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Rev. de Psicol. Gral. y Aplic., 1993, 46 (2), 177-186 EL DESARROLLO DEL CONCEPTO DE si MISMO EN LA TEORIA FENOMENOLOGICA DE LA PERSONALIDAD DE CARL ROGERS E.M. CASANOVA Universidad Publica de Navarra Resumen A través de la Teoria Fe de ta Per- sonalidad, Cart A. Rogers trata de comprender fa ‘conducta humana y las vivencias eexperiencia- das» que desde el interior de la persona determi- nan su desarrollo y evolucién. Con tal finalidad nuestro autor analiza y estu- dia el concepto que de si mismo. el hombre va ‘adquiriendo a lo largo de su vida. EI s{ mismo es definido como una Gestalt que ‘engloba y unifica los diversos procesos psiqui- C08 que ef sujeto ha experimentado, y que con- forman finalmente su propia imagen, la cual, a la misma vez que lo identifica, le ayuda a encauzar de forma positiva —constructiva— o bien nega- tiva —confficto emocional— la energia de auto- rrealizacién permanente o tendencia actuaiizante Kase confgtrg renter tat lamcs pera con Introduccion La teoria general de la terapia rogerinana, que inclu- ye la de la personalidad, como cualquier conjunto de hipotesis o leyes especulativas destinadas a relacio- nar una serie de fendmenos que constituyen en ese momento especifico el centro de reflexién del autor, ‘no estd exenta de error y posibles mejoras. Como ei mismo Rogers admite, «reo que hay una sola afir- macién que puede aplicarse correctamente a todas las teorias —desde la teoria del flogisto hasta la de la relatividad, desde la teoria que expongo en este trabajo hasta la que la reemplazara dentro de diez afios—, a saber, que en el momento de su formula- ‘cién toda teoria contiene un grado desconocido (y hasta e! momento incognoscible) de error y de infe- Fencias erréneas» (Rogers, 1959, pag. 190). Pues bien, partiendo de la existencia de un posi- ble margen de error, y por tanto, incertidumbre en la teoria que analizaremos a continuacién, se puede Abstract Theres no doubt that Cart R: Rogers created his henomenological Theory of Personality trying to understand human behavior and, on the other hand, to explore the way the inner feelings deter- mine the process of self-development and growth of the person. me right wel have motivated our author to analyse and underfine the self as a living concept comng from ns own exporonee. In this theory, the self-concept is tke a Gestalt, or process were the psychological structures are unified, and involve those fields of human experi- ence and endeavor, which produce the individual knowledge of himself. implicit in this self-conoept there will be an actualizing tendency, that helps People towards a self-growth pattem, and de- sign our internal and external frame of reference. Teconocer una concepcién existencialista y fenome- nolégica que traduce ciertos condicionantes perso- nales de su autor, Carl Rogers. Pero, Zcual fue el objetvo de esta teoria? ¢Qué motivd a Rogers a desarrollar una teoria terapéuti ca? 4En qué concepcién 0 modelo cientifico se ba- ssan los postulados que la constituyen? Si nos detenemos por unos instantes, podremos ‘observar como «desde épocas muy remotas el hom- bre ha dirigido su atencion hacia si mismo en la bus- queda de una explicacion de lo que sucede en el mundo exterior» (Cueli-Reid, 1972, pag. 9). Aigunos se centraron sobre todo en la observacién de los, fenémenos que provenientes de fa interaccién entre los factores estrictamente sociales y aquellos inter- 0s © psiquicos, recaian en las formas de conducta personales, produciendo modificaciones y cambios en la sociedad a partir de la formacion de la perso- nralidad de los individuos que la integran. Tal es el interés de autores tan conocidos como Freud, Sull- 177 van y Murray, quienes consideran la vida como un conflicto entre dos fuerzas: los grupos © sociedades y la persona como individuo. Otros, en los cuales se inscribe nuestro autor, eparten del supuesto de que en el hombre existe una sola fuerza basica que es Ja que le impulsa» (Campos, 1982, pag. 62). Para Rogers existe en el cosmos «una tendencia evolutiva dirigida a un ma- yor orden, mayor complejidad y mayor interrelacién, Ena raza humana, esta tendencia se muestra por el movimiento individual a partir de una sola célula ori- ginal a un complejo organismo en funcionamiento, a Un conocimiento y perCepcién a nivel no consciente, aun saber consciente del organismo y del mundo ‘extero, a un reconocimiento trascendente de fa ar- monia y unidad del sistema césmico, inciuyendo la especie humanas (Rogers, 1980, pag. 133). ‘Asi vista, la vida ces un constante despliegue de fuerza» (Campos, 1982, pag. 62) 0 tendencia evoly- tiva, y et bienestar personal interno o higiene psiqui- ca dependera del grado de construccién o realiza- cién de esa fuerza vital. Por tanto, la teoria de la Personalidad rogeriana no va a buscar en el exterior del hombre una entidad que (o site ante una postu- ra personal de antagonismo. Al contrario de ato, Rogers encuentra ese punto de tensién en si mis- mo, en la propia tendencia constitutiva del ser humano que lo lleva a esforzarse por mejorar y compensar los aspectos insatisfactorios para el individuo. De esta manera, se trataré de comprender la con- ducta humana a través de la enumeracién de ciertas hipotesis relativas; tendiendo a explicar, de igual moda, por qué surgen en determinados momentos de nuestra vida conflictos intetnos que nos llevan a ecesitar la ayuda de la asistencia psicoterapéutica. Para ello, Rogers considera indispensable partir de SU propia experiencia en el camipo de la terapia. Con tal finalidad nuestro pensador trata de seguir el pro- {greso gradual de una serie de fases de posible con- trastackin a lo largo de los tratamientos clinicos: (Tausch-Tausch, 1981, pag. 62). En realidad, el «self tiene una funcién selectiva, sirve como un fitro por donde, al pasar los aconteci- mientos que ocurren alrededor del individu, se van seleccionando sélo aquellos que pasardn a formar parte de su conciencia. El criterio de seleccién va a estar en consonancia con lo que para «si mismo» ea, por un lado, interesante y le ayude a su auto- rrealizacion, 0 bien por el contrario, peligroso, esti- mulando sus érganos sensoriales para estar alerta y actuar si tuviera que defenderse. Esto ultimo exigira la realizacién de una tarea apreciativa del concepto que de si misma desarrolla la persona. «El concepto de si mismo es, por asi decirlo, e! punto de referencia de! significado, que las distintas ercepciones, sensaciones y experiencias tienen para la persona> (Tausch-Tausch, 1981, pag. 63). De esta manera, el self es la causa que determina nuestra individualidad frente 2 10s otros, ya que é! hace que «cada uno de nosotros viva en un mundo muy distinto al tener frente a estimulos exteriores objetivamente iguales sensaciones y percepciones muy diferentes» (Tausch-Tausch, 1981, pag. 63). Esta caracteristica del autoconcepto Se torna muy probable y evidente si nos detenemos a observar 179 ‘cOmo una persona con un concepto de si mismo pe- yorativo ignora inconscientemente sus posibilidades y transforma la realidad en su «realidad» amenazan- te. Estas personas adoptarén en la vida actitudes defensivas y poco sociables. En contraposicién a aquellas que con su alto grado de autoconocimiento han alcanzado un concepto positive, abierto y mas ‘auténtico de la realidad que las circunda. Finalmente, creemos que hay que tener en cuenta que la formacién dei concepto de si mismo se va realizando gradualmente a fo largo de la vida tenien- do sus raices mas profundas en las experiencias afectivas-sensitivas de la infancia. De aqui que lo que los padres nos hagan reconocer en nosotros mismos como constitutive de nuestra personalidad, llegara a formar parte de nuestro ser, y desarrollare- mos, 0 bien una consideracién positiva o bien una imagen dependiente y negativa de lo que somos. El campo fenoménico de la experiencia ‘Acabamos de observar, a través de las paginas pre- cedentes, cémo se lleva a cabo el desarrollo de! concepto de si mismo conformandose de esta ma- nrera el individuo en una persona consciente de sus experiencias y vivencias. De ahi que creamios con- veniente en este momento centrarnos en el trata- miento del proceso especitico por el cual se llega a reconocer, primeramente, el campo fenoménico de la experiencia y, en segundo lugar, la configuracién de la estructura conceptual del si mismo. Para alcanzar dicha finalidad, consideramos nece- sario inicialmente inquirir acerca de la naturaleza de la experiencia e indagar la diferencia existente entre los fenémenos de la propia experiencia y el acto mismo de experimentar esos fenémenos. Por una parte, él término «experiencia» se utiliza generalmente para engiobar todo aquello que, ha- biendo formado parte de nuestra vida fisica 0 psiqui- a, se incorpora a nuestro «almacén de datos» per sonal y nos determina en la manera de ser y actuar, ‘en dependencia con la simbolizacién interna que ha~ yamos tenido en esa experiencia. Ahora bien, el he- ‘cho de simbolizar las operaciones de la experiencia va a implicar necesariamente un reconocimiento consciente, ya que «la experiencia comprende todo lo que sucede en el organismo susceptible de ser aprehendido por la conciencia» (Pulpillo, 1984, Pag. 67) de esos hechos sensoriales y viscerales que provienen de la actuacién del medio sobre el su- jeto. Asi, de esta forma, las experiencias inmediatas van @ sugerir la forma individual de constituirse la Persona. Y han de ser precisamente solo aquelias expe- riencias més recientes las que han de pasar a nues- tra conciencia en un momento dado, ya que el resto de las experiencias no estaran dispuestas de mane- ra rapida y directa para ser actos de conciencia. Pero hay que resaltar aqui que aunque «sdlo una orcién de esa experiencia, y probablemente una 180 porcién muy reducida, es vivida concretamente. sin embargo, también es cierto que gran parte de este mundo de experiencias es accesible a la con- iencia, y puede hacerse consciente sila necesidad del individuo determina que ciertas sensaciones pa- sen a un primer plano porque se asocian a la sati faccién de una necesidad» (Rogers, 1951, p&- gina 483) ‘Sera preciso, por tanto, que la experiencia gene- ral, formada por el campo experiential, experiencias viscerales y Sensoriales, experiencias orgénicas 0 el campo fenoménico, se transforme en la determina- cién 0 reconocimiento consciente y simbolizado de una experiencia. Dicho en otras palabras, la expe- riencia global indeterminada deberd formar parte, fi- nalmente, de la que se denomina como campo ex- pperiencial intimo del sujeto. Solo de esta manera parte de la experiencia total det individuo llegaré a ser corroborada por las nece- sidades e intereses del experimentador. a la vez que éste reconocerd en ella él significado y simboliza: cién que tiene para la formacién de su persona, Hasta el momento presente hemos podido cons- tatar cOmo es necesario desarrollar en la persona tuna capacidad intrinseca que la ayude a diferenciar estas partes del campo fenoménico de la experien- cia general, y transformarias en hechos concretos de experimentacién consciente. La simbolizacién consciente de la experiencia va a constituir la experiencia del yo, que no es sino, como lo describe Rogers al citar a Standal, «todo hecho o entidad del campo fenoménico discriminado or el individuo y que se discrimina como yo (self, me, |) 0 como algo vinculado al yo» (Rogers, 1959, pagina 200). Pero como se llega a diferenciar estos hechos experimentales de todos los restantes de nuestro campo fenoménico? En paginas anteriores considerébamos la tenden- cia a la autorrealizacién, aquella potencia inherente al individuo que, procedente de su constitucién ods- mica, le dirige hacia la mejora personal, hacia la pro- pia realizacion como persona. Pues bien, parte de la tendencia actualizante acta como tendencia a la di- ferenciacién y es la responsable de que «una parte de la experiencia del individuo se diferencie y se simbotice en la conciencia. Esta parte simbolizada corresponde a una conciencia de ser, de actuar ‘como individuo, y puede describirse como experien- ia del yor (Rogers, 1959, pag. 227). ‘Ya sabemios que el mundo de las experiencias, que es un fenémeno estrictamente privado del indi- viduo, se representa y se simboliza correctamente a partir del conocimiento consciente que de él realiza el sujeto. «Sin embargo, este contacto completo y directo con el mundo de su experiencia total es sola~ mente potencial, no se produce en la actividad ge- nreral det individuo. Hay muchos impulsos 0 sensa- ciones que experimento cuya entrada en la concien- «ia sdlo puedo permitir en ciertas condiciones. Lue- 90 mi conciencia real y mi reconocimiento demi Campo fenomérico total es limitado» (Rogers, 1951, ag. 483). Y es mi propio campo conceptual, coma lo experimento en un momento dado y como lo sien- to en mi, el que determina la organizacién concreta de mi experiencia, Hasta el momento presente nos hemos reterido al campo fenoménico de la experiencia, centréndonos en el estudio de ésta como parte constitutiva de di- cho campo, de la cual surge el fendmeno de experi- mentar simbélicamente esos nechos. Pero acaba- mos de ver cdmo el hecho de hacer conscientes las experiencias implica sentirlas, lo que Rogers, si- guiendo la terminciogia que utiiz6 por vez primera Gendlin, tlama experiencing del sentimiento (Gendiin, 1962), A través de ese neologismo, Rogers, de acuerdo con la definicién aportada por Gendiin, quiere deter- minar el proceso organico espacio temporal y cam- biante, de continuo fluir de sensaciones y sentimien- tos, con escasos contenidos explicitos, que provie- ‘ne del campo perceptive fenomenolégico 0 campo fenoménico de la experiencia individual. Este proceso, en continua correspondencia con los otros dos constructs que delimitan la realidad fendémenica del individuo, la experiencia y el acto de experimentar, recae sobre la formacién del concep- to del si mismo. Ya que cada una de las experien- las simbolizadas y sentidas constituye un yo emp rico, un esi mismo fenoménico», como las denomi- nan Hall y Lindzey (Hall-Lindzey, 1984, pag. 13), que va ordenando la estructura de un yo organizado y ‘otal. De este modo, y como consecuencia de la in- teraccién existente entre el organismo y el medio, la onciencia de ser y de actuar como individuo au- menta, y se organiza gradualmente para formar el concepto del yo que. siendo objeto primordial de la ercepcion, pasa a formar parte del campo expe- riencial ‘Como se puede observar, tanto el concepto de «si mismo» como el término «yo» han sido estudiados a través de las paginas que preceden como parte inte- gral de un mismo proceso psiquico de concepcién identificacién personal profunda (Symonds, 1951). ‘Ahora bien, es preciso dar a conocer que esta no diferenciacién entre ambos términos aportada por C. Rogers no es de aceptacién universal ‘Si nos detuviéramos a investigar la concepcién del yo en otros conceptos y pensamientos del érea psicolégica, veremos cémo algunos, al utlizar el Concepto de «yor, «self», emer, cla, se estaran refi- Fiendo al proceso individual perceptivo y objetivo del ser en unién con su campo fenoménico experiencial. De esta manera, reservamos «la denominacion del si mismo para el sistema de concepciones de la perso- na acerca de si mismay (Hall-Lindzey, 1984, pag. 9) Mientras que otros autores, como Sherif y Cantril, definen al yo como ese conjunto de pensamientos objetivos que me hacen reconacer lo que soy y Io que me identifica (Hall-Lindzey, 1984), Bertocci re- conoce en el «yo psicoanalitico® la capacidad de re- cordar, sentir, Ser y percibir, y lo transforma denomi- rnéndoio como «si mismo» De esta manera, podemos conciuir sefialando que, en dependencia con el pensamiento del autor, los conceptos de «si mismo» y «yor serén aplicados en distinto sentido y se corroborardn diferentes pro- e808 y objetos de conocimiento. El «self», como hemos constatado, ha sido defini- do y considerado como un proceso objetivo de au- torreconocimiento consciente y personal, que impul- sa al organismo a llevar a cabo determinadas vias de conducta. Es lo que Flogers denomina indistinta- mente «selfs, ryor 0 «si mismon. Mientras que, por otra parte, representantes de la corriente psicoanaiitica al describk el «selfs lo han li mitado a ser s6lo el proceso que desencadena pau- tas de estar en el mundo, de conducirse y relacio- narse con los otros. De esta manera, dejan de lado la concepcién del «selfr como objeto de mi mismo, y lo definen como una serie de procesos psiquicos que controlan nuestras acciones (Pervin, 1978). El «self» o la estructura conceptual del si mismo Creemos habernos referido ya suficientemente al uso diferencial que se les otorga a las diversas de- signaciones que determinan las funciones psiquicas e identificacién personal. A partir de lo cual, nos pa- rece oportuno explicar en estos momentos como, esa unién de procesos dinémicos, esa Gestalt que nos hace ser nosotros mismos, se puede conisiderar desde un punto de vista objetivo como el resultado de la accién externa sobre las reacciones internas del sujeto. ‘Cuando hablamios acerca del marco de referencia exterior —el cual no es necesariamente vivido de forma consciente por el individuo aunque siempre esta dispuesto a transformarse en parte de la con- ‘iencia personal, determinando al sujeto en su for- ma de ser y actuar— nos estamos refiriendo a la formacién de la «estructura de! yo» o estructura conceptual del si mismo» (Rogers-Kinget, 1967, pagina 196) Pero como ya sabemos, 'a nocién misma del «yo» es una «estructura perceptual, es decir, un Conjunto organizado y cambiante de percepciones que Se re- fieren al sujeto» (Rogers-Kinget, 1967, pag. 39), Por tanto, el self no podra ser diferenciado continua- mente de su estructura conceptual, ya que «el "yo" forma parte inherente de la unidad psicofisica total indicada por el término “organismo’» (Rogers-Kin- get, 1967, pag. 35). Todo Io cual significa que la unidad aportada por parte del campo existencial 0 fenomenolégico es inseparable y, por ello, e8 percibido por la per- ona como un todo. Ya que cel organismo total, en ‘SU Conjunto, es anterior a sus partes, y opera siem- Pre como una organizaciéns (Campos, 1982, pag. 33), Asi, pues, podriamos decir que, seguin Rogers, se hace uso correcto del concepto del «yo» cuando ha- blamos de la imagen que la persona tiene de si mis- ma, en cambio utiizamos el término estructura del yo cuando observamos esta Gestalt desde el marco de referencia exterior (Rogers, 1959). De esta manera, existe siempre una tendencia ha- 181 cia la consecucién de un orden preexistente en el in- terior del individuo que hace que éste sea capaz de establecer una relacion coherente entre lo exterior y lo interior. Esta tendencia nos estimula en la bis- queda de cada una de las partes que nos constitu- yen como un todo, como una persona. No estimamos ‘que sea pertinente detenernos aqui a estudiar la tendencia actualizante. Aunque el tratamiento de la formacién de la personalidad nos exige tenerla siempre presente, ya que ella es la base del impulso que nos mueve hacia nuestra pro- pia formacion. No obstante, dejamos constancia a través de lo expuesto que la tendencia actualizante ha de servir en todo momento como criterio perma- ente en el proceso de valoracién organismica, Pues bien, para que el individuo aleance un self sano y moldeable frente a las exigencias det medio, la estructura conceptual del si mismo ha de mostrar- se abiertamente. Es aquello que llamamos nuestro yo externo. Es jo que los demas constatan de mi Persona, como me ven y me dejo ver. Primeramente, el cémo me ven proviene no sdlo de la manera de ser yo mismo, de mi self, sino de cémo el otro quiere o puede aprehenderme, en de- pendencia con sus propias experiencias y vivencias, y como resultado de la relacion de éstas con las mias propias. Mientras que 10 segundo, odmo me dejo ver, implica una nota de subjetividad. Depende- 1 de mi actitud interna, de mi emi mismo» profundo, frente a las referencias que tengo de esa persona ue para mi puede ser reconocida como otro «yo», 0 bien como un objeto amenazante en ese momento de «min realidad. ‘Sin embargo, como sabemos, las relaciones inter- Personales son reciprocas e intercambiables, asi Como las perspectivas; por ello, el que hoy es recep- tor en minutos mas tarde se puede transformar en emisor y viceversa. Lo mismo ocurre en el intercam- bio vivencial 0 experiencial entre personas, 0 que sSupone un proceso a través det cual un individuo va Teconociendo al otro bajo su estructura conceptual, a la vez que él mismo se deja conocer a través de Su propia estructura del yo. En el momento en que tal fenémeno de reciproci- dad se inhibe, la relacién verdadera y subjetiva entre personas desaparece, pues uno de ellos pasa a ser ercibido por el otro come un simple objeto, y «por lo general consideramos todos 10s ‘objetos” (pie~ dias, drboles o abstracciones) desde un marco de referencia extero, ya que suponemos que no tie nen “experiencia” alguna con la que podamos empa- tizar (Rogers, 1959, pag. 221). Pero, en cambio, Sila relacion existente entre mi «0» y el «otro» es subjetiva, hard posible que «el in- terlocutor entre en la via de la subjetividad propia, ‘encuentre su nota propia y conforte, en contraparti- da, nuestra propia subjetividad, esa subjetividad que se nos esté descubriendo» (Peretti, 1979, paginas 175-176). Por tanto, de aqui que podames decir que el self ‘se valdré de la estructura del yo para darse a los de- mas, para proyectar su imagen de si mismo en el mundo, a la vez que se ocupa de aceptar 0 rechazar 182 las experiencias provenientes del marco externo. De esta manera, surgirdn dos posturas o conductas ba- sicas en la persona. La primera, de cerrazén o aisla- miento, provocada por una tendencia a la abstrac- cién subjetiva pura. La segunda, «al contrario, es tuna explicitacién de las conexiones reales, es decir, una postura, un acercamiento, un acto voluntario (orquestal) de transaccién entre un individuo y lo Que le rodea» (Peretti, 1979, pags. 176-177). Para finalizar, s6l0 concluir sefalando que tanto el «ox como la «imagen del yoo (0 dé si mismo) y el término estructura del yor, sirven para designar la éconfiguracion experiencial compuesta de percep- cones que se refieren al yo, a las relaciones del yo ‘con los demas, con el medio y con la vida general, asi como los valores que él sujeto concede a estas diferentes percepciones» (Rogers-Kinget, 1967, pag. 196). ‘Asi, pues, 108 conceptos que Rogers designa como parte integral de su teoria de la personalidad y que aqui describimos son simples abstracciones que delimitan al verdadero acto de inestimable rele- vancia en fa Psicoterapia: el «ser, el constituirse como persona frente a otra a la que permitimos ser también persona frente a nosotros mismos. El desarrollo de Ja autoaceptacién personal Como ya hemos dicho a lo largo del anterior aparta- do, Rogers aboga a través de su Teoria de la Perso- rralidad por la formacidn de la persona ablerta a sus realidades y a los otros. La persona asi concebida se autoexplora en ei aqui y ahora, frente a los de- més, y teconoce que tlo mejor es vivir el grupo exactamente en el estado en que se encuentra (Rogers, 1970, pag. 49). De esta manera, Rogers denota las dos caracte. risticas mas fundamentales de la persona integrada: autoaceptacién personal y aceptacion de los otros en cuanto personas individuales y personas en gru- po-sociedad. El andlisis de la primera nota que resul- ta ampliamente desarrollado en el pensamiento ro- geriano incluye, en cierta forma, el estudio de la se- gunda. Esta ultima se refiete estrictamente al grupo de encuentro interpersonal, que viene a constituirse como una experiencia social en la medida en que a forma més de una dualidad de personas, Pero que {er si Se concibe como el encuentro entre personas y, por tanto, sigue siendo una relacién interind- vidual No obstante, nos centraremos ahora en el estudio de la primera caracteristica, la cual expicita detalla- damente el grado de satisfaccién que alcanza la per- sona cuando al aceptarse a si misma y a Sus pecu- jiaridades desarrolla un autoconcepto positive y congruente. Asi pues, ¢el concepto de autoacepta- cién, empleado esporddicamente en la bibliogratia especializada, es muy parecido al de la propia esti- macién, a la Valoracién que alguien hace de si mis- mo. La autoaceptacién es también semejante al buen concepto de si mismo, siendo con frecuencia ambas nociones equivalentes» (Tausch-Tausch, 1981, pag. 66). Estas cualidades, aceptacién personal y autoesti- ma van a transformarse en notas esenciales de la persona madura, integrada y en pleno funciona- iento psico-fisico (Campos, 1982). Tal persona ha- brd de encontrar inicialmente en si mismo su propio juez, 0 persona criterio. Lo cual hard que el sujeto valore positivamente su yo, sin tener en cuenta el juicio 0 valoracién que los demas hacen de él. «La ‘consideracién positiva experienciada de esta forma ‘se denomina consideracién positiva de si mismo» (Rogers, 1959, pag. 209). Aunque es preciso decir Que «la experiencia de consideracién positiva por arte de otros debe proceder a la experiencia de Consideracién positiva de si mismo que no depende directamente de las actitudes de los otros» (Rogers, 1959, pag. 309). Y esto habra de ser asi, porque si la persona se centra s6lo en las apreciaciones que de si hacen los demas, tenderd a «separar las expe- riencias del organismo de las del si mismoy (Hall- Lindzey, 1984, pag. 45). Fendémeno este que implicara la falta de con- gruencia y coherencia personal, que produce tras- tornos psiquicos y que obliga a la persona a acudir a la asistencia psicoterapéutica. Pero si las valoracio- nes que la persona recibe del medio externo desde su més tierna infancia, aprendidas a través de los cuidados y amor recibidos por parte de sus familia res mas préximos, fueran siempre y continuamente positivas, la persona légicamente se desarrollaria tanto emocional como psicologicamente ajustada y aceptada. Claro que la realidad difiere enormemente de ia teoria y nuestra autoestima depende en gran medi- da de las valoraciones externas. Y creemos que «para que el individuo pueda sentir una considera- cién positiva de si mismo, antes ha tenido que sen- tirse objeto de consideracién por parte de los de- mas» (Campos, 1982, pag. 67). Y como deciamos en lineas anteriores, al parecer, o mas importante es la percepcién que el nio tiene de lo que sus padres opinan de él. Si el nifio cree que esa opinidn es positiva, entonces hallaré placer ‘en su Cuerpo y en Su self, pero si por el contrario siente que la opinion de sus padres es negativa, en- tonces él tendré también una opinién negativa de su cuerpo, y serd muy inseguro (Pervin, 1978). En cambio, cuando la persona alcanza su desa- rrolio en relacion con un ambiente de aceptacion y respeto incondicional, (Pulpilo, 1984, pag. 140), Por tanto, para Rogers el aprender significa alcan- zar el «ser, es decir, legar a la realizacién personal. Lo cual, por otra parte, constituye la meta del proce- 80 psicoterapéutico. De este modo, psicoterapia y educacién sé unifican bajo una misma finalidad, a saber, desarrollar un concepto congruente y cohe- rente'de si mismo, lo que capacitaré al sujeto a orientarse coniscientemente en la direccién que vaya tomando a lo largo de su vida Tal afirmacisn es real por parte del objetivo princi- pal del encuentro terapéutico, pero consideramos parcial tal pensamiento si lo situamos dentro de! ‘campo educativo. Porque educar va mas alla del as- ecto formativo u orientador de Ja persona. Educar implica también instru, transmitir contenidos de cul tura y modos de concepeién social. Pero dejemos de lado este paréntesis subjetivo y sigamos tratando de manera continuada las reper- cusiones que las relaciones interpersonales en edu- cacién traen consigo sobre la formacién de los lo- gros de la persona del alumno, Como deciamos antes, el clima de aceptacién personal establecido por parte del profesor hacia ‘cada uno de los alumnos facilta la consecucién del auténtico aprendizaje, ef cual partira siempre del concepto de si mismo, ya que dependera de la ima- gen personal que tenga el nfo para que éste se abra a los demas y permita reconocer en el otro suyo. EI circulo, al cual nos referimos inmediatamente, respecto a la formacién del autoconcepto en depen- dencia a las experiencias externas y la determina- cién de las vivencias provenientes del medio a tra- vés de lo que pensamos sobre nosotros mismos, s€ hace patente en la escuela. Asi, «los aluminos que llevan inseguridad e imagenes desfavorables de si mismos a la clase suelen ser mal mirados y rechaza- dos por sus compafieros. El rechazo de los compa- fieros hace que la situacién se perpetiie y se pro- duzca un circulo vicioso, los alumnos que se ven a si mismos distintos € inferiores se comportan de una ‘manera que confirma estas imagenes negativas... Y a la inversa, los alumnos que se autoestiman tien- den a comportarse de una manera atractiva. Se ven recompensados por los demas y tienen éxito en su trabajo. Sus imagenes positivas de si mismos se ven apoyadas por la realimentacién de los demas» (Schmuck-Schmuck, 1978, pag. 108). Por ello, podemos afirmar que existe una relacién palpable y real entre el autoconcepto personal y los 184 logros educativos alcanzado por el nifio. De hecho, «el bajo rendimiento escolar y la experiencia negati- va que con frecuencia lo acompafia conducen a un ‘concepto de si mismo negativo. Y éste puede condi- cionar, 2 su vez, ef bajo rendimiento en la escuela» (Tausch-Tausch, 1981, pag, 64). Esta sensacion de frustracién personal se ve incrementada mas atin cuando el nifio, tras intensos esfuerzos, no aleanza la meta deseada. Tal sentimiento le

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