumelar a aiguien. Los ojos det hambre se abrieron de asombro, geilé algo y senalé hacia ‘Your. Una exci N, COM i se irarara de una descarga clécirica, cecorrtd ia muiiitud, y todas sc apretujaron bajo ta veritanilla de Tom, pelefndose par ver ef cuchilla ensangrentado. Statiénduse avergonzado, Tom aparté el cuchillo y bajé la cortina, (Qué estupidest [Vaya detective. que no sélo presumia ante una multitud de extrafios. sino que dejaba sus huellas dactilares en una prueba eviden- 7 le del casul Rojo de vergiienza, envolvid de nuevo e! cuchillo en el paiuelo. Ung mane movid las cortinas de su litera. Ei corazon empez6 a tatirle de miedo. Pero silo se trataba del revisor, que miré dentro y dija: —-Por fuvor, quiere acompadarme? £l revisor abcié la marcha harta el coche- mirador, donde ios otros lestigos de la trage- dia se encontrabana sentados Junta a las mesas def restaurante. ‘odes iban on beta, excepte el moze. EI policiz estaba sentado junto s una de las mesas, con un chadvine de notas en la rouge. Fre muy foven, de ojos aztes brillan- tes ¥ pelo rubto.cuy cortade. -—JEs éste ef altima, tesilgo? - -preguaté al revisor. — Si. Fl pulicia mird a Tom. —~:Quiere decirme su nombrer —Yom Austen -—Tor le entregé el cuchi- lly. Me teme que tenga también mis hue lias dactilares. —2Fs éste el cochillo que utili Richard Saks? Yo na sé si lo utilizd » no, pero cuando 7 Regué al pasill lo tenia cu sus manos y lueyo lo dejd caer. El hombre balo y gorde se adelanta: — (Clare que lo utiliza! —dije con Lona enfadado—. |El até a su mujer! Puede usted probarlo? —pregunté Tom. — Naturalmente que si. Todas escuchumos la pelea en el bar, y Inego 41 dijo que no queria verla. —Pern eso no es una prueba —dijo Tom. —iPara mi sf lo esl —Y pura mi —dijo la sefora de las pastas, cifiénduse la bata azul al cuerpo-—. No se olvide que [a noche anterior también estuvie- rou discutiendo en su departamento, --Usted no estaba alli y, por tanto, no puede saber lo que sucedié —-dijo Tom, —Pero yo si que estaba —lijo el mozo. dirigiéndose alteruetivarnente a Tom y al revisor, cou une mirada nerviosa. —Y yo también —dijo la senora Ruggles. Uevaha una bata de lana sobre un camisén blanco largo. y las lagrimas bubian destedi- do sus mejillas—. Parecia una pelea mny violenta. — Si, suponge que asi fue —~dijo ‘Tom con calma. Le repugnaba pensar que Richard 72 Saks fuera el asesing, Sin embargo. todas Jas sospechas recaian sobre él. ¥, para colme de Tuules, Tom recordd de pronto la conversa- clén muntenida durante el desayuoo. Las cosay se poudrian pear para Kichard Seks, pero no podia ocultar ningiin detalle a la policla—. Hay algo mas - . Todds nesotros somos contribuyca- tea, pox lo que tenemos derecho a asegurar- nos de: que Ta policie act aa eficamnente. Le seiiora: ‘de tas pastas asinid y¥ se pttso de. piew. vr (Podémos imos ga? ~—-pregumtd al poll. cla—. Nos bam tenido sin dormir media Si ye pueden irse. Mientras salia Ia genic. Tom abservé que ~ el poliefa movia ta cabeza disgastado. No era da exiraiar, uo fe gustaba que se literiirle- ran cuande se trataba de aclarar los hechos relacionados.cen un ascyinato. ‘orn regresé a sa liters, profundamente tarprestenade por los sucesos de agueila noche. La cara de Dietmar asonvi. por entre las cordiaas. —~{Ey vended que han matado a Catherine Saks? ---pregunté, Tori asitio. —Eypere que whorquon 4 coe tps. —éA, quidne oA sip quarikto. —-~Cémin sabes 18 que lz ha matado él? —ts ovidente. Se parece a los asestnos que sc ver-en la television. —-Muy listo; Dietmar.,, 76 ‘Yom sublad a su Hteca y mniré por una rendija de la cortinilla la multitud de gente que babia en el andén, Sentia deseos de baja: del tren para respirar un poco de aire fresco, pero, 4qué pasaria st lo recomocian como el muchacho del cuchillo? Se disfragaria un poco, Salté de la cama ¥ sacé de su qraieta unas galas de sol y una chaqueta de entreticupy. Se los puso y se dirigié hasta el final-del vagon-restaurante. dispuesto a bajar tranquilamente del cen. La puerta cetabu abievta y Tom descendié los escalones. ‘odes los restros mireban bacla el coche- cama donde Catherine Seks yacta oruerta, y nadie se dia cuenta de que Tom bajaba del * Vio na chico con ura bicicleta y se -- Hola dijo —. Qué sucede? —iHa habido un asesinatol —dijo el rou- chacho con voz emocionada. —1Qné dices? —!Ves ese vagéa? —lijo el chico, senalan- do ¢] coche-cama de Tam, Si. —Pucs un michacho ha matado ahi a sun madre a ponaladas. Le encerraron en un FF departamento hasta que el tro Kegara aqzri, pero se escapé e hirlé. a unas personas que Intentaran detenerle. Tom miré al muchacho. sho poder creer to que ofa. 2 i —Ves esa verntanilla? Abi es donde Hank Sayer vio al muchache, que agitaba un enorme cuchillo chorreando sangre. Tonia la mirada perdida, come si estuviera loco. Al- guien sujeté entonces al muchacho, pero se escup6, y ahora debe andar escendido en algdn lugar det tren, El chico dejé de hablar, con la resplracién, entrecortada por la emocién. —For qué no te vas a casa? —le dijo Yom—. Ese muchache puede escaparse del tren y herirte con ef cuchillo. ; E} chico se eché a reir. —No me perderia esto por nada del mundo. ——Hien, vay a echare an vistazo, —De acuerdo. Tom se metié las manos en fos bolsillos de la chaqueta ¥ se puso e pasear por el andén. Hubo un pequefoe revuelé en la multicud y vio a dos hombres que se acercaban con ona camilla. Se oyeron munaulles y la gente se puso de puntillas para wnirar, mientras Jos 7g hombres subiag al tren. Minutos después, alpuien cercuno al tren exclamd: iAbl viencr! Aparecieron. los honthres de la camilla, que bajaron su carge con cuidado. La gente enotudecié. vin apartar la vista de lw manta is que cubria el cuerpo de Catherine Saks. Algunas hombres se quita Tom vio a aua noujer ilevarse los ajos. Mientras Vevaban la canulla a una ambulancia que apuardabe cerca, slo se ofa cl revoplida de Ta maquina, Todo el mundo estaba pendiente de la wmbulanch., en la que introdujeron ta cami- Ma. peru a ‘Tom se !e ecurrié mirar hacia el fren y vio al nolicta que descendia con Richaid Saks las esculerilins det coche-cama. Los dos hombres pasaran por dcivas de ia gente y se irigicron al cache de la polici Desease de ver par Gitima vez a Richard Saks, Ton se dirigié corrionde hacia el coche y Negd « él cuande el pol abria lis porte wala. ~-fluena suerte --le dijo a Hichurd Saks. HP pobre hombre parecid recanocer cor dificuhad a Tom. pere eshoad und pete sunmisa antes de delarse cact com gesto van- 74 sido en el asienro del cache. Fntré luego el policia. puso en marcha e] motor y arranco rapidamente, Jevantando las ruedas una au- be de polve en el aire termplade de la noche, Tom se dio la yuella y regresé despacio al ren, sin poder olvidar la trisLeza que refleja- ban los ojos de Richard Saks. $0 A LA MANANA siguicnte el sol brillaba con fuerza. Tom se desperté, poco a paco. recordandy el asesinato con una cnorme angustia en el coruzén. |Pobre Richard Saks! Abrié las ojos v eché un yistazo por la ventanilla, Una inmenss y maciza montana se elevaba hacia el cielo, Se senté. pregun- tandose qué habria sido de la Hanura, cuan- do cay6 en la cucnta de que el tren estaha atravesunds las Montanas Rocosas. la montafia que tenia ante si era una cnerme mole pétrea, cuya clma se clevaha hacla las nubes. A sus laderas so werraban verdes basques, que se extendian por el valle que el Carian Express cruzaba. Tom sé vistlé, disfratande a] mismo tiem- po de lu vista. El tren subié con estuerzo una pensdiente empinada, y luego siguid con pre- #1 caueiOn por ug esteeche payadize labrade en la pared dela woutaia. Mirando abajo hacia tl valle, vio un laga de eoler verde ssmeral- da, tan solo alterady por la estela que dejaba tras de si una canoa ro} Tom no queria pore Sigaicré wis Oliguia, pore terriblemens le hambriento. Nescorr $ Cortigas y dudé si desperiae a Dieta: al fmal decidid ir solo al vapon-ceslaurante, Pocos pasajeros estaban levantandos tan tompranc. Une de ellos er seflora Huge gles; Hevaba un vestide seyco con manges acampanadas y un chal. Sonrienda, invité a Tom # su mesa. ~~ Buenos dias —lifo ol nechache. sentan- dose. -o¢Verdad que es marevillonc? -—-dijo la seriora Kuggies sehalaudo ef espeso bosque que se extendia alli abaio, en ef valle. —Si que ip es —ijo Tem. echando use mirada 2 su celoj—. Me parece que la inves tgaclén de ia policia he beeko que cl tren vaya con retraso, —Si-—dijo la seriora Ruggles. pero esa nos permite disfrutar del panurama duragte mas tempo. , aguella vista mi a2 Torn encargé cereal con leche y unas tostadas. y luege se puso a citar por la veotanilla. —Me gustarla que Richard Saks pudiese estar tairando estas montafas, en lugar de estar pudriéndose en ana celde. -—Si, pohre hombre —la sefiora Ruggics sc estremeclé—, Pero. por favar, ne hablemos de eso, ¢ dpar gat dijo que sno era vod buena personae? SL eso us rara. Foro, enor qué mata a Cstherine Saks? --A esu voy —Tom abrié el cuaderne de uolas y comprobé sus datos. Cuanda te pregunte qué Wlevaba en el maletin, me ute que eran papeles que bien podian galer ts millon de délares, Ahi tienes el motive. —-No lo veo claro. -Chantajel —Tam espend la reaccién de 12 Dietmar, pero éste se limits a quedarsele mirando—. ¢No bas leido nada de Agatha Christie? —No. —lEres uo incwo! —dijo Tom moviende la cabeza—. Bicu, en sus novelas poltctacas bay que buscar siempre sl bay alpina motive para un chatiaje. Cuando me acurdé de eso, mi caso estuba resuelta —Sigo sin verlo claro. — Yo crea yue Catherine Saks hizo alge Wns malo en Bollywood, Ese hombre se enterd de ello y Gene tados los detalles en los papeles que lleva en-el maletin. Por eso no lo aleja nanca de su vista, Amenuzé con revelar toda, por lo que Richard Saks papé el chan- tajc. pero el hombre dcbid seguir pidiendo mas y mas dinero, hasta que Richard Saks le amenazé con ir a la policia. —Hiasia ahora, de acuerdo. —ta noche en que estuvimos jugandy af bingo. ese hombre siguié a Catherine Saks hasta su departamento y la envenend. Lue- go, la apuAalé para hacer creer que Richard Saks era el asesino. De esta forma nadie creeria a Saks si decia que le estaban chanta- jeando, —Bueno —dijo Diermar—, resulta un po- co complicado, pero todo parece encajar- 2Vas a decirsclo al revisor? —Si, perv primero quiero conseguir algu- nas pruebas. Voy a ver a ese hombre y hacerle unas cuantus preguntas; luego inten- tacé echur un vistazo a lo gue Ueva en el mmaletin. Si pudiera ver ¢s03 papeles. causan- tes del chantaje. podria cunsiderar cerrado cl caso. . Dietmar tragé saliva, nervioso. 14 Hera mejor que tengas cuidado — dijo—-, Si sospecha algo. te mataré a Ui también. Yom sonrlé, haciéndose el valiente. —No te prearupes. No tomaré nada que este envenenada. La puerta del servicio chirrié al abrirla Tom. Anteriurmente in habia notado e} chirrido, pero ahora sus nervios estaban en tension. Miré adelante y atras por cl pusitlo ¥ se dirigié presurosa a su asicnto, con cl corazon latiéndole con fuerza. Una cosa era leer Jas historias de Ins bermanos Hardy, y otra muy distinta estar de verdad tras la pista de un asesino. ~~@Cual va a ser el préximo pasa? —Vay 4 buscar a ese hombre —respondld Tom—-. Deséane suerte. —De acuerdo, pero tan cuidada. Tom se guardé el cuadernu de notas en el bolsilla y se dirigié hacia el pasille de los departamentos. Al fundo. el inczo estabs sentade en un esiento abatible, miraade un eigartiilo que tenia entre los dedos. Sonrié al ver a Tom. - (Hola, Driiculal --dijo—. 2 as al bar por una butella de sangre? ‘Tom sonria. 10s —Quizh mds tarde. Ahora voy a ver al sefior del departamento A. —Pues no vas a poderle ver. —/Por qué no? —Porque acaba de irse al vagén-restau- rante para almorzur. : —Vayal --dijo Tom. conmariade—. Rue- no, yo tumbién tenga hambre. Creo que vay alr a iomarme uo buen filete. Camino de] coche-restaurante, Tom se de- tuvo a comprober sus finanzas. Sus padres sdlo le habian dado dinero para que s€ tomara una hamburguesa a la hora del almuerzo, perv él tenia que s¢guir al hombre de) muletin. Fn fin, s¢ gastaria ahora e? dinero de Ja cena y pasaria hambre por la noche. En el vagon-restaurante divisé a la sefivra Ruggles sentada sola ante una taza de té Ella le suntid contents y le hisy wo sena, pero en aquel momento vio al hombre del maletin, sulo, eu otra mesa. Tom se dirigié lentumente hacia ia sefiora Ruggles. —jHolat —dijv. buscande afanosamente una excusa. —-Siéntate, pot favor —dijo la setiora Rug- 106 gies: -. Fs una suerte que aparezcas justa- Mente cuando cmpezuba # sentirme sola. —Me encantaria scutamme con usted. pero ne pucde. —1Oh! - -dijo la sedura Ruggles, sin poder disirnular su contrariedad—. ¢No vasa almor- zar? —Si, pero... --a Tom comenzaba a arderle el rastro—. —Yo.... es que prometi almorzar con vtra persona —¥a! ~- Fvidentemente, la sedora Ruggles comprendié que Tor estabu mintiends, peru suncid—-. Diviértete. pucs: ya te veré luego. --Seguro -—ilijo Tom. avergonzado. Se alejé. sintiendo mucho haber tenido que berir Jos sentimientus de la anciana. pero un detective no debe ajustarse a niagu- na norma. KI hombre de} analetin estaba leyendo una carta, y al ver acercarse a Tom. la guards, fingiendo estar mirando por la ventenilla. —Hola —dijo Tom. sentandose a la me- sa —. (fe importa si me siento cou usted? Fl hombre mird a Tom com una sonrisita. --No parece que tengé otea eleccién. Tom Je alurgd la mano. ~ Me llamo ‘Tom Auster. —A mi puede lamarnre senor Paith, —E! Wa? apretan de manos de aquel hombre fae rapi- do y débil—. 0 senor Hope. o sefhiot Charity '. gNombres supuestos? Tom fruneié la fren- te, acrecentindose sus suspechas; observ el pelo gris de aquel hambre. Ja piel seca de su rosiro alargado y sus peqrefica ojos pardas. Cierramente, aquélla era ia cara de un asesi- mo, anagnue eso no era una prueba. «Al grano. Austenl», se dijo para st. —iVa usted lejos? De nueve la sonrisita. —E£so mismo pensaba yo cnatdo tenia tu edad, pero ns planes para la vida a veces se tnercen. —No, Me referia en este tren. —i¥ae, ya sé! --HI sefior Paith se puso a tairat por la veniunilla el bosque que pasaba gate sos y pareciO coucenuare 4n, sus pensamiantos—. Este es cl viaje inas tmpor- tanie de mi vids ——dijo por dltme, Tom sauerdé a que prosiguieca, pero. evidentements, el Lovcbre no queria dar una respuesta directa. No guericade despertar anspechas, Tom flingié perder interés y cogit: la carta. El platy més berate era la ' Faith, Hope y Chucity: Fe, Bsperanza y Caridad, resper- Uvamente. en castellana (WN. T.). 108 tortilla cspanola y, aunque no Ie apetecia nada, tenia que pedir algo. --1Sit -—prosiguié el serior Faich, haclendo um gesto—. Uno se forma aus propias suciios y es capaz de llegar basta las estrellas. éRstaria loco aquel tipa? A Im mejor, et cometer aguel harrible crimen le babia pues- to al borde de la Jucura. Torn mird a su alrededor para ver quién podria ayudarle en caso de necesidad, pero la sefiora Ruggles estaba sola. y al unico pasalero que reconu- cid, entre los demas, fue al hombre bajo y gordo, que parecia dormitar bajo los rayos del sol. Mientras esperaba a que le sirvieran Ja tortilla espanola, Tom estudié varios méto- dos de aproximacién. decidiéndose finalmeu- te pur el alaque directo. —Conoce usted a Richard Saks? Sorpeendido, cl hambre apart su mirada de Ta ventanilla. —/Qué? dhre sl es usted amiga de Xichard Saks El schor Faith se rid amargamente, —Por supueslo que 10 —alijo—. Le odio. Tom se quedé sin saber gué decir, sorpren- dido al comprobar que su reoria era cictta. 109 ith, lega an vontertig una Mientras miraba al sefor Ve camarero can un plato que humeaute masa amarilla. —Su tortilla, senor —dijo ef camarers, dejande et plato sobre e] mantel. —Gracias —iiju Tom, débilmerte. Partié la tortilla, pero Je dio cierta repngnancia descubrir que estaba rellena de particulas verdes 7. El senior Faith sonrié paco amistosamente. —Hor appétit —dijo alzando su vaso de agua. Aon appétit. La misma frase que le habia diche cl camarero del vagon-restaurante du- rate el desayuoo. A to mejor los dos bom- bres eran complices del crimen y podia haher sido el canarcro cl que le sirvicra a Catheri- ne Saks la comida euvenenada que la habia matado, Con manos tembloresas, Tam bajo la vista hacia la tortilla. felicitindose por no haberla probade ado. --¢Nu tenes hambree pregunté el sefior Faith. Tom negd con la cabew. “EN BELL y Cannda s¢ conuer cama «tortilla eapart lo que aqui se fhuma stordlin pabsanae, es dele ung tortil con guisanles y oltms leguubres (NT) 116 —Entonces, ¢por qué mulgastas el dinero, Pidiendg exa tortilla? ---dijo el sefior Faith, arrugando su pequeha boca con gesto de desuprabacién—. Si fueses hijo mio, haria que te la cumieras. Tom se estremecid, compadeciende a quien tuviese por padre al sefor Faith. Miré por la ventanilla y vio que Ia locomotora reducia ta velocidad a medida que se aproxiimaba a un tinel. Temeroso de que ayquel hombre le hiclese algo mientras el tren estaba en el tunel, eché su silla un poco hacia atraés, dispuesto a echar 4 correr si fuera oecesario. —i0tre tinel, no! —dijo el sefior Faith cuando el tren entrd en la ascuridad y se encendieron las luces del vagén-restuuran- te—. Esto es insopartable. E! tren continud reduclendo la velocidad, lo que aumenté el oerviosismo de Tom. Gorance un memento horrible pensé que, a lo mejor, Lanbién el conductor era complice; pero reconocié que aquello era wow Cunleria. Sto embargo. respicé aliviade al salir a la luz del sol. —Tomate la tortilla antes de que se ie enfrie —dijo cl sefiur Faith—. No puedes desperdiciarla. ill Tom se sintié atrapude. No podia comerse. le tortilla envenenada, pero tampoce debia levantar las sospechas de aquel hombre. Cogié con lentitud el cuchillo y el tenedor, los dejé de nueva ¥ cogié el vaso de agua. No conoce niagin chiste? --dijc, espe- rande desviar la atenciéa de aquel hombre. de Ja tortilla. — i vervicio de ferracerciles ya es un chiste --dijo el sefior Paith, mivendo por Ia ventanilla justo en el mamenio en que el tren emiruba eo otra tinel. Cuando se encen- dleron las haces. levunté Ja mano y Iamé con los dedos. —Venga aqui. por favor —dijo Hamande a aigulen, ‘Yom se velvid y divis6 a un mozo que iba a senturse a comer a la mesa destinada a los empleados. Atendiendo ia Hamada del sehor Faith. se acercé. -— Qué desea, sehior? ——dija. --2Por qué va tan despacto el tren? —Estan efectuando unas reparaclones en los taneles, sefior, y hay peligro de despren- dimientyu de recas. —7Qué fastidio! -~Bl sefior Faith retiré el puta de la camisa y golped ligeramente el Wz evistal de su. relol-—. Nos retrasamus primero eon est condenado asesinalo, vy ahora mis retraso. [Tengo gue estar en Vanciver la mas pronto posible! —Si. sefior —afijo ef mozo, Uevandose ana many a Je gorra--. Pues nade, le diré al conductor que pedalee mas fuerte. —-[Vayu descaro! —-dijo ef senor Faith ai Invzp, enrojeciende— [Puedo hacer que la despidant --Si. sehuor. /Puedo almerzar, mientras tante? El sefier Faltn miré al mozo micntras se reraba, y luego al plate de Tora. -—¥a veo que se ha comido la tortilla. -Si, Fstaba exquisita. -Eso esta mejor —diis el sefior Faith. con al rostro alge mas rélajado--.. Como aunca he tenido touche dinero, me wolesta que se despordicie algo. A Tom se le esluban quentanda las pier- nas. Eehdé un vistaza hacia abalo, a fa tertilla que tegia en las pleruas, sebr: una servilleta, donde la babie puesto durante la discusidn del sefiot Faith con el movzo. Sin apartar ja vista de aquel hambre, envalvid Ja tortilla con la servilleta de lino y ta deid cuer al suelo. ins Pasado el peligro. yalvié Loin al ataque —Por qué adia usted a Richard Saks? —pregunid, y esperd la respucsta del sefior Faith, -—jOh, mire! »—dijo éste sefalando w rravés de la ventanilla—. Mire qué maravilla. Tom vio. Junio a un camino, un civ en cuyas verdes aguas se reflejaban los Arboles que bordeaban la orilla. Un peseador. con botas hasta la cudera, estaba metido en el rio y lanzaba la cafia hacia una poza de aguas profundas y frias. —Necesltabu dinero —dijo él] senor Faith—, por lo que ful a pedir un crédita al banca del que era director Richard Saks. No me quiso atender. — Por qué? — Dijo que era demasiado rlesgo —respou- did el sefior Puith—. y que si necesilaba dinero debia conseguir primere un trabajo. ~— éNo lene usted crabaje? —No tenge un trabajo normal. como con ducir un autobds o sacar muelas. —El setior Faith hizo una pausa y bebié un poce de agna—-. Trahajo por mi cuenta y sélo cousi go dinero de vez en cuimdo, Por eso necesi- taba el préstamo. a La evidencia cra cada vez mas clara, Todu lo que decia ¢l senor Paith demostraba que era un chantajista con un buen motive para querer vengarse de Richard Seks. Tan sdlu faltaba saber ef contenido det maletin. —Richard Saks cs un canalla -—prosiguid el sefior Faith—, Por su culpa fue a la cércel una persona inocente. —iQué pasé? ~—Hace unas afios desapurecté algin dine- ro de su banco, lo que quiere decir que fue robado por alguien que trabajaba alli. La policia sospeché de Richard Saks. pera en el juicio salieron. a relucic muchas cosas que hicieron recaer las culpas sobre wna cujera. A ella la metieron en la carcel y Richart Saks queda libre. Pero mucha gente plensa qne fue él. —Hubo alguna prueba de ello? ~—No. pero era la tipica jugada sucia que un jefe es capaxz de preparar. —La tensién habia vuelto al rosteo del sefier Faith. que tenia contraida la piel de alrededor de lay ojos y de la boca—. No bay que flarse nunwa de un hombre que dene una mujer guapa. —Bn fn —aijo Form tranquilamente—. ya no la tiene, Ws ——Esu es verdad --dijo el hombre del mu- letin~-. ¥ no puedo decir que La sienta. Alguien se acercabu. Tom levanté le vista ¥ vic al mozo, con la gorra en la man. —Perdone, sefior —dijo ul sefor Faith ., peco debe saber que pararemas quince oinu- tos eo el pueblo al que estamos llegando. Siento ta molestia, pero la locumotera dehe aprovisionurse de gasdlea, -~¥a sé cdma fancionan estas locomolo- ras —dijo el sefior Faith con acritud—. Fn todo caso, me vendr4 bien bajar a dar uo paseo, lejos de mozos descarados, —Iré con usted -——dijo Tom, levantandose. —frefiero ir solo. —Fl sefior Fatth se limpié deticadamente la boca can la serville- ta. copiG el mialetin de su reguzo y se puso en pie—. Adids, muchacha. EJ sefiar Faith dejé dinero sobre ta mesa y se marché. con la cadena sujela siempre a su Inutieca. Tom conté répidamente el dine- ro necesario para pagar la tortilla y salié tras el sehor Faith. La encontré en el descansilla que habia entre et vagén-restaurante y el primer coche cana, esperandy a que se detuviera el trem. Tl estrépite y los chirridos de las maedus m6 impedian hablar, por lo que Tom sonrid al Setior Faith y se puso a mirar por la veotauilla. El tren se detuvo cn una pequefa estacién de ladrillos rojas. Dermor, el moza joven. abrié la puerta, retird la rejilla metélica que cubria log escalones, y descendié al andén. —iQuince minutes de paradul ered. al tempo que él sefior Faith bajaba rApidamen- te del tren. Tom alcanzé al sefor del mualetin en el andén y anduvs a su pasa, —-

También podría gustarte