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ELMOVIMENTO DELIBERACION DE LAS MUJERES EN CaINA 1 || CLAUDE "|| BROYELLE I | | Las mujeres lievan sobre sus espaldas la mitad del cielo y deben conquistarla, En estas palabras de Mao Tse-tung se basa la experiencia revolucionaria de las mujeres chinas, estrechamente ligada a una verdadera racién de la mujer, en todos los sentidos del término, y desde el principio. La revolucién socialista en China, habria sido imposible de concebir, si solamente hubiera alcan- zado a la mitad de ta poblacién, abandonando a la otra mitad al estado de servidumbre y explotacién que es, todavia, ei destino de tas mujeres en todas partes del mundo. Este libro explica con gran clari- dad, a través de numerosas anécdotas y relatos vividos que ilustran fas diferentes cuestiones aborda- das, la lucha de las mujeres chinas en los planos ideolégicos y materiales, no solamente para trasfor- mer la sociedad y hacer la revolucion, sino también para transformarse ellas mismas. Las mujeres chinas, no solamente se liberan para alcanzer a igualdad con ios hombres © por ventajas econémicas, sino para “hacer ta revolucion", para contribuir a la consolidacin del socialismo, puesto que de esta manera es como puaden consolidar su propia liberacién y convertirse asi realmente en “la mitad del cielo” «I sudo eintwno eakitores espana argentina traduccién de MAR[A DOLORES DE LA PENA LA MITAD DEL CIELO el movimiento de liberacién de las mujeres en China por CLAUDIE BROYELLE prefacio de HAN SUYIN —_ 1 siglo veintiuno editores, sa CEFR DEL AGUA 240, MENCO 20.0 siglo veintiuno de espatia edlitores, sa MUO RUBN 7, MADAID 33 .ESPARIA siglo veintiino argentina editores, sa Av PERG 952, BS AB. ARGENTINA 1 ——— edicién al cuidado de presentacién pinero de simén portada de ricardo harte primera edicién en espafiol, 1975 © siglo xxi editores, s. a. primera edicién en francés, 1973 © donoél/gonthier, paris titulo original en francés: Ia moitié du ciel derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico | printed and made in mexico INDICE Presentacion Prefacio La prueba del cinco... PRIMERA PARTE: El TRABAJO TRASFORMA A LAS MUJERES, QUIENES TRASFORMAN EL TRABAJO 1. La via de industrializacién china y la liberacién de las mujeres 2. La socializaci6n de los campos en China y la liberacién de las mujeres SEGUNDA PARTE: PARA LA SOCIALIZACION DEL Rapajo pomésTico 3. Primero colectivizacién, después jmecanizacién! 4. Taking: una ilustracién 5. La produccién doméstica desmitificada ‘TERGERA PARTE: SOCIALIZACION DE LA FUNCION MATERNAL 6. La primera infancia 7. Desinfantilizar a los nijios 8. gEducacién por la sociedad o educacién por el Estado? B] ~ 27 52 72 89 103 117 135 170 6 invice CUARTA PARTE: LA FAMILIA CHINA! HAGIA UNA NUEVA COLEGTIVIDAD DE BASE 9. Un resumen histérico 10. Tiempo libre, tiempo de trabajo: ¢Familia refugio o familia abierta? Ji. La idea de “nacionalizacién” y sus funestas consecuencias en la familia QUINTA PARTE: A PROPOSITO DE UN DEBATE SOBRE LA SEXUALIDAD EN CHINA ' 12. Necesidades naturales, necesidades - culturales 13, La aparicién de una nueva cultura sexual en China 14. Un nuevo concepto del amor A guisa de conclusién APENDICE AnExo: Algunas cifras concernientes a la patticipacién de las mujeres en los organismos de direccién 188 217 236 247 258 267 269 291 PRESENTACION Partimos para China en noviembre de 1971. Nos- otras, es decir; doce mujeres provenientes tanto de la provincia como de Paris; estudiantes, empleadas de oficina, una campesina, una esposa de obrero ya abue- las algunas de entre nosotras, solteras, otras, madres de uno, dos, tres, cinco o seis hijos. Tenemos, sin embargo, un rasgo en comtin, todas somos militantes por la liberacién de las mujeres. Ese viaje de seis semanas tenia como objetivo el estudio de la experiencia revolucionaria china en lo que concierne a la emancipacién femenina. A partir de ese viaje, de las reflexiones, de los debates que ha entrafiado entre nosotras, asi come de su confronta- cién con nuestro trabajo anterior y nuestras experien- ¢ias individuales, he escrito este libro. No obstante, no podria considerarse como el punto de vista unificado de un grupo, ni como el resultado y la expresién de un trabajo colectivo. Eventualmente, aqui y alld, algunas de entre nosotras podran estar en desacuerdo con las posiciones expresadas. Por otra parte, quiero agradecer aqui a Frangoise Chomienne su colaboracién a este libro. GLAUDIE BROYELLE _ PREFACIO: DE LA CRITICA DE LA FEMINEIDAD A LA CRITICGA DE LA SOCIEDAD Es una alegria para mi presentar este libro. Lo con- sidero como un trabajo excelente, original e indispen- sable para ayudar a numerosas mujeres occidentales a clarificar las ideas, a veces muy confusas, que tie- nen de si mismas. . Es indiscutible que la experiencia china, o més bien Ja experiencia revolucionaria de masas mantenida .@ través de la Revolucién china, est4 estrechamente ligada a una verdadera liberacién de la mujer, en todos los sentidos del término, y desde el principio. La revolucién socialista en China, simplemente habria sido imposible de concebirse, si solamente hu- biera aleanzado a Ia mitad de la poblacién, aban- donando a Ja otra mitad al estado de servidumbre y explotacién que es, todavia, el destino de las mu- Jeres en todas partes del mundo. Pero en este terreno como en muchos otros, los chinos no proceden ni con la ayuda de esquemas hechos, ni con oportunismo, ni segdn la idea de que la liberacién de Jas mujeres se obtiene del solo hecho de “darles” la igualdad juri- dica, econémica, sin mAs, Es Ja profunda trasfor- _ macién de la mujer misma, del juicio que ella tiene sobre si y sobre el grupo, es toda una revaluacién de los pretendidos “valores” atribuidos a las relacio- nes que la mujer mantiene con la sociedad, con la familia, con los hombres, con su funcién de madre y de esposa asi como de trabajadora, lo que se exa- mina aqui en detalle y que ser4 una revelacién para numerosas mujeres que quieren ver cambiar su con- dieién, pero que todavia no han encontrado en ningu- na parte el camino para Ilegar a ello. & PREPACIO 9 Lejos de mi Ja idea de “mirar desde arriba” o de denigrar a los movimientos de liberacién de las mujeres que surgen hoy en dia en muchos paises oc- cidentales, Como decia el primer ministro Chou En Lai a propésito de Ios jévenes, son otras tantas mane- ras de buscar un camino hacia Ia verdad. Y todos los movimientos auténticos conocen esas pruebas en sus inicios, Pero Ja lectura de este libro es necesaria tam- bién para todas las mujeres que desean realmente su liberacién, porque explica con gran claridad, a través de numerosas anécdotas y relatos vividos que ilustran las diferentes cuestiones abordadas, Ja lucha de las mujeres chinas en los planos ideoldégicos y materiales, no solamente para trasformar la sociedad y hacer la revolucién, sino también para trasformarse ellas mis- mas. Se percibe mejor el “gran salto adelante” de las mujeres chinas en el hecho de que, no solamente se liberan para alcanzar la igualdad con los hombres © por ventajas econémicas, sino para “hacer la revo- lucién”, para contribuir a la consolidacién del so- cialismo, puesto que también de esta manera es como pueden consolidar su propia liberacién y convertirse asi realmente-en “la mitad def cielo”. Debo confesar que leyendo este libro descubri nu- merosas Jagunas en cuanto a mi comprensién de las mujeres, pues arrastraba todavia algunas ideas “feu- dales” y “retrégradas” sobre la condicién femenina, Esto cabe en los limites de mi propia experiencia que fue la de una lucha individual por conseguir el derecho a expresarme. En raz6n de esta experiencia personal, he tenido tendencia a ignorar muchos as pectos de Ja opresién femenina, Habiendo escapado yo misma de ella, Megué a olvidar hasta qué punto ésta es corrosiva. Por eso es que este libro me ha ensefiado mucho y agradezco a la autora, de todo corazon, haber realizado este trabajo que enlaza teoria y prdctica, que rechaza el paternalismo y la auto- satisfacci6n que se ha podido experimentar diciéndose 10 que “la partida esta ganada”, al creer que una vez que la mujer disfruta de un MEJOR ESTATUTO, ya no queda nada ms por alcanzar. Muy a menudo durante mis conferencias en nume- rosos paises occidentales, encuentro hombres y mujeres que parecen convencidos de que “las relaciones sexua- Jes” y la “libertad sexual” (es decir, Jas relaciones sexuales para las mujeres y las j6venes fuera de Jos lazos del matrimonio) son lo m4ximo de la liberacién. Como parece que relacionan todas sus esperanzas con esta nica cuestién, dan la impresién de creer que una vez alcanzada esa meta, todo lo demas es de in- terés secundario. He combatido esta idea porque las relaciones con los hombres son funciones del sistema social. Pero ahora veo que no habia comprendido su- ficientemente cudn nefasta es esta “teoria sexual”. El capitulo “A propésito de un debate sobre la sexua- lidad en China” es una parte de la obra que encuen- tro fundamental para aclarar este problema. Espero que todas las mujeres, y también muchos hombres, lean este libro. En algunos casos quizh s escandalicen (por ejemplo en lo que concierne al trabajo doméstico en el que Ja autora piensa que deben participar hombres y mujeres por igual). Pero es bueno recordarles hasta qué punto se agota la ener- gia de Jas mujeres en Jas “insignificancias” del tra- bajo doméstico, que hasta los mejores hombres consi- deran con la mayor frecuencia como el “reino de Jas mujeres’, Es bueno reconsiderar este problema aun- que la tendencia a plantearlo en términos de “fami- Jia” probablemente vuelve el asunto dificil de asimilar (inevitablemente una vez que se han atribuido a las mujeres “aptitudes naturales” para ser madres y mu- jeres de su casa; la tendencia a dividir arbitraria- mente el trabajo familiar de manera que repose en- teramente sobre ellas, es inevitable). Por supuesto, habri siempre una diferencia: por ejemplo, los hombres jamés conoceran los dolores del PREFACIO PREFACIO oe parto. Pero ciertamente lo que hay que hacer es socia- lizar y reconsiderar, desde un punto de vista prole- tario, la importancia y utilidad de la produccién en Jas mujeres, incluyendo la procreacién, como nos lo sugieren estas paginas. Espero que este libro, en el que todos estos problemas son analizados detallada- mente, haga germinar un gran néimero de ideas entre todas aquellas mujeres que estén realmente deseosas de cambiarse a si mismas, de cambiar su condicién social y, por lo tanto, de cambiar el mundo, HAN SUYIN LAS MUJERES LLEVAN SOBRE SUS ESPALDAS LA MITAD DEL CIELO Y DEBEN CONQUISTARLA. MAO TSE-TUNG LA PRUEBA DEL CINCO El nuevo movimiento femenino plantea, por su exis- tencia misma, cierto némero de preguntas, La primera es: ¢por qué un movimiento femenino hoy? En efec to, en todos los paises en donde este movimiento existe, las mujeres tienen el derecho de voto; no es pues para obtenerlo para lo que se han agrupado. gE derecho al divorcio? Bajo formas restrictivas, es verdad, pero lo tenemos también. :El derecho a la contracepcién? Aunque limitado, lo hemos obtenido recientemente. Ahora, prdcticamente todas las mujeres tienen la experiencia, en un momento de su vida, del trabajo social. Aun el principio “a trabajo igual, sa- lario igual” ha sido inscrito en el cédigo burgués del trabajo. Ultimamente, una reforma al régimen matrimonial ha atenuado algunas de las discriminaciones sexuales mas flagrantes. Hoy en dia, las universidades estin abiertas a las mujeres. Y después de altos estudios comerciales, el politécnico las admite. Al fin, numerosos aparatos domésticos forman par- te, de aqui en adelante, del consumo de masas. Entonces, por qué un movimiento femenino? Las mujeres han consumado un ciclo histérico, es decir, un cfrculo, Se encuentran practicamente en su punto de partida: jslempre oprimidas! Nosotras hemos te- nido Ja experiencia, el derecho al trabajo, al voto, al divorcio, a estudiar, a utilizar la contracepeién, asi como el molino eléctrico de café; pero no nos han liberado de la esclavitud doméstica ni de la. materni- dad forzada, ni de nuestra dependencia econémica respecto al marido, ni tampoco nuestros derechos po- liticos nos han permitido cambiar en nada Ia sociedad. 03} 14 LA PRUEBA DEL CINCO Por lo tanto, el origen de nuestra opresién no era la ausencia de esos derechos. Esas reformas no sola- mente no nos han liberado, sino que nos han hecho sentir mas cruclmente todavia nuestra opresién. “aPero qué quieren pues las mujercs?”, exclama enloquecido el legislador burgués, ‘“jles hemos dado todo!” Justamente, ustedes mos han dado todo (o casi), es decir, todo lo que el capitalismo podia dar- nos, jy es tan poco! Primera evidencia: no tenemos nada que esperar de esta sociedad. Se necesitaria que este ciclo estu- viera acabado, y que con él todas Jas ilusiones juridi- cas que han marcade los antiguos movimientos feme- ninos estuvieran fuertemente quebrantadas para que pudiera aparecer un nuevo movimiento femenino. Aun si éste no es siempre consciente, es en, funcién, de este balance como se determina, Sin embargo, a parr tir de ahi, todo queda por hacerse. Si nuestra opresién no tenia como causa la au- sencia de derechos, gcudl es su origen? Responder a esto, estudiar las razones, las formas y las conse- cuencias de la opresi6n femenina, formular hipétesis para abatirla, es de una importancia evidente para quien se preocupe un poco por el porvenir de las mujeres, Empero, eso no interesa mucho al Movi- miento de Liberaci6n Femenina; para el mi¥ la opre- sién femenina es “vivida”, eso no se explica, eso s€ “siente”. Nosotras vivimos bajo el régimen de la inco- municabilidad. Ningin hombre puede “elevarse” a la comprensién de la condicién femenina. En cuanto a las mujeres, la viven, y no tienen, por lo tanto, nece- sidad de analizarla, menos todavia de producir una teoria de su liberacién. Por otra parte, la “teoria” es una invencién de tos hombres para los hombres, jun “asunto de rufianes”! Pero para muchas de nosotras est4 por rebasar ese “feminismo”. Hemos hecho répidamente la revi- sién de lo que nos aportan los relatos “vividos” de LA PRUEBA DEL CINCO 15 opresién femenina, de los que el mur no estA escaso, No aportan a nuestra causa ni mds ni menos que lo que las narraciones sobre la vida de taller le aclaran al proletariado sobre sus tareas, Queremos ir ms le- jos: En sus albores, la clase obrera oprimida volvié su c6lera contra las m4quinas; mds tarde hizo la Co- muna, Entre esas dos etapas hay la misma distancia que la que queda por recorrer entre la revuelta contra “el macho” y Ia liberacién de las mujeres. Todo lo que hemos visto en China confirma esta idea, y lo que hemos aprendido nos permite disipar un equivoco: la emancipacién de las mujeres no po- dr4 ser una tarea auténoma, un “suplemento de alma” que bastard agregar al socialismo para darle un as- pecto humano. Tomemos el ejemplo de la sexualidad: toda tentativa por liberar a las mujeres de los mitos de la pasividad, de la mujer objeto sexual, etc., no son mas que piadosos deseos si una no se interesa en destruir Ja dependencia econémica que justamente Ia obliga a esa pasividad, a Fepresentar ese papel de objeto. Es decir, si no se ataca la funcién econémica y politica de la célula familiar burguesa en la que la mujer estd encerrada, Pero esta familia patriarcal tie- ne su razén de ser en un régimen capitalista. Asi como la escuela no es la invencién diabélica de los “pro- fesores”, la familia no es el fruto de la mezquindad de los hombres. No son los que representan la obra los autores del’ argumento, Esas instituciones son mAqui- nas, equipos indispensables para que los trabajadores puedan regresar a trabajar al dia siguiente, para que sus hijos aprendan dia tras dia el Papel que la socie- dad Jes reserva. Es la raz6n por la.cual el capitalismo, no obstante estar siempre Avido de renovacién y de trasforma- cién, preserva una de las més antiguas empresas arte- sanales: el taller doméstico en el que se preparan los “trabajadores honestos” y las esposas déciles, cons- cientes de sus deberes y respetuosas del bien ajeno. Una chica de la ciudad encabeza una manifestacién, Ta guarderia de la ciudad obrera, construida por los habitan- tes del barrio, a la derecha una casita de madera para los juegos de los pequefios. ‘Tanto los pequefios como las pequefias lavan sus tazones con pasién. Al borde de la carretera que leva a Shawan, adobes fabri- cados por los miembros de una familia, se secan al sol. Dos alumnos de Ia escuela primaria ante una maquina en el pequefio taller de produccién, Un pequefio del jardin de nifios practica cosiendo un botén en el saco de una chiquita, Arriba: ante lay nuevas habitaciones de la comuna popular, hombres y mujeres hacen *colectivamente el lavado de ropa. jo: un anciano de la ciudad participando en el equipo colectivo de limpieza. dia de limpieza semanal de la ciudad, Eauipo: tivo de barrido de exteriores, Una nifia y un chiquillo se ejercitan en el tiro. En una sala de cursos del centro universitario de la Fabrica de Maquinas-Herramientas de Shanghai, hombres y mujeres se ayudan mutuamente en el estudio. 16 LA PRUEBA DEL CINCO Para el capitalismo, las mujeres, mano de obra cali- ficada que les rinde tan buen servicio, no deben ser distraidas de tan rentables ocupaciones, aunque, segan las necesidades del momento, explote en esta mano de obra a las trabajadoras de las que tenga necesidad - provisionalmente. Tanto en un caso como en otro, ¢¢ indispensable que ellas aseguren su funcién doméstica, Para destruir la m4quina todavia hay que cono- cerle los resortes. En verdad los mitos y las ilusiones consolidan y justifican moralmente la esclavitud do- méstica, Ja funci6n materna, pero son muchas de esas trabas materiales las que trazan a la mujer Ja red estrecha de sus movimientos y de sus actos cotidia- nos; es por lo que las mujeres que limpian las verduras o lavan la vajilla ven en ello un talento, una voca- cién, un destino. Son esas bases materiales las que hacen nacer Jas ilusiones y los mitos de la femineidad, y no a la inversa. ‘Mas all& de todo discurso sobre la “esencia” de la mujer, ser mujer en un régimen capitalista es estar implicada en cinco relaciones sociales principales: es vivir en una cierta relacién con el trabajo social, el trabajo doméstico, los hijos, Ja familia, la sexualidad. Pero estos cinco componentes de la opresion no * son equivalentes, intercambiables, No es pues, por azar, que el primer capitulo de este libro trate de la produccién social y que lo siga inmediatamente el ca pitulo sobre el trabajo doméstico: es porque existe - en nuestra sociedad una division del trabajo que ex-- cluye a Jas mujeres de la produccién social y las confina al trabajo doméstico, por lo que las mujeres est4n oprimidas, Por eso es que la plena participacién de las mujeres en el trabajo social constituye la pfi- LA PRUEBA DEL CINCO - 17 mera tarea para su erancipacién. Sin ella, todas las discusiones sobre Ja liberacién de las mujeres, no son mas que palabras huecas. Tampoco es casualidad si fa sexualidad se aborda al final; es “porque se nece- sitaba ante todo haber trazado el cuadro en el que ella interviene para intentar analizar cémo se plantea objetivamente esta cuestién hoy en dia en China, Una vez més, tampoco es casualidad si la liberacién de los nifios ocupa el centro del libro, viene después el capitulo consagrado al trabajo doméstico y a su socia- lizacién, y antes el que trata de la familia. La fun- cién maternal no puede “marchar” en Ia sociedad capitalista mds que a condicién de que la mujer sea excluida del trabajo social, es ahi donde reside su papel principal. Para comprender bien las consecuen- cias, desde el punto de vista de la liberacién de las mujeres y de la revolucién en la educacién de los nifios en China, se necesitaba pues, primero que nada, haber trazado el nuevo papel de las mujeres en las diferen- tes actividades sociales. Inversamente, todo acerca- miento a la familia en China hubiera sido en vano si no se hubiera estudiado antes ya, no solamente los Jazos nuevos que las mujeres que componen esas fami- lias mantienen con la sociedad, sino también el nuevo Papel que desempefian los nifios en la sociedad, y la manera en que ésta tiende a tomarlos a su cargo. Puesto que somos mujeres revolucionarias, se nos quisicra acuarteladas; se nos quisiera hacer decir que en tanto que mujeres aspiramos a luchar contra jos hombres, en tanto que revolucionarias contra el capi- talismo. Corneille estaria celoso. . . Y bien, no, no estamos “desgarradas”, y no quere- mos, por lo tanto, reconciliar a las mujeres y a la revolucién como a dos hermanas enemigas. Nuestro proyecto es completamente distinto: ver, comprender en qué y cémo una sociedad revolucionaria, el socia- lismo, libera a la mujer. Desde un doble punto de vista: no solamente lo que el socialismo “aporta” a 18 LA PRUEBA DEL GINCO las mujeres, Jo que es de un interés evidente, sino también, y casi sobre todo, se podria decir, en qué la existencia. misma y el progreso de esta sociedad so- cialista necesitan imperativamente Ja liberacién de las mujeres. Dicho de otra manera, cudles son las relacio- nes internas, dialécticas, entre las mujeres y la revo- lucién, la parte y el todo. “Las mujeres constituyen la mitad del cielo”, dijo Mao, y si esta parte del cielo permanece serena, las tempestades revolucionarias que deben barrer el viejo mundo, se reducirén a nubarrones Pasajeros. Con estas preocupaciones en la cabeza organiza- mos un viaje a China, a fin de estudiar la condicién femenina en la sociedad china, todavia mas preci- samente estudiar la ruta de la revolucién china bajo el Angulo de Ia liberacién de las mnujeres, y tratando de descubrir los efectos de una sobre la otra. Sin embargo, debemos poner en guardia a los lec- tores contra una interpretacién répida de este libro. No encontrarén aqui un “balance” de la realidad china; estamos muy lejos de tener esa visién de con- junto para sofiar siquiera en bosquejarla. A cada una de las posiciones revolucionarias que hemos intentado despejar, estudiar y comentar, “corresponde”, en una contradicci6n dindmica, una posicién burguesa reac- cionaria que intenta sofocarla. La revolucién no Ppro- gresa de manera lineal; no obedece a la planificacién sino que sigue un desarrollo desigual, No hace falta pues, tomar ciertas experiencias de vanguardia para el nivel medio de toda China; algunas especialmente entusiasmantes que hemos visto aqui, serian casi ig- noradas alld. En Chaochén, pueblo natal de Mao Tse-tung, el comisario politico del rpz? en la regién, nos concedié una entrevista durante la cual nos dijo: “Es absolu- tamente necesario comprender que China no es toda Toja. Por ejemplo, hoy en dia hay en China parti- * Ejército Popular de Liberacién. LA PRUEBA DEL CINCO 19 darios del imperialismo americano, un puiiado de reaccionarios. Si se pierde de vista esta realidad, fra- casarfamos en todos nuestros proyectos. Ustedes tam- poco deben creer en Io absoluto que todo esté bien en China. Puesto que hay todavia reaccionarios, ideas y practicas reaccionarias, ustedes no pueden decir que todo esté bien en China. Dos cosas luchan entre si: Ja revolucién, por una parte, la contrarrevolucién, por la otra. Por supuesto, es esta Icha la que hace pro- gresar al socialismo; pero si fracasamos en ella, el socialismo perecer4. En una palabra, la cuestién de saber quién de la burguesia o del proletariado conse- guira un triunfo en China, no estA resuelta todavia.” PRIMERA PARTE, EL TRABAJO TRASFORMA A LAS MUJERES, QUIENES TRASFORMAN EL TRABAJO Al dia siguiente de la liberacién, en 1949, China se topaba con este problema: gcémo hacer entrar a la produccién social a millones y millones de mujeres confinadas desde siempre a las estrechas tareas do- mésticas? Para operar este desquiciamiento, China poseia triunfos muy favorables. En particular la vic- toria de Ja revolucién, coronando veinte afios de guerra nacional y civil, habia trasformado profundamente Ja antigua sociedad, destruido caras completas de la vieja ideologia de la inferioridad de las mujeres. Estas, por millones, habian participado activamente en la guerra antijaponesa, en las regiones liberadas, habian ejer- cido el poder directamente, y con frecuencia de ma- nera preponderante; habian tomado a su cargo en numerosos lugares Jas tareas de produccién agricola. En el contexto de esta rica experiencia es donde se sityaba la cuestién de proseguir su emancipacion, Ha- bia ahi una adquisicién extremadamente importante sobre la cual el movimiento femenino podia apoyarse para abordar la nueva etapa. EL TRABAJO NO SIEMPRE ES LIBERADOR No obstante, si China es hoy en dia practicamente el unico pais del mundo en donde la inmensa mayoria de las mujeres participan en Ia produccién social, esto no se ha hecho sin tropiezos. Algunas cifras hacen reflexionar. Por ejemplo, en Shanghai, en 1966, en visperas de Ia Revolucién Cultural, mds de la mitad de Jas mujeres habian abandonado su trabajo y re- gresado a sus hogares, Esto se explica en parte por la [23] 24 EL TRABAJO Y LAS MUJERES politica del Partido Comunista Chino, politica impul- sada por Liu Shao-chi,? que hacia una intensa pro- paganda para ese regreso al hogar. Por otra parte, esto tomaba formas muy diversas. Aqui se alababan las cualidades “irremplazables” de la madre para edu- car a los hijos; all4 se afirmaba sin ambages que las mujeres no eran buenas para nada, demasiado limi- tadas intelectualmente para aprender un oficio; mas allé se lanzaba el argumento del insuficiente ntimero de guarderias, de comedores, para impedir trabajar a las mujeres. En cuanto a las que trabajaban, se trataba de dar como significacién a su trabajo: un salario de segunda, j para mejorar su situacién! (“tra- bajen para nutrir y vestir mejor a su familia”).* Sin duda en ese concierto reaccionario habia con qué desalentar buenas voluntades; pero eso sdlo no era suficiente para explicar el cardcter relativamente masi- vo del regreso al hogar. Hay que investigar las razones de fondo en el trabajo mismo, en su organizacién. Si no, no se comprende cémo, mujeres que estuvieran tratando de conseguir su liberacién ejerciendo un ofi- cio, se dejaran convencer por teorias retrogradas, Es que en realidad ellas no conquistaban, o por Jo menos no en todas partes, su liberacién, Y por otra parte, abi donde existia un tipo de trabajo realmente libe- rador, no se asistia a tal reflujo de mujeres fuera de las fabricas, En la f4brica de Chau Yan, que nos- otras visitamos, solamente unas diez mujeres “regre- sarian tras la puerta de su casa”, como dicen los chinos, Ya nadie puede ahora estar satisfecho con el es- quema soviético: “He aqui una fabrica del Estado, y el Estado es el partido, y el partide son las masas, 2 Liu Shao-chi, ex presidente de la Reptblica Popular China, 2 CE. boletin de Chine nouvelle nim, 61, de marzo de 1968, p. 8, ném. 031406, “los chinos estigmatizan la linea revisionista en el movimiento de las mujeres”, EL TRABAJO Y¥ LAS MUJERES 25 por lo tanto esta fabrica es tuya obrero. g.e.d.” No, esto ya no pasa. Si se me dice: “Esta fabrica es tuya, es del pueblo”, pero que obedezca ciegamente las érde- nes de los directores, que no comprenda nada de mi maquina y todavia menos del resto de la fabrica, si no sé en lo que se convierte mi producto ya termina- do ni por qué se ha producido, si trabajo rapida- mente, muy r4pidamente por el sueldo, si me aburro a morir esperando toda la semana el domingo, y la salida durante toda la jornada, si soy todavia mas inculta que al principio después de afios de trabajo, entonces es que esta fabrica no es mia, jno es del pueblo! Si la produccién contintia funcionando segin una organizacién de tipo capitalista, es decir respe- tando y profundizando !a separacién entre el trabajo intelectual y el trabajo manual segim criterios de utilidades y de rentabilidad, si la produccién marcha a golpes de reglamentos burgueses, disciplina ciega y estimulos materiales, por un lado los que piensan y por el otro los que ejecutan, entonces los que son menos instruidos, y en particular las mujeres, son tam- bién los mas oprimidos. Si finalmente un niimero importante de mujeres habia podido dejarse convencer de los beneficios del regreso al fogén, es en primer lugar porque en ciertas fabricas la Jucha de clase entre la burguesia y el pro- letariado no habfa permitido todavia vencer a la burguesia en ese terreno. El trabajo, por ese hecho, permanecia sometido a criterios burgueses. No, la pro- duccién capitalista no puede “liberar” a las mujeres porque, por otra parte, jamn4s ha liberado a los hom- bres. Nosotras, que todas habiamos trabajado en {4- bricas, recordd4bamos Jas eternas discusiones con las otras mujeres al respecto: “Si mi marido ganara lo suficiente yo me quedaria en casa”, “Cuando yo me case ya no trabajaré”, esto volvia constantemente. Aun si las mismas afirmaban al dia siguiente que “Por nada dcl mundo quisieran quedarse en casa porque se abu- 26 EL TRABAJO Y LAS MUJERES rririan demasiado”. Ese estado de espiritu vacilante no hace mas que traducir la situacién especialmente ambigua de las obreras de un pals capitalista. Una experiencia del trabajo social suficiente para hacernos medir la “mezquindad” del trabajo doméstico, pero un trabajo social suficientemente vacio de sentido como para hacer que se reflejara como un “lujo” la vida en la casa, momenténeamente inaccesible. En una f4brica de televisores, Chantal, una soldadora, me habia dicho: “El lunes en la mafiana, al ver toda la semana ante mi, envidio a las que pueden quedarse en casa; el domingo en la noche, después de una jornada de ‘limpieza’, las compadezco.” Empero si la participacién de las mujeres en el trabajo social no las ha liberado, sin embargo ha cons- tituido un factor decisivo de toma de conciencia de ‘mi opresién, de Ja socializacion de su revuelta. Ha entrafiado una toma de conciencia masiva de nuestra opresién: la “feminitud”, o la desgracia de ser mujer. capiruLo 1 LA VIA DE INDUSTRIALIZACION CHINA Y LA LIBERACIGN DE LAS MUJERES NI TRABAJO, NI SALARIO, | Y ELLAS PERMANECIERON EN ta FAprica! La fabrica de material médico Chau Yan en Pekin tiene mal aspecto. Algunas edificaciones de ladrillo de un solo piso, en un patio. que parece el de una escuela. Sin embargo, ahi suceden, discretamente, cosas decisivas para el porvenir de las mujeres. Fuimos re- cibidas ahi dos o tres dias después de nuestra Jlegada, en una salita blanca, alrededor de una gran mesa, apretando con los dedos frios las tazas hirvientes; Ma Yu Yin, una obrera de unos cincuenta afios, nos cuen- ta la historia de esta fabrica: En este barrio, hasta 1958, la mayoria de las mujeres permanecian todavia en sus casas al servicio de su familia, sus quehaceres, el cuidado de los hijos... Fue entonces evando el pais entero se levanté para realizar “el gran salto adelante”, es decir que todas Jas energias se movi- lizaron para franquear una nueva etapa de trasformacién de la sociedad. En los campos, los campesinos reagrupa- ban Jas cooperativas de formacién superior pata crear comunas populares; la industria se descentralizaba am- pliamente, en los lugares més apartados uno vela desarto- Harse pequefias unidades de produccién industrial. Y nosotras, las mujeres, zdebfamos permanccer en casa, al margen de la tempestad? El presidente Mao nos excité a “contar con nuestras propias fuerzas, desligarnos de las tareas domésticas y participar en las actividades producti- vas y sociales”. Nosotras queriamos responder a esa exci- tativa, dar también el gran salto adelante. Pero ecémo 27] 28 BL TRABAJO Y LAS MUJFRES arreglimoslas? Fue entonces cuando en este distrito una a vetena de mujeres se decidicron a “franquear la, puctts de Ja familia” para crear una fAbrica de barrio. Para tal efecto, el comité de manzana nos presté dos hangares yactos. Viendo las cosas desde cierto Angulo se puede decir que teniamos todo en contra; éramos pocas, sin ningin Gquipo, sin guarderias ni comedores, sin ninguna expe- Fencia en produccién (todas éramos amas de casa), ni siquiera sablamos qué preducir. Peso por otro lado tenia- mos grandes triunfos en la mano: no era para aportar un poco mas de comodidad a nuestra familia por lo que hhabiamos decidido trabajar: queriamos trasformar la socie- dad, trasformar Ja condicién femenina, {Que las mujeres abriexan la puerta de Ja casa que les obstrufa 1a vista! No queriamos ya servit a nuestra familia, queriamos servir al _puchlo. Finalmente, después de una encuesta entre los habi- tantes del barrio, decidimos producir articulos de primera necesidad que les hacian falta: ollas, tubos para estufa, ca- cerolas, etc. Lievamos de nuestras casas nuestras propias foramientas: martillos, pinzas, algunos destomnilladores, clavos, etc, No tenfamos més. Fuimos a las fabricas a recoger placas de metal, tubos de hierre, y mos pusimos a trabajar. A veces venian obreras después de su trabajo a mostramos cémo emplear tales o cuales medios. Otro problema grave era el cuidado de los nifios. Por ejemplo, esta camarada que est& aqui tenia cinco, Nos las arreglbames como podiamos; los mayores cui- faban de los ms pequefios; algunas, apoyadas por ss madres o suegras, podian confidrselos a elias. También habla vecinas que aprobaban lo que hhactamos y que nos daban una mano. Se puede decir que ese problema sé resolvié por la ayuda mutua en ¢sa poca. Durante todo ese periodo, no recibimos ningiin salario. Con frecuencia nos quedébamos en Ja fSbrica hasta tarde en fa noche para terminar algin trabajo que nos habjamos fijado, Aumentar la produccién y profundizar los conocimientos Finalmente, después de andar a tientas, logramos prodv- cir con nuestras manos ollas y tubos para estufas. Esta INDUSTRIALIZAGION Y (LIBERACION 29 produccién fue aceptada por el Estado. Fue nuestra pri- qnera victoria, jCémo! ¢Simples amas de casa sin califi- cacién habian logrado, ayuddndose mutuamente, a fuerza de cnergia y obstinacién, fabricar utensilios domésticos de suficiente calidad como para que el Estado los comprara? ‘Aumenté nuestro empefio. Se decidié entonces diversificar esa produceiéa de acuerdo a las necesidades del pueblo; segiin una encuesta que nos permitié conocer nuevas nece- sidades locales, comenzamos la fabricacién de dispositivos médicos: placas de proteccién contra rayos X, armarios aislantes. Utilizamos para eso mAquinas viejas que ya 10 servian; las desmontamos, reparamos y trasformamos n0s- otras mismas para aumentar nucstra productividad y fa- cilitar nuestro trabajo, Esto era mas complejo y requeria ms conocimientos que la fabricacién de ollas. Habfamos fijado en el taller un cartel con esta frase del presidente Mao: Hoy los tiempos han cambiado, lo que puede hacer un hombre, también lo puede hacer una mujer. En el fondo no habia ninguna razén para que las mujeres no pudiéramos constreir aquellos dispositivos. A veces, ante las dificultades, el desaliento se, abatia sobre algunas de nosotras. Decian: “Para qué todos estos €s- fuerzos, no triunfaremos. No tenemos instruccién, los dispositivos médicos son demasiado dificiles de producir, valdria mAs dedicarse a las ollas.” Discutiamos entre nosotras. “No estamos aqui para enriquecernos, mucho me- nos para enriquecer a algén ‘amo’. El pueblo tiene necesi- dad de esos dispositivos jy nosotras, Ias mujeres, bajaremos los brazos ante los fracasos! Durante siglos y siglos las mujeres chinas han sido consideradas como bestias. Nosotras formamos parte de la clase obrera, gcmo podré ésta diri- gir el pais si la mitad de sus miembros permanece in- culta, incapaz de asimilar técnicas nuevas? {No sabemos nadal Muy bien, japrendamos! jEn pfiginas blancas es en donde se escriben las més bellas historias!” Y nos volvia- mos a entregar a la tarea, recuperada nuestra confianza, Con la ayuda de otras fabricas que mos enviaron gente experimentada para asesoramos, logramos producir no s0- Jamente placas de proteccién y armarios aislantes, sino también grandes esterilizadores de alta temperatura y lim- paras infrarrojas. Después del examen, cl Estado nos confié esta labor de produccién y nuestra fabrica tomé su nom- 30 EL TRABAJO ¥ LAS MUJERES bre actual de “Fabrica de material médico de Chau Yan”. En ese momento, nuestras filas se habfan engrosado, éra- mos un poco més de trescientas, entre las cuales habia una veintena de hombres. En 1960, construimos otros cua- tro talleres en ef patio sin pedir ni un centavo al Estado, simplemente recolectando ladrillos provenientes de antiguas construcciones. Construimos ese mismo aio un comedor y una guarderfa en el recinto de la fabrica. Todo ello con nuestras. manos; nosotras podemos construir el socialismo con muestras manos. Un ejemplo de resistencia femenina que triunfa En la fAbrica habla un ambiente de solidaridad, de dina- mismo y de abnegacién. No era raro ver a las obreras quedarse después de su jornada de trabajo para terminat una ‘tarea, o para entreuarse en una técnica diffcil, Por supuesto que no estébamos obligadas a hacerlo ni tam- poco se nos pagaba por ese “suplemento”. ¢Debe una recibir primas por hacer la revolucién? Pues estaba bien de lo que se trataba. Por otra parte, nuestra experiencia no a todo el mundo le agradaba. En 1961, una parte de la direccién de Ia fabrica, completamente cegada por las Srdenes de la municipalidad de Pekin* decidié “racio- valizar” la produccién; decidié que éramos demasiado nu- merosas para el trabajo que habfa que hacer, que debiamos dejar de fabricar ollas puesto que en adelante serjamos una fSbrica de material médico, ;Com qué desprecio ha blaba de nuestras ollas! Segin esta “reorganizacién” una buena parte de nosotras debia regresar a casa, Crefan convencernos diciendo que “los salarios de los hombres serfan aumentados a fin de que pudiéramos quedarnos en casa para ocuparnos de la familia”. gNo era todo més simple de esta manera? Pero esos proyectos chocaron con una viva resistencia de las mujeres que declararon: “jNo 4 La municipalidad de Pekin era un bastién de los partidarios de Liu Shao-chi, Intervenfa con frecuencia en Jas direcciones de las fabricas para que éstas “racionali- zaran” el trabajo, como entre nosotros; intentaba reducir ‘el poder de los obreros. INDUSTRIALIZAGION ¥ (LIBERAGION 31 regresaremos a nuestros fogones, no abandonaremos nuestro lugar!” La vida en la fAbrica se volvié muy tensa, Hubo una lucha encarnizada entre esa parte de la direccién que queria hacer marchar la fabrica en funciéu de utilidades inmediatas, que, sobre todo, no queria qué las obreras se liberaran, y la gran mayorfa de las obreras que querian continuar en la misma via. Esa lucha se Hevé conscientemente. Comprendiamos lo que se arriesgaba. En la mayoria de los casos, nuestros maridos y los demas hombres nos apoyaban. Esto se expli- ca; lo que pasaba en Chau Yan no era un hecho ais- lado. En todas las fabricas habia una ofensiva reaccionaria orquestada por Liu Shao-chi enfocada ya a restablecer las hormas capitalistas de produccién, ya a impedir que las ma- sas las destruyeran. Eso explica que los hombres que tam- bién tenfan que enfrentar esta ofensiva burguesa compren- dieran y apoyaran generalmente la resistencia de las mujeres. Como para muchas de nosotras ya no habia trabajo, tampoco habia salario. Pero eso no importé. :No nos dan trabajo? jNos lo inventaremos nosotras mismas!

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